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El reino según Jesús:

Jesús utiliza cientos de veces esta expresión pero nunca da una definición. Para
sus oyentes la expresión era evocadora de su historia y su realidad.

Características:

 Es una realidad presente y en tensión hacia su plenitud. Por un lado, es


una realidad que está ya aquí, que acontece en la realidad de nuestra
historia pero como si fuese un fermento en la masa, un grano de trigo que
puja por florecer, etc. Es un dinamismo de liberación que ya a comenzado
con la llegada de Jesús pero… el reino es, a la vez, una realidad en tensión
hacia la plenitud. El reino llegará a su plenitud cuando cristo lo sea todo
en todos, lo que la tradición ha llamado el cielo. Es un reino de “ya pero
todavía no”, es un reino que no se puede posponer.

Rasgos fundamentales del reino:

 El reino de dios es lo único absolutamente valioso


 El reino es don de Dios y tarea del compromiso humano. Si bien es
verdad que no podemos construirlo con nuestras propias manos se
podemos y debemos trabajar para que arraigue en nosotros y nuestras
sociedades.
 Es realidad colectiva y comunitaria. Así lo evocan las parábolas cuando
hablan de la fiesta, banquete de bodas, el campo donde crecen juntos el
trigo y la cizaña. Ciertamente la conversión personal es ineludible; la
entrada en el reino exige un cambio de corazón. Pero el reino tiene una
dimensión comunitaria, pues es la paz de Dios ofrecida a todos, libertad
vivida por todos, y amor participado por todos.
 No conoce discriminación de ningún tipo. No se identifica con un grupo
particular.

El reino lleva consigo una jerarquía de valores:

 En el ámbito de los recursos o bienes materiales: el valor no es “ser rico” ni


acaparar riquezas, sino compartir con los demás, especialmente con los
más pobres y desvalidos, todo lo que uno es y posee.
 En las relaciones interpersonales: las personas valen por lo que son, no
por lo que tienen o aparentan. Por eso Jesús puso como centro de su
conducta moral la dignidad de la persona, compartió con todos, dispensó
atención especial a los pobres y desvalidos, a aquellos que no tenían ni
podían tener dignidad en aquella sociedad palestiniense. Ningún pecado
nos hace perder la condición de hijos de Dios.
 La organización social: Jesús propone como valor la solidaridad sin
fronteras. No la falsa solidaridad “grupal”, cuando uno sólo es solidario con
los de su grupo, en el fondo, sólo busca su propia seguridad. Sino una
actitud y una conducta del que piensa no sólo qué será de mí, sino qué
será de los demás, especialmente de los excluidos e indefensos.
 En el ejercicio del poder, el criterio es el amor como servicio de gratuidad a
los otros. Aunque los cristianos caemos muchas veces en la tentación del
poder, creemos que Jesús venció siempre esa idolatría, según vemos en la
pieza teológica de las tentaciones.

esús, apasionado por el Reino

   
Andres Tornos - Miércoles, 11 de marzo de 2009
Según los Evangelios, el Reino de Dios es la clave de los propósitos, del proceder y de la
psicología de Jesús. Como si las imágenes del Reino dominaran tanto su conducta que sólo
ellas bastaran para explicar de raíz lo que quiso hacer en su vida, y los choques y adhesiones
entre los que vivió.

Lo que quiso hacer, desde luego. Mateo y Marcos dicen


que anunciando el Reino es como empezó: «Se han
cumplido los tiempos y se acercó el Reino de Dios;
convertíos y creed en el Evangelio». Y Lucas, que
describe esos comienzos como una enseñanza que
hace famoso a Jesús, sin más especificar, concreta en
seguida 10 pretendido en ella: .. Querían retenerle ...
pero El les dijo: "También a otras ciudades tengo que
anunciar el Evangelio del Reino de Dios"· (4,4-25.).

El Reino es para Jesús la felicidad de los pobres (Mt 5,3)


y lo primero que tenemos que pedirle a Dios (ibid. 6, 10),
es como un tesoro O una perla maravillosa por la que
uno vendería todo lo que tiene; es lo que vale la pena
buscar antes que la comida y el vestido y si Dios se complace en darle el Reino a uno,
entonces ya no hay nada que temer (ibid. 12, 22-32).

