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FORO HISPÁNICO 46
Consejo de dirección:
Nicole Delbecque, Katholieke Universiteit Leuven (Lovaina, Bélgica)
Rita De Maeseneer, Universiteit Antwerpen (Amberes, Bélgica)
Hub. Hermans, Rijksuniversiteit Groningen (Groninga, Países Bajos)
Sonja Herpoel, Universiteit Utrecht (Países Bajos)
Ilse Logie, Universiteit Gent (Gante, Bélgica)
Luz Rodríguez Carranza, Universiteit Leiden (Países Bajos)
Maarten Steenmeijer, Radboud Universiteit Nijmegen (Nimega,
Países Bajos)
Secretaria de redacción:
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Toda correspondencia relacionada con la redacción de la colección
debe dirigirse a:
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Universiteit Antwerpen
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Diseño y maqueta:
Editions Rodopi
ISSN: 0925-8620
ASIA EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX
Joan Torres-Pou
The paper on which this book is printed meets the requirements of “ISO
9706:1994, Information and documentation - Paper for documents -
Requirements for permanence”.
ISBN: 978-90-420-3693-2
E-Book ISBN: 978-94-012-0951-9
©Editions Rodopi B.V., Amsterdam - New York, NY 2013
Printed in The Netherlands
A Elena Grau-Lleveria
Índice General
Agradecimientos
Introducción 11
Conclusión 201
Índice 211
Agradecimientos
Como tantos otros, este libro es fruto de años de lecturas e
investigación, pero sobre todo de mi interés continuado por toda
aquella producción literaria y artística que, de una manera o de otra,
evidencia el multiculturalismo de la sociedad española y su relación
con otros pueblos a lo largo de los siglos. Con todo, el libro no
hubiera sido posible sin la ayuda de instituciones y personas que aquí
deseo agradecer.
Ante todo mi reconocimiento para el Programa de
Cooperación Cultural entre el Ministerio de Educación y Cultura de
España y las Universidades de Estados Unidos, que subvencionó mi
investigación en dos ocasiones. Asimismo quiero dar las gracias a
Florida International University que me concedió el tiempo
necesario para completar mi trabajo. Mi agradecimiento también para
el Departamento de Modern Languages y el Programa de Asian
Studies por su ayuda en los proyectos relacionados con la ejecución
del libro.
Por último quiero expresar mi gratitud a todos los colegas
que me han ayudado a avanzar en mi trabajo, en especial a Elena
Grau-Lleveria de la University of Miami y a Elena González
Muntaner de la University of Wisconsin, Oshkosh por sus pacientes y
repetidas lecturas de mi manuscrito y a Joyce Tolliver de la
University of Illinois Urbana-Champaign, a Kathleen E. Davis de
Tulane University, a Yeon-Soo Kim de Rutgers University y David
R. George, Jr. De Bates College por el sostenido intercambio de
ideas e impresiones que me ha permitido ampliar mis conocimientos
y aclarar ideas y puntos de vista. También a Nancy García por el
tiempo y la ayuda prestada.
Una versión abreviada del capítulo 1 apareció en Hispania;
otra del capítulo 3 se publicó en Neophilologus y una del capítulo 5
en Iberoamericana. Mi agradecimiento a los editores de estas revistas
por permitirme la reproducción de estos apartados.
Introducción
That race was the Aryas, gifted from the start with the very qualities the
Hebrews lacked for becoming the civilizers of the world […] The contrast
between the two races is as Sharp as can be. To the Hebrews was granted
authority, which conserves; to the Aryas, freedom, which develops; to one
intolerance, which concentrates and isolates; to the other, receptivity,
which extends and assimilates; to the former, energy directed toward a
single goal; to the latter, ceaseless activity cast in all directions; on one
hand, a single compact nationality; on the other, a vast extension of the
race, divided into a host of diverse people; on both sides, exactly what was
needed to accomplish the designs of Providence. (Olender 45)
Notas
1. Por supuesto los filipinos no lo vieron así y continuaron contra los Estados Unidos
la guerra de independencia que habían empezado contra España. La Guerra
Americano-Filipina duró dos años y terminó con la derrota de los filipinos. Filipinas
fue área insular de Estados Unidos hasta que en 1946 se le concedió la
independencia. En la actualidad, los Estados Unidos tiene varias islas en el Pacífico
(entre ellas Guam) y en el Caribe (entre ellas Puerto Rico) consideradas todas ellas
áreas insulares, si bien se rigen por diferentes acuerdos.
2. Me es imposible resumir en estas páginas toda la labor orientalista realizada por
cada potencia occidental. Cabe tan sólo señalar que Rusia inauguró el Museo de Asia
de San Petesburgo en 1818 y, vinculado a él, el Instituto de Estudios Asiáticos. En
los Estados Unidos se fundó la American Oriental Society en 1842 y el Instituto Real
Neerlandés de Estudios de Asia Sudoriental y el Caribe abrió sus puertas en 1851.
En España no tuvimos ninguna institución semejante hasta que, en 1876, se fundó la
Real Sociedad de Geografía Española. Todos los documentos y estudios sobre las
posesiones españolas se encuentran dispersos en diferentes archivos y bibliotecas.
3. He preferido dejar para otra ocasión los textos escritos por españoles en francés,
inglés y catalán.
I
Usted me dirá que yo no voy a escribir una obra seria sobre la Rusia, sino
cartas a un amigo, refiriéndole lo que ahora se llama impresiones de viaje,
24 Asia en la España del siglo XIX
hace cada vez más notorio cuando se da cuenta de que sus escritos
dejan de aparecer publicados y Cueto ya no contesta a los mismos. El
resultado es que, paulatinamente, las cartas terminan evidenciando
mucho más el deseo del autor de abandonar la misión que le habían
encomendado que no su interés en relatar sus experiencias de viajero.
Ahora bien, hay algo que resulta bien claro a lo largo de esta
correspondencia y esto es el interés y la fascinación que Rusia
despertó en Valera, en particular por lo que se refiere a la amalgama
de pueblos, culturas y religiones que constituían el imperio del zar en
sus confines asiáticos. La profunda huella que dejó en el autor el
descubrimiento de las culturas orientales entrevistas en los museos
rusos explica que, cuando años más tarde, en la década de los setenta,
Valera se propusiera seguir la moda europea del orientalismo literario
y escribir una serie de leyendas del antiguo Oriente, no acudiera al
Japón3, la China o el mundo árabe, que eran los lugares comunes de
los escritores que escribían leyendas orientales, sino a los pueblos de
los Urales y el Cáucaso, cuya capacidad artística habría tenido
ocasión de comprobar en sus visitas al Hermitage.4 Claro está que, en
ese momento de su vida, esos pueblos también le interesaban por
todo lo que había leído a propósito de ellos en sus investigaciones
sobre los orígenes de las lenguas y las religiones. Uno de los autores
más citados por Valera, Friedrich Max Müller (1823-1900), profesor
de teología comparada de la Universidad de Oxford, había hablado
extensamente de los habitantes de esas regiones en sus artículos y
libros. De hecho, las palabras de Valera sobre el origen ario de los
escitas, en la introducción a sus Leyendas del antiguo Oriente, nos
recuerdan a Müller, quien en sus ponencias en Londres, reunidas bajo
el título Science of Language, insistía en que los términos indo-
europeo o indo-germánico debían ser sustituidos por el término ario
ya que así se llamaban a sí mismos estos pueblos. A su vez, Valera
dice lo siguiente:
Con los progresos etnográficos no cabe ya duda en que todo lo que hoy se
llama Tartaria y Siberia estuvo en las edades más remotas habitado por
razas tártaras y mogolas; pero también hubo allí tribus blancas, tal vez de
pelo rubio y ojos azules, de donde proceden los pueblos más nobles e
ilustres de Europa, o que han venido a establecerse en Europa en sucesivas
emigraciones. Estos escitas blancos descendían de los primitivos arios,
como los celtas, los griegos y los latinos, los cuales se habían separado del
tronco común en épocas más o menos lejanas. (1961: 903)
26 Asia en la España del siglo XIX
Quizá fuesen las dudas del autor sobre el efecto que podía
tener el señalar la superioridad racial de un pueblo, punto de partida
de sus Leyendas del Antiguo Oriente, lo que causó que ninguna de
ellas llegara a completarse. En su lugar, Valera escribió años más
tarde una novela, Morsamor (1899), en la que encontramos los
mismos planteamientos de búsqueda interior, aparente tema central
de sus leyendas de Oriente, pero con un claro mensaje sobre lo
perecedero y vano de la gloria humana, el cual relativiza
implícitamente todo afán de superioridad.6
A propósito de Morsamor, J. B. Avalle Arce afirma que esta
novela “se concibió como la summa artis de Don Juan Valera, y por
eso, y en esa medida, es también su summa vitae” (1970: 27). La
afirmación de Avalle Arce es algo cuestionable, especialmente si
tenemos en cuenta que Morsamor dista mucho de ser la novela más
lograda del autor y que en todas las demás encontramos también,
El Oriente en la obra de Juan Valera 27
El marco histórico
Aunque el transcurso del tiempo es de poca importancia para la
verosimilitud de las andanzas vividas o soñadas por Morsamor, se
nos dan algunos datos específicos que nos permiten situarlas en un
momento histórico concreto. Por el narrador, sabemos que éstas se
inician en 1521 -en el momento de máxima expansión portuguesa en
Asia- y, a pesar de todos los lugares visitados y de las muchas
aventuras corridas, se deduce que terminan un año más tarde, ya que,
al atravesar el Pacífico, la nave de Morsamor se cruza con las
embarcaciones de Fernão de Magalhães (1480-1521), quien, como es
sabido, salió de Portugal en 1519 y murió en 1521. Otros datos
evidencian que la mayoría de los acontecimientos suceden en 1522,
32 Asia en la España del siglo XIX
remotos por Santo Tomás, pero que lo que ellos tomaban por un
cristianismo pervertido y maleado era en realidad “la religión
fundada por Sidarta, príncipe de los sakias de Kapilabastu, y
predicada en Ceilán algunos siglos antes de Cristo” (1961: 776).19A
pesar de la semejanza que se establece entre el cristianismo y el
budismo, la voz narrativa se apresura a afirmar que ésta última es una
religión que si bien tiene una moral muy pura, su metafísica es
errónea y desconsoladora ya que no tiene un Dios misericordioso,
sino que su divinidad es un ser único indeterminado e infinito en
quien todo cuanto es y todo cuanto puede ser se contiene. Según
Valera, la máxima aspiración de los budistas es romper el límite que
les separa del todo y hundirse en la inmensidad de la sustancia única,
una vez acabada la serie de transmigraciones del alma.
