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Novena-
ESPÍRITU
SANTO
ORACIÓN A JESÚS CRUCIFICADO

Para pedirle la gracia de una


Santa muerte.

¡Oh Jesús mío! Por vuestra Pasión y muerte


santísima, os suplico humildemente me libréis
de muerte repentina e imprevista y me
concedáis la gracia de prepararme con tiempo
para el trance de la muerte, recibir
debidamente los últimos sacramentos y
concluir la vida presente en vuestra amistad,
con un perfectísimo amor a Vos e invocando
vuestro Santísimo nombre. Amén.

Virgen Santísima: Por los dolores de vuestro


corazón en la muerte de Jesucristo,
alcanzadme la gracia de morir santamente.
Amén.

¡Venid, Espíritu Santo, y abrasad a las almas


de vuestros fieles en el fuego de vuestro amor!

ORACIÓN PREPARATORIA

Unámonos a María, recogida con los


Apóstoles en el Cenáculo, preparándose
a recibir al Espíritu Santo.

~1~
María, habitación y templo el más precioso del
Divino Espíritu: Permitid a este hijo vuestro
unirse a vos en esta novena, conmemorando
vuestro retiro en el Cenáculo en unión de los
Apóstoles, que, confortados con vuestra
presencia y ejemplo, purificaron sus almas y las
prepararon para ser, en el día de Pentecostés,
digna mansión del Espíritu Santo. Purifícame
yo también por vuestro influjo maternal; sienta
la necesidad de llorar mis pecados pasados, de
borrar los vestigios de ellos con lágrimas y
penitencia, de abrazarme con resignación a la
cruz y de hallar en ella mi consuelo y mi
esperanza. Obtenerme, Madre amabilísima, la
gracia de sentir la necesidad que tengo de
recibir los divinos dones del Espíritu de caridad
y de amor, para que en unión vuestra los
busque con toda la eficacia de que soy capaz,
e interponiendo vuestros méritos y valimiento
ante ese Divino Espíritu de que fuisteis y sois el
más precioso y acabado tabernáculo, haced
que esta novena sea el principio de mi
santificación, por la habitación en mí del
Espíritu Santo y por la difusión de su preciosos
dones, que me lleven a amarle con todas mis
fuerzas en el tiempo y en la eternidad. Amén.

~2~
PRIMER DÍA
La habitación del Espíritu Santo en el
alma,
por la gracia.

Reflexiones
“A él vendremos, y en él
estableceremos nuestra mansión”

Estas palabras se refieren al Espíritu Santo


que, en unión del Padre y del Verbo, desciende
a hacer su habitación en el alma justa o
justificada por la penitencia. En virtud de esta
unión íntima con el Espíritu Santo, el justo vive
con la vida de Dios mismo, sus acciones
humanas se divinizan y a más del fin natural
que les es propio, adquieren una virtud
sobrenatural que las hace merecedoras de
eterna recompensa. Dios habita en el alma y el
alma habita en Dios, y entre Dios y el alma se
establecen relaciones mucho más íntimas que
entre el amigo y el amigo, entre el padre y el
hijo, entre el esposo y la esposa; y el alma, así
endiosada, siente ya aquí en el mundo su
desterrada del cielo, su verdadera patria, donde
sin término se unirá por siempre a Dios.

Oración.

