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Vida, testimonio y palabra de Monseñor Romero


“el dios de Je s u c ri st o”
¡Dios es el Dios de Jesucristo. El Dios de los cristianos no tiene que ser otro, es el Dios de Jesucristo, el del que
se identificó con los pobres, el del que dio su vida por los demás, el Dios que mandó a su hijo Jesucristo a
tomar una preferencia sin ambigüedades por los pobres. Sin despreciar a los otros, los llamó a todos al campo
de los pobres para poderse hacer iguales a Él. Nadie está condenado en vida; sólo aquel que rechaza el
llamamiento del Cristo pobre y humilde y prefiera más las idolatrías de su riqueza y de su poder!
(Homilía 27 de mayo de 1979, VI p. 365).
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ACOMPAÑANDO LA VIDA
NOVIEMBRE 2010.
Zona costa, Usulután.

EL MILAGRO DE ZAQUEO. (Lc. 19,1-10)


Zaqueo, jefe de los cobradores de impuestos y muy rico al encontrarse con Jesús, se convierte. Eso es un
verdadero milagro, porque hoy en día, como entonces, hay muy pocos Zaqueo’s. ¿Quién hoy día, siendo muy
rico, da la mitad de sus bienes a los pobres y a quienes ha tratado injustamente regresa el cuádruplo? La
mayoría evade sus impuestos legales.
Vale la pena destacar de que Jesús responde: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”.

Quiere decir que, la salvación, según Jesús, está íntimamente ligada con el tema de los pobres.

Zaqueo no se salva porque promete circuncidar a sus hijos, o porque guardara el sábado, o porque cumplirá los
ritos de purificación, o porque se acercara a la sinagoga. Jesús le declara salvo porque se hace solidario con los
pobres.
Es como decía Monseñor Romero: “Los necesarios cambios al interior de la Iglesia, en la pastoral, en la
educaron, en la vida religiosa y sacerdotal, en los movimientos laicales, que no habíamos logrado al mirar solo
el interior de la Iglesia, lo estamos consiguiendo ahora al volvernos al mundo de los pobres.”(2/2/80) Y “Este
encuentro con los pobres nos ha hecho recobrar la VERDAD CENTRAL del Evangelio con que la palabra de
Dios nos urge a conversión.”(2/2/80) Y “De ese mundo de los pobres decimos que es la CLAVE para
comprender la fe cristiana.” (2/2/80)

Esas pequeñas frases nos hacen comprender que Monseñor Romero estaba en la tradición de Jesús.
Esta tradición de Jesús y comprendida por las primeras comunidades cristianas, y defendido por los Santos
Padres de la Iglesia, fue abandonada definitivamente en nuestra Iglesia Institucional a partir del siglo 16, hasta
tal punto que el Papa Juan 22 llegó a declarar que “Jesús no era pobre”. Desde este tiempo la atención para los
pobres fue vivida por personas como Vicente de Paúl y otras congregaciones religiosas, pero la institución
olvidó el tema. Incluso con la encíclica “RERUM Novarum” de León 13, esta problemática de los pobres no se
colocó en el centro de la Evangelización ni cuestionaba el “ser rico” de la misma Iglesia Institucional.
Fue a partir de Juan 23 que la temática apareció nuevamente en el centro de la Evangelización. Juan 23 quería
una Iglesia de los pobres. Pero esta temática no entró en los textos del Concilio Vaticano II porque los obispos
no estaban preparados para eso.
Al final del Concilio hubo el pacto de las catacumbas donde una cuarentena de obispos, muchos
latinoamericanos que tomaron en serio este volver a los pobres.
Medellín (1968) fue definitivamente el documento que ponía nuevamente este tema de Jesús en el centro. Los
documentos de Puebla (1979) lo confirmaron en “La opción preferencial por los pobres”.
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Pero a partir de ahí hubo una nueva involución que trata este tema central como una opción voluntaria para los
que quieren. Hay más preocupación por la doctrina eclesial y la obediencia a Roma. Esto lo revelan el nuevo
catecismo romano, y el nuevo derecho canónico.

El milagro de Zaqueo no se ha hecho nuevamente en la Iglesia Institucional. Serán los mismos pobres que
tendrán que Evangelizar, con todos aquellos que se convierten a los pobres. Monseñor Romero nos puede guiar.

UNA EMOCIONANTE ASAMBLEA EXTRA ORDINARIA DE NUESTRO


FONDO DE EMERGENCIA
Nuestro Fondo de Emergencia tuvo la última Asamblea Extraordinaria del año 2010.
Los músicos de la comunidad de La Papalota estaban invitando desde el inicio con sus cantos apreciados.
Estaban Oldrin y María Eugenia de la embajada de la República Bolivariana de Venezuela para despedirse. A
través de ellos habíamos logrado el contacto para la Misión Milagro. Este mismo día retornó también el grupo
número 34 de operados de catarata y pterigion. Por todo son ya 500 personas que a través de nuestro Fondo de
Emergencia han recuperado la vista. En el país ya son más de 5000. En Latinoamérica ya son más de un millón
trescientos mil.

Fue en la primera graduación del ELAM (Escuela Latinoamericana de medicina en Cuba) 2004 que Fidel
Castro, junto a Hugo Chávez, definieron que entre esos dos países iban a dar la beca de estudiar medicina a
200.000 latinoamericanos pobres y que iban a operar gratuitamente a 6 millones de enfermos de la vista. Fue
después de eso que buscamos el contacto como Fondo de Emergencia. Era bueno recordar que se hizo a través
de Magali, una mujer venezolana que trabaja en los derechos humanos de la organización Madeleine Lagadec
(Nombre de una enfermera francesa caída en el conflicto armado) y además miembro de las comunidades de
San Esteban Catarina y Amatitán Abajo (San Vicente) como de la Cripta de Catedral. Magali, amiga de
nosotros, nos condujo a que conociéramos a Oldrin y María Eugenia. A través de ellos salió el primer grupo por
parte de nuestro Fondo en marzo 2006. Ahora ya son 34 grupos y el número 35 está por salir.

Cuanto trabajo juntos! Lograr los exámenes previos, lograr los pasaportes, las vacunas, cada vez. Todo eso ha
inculcado una gran amistad y una gran solidaridad. María Eugenia, recordó que cuando los primeros grupos
regresaban conjuntos de música y danza recibieron a los recién operados. El aeropuerto estaba de fiesta cada
vez y los otros viajeros se preguntaban: ¿Qué significa eso? Era una manera de hacer público lo que Hugo
Chávez realizaba desde su revolución Bolivariana. Cuanto bien nos ha hecho ya!

