El Loco tiene un nombre, pero no tiene número. Es el único arcano mayor que no está definido
numéricamente. Representa la energía original sin límites, la libertad total, la locura, el desorden, el caos, o
también el impulso creador fundamental. En las barajas tradicionales, dio lugar a personajes como el
Comodín o Joker, que pueden representar a todas las demás cartas a voluntad, sin identificarse con ninguna.
La frase clave de El Loco podría ser: «Todos los caminos son mi camino».
Esta carta da impresión de energía: en ella, el personaje camina con paso resuelto, calzado de rojo,
hundiendo en el suelo un bastón rojo. Pero ¿adonde va? ¿Va todo recto? Es posible, pero podríamos
imaginar que va girando sin fin en torno a su bastón. El Loco representa el eterno viajero que anda por el
mundo sin vínculos ni nacionalidad. Puede que sea también un peregrino que se dirige a un lugar santo. O
también, en el sentido reductor que le dan muchos comentadores, un loco que camina sin finalidad hacia su
destrucción. Si se elige la interpretación más fuerte, se verá El Loco como un ser desprendido de cualquier
necesidad, de cualquier complejo, de cualquier juicio, al margen de cualquier prohibición, un ser que ha
renunciado a cualquier demanda: un iluminado, un dios, un poderoso gigante en el flujo de la energía, una
fuerza liberadora inconmensurable.
Su hatillo de color carne está iluminado desde dentro por una luz amarilla. El palo que le sirve para llevarlo
es azul cielo y su remate tiene forma de cuchara: es un eje receptivo que lleva la luz de la Consciencia, lo
esencial, el sustrato útil de la experiencia. En la mano que sujeta ese palo se esconde una hojita verde, signo
de eternidad.
El Loco es también un personaje musical, puesto que sus ropas están adornadas con cascabeles. Podríamos
imaginar que toca la música de las esferas, la armonía cósmica. En varios elementos de su traje se
encuentran símbolos de la trinidad creadora: su bastón tiene un pequeño triángulo compuesto de tres
puntos, uno de los cascabeles -el blanco- es un círculo dividido por tres líneas... Se puede discernir en ello la
voluntad de la trinidad cristiana o las tres primeras sefirot del Árbol de la vida de la Cabala, o los tres
procesos fundamentales de la existencia: creación, conservación y disolución. El movimiento del Loco está,
pues, guiado por el principio divino o creador. El camino se vuelve azul cielo a medida que avanza en él:
camina por una tierra pura y receptiva, sacralizándola con sus pasos.
En el cinturón del Loco se encuentran otros cuatro cascabeles amarillos que podrían corresponder a los
cuatro centros del ser humano simbolizados por los Palos de los arcanos menores del Tarot: Espadas
(intelectual), Copas (emocional), Oros (corporal) y Bastos (sexual y creativo). El Loco produce un aporte de
energía luminosa en esos cuatro centros, que también están simbolizados en los cuatro mundos de la
Cabala: Atzüoth, el mundo divino; Briah, el mundo de la creación; Yetzirah, el mundo de la formación; y
Asiah, el mundo de la materia y de la acción.
El animal que lo sigue, posiblemente un perro o una perra, apoya sus patas en la base de su columna
vertebral, a la altura del perineo, en el lugar en que la tradición hindú sitúa el centro nervioso que concentra
las influencias de la Tierra (chakra müládhára). Si el Loco fuera un ciego, sería guiado por su animal, pero
aquí es él el que va delante, como el Yo visionario que guía al ego. El yo infantil está dominado; no es
necesario seducirlo para dominar su agresividad. Ha alcanzado un grado de madurez suficiente para
comprender que debe seguir al ser esencial y no imponerle su capricho. Es la razón por la cual el animal, que
se ha vuelto receptivo, es representado en azul claro. Amigo del Loco, colabora con él y lo empuja hacia
delante. La mitad de su cuerpo se encuentra fuera del marco de la carta: el hecho de que vaya detrás del
Loco nos permite pensar que también representa el pasado. Un pasado que no frena el avance de la energía
hacia el futuro.