Hasta ahí parece que el narrador está mostrando al budismo
como una religión cuya base es positiva, pero equivocada en su
concepción de Dios, mejor dicho, equivocada por no concebir la idea
de un Dios propiamente hablando. Ahora bien, obsérvese que la voz
narrativa no dice el budismo sino “la religión fundada por Sidarta,
príncipe de los sakias”. La elección de términos no es gratuita. Los
estudiosos de los orígenes de los pueblos no desconocían que los
griegos consideraban que los sakias eran un pueblo del Himalaya de
origen escita, en otras palabras, eran un pueblo ario. Con lo que, si un
hombre salido del seno de la comunidad sakia fundó el budismo y los
sakias eran escitas, es decir arios como los europeos, entonces puede
afirmarse que tanto el cristianismo como el budismo son religiones
hermanas. En otras palabras, el mencionar la resistencia budista en
Ceilán permite a Valera hablarnos del budismo y, aunque
explícitamente lo refuta como una religión equivocada, también
señala sus virtudes e, implícitamente, lo muestra como una religión
hermana del cristianismo. La misma técnica la encontraremos cuando
se nos hable del hinduismo.
De Ceilán, Morsamor parte hacia Sumatra, donde participa
en una serie de campañas, regresando después a Goa. Una vez allí, la
voz narrativa nos dice que Francisco Pereira Pestana, gobernador de
la ciudad, recela de Morsamor y de Tiburcio, lo que termina por
decidirlos a aceptar la oferta hecha por unos brahmanes y ayudarlos a
combatir a los musulmanes.20 En este momento se nos introduce otra
digresión religiosa que también tiene el propósito de afirmar el origen
ario de las religiones más espirituales.
38 Asia en la España del siglo XIX
Notas
1. Baste la siguiente cita como un ejemplo del sarcasmo de Valera al hablar del
duque: “Sigue el duque con más deseos de ser embajador que un gitano de hurtar un
borrico” (1986: 76).
2. Manuel Azaña recoge en su ensayo ‘Valera en Rusia’ la conmoción que las cartas
causaron en Madrid. Azaña reproduce fragmentos de cartas de la madre y la hermana
de Valera que nos permiten tener una idea de hasta qué punto esta correspondencia
afectó su carrera diplomática.
3. En carta a Menéndez Pelayo, fechada en Lisboa el 23 de marzo de 1882, Valera le
dice a su amigo que quiere terminar tres novelas que tiene empezadas: Mariquita y
Antonio, Lulú, princesa de Zabulistán y Zarina (Artigas 1930:117). Las dos últimas
son los textos que forman parte del proyecto inacabado de las Leyendas del antiguo
Oriente y tienen lugar en los territorios asiáticos del Cáucaso, mientras que
Mariquita y Antonio, si bien es de ambiente español, es el único de sus textos que ha
sido identificado como inspirado en un incidente vivido en Rusia, el de su relación
con la actriz Magdalena Brohan. Por lo que cabe pensar que, en un mismo periodo
de su vida, el autor se planteó la posibilidad de novelizar aspectos de su experiencia
rusa. Sin embargo, Valera no concluyó ninguno de estos proyectos narrativos.
4. En Lulú, princesa de Zabulistán, Valera menciona el oro escita: “Los rusos han
descubierto muchos restos de estas antiquísimas minas, a las que llaman, no sé por
qué, pozos fínicos. Nadie duda que los rudos tártaros, que hoy habitan en las
vertientes del Ural, tanto en Kirguisia como en Siberia, son y han sido siempre
incapaces de ejecutar para sí tan hábiles trabajos, los cuales no pueden menos de
atribuirse a los antiguos escitas” (1961: 911). Los viajeros rusos que en el siglo
XVIII exploraron el Asia Central trajeron al zar Pedro el Grande muestras de la
orfebrería escita. Con estas piezas se inauguró la colección de oro escita del
Hermitage. Valera no habla específicamente de ellas cuando narra sus visitas al
famoso museo de San Petersburgo, pero es de suponer que no escaparían a su
atención.
5. El término ario tiene su origen en el védico-sánscrito y parece ser que, alrededor
del 2000 a.d.C, su significado era el de noble. En inscripciones persas datadas cerca
del 500 a.d.C. se encuentra la referencia a nación aria o linaje ario. Los
investigadores que en el siglo XIX intentaron identificar el origen de los pueblos
proto-indoeuropeos se atuvieron a cuestiones lingüísticas, los asociaron con ese
linaje ario mencionado en las inscripciones persas y consideraron que ése era el
nombre que debía dárseles. Como lingüistas, para ellos, el término no se refería a
una etnia sino a un grupo de hablantes. De ahí que Müller insistiera en que él no
hablaba de raza aria, sino de hablantes arios. Con todo, la idea de una raza aria se
extendió y, debido a intereses imperialistas y nacionalistas, terminó
denominándosela raza ario-blanca y viéndosela, primero, como emparentada con los
pueblos germánicos y, después, atribuyéndosele una idea de superioridad. Asimismo,
se contrapuso la raza aria con la semítica, considerándose la primera como creadora
y la segunda como destructora. El popular libro Essai sur l’inégalité des races
humaines (1853-1855) de Arthur de Gobineau (1816-1882), diplomático francés en
Irán, contribuyó enormemente a extender esta idea. En la India, tal concepto convino
a las autoridades británicas para afianzar su predominio, pues apoyándose en que los
El Oriente en la obra de Juan Valera 55
arios eran una raza blanca que invadió la India en la antigüedad sometiendo a los
dravidas (pueblo de raza negroide) e implantando el sistema de castas, los británicos
se declararon sucesores de los arios y continuadores de su poderío en el
subcontinente asiático. En La doctrina secreta (1888), Helena Petrovna Hahn (cuya
influencia en Valera, como se verá, es notable) considera a los arios la quinta raza
raíz de la humanidad vinculándola a la Atlántida. Los teóricos del nazismo se
apoyaron en su texto, como en los de los demás autores citados, para sostener sus
teorías, pero los escritos de Madame Blavatsky (como los de Müller y tantos otros)
no tienen la connotación racista que le dieron los ideólogos del nazismo, ya que ella
creía en que todos los hombres tenían el mismo origen físico y espiritual, y que la
humanidad es esencialmente una.
6. A pesar de las diferentes historias, los relatos orientales de Valera tienen un punto
en común. Tihur, protagonista de Lulú, princesa de Zabulistán, se siente impulsado
por amor de saber y, amor de amor mismo (ambos insatisfechos) a abandonar su
reino y lanzarse en búsqueda de una hermosura superior y de verdades superiores. A
su vez, el protagonista de Zarina desatiende sus obligaciones como esposo y
soberano, y acude a la magia para encontrar el objeto real que corresponde a su ideal
de amor. La búsqueda de un amor ideal o del ideal de amor es también el tema de su
zarzuela fantástica Lo mejor del tesoro (1878) como lo es también el motivo de la
búsqueda que mueve a Morsamor.
7. De hecho, las críticas a la novela fueron más bien adversas, de tal manera que
Miguel de Unamuno (1864-1936), en una carta enviada a Leopoldo Alas (1852-
1901), sostiene que Morsamor es “el aborto senil [...] de uno que fue muy grande”
(Unamuno 1941: 93).
8. Cyrus C. DeCoster incluye en Obras desconocidas de Juan Valera el fragmento
de una leyenda inacabada que se considera escrita entre 1887 y1892, cuyo personaje
principal se llama Morsamor, y que poca relación tiene con la narración del mismo
nombre escrita años más tarde.
