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Parcial Domiciliario - San Junípero

Materia:​ Psicología Ética y Derechos Humanos

Cátedra:​ 71 - Juan Jorge Michel Fariña

Profesor de Teóricos:​ Juan Jorge Michel Fariña

Profesor de Prácticos:​ Sebastián Piasek

Comisión de Prácticos:​ 6 (Verano)

Alumnos:

- Camila Madeira
Libreta Universitaria: 41.915.380.0

- Juan Dubar
Libreta Universitaria: 40.405.221.0
Sinopsis del capítulo.

Nos situamos en un futuro probablemente no tan lejano en el que se les da la


posibilidad a personas en asilos de probar un sistema de realidad virtual en el que
reencarnan en una versión joven y sin ataduras de sí mismos, y cuando llegue la hora
de morir, tienen la elección de quedarse en San Junípero eternamente.
Luego de su accidente automovilístico a los 21 años y después de muchos años de
vida paralizada, Yorkie, ya de edad avanzada, ingresa en dicho sistema de realidad
virtual. No es de menor importancia que previo a dicho accidente, ella se escapa de la
casa luego de una discusión muy fuerte con sus padres debido a que Yorkie les revela
su orientación sexual, y estos dicen no poder aceptar una hija lesbiana, que no sería
natural.
De entrada la protagonista se topa con Kelly, una mujer extrovertida con quien entabla
conversación y pronto se ve la buena química que hay entre las dos. Comienza así una
particular historia de amor entre las dos. Kelly, con mucha iniciativa, y Yorkie, quien se
toma todo con más calma ya que por primera vez en mucho tiempo vuelve a ser
autónoma y comienza a tomar decisiones por ella misma.
Conectan y concretan un encuentro sexual, pero todo esto cambia cuando, una
semana más tarde (ya que a los que no eran residentes permanentes de San Junípero
sólo se les permite ir una vez por semana) Yorkie busca y no encuentra a Kelly. La
busca por varias semanas, y épocas, ya que el simulador permite elegir la época
cronológica en la que te gustaría estar, hasta que finalmente la encuentra.
Resulta que Kelly sólo quería pasar un buen rato, no enamorarse, y al ver la química
entre ellas, prefirió ocultarse y tomar distancia. Pero Kelly, como contracara, toma este
accionar de Kelly ofensivo y descortés.
Al descubrir que el sentimiento es compartido, reentablan su relación, y se enamoran
más. Es así como deciden conocerse por fuera de San Junípero. Kelly se entera de
que Yorkie quería casarse para que alguien firme por ella su eutanasia y así pasar a
vivir en San Junípero definitivamente. Ante esta situación, Kelly le pide su mano en

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matrimonio, para ser ella quien firma la petición de la eutanasia. Finalmente se casan y
Yorkie pasa a ser residente permanente de San Junípero, y está tan contenta con la
situación que le pide a Kelly que se una a ella, que “pase para el otro lado”.
Kelly había estado casada 49 años, y en el mismo transcurso había tenido y visto morir
a una hija. Sabiendo que tanto su difunto esposo como hija no estarían en San
Junípero, se le plantea una situación dilemática en la que tenía que decidir si unirse a
su nueva amada en la eternidad, o a sus antiguas relaciones terrenales en la tumba.
Al final, Kelly decide unirse a Yorkie en San Junípero, prefiriendo optar por conocer
“todo el resto” como ella dice, haciendo referencia a un futuro con Yorkie.

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La responsabilidad en San Junípero

El sistema de “terapia de nostalgia de inmersión” permite a sus usuarios, a Yorkie,


seleccionar cualquier época para entrar en esa realidad virtual, quizás por capricho,
quizás porque fue podrían haber sido los últimos años que Yorkie pasó fuera del
hospital, elige 1987. Por azar, en ese mismo momento y lugar, se cruza con Kelly,
dando inicio a esa historia.

Yorkie se presenta como una muchacha tímida, retraída, lo cual es entendible luego de
pasar la cantidad de años que pasó paralizada hasta su entrada en San Junípero. Con
una vestimenta particular, lejos de los conjuntos llamativos que usan todos los demás
individuos que concurren a la discoteca, Yorkie se abre paso sin llamar la atención
(incluso evitando contacto con un chico que se cruza) para sentarse sola a tomar un
refresco. Es en este momento que Kelly entra en escena y busca a cualquier persona
para poder escapar de un hombre, por coincidencia, Yorkie estaba cerca, y de a poco
comienza a mostrarse más suelta y relajada.

