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1934-1990
Karin Apel
DOI: 10.4000/books.ifea.2515
Editor: Institut français d’études andines, Instituto de Estudios Peruanos
Año de edición: 1996
Publicación en OpenEdition Books: 29 junio 2014
Colección: Travaux de l'IFEA
ISBN electrónico: 9782821844926
http://books.openedition.org
Edición impresa
Número de páginas: 281
Referencia electrónica
APEL, Karin. De la hacienda a la comunidad: la sierra de Piura 1934-1990. Nueva edición [en línea]. Lima:
Institut français d’études andines, 1996 (generado el 05 mai 2019). Disponible en Internet: <http://
books.openedition.org/ifea/2515>. ISBN: 9782821844926. DOI: 10.4000/books.ifea.2515.
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por un reconocimiento óptico de caracteres.
ÍNDICE
Introducción
LA HISTORIA DE LA SIERRA DE PIURA
LOS PAISAJES SERRANOS
Anexos
Glosario
Fuentes y bibliografía
2
Introducción
Tueros, integrantes del PICS 125, fueron amigos que supieron ayudarme en los momentos
difíciles que implica todo trabajo de investigación. Agradezco además los aportes y los
gratos momentos que pude compartir con los amigos que tuvieron la paciencia de leer
mis borradores en Lima y Piura: Edith Montero, Magda Torres y Oswaldo García.
12 Son muchas las personas de Frías y sus alrededores que me han permitido elaborar esta
tesis. En representación de todos ellos quiero mencionar a mis amigos Gabriel Córdova
Jiménez y Carmen Calle Córdova y sus respectivas familias, quienes me acogieron en sus
casas. También doy gracias a los dirigentes y a los campesinos de las comunidades de
Pariguanás, Silaguá, Poclús y Challe Grande que no solamente me dedicaron su tiempo,
respondiendo con paciencia a todas mis preguntas, sino que me ofrecieron “posada” en
sus casas cuando era demasiado tarde para regresar a Frías.
llegada de los españoles, las guerras entre Huascar y Atahualpa diezmaron a la población
indígena (Hocquenghem 1989 : 21, 186).
16 En el valle de Huancabamba, los indígenas no formaban una federación fuerte y no
pudieron enfrentar a los incas, huyendo hacia la selva. Los incas poblaron con mitimaes
de “cultura andina” el valle de Huancabamba y las alturas de San Felipe y Sallique, al este,
así como Huarmaca, al oeste. En esta zona muy aislada se conservan hoy evidentes rasgos
del “orden andino”: calendario festivo, organización en parcialidades (Ramírez 1966,
Hocquenghem 1989 : 139-145).
17 Desde 1532 hasta la primera mitad del siglo XVIII, la conquista española provocó una
terrible baja de la población indígena que favoreció la pérdida de la identidad étnica,
perturbada va desde fines del siglo XV por la conquista inca. En 1570 se formaron en la
sierra de Piura tres pueblos de indios o comunes : San Andrés de Frías, San Pedro de
Huancabamba y Nuestra Señora del Pilar de Ayabaca, correspondientes a las tres
encomiendas de Caxas, Huancabamba y Ayabaca (Huertas 1986, Hocquenghem
1989:95-96). En 1613 los indios de Cumbicus se separaron de San Pedro de Huancabamba
estableciendo un cuarto común, con el nombre de Cumbicus (Martínez 1988).
18 Después de los incas, la conquista española marca una segunda ruptura en el sistema de
producción en la sierra piurana. Las tierras de los indios, dedicadas a la agricultura y a la
crianza de camélidos, fueron ocupadas por inmigrantes españoles que se dedicaron a la
crianza de ganado vacuno, ovino y porcino, que no requería de un gran potencial de mano
de obra. Esta actividad transformose rápidamente en sector económico dominante. Jakob
Schlüpmann (1988, 1991) y Milagros Martínez (1990) estudiaron la formación y evolución
de la hacienda en la sierra piurana desde el siglo XVI. En los años 1595, 1675 y 1714,
mediante las composiciones de tierras, se establecieron los límites de las haciendas y,
como consecuencia de ello, también los límites de las tierras de los comunes de indios. La
estructura de las haciendas serranas no se modificó en forma sustancial desde entonces.
19 En la provincia de Ayabaca se formaron grandes propiedades, como las haciendas de Pillo
y Pariguanás o las de los caciques de Avabaca, pero existían tierras de reducida extensión
controladas por españoles e indígenas y tierras de los comunes de indios en Avabaca y
Frías. Los hacendados, por lo general, residían en Piura o en Lima. La administración de
sus tierras quedaba a cargo de mayordomos. Los colonos o yanaconas que disponían de
parcelas para el sustento de sus familias solamente trabajaban una extensión reducida de
tierras para la hacienda.
20 A diferencia de la agricultura en la costa, cuya modernización a fines del siglo XIX es
descrita por Gregor Wolff (1992), en la sierra los hacendados mantuvieron un modo de
producción que podría calificarse de semi-feudal. En este contexto, fueron excepcionales
las inversiones que se hicieron en la hacienda Pariguanás, en Frías, para la crianza de
ganado mejorado. La imposibilidad de competir en el mercado capitalista acentuó cada
vez más la crisis de las haciendas serranas. Después de una larga agonía, ellas recibieron
un golpe definitivo con la reforma agraria de Velasco Alva-rado. El cambio más
significativo en la estructura agraria a partir de 1969 fue la transformación de las
haciendas serranas en comunidades campesinas. Si bien en los años treinta se dio una
primera fase en el reconocimiento de comunidades, la organización de la gran mayoría de
estas formaciones sociales responde a posibilidades legales creadas por la reforma
agraria.
7
es caluroso, seco y cuenta con pocas precipitaciones. Los árboles más característicos son:
faique (Acacia macracantha), palo santo (Bursera graveloens), pasayo (Eriotheca discolor) y,
sobre todo, los ceibos (Bombax riuzii), que por sus formas extrañas llamaron la atención de
Antonio Raimondi:
“Estos corpulentos árboles son unos verdaderos monstruos del bosque, y cuando se
hallan desprovistos de hojas, al ver aquellos troncos barrigudos con ramas
hinchadas, encorvadas, dirigidas en distintos sentidos, con pliegues debajo del
punto de inserción con el tronco, como si tuvieran que mover aquellos enormes
brazos; y por último al ver todo aquel conjunto revestido de una materia verde,
como si fuera una piel, se aleja la idea de que aquellos extraños seres pertenezcan al
reino vegetal; y excitada la imaginación del viajero á la vista de esas raras formas, le
parece ver unos monstruosos animales que tienen cierta analogia con los enormes
reptiles, que poblaban la superficie de nuestro globo en las épocas geológicas
anteriores á las de nuestra Fauna actual” (Raimondi 1879:369-370).
26 Para el uso agrícola de las tierras, en esta ecorregión se requiere un sistema de canales de
regadío pudiendo producir camote, yuca y frutales. En algunas zonas como la parte baja
del valle de San Jorge, el valle de Santo Domingo y la zona de Paimas se cultiva arroz. En
épocas de lluvias, los pastos naturales de las laderas de los cerros se utilizan para el
pastoreo del ganado caprino y vacuno. En los años de fuertes lluvias, como en 1983 y en
1992, la abundancia de pastos convierte al “bosque seco ecuatorial” en zona codiciada por
los ganaderos de las partes altas, que bajan con sus animales. En estos años lluviosos
también se siembra maíz y sarandaja en temporales de pequeñas extensiones. Los
recursos forestales de esta zona son aprovechados por los campesinos que, de esta
manera, se abastecen de leña para la construcción de casas y la fabricación de
herramientas.
27 La “selva alta” se extiende entre los 1,000 y 3,000 metros. Se puede distinguir en esta
ecorregión tres subregiones:
28 - Entre 1,000 y 2,000 metros se encuentra una zona forestal semiári-da denominada monte,
con especies como pajul (Erythrina velutina), paltón (Persea peavijjata), aliso (Alnus
jorulensis), chachacomo (Escallonia resinosa) o frutales como guanábano (Annona muricata) y
lúcumo (Lucuma abovata).
29 - Entre 2,000 y 2,500 metros crecen matorrales y árboles perennifo-lios como higuerón
(Ficus weberbaueri), palo blanco (Celtis iguanea) y chi-cope (Carica pubescens) en una zona
llamada monte grande.
30 - Entre 2,500 y 3,000 metros la vegetación de monte grande se refugia en las quebradas.
31 Raimondi relata cómo, subiendo a Ayabaca, el paisaje se transforma y la zona de selva alta
se vuelve cada vez más verde:
“A medida que se sube, la vegetación va cambiando totalmente; desapareciendo los
ceibos, algarrobos, acacias, y todos aquellos árboles tan escasos de hojas en la
estacion seca, los que son reemplazados, por una vegetacion mas lozana, aunque no
formada por grandes árboles; y á mayor altura aparece la tupida vegetacion de la
Montaña, pasando muchas veces el camino por una especie de callejon, formado por
dos paredes de verdura” (ibíd.:370).
32 En las tierras de secano de la “selva alta” se siembra maíz, arveja y trigo, mientras que en
las tierras irrigadas se produce frijol, café, guineo, caña de azúcar, yuca y frutales, además
de pasto en las invernas donde se mantiene el ganado vacuno. Lo más significativo en esta
zona, sin embargo, es la siembra de maíz de secano, que cubre las laderas de los cerros
9
entre los meses enero y agosto6. Antonio Raimondi describió así la belleza de los paisajes
de esta zona:
33 “Entre Frias y Chalaco, á cinco leguas del primero, se encuentra, el pueblo de Santo
Domingo, que pertenece al distrito de Chalaco. Esta pequeña poblacion se halla situada en
una meseta entre dos quebradas, y es notable por su agradable temperamento y la
hermosa vista que presenta su campiña. Hacia arriba se presenta delante del espectador
un anfiteatro de verdura, formado por los sembríos de frijoles y averjas, interrumpidos
por platanares y pequeños cañaverales que cubren las taldas de los cerritos inmediatos á
la poblacion. Dirigiendo la mirada á la parte baja, la escena varia enteramente, pues la
vista se extiende mas allá de los cañaverales situados al pie del pueblo, dominando el
encadenamiento de los cerros que van sucesivamente disminuyendo de altura hasta
perderse á lo lejos en el llano de Morropon, que dista cinco leguas” (ibíd.:373).
34 El “páramo” se ubica a partir de los 3,000 metros de altura7. La escasa vegetación en esta
zona recuerda a los paisajes de puna en los Andes sureños. En el “páramo” crece un gran
número de plantas medicinales en las inmediaciones de las Huaringas, una docena de
lagunas en las alturas entre Ayabaca y Huancabamba (Polia 1988, Friedberg 1960). Estas
plantas son recolectadas por los maestros que las usan para curar, las secan y venden a los
curanderos de todo el Perú y parte del Ecuador. En las alturas de Huancabamba se
mantienen algunos bosques de quiñahuiro (Polylepis spp), pero en la zona del “páramo” la
mayoría de los pobladores sufren por la escasez de madera. La erosión es un problema
grave, sin embargo, no se intenta reforestar. En esta zona alta se cultiva principalmente
oca, haba, cebada y trigo. El trigo es de gran importancia en la zona de Matalacas. En
cuanto a la ganadería se crían caballos, muías, ovejas, chanchos y, en menor proporción,
vacunos. Humboldt en 1802, pasando de Loja a Huancabamba por la sierra de Piura y los
páramos de la Cordillera de los Andes y de la Cordillera de Huamaní, escribió:
“Ya en otra ocasión hemos hablado de estos desiertos de serranías a los cuales en la
parte meridional de la cordillera de los Andes se da el nombre de Puna, voz
prestada del quechua. Los páramos más altos llegan por encima de los 3086 metros;
son éstas las regiones tempestuosas, muchas veces, tapadas durante días enteros
por espesas nubes o azotadas por tremendas ráfagas de granizo, cuyos hielos
diversamente formados, aplastados generalmente por la rotación y entreverados
con finas láminas, llamadas por los habitantes ‘papa cara’, hieren el rostro y las
manos... La taita de árboles, el aspecto escamoso de los arbustos mirtáceos de
pequeñas hojas, la abundancia y el desarrollo de las flores, la eterna frescura que
mantienen todos los órganos, la humedad de la atmósfera dan una fisonomía
singular a la vegetación de los páramos. No hay zona alguna de vegetación alpina en
las regiones templadas o glaciales que pueda compararse con la que ofrecen los
páramos en la parte tropical de la cordillera de los Andes...” (Humboldt 1980:235).
35 Un caso especial en el “páramo” se da en el valle alto del río San Pedro. Aquí, en vez de la
topografía y vegetación típica para este piso ecológico, se encuentra una planicie de
aproximadamente 180 km2 de extensión donde crece sobre todo el ichu (Stipa ichu). Esta
zona es conocida como Los Altos de Frías (de Santo Domingo o de Chalaco), Los Altos o
Meseta Andina.
36 Raimondi, que en su regreso de Ayabaca cruzó el río Quiroz en Ton-dopa, subió a Lagunas
y atravesó Los Altos para llegar a Frías, describe esta parte de la sierra piurana:
“El siguiente día salí del puente para subir á la hacienda de Lagunas, que dista tres
leguas y media. Esta hacienda es de ganado vacuno, lanar y yeguarizo, pero tiene
poco agua y de consiguiente pocos terrenos cultivados.
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NOTAS
1. Las expresiones locales aparecen en cursivas, ver Glosario.
2. Anne Marie Hocquenghem (1989) estudió la historia prehispánica de la sierra de Piura; Ludwig
Huber (1992), la organización de las rondas campesinas, y Jakob Schlüpmann la formación de la
gran propiedad en la época colonial.
3. Raimondi describe la sierra de Ayabaca y menciona la concentración de los habitantes en pocos
centros poblados : “... todo lo demás está conformado por haciendas pertenecientes á particulares
y á caserios que llaman Haciendas de Comunidad ó Haciendas Compuestas. Estas son muy
numerosas y tienen muchos habitantes, que son todos indígenas de pura raza y no se mezclan
con blancos, ni coasienten vender terrenos á estos últimos” (Raimondi 1879:371).
4. Como fenómeno de El Niño se designa a la aparición de una corriente contraria a la de
Humboldt que, al bajar a lo largo de la costa norte del Perú y calentar las aguas del Pacífico, causa
lluvias extraordinarias. Sobre la recurrencia de este fenómeno entre los siglos XVI y XIX, ver
Hocquenghem y Ortlieb 1992.
5. Para una evaluación de los daños causados por El Niño en 1983, ver INE-Piu-ra 1983, INP-Piura
1983a, Mujica 1983, Ubillús Castro 1985.
6. Ver calendario de las actividades agrícolas en las sectores de Tasajeras y La Cruz en la
comunidad de Simirís (De Jaegher y Valverde 1991:39)
7. Esta zona que es denominada cordillera por los campesinos de Frías, quienes califican a los
pobladores de Los Altos como serranitos que se distinguen por sus “alforjas labradas” y los colores
12
de sus ponchos. En cambio, los campesinos de Frías son lla mados quichuanos y, a su vez, los de la
parte baja de Chulucanas o de Piura reciben la denominación de yunganos o bajeños.
8. Etesse indica que en la Meseta Andina se cuentan aproximadmente 30 días de helada anuales
(Etesse 1990:173).
9. En la parte superior de la región de selva alta, los cultivos pueden ser afectados por la
abundancia de lluvias. Los campesinos de Frías manifiestan que “Frías es llorón”, una condición
que puede afectar los cultivos de arveja y trigo, si estos se encuentran a 2,000 metros,
aproximadamente.
13
Capítulo 1. Luchas y
reivindicaciones de los yanaconas
en las haciendas de la sierra de
Piura 1934-1950
Cuadro 1
Población rural en haciendas, 1876
Cuadro 2
Población rural en haciendas, 1940
Mapa 3
Reclamos en las haciendas de la sierra de Piura (1934-1951)
17
22 En marzo de 1946 el periódico Avance informa sobre el crecimiento del Partido Socialista
del Perú:
“Con admirable celeridad está desarrollándose en todo el Departamento de Piura el
Partido Socialista del Perú a cuyas filas acuden a alistarse todos los días importante
núcleo de ciudadanos ... principalmente por las reivindicaciones de los trabajadores
sobre todo del campesinado, que en nuestro Departamento está sometido a
condiciones de trabajo y de vida de suyo denigrante para la clase trabajadora y para
el hombre en general. Por eso los principales esfuerzos de este partido están
dedicados a destruir las costumbres feudales que prevalecen en las haciendas de
este departamento, más arraigadas que en cualquier otro y que los hacendados se
empeñan a conservar apelando a todos los recursos de que ellos disponen,
obstruyendo así las justas aspiraciones nacionales de nuevas normas y nuevas
prácticas más a tono con la cultura que se vive en las ciudades” (ibíd.: ficha 98).
23 Sin embargo, después de la muerte de Castro Pozo en 1945, el Partido Socialista perdió
rápidamente influencia entre los campesinos y se paralizó por conflictos internos. Cuando
algunos años más tarde, Sinforoso Benites se retiró de la política, las actividades del
partido se limitaron a las haciendas capitalistas en la costa y a la zona petrolera en Talara.
En la sierra desapareció completamente. Algunos de sus protagonistas se afiliaron
después a Acción Popular, que se había declarado como nuevo movimiento reformista.
cosas. La vida y el comercio han dado a un nuevo auge por la carretera troncal que
pasa por ella” (ADP-MJT leg. 7, exp. 52).
28 En las haciendas Llicsa, San Pablo y Lalaquiz exigían a los pisantes el pago anual de 3 soles.
Sin embargo, de los agregados y los pisantes poco se sabe, los documentos sólo tratan de las
condiciones de trabajo y de las reivindicaciones de los yanaconas.
29 Los yanaconas pagaban en dinero, productos agropecuarios y mano de obra el derecho a
trabajar terrenos en las haciendas, como se indica en un contrato de arrendamiento del
año 1940, en la hacienda Cujaca y Andurco:
“Conste por el presente contrato de arrendamiento que yo, Santos Julio Huamán
Campoverde, residente en Parcochaca, pagaré a los herederos de Cornelio Castillo
Carnero, la cantidad de 13 soles oro corriente (S/. 13) por mi arriendo del presente
año, por los pastos que durante él han de consumir mis ganados y por el terreno
para cultivos que solicito a los propietarios del Fundo Cujaca y sitio de Andurco
cuya especificación es la que abajo va anotada en el respectivo casillero.
Cantidad y clase de ganado para el que solicito el arriendo:
vacuno . no
id más de 1 año paga . no
caballar . no
mular . no
cabrio . siete cabezas
ovino . no
porcino . no
asnal . tres
Terrenos que solicito en arriendo:
potrero . no
vega o inverna . no
arada . no
Casa de habitación . si tiene
chacra de temporal . no
rozo . no
huerta de riego . si
Solicito hacer pago de mi arriendo en la forma siguiente: tres semanas jornal
(pensión), una semana minga, dos días rodeos en La Soccha y otros servicios y el
resto en efectivo el 31. 12. del presente año” (ADP-MJT leg. 8, exp. 162).
30 Existían distintos tipos de arriendo en una misma hacienda y la terminología variaba en
los diferentes fundos: se llamaban arriendo redondo o aniendo sin pensión, arriendo con
pensión y arriendo seco.
31 En Pariguanás se daban las formas de arriendo redondo y con pensión. En el primer caso, el
derecho a cultivar las chacras lo pagaba el arrendatario en dinero y no tenía otras
obligaciones, ni de entregar productos ni de trabajar en forma gratuita. El segundo caso
era una forma mixta: se pagaba en dinero efectivo v, además, en productos agropecuarios
y en servicios para la hacienda.
32 En Pillo el arriendo redondo se cancelaba en dinero y, junto con ello, se trabajaba en forma
gratuita para la hacienda durante 6 días. Sin embargo, en el mismo fundo habían colonos
que obtenían el acceso a las tierras solamente mediante trabajos gratuitos para la
hacienda.
33 En San Pablo se diferenciaba entre arriendo redondo, arriendo con vega y arriendo seco:
“Arriendo con vega se llama a las tierras de riego. Arriendo seco a las tierras sin
riego que usará el colono mientras le sea útil y sea parte incluyente del arriendo
redondo” (ADP-MJT leg. 2, exp. 313).
21
pastos de la hacienda para el pastaje de los animales de los colonos se pagaba en dinero y.
en algunos casos, en una determinada cantidad de ganado menor: ovino o caprino.
Cuadro 3
Trabajos en las haciendas
Nota: Los reclamos de las haciendas Lalaquiz, Matalacas, Chulucanas, Sacalla, Tojas, Cuica-pampa,
Samanguilla, Lanchipampa, Jacanacas, San Antonio, Olleros, Huasimal, Vilcales, Carrizal y Simbaca
solamente contienen una petición general de abolición de los trabajos gratuitos.
Cuadro 4
Jornales en las haciendas de la sierra de Piura 12
62 Aparte del pago del arriendo en dinero, en la mayoría de las haciendas se mantuvo la
obligación de entregar el terrazgo en productos. En la hacienda Pariguanás (ADP-MJT leg.
1, exp. 6)13, se aportaba por “rozos de temporal 6 almudes de alverjas, 9 almudes de maíz o
4.5 almudes de frijol”. Si bien en algunas haciendas se podía escoger entre el pago en
productos o su equivalente en dinero, como en Lalaquiz; en otras prevalecía la modalidad
antigua, como en Pillo:
“Aquellos que abonan parte del arriendo en maíz o arbejas, entregarán los
productos acostumbrados...” (ADP-MJT lcg. l,exp. 10).
63 En cuanto al mantenimiento de caminos y de acequias, los colonos tenían una relativa
autonomía para organizar estas labores y asumían sus propias responsabilidades. Entre
los trabajos gratuitos que fueron suprimidos se incluían los de mantenimiento y
construcción de caminos —obligación vial—, y de acequias. Para este tipo de trabajos se
decidió que la hacienda no pagara jornales, subrayando que del mantenimiento de los
caminos se aprovecharían tanto la hacienda como los colonos. En Pillo, el hacendado “en
señal de su colaboración” entregaba una suma de dinero entre 50 y 100 soles a un
representante designado por los colonos, para que éste la reparta entre los que habían
participado en los trabajos (ADP-MJT leg. 1, exp. 10). La repartición de las aguas de
regadío era tanto responsa-bilidad de la hacienda como de los colonos, quienes
participaban en la toma de decisiones. Se designó un Juez de Aguas pagado por ambas
partes. En Lalaquiz el Juez de Aguas sería despedido en caso de presentarse diez quejas
por parte de los colonos.
27
convenios, mientras que en los casos de San Pablo en la sierra de Ayabaca y Lalaquiz en la
de Huancabamba no se llegó a ningún acuerdo.
La Ley de Yanaconaje
82 Los propietarios tenían la obligación de proporcionar aguas para el riego de las tierras
conducidas por los yanaconas.
83 En casos de desalojo, los yanaconas debían ser indemnizados por las mejoras realizadas en
sus arriendos.
84 Los juicios de desalojo iniciados desde el 1.1.1945 quedaban sin efecto.
85 En el Ministerio de Justicia y Trabajo se creó la Inspección General de Yanaconaje y
Campesinado, cuyas funciones fueron especificadas en el Art. 20 de la Lev de Yanaconaje:
“a) Empadronar a los yanaconas, detallando las condiciones de sus contratos, plazo,
merced conductiva, etc. b) Revisar los contratos y cuidar que estén ajustados a la
lev;
c) Promover el mejoramiento técnico e industrial del campesinado; y
d) Destacar Inspectores que visiten periódicamente los valles del país y comprueben
el cumplimiento de las leyes sociales que protegen a los yanaconas y peones de
campo” (Castro Pozo 1947:107).
86 El Estado trató de fomentar la organización de los colonos. Si bien no se menciona una
organización de tipo sindical dentro de las haciendas, se preveía ventajas para los
campesinos organizados en cooperativas.
“Si a la terminación del contrato de arrendamiento de un fundo yanaconizado, los
yanaconas estuvieran organizados en cooperativa, ésta tendrá preferencia en un
nuevo contrato de conducción sobre cualquier otro postor, en la extensión que en
este momento se halle yanaconizada” (Art. 7, Ley de Yanaconaje en: Castro Pozo
1947:104-105).
87 ¿Cuáles fueron los beneficios de esta ley para los colonos? La Ley de Yanaconaje constituyó
una protección legal para los yanaconas; sin embargo, no fueron pocas las
malinterpretaciones que se hicieron de ella en desmedro de los colonos. Todo ello fue
denunciado por el periódico El Pueblo:
“Una expresión corriente entre los campesinos es ésta: de que la Ley de Yanaconaje
no debiera llamarse tal, sino Ley del Hacendado” (El Pueblo, Año IV, 18.12.1950, N°
1165).
88 En la práctica estos dispositivos legales eran de gran complejidad burocrática. Los
contratos debían ser firmados en forma individual, requiriendo de un sin número de
asesores o abogados para garantizar su justa aplicación.
89 El descontento de los campesinos por la aplicación de la Ley de Yanaconaje aparece en la
argumentación de los socialistas en el periódico El Pueblo, desde donde en reiteradas
ocasiones trataban de defender esta lev por la que tanto habían luchado. Denunciaban la
mala interpretación de los textos por los hacendados, sosteniendo que con los “métodos
de los abogados socialistas” sería posible su justa aplicación:
“Esta ley se ha dado con un sentido tuitivo, con la finalidad de protección para el
yanacona. Se ha tratado de que con esta Ley se proteja al trabajador campesino de
la voracidad de los grandes terratenibles. Mas como decimos anteriormente esta
Ley ha pretendido ser desnaturalizada por los abogados defensores de los
hacendados” (El Pueblo, Año IV, 18.12.1950, N° 1164).
90 Analizando los documentos se observa la “distancia entre el país legal V el país real”,
señalada por Julio Cotler. Muchos artículos bien intencionados de la ley, referidos a la
protección de los campesinos dependientes de los terratenientes, eran difícil de aplicar
bajo las condiciones existentes. Considerando que los nuevos contratos de yanaconaje
eran de gran complejidad16 y existía una alta tasa de analfabetismo entre los campesinos
de las haciendas serranas17, la ley era en muchos puntos inaplicable. Por su parte, los
31
hacendados utilizaron todos los medios posibles para evitar que la Lev de Yanaconaje se
aplique en sus propiedades.
91 Por su parte, los colonos de las haciendas piuranas buscaron soluciones legalistas para
mejorar sus condiciones de trabajo. La mayoría de sus reclamos se basaron en la
Constitución. Es sorprendente este legalismo frente a la actitud de los terratenientes o sus
representantes, que muchas veces actuaban en forma violenta, no solamente cuando
ocurrían los reclamos; sino en el trato cotidiano con los colonos de las haciendas, donde el
cepo y los castigos físicos no eran una excepción.
92 Son pocos los casos donde las medidas de lucha fueron más agresivas y se llegó al boicot
de los trabajos, como ocurrió en Llicsa donde se paralizaron las labores en época de
cosecha. Una paralización generalizada del trabajo en la hacienda solamente se dio en
1935, en Lalaquiz, cuando los colonos se negaron a trabajar para el dueño, como lo
manifestaron en los reclamos:
“No se admite ninguna obligación, faena ú otro servicio, cualesquiera que sea su
nombre, en trabajo personal ó en dinero efectivo, y más aún cuando esté en
contradicción con el Art. 1 de este pliego. Artículo 1: Respetar en todas sus partes el
Art. 55 de la Constitución Peruana, para todas las edades y sexos.- Las obligaciones
de ponguismo han sido faces solo de la esclavitud” (ADP-MJT leg. 1, exp. 28).
93 Generalmente, no se cuestionó el sistema de hacienda, más bien, se reclamaba adaptarlo a
una forma más justa. A través de los reclamos se puede comprender cuál fue la
percepción de la injusticia o de los “abusos” que los colonos reprocharon a los hacendados.
No parece que el sistema de dominación, así como las diferentes obligaciones que se
derivaban por el usufructo de la tierras, hayan sido percibidas como injusticia. Se exigía
reglamentación, los trabajos debían ser remunerados, los horarios fijados y respetados. Se
buscaba reformas y modificaciones dentro de un sistema que no fue cuestionado en sí
mismo; como se desprende claramente de los argumentos de los colonos de Chulucanas:
“Pero si bien sabemos que un hacendado de la Sierra, en la zona en que vivimos,
necesita sus tierras para arrendarla a personas que celebren contratos de trabajo
con él. Porque no existiendo carreteras para el transporte de los productos, estando
las ciudades y lugares de consumo lejos, es decir los mercados, a enormes distancias
de las haciendas, no pueden producir en gran escala, y siendo los medios de
producción pobres y atrazados y muy atrazadas las industrias, los jornales son bajos
y no hay demanda de trabajo, los brazeros o trabajadores son muy escasos, así que
los hacendados pretieren arrendar sus tierras a personas que, a la vez que celebren
contratos de conducción y locación de sus tierras, celebren contratos de trabajo
para así poder ellos trabajar sus tierras. Esta es una verdad que no desconocemos.
Nosotros, por eso no negamos nuestro concurso personal a la producción agrícola
del señor hacendado, pero siempre que sea remunerado nuestro trabajo” (ADP-MJT
leg. 3, exp. 281).
94 Los colonos demandaban una mayor integración al mercado, al cual va estaban integrados
mediante las ventas de sus productos para cancelar el arriendo. Las reivindicaciones se
dirigieron en contra de la monopolización del mercado por parte de los propietarios,
quienes todavía controlaban o por lo menos intentaban controlar la venta de productos
agropecuarios, sobre todo del ganado vacuno, imponiendo arbitrariamente los precios.
95 Se puede apreciar que al interior de las haciendas existía un nivel de organización entre
los arrendatarios que no solamente abarcó el nombramiento de delegados en torno a los
reclamos. Los colonos en algunas haciendas (Lalaquiz, Molinos, San Pablo) compartían con
la hacienda la responsabilidad en torno al riego, lo cual se expresaba en el nombramiento
y mantenimiento del Alcalde de Aguas. Después de los convenios los arrendatarias
32
La compra de haciendas
96 Como se ha dicho, los reclamos que los colonos planteaban en los años treinta y cuarenta
no cuestionaron el sistema de hacienda en sí; sólo pretendían modificar las condiciones
de trabajo. Sin embargo, en algunos casos, se ofreció una salida “legal” a la condición de
yanacona, satisfactoria tanto para los campesinos como para los terratenientes: la compra
de la hacienda por parte de los colonos.
97 Cada cambio de propietario o de administrador podía significar un nuevo brote de los
antagonismos latentes entre ambas partes. Pero también podía significar una posibilidad
de compra para los arrendatarios. Aquí, la presencia de los miembros del Partido
Socialista fue un elemento importante, porque permitió poner en práctica unos de sus
planteamientos fundamentales en cuanto a la transformación de las condiciones
socioeconómicas en el agro: la organización de cooperativas. En el programa agrario del
partido, Castro Pozo se había pronunciado en favor de este tipo de organización,
considerando que ellas recogían a nivel productivo las “prácticas agrarias colectivas”
(Castro Pozo 1947:8).
“Es necesario organizar al yanacona y al colono de estos fundos y prepar-los para la
lucha. La tierra deben cultivarla para sí, y discutir el dominio de aquella a quienes
se crean sus dueños. Los yanaconas son los únicos que les han dado, por medio de su
trabajo, el valor que tienen y deben aprovechar toda su producción para satisfacer
sus menesteres. Los yanaconas conservan sus antiguas prácticas comunales, ellos en el
futuro organizarán las cooperativas de producción convenientes” (ibíd.: 13-14, subrayado
K.A.).
98 Un caso en el que los colonos compraron una hacienda, y que ha permitido reconocer la
influencia de los dirigentes del Partido Socialista, fue Simirís. Si bien no es el único caso
en la sierra piurana, porque también las haciendas Matalacas, Lalaquiz y San Antonio
fueron compradas por sus arrendatarios, fue aquí donde la influencia y el contacto con los
socialistas llegó a ser más intenso. Además es el caso mejor estudiado hasta el momento
(Gallo Zapata 1987).
99 En 1946 la propiedad de la hacienda fue trasferida a los cinco herederos de Jacinto
Pasapera. El mismo año se iniciaron las negociaciones para la venta que se realizó dos
años más tarde. En esta transacción fue importante el rol de uno de los herederos, Hernán
Pasapera, que a la vez era miembro del Comité de Chulucanas del Partido Socialista del
Perú. Los socialistas percibían el futuro de los comuneros y colonos de las haciendas
serranas asociado a la conservación de “sus antiguas prácticas comunales” y a la adopción
de la organización de cooperativas y la explotación colectiva de los recursos. Estas
propuestas se reflejaron en algunas cláusulas del contrato de compra-venta18, y fueron
inicialmente puestas en práctica en la ex-hacienda Simirís.
100 La hacienda fue comprada por el conjunto de colonos, aportando cada uno según sus
posibilidades económicas. En el contrato de compra-venta se establecía la propiedad
colectiva de los terrenos de pastaje, la prohibición de vender tierras a foráneos y la
conducción de los terrenos en “forma armoniosa” (Gallo Zapata 1987:69).
101 Si bien en 1948 va se había entregado el dinero a los propietarios, recién en 1954 los
campesinos contaron con los documentos para el registro de la propiedad. Siguiendo los
33
principios del Partido Socialista19, el mismo año de la compra, los campesinos organizaron
la “Cooperativa de Consumo Simirís Ltda.”, que estuvo en vigencia durante pocos años
pero que nunca llegó a funcionar realmente.
“La presencia del Partido Socialista en la hacienda no sólo fue de asesoría, sino en
cierta forma ejerció dirección sobre el grupo campesino; la cooperativización, la
tenencia de tierras comunales, la noventa de los terrenos a terceros, son
expresiones del pensamiento ideológico de este partido” (ibíd.: 70).