~3~
Divino Espíritu: Ante vos se postra humillado un
pobre pecador, indigno de estar en vuestra
presencia, y sin méritos ningunos para solicitar
vuestro favor; pero confiado en vuestra ayuda y
en la virtud de la sangre divina que por él vertió
su Redentor Jesús, y en la poderosa
intercesión de María, Madre de Jesús y Madre
suya, viene doliente y afligido por los estragos
que en su corazón ha hecho el pecado,
desalentado por no poder arrancar de sí los
afectos mundanales, incompatibles con la
posesión exclusiva que vos queréis de su alma,
y angustiado por los obstáculos que cada día
pone a la efusión de vuestra vida divina. Padre
de los pobres, socorred a este infeliz; fuente de
aguas puras, lavad las inmundicias de este
corazón; luz de las almas disipad las tinieblas
que me rodean, y sobre todo y a pesar de mi
indignidad, usad de vuestra ilimitada
indulgencia, comunicándoos a mi alma y
haciéndole sentir vuestra presencia por la
renovación de mi vida y por el ejercicio de las
virtudes cristianas que, por vos sostenidas, me
merezcan el aumento de vuestra gracia y me
sean prenda de vuestras misericordias en el
tiempo y en la eternidad. Amén.
Un padrenuestro y siete veces gloria al Padre
etc., en honor del Espíritu Santo.

V- Gloria al Padre sempiterno,

~4~
Gloria al Hijo soberano.

R- Y por siglos infinitos,


Gloria al Espíritu Santo

V- Alabemos al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo.

R- Alabémosles y Ensalcémosles,
por todos los siglos.

Se hace aquí la petición.

ORACIÓN FINAL

Espíritu Divino: Atended a los ruegos de un


alma pecadora, pero humillada en vuestra
presencia y que viene a implorar vuestra
caridad, Socorredme en los combates,
protegedme en los peligros, consoladme en las
aflicciones, alentad mi cobardía y
desfallecimientos en la virtud, excitad en mí el
espíritu de la oración. Espíritu vivificador:
Perfeccionad y consumad lo que en mí habéis
comenzado; asentaos en mi alma como rey y
soberano; grabad profundamente en mi
corazón la efigie de Jesús, mi Redentor
crucificado, aplicándome sus méritos y
encendiéndome en su amor. Sed el alma de mi
alma, la vida de mi vida. Así como lejos de
~5~
vos, todo soy el ser más desgraciado, así en
vos todo lo tengo, nada temo, nada deseo,
nada ambiciono, sino permanecer con vos en el
tiempo y en la eternidad.

Difundíos también sobre esta república


cristiana y haced que sus autoridades,
eclesiástica y civil, reciban la abundancia de
vuestros dones para regir sabia y
cristianamente los pueblos que les están
confiados. Llenad a los sacerdotes del Espíritu
de vuestra caridad y encendedlos en celo por la
salvación de las almas. Alimentad en todos el
espíritu de la esperanza y de la ardiente
caridad. Proteged a la Iglesia, y a vuestra luz
disípense las tinieblas de que tratan de
rodearla sus enemigos. Salvad de las
maquinaciones de éstos a nuestro Santo Padre
el Papa, y llegue pronto para él y para la Iglesia
el ansiado día de su libertad y del reinado
inmortal de Jesucristo en los siglos.

GOZOS.

Ven, Deidad Suprema


Espíritu Santo,
Y a la tierra envía
De tu luz los rayos:

Ven, y que en tus fuegos


~6~
Muera yo abrasado.

Padre de los huérfanos,


De pobres amparo,
Foco en que las almas
En luz se inundaron:
Del hombre que llora
Refrigerio grato,
Y del alma triste
Huésped regalado:
Ven, descanso alegre
Después del trabajo,
Del calor refresco
Y solaz del llanto:
Ven, celeste lumbre,
Enciende en tus rayos
Nuestras almas frías
Que a ti se confiaron:
Sin tu luz el hombre
Nada es: un gusano
Par el mal nacido
Y el ajeno daño:
Da riego a lo seco,
Lava lo manchado
Y nuestras heridas
Cicatriza blando:
Lo áspero suaviza,
Enciende lo helado,
Y dirige al término
Nuestro errante paso

~7~
Concede a los fieles
Que en ti confiamos,
De tus siete dones
El tesoro santo:

Danos tus virtudes


Y que merezcamos
Con plácida muerte
Volar al descanso:

V – Enviad vuestro Espíritu y se hará nueva


creación.
R – Y se renovará la faz de la tierra.