Y, a decir verdad, es una excepción. Ninguno de los países ricos hace eso. Es único, es solidaridad efectiva, es
cristiano.
Oldrin supo contar de los programas que están haciéndose en Venezuela. ¡Qué bonito se oye todo eso! Nos
llenamos de emoción, alegría y esperanza. Y ellos, los venezolanos también estaban emocionados, ahora que se
despiden de El Salvador porque les han asignado otras misiones. La amistad, la vida, el amor mutuo se hizo
sentir a flor de piel. La música todavía hizo más alegre esta Asamblea.

Después vino otro tema. Apareció el médico especialista Dr. Trabanino, especialista de los riñones. Es el que
nos ha ayudado, acompañado e iluminado, y todavía, a nuestro doctor del Fondo para que esta enfermedad se
pueda detener. Dio una charla animadora para decir que nadie tiene que morir de insuficiencia renal si se
detecta a tiempo. De ahí la necesidad de prevenir, de hacer exámenes previos. Y las preguntas desde la
Asamblea vinieron, una tras otra, porque esta enfermedad hasta ahora es en nuestra zona, la mayor causa de
mortandad. Mas esperanza y ganas de vivir y de comprometernos con nuestros enfermos!
El sacerdote trató de iluminar esta Asamblea, explicando que es así que trabaja nuestro Dios: a través de los
humanos, a través de la solidaridad entre los seres humanos, a través del trabajo que cada uno realiza con sus
capacidades: unos recogiendo la aportación de “la cora”; otros informando sobre lo que se esta haciendo, otros
avisando sobre las campañas, otros aceptando las solicitudes de curarse, otros con su especialidad
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contribuyendo a nueva vida. Ahí, en medio está nuestro Dios. No hay que buscarlo arriba o afuera. Nuestro
Dios pone la responsabilidad, la vocación en nuestras manos. Así lo ha dicho Jesús: “el Reino de Dios está en
medio de ustedes.” Y así lo experimentamos.
La música subrayaba la emoción de haber reconocido a nuestro Dios en medio de nosotros.

Después de un rico almuerzo nos podíamos regresar a nuestras comunidades. ¡Qué alimentación habíamos
recibido en esta Asamblea Extraordinaria de nuestro Fondo de Emergencia.

LA INVOLUCIÓN EN LA PASTORAL.
LA EXPERIENCIA DE UN SACERDOTE EN MEDIO DE LAS CEB`S.
En 1968 dos sacerdotes llegaron a San Miguelito (Panamá). En aquel tiempo fueron muchos los sacerdotes que
visitaron esta nueva experiencia, este nuevo modelo de Iglesia. Todo florecía. La gente pobre de San Miguelito
se reunía en todas partes para hablar de su vida, sus problemas, los problemas grandes de la comunidad y de la
nación. Laicos a la par de sacerdotes hacían crecer a las personas en su reflexión y fue la Palabra de Dios que
iluminaba la realidad de sus vidas y que animaron a una acción concreta sea en su hogar, su vecindario o en la
comunidad. Era emocionante.
Se había creado la misa de San Miguelito, una perla de expresión folklórica como traducción de los
sentimientos cristianos.
Se elaboró un teatro: “El despertar del Pueblo” donde participaron más de 50 personas, donde la traducción del
Evangelio penetraba en los corazones.
Fue una experiencia inolvidable para esos dos sacerdotes. Los patronos de las capillas eran: “Cristo Redentor”,
“Hijo del Hombre”, “Cristo Pueblo”, “Cristo Resucitado”,
Los dos sacerdotes pudieron asistir a un encuentro cristiano a partir del cual las vidas de los participantes
tomaron un nuevo rumbo, un rumbo hacia el Reino de Dios. Estas personas se convirtieron en “Hermanos de
los demás”.
La formación y la meditación de la sagrada Escritura eran pilares fundamentales en esta nueva comunidad. Los
dos sacerdotes no lo podían formular entonces en palabras, pero sabían que nuestro Dios estaba presente en esta
experiencia de viva fe y compromiso.

El destino de esos sacerdotes era El Salvador y vino el tiempo de salir de San Miguelito, enriquecidos con esta
vivencia tan extraordinaria. Iban a tener que crear eso en El Salvador. El consejo que recibieron era ese: “Si no
lo quieren hacer mejor que aquí en Panamá, mejor no empiecen!” Con eso querían decir que tenían que
empezar con toda el alma y el corazón en medio del pueblo. Fueron aconsejados para que por el camino pasaran
por Concepción (fronterizo con Costa Rica) y Managua donde habían experiencias semejantes. Les dieron las
direcciones y las recomendaciones. Y así fue. Los dos sacerdotes pasaron en esos lugares experimentando la fe
viva de la misma gente.

En Managua, pudieron conocer la recién creada “Misa popular Nicaragüense” como expresión de esta fe
comprometida.

