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NARCISISMO

por Richard Sterba

El narcisismo es un fenómeno relacionado con cargas libidinosas que


afectan a, partes importantes de la propia personalidad. Para comprenderlo
hemos de distinguirlo primeramente de las otras manifestaciones de la ener-
gía libidinosa, a saber, las que encuentran su descarga en los actos autoeró-
ticos y las que implican una fijación sobre objetos ajenos al propio cuerpo.
Recordaremos, ante todo, que existe una organización inttapsíquica, una
formación permanente, que desempeña las más importantes funciones, pa-
ra nuestra conexión con el mundo exterior. Esta organización es el
yo. La memoria de las percepciones corporales del individuo y de sus
experiencias psíquicas también pertenece al yo. Debemos considerar :1

éste, en consecuencia, como la representación intrapsíquica de la persona-


lidad propia del individuo. Y en ésta, como en otras representaciones de
objetos, se desarrollan procesos de catexis, sólo que en este caso son de
mayor intensidad y variedad.
La catexis de esa representación de sí mismo que hemos llamado el
yo, con libido procedente de distintas fuentes orgánicas, es ya muy intensa
en la época en que apenas se inicia el desarrollo del yo como una organi-
zación de recuerdos y experiencias psíquicas conscientes. La catexis del
yo con libido produce precisamente el fenómeno que Freud ha denomi-
nado "narcisismo", e implica una relación libidinosa que persiste a través
de todos los períodos de la evolución psíquica.
El estar enamorado de sí mismo nos sirve de paradigma para los pro-
cesos narcisistas. Encontramos una manifestación extrema de conducta nar-
cisista, por ejemplo, en una persona que se acaricia a sí misma como si fuera
un objeto querido, que tiene pensamientos y fantasías que se ocupan exclu-
sivamente de ella misma. He tenido en análisis a una paciente adulta tan
narcisista que le era imposible mantener relaciones satisfactorias con otra
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persona. Cuando leía en los diarios la noticia de un accidente, su primer


pensamiento era que la persona accidentada no había pensado en ella en el
momento de morir, ni tendría ya nunca más la posibilidad de hacerlo, como
tampoco sería posible ya para ella tener la satisfacción de saber que esa
persona se hubiese ocupado de ella. La paciente experimentó también esta
extraordinaria y penosa sensación en oportunidad de una catástrofe ocu-
rrida en otra parte del mundo, siendo completamente imposible, en con-
secuencia, que cualquiera de las personas accidentadas haya podido tener
la más mínima idea de la existencia de la enfern;a. El amor a sí mismo o la
idea de la propia importancia, o para decirlo en otras palabras, la catexis
del yo con libido, eran tan acentuados, que casi no podía tolerar el dolor
de saber que haya muchas personas en el mundo que nunca llegarían siquie-
ra a pensar en ella. Tales pensamientos nos demuestran la importancia y
el significado que puede cobrar el yo por obra de un exagerado narcisismo.
A causa de una catexis patológica puede llegar el yo -que también en el
individuo normal es sentido como el centro del mundo- a adquirir pro-
porciones tan desmesuradas que las demás personas, en relación con él, no
lleguen a tener más valor que el de los granos de arena en el desierto.
La vuelta de la libido hacia el yo, es decir la catexis de la representa-
ción intrapsíquica de la personalidad con energía instintiva, es una nece-
sidad y solamente llega a ser anormal, si la carga es demasiado grande ..o
pequeña. El instinto de autoconservación recibe, por el narcisismo, pode-
rosas cantidades de energía libidinosa, que fortalecen al individuo en. su
lucha por la existencia. La carga narcisista del yo es muy grande en el
niño pequeño, más grande aún que en el caso de la enferma que quería
que toda la humanidad se ocupara de ella. Por la conducta de los primi-'
tivos, rezagados en fases que el hombre civilizado ya ha dejado atrás, y
por el comportamiento de las personas neuróticas, fijadas en etapas ante-:
riores de su propio desarrollo individual, estarnos en condiciones de valorar:
el poder y la magnitud del amor a sí mismo. El niño, que siente hacia su'
persona el mismo amor y la misma estimación que el hombre primitivo, no'
puede dejar de considerar, al igual que éste, que sus pensamientos y deseos'
son omnipotentes. Los actos mágicos de los salvajes y de los neuróticos:
obsesivos, que consideran un pensamiento o un deseo como un hecho o un i
suceso del mundo exterior, provienen, por consiguiente, de este sentimiento"
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de omnipotencia y no deben ser interpretados como supersticiones sin sen-


