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Di Segni - Adultos en crisis, jóvenes a la deriva – Capítulo 5

La orfandad del siglo XX

En la 2da mitad del siglo XX, los adultos perdieron su apoyo en el mundo, ya que las figuras parentales
dejaron de ser el modelo a imitar.

Entonces, ¿A qué aferrarse?:

 Algunos intentan congelar el tiempo y seguir imitando modelos que ya no se adaptan a la


realidad, generando violencia.
 También otros adoptan el “divertirse porque se acaba el mundo” y consumen de todo, con o sin
fondos financieros. Esclavos de sus deudas, pero corriendo para pagar nuevos deseos, se
sienten “libres”.
 Otros grupos adhieren a cultos exóticos, estos adultos ocupan mucho tiempo y dinero en
consultar a quienes les predigan el futuro, en un intento por poner sus vidas en manos de
cualquiera que no sea ellos mismos.
 Otro grupo se aferra a profesionales y libros de autoayuda para encontrar apoyos que los alivien
en la dura tarea de asumir sus propias decisiones.

Los autores plantean que no se trata de encontrar a qué aferrarse, sino de aceptar que no hay de qué
aferrarse si lo que se espera encontrar es un modelo claro y preestablecido. La ausencia de modelos
rígidos impuesto es la oportunidad para vivir con libertad, pero para muchos adultos esto es fuente de
mucha angustia.

Si no se optaba por la libertad, el adulto tenía 3 posibilidades:

 Autoritarismo, es decir, someterse a quien le mandara para evitar autogobernarse


 Destructividad, que podía ejercer sobre otras cosas o personas
 Conformidad automática, el tomar sin análisis, elementos culturales para definirse (formar un
pseudo-yo producto de la masificación, en lugar de un propio yo

Al comienzo del siglo XXI, se plantean otras salidas con características más maduras: asumir la
orfandad y emprender la creación de nuevos modelos adultos que sean libres y que permitan convivir
democráticamente.

¿Para qué el adulto?

La postura que abolía el rol adulto, surgió como reacción contra el adulto clásico, a forma de
vanguardia. En ese entonces era necesario romper con esa educación rígida y aplastante. Pero ahora
representa como un estado de “rebelión permanente”.

Qué pasa cuando un chico crece “libre de adulto? Terminan siendo anárquicos, les es imposible aceptar
límites o tolerar errores de su propia capacidad de aprendizaje.

Quienes optan esta modalidad de crianza lo hacen para permitir mayor creatividad a sus hijos, tratando
de no coartarles su capacidad de expresión. Los motivan dejar que sus hijos hagan lo que ellos no
pudieron en su momento, son madres y padres demasiados reprimidos en su infancia.

Con estos chicos se experimenta haber criado a un ser humano casi vacío de cultura, por el ppio de que
el ingreso a la cultura (q se expresa x pautas y limites) era algo nocivo que se debía evitar. Pero el ser
humano en “estado puro” es insoportable para al convivencia y no tiene posibilidades de obtener logros
propios. Se puede modificar la cultura, hacerla menos coercitiva, pero no anularla y seguir viviendo
socialmente.

La crianza de niños sin ciertos límites no permite que salgan del narcisismo dentro del que nacieron.
Crecen sin limitar su omnipotencia, sin poder postergar la satisfacción de sus deseos, sin reconocer a
los otros para desarrollar amor hacia ellos y si capacidad para amarse lo suficiente a sí mismos como
para cuidarse. En este “estado puro”, los sentimientos que surgen son el odio y la envidia hacia los
demás. Y su incapacidad de sentir amor no permite recibirlo de los otros.

Los adultos posibles

La crisis del modelo clásico de adulto permitió la aparición de nuevas variantes, todas con aspectos
positivos y negativos.

Aceptadas las variaciones, ¿qué define al adulto? ¿Qué lo diferencia del adolescente? Los autores
dicen que puede que esto se reduzcan a 2 cuestiones difíciles de lograr: admitir la orfandad y superar el
narcisismo infantil.

Los adolescentes viven cierta orfandad, ya que para ellos han desaparecido los padres idealizados de la
infancia. La adultez debería ser la aceptación de esa situación, y esto supone hacerse cargo de la
propia vida y de los otros, sean niños, viejos o ambos. Esto resulta angustioso y tiende a postergarse,
en una época en la que no hay modelos fuertes sobre los que apoyarse.

Esto lleva a una fuerte regresión, y convierte a los adultos en adolescentes eternos.