Oremos: Oh Dios, que instruisteis los


corazones de vuestros fieles con las luces de
vuestro Santo Espíritu: Concedednos la
verdadera sabiduría en el mismo Espíritu y el
gozar siempre de sus consuelos. Por
Jesucristo, Señor nuestro, que en unión con el
mismo Espíritu, vive en vos y reina por los
siglos de los siglos. Amén.

SEGUNDO DÍA.
La sabiduría: Primer don del Espíritu
Santo.
~8~
Reflexiones
“La sabiduría ha edificado para sí una casa
en la cual ha levantado siete columnas”

Esta casa de la sabiduría increada, es, según


el sentir de los sagrados intérpretes, el alma
cristiana justificada, y las siete columnas los
siete dones del Espíritu Santo; el primero de los
cuales es la misma sabiduría, infusa en el alma
con la gracia santificante y que se desarrolla a
medida que el hombre adquiere, por el mérito,
nuevos grados de gracia.

Esta sabiduría divina, infinitamente superior a


la adquirida por la humana ciencia, hace de la
criatura más humilde e ignorante un ser capaz
de escudriñar con seguridad los misterios de
Dios y contemplarlo cara a cara en el cielo,
después de haber aquí en la tierra
comprendido su destino sobrenatural y
marchado hacia él sin vacilación y con
seguridad plena, al amparo de las tres virtudes
teologales, compañeras inseparables de esta
divina sabiduría.

¡Feliz el cristiano que merece ser elevado a tan


grande altura! A esa luz que el Espíritu Santo le
comunica, le es dado ver y comprender el
secreto de su dicha y de su felicidad, los
medios que a ella llevan, lo efímero y

~9~
despreciable de las criaturas y lo seguro y firme
de cuanto estriba en Dios y a Dios conduce.

Oración

Dignaos, oh Santo Espíritu, hacer a esta pobre


criatura participante de ese regalo divino con
que os habéis propuesto hacer la felicidad de
vuestros amadores. Conozca por vos al Padre
y al Verbo de donde procedéis y comprenda
que sólo amándoos puedo ser feliz. Hacedme
ver la nada y el vacío que si tienen las criaturas
para no dejarme engañar con las apariencias
de bien con que mis enemigos las presentan; y,
sobre todo, lavadme y purificadme más y más
para que esa sabiduría divina no halle
obstáculos en mi alma a sus soberanos
esplendores. Amén.

Un padrenuestro y siete veces gloria al Padre


etc., en honor del Espíritu Santo.

V- Gloria al Padre sempiterno,


Gloria al Hijo soberano.

R- Y por siglos infinitos,


Gloria al Espíritu Santo

V- Alabemos al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo.

~ 10 ~
R- Alabémosles y Ensalcémosles,
por todos los siglos.

Se hace aquí la petición.


Luego la oración final Pág. 5, y los gozos

TERCER DIA
La inteligencia: segundo don del espíritu
santo.

Reflexiones

La inteligencia o el entendimiento, es el asiento


de la sabiduría; pero para que la sabiduría
divina, primer don del Espíritu Santo, resida en
el entendimiento humano, es preciso que este
sea levantado, fortalecido y preparado por este
Divino Espíritu, o sea: Es necesaria una
especie de creación sobrenatural que haga a
las facultades naturales elevarse sobre la
esfera que les es propia, hasta las alturas de
Dios. Al entendimiento, así preparado, son
perceptibles verdades que no hallan cabida en
la mente de los soberbios, que a sí mismos se
titulan sabios y que quizá lo sean en verdades
puramente especulativas y de ningún provecho
para su felicidad, de la que, por el contrario, se
desvían a medida de la confianza que en si

~ 11 ~
tienen. A un alma sencilla y humilde, revela el
Espíritu del Señor, y con más seguridad y
certidumbre, más cúmulo de verdades útiles
para su salvación en una hora que pase cerca
del tabernáculo, que las que pudiera adquirir un
letrado después de largos estudios y
disquisiciones. Pidamos, pues, al Espíritu
Santo, este don precioso y estimémoslo
infinitamente más que la buena sabiduría.