9. Ver a tal efecto Jorge A. Marbán (‘El Morsamor de Valera: sublimación del
desengaño’) o Carmen Bravo Villasante (Biografía de Juan Valera).
10. De hecho, a pesar de algunos cuentos de Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) y,
los del mismo Valera, así como algunas menciones y alusiones en obras de diversos
autores de renombre, esta temática fue elaborada por autores poco conocidos hoy en
día que, por lo general, se limitaron a hablar de las civilizaciones del Próximo
Oriente. Es por lo tanto posible afirmar que Morsamor es la única novela
decimonónica orientalista escrita por un autor destacado.
11. He optado por utilizar la topología que usa Valera, pero quizá sea conveniente
dar alguna información geográfica más actualizada. Chaúl se encuentra a 60 kms de
Bombay (Mumbai) y a 350 kms de Goa. Como es sabido, Ceilán es la actual Sri
Lanka, Achin es la ciudad de Aceh en Sumatra (tristemente célebre por el tsunami de
2004) y Benarés, en la India, es ahora más conocida por Varanasi.
12. La voz narrativa menciona en particular a Sinibaldo de Mas (Romero Tobar
1984: 262), sinólogo cuya obra trato más adelante.
13. El lector conocedor de la obra de Valera no dejará de advertir que su concepción
religiosa tiene no pocos paralelismos con esta doctrina. Piénsese en la condena
implícita al celibato que encontramos tanto en Pepita Jiménez como en Doña Luz y
56 Asia en la España del siglo XIX
la aprobación que, en ambas novelas, reciben los personajes que optan por el
matrimonio, los hijos y una vida acorde con la naturaleza y con Dios.
14. Creo interesante señalar que, en el momento de la redacción de Morsamor, las
potencias occidentales, en particular Rusia y Gran Bretaña, protegían el gobierno
despótico del sha a cambio de generosas concesiones y que la única oposición partía
de los seguidores del movimiento pan-islamista creado por Jamal-al-Din-al-Afghani
(1838-1897). Por lo que a los europeos, les interesaba mostrar a los persas como un
pueblo ario (es decir, hermano de los europeos), pero degenerado debido a la
influencia islámica de la que ellos debían protegerlo.
15. Sadi, cuyo nombre completo es Sheikh Muslih-Uddin Sadi Shirazi, es un poeta
místico sufi que tuvo una fuerte influencia en el movimiento de poesía
estadounidense denominado New England Transcendentalists. A través de la
correspondencia de Valera y de su nota ‘Poesía angloamericana’ es posible
comprobar que conocía la obra de algunas de las figuras más destacadas del grupo y
de otros próximos a esa escuela, como eran Ralph Waldo Emerson (1803-1882),
Henry W. Longfellow (1807-1882), Walt Whitman (1813-1892) y Edgard Allan Poe
(1809-1899). Ahora bien, el poeta estadounidense que Valera considera el mejor del
momento es John Greenleaf Whittier, del grupo Foreside Poets o Schoolroom Poets,
un cuáquero defensor del abolicionismo, que no tiene hoy en día la popularidad que
tenía cuando Valera estuvo en Estados Unidos.
16. Leonardo Romero Tobar señala en una nota de su edición de Morsamor que
Valera se vio en el compromiso de dedicar esta novela al conde de Casa Valencia,
pariente que no gozaba demasiado de su estima y al que consideraba algo chiflado
(1984:63). Quizá de haber dedicado la obra a otra persona más de su aprecio, la
dedicatoria hubiera sido más detallada y hubiera tratado más sinceramente los
motivos que lo llevaban a escribirla.
17. Valera habla del virrey y no del gobernador Don Duarte de Meneses, cuando en
ese periodo sólo Vasco de Gama ostentó en 1524 el título de virrey. Al igual que su
sucesor, Don Henrique de Meneses (1524-1526), Duarte de Meneses sólo fue
gobernador.
18. De hecho, el texto contradice ya la afirmación del autor en la dedicatoria cuando
dice que, para consolarse de que ya España no es la primera nación de la tierra, ha
decidido escribir una alabanza de cuando lo era (1961:713), de ser ése su propósito,
por qué centrar el relato en la conquista de Oriente llevada a cabo por los
portugueses y no en los descubrimientos y conquistas de los españoles en América.
19. Si bien es cuestionable la evangelización de Sri Lanka por Santo Tomás, se ha
podido comprobar que Ceilán sí había conocido el cristianismo, ya que, en el siglo
VII, el nestorianismo había llegado a la isla.
20. La mención de Francisco Pereira de Pestana resulta totalmente fuera de lugar,
puesto que anteriormente se nos ha dicho que el gobernador de Goa era Don Duarte
de Meneses, quien estuvo al mando de la ciudad hasta 1524. Por otro lado, Francisco
Pereira de Pestana no fue gobernador de Goa, sino simplemente uno de los capitanes
de una flota que llegó de Portugal en 1521. De hecho, debería ser en esa flota en la
que hiciera su travesía la nave de Morsamor. La inexactitud de datos históricos en la
novela es un rasgo difícil de explicar a menos que aceptemos cierto descuido por
parte del autor.
El Oriente en la obra de Juan Valera 57
21. Sati es el nombre que recibe también el ritual hindú de la inmolación de las
viudas. Una de las costumbres que los británicos habían prohibido, pero que seguía
practicándose y que Jules Verne (1828-1905) dio a conocer a todo el mundo al
dedicarle un episodio en su libro Le tour du monde en quatre-vingt jours (1873).
22. Se deduce de las palabras del protagonista que Morsamor quiere decir el amado
de la muerte.
23. En su artículo ‘Juan Valera’s Interest in the Orient’, Sherman Eoff señala que
Valera debió inspirarse en la obra de Kalidasa (IV o V siglo a.d.C.) Vikrama y
Urvasi. Efectivamente, admirador del sánscrito y su literatura, Valera debió leer el
Vikramorvashiiya en alguna de sus traducciones, pues los paralelismos entre la
Urbasi de su novela y la del personaje del drama de Kalidasa son evidentes.
24. Es preciso notar el silencio que hay en la novela respecto al judaísmo. Un rasgo
que es difícil comprender si consideramos el recorrido por las religiones del antiguo
Oriente que el relato nos propone. Sin embargo, queda claro por la incorporación al
principio de las aventuras de Morsamor de la figura de León Hebreo, en cuya
defensa el protagonista y otros personajes acuden cuando es atacado por el
populacho de Lisboa y cuya obra es alabada como una de las más importantes de la
época, que Morsamor no expresa ninguna animadversión hacia los judíos. La misma
reverencia hacia la obra de León Hebreo puede verse en otras de las novelas de
Valera. Téngase en cuenta que, como han señalado algunos estudiosos (Martha June
Morehart, Carole Rupe), los famosos Dialoghi d’amore (1535) de Hebreo son una de
las fuentes del concepto del amor de Valera. Asimismo, por otros textos de Valera,
es posible advertir que el autor no compartía los prejuicios hacia el pueblo hebreo
propios de la Europa de sus tiempos. Por ejemplo, en el cuento ‘Garuda, la cigüeña
blanca’ (1896) el joven del que la protagonista se enamora al tomarlo por un noble
hindú resulta ser un acaudalado judío y la protagonista, venciendo sus aprensiones de
aristócrata alemana, termina casándose con él. Además de no haber nunca mostrado
Valera antipatía hacia los judíos, debemos tener en cuenta que, al publicarse
Morsamor, el judaísmo no se identificaba con ninguna nación oriental, mientras que
el mahometanismo era entonces, como lo es ahora, la religión de las naciones que
más dificultades presentaban a la influencia occidental en Asia y, lógicamente, el
mensaje colonialista subyacente en la novela tenía que apuntar a lo que realmente
importaba.
25. Son varios los autores del periodo que insisten en este punto. Por ejemplo, en su
obra En la corte del Mikado, Francisco de Reynoso habla del error de las campañas
de Flandes, cuando el porvenir de España estaba en seguir la política tradicional de
los monarcas castellanos y extender la Reconquista a África (2006: 401).
26. Las creencias y las artes de Don Policarpo, el boticario de la novela Juanita la
Larga, son una clara alusión a los poderes de médiums y teósofos como Madame
Blavatsky. Por un lado, don Policarpo cree “que todas las cosas son lo mismo y que
la diferencia de ellas es más aparente que real y más somera que profunda. Produce
la diferencia de las cosas una fuerza que vive y se agita en ellas, ocultando la raíz de
su ser, y que, según varios efectos y operaciones, ya se llamen calor, ya luz, ya
electricidad, ya magnetismo; de donde transformaciones y mudanzas, y vida y
muerte” (1961: 567). Se dice que Don Policarpo magnetizaba, adormecía y sujetaba
a su voluntad a las gentes y que por una de sus uñas despedía electricidad o un fluido
magnético. Asimismo, con planteamientos propios de la teosofía, cuando don
58 Asia en la España del siglo XIX
The conduct of the Russian soldiers is atrocious, the French are not much
better, and the Japanese are looting and burning without mercy […] The
Russians all the way up from Tientsin butchered women and children
without mercy, and women and girls by hundreds have committed suicide
to escape a worse fate at the hands of the Russians and Japanese brutes.
