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Entonces, bajo esta perspectiva, es que le corresponde a todas las autoridades, en especial las de
policía, prestar un servicio de vital importancia frente a la conservación del orden público, traducido
éste como una suma de condiciones tales como: seguridad, salubridad, tranquilidad, moralidad
medio ambiente, control de pesas y medidas, protección al consumidor, ornato y espacio público,
que permitan el cumplimiento de los fines esenciales del estado y la prosperidad de los habitantes
de nuestro país, dentro de un ambiente de respeto irrestricto por los derechos humanos, orientado
sus acciones a la conservación del orden público, sin que ello afecte el ejercicio de las libertades
ciudadanas.
Es claro, que el derecho de policía al hacer parte del sistema jurídico y normativo de nuestro país,
no ha sido ajeno a los cambios que nuestra Constitución Nacional ha impreso en nuestra visión
general, antes por lo contrario ha venido siendo fortalecido en su contexto normativo, con una visión
más social y humana, de hecho, a nivel nacional varias disposiciones que regulaban esta materia
fueron derogadas al reñir con la nueva Constitución, aun así, el Código Nacional de Policía de 1971
permaneció como un estandarte que guiaba a las Autoridades Administrativas para ejecutar sus
acciones, pero que en fue retocado y ajustado a través de los diferentes órdenes legales y
jurisprudenciales, que exigieron su total renovación.
Pues bien, en estos tiempos que han sido considerados como de crisis, en donde el índice de
conflictos entre las personas y grupos sociales de nuestro país se ha elevado significativamente,
con la fe y el optimismo que nos caracteriza, pienso que estas notas de Derecho Policivo, como las
he denominado, en las manos de las autoridades públicas y de la comunidad en general, es una
herramienta fundamental para alcanzar esa cultura de la Convivencia Ciudadana, donde el respeto
hacia los demás y el reconocimiento y aceptación del pensamiento diferente nos permitan observar
la paz como un objetivo no sólo deseable sino realmente alcanzable por todos y cada uno de los
Colombianos.
En síntesis, este documento que usted amigo alumno puede leer hoy, la considero como una
herramienta para construir una nueva sociedad, para hacer realidad un sueño de todos los
colombianos y que se encuentra inmerso en el inicio de nuestra Carta Política, “buscar que los
habitantes de Colombia convivamos en paz”.2
1
Documento exclusivo para SEMINARIO VIRTUAL EN DERECHO PROCESAL POLICIVO CICAP 2020
2
Tomado de la Obra que aún está en construcción y que titularé “BREVES NOTAS DEL DERECHO DE POLICÍA A LA LUZ
DEL CNSC”, próxima a publicarse.
ASPECTOS GENERALES PREVIOS
A falta de estas normas de prevención, cualquier caso –por pequeño que sea- se podría convertir
en el principio de un gran conflicto que no solo implicaría desgaste para el Estado, sino también
deterioro de las relaciones entre las personas. Igual pasaría, de no existir normas que determinen
tratamientos o procedimientos para contrarrestar las múltiples controversias, siendo de vital
importancia la activa participación de éstas normas en la PREVENCIÓN del delito, que se inicia con
el desarrollo de conflictos comunes y cotidianos entre las personas que para evitarlos dependen de
la oportuna y acertada participación, no solo del Estado sino también de toda la ciudadanía.
Es allí en donde nace la visión de la CONVIVENCIA CIUDADANA como el enfoque primario de la
aplicación de ese Estado de Derecho, pues es en efecto, la premisa que estructura toda esta
temática, en donde la fase policiva, organizada a la altura de una verdadera rama de la jurisdicción
preventiva, con funcionarios, procedimientos y tratamiento especial legislativo del orden nacional y
departamental propios, que implica la relativa autonomía del derecho procesal policivo y que a la
vez es independiente del enjuiciamiento ordinario.