102 En el periódico piurano El Pueblo, vocero oficial del Partido Socialista, se presenta el caso
Simios como “una aplicación socialista11:
“... José Santos López y otros muchos esforzados dirigentes campesinos están por
culminar uno de los más grandes esfuerzos de aplicación del socialismo en nuestro
agro. Han organizado una cooperativa de consumo que actualmente se encuentra
en funciones y tiene el propósito de realizar trabajo colectivo así como dejar
extensiones indivisas que servirán de invernas para el ganado de todos los colonos,
diremos ex-colonos.
Hernán Pasapcra, ha contribuido en esta forma a otorgar los elementos necesarios a
los actuales propietarios de Simirís, y tiene profunda convicción de que el régimen
colectivista en la producción que está implementando en la hacienda de su
progenitor adquiera su plenitud, para que en la serranía de nuestro Departamento
se corone con el triunfo, una aplicación socialista por su origen, por los hombres
que le han gestado y por todos aquellos que esperan con su éxito plasmar en rodo el
país un régimen semejante, para bien de la clase trabajadora en el campo” (El
Pueblo, Año III, 1.1.1950, N° 891).
103 En 1975, durante el gobierno de Velasco Alvarado, los campesinos de Simirís gestionaron
su reconocimiento legal como comunidad campesina, obteniéndolo en 1977.
104 En las haciendas Lalaquiz, San Antonio y Matalacas la influencia del Partido Socialista fue
menor. Por lo general, cuando los propietarios estaban dispuestos a vender sus tierras
preferían efectuar las ventas en forma colectiva; es decir, negociar con un pequeño grupo
de representantes de los arrendatarios y no con cada uno de ellos.
105 En 1945, en el Parlamento va se había discutido la posibilidad de compra de la hacienda
Lalaquiz, proponiendo la formación de una cooperativa para reembolsar al gobierno los
gastos correspondientes (Davies 1974:141). En 1951 los campesinos formaron la
“Asociación de Colonos de la Hacienda Lalaquiz”, una organización que además de
perseguir objetivos mutualistas, como la ayuda en caso de enfermedad, se propuso
impulsar la organización de una cooperativa. Sin embargo, en 1961, cuando finalmente se
llevé) a cabo la venta colectiva de una parte de las tierras de la hacienda, este propósito
no llegó a realizarse.
106 En 1957, 291 colonos de la hacienda San Antonio en el distrito de Canchaque lograron la
compra colectiva de la hacienda. En este caso, la influencia de los socialistas no ha podido
ser comprobada (Valverde s.f. b: ficha 249).
107 En la hacienda Matalacas, la transferencia de las tierras a los antiguos arrendatarios se
complicó y se postergó por la desconfianza que surgió entre el conjunto de los
arrendatarios y sus representantes cuando estos últimos fueron acusados de malversar el
dinero entregado para la compra o de acaparar las mejores tierras. En Matalacas, en 1950,
como primer representante de los campesinos fue elegido Andrés Pintado, dirigente
campesino de trayectoria socialista en la hacienda cercana de Pillo. Sin embargo, debido a
la desconfianza de parte de los colonos, la venta recién fue realizada en 1953, por lo que,
años después, los campesinos comentaban que habían pagado tres veces las tierras.
34
108 El punto de vista de los hacendados se conoce a través de las cartas que remitieron a la
Prefectura; pero también a partir de los informes de los Inspectores que viajaban a las
haciendas para comprobar las quejas y confrontar a ambas partes.
109 En general, los propietarios o conductores negaban que en sus dominios se trabajara
gratuitamente. Consideraban que el trabajo no retribuido era una forma de pagar el
arriendo. Asimismo negaban la existencia de los “abusos” en las haciendas así como una
posible alianza entre autoridades y hacendados en perjuicio de los colonos:
“... que tampoco es exacto que el Juez de Paz y la Policía preste al patrón de San
Pablo apoyo incondicional para efectuar despojos de los arrendatarios sino previo
los juicios que permiten las leyes civiles cuando las sentencias constituyan un fallo
consentido y cosa juzgada” (ADP-MJT leg. 4, exp. 336/105).
110 Para los propietarios, las relaciones de trabajo en las haciendas se justificaban por el mero
hecho de tratarse de una “costumbre” de la cual no eran responsables. De esta manera lo
explica el conductor de la hacienda Molinos en la Inspección Regional:
“... en cuanto a las obligaciones... el declarante no las ha puesto, sino es lo que esta
establecido desde muchos años atrás” (ADP-MJT leg. 1, exp. 35).
111 Los hacendados se sentían ofendidos por las quejas de los colonos, les parecía que no
correspondía a los campesinos cuestionar su autoridad. Se consideraban amenazados,
como en el caso del dueño de Llicsa que en 1934 informa al Prefecto:
“Como la actitud que han asumido los colonos no solo constituye una amenaza sino
un peligro inminente para mí i para mi mayordomo, le suplico a U. concederme la
respectiva autorización para mantener en la casa de la hacienda seis hombres
armados en resguardo de mi vida i de mis intereses seriamente amenazados” (ADP-
MJT leg. 1, exp. 1).
112 Tampoco aceptaban que las leves vigentes se aplicaran dentro de sus propiedades, en las
cuales, como patrones, siempre habían establecido sus propias leyes:
“... que una simple y malévola queja de los colonos, coloca a los propietarios en la
condición de no poder ejercer en su propiedad ni siquiera los derechos que son
inherentes al dominio” (ADP-MJT leg. 1, exp. 1).
113 El alza de la merced conductiva era justificada por los hacendados considerando la subida
de los precios agropecuarios20 y las mayores posibilidades económicas de los arrendatarios:
“... en el campo agrario de los colonos i como en el campo ganadero a los precios
que representaba el año de 1935 i a lo que es hoy (1943), estos han subido a un 200,
300 i 400% de su valor, en cambio la hacienda se mantiene estacionaria a sus
entradas del año 1935 a 1943 ...” (ADP-MJT leg. l, exp. 261/103).
114 En algunas haciendas, como en Lalaquiz y en Llicsa, los colonos se negaron a seguir
trabajando para el patrón en época de cosecha:
“La actividad agrícola cu la hacienda está totalmente paralizada, pues ni siquiera
puede recogerse el producto de los cultivos que han quedado abandonados en los
rozos ...” (ADP-MJT leg. 1, exp. 1).
115 En tales casos los hacendados optaron por demandar el desalojo de los que ellos
consideraban responsables, o por buscar apoyo en las fuerzas policiales, como en Lalaquiz
21:
35
“... por la negación de ir a trabajar por estos a los lugares designados, hasta el
extremo que ha tenido que recurrir a los poderes públicos manifestando la
obligatoriedad forzosa de trabajar ...” (ADP-MJT leg. 1, exp. 261/103).
116 En sus declaraciones el patrón de Lalaquiz manifestaba los prejuicios que caracterizaban
la relación entre patrón y colono. Según el entender del hacendado los colonos preferían
“vivir en la anarquía y sin disciplina”, sin embargo,
“... sus fuerzas deben ser empleadas a un servicio útil y no que aquellas fuerzas se
malgasten en trabajos inútiles y que no contribuyan con entradas al Erario
Nacional” (ibíd.).
117 Además, recalcaba que la negativa de los colonos a trabajar el tiempo que él les imponía
era
“... de absoluta represalia para el progreso de esta hacienda a la que invertimos
varios miles de soles i que debe producir no solo en provecho personal, sino en el
del Estado” (ibíd.).
118 Sostenía este hacendado que convenía a los colonos y sus familias trabajar para la
hacienda, porque la:
“... holgazanería trae consigo la desobediencia, la morbosidad de sus músculos, a la
postre no resulta sino un parásito que no sirve ni a Dios ni al Diablo ... no hace sino
matar a su propio bienestar ...” (ibíd.).
119 Los colonos deberían estar agradecidos por la posibilidad que se les ofrecía de salir de su
situación “paupérrima”, según el propietario de Lala-quiz.
120 La reaccié)n más frecuente de los hacendados frente a los reclamos de los colonos fue
culpar a los delegados, acusándolos de agitadores que manipulaban a los demás colonos, de
por sí pacíficos:
“... i sin el menor obstáculo ha venido desenvolviéndose la actividad del fundo; pero
hace pocos días que los colonos de la hacienda se niegan a pagar los arrendamientos
en productos o en dinero, sosteniendo que conforme a los postulados de su partido
Socialista, no están obligados a ninguna de ambas cosas i que en consecuencia, ni
pagarán ni concurrirán al trabajo i que en caso de ser presionados tomarán sus
medidas contra el propietario i contra mi mayordomo ...” (ADP-MJT leg. 1, exp. 1).
121 Argumentaban que los delegados actuaban en su propio provecho y engañaban a los demás
colonos, convenciéndolos que tenían un derecho a la tierra y que por lo tanto no existía
obligación alguna con el propietario.
122 Pero los hacendados no solamente acusaron a los delegados de agitadores y revoltosos, en
muchos casos también los amenazaron de desalojo, negándose a recibir el pago del
arriendo para así poder justificarse, como en Matalacas y Idiosa. Cuando se realizaron los
desalojos, intervino la Inspección Regional para supervisar el procedimiento.
123 En la hacienda Pillo los delegados y algunos colonos fueron víctimas de actos violentos por
parte del hacendado y luego de ello encarcelados:
“... nuestra detención obedeció única i exclusivamente a maniobras de don
Filomeno Mondragón i el dueño del fundo don Eduardo Leigh quienes tienen a los
policías de la región como a sus servidores subvencionados, hasta el punto de que el
propio cabo T.R. no se recaté) en decir en nuestra presencia que ganaba 500 soles
para hacernos pudrir en los calabozos de la Comisaría” (ADP-MJT leg 2, exp. 19).
124 Se quemaron las casas de los delegados junto con las de otros colonos, lo que se probó con
fotos adjuntas al expediente. Los documentos referentes a Pillo indican que el hacendado
y sus representante seguían cometiendo abusos, invadiendo las chacras y destruyendo los
cultivos.
36
125 El conductor de Pillo, mediante fraude, trató de anular el pliego de reclamos de los
yanaconas. Aprovechando la alta tasa de analfabetismo de los campesinos, elaboró un
memorial según el cual los colonos de la hacienda Pillo y Limón renunciaban a sus
reclamos, pero lo hizo firmar por colonos de Zamba y Paimas:
“El Patrón, ni el mayordomo ... tienen el derecho de hacemos retirar el reclamo
usando firmantes de otros fundos como son ‘Zamba’ y ‘Paimas’ nosotros no hemos
retirado, ni podemos retirarlo, ni darlo por concluido mientras usted no lo resuelva,
como es de su obligación” (ADP-MJT leg. 3, exp. 38).
126 Frente a la lev de yanaconaje, los hacendados adoptaron dos estrategias para evitar que
esta ley sea aplicada: desalojar a los colonos o negar que existieran campesinos bajo la
condición de yanaconas en sus propiedades.
127 Algunos hacendados se negaron a recibir los arriendos de los campesinos, como en Cujaca
y Andurco (ADP-MJT leg. 8, exp. 162) y en Pillo (ADP-MJT leg. 8, exp. 169). Estos hechos
fueron denunciados por el periódico El Pueblo:
“... los hacendados en Piura, en la actualidad se niegan a recibir directamente los
arriendos obligando con esta actitud, a que los yanaconas hagan su depósito
judicial, al cual impugnan posponiendo indefinidamente la lev 10885 pues derivan
este incidente a un juicio ordinario, de largo trámite...” (El Pueblo, N° 829, Año III, 4
de octubre 1949).
128 En particular, se intentó desalojar a los campesinos que representaban a los colonos, como
en el caso de los delegados de la hacienda Samanguilla, negándoles contratos:
“... no obstante haberle suplicado entrar en un arreglo amistoso para fijar el precio
del arriendo, se ha negado, aduciendo que por razón de ser delegados no puede
celebrar ningún contrato, por el contrario trata de despojarnos de nuestros
terrenos” (ADP-MJT leg. 7, exp. 101/12).
129 También se rehusó la renovación de contratos cuando se producía el fallecimiento del
campesino con el cual se había pactado el arriendo:
“Que he sido víctima del despojo de mi ganado en el arriendo que tengo en la
referida hacienda (Poclús) desde mis antepasados en el que por orden del conductor
se ha practicado este abuso, no obstante estar al día con la merced conductiva que
dejó celebrada mi señor padre con el anterior conductor” (ADP-MJT leg.6, exp. 229).
130 Para evitar la aplicación de la Lev de Yanaconaje, los propietarios negaron la existencia de
campesinos de tal condición en sus fundos:
“Los arrendatarios o colonos de ‘Pillo’ no son ‘yanaconas’ por que va no tienen la
obligación (desde 1934) prestar trabajos o ‘fainas’ a la Hacienda sin retribución
específica. En la actualidad estos últimos optan por pagar todo en efectivo, porque
así les conviene a sus intereses, va que por razón del mayor precio alcanzado por
estos productos en los mercados de la costa, prefieren negociarlos directamente y
entregar a la Hacienda el menor precio a que se cotizan en la sierra de ‘Pillo’” (ADP-
MJT leg. 4, exp. 52).
131 Argumentos similares empleó el abogado de los campesinos de la hacienda San Martín de
Congoña en 1951 para demostrar que esta lev no tenía base para ser aplicada:
“No es verdad como sostiene el Jefe del Departamento Agrícola y de Yanaconaje que
se haya violado el Decreto 1104222 y menos la lev 10885, al otorgarse dicha
conciliación. No se trata de la mayor parte de YANACONAS, sino de típicos
arrendatarios que explotan grandes extensiones de tierras que exceden a las 15
hectáreas... Estos arrendatarios que se dicen yanaconas, son grandes capitalistas
37
que siembran no solo artículos alimenticios, sino también de uso industrial y que
poseen grandes cantidades de ganado vacuno, porcino, caprino, pagando
pequeñísimas sumas de dinero al propietario con desmedro de sus intereses,
considerándose con derechos que no tienen y que las autoridades de Justicia y del
Trabajo no deben tolerar” (ADP-MJT leg. 8, exp. 163).
132 Los terratenientes consideraban que en sus tierras sólo existían arrendatarios o colonos, es
decir, campesinos no sujetos a la aplicación de la Ley de Yanaconaje. Frente a estos
campesinos, en muchos casos analfabetos, interpretaron la ley como les convenía para
evitar que se firmaran contratos de yanaconaje. Si bien en algunas haciendas, como en
Pillo, San Pablo V Lalaquiz, los terratenientes contaban con el apoyo incondicional de las
autoridades locales, esta situación no es generalizable: no siempre ocurrió así. Por
ejemplo, algunos hacendados pidieron la autorización de la Prefectura para mantener
personal armado, lo que no les fue concedido. Es el caso de Llicsa. Mientras tanto, en
Pariguanás solicitaron respaldo para desalojar a los “elementos peligrosos”. Tampoco lo
consiguieron.
133 De manera general, los hacendados no contaron con el poder necesario para reprimir el
movimiento de los yanaconas e impedir la promulgación de la Ley de Yanaconaje. La
necesidad de mano de obra fue una de las razones para que aceptaran las reivindicaciones
de los yanaconas.
136 En estas haciendas, al igual que en el caso de las haciendas serranas, los yanaconas no
cuestionaron el sistema de la hacienda en sí. No lucharon por la tierra, no intentaron
suprimir el pago del arriendo24, sino que reclamaron la aplicación de las leyes vigentes25 y
una reglamentación de las condiciones de trabajo, lo que se podría calificar como
reformas del sistema laboral.
137 A diferencia de la situación en las haciendas serranas — donde en algunos casos a partir
de las luchas se estableció una organización gremial: los sindicatos en las haciendas— en
el Alto Piura se constituyó una organización que pretendió centralizar las demandas: la
Federación de Yanaconas y Campesinos de Morropón26. Cuando a mediados de los años
cuarenta se fundó la federación, con Sinforoso Benites como secretario general, esta
organización apoyó e intervino en las demandas planteadas por los yanaconas de las
haciendas del Alto Piura (por ejemplo, en la hacienda Bigote en 1946). Si bien se
realizaron algunas asambleas con la presencia de delegados de sindicatos de las haciendas
serranas (San Jorge, Simirís, Pariguanás), el radio de acción de la federación se limitó a la
parte alta del valle de Piura, es decir, al ámbito de las haciendas arroceras del Alto Piura.
En consecuencia, los representantes de la federación no actuaron como mediadores en los
conflictos sociales surgidos en haciendas serranas.
138 Las luchas campesinas fueron constantes en el Perú. La historia agraria del país también
se puede escribir como una historia de resistencia indígena o campesina frente a las
diferentes formas de dominación y explotación a las que fueron sujetos. Hasta mediados
del siglo XX, la estructura agraria del Perú presentaba dos elementos básicos:
concentración de la tierra en haciendas y dispersión de la pequeña propiedad campesina
en un sinnúmero de comunidades indígenas, localizadas sobre todo en la sierra. Mientras
que el sistema de hacienda andino tuvo como características la apropiación privada de la
tierra, fijación de la fuerza de trabajo, renta feudal, escasa reinversión y limitado
desarrollo de las fuerzas productivas (Burga y Plores Galindo 1980a: 11), las comunidades
expuestas a la agresión de la gran propiedad se desplazaron hacia tierras más pobres. La
contradicción entre acaparamiento de tierras, por un lado, y una masa campesina
despojada de ellas, por el otro, induce a Jean Piel a hablar de “una estructura en crisis”
(Piel 1982:2).
139 Las reivindicaciones campesinas, inscritas dentro de la lógica global de esta estructura
agraria en crisis, en el transcurso del tiempo fueron respondiendo a expectativas
diferentes. Por lo tanto, es necesario considerar la relación entre la coyuntura específica y
los movimientos sociales en el medio rural.
140 A finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, los movimientos campesinos se
extendieron en contra de todo tipo de atropellos. En la costa, los peones enganchados en
las haciendas azucareras realizaron las primeras huelgas, reprimidas con extrema
brutalidad. En la sierra sur, sobre todo en el departamento de Puno, los indígenas
denunciaron los abusos de las autoridades locales y la usurpación de los pastizales
comunales. En la sierra central, los mineros de la Cerro de Pasco Mining Company, en su
mayoría campesinos de las comunidades colindantes, se declararon en huelga
denunciando su condición de enganchados y los peligros del trabajo en las minas. A partir
de 1920, las reivindicaciones se centran en el problema de la tierra. Los conflictos durante
las primeras décadas de este siglo y la concientización acerca del “problema indígena”
por parte de algunos intelectuales repercutieron en la opinión pública limeña. Durante el
gobierno de Leguía la comunidad indígena fue reconocida legalmente. Sin embargo, en los
39
años veinte y treinta, la resistencia de los gamonales frente a una política que pretendía
proteger los intereses indígenas acentuó los conflictos entre comunidades y latifundios.
En los años treinta, los colonos de las haciendas serranas, denunciando las condiciones de
trabajo y los abusos, se integraron a las luchas campesinas reclamando el amparo de una
Ley de Yanaconaje aprobada en 1933 y promulgada en 1947. A partir de 1945 el
campesinado sindicalizado en contacto con partidos políticos radicaliza sus formas de
lucha, incluyendo ocupaciones de tierras. Los sucesivos gobiernos intentaron pacificar el
sector agrario planteando diferentes proyectos de reforma agraria.
141 Algunos científicos sociales constatan una “fase de reflujo” de los movimientos
campesinos entre finales de los años veinte y 1945 (Burga y Flores Galindo 1980a : 5 7). Los
mismos autores constatan, a partir de la crisis de 1929, “un cierto desfase entre los
movimientos campesinos y las luchas obreras” (ibíd.). Para ellos, el proceso de
sindicalización y las luchas populares acontecen principalmente en los espacios más
afectados por la crisis: en los enclaves mineros y en las grandes ciudades de la costa.
Recién a partir de 1945, los movimientos campesinos reaparecerían con la conformación
de organizaciones sindicales en las haciendas de la sierra central y con la lucha de las
comunidades reclamando el reconocimiento legal para garantizar la inafectabilidad de
sus tierras. Una coyuntura política favorable —la apertura democrática durante el
gobierno de Bustamante y Rivero— hubiera favorecido el desarrollo de este tipo de
luchas. Estos movimientos campesinos se caracterizarían además por la influencia
ejercida por el Partido Aprista Peruano (ibíd.). También Kapsoli (1987) en su descripción
de los movimientos campesinos en el Perú encuentra un vacío entre los años 1930 y 1945,
según sus conceptos, entre los “movimientos milenaristas (1919-1930)” y los
“movimientos reformistas (1945-1948)”. Para Kapsoli, así como para Burga y Flores
Galindo, los “movimientos reformistas” o la “etapa reformista” concluye en 1948 con la
caída del gobierno de Bustamante y Rivero y la instalación de la dictadura de Odría, que
significó una dura persecusión del “sindicalismo comunista y aprista” (Burga y Flores
Galindo 1980a:58).
142 Se ha descrito ya que para la sierra de Piura y para la parte alta del valle de Chira, Medio y
Ato Piura la dinámica de los movimientos campesinos difiere de los enfoques arriba
mencionados. En la región de Piura se consolidaron los representantes del Partido
Socialista del Perú asesorando y apoyando al movimiento yanacona y no existió una
influencia del Partido Aprista Peruano. En este departamento tampoco es válido hablar de
una “fase de reflujo” entre los años 1930 y 1945. Además, a diferencia de los
acontecimientos a nivel nacional, aquí se presentaron tempranamente, es decir, a partir
de 1934, reclamos de los colonos de las haciendas piuranas. Por ello es que se puede hablar
de un desarrollo atípico de los movimientos sociales en Piura en comparación con las
experiencias de otros lugares del país en esta época.
143 No obstante, en el caso de Piura, al igual que en las diferentes regiones del Perú, durante
el gobierno de Bustamante y Rivero se incrementé) la organización de sindicatos de
colonos al interior de las haciendas. Una de las demandas formuladas en los pliegos de
reclamos se refería al reconocimiento de estos sindicatos (por ejemplo, en las haciendas
Samanguilla y Lanchipampa en 1946). Fueron excepcionales los casos donde los reclamos
se presentaron por un “sindicato único de los campesinos de la hacienda de Poclús”
(Valverde s.f.b: ficha 88). Parece que estos sindicatos de colonos funcionaron
exclusivamente en ocasiones específicas, cuando se exponían las denuncias frente a la
40
limitaron a la liquidación de las relaciones seniles. Esta vez los campesinos exigían las
tierras. Liderado por Hugo Blanco, el movimiento se radicalizó rápidamente y bajo el lema
“Tierra o Muerte” derribó al latifundismo, destruyendo “el mito de la incapacidad
campesina para organizarse autónomamente y para participar independientemente en la
arena política”27:
“El levantamiento campesino logró transformar la estructura agraria de los valles
de La Convención y Lares, eliminando el sistema de hacienda, decretando una
reforma agraria campesina que favoreció los intereses de la vanguardia arrendire
del movimiento, realizando obras sociales (escuelas, caminos, puentes, canales de
irrigación) mediante cooperativas de trabajo, v transformando la conciencia de
unos campesinos sometidos durante siglos al servilismo” (Fioravanti 1976 :
195-196).
147 El poder de los sindicatos campesinos llegó a ser de tal magnitud que Quijano (1979: 127)
hablaba de la existencia de un “Estado en el Estado”. Entre 1963 y 1964 participaron hasta
trescientos mil campesinos en estas movilizaciones reclamando la tierra y exigiendo el
pago de un salario. Se enfrentaron a los terratenientes, invadieron haciendas y tuvieron
diversos enfrentamientos con las fuerzas del orden. El escenario de la lucha campesina ya
no fue local o provincial, ahora adquirió una dimensión nacional. El impacto de estas
movilizaciones permitió entre otros aspectos, retomar la discusión sobre el problema de
la tierra en el Perú. Las elecciones de 1963 tuvieron como uno de sus temas principales el
debate sobre la cuestión agraria y, en este contexto, se tomaron las primeras medidas
concretas para realizar una reforma agraria, si bien diseñadas para un marco geográfico
limitado.
148 Mientras tanto, en Piura las reivindicaciones se centraron en torno a la adjudicación de
las tierras de la colonización de San Lorenzo. Los representantes del Partido Socialista del
Perú y de la Asociación de Yanaconas y Campesinos de Piura organizaron una marcha de
sacrificio a Lima para exigir una priorización en la adjudicación de estas tierras. Una vez
más, los campesinos de la sierra de Piura estuvieron lejos del radicalismo que caracterizó
al movimiento campesino en otras regiones del Perú.
NOTAS
1. Hay que mencionar, sin embargo, el interesante trabajo realizado por los promotores del
CEPESER y la dirigencia de la Comunidad Campesina de Simirís, quienes han organizado un
concurso de historia comunal (ver CEPESER 1987).
2. La información se basa en documentos dirigidos a partir de 1934 al Ministerio de Fomento
(Sección: Inspección Regional de Trabajo) y, a partir del año 1944, al Ministerio de Salud Pública,
Trabajo y Previsión Social (Sección: Inspección Regional de Asuntos Sociales) conservados en el
Archivo Departamental de Piura, así como en los documentos estudiados por Humberto Valverde
depositados en el Ministerio de Trabajo en Piura (Valverde s.f.a y s.f.b). Se ha tomado en cuenta
los reclamos de los colonos de las siguientes haciendas: Pariguanás, Altos de Pariguanás, Llicsa,
Simirís, Pillo, Matalacas, Molinos, Lalaquiz, San Pablo, Chulucanas, Tojas, Sacalla, San Martín de
Con-goña, San Jorge, Talandracas y Poclús, Samanguilla, Cujaca y Andurco, Culcapampa,
Lanchipampa, Jacanacas, San Antonio, Olleros, Huasimal, Pariamarca, Vilcales, Yanta, Carrizal,
42
Simbaca y Talal. En el anexo 1 se presenta el expediente relativo al trámite que realizaron los
colonos de la hacienda de Pariguanás, desde sus reclamos iniciales hasta el convenio con sus
patrones.
3. Ver anexo 1 para un ejemplo de pliego de reclamos.
4. Ver el origen de la condición de yanacona y su cambio en la sociedad colonial y republicana en
Murra 1975, Matos Mar 1976, Castro Pozo 1969.
5. En el caso de Pillo, un miembro de la Guardia Civil informa a la Inspección Regional de Trabajo
en junio de 1934: “Los 44 días de trabajo gratuito se prestan a la Hda. en diferentes épocas del
año, en diferentes labores y en equivalencia a los terrenos que cultivan en la zona de la Cordillera
solamente de temporal... Algunos pagan además de los 44 días por arriendo entre 5 a 25 soles
anuales. Hay colonos que pagan arriendo redondo entre 8 a 60 soles anuales..., estos tienen
ganados de distinta clase de 5 a 20 cabezas y cultivan terrenos de riego en proporción a su
capacidad económica de 1 a 8 cuadras” (ADP-MJT 1933-41, exp. 10).
6. El surgimiento del APRA en Trujillo responde a una coyuntura histórica específica cuando
alrededor de la expansión de los enclaves azucareros se desarrolló una coalición de intereses
entre sectores urbanos y agrícolas (Klarén 1970), caso que obviamente no se da en Piura. No
obstante, queda por estudiar cuáles fueron las razones para la influencia del Partido Socialista en
Piura en comparación con el APRA en Trujillo.
7. Castro Pozo había sido desterrado en 1923 a raíz de su oposición a la reelección de Leguía.
Regresó a Lima en 1924, siendo fue nuevamente apresado. Logró ser liberado bajo la condición de
radicar en Piura (Franco 1989:23).
8. Se menciona la Resolución Suprema del 20 de agosto de 1920 que reglamenta la indemnización
en caso de desalojo.
9. Ver anexo 1 para un ejemplo de convenio conciliatorio.
10. En Simirís hasta 1934 se trabajaban 36 días para la hacienda. Cuando desaparecieron los
trabajos gratuitos, estos días se redujeron a 12, ya que para la conversión de días de trabajo en
dinero se tomó como base un jornal transitorio de 20 centavos, mientras que al mismo tiempo se
fijó el nuevo jornal en 60 centavos.
Hasta 1934 el arriendo se componía según la siguiente fórmula: S + DTH = AcP Después de abolir
los trabajos gratuitos el arriendo se calculó: S + DTH x JT = A S + 36 días a 0.20 soles (o después de
la abolición del trabajo gratuito 12 días a 0.60 soles = A)
S + 7.20 soles = A
(S = parte del arriendo pagado en dinero antes de la abolición del trabajo gratuito; DTH = días de
trabajo para la hacienda; JT = jornal transitorio de 20 centavos, establecido para este cálculo; A =
Arriendo en dinero; Acp = Arriendo con Pensión).
11. En las demás haciendas, las sumas pagadas por arriendo no han sido especificadas; regían
contratos individuales. La hacienda Molinos parece ser un caso especial, pues los colonos pagaron
la misma suma de arriendo redondo, lo que significa que controlaron la misma extensión de
tierras.
12. Según un dispositivo legal de 1916 el jornal mínimo era de S/. 0.20 diarios (Angulo 1962 :
22-23). Ver relación de precios en anexo 2.
13. En todos los casos de pago de derecho por las chacras de temporal se dan cantidades fijas en
almudes de los productos cosechados. Desgraciadamente, no se precisa sobre qué cantidad de
tierras fueron entregados estos almudes.
14. En Ayabaca se organizó, en enero de 1946, un comité provincial del partido (Valverde s.f.b. :
ficha 76).
15. Como “causas directas del conflicto” se menciona: “... la situación de miseria lamentable, en
que vive el indígena de la sierra, el abandono de su situación y las injusticias que con él se
cometen. Los indios campesinos de la sierra de Ayabaca llevan una vida de paria; ios hacendados
en algunos lugares han implementado un régimen de explotación feudal y primitivo, en que el
43
indio y colono esta considerado como siervo y esclavo... Mal nutridos y sin fuerza, el rendimiento
de su trabajo apenas responde a un tercio o un cuarto del obrero normalmente nutrido...”
(Castro Pozo 1947: 97).
16. Contrato de yanaconaje y de trabajo de la hacienda Lalaquiz (ADP-MJT leg. 8, exp. 147).
17. Un ejemplo: el 90% de 437 campesinos de la hacienda San Martín de Congo-ña que en 1951
reclaman un nuevo pacto eran analfabetos.
18. “Los compradores reiteran que adquieren solidariamente i mancomunada-mente el bien
materia del contrato, para todas las personas que se enumera en la cláusula anterior; las que
tienen el acuerdo de organizarse para la buena convivencia de los compradores de lotes i la
buena administración de los potreros comunales del fundo. Es entendido que cada uno de los
compradores obtienen un derecho proporcional a su contribución económica del precio de la
venta... Por acuerdo de partes, los compradores manifiestan que no enajenarán los lotes del
fundo Simirís a personas distintas de los propios comuneros de Simirís” (Gallo Zapata 1987 : 107).
19. “La cooperativa en el Perú, por factores económico-sociales que de ella existen desde tiempo
inmemorial, es una institución no sólo factible sino indispensable para resolver, sobre bases
científicas, nuestro problema agropecuario y, con éste, las de índole etnológico, ético y cultural
de nuestra nacionalidad” (Castro Pozo 1969:299).
20. El hacendado de Chulucanas da una lista de precios entre los años 1940-1943, anexo 2.
21. Se ha escogido el caso de la hacienda de Lalaquiz porque existe un informe detallado en el
cual el Visitador de la Inspección Regional de Trabajo en la misma hacienda confronta las
denuncias de los colonos con la versión del propietario y con los comentarios de 42 campesinos
presentes.
22. El Decreto 11042 de julio de 1949 dispone que la merced conductiva no sería aumentada en las
tierras dedicadas a cultivos alimenticios. Los contratos de yanaconaje elaborados por los
hacendados generalmente incluyeron un alza significativa de los arriendos, que era
fundamentada por el alza de los precios de los productos agropecuarios. Los yanaconas, sin
embargo, se negaron a firmar estos contratos y fueron respaldados por los funcionarios del
Ministerio de Justicia y Trabajo.
23. La documentación de estos casos también se encuentra en el Archivo Departamental de Piura.
24. De los reclamos de los colnos de las haciendas del Alto Piura se desprende que no se trata de
suprimir el sistema sino que se cumplan las reglas de juego: “Los cordeles o cadenas para medir
las tierras arrendadas en las haciendas y las romanas para pesar los frutos, deben tener carácter
oficial, mediante un sello de una oficina pública, para que no se lesione los intereses de los
campesinos, por lo que siempre ha habido conflictos” (ADP-MJT 1933-41, exp. 27).
25. Los colonos de las haciendas Chanro, Serrán, Salitral, Bigote y Ala en su pliego de reclamos de
1934 exigían “Obligar a los hacendados que cumplan con las leyes del Trabajo y con las leyes de
Instrucción” (ADP-MJT 1933-41, exp. 27).
26. Si bien en 1933 la Federación General de Yanaconas y Campesinos del Perú había intervenido
a favor de los reclamos de los colonos de las haciendas serranas Pillo, Llicsa, Pariguanás, San
Jorge, Simirís, Matalacas y Altos de Pariguanás, en los años posteriores los representantes de este
gremio se involucraron solamente en forma marginal en los reclamos de los colonos serranos. En
1946, el secretario de defensa de la federación había actuado como asesor de los delegados de los
colonos de Pariamarca. Para el caso de la sierra no se contó con una organización centralizadora
de las demandas.
27. Giorgio Alberti, en la presentación de Fioravanti 1976.
44
continúa
(continuación)
8 Si bien las normas legales previeron la adjudicación a las comunidades campesinas de las
tierras de los latifundios expropiados2, en la sierra de Piura estas tierras fueron
entregadas a los ex-colonos que las trabajaban. Es sintomático que la Comunidad de
Tacalpo, que luchaba desde fines de los años cuarenta por la recuperación de terrenos
usurpados y que en 1960 invadió partes de las haciendas Cujaca y El Molino, no lograra
reivindicar estas tierras. Quienes las obtuvieron fueron 137 colonos de la hacienda,
organizados en grupo campesino y más tarde en comunidad (CORPIURA 1983a: 134-135) 3.