El traje del Loco es rojo y verde: lleva esencialmente en sí la vida animal y la vida vegetal. Pero sus mangas
azul cielo indican que su acción, simbolizada por los brazos, es espiritualizada, y su gorro amarillo lleva la luz
de la inteligencia. En este gorro se observa la presencia de dos medias lunas. Una de ellas, de color amarillo
claro insertada en un círculo naranja, está vuelta hacia el cielo. La otra, situada en la bola roja que remata la
punta trasera del gorro, está vuelta hacia abajo. La luna roja representa el don total de la acción, y la luna
amarilla, la recepción total de la Consciencia.
En una lectura:
El Loco evoca un enorme impulso de energía. Vaya donde vaya, lleva consigo ese impulso vital. Si se dirige
hacia una carta, la carga con su energía creadora. Si se separa de la carta que lo precede, abandona una
situación para aportar sus fuerzas a un nuevo proyecto, un nuevo lugar, una nueva relación. Representa
entonces una liberación una huida (material, emocional, intelectual o sexual). En otros términos, esta carta
plantea la cuestión de cómo va la energía del consultante, en qué emplea éste sus fuerzas.
El Loco representa a veces la locura o la inconsecuencia cuando se identifica con un personaje. Y,
naturalmente, un peregrinaje, un viaje, una fuerza que va. La cuestión es saber hacia dónde: El Loco no tiene
en sí mismo, ninguna preferencia.
Esta carta inseminadora de energía exacerbará, nutrirá o despojará las cartas que la rodean. Espejo del
Arcano sin nombre, que podría ser su esqueleto, El Loco nos revela que la capacidad de actuar se adquiere
también mediante la travesía iniciática de la locura y de la muerte.
Y si El Loco hablara...
«¿Sabes que en cada instante puede producirse una mutación de consciencia, que puedes súbitamente
cambiar la percepción que tienes de ti? Uno se imagina a veces que actuar es triunfar respecto al otro. ¡Qué
error! Si quieres actuar en el mundo, debes hacer que estalle esa percepción del yo impuesta, incrustada
desde la infancia, que se niega a cambiar. Amplía tus límites sin fin, sin descanso. Entra en trance.
Déjate poseer por un espíritu más poderoso que el tuyo, una energía impersonal. No se trata de perder
conciencia, sino de dejar que hable la locura original, sagrada, que está en ti.
Deja de ser tu propio testigo, deja de observarte, sé actor en estado puro, una entidad en acción. Tu
memoria dejará de registrar los hechos, las palabras y los actos realizados. Perderás la noción del tiempo.
Hasta aquí has vivido en la isla de la razón, descuidando las demás fuerzas vivas, las demás energías. El
paisaje se ensancha. Únete al océano del inconsciente.
Experimentas entonces un estado de supraconciencia en que no hay acto fracasado ni accidente. No tienes
la concepción del espacio, devienes espacio. No tienes la concepción del tiempo: eres el fenómeno que llega.
En este estado de presencia extrema, cada gesto, cada acción son perfectos. No puedes equivocarte, no hay
ni plan ni intención. Sólo hay la acción pura en el eterno presente.
No temas liberar el instinto, por primitivo que sea. Superar lo racional no significa negar la fuerza mental:
mantente abierto a la poesía de la intuición, a los fulgores de la telepatía, a voces que no te pertenecen, a
una palabra venida de otras dimensiones. Ve como se unen a la extensión infinita de tus sentimientos, a la
inagotable fuerza creadora que te confiere la energía sexual. Vive tu cuerpo, ya no como un concepto del
pasado, sino como la realidad subjetiva y vibrante del presente. Verás que tu cuerpo deja de estar dominado
por concepciones racionales y se deja mover por fuerzas que pertenecen a otras dimensiones, por la
totalidad de la realidad. Un animal enjaulado tiene movimientos comparables a la percepción racional. El
movimiento libre de un animal en el bosque es comparable al trance. El animal enjaulado debe ser
alimentado a horas fijas. El racional debe recibir, para actuar, palabras. El animal salvaje se alimenta solo y
nunca se equivoca de comida. El ser en trance no actúa movido por lo que ha aprendido, sino por lo que es.»