[…] Sweet lessons in “western civilization” we are giving to the Chinese.
(Cohen 1997: 184)
The later eighteenth and nineteenth century had seen the invention of
distinct national identities, the establishment of firm racial hierarchies, the
consolidation of narratives of progress, development, scientific advance,
and white supremacy; those were the ideologies that made imperialism
possible. Yet the very process of colonization meant that these clear
distinctions began to dissolve: transculturation, miscegenation, the
barbarism necessary to impose rule –all conspired to make the question of
which was the savage and which the civilized a disturbing one to answer.
(2002: 73)
Lo visto: El horror
El título mismo del libro nos adelanta que lo que vamos a leer no es
un relato de las maravillas del Celeste Imperio, como sería de esperar
en el relato de un viaje a China, sino todo lo contrario. Valera lo
titula Sombras chinescas jugando con las connotaciones del término.
Sombras chinescas es como se denomina a un antecedente del
cinematógrafo, el sistema de luces que proyectaba sombras sobre una
superficie blanca. Al utilizar ese término como título de su libro, se
nos sugiere que, al igual que lo hace ese artilugio, la escritura va a
proyectar sobre el papel los aspectos más sombríos de lo que el autor
ha visto en China. En otras palabras, que se nos va a relatar la cara
menos brillante, la más oscura de ese remoto país, por lo que podría
afirmarse que el viaje de Valera va a ser un viaje a las tinieblas que,
curiosamente, como el de la novela de Joseph Conrad (1857-1924),
Heart of Darkness (1899), va también a realizarse mediante una lenta
penetración fluvial hasta alcanzar, en este caso, el corazón de un país
sumido en los horrores del colonialismo.8
El libro se compone de dos tomos. En el primero se narra el
viaje por China y en el segundo la estancia en Pekín. Desde el primer
capítulo, la voz narrativa, identificada en todo momento con el autor,
declara que va a apartarse de la relación usual en los libros de viajes
64 Asia en la España del siglo XIX
Nadie que no haya estado en una ciudad china puede figurarse lo que es y
a que huele. En ella el desaseo es universal, la incuria llega a un grado
superlativo, y la basura y la roña lo invaden todo […] Figúrese el lector un
cadáver purulento yaciendo al aire libre y apestándolo todo, y bullendo
dentro del cadáver millones de gusanos que van y vienen y engordan y
medran. No es exageración: nada como esto da idea de una ciudad china,
sobre todo en verano, cuando sus amarillos moradores están medio
desnudos y el calor bochornoso hace más irrespirable el ambiente espeso
en que se mueven. (1902: 64)
antigua Europa (1902: 103), aunque, por otro lado, tampoco ignora
que esta defensa suponía la destrucción de la milenaria civilización
china (1902: 104). Así, si bien se felicita de poder pasearse a su
antojo por la Ciudad Prohibida o de participar en las fiestas y saraos
organizados por los diplomáticos occidentales en los palacios y
templos que les estaban antes vedados, no deja por ello de sentir que,
al hacerlo, está realizando una profanación (1902: 260). Por otro
lado, no olvida en ningún momento la tragedia que ha hecho posible
los bailes en el Palacio de la Rotonda o los paseos por los jardines
imperiales. De este modo, el último apartado del libro que abarca de
septiembre de 1900 a mayo de 1901, fecha de su regreso a España, y
que titula ‘Visitas y festejos’, se cierra con el recuerdo de un paseo en
bote por el Lago de los Lotos Purpurinos, cuando, al preguntarse
unas damas dónde estarán ahora los bóxers que hace unos meses
amenazaban sus vidas, alguien les responde que en el fondo mismo
de ese idílico lago que ahora surcan tan placenteramente. Con lo que
toda la belleza del soberbio espectáculo de la fiesta que se nos acaba
de describir se desvanece en una mueca macabra. Y es que el relato
del viaje de Luis Valera a China actúa a modo de inversión de la
gesta del hombre blanco transmitida por los relatos de viajes de
exploradores y científicos de los siglos XVIII y XIX, puesto que,
como he señalado anteriormente, su propósito es, en gran parte, el de
denunciar las atrocidades que se cometen en nombre de la
superioridad de la civilización occidental.
Esto nos queda especialmente claro al comprobar la
inversión que Valera lleva a cabo del tropo que Mary Louise Pratt
denomina “monarch of all I survey” (1992: 201). Al comentar en
Imperial Eyes el estilo de los libros de viajes de los exploradores
británicos, Mary Louise Pratt identifica una imagen común en los
textos de estos escritores en la que el narrador se encuentra en un
lugar privilegiado desde el que se domina un amplio espacio que nos
describe mediante la combinación de elementos estéticos y
valoraciones económicas (1992: 205). El hombre blanco se siente en
ese momento señor de todo lo que dominan sus ojos y hace partícipe
de ese sentimiento de apropiación a aquellos a los que dirige su obra.
Es su manera de dar valor a su descubrimiento (a su conquista) y de
convencer de las posibilidades de explotación de lo que ve al público
al que dirige su obra (aquellos que invertirán para colonizar el lugar).
En el caso de Valera, nos encontramos con la imagen contraria
El Oriente visto y soñado por Luis Valera 69
Lo soñado
No es posible terminar este apartado sobre la influencia de Asia en la
obra de Luis Valera sin tener en cuenta su fascinación por las
religiones y el pasado fabuloso de las civilizaciones orientales. Como
he mencionado anteriormente, dos son los cuentos que encontramos
en Visto y soñado de contenido fantástico o fabuloso: ‘La esfera
prodigiosa’ y ‘Dyusandir y Ganitriya’. Asimismo, la historia relatada
en ‘El mayor tesoro’, relato incluido en el libro de cuentos
maravillosos Del antaño quimérico, transcurre también en Oriente,
aunque básicamente se trata de un cuento de propósito aleccionador
que pudiera acontecer en cualquier lugar y que no hace ninguna
incidencia en lo oriental.
De todos estas narraciones, ‘La esfera prodigiosa’ parece
escrita por Juan Valera, tal es la similitud que tiene con el estilo, el
contenido y el humor de Morsamor. Al igual que la novela de Juan
76 Asia en la España del siglo XIX
Notas
1. En The Boxer Rebellion, Diana Preston sostiene que, además de creerse que los
misioneros mutilaban a aquellos que recogían en las misiones para fabricar con sus
miembros medicinas y que extraían los fetos y las placentas de las mujeres con
propósitos alquimistas, se los consideraba culpables de los cambios climáticos
creyéndose que la sequía desaparecería una vez fueran exterminados (2000: 28-29).
2. Un ejemplo de la política colonial de las potencias internacionales en China lo
tenemos en el asesinato de los sacerdotes católicos Richard Henle y Francis Xavier-
Nies(misioneros pertenecientes a la orden alemana de la Divina Palabra), el cual fue
utilizado por el gobierno alemán para obtener la concesión del puerto de Jiaozhou
haciendo posible también que Gran Bretaña y Japón acudieran con nuevas
exigencias. Para más información al respecto ver el libro de Paul A. Cohen History
in Three Keys. The Boxers as Event, Experience, and Myth (1997: 21-23).
3. Ver History in Three Keys. The Boxers as Event, Experience, and Myth (1997:
51).
4. Un buen ejemplo nos lo ofrece el caso de los propietarios del Hotel de Pekín,
Auguste Chamot y su esposa, quienes recibieron 200.000 dólares de compensación
y, asimismo, acumularon una gran fortuna vendiendo artículos comprados a los
saqueadores.
5. Al parecer, los alemanes consideraban que el asesinato de su embajador en
Pequín, el barón Clemens August Freiherr von Ketteler (1853-1900), les daba
derecho a realizar una campaña punitiva sobre la población. Es bien conocido que el
káiser, al pasar revista a las tropas expedicionarias, arengó a los soldados diciéndoles
que debían de dejar en China el mismo recuerdo que dejaron los ejércitos de Atila en
Europa (Fleming 1959: 135, Preston 2000: 209).
6. Las novelas de Valera son Un alma de Dios (s/f), El filósofo y la tiple (1908), De
la muerte al amor (1909), El templo de los deleites clandestinos (1910). Todas ellas
tratan de relaciones sentimentales y tan sólo en De la muerte al amor y en El filósofo
y la tiple encontramos menciones a Oriente o mejor dicho, al budismo esotérico,
tema que, como hemos visto, tanto interesaba también a su padre. Luis Valera fue
también autor de Del antaño quimérico (1905), una colección de cuentos de temática
legendaria en el que tan sólo uno ‘El mayor tesoro’, es de ambientación oriental.
7. En 1902, Pierre Loti publicó Les derniers jours de Pékin, en el que se reúnen las
crónicas de su viaje al Pekín de después del alzamiento y que ya habían sido
publicadas con anterioridad en Le Figaro. El texto de Loti carece en mi opinión de la
fuerza del de Valera, pero la fama internacional del autor francés oscurecería
cualquier otro texto que abordara la misma temática y sin lugar a dudas, incluso en
España, Les derniers jours de Pékin debió gozar de mayor difusión que el de Valera.
Sombras chinescas ha sido reeditado recientemente por la editorial Nausicaä.