9 Una de las posibles razones para no adjudicar tierras a las antiguas comunidades fue la
heterogeneidad entre los arrendatarios. A partir de los años cincuenta se percibe una
relativa movilidad en búsqueda de arriendos. Así, en las haciendas se encontraban colonos
pertenecientes a diferentes comunidades, colonos que no eran comuneros y también los
que podían tener arriendos en más de una hacienda. En estas condiciones cualquier
intento de asignar tierras a una sola comunidad campesina hubiera dado lugar a grandes
conflictos4. Otra razón fue la falta de conocimiento de las posibilidades que ofrecía la
legislación de reforma agraria (Art. 122 y 123), la cual establecía juicios sumarios para
recuperar tierras comunales usurpadas,“ procedimientos que no fueron aprovechados
por los campesinos en la sierra de Piura.
48
15 Los cuadros demuestran que a fines de los años sesenta, es decir, antes de la reforma
agraria, la gran propiedad terrateniente en la sierra de Piura se encontraba en proceso de
desestructuración.
16 Por un lado, bajo la influencia de los socialistas, en los años cuarenta y cincuenta se inició
un proceso de venta de tierras en forma colectiva a los colonos de las haciendas, como
Simirís, Matalacas, San Antonio y Lalaquiz. Por otro lado, los diferentes proyectos de
49
distrito de Ayabaca, en las haciendas de Yanta, Tapal, Curilcas y Samanga, sin llegar a
acciones concretas (Ministerio de Guerra 1966)®11. Sin embargo, en las haciendas de Tapal
y Yanta la presencia de los militantes del MIR dejó ciertas huellas12. Estas experiencias
facilitaron el trabajo de SINAMOS, cuya labor pudo entonces basarse en una cierta
tradición de organización sindical13.
27 La Liga Agraria de Huancabamba se creó a fines de 1972. Basándose en un estudio de
Núñez14 según el cual la creación de las ligas se realizó en un período muy breve y sin un
mayor trabajo de base, Valderrama sostiene que:
28 “... la conformación de las ligas obedeció en muchos casos más a una acción burocrática
de los promotores del SINAMOS, que a una necesidad sentida y promovida por los
campesinos” (Valderrama 1976:91).
29 De hecho, la Liga Agraria de Huancabamba se caracterizaba por su inestabilidad y falta de
coordinación con las bases, contando casi únicamente con el apoyo de la comunidad de
Quispampa.
30 Contrastando con la situación en Ayabaca, los antecedentes de lucha del campesinado
huancabambino eran mucho menos importantes. Los activistas del Partido Socialista casi
no intervinieron en las haciendas del valle de Huancabamba. Esto se debió, en parte, a la
estructura agraria del valle, donde predominaba la pequeña propiedad en el contexto
comunal.
31 La mayoría de los campesinos pertenecía (y hasta ahora pertenece) a las tres comunidades
campesinas —Segunda y Cajas, Huaricancha o Quis-pampa— mientras que, en
comparación con la provincia vecina, la concentración en latifundios era inferior.
Fuente: CORPIURA 1983a: 134-135; sin información sobre grupos campesinos: Huamba,
Montegrande, Hualcuy
55
Cuadro 11. Grupos campesinos beneficiados por la reforma agraria PIAR Frías-Pacaipampa
Cuadro 12. Grupos campesinos beneficiados por la reforma agraria PIAR Huancabamba
Cuadro 13. Grupos campesinos beneficiados por la reforma agraria PIAR Canchaque-Huarmaca
52 Sorprende el reducido número de socios afiliados a los grupos campesinos hasta 1977. Por
un lado, muchos de los colonos y arrendatarios de las haciendas aspiraban al
reconocimiento como pequeños propietarios; por otro lado, no hubo un mayor
conocimiento de las modalidades de adjudicación de los predios. En los años siguientes,
después de una creciente difusión de los dispositivos de la reforma agraria, aumentó la
integración de campesinos a grupos campesinos. Esto explica por qué el número de
beneficiarios de la reforma agraria hoy es superior al número de socios de los grupos
campesinos registrados en 1977. Hay que mencionar, además, que grupos campesinos
demasiado extensos, como los de Pariguanás o Poclús y Huala, se subdividieron a pedido
57
de los campesinos socios; mientras que otros desaparecieron por no tener fundamentos
legales, como en el caso de San Andrés de Frías, o por haber elegido la adjudicación
individual, como Chantaco-Pucutay (Sóndor).
53 Ante la resistencia de los campesinos de la sierra piurana a formar cooperativas,
reforzada por los primeros fracasos de las empresas asociativas en la costa, la propuesta
estatal para los socios de grupos campesinos fue la conversión en comunidades
campesinas. Sin embargo, hasta mediados de los años ochenta, no todos los grupos
campesinos reconocidos oficialmente se transformaron en comunidades. En 1987 existían
todavía 10 grupos campesinos en el departamento de Piura, más precisamente, en la
sierra de las provincias de Huancabamba y Ayabaca, contando con un total de 535 socios y
23,948 hás. adjudicadas (ver cuadro 14).
54 En el diagnóstico que presentaron los funcionarios del Ministerio de Agricultura sobre los
grupos campesinos en la sierra de Piura, se evidencia que esta entidad estatal priorizó la
organización en comunidades campesinas como modelo para enfrentar y superar la
marginalidad en la sierra:
“De los grupos campesinos existentes en la actualidad el mayor número se localiza
en la sierra (Ayabaca y Huancabamba); sin embargo, atraviesan por problemas
serios derivados del hecho de que constituyen un sector en cuya mente se
encuentra muy arraigadas concepciones marcadamente individualistas,
enfrentando de esta manera el desempleo y el mercado de consumo” (MA-UAD
1987:47).
55 Esta forma de caracterizar a los campesinos serranos expresa un estereotipo que se repite
en los diferentes informes de los organismos estatales. Es así en el caso del Ministerio de
Agricultura y del Organismo Regional de Desarrollo de Piura y Tumbes (ORDENORTE 1980,
1981a,
56 1981b; CORPIURA 1982, 1983a, 1983b). La taita de organización del campesinado serrano
se percibe como una de las razones de su débil integración a la economía regional y es
vista como un obstáculo al desarrollo de las actividades agropecuarias.
NOTAS
1. En Piura se efectuaron tres composiciones de tierra: en los años 1595, 1645 (realizada por Juan
Dávalos Cuba Maldonado) y 1714 (efectuada por Gonzalo Ramírez de Baquedano) (ver
Schlüpmann 1988).
2. “Art. 126.- Con el fin de dotar de tierras a las comunidades que no tengan en extensión
suficiente para cubrir las necesidades de su población, se afectará los predios vecinos a ellas,
aunque se encuentren en zonas no declaradas de Reforma Agraria y se deduzca el mínimo
inafectable. Dichas tierras serán adjudicadas a las comunidades y estarán sujetas a lo dispuesto
en el presente Decreto-Ley” (D.L. 17716).
3. La marginación de las comunidades en el proceso de reforma agraria no es un hecho específico
de la sierra de Piura. En todo el territorio peruano, las tierras asignadas a las comunidades
campesinas hasta 1979 abarcaron solamente el 10.3 % del total de las extensiones adjudicadas. Sin
embargo, mediante este tipo de transferencia fueron favorecidos el 31.4 % de los beneficiarios
(Dirección General de Reforma Agraria y Asentamiento Rural, en Matos Mar y Mejía 1980: 182).
De ahí surge una de las principales contradicciones en la aplicación de la reforma agraria:
benefició en mucho mayor escala a los campesinos colonos o feudatarios de las haciendas,
mientras que las comunidades que en algunos casos habían luchado por reivindicar esas tierras
no fueron beneficiadas. “Unos, los colonos y feudatarios, obtuvieron lo que nunca pidieron: la
propiedad de las haciendas. Otros, los comuneros, se sintieron marginados y frustrados en sus
antiguas expectativas” (Béjar 1990:136).
4. La adjudicación de tierras de ex-haciendas a comunidades campesinas causó, en dos casos,
conflictos entre los antiguos colonos y las comunidades. Los campesinos del predio Culucán,
adjudicado a la comunidad Arreypitc-Pingola, entablaron juicio para lograr su separación, pero
no tuvieron éxito en sus demandas y actualmente no respetan las decisiones comunales. Otro
caso es una parte del predio Gigante, adjudicado a la comunidad de Lucarqui. Las “gigantes”
también reclamaron separación de la comunidad. Este caso ha sido especialmente problemático,
ya que en los años setenta surgieron en- frentamientos violentos entre ambas partes por litigios
de tierras. Por los juicios pendientes, estas comunidades no aparecen en el cuadro 6.
5. La Sub-Dirección de Reforma Agraria de la Zona Agraria I, que comprende los departamentos
de Piura y Tumbes en la aplicación de la Ley de Reforma Agraria, había priorizado durante los
años 1971-1972 la afectación de los predios en los valles del Medio y Bajo Piura, Alto Piura y Chira
(MA-ZAI 1972). Según la planificación establecida en el PIAR-Bajo Piura, las acciones de
expropiación y afectación en la sierra (Avabaca, Huancabamba y parte de Morropón) serían
iniciadas recién a partir de los años 1973-1974.
6. Se trata de los predios La Cría, San Pablo, Cachiaco, Corral de Piedras Chicas, Chulucanitas,
Cacalón, Quinua, Cofradía, Matalacas, Clínicas y parte de Altos de Pariguanás (CORPIURA
1982:19).
7. . Estos eran, en primer lugar, los partidos de la “nueva izquierda” peruana, el Movimiento de
Izquierda Revolucionario (MIR) y Vanguardia Revolucionaria (VR), que se formaron en la primera
mitad de los años sesenta como respuesta al dogmatismo del Partido Comunista y que
posteriormente tomaron una posición crítica frente a la reforma agraria del gobierno militar.
8. Andurco, Carrizal, Culcapampa, Cujaca, Culucán, Chonta, Gigante, Hualambi, Hualcuy, Huamba,
El Molino, Olleros, Uluncha, Pichandul, Parcochaca, Santa Rosa, Samanga, Samanguilla, Singoya,
Tapal, Vilcales y Yanta (distrito de Ayabaca).
9. Fuente: Archivo de la Liga Agraria de Ayabaca.
60
1 LAS COMUNIDADES DE la sierra de Piura formadas a raíz del proceso de reforma agraria 1,
difieren en cuanto a su historia, su organización interna y los recursos que controlan.
Frías fue elegido como ámbito para realizar el estudio por tratarse de un distrito donde,
hasta la reforma agraria del gobierno de Velasco Alvarado, fue preponderante la
presencia de dos haciendas que abarcaron alrededor del 90% del territorio del distrito.
Por lo tanto, las comunidades frianas que obtuvieron el reconocimiento legal a partir de
los años ochenta se inscriben dentro de una tendencia generalizada en la sierra piurana:
la formación de comunidades en los territorios de las ex-haciendas afectadas por la
reforma agraria.
2 De las trece comunidades de Frías cuatro fueron las escogidas: Luis M. Sánchez Cerro de
Poclús, San Martín de Challe Grande, Tupac Amaru de Pariguanás y José Olaya de Silaguá2.
Cuatro casos que se distinguen por diferentes razones. Solamente en Silaguá y Poclús se
dispone de recursos comunales; en Pariguanás un sector de campesinos pudientes asumió
el liderazgo de la comunidad; en cambio, en Challe Grande el sector de campesinos de
mayores recursos trató de impedir el reconocimiento oficial de la comunidad. La invasión
de tierras de la hacienda en Poclús demostró la existencia de campesinos que también
controlaban tierras en otra comunidad.
3 Cabe subrayar que la mayoría de los campesinos prefería la adjudicación individual de las
tierras conducidas por las antiguas haciendas y que la conversión en comunidad
campesina obedece a las posibilidades creadas por los diferentes gobiernos.
4 En este capítulo trataremos de las particularidades de las dos haciendas y del proceso de
reforma agraria que las afectó. Presentaremos, caso por caso, la formación, los recursos,
la producción y el funcionamiento de las cuatro comunidades estudiadas.
Jorge. Ambas controlaban tierras en la Meseta Andina: los fundos Altos de Poclús y Altos
de Pariguanás. El territorio de las haciendas estaba dividido en diferentes sectores, que en
la parte alta también eran denominadas ovejerías o vaquerías, según la organización
productiva de la hacienda. La población campesina en los diferentes sectores vivía (y aún
vive) en forma dispersa. La casa campesina estaba rodeada por las chacras que
usufructuaban los colonos. Recién después de la adjudicación de las tierras han comenzado
a surgir algunos caseríos donde la población se concentra alrededor de la escuela, la
capilla, el local de la ronda, la casa comunal, el cementerio; como en los caseríos Poclús,
Silaguá y Pariguanás. Pero en el distrito de Frías sigue predominando el asentamiento
disperso.
6 Además de las haciendas, en el distrito de Frías se encontraban las tierras de las llamadas
comunidades. En los años anteriores a la reforma agraria se denominaba comunidad a los
pueblos que no pertenecían a las dos haciendas; es decir, a los minifundios en los
alrededores de la capital del distrito y a los caseríos en la margen izquierda del río
Yapatera, como Challe Chico, Liza, Común, Margarita, Mastrante, San Antonio, Tucaque,
Pampa Grande, Bronce, Limón, Huasipe y Chucapiz3. Se trata de un conjunto de pequeñas
propiedades con escasa extensión de tierras irrigadas, por lo cual muchos campesinos de
estos caseríos se veían obligados a arrendar parcelas en la hacienda colindante de
Pariguanás.
7 Las tierras controladas por estos pequeños propietarios abarcaban en los años sesenta el
10% del territorio distrital, según estimados de Córdova Aguilar (1969:143). Actualmente,
después de la creación de las comunidades campesinas en base a la reforma agraria, se
mantiene el concepto de comunidad, pero los pobladores distinguen entre comunidad
privada y comunidad campesina. La organización colectiva de los recursos persiste en
forma restringida en torno a la organización del riego. Los campesinos de las comunidades
no se distinguen de los antiguos colonos de las haciendas ni por el mantenimiento de la
infraestructura de riego ni por la forma de distribución de las aguas. En ambos casos, son
los regantes que dependen de una toma quienes asumen la distribución de las aguas y la
administración del riego.
8 Las dos grandes haciendas se dedicaban principalmente a la cría de ganado vacuno en los
valles y a la de ganado lanar en la parte alta. En Pariguanás la ganadería se realizaba en
invernas, un área de 1,550 hás. situadas en la margen derecha del río Yapatera. En Poclús,
el ganado era criado en los sectores Cuicas y Condorhuachina, en la parte alta del valle de
San Jorge, en invernas y pastos naturales de una extensión de 4,050 hás. (Córdova Aguilar
1969, 1980). La gran mayoría de las tierras de ambas haciendas eran usufructuadas por
colonos o arrendatarios. Los campesinos estaban obligados a trabajar para la hacienda
durante 30 días al año en Poclús y 20 días al año en Pariguanás, recibiendo un jornal entre
S/. 20.00 y S/. 25.00. Los terrenos que la hacienda daba en arriendo entre los años 1964 y
1968 eran pagados a S/. 500.00 anuales por hectárea4. Los colonos disponían generalmente
de dos tipos de terrenos: chacras o huertas irrigadas y terrenos en las laderas para el
cultivo de secano, principalmente maíz, donde después de la cosecha mantenían el
ganado. Algunos campesinos recurrieron a arrendar pastos a las haciendas “... con el
compromiso de que, por cada 10 reses que pastan en un año en sus potreros una debe
quedarse en calidad de pago” (Córdova Aguilar 1969:146).
63
La hacienda de Poclús
escasez de pastos en las invernas, la hacienda optaba por introducir sus animales en las
chacras de frijol o las huertas de caña, guineo o yuca de los campesinos. Se desalojaba a
campesinos arrendatarios para extender las invernas de la hacienda a costo de las tierras
de estos. Se aseguraba la lealtad de los mayorales, que no se solidarizaban con los
arrendatarios, a través de una generosa repartición de los mejores arriendos. Sin embargo,
actualmente estos mayorales argumentan que, al igual que los arrendatarios, tenían que
cumplir con las órdenes que daba la hacienda.
16 Cuando los campesinos se quejaban a Pelayos —“ay Don Pelayitos no nos haga ese mal”—
éste les decía, burlándose de ellos “pídele a tu taita Dios”, agregando, “Dios no hay”.
17 Una serie de creencias se formaron en torno a este administrador a quien se atribuía
poderes sobrenaturales: “Era compactado, tenía cruces en la espalda y una culebra en el
pecho, en un solo sitio se bañaba, en la laguna azul de Huala, y ahora el que se mete ya no
sale, se lo come la laguna”.
18 No fue fácil enfrentar a Pelayos y a sus mayorales; la policía no hacía caso a las quejas de
los campesinos en San Jorge: “Ellos mandaban en el puesto, el puesto era de ellos, de los
hacendados, no se hacía justicia a los campesinos”.
19 Hubo repetidos intentos de liberarse de este administrador: “Una señora que le habían
rozado su pampa y su casa, Dominga Peña, lo quiso matar con su chaveta, pero él llamó a
su perra Norca que la cogió de la nuca y lo defendió a Pelayos”.
20 Para librarse de Pelayos no quedaba otra solución que usar “armas benditas”, “había que
llevarle al padre a Frías, debajo del poncho, para que bendiga las balas, las balas se metían
en agua bendita” sin que el cura las viera, y “para matarlo había que darle en el ombligo”.
21 En 1957 un campesino asesinó a Pelayos en la quebrada de Huala, cuando bajaba de
Condorhuachina. La muerte de Pelayos fue para los campesinos de la hacienda “como si
Dios vino de los cielos... como volver a nacer”.
22 No obstante el odio que aún persiste, los campesinos reconocen los adelantos logrados
por este administrador. Fue en la época de Pelayos que se construyó la carretera de
Chulucanas-San Pedro-San Jorge: “él la hizo llegar a San Jorge, a puro pulso, mandaba a
trabajar a la gente”.
23 Los administradores anteriores a Pelayos, los señores Castro, Burneo y Vega son
recordados como patrones justos que “hacían fiestas y repartían comida”. También se
reconocen las calidades de los dos administradores que estuvieron a cargo de Poclús
después de Pelayos: Augusto Manchego y Raul Santamaría. Los campesinos explican que
estos dos no “eran abusivos”, así no terminaron asesinados como Pelayos, “eran más
considerados”, respetaban los chacareos de los campesinos y en años malos no exigían el
pago en productos agrícolas. Pero para los actuales comuneros de Poclús, San Jorge,
Guayaquil, Condorhuachina, Misquiz o Cuicas, Pelavos es el símbolo de la época de la
hacienda.
La hacienda Pariguanás
24 Hasta los años cincuenta las diferentes secciones de la hacienda eran administradas en
forma separada. Cada sección contaba con una casa-hacienda que servía de morada para el
administrador y de depósito de los productos agrícolas entregados por los arrendatarios a
la hacienda. La casa-hacienda principal estaba ubicada en Pariguanás. En Silaguá se
encontraba otra casa-hacienda. La administración de Altos de Pariguanás5 estaba en
Arenales. Desde comienzos de los años sesenta, Jorge Núñez era responsable del manejo
de toda la hacienda. Fue el último administrador que estuvo a cargo de la hacienda hasta
la reforma agraria. Solamente la casa-hacienda de Pariguanás estaba habitada; las casas
en Arenales y Silaguá permanecían cerradas la mayor parte del año.
25 Hasta los años cincuenta, los colonos y arrendatarios de la sección Pariguanás, centro
administrativo de la hacienda, trabajaban bajo dos modalidades diferentes, el arriendo
66
redondo y el arriendo con pensión6 (ver capítulo 1). A partir de los años sesenta, cuando la
hacienda de Pariguanás se dedicaba exclusivamente a la ganadería, se generalizó la
modalidad de arriendo redondo. Para los trabajos referidos al manejo del ganado se
contrataron pocos empleados, que recibían un jornal y cierta cantidad de tierras para
mantener a sus familias. Las tierras alrededor de la casahacienda en el sector de
Pariguanás se arrendaban a los campesinos. No se daba la modalidad de destajos 7 como en
el sector Challe Grande y en la sección Silaguá.
26 Durante el primer gobierno de Belaúnde, el administrador de la hacienda ofreció a
algunos arrendatarios una parte de las tierras en venta. El encargado de la administración
de la hacienda, sin embargo, no estaba dispuesto a efectuar las ventas “por lotes” y
propuso que los interesados se reunieran y compraran colectivamente una buena
extensión de tierras en la parte alta: “del camino que va de Olleros a Chamba, de ese
camino para arriba les vendo ese lote de terrenos”, como recuerdan los que habían
tratado con el “gringo Mac Donald”8. Como muchos de los campesinos dudaban de la
seriedad de esta propuesta, pocas fueron las parcelas adquiridas por los arrendatarios.
Algunos terrenos fueron comprados por el administrador y los empleados de la hacienda.
27 Recién en 1972, cuando Juan Checa Solari, representante de la Sociedad Agrícola y
Ganadera Pariguanás, viajó a la hacienda, se vendieron tierras a los arrendatarios. Un
restringido grupo de campesinos ganaderos compró las invernas que la hacienda todavía
trabajaba directamente.
28 Actualmente, la mayoría de los campesinos de la antigua hacienda no identifica esta
época como un período de explotación. Ellos evocan el pago de un arriendo
considerándolo además justificado, por tratarse de tierras ajenas. Siempre se resalta que
la condición de los arrendatarios de Pariguanás era mucho mejor que la de los vecinos de la
hacienda de Poclús: “no había abusos en Pariguanás”, es una respuesta frecuente cuando
se pregunta sobre el pasado en la hacienda. Muchos de los colonos expulsados de la
hacienda de Poclús lograron arrendar parcelas en Pariguanás; en otros casos, obtuvieron
acceso a las tierras como subarrendatarios.
29 En los sectores de Challe Grande y Silincho (el actual territorio de la comunidad de Challe
Grande) la hacienda no conducía tierras en forma directa. La modalidad de arriendo
predominante era el destajo: los campesinos que arrendaban grandes lotes de tierras,
hasta alrededor de 100 hás., eran considerados destajeros. Muchos de ellos disponían de
mayores extensiones de tierras que las requeridas por una familia campesina para su
reproducción. Por lo tanto, era frecuente que una parte de los destajos se subarrendara a
otros campesinos. Se podía tratar de parientes, pero en muchos casos eran campesinos de
los caseríos aledaños, por ejemplo, de Liza, Challe Chico o El Común. Esta forma de
arriendo favorecía a la administración de la hacienda, puesto que la obligación de pago
del arriendo se establecía únicamente entre un reducido número de destajeros y la
hacienda. Los destajeros, a su vez, podían subarrendar partes de sus destajos sin
coordinación alguna con la administración de la hacienda. El dinero para el arriendo se
aportaba de acuerdo a la extensión y al tipo de parcela conducida por cada uno de los
campesinos. Un campesino recuerda que su abuelo, destajero, arrendaba más de 100 hás. a
la hacienda y que “el sólo no avanzaba el pago y se unió con cuatro señores más para
pagar el arriendo”.
30 En el sector de Silincho se encontraba una zona considerable de bosques no arrendados,
que se extendía desde los 2,400 metros hasta la cordillera. La hacienda disponía de madera
para la construcción de cercos y no restringía el uso de los recursos forestales a los
67
La reforma agraria
cumplir cabalmente con sus funciones; sólo el presidente, en estrecha colaboración con
dos técnicos del Ministerio de Agricultura, recorrió el campo para intentar la solución de
los conflictos más diversos. Este primer presidente, durante los casi cuatro años que
estuvo a cargo de la Liga, se dedicó sobre todo a mediar en cuestiones de tierras, linderos,
herencias, traspasos y ventas.
imposición de los técnicos del Ministerio de Agricultura, quienes los convencieron de que
no se lograría la adjudicación individual.
49 Algunos campesinos argumentaron que si bien el título individual se hubiera podido
obtener, esto hubiera significado trámites demasiado largos, complicados y costosos. En el
proceso de adjudicación de tierras y constitución de los grupos campesinos predominó,
entonces, la influencia foránea de los técnicos “que vinieron de Piura”. Los campesinos no
participaron en forma activa en este proceso.
50 El modelo de grupo campesino fue previsto como una forma transitoria en el proceso de
reforma agraria. Para los técnicos del Ministerio de Agricultura, especialmente los de la
Dirección de Reforma Agraria, el camino a seguir para la sierra de Piura era la conversión
de los grupos en comunidades campesinas. En los informes o diagnósticos elaborados en
el Ministerio o la Corporación de Desarrollo, los técnicos subrayaron cada vez que la
organización del campesinado serrano en comunidades campesinas sería una garantía
para superar su marginación, lograr el “desarrollo”, gestionar créditos e introducir
nuevas tecnologías en la producción agropecuaria.
51 A comienzos de los años ochenta ninguno de los grupos campesinos del distrito de Frías
se había convertido en comunidad. Recién durante el gobierno de Alan García este
proceso se aceleró. Entre 1982 y 1988 se reconocieron oficialmente trece comunidades12
en los terrenos de las ex-haciendas Pariguanás y Poclús (ver cuadro 17).
52 De hecho, la organización comunal todavía no es asumida en Frías. Los socios de la
comunidad recién están aprendiendo lo que significa “ser comunidad campesina” y sus
dirigentes tienen que enfrentar muchos problemas:
“Por la falta de reglamentos internos, continuamente se presentan (en las
comunidades campesinas) casos de ventas de tierras, por la modalidad de traspaso,
a campesinos procedentes de diversas comunidades” (CORPIURA 1983a: 131).
53 En resumen, hay que resaltar que las comunidades campesinas en el distrito de Frías son
el resultado de los modelos impuestos por el Estado, pues la mayoría de los campesinos
hubiera preferido la adjudicación individual de los predios conducidos por ellos dentro de
las haciendas.
56 En el distrito de Frías se siguió el proceso de reforma agraria sobre todo por la radio. Los
residentes del pueblo de Frías, que contaban además con algunos periódicos, estaban
mucho mejor informados de las posibilidades que la nueva Ley de Reforma Agraria ofrecía
a los campesinos, colonos y arrendatarios de haciendas y de las maneras de acelerar este
proceso. En este contexto, el 8 de octubre en 1973, cuando se celebraba la fiesta del Señor
Cautivo de Ayabaca, tres campesinos residentes en Frías lanzaron la propuesta de invadir
los potreros de la hacienda Poclús en el sector de Maray.
57 Las tierras de Maray, que hasta entonces eran controladas directamente por la hacienda,
fueron invadidas por campesinos de Frías y de Naranjo13. Atemorizados, muchos de los
arrendatarios de la hacienda no participaron en la invasión y hoy se lamentan: “de tontos
no invadimos, de mariconazos... que nos van a matar; no invadimos”. Otros que habían
recibido tierras de Fernando Reusche no invadieron porque las que trabajaban eran
suficientes; sin embargo, ahora no lo son para sus hijos.
58 En todo caso, en Frías muchos estaban informados de los planes de invadir las tierras de la
hacienda. Los planes fueron discutidos por parientes, vecinos y compadres, pero pocos
participaron en la invasión por temor a represalias y muertes. El grupo de invasores se
dirigió a los potreros de Maray y, armado con banderas peruanas, se instaló en las tierras:
“buenos lotes se agarraron”, hicieron sus “chocitas” y en enero, cuando llegaron las
lluvias, comenzaron a sembrar maíz. Durante la ocupación no se produjeron
enfrentamientos con la policía, porque ésta no intervino en el asunto, ni con otros
campesinos arrendatarios, puesto que eran potreros de la hacienda14. Con la invasión, los
campesinos lograron durante el siguiente año que el hacendado abandone alrededor de
60 hás. que todavía controlaba. Algunas de las personas que participaron en esta invasión
ocuparon grandes extensiones de tierra que no trabajaron y que años después
comenzaron a vender a campesinos de la misma hacienda que no habían invadido o a
personas de otros lugares como Matalacas, Pampagrande o Frías. “Era prohibido pero lo
hacíamos por lo bajo”, comenta un campesino; posteriormente, el teniente certificaba la
transacción de tierras.
71 Las 2,116.8 hás. de la Comunidad Campesina de Poclús se extienden desde los 1,000 metros
en El Playón hasta los 3,100 metros en la meseta andina o Los Altos (ver mapa 10). Según
la información mencionada en el padrón de la comunidad que registra el 84% de las
tierras: 664 hás. son irrigadas y 1,124.5 hás. son de secano (temporal).
76
74 Como tierras comunales los campesinos de Poclús disponen únicamente de los bosques de
Maray, según informa el presidente de la comunidad. Son alrededor de 50 hás. 22. Se trata
de uno de los pocos bosques primarios que quedan en Frías, donde se encuentran árboles
como paltón (Persea peavigata), puchuguero (Nectrandra spp.), palo blanco y suro.
75 La información sobre la diferenciación interna en cuanto a las tierras de riego y secano
conducidas por los campesinos se basa en el padrón de los comuneros 23. Actualmente hay
244 comuneros inscritos en este padrón24. Ellos conducen entre 0.5 (de riego o de secano)
y 45 hás. de tierras (15 hás. de riego y 30 hás. de secano).
99 En los potreros de Maray, El Tuno y El Guayabo donde se siembra maíz y trigo, los rastrojos
son usufructuados de una manera distinta. Estos potreros datan de la época de la hacienda,
en la que fueron los arriendos secos de los ex-colonos35. En estos potreros las diferentes
parcelas no están cercadas y después de la cosecha, las familias determinan cuándo “van a
echar el ganado” y qué número de animales puede ingresar por familia36.
100 En Maray la decisión sobre la fecha y la cantidad de animales que ingresan al potrero se
toma en coordinación con el presidente de la ronda campesina y el teniente gobernador
del sector, en asamblea de la ronda campesina. En los terrenos de El Tuno y El Guayabo
hasta el año 1990 se realizaba un rodeo para evitar que los animales foráneos entren a
estos potreros. En 1991 no se organizó el rodeo ni se reglamentó la cantidad de animales
que cada campesino podía llevar a pastear37. Los campesinos involucrados lamentaron la
desorganización y proponen que se vuelva a organizar un rodeo en 1992, donde se cobre
las multas respectivas en caso de encontrar animales de foráneos.
101 En síntesis, si se considera la relación entre la comunidad de Poclús y los comuneros que
conducen parcelas dentro del territorio de la comunidad, es evidente que la propiedad
comunal de las tierras es más una ficción impuesta por la legislación sobre comunidades
que una realidad concreta. Los pocluseños se consideran dueños de las tierras que venden
o, como lo denominan, traspasan y arriendan. Como única excepción se debe mencionar a
los recursos forestales de Maray, que la tenencia comunal protegió de la depredación por
campesinos foráneos. Sin embargo, los diferentes intentos de la directiva comunal de
controlar el uso de los recursos forestales no fueron hasta ahora muy exitosos. Aunque
existe la preocupación por la preservación del bosque, no se reglamenta la cantidad de
árboles que cada familia campesina puede talar, ni se discute seriamente sobre la
reforestación. Tampoco se plantea impedir el acceso a este recurso como sanción a los
comuneros que no respetan los acuerdos de la asamblea comunal.
102 Se puede constatar que los campesinos de Poclús organizan la mayor parte de su
producción y reproducción a nivel familiar, empleando estrategias personales, como el
intercambio de fuerzas entre parientes y vecinos. En este aspecto, la organización de la
producción de un comunero de Poclús no se diferencia en forma sustancial de la
organización de la producción de un pequeño propietario, por ejemplo, de San Antonio.
La organización del uso de los recursos, de los tarayales, en los tres potreros mencionados
se basa más en un acuerdo colectivo de los posesionarios de estos potreros, que en una
decisión tomada por la asamblea comunal. Es notoria aquí la importancia que tienen los
tenientes, autoridades que datan de la época de la hacienda, y de la nueva forma
organizativa: la ronda campesina.
103 De hecho, la organización comunal interviene en forma muy marginal en el proceso de
producción de los campesinos, a partir de la prohibición de arrendar pastos o tarayales a
foráneos. Sin embargo, queda por discutir si estas preocupaciones sobre el manejo del
ganado fueron planteadas por la ronda campesina o por la organización comunal.
104 Para los comuneros de Poclús38, el hecho de pertenecer a una comunidad campesina
significa sobre todo una mayor tranquilidad, que se logra a través de una serie de normas
que son reconocidas cada vez más por un mayor número de campesinos y que permiten
una “vida mejor”. Más adelante se verá que la condición de comunidad campesina
permite organizar algunos servicios para los comuneros, como la molienda de grano, la
compra de fertilizantes o los programas de vacunación del ganado. Pero la importancia de
la comunidad como entidad de gestión de proyectos depende no sólo de su buen
82
105 Comparando la vida en la hacienda con la vida en la comunidad de Poclús, todos los
campesinos subrayan que la situación mejoró y comentan que “ya las tierritas son
propias”, “soy dueño de mi terreno”, “ya no hay abusos”. Sin embargo, para todos ellos,
en estos últimos años se sufre de la “carestía” y la falta de créditos. Además, muchos
jóvenes se quedan sin tierras pues éstas no alcanzan y, cuando terminan la secundaria
tienen otras aspiraciones: quieren “progresar”, “ya saben y van a la ciudad y no
encuentran trabajo, ¿qué hacen con la cabeza llena de letras?”. Los comuneros van
aprendiendo a manejar una forma organizativa que les puede permitir solucionar algunos
de sus problemas, pero aún tienen que enfrentar muchos más que son de orden interno
como externo.
106 En octubre de 1986, los campesinos de Poclús lograron el reconocimiento oficial de la
Comunidad Campesina Luis M. Sánchez Cerro de Poclús y la adjudicación de 2,116.8 hás..
En presencia del técnico del Ministerio de Agricultura, se informaron sobre el
procedimiento para la inscripción de la comunidad en los Registros Públicos. Para tal
efecto, se requiere el plano catastral y los estatutos internos de la comunidad. La
propuesta de estatutos internos la elaboró el técnico del Ministerio y es una adecuación
de la Ley de Comunidades Campesinas vigente en aquel entonces39. Sobre la tenencia y el
usufructo de la tierra se fijaron los siguientes límites: 15 hás. para las tierras de riego y 30
hás. para las tierras de secano. Este reglamento, que fue redactado para cumplir con los
requisitos oficiales, no ha tenido ninguna función normativa dentro de la comunidad40.