Con este enriquecimiento llegaron a El Salvador, invitados por el entonces arzobispo Chávez y González y su
auxiliar Rivera Damas. Fue Monseñor Chávez quien, en las reuniones del clero decía:” Padres esas son los
documentos de Medellín. Eso hay que leer, estudiar y meditar. Y no solo ustedes, también sus feligreses.” Los
sacerdotes alimentados con la experiencia de San Miguelito y reforzados con esos documentos de Medellín,
fruto de la segunda Conferencia de obispos de América Latina, en este tiempo guiada por los Santos Padres de
la Iglesia Latinoamericana con DOM Hélder Câmara, Leónidas Proaño, Sergio Méndez Arceo, Bogarin y otros
fueron un inicio de gracia. Los sacerdotes fueron destinados a la colonia Zacamil recién construida en su
primera fase. Tuvieron la suerte que no había capilla ahí, y que el terreno para la capilla se iba a entregar
cuando otras etapas de Zacamil se iban a construir. De manera que no podían distraerse demasiado en el culto.
De esta manera podían tomar contacto con el Templo Vivo de las personas. Podían visitar a gusto y escuchar la
vida de la gente. Así poco a poco podían invitar a personas con inquietudes para realizar las primeras reuniones
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en los apartamentos. La clausura del primer grupo de reflexión se hizo un 10 de febrero de 1969 con la
presencia del arzobispo. Este mismo año 9 personas podían asistir a un encuentro cristiano en La Unión donde
unos animadores de San Miguelito habían venido para dirigirlo. En 1970 logramos junto a la parroquia de Santa
Lucia hacer otro encuentro en Domus Mariae de Mejicanos. Fue hasta diciembre de 1970 que organizamos
nuestra propia temática en nuestros encuentros.
La escucha, del clamor de los pobres les permitió iluminar la vida con la sagrada Escritura y llevar a cabo las
primeras acciones como fueron: la lucha por una escuela en este populoso sector, la iluminación de las calles
etc. Fue una etapa bendecida, para ellos, donde la experiencia de Panamá resonaba constantemente en sus vidas.
En eso tuvieron contactos muy sentidos con otros sacerdotes que también habían oído de la experiencia de San
Miguelito y que como decía el Concilio Vaticano II querían construir la Iglesia como “Pueblo de Dios”. El
Evangelio de Jesús se hizo palpable.
Y poco a poco tomaron contacto, gracias a los laicos, con colonias “miseria” como eran las champas de cartón,
lámina y plástico al sur y al norte de Zacamil. Lograron conocer a “La Fosa” y “Tutunichapa” y así extendió su
escucha del clamor de los pobres. Se fundó en Zacamil una cooperativa de ahorro y crédito, una cooperativa de
consumo, se inició en los alrededores la alfabetización, se construyó con la gente la escuela de la Fosa, y se
fundó la cooperativa de vivienda “El Paraíso” entre otras consecuencias de la Evangelización que se realizó con
las reflexiones compartidas. Unas señoritas jóvenes se juntaron para formar “una pequeña comunidad de
misioneras” totalmente dedicadas a la pastoral de Evangelización. Era una novedad total, ya que en esos
tiempos las mujeres no tenían acceso a la labor netamente pastoral.
Con la llegada de otros sacerdotes se amplió todavía el espectro hacia San Antonio Abad, San Ramón, Los
llanitos, San Francisco Mejicanos. Ya era una red grande de Comunidades Eclesiales de Base (CEB’s)
Más adelante nacieron los misioneros que de manera voluntaria iban a otras comunidades afuera de Zacamil por
la invitación de personas que habían tomado contacto con nuestros laicos. Fue así que se inicio un trabajo en
Ciudad Arce, en Santiago Texacuangos entre otros.
Muchas personas estaban muy interesadas en este nuevo modelo de Iglesia. Fue una época de crecimiento
grande. Los encuentros cristianos se multiplicaban. La formación de animadores se imponía con la Biblia y los
documentos de Medellín.
La experiencia fue elogiada y los sacerdotes también, tanto por obispos como por sacerdotes y parroquias.

En 1977 uno de los sacerdotes estaba de vacaciones en Bélgica, y por las cosas del destino y de la persecución
que se desataba en El Salvador fue impedido su regreso. Otro sacerdote había sido secuestrado y expulsado. En
Bélgica el obispo pidió insistentemente que hiciéramos la experiencia en Brujas. Decía creer en la labor
realizada en El Salvador, y para mientras podíamos regresar, quería ver si era posible también en Bélgica. Nos
destinó al barrio Hertsvelde, una nueva colonia de edificios de apartamentos. Durante siete meses visitaron la
gente que vivía en los apartamentos, reunieron a las personas en diferentes grupos y reflexionaron su clamor
iluminándolo con el Evangelio. Lograron realizar un encuentro de dos días con esas personas y el inicio de
nuevos vecinos y también personas que vinieron de otras partes.
Fueron elogiados por todos. Había un viento fresco y nuevo. Cuando salieron lograron el nombramiento de otro
sacerdote quien podía seguir el trabajo. Muchos miraron el trabajo de la comunidad cristiana con esperanza.

A fines de 1977 estuvieron de nuevo en Panamá. Esta vez en una colonia grande y nueva: Santa Librada.
Pastoralmente pertenecía a San Miguelito y pudieron ampliar el trabajo. Se formó todo un equipo pastoral. Los
documentos de Puebla (1979) donde nuestra Iglesia tomó como primera conclusión: La opción preferencial por
los pobres les ayudó muchísimo para el trabajo pastoral. Se hicieron encuentros y talleres sobre las
conclusiones del documento de Puebla.

En 1980 estaban de regreso en El Salvador donde la situación ya era muy grave. Asesinaron al arzobispo
Monseñor Oscar Arnulfo Romero en plena misa. La persecución arreciaba. La Iglesia era considerada como
subversiva y era perseguida por su compromiso con los pobres. (Bien lo expresaba monseñor Romero en su
discurso en Lovaina: “La dimensión política de la fe a partir de la opción por los pobres” (2/2/80) Era muy
difícil convocar a las personas ya que había vigilancia y las personas que asistían eran perseguidas. La guardia
nacional estaba buscando donde vivía “un tal Medellín”. Como toda la gente hablaba de esta forma: “Como
dice Medellín”, y “Medellín dice” algunos guardias pensaban que se trataba de una persona. Esto sucedió en
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varias partes del país. Los centros de formación fueron cerrados. Algunos se convertían en refugios de gente
que andaba huyendo de sus lugares. Ya se habían asesinado 6 sacerdotes y un arzobispo, (uno de los sacerdotes
asesinados era compañero del equipo pastoral: El Padre Octavio Ortiz) y a fines de diciembre ya habían seis
sacerdotes más asesinados y 4 religiosas. En estas circunstancias, ya estaban también refugiados, y tuvieron que
abandonar el país. Uno de ellos, del equipo pastoral, fue a acompañar al pueblo en tierra liberada en Morazán.

Los otros dos sacerdotes fueron a Nicaragua, Estelí, Ahí se encontraron con la misma misión. El obispo de
Estelí les aceptaba para atender a los refugiados salvadoreños pero a condición de que la mitad del tiempo lo
dedicaran a formar las CEB’s en Estelí.

Y nuevamente iniciaron la Evangelización según las CEB’s, tanto con refugiados salvadoreños como con
Nicaragüenses. La visita, casa por casa y refugio por refugio. Escuchar a las personas sus problemas, sus
necesidades, sus sufrimientos, iluminarlos con la Palabra de Dios y con ellos responder a los problemas
personales, sociales y nacionales. Muchas personas lograron levantar cabeza y organizarse. Nacieron
respuestas. Se inicio la alfabetización entre los refugiados. Se hizo una campaña de solidaridad para lentes, para
los más ancianos. Se logró entre los pobres aguas negras para sus casas y combate a las enfermedades de los
niños, se montaron cooperativas de panaderías, de soldadura y metalmecánica, de jabón cuando la situación era
crítica. Hasta se construyó una red de cooperativas de producción. La pastoral de las CEB’s se extendió. Hubo
alabanzas por el trabajo.
Muchos vieron en estas CEB’s la presencia de Dios. Era la Iglesia en medio del pueblo. Semanalmente se
organizó un vía crucis en la ciudad con la gente más pobre, denunciando la guerra sucia de “la contra” desde el
imperio y que causó tanto luto y dolor. Fueron los pobres que denunciaban estos crímenes, las madres de los
héroes y mártires a la cabeza. Fueron ellas que anunciaban la voz de Dios en medio del pueblo.