8. No sugiero que haya en el texto de Valera influencia alguna de Heart of Darkness.
La realidad experimentada por el autor en su viaje a China fue tal descenso a los
infiernos que el autor no precisó de historias leídas para comprender todos los
horrores del colonialismo. Ahora bien, sí puede afirmarse que ambos textos son
producto de una misma época y de una experiencia similar. La novela de Conrad se
publicó en entregas en los meses de febrero, marzo y abril de 1899, en la revista
Blackwood’s Magazine.
El Oriente visto y soñado por Luis Valera 79
III
Campaña de Cochinchina
No me parece arriesgado afirmar que el género literario por
antonomasia del discurso colonial español son las crónicas. Por
supuesto no me refiero a las crónicas periodísticas tan populares en
las revistas y los diarios decimonónicos, aunque también éstas
pueden ofrecernos buenos ejemplos del discurso colonial español,
sino las historias del descubrimiento y la conquista de América que,
con el título de crónicas, publicaron los escritores de los siglos XVI y
XVII. Al hablar de este género literario, Walter Mignolo indica que,
si bien con anterioridad al siglo XVI, el término crónica “es el
vocablo para denominar el informe del pasado o la anotación de los
acontecimientos del presente, fuertemente estructurado por la
secuencia temporal” (1982: 75) -o sea, una especie de lista
cronológica de los acontecimientos que se desean recordar- mientras
que por historia se entiende un informe de lo visto o presenciado en
el que no entra el componente temporal (1982: 75). Con el correr de
los tiempos, ambos términos -crónica e historia- empezaron a verse
como sinónimos (1982: 76), de manera que Fray Bartolomé de las
Casas (1484-1566), cuando denominaba corónica a su Historia de las
Indias (c.1521), estaba ya queriendo decir historia y no crónica. En
otras palabras, al hablar de las crónicas del periodo colonial debemos
entender que estos textos son en realidad textos históricos y por lo
tanto sus autores historiadores. Es partiendo de este concepto de
86 Asia en la España del siglo XIX
[E]ra tan infatuado como necio, tan fanfarrón como cobarde, tan
quisquilloso como bajo, y tuvo la desgracia de no contestar a nadie. El
almirante no le pudo dar confianza porque conocía su vaciedad; los
franceses veían que no estaba a la altura de su puesto, y los españoles
devoraban las humillaciones que sufrieron el regimiento y su bandera.
(1997: 203)
Notas
1. En el prólogo a Cruzada española en Vietnam, Villarroel intenta convencernos de
lo apropiado del término cruzada sin demasiado éxito (1972: xvi). Resulta del todo
evidente que el título pretende despertar la curiosidad del lector en un momento en
que Vietnam estaba en plena actualidad debido a la guerra. Recuérdese que la Guerra
de Vietnam terminó en 1975. Es decir, tres años después de la aparición del libro. El
mismo oportunismo puede atribuirse al título del texto de Luis Alejandre Sintes: La
guerra de la Cochinchina: Cuando los españoles conquistaron Vietnam, pues a lo
discutible de los conceptos de cruzada y conquista, se une el hecho de que Vietnam,
como tal, no existía cuando los españoles se embarcaron en esa campaña.
2. Hay distintas hipótesis sobre las causas que motivaron que el almirantazgo francés
se decidiera a atacar Saigón en lugar de Hue. Para más información puede
consultarse La guerra de la Cochinchina. Cuando los españoles conquistaron
Vietnam, páginas 249-253.
3. El coronel Palanca señala en su crónica de los hechos cómo la tropa española
llegó a depender de Francia para su alimentación y que los oficiales españoles
tuvieron que poner de su propio bolsillo dinero para pagar a la tropa, viéndose
finalmente ante la humillación de tener que pedir dinero prestado a los franceses
(1869: 29).
4. Para más información puede consultarse el capítulo “Intervención europea” del
libro del padre Gaínza, La campaña de Cochinchina o el capítulo “Francia decide
actuar en Extremo Oriente” del libro de Luis Alejandre Sintes, La guerra de la
Cochinchina.
5. En el prólogo a Breve reseña histórica de la expedición española a Cochinchina
(1858-1863), de Francisco José Palanca Morales, Pedro Ortiz Armengol menciona
las memorias inéditas de otro participante en la contienda, el teniente general
Fernando Norzagaray. El testimonio de otro oficial que participó en la expedición es
el texto de Llacayo anteriormente citado. También el sacerdote Fray Manuel de
Rivas (1812-1869), compañero en la expedición de Gaínza, escribió un libro titulado
Idea del imperio de Annam o de los reinos unidos de Tunquín y Cochinchina (1859).
De estos dos textos me ocuparé brevemente más adelante.
6. Contrariamente al superficial tratamiento que en la novela de Perucho recibe la
Guerra de Cochinchina, las pocas páginas que se le dedican se nutren de textos
escritos anteriormente, de hecho, las páginas 179 y 180 son una copia prácticamente
exacta de las páginas 181, 182 y 183 de Expediciones españolas.
7. Gaínza fue un destacado académico que impartió clases y publicó una Gramática
latina. Su interés por la historia es observable en sus muchas publicaciones:
Memoria de Nueva Vizcaya (1849), Memoria y antecedentes sobre las expediciones
de Balanguingui y Joló (1891), Últimas noticias de las misiones españolas en Tonkín
(1860), Facultades de los obispos de Ultramar (1877) y en los múltiples artículos
que publicó en El diario de Manila, El Boletín Oficial, La Esperanza, La
Regeneración, La España, entre otros periódicos y revistas.
8. Creo que es preciso resaltar la hibridez genérica del texto que, si bien no es del
todo inusual en las crónicas renacentistas, es especialmente notorio en la que nos
ocupa confiriéndole un tono de absoluta modernidad.
106 Asia en la España del siglo XIX
los que auxiliaron a Anh, éste no creyó necesario honrar las cláusulas del convenio,
pues, en definitiva, tampoco lo había hecho el gobierno francés. Con todo, Francia
quiso hacer valer ese antiguo acuerdo, que nunca había cumplido, cuando consideró
absolutamente necesario extender sus posesiones en Extremo Oriente.
14. Gaínza apunta asimismo el peligro que el contacto de los tagalos con los
franceses puede tener para el futuro de la colonia. Afortunadamente, señala el autor
“el indio conoció la diferencia y, sea por la dureza [de los franceses], sea por la
religión, o sea por lo que sea, jamás se han visto pruebas de adhesión y de cariño.
Han vuelto [a Filipinas] más españoles […]” (1997: 201).
15. Es cierto que los periódicos y los textos franceses hacen poca mención de la
participación española y que las tropas españolas fueron tratadas más como
auxiliares que como aliadas, pero también es cierto que, por lo general, evitaron
hablar negativamente de la participación española. Por ejemplo, Leopold Augustin
Charles Pallu de la Barriere (1828-1891), que fuera gobernador de Nueva Caledonia
de 1882 a 1884, publicó en 1864 Histoire de l’expédition de Cochinchine en 1861,
obra en la que cita brevemente la participación española y reproduce las palabras del
vicealmirante Charner a Palanca (también reproducidas por éste en su libro) a
propósito del papel que Francia consideraba que España podía jugar en la campaña:
“Les Espagnols sont des alliés, non des auxiliaires. Mais il ne peut être question de
partager le territoire de Saïgon. C’est ailleurs au Tonquin, que l’Espagne pourra
trouver une compensation à ses glorieux sacrifices” [« Los españoles son aliados, no
fuerzas auxiliares. Pero está fuera de toda cuestión el compartir con ellos el territorio
de Saigón. Es en el Tonquín donde España puede encontrar compensación a sus
gloriosos sacrificios”] (1864: 17). Asimismo, menciona el hecho que los españoles
no hicieron llegar de Manila la tropa que se habían comprometido a aportar, pero que
el almirante tuvo en Palanca “une coopération loyale et ardente, telle que pouvait
l’assurer le caractère chevaleresque de cet officier espagnol” [una cooperación leal y
ardiente, como hacía prever el carácter caballeresco de ese oficial español] (1864:
18). También he podido constatar que, en una época en que la medalla de la legión
de honor no se concedía a actores de Hollywood o a productores de música rock,
Francia honró con esta medalla a la mayoría de los oficiales españoles participantes
en la expedición, lo que es una muestra clara del reconocimiento de sus esfuerzos y
sacrificios.
16. Juan Prim y Prats (1814-1870), conde de Reus y vizconde de Bruch, capitaneó la
fuerza expedicionaria española que, junto con tropas de Francia e Inglaterra, partió a
México para reclamar la deuda que este país había contraído con las naciones
europeas, pero cuando Prim advirtió que la expedición era una excusa de Napoleon
III para poner en el trono de México al archiduque Maximiliano de Habsburgo,
ordenó la retirada de las tropas españolas, actuación a la que se sumó la del
contingente británico, dejando solos a los franceses. La reina de España, Isabel II,
aprobó la decisión de Prim, si bien distintos miembros del gobierno le lanzaron duras
críticas de las que se tuvieron que retractar poco después al comprobar que Prim
estaba en lo cierto respecto a los planes imperialistas de Napoleon III. Prim fue
asesinado el 28 de diciembre de 1872 y, si bien existen diversas teorías sobre quiénes
fueron sus asesinos, lo único cierto es que fue víctima de las intrigas políticas del
periodo.