107 Entre 1986 y 1988 la directiva de la comunidad estaba conformada por siete personas:
presidente, vicepresidente, secretario, tesorero, fiscal y dos vocales. Sin embargo, el
presidente no coordinaba con los demás directivos: “era todo, presidente, vicepresidente,
secretario, tesorero, todo lo quería para él”, recuerda Valeriano B. en aquel entonces
vicepresidente de la comunidad. Desde 1987, la dirigencia ha estado a cargo de Nicanor A.
C, quien en 1986 fue “gestor” para la tramitación del título de la comunidad. En las
asambleas comunales41 se trata casi exclusivamente los asuntos relacionados con
“proyectos”. Revisando el Libro de Actas durante estos años se percibe la poca
participación de los comuneros en la mayoría de las asambleas. Una mayor asistencia se
produce solamente cuando hay visitas de las autoridades del distrito, como el alcalde o el
gobernador, o de las autoridades de la oficina de la Micro-Región.
108 En 1986 la comunidad de Poclús recibió un crédito de 1/. 88,103.64. Fue el primer crédito
proveniente del programa de FODRUP (Fondo de Desarrollo Rural), línea de créditos para
infraestructura y actividades productivas a cargo del Banco Agrario42. Una primera
propuesta elaborada por los técnicos de la oficina de la Micro-Región fue comprar ganado
mejorado para constituir una empresa comunal, previendo jornales para un “pastor
comunal”. No se consideró que la comunidad no cuenta con los terrenos adecuados para
tal proyecto.
109 La segunda propuesta aprobada por los comuneros fue la compra de un molino para trigo
y maíz, que comenzó a funcionar a mediados de 1987. En este mismo año se recibió I/.
61,911.70, del programa de apoyo a las comunidades FOCCAN (Fondo de Apoyo a
Comunidades Campesinas), destinado casi íntegramente a la construcción del local
83
131 Como se ha visto, existen ciertas diferencias entre las expectativas de los comuneros y la
posición de los directivos. No obstante, el 33% responde a la pregunta sobre “¿Quiénes
representan los intereses del campesino?”, afirmando que es “el presidente de la
comunidad”. Para el 100% de los encuestados la mayor autoridad la tiene el presidente de
la comunidad.
132 El prestigio que goza la actual dirigencia comunal, se origina en parte en la buena
situación económica de sus integrantes. Los campesinos de Poclús consideran que contar
con mayores recursos económicos es una ventaja para realizar las diversas gestiones
frente a las entidades estatales en Piura y enfrentar los posibles juicios en Ayabaca.
Además, se espera que los directivos alojen a los “visitantes” en sus casas, sean estos los
representantes del Ministerio de Agricultura, de la Región Grau o los dirigentes de la
FRADEPT. Algunos de los miembros de la directiva actual cuentan con una trayectoria
anterior como dirigentes. El presidente de la comunidad fue el último presidente del
grupo campesino y uno de los enjuiciados por la defensa de los bosques de Maray; el
secretario ha desempeñado el cargo de presidente de la comunidad y tuvo que asumir un
juicio en Ayabaca; el tesorero es el teniente gobernador del caserío de Poclús, cargo que
desempeña con mucho reconocimiento por parte de los pocluseños desde el tiempo de la
hacienda y, además, ha sido secretario de la ronda campesina.
133 En resumen, la organización comunal en Poclús es el resultado principalmente de la
influencia de factores externos. El reconocimiento legal como comunidad campesina
constituyó la mejor opción que se podía tomar en 1986 (además de ser la más barata) para
la adjudicación definitiva de las tierras. Los programas de apoyo del gobierno de Alan
García fueron un incentivo más: “estábamos contentos con Alan García”. Por otro lado,
hay que subrayar que todos los programas de apoyo no lograron mejorar las condiciones
productivas de los comuneros de Poclús, más bien, causaron innumerables problemas
internos, fenómeno que actualmente es reconocido por muchos campesinos en Frías:
“cuando llega la plata, llegan los chismes y los problemas”. Si bien los fondos de
desarrollo para las comunidades no sirvieron para desarrollar la producción, los
conflictos surgidos alrededor de estos “proyectos” obligaron a los campesinos a asumir
con mayor conciencia y responsabilidad las funciones organizativas inherentes a la
administración comunal.
134 Durante el gobierno de Alberto Fujimori no existen factores externos que intervengan
para cohesionar la organización comunal. No se dan programas de apoyo ni se ejecutan
medidas específicas en beneficio de las comunidades campesinas. Más bien, la actual
legislación agraria y los posibles cambios son percibidos como nuevas agresiones a las
comunidades campesinas.
135 De hecho, el impulso más significativo para la organización comunal ha provenido del
movimiento de las rondas campesinas. A diferencia de la comunidad campesina,
estructura impuesta desde arriba por la legislación agraria, las rondas surgieron desde las
bases como una organización de autodefensa y es actualmente el gran orgullo del
campesinado serrano de Piura53.
sido solucionado por los ronderos y la ronda se dedicaba a la protección de los bosques y a
la solución de los conflictos producidos por daños en los cultivos. No obstante, sus
asambleas se realizaban todavía en forma irregular.
137 En febrero de 1989 se dio el primer intento de coordinación más estrecha entre las
acciones de la comunidad y de la ronda campesina. Con la elección de una nueva
directiva, los ronderos de Poclús decidieron su reorganización54. “Se reunieron los
comuneros en un ambiente de la casa comunal para tratar de asuntos respecto al comité
de autodefensa” (LA-RC: febrero 1989). Al mismo tiempo, se determinaron las cuotas que
debía aportar cada uno y los castigos a los que no colaboraran: “veta o conducir a la
Central de Rondas” (LA-RC: febrero 1989). Se normaron también los turnos de ronda de
los campesinos. Unos meses más tarde solicitaron la visita de los directivos de la Central
de Rondas para que asesoraran a la nueva directiva, conformada ahora por 12 cargos 55.
Los comités de rondas de Poclús y Maray están afiliados a la Sub-Central de Cuicas.
138 Durante esta segunda fase, hasta diciembre de 1990, el comité de rondas ha resuelto un
sin número de problemas. Los “arreglos” se efectúan casi íntegramente entre las partes
involucradas y los directivos del comité de ronda56. Los campesinos llegan a la casa del
presidente y le informan de sus problemas; en Poclús son raras las denuncias presentadas
por escrito. Luego, el presidente, en coordinación con los demás directivos, pero sobre
todo con “su” secretario, llama a las partes involucradas para “el arreglo”, que se hace en
su casa. Los problemas que se presentan son, por lo general, daños de animales en las
chacras, pérdida de un poncho, “malas palabras”, de linderos, de traspasos de tierras, de
chismes, conflictos familiares y violencia doméstica.
139 La gran aceptación de la ronda en estos años es patente si se consideran todos los
problemas que logró solucionar a nivel de base. Las sanciones variaban entre el castigo
con chicote —como por ejemplo a dos campesinos que “pelearon borrachos” y recibieron
“una porción de latigazos para ambos que se comprometan a llevarse bien”— y la multa,
sobre todo en los casos de daños. Algunas faltas pueden ser perdonadas, siempre que el
denunciado se comprometa a “portarse bien”. La autoridad de la ronda campesina ha
logrado afirmarse y se recurre a ella para arreglar todo tipo de contradicciones que
surgen entre los pocluseños.
140 En noviembre de 1989, el Comité de Ronda convocó a los directivos de la Sub-Central para
que actúen como intermediarios entre el ex-presidente, que en aquel entonces no había
entregado la documentación completa a la nueva directiva comunal, y los comuneros. La
inasistencia del denunciado a la citación de la ronda trae como consecuencias una sanción
por la base, el llamado a la Central o la denuncia al puesto de la Guardia Civil en San Jorge.
141 Durante estos años la ronda organizó diferentes actividades orientadas a recaudar fondos
para la construcción del local del colegio secundario y la compra de cuadernos y
lapiceros, los cuales luego serían entregados “como donación de las autoridades de esta
comunidad campesina para favorecer a los alumnos del colegio secundario” (LA-RC: abril
1990). Además, los fondos recaudados por la ronda se prestaron a los directivos de la
comunidad para asumir los gastos en el juicio que mantiene la comunidad con el ex-
presidente (LA-RC: diciembre 1989). La ronda también convocó a los trabajos comunales
para la construcción del colegio secundario y, en febrero de 1990, visitó las bases de
rondas de los caseríos de Naranjo, Molino, Pampa Grande y Maray para “buscar recurso
humano para el funcionamiento de la secundaria” (LA-RC: febrero 1990).
89
152 Recién en 1976 llegaron a Frías los técnicos de la Dirección de Reforma Agraria y
Asentamiento Rural del Ministerio de Agricultura encargados de supervisar el proceso de
afectación de las tierras. La primera acción realizada por estos técnicos fue el
empadronamiento de los beneficiarios de la reforma agraria, contando para este efecto
con el apoyo de los tenientes gobernadores. En este primer empadronamiento los
campesinos de Challe Grande fueron incluidos con los de Pariguanás. Se empadronaron
solamente 36 ex-arrendatarios, un número reducido de campesinos enterados del
procedimiento y de las ventajas del empadronamiento. En Challe Grande, como en Poclús,
pocos campesinos recuerdan esta fase de la reforma agraria.
153 Cuando se organiza la Liga Agraria en 1978, la población de Challe Grande tenía poca
información sobre el funcionamiento del proceso de adjudicación, siendo excepcionales
las intervenciones directas del presidente de la Liga Agraria en esta zona. La distancia
entre Challe Grande y el sector de Pariguanás, hora y media de camino, fue el principal
argumento para decidir, ese mismo año, constituirse como grupo campesino
independiente. Se formó el Grupo Campesino San Martín de Challe Grande con 97 socios,
un número tres veces mayor que el de los inscritos en el primer empadronamiento. La
organización del grupo obedeció exclusivamente a las propuestas de los representantes
del Estado que incluía la aprobación del estatuto del grupo campesino, cuyas normas en
ningún momento determinaron el funcionamiento del grupo.
154 En cuanto a la tenencia de tierra, la composición de los integrantes del grupo campesino
era extremadamente heterogénea. Como socios se integraron campesinos que
usufructuaban parcelas desde 0.8 hás. hasta 263 hás. Si bien el Grupo Campesino San
Martín de Challe Grande formalmente era dirigido por un Comité de Administración, con
un presidente, vicepresidente, secretario, tesorero y vocal, y por un Comité de Vigilancia,
compuesto por presidente, secretario y vocal, en la práctica el presidente del Comité de
Administración fue el que coordinó con el presidente de la Liga Agraria y los técnicos del
Ministerio de Agricultura. Angel A., un ganadero empadronado con 62.50 hás., fue elegido
como presidente del Comité de Administración por contar con mayores recursos
económicos y porque “él sabía, sabía conducirse, tenía palabra”, así lo explica el actual
vicepresidente de la comunidad.
155 La gestión de Angel A. permitió que el grupo de campesinos pudientes, empadronados con
más de 50 hás. contara con mejor información sobre las ventajas y desventajas de la
transformación del grupo en comunidad campesina. Para este sector de campesinos
pudientes, el reconocimiento comunal fue concebido como una limitación de sus
detechos. Angel A. logró convencer a los demás campesinos que la adjudicación definitiva
a través del reconocimiento legal como comunidad campesina significaría una
tramitación larga y costosa para los challes y sugirió orientar las gestiones hacia la
titulación individual. En 1986 esta propuesta fue aprobada por la mayoría de los socios.
156 En 1987 se presentó el “Provecto de Cambio de la Modalidad de Adjudicación del Grupo
Campesino San Martín de Challe Grande en Empresas Individuales” a la Dirección de
Reforma Agraria del Ministerio de Agricultura, argumentando que la titulación individual
había sido aprobada por asamblea. Los campesinos aportaron para el financiamiento de
92
los topógrafos que midieron las parcelas de cada socio. En el informe, a propósito de la
directiva del grupo, se indica que “siendo sus funciones las mismas que las empresas
cooperativas, en la práctica nunca ha funcionado, en el caso de San Martín de Challe
Grande: sólo para trámites ante las entidades públicas”60. Los responsables del Ministerio
de Agricultura llegaron a la siguiente conclusión: “El Grupo Campesino no ha cumplido
con los objetivos para los que fue constituido. Desde los comienzos sus integrantes han
conducido individualmente las tierras” (ver nota 60). En consecuencia se recomendaba el
cambio de la modalidad empresarial, lo que significaba otorgar títulos de propiedad
individual a cada uno de los campesinos.
157 Poco después, la mayoría de los socios cambió de parecer. Los campesinos de menores
recursos reconocieron que una titulación individual significaría “un gasto”61. Además,
entendieron que no serían beneficiarios de los programas de apoyo a las comunidades
campesinas elaborados durante el gobierno de Alan García. También era favorable ser
socio de una comunidad para obtener créditos del Banco Agrario, puesto que el presidente
de la comunidad estaba facultado para extender los certificados de posesión a cada
prestatario. Para los trámites ante la agencia del Banco Agtario en Chulucanas nombraron
a Filimón A. Posteriormente este delegado asumió además la función de gestor para el
reconocimiento comunal, aprobado por la mayoría de los 97 socios del grupo. El trámite
duró pocos meses, consiguiendo en abril de 1988 el reconocimiento legal de la comunidad
campesina.
158 Actualmente muchos campesinos explican que “la mayor parte somos analfabetos, no
conocíamos la ley de comunidades campesinas, no sabíamos si nos favorece más que el
título individual” y que durante estos años el presidente del grupo campesino, Angel A.,
solamente “sacaba cuotas, se iba a Piura (a) visitar su familia, comerse la plata y no traía
nada... cobraba cuotas y no logró nada”. En cambio, reconocen que las gestiones de
Filimón A. fueron exitosas. Más adelante veremos que para los directivos y comuneros los
trámites y gestiones en Piura todavía no han terminado. Hasta enero de 1992 no se había
logrado obtener el título de la comunidad.
159 En la época del grupo campesino se realizaron varias ventas de tierras con la intervención
decisiva de los tenientes gobernadores de Challe Grande, de Silincho y del presidente del
grupo campesino. En la mayoría de los casos estas autoridades apoyaron a las partes que
acordaban realizar la venta. Los demás campesinos no tenían la posibilidad de intervenir,
se enteraban cuando la transacción ya se había realizado. Esta forma de transferencia de
tierras causaba un descontento cada vez mayor entre muchos campesinos. Hoy, ellos
recuerdan que el presidente del grupo campesino favorecía a sus allegados, familiares y
compadres. A raíz de estos hechos, principalmente en el sector de Silincho, surgió un
grupo de campesinos que controlaba cada vez mayores extensiones de tierra. Además, la
indignación de los campesinos de Challe aumentaba toda vez que muchos de los
compradores no eran arrendatarios o destajeros de la hacienda de Pariguanás, sino de la
vecina hacienda Altos de Poclús, de la ex-hacienda de Matalacas y de la Comunidad
Campesina Arrendamientos (todos campesinos provenientes de Los Altos).
160 Muchos campesinos de Challe Grande, adjudicatarios de una parte del predio de
Pariguanás, estaban impedidos de acceder a tierras en caso de traspasos. Se avisaba a la
gente de Matalacas, como recuerda Hilario A., “que son de bastante billete y nosotros no
podemos comprar porque no tenemos tanto billete”. En 1982 el mismo Hilario A. quiso
comprar un terreno de 5 hás., aproximadamente, y propuso pagar con todo su ganado; en
total eran 11 reses, pero el dueño del terreno hizo el traspaso con un campesino de
93
Matalacas. Para los campesinos de Los Altos hasta la región de Matalacas, donde los
recursos forestales son sumamente escasos, la posesión de una parcela en Challe Grande o
Silincho era de gran interés, y la montaña, como se denominan a los bosques en Challe, fue
talada por campesinos de diferentes caseríos. De hecho, no se respetaba el derecho
preferencial de los colindantes en caso de traspasar un terreno. En algunos casos, en los
certificados elaborados por los tenientes gobernadores figuraban precios mayores que los
que se había pagado realmente con el fin de excluir a los demás campesinos del acceso a
las tierras.
161 En síntesis, la propuesta estatal —favorable a las comunidades campesinas reconocidas
mediante la legislación agraria— fue lentamente entendida por los campesinos de Challe
Grande. Los directivos de la Liga Agraria y de la Centra] de Rondas Campesinas explicaron
las ventajas de optar por la “autonomía de la comunidad”, señalando que ello permitiría
solucionar internamente los problemas de tierras o de traspasos. Un mayor control sobre
los traspasos y la posibilidad real de excluir a los campesinos foráneos fueron los dos
argumentos decisivos para impulsar el reconocimiento legal de la comunidad campesina.
La polarización entre un grupo de campesinos pudientes, en su mayoría provenientes del
sector de Silincho, y el resto de la comunidad permitió crear una mayor conciencia acerca
de las ventajas de la organización comunal, sobre todo para los campesinos de menores
recursos.
162 En noviembre de 1991, el 85% de los comuneros encuestados estaban convencidos de que
ser socio de una comunidad campesina era algo que les favorecía. De este 85%, el 18% se
refirió factores externos como “hay más apoyo para los problemas” y el 82% respondió
que así “se vive mejor, hay más respeto, se vive más tranquilo”. En cambio, el 15% de los
encuestados, todos ellos campesinos del sector de Silincho, respondieron que la
comunidad “no favorece en nada”.
163 El territorio de la comunidad campesina de Challe Grande, la más pequeña del distrito de
Frías, comprende una extensión total de 1,902.18 hás., adjudicadas según una resolución
de la Dirección de Reforma Agraria y Asentamiento Rural62. La comunidad se ubica en la
parte alta del valle de Yapatera, desde los 1,800 metros, en la confluencia de la quebrada
de Liza con la quebrada de Challe, hasta la Cordillera de Altos de Poclús a 3,200 metros.
Colinda por el nor-oeste con la comunidad de Pariguanás63; por el nor-este con la
comunidad Altos de Poclús; por el sur-este con los pequeños propietarios o la comunidad
privada64 de Liza y el sur con Challe Chico, “comunidad privada, donde el hacendado no
ha tenido mando” (ver mapa 11). Según el informe elaborado en 1987 para lograr el
cambio de la modalidad empresarial, la comunidad dispone de 1,000 hás. de tierras
irrigadas; 500 hás. de tierras de secano y 402.18 hás. de bosques y pastos naturales.
164 Al interior del territorio de la comunidad se encuentran riachuelos que bajan por las
quebradas Challe, Silincho y Liza; sus aguas son aprovechadas mediante pequeños canales
para el riego de frijol bayo, papa, caña, guineo, huertas de ajo y algunas hortalizas como el
repollo, además de las invernas.
165 Los cultivos de secano de mayor importancia en Challe Grande son: maíz que puede ser
sembrado en asociación con una variedad de frijol, “frijol de chacra” y trigo. Además se
siembra arveja y habas, aunque en menor cantidad.
94
166 La comunidad de Challe no dispone de tierras comunales, todas las tierras están
parceladas, como explican los campesinos: “respetamos el encerrado de cada uno”. Estas
parcelas están cercadas por árboles como palo blanco, shimir, pajul o zarzamora.
167 Es interesante notar que, si bien no existen terrenos de uso comunal, en esta comunidad
se da una forma de usufructo en común de las tierras que fueron arrendadas como destajos
en la época de la hacienda. Los antiguos destajeros y los subarrendatarios parcelaron las
tierras de riego de la parte baja, pero la parte alta la mantuvieron sin parcelar, en
mancomún. En estos terrenos de mancomún, todos los ex-destajeros mantienen ganado o
rozan chacras de temporal en coordinación con los demás. Por ejemplo, durante un
tiempo la tierras de mancomún denominadas “El Shital” estuvieron arrendadas bajo la
forma de destajo. El destajero, en forma conjunta con ocho subarrendatarios, pagaba el
arriendo a la hacienda Pariguanás. Cada uno de los campesinos disponía en aquel
entonces de tierras de riego, además de una parte para los cultivos de temporal, arveja y
trigo, y después de la cosecha, durante los años de descanso, “todos soltábamos de un solo
tiempo” para pastar colectivamente el ganado y abastecerse de madera y leña. Los hijos
del destajero y los descendientes de los subarrendatarios, beneficiarios de la reforma
agraria, actualmente siguen trabajando las tierras conservando la misma modalidad.
Ahora son 25 socios y la extensión de las tierras todavía es suficiente, lo que significa que
aún no se ha propuesto la división de las tierras entre las familias. En las tierras de
mancomún, los socios organizan la reparación de los cercos que delimitan las áreas de
riego, las tierras de temporal y de pastoreo en forma colectiva. Una razón que contribuye
a mantener hasta ahora el uso colectivo del recurso pasto es la tenencia homogénea de
animales; los socios conducen entre 3 y 5 cabezas de ganado vacuno cada uno. La
conducción de las tierras de cultivos de los diferentes socios también es homogénea. En
caso de aumentar la presión sobre el mancomún de temporal o cuando el potencial
ganadero de los diferentes socios es demasiado desigual, los campesinos pueden parcelar
parte de las tierras o todo un mancomún.
168 La información sobre la diferenciación interna de los campesinos en la comunidad de
Challe Grande proviene de los datos del padrón de tierras de la comunidad. Hasta
95
183 Las diferentes formas de acceso a las tierras dentro de la comunidad de Challe Grande
explican el pequeño número de lotes conducidos por los socios; los antiguos arriendos se
encontraban nucleados alrededor de la vivienda campesina. La desigualdad en la posesión
de las tierras conducidas al interior de la comunidad es una de las razones para los
conflictos internos. Para los campesinos que conducen mayores extensiones de tierras, la
organización comunal se convierte en una limitación, pues restringe el mercado de
tierras.
184 Entre los productos de mayor importancia se encuentran el fríjol bayo y la papa, que se
siembran bajo riego entre 1,500 y 2,100 metros de altura. La caña, el guineo y el camote
son sembrados en menor cantidad hasta los 1,500 metros. En Challe la caña es utilizada
para la elaboración del dulce, la chancaca, pero no se produce primera. Las aguas de
regadío son utilizadas además en el mantenimiento de las invernas para el ganado vacuno.
El uso de fertilizantes químicos es una excepción en Challe y se emplea básicamente en la
siembra de papas.
185 Los productos de secano de mayor importancia son: maíz, trigo, frijol y arvejas. El maíz se
siembra a partir de enero, a comienzos de la temporada de lluvias; en marzo se inician las
labores para la siembra de arveja y, en abril, para el trigo. Los terrenos de temporal son
utilizados, como en Poclús, durante 3 a 4 años seguidos. Cuando el rendimiento de estos
terrenos es demasiado bajo entran en un período de descanso durante unos años para
luego ser utilizados como áreas de pastoreo para ganado vacuno y ganado ovino. Después
de un período de descanso, que puede durar hasta 10 años según la disponibilidad de
97
tierras de la familia campesina, estas áreas se rozan y queman para reiniciar la siembra de
maíz, trigo o arveja.
186 Hemos mencionado que el 53% de las tierras de Challe Grande son terrenos irrigados. Se
trata de un sistema de irrigación muy simple, como en Poclús. Las diferentes acequias
cuentan con un máximo de 13 regantes (Padrón de Regantes: Sub-Sector de Riego XIV:
Agencia Agraria de Frías). Los regantes de cada acequia designan un delegado de aguas,
encargado de solucionar los problemas en caso de que el turno de un regante no se
respete, además convoca a las faenas de limpieza, la “raspa del canal”. En esta tarea cada
regante tiene que participar según los días que corresponden a su turno de agua, y en
caso de no reunir a los peones necesarios se aporta primera para los que asumen una parte
del trabajo. La organización del riego no es asumida por la estructura comunal.
187 La producción agrícola es mayormente para el consumo de la familia campesina. El
vicepresidente de la comunidad, un joven casado con tres hijos y empadronado con 5 hás.,
explica que “de la cosecha, todo guardamos”; solamente el ganado es vendido. En Frías la
venta de productos agrícolas se realiza en casos de emergencia, cuando no se dispone de
ganado para vender. Los bajos precios de los productos agrícolas no favorecen una mayor
inversión en la agricultura. En 1991, algunos campesinos de Challe Grande sembraron
papas, comprando semilla mejorada y aplicando fertilizantes, pero no tuvieron ganancia
alguna y renunciaron a este cultivo. Como en toda la sierra piurana, los campesinos de
Challe Grande se quejan de que para la compra de un saco de arroz tendrían que vender
más de dos sacos de maíz.
188 Parte de la cosecha sirve para el intercambio con productos que no se producen en la
parcela de la familia campesina. Como los comuneros de Challe disponen solamente de
poca cantidad de guineo y camote, obtienen estos productos por el intercambio con frijol,
trigo o arvejas; también se accede a café, dulce y primera a través del trueque con granos.
En 1991 la cosecha de maíz en la parte alta de Frías fue atacada por el “pasmo”, y los
campesinos de esta zona se dirigieron a la parte baja (Silaguá, Las Cuevas o Geraldo) en
busca de maíz para intercambiarlo por trigo y arveja, productos escasos en las
comunidades de la parte baja. Las equivalencias para estos intercambios se establecen en
base al precio que los productos tienen en el mercado local, sin embargo, frecuentemente
se recibe “alguito” más.
98
189 Los ingresos monetarios de las familias campesinas de Challe Grande provienen
principalmente de la venta del ganado. Se venden los animales a fines de noviembre para
poder abastecerse de productos de primera necesidad antes de que las lluvias
interrumpan la carretera, lo que provoca el aumento del precio de los productos que
llegan en las piaras desde Chulucanas.
190 La gran mayoría de los campesinos recurre al intercambio de fuerzas para el trabajo
agrícola. Como en Poclús, esto no es fácil: “a los peones hay que rogarles bonito, ocho días
adelantado”. Si el trabajo dura hasta la tarde, ellos reciben las tres comidas: desayuno,
almuerzo y merienda. Como en Poclús, en Challe son pocos los que “ganan a la plata”, es
raro el pago de un jornal. Por lo general, no se proporciona cañazo a los peones, pero
muchos recurren a la primera para garantizar que los trabajos se terminen durante una
jornada. Durante las cosechas los peones “ganan en granos”, alrededor de media lata de
frijol o arvejas por día de trabajo.
191 En Challe los peones no son más responsables que en Poclús. A los jóvenes, sobre todo, hay
que “rogarles con anhelo”. Los campesinos procuran trabajar con campesinos mayores,
que por lo general serían más responsables, pero en muchos casos tienen que recurrir a
campesinos que ya les han “mentido”. En setiembre de 1991, por ejemplo, Esteban M.
había rogado a ocho peones para la cosecha de frijol, sin embargo, llegaron solamente tres
y dos de ellos se fueron después del desayuno. “Para que se ruega a gente cusha, 67 comenta
su esposa que desde las 5 de la mañana había estado preparando las tortillas, cinco por
peón. En Challe Grande ya se sabe que en caso de haber acordado trabajar con diez
campesinos “vienen seis y mienten cuatro”.
192 Para los trabajos de gran demanda de mano de obra se recurre a las mingas, que en Challe
pueden ser organizadas para la carga de la leña68, el “pampeo” —o sea, la preparación del
99
terreno para la siembra del frijol— la siembra y el deshierbe del maíz, la siembra de arveja
o trigo y durante los rozos. Se organiza una minga “porque la peonada es pequeña y no se
avanza”. Por ejemplo, en febrero y marzo para el deshierbe del maíz, si se quiere terminar
el trabajo en un solo día, se requiere de 20 peones para dos latas, o sea, un terreno de unas
2 has. Como ha sido mencionado en el caso de Poclús, lo que caracteriza a la mitiga es la
calidad y la cantidad de la comida que se sirve a los peones y a sus familias. Siempre tiene
que consistir de carne, chicha y primera; “cuando hay buena comida ya no es fuerza”,
explican los challes.
193 Los campesinos de mayores recursos recurren casi exclusivamente a la minga para
organizar los trabajos en sus parcelas. Otra modalidad para acceder a la mano de obra es
el alquiler de una yunta, en retribución se recibe un día de fuerza por cada animal.
194 En resumen, la organización comunal no interfiere en el sistema de producción de la
familia campesina. La administración del riego se efectúa a través de los mismos regantes.
En los casos de conflictos graves no solucionados a nivel de la ronda, los campesinos se
dirigen a la Oficina de Aguas en Frías. Los acuerdos tomados respecto al uso colectivo de
los terrenos de mancomún dependen exclusivamente de los socios, aunque durante los
últimos años ellos han venido recurriendo a la directiva comunal en los casos de pugnas
por el uso de estos recursos.
195 Los campesinos de Challe arriendan sus tierras a campesinos foráneos sin que la
comunidad interfiera. Además, pueden trabajar tierras al partir con otros comuneros o
campesinos foráneos sin restricciones de la comunidad. Las estrategias empleadas para
acceder a la mano de obra necesaria se articulan preferentemente a nivel familiar; pero el
intercambio de fuerzas también puede ser realizado con campesinos de los caseríos
vecinos: Challe Chico o Liza. En Challe la ronda campesina no interviene en la sanción a
los campesinos que no cumplen con sus compromisos en el intercambio recíproco de
fuerzas, aunque hay indicios que esta organización podría dedicarse en el futuro a tales
casos.
196 La organización comunal interviene sobre todo para solucionar los conflictos por tierras y
en casos de herencia. Se ha convertido en una autoridad cada vez más reconocida en la
medida que garantiza a sus miembros una conducción pacífica de sus parcelas.
controla 263.50 hás. en Silincho. Como el traspaso se efectuó solamente en presencia del
teniente gobernador del sector, allegado a Chavelo L., éste posteriormente trató de
despojar a la familia A. de las tierras. Fue decisiva la intervención de la ronda campesina
de Challe, de la Central de Rondas y, a partir de 1989, de la comunidad de Challe para que
los A., campesinos de escasos recursos, pudieran seguir trabajando sus parcelas. En base a
este conflicto los campesinos pobres reconocieron que la organización comunal podía
convertirse en una herramienta para la defensa de sus intereses.
204 Considerando que muchos campesinos fueron desfavorecidos al efectuarse los traspasos 72
durante la fase del grupo campesino, todo traspaso realizado a partir de julio de 1989 era
aprobado en la asamblea comunal, respetando el derecho preferencial de los colindantes
y controlando que la cantidad pagada en dinero o en ganado por “indemnización de las
mejoras” fuera verídica.
205 La directiva comunal trató de favorecer mediante los traspasos a los campesinos con
menores recursos, lo que fue difícil de lograr puesto que el vendedor de la parcela fija en
forma independiente el precio de sus tierras. Hasta ahora muchos de los challes no han
podido adquirir parcelas en forma de traspaso. Es más, en caso de no encontrar un
comprador dentro de la comunidad se tendría que aceptar un foráneo, como explica el
presidente de la comunidad, hecho que no había ocurrido hasta diciembre de 1991. El 96%
de los comuneros encuestados están de acuerdo con la transferencia de tierras al interior
de la comunidad y lo justifican diciendo que: “todos necesitan comprar o vender... todos
sienten la necesidad”, pero solamente la directiva comunal y, en especial, el presidente de
la comunidad son conscientes del problema de acaparamiento de tierras.
206 La modalidad de control de los traspasos a través de la asamblea comunal responde a una
iniciativa que surgió entre los directivos de la comunidad, asesorados por dirigentes de la
Liga Agraria. Las autoridades comunales reconocieron que se trata de un instrumento
efectivo para evitar los conflictos de tierras. Sin embargo, aunque los comuneros acuden a
la asamblea en caso de traspasos, el 35% de los encuestados no está de acuerdo con el
control ejercido por la directiva.
207 La asamblea comunal se ha impuesto además como árbitro para resolver los problemas de
deslinde de tierras entre familiares y vecinos. La directiva efectúa una “vista ocular” y en
la siguiente asamblea se determina en el Libro de Actas los linderos exactos de las tierras
en conflicto73.
208 Para el arriendo de chacras también se recurre a la asamblea general, como en el caso de
un campesino que había arrendado “una arada” de tierras a otro y éste se negaba luego a
abandonar la parcela. La asamblea resolvió recomendando: “no hay que arrendar a gente
que no es de confianza” (LA-CC: diciembre 1990).
209 Asimismo, se acude a la asamblea para la división de terrenos por herencia. En Frías, las
tierras son distribuidas por lo general entre los hijos e hijas después del fallecimiento del
padre y la madre. Sin embargo, a veces ocurre que la viuda ya divide una parte de las
parcelas entre los herederos. Esta costumbre frecuentemente genera conflictos entre
hermanos y medio hermanos, como se comenta en Frías: “cuando son hijos naturales allí
viene el problema”. En estos casos, la asamblea, en presencia de todos los herederos y sus
respectivos testigos, procede a la repartición de las tierras, fijando los límites de cada
heredero en el Libro de Actas y otorgando los certificados de posesión.
210 El reconocimiento legal de la comunidad no ha resuelto los problemas con los campesinos
que exigían la titulación individual. Estos han pesistido en su oposición y, hasta fines de
102
1991, los directivos de la comunidad tenían que viajar continuamente a Piura para lograr
la titulación. Los “individualistas” han denunciado a la directiva comunal por usurpación
de funciones, argumentando que la mayoría de los comuneros no están a favor del
reconocimiento comunal. Como en Poclús, también en Challe Grande algunos campesinos
firmaron “con engaño” esta denuncia.
211 En diciembre de 1989 se recurrió otra vez al apoyo de la Liga Agraria y se organizó una
asamblea con la presencia de los directivos de la Liga. Se determinó que 77 de los
comuneros presentes apoyaban a la comunidad y solamente 4 estaban a favor de la
titulación individual. Los directivos de la Liga lograron además la participación del
Comandante del Puesto de la Guardia Civil de Frías, que se comprometió a apoyar y
respetar los acuerdos de la mayoría. En setiembre de 1990 Angel A., ex-presidente del
grupo campesino, y Chavelo L. fueron citados a la asamblea comunal para llegar a un
acuerdo. Ambos solicitaron a la comunidad el “proyecto de cambio de la modalidad
empresarial”, documento que contiene los datos sobre la medición de las parcelas de los
socios del grupo campesino, pero la mayoría decidió no entregar esta información.