Al final de 1986 un sacerdote decidió ir a acompañar al otro padre en tierra liberada de Morazán. El trabajo era
necesario con la población en zonas de guerra. La gente pobre estaba sumamente angustiada. Era preciso
predicar la esperanza en medio del conflicto. Y nuevamente visitaron a la gente pobre, escuchamos sus penas,
sus angustias y sus necesidades. En reuniones iluminaron con la Palabra de Dios y la gente sentía como un oasis
de paz en medio de la guerra. Se logró alfabetización, y promotores de salud. Se organizaron las madres en
pequeños proyectos para su subsistencia. Hasta se logró una fábrica de jalea de mora.

Pero la precaridad y la dureza del tiempo hicieron salir a un sacerdote en 1989 por motivos de salud. En
Nicaragua logró con otros montar un curso de pastoral durante tres meses, donde asistieron refugiados de
Nicaragua, Méjico, y Canadá junto a salvadoreños venidos desde dentro de El Salvador. Era tiempo preciso
para formar nuevos agentes de pastoral. En este tiempo el sacerdote ayudó a preparar la repatriación. Esta era
entonces la acción primordial. Habría que ser un aporte para la paz. Viendo y oyendo el ejemplo de
Colomoncagua en Honduras motivados por el Padre Segundo Montes (SJ), también en Nicaragua existía el
deseo ferviente de regresar, a pesar del peligro de la guerra que todavía estaba fuerte. Esta repatriación,
iluminada por la repatriación de los exiliados en la Biblia, se efectuó en 1991.

En 1992 el sacerdote regresó a El Salvador y en la zona donde estaban los repatriados de Nicaragua. Y
nuevamente empezó el trabajo. Visitar, oír, escuchar e iluminar como Jesús lo hizo con los caminantes a Emaus
(Lc.24,13-35) Se formó de nuevo un equipo pastoral con diferentes animador@s. Con ell@s se formaron
grupos de reflexión sobre los temas y las necesidades de la vida, se iluminaron los problemas existentes con la
Palabra de Dios, y los pobres lograron organizarse para actuar. Lo primero que había que salvar eran las
cooperativas de la Reforma Agraria. Reuniones que aclararon las dificultades, acciones de dialogo y de marchas
se realizaron.
Cuando se quería privatizar la salud nació el Fondo de emergencia, con sus distintas campañas de donación de
sangre, contra la insuficiencia renal, por la recuperación de vista entre otras.
Se organizó la formación de las nuevas CEB’s. Dos centros de formación se construyeron. Se luchó por el agua
potable. Después de terribles inundaciones se luchó por las bordas del río Lempa y la protesta por las descargas
de la CEL. Después del terremoto de 2001 se buscó la solidaridad para la reconstrucción de las casas para los
pobres. Se hizo campaña de alfabetización. Se luchó contra la desnutrición. Se recuperó la memoria de los
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mártires y se creó el grupo de los sobrevivientes de la masacre de la Quesera. Todos esos signos milagrosos se
dieron, inspirados en la vida de Jesús. Muchísimos alababan y aplaudían este trabajo.

El ejemplo de las CEB’s se extendió hasta en toda la diócesis de Santiago de María. Los sacerdotes y las
animadoras de las CEB’s realizaron talleres por vicarias y algunas parroquias pidieron ayuda para que nacieran
las CEB’s. Y en la definición del plan pastoral de la diócesis llegó a ser el primer objetivo pastoral: Las CEB’s.

Estamos en 2010. El sacerdote renunció de ser párroco en Tierra Blanca. Ya son más de 40 años desde que
recibió la tremenda gracia de conocer y de practicar la Evangelización de un nuevo modo. Es tiempo para
evaluar y reorientar el trabajo. ¿Cuál ha sido el aporte?
La verdad es que se ha experimentado la involución de la pastoral.
Medellín ya se ha olvidado. Es un documento más. Juan XXIII que habló de la Iglesia de los pobres ya murió
hace tiempo. Y los Santos Padres de la Iglesia Latinoamericana ya han muerto también o son jubilados. Hay
nuevos documentos y encíclicas. Hay un nuevo Derecho canónico y un nuevo catecismo romano. Así como el
catecismo sustituyó durante siglos al Evangelio, ahora nuevamente el Nuevo catecismo sustituye al Evangelio y
a Medellín. Según el poder eclesiástico esta etapa esta superada.

San Miguelito en Panamá fue destruido. Ni el presidente Torrijos podía tolerar un pueblo libre. Aunque visitó
en helicóptero las misas típicas de San Miguelito donde asistió durante un tiempo y donde exclamó: “Si San
Miguelito fracasa, fracasa Panamá!” pero cuando ayudó a que San Miguelito fuera ciudad no permitía que la
gente eligiera el alcalde. El alcalde lo nombraba él. Y cuando desapareció Héctor Gallego en 1971 (un
sacerdote colombiano que participó en San Miguelito y luego fue párroco en Santa FE de Paraguas, y llegó a
ser el segundo mártir de América Latina en nuestra época) la rotura no tenia remedio.
Ni el arzobispo Mac Grath, podía permitir una Iglesia de los pobres. El obispo era aquel que tenia que mandar.
Para decir verdad desde 1968 ya había indicios de persecución. Muchos sacerdotes que visitaban la nueva
pastoral (el niño recién nacido desde 1964) fueron a poner quejas donde el señor Nuncio que San Miguelito
estaba fuera de la ortodoxia católica. Tenían una doctrina diferente. Decían que ya no creían en la confesión, ni
en la real presencia de Cristo en la Eucaristía, que la Liturgia no era el rito romano etc.. Los fundadores,
tuvieron que hacer una defensa ante Roma.
Cuando en San Miguelito querían nombrar, las mismas CEB’s a sus ministros servidores (ministros de la
eucaristía, de los enfermos, de la pastoral social, de la familia y entre ellos habían varias ministros femeninos)
eso no era permitido. Mac Grath, se impuso diciendo que tenían que ser diáconos y varones. El diacono tiene un
papel bien controlado y es dependiente de la autoridad eclesiástica. Todo eso hizo fracasar San Miguelito. Se
dividió el pueblo tanto por el poder civil como por el poder eclesiástico.

Después Mac Grath, nombró un nuevo párroco de pertenecencia a los Neo catecúmenos para terminar con las
CEB’s. Después de este vino un carismático.

Claro que hay un pequeño resto de la Evangelización. Hay un sacerdote Conrado Sanjur, que sobrevivió y es
activo en Panamá. Pero lo que fue San Miguelito ahora es otra cosa. Es integrado en la telaraña del poder
eclesiástico.