Es de considerarse, que el fundamento filosófico de las normas policivas debe responder explícita o
implícitamente a los valores y principios consagrados en la Constitución Política de 1991, desde su
preámbulo en donde se pueden observar valores como convivencia, trabajo, justicia, igualdad,
conocimiento, libertad y paz, que se funden con los fines del Estado: el servicio a la comunidad, la
prosperidad general, la efectividad de los principios, derechos y deberes, la participación, entre otros,
los cuales establecen las directrices propias de hacia dónde se quiere llegar, como Estado y como
sociedad, lo que establece una necesidad recíproca en la protección de derechos, en donde los
ciudadanos se convierten en centro y fin de la acción estatal y por lo tanto, es necesario que las
normas policivas garanticen la convivencia creando condiciones que faciliten el amplio ejercicio de
los derechos y libertades.
En este orden de ideas, las normas policivas son las llamadas a garantizar la convivencia y el orden
público como condición esencial para el ejercicio de las libertades, con las que se establecen pautas
que permiten ejercer los derechos y libertades sin afectar la convivencia, por lo que contemplan
medidas para la conservación y restablecimiento del orden público, las cuales han de ser
excepcionales, necesarias, proporcionales y pedagógicas, que no afecten en lo más mínimo el
desarrollo de los derechos y libertades por parte de las personas y con ello se protejan los bienes
jurídicos generales.
3
En el estado social de derecho, la sociedad se encuentra gobernada por las leyes establecidas en forma democrática,
que protegen los derechos tanto individuales como sociales y que se aplican uniformemente. Hay cuatro elementos
importantes en el estado social de derecho:
1. Se establece en forma democrática, porque la ley proporciona mecanismos formales a los ciudadanos para que
participen en la elaboración y modificación de leyes, así como para que supervisen su justa ejecución.
2. Protege los derechos individuales y sociales a través de las leyes.
3. Las leyes se hacen cumplir y las violaciones son sancionadas a través de los procedimientos y penas establecidos.
4. Las leyes se aplican por igual a todos, sin importar su condición económica, política o social.
Por lo tanto, el derecho de policía como un concepto nuevo en teoría, como se podría contextuar,
desde la jurisprudencia constitucional, es perfectamente viable la existencia del derecho procesal
policivo, que en la práctica es explicable desde el punto de vista social, que en la actividad diaria se
atiene a una serie de desavenencias jurídicas que requieren la inmediata búsqueda de soluciones,
precisamente porque no se puede desconocer que las situaciones vivenciales y de cohabitación
mismas así lo exigen.
Debido a que en lo cotidiano surgen situaciones de intranquilidad que vulneran libertades y derechos
ajenos, lo cual motiva la intervención de una autoridad preventiva que dirima de manera inmediata
esas controversias, a fin de evitar dificultades mayores que posiblemente se lleven ante una
jurisdicción ordinaria en procesos de difícil desenvolvimiento, en tanto que la justicia policiva bien
puede evitarlos en una segura etapa conciliatoria cuando su ritual normativo no concluya con una
decisión final4.
Es importante destacar que son principios fundamentales del proceso policivo la oralidad, la
gratuidad, la inmediación y concentración de pruebas y audiencias, la liberalidad apreciativa de los
medios probatorios entre los más interesantes, que si bien no se encuentran inmersas en la norma
nacional de policía, si se hace a través de las normas departamentales, que generalmente se han
convertido en procedimentales, pero que tiene en cuenta la línea jurisprudencial y legal del orden
general, lo que en otras palabras se puede decir, que el proceso policivo se alimenta del derecho
civil y administrativo, para poder ejercerse de manera cotidiana.
Con esta obra se permite hacer el primer acercamiento a aquella especulación teórica, que desde
antaño ha rondado sobre el tema, a fin de darle una base jurídico-procesal a esta especie de
“jurisdicción” preventiva, recogida en la única obra a nivel nacional denominada "Código Nacional
de Seguridad y Convivencia" (Ley 1801 de 2016), pero que, debido a los cambios sociales y a las
manifestaciones propias de cada región de Colombia, se han de complementar con normas
departamentales y locales, que propenden por el mantenimiento, restablecimiento y conservación
del orden social.