Oración

Humildemente postrado ante vos, Divino


Espíritu, vengo a solicitar el don precioso de la
inteligencia, con el cual, conociendo las
verdades que se encierran en vuestra Divina
Esencia, consustancial con la del Padre y el
Verbo, y en los misterios de Jesús encarnado y
presente en la Eucaristía, sienta iluminada mi
alma y encendida en santos afectos que me
obliguen a despreciar lo terreno y caduco, y a
aspirar sólo a lo celestial y divino. Amén.

Un padrenuestro y siete veces gloria al Padre


etc., en honor del Espíritu Santo.

V- Gloria al Padre sempiterno,


Gloria al Hijo soberano.

R- Y por siglos infinitos,


Gloria al Espíritu Santo

~ 12 ~
V- Alabemos al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo.

R- Alabémosles y Ensalcémosles,
por todos los siglos.

Se hace aquí la petición.


Luego la oración final Pág. 5, y los gozos

CUARTO DÍA
El don de consejo: tercero del espíritu
santo.

Reflexiones

Muchos son los guías y conductores que se


ofrecen al hombre en su camino por la tierra, y
todos ellos le prometen un término venturoso,
si se somete a sus dictámenes y consejos.

El mundo le presenta caminos sembrados de


flores, de hechiceros vergeles y de goces sin
término, aunque circunscritos por los cortos
límites del tiempo; la pasión, o sea la carne, le
estimula asimismo el goce disfrutado a costa
de los grandes intereses de su alma inmortal,
puesta al servicio de lo efímero y transitorio, y
el demonio transfigurado en ángel de luz, repite
las palabras tentadoras que en otro tiempo dijo
a Cristo, invitando a la humanidad a echar una

~ 13 ~
ojeada sobre las grandezas mundanales.
“Todo esto te daré –le dice- si postrado en
tierra me adorares”.

Solicitado el hombre por tantos halagos


seductores y fascinado por la pasión y el
demonio de los sentidos, sucumbiría
infaliblemente si el Espíritu Santo no le enviase
un rayo de su luz esplendorosa para discernir
la verdad del error y dar tras los vestigios de
Cristo con el sendero único que, al través de
esos inextricables laberintos, lleva a Dios. Esta
disposición del alma para descubrir entre tanto
engaño la verdad, constituye el don de consejo
que hemos de pedir al Divino Espíritu.

Oración.

Alumbrad mi camino, Espíritu Santo, y sed mi


guía en las tortuosas sendas de la vida, por las
que tratan de extraviarme malignos enemigos,
conjurados par mi perdición. Sepa, por vuestro
don de consejo, discernir lo verdadero de lo
falso, lo justo de lo injusto, lo que es medio de
salvación de lo que me sería causa u ocasión
de ruina. Deteste la vanidad y la mentira y
busque con vuestro auxilio, cuanto a vos me
acerque, aunque para obtenerlo tuviera que
hacer costosos sacrificios. Esto os pido por los
méritos de mi Señor Jesucristo y de su
~ 14 ~
Santísima Madre, y por el amor infinito de que
sois eterna manifestación. Amén.

Un padrenuestro y siete veces gloria al Padre


etc., en honor del Espíritu Santo.

V- Gloria al Padre sempiterno,


Gloria al Hijo soberano.

R- Y por siglos infinitos,


Gloria al Espíritu Santo
V- Alabemos al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo.

R- Alabémosles y Ensalcémosles,
por todos los siglos.

Se hace aquí la petición.


Luego la oración final Pág. 5, y los gozos

QUINTO DIA
El don de ciencia: cuarto del espíritu
santo.