En la parroquia en la frontera con Costa Rica que visitaron los sacerdotes, existe ahora una parroquia
tradicional romana.
Donde mataron a Héctor Gallego, existe todavía resistencia. El poder eclesiástico hizo construir un templo
bonito. Parece Mt. 23,29 donde Jesús dice que los fariseos construyen sepulcros y adornos sobre las tumbas de
los profetas. Pero la gente no aceptó el obsequio y durante mucho tiempo quedó vacía. La celebración se hizo
donde habían quemado el rancho del padre. Como Héctor había dicho: “Si desaparezco no me buscan, sigan la
lucha”, parece que la gente siguió. Es todavía un núcleo de resistencia.

En Managua la misa popular nicaragüense fue prohibida por el poder eclesiástico. El sacerdote expulsado. No
obstante hay un pequeño resto subsistiendo en las CEB’s.
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En Zacamil las CEB’s fueron expulsados de la parroquia por los nuevos sacerdotes. Salieron con las fotos de
los mártires y las pertenencias propias.
En San Ramón las CEB`s fueron expulsados de la parroquia por el nuevo sacerdote. Podían asistir al culto pero
no participar como CEB.
Claro que existen pequeños restos que se siguen reuniendo, fuera de la iglesia tradicional y legal y están
presentes como fermento y participan en todo lo que apunta a la justicia, la verdad y la vida. Viven el amor
solidario y la libertad. Son del Reino de Dios y expulsados por el poder eclesiástico. Celebran sus mártires
como memoria viva.

En Bélgica existen las comunidades de base. Pero fuera del poder eclesiástico. Tampoco hay sacerdotes que se
interesen. Más bien hubo muchos choques porque parece que la jerarquía no acepta un pueblo libre. Por lo
menos un sacerdote fiel y unos simpatizantes se mantienen con mucho fervor.

En Estelí, el obispo declaró que “las CEB’s son el cáncer en la Iglesia”. Fueron expulsados de las parroquias.
Pero se niegan a morir. Se siguen reuniendo y reflexionan la Palabra de Dios.

En la diócesis de Santiago de María, después del plan diocesano en que como primer objetivo pastoral
aparecieron las CEB’s, no se volvió a hablar del tema en las reuniones del clero. Se habla de todo menos de las
CEB’s. Parece tema “Tabú.”

En la parroquia donde años anteriores se invitó al sacerdote para lograr la CEB como modelo, ahora el
sacerdote que trabaja en las CEB’s fue despedido por el párroco. Pero la CEB sigue existiendo. Los laicos
siguen adelante.

En tierra Blanca, después de 6 meses de un nuevo párroco, en el casco del pueblo la CEB ha terminado. El que
dijo que era el párroco de todos es realmente de todos menos de las CEB’s.
Pero siguen existiendo, fuera del espacio de la parroquia.

La historia parece la de un chino, pintor, cuya especialidad es que pintaba serpientes. Las pintaba de todos
colores, en todas las formas, grandes, pequeñas, de diferentes colores y en diferentes posiciones. El chino hizo
una exposición. Vino mucha gente a admirar los cuadros. Alabanzas sobre el arte se oyeron en toda la sala.
¡Qué belleza! ¡Qué colorido! Esto duró hasta que una serpiente de verdad entró en la sala de exposición, y todo
el mundo corrió, buscando palos para matarla y volvió la calma una vez la serpiente de verdad había muerto.

Esto es lo que sucede con las CEB’s. Todos han alabado este modelo de evangelización, han dado gracias a
Dios por la experiencia, obispos y sacerdotes, pero a la hora de las horas, al momento del compromiso real con
los pobres, a la hora del cuestionamiento, todos buscan palos para matarlas.

Este recorrido de una vida pastoral tiene que resultar en una nueva reflexión. Las CEB’s no pueden avanzar
desde la jerarquía. Ha llegado la hora de los laicos.

¿Y cuál es el problema? ¿Dónde estribe la dificultad? ¿Por qué la adversidad?


Un muy breve recorrido por la historia nos puede iluminar por donde estriba el problema y dar pistas hacia una
verdadera vida cristiana.

Hay en toda la historia del cristianismo una contradicción interna, una tensión permanente entre dos polos: el
polo Evangelio y el polo religión.
Jesús no fundó ninguna religión. Jesús vino para anunciar el Reino de Dios e iniciar su llegada en la
humanidad.
Jesús envió discípulos, escogidos de entre los pobres, al mundo entero para anunciar esta noticia y a convocar a
los pueblos a entrar en la construcción de ese Reino.
Pero los discípulos, sobre todo a partir de la segunda generación, los que no habían conocido personalmente a
Jesús, no solo anunciaron el Evangelio, sino que también crearon una religión, la religión cuyo objeto fue
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justamente el mismo Jesús. Alrededor del recuerdo de Jesús crearon todo un mundo simbólico, en el culto a
Jesús divino y milagrero, mientras el Evangelio tiene por objeto el mundo real de injusticia, corrupción,
amenaza a la vida, odio y egoísmo, sometimiento y esclavitud.

Jesús pedía la fe, o sea el seguimiento pero en lugar de eso los discípulos, después de un cierto tiempo, le
rindieron culto. El culto a Jesús, divino, reemplazo el seguimiento. Así aparecieron dos polos. Empezó una
deshumanización de Jesús, la humanidad de Jesús reemplazado por la divinidad de Jesús.
Precisamente los evangelios fueron escritos para mostrar el peligro de deshumanizar a Jesús y escribieron sobre
Jesús humano, insistiendo que en esa vida terrestre de Jesús esta la norma para todos los discípulos. Escribieron
para proclamar que la prioridad de la vida cristiana es el seguimiento de Jesús. Ese es el camino cristiano.
Al principio no había ninguna institución.

La Iglesia como institución nació después de los tres siglos de persecución, por la voluntad y la iniciativa del
emperador Constantino, que a partir de 313 dio permiso a la Iglesia y la dotó de bienes y poder. Lo que antes
era el Evangelio de Jesús, la Buena Noticia para los pobres, llegó a ser el mensaje del emperador, del poder.
Fue en el Concilio de Nicea, (325) convocado y presidido por el emperador Constantino, que ni siquiera era
cristiano, que el “cuerpo doctrinal” de la religión, ahora oficial del imperio, se empezó a definir. Cuando el
cristianismo asumió la tarea de abarcar la sociedad entera, esto es, a la estructura social, a las elites y a los
poderes dominantes, así como a las masas campesinas tradicionales con sus religiones ancestrales, la
Evangelización tendió a confundirse con la transmisión de la religión establecida, con su doctrina y todas sus
estructuras. Desde ahora aparece la doctrina oficial con formulas obligatorias. Poco a poco esta doctrina
reemplazó al Evangelio. El clero ya aparece como una clase especial, apartada del pueblo. La fuerza que estaba
en Jesús fue desplazada por el poder con todo su control y castigo.
Con la Iglesia en el poder del imperio los pobres quedaron olvidados. Fue la doctrina que dominaba contra los
adversarios. Así transcurrieron siglos y siglos.