212 En diciembre de 1990 se realizaron nuevas elecciones comunales, siendo reelegido Higinio
A., el anterior presidente. La intervención de los directivos de la Liga Agraria se expresó
en la elaboración de un “plan de trabajo comunal” para el nuevo período. Los trabajos
acordados se referían exclusivamente a la mejora de la infraestructura de la casa
comunal. La asamblea comunal ha continuado solucionando litigios por tierras y
controlando los traspasos. También ha intervenido en los conflictos surgidos en los
terrenos de mancomún y, cuando uno de los socios reclama la división definitiva de las
tierras, la asamblea comunal funciona como arbitro de la repartición de parcelas.
213 Puesto que el problema de la titulación sigue pendiente, periódicamente se organizan
actividades para cubrir los viáticos necesarios de los campesinos que llevan a cabo las
gestiones en Piura. Los campesinos decidieron que si alguien quiere asumir el trámite de
parcelación individual, la comunidad no se opondría.
214 La comunidad también interviene en el proceso de empadronamiento de los socios,
controlando que no se cometan irregularidades. Este procedimiento favorece a los
comuneros que en caso de conflictos recurren al padrón y reconocen lo allí dispuesto.
215 La organización comunal en Challe Grande se encuentra actualmente en proceso de
formación y los directivos cuentan con la autoridad suficiente para imponer normas que
no son del agrado de muchos de los campesinos en cuanto al control de los traspasos. La
insistencia de la directiva comunal es la que ha permitido que la asamblea funcione como
una instancia de control. Aparte de las multas y de los “latigazos”, la directiva comunal no
puede sancionar a los campesinos que no respetan los acuerdos tomados. Aquí, la
estrecha coordinación entre comunidad y ronda se desarrolla en favor de la comunidad.
De hecho, la ronda sanciona en caso de incumplimiento, siempre que la denuncia sea
respaldada por la directiva comunal.
216 Actualmente el 70% de los encuestados tiene conocimiento de que no se puede pertenecer
a dos comunidades campesinas. No es posible determinar con seguridad el número de
campesinos afectados por este dispositivo de la Ley de Comunidades. En Challe Grande se
teme que en el corto plazo habrá que empezar a solucionar estos casos, porque la vecina
comunidad de Altos de Poclús ya aprobó un reglamento interno que no permite a los
comuneros de Challe mantener su ganado en esta comunidad.
103
218 Por lo general, en cada sector de una comunidad se organiza un Comité de rondas, pero en
Challe Grande éste no es el caso. La comunidad está compuesta por dos sectores, Challe
Grande y Silincho. En este último sector es donde se originan los problemas internos
referidos al reconocimiento comunal. Hasta diciembre de 1991, los campesinos de
Silincho aún no habían organizado una ronda campesina. Algunos de ellos que están a
favor de la organización comunal participan en el servicio de ronda y en las asambleas del
comité de ronda de Challe Grande. La intervención de la ronda campesina en el conflicto
entre Chavelo L. y la familia A. se convirtió en el argumento con el que los campesinos
pudientes de Silincho justificaban su no integración a la ronda y traten de desprestigiar a
los ronderos de Challe Grande. Tampoco estos pudientes recurren a la ronda para
solucionar sus problemas, se dirigen a las autoridades en Frías.
219 Hasta el reconocimiento comunal, la intervención de la ronda se producía para resolver
los conflictos en los casos de herencia, cuando los herederos no lograban una división
satisfactoria de las tierras. La ronda intervenía con mucha paciencia, tratando de llegar a
un acuerdo entre todos los herederos. Actualmente se ha logrado delimitar claramente las
funciones de la asamblea comunal y de la ronda campesina. Ambas organizaciones se
complementan y hasta fines de 1991 no se han dado casos de paralelismo. Cuando la
asamblea comunal se dedica a cuestiones de tierras, los directivos comunales acogen con
agrado la participación del presidente de la ronda campesina que, como autoridad,
necesita estar informado de los arreglos.
220 El robo de ganado ha desaparecido casi por completo en esta zona y la ronda campesina se
dedica a la solución de daños en las chacras, conflictos entre regantes, pequeños robos,
pérdidas de animales, violencia entre parejas, chismes, “malas palabras” en caso de
borracheras. Además, asume el servicio de vigilancia durante las actividades organizadas
por comuneros o ronderos. Su intervención contribuye a la consolidación de la
comunidad y se ha convertido en la institución que garantiza una “vida tranquila” para
los campesinos de Challe Grande. Como en muchos caseríos del distrito de Frías, también
en Challe existieron “rateros” famosos que actualmente son fonderos ejemplares.
221 El presidente de la ronda, como el la comunidad, es un campesino joven de
aproximadamente 30 años. La buena relación entre la directiva de la comunidad y la
ronda es obvia: la juramentación de esta última se realizó en asamblea comunal, con la
presencia del presidente de la Central de Rondas Campesinas en El Común. Este, como ex-
presidente de la vecina comunidad de Pariguanás, insistió otra vez en la necesidad de
coordinar las acciones de ambas organizaciones y subrayó las obligaciones de los
comuneros-ronderos, enfatizando que los problemas de la comunidad deben ser resueltos
internamente.
104
222 En noviembre de 1989 los ronderos de Challe Grande seguían recurriendo a la Central de
Rondas en El Común para buscar recomendaciones sobre cómo proceder en los casos en
los que algunos campesinos se negaban a participar en el servicio de ronda. Sin embargo,
actualmente todos participan en la ronda de Challe Grande, y los ronderos no se
preocupan de los “divisionistas” de Silincho.
223 Después de la reforma agraria, el cambio más significativo para los campesinos de
Pariguanás ha sido dejar de pagar el arriendo. De hecho, la intervención de la hacienda en
la organización de la producción de los campesinos desde los años cincuenta había sido
mínima. Los arrendatarios trabajaban sus parcelas y disponían de turnos de agua para el
regadío sin mayor coordinación con el administrador y los empleados de Pariguanás.
224 Como en Poclús y Challe Grande, la autoridad del administrador de la hacienda incidía
significativamente en la solución de conflictos: intervenía sancionando a los campesinos
que habían causado problemas no sólo a la hacienda, sino también a los demás
arrendatarios. Por tanto, cuando desaparece el sistema de hacienda, los campesinos se ven
obligados a recurrir a las autoridades en la capital del distrito, la Guardia Civil o el
gobernador. Estas autoridades atendían casi exclusivamente a los campesinos que
“colaboraban”, es decir, aquellos que pagaban. Los conflictos internos entre ex-
arrendatarios se hicieron cada vez más agudos. En Pariguanás, donde se producía alcohol
de caña, las “borracheras” eran más frecuentes que en Poclús y Challe Grande y se
generaban innumerables pleitos, robos y una incertidumbre cada vez mayor que sólo se
resolvía recurriendo a las autoridades locales. Como lo comentan casi todos: “La mayoría
de la gente ya no se dedicaba al trabajo, sino a servirse de todo, de lo ajeno, se llevaban
una vaca, un toro, una mula, asaltaban las casas, robaban, hacían muertes. Y la justicia,
pues, es decir, el juez, nada...”. Como indica Ludwig Huber (1992:307), el vacío de poder
imperante después de la desaparición de las haciendas ha sido una de las razones para la
formación de las rondas campesinas en la sierra de Piura.
225 A fines de los años setenta, pequeños propietarios de los caseríos de la margen derecha
del Yapatera intentaron invadir las invernas de la hacienda en el sector de Santa Rosa y El
Faique. Los ex-arrendatarios de la hacienda, enterados de su condición de beneficiarios de
la reforma agraria, defendieron estas tierras y consiguieron limitar la invasiones.
226 En 1972, las invernas de la hacienda fueron vendidas a los arrendatarios más pudientes y a
algunos ganaderos residentes en Frías. Los ex-arrendatarios estaban informados de la
ilegalidad de las ventas, pero no impidieron que un reducido número de campesinos, los
de mayor poder económico, se beneficiara exclusivamente de las invernas de la hacienda.
En los contratos realizados entre el representante de la hacienda y estos campesinos no se
menciona la palabra “venta”, aparece, más bien, el “cobro” del arriendo de estas tierras
desde muchos años atrás.
227 En Pariguanás los propietarios lograron descapitalizar la hacienda: vendieron la
maquinaria agrícola y se llevaron el ganado para la venta en la costa. La alianza entre
propietarios y campesinos pudientes imposibilitó la defensa colectiva de los bienes de la
105
228 Como en todas las comunidades del distrito, la información sobre esta fase del proceso de
reforma agraria es difícil de obtener. Pocos campesinos la recuerdan, sólo cuentan que
“llegaron los asesores de Piura, llegaron a formar los grupos, midieron las chacras”. La
mayoría de los campesinos obedeció a las normas que sugerían los “ingenieros” de la
ciudad. Un anciano, ex-arrendatario de la hacienda, recuerda el pasado en Pariguanás:
“Entonces, después de los hacendados ya vino la ley de Reforma Agraria y vinieron
unos individuos midiendo los terrenos, a ver cuanto medían los terrenos que han
sido haciendas. Eso mandó el gobierno. A esos medidores. Así ha sido. Ahora ya está
dividida en comunidad campesina hay mandatarios en cada comunidad. En cada
comunidad hay uno que manda, se llama Presidente del Campesinado y también
hay otro comité, hay un Comité de Ronda, es para justificar a los rateros, a los que
viven rateando o peleando entre vecinos”.
229 En 1976, cuando llegaron los encargados de la Dirección de Reforma Agraria a Pariguanás
para informar sobre el procedimiento a seguir según la legislación de reforma agraria, la
primera acción fue empadronar a los potenciales beneficiarios y futuros socios del grupo
campesino, tarea que también en Pariguanás fue realizada por las autoridades locales, es
decir, los tenientes gobernadores de cada sector.
230 La solución de los conflictos por tierras la asumió, a partir de 1978, el presidente de la
Liga Agraria en coordinación con los funcionarios del Ministerio de Agricultura. El cargo
de vicepresidente de la Liga lo mantenía un joven campesino de Pariguanás, pero el
presidente actuaba sin coordinar con la directiva por lo que fue criticado por muchos
campesinos de Pariguanás, que desde entonces desarrollaron un especial interés por la
Liga Agraria, como se verá más adelante.
231 En mayo de 1978 se constituyó oficialmente el grupo campesino con 174 socios, en
presencia de un funcionario del Ministerio de Agricultura que “hizo una exposición del
proceso de Reforma Agraria, modalidad de adjudicación y organización del Grupo
Campesino” (Acta de Constitución, Archivo de la Comunidad)74. En esta ocasión se aprobó
“por unanimidad” el “Estatuto Interno del Grupo Campesino”. En setiembre del mismo
año, estos 174 campesinos, procedentes de los sectores de Santa Rosa, Las Aradas, Chamba,
Chonta, Pampa de Corral y parte de Cahingará, fueron oficialmente calificados para la
adjudicación de una parte del predio de Pariguanás. Los socios lograron previamente
eliminar del grupo a 16 campesinos que no conducían tierras dentro del ámbito de
Pariguanás.
232 La aprobación del “estatuto” del grupo campesino fue un mero formalismo, no tuvo
ninguna función normativa entre los socios. Las diferentes acciones de compra-venta de
tierras dentro del territorio del grupo se realizaron sin restricción alguna, en beneficio de
los propios socios, de pequeños propietarios de los caseríos de la margen derecha del río
Yapatera o de miembros de otros grupos campesinos. Estas ventas fueron certificadas por
los tenientes gobernadores de los diferentes sectores.
233 La primera directiva del grupo campesino, elegida en julio de 1978, integró al sector de
campesinos pudientes, pero también a dos campesinos acomodados de Frías que no
fueron arrendatarios de la hacienda y que ingresaron como socios al grupo por la compra
106
de tierras. Sin embargo, las gestiones fueron realizadas exclusivamente por el presidente
del grupo campesino, Marcial M., y el secretario y posterior gestor, Rolando L.
234 En 1978 la nueva directiva convocó a algunas asambleas y participó con delegados en la
elección del primer presidente de la Liga Agraria. Entre diciembre de 1978 y junio de 1984,
la dirigencia del grupo campesino siguió a cargo de Marcial M., que no debatió los
problemas de Pariguanás en las asambleas. Recién a partir de julio de 1984, los socios del
grupo discutieron sus asuntos en público y “los asambleistas acordaron por unanimidad
responsabilizar y denunciar a la persona que pretenda arrendar o subarrendar o
transferir tierras a personas extrañas a nuestra agrupación, a los cuales se les sancionará
de acuerdo al estatuto del Grupo Campesino” (LA-GC: junio 1984).
235 Como presidente del grupo campesino, Marcial M. intervino en la solución de los
problemas por linderos entre vecinos y en la repartición en los casos de herencia, con
frecuencia problemáticos: “no se querían dividir en partes iguales, todos querían las
mejores partes”. Si algún campesino no estaba de acuerdo con la intervención del
presidente del grupo, se dirigía a la Liga Agraria para que su caso fuera tratado en
segunda instancia. Esta situación era cada vez más desagradable para la directiva del
grupo, puesto que cada arreglo de este tipo demandaba reuniones con los campesinos
involucrados y, muchas veces, largas discusiones hasta llegar a una solución. “Los
arreglos que hacíamos eran inútiles, la Liga hacía nuevos arreglos”, explica Marcial M.
236 La composición de la directiva del grupo campesino y el reducido interés de los socios con
respecto a una organización impuesta desde fuera explican que durante los primeros años
el grupo campesino actuara en función de los intereses de los campesinos pudientes.
237 A comienzos de los años ochenta, por la intervención de los funcionarios del Ministerio de
Agricultura, se inicia una discusión sobre el cambio de la modalidad empresarial. Entre las
opciones que tenían los socios nunca figuró la transformación en una cooperativa: “se iban
a la quiebra”; en cambio, la opción de los campesinos ganaderos fue la titulación
individual, apoyada por el presidente del grupo. Las ventajas eran claras: permitía vender
parte de sus tierras, arrendar o “dejar encargado”. Pero la gran mayoría estaba a favor de
la transformación en comunidad campesina, sugerida por los técnicos del Ministerio de
Agricultura.
238 Finalmente, en setiembre de 1984 los campesinos de mayores recursos ya no se opusieron
a la conversión en comunidad campesina. Actualmente argumentan que fue “por respeto
a la mayoría”, pero es posible que también pesara en su decisión los altos gastos que
demandaba una titulación individual: “Tenían que vender harto ganado y se les hacía
difícil”, explica Marcial M., que en abril de 1985 logró el reconocimiento legal de la
comunidad campesina.
239 El territorio de la actual comunidad campesina se extiende entre los 1,000 y 3,000 metros
de altura y abarca una extensión total de 3,208.44 hás. Las tierras de Pariguanás colindan
al norte con Los Altos, zona que pertenece al vecino distrito de Sapillica; al oeste, en el
Portachuelo de Chamba, con la comunidad de Geraldo; al sur-oeste, el cerro de Cahingará
es la frontera con la comunidad de Silaguá; al sur y sur-este, las tierras de la comunidad
limitan con la margen derecha del río Yapatera. Finalmente, al este, la quebrada de
Silincho es la frontera entre las comunidades de Pariguanás y Challe Grande (ver mapa
12).
107
240 Según el plano catastral, la comunidad dispone de 1,160.80 hás. bajo riego, 844.07 hás. de
secano y 1,203.57 has. de bosques y pastos naturales.
241 Las aguas que bajan de las quebradas de Chamba, de Pariguanás, de Silincho que más
abajo es denominada quebrada de Común, y otras pequeñas quebradas alimentan los
canales de riego. También aquí el número de regantes que dependen de una misma
acequia para el riego de sus parcelas es relativamente reducido. La organización de los
turnos de riego requiere solamente una coordinación entre un máximo de 19 regantes
108
(Padrón de Regantes del Sector XIV: Agencia Agraria Frías). Sin embargo, esto no implica
que el riego de las chacras se pueda efectuar en forma permanente. En octubre, a fines de
la temporada de verano, el agua escasea y los turnos no son suficientes para regar la
extensión total de las parcelas.
242 Los productos de mayor importancia sembrados bajo riego en esta comunidad son: caña
de azúcar, guineo y café, predominantes en los sectores Santa Rosa, El Faique, Chamba
hasta Pariguanás, es decir, entre los 1,000 y 2,000 metros. Además, las aguas de riego son
utilizadas para las invernas que, como en las demás comunidades de Frías, se siembran con
paja chilena y pasto elefante desde los 1,000 hasta alrededor de 2,200 metros de altitud.
243 El producto de secano de mayor importancia es el maíz que se siembra en las faldas de los
cerros hasta los 2,000 metros en todos los sectores, es decir, en Santa Rosa, El Faique,
Chamba, Pariguanás y, en menor extensión, en Rinconada de Pariguanás. En cambio, el
trigo y la arveja se siembran solamente en pequeñas extensiones de la parte alta desde los
2,200 metros, sobre todo en el sector de Rinconada de Pariguanás, también denominado
Chinchín, y en las alturas del cerro Cahingará.
244 En la parte alta de la comunidad, a partir del sector de Rinconada de Pariguanás, se
encuentra la zona de bosques naturales, la montaña de Chonta. Se trata de terrenos
conducidos en forma individual por familias campesinas, que “sueltan” el ganado en
época de invierno o proceden a rozar las extensiones necesarias para iniciar la siembra de
arveja o trigo. Como bosque primario se cuenta solamente con una reducida extensión en
la zona de Chonta.
245 La comunidad de Pariguanás no dispone de tierras comunales. Los lotes conducidos por
las diferentes familias están cercados, ya sea por pequeñas pircas, por cercos naturales de
eucalipto, pajul u otras variedades nativas como chirimoyo, guabo, lúcumo y cabuya, o
por cercos de alambres de púas que limitan mayormente a las grandes invernas del sector
de Pariguanás. Muchas familias campesinas disponen de una extensión de monte, tierras
que no se siembran y se destinan al abastecimiento de leña y madera para la construcción
de casas, trancas para los cercos o “puertas de golpe” a la entrada de las chacras. Si la
presión sobre las tierras es baja, estos terrenos no se reparten y pueden ser utilizados en
forma colectiva, mancomún, por todos los herederos.
246 Los datos sobre la diferenciación interna de los campesinos de esta comunidad están
basados en la información que contiene el padrón de tierras de Pariguanás. Los 364
comuneros inscritos hasta setiembre de 1991 conducían parcelas entre 0.5 hasta 37 hás. 75.
Como en las demás comunidades estudiadas, la forma más representativa de conducción
de las tierras dentro de la comunidad es el usufructo de varias parcelas nucleadas en
pocos “lotes”76. El 49% de los comuneros conduce un solo lote, cuya extensión puede
variar entre 0.5 y 20 hás.; el 41% conduce 2 lotes y solamente el 10% conduce entre 4 y 10
lotes diferentes; sin embargo, la conducción de un mayor número de lotes no significa
una conducción mayor de hectáreas.
109
247 El acceso a las tierras dentro de la comunidad puede tener los siguientes orígenes:
248 a. Haber sido arrendatario o hijo de arrendatario de la hacienda de Pariguanás.
249 Los arrendatarios de la hacienda usufructuaban diferentes parcelas, por lo general
agrupadas alrededor de la vivienda. Podía tratarse de tierras irrigadas y/o de temporal.
250 b. Haber comprado tierras a la hacienda a comienzos de los años setenta.
251 Cuando la hacienda decidió vender las tierras trabajadas en forma directa, es decir, las
invernas, pocos fueron los campesinos que se beneficiaron de ello y que en la actualidad no
permite conducir entre 15 y 30 hás. irrigadas.
252 c. Haber invadido tierras de la hacienda a comienzos de los años setenta.
253 Se trata solamente de un pequeño número de campesinos de los caseríos de la margen
izquierda del valle de Yapatera, que invadieron una parte de las invernas de la hacienda
ubicadas en el sector El Faique.
254 d. Haber comprado tierras de campesinos desde la formación del grupo campesino hasta
el reconocimiento de la comunidad en 1985.
255 Las ventas de tierras fueron usuales en estos años. La costumbre local implicaba que en
estas ventas se debía dar derecho preferencial a los vecinos; sin embargo, hasta fines de
los años setenta, este derecho fue respetado en pocos casos por la falta de control sobre la
venta de tierras. En consecuencia, algunos campesinos de Frías y de otros caseríos se
beneficiaron de estas ventas y actualmente conducen tierras dentro de la comunidad.
256 e. Haber traspasado un terreno a otro comunero, modalidad que se impone desde el
reconocimiento de la comunidad.
257 La comunidad campesina ejerce un control cada vez mayor sobre los traspasos y ahora son
los comuneros de Pariguanás los que se benefician de estas transacciones. Estas se
efectúan en presencia de la directiva, que verifica en la asamblea comunal siguiente si los
vecinos están de acuerdo con el traspaso. Si bien los vecinos tienen la preferencia, en caso
de que estos no puedan abonar el dinero exigido se recurre a otros compradores dentro
de la comunidad77.
258 Estas diferentes formas de acceso a las tierras dentro de la comunidad han favorecido la
concentración de varias parcelas, ubicándolas en pocos lotes. Una conducción así
beneficia a los campesinos no solamente por la ubicación cercana a la vivienda, sino
también porque permite reducir las posibilidades de “daño” en las chacras vecinas.
110
269 En abril de 1985 los campesinos de Pariguanás lograron obtener el reconocimiento legal
de la comunidad. Por dos períodos, hasta fines de 1988, asumió la directiva comunal
Marcial M. Con la elección de este presidente, que fue dirigente del grupo campesino
durante los siete años precedentes, los campesinos delegaron la conducción de los
asuntos comunales a un campesino de gran poder económico80.
270 Hay varias razones que permiten entender esta elección. Pertenecer al sector pudiente
implica para muchos campesinos no sólo una menor probabilidad de ser denunciado, sino
además mejores condiciones para ganar los posibles juicios. En la sierra de Piura, en caso
112
de surgir problemas entre campesinos, es frecuente que una de las partes recurra al poder
judicial para denunciar a la oposición. Los juicios significan fuertes gastos, sobre todo en
Frías, donde las denuncias se remiten a la capital de provincia, Ayabaca. Hasta fines de
1991, a los ojos de la mayoría de los campesinos fríanos, un juicio en Ayabaca se resolvía a
favor de la parte de mayores recursos, en la medida en que ella estaba en condiciones de
pagar las mayores coimas. De hecho, las aspiraciones personales de un dirigente rico son
consideradas menores; en consecuencia, el riesgo que un campesino de mayores recursos
aproveche su posición de dirigente para su enriquecimiento personal es menor.
Finalmente, los campesinos estimaban el trabajo realizado por Marcial M. a la cabeza del
grupo campesino y sus gestiones para el reconocimiento comunal.
271 A partir de 1985 la directiva comunal tomó algunas medidas para garantizar el orden
interno. La comunidad de Pariguanás se compone de seis sectores: Rinconada de
Pariguanás, Pariguanás, Chamba, El Faique y Santa Rosa. La directiva decidió dar una
mayor participación a los diferentes sectores y se planificó reuniones periódicas con la
participación de las autoridades de cada sector; es decir, del teniente gobernador, del
agente municipal y del presidente del comité de ronda. Entre 1985 y 1988 sólo se
realizaron dos “asambleas de directivos”. La primera se realizó a fines de 1986, cuando el
arriendo de tierras a foráneos seguía siendo uno de los problemas más serios para la
directiva: “Por lo cual se acordó pasar oficio a todos los subarrendatarios81 haciéndoles
conocer por primera vez y por segunda que se prohíban a subarrendar o tener tierras en
negocio a gentes ajenas de nuestra comunidad. También se hace conocer que en caso
contrario serán sancionados y multados de acuerdo a la ley de la comunidad, y las tierras
pasarán a poder de la comunidad, para que se beneficien dichos comuneros sin tierras”
(LA-Asambleas de Directivos: diciembre 1986).
272 Las sanciones mencionadas no se aplicaron y la modalidad de “arriendo” no pudo ser
erradicada por completo.
273 Uno de los requisitos para la inscripción de la comunidad en los Registros Públicos es la
elaboración del “Reglamento o Estatuto Interno”. En el caso de Pariaguanás, éste se
aprobó en julio de 1986. Se trata de una copia de la Ley de Comunidades Campesinas
vigente en aquellos años. La problemática específica de Pariguanás es mencionada sólo en
forma marginal, prohibiendo “los traspasos clandestinos”. En relación a los requisitos
para ser considerado comunero se determinó lo siguiente: “Tener residencia dentro de la
comunidad o lugar cercano que le permita participar normalmente en las actividades
comunales” (Cap. I: De los comuneros por nacimiento y por obligación, Art. II, inciso c):
LA-CC: julio 1986).
274 La función normativa que ejerce este reglamento interno al interior de la comunidad es
sumamente restringida. En setiembre de 1991, el 52% de los comuneros encuestados no
estaba informado de su existencia.
275 Otra de las actividades realizadas por la directiva comunal durante estos años fue el
empadronamiento de los comuneros que se inició en noviembre de 1985. Respecto al
procedimiento de inscripción de los comuneros en 1987 es necesario destacar otra vez
que: “... comprometiéndose a cumplir dicho empadronamiento y prometiendo dejar las
malas costumbres, sea por litigio de tierras, sea por juicios, o por subarriendo de tierras a
otros comuneros ajenos, y quedando definitivamente prohibido el subarriendo y
acaparamiento de tierras dentro de nuestra comunidad campesina” (LA-CC: junio 1987).
113
276 El interés de los campesinos por el empadronamiento de sus tierras se explica en parte
porque el Banco Agrario exigía a los comuneros como requisito para otorgarles crédito
presentar los certificados de posesión con información sobre la extensión de las tierras
conducidas, basándose en el padrón comunal y firmado por el presidente de la
comunidad. Otro factor que explica este interés está relacionado con el hecho que la
información referente a las tierras empadronadas serviría en el futuro para determinar,
en caso de litigio, los linderos y la extensión de tierras conducidas por cada comunero.
277 La asamblea comunal determinó expresamente que, en cuanto a transferencias de tierras,
no tolerarían la intervención del Juez de Paz y de los directivos de la Liga Agraria. Esta
medida sólo pudo ser impuesta mediante la amenaza de no proceder al empadronamiento
de tales tierras.
278 Durante el gobierno de Alan García se crearon diferentes programas de apoyo para las
comunidades campesinas. A fines de 1991, en pleno proceso de ajuste económico y de
desactivación de la banca de fomento, el 19% de los comuneros encuestados todavía
opinan que la ventaja del reconocimiento legal de una comunidad campesina es el acceso
a estos programas de asistencia y, a la pregunta respectiva, respondían que a partir del
reconocimiento “hay más apoyo”. En 1986 el presidente de la comunidad, después de
participar en el “Rimanacuy”, regresó a la comunidad con las propuestas de Alan García.
De allí que las solicitudes de apoyo, dirigidas a la oficina zonal de la Micro-Región,
contengan la frase: “... ya que estamos enterados que nuestro gobierno en el pasado
RIMANACUY ofreció apoyo en todo a nuestras comunidades campesinas”.
279 En 1986 la comunidad de Pariguanás recibe mediante el FOCCAN un aporte económico
destinado a la compra de semillas mejoradas, productos veterinarios y motobombas.
Finalmente, este dinero se invirtió en la construcción de la casa comunal. En 1987, las
propuestas de inversión presentadas a la Micro-Región también se refieren a actividades
productivas, planteándose el mejoramiento del ganado y el pago de un técnico, pero,
igualmente, los fondos recibidos se invirtieron en la construcción de la casa comunal. Esta
construcción fue la única actividad que se realizó mediante faenas comunales82. La
asamblea comunal impuso a los “faltosos” multas que correspondían a un jornal; además,
recibían “siete latigazos”.
280 En 1988 los montos recibidos se invirtieron en la instalación de un “banco de insumos y
tambo comunal” para abastecer a los campesinos con productos de primera necesidad y
mejorar la infraestructura de las escuelas en los diferentes sectores (ver cuadro 29).
Durante estos años se observa una débil asistencia de los campesinos a las asambleas, lo
que estaría indicando que ellos no participaban realmente en la toma de decisiones sobre
los programas de apoyo. En Pariguanás este tipo de apoyo no llegó a fomentar el
desarrollo de las actividades agropecuarias, pero hay que subrayar que en esta comunidad
no surgieron conflictos por la administración de los fondos, como en Poclús y Challe
Grande.
281 En febrero de 1990 la comunidad de Pariguanás recibió como donación del gobierno un
tractor con un arado acoplable. La directiva comunal se dirigió a Bernal (Bajo Piura) para
recibir la donación en presencia del Presidente de la República, Alan García. El tractor, en
vez de facilitar la modernización del agro y el incremento de la producción, dio lugar a
cada vez mayores problemas en la comunidad. En los meses siguientes, durante las
asambleas, se produjeron grandes debates sobre la maquinaria, “que no podría
beneficiarnos por falta de carretera” (LA-CC: abril 1990). Se propuso la compra de un
114
está dispuesta a realizar la repartición. Para evitar los problemas entre diferentes
herederos, actualmente la inscripción de una repartición de tierras en el padrón comunal
es aceptada sólo si se hace en presencia de todos los familiares. Cumplir con este requisito
no es fácil para muchos campesinos: algunos de los hermanos pueden haber migrado a
Lima o a la selva. Sólo cuando estos presentan una carta renunciando a su parte de la
herencia se puede proceder a la inscripción.
288 Asimismo la comunidad interviene en los conflictos originados como producto del
tránsito de los caminos que atraviesan chacras ajenas. En la asamblea comunal se
discuten estos asuntos y todos los presentes tienen el derecho de intervenir. Cuando no se
llega a una solución definitiva, se opta por una “inspección ocular”. Se fija una fecha
entre los directivos y los demás involucrados y se solicita la presencia del comité de ronda
del sector. Finalmente, se firma un acta en el Libro de Arreglos de la comunidad. La
asamblea, además, puede ordenar a un vecino que construya nuevos cercos alrededor de
sus chacras para impedir que sus animales sigan haciendo “daño” en las tierras de los
demás.
289 Sin embargo, no todos los arreglos realizados mediante la intervención de la asamblea son
aceptados por los campesinos involucrados; algunos todavía recurren al poder judicial
para denunciar a la directiva comunal. Esto ya no causa grandes preocupaciones a los
dirigentes, que insisten en la autonomía comunal en cuanto a la resolución de problemas
por tierras: “si quieren gastar su plata que vayan nomás”. Entre el campesinado de
Pariguanás se desarrolla lentamente una conciencia acerca de las posibilidades que
implica el hecho de pertenecer a una comunidad campesina y se advierte a los
campesinos sobre las actividades de muchos “malos abogados y tinterillos” que solamente
“quieren sacarles plata”. Se afirma insistentemente que la solución de todo tipo de
problema debe buscarse en la asamblea, expresión de la autoridad máxima de la
comunidad.
290 La asistencia de los comuneros a las asambleas aumenta en forma considerable. Las
multas cobradas por la directiva a los comuneros que no asisten corresponden a cinco
jornales (S/. 5.00). En setiembre de 1991 se perdonaba la falta a una asamblea solamente si
se enviaba la excusa que justificaba la ausencia: “no es falta si se pide permiso”.
291 Durante este período se concluyó la campaña de “carnetización” de los socios. Se trataba
de carnets diseñados de forma similar a la libreta electoral. Contienen información sobre
la residencia del comunero, el número de inscripción en el padrón comunal, aparte de los
datos personales, como fecha de nacimiento, estado civil y grado de instrucción escolar.
Pariguanás es la única comunidad del distrito que ha otorgado carnets a sus socios. Estos
carnets serán necesarios en el futuro para beneficiarse de los servicios que la nueva
Central de Comunidades Campesinas de Frías proporcionaría a los miembros de las
comunidades campesinas del distrito.
292 Continúa organizándose la fiesta por el aniversario de la comunidad, y para disponer de
fondos comunales surgió la propuesta de cobrar cuotas a los comuneros de acuerdo a la
extensión de tierras que conducen dentro de la comunidad (S/. 0.5 por hectárea,
correspondiente en esa fecha a medio jornal).
293 Las discusiones en la asamblea comunal reflejan las preocupaciones de los campesinos,
incluyendo la organización de las fiestas. Para muchos campesinos en Frías, una fiesta en
Pariguanás equivale a una muerte. Hasta hace pocos años, antes de la formación de la
ronda, se decía “hubo una muerte, pasó buena la fiesta”. En las vísperas de las velaciones
116
se decidió discutir sobre la venta de primera: “hay una bebezón y pasa una muerte”,
expresa el tesorero de la comunidad. Dos años antes, en 1989, durante la fiesta murió un
campesino. Después de largas discusiones se determinó que en toda la comunidad no sería
permitida la venta de cañazo durante las velaciones, pero podrían organizarse bailes
“secos”, aunque muchos presentes argumentaron que “sin primera no habrá baile”. Para
garantizar que este acuerdo fuera respetado, todos concordaron que la multa debía ser
alta y se fijaba la cantidad en S/. 10.00 (o sea, 1.5 latas de primera).
294 En resumen, en la comunidad de Pariguanás la organización comunal ha logrado
lentamente constituirse como una institución que garantiza una vida pacífica para los
comuneros. El 94% de los comuneros encuestados reconoce la ventaja de una intervención
de la asamblea comunal en los casos de traspaso86 de terrenos. Actualmente, para los
campesinos de Pariguanás el hecho de ser socio de la comunidad significa “más respeto,
más organización, se vive en más armonía, se vive más tranquilo, se vive mejor”.