Reflexiones

Al relatar el libro de la sabiduría los favores que


Dios concede al varón justo, cuenta entre ellos,
que “le concedió la ciencia de los Santos”.
Ciencia sobrenatural, tan superior a la
~ 15 ~
adquirida por humanos medios, cuanto de Dios
dista la humana criatura. Jamás la ciencia
humana ha hecho la felicidad de sus
adoradores; basada, por el contrario, en la
soberbia, hinche en ella a las almas y las hace
aceptar como verdades los más locos y
desatinados desvaríos. Precisamente nuestro
siglo hallase enfermo de las dolencias que en
él produce esa vana y falsa ciencia, de que
tanto blasona y que ha destruido los gérmenes
de la caridad, hija del cielo, y ha entregado al
hombre, sin Dios e inerme, como párvulo a las
más degradantes pasiones y al más refinado
sensualismo. Felices los humildes y sencillos
de quienes toma posesión el Espíritu de Dios y
levantados por Él, miran desde las alturas de la
fe la vanidad y nada de la ciencia mundanal y
aprenden en su fuente la ciencia de los santos,
que consiste en conocer y amar a ese mismo
Espíritu, fuente de paz, de dicha y de felicidad.

Oración

Infundid en mi alma, Espíritu Divino, la ciencia


de los santos, don precioso y que estimo en
más que todos los tesoros. Haced que a la luz
de esta ciencia divina, vea la nada y la vanidad
de lo terreno, desprecie lo caduco y
perecedero, compadezca a los pecadores
hinchados con la ciencia mundanal y
~ 16 ~
admiradores de sus prestigios, mientras
descuidan la única ciencia necesaria de su
salvación. Llegue, finalmente, por el cultivo de
esta ciencia a enriquecer mi alma de virtudes,
entre las cuales descuelle el amor que a vos os
debo con el Padre y el Hijo, de quienes
procedéis y con quienes reináis por todos los
siglos. Amén.

Un padrenuestro y siete veces gloria al Padre


etc., en honor del Espíritu Santo.

V- Gloria al Padre sempiterno,


Gloria al Hijo soberano.

R- Y por siglos infinitos,


Gloria al Espíritu Santo

V- Alabemos al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo.

R- Alabémosles y Ensalcémosles,
por todos los siglos.

Se hace aquí la petición.


Luego la oración final Pág. 5, y los gozos

~ 17 ~
SEXTO DIA
La fortaleza: quinto don del espíritu
santo.

Reflexiones

La debilidad del hombre, enfermedad innata


heredada de Adán pecador, le inhabilita para el
bien hasta el punto de que el mismo Apóstol se
quejaba amargamente de ver en sus miembros
quebrantados por el trabajo y la penitencia, una
ley contraria a la ley de la razón y que le
sometía, a pesar suyo, a la ley del pecado; y es
dogma de fe que nada, absolutamente nada,
podemos hacer por nuestro propio esfuerzo en
el orden sobrenatural, sin el auxilio de la gracia.
De aquí el gran deber de la oración, medio
eficacísimo para fortalecer nuestra alma en su
lucha con las malas pasiones y alentarla en la
práctica del bien. La oración hecha con las
~ 18 ~
condiciones exigidas, trae al Espíritu Santo a
nuestro corazón, y, entre otros dones, le
comunica el de fortaleza, revestido del cual el
hombre, poseedor de la fuerza de Dios, sujeta
a los enemigos interiores, conculca las leyes
que, a fuerza de pesadas cadenas, retienen a
los pecadores uncidos a la esclavitud del
mundo maldecido por Cristo y ahuyenta a
Satanás. En vista, pues, de los gravísimos
peligros que nos rodean, solicitemos del Divino
Espíritu el valioso don de fortaleza para
sostenernos en los combates y vencer a
nuestros enemigos.
Oración

Venid, Espíritu de fortaleza, aliento de los


débiles, venid a comunicar a esta alma que os
invoca, vuestra fuerza divina, sin la cual
sucumbiría miserablemente, víctima de sus
constantes y osados enemigos. Una triste
experiencia me ha enseñado cuán poco valgo
cuando vos os alejáis de mí. Sufrid, pues, mis
miserias y castigadme con todo género de
males, menos con el de retiraros de mi pobre y
necesitado corazón. Purificadlo más y más
para que merezca ser digno asiento de vuestra
divina Fortaleza, base de su felicidad. Amén.