La protagonista se presenta, en términos de lo planteado por Mosca (1998), como una


mujer muy sometida a sus demandas superyoicas. El Superyó es “el representante
intrapsíquico de los valores tradicionales y de las normas sociales según son
transmitidas de padres a hijos” (Omart, p.2, 2010). En parte en esta instancia se anuda
la moralidad, las costumbres de un momento histórico determinado. Se sabe que
Yorkie tiene una familia cristiana muy conservadora que siempre fue de imponer
estrictas reglas de comportamiento durante su vida. Se puede observar algo de las
exigencias superyoicas presentes en Yorkie cuando se muestra como presa de la culpa
al sentir que la juzgan por estar bailando con otra mujer. “Recordamos que Freud nos
señaló que cuanto más renuncia el Sujeto al deseo, más se acomoda a las demandas
superyoicas, paradójicamente más culpable se siente” (Mosca, 1998, p.123). Curioso
es que ella misma tiene presente estas demandas, evidenciándolo, por ejemplo,
cuando le dice a Kelly que “...para mi familia, no puedo hacer nada” demostrando a los
espectadores que ella misma se encuentra en un momento conflicto contra dichas

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demandas. Si bien está anudada a su historia familiar, social y cultural mediante la
moralidad, inmersa en el efecto de grupo de lo particular -aquellas reglas y costumbres
compartidas por colectivos de gente que hacen que un sistema funcione (Fariña, 1998)-
se encuentra ahora en otra época y otro grupo social, que tienen unos valores morales
distintos. Kelly encarna ese cambio de sistema de valores, y es quien ayuda a Yorkie a
conocerlos, abriendo una dimensión de posibilidades que parecían prohibidas o, por lo
menos, inalcanzables en su anterior vida. Esto se debe a que solo logró escapar del
sistema de códigos de la familia, para caer de nuevo en ellos y agregarle nuevas reglas
en la camilla del hospital. Ubicamos en el hecho de haber tenido que pasar casi toda su
vida paralizada, en una camilla de un hospital a raíz del accidente en su juventud, algo
del orden de lo ​necesario​, que rige por fuera de la intervención del sujeto (Fariña,
2013). Debido al accidente, Yorkie necesariamente habría quedado aislada de la
posibilidad de tener una voz propia o poder tomar decisiones por su cuenta, su cuerpo
dependía completamente de los demás.

En cuanto a lo concierne a la responsabilidad, vale la pena tomar los aportes de


Salomone (2006) cuando realiza una clara distinción entre responsabilidad subjetiva y
responsabilidad moral. Llamaremos responsabilidad moral a aquella cualidad de un
Sujeto que lo obliga a responder en términos de valores compartidos socialmente,
aquello esperable o reprobable de un sujeto. Por otro lado, la responsabilidad subjetiva
es aquella que se configura a partir de la noción de sujeto del inconsciente, por ende no
autónomo y no dueño de su voluntad. Este último tipo de responsabilidad aparece
vinculada al propósito desconocido para el sujeto en su accionar.

Como en este trabajo lo que se busca encontrar, entre otras cosas, es un acto que
comprenda una intención más allá del sujeto, que exprese algo que el actor mismo ni
sospeche en él, se dice que conlleva un “propósito inconsciente” (Salomone, 2006).

No podríamos plantear la responsabilidad subjetiva sin recortar cuál es aquel sujeto


que debe hacerse responsable. Hablamos de un sujeto del inconsciente, que en el
campo de la responsabilidad se relaciona con “aquello que perteneciéndole le es ajeno”

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(Salomone, p.106, 2006), lo que el Yo no está dispuesto a conocer como propio, un
afuera que es imposible entender como tal. El Yo sostiene ser dueño de lo que hace,
generadas con razón e intención, las únicas acciones por las que considera podría ser
responsable, parándose como sujeto-joya del derecho (D’amore, 2006). Pero aquello
que produjo y de lo que reniega llama al sujeto a responder, en palabras de Freud “eso
desmentido por mí no sólo <<está>> en mí, sino en ocasiones también <<produce
efectos>> desde mí” (Freud, p.135, 1925).