Claro que siempre ha habido protestas y tendencias que retomaron el Evangelio. En cada generación se
levantaron protestas. Hubo los Santos Padres, profetas, misioneros, comunidades como congregaciones
religiosas y asociaciones de laicos, que procuraron librarse del peso de las estructuras religiosas y volver al
Evangelio. Desde el siglo II hasta hoy día resuena en las Iglesias el grito de “volvamos al Evangelio”
Pero la institución estaba en los siglos medievales más preocupada por los herejes, los que se desviaron de la
ortodoxia de la doctrina, para no perder poder ni control, que por el camino que es Jesús.

Al final del siglo 19 el Papa León 13 abrió nuevos espacios. Con su encíclica “RERUM NOVARUM” empezó
una doctrina SOCIAL en 1891. Por entonces muchos obreros habían perdido la fe en la Iglesia Institucional y
estaban en la corriente socialista. Su sucesor Pío X freno nuevamente todos los estudios bíblicos, históricos y
filosofía que podían tener aproximación con el modernismo de la ciencia. A toda costa quería evitar conflicto
con la teología dogmática o moral de la Iglesia Institucional. El dogma estaba claramente protegido y arriba del
Evangelio de Jesús.
De esta manera la Iglesia se apartaba tanto del mundo que ya no podía Evangelizar, por estar vinculado con los
poderes y la riqueza.
La Acción Católica trató entrar en dialogo con el mundo. Pero como vino de parte de la Iglesia Institucional
estaba dada al fracaso.
Los sacerdotes obreros trataron de entrar en las fábricas como obreros comunes para poder evangelizar. Pero
una vez que se identificaron con los pobres y los sindicatos fueron prohibidos por Roma.
El Vaticano, convocado por el Papa Juan XXIII abrió nuevamente horizontes. Juan XXIII quería una Iglesia de
los pobres al estilo de Jesús. “Era urgente quitar el polvo imperial de la sede de San Pedro” decía. “Había que
estar atentos a los signos de los tiempos” proclamaba.

Con la aplicación del Concilio Vaticano II, en los documentos de Medellín (1968) estaban las condiciones para
las CEB’s. Las Comunidades de la base, de los pobres como Iglesia.
9
Al principio había tanto entusiasmo con las CEB’s y la Teología de la Liberación que se pensaba que los
obstáculos del clericalismo y la imposición del poder, como la teología medieval habían sido superados y
vencidos.
Pero tanto las CEB’s como la Teología de Liberación no fueron aceptados por las parroquias y la mayoría de
las diócesis. Sucedió lo mismo como con la Acción Católica. Podían existir pero debajo del poder. Se podían
integrar dentro del sistema. Nada más.

Juan Pablo II quería más clero y teología tradicional. Su lucha era contra el socialismo. Para eso había que
utilizar la teología y doctrina social.
La historia nos da luces sobre la experiencia del sacerdote.

¿Y ahora qué?

Está claro que en este momento tanto el clericalismo como la doctrina dogmática y moral no ayudan para la
Evangelización. Más bien la ahogan por el poder.
Está claro también que la gente pobre que tanto tiempo ha estado bajo la religión oficial está confundida.
Habrá necesidad de traer y sembrar claridad sobre el Evangelio y la vida de Jesús, y decidirse firmemente en el
seguimiento de este Jesús de Nazaret.

ROMA DECIDE QUITAR A MONSEÑOR GONZALO LOPEZ MARAÑON


Y SU CONGREGACIÓN CARMELITAS DESCALZOS DEL VICARIATO
DE SUCUMBIOS EN ECUADOR.
Monseñor Gonzalo López Marañon, desempeñó su trabajo pastoral durante 40 años como obispo del vicariato
de Sucumbíos en Ecuador conocido como la Iglesia ISAMIS.
Monseñor Gonzalo renunció porque ya tenía la edad requerida. Trabajó arduamente en una región hostil por la
violencia, la presencia de incursiones de la FARC de Colombia, por los desplazados colombianos por la
violencia, por la tremenda pobreza, por los problemas de los indígenas, por la explotación petrolera, por la
deforestación. Monseñor Gonzalo, era un defensor de los pobres.
Le vino una visita de parte de Roma y resulta que ahora, él, como la congregación deben de abandonar el
vicariato.
Amigos y hermanos de KLB de Munich Alemania preguntan: ¿Puede ser que su compromiso incondicional por
la dignidad humana de los desplazados y emigrados colombianos, su cercanía con los indígenas, su
preocupación por los campesinos venidos de la sierra, por las mujeres que sufren las consecuencias del
machismo, su preocupación por la conservación de la creación ante el ataque desmesurado a las selvas por
medio de la explotación petrolífera, la deforestación y la plantación de palma de aceite, le hayan procurado a
usted muchos enemigos entre los ricos y poderosos?

Otros autores indignados escriben:


De Pablo Richard
Estimado Gonzalo, con dolor e indignación estoy recibiendo todas las noticias de ISAMIS. ¿Qué pasa en
nuestra Iglesia? Gonzalo, guardo un recuerdo tan hermoso de las dos visitas mías a ISAMIS. Creo que en este
Vicariato, en tu persona y en todos los colaboradores, Dios nos ha revelado algo en estos 40 años. Lo mismo
digo de Leónidas Proaño, Oscar A. Romero, Samuel Ruiz, Pedro Casaldáliga y todos los Padres de la Iglesia de
Medellín. Muchos han muerto otros están vivos, no importa la diferencia, porque todos están vivos. Una
multitud de "testigos".

Gonzalo, hace un año estoy reflexionando mucho sobre la Iglesia. Creo que se ha pasado más allá de un límite,
donde el modelo actual de Iglesia Jerárquica entra en una crisis irreversible. Ha nacido un modelo de Iglesia
que necesita del poder, del dinero, de la LEY, para sobrevivir. Pero también pienso en los pobres y oprimidos
que necesitan de la Iglesia para sobrevivir. Jon Sobrino nos dice que la Iglesia va hacia atrás, hacia atrás de
10
Medellín y Vaticano II, quizás llegaremos a Vaticano Primero y Trento. Se está creando un "vacío profético"
en la Iglesia y el Pueblo de Dios lo está sintiendo. Una "crisis irreversible", se da cuando un modelo de Iglesia
pierde toda capacidad de salir de la crisis y se hunde aún más en la misma crisis. Pero es la crisis no de "la
Iglesia", sino de un "modelo de Iglesia". El modelo que se nos está imponiendo no pierde legitimidad, pero sí
autoridad.

