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Comienzo de la predicación

Se instala en Galilea. Densamente poblada y muy fértil. 204 pueblos según Flavio Josefo. Una
característica de sus pobladores que eran muy abiertos. Valerosos y nobles. Lo cual lo hacía un buen
terreno para la predicación del evangelio.

Las características naturales de los galileos, y la preparación de la historia, habían hecho de


Galilea el único lugar de toda Palestina donde un nuevo maestro con un nuevo mensaje tenía una
oportunidad bien real de que le oyeran, y fue allí donde Jesús empezó Su misión y anunció por primera
vez Su Mensaje.

Galilea era de hecho la única parte de Palestina que estaría inevitablemente en contacto con
influencias e ideas no judías. Galilea no tenía más remedio que estar abierta a nuevas ideas más que
ninguna otra parte de Palestina.

Por Galilea pasaban las grandes carreteras del mundo. El Camino del Mar iba de Damasco a
Egipto y África pasando por Galilea. La carretera del Este que llegaba hasta las últimas fronteras pasaba
por Galilea. El tráfico del mundo pasaba por Galilea. Allá lejos al Sur, Judea estaba remetida en una
esquina, aislada y encerrada. Como se ha dicho muy bien, < Judea no está de camino a ninguna parte;
Galilea está de camino a todas partes.»

En sus orígenes había sido asignada a las tribus de Aser, Neftalí y Zabulón cuando los israelitas
llegaron por primera vez a la tierra (Josué 9); pero estas tribus no habían tenido nunca un éxito total en
expulsar a los habitantes nativos cananitas, y desde el principio Galilea tuvo una población mezclada.

Anunciar κεριγμα. Anuncio de un portavoz de un mensaje real. Se usaba para indicar el mensaje
de los reyes, (no por cadena nacional), por lo tanto, era un mensaje oficial, lleno de autoridad y que
venía de la máxima autoridad. Era el mensaje de Cristo que procedía de lo alto, como dijo Él: Mi
enseñanza es de mi padre. No era una enseñanza humana sino divina.

Pero va a indicar el mensaje, con otro término del ámbito político evangelio. Porque él traía el
Reino de Dios. El Mesías, un señorío. Dice Benedicto XVI: “Recientemente se ha traducido como Buena
Noticia; sin embargo, aunque suena bien, queda muy por debajo de la grandeza que encierra realmente
la palabra “evangelio”. Este término forma parte del lenguaje de los emperadores romanos, que se
consideraban señores del mundo, sus salvadores, sus libertadores. Las proclamas que procedían del
emperador se llamaban “evangelios”, independientemente de que su contenido fuera especialmente
alegre y agradable. Lo que procede del emperador- esa era la idea de fondo- es mensaje salvador, no
simplemente una noticia, sino transformación del mundo hacia el bien.” 1

El contenido de este evangelio y anuncio es la conversión. En griego es mucho más rica la


significación. Es cambio de mentalidad. Cambio radical. Jesús vino para que nos convirtiéramos del
pecado y volviéramos a Dios, por Él que es camino, verdad y vida.

Para realizar ese mensaje, anuncio, desde el mismo comienza ya forma la Iglesia con los
primeros elementos humanos: los apóstoles. Cristo quiere salvar a los hombres en la Iglesia y por medio
de la Iglesia.

1
Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, pag 73-74 tomo II
Llamó a los primeros de entre los pescadores. Pescadores. Hombres comunes, no sabios, pero tampoco
rudos. Eran como nosotros. Del montón. No somos doctores, pero tampoco somos lelos. No somos
influyentes, pero no vivimos en el aislamiento total; no somos ricos, pero tampoco nos falta lo
necesario. Bueno, gente común. Así eran los apóstoles en su momento.

Podemos encontrar una razón por la que Jesús eligió a hombres de entre este noble oficio: por
sus virtudes producidas por esta labor y que luego serían necesarias practicarlas para ser pescador de
hombres. Un buen pescador es paciente para esperar el pique; perseverante en no desanimarse nunca,
seguir intentando; corajudo (sobre todo el pescador de mar), hacer frente a las olas y tormentas; conoce
los tiempos del pique: no pescar en luna llena; Elige la carnada apropiada para cada especie; y no hace
ruido, pasa desapercibido. Esas son las virtudes del pescador de hombres: paciente para esperar la
conversión de las almas; perseverante si no tiene frutos visibles; corajudo para decir la verdad y esperar
que se levante la tormenta; conoce los tiempos de cada alma y que alimento necesita para ser atraído a
Jesús; por último, pasa desapercibido para Jesús resalte.

Respecto a esto último, merece una reflexión la segunda lectura: había dentro de la Iglesia
naciente, partidismos, pues muchos seguían más a los hombres que a Jesús. Por eso San Pablo les dice:
que es eso de yo soy de Apolo… no seguimos a hombres, seguimos a Jesús. ¡cuántas veces muchos van a
la iglesia y dejan de ir por los curas. No seguimos a un cura, ni a un papa. Seguimos a Jesucristo.

Enseñaba en las sinagogas… La sinagoga era la institución más importante de la vida judía. Había una
diferencia entre las sinagogas y el templo. No había más que un solo templo, el de Jerusalén, pero
dondequiera que hubiese la más pequeña colonia de judíos, había una sinagoga. El templo existía
exclusivamente para ofrecer sacrificios; allí no había predicación ni enseñanza. La sinagoga era
esencialmente una institución docente. Las sinagogas eran como «las universidades religiosas populares
de su tiempo.» Si un hombre tenía alguna enseñanza o ideas religiosas que quería propagar, la sinagoga
era incuestionablemente donde debía empezar.

Alli Jesus iba para enseñar, a esos centros docentes. Hoy si estuviera, iría a las universidades a
predicar, aunque todos pueden entrar, menos uno en nuestras universidades laicas: Jesucristo.

Y sanaba a muchos enfermos…Pero Jesús no sólo predicaba; también sanaba a los enfermos. No
nos sorprende que las noticias de lo que estaba haciendo se divulgaran, y acudieran multitudes a oírle, y
a verle, y a beneficiarse de su piedad.

La Iglesia hoy sigue la misma misión de Jesús, la de anunciar el evangelio y la de curar. La Iglesia
es eso. No es un club de amigos. Es más bien un lugar donde uno viene a convertirse y a curarse. La
realidad más parecida a la Iglesia es el hospital. En donde escuchamos la buena noticia, de que nos
vamos a curar pero para ello se nos impone una dieta de vida para que nos curemos. No son muy
halagadoras las palabras del médico, pero son las que necesitamos de convertirnos de enfermos en
hombres sanos. También en la Iglesia. La Iglesia está para sanarnos para que nos contradiga de nuestra
mala vida.

Con esa convicción acerquémonos a Cristo que sigue presente en su Iglesia que nos llama a la
salvación, por el evangelio y nos cura por sus sacramentos.

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