108 Asia en la España del siglo XIX
17. Para información al respecto puede consultarse el libro de Lily Litvak Latinos y
anglosajones: orígenes de una polémica.
IV
Notas
1. Mas describe tres etnias, los negros, los idólatras y los filipinos. Para la
descripción de las dos primeras acude a los textos de otros. Los idólatras, que son las
tribus del interior, las más alejadas de Manila, y que él no ha podido observar en su
hábitat, nos los describe a través de las palabras de otros; los negros también son
descritos a través de los textos de otros, aunque en la descripción hay algunos
comentarios personales y se acude brevemente a la descripción antropométrica. Los
filipinos o naturales es el único grupo descrito con la ayuda sólo marginal de otros
autores.
2. De hecho, Mas se hace eco de las palabras del padre Gaspar de San Agustín, quien
explica la manera de ser de los indígenas como una consecuencia del entorno
natural: “En cuanto a complexión estos indios, según lo muestra su fisonomía, son
fríos y húmedos del mucho influjo de la luna” (1843: 63).
3. Mas advierte que la pereza que los extranjeros atribuyen a los españoles responde
a la injusticia del sistema laboral en la Península, mientras que esa pereza no se
entiende en los filipinos, pues no pueden ser tratados mejor y aun así se niegan a
trabajar. No comprende que las mismas injusticias del colonialismo interno sufrido
por el campesino español eran aplicables a la situación del filipino, sin embargo, sí
es capaz de reconocer que algunos de los vicios que él atribuye a los filipinos, otros
pueblos los identifican también en los españoles. Por otro lado, no hacía ni siglo y
medio que los Borbones se habían impuesto por la fuerza en Cataluña y, con el
Decreto de Nueva Planta, los catalanes habían perdido sus instituciones propias, su
economía había quedado bajo el absoluto control de Madrid, habían visto su idioma
relegado a un plano secundario y, en las ahora provincias del Estado Español, se
había impuesto un opresivo sistema policial que poco o nada divergía del que podía
encontrarse en las colonias de ultramar. Como catalán, Mas no podía ignorar el
centralismo de la política del Estado Español y no es de extrañar que fuera crítico
con la política colonial española, aunque, como súbdito colonizado él también, sus
observaciones estuvieran matizadas por cierta autocensura.
4. Véase el texto de William Dalrymple, White Mughals, para comprender el temor
británico a ser asimilados por el colonizado y sus estrategias para preservar su
identidad durante el control colonial de la India.
5. En el apartado final, Mas dice: “estoy persuadido de que en medio de las
circunstancias políticas en que se halla la España, se descuidará el estado de aquella
colonia; no se adoptará (esta es mi convicción) ninguna de las medidas que yo
propongo para conservarla” (1843: 89). Este aspecto diferencia totalmente el informe
de Mas del de los escritores anglosajones y franceses, los cuales los escribían con la
confianza de que serían cuidadosamente leídos y tenidos en cuenta en el momento de
preparar campañas expansionistas.
6. En el tropo eroticization, Spurr señala cómo siempre se ha tendido a alegorizar al
pueblo o/y a las tierras colonizables con la figura de una mujer a la que se seduce,
conquista y domina. En el caso de Mas, encontramos el proceso inverso, no solo no
se alegoriza, tampoco se mitifica a la mujer filipina, antes bien, se la muestra como
un ser libidinoso que causa espanto, pues hasta llega a aparejarse con los monos:
“[V]arias igorrotas […] le confesaron que cuando eran solteras en sus rancherías no
134 Asia en la España del siglo XIX
pudiendo satisfacer con los hombres su concupiscencia […] tenían tratos amorosos
con los monos” (1843: 33).
7. Mas pone esta oración en bastardillas en su texto para enfatizar que, como súbdito
español, tiene derecho a expresar su opinión.
8. Ver al respecto el interesante artículo de Cayetano Sánchez Fuertes ‘La prensa
española y Filipinas, 1868-1872’.
9. En respuesta a los que acusaban de perezosos a los filipinos y proponían que se les
forzara al trabajo o la europeización del Archipiélago, José Rizal publicó en 1890 en
el periódico madrileño La Solidaridad un texto en el que pone al descubierto los
problemas generados por el colonialismo en el ánimo y la dignidad de los filipinos.
El texto se titula “Sobre la indolencia de los filipinos: estudio político-social” y
antecede en casi un siglo al conocido ensayo del escritor malayo, Syhed Hussein
Alatas, Myth of the Lazy Native (1977).
10. Creo que debo de aclarar que Barrantes se consideraba anticlerical, pero católico
(207).
11. La religión católica es todavía mayoritaria en Filipinas, siendo seguida por el
77% de la población.
12. Para más información al respecto véase la obra de Emili Giralt, La Compañía
General de Tabacos de Filipinas, S.A. (1981) o la breve historia que de la misma nos
ofrece el poeta Jaime Gil de Biedma en Retrato del artista en 1956 (1974).
13. Al hablar del informe de Sinibaldo de Mas y del libro de Barrantes he podido dar
la impresión que éstos son los únicos estudios sobre Filipinas. Todo lo contrario, los
libros que se escribieron sobre las Islas durante el periodo colonial español podrían
ser motivo de un extenso estudio. Por ejemplo, tenemos el libro Estadismo de las
Islas Filipinas o Mis viajes por este país del Padre Joaquín Martínez de Zúñiga. El
Padre Martínez de Zúñiga viajó por el Archipiélago en 1800 y, junto a su descripción
de los lugares vistos, encontramos una serie de reflexiones y críticas a la
administración de las Filipinas. Mucho más tardía es la obra La isla de Mindanao.
Su historia y su estado presente con algunas reflexiones sobre su porvenir (1861)
escrito por Agustín Santayana (1812-1893), que fuera gobernador de Batang y padre
del famoso filósofo estadounidense, George Santayana (1863-1952). Se trata de un
texto de hechura típicamente colonial, una mezcla de historia, antropología,
incorporaciones de otros autores y análisis de la situación colonial de las Islas. Este
libro de escaso interés en la actualidad, a no ser porque reproduce los escritos de
Guizot en los que se revela el propósito de Francia de apoderarse de Mindanao, ha
sido recientemente reeditado y es también accesible en la red. Más información al
respecto en el apartado sobre los libros de viajes.
14. El autor indica que el libro se escribió en 1871 haciéndose su primera edición en
1872 (1887: 11). Sin embargo, la edición del texto que he consultado dice
claramente: primera edición 1887.
V
más importantes, Rizal contesta: “Es muy posible que haya otras
mejores que la que he abrazado, pero mi causa es buena y esto me
basta” (Retana 1907: 258).
También relacionado con el krausismo es la importancia que
Rizal otorga a la verdad. El amor a la verdad le permite ir más allá de
lo personal y considerar su lucha por Filipinas como una lucha por la
humanidad. “Dices que luchas por mí y por mis paisanos” -le dice a
su amigo Blumentritt- “te doy las gracias. Pero te rogaría que
lucharas no por mí y por mis paisanos, sino por la verdad; mis
paisanos y yo pronto pereceremos, y tú debes trabajar por lo
imperecedero” (Palma 1949: 114).
Por lo que se refiere a la comprensión de las fuerzas en las
que se basa la sociedad, Rizal también sigue de cerca el pensamiento
de los filósofos alemanes. Al igual que Hegel, Rizal piensa que el
despotismo está estructurado siguiendo el modelo patriarcal. El
déspota asume con relación al pueblo el rol que el padre tiene con sus
hijos menores de edad y de ahí que del mismo modo que “en una
casa, donde el padre de familia tiene una autoridad ilimitada, él es el
responsable de las cosas. Las miserias de un pueblo sin libertad no se
deben achacar al pueblo sino a sus gobernantes” (Palma 1949: 146).
Relacionado con el concepto de Rizal de que un pueblo sin libertad
no es responsable de sus defectos está la idea de que las
características de los distintos grupos raciales vienen dadas por
aquellos que los dominan, quienes insisten en su inferioridad para
tener una excusa para seguir ejerciendo su opresión. En el fondo, las
verdaderas diferencias no están pues en la raza, sino en las distintas
realidades sociales que afectan la existencia de los grupos humanos.
En definitiva, Rizal piensa que el ser humano debe
desconfiar de todo dogmatismo porque, detrás de cada idea, siempre
está el hombre que la ha formulado. Y, por lo tanto, la posibilidad de
que la idea haya sido manipulada por aquel que la expresa.
Igualmente, Rizal considera que todo ser humano tiene
responsabilidades contraídas con sus semejantes. Su deber es actuar
para ayudar a perfeccionar la humanidad, pero hacerlo siempre
siguiendo los dictados de su razón, evitando de este modo acatar
irreflexivamente las opiniones de los demás. Es decir, el pensamiento
de Rizal está en la misma línea que, más tarde, seguirían los
existencialistas: la acción humana se encuentra en la concepción de
todas las cosas, el hombre no es una conciencia que pueda abstraerse
Narrativa de denuncia social en Filipinas 145
del mundo que lo rodea, nuestro Yo determina la imagen que los
demás proyectan de nosotros, no es posible establecer hasta qué
punto lo que vemos en algo está ahí o es una proyección nuestra, todo
ser humano está en una posición en la que debe escoger y esta
elección debe ser dictada por su conciencia.