295 Todos los campesinos concuerdan en que la organización comunal debería ser
aprovechada para lograr el desarrollo y el progreso de los comuneros. Plantean que la
directiva comunal debería asumir nuevas funciones y gestionar programas de apoyo del
Estado o de las ONG para tener acceso a la tan deseada “asistencia técnica”, referida sobre
todo a programas de mejoramiento ganadero. Del apoyo técnico se espera una
contribución al aumento de la productividad y la expectativa en relación al gobierno es
mejores precios, a fin de que un buen año agrícola no siga siendo un mal año económico.
Para los campesinos de Pariguanás la construcción de la nueva carretera Platanal-Frías es
un paso hacia el “desarrollo”.
296 Las expectativas de los campesinos respecto del Estado siguen siendo altas, no obstante
que las políticas del actual gobierno han tenido fuertes repercusiones para los campesinos
de Pariguanás. Entre otras, tenemos que ahora las comunidades no cuentan con créditos y
sus hijos ven cada vez más restringidas las posibilidades de encontrar trabajo, aunque sea
en forma temporal en la costa. Sorprende que bajo estas circunstancias todavía el 64% de
los encuestados opine que “el gobierno” representa los intereses del campesinado.
299 En un primer momento, la reforma agraria no trajo consigo grandes cambios para los
campesinos de Silaguá: salió el administrador y ya no se entregó parte de la cosecha a la
hacienda. La única inverna conducida directamente por la hacienda se vendió a un
campesino. Los arrendatarios, destajeros y subarrendatarios siguieron trabajando sus tierras
en la forma acostumbrada.
300 La información sobre el proceso de reforma agraria se difundió lentamente. Los arrieros,
los yunganos que venían de Chulucanas y los comerciantes de ganado de la costa traían las
noticias de los cambios en el Alto Piura; informaban sobre las tomas de tierras en las
primeras haciendas afectadas y sobre el proceso de organización de las cooperativas.
También se obtenía información sobre el proceso de reforma agraria, cuando se
producían los viajes a la capital del distrito, a unas 3 horas de Silaguá y unas 5 horas de
Barranco Blanco.
301 Al igual que en las demás comunidades campesinas de Frías, en Silaguá el proceso de
reforma agraria se operativizó a partir de la llegada de “los ingenieros” en 1976. Eran los
técnicos del Ministerio que llegaron de Piura para informar sobre los procedimientos que
los campesinos tenían que seguir para ser considerados como beneficiarios de la reforma
agraria y lograr la adjudicación de las tierras de la hacienda. Los campesinos de Silaguá
siguieron las indicaciones de los “ingenieros” y también aquí la primera acción concreta
para los arrendatarios y destajeros fue el empadronamiento de las tierras que estaban
conduciendo. Esta tarea fue encomendada a los tenientes gobernadores de los diez
sectores: Chupicarume, Silaguá, Cahingará, Pilán, Loma de Guabal, Ramada Grande,
Ramada Chica, Barranco Blanco, Guanábano Alto y Chililique Alto. El amplio territorio de
Silaguá resultó un serio impedimento para el empadronamiento; solamente un reducido
número de campesinos se acercó a los tenientes gobernadores para inscribirse.
302 En 1978, la formación del grupo campesino incluía la realización de las primeras
elecciones entre los arrendatarios. Eligieron a Eduardo L. como presidente del grupo
campesino. En este caso, la razón principal para elegir a un campesino que no contaba
con grandes recursos económicos, fue la trayectoria de Eduardo L. desde fines de los años
sesenta, cuando esta persona se perfila como líder por su actuación en la construcción de
la escuela. Hasta comienzos de los años sesenta, los padres de familia que no podían
enviar a sus hijos a estudiar en Frías contrataban a un profesor en Silaguá. Eduardo L.
impulsó la construcción de una escuela en el pueblo y tramitó la designación de sus
profesores. En negociaciones con la administración de la hacienda consiguió el terreno y,
posteriormente, organizó con los arrendatarios de Silaguá la construcción del local.
118
303 Cuando el número de alumnos aumentó, Eduardo L. encabezó la comisión que viajó varias
veces a Lima para ofrecer al representante de la hacienda, Juan Checa Solari, la casa
construida por los arrendatarios para la escuela a cambio de la casa-hacienda que estaba
desocupada durante la mayor parte del año. El hijo de Eduardo L. recuerda que durante
estas gestiones en Lima la comisión de Silaguá era apoyada por Paulino C, residente en
Lima y casado con una silagueña, que trabajaba en el Congreso. Fue Paulino C. quien
contactó a L. con algunos parlamentarios piuranos, entre otros con Juan Palacios Pintado.
Palacios no solamente los apoyó durante las negociaciones con Juan Checa Solari, sino
también en las gestiones ante el Ministerio de Educación.
304 Doce años después, en agosto de 1976, un grupo de silagueños residentes en Lima,
conjuntamente con Eduardo L. y otros campesinos de Silaguá, organizaron la celebración
del aniversario de la creación de la escuela en Silaguá. Lo hicieron en agradecimiento a
todos los que habían apoyado a las gestiones exitosas de 1964, “en el Congreso de la
República, con la respectiva partida para su funcionamiento, con buena ayuda de los
señores parlamentarios piuranos de aquel año” (Programa de la celebración: Archivo
Comunal)87. No solamente participaron los residentes de Silaguá y otros frianos en Lima,
se invitó también a los parlamentarios piuranos y al prefecto del departamento de Piura.
El prestigio adquirido por Eduardo L., su experiencia en cuanto a las gestiones y los
contactos que tenía en Lima fueron determinantes para su elección como presidente del
grupo campesino.
305 El grupo campesino estableció una estrecha coordinación con la Liga Agraria y, cada dos o
tres meses, organizaron asambleas para informar sobre el estado de las gestiones en el
Ministerio de Agricultura y solucionar algunos problemas internos. A partir de 1979, la
directiva del grupo campesino empezó a discutir en las asambleas los traspasos de
terrenos y la división de tierras en caso de herencias. En 1980 la asamblea decidió
nombrar delegados de los diferentes sectores para garantizar una mejor coordinación
dentro del amplio territorio del grupo. En agosto de ese mismo año el número de socios
del grupo campesino había aumentado a 351.
306 En enero de 1982 el presidente informó a los socios sobre las indicaciones recibidas en
Piura. Los grupos campesinos debían “transformarse en cualquier empresa prevista en la
legislación de Reforma Agraria, por ser transitorios” (LA-GC: enero 1892). Como
propuestas de transformación fueron presentadas a la asamblea la conversión en
cooperativa, comunidad campesina o “liquidación del grupo para individualizarse”. Los
campesinos presentes decidieron por la transformación en comunidad campesina.
Nombraron un gestor y acordaron aportar cuotas para las gestiones posteriores. Además,
se determinó actualizar el padrón, descalificando a todos los socios fallecidos y
registrando “a todos los campesinos que conducen tierras en el ámbito del Grupo
Campesino” (LA-GC: enero 1892).
307 También en Silaguá la transformación en comunidad campesina obedeció a factores
externos, dispuestos por la legislación agraria. De hecho, pesaron las sugerencias de los
encargados del Ministerio de Agricultura que habían optado por impulsar la creación de
comunidades campesinas en la sierra piurana.
308 No obstante, en Silaguá también existieron factores internos que propiciaron la opción
por la comunidad. En la parte baja de Silaguá existía un terreno de mancomún, un fundo
denominado El Papayo. En la época del grupo campesino se dieron algunos intentos de
cercar parte de estas tierras para venderlas a campesinos de la parte alta —por ejemplo,
119
de Challe Chico— lo que la directiva logró impedir. Además, el grupo campesino de Río
Seco, que colinda en la parte baja con las tierras de Silaguá, reclamaba las tierras de El
Papayo y los directivos de Silaguá tuvieron que viajar varias veces a la parte baja, a
Pampas de Pilán, para deslindar con los campesinos de Río Seco. Las posibilidades legales
que ofrecía la transformación en comunidad permitían proteger el mancomún; por lo
tanto, esta opción resultaba interesante para los campesinos. La titulación individual no
fue considerada en Silaguá y, finalmente, en marzo de 1983, los 391 socios del grupo
campesino lograron el reconocimiento oficial de la Comunidad Campesina José Olaya de
Silaguá.
309 El territorio de la comunidad de Silaguá abarca una extensión total de 6,920.74 hás. de
tierras del predio Pariguanás, adjudicadas en 1983 (Ministerio de Agricultura, Dirección
de Catastro, abril 1980; documento en poder de la directiva comunal). Se trata de la
comunidad más extensa del distrito de Frías. Según los informes de la Dirección de
Reforma Agraria y Asentamiento Rural, Silaguá cuenta con 493.40 hás. de tierras bajo
riego, 4,787.16 hás. de tierras de secano y 1,640.18 hás. de bosques y pastos naturales. La
comunidad se encuentra en la parte baja del distrito de Frías, sus tierras se extienden
desde 400 hasta 2,200 metros de altura. El centro de la comunidad, el caserío Silaguá, se
encuentra a tres horas de camino de la capital del distrito; en cambio, desde los sectores de
Chililique Alto, Ramada Grande o Guanábano Alto se requieren más de 5 horas de camino
para llegar a Frías.
310 El territorio de Silaguá colinda al norte con la comunidad de Geraldo y la comunidad de
Las Cuevas; esta frontera la constituyen los cerros Orqueta, Pilán y La Silla. El límite oeste
es el cerro Ramada o Pilán88, frontera con la vecina comunidad de Río Seco. Al sur y sur-
este la frontera de las tierras comunales la determina el río Yapatera y, al este, el cerro
Cahingará es el límite con la comunidad de Pariguanás (ver mapa 13).
311 Silaguá dispone de la menor extensión de tierras irrigadas entre las comunidades
estudiadas. Las aguas para el regadío de las chacras provienen de tres pequeñas
quebradas: Pilán en el valle de Silaguá, El Mango y Palo Amarillo. La mayor limitante para
el riego es el bajo caudal de las aguas lo que no permite ampliar los sistemas de irrigación.
Por otra parte, las tres quebradas son estrechas y sólo permiten el riego de pequeñas
playas en los fondos de valle. Los sistemas de regadío son simples y agrupan a un reducido
número de regantes en las diferentes tomas.
312 Bajo riego se siembra de preferencia caña de azúcar, y la primera que se elabora en el valle
de Silaguá es de excelente calidad. También se siembra guineo, café, yuca, camote, frijol
de palo, zanahoria blanca (arracacha) y algunos frutales, como naranja y papaya. Todos
estos productos son sembrados entre los 600 y 1,400 metros, donde el riego permite
también mantener pastos en pequeñas invernas.
120
313 En los terrenos de temporales en las laderas de los cerros se siembra maíz y, hasta los
1,000 metros, la zarandaja. El maíz se siembra hasta 5 años consecutivos, luego se deja
descansar los terrenos entre 3 y 20 años, convirtiéndose en monte. En la parte alta, por
ejemplo, en las laderas del cerro Cahingará, entre 1,500 y 2,000 metros, se siembra, pero
poco, trigo, arveja y haba. Estas tierras también descansan cuando los campesinos
determinan que los rendimientos son bajos. Por lo general, los campesinos de esta zona
no emplean fertilizantes: por un lado, por los altos precios y, por otro lado, argumentan
que “la tierra se acostumbra a la úrea y después cuando no hay ya no da bien”.
314 Silaguá es la comunidad que dispone de la mayor extensión de tierras comunales, de
mancomún como son denominadas estas tierras en Frías. El ganado vacuno se mantiene en
las pequeñas invernas, en los rastrojos después de la cosecha del maíz o suelto en el monte.
Los campesinos de los sectores cercanos al mancomún de El Papayo son los que más se
benefician de estos recursos comunales.
315 El uso colectivo de los recursos forestales y de los pastos naturales data de la época de la
hacienda, cuando los arrendatarios y la hacienda se beneficiaban de la madera y los pastos
de El Papayo. Desde fines de los años sesenta la hacienda ya no manifestaba interés por
estos recursos que eran aprovechados mayormente por los arrendatarios. Estas tierras
comunales se encuentran entre los 400 y 1,000 metros, pero se desconoce su extensión
exacta, calculada por los campesinos entre 300 y 1,000 has. Se trata de una zona de
bosques naturales donde se encuentra variedades como ceibo (Bombax riuzii), hualtaco (
Loxopterygium hauasango), palo santo (Bursera graveloens), chamelico (Celtis), así como
papelillo (Bougainvillea spect.) y achupalla (Puya spp.).
316 Todos los socios de la comunidad tienen el derecho de soltar sus animales en El Papayo, así
como el derecho de utilizar la leña. La directiva de la comunidad ha hecho diferentes
intentos orientados a controlar el uso de este único recurso comuna!, proponiéndose
limitar el número de ganado que cada campesino lleva a esta zona. Actualmente, los
campesinos de mayores recursos ganaderos son los que más se benefician de estas tierras,
al igual que los campesinos de los sectores más cercanos. Las tentativas de reglamentar el
uso de la madera tampoco han tenido éxito. Hasta ahora la comunidad no ejerce ningún
121
323 El acceso a las tierras dentro de la comunidad de Silaguá obedece a los siguientes
orígenes:
1. Haber sido arrendatario o hijo de arrendatario de la hacienda de Pariguanás. Los arrendatarios
disponían de diferentes tipos de parcelas, agrupadas mayormente alrededor de la vivienda.
Si se trataba de tierras bajo riego, éstas se encontraban cercadas y eran trabajadas durante
muchos años seguidos por la misma familia campesina; por eso, en estas tierras se
encuentran cultivos permanentes como guineo, caña y café. Por otro lado, disponían de
terrazgos, terrenos de temporal para la siembra de maíz, que se encontraban en los potreros
de la hacienda y eran aprovechados para el ganado después de las cosechas por todos los
terrasgueros. Las diferentes parcelas no estaban cercadas.
2. Haber sido destajero o hijo de destajero de la hacienda Pariguanás. Estos campesinos disponían
de grandes extensiones de tierras de temporal y se dedicaban principalmente a la ganadería
y a la siembra del maíz.
3. Haber sido subarrendatario de un destajero de la hacienda Pariguanás. Los destajeros eran
libres para subarrendar tierras a campesinos del mismo Silaguá o de otros caseríos; los
subarrendatarios dependían exclusivamente del destajero que recibía el arriendo.
4. Haber obtenido mediante traspaso89 el terreno de una familia de Silaguá. Durante la época del
grupo campesino estos traspasos fueron realizados también con campesinos de otros sectores
que no pertenecían al grupo. A partir de 1983, sólo se benefician de los traspasos los socios de
la comunidad.
5. Haber comprado tierras a la hacienda de Pariguanás. En Silaguá sólo un campesino compró
una inverna a la hacienda.
6. Haber arrendado tierras a un ex-destajero o a un comunero que poseía grandes extensiones
de tierras de temporal.
324 Algunos de los destajeros que contaban con subarrendatarios han logrado impedir que estos
últimos sean empadronados en sus destajos. Ello ha sido posible en la medida que quienes
arriendan tierras dentro de la misma comunidad son sobre todo campesinos jóvenes.
Adquieren el derecho de trabajar las tierras de secano y luego el ex-destajero utiliza los
tarayales para su ganado. Algunos de estos ex-destajeros no residen en forma permanente
en la comunidad y poseen además tierras en los alrededores de Frías. También se da la
modalidad por la cual campesinos de otras comunidades arriendan pastos en Silaguá90.
325 Para la organización de la producción en la comunidad de Silaguá se recurre
principalmente al intercambio de fuerzas, “pocos ganan a la plata”, explica un campesino
de Chupicarume. En Silaguá también se recurre a las mingas para los trabajos de gran
123
demanda de mano de obra, como son la preparación de las tierras que durante varios años
han permanecido en descanso o, en noviembre, la carga de la leña que se necesitará
durante el invierno. En Silaguá, como en Pariguanás, los campesinos de mayores recursos
recurren a mingas para conseguir la mano de obra necesaria en las tareas relacionadas a la
siembra del maíz.
326 Las juntas son otra de las modalidades de organización de la producción que se da en esta
zona. Un grupo de campesinos acuerda trabajar en forma conjunta las tierras de todos,
por ejemplo, durante las labores que se refieren a la siembra del maíz. En este caso, cada
campesino acude al trabajo con su propia comida o fiambre, lo que diferencia esta
modalidad del intercambio de fuerzas, donde el dueño del terreno asume la alimentación
de sus peones. Las juntas son constituidas sobre todo por campesinos de menores recursos.
327 Los ganaderos residentes en Frías pagan peones en la comunidad de Silaguá. Contratan a
una familia para que se encargue del cuidado del rebaño; esta familia dispone además de
la leche para su consumo. Generalmente, estos ganaderos no siembran en sus tierras y a
comienzos de la temporada de lluvias llevan sus animales de Frías a Silaguá.
328 La mayor parte de la producción agrícola de los comuneros de Silaguá se destina al
autoconsumo o, como se dice en el campo, “para el gasto de la familia”. Para abastecerse
de los productos de los que la familia no dispone se recurre al trueque con campesinos de
otras zonas. Pueden ser los silagueños quienes van en búsqueda de granos a la parte alta o
pueden ser los campesinos de Challe Grande, Pariguanás de Los Altos los que bajan a
Silaguá para abastecerse de maíz. Esto se dio sobre todo en 1991, cuando la cosecha de
maíz en la parte alta fue mala. En Silaguá se intercambia 1 quintal de maíz por 1 quintal
de papas, 1 saco de maíz por un saco de frijol bayo o 3 quintales de maíz por 2 quintales de
trigo.
329 Después de la cosecha de maíz llegan a Silaguá los arrieros que vienen de Chulucanas en
búsqueda de este cereal. Los campesinos de la zona se abastecen sobre todo de algunos de
los productos que traen los arrieros en sus piaras91: sal, kerosene, azúcar y arroz. La
primera o el dulce se intercambia o vende dentro de la misma comunidad, ya que no en
todos los sectores se dispone de suficiente caña de azúcar para su elaboración. Además,
estos productos se suelen llevar a Chulucanas o Frías o son intercambiados por arroz con
los arrieros.
330 La producción ganadera se destina exclusivamente al mercado. Al igual que en las otras
comunidades estudiadas, en Silaguá los comerciantes foráneos son los que vienen desde
Chulucanas en búsqueda de ganado. Algunos campesinos tienen la preocupación de
organizar la venta del ganado, pues se quejan de las grandes ganancias de los
intermediarios: “estos comerciantes en 2 o 3 días ganan 200 o 300 millones. A nosotros
nos pagan mal abajo (Chulucanas), no nos conocen, no nos quieren comprar”.
331 La intervención directa de la comunidad en el proceso productivo es reducida. Hay que
resaltar que la preocupación de la asamblea comunal en la actualidad se dirige casi
exclusivamente a la solución de los problemas internos y a la defensa de los recursos
comunales. La organización del riego en Silaguá también está a cargo de los delegados de
las diferentes acequias. La intervención de la asamblea comunal se da solamente en caso
de aquellos conflictos que no pueden ser solucionados entre los regantes o por la
mediación del comité de rondas. Como se ha mencionado en el caso de Pariguanás, la
solución dispuesta por la asamblea comunal sobre los litigios entre regantes siempre
puede ser anulada por el técnico de aguas en Frías.
332 La organización comunal no controla el uso de los recursos comunales, más precisamente,
no restringe el número de ganado que cada comunero envía a El Papayo. Una excepción
se dio en el caso de dos comuneros-ganaderos que no residían en forma permanente en la
comunidad; a ellos se les permitió llevar solamente un reducido número de animales a El
Papayo.
333 La comunidad interviene en el manejo de los pastos de los diferentes potreros de aso
colectivo exclusivamente en forma indirecta. En caso de división de las tierras, cuando las
diferentes familias no logran encontrar una repartición satisfactoria, se solicita la
mediación de la asamblea comunal.
334 Como en las otras comunidades, en Silaguá la asamblea comunal también se ha
constituido como la institución que garantiza una repartición justa y pacífica de tierras en
caso de herencias. A la vez, se encarga de que los traspasos beneficien exclusivamente a los
mismos comuneros. La asamblea comunal todavía no logra impedir el arriendo de los
pastizales de usufructo familiar a campesinos foráneos y, como se verá, esto originó
reacciones radicales entre los campesinos de algunos sectores.
335 Eduardo L., presidente del grupo campesino Silaguá desde 1979, continuó como
responsable de la directiva de la comunidad hasta 1984. Durante estos años las tareas de
la directiva comunal se orientaron casi exclusivamente al empadronamiento de los
nuevos socios. La defensa de los terrenos comunales se convirtió en una preocupación
constante, puesto que no faltaron los intentos de algunos campesinos de cercar una parte
del mancomún para su beneficio individual o para arrendarlo a campesinos foráneos. En
125
Barranco Blanco y ha optado por arrendar sus pastos a dos campesinos de Pariguanás.
Pero los campesinos de Barranco Blanco lograron impedir el paso a los animales de uno
de ellos y los animales del otro murieron misteriosamente, sospechándose que fueron
envenenados.
345 Actualmente la comunidad de Silaguá enfrenta otro problema en el sector de Guanábano
Alto, donde fueron invadidas las tierras de un ex-destajo de 155 hás. Estas tierras no sólo
son disputadas por los herederos, sino también son reclamadas por los campesinos que
durante muchos años trabajaron allí como arrendatarios. Estas tierras son utilizadas en
forma temporal como pastos, cuando uno de los herederos lleva su ganado desde Frías a
Guanábano Ato. Este incidente se torna cada vez más conflictivo, pues están involucradas
las tierras del actual gobernador de Frías, que ha denunciado a campesinos de Guanábano
y a Felipe C. ante la fiscalía de Ayabaca.
346 A mediados de 1991 la mayoría de los campesinos de los sectores de Barranco Blanco y
Guanábano Alto iniciaron los trámites para separarse de la comunidad. Ambas gestiones
no fueron aceptadas por los demás comuneros, quienes temían que los comuneros de
Barranco Blanco y Guanábano Alto, por su mayor cercanía a los pastos comunales,
reclamaran las tierras de El Papayo. Estos hechos fueron denunciados por la directiva
comunal ante la Fiscalía de Avabaca93, contando con el apoyo de la Central de
Comunidades Campesinas y del gobernador.
347 Todos estos conflictos al interior de la comunidad crearon una mayor conciencia acerca
de las posibilidades y limitaciones de la organización comunal. Actualmente todos los
traspasos se realizan en presencia de la asamblea comunal, que aparece como la
organización que resuelve los problemas de herencia. Sin embargo, la situación en esta
comunidad sigue siendo tensa. La denuncia ante la fiscalía fue exitosa: se dispuso una
orden de captura para Felipe C. y otros dos campesinos. Como la Guardia Civil no estaba
dispuesta a exponerse, a fines de 1991 el gobernador propuso en asamblea solicitar el
apoyo de la ronda campesina para capturar a estos tres comuneros. Como todos los
comuneros-ronderos de Silaguá sabían que Felipe C. se encontraba armado, la asamblea
decidió buscar apoyo en otra Sub-Central de rondas para proceder a la captura. La
decisión de la Central de Rondas fue no intervenir en un caso que ya había sido
presentado al Poder Judicial.
348 Actualmente la directiva de la comunidad de Silaguá no puede dedicarse a otras tareas
más allá de aquellas que contribuyan a la solución de los problemas expuestos. La
pacificación de los conflictos internos aparece como una condición para lograr la
realización de planes y acciones orientados a “desarrollar” la agricultura. Mientras tanto,
no se logrará mucho en beneficio de los comuneros.
349 Si se tienen en cuenta los problemas que actualmente afronta esta comunidad, sorprende
el hecho que la mayoría de los campesinos opine que “hay más tranquilidad”. Esto indica
que en Frías los conflictos fueron muy agudos y que, después de todo, la organización de
la ronda campesina ha otorgado a la población una cierta seguridad, que va aumentando
conforme pasan los años.
350 Actualmente los comités de ronda están organizados en los diez sectores de la comunidad.
Las asambleas de directivos convocadas por la comunidad cuentan con la participación de
128
los presidentes de la ronda campesina de cada sector, los tenientes gobernadores y las
autoridades municipales. Los problemas arriba mencionados indican que no se ha logrado
establecer una coordinación entre la comunidad y las bases de la ronda en Guanábano
Alto y Barranco Blanco.
351 La asamblea comunal interviene principalmente en los problemas de tierras. Los otros
conflictos son solucionados a través de los comités de ronda en los diferentes sectores,
cuyas asambleas se realizan mensualmente y tienen una mayor frecuencia que las
asambleas de la comunidad. Esta organización agrupa a un menor número de campesinos
a nivel de sector, pero se encuentra mucho más cerca de las preocupaciones de las bases
que la organización comunal. Las denuncias que recibe la ronda en los últimos años no se
refieren al robo de ganado, sino más bien a conflictos entre parejas, pérdidas, daño
hechos por los animales, así como a problemas entre regantes.
352 Desde mediados de 1989 los diferentes comités de ronda de la comunidad están
centralizados en una sub-central. Se busca garantizar una mayor coordinación entre las
diferentes bases de ronda y evitar que muchas denuncias sean remitidas a la Central de
Rondas (caserío El Común). La coordinación entre la sub-central de rondas y la directiva
comunal es estrecha. La organización comunal delega funciones a los diferentes comités
de ronda; los ronderos se encargan de velar por la asistencia a las faenas convocadas por
la comunidad y organizan los turnos de disciplina en cada evento o asamblea comunal.
353 Las relaciones entre las organizaciones campesinas y los partidos políticos son poco
transparentes. En las comunidades la aceptación de la directiva de una organización
campesina depende tanto de su filiación política, de las relaciones de parentesco, del
perfil personal de cada uno de los dirigentes, como de la trayectoria del directivo. Las
discrepancias políticas entre la directiva de una comunidad y la de una organización
campesina en Frías se traducen, por lo general, en el menosprecio de la persona del
dirigente, que puede ser acusado de favorecer a sus familiares, de malversación de fondos
y, en el peor de los casos, de no deslindar claramente con las posiciones subversivas. Sin
embargo, estas contradicciones raramente llegan a involucrar al conjunto de los
campesinos. Las personas afiliadas a partidos políticos, los dirigentes y sus familiares son
los que, en época de elecciones municipales, generales o gremiales, participan
esporádicamente en conflictos violentos, pero en la mayoría de los casos los adversarios
políticos y personales se combaten sólo a nivel de chismes.
354 La importancia de la Liga Agraria se manifiesta a fines de los años setenta, cuando los
problemas de los grupos campesinos eran solucionados por intermedio del presidente de
esta institución en coordinación con los técnicos del Ministerio de Agricultura. A
mediados de los años ochenta, los directivos de la Liga asumieron una nueva función:
129
365 En síntesis, se puede constatar que la Liga Agraria realiza pocas acciones específicas
dedicadas al fortalecimiento de las comunidades campesinas de Frías. Una de las razones
sería que desde 1988 los directivos más activos de la dirigencia, es decir, el presidente y el
vicepresidente, no pertenecen a una comunidad campesina. Por otro lado, los directivos
de esta institución prefieren las coordinaciones con las rondas, por haber surgido “desde
las bases”. En tercer lugar, el PUM es el partido que más influye actualmente en las
acciones y los discursos de los dirigentes de la Liga. Por ello es que la confianza de la que
goza la Liga Agraria entre los campesinos y dirigentes de Challe Grande y Silaguá no se
establece a nivel partidario, más bien se sustenta en el prestigio adquirido al apoyar a la
comunidad y en las relaciones de parentesco entre algunos dirigentes. En Pariguanás y en
menor escala en Poclús, donde la filiación partidaria de los directivos es más marcada, la
relación con la actual dirigencia de la Liga no es estrecha.
366 Desde 1989 dos campesinos frianos desempeñaron cargos en la FRADEPT. Ambos son
pequeños propietarios del caserío de El Común, con una trayectoria como dirigentes a
nivel distrital en la Liga Agraria y, a nivel local en su comité de ronda. Ellos son Arístides
Z., vicepresidente de la Liga Agraria de Frías en 1988, y Horacio D., vicepresidente de la
nueva dirigencia de la Liga. Quienes recurren a la federación en Piura solamente son las
autoridades, sean comunales o ronderas, que se dirigen a la FRADEPT para recibir ayuda
en caso de problemas, asistencia legal y cualquier tipo de “asesoramiento”. En los eventos
organizados por la federación en Piura participan exclusivamente los directivos, que al
término de las reuniones regresan a su comunidad con folletos y material de información.
El conocimiento de la federación es escaso entre los campesinos (ver cuadro 27).
132
367 En el caso de los comuneros de Poclús, no se puede sostener que la filiación política de los
directivos de la federación influya en la relación con esta base. Para los campesinos de
esta comunidad, la FRADEPT demostró su capacidad para solucionar conflictos internos
en el contexto de los problemas surgidos a raíz del cambio de la directiva comunal entre
1988 y 1989. Se contó con la presencia de Miguel Huertas, en aquel entonces presidente de
la FRADEPT, que exigió “la renuncia irrevocable” del presidente de la comunidad (LA-CC:
abril 1989), apoyando a la mayoría de los comuneros. Otra forma de presencia de la
federación se dio en 1991, cuando entre los comuneros de Poclús existió una gran
inseguridad sobre la nueva legislación agraria: los representantes de la FRADEPT fueron
invitadados para proporcionar información al respecto.
368 En comparación con las demás comunidades estudiadas, en Silaguá la existencia de la
FRADEPT está más difundida. No solamente Tomás R. sino también la fracción de
Barranco Blanco se han dirigido a esta institución en búsqueda de asesoramiento. La
actual y la anterior directiva de la comunidad han invitado a los dirigentes de la
federación a las asambleas comunales, pero hasta diciembre de 1991 no se había realizado
ninguna visita a esta base.
369 En el distrito de Frías, a partir de octubre de 1991, surgieron fuertes controversias en
torno a los resultados del VII Congreso de la FRADEPT y, sobre todo, en relación al
llamado a boicotear estas elecciones por parte de algunos directivos de la Central de
Rondas, que por razones políticas optaron por no asistir al congreso. En cambio, los
campesinos de Challe Grande y de Silaguá optaron por elegir a sus delegados y participar
en el Congreso en Piura. Para los campesinos que viajaron a Piura, este evento significó
una buena ocasión para el diálogo y el intercambio de experiencias con los miembros de
otras comunidades.
370 Horacio D., de El Común, vicepresidente de la Liga Agraria desde noviembre de 1991, fue
elegido como miembro de la nueva directiva de la FRADEPT, hecho que seguramente
estrechará las relaciones entre los directivos de la comunidad de Challe Grande y la
federación. La mayor preocupación de los campesinos de Challe Grande es la titulación,
que esperan lograrla con el respaldo de la FRADEPT en el gobierno regional. Por su parte,
los campesinos de Silaguá esperan que la nueva directiva de la FRADEPT les brinde el
apoyo necesario para solucionar los conflictos entre la comunidad y los campesinos de
Barranco Blanco.
371 En Pariguanás, las coordinaciones entre la comunidad y la FRADEPT han sido muy
esporádicas. En 1985, los delegados de la comunidad participaron en la “Primera
Convención Departamental de Rondas Campesinas” organizada por este gremio
133
386 También en Challe Grande se generó gran expectativa respecto de esta central. De hecho,
la instalación de un molino de granos en la capital del distrito beneficiará a los
campesinos, que ahora tienen que recurrir a molinos particulares en Frías. Los directivos
de la central, conociendo la problemática de esta comunidad, coordinan con el
representante de las organizaciones campesinas en la Asamblea Regional para agilizar los
trámites de titulación de Challe. Cabe mencionar, al respecto, el comportamiento del
presidente de la Central de Comunidades, Rolando L., de filiación aprista, quien ha tratado
de convencer a los directivos de las comunidades de que las gestiones por intermedio de
la FRADEPT no serán exitosas, sugiriendo más bien coordinar con el representante de las
organizaciones campesinas de la región Grau. Para lograr su objetivo este dirigente no
necesita mencionar lemas de su partido en su discurso. Curiosamente, la gran mayoría de
los dirigentes expresa: “no queremos la política”, pero esta “política” siempre se refiere a
la de los demás. Es de suponer que los dirigentes de la comunidad utilizarán todos los
canales existentes para lograr la titulación de Challe: coordinarán con la federación y con
un representante del gobierno regional, a la vez, tratando de no involucrarse en
controversias políticas.
387 Como la presidencia de esta nueva central todavía está a cargo del secretario de la
comunidad de Pariguanás, no sorprende que en esta comunidad el 100% de los
encuestados en setiembre, pocos meses después de la formación de la central, estén
informados sobre esta organización. Aquí también hay grandes expectativas. Se espera
que la central pueda organizar efectivamente la comercialización de los productos
agropecuarios, canalizar fondos y gestionar “provectos” en beneficio de Pariguanás. La
mayoría de los campesinos de Pariguanás considera que esta organización es
independiente y sin tinte político, lo cual refuerza las expectativas, pues para ellos “la
política” ha sido hasta ahora una traba para el trabajo en beneficio de las comunidades.
388 En Silaguá también se conoce acerca de la creación de esta organización, a pesar de su
corta existencia. Los directivos de la Central de Comunidades orientan a los dirigentes de
la comunidad para que no realicen las gestiones a través de la FRADEPT, sugiriendo más
bien la coordinación con el gobierno regional. Como se ha mencionado en el caso de
Challe Grande, también en Silaguá lo más probable es que los directivos, para lograr la
solución de los conflictos internos, aprovecharán todas las instancias existentes,
independientemente de los contenidos políticos que ellas tengan.
393 Las relaciones más estrechas y determinantes entre las cuatro comunidades y el Estado se
establecen a través de la legislación sobre comunidades campesinas. La Ley de
Comunidades es una de las referencias más importantes para el funcionamiento interno
de comunidades como éstas, que no cuentan con un sistema de normas tradicionales para
regir el comportamiento entre los comuneros. Sin embargo, algunos de sus dispositivos
son interpretados por los campesinos según “las costumbres”, o sea, según la realidad
específica de Frías. En el caso de Poclús, este hecho dio origen a dos tipos de comuneros:
residentes y eventuales.