1. La Convivencia Ciudadana
El Artículo 5 de la ley 1801 define la Convivencia Ciudadana, para efectos de la misma norma, como:
La interacción pacífica, respetuosa y armónica entre las personas, con los bienes, y con el ambiente,
en el marco del ordenamiento jurídico.
2. Policía
Al igual que su cognado “política”, proviene del latín polītīa que, a su vez, desciende de la palabra
griega politeia y, en última instancia, de polis8. Polītīa significaba administración civil o gobierno y,
según Pierce y Cook, los romanos usaban la palabra para referirse a la condición del Estado9. En el
latín medieval emergió una variante —polītia— que devino en el término francés “police”10 que quiere
decir “el gobierno de una ciudad”, equivalente a “el orden público y la seguridad ciudadana”, pero
que puede tener los siguientes significados, así:
Buen orden que se observa y guarda en las ciudades y repúblicas cumpliéndose las Leyes para
su mejor gobierno.
Cuerpo encargado de velar por el mantenimiento del orden público y la seguridad de los
5 Manual de Convivencia Ciudadana para Medellín, Decreto 1324 de 2006, Consideraciones. Del cual fui su Coordinador
de Redacción y de implementación.
6 Ibídem, Artículo 7
7 Ibídem, Artículo 8
8 REV. W.W. SKEAT, Etymologycal Dictionary of the English Language, Clarendon Press, Oxford, 1882, sub voce “police”.
Aunque esta fuente se refiere a la lengua inglesa, veremos que lo dicho en el texto es aplicable también a otras lenguas
romances.
9L. PEIRCE & H. C. COOK H, Manual to the Constitution of the United States Annotated, The Michie Company,
En fin, al ser derivada de la antigua Grecia, en donde la POLIS era la denominada Ciudad-Estado y
para los griegos ésta representaba la perfecta organización formada por todos los ciudadanos,
quienes cumplían y ejercían sus derechos y obligaciones como un verdadero conjunto social, siendo
por lo tanto, que se encuentra en esta misma palabra confundido el orden social, la limpieza, el buen
trato y la cortesía ciudadana, así como el cumplimiento a las normas y demás.
Para el profesor LEON DUGUIT, en un sentido general POLICÍA es: “el servicio que tiene por objeto
hacer reinar el orden, la tranquilidad y seguridad en el interior del grupo social y en el territorio
ocupado por él”. Apareciendo en esta definición los principales fines que se propone el Estado en la
razón ser de su organización, presentándose como un servicio público encaminado a dirigir las
libertades ciudadanas para una civilizada convivencia de todos los habitantes, garantizándose así
el ejercicio de los derechos pero, al mismo tiempo, regulándolos para evitar que se abuse de ellos.
Función dirigida a mantener el orden público y la pacífica convivencia social, aplicando de manera
exclusivamente preventiva y ocasionalmente represiva, las normas de ordenamiento social que
regulan el normal comportamiento de los individuos, fomentando la disciplina ciudadana a fin de
eliminar algunas perturbaciones en sus diferentes aspectos, tales como los de tranquilidad,
seguridad, la protección al medio ambiente y la salubridad públicas; situaciones éstas que
diariamente cumple la Administración Municipal, ciñéndose a lo normado en el Artículo 3 del C. N.
de Seguridad y Convivencia y valiéndose para ello de unos medios propios y bajo los lineamientos
y dirección de la Constitución Nacional, las Leyes, Las Convenciones, los Tratados Internacionales,
los reglamentos que sobre la materia se dicten y los principios generales del derecho,
salvaguardando y respetando con ello los derechos fundamentales y la dignidad humana, siendo
éste el fortín de un Estado Social de Derecho como el que se promulga en la Carta Magna
colombiana.
3. El Derecho Policivo
Es el conjunto de normas establecidas por el Estado con el fin de garantizar la seguridad,
tranquilidad, la protección del medio ambiente y salubridad públicas. Este se ejerce por los
funcionarios que son encargados para ello, en una condición de responsable frente a la
representación política de la Nación, para su manejo y control.