Como he apuntado anteriormente, la marginación y la
represión que los españoles imponían a los filipinos llevan a Rizal
primero a su identificación con la clase oprimida y después a intentar
comprender el carácter de las diferencias que permiten que un pueblo
sojuzgue a otro. Retana observa que Blumentritt, quien fue amigo
íntimo de Rizal y su primer biógrafo, señala que la superioridad con
que los españoles trataban a los filipinos fue algo que, siendo Rizal
todavía un niño, lo llevó a reflexionar sobre la situación política de su
país. Según Blumentritt, Rizal se preguntaba en qué ley o
fundamento moral se basaban los blancos para creerse superiores a
los demás seres humanos. No tardó en caer en la cuenta que la
inteligencia de sus compatriotas no era en nada inferior a la de los
peninsulares:
que no le permite aceptar que el pueblo tenga que sufrir para alcanzar
la libertad. Conocedor de los procesos revolucionarios, le horroriza
pensar que su país pueda vivir un torbellino semejante al de la
Revolución Francesa. Rizal es un romántico, pero un romántico de
fin de siglo al que el estudio de las experiencias vividas por otros
países ha hecho totalmente pesimista ante las posibilidades de éxito
de aquellos movimientos revolucionarios que no cuenten con una
situación adecuada para su desarrollo.12 Sin embargo, es también
consciente de que las libertades sólo se consiguen con la violencia.
Ese cúmulo de tensiones en las que se agita el sentimiento
nacionalista e independentista de Rizal, aunado al represivo ambiente
literario filipino, es uno de los rasgos más característicos de la
narrativa de Rizal.
En su ensayo, Imagined Communities (1983), Benedict
Anderson ha comentado cómo Rizal formula su concepción
nacionalista a través de sus novelas (1991: 27). Anderson acude a
Noli me tángere para ilustrar algunas de las técnicas que los
novelistas utilizan para trasmitir el sentimiento nacionalista a sus
lectores y subraya las connotaciones que se desprenden de la primera
página del texto. Según el crítico británico, el relato de la fiesta con
que se inicia Noli me tángere, el modo cómo se describen los
personajes, los lugares citados y el tono del relato implican un acto
de complicidad con el lector filipino de la época al que invita a
pensarse como miembro de aquella comunidad única donde lo dicho
por Rizal adquiera un significado particular.
En el análisis de Anderson es posible ver cómo la
presentación de este sentimiento nacionalista no se lleva a cabo de un
modo explícito, sino que el autor hace uso de un estilo muy común en
autores que hacen suya la voz del oprimido. Me refiero a esa retórica
llena de ambigüedades a la que aludía anteriormente y que resulta tan
evidente cuando el autor formula una denuncia social que puede ser
acusada de contener una actitud anti-española. Esta retórica se
caracteriza por diversas estrategias, la connotación que vemos en la
fiesta con que se inicia Noli me tángere es una de ellas y la
multiplicidad de voces simultáneas ofreciendo diversas perspectivas
a la cuestión colonial, el dialogismo, es otra.
Otro de los rasgos que caracterizan la retórica del oprimido
son las tretas narrativas, o falsas pistas de lectura. Empezando por los
mismos títulos de sus novelas, el autor nos orienta hacia ciertos
Narrativa de denuncia social en Filipinas 151
mensajes para después dar un giro y ofrecernos lo opuesto. Así, Rizal
escribe El filibusterismo para decirnos que este término con el que
los españoles denominaban a los separatistas filipinos debería de
atribuirse a los que hacen posible que haya gente que sienta el deseo
de emancipación. Como muy bien lo advirtió Blumentritt en el
prólogo de la novela, los únicos anti-españoles en Filipinas, los
verdaderos filibusteros eran los frailes:
tuvieron lugar en Filipinas durante la ocupación de Manila por los ingleses en 1762-
1764 y establece como una probabilidad que el interés de los filipinos por la
francmasonería se iniciara en ese periodo. Lo cierto es que en 1829 se confiscó un
cargamento de libros masónicos con dirección a las Filipinas y la primera logia
filipina, Primera Luz Filipina, fue establecida en Cavite en 1856 por los oficiales
José Camps y Monge y Casto Méndez Núñez (1824-1869). Esta logia estaba bajo la
administración de la logia portuguesa Gran Oriente Lusitano y no admitía a filipinos.
Es decir, en Filipinas no hubo logias donde se admitieran filipinos hasta 1892, pero
sí hubo logias masónicas para europeos. Para más información ver: Encyclopedia of
Freemasonry (1950: 772).
7. El hecho más importante de este primer viaje a Alemania fue la relación que Rizal
inició con el que sería su más fiel amigo y una de las grandes figuras de los estudios
filipinos, el profesor Ferdinand Blumentritt.
8. Era tal esta obsesión que, en sus diarios, cuando hablaba de alguna de sus
amistades, Rizal solía hacerlo en clave (véase Retana 1907: 90).
9. Desde agosto de 1892 hasta mayo de 1893, hallándose Rizal ya deportado en
Dapitán, Pastells le escribió una serie de cartas en las que intentaba convencerlo de
lo equivocado de sus ideas.
10. Obsérvese que ese no dudar de Dios de Rizal se asienta en un razonamiento
pragmático que nos hace pensar en los planteamientos que Miguel de Unamuno
(1864-1936) expusiera en su novela San Manuel bueno, mártir (1933), según los
cuales, si Dios no existe es preciso creer lo contrario para que nuestras vidas tengan
una razón de ser.
11. Puede consultarse la edición de Los sucesos de las islas Filipinas de Antonio de
Morga llevada a cabo por Rizal y reeditada por W. E. Retana. El texto incluye un
prólogo de Blumentritt.
12. La correspondencia de Rizal con sus amigos muestra que el escritor filipino
conocía la necesidad de un ambiente social propicio para que la independencia de
Filipinas tuviera éxito. En una carta escrita el 30 de enero de 1892, cuando Rizal
andaba pensando en fundar una colonia filipina en la isla de Borneo, su amigo
Blumentritt le señala que: “Una revolución no tiene probabilidades de éxito a menos
que: (1) Se rebele una parte de la marina y la armada; (2) La metrópoli esté en guerra
con otra nación; (3) Haya dinero y municiones disponibles, y (4) algún país
extranjero otorgue su apoyo oficial o secreto a la insurrección. Ninguna de estas
condiciones existe en Filipinas” (Palma 1949: 225).
13. Bernhard Dahm, en ‘Rizal and the European Influence’, ofrece otra explicación:
“Rizal wrote of a cancerous tumor so malignant that it became inflamed at the
slightest touch and caused intense pain (hence the title, which means do not touch
me).”
14. Resulta evidente que Rizal sentía que existe un paralelismo entre las miserias de
los grupos colonizados y los del proletariado. Como Hugo había hecho con su
novela, Rizal (a través del personaje central de su obra) denomina a este grupo “los
miserables, los que vagan perseguidos.” Rizal prefería a Hugo a los escritores
franceses y españoles de su época. El respeto hacia el autor francés resulta obvio
cuando Sandoval (uno de los personajes más conservadores y negativos de El
filibusterismo) intenta criticar los méritos de Hugo y sólo consigue hacer evidente la
Narrativa de denuncia social en Filipinas 163
ignorancia y el chauvinismo de los que como él consideraban la obra de Hugo
sentimental y obsoleta.
15. Retana recoge las palabras pronunciadas por el ex-ministro de ultramar D.
Manuel Becerra (1820-1896), con motivo de un discurso pronunciado ante la
comunidad hispano-filipina en 1890 en Madrid:
En cuanto a que la realización de mis planes pueda contribuir a que
Filipinas se separe de España, me limitaré a decir ante vosotros, que sabéis
de dónde procede tal acusación, que tengo en mi poder una carta de un
personaje que me amenazaba a mí, es decir, al Ministro de Ultramar,
diciéndome que si me empeñaba en llevar la enseñanza obligatoria del
castellano a Filipinas, tal vez las órdenes monásticas tomarían otras
disposiciones que pudieran ser contrarias a España. (1907: 196)
VI
Notas
1. Traducción: “Todo texto de forma y de contexto cultural variable, que tiene por
base, tema, marco, un viaje supuesto como real o al menos afirmado como tal, y
asumido por un narrador que se expresa frecuentemente en primera persona. El
relato del viaje alía dominios y géneros diferentes y se conforma a la
heterogeneidad: en último término, su especificidad escapa a la taxinomía genérica.”
2. Este apartado está dirigido a Desengaños, pseudónimo del escritor español
Wenceslao Emilio Retana.
3. Publicada en la serie Juicios cortos del Nuevo Teatro Crítico en 1891.
4. En paz y en guerra es una colección de artículos que incluye el diario de un viaje a
China y Japón seguido de un informe sobre el ejército japonés.
