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“Una estación de amor”

Esta historia de amor pertenece al libro Cuentos de amor, locura y de muerte,


publicado por Horacio Silvestre Quiroga Forteza, trata sobre un joven llamado
Octavio Nébel; el cual se enamora de una joven de cabello muy oscuro, piel
blanca y ojos azules llamada Lidia, dos jóvenes que viven su amor de forma
apasionada, amor que surge en los tiempos del carnaval y continúan por
mucho tiempo así, pero por presión de los padres ellos se separan
La historia comienza un martes, en un Carnaval, en Concordia. Nébel ni bien
ingresó en el Carnaval miro al carruaje que estaba enfrente a él y vio a una
hermosa chica, llamada Lidia, a su madre y a un hombre que no conocía.
Preguntó a sus amigos quién era ese hombre, y ellos le dijeron que era el
doctor Arrizabalaga y que la chica que le gustaba era sobrina del doctor.Nebel
fijo entonces sus ojos en la hermosa muchacha de 14 años. Era hermosísima y
nebel quedó deslumbrado por su belleza.
La distancia no siempre acaba con el amor, Nébel y Lidia viajaron a lugares
distintos, viajaron juntos hasta Buenos Aires, en el cual nebel llegó a un alto
nivel de romanticismo que podía tener a los dieciocho años. Luego, ya en
Buenos Aires, la despedida fue breve. Nebel se alejaba despacio por el muelle
y Lidia, ya sobre la borda del barco, lo seguía con los ojos. El 13 de junio nebel
volvió a Concordia, y aunque él sabía que Lidia estaba allí, pasó una semana
sin inquietarse. Luego de un tiempo fue a buscarla a su casa, cuando sonó el
timbre lo atendió la madre y lo hizo entrar. Se pusieron a hablar y entonces
entró Lidia en la sala. En ese momento la madre de Lidia le preguntó si podía ir
todos lo lunes y él le pidió de ir también lo viernes, la madre aceptó. Mientras
Lidia y Nebel no podían dejar de mirarse y volvieron a estar juntos.
A las tres de la tarde fue a casa del doctor Arrizabalaga con una idea en mente,
diría cualquier excusa con tal de ver a Lidia de nuevo. Cuando sonó el timbre lo
atendió la madre y lo hizo entrar. Se pusieron a hablar y entonces entró Lidia
en la sala. En ese momento la madre de Lidia le preguntó si podía ir todos lo
lunes y él le pidió de ir también lo viernes, la madre aceptó. Mientras Lidia y
Nebel no podían dejar de mirarse y volvieron a estar juntos.
En Una estación de amor, nos muestra la locura del primer amor y la
adolescencia, pero además la realidad en la que el primer amor no siempre es
eterno. Fueron más de dos meses, Nebel y Lidia, se adoraron y cada momento
que se separaban el uno del otro se extrañaban. Nebel dejando de lado su
estudio, su carrera y todas las demas cosas, en lo único que pensaba era en
casarse con Lidia y ser feliz.
La realidad del amor a primera vista, de que no todo es color de rosa, de que
no depende todo sólo del amor y el amor resuelve todo, no, el amor no lo es
todo y que los factores externos influyen siempre en todo. Cuando Nebel le
contó a su padre lo que tenía en mente su padre lo reprochó totalmente y se
opuso a la boda. La madre de Lidia abusaba de la morfina por angustiosa
necesidad y por elegancia, ella quería la presencia del padre de Nebel en la
boda, Nebel le contestó que iba a ser difícil y luego cuando fue al día siguiente
le dijo a la madre de Lidia que a su padre le iba a ser imposible asistir.
Entonces la madre de Lidia le hizo casi los mismos reproches y se opuso
también a la relación. Un día sin que Nebel supiera, Lidia se fue a Montevideo
con su madre. Nebel se quería matar y se acordó de una promesa que había
hecho unos meses antes, ésta consistía en visitar a un dibujante alemán y
avisarle si se suicidaría, pero éste no lo hizo.
Un amor que a pesar de todo duró a través de los años, pero solo desde una
de las partes involucradas y el reencuentro luego de haber pasado varios años.
Una tarde en Buenos Aires, viajando en tranvía, se detuvo el tranvía durante un
tiempo largo y Nébel, mientras leía, levantó la cabeza y vió a una señora que
se sentó a su lado. La señora le pregunto si la recodaba y él le respondió que
sí, era la esposa del doctor Arrizabalaga. Ella lo invitó a la casa a ver a Lidia y
él aceptó. Le dio la dirección, y Nébel prometió pasar a saludarlos.

Al día siguiente Nébel fue visitar a Lidia. La madre de Lidia le abrió la puerta y
lo saludó cordialmente. Después de 11 años, Nebel se encontró con ellas. La
madre de Lidia le anuncia a Octavio la miseria en que se encontraban. Lidia le
pide a Octavio pasar una temporada en su casa, Octavio Nébel estaba casado
pero su esposa se encontraba en Europa, el acepto llevarlas al campo. Una
noche la madre de Lidia se inyecta una sobredosis de morfina y fallece.
Después del funeral Nébel entrega a Lidia un cheque de diez mil pesos,
desprendiéndose ambos con un gran beso, seguidamente ella se marcha para
siempre de la vida de Nébel
Una novela que nos hace pensar en el primer amor de adolescencia, esos
amores que marcan a uno, que no queremos que se acaben nunca, pero
muchas veces por influencia de los padres y de la sociedad uno tiene q
renunciar a ellos, pensando que es lo mejor. Tarde o temprano esas personas
se vuelven a encontrar, más adultos quizás, donde la pareja ya ha tomado
rumbos distintos, sin embargo, los recuerdos permanecen ahí, y solo son eso
recuerdos de un amor que no lograron defender.

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