Un padrenuestro y siete veces gloria al Padre


etc., en honor del Espíritu Santo.

~ 19 ~
V- Gloria al Padre sempiterno,
Gloria al Hijo soberano.

R- Y por siglos infinitos,


Gloria al Espíritu Santo

V- Alabemos al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo.

R- Alabémosles y Ensalcémosles,
por todos los siglos.

Se hace aquí la petición.


Luego la oración final Pág. 5, y los gozos

SÉPTIMO DIA
La piedad: sexto don del espíritu santo.

Reflexiones

El concepto de la piedad es, por desgracia,


poco comprendido aun por personas que se
llaman piadosas y que la hacen consistir en
frecuentes rezos, numerosas devociones y
permanencia más o menos prolongada en las
Iglesias, con descuido no pocas veces de
deberes no menos sagrados y trascendentales.
La piedad no es nada de eso. La piedad es un
aroma divino que perfuma cuanto toca con

~ 20 ~
perfume de cielo; es un hábito constante de la
práctica de virtudes, un brote espontáneo de un
alma unida a Dios. La piedad sólida está
basada en el sacrificio y va siempre
acompañada de la caridad. Se manifiesta no
sólo en el templo y en la oración recogida, sino
también, y muy especialmente en el trabajo, en
el alegre cumplimiento del deber y aun en el
trato benévolo y cortés con el mundo, a la vez
que intransigente con sus máximas opuestas a
la doctrina de Cristo. La persona piadosa es
siempre severa consigo misma e indulgente
con los otros, aunque sean pecadores; es, en
una palabra, la piedad, la reproducción del
carácter de Cristo en el alma Cristiana y uno de
los más preciosos dones del Espíritu Santo.

Oración

Concededme, Espíritu consolador, os lo


suplico, el don precioso de la verdadera piedad,
basada en el espíritu de sacrificio y en la
abnegación de mí mismo. Sea ferviente y
asiduo en la oración, constante en el trabajo,
regulado en el cumplimiento de mis deberes
domésticos y sociales, accesible a los pobres y
necesitados, caritativo con todos y verdadero
imitador de Jesús, con cuya cruz me abrase en
los casos adversos, para gloria de su nombre y
santificación de mi alma. Amén.

~ 21 ~
Un padrenuestro y siete veces gloria al Padre
etc., en honor del Espíritu Santo.

V- Gloria al Padre sempiterno,


Gloria al Hijo soberano.

R- Y por siglos infinitos,


Gloria al Espíritu Santo

V- Alabemos al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo.

R- Alabémosles y Ensalcémosles,
por todos los siglos.

Se hace aquí la petición.


Luego la oración final Pág. 5, y los gozos

OCTAVO DIA
El temor de dios: séptimo don del espíritu
santo.

Reflexiones

No se trata aquí del temor servil de un esclavo


que tiembla ante su amo irritado; ni tampoco
del temor provocado por la muerte y demás
efectos de la divina justicia. Este temor,
séptimo don del Espíritu Santo, tiene su origen
en la caridad, o sea en el amor; es el temor de
~ 22 ~
un hijo amante que, precisamente porque ama,
y ama mucho, teme causar a la persona amada
el menor desagrado que mengue la mutua
corriente de amor, y este temor le obliga a
someterse a cualquier sacrificio. El temor, así
entendido, es el principio de la sabiduría, es el
aliciente del amor, es el móvil del sacrificio y de
las grandes acciones. En él abundaron todos
los santos, siendo tanto más encumbrada su
santidad cuanto más impregnada estaba de
este temor saludable de desagradar al que
miraban como único objeto de su amor.
Oración