Correlaciones esotéricas: Al loco se le asocia a la letra Aleph, que significa toro o buey, animales atribuidos a
Dionisio. Es el primer sendero del Árbol (esto es, el sendero 11, si se cuentan los sefiroth como senderos)
que va de Kether (Corona) a Chokmah (Sabiduría), y de ahí que se le denomine “Corona de la Sabiduría”. Se
asocia con el 0 y con el Ain Soph Aur, previo a toda creación. Es el elemento Aire y se dice que representa al
Primum Mobile actuando a través del aire en el Zodíaco. Inteligencia centelleante. Su color es amarillo
pálido. Es el Espíritu del Éter. Los Silfos.
Significados adivinatorios: Los significados deben derivarse de las correlaciones esotéricas y simbólicas. En el
nivel espiritual o existencial, indica la ambivalencia entre inocencia y error, una actitud de búsqueda que se
ve amenazada por la equivocación. Es el comienzo de un ciclo, las primeras tentativas inocentes y torpes; a
su vez previene contra las ilusiones y la precipitación. La ambigüedad del arcano se manifiesta en una doble
interpretación: es el loco sabio o santo, el que se aparata de las normas establecidas, el anarquista o el
poeta siempre insatisfecho; pero también es el iluso, el torpe, el que se niega a ver y permanece en una
actitud necia y poco responsable. Éxtasis o locura, en todos los casos El Loco indica pruebas difíciles a través
de las cuales madurar.
En el plano psíquico o anímico, señala siempre un estado de ansiedad, insatisfacción, nerviosismo, irritación:
necesidad de movimiento sin tener clara una meta. Dispersión, estados de embriaguez y de sonambulismo.
Temperamento poético pero extremista, gran inestabilidad. Sentimiento de culpa.
En el plano práctico es un naipe de gran inestabilidad: indica una situación irresuelta o un movimiento más o
menos súbito, que puede traducirse en un viaje. Asunto que requiere responsabilidad e intuición
simultáneamente. Advierte contra la precipitación o la imprudencia.
Ideas claves:
· Arquetipo: el niño. Fuerza vital, espíritu puro.
· Lección: aprender cosas nuevas, asumir la vida como una aventura. Aprendizaje lúdico.
· Meta: descubrimientos. La vida como experiencia lúdica. Alegría de vivir.
· Disposición psico-emocional: el ingenuo, el espontáneo. Espíritu aventurero, despreocupado. Capacidad de
asombro, sensibilidad, curiosidad, alegría de vivir. Talentos inexplorados.
Interpretación: La figura de este arcano y su propio nombre –El Loco- rápidamente evoca a la cualidad
acuariana y la función uraniana en astrología. De este modo, podemos asociarlo con atributos de libertad,
creatividad, espontaneidad, con lo súbito e imprevisible, con lo repentino y excéntrico.
Sin embargo, es necesario tomar como punto de partida la enorme distancia que existe entre esta cualidad y
la posibilidad de hacerla consciente, al menos en el presente estado de evolución de la humanidad. En
principio, decimos que esta experiencia (tanto la que representa El Loco como la que simboliza Acuario-
Urano) resulta intolerable para nuestra conciencia ordinario. Y lo que se advierte claramente en el Tarot, ya
que este arcano no recibe el nombre de “el creativo”, “el libre” o “el espontaneo” (o incluso “el mistico”),
sino “el loco”, es decir, una denominación que remite a la extravagancia, a la marginalidad, a estar “fuera del
orden”.
Ahora, ¿es cierto que este arcano sugiere una experiencia extraña a la realidad? ¿O acaso nos remite a una
peculiar manera de participar en ella? ¿O , mejor aun,, representa el recordatorio de nuestra pertenencia a
un orden que trasciende nuestro anhelo de permanencia en formas seguras y del cual nuestra lógica
racional no puede dar cuenta?
Algo más. Podemos agregar que la imagen de El Loco alude al propósito humano de la búsqueda de la
máxima creatividad en la forma, es decir, al deseo individual de que las estructuras concretas que logramos
desarrollar a lo largo de nuestra vida personal (formas) vayan in crescendo en la expresión de su originalidad
y singularidad (creatividad).
Ahora bien, es fundamental comprender que este anehlo promueve, en la escala humana, un complejo
“doble vinculo”, ya que creatividad (lo que rompe la continuidad, lo que muta) y forma (lo que toma cuerpo,
lo que alcanza una conformación estable y perdurable9 aparecen en una relación tensa de antagonismo y
exclusión: máxima creatividad se corresponde con mínima forma y, viceversa, máxima forma se corresponde
con mínima creatividad.