394 El teniente gobernador es el representante del Estado en el nivel local. Según lo dispone la
Ley de Comunidades Campesinas98 los comuneros intervienen en su designación
proponiendo a las personas que, en su opinión, pueden desempeñar ese cargo. En Poclús,
el teniente gobernador ejerció un papel importante en la coordinación de los traspasos
durante el tiempo del grupo campesino y, en los años posteriores, asumió varios cargos
en la organización comunal y en la directiva de la ronda. Una de las funciones de mayor
importancia de esta autoridad sigue siendo la de proporcionar certificados en caso de
venta de ganado. Durante los inicios de la formación de la ronda campesina, se
presentaban frecuentes conflictos entre los ronderos y el teniente gobernador;
actualmente, sin embargo, el teniente es parte de la ronda y puede, incluso, asumir la
presidencia de un comité.
395 Si bien la presencia del Estado en la comunidad se da básicamente a través de la
legislación sobre comunidades campesinas, los comuneros y directivos acuden a
intermediarios para interpretar las leyes y normar el funcionamiento interno. En Challe
Grande, Silaguá y Poclús recurren a las organizaciones campesinas, la Liga Agraria y la
FRADEPT, y en Pariguanás a la Central de Rondas. Los eventos organizados a nivel
distrital también son aprovechados para trasmitir las posibilidades y limitaciones de la
legislación agraria. El desconocimiento de las vías legales es considerado como la causa de
los conflictos internos de Challe Grande, donde los comuneros manifiestan que no
debieron haber permitido el empadronamiento individual de los recursos forestales.
396 Desde la organización del grupo campesino y, posteriormente, durante el proceso de
reconocimiento comunal, los representantes de las comunidades coordinaron
estrechamente con los funcionarios del Ministerio de Agricultura y la Corporación de
Desarrollo (CORPIURA). Entre 1987 y 1988 la discusión en las asambleas comunales se
138
VII. RESUMEN
400 Como ya se ha mencionado en la introducción, la sierra de Piura no presenta las
características “andinas” en su desarrollo histórico y en las condiciones ecológicas.
Teniendo en cuenta ese hecho, una de las interrogantes centrales de este trabajo se
refiere a la funcionalidad de la comunidad campesina en la sierra de Piura, es decir, a las
potencialidades de una organización comunal entre un campesinado que organiza su
producción, primordialmente, a nivel individual; que se considera “socio” de una
comunidad y, a la vez, propietario de los terrenos que conduce al interior de ella.
401 Los elementos sustanciales que determinaron los diferentes aspectos de la consolidación
de la organización comunal en las cuatro comunidades de Frías son, por un lado, el
pasado del comunero como antiguo arrendatario de hacienda y, por otro, las condiciones
ecológicas favorables para las actividades agropecuarias, que no demandan la conducción
de diferentes ciclos agrícolas ni una planificación minuciosa del uso de la mano de obra.
La condición de antiguo arrendatarios determinó y determina hasta hoy en día las formas
de uso de la tierra; las reducidas extensiones de tierras comunales o mancomún también
tienen su origen en esta época. Las tierras comunales en Silaguá y Poclús son, en su
mayoría, de uso forestal y durante el tiempo de la hacienda fueron explotadas solamente
en forma marginal. En cambio, en Challe Grande, los terrenos forestales no se han
convertido en tierras comunales, pues en la época del sistema de hacienda, fueron
utilizados para abastecer de madera tanto al hacendado como a los arrendatarios. Aquí el
recurso bosque adquiere un mayor valor por encontrarse en la cercanía de Los Altos, una
región que se caracteriza por la falta de árboles. El desconocimiento de este hecho por
parte de la gran mayoría de campesinos de Challe Grande fue lo que permitió a un
reducido número de campesinos, proceder al empadronamiento individual de estas
tierras y conducir este recurso. La inexistencia de tierras comunales en el ámbito de la
comunidad de Pariguanás se explica a partir de que todas las tierras fueron conducidas
directamente por la hacienda o por los arrendatarios. La forma de conducción de las tierras
en esta comunidad también tiene su origen en el pasado: se trata de un reducido número
de parcelas concentradas alrededor de la vivienda campesina, que no son otra cosa que
los antiguos arriendos en la hacienda.
402 La condición de antiguo campesino dependiente de una hacienda se expresa, además, en
patrones organizativos poco articulados y en una falta de instituciones sociales para
intervenir en la solución de conflictos. En este contexto, la organización de las rondas a
mediados de los años ochenta constituyó una respuesta campesina a esta carencia;
mientras que, la organización de las comunidades fue el resultado de modelos impuestos
desde el Estado. Desde la perspectiva de los campesinos, la comunidad tuvo sentido
durante el gobierno de Alan García, cuando el reconocimiento comunal permitía el acceso
a líneas de apoyo (FOCCAN, FONDEC) y a créditos (FODRUP)100. Estos fondos se invirtieron
en la construcción de locales comunales y escuelas, así como el establecimiento de tambos
comunales. La inexperiencia y la ausencia de asesoramiento de parte de los organismos
responsables ocasionaron numerosos problemas de gestión a los dirigentes comunales.
Los montos recibidos durante 1986 y 1987 hubieran permitido la realización de pequeños
140
“proyectos” de desarrollo, en cambio, los fondos de 1988 fueron insignificantes: 820 USS.
Además, la hiperinflación, afectó una buena parte del dinero que se había recibido en
1986 y 1987 y que no fue utilizado en su totalidad. Recordemos que en Piura la inflación
acumulada durante 1988 llegó a 1,408% y a 1,942% en 1989101.
Cuadro 29: Fondos y créditos recibidos por las comunidades entre 1986 y 1988 (en US $)
403 Si bien el otorgamiento de fondos de apoyo fue un estímulo para la conformación de las
comunidades campesinas, estos fondos no permitieron un mayor desarrollo productivo
en Frías. Se convirtieron, más bien, en una de las fuentes de conflicto al interior de las
comunidades, como fue el caso de Poclús y Challe Grande. Sin embargo, hay que subrayar
que las directivas posteriores lograron que la organización comunal ejerciera una mayor
fiscalización.
404 La débil articulación de la organización comunal y la falta de mecanismos de sanción para
hacer cumplir sus acuerdos se deben parcialmente a las condiciones ecológicas que
requieren de una reducida interdependencia entre los productores. Para la organización
de la producción se emplea mayormente la mano de obra familiar. En este contexto, las
relaciones recíprocas o fuerzas son una expresión de la débil integración de los
campesinos al mercado y de la falta de recursos monetarios. Se trata de campesinos que
organizan su producción y disponen de “sus” tierras sin que la organización comunal
interfiera directamente en el proceso productivo. Al mismo tiempo, las comunidades
campesinas de Frías ejercen un control poco articulado sobre el usufructo de las tierras
comunales. Los mecanismos que permiten el acceso a estos terrenos son poco elaborados.
La existencia de bosques y pastos naturales comunales no ha conllevado a la
consolidación de la organización comunal; en consecuencia, la comunidad cuenta con
pocos mecanismos para garantizar que los acuerdos tomados sean respetados por el
conjunto de comuneros. El proceso de compraventa de tierras es un hecho frecuente, al
interior de la propia comunidad y en las comunidades vecinas. Se trata de consolidar
terrenos en diferentes zonas para garantizar el acceso de la familia a recursos escasos
pastos o bosques.
405 Los campesinos que asumieron la directiva comunal jugaron un rol importante en el
proceso de consolidación de la organización comunal. De ellos dependió en buena parte el
funcionamiento comunal en los primeros años, ya que los campesinos no asumieron el rol
fiscalizador que les correspondía a través de la asamblea comunal. En este aspecto,
solamente Silaguá contó con un líder campesino elegido por su trayectoria de lucha:
Eduardo L., que ya durante los años sesenta ya había asumido gestiones en favor del
conjunto de arrendatarios. En las demás comunidades, los campesinos delegaron las
funciones inherentes a la administración comunal al grupo de campesinos de mayores
recursos económicos. Recién en los últimos años, después de varias experiencias de
141
conflicto interno (Challe Grande, por ejemplo), los cargos empiezan a ser asumidos por
jóvenes campesinos que se perfilaron como líderes a través del servicio a la comunidad.
406 Si bien la organización comunal fue un modelo impuesto por el Estado, que no respondía
a las expectativas de titulación individual de la mayoría de los campesinos, desde la
perspectiva de los propios campesinos, esta opción, finalmente, fue una adecuada a las
necesidades locales y aceptada como la forma más fácil y menos costosa de obtener la
adjudicación definitiva de las tierras. Por otro lado, la legislación sobre comunidades
campesinas constituye el marco de referencia para el funcionamiento interno de la
comunidad. Sin embargo, en caso de surgir contradicciones entre los dispositivos legales
y las necesidades locales, éstas se resuelven según “las costumbres”. El modelo de
comunidad campesina no es percibido como un sistema rígido y limitante; los campesinos
lo asumen y modifican según sus necesidades y procuran evitar altos niveles de
conflictividad. Durante los últimos años la organización comunal ha evolucionado cada
vez más hacia el cumplimiento de funciones normativas que regulan el mercado de
tierras. En este aspecto, aunque no interviene directamente en el proceso productivo, la
organización comunal al garantizar un bajo nivel de conflictividad, crea las condiciones
para la producción. Por ello es que la ronda campesina ha cumplido una función de
singular importancia dentro del proceso de consolidación de las comunidades
campesinas.
407 En consecuencia, aunque las comunidades campesinas de Frías no tienen una marcada
influencia en el proceso productivo, sí aportan en la descentralización de la toma de
decisiones a nivel local. La organización comunal se ha convertido en una instancia de
administración de los conflictos internos, sobre todo en los casos de transferencias de
tierras, sea por venta o por herencia. Y no sólo es una instancia más eficiente que las
entidades del Estado, sino también más barata.
NOTAS
1. El 63% de las comunidades serranas del departamento fueron reconocidas después de 1969, y
de éstas el 56% obtuvo el reconocimiento legal durante el gobierno aprista (1985-1990).
2. A continuación se adoptará la designación empleada en Frías y se denominará a las
comunidades: Poclús, Challe Grande, Pariguanás y Silaguá.
3. Estos terrenos serían los que fueron adscritos al pueblo de indios de Frías: “En el pueblo de
Frías se redujeron siete u ocho pueblos, indios serranos de Chinchachora y los indios yungas que
quedaban de Yapatera reunidas con los de Serrán y, como lo veremos más adelante, los de
Sóndor. Parece que en el común de San Andrés de Frías se redujeron los indios yungas, del valle
de Piura, que quedaban” (Hocquenghem 1989:84).
4. Entre 1964 y 1968 los campesinos de Frías recibían por un saco de maíz entre S/. 500.00 y
1,000.00, “según escasez o abundancia” (Córdova Aguilar 1969:144).
5. La mayor parte de la sección Altos de Pariguanás fue parcelada entre los años 1963 y 1964.
6. Hasta los años cincuenta, los trabajos exigidos a los campesinos bajo la forma de arriendo con
pensión duraban una semana al mes. Se trabajaba en la construcción de cercos, en los rodeos o en
142
los mandos, que consistía en llevar carga desde la hacienda a Piura. Estos trabajos hoy en día son
considerados una modalidad de pago del arriendo habitual; durante esos años “era costumbre”.
7. En la hacienda Pariguanás, como destajos se arrendaron sobre todo las tierras de reducido uso
agrícola; terrenos de secano con fuertes pendientes. Frecuentemente, los destajeros
subarrendaban una parte de estas tierras.
8. Representante de la Sociedad Agrícola y Ganadera Pariguanás, cuyas acciones estaban
mayormente en manos de la familia Checa Eguiguren y de sus descendientes.
9. “Antes las tierras eran pagadas. Muchos no tenían como pagar los arriendos, pero no los
echaban, demoraban a veces hasta 2 o 3 años. El administrador daba prórroga”.
10. Un campesino recuerda que a fines de los años cincuenta su padre tenía que vender cuatro
toros para pagar el arriendo de su destajo de aproximadamente 150 hás.
11. El último es un caso especial: un pequeño número de campesinos de Frías trató de formar un
grupo campesino para convertirse en beneficiarios de los terrenos de un campesino rico, cuyos
numerosos hijos ya no radicaban en el pueblo y que, por lo tanto, arrendaba parte de sus tierras.
Si bien este grupo campesino aparece en el cuadro 16 (FRÍAS), no entró en función y la
adjudicación de estas 100 hás. no llegó a realizarse, porque el dueño decidió distribuir los
terrenos a sus herederos.
12. En 1992 un grupo campesino todavía seguía en vigencia en los caseríos Arenales, Pechuquiz y
Florecer, territorio de la ex-hacienda Altos de Pariguanás. La mayoría de los campesinos no están
a favor de la organización en comunidad campesina; se consideran propietarios de las tierras que
conducen sin contar con los títulos respectivos.
13. Naranjo actualmente es un sector de la Comunidad San Andrés de Cuicas que colinda con la
Comunidad Campesina de Poclús.
14. También se dieron invasiones en el sector de Cuicas, ahora Comunidad Campesina San Andrés
de Cuicas. La ocupación de las tierras en este sector fue violenta y originó serios conflictos entre
los campesinos.
15. El “archivo” de la comunidad está incompleto y no se encuentran documentos sobre esta fase
de la historia de la organización de los campesinos.
16. La nieta de Ricardo Alvarado cuenta así la historia de su abuelo: “Vino la montonera. Hay que
ir a esconderse lejos, van a matar, decía la gente. Mi abuelo era malgeniado, peleaba mucho.
Mientras no mataba a un cristiano, no se contentaba”. Ricardo Alvarado decidió “matar a los que
venían a matar al hacendado Eduardo Reusche”; después el hacendado le puso a la hacienda, en
señal de agradecimiento, el nombre “Ricardo Alvarado de Poclús”. López Albújar (1936:200)
relata estos acontecimientos explicando que: “A raíz de la lucha que sostuvieron por la
presidencia los generales Iglesias y Cáceres, los secuaces del primero idearon, para distraer las
fuerzas del segundo, mover a todas las comunidades de la República, haciéndoles creer que
debían levantarse en armas y acabar con todos los hacendados, repartiéndose los fundos. En
Piura, principalmente, tuvo esta propaganda gran efecto. Se levantaron 800 indios de las
comunidades de Santo Domingo, Chalaco y Pacaipampa, de la provincia de Ayabaca”.
17. Gran parte de la primera documentación de Poclús se ha perdido, sobre todo los documentos
referidos a la época en la que eran un grupo campesino. Ello se debe a un conflicto entre los
comuneros y el primer presidente de la comunidad. Este último no entregó varios documentos a
la nueva junta directiva.
18. “Art. 161.- Las Comunidades Campesinas y Nativas tienen existencia legal y personería
jurídica. Son autónomas en su organización, trabajo comunal y uso de la tierra, así como en lo
económico y administrativo dentro del marco que la ley establece. El Estado respeta y protege las
tradiciones de las Comunidades Campesinas y Nativas. Propicia la superación cultural de sus
integrantes”.
143
19. En lo referente a la organización comunal como posibilidad para la solución interna de los
problemas, es necesario analizar la estrecha relación que se da en Poclús entre la organización
comunal y la organización de la ronda campesina. Análisis que se hará más adelante.
20. “Dos propósitos sumamente claros han inspirado la tarea: Primero, reconocer a las
comunidades campesinas y nativas ‘su organización histórica y democrática, la fuerza de sus
autoridades y su capacidad para construir el futuro’, tal como lo proclamó el Presidente Alan
García en un mensaje a los comuneros del país. Se trató de ir en la busca de la identidad nacional
que tanta falta nos hace para dejar de ser sólo promesa y posibilidad, como lo dijo Basadre, y
convertir a la fuerza telúrica y el poder de la raza andina en elan del Proyecto Nacional que
reivindicará a los verdaderos, ancestrales, dueños del país.
Segundo, se trata también de forjar un nuevo rumbo histórico, reconociendo a las comunidades
como células básicas de la democracia... Células básicas que abandonan su carácter tradicional de
ser sólo tributadores para convertirse en sujetos de gasto, de decisión y desarrollo autónomo. En
suma, descentralizar el poder desde la base misma de la sociedad andina, de la población rural
que se encarna en las comunidades campesinas y nativas a lo largo y ancho del país” (Morales la
Torre 1988:13). Así presenta Javier Tantaleán Arbulú, en ese entonces director del INP, las metas
de los diálogos entre los presidentes de comunidades y el presidente de la República.
21. Una excepción son los potreros de Maray, El Tuno y El Guayabo. El uso de estos terrenos será
explicado más adelante.
22. Córdova y Bernex de Falen (1980) mencionan 3 hás.
23. Hay que señalar que, de las cinco comunidades estudiadas, el padrón de los comuneros de
Poclús es el mejor organizado y más exacto. La nueva inscripción de los comuneros se ha iniciado
en noviembre de 1989 por parte de la nueva dirigencia comunal que había encontrado
demasiadas irregularidades en el antiguo padrón.
24. Estos comuneros conducen un total de 1,788.50 hás. Según informó el presidente de la
comunidad, hasta setiembre de 1991 alrededor de 25 campesinos todavía no se habían inscrito en
el nuevo padrón.
25. En esta comunidad, las invasiones y las ventas posteriores de las tierras invadidas son la
razón por la cual se diferencia entre comuneros hábiles o residentes y comuneros eventuales, lo que
será discutido mis adelante.
26. En octubre de 1991 se realizó el traspaso de una inverna en Poclús, de una extensión de “poco
más de 1 hectárea”. Se ha pagado 1,500 nuevos soles, que corresponden al precio que se paga en
Frías por seis toros de unas 25 arrobas de peso cada uno.
27. Lote es utilizado como sinónimo de terreno en el padrón de la comunidad.
28. En el distrito de Frías no se cultiva la alfalfa para el mantenimiento del ganado.
29. En setiembre de 1991, un peón que trabajaba “a la plata" recibía un jornal de S/. 1.00 (una
botella de primera = S/. 0.5, una libra de arroz = S/. 0.4, un pasaje Frías-Chulucanas = S/. 3.50),
además de las tres comidas: desayuno, almuerzo y merienda.
30. El desayuno consiste en 4 ó 5 tortillas o tamales de mote con queso y 2 tazas de café. Como
almuerzo se sirven 2 mates de sopa de menestras y arroz o fideos o 2 mates de arroz con trigo
pelado. La merienda es “cosa seca”, yuca con arroz que reemplaza al queso, también puede ser
tamales o tortillas con queso y café. Solamente durante las labores relacionadas con la siembra de
maíz se sirve un plato especial: “para la siembra de maíz comemos gallina”.
31. En Frías la expresión peón no solamente es utilizada cuando se trata de mano de obra
remunerada, sino también para denominar la mano de obra recíproca, las fuerzas.
32. “Ya me han dado estofado, ya no voy a estar cobrando la fuerza”, explica una comunera.
33. La venta del ganado no obedeció únicamente a la necesidad de dinero; los animales
empezaron a morir, lo que es explicado por la supuesta “envidia” de los vecinos, es decir, por
brujería.
144
34. En octubre, un campesino de Frías había arrendado la taraya para 20 reses en Poclús; por los
dos meses y medio pagó S/. 100. Prefirió arrendar los pastos que vender algunos de sus animales
por los malos precios que se pagaba en ese tiempo: sólo S/. 16 por la arroba de peso del ganado en
pie.
35. En el potrero de Maray siembran unas 28 familias, en El Tuno son 22 familias, y en El Guayabo,
10 familias.
36. Generalmente se calcula la cantidad de ganado que se permite pastar en el potrero en base a
la extensión de tierras que ha sembrado la familia campesina. El campesino que ha sembrado 2 l
atas de maíz o de trigo tiene el derecho de mantener dos animales en el potrero.
37. El teniente gobernador de Poclús informa que como vio que algunos directivos de la
comunidad habían llevado una mayor cantidad de animales de la que les hubiera sido permitido
pastar en el potrero, no se pudo plantear la organización del rodeo
38. De las comunidades estudiadas, únicamente en Poclús los campesinos se califican como
comuneros.
39. El Estatuto Especial de Comunidades Campesinas (D.S. 37-70-AG), promulgado en 1970
durante el gobierno militar del general Velasco Alvarado, define a las comunidades campesinas:
“La Comunidad Campesina es una agrupación familiar que poseen y se identifican con un
determinado territorio y que están ligados por rasgos sociales y culturales comunes, por el
trabajo comunal y la ayuda mutua y, básicamente, por las actividades en el agro” (Art. 2.).
40. En una encuesta realizada en setiembre de 1991, el 75 % afirma que no sabe si su comunidad
tiene un reglamento interno.
41. La información referida a la organización comunal se basa, por un lado, en los documentos de
la comunidad, especialmente en el Libro de Actas (LA-CC) y, por otro, en entrevistas con los
directivos y ex-directivos y en conversaciones informales con los comuneros.
42. Para esta línea de crédito estaba previsto un plazo de reembolso de hasta 15 años, con 5 años
de gracia y una tasa de interés anual de 2.5% (Folleto de Información sobre los programas de
FOCCAN y FODRUP de la Micro-Región Andina Central, Oficina Local Frías, 1986). Hasta diciembre
de 1991 la comunidad de Poclús no había iniciado el pago de este crédito (ver cuadro 29).
43. En 1988 el programa de asistencia a las comunidades (anteriormente llamado FOCCAN)
cambia de nombre y es denominado FONDEC (Fondo Nacional de Desarrollo Comunal de
Asistencia Directa).
44. El Art. 5 de la Ley de Comunidades Campesinas define la condición de comunero: “Son
comuneros calificados los nacidos en la comunidad, hijos de comuneros y las personas integradas
a la comunidad. Para ser ‘comunero calificado’ se requieren los siguientes estatutos:
a) Ser comunero mayor de edad o tener capacidad civil;
b) Tener residencia estable no menor de cinco años en la comunidad;
c) No pertenecer a otra comunidad; y
d) Estar inscrito en el Padrón de la comunidad; y,
e) Lo demás que establezca el estatuto de la comunidad.
Se considera comunero integrado:
a) Al varón o mujer que conforme pareja estable con un miembro de la comunidad; y,
b) Al varón o mujer, mayor de edad, que solicite ser admitido y sea aceptado por la comunidad.
En ambos casos, si se trata de un miembro de otra Comunidad, deberá renunciar previamente a ésta”
(subrayado, K.A.).
45. En total, 57 campesinos miembros de otras comunidades trabajan tierras en Poclús: 19
pertenecen a la C.C. San Andrés de Cuicas (caseríos: Cuicas, Putagas, Naranjo y La Cría) y 38 a la
C.C. J.C. Mariátegui de San Jorge (caseríos: San Jorge y La Loma de San Jorge).
46. “En consecuencia el Estado: Respeta y protege los usos, costumbres y tradiciones de la
Comunidad. Propicia el desarrollo de su identidad cultural” (inciso d. del Art. 1. de la Ley de
Comunidades Campesinas, D.L. 24656; subrayado K.A.).
145
47. La siembra de dos latas (un almud) de semilla de maíz corresponde a una parcela de una
hectárea.
48. Encuestados los campesinos con respecto a las sanciones que se deberían dar a los comuneros
que no respetan los acuerdos de la asamblea comunal, el 89% opina que en estos casos se debe
pagar una multa; el 7% propone que se debe avisar a la ronda campesina para las sanciones
necesarias y el 4% piensa que éstas no serían necesarias.
49. Se trata de I/. 500,000.00 por una hectárea de riego y de I/. 300,000.00 por hectárea de secano
(LA-CC: mayo 1991). En ese entonces, una botella de primera costaba I/. 300,000.00.
50. Entre setiembre y noviembre de 1991 se realizó una encuesta en cuatro comunidades
campesinas de Frías: en las comunidades de Poclús (POC), Challe Grande (CHA), Pariguanás (PAR)
y Silaguá (SIL). La única condición que debían cumplir los campesinos encuestados era la de ser
de jefe de familia y comunero, sino fueron elegidos al azar. Se encuesto al 10% de los comuneros
inscritos en el padrón de las cuatro comunidades, aplicando la encuesta en todos los sectores de
cada comunidad.
51. Todos los entrevistados han sido comuneros hábiles, es decir, residentes en la comunidad, que
no poseen parcelas fuera de ella. Una decisión así, obviamente, les favorecería. En este caso, sigue
siendo decisiva la posición de los directivos, que no quieren enfrentamientos entre comuneros
hábiles y eventuales.
52. Preocupación que se manifiesta entre los campesinos de la comunidad de Challe Grande.
53. Ver los trabajos de Huber 1991, 1992 sobre la formación de la ronda campesina en la sierra de
Piura y las posibilidades creadas a través de esta nueva organización.
54. Se ha elegido al Comité de Rondas de Poclús como ejemplo para presentar la relación entre
comunidad y ronda campesina. También en Maray existe un comité de rondas, cuyo
funcionamiento es similar al de Poclús. En setiembre de 1991, los ronde-ros de Maray estaban
terminando la construcción de un local, “la comunal”, para las asambleas de los
comuneros=ronderos del sector. En caso de necesidad el presidente de la comunidad asiste a las
asambleas del Comité de Rondas de Maray.
55. Estos son: presidente, vicepresidente, secretario, tesorero, dos vocales, secretario de derechos
humanos, secretario de prensa y propaganda, secretario de deportes, secretario de disciplina,
secretaria de asuntos femeninos y 3 jefes de grupo.
56. Entre febrero de 1989 y diciembre de 1990 el Libro de Actas del Comité de Rondas de Poclús
contiene 25 “actas de arreglo” que se llevaron a cabo solamente entre las partes en conflicto y
algunos directivos. En este tiempo la ronda, además, convocó a dos asambleas que contaron con
una mayor participación.
57. Las asambleas de la ronda de Maray se organizan cada último domingo del mes para permitir
la presencia de los directivos de la comunidad, en caso sea necesario.
58. Las obligaciones que los campesinos asumen con los diferentes comités de ronda, en muchos
casos, son realmente difíciles de cumplir. Veamos, por ejemplo, el caso de Pancho L., que conduce
tierras en El Común, Maray, Frías, Pueblo Nuevo y en San Antonio de Matalacas. Esta afiliado al
comité de ronda de Pueblo Nuevo; pero tiene que cooperar con los ronderos de Maray, donde
participa en las faenas de “la comunal”, y también en Frías, donde colabora en el servicio de
ronda durante las fiestas. En cambio, su aporte a los comités de El Común y de San Antonio de
Matalacas es irregular y mediante cuotas.
59. Decreto Supremo No. 008-91-TR, del 12.2.91.
60. Ministerio de Agricultura: PIAR Frías-Pacaipampa “Proyecto de Cambio de la Modalidad de
Adjudicación del G.C. San Martín de Challe Grande No. 037-3-I en Empresas Individuales”; mayo
1987 (manuscrito en poder de la directiva comunal).
61. Es el caso de campesinos que se describen como “gente que tenemos para el día y no para
sacar el título individual”.
62. Documento con fecha del 7.11.1979 en poder de la directiva comunal.
146
76. En el padrón de tierras de Pariguanás, un “lote” se define por los linderos con las tierras de
otros comuneros calificados. Dentro de estos lotes pueden encontrarse varias parcelas de riego y/
o de secano, con diferentes cultivos. Todas ellas están ubicadas en forma nucleada, por lo tanto
pertenecen a una misma zona ecológica.
77. En la asamblea comunal se recurre al padrón para preguntar a todos los vecinos allí
mencionados, y cada uno de ellos tiene la posibilidad de manifestar su acuerdo o desacuerdo. Por
lo general, las explicaciones son las siguientes: “no avanzo a comprar, está bien que entre don...”
78. El intercambio de primera por trigo es más favorable si se calcula en términos monetarios o,
como se dice en la zona, “a la plata”. Vendiendo 3 latas de primera se obtendría S/. 21; en cambio,
para comprar 1 saco de trigo se tendría que pagar S/. 26, además del gasto que significa el flete.
79. En Frías el ganado es tasado por peso que se mide en arrobas. Un buen toro puede tener más
de 20 arrobas. En noviembre de 1991 la arroba se pagaba a S/. 16.00 (= US $ 17.00). Cabe
mencionar otros precios como referencia: un saco de maíz: S/. 10.00; 1 pasaje de Frías a
Chulucanas en camión: S/. 3.00; un ciento de dulce: S/. 12.00.
80. Marcial M. se ha empadronado con 30 hás. bajo riego, que comprenden tres invernas y un
potrero de cultivo. Además es el mayor ganadero de la comunidad.
81. Es significativo que todavía en 1986 los directivos de la comunidad emplean la expresión
“subarrendatarios” que data de la época de la hacienda, cuando los campesinos eran
denominados arrendatarios.
82. No se consideran aquí las faenas de limpieza de los caminos y del cementerio que, como en
años anteriores, fueron realizadas a nivel de sectores, siendo convocadas por los tenientes
gobernadores del caserío y, posteriormente, en coordinación con el comité de ronda.
83. A fines de 1991 el tractor seguía en Chulucanas, no había podido ser alquilado por la falta de
medios económicos de los campesinos en esta zona, que ya no recibían créditos del Banco
Agrario. Todavía no se ha podido determinar qué comunidad recibió el arado correspondiente al
tractor de Pariguanás. En la comunidad se sigue buscando un camino para vender el tractor e
invertir este dinero en algo útil.
84. El acta se realiza en el terreno de litigio, en presencia de ambas partes y de los directivos que
realizaron una “inspección ocular”: “Se comprometen también a partir de la fecha no seguir
perturbando en ningún sentido, por un lado, se comprometen a hacer uso de un solo camino que
es usado para entrada y salida de su casa, por otro lado, se comprometen a no hacer daño de
ninguna especie con los animales, aclarando que amarrará los chanchos (...) Se les hizo saber que
debe respetarse la propiedad en todo sentido, por ejemplo, no debe tocarse ningún palo de leña
sin permiso del respectivo dueño (...) Caso de incumplimiento, cien mil (S/. 100,000.00) se paga a
la tesorería de la comunidad” (Libro de Arreglos, Pariguanás: jimio 1986).
85. Si bien el primer artículo del “Estatuto Interno” determina que la comunidad es la única
propietaria de las 3,800 hás. adjudicadas, José Castillo, ex-presidente de la comunidad, explica
que cada campesino dispone de sus tierras según su decisión. Esto significa que durante un
traspaso los “dueños” determinan la cantidad de dinero que recibirán por sus tierras. El rol de la
comunidad se limita a controlar que los compradores sean comuneros, no dispone de los
mecanismos para impedir el acaparamiento de tierras, ni interviene en la fijación de precios.
86. Por ejemplo, un acta de traspaso en la comunidad de Pariguanás: “También el Sr. M. C. va a
vender un terreno diciéndoles a los colindantes L., estos señores dicen que si están interesados en
comprar el terreno. El precio está pactado en cinco mil millones. El Sr. R. L. se resuelve en darles
esta cantidad de los 5 mil millones, dando un plazo de un mes para poder juntar el dinero. El
señor R. L. dice que le va a dar 1 mil millón y los cuatro mil millones serían a plazo de un mes.
También otro colindante el S. J. A. dice que cuando se haga la venta los llamen para ver
situaciones del cerco” (LA-CC: mayo 1989).
148
87. La solicitud elevada al Congreso en 1964 estuvo apoyada por los siguientes parlamentarios
piuranos: Juan Palacios Pintado, Ramón Abasolo Rázuri, Carlos B. Cedano, Juan Aldana González y
Luis Carnero Checa.
88. En la sierra de Piura es frecuente que se repitan las toponimias. No sólo existen dos cerros
denominados Pilán, también son muy frecuentes en esta zona nombres como Portachuelo,
Naranjo, Sapce, Cerro Negro.
89. También en Silaguá se habla de traspasos y de pago de mejoras, pero todos concuerdan que en
realidad se trata de ventas de tierras.
90. Se verá a continuación que el arriendo de tierras para cultivo o de pastos está causando serios
conflictos al interior de la comunidad.
91. Equivalencias: 1 arroba de maíz = 1 arroba de sal, 2 arrobas de maíz = 1 arroba de arroz; 1 lata
de maíz =12 libras de arroz; 2 quintales de maíz = 1 lata de kerosene. El alza de los precios
significa que las equivalencias se tornan cada vez más desfavorables para los campesinos de la
zona. Son cada vez menos los campesinos que están dispuestos a intercambiar maíz por arroz.
92. Para conciliar entre ambas fracciones, en diciembre de ese año, la directiva, que estaba a
favor de no descalificar a los dos comuneros, propuso la aprobación del “Reglamento Interno” de
la comunidad. La idea era aprobar las normas que de ahí en adelante determinarían el
funcionamiento interno de la comunidad, previendo la manera de evitar futuros conflictos. Uno
de los puntos aprobados se refiere a la pérdida de la condición de comunero calificado y
determina como motivo “fijar residencia estable en otro lugar”. Sin embargo, las normas de este
“Reglamento Interno” no fueron puestas en práctica y, a fines de 1991, el 93% de los comuneros
encuestados no sabían de su existencia.
93. “Que desde el año 1989 venimos siendo atropellados por un pequeño grupo de malos
comuneros que han creado el odio y el divisionismo enfrentando a los comuneros de los sectores
de Barranco Blanco y Guanábano Alto de nuestra comunidad, a tal punto de existir
enfrentamiento entre comuneros habiéndose presentado peleas con armas con resultado de
personas heridas de gravedad y también se han producido invasiones de tierras, usurpación de
propiedad, trayendo consigo la destrucción de cercos, muerte de ganado y destrucción de
bosques naturales” (copia de una parte de la denuncia presentada ante la Fiscalía de Ayabaca, 4
de noviembre de 1991).
94. Para el trabajo de la Central de Rondas ver Huber 1992:234-238.
95. Un campesino de Las Pircas en Los Altos, como secretario de Rondas Campesinas, y uno de
Frías, como secretario de Producción Agrícola y Pecuaria.