Debemos construir espacios de autonomía y libertad dentro de la Iglesia. Yo creo que los 40 años de ISAMIS
nos abre un camino para salir de esta crisis, por eso mismo es deslegitimada. Debemos continuar y profundizar
en este camino de ISAMIS. Creo que ahora será indispensable, siguiendo el camino que ustedes han ya
marcado, insistir definitivamente en varios caminos: "entregar" la Iglesia a los laicos y laicas, igualmente
construir fundamentalmente Iglesia con los "ministerios" propios de una Iglesia Pueblo de Dios. Nuestra Iglesia
tendrá obligatoriamente que ser ecuménica, especialmente con las religiones de nuestros pueblos autóctonos.
En San Cristóbal de la Casas, Don Samuel se propuso tener mil agentes y ministros de pastoral laicos
(especialmente indígenas) por cada sacerdote. Por eso mismo ahora prohíben ordenar a indígenas de diáconos.
Creo que nuestro camino debe estar fuertemente marcado por la Lectura Popular (pastoral o comunitaria) de la
Biblia. Un espacio eclesial de escucha de la Palabra de Dios que tenga autoridad, legitimidad, autonomía,
libertad, creatividad. Debemos ser una Iglesia guiada por la Palabra de Dios.

Querido Gonzalo, toda esta crisis en ISAMIS nos servirá para pensar, rezar, descubrir lo que Jesús quiere de
nosotros como Iglesia. "Más vale encender una luz que maldecir las tinieblas". Cuando caminamos en la
oscuridad completa, no hay diferencia entre los que ven y los que están ciegos, pero cuando llega la luz, si
podemos diferenciar entre ambos.
Querido Gonzalo, ten fuerza y esperanza, pues lo que estás viviendo ahora se transformará en un nuevo camino
para la Iglesia. Recuerda lo que nos dice Jesús: "Felices serán ustedes cuando los injurien y los persigan, y
cuando, por mi causa, los acusen en falso de toda clase de males. Alégrense y regocíjense, porque vuestra
recompensa será grande en (el Reino) de los cielos, PUES DE LA MISMA MANERA PERSIGUIERON A
LOS PROFETAS ANTERIORES A USTEDES " (Mateo 5, 11-12). Tu testimonio será valioso para nosotros,
pues nos permitirá discernir entre un profeta de Jesús y un falso "profeta". Gracias y un abrazo muy fraterno y
lleno de esperanza: Pablo Richard, Pbro.

Mons. Gonzalo, tarjeta roja


Al fin, la autoridad eclesiástica mostró tarjeta roja a Mons. Gonzalo López, obispo de Sucumbíos. Se podía
temer de semejante árbitro, bastante arbitrario, como observamos en varias de sus intervenciones. Hace poco ya
le regalaron la amarilla y le enviaron la severa advertencia de un Visitador, al que con la más desolada ironía,
llaman “apostólico”. ¡Qué manera de pervertir las sagradas palabras de una fraternidad universal nacida en
Jesús de Nazaret!

Pero no vamos a fijarnos en estos fastidiosos visitantes que eventualmente padecemos entre nosotros. Porque el
personaje es Gonzalo, un misionero de largo aliento, alguien que ha vivido y vive para los demás. En adelante,
la cancha eclesial y popular de Sucumbíos será mucho más aburrida sin él. Porque era uno de esos jugadores
que arriesgaba en sus quiebros y encaraba siempre las dificultades. Hacía arte de su solidaridad con los pobres.

Tuve la suerte de aprender de él y sus amigos de Lago Agrio en los años 80. ¡Aquellas asambleas campesinas,
la capacitación como animadores o líderes de los colonos selváticos¡ Más de una vez cruzamos nuestras canoas
en el río Aguarico, cuando él visitaba grupos de cofanes, shuaras inmigrados, o colonos dejados de la mano de
todos, pero nunca de la suya. Travesías duras, con un aire de epopeya antigua, cuando la necesidad hacía
posada en cada casa y a uno le ofrecían casi nada, aunque con una sonrisa de bienvenida. Gonzalo tenía como
único báculo su ánimo, que era a prueba de bombas. Él se ponía por montera episcopal casi todos los
ceremoniales. Era llano y creyente a pies juntillas; tenía mucho de místico perdido por los bosques y espesuras
de su patrón carmelitano.
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Gonzalo pastoreó en un yermo que nadie quería disputar, en la frontera de la droga y las mil violencias. En
una ciudad a la que quisieron rebautizar como Nueva Loja, aunque nació como un agrio lago petrolero, crecido
entre sus primitivos burdeles, con calles del lejano oeste pobladas de caballos disfrazados entre lodos de la
selva. Un obispo que quiso poner su iglesia local, con más o menos fortuna, al paso del tiempo y de las
circunstancias. Que aguantó los embates más duros y no perdió nunca el humor, ni la más animosa esperanza.
Ahora, cuando ya había renunciado a la diócesis, por su edad. Cuando le pesaban las batallas sostenidas contra
la pobreza, la violencia o la injusticia. Ahora, cuando debíamos hacerle un camino de honor, gratitud, y cariño
hacia su despedida, le han obsequiado con una absurda e inmoral tarjeta roja. Gonzalo se irá con una sonrisa.
Porque es un campeón de raza y ha jugado su partido con la más absoluta entrega. Muchos de nosotros le
ovacionamos con el corazón. Al árbitro regalémosle nuestro olvido y, si quieren, pifiémosle con ganas.
Miguel Ángel Cabodevilla