Desde el enfoque astrológico, este conflicto no es otro que aquel que existe entre la vivencia de la cualidad
canceriana y acuariana, la aparente contradicción entre la función lunar y la uraniana. La Luna cumple con el
propósito de cerrarse y generar un ámbito protector y nutriente para que se gesten formas particulares y
especificas, mientras que Urano promueve la apertura y exposición al curso de corrientes de creatividad
universales y globales.
Resulta inevitable que lo creativo y libre ponga en riesgo la permanencia en formas seguras (lo que se cree y
se sienten seguras), y que la estabilidad de formas sólidas parezca exigir el sacrificio de cualquier innovación
creativa. DE ahí que la libertad se asemeja a la locura en el mundo de las formas humanas personales –
seguras, estables, previsibles-, y la creatividad se confunde con lo absurdo en el orden de la lógica racional.
¿Por qué ocurre esto? La pregunta se impone.
Lo creativo requiere para revelarse estar libre de contenidos del pasado, ya que cualquier material heredado
implica necesariamente un condicionamiento para la manifestación de lo nuevo, un “formateado” previo
que establezca bordes y recortes a la información inédita y que ingresa al sistema, surcos para la circulación
de la energía.
A su vez, en tanto entidades encarnadas, en nuestro desarrollo como personalidades humanas necesitamos
atender a necesidades (corporales, mentales y psíquicas) que sólo pueden satisfacerse en el mundo de las
construcciones concretas (en el espacio y el tiempo) en el orden de lo manifiesto, explicito, definido y
previsible.
Así ese doble vínculo al que hemos referido queda planteado. Al buscar creatividad tratamos de alejarnos
del condicionamiento de estructuras fijas y materiales, pero ante el vacío de formas conocidas que
promueve lo creativo (en tanto representa lo no-conocido) nuevamente buscamos la seguridad de
estructuras definidas y estables, las cuales provocaran el ahogo de un nuevo condicionamiento de la
creatividad, del que se querrá escapar poniendo en riesgo otra vez las formas seguras, etcétera- Esta es, en
definitiva, el circuito cerrado en el que la conciencia humana personal parece quedar atrapada.
La creatividad genera la incertidumbre del vacío, el vacío provoca necesidad de forma y seguridad, la forma
implica la sensación de condicionamiento y prisión, y el condicionamiento suscita el anhelo de creatividad y
libertad.
Más allá de la esfera estrictamente egoica, desde el punto de vista energético o transpersonal no existe
contradicción alguna. La manifestación vital propone un pulso entre forma concreta y vacío creativo, un
latido que contiene el impulso de construcción y destrucción, en pos de posibilitar su proceso de generación.
Aquí adquiere significado la figura de El Loco que representa tanto al número 0 como al 22. El lector debe
estar atento, en primer lugar, a El Loco como 0.
El número 0 presenta una naturaleza paradójica y ambivalente. Su significado varía notablemente según
consideremos este número delante o detrás de otro número.
Si aparece ubicado como dígito detrás de otro número del 1 al 9, establece la completitud e integración de la
cifra, es decir, su máximo potencial (10, 20, 30, etc.). En este caso, el 0 revela el máximo desarrollo creativo
posible en esa forma particular.
Pero si está ubicado detrás de otro número el 0 estimula un salto de cualidad, en tanto “habilita un nuevo
digito en la cifra” (la decena, la centena, el millar). […] La posibilidad de habilitar nuevas dimensiones de
despliegue vital representa un crucial cambio de escala y magnitud: la oportunidad de una circulación de la
energía más amplia y libre, menos ceñida a formas que terminan limitando el potencial creativo que hasta
ese momento supieron contener eficazmente.
Entonces, detrás de otro número el 0 simboliza, en primer lugar, el máximo despliegue creativo de una
forma concreta y, a su vez, el salto de escala que habilita a una nueva dimensión en la que otras formas se
manifestaran para desarrollar una nueva magnitud de lo creativo.
Pero ¿qué ocurre al considerar el 0 delante de otro número? Nada sucede, porque estamos frente a la más
absoluta irrelevancia, vació, no-existencia.