Ubicamos “eso que produce efectos” en el segundo tiempo del circuito de la


responsabilidad planteado desde la cátedra. Tiempo de la interpelación subjetiva, que
pone en marcha el circuito (D’amore, 2006). En el caso de ​San Junípero​, y tomando el
personaje de Yorkie, éste tiempo se deja ver en el momento en el que Kelly le
responde que ​“esto significa diversión. O al menos debería” ante el comentario de
Yorkie de ​“no me conoces, no sabes lo que significa esto”,​ que se despliega después
de enfrentar a Kelly por haber desaparecido. El circuito está fundado en una lógica
retroactiva, este tiempo 2 hace que Yorkie vuelva a una acción anterior y la
resignifique. Esta interpelación la lleva a preguntarse qué es lo que significa todo eso
para ​ella,​ qué fue lo que ella dijo en otro momento. Esa acción anterior, el tiempo 1 del
circuito, la encontramos en los primeros momentos de su relación con Kelly. Yorkie
vuelve a la discoteca donde conoció a Kelly, decidida a buscarla, sin embargo no
puede terminar de dar ese paso, por lo que le pide ayuda a Kelly: ​“no sé cómo
hacerlo… ayúdame.. ¿Puedes hacer que esto sea un poco más fácil para mí?”.​ Ese
diálogo, que situamos como tiempo 1, que contiene el objetivo de poder pasar un
momento de “diversión” con Kelly, y que pareciera agotarse en ese fin cuando después
de eso pasan la noche juntas, se ve resignificado a partir del tiempo 2.
Este movimiento retroactivo se ve clínicamente explicado por la hipótesis (Fariña, 2000)
de que Yorkie no haya elegido estar con Kelly solo por diversión, sino que se trata de
un pedido de ayuda doble: ayuda para pasar la noche con ella (de esto Yorkie es
consciente) y un pedido encubierto (más allá, inconsciente) de ayuda para conocer el
mundo y libidinizar otros objetos de la vida, más allá de lo impuesto por el mandato de

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su familia, o los médicos o enfermeros en el hospital luego. Es una búsqueda por su
propia voz y una pregunta por su identidad. Kelly desde un principio es la puerta de
entrada a otro mundo de elecciones a las que nunca había tenido acceso: probar
tragos, bailar, ser vista con una mujer en público, tener relaciones, conmueve lo que se
suponía sabido y estático también al interrogarla por su vestimenta o sobre qué es lo
que ​ella​ quiere hacer.
Esta interpelación exige respuesta, pero no necesariamente ésta sea del lado de la
responsabilidad subjetiva; en su intento de recomponerse, el yo tiende a volver al surco
moral (D’amore, 2006). Cuando Yorkie se ve frente a la posibilidad de responder por
esa posición de bisagra a un mundo de posibilidades en la que puso a Kelly y por su
propio deseo de sumergirse en ese mundo de elecciones, vuelve a los surcos morales,
a la recomposición de su yo, y niega esa posibilidad. En vez de un efecto creador de
sujeto, vemos una respuesta óntica en la que la culpable por su incertidumbre es Kelly,
por no sentirse mal “o al menos, sentir algo” como menciona.
Esta proyección obtura la emergencia subjetiva (D’amore, 2006), en el sentido de que
si la culpable es Kelly, Yorkie no es responsable, y puede desentenderse de la
situación. Esta culpa, proyectada, es una de las formas posibles de responder a aquello
que la interpela, y vemos que “comienza a tener entidad la expresión ‘la culpa como
reverso de la responsabilidad’” (Fariña, p. 88, 2013).
El gesto de asumir responsabilidad implica obligarse, hacerse cautivo, para garantizar
una deuda. Y, si se destaca el carácter económico que comprende esa deuda,
contraerla es contraer una culpa; y estar en deuda obliga a responder, en otras
palabras, pagar la deuda (D’Amore, 2006). Para continuar la idea del párrafo anterior,
este autor nos plantea situaciones en las que la culpa no favorece el efecto sujeto,
siendo éste efecto lo que se da en los casos de un Tiempo 3 en lo que corresponde al
circuito de la responsabilidad. La proyección de la culpa, en el caso de Yorkie, opera a
modo de anestesia resultando en que ella se sienta ajena a dicha responsabilidad. Sin
embargo la culpa es a la responsabilidad subjetiva así como la moral a la ética, no hay
la segunda sin la primera, tienen una relación suplementaria (D’amore, 2006). Que ya

