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El libro discute cómo el cristianismo primitivo desarrolló su comprensión de Jesús como divino. Los primeros cristianos proclamaban y adoraban a Jesús como Dios antes de los desarrollos doctrinales formales. La devoción a Jesús como divino surgió rápidamente entre los primeros discípulos en el siglo I, guiados por el Espíritu Santo. El cristianismo primitivo reformuló el monoteísmo judío para identificar a Dios con la deidad del Antiguo Testamento que ahora se revelaba pl
El libro discute cómo el cristianismo primitivo desarrolló su comprensión de Jesús como divino. Los primeros cristianos proclamaban y adoraban a Jesús como Dios antes de los desarrollos doctrinales formales. La devoción a Jesús como divino surgió rápidamente entre los primeros discípulos en el siglo I, guiados por el Espíritu Santo. El cristianismo primitivo reformuló el monoteísmo judío para identificar a Dios con la deidad del Antiguo Testamento que ahora se revelaba pl
El libro discute cómo el cristianismo primitivo desarrolló su comprensión de Jesús como divino. Los primeros cristianos proclamaban y adoraban a Jesús como Dios antes de los desarrollos doctrinales formales. La devoción a Jesús como divino surgió rápidamente entre los primeros discípulos en el siglo I, guiados por el Espíritu Santo. El cristianismo primitivo reformuló el monoteísmo judío para identificar a Dios con la deidad del Antiguo Testamento que ahora se revelaba pl
“Señor Jesucristo. La devoción a Jesús en el cristianismo primitivo”
de Larry W. Hurtado. «¿Quién dicen ustedes que soy Yo?» (Mt. 16, 15). Esta pregunta de Jesus a sus discípulos, es la gran interrogante del cristianismo primitivo y de todas las épocas, que tratan siempre de responder y asumir. Pero de una manera fundamental, el cristianismo primitivo va dando respuestas a lo que cree, a lo que el Espíritu Santo va dictando a sus corazones y a su mente. De ahí que, el periodo caracterizado como «cristianismo primitivo» no solo es fascinante en sí, sino que también resulta transcendental para responder a la pregunta «¿Quién es Jesús?»1 Así, como lo afirma L. W. Hurtado, el cristianismo primitivo proporcionó las principales convicciones, así como los parámetros de la fe y de praxis devocional, que configuraron los posteriores desarrollos de la tradición cristiana clásica. Sin embargo, eso no quiere decir que ellos se lo fueran inventando, pues los cristianos ya proclamaban y adoraban a Jesús, viviendo y muriendo por él, mucho antes de los desarrollos doctrinales o de los credos del siglo II.2 De tal modo, que la devoción a Jesús como alguien divino no surgió de forma gradual y tardía, sino repentina y rápidamente, entre los primeros grupos de discípulos del siglo I, más específicamente, en los círculos judeocristianos de los primero años.3 En este sentido, conviniendo con L. W. Hurtado, haciendo alusión a aquellos textos de los Evangelios en que Jesús prometió que el Espíritu del Padre les inspiraría las palabras y les daría la sabiduría (Cf. Mt. 10, 20; Mc. 13, 11; Lc. 12, 12. 21, 15) estoy convencido que fue el Espíritu el que fue imprimiendo esta verdad y fe del Jesús divino sobre los primeros cristianos. Pues bien, los «cristianos proto-ortodoxos», adoptaron la opción de que el Dios cristiano debía ser identificado con la deidad del Antiguo Testamento que había creado todas las cosas, había hablado verdaderamente por medio de Moisés y los profetas, y
1 Cf. L. W. Hurtado, Señor Jesucristo. La devoción a Jesús en el cristianismo primitivo, Ediciones
Sígueme, Salamanca 2008, Pág. 731. 2 Cf. Ibíd., Pág. 732. 3 Cf. Ibíd. ahora se revelaba de modo más pleno y decisivo por medio de Jesús y así desarrollaron lo que equivalía a una nueva y peculiar concepción de lo que significaba el término «Dios». De tal modo que, la primitiva fe cristiana en Jesús contribuyó a remodelar literalmente el monoteísmo heredado de la tradición judía y bíblica, en un principio avanzando en una dirección binaria, aunque después predominó un modelo trinitario.4 Pero como ya he dicho, todo este acontecer en la sucesión histórica de los primeros cristianos, no era una mera invención de ellos. Más bien, este discernimiento e iluminación del Espíritu fue impuesto por las sinceras convicciones y la devoción de los creyentes desde los primero años del cristianismo, pues Jesús es presentado irrevocablemente como el Dios que se ha hecho hombre verdadero y corporal, esposándose así en una unión indisoluble con la raza humana. Por consiguiente, podemos observar como los primeros cristianos eran capaces de testificar el nombre de Jesús, aun a costa de sus propias vidas. Tenían una fe bien profunda en el Jesús divino, de ahí que retomando las palabras del papa Benedicto XVI en su encíclica sobre la esperanza, dice que «el cristianismo no era solamente una “buena noticia”, una comunicación de contenidos desconocidos hasta aquel momento (…), sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida» (Spe salvi, n. 2). Así, respondiendo a la pregunta inicial de este comentario «¿Quién dicen ustedes que soy Yo?», veo palpable que Jesús para los primeros cristianos, lo era «TODO», su Dios, su Señor, con palabras de Santo Tomás Apostol «Señor mío y Dios mío» (Jn. 20, 28), lo que por consecuencia hacía que aquellos cristianos vivieran la coherencia de su fe, aun en medio de un hábitat hostil al cristianismo.