El Derecho de Policía ejercitado ilegalmente o con exceso o extralimitación del poder; coloca a los
ciudadanos en la condición jurídica de demandar a la administración ante la autoridad jurisdiccional,
la nulidad de la providencia adoptada y de recurrir por la vía judicial en procura de la reparación del
daño.
En el Estado contemporáneo, luego de haber luchado por las libertades ciudadanas contra las
arbitrarias pretensiones del gobernante absoluto, se ha decantado una de las disciplinas reguladoras
más controvertibles, permanentemente novedosa, de raigambre doctrinaria, que refleja de manera
más próxima el grado de evolución social y cultural de los pueblos donde se aplica, inevitablemente
previsora y, por lo mismo, condicionante de la libertad: es el Derecho de Policía.
El derecho, por contraste, para garantizar la libertad, debe regularla; en cuanto impida el abuso en
su ejercicio y en la medida en que la encauce dentro de los derroteros del querer social, no la suprime
ni la desconoce, sino que la protege, y en vez de debilitarla, la vigoriza, la hace posible. Conducir un
vehículo automotor corresponde a la libertad de tránsito y de locomoción, pero estacionarlo en la
mitad de una bocacalle es abusar de esa libertad e impedir su ejercicio a otros, o hacerlo sin saber
conducir o sin licencia es atentar contra la seguridad ciudadana. En tales casos, el derecho tiene
que intervenir y evitar o precaver el abuso de la libertad para poder garantizarla.
El Derecho de Policía va por ahí, esa es su razón de ser, doctrinaria, práctica y mecánica; es el
orden jurídico en que se apoya el orden social, y que determina el ámbito del orden público, que,
apunta a la preservación de la seguridad, de la tranquilidad, de la salubridad, de la moralidad, de la
economía, de ornato y del medio ambiente públicos.
Para los años siguientes a 1810, luego del “Grito de Independencia”, el Virrey Ezpeleta nombra la
denominada “Junta de Policía de Santafé de Bogotá”, en la que participaron los animosos
ANTONIO NARIÑO, JOSE MARIA LOZANO, PRIMO GROOT, la cual buscaba que por fuera del
rigorismo autoritario, se resolvieran los problemas de intranquilidad que afligían en ese momento a
los ciudadanos de la Capital.
Tiempos más tarde, cuando salió adelante el proceso liberatorio de la “Campaña Libertadora”, el
Vicepresidente FRANCISCO DE PAULA SANTANDER como encargado de la primera magistratura
hizo cara a los diferentes problemas de índole social que afectaban al estado, sancionando decretos
que expidiera el Congreso en 1826, entre ellos el conocido como “Ley de Ladrones”, en el cual se
contenían sanciones drásticas a los hombres de peligrosa ociosidad, así como a los mendigos,
vagos y jugadores, igualmente, se instauraron normas sobre la Salubridad y el Ornato Público, las
cuales también fueron obra de su inspiración.
Pero, no se debe pasar en alto que, quienes estaban a cargo de cumplir estas disposiciones eran
los conjuntos militares, que no tenían graduación y que comúnmente eran llamados “Fuerza
Disponible”, los que más adelante se llamaron “Gendarmes”. Ello, derivado del nombre que se les
daba en Francia a los miembros de la fuerza militar, que estaban encargados de perseguir a los
malhechores y asegurar el mantenimiento del orden en sus expresiones de seguridad y tranquilidad
públicas.
La función de Policía, como guardadora del orden social, siempre estuvo y ha estado encaminada a
ser ejercida por el poder estatal a través de sus gobernantes, tanto, que en la Ley 63 de 1882 se dio
facultades jurisdiccionales a los señores Alcaldes y Prefectos (gobernadores) para que procedieran
sumariamente y separada de fórmulas comunes de los enjuiciamientos, en especial cuando se
trataba de actuaciones preventivas. Lo que, entonces, significaba que quedaba en la nebulosa la
distribución tripartita del poder público, pues los Alcaldes ordinarios eran, para la época, miembros
de los Consejos, facultados para expedir edictos sobre el buen orden urbano y, de ribete, ejercían
funciones de jueces policivos.