Además, más allá de su ubicación relativa en una cifra, en sí mismo el 0 es símbolo de lo indeterminado, de
aquello que no marca ninguna extensión en el espacio ni despliegue en el tiempo. […]
En definitiva, el 0 representa la expresión del máximo potencial creativo en la forma y, al mismo tiempo, el
despliegue de dimensiones cada vez más abarcativas (0 a la derecha) y la expresión de la máxima
inexistencia en la forma (0 a la izquierda).
El nombre que la figura de este arcano tiene en castellano –esto es, El Loco- da cuenta de esta paradoja. El
loco es aquel que no encuentra su lugar en el mundo, que está fuera de todo sistema organizado, el exiliado
excluido; pero, la raíz de la palabra “loco” remite a lugar, a ubicación (locación). Así, la palabra sugiere tanto
“no lugar” como “lugar”; o sea, tanto aquello que no encuentra ubicación fija o permanente como aquello
que nunca deja de estar en su lugar.
Siguiendo la paradoja de esta imagen, El Loco es el número 0 pero también el 22, esto es, el último arcano.
El Loco es el comienzo y también el final. Es aquello de lo cual surge el principio y aquello a lo cual todo
arriba todo desenlace. Es todo y nada. El nacimiento y la muerte.
“El Loco arquetípico personifica el poder transformador que creó la civilización y que también puede
destruirla… capacidad para crear o destruir, de orden o de anarquía…”
De acuerdo con nuestra reflexión, El Loco del tarot nos propone un profundo contacto con la cualidad
acuariana de la astrología y, sobre todo, con la “recientemente descubierta” (apenas algo más de 200 años=
función de Urano. Sabemos que Urano representa la singularidad creativa que toda forma particular es
potencialmente capaz de expresar, la libertad para diferenciarse de toda pertenencia o continuidad de
modelo, la súbita alteración de patrones y la manifestación renovada del flujo energético vital en una nueva
escala de circulación.
Esta interpretación de lo uraniano permite percibir algo mucho más profundo en esta cualidad que una
mera manifestación arquetípica asociada a la locura. En realidad, la tradicional imagen de El Loco sugiere el
límite humano que el inconsciente colectivo puede otorgarle a esta vibración. Pero desde la astrología –y
desde nuevas representaciones del tarot- podemos resignificar esta imagen aproximándonos a su dimensión
transpersonal (y, en este sentido, no-humana o más allá de lo humano).
En la mayoría de los mazos tradicionales la imagen de El Loco aparece asociada con la locura, con “aquello
que no tiene sentido”, con la pérdida de sentido de realidad en tanto es capaz de “bailar al borde del
precipicio”. No se lo toma en serio, se esperan de él solo bromas, muchas veces pesadas, que pueden
tornarlo algo siniestro (el arquetipo de bufón). […]
Toda la exploración que fue desarrollando la humanidad permite hoy que la cualidad de este arcano no
signifique fatalidad. Somos contemporáneos de una época en que la libertad de búsqueda individual ya no
es vista como un traición a los valores ancestrales, ni la diferenciación singular y creativa como un trastorno
cercano a la locura. Sin embargo, conviene tener presente que la profunda resonancia con la cualidad de El
Loco no deja de plantearnos paradojas de difícil aceptación si son pesadas desde el plano humano personal.
“Una de las exigencias más importantes del Loco es que vivas tu vida. Esto quiere decir que tu conocimiento
no procede de los libros, sino que lo adquiere a través de experiencias de todo tipo, tanto gratas como
desagradables. Por consiguiente, el Loco es puramente impulsivo y no dictamina… Estar abierto a la vida es
muy importante. Con la actitud del loco no hay que esperar que todo vaya como un reloj. Naturalmente, lo
que suceda estará bien, pero lo que el poco crítico Loco considera como “bueno” no es necesariamente
nuestra idea de “bueno”.
El Loco es un buen personaje a quien consultar cuando todos nuestros planes se tuercen, dejándonos
desvalidos a la deriva. En estas ocasiones, si escuchamos, podemos oírle decir mientras se encoge de
hombros: “aquel que no tiene meta fija, no puede perder nunca su camino”.”
Es conveniente, entonces, ni subestimar su efecto desde un entendimiento intelectual apresurado, ni
quedar atrapado en el miedo que despierta todo aquello que no podemos controlar.