tido, sino como la consecuencia de un exagerado amor a sí mismo. Esta
omnipotencia del pensamiento es el resultado del narcisismo y proviene de
fuentes libidinosas. Cuando un salvaje atraviesa con su arma la imagen del
corazón de su enemigo, piensa que lo ha matado v cree firmemente en la
efectividad de esta hechicería. Podemos comprenderesta actitud solamente
teniendo en cuenta la fe en la potencia ilimitada de los deseos y pensa-
mientos, que el salvaje considera como inmediatamente eficaces en el mun-
do real.
No es fácil de comprender que la representación de la personalidad
del individuo, es decir el yo, es la más importante y la más elaborada de to-
das, puesto que contiene mucho más sensaciones y recuerdos que la repre-
sentación de cualquier objeto. El yo del niño sirve durante mucho tiempo
de modelo a las representaciones de objeto que aparecen más tarde; el niño
aprende solamente poco a poco y con dificultad que hay objetos muy dis-
tintos de su yo. En personas muy narcisistas las representaciones de los
demás siguen siendo enteramente parecidas al propio yo, y es únicamente
a causa de esta semejanza, por lo general, que se hallan cargadas de energía
sexual. El homosexual narcisista masculino, por ejemplo, sólo carga de
energía sexual a los objetos que son similares a su propia formación sexua1.
Otras catexis objetivas son: narcisistas en cuanto la persona querida es
como el individuo quisiera ser, y así ama su ideal en el objeto o ama a éste
porque se asemeja a lo que fué él mismo en un tiempo ya pasado, como es
el.caso del amor a los.hijos. Sin embargo existen también catexis de objetos,
en los cuáles éstos fueron elegidos por el individuo desde el punto de vista
de su utilidad o de su capacidad-de satisfacer las necesidades del yo.
Vemos que una fuerte catexis libidinosa de un objeto trae consigo una
declinación de las cargas del yo; por eso deducimos que tenemos sola-
mente cierta cantidad de libido a nuestra disposición. Un gran aumento
de la"libido objetiva tiene como resultado una disminución del amor a sí
mismo,-y viceversa. Una persona que ama con intensidad se despreocupa
de sus propios intereses, porque no le queda bastante libido para sus pro-
pias catexis narcisistas; y un individuo que se quiere demasiado a sí mis-
mo no será capaz de amar intensamente a otra persona. Así vemos que
el enamoramiento de sí mismo o narcisismo, y el amor a un objeto externo,
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son dos polos opuestos; parte del antagonismo entre el yo, o instinto de
autoconservación, y el instinto sexual, pueden por eso ser comprendidos
como antagonismo entre amor a sí mismo y amor hacia un objeto.'
En el caso de un violento desengaño causado por un objeto, el yo pue~.
de evitar la reacción dolorosa que acompaña a la pérdida, si logra aseme-
jarse a la representación del objeto, adoptando sus rasgos característicos.
El yo puede absorber entonces las cargas instintivas dirigidas originaria-
mente a la representación del objeto. Este proceso se denomina "identifi-
cación". El yo, después de un desengaño o de la pérdida del objeto, se
identifica con él. Esta identificación tiene un origen libidinoso de carácter
narcisista y transforma el amor objetivo en amor a sí mismo e). El yo
adopta esta actitud como defensa contra el sufrimiento. Trataremos de
aclarar esto con un ejemplo .. Un enfermo adulto, que se sometió al tra-
tamiento analítico por sus fuertes impulsos homosexuales y sus deseos hacia
niños de más o menos 12 años, había sido criado por una institutriz que le
había demostrado siempre un gran amor. Esta institutriz -él la llamaba
tía- vino a su casa poco después de la muerte de su madre. Había con-
centrado todo su amor en el niño y murió cuando él contaba 12 años. El
niño sufrió un solo ataque violento de tristeza durante las últimas horas
de agonía de su "tía", pero después no demostró ninguna reacción de
dolor, a pesar de haber sido siempre muy afectuoso y cariñoso con ella.
Cuando alcanzó la madurez sexual se hizo evidente, que solamente podía
dedicar su interés libidinoso a niños de 12 años. Por su profesión ~era
visitador social- tenía muchas oportunidades de tratar con niños. Los
quería y mimaba maternalmente, pero al mismo tiempo mostraba cierta
insistencia severa en que los chicos siguieran sus consejos, con lo que hacía
exactamente lo mismo que la "tía" había hecho con él en su niñez. Se había
identificado con ella y a quien quería actualmente en los niños de 12 años
era a él mismo; por la identificación inconsciente y siniultánea pudo, que-
riendo a los niños de 12 años, darse a sí mismo el amor de ella. Durante el
análisis sufrió una fase depresiva intensa como reacción tardía a la pérdida
del objeto querido. Se había protegido hasta entonces de esta represión