Más adelante afirma: “Son jueces todos los que tengan autoridad para juzgar y sentenciar. Por
consiguiente, los empleados de la Policía que tengan esta potestad, como los prefectos, los alcaldes
y demás, son jueces y quedan por tanto comprometidos en la disposición del Artículo 63 de la Ley
100 de 1882”.
De allí en adelante, se les ha asignado a los funcionarios de policía no sólo el conocimiento de las
conductas antisociales, sino de las provenientes del “hombre peligroso”. Tanto es, que al momento
de expedirse el Código Penal de 1936, acordó que las infracciones a la Ley Penal se dividían en
Delitos y Contravenciones decidiendo que éstas últimas estuvieran bajo el control Policial salvo
disposición en contrario (Artículo 2).
Para el año de 1968, el Congreso de la República expidió la Ley 16 en la cual dispuso: “Las
autoridades de policía investigarán y conocerán en primera y segunda instancia: 1) De las
Contravenciones, 2) De los delitos de lesiones personales, cuando la incapacidad no exceda de
cinco (5) días y 3) De los delitos contra la propiedad reprimidos con arresto y cuya cuantía sea menor
de quinientos pesos ($500)”.
En el año de 1969 con la Ley 16 de ese año, se modificó la ley 16 de 1968 y le dio una vez más la
competencia de las llamadas “Contravenciones antisociales” a las autoridades de Policía, echando
atrás la competencia que correspondía en estos casos a los Jueces Municipales, comprometiendo
con ello a la Policía en la tarea de Administrar Justicia.
No obstante, en cada uno de los departamentos existía un Código de Policía Local, que respondía,
como hasta ahora, a la idea del Estado Gendarme con su preocupación exclusiva por la vida, honra
y bienes de los habitantes, velando con ello por la seguridad, moralidad, salubridad y ornatos
públicos derivados de las costumbres y de la idiosincrasia de cada uno de ellos. Pero es el Código
de Policía de Bogotá, vigente desde 1962 hasta 2002, el que se constituye en el primer esfuerzo de
presentar un conjunto de disposiciones genuinas de policía local, dando muestra de un Estado
intervencionista en materia del ejercicio de las libertades individuales.
Desde tiempo atrás se ambicionaba y consideraba necesario expedir un Código Nacional de Policía,
pues se venía apegado a la concepción casera y provinciana de Policía, por lo que en el año 1968
mediante Decreto 2366 se integraron los distintos comités especialistas encargados de redactar los
proyectos de códigos, de acuerdo a cada uno de los temas autorizados, entre ellos el de “Expedir
normas de Policía y reglamentar las materias de su competencia”. Para el comité de “Normas de
Policía” fueron designados los Doctores PARMENIO CARDENAS, DOMINGO SARASTI, LUIS
CARLOS GIRALDO, MIGUEL LLERAS PIZANO, JESUS BERNAL PINZON, ALFONSO REYES
ECHANDIA, LIZANDRO MARTINEZ ZUÑIGA, SANTIAGO IRIARTE ROCHA, ROBERTO PINEDO
y el Coronel de la Policía Nacional NICOLAS RIOS MESA, designándose como Secretario al Doctor
MARCO TULIO AMAYA DIAZ, quien reseñó en 157 actas las deliberaciones de los comisionados,
mismas que quedaron en custodia del Ministerio de Justicia de la época, en las cuales se introdujo
como característica más notable, el ofrecimiento de un marco jurídico completo, propio y exclusivo
dentro del cual deben desarrollarse íntegramente las actividades policiales.
Es de allí donde nace el Decreto 1355 de 1970 denominado “Código Nacional de Policía”, éste,
hasta el 31 de enero de 2017, fue la norma de policía por excelencia que trató de abarcar todas las
conductas, que para la fecha de su creación, eran las que merecían intervención por parte de las
autoridades.