Estaba en Daniel dicho que los designios de Dios culminarían al llegar su Reino, un Reino
indestructible (2,44, 7, 27). Jesús ve ese momento, pero con un matiz de ternura que no
estaba en Daniel: con toda su grandeza el Reino es cuestión de pobres (Lc 6,20), de niños (Mt
19,24), de enfermos (10,9), de atormentados por el demonio (1 1,20).
De antiguo estaba el Reino ofrecido a los judíos. Pero Jesús nos descubre que Dios lo abre a
todos y que incluso publicanos y prostitutas entrarán antes que los que estaban en principio
llamados (Mt 21,31).

Y esto lo dice Jesús porque ve que al anunciar el Reino divide a sus compatriotas en vez de
arrastrarles.
La manera como empezaron los conflictos no se nos cuenta con pormenor en los Evangelios,
sin duda porque las tradiciones recogidas en ellos son de una época en el que el por qué de
los conflictos estaba claro y no necesitaba explicación ninguna.

Pero la clave está sin duda en la cuestión del Reino. Decenios antes de que se presentara
Jesús los escritos más populares había hecho de la idea del Reino de Dios el centro de las
esperanzas de la gente, de sus preocupaciones de re y de la religiosidad multitudinaria. Lo
que ocurría es que había muchas maneras de entender lo del Reino de Dios.

Había, por ejemplo zelotas, que querían promover la acción violenta contra los romanos; ellos
apoyaban su ideología y su violencia en la voluntad de instaurar el Reino. Había grupos más
reservados, pero no menos nacionalistas, los cuales se organizaban en una especie de
asociaciones comprometidas a especiales observancias de la ley y hasta se unían en
comunidades como monacales, separándose de la sociedad establecida; no faltaban entre
ellos quienes despreciaban al sacerdocio tradicional y lo desprestigiaban ante la gente: todo
en el nombre del Reino de Dios. y luego estaban los grandes sacerdotes de Jerusalén y todo
el sector de escribas cercano a ellos, a quienes más bien molestaba que se hablara del Reino
por el significado subversivo que la palabra en la práctica había ido adquiriendo.

Jesús no se echó atrás del uso  de la palabra Reino por estar ella en boca de muchos
subversivos. Esto ya le costó las suspicacias y odiosidad de las altas instancias sacerdotales.
Pero tampoco aceptó de ninguna manera que el Reino se malentendiera como banderín de
enganche para la violencia, el nacionalismo, la soberbia de grupos cerrados sobre sí, la
autosuficiencia farisaica de alguien.

La rabia contra Jesús se iba extendiendo más cuanto más Jesús iba conquistando el prestigio
y la autoridad de ser el buen intérprete del Reino. Si el Reino de Dios era lo que decía Jesús,
entonces no tenían justificación ni los amigos de la violencia, ni los nacionalistas, ni los que se
atribuían la exclusiva de ser en sus grupos cerrados los únicos depositarios de la esperanza
del Reino.

Y a Jesús, en su pasión por el Reino, todo se le volvía explicar cómo tenía que verse
correctamente el Reino en la perspectiva de Dios: como algo que necesitaba más justicia que
la de escribas y fariseos (Mt 5,20), de crecimiento oculto como una semilla (Mc 4,26-29),
pequeño al principio como grano de mostaza, pero bueno al fin para nidos de toda clase de
pájaros (Mt13, 31-32), como red con mil peces malos y buenos necesitados de escogerse bien
(ibid. 47-50), como campo de trigo y cizaña (ibid. 24-30).. Y, sobre todo, como lo que se da
gratis (Mt 20,1-15) y se les va a quitar a los judíos de entonces (ibid. 21-43).

Esto ya colmaba el vaso y muchísimos fueron contra Jesús. Y Jesús no se echó atrás aunque
vio venir la muerte. Se despidió, hasta un encuentro en el Reino (Mc 14,25) y murió viéndose
reconocido como quien tiene el poder del Reino, por uno de aquellos malditos a quienes se
excluía de la entrada en el Reino (ver Lc 23,42s.).

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