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se haya puesto en juego la culpa, da el indicio de que en un futuro Yorkie podría
hacerse responsable de su acto. Si bien hay algo del campo de la determinación en la
situación en la que se encuentra Yorkie, ella no puede hacerse responsable de la
suerte de cruzarse a Kelly en su vida, o de la necesariedad de no poder salir a
vivenciar el mundo por estar tetrapléjica. Pero en esta situación no rigen únicamente
estos elementos, hay una vacancia entre ellos, en la cual se pone en juego la
responsabilidad del sujeto (Fariña, 2013). Yorkie podría hacerse responsable,
preguntándose por su posicionamiento frente a estos elementos, es ella la que tomó la
decisión - por fuera de su moral y sin socios del pasado, presente, o futuro (Ariel,
2001)- de, una vez en esa situación, embarcarse en un viaje en el que puede
sumergirse en elecciones distintas, por primera vez, eligiendo primero a Kelly como
entrada a aquello. Este posible tiempo de la responsabilidad subjetiva, sería una
respuesta distinta a la proyección que vemos, todavía en el plano de la subjetividad
moral. De ser alcanzado, nos encontraríamos con un Tiempo 3 del circuito, o un efecto
sujeto, un acto ético en el que se produce un sujeto de deseo inconsciente, uno que
tenga una relación “más” ética con ese deseo (D’amore, 2006).

7
Bibliografía.

Ariel, A. (2001). La responsabilidad ante el aborto. Ficha de cátedra. Mimeo. Disponible


en la página web ​http://eticayddhh.ning.com/page/zona-de-textos (accedido por última
vez 17/2/2020).

D’Amore, O. (2006). Responsabilidad y culpa. En La transmisión de la ética. Clínica y


deontología. I: Fundamentos, Letra Viva, Buenos Aires, 2006.

Freud, S. (1925). La responsabilidad moral por el contenido de los sueños. En Algunas


notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto. Obras completas.
Tomo XIX, Amorrortu Editores, 1984.

Lewkowicz, I. (1998). Particular, Universal, Singular. En Ética: un horizonte en quiebra.


Cap. IV. Eudeba, Buenos Aires, 1998.

Michel Fariña, J. J. (1998). Lo universal-singular como horizonte de la ética. (Cap. III).


En Ética: un horizonte en quiebra. Eudeba, Buenos Aires, 1998.

Michel Fariña, J. J. (2000). The Truman Show. Mar abierto (un horizonte en quiebra).
En Ética y Cine, Eudeba, Buenos Aires, 2000.

Michel Fariña, J. J. (2013). Homenaje a Oscar D’Amore. En Aesthethika Volumen 8(3),


Julio 2013. Versión online disponible en
http://aesthethika.org/IMG/pdf/AEV8N3_10_Epilogo.pdf​. (último acceso el 23/2/2020).

Michel Fariña, J. J. Responsabilidad. Entre necesidad y azar. Ficha de cátedra.


Disponible en la página web de la cátedra:
http://eticayddhh.ning.com/page/zona-de-textosMichel Fariña, J. J. (2013). Homenaje a
Oscar D’Amore. En Aesthethika Volumen 8(3), Julio 2013. Versión online disponible en
http://aesthethika.org/IMG/pdf/AEV8N3_10_Epilogo.pdf

8
Mosca, J. C. (1998). Responsabilidad, otro nombre del sujeto. En Ética: un horizonte en
quiebra, Eudeba, Buenos Aires, 1998.

Ormart, E. (2010). El lugar de la Culpa y el superyó en el circuito de la responsabilidad.


En Revista Psicoanálisis y el Hospital. Número especial: "Responsabilidad e
imputabilidad". Nº 38 - 2010.

Salomone, G. Z. (2006). El sujeto autónomo y la responsabilidad. Y El sujeto dividido y


la responsabilidad. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I:
Fundamentos, Letra Viva, Buenos Aires, 2006.

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