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El hecho de que “uno no es con uno” sino que “uno es con otros”
es algo sobre lo que la sociología ha trabajado de modo sistemático.
En disputa con la forma más corriente de pensar, la labor de esta
ciencia suele echar luz sobre los entramados humanos: los indivi-
duos siempre son parte de conexiones, aunque en diversos grados
y desde diferentes posiciones nunca dejan de estar conectados los
unos con los otros, nos dice una primera y elemental lección. En
ese sentido, el conocimiento, el saber de la propia situación, nunca
es un problema estrictamente individual sino que es un problema
que se manifiesta y que se resuelve con y frente a otros, suele agre-
garse. El conocimiento es entonces un hecho colectivo del que el
individuo participa aunque pueda hacerlo con un grado mayor o
menor de injerencia personal. Por ello, si bien estar entramados
es una característica de la especie humana, las cambiantes figuras
de este entramado, las sucesivas reconfiguraciones que sufra a lo
largo del tiempo —tiempo para el cual el desarrollo de una vida
es en general impropio como vara temporal para medir los gran-
des cambios— son singulares a cada sociedad y en cierta medida
irrepetibles. De estas figuras puntuales se ocupan las sociologías
especiales como aquellas que se concentran en lo que sucede en la
vida urbana u otras que ponen su atención en los pormenores de la
vida rural por ejemplo.
No obstante, más allá de las áreas de observación específica que
esta disciplina ha elaborado a lo largo de décadas, una preocupa-
ción constitutiva general suya resulta en mostrar la conexión in-
trínseca entre nuestra biografía y los problemas más generales de la
vida social que aparecen como “estructurales” en tanto no son con-
secuencia de este o aquel individuo sino de una sumatoria singular
de ellos construidos en un extenso y enredado devenir histórico.
Para la sociología se puede decir que este razonamiento “conectivo”
es un punto de partida básico, algo así como un acuerdo fundacio-
nal, que ha dotado diferentes escuelas teóricas. Se trata, por cierto,
de una conexión que aunque la ciencia social toda, la sociologías
pero también otras disciplinas, realizó con mayor refinamiento y
solidez que el “hombre de la calle” no pretendió siempre retaceár-
sela a los últimos. Por el contrario, numerosos sociólogos agrupa-
dos en escuelas de pensamiento diferentes e incluso en pugna se
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Aproximaciones sociológicas
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La sociología y su desafío fundacional
Rompiendo el cascarón
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La sociología y su desafío fundacional
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