(1) Sin embargo, la identificación no es siempre resultado de la pérdida de un objeto


o de un desengaño, sino que puede ocurrir también como expresión de amor o de aprecio
hacia un objeto.
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por la identificación. Este ejemplo nos demuestra claramente el signifi-


cado libidinoso y defensivo de la identificación por pérdida de objeto.
Bajo ciertas circunstancias la catexis narcisista del yo con libido es
muy evidente. Durante 6 o 7 horas diarias nos vemos obligados a retirar
gran parte de nuestras cargas objetivas, a prescindir de nuestro interés por
el mundo exterior y Concentrar nuestra libido sobre nosotros mismos. Esto
sucede cuando dormimos. Los contenidos de nuestros sueños son plasma-
dos íntegramente por el influjo de nuestros propios deseos y demuestran
el intenso egotismo que predomina durante el sueño. Constituyen la prueba
más evidente del intenso amor a nosotros mismos, que revive cada noche du-
rante el sueño. Digo a propósito "revivir" porque el amor a sí mismo existe
antes que cualquier relación objetiva. Empieza en una época muy temprana
de la evolución y en general, con excepción del enamoramiento intenso, es
más fuerte y persistente que cualquier relación con un objeto, como lo com-
prueban nuestros sueños. El amor a sí mismo constituye, según Freud, algo
como un manantial de libido, del cual se la va retirando para las cargas objeti-
vas. Una experiencia penosa en relación con el objeto motiva que la carga de
su representación vuelva al yo, por un mecanismo semejante a una cinta
elástica por medio de la cual esa energía libidinosa estuviera permanente-
mente ligada al individuo. Un daño físico o de las funciones de autocon-
servación puede conducir a una retirada inmediata, aunque momentánea,
de las cargas objetivas. Un dolor de muelas puede afectar seriamente' a una
relación amorosa.
Hay enfermedades mentales que provienen de una regresión a l~s neu-
rosis primitivas exclusivamente narcisistas. Entre ellas se incluyen la esqui-
zofrenia y la paranoia. La falta de relaciones con el mundo exterior, es
decir, la falta de cargas objetivas en la esquizofrenia, y la megalomanía que
caracteriza a ambas enfermedades, indican la tremenda catexis del yo con
libido, hasta en el cuadro manifiesto de estos estados patológicos.
Nos falta explicar todavía la diferencia entre autoerotismo y narci-
sismo. Autoerotismo quiere decir excitación sexual y eliminación de este
estado en la fuente instintiva, es decir, la satisfacción de las necesidades
sexualesdel individuo con los recursos que le proporciona su propio cuerpo,
sin la ayuda de un objeto del mundo exterior. La masturbación, para la
cual no es necesaria la intervención de un objeto externo, es una acti-
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vidad autoerótica. Sabemos, sin embargo, que aún durante un acto mas-
turbatorio, el estímulo psicosexual proviene a menudo de un objeto exterior.
Con el término autoerotismo designamos solamente la parte física del pro-
ceso de satisfacción: La base psicológica de un acto autoerótico puede ser
narcisista o provenir de cargas libidinosas objetivas. El enfermo mencio-
nado más arriba, que solamente podía amar a niños de 12 años, sentía a
menudo deseos de masturbarse cuando acariciaba su propio cuerpo, y espe-
cialmente sus tetillas. En este caso la forma de masturbación era narci-
sista; en otros, la 'excitación narcisista proviene de la vista de su propio
cuerpo en el espejo. El término narcisismo significa la catexis con libido
de la representación de sí mismo. Es una condición mental, a pesar de
provenir la energía libidinosa. utilizada en la creación y mantenimiento de
este estado, de fuentes somáticas de excitación. El auto erotismo se desarro-
lla en el lugar de la excitación libidinosa, independientemente de la situa-
ción psicológica. La tensión sexual del aparato mental que produce los
actos eróticos tanto puede ser de índole narcisista como originada por un
objeto libidinoso externo. Hay actos autoeróticos que son realizados antes
de que la evolución psíquica haya alcanzado la etapa en la que se consti-
tuyen las ideas o recuerdos referentes al individuo misryo o a los' objetos
del mundo exterior, es decir, antes de la aparición del narcisismo y de la
libido objetiva. El autoerotismo significa por eso la descarga física de
energías sexuales por una satisfacción adecuada en las fuentes instintivas,
sin el auxilio de un objeto del mundo exterior.

Traducido del inglés por MARI E L"NGER.

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