NI CLÉRICO NI LAICO
José Arregi, Teólogo
IBA a titular este artículo “Soy laico”. Ahora que, por motivo de doctrinas e interpretaciones que nunca
debieron habernos traído hasta aquí, he iniciado el doble proceso de exclaustración (abandono de la “Vida
religiosa”) y de secularización (abandono del sacerdocio), quería brindar por mi nuevo estado y decir: “Me
honro de ser laico por la gracia de Dios. Me alegro de ser uno de vosotros, la inmensa mayoría eclesial”.
Pero debo corregirme en seguida. ¿Laico? No, realmente no soy laico ni quiero serlo, pues este término sólo
tiene sentido en contraposición a clérigo y siempre lleva las de perder. No soy laico ni quiero serlo, porque ese
nombre lo inventaron los clérigos -que nadie se extrañe: siempre han sido los poderosos quienes han impuesto
su lenguaje-. No quiero ser laico, que es como decir cristiano raso y de segunda, cristiano subordinado.
El Derecho Canónico vigente da una extraña definición del término: “laico” es aquel que no es ni clérigo
ordenado ni religioso con votos. No designa algo que es, sino algo que no es. Laico es el que, por definición
canónica, carece en la Iglesia de identidad y de función, por haber sido despojado. Laico es el que no ha
emitido los tres votos canónicos de pobreza, obediencia y castidad, aunque es casi seguro que habrá de cumplir
esos votos, y otros varios, tanto o más que los religiosos instalados en su “estado de perfección”.
Laico es el que no puede presidir la fracción del pan, la cena de Jesús, la memoria de la vida. Laico es el que no
puede decir en nombre de Jesús de manera efectiva: “Hermano, hermana, no te aflijas, porque estás perdonado,
y siempre lo estarás. Nadie te condena, no condenes a nadie. Vete en paz, vive en paz”. Laico es el que no
puede decir a una pareja enamorada: “Yo bendigo vuestro amor. Vuestro amor, mientras dure, es sacramento de
Dios”.
Laico es el que no tiene en la Iglesia ningún poder porque se lo han sustraído. Aquellos que se apoderaron de
todos los poderes se llamaron clérigos, es decir, “los escogidos”. Habían sido escogidos por la comunidad, pero
luego se escogieron a sí mismos y dijeron: “Somos los escogidos de Dios”.

No soy laico ni quiero serlo, porque no creo en una Iglesia tripartita de religiosos, clérigos y laicos, de
cristianos con rango y cristianos de a pie, de clase dirigente y masa dirigida. Jesús no dispuso clases, sino que
las anuló todas. Y nadie que conozca algo del Jesús histórico nos podrá decir que a los “Doce” -que luego
fueron llamados apóstoles- los puso Jesús como dirigentes, menos aún como clase dirigente con derecho a
sucesión.
A lo sumo, y como judío que era, los designó como imagen del Israel soñado de las doce tribus, del pueblo
reunido de todos los exilios, del pueblo fraterno, liberado de todos los señores. (Y, por lo demás, ¿qué hay de
los “setenta y dos” que Jesús también escogió y envió a anunciar que otro mundo es posible? ¿Cómo es que
ellos no tuvieron sucesores? A alguien debió de interesar que no los tuvieran, tal vez para que el poder no
quedara repartido). Jesús no era sacerdote, pero no por ello se consideró laico y a nadie nos llamó con ese
nombre. Es un nombre falaz.
Hace veinte años que así lo veo y lo digo. ¿Por qué, entonces, no he abandonado hasta ahora los votos y el
sacerdocio? Simplemente, porque era lo bastante feliz con lo que vivía y hacía, y pensaba que no cambia nada
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importante por unos votos de más o unos cánones de menos. Y ahora que, por las circunstancias, dejo los
votos y el sacerdocio, sigo pensando lo mismo: que “laico” es una denominación clerical y que, en la Iglesia de
Jesús, es preciso dejar de hablar de clérigos y laicos, es decir, superar de raíz el clericalismo.

Hablar de clérigos y laicos en la Iglesia es un fraude al Nuevo Testamento, pues esos términos no se utilizan
una sola vez ni en los evangelios, ni en las cartas de Pablo, ni en ningún otro escrito del Nuevo Testamento. Sí
se utiliza el término griego “laos” (pueblo), del que se deriva “laico”, pero “laos” designa a toda la Iglesia, no a
una supuesta “base eclesial” informe e inculta. A toda la Iglesia nos llama el Nuevo Testamento “pueblo de
Dios” (1 Pe 2,9-10), y a todos los creyentes nos llama “templo de Dios” (1 Pe 2,5; 1 Cor 3,16), “sacerdotes
santos” (1 Pe 2,5), “escogidos” y, sobre todo, “hermanos”. Todos somos pueblo, templo, sacerdotes, elegidos,
hermanos; lo somos sin otra distinción que la biografía misteriosa de cada uno con sus dones y sus llagas.

Hablar de clérigos y laicos es también un fraude a los primeros siglos de la Iglesia, pues esos términos no
figuran en la literatura cristiana hasta el siglo III. Durante los dos primeros siglos no hubo “laicos” en la Iglesia,
porque aún no existía “clero”. Luego, la Iglesia se fue sacerdotalizando, clericalizando, y así surgió el laicado,
que no es sino el despojo de lo que el clero se llevó. Nunca habría habido laicos en la Iglesia de no haber habido
clérigos primero.
Más cerca aun de nosotros, hablar de clérigos y laicos es un fraude al sueño insinuado por el Concilio Vaticano
II que, en la Constitución Lumen Gentium, invirtió el orden tradicional y trató primero sobre la Iglesia como
pueblo de Dios y luego sobre los ministerios jerárquicos. Primero, el pueblo; luego, las funciones que el pueblo
considere oportunas. Los obispos, presbíteros y diáconos nunca debieron constituirse en “jerarquía” (poder
sagrado); no son sino funciones que derivan de la comunidad y han de ser reguladas por ella. Sólo representan a
Dios si representan a la Iglesia y no a la inversa.

Hablar de clérigos y laicos es, en definitiva, un fraude a Jesús, pues él rompió con la lógica y los mecanismos
de quienes se habían atrincherado en la Ley y el Templo y se habían erigido a sí mismos como dueños
absolutos de la verdad y del bien. Jesús les dijo: “Dios no quiere eso. Dios quiere que curemos las heridas y
seamos hermanos”. Y por eso le condenaron.
Doce siglos después, vino Francisco, que nunca se reveló de palabra contra el orden clerical ni quiso criticarlo,
pero que por alguna otra poderosa razón, además de la humildad, rehusó a ser clérigo y, con la dulzura y la
firmeza que le caracterizaban, impidió mientras pudo que se reprodujera en su fraternidad la división entre
clérigos y laicos. Y, cuando ya no pudo impedirlo, su cuerpo y su alma se llagaron y murió a los 45 años.
Una vez que él con algunos hermanos moraba de paso en un pobrecillo eremitorio, llegó en visita una
importante dama y pidió que le mostraran el oratorio, la sala capitular, el refectorio y el claustro. Francisco y
sus hermanos la llevaron a una colina cercana y le mostraron toda la superficie de la tierra que podían divisar y
le dijeron: “Este es nuestro claustro, señora”. Que era como decir: “No queremos ser ni monjes ni religiosos ni
seglares, ni clérigos ni laicos. Es otra cosa, Señora. Queremos vivir como Jesús”.

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