Fue en el 2016, que previo a muchas discusiones y propuestas, se dio paso a la Ley 1801 Código
Nacional de Policía y Convivencia, el cual hoy se denomina Código de Seguridad y Convivencia,
conforme a lo establecido en la Ley 2000 de 2019, que en sí no dice ni introduce cambio alguno,
pues no se ha entendido por parte del legislador el vocablo “policía”.
Temas que abarca el estudio del Derecho Policivo
De acuerdo a lo que se puede observar en las diferentes normas de policía, en especial el Código
Nacional de Seguridad y Convivencia, se puede decir que, el Derecho de Policía abarca los
siguientes temas fundamentales:
Se han olvidado todos, que son los procesos policivos los más importantes y trascendentales, pues
son éstos los que regulan la vida cotidiana de los administrados, son los que resuelven las vicisitudes
diarias del desenvolvimiento de la sociedad, ya que regulan las relaciones interpersonales, las
disputas de propiedad privada, la propiedad colectiva, el uso y goce del espacio público, la actividad
económica, el urbanismo y el desarrollo de los municipios y de las ciudades, el buen comportamiento
con las mascotas, en general, todos los asuntos que conllevan a que nuestros ciudadanos vivan en
completa armonía social.
Es por ello, que desde lo académico se debe abordar este tema y contextualizarlo a la realidad que
viven nuestros funcionarios de policía, pues se hace necesario que se visibilice su actuación,
máxime cuando dentro de la norma de Policía y Convivencia (hoy de seguridad y convivencia) – Ley
1801 de 2016- se tiene una completa reglamentación de índole procesal que nos lleva a afirmar la
existencia de un DERECHO PROCESAL POLICIVO autónomo, que debe ser bien conocido por
todos los que lo ejercen activa o pasivamente, pues no solo los funcionarios de policía son los
llamados a conocerlo, sino también los abogados que defienden las causas de policía ante éstos, y
los ciudadanos que quieran ejercer su defensa directamente.
Este es un tema poco estudiado, solo conozco de un autor, el Dr. HELIODORO FIERRO MENDEZ,
que lo abarca como una rama específica del derecho, y que desde su perspectiva, muy del derecho
penal, abre una puerta para que entremos a estudiarlo, a profundizarlo desde la docencia y la
investigación, pues tiene un alto nivel de complejidad que exige analizar muchos tópicos.
Desarrollo del Tema específico
Sea lo primero recordar que, en términos muy generales, el Derecho Procesal es el conjunto de
normas que regulan el proceso, es decir, que regula los requisitos, el desarrollo y los efectos del
proceso.
Siguiendo los lineamientos del profesor AZULA CAMACHO 11, el Derecho Sustancial no puede ser
aplicado sino a través del Derecho Procesal, que éste en un sentido estricto es el conjunto de normas
que reglamentan la forma como los funcionarios con jurisdicción especial, pueden actuar en
cumplimiento de esa función, que en su sentido general es la forma de administrar la función
encargada.
Entonces, si miramos bien el Libro Tercero de la Ley 1801 de 2016, encontramos que en efecto, se
reglamenta la forma en que los funcionarios que tienen unas facultades especiales, pueden ejercer
esa función específica. Valga decir, que se determina: 1) Quienes son los funcionarios con
capacidad funcional de policía (que podemos llamar con jurisdicción de policía); 2) Las competencias
que éstos tienen en relación con las Medidas Correctivas y 3) Los Procesos Policivos Verbal
Inmediato y Verbal Abreviado.
Si lo miramos desde el punto de las características del Derecho Procesal, como lo son La Autonomía,
la Instrumentalidad y la Formalidad, tenemos que: Es Autónomo, por cuanto que tiene establecido
un régimen propio, que sirve de instrumento para poder aplicar la norma sustancial derivada de las
misma norma específica, y que además está formalizada en un norma completamente
independiente. No obstante a ello, esto no quiere decir que no se ha de integrar con las demás
normas procesales, pues ello es parte de la instrumentalidad del derecho mismo en su aplicabilidad.
11
AZULA CAMACHO, Jaime. Manual de Derecho Procesal. Editorial Temis 2010.