El ciclo de Urano en el cielo es de 84 años, lapso que en la actualidad coincide con una expectativa de vida
humana razonable en el mundo desarrollado. Hoy este ciclo parece ligar el inicio dela vida y el final de la
vida. El Loco y Urano como representaciones simbólicas de lo creativo, pueden vincularse tanto con el
misterio de la concepción como con el misterio de la muerte. La vida y la muerte aparecen ligadas en la
misma imagen, una imagen que se interroga sobre el ser, sobre su permanencia en el tiempo y el espacio.
[…]
En una consulta de tarot, El Loco se ríe, parece burlarse, no tomar en serio aquell que, acaso con toda
gravedad, estamos preguntando. El Loco responde con una mueca cómica y trágica lo que queremos saber,
esa constante pregunta, el porqué, ya sea que la formulemos por curiosidad intelectual o por dolor
existencial. Siempre, ante las maravillas y las tragedias de nuestras vidas formulamos un ¿por qué? En este
sentido, es la carcajada de El Loco la respuesta que con mayor certeza da cuenta del misterio. […]
Quien vive en la dualidad es la conciencia egoica condicionada en formas y construcciones personales, esa
conciencia que necesita que la realidad sea separatividad, que sea “una cosa o la otra”. Esta vibración (ya
sea El Loco como respuesta a una consulta o Urano como tránsito a nuestra tema natal) resulta “una broma
pesada) para este estado de conciencia. […]
Otra paradoja compartida por El Loco y Urano se descubre cuando para poder hacer contacto con lo
esencial, auténtico y no-condicionado que vibra en nosotros es necesario ir en búsqueda de los patrones
históricos que nos determinan. Es decir, para descubrir nuestra naturaleza no condicionada debemos
conocer nuestros condicionamientos, reconocernos en lo heredado para ser libres de la herencia. Nuestro
miedo a la libertad y a lo creativo transparenta el diseño de condicionamientos que nos constituye.
Al mismo tiempo, en esta búsqueda de nuestra originalidad topamos con otro tesoro. Más allá de develar
nuestros patrones de condicionamientos materiales y psicológicos, esta aventura en el pasado se transforma
en un encuentro con la fuente de nuestra autenticidad. No se trata de un retorno a lo vivido o una regresión
que malogre el despliegue de nuestro potencial creativo, sino de una conexión con la fuente de nuestro
misterio. […]
En este sentido que algunos autores de la línea junguiana creen ver en El Loco una representación del sí-
mismo, esto es, un símbolo de esencia y totalidad, “la parte central de la psique, la fuerza que nos guía”. […]
“Es mejor considerar al Loco como una especie de fuerza vital, enterrada en lo más profundo de nosotros,
que nos estimula continuamente a emprender la evolución personal… en terminología junguiana, podemos
decir que el Loco queda limitado al papel de motor detrás del proceso de individuación”.
Aquello que en verdad somos, más allá de los condicionamientos de nuestras identificaciones personales e
históricas, va revelándose en el encuentro con nuestro destino, en un movimiento que no es otra cosa que
un regreso a nuestra fuente original, atemporal. El Loco y Urano mostrándonos cómo, al diferenciarse de lo
conocido en el tiempo de nuestra historia personal, la conciencia se reconoce en su más profunda
originalidad: la matriz del ser humano y, aun más allá, el orden incesante del universo.
Desde una conciencia en expansión (estadio transpersonal: apertura a la integración con una totalidad
mayor): El Loco es entendido como la expresión de máxima libertad para la auténtica expresión de uno
mismo y el mínimo condicionamiento a modos de accionar cristalizados o poco vitales. Esta lectura abre las
posibilidades de que el individuo actúe conectado con el presente, libre de presupuestos del pasado o
expectativas de logros sujetos a modelos rígidos. La libertad redunda en auténtica capacidad de elección
libre de temores. Es tiempo para lo nuevo, para optar por lo diferente. La personalidad se recrea y permite
entrar en contacto con propósitos verdaderamente trascendentes. En síntesis, el sujeto se abre a la
creatividad de la vida, se muestra receptivo a lo que “la vida se propone con él, más allá de lo que él se
proponía con la vida”. La fantasía de control cede ante el propio destino.