Infundid, Espíritu Santo, en mi alma pecadora,


el santo temor de Dios, que me excite a lavar
hasta las más pequeñas manchas que aún
queden de mis pasadas prevaricaciones, y a
vigilar sobre mí mismo para no contraer
nuevas. Aumentad la lumbre de mi alma para
que me sea dado registrarla con
escrupulosidad y alejar de ella cuanto
desagradar pudiera a los divinos ojos, y siendo
así acepto al divino amador, merecer vuestros
favores en la tierra y gozar de vos en la
eternidad. Amén.

Un padrenuestro y siete veces gloria al Padre


etc., en honor del Espíritu Santo.

V- Gloria al Padre sempiterno,

~ 23 ~
Gloria al Hijo soberano.

R- Y por siglos infinitos,


Gloria al Espíritu Santo

V- Alabemos al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo.

R- Alabémosles y Ensalcémosles,
por todos los siglos.

Se hace aquí la petición.


Luego la oración final Pág. 5, y los gozos
NOVENO DIA
Los frutos del espíritu santo.

Reflexiones

Los ricos dones del Espíritu Santo,


cuidadosamente guardados en el alma, dan
lugar a manifestaciones de preciosos efectos
que hacen sentir en ella anticipadamente algo
de los goces del cielo.

Estos son:
1º. El acrecimiento y desarrollo de la caridad,
que nos une a Dios y a nuestros prójimos.
2°. La facilidad y gozo espiritual en el ejercicio
de la virtud

~ 24 ~
3º. La paz del alma, tesoro preciosísimo que
Jesús trajo del cielo como el mejor regalo para
sus imitadores
4º. La paciencia en las adversidades de la vida
5º. Liberalidad y amplitud de espíritu en la
práctica del bien
6º. Bondad, o sea la disposición del alma al
ejercicio continuo de la caridad
7º. Benignidad, o compasión y lástima de las
humanas flaquezas
8º. Mansedumbre, a semejanza del que dijo:
“Aprended de mí que soy manso y humilde de
corazón”
9º. Fe, o sea adhesión sincera a las
enseñanzas de la Iglesia
10º. Modestia, basada en la humildad y en el
propio conocimiento
11º. Continencia, es decir, medida justa dentro
de los límites puestos por Dios a la satisfacción
de nuestras necesidades
12º. Castidad, virtud preciosa que nos asemeja
a los ángeles y nos permite la unión más íntima
con Dios.

Oración

Divino Espíritu: Dadme a comprender la dicha


inefable que inundará el alma que os posee y
las inestimables riquezas que otorgáis con
vuestros siete dones preciosísimos. ¡Cuán
viles y despreciables son los miserables bienes
~ 25 ~
terrenales en comparación de los frutos que
corresponden a cada uno de vuestros dones!
Dadme luz para conocerlos y aliento para
romper los lazos que todavía me unen a este
mundo efímero y engañoso. Basta ya de
afectos terrenales, basta de engaños e
ilusiones. En vos, Verdad suprema, inspírese
mi entendimiento; con vos, Bien sumo, abrace
mi voluntad, y fuera de vos, nada apetezca ni
ame mi corazón, que quiero sea sólo vuestro
en la vida y en la muerte. Amén.

Un padrenuestro y siete veces gloria al Padre


etc., en honor del Espíritu Santo.

V- Gloria al Padre sempiterno,


Gloria al Hijo soberano.

R- Y por siglos infinitos,


Gloria al Espíritu Santo

V- Alabemos al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo.

R- Alabémosles y Ensalcémosles,
por todos los siglos.

Se hace aquí la petición.


Luego la oración final Pág. 5, y los gozos

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