Esta orfandad no significa armarse desde la nada, significa saber que se tiene a disposición todo lo
pensado y vivido por otros adultos antes que los actuales para elegir el propio modelo a armar.

Aceptar la orfandad significa ocupar el rol adulto, no dar un paso al costado. Significa revalorizarlo y
ubicarlo nuevamente como etapa necesaria a la que se tiene que llegar. Obliga a dejar de lado las
recetas y asumir el trabajo de pensar en cada familia, con cada chico, y qué se quiere hacer. Terminar
la seudoadolescencia supone reconocer los propios límites. Qué se puede y qué no se puede.

Superar el narcisismo infantil parte de la base de aceptar a los otros como diferentes a uno, esto
permite comprenderlos, ubicarse en su lugar, contenerlos. Supone tolerar las diferencias que aparecen
entre nosotros, trabajar para llegar a acuerdos para la convivencia, poder postergar placer en ciertas
ocasiones y poder limitar placer en otras.

El adulto clásico se presentaba como libre de errores, y cuando se descubrían los errores la desilusión
era intolerable para los hijos. Uno de los defectos de la educación tradicional era haber convertido el
error en una vergüenza y no en una necesidad del aprendizaje.

El adulto tiene que aceptar que no nació sabiendo, que siempre tiene cosas por aprender y que
cometerá errores. El adulto tradicional se presentaba como “perfectamente adulto”, y el actual tiene que
aceptar que nunca lo será y no pretender ante los demás otra cosa.

Superar el narcisismo implica también revalorizar el rol adulto, asumir que se tiene cierta autoridad para
ejercerlo. No renunciar a la experiencia ni conocimientos para intentar parecer joven, sino revalorizar lo
acumulado a lo largo de los años.

Asumir la orfandad y superar el narcisismo infantil suponen dejar de lado el pensamiento mágico en sus
infinitas formas. Este ofrece conseguir seguridad y amparo sin esfuerzo, apela a lo más infantil de uno,
a creer que con la mente se controla lo incontrolable. Donde estaba el pensamiento mágico debe crecer
el pensamiento crítico, que es más protector y placentero en la medida que produce logros reales, pero
implica esperar.
Una red para la escuela

Como resultado de la crisis del lugar del adulto, la escuela está sobrecargada. A la institución escolar se
le ha sobreimpreso una imagen adulta omnipotente, se la hace creer que lo puede todo.

La escuela debe cumplir un papel adulto solo en el sentido de reconocer sus limitaciones, y no
pretender hacer más de lo que sabe y puede. Para poder hacerlo debe liberarse de todas las funciones
que se le han sumado, y la única solución es conformar una red alrededor de ella.

Por red se entienden dos cosas: una multiplicidad e relaciones entre diversos elementos que la
conformen, y un lugar que proteja de caídas cuando se camina sobre la cuerda floja.

La escuela de la modernidad tuvo una imagen de institución fuerte y segura, casi omnipotente. Podía
liberar al hombre de la esclavitud de la ignorancia, formar al ciudadano y fundar naciones, ofrecía un
futuro mejor, podía mucho o creía poder hacerlo.

Se ha pasado de la escuela omnipotente a la escuela en crisis, casi impotente y conformada por adultos
que depositan poca autoridad en ella. A esta escuela se le pida más que antes.

Si los adultos se tienen solo a ellos mismos como apoyo, la escuela debe tener una red compuesta x
instituciones que sean sus pares y aporten conocimientos en áreas que no puede ni debe tener. Los
ejes básicos de esa red deberían ser el hospital con sus pediatras y psicólogos, el juez o asesor de
menores y las organizaciones comunitarias.

Esta red debe actuar de 2 maneras: trabajando en el largo plazo y preparándose para la emergencia.

Si se rodea a la escuela de una red eficiente, se puede contener a los adultos que forman parte de ella
para que puedan dedicarse la mayor parte del tiempo a su tarea específica: enseñar.

Final que sólo es un comienzo

La única salida de la crisis del rol adulto es ocupar el lugar de tal, con suficiente equilibrio para no caer
en el autoritarismo, la demagogia o la parálisis.

Los adultos actuales han quedado presionados entre 2 generaciones: la de sus padres que siguen
esperando el respeto y el lugar que la sociedad les otorgaba, y la de sus hijos que esperan la
dedicación y los derechos que la sociedad les otorga. Un lugar de bisagra.

Más que un final, esto es una apelación a comenzar una tarea: recrear el rol adulto.

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