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Es necesario explicarles a los niños que, “eso feo que le sucedió a Jesús”, no es
responsabilidad de ellos. Los niños tienden a sentirse responsables por lo que pasa a su
alrededor, no diferencian todavía el exterior de su interior, razón por la cual se echan la
culpa de las peleas entre sus padres, de las crisis en sus familias, de lo malo que le pasa a
los demás. En este caso, el sufrimiento de Jesús aparece como un problema del cual los
niños se sienten parte. Pero en realidad no es así. Los adultos tenemos la tarea de ayudarles
a entender que la muerte de Jesús no es consecuencia de las decisiones o comportamientos
de los niños. A veces mostrarles de manera tan directa lo doloroso y triste que fue su
muerte provoca este sentimiento de culpa en los niños, ellos se sienten como si fueran
responsables. Un sentimiento que los puede agobiar y asustar. De lo cual resultan en los
niños comportamientos de rechazo, inquietud o agobio frente a la persona de Jesús. En este
sentido, y con toda la razón, ese necesario que a los niños les quede claro que el sufrimiento
de Jesús, no tiene nada que ver con lo que ellos han hecho o dejado de hacer, de esta
manera evitamos que se sientan responsables por lo que le sucedió a Jesús; y, en últimas,
evitamos que la relación de los niños que han venido construyendo “con ese amigo que nos
ama”, se dañe.
Así pues, podemos vivir la cruz, mirando cómo, aún en medio de este momento tan difícil
por el que estamos pasando, en nuestro corazón aparecen la solidaridad y el deseo de
ayudar a los demás.