96. Junto con las trece comunidades campesinas del distrito de Frías, también se asociaron a esta
central la comunidad campesina de Arrendamientos (distrito de Lagunas), la comunidad
campesina Geraldo Lúcumo (distrito de Sapillica) y la comunidad campesina San José del Guabo
(distrito de Chulucanas). Esto se debe al hecho que algunos comuneros de Arrendamientos
poseen tierras en el distrito de Frías y también a que los directivos de la tres comunidades
mencionadas, en repetidas ocasiones, recurrieron a la Central de Rondas Campesinas de Frías a la
cual reconocen como autoridad competente para la solución de sus problemas.
97. Gabriel Córdova Jiménez fue uno de los profesores que trabajó intensamente en la formación
de la ronda, dando asesoramiento y repartiendo la Constitución a los campesinos. Luego, llegó al
municipio bajo el lema “Un rondero al Municipio”. Desde la creación de la Central de Rondas
Campesinas desempeña el cargo de asesor (Huber 1992:255).
98. Los comuneros de cada caserío proponen una terna de candidatos al gobernador del distrito,
que el que finalmente nombra al teniente gobernador.
99. En todas las comunidades estudiadas, un alto porcentaje de campesinos se manifiesta a favor
de los “trabajos de desarrollo” o “trabajos de progreso” que la directiva comunal debería asumir.
100. FOCCAN: Fondo de Apoyo a Comunidades Campesinas y Nativas, que a partir de 1988 se
denominó FONDEC: Fondo de Desarrollo Comunal; ambos fondos no eran reembolsables. FODRUC:
149
Fondo de Desarrollo Rural Comunal, línea de crédito prevista para infraestructura y actividades
productivas con un plazo de reembolso de hasta 15 años y una tasa de interés de 2.5% anual,
tramitado a través del Banco Agrario.
101. Fuente: Banco de Datos CIPCA.
150
1 LAS CUATRO COMUNIDADES que presentamos en el capítulo anterior son, como muchas
otras en la sierra del departamento de Piura, fruto de la reforma agraria de 1969. Los
campesinos, ex-colonos de las haciendas Pariguanás y Poclús —que dicho sea de paso no
habían luchado por la tierra— aceptaron la organización comunal sin entender
plenamente su significado. Ellos aprovecharon una coyuntura en la cual unos
“gobernantes necesitados de apoyo popular” procedieron a adjudicar las parcelas que
ellos conducían y deseaban en propiedad (Golte 1990:3). Cabe preguntar, sin embargo,
¿por qué, una vez entregadas las tierras y constituidos los grupos campesinos, siguieron
la gestión para el reconocimiento como comunidad? ¿Por qué, a pesar de un sinnúmero
de problemas internos, mantienen la organización comunal e, incluso, la perciben como
ventajosa? Puesto que “el campesino no es ningún tonto” (Lipton 1968:327) 1, las
comunidades frianas, al igual que las otras cuatro mil comunidades campesinas que
existen en el país2, deben tener alguna funcionalidad que impide su descomposición.
2 Las comunidades campesinas, también llamadas comunidades indígenas hasta 1969, son
instituciones que actualmente agrupan a más de tres millones de habitantes, o algo más
del 15 % de la población nacional (Kervyn y CEDEP Ayllu 1989:50). Desde principios de este
siglo, por lo menos, han atraído la atención de la política y las ciencias sociales en el Perú.
En la abundante literatura existente destaca el interés por su racionalidad en términos
socioeconómicos y su potencial para el cambio, tanto interno como externo, en otras
palabras, su adaptabilidad a una economía de mercado en plena expansión y su presunta
capacidad para contribuir a la transformación de la sociedad nacional.
3 Se ha convertido en un lugar común hablar de la heterogeneidad de las comunidades
campesinas del Perú o señalar que “no hay una definición de lo que es una comunidad,
sino muchas” y que “probablemente ninguna de ellas permite dar cuenta del universo
complejo al cual se aplica el concepto” (Golte 1990:1). Esto se debe tanto a la diversidad de
los pueblos campesinos, como al hecho que, a pesar de la abundante literatura, “lo que se
conoce aún no da cuenta del complejo mundo comunal” (Gon-ales de Olarte 1984:77).
151
moderado lluvioso” (Cw), se trata de una región que cuenta con condiciones favorables
para la agricultura.
10 El territorio de cada una de las comunidades abarca varios pisos altitudinales: en Poclús
llega desde los 1,000 hasta 3,100 m.s.n.m.; en Challe Grande de 1,800 a 3,200; en
Pariguanás de 1,000 a 3,000 y en Silaguá de 400 a 2,200 metros. Sin embargo, si
consideramos la organización del espacio y de la producción, no es adecuado hablar en
estos casos de un uso vertical de los recursos ni de una multiciclicidad en la agricultura,
en los términos establecidos por Murra y Golte.
11 Ahora bien, es cierto que muchas familias campesinas tienen acceso a tierras en diversos
pisos ecológicos, sea por la tenencia de tierras en diferentes zonas de producción o por el
arriendo de pastos, que se da con mayor frecuencia durante los años de lluvia en las
tierras bajas. Hasta hace pocos años, además, se optaba por la compra de parcelas, pero
actualmente las comunidades ya no permiten los traspasos a campesinos foráneos. Para el
abastecimiento de los productos que no se cultivan en las comunidades se recurre, aparte
de la compra, al intercambio. Pero lo importante es que todas estas estrategias se dan a
nivel familiar y no requieren de una organización más amplia.
12 Por otro lado, el intercambio recíproco de fuerza de trabajo, que se da en la sierra de
Piura como en casi todas las regiones serranas del Perú, no es una consecuencia de la
articulación de diversos ciclos agrarios en diferentes zonas ecológicas, sino una respuesta
a la débil integración del campesinado a la economía mercantil y a la escasez de recursos
monetarios7.
13 La organización de la producción se realiza casi exclusivamente sin recurrir al trabajo
asalariado. Se usa, más bien, las fuerzas o la minga, aun cuando se trate de productos
destinados al mercado, como el maíz y los frijoles. Durante las actividades de gran
demanda de mano de obra, especialmente en la preparación de los terrenos y para la
siembra del maíz, los campesinos de Frías realizan mingas que pueden convocar hasta 30
personas.
14 No obstante, el préstamo de fuerzas, como es denominado el trabajo recíproco en Frías, no
demuestra ser una estrategia segura para contar con la mano de obra requerida. En la
sierra de Piura, al contrario de lo que ocurre en la sierra sur, los factores ecológicos no
condicionan la organización de la producción en el sentido de una planificación
minuciosa del tiempo y de la mano de obra. En esta región, los “costos de oportunidad”
son bajos (Gonzales de Olarte 1984:228), es decir, los campesinos pueden ser más flexibles
en la disposición de las diferentes labores agropecuarias. La menor interdependencia
entre los campesinos —las pocas “externalidades” en los términos de Kervyn— explicaría
la relativa incertidumbre que enfrentan los campesinos en Frías para contar con la mano
de obra el día acordado. Si bien dependen en buena parte del intercambio recíproco de
fuerza de trabajo, los campesinos de la sierra piurana no cuentan con las instituciones
sociales que garanticen el acceso a la mano de obra de los demás.
15 En la sierra de Piura, dadas las características del medio ambiente, no se requiere de una
gran fragmentación de las parcelas para enfrentar las adversidades climáticas, que es lo
que observan, por ejemplo, Figueroa y Kervyn en el sur andino. Por lo demás, para
Kervyn, la fragmentación de las parcelas es uno de los criterios de la “agricultura en
campo abierto”. En las comunidades estudiadas, los campesinos controlan un número
relativamente pequeño de parcelas y existe la tendencia a consolidar la propiedad
alrededor de la vivienda campesina. La forma como se efectúan los traspasos favorece esta
153
tendencia en la medida que otorga a los campesinos de las tierras colindantes una opción
preferencial.
16 La compra de tierras al exterior de la comunidad —que todavía se realizaba hasta hace
unos cuatro años, aproximadamente— se orientó sobre todo hacia el control de recursos
escasos: bosques, invernas o terrenos de riego para los cultivos permanentes y campos de
pastaje. Por ejemplo, los campesinos de la parte alta adquirían tierras en la comunidad de
Challe Grande para abastecerse de madera y los campesinos de Pariguanás compraban
campos cercados que utilizaban como pastizales en las comunidades vecinas de Silaguá o
Geraldo.
17 El criterio para la adquisición de tierras no es el de conseguir parcelas en diferentes pisos
ecológicos para realizar una agricultura multicíclica (Golte) o minimizar el riesgo
(Figueroa 1981), sino la accesibilidad del terreno y el afán de acumular: quien tiene las
posibilidades económicas compra donde puede. Sin embargo, actualmente el mercado de
tierras se ha restringido al interior de las comunidades, pero el acceso a invernas o
terrenos de cultivos permanentes sigue siendo apreciado.
18 Golte (1980:84) plantea como hipótesis que la organización comunal en la sierra norte se
articula principalmente en torno a la organización del riego. Pero en las cuatro
comunidades estudiadas, como en todas las demás que conocemos en la región, la
influencia de la comunidad en la administración del regadío, la distribución de los turnos
y la limpieza de los canales es muy marginal, y la organización del riego no excede a la
Junta de Usuarios. En las comunidades de Pariguanás, Poclús y Challe Grande, donde el
porcentaje de los terrenos irrigados es relativamente alto, la infraestructura de riego es
simple y los diferentes canales no agrupan a más de 20 regantes, por lo general 8. Cuando
se producen conflictos por aguas y no se logra una solución a nivel de los mismos
regantes, se solicita la intervención de la Dirección de Aguas del Ministerio de Agricultura
en Frías. En estos casos, la directiva comunal puede emitir un certificado aclarando la
distribución acostumbrada de las aguas. Sin embargo, en las asambleas de las
comunidades se insiste en que la solución de los problemas debe ser buscada entre los
propios regantes, para evitar la intervención del delegado de aguas.
19 En consecuencia, la mediación de la organización comunal en el proceso productivo es
muy débil en las comunidades de Frías. El “efecto comunidad” que Gonzales de Olarte
(1984) observa en sus estudios sobre las comunidades campesinas del Cuzco no se observa
en el caso de las comunidades frianas: no se da en las actividades agropecuarias, como el
sistema de laymis o la administración de pastos naturales, ni en actividades comunales
como la limpieza de los canales de regadío. Sin embargo, en los últimos años se han
desarrollado algunos intentos de control comunal sobre los recursos y, paulatinamente, la
organización comunal está asumiendo funciones normativas.
20 En Poclús y Silaguá, la comunidad limita el usufructo de los bosques a sus miembros, pero
no llega a ejercer un mayor control sobre el manejo de estos recursos colectivos. En Challe
Grande, la comunidad perdió la oportunidad de controlar los recursos forestales cuando,
por desconocimiento, no impidió la ocupación individual de 250 hás. de bosques en la
parte alta. Asimismo, en las comunidades de Poclús, Pariguanas y Silaguá actualmente se
pretende impedir el arriendo de pastos a campesinos foráneos. Se trata sobre todo de
terrenos en los cuales se había sembrado maíz, y los rastrojos estaban destinados para el
pastizaje del ganado vacuno después de la cosecha, entre los meses de setiembre y
diciembre.
154
comuneros que hemos encuestado en las cuatro comunidades, solamente 3 opinan que la
comunidad campesina “no favorece en nada”, mientras que 136 piensan que sí sirve,
porque “se vive más tranquilo”, “se puede vivir mejor” y “hay más apoyo”.
33 Hemos sostenido que existe una funcionalidad de las comunidades frianas que estaría
impidiendo su descomposición, a pesar de tantos problemas internos que enfrentan. De
hecho hemos percibido algunas de las ventajas que brinda la organización comunal: una
titulación individual hubiera sido mucho más complicada y costosa; la comunidad ofrece
la posibilidad, aún no cabalmente aprovechada, de proteger los recursos forestales y
limitar el acceso a pastos naturales; y, finalmente, puede ser utilizada para evitar o, por lo
menos, presionar a los intermediarios por mejores precios.
34 Sin embargo, lo que a nuestro entender tiene más peso para los campesinos es la
seguridad que la comunidad ofrece con respecto a la tenencia de la tierra. En un trabajo
recientemente publicado, Bruno Kervyn sostiene que
“... la apertura de un mercado de tierras puede provocar tres tipos de ineficiencias o
costos sociales: una ineficiente asignación de mano de obra (el subempleo agrícola);
un aumento de la inseguridad alimentaria; una disminución de la producción en el
largo plazo cuando el proceso de la concentración de tierras provoca importantes
conflictos sociales” (Kervyn 1992:11).
35 Según el mismo autor, en países como el Perú, dada la proverbial corrupción y
manipulación del poder judicial, un sistema de tenencia comunal es más eficaz que la
titulación individual, “porque el Estado tiene menos capacidad que la comunidad para
hacer respetar la posesión individual” (ibíd.:6, subrayado K.A.). Las particularidades del
mercado de tierras, que “raras veces funciona como el de otros bienes”11 (ibíd.:10),
contienen el peligro de que:
“... es muy probable que si los pequeños agricultores pudieran hipotecar o vender
sus tierras más libremente, asistiríamos a un proceso de concentración de la
propiedad debido a ventas forzadas” (ibíd.:10).
36 Considerando los resultados de nuestra encuesta, parece que los campesinos de Frías son
muy conscientes de los peligros asociados al desarrollo de un libre mercado de tierras:
37 Cuadro 30 :
38 Los cuadros 30 y 31 muestran que los campesinos están a favor de una cierta apertura del
mercado de tierras, “porque hay necesidad, todos necesitamos”, y que, a la vez, insisten
en la conveniencia de que la comunidad intervenga para controlar este mercado12. A
157
nuestro parecer, esta es la mayor ventaja que les ofrece la comunidad campesina y el
significado que le otorgan a la expresión según la cual en la comunidad “se vive más
tranquilo”.
39 En todas las comunidades se puede notar una tendencia a limitar la compra-venta de
tierras. En Pariguanás, por ejemplo, la asamblea general desautorizó la venta de un lote a
un campesino foráneo y anuló el contrato. En Challe Grande, los directivos comunales
tienen la intención de beneficiar con los traspasos a los campesinos que disponen de pocas
tierras. En esta comunidad, la prohibición de venta de tierra a foráneos se explica a partir
de la necesidad de defender los terrenos de bosques, sobre todo frente a los campesinos
de Los Altos, especialmente los de la región de Matalacas, que padecen por la escasez de
leña.
40 12. Cuadro 31 :
41 Además, uno de los logros de la organización comunal durante los últimos años es la
mediación en los conflictos por herencia. La asamblea comunal se ha convertido
progresivamente en una instancia de control de la repartición de las tierras y ejerce
funciones de arbitraje. Ello ha contribuido a que cesen los juicios por tierras entre
familiares, así como los violentos conflictos que surgían entre los miembros de una
familia cuando no se lograban poner de acuerdo sobre la repartición de una herencia.
Actualmente, para resolver estos conflictos, las familias campesinas va no tienen que
dirigirse al poder judicial, lo que significa un gran ahorro de tiempo y dinero.
42 En las comunidades de Frías el “efecto comunidad” se manifestaría, entonces, en el hecho
que, paulatinamente, la organización comunal se ha venido convirtiendo en una instancia
normativa: si bien casi no interviene en el proceso productivo, pero, sí, establece las
reglas de juego en torno a la problemática de las tierras13.
43 Si a esto añadimos el trabajo de las rondas campesinas, que se dedican a resolver los
problemas que surgen entre los vecinos14, entonces tenemos la evidencia suficiente como
para afirmar que ambas organizaciones campesinas constituyen un valioso aporte a la tan
urgente descentralización del país: antes las decisiones eran tomadas en las cortes de
Ayabaca y Piu-ra, ahora los casos son resueltos en el mismo pueblo y por la población
involucrada.
158
44 En buena parte, hoy en día, la suerte de los campesinos está en sus propias manos. Este
hecho está expresando una de las características más importantes de la sociedad peruana
en los últimos años, a saber, la “sustancial democratización de la sociedad rural” (Eguren
1992:90), como producto del largo proceso de luchas y reivindicaciones contra el poder
tradicional de los terratenientes y, también, aunque con muchas deficiencias todavía,
contra la política de exclusión por parte de los gobernantes:
“Este siglo es escenario de un largo camino de cambios que van minando las bases
de legitimidad [del] poder tradicional, autoritario y paternal. En este camino los
campesinos buscan participación política y establecer lazos de incorporación
directa con el mercado y con el poder central. Se desprenden de la protección y de
la intermediación local” (Remy 1992:126).
45 Muchos antropólogos han lamentado la “descomposición” de la comunidad campesina.
Parece que en la sierra de Piura se da justamente el proceso contrario: aquí las
comunidades recién se están formando. Aunque casi no tienen nada en común con las
comunidades andinas del sur y centro del país, en términos de una democratización del
ámbito rural las comunidades de la sierra de Piura son “comunidades en formación”.
46 La Constitución Política del Perú promulgada en 1993, en sus artículos 88 v 89, norma el
régimen de las comunidades campesinas y nativas, introducido serios cambios en cuanto
a la tenencia de la tierra. Aún no es posible prever todas las consecuencias de las nuevas
tendencias de liberalización del mercado de tierras; sin embargo, a manera de proyección,
se puede sostener que los campesinos de Frías no aceptarán la norma referida a la
“declaración de abandono” de tierras15. También es posible afirmar que las garantías
establecidas sobre la “autonomía de la organización comunal”, así como el “respeto de la
identidad cultural” previsto en el artículo 89, serán utilizados como argumentos para
defender la automonía de la comunidad en cuanto a la transferencia de tierras (herencias,
traspasos). Los comuneros de Frías reconocen la necesidad de un mercado de tierras, pero
insisten en ser ellos mismos los que definan las reglas de este mercado. La autonomía
comunal se ha constituido en una instancia funcional para la solución satisfactoria de este
tipo de problemas.
47 Por lo expuesto anteriormente, la legislación y las políticas del Presidente Fujimori
constituyen un retroceso respecto al modelo anterior de tenencia de tierras, que, de
cierta manera, proporcionó seguridad a las comunidades campesinas y, al mismo tiempo,
permitió avanzar un paso en el proceso de la democratización del medio rural.
NOTAS
1. “Economists of underdeveloped countries are beginning to realize that the farmer is no fool”.
2. Hasta en el Perú existieron 4,792 comunidades campesinas reconocidas (Trivelli 1992 : 24),
pero hay además un buen número sin reconocimiento oficial.
3. Para un resumen más amplio de la literatura sobre las comunidades andinas, ver Mossbrucker
1990.
4. Por ejemplo, el mismo Golte sostiene lo siguiente: “La necesidad de amparo legal hace que los
campesinos se escondan en la ficción de comunidad, aunque ésta no corresponde a su
159
14. Vale decir que la pacificación lograda por las rondas campesinas tiene también consecuencias
directas en cuanto al empleo de la mano de obra, porque durante las noches los animales pueden
permanecer en el campo y ya no tienen que ser conducidos a los corrales; asimismo, ya no es
necesario cuidar las chacras para evitar los robos en las épocas de cosecha.
15. Por lo demás, este concepto es incompatible con la realidad de muchas comunidades en los
Andes, donde se practica una combinación de agricultura y ganadería que por razones ecológicas
implica largos períodos de descanso de las tierras. ¿Este hecho ameritaría la declaración de
“abandono de tierras” y constituiría un motivo para la venta?
161
Anexos
Anexo 1
1 Reclamos de los yanaconas e informes que dan lugar al convenio conciliatorio en la
hacienda I'ariguanás (ADP-MJT leg. 1, cxp. 6)
2 Señor Prefecto del Departamento de Piura
3 S. P.
4 Los abajo suscritos yanaconas de la hacienda Pariguanas, propiedad de los Srs. Eguiguren
y Cía; de la juridicción del Distrito de Frias, ante Ud. nos presentamos y decimos que
habiendo leyes que favoresen a todos los trabajadores de la República del Perú, según
Decreto Supremo del 6 de Marzo de 1920 y de acuerdo con el artículo 55 al 62 de la
Constitución del Estado, principalmente a los que no tenemos más fortuna que nuestras
fuerzas para ganarnos la vida, pero ni de ellas podemos disponer dentro de la hacienda
que arriba indicamos, pedimos ante Ud. como autoridad prova y justiciera para que
interponga su influencia a que de resolver las reclamaciones que elevamos a su honorable
despacho, por medio de nuestros delegados que tienen amplias facultades para arreglar
nuestros reclamos.
1. Abolición de los veinticinco días de trabajo gratuito.
2. Abolición de ocho días que ocupamos en la faena de la hacienda.
3. Abolición de seis días que ocupamos en los rodeos de la hacienda.
4. Abolición de seis días de trabajo gratuito, perteneciendo estos a la partida que se traslada de
Pariguanas a la hda. Yapatera.
5. Abolición del carguío de cincuenta piedras que se nos obliga, puestas en la casa de hacienda.
6. Abolición de todos los que sembramos en terrenos de temporal, que cuando se coseche pagar
y cuando no se coseche no se nos exija el pago que es la suma de diez y ocho soles por la
obligación.
7. Abolición del pago de gallina que se nos exige todos los años para darnos nuestros recibos,
despues de haber pagado nuestro arriendo.
162
Convenio conciliatorio
20 En Piura, en el Despacho de la Prefectura, siendo las seis de la tarde del día doce de
octubre de mil novecientos treinta y cuatro, fueron presentes por ante el señor Prefecto
Interino del Departamento y el Jefe de la sección de Trabajo, de una parte don: Samuel
Calle, Valentín Peña, Benigno Flores, delegados de los reclamantes del fundo "Pariguanás"
asesorados por el doctor Hildebrando Castro Pozo; y de la otra, don Celso Garrido Lecca,
en representación de la firma Eguiguren Hnos., propietaria de dicho fundo, a efecto de
contemplar el pliego de reclamos presentado por los primeros; oídas las exposiciones de
163
las partes se llegó a formalizar el siguiente convenio conciliatorio que pone término
definitivo al conflicto suscitado.- Primera.-La Hacienda declara que respeta y cumple las
leyes vigentes por las cuales se prohibe todo trabajo gratuito. En tal virtud, todo trabajo
que se preste en la Hacienda, debe ser remunerado.- Segunda.- En los rozos de temporal
los colonos cuando tengan cosecha quedan obligados a pagar seis almudes de arbejas, o
nueve de maíz, o cuatro y medio de frijol, según la planta que siembren. Estos productos
serán entregados en la casa de la Hacienda.-Se entiende que si estos sembrados se
efectúan temporalmente en zonas de riego, que quedan fuera de su arriendo, se sujetarán
en cuanto al pago en la forma establecida para los rozos de temporal.- Cuando no haya
cosecha el colono no queda obligado al pago, siempre que dé aviso de tal hecho a la
Hacienda.- Tercera.- Los te-rrasqueros ó sembradores de maíz que abonen actualmente a
la Hacienda tasas fijas convenidas, continuarán abonando las acostumbradas a lo
estipulado en la cláusula segunda referente a la siembra en terrenos de temporal.-Cuarta.
-Los arriendos redondos no sufrirán alteración alguna.-Quin-ta.- Los colonos y
chacareros que por costumbre trabajaban a la Hacienda, en mandos, fainas, rodeos,
partidas, picotas, trancas, etc. agregarán en compensación al valor actual de sus
arriendos, el 50% —cincuenta por ciento— del importe de los días totales de trabajo, sobre
la base para esta operación de un tipo de jornal de cuarenta centavos —o sea veinte
centavos por día redimido—. De conformidad con la Resolución Suprema de 3 de
Setiembre de 1920, los colonos y chacareros tienen el derecho de nombrar a una persona
capacitada que los represente para los efectos de intervenir en esta operación.- Sexta.-
Cuando la Hacienda necesite los servicios de sus colonos y chacareros, les abonará la
cantidad de sesenta centavos por jornada diaria de ocho horas, y además la cantidad de
alimentación que actualmente se acostumbra darles.- Séptima.- La cantidad que
actualmente se abona por arriendo no será modificada. A dicha cantidad se agregará la
que resulte de la operación compensatoria a que se refiere la cláusula quinta del presente
convenio; esto en el caso de que el arriendo no sea redondo, como se expresa en la
cláusula cuarta no sufrirán alteración alguna.- Octava.- Los colonos y chacareros que
actualmente adeudan saldos al año 1933, abonarán éstos en tres armadas anuales a partir
del 1. de enero de 1935.- Los arriendos por el presente año serán abonados hasta el 31 de
diciembre próximo.- Novena.- A pesar de no considerarse la Hacienda obligada a instalar
una escuela primaria gratuita, de conformidad con la Ley No. 3019, aquella ofrece instalar
una cuando la población escolar de su radio central llegue a cincuenta niños.-Décima.-
Basándose el presente convenio en la armonía de los contratantes, éstos limitan el
desahucio o despedida a los casos de falta de pago de la merced conductiva o canon de
colonaje, e incumplimiento del presente contrato; conformándose a las disposiciones
vigentes, y en cuanto a la tasación de las cosechas a la Resolución Suprema de 29 de
agosto de 1920.- Undécima.- Este contrato tiene fuerza de ley entre las partes.- La
Hacienda no ejercitará represalias con motivo del presente pliego de reclamos, que queda
definitivamente solucionado. Firman por ante el señor Prefecto Interino del
Departamento y el Jefe de la Sección del Trabajo. Hay una cláusula marginal.- vale -
21 (7 firmas de las personas arriba mencionadas presentes en el convenio)
22 Cláusula marginal.- Los sembríos de temporal serán vigilados por la Hacienda, para los
efectos de constatar las cosechas que se obtengan.- El presente contrato es por un año
forzoso para ambas partes, prorrogable indefinidamente a voluntad de ambas, siempre
que el colono esté al día con sus pagos.
164
Anexo 2
23 Precios (en soles) de productos agropecuarios serranos (1940 - 1943) (ADP-MJT exp. 3,
exp. 281/5)
165
Glosario
arriendo seco: Esta expresión fue utilizada por los colonos de la hacienda San Pablo y no se
refería a la forma de pago del arriendo, sino a la clase de las tierras arrendadas: eran
terrenos de secano.
arriendo sin pensión: Esta forma de pago del arriendo se cancelaba exclusivamente en
dinero y en productos agropecuarios, y no incluía trabajos para la hacienda.
camaricos: Obligación de los colonos de transportar productos agrícolas a la casa hacienda
o a la vivienda urbana del hacendado.
cariños: Trabajos no remunerados que los hacendados exigían a los colonos como una
forma de pago del arriendo.
colono: (ver arrendatario)
comuneros eventuales: (ver eventuales)
comunidad o Nombre de los caseríos en la margen izquierda del
comunidad privada: río Yapatera (Challe Chico, El Común, Mastrante, Limón, Huasipe, entre
otros) que no pertenecieron a ninguna de las haciendas. Sería el caso, por ejemplo, de las
tierras del antiguo Común de Frías. Cuando se reconocen las comunidades campesinas,
estos caseríos empiezan a ser denominados como comunida des privadas.
cordillera: La parte alta del distrito de Frías que se encuentra sobre los 3,000 metros.
También la llaman Los Altos.
chacareos: Terrenos de temporal arrendados a las haciendas
Pariguanás y Poclús (ver terrazgo, rozo de temporal).
chicote: (ver veta)
challes: Los campesinos de la comunidad de Challe Grande.
delegado de aguas: Representante de los regantes de una toma de agua. Se encarga de la
administración del riego en las comunidades campesinas.
delegados (de colonos): Representantes de los campesinos dependientes de las haciendas
para la búsqueda de solución a los conflictos con los hacendados. Los terratenientes los
calificaban como "delegados socialistas".
derecho de pastaje: Forma de pago a la hacienda que efectuaban los colonos cuyo ganado
pastaba en la hacienda fuera de las tierras arrendadas. No se exigía este pago por el
pastaje de los animales menores de un año.
derecho de terrazgo: Modalidad de pago del arriendo de los terrenos de temporal.
Generalmente, se calculaba en base a una cantidad fija de los productos sembrados, por
ejemplo, seis almudes de granos en Pillo.
destajero: Campesinos que arrendaban grandes extensiones de terrenos, aptos sobre todo
para cultivo de secano o pastos naturales en las haciendas Pariguanás y Simirís. A su vez,
estos campesinos podían subarrendar una parte de los terrenos sin necesitar una
autorización de la administración de la hacienda.
destajo: Tierras de secano arrendadas por el destajero. Podían abarcar hasta 150 hectáreas.
dulce: Chancaca
eventuales o Campesinos que usufructúan terrenos en la comunidad
comuneros eventuales: de Poclús y pertenecen, además, a otra comunidad o residen fuera
del ámbito comunal. También se les denomina foráneos.
fainas o faenas: Todo tipo de trabajos gratuitos que eran exigidos
167
Fuentes y bibliografía
Fuentes
ADP: Archivo Departamental de Piura
MJT: Ministerio de Justicia y Trabajo
SDTP: Sub-Dirección de Trabajo de Piura
Hacienda San Antonio: demanda colectiva de colonos, 1946 (SDTP exp. 144/1946: en Valverde
s.f.b.: ficha 101)
Hacienda Carrizal: demanda colectiva de colonos y arrendatarios, 1946 (SDTP exp. 338/1946: en
Valverde s.f.b.: ficha 132)
Hacienda Chulucanas: pliego de reclamos de colonos, 1943-1944 (ADP-MJT leg. 3, exp. 281/5)
Hacienda Cujaca y Andurco: demanda de yanaconas por aplicación de ley 10885, 1951 (ADP-MJT
leg. 8, exp. 162)
Hacienda Culcapampa: demanda seguida por los colonos por aplicación de ley de yanaconaje,
1950-51 (ADP-MJT leg. 8, exp. 172)
Hacienda Culcapampa: demanda colectiva de colonos, 1946 (SDTP exp. 17/1946: en Valverde
s.f.b.: ficha 78)
Hacienda Huasimal: reclamo colectivo de colonos, 1946 (SDTP exp. 187/1946: en Valverde s.f.b.:
ficha 112)
Hacienda Jacanacas: demanda colectiva de colonos, 1946 (Valverde s.f.b.: ficha 100)
Hacienda San Jorge: aplicación de ley de yanaconaje, 1947-49 (ADP-MJT leg. 7, exp. 38/45)
Hacienda Lalaquiz: pliego de reclamos de colonos, 1935 (ADP-MJT leg. l, exp. 28)
Hacienda Lalaquiz: colonos denuncian al propietario, 1943 (ADP-MJT leg. 2, exp. 261/103)
Hacienda Lalaquiz: pliego de reclamos de colonos, 1944 (ADP-MJT leg. 3, exp. 236)
Hacienda Lanchipampa: demanda colectiva de colonos y arrendatarios, 1946 (SDTP exp.
20/1946: en Valverde s.f.b: ficha 81)
Hacienda Lanchipampa: reclamo colectivo de colonos, 1946 (SDTP exp. 90 A/1946: en Valverde
s.sf.b.: ficha 91)
Hacienda Llicsa: pliego de peticiones de colonos, 1934-1935 (ADP-MJT leg. 1, exp. 1)
171
Hacienda Llicsa: indemnización de plantíos por desalojo de colonos, 1936 (ADP-MJT leg. 1, exp.
192)
Hacienda Matalacas: contrato colectivo, 1935 (ADP-MJT leg. 1, exp. 33)
Hacienda Matalacas: pliego de reclamos de colonos, 1944-1945 (ADP-MJT leg. 4, exp. 275/127)
Hacienda San Martín de Congoña: reconsideración de acta de conciliación, 1950-51 (ADP-MJT
leg. 8, exp. 163)
Hacienda Molino: pliego de reclamos de colonos, 1935 (ADP-MJT leg. 1, exp. 35)
Hacienda Olleros: reclamos colectivos de colonos, 1946 (SDTP exp. 156/1946: en Valverde s.f.b.:
ficha 107)
Hacienda San Pablo: pliego de reclamos, 1943 (ADP-MJT leg. 2, exp. 313)
Hacienda San Pablo: pliego de reclamos de colonos, 1944 (ADP-MJT leg. 4, exp. 336/105)
Hacienda Pariamarca: reclamo colectivo de colonos y arrendatarios, 1946 (SDTP exp. 191/1946:
en Valverde s.f.b.: ficha 114)
Hacienda Pariguanás y Hacienda Altos de Pariguanás: pliego de reclamos de los colonos,
1934-1936 (ADP-MJT leg. 1, exp. 6)
Hacienda Pillo: pliego de reclamos de colonos, 1934 (ADP-MJT leg. 1, exp. 10)
Hacienda Pillo: reclamo de colonos, 1944 (ADP-MJT leg. 3, exp. 38)
Hacienda Pillo: reclamo colectivo de los yanaconas, 1942-44 (ADP-MJT leg. 4, exp. 52)
Hacienda Pillo: demanda seguida por E. García contra la hacienda por aplicación de ley de
yanaconaje, 1951 (ADP-MJT leg. 8, exp. 169)
Hacienda Sacaya: demanda colectiva de colonos y arrendatarios, 1946 (ADP-MJT leg. 6, exp.
350/495)
Hacienda Samanguilla: colonos y arrendatarios exigen cumplimiento de contrato de trabajo,
1946 (SDTP exp. 19/1946: en Valverde s.f.b.: ficha 80)
Hacienda Samanguilla: demanda colectiva contra el conductor por aplicación de ley de
yanaconaje, 1949 (ADP-MJT leg. 7, exp. 101/12)
Hacienda Simbaca: demanda colectiva de colonos, 1946 (SDTP exp. 375/1946: en Valverde s.f.b.:
ficha 132)
Haciendas Simbaca y Talal: demanda colectiva de colonos, 1950 (SDTP exp. 37/1950: en
Valverde s.f.b.: ficha 211)
Hacienda Simirís: reclamos colectivos de colonos, 1934-1935 (ADP-MJT leg. 1, exp. 36)
Hacienda Tojas: reclamos colectivos contra el conductor, 1945-47 (ADP-MJT leg. 5, exp. 144)
Hacienda Vilcales: demanda colectiva de colonos, 1946 (SDTP exp. 194/1946: en Valverde s.f.b.:
ficha 116)
Hacienda Yanta: demanda de colonos, 1946 (SDTP exp. s.n./1946: en Valverde s.f.b: ficha 117)
Bibliografía
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