5. Otros textos que describen diferentes aspectos del archipiélago filipino y las
posesiones españolas en el Pacífico son: Memoria sobre Filipinas y Joló, redactada
en 1863 y 1864 (1883) de Patricio de la Escosura, Reseña histórica de la guerra al
sur de Filipinas (1857) de Emilio Bernáldez, Historia General de Filipinas desde el
descubrimiento de dichas islas hasta nuestros días (1887) de José Montero y Vidal,
Manifiesto al país sobre los sucesos de Cavite y memoria sobre la administración y
gobierno de las Islas Filipinas (1872) de Carlos María de la Torre, Memoria general
(1872) de Rafael Izquierdo, Agustín de la Cavada y Méndez Vigo y Carlos Pavía
6. Ver a tal efecto el libro de Pablo Martín Asuero España y el Líbano, 1788-1910.
Viajeros, diplomáticos, peregrinos e intelectuales. (Con un Apéndice sobre el Líbano
actual).
7. En España y el Líbano, 1788-1910. Viajeros, diplomáticos, peregrinos, e
intelectuales (Con un apéndice sobre el Líbano actual), Pablo Martín Asuero
considera a Mentaberry como un escritor romántico (2003: 126).
8. En el prólogo a la obra, Antonio Cánovas del Castillo se lamenta de que
Mentaberry no hable de sus aventuras galantes dando por sentado que el destinatario
de un billetito amoroso que dice Mentaberry haber encontrado olvidado en un
mueble era él mismo, pero que el autor no quiere hacernos confidencias (2007: 16).
9. La civilización occidental es para Mentaberry sinónimo de cristianismo, de ahí
que, al hablar del Líbano, tan sólo un lugar merezca sus elogios, las tierras ocupadas
por los maronitas, pues “sólo la religión cristiana es capaz de realizar tales [el cultivo
de zonas áridas] prodigios, pues fuera del catolicismo no hay principio ni
sentimiento que inspire a los humanos fe bastante para luchar contra los obstáculos
que renacen cien veces y vencerlos al fin, volviendo a empezar nuevamente siempre
que es necesario” (2007: 110-111).
10. A pesar de la derrota rusa en la Guerra de Crimea (1853-1856), Mentaberry no
debía de ignorar que, si el Imperio Otomano no contaba con la ayuda de sus aliados,
Rusia terminaría triunfando y que era cuestión de tiempo que iniciara una nueva
guerra que le permitiera extenderse por territorio otomano. De hecho, de no ser por
la intervención de Inglaterra, el desenlace de la Guerra Ruso-Turca (1877-1878)
hubiera supuesto la caída de Constantinopla. Rusia tuvo que contentarse con obligar
al Imperio Otomano a reconocer las independencias de Rumanía, Serbia,
Montenegro y la autonomía de Bulgaria.
11. Con todo, Mentaberry admite que con el Corán, Mahoma liberó a las mujeres de
un abuso todavía mayor que el que ahora sufren, pues si ahora sus maridos las
198 Asia en la España del siglo XIX
asesinan cuando sospechan un adulterio (2007: 155), antes “cada padre de familia
tenía el derecho de matar a las hijas que le pesaban (2007: 159). Eso no bastaba por
supuesto para salvar una civilización a la que se tildaba de inmovilizada y decadente
debido a su confusión entre las potestades civil y religiosa, debido a su fatalismo y a
la poligamia.
12. Cabe señalar que las Nuevas Ordenanzas de las Indias que resultaron de estas
Juntas hicieron posible un trato de los indígenas filipinos del que lamentablemente
no se beneficiaron los americanos y fue posible la organización de una sociedad
colonial organizada teocráticamente. Provincias enteras pasaron a ser dominadas por
las órdenes religiosas, que convirtieron sus territorios en un auténtico estado dentro
del Estado. Para más información al respecto ver el capítulo ‘Tabaco es poder’ de
Colonias para después de un imperio de Josep M. Fradera.
13. Ver el prólogo de Pablo Martín Asuero en Impresiones de un viaje a la China
(2008: 10).
14. Mentaberry era todavía soltero cuando partió para China, pero ya debía estar
casado cuando escribió el libro.
15. Stoler atribuye estas palabras al autor de tratados colonialistas francés, Georges
Hardy. Dice haberlas tomado de Ergaste ou la vocation coloniale, pero no cita la
página. Yo he leído este librito dos veces y no encuentro tal afirmación. Tampoco en
el que publicó ese autor también en 1929, Nos grands problèmes coloniaux. En
Ergaste…, Hardy menciona la conveniencia de que el colono se case con alguien que
pueda resistir el aislamiento que supone vivir en un lugar remoto, pero no dice nada
sobre relaciones interraciales. Por el contrario, en Nos grands problèmes…establece
claramente que se dan muchas uniones interraciales en las colonias francesas, el
producto de las cuales, el mestizo, se convierte en un paria social por el frecuente
abandono tanto del padre como de la madre, pero no por cuestiones congénitas.
Contrariamente a lo postulado por Stoler de que Hardy simplemente establece una
serie de instrucciones de comportamiento colonial que los europeos no ponían en
práctica, lo cierto es que, si bien Ergaste… puede verse como un manual de
cuestionable aplicación, Hardy demuestra en sus demás estudios que era muy
consciente de la realidad colonial. De hecho, ya en 1929, identificó y elaboró
muchos de los aspectos de la problemática colonial que Stoler desarrolla en su libro
como si se tratara de una novedosa lectura post-colonial del periodo. Es lamentable
la manipulación y el silenciamiento de la obra de autores por parte de algunos
críticos que se niegan a aceptar que las raíces de la crítica post-colonial se
encuentran ya en la obra de los autores que defendieron o explicaron el colonialismo.
16. Al igual que muchas novelas, los libros de viajes se publicaban periódicamente
en diarios. Muchos autores reconocidos (Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán,
Rubén Darío...) publicaban crónicas de sus viajes en los periódicos que después
volvían a publicar en volúmenes.
17. WorldCat identifica solamente tres bibliotecas estadounidenses (Harvard
University, Library of Congress y New York Public Library) que tienen la primera
edición. Hay una en la Biblioteca Nacional de México, otra en la Biblioteca Nacional
de China en Beijing y Martín Asuero dice haber tenido acceso a una edición que se
conserva en la Biblioteca Municipal de San Sebastián. Supongo que esa edición debe
encontrarse en más bibliotecas del Estado Español, pero que no deben de ser muchas
las que lo tienen.
Viajeros accidentales a Oriente 199
la guerra a España, intento apropiarse de la Isla por medios pacíficos. Ver el artículo
de María Dolores Elizalde Pérez-Grueso: ‘Valor internacional de Filipinas en 1898:
La perspectiva norteamericana’.
26. Cabe sin embargo mencionar que, al igual que los demás diplomáticos escritores,
también Reynoso se queja del pobre papel que hace España en el extranjero y, sobre
todo, del que hacía cuando era una potencia colonial en Asia. Habla de la incuria y
de la falta de tino de los ministros de Madrid que permitían que el Estado Español no
tuviera representaciones dignas del papel de toda nación europea que tenía
posesiones asiáticas y recuerda que entonces se acuñó el dicho cosas de España,
antecedente de ese Spain is different tan conocido en los años de la España
franquista (2006: 180).
27. Donald Richie documenta esta sorpresa de Isabella Bird en su libro The
Honorable Visitors: “when she found what she thought a better class of
establishments […] she discovered she could not stay because they were, in fact,
teahouses of disreputable character” (1995: 40).
28. Enrique Gómez Carrillo es un escritor guatemalteco residente en París que se dio
a conocer por sus crónicas y por alguna novelita erótico-sentimental. Un parangón
hispano de Pierre Loti cuyas experiencias personales suponen una mezcla de fantasía
y realidad. Gómez Carrillo es el único escritor hispano del momento que puede
decirse que tiene un considerable corpus literario sobre Oriente.
29. En su autobiografía en inglés, Reminiscences of a Spanish Diplomat, vemos que
Reynoso no era enemigo de hablar ni de sí mismo ni de la gente que se cruzó en su
vida, si bien es cierto que, al igual que la mayoría de nuestros escritores de
memorias, parece sentir cierto reparo al tratar ciertos temas. Quizá fuera una
cuestión de decoro o que, en definitiva, no tuviera nada que contar. Después de todo,
el que uno haya viajado y visitado casas de té no implica que haya tenido que vivir
forzosamente lances extraordinarios, quizá Reynoso simplemente tomaba el té y se
entretenía con los numeritos de las geishas. En ese caso, mis suposiciones sobre la
supuesta vida sexual de Reynoso en Japón son totalmente equivocadas, lo que no
resta nada a mi teoría de que la descripción del Japón que lleva a cabo Reynoso está
exenta de orientalismo.
30. Con todo, cabe subrayar que los comentarios de Gómez Carrillo enfatizan la
sexualidad de esas mujeres aproximándose a lo observado por Said en el tratamiento
que el discurso orientalista hace de la mujer oriental. Gómez Carrillo afirma
refiriéndose a las geishas que “[a]un las más castas en espíritu, adoran al dios de la
Lujuria” (1907: 261).
Conclusión
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