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Origen de la conciencia regional extremeiia: el nombre y el concepto de Extremadura Extremadura, como la mayor parte de las regiones espaiolas, tiene su origen en la Reconquista y en la combinacién de circunstancias’ que entonces se produjeron, Pero, al contrario de lo que ocurre en otros casos, su proceso de formacién fue extraordinariamente lento, ocupando un perfodo de varios siglos, durante el cual va pasando por las siguientes etapas: 1) formacién de Ja regidn en si, como hecho social ligado a la geografia y a la historia; 2) per- ‘epeién intelectual de esa realidad regional y subsiguiente elaboracién del concepto de Extremadura; 5). reconocimiento piblico de Ia misma mediante la dotacién de instituciones administrativas o de gobierno, No es mi propésito desctibir todas y cada una de estas etapas sino més bien fijar la atencién en la segunda, es decir, en e6mo y cuindo se desarroll6 el concepto de Extremadura, condicién indispensable para que pudiera surgir tuna conciencia regional. Notemos también que al hablar del «concepto de Extremadura» nos refetimos tnicamente al que designa a la regién actual, prescindiendo por ahora de otros significados hist6ricos anteriores. Este com. ‘eepto, como vamos a tratar de demostrar, no aparece antes de finales del siglo XV, més de dos siglos después de que la reconquista del tertitorio se hubiera terminado. La misma lentitud se aprecia a la hora de buscar institu: ciones administrativas de caricter regional. Solo hacia 1653 aparece una Provincia de Extremadura con un sentido restringido en cuanto a su signifi cacién y competencias, de manera que hay que esperar al siglo XIX par ‘que estas instituciones tengan un. sentido plenamente regional en el plano administrative’, y a la época actual para que adquiera competencias politicas, Sorprende, por tanto, Ja lentitud con que se desarrolla el proceso. re- sional extremeio. Y en el caso concreto de Ia apaticién de conciencia fe- 1. G, Marines Dies, Bsemadusa, origen del nombre y foemacién de las dos Tinsas, Anaario de le Facultad de Deracb Univeridad de Btrmadare 2 (1989) Poe 62 2 ‘pasado, a la hora de buscar su justficacién en los antecedentes his- ‘Gros, asi como hacia el futuro, cuando se trate de ajustarlo a la realidad seogtifica mediante la fijacién de limites precisos. ¢A qué se debe todo ello? €Qbé circunstancias actian como impulsoras del proceso y cules lo retardan? ‘Trataremos de responder conjuntamente a todos es0s interrogantes. ional, sorprende ademés Ja inseguridad con que ese concepto se proyecta hacia la 1. LA AUSENGIA DE PRECEDENTES HISTORICOS, Lo primero que debemos observar es que la regionalidad extremefia re- presenta una novedad en Ia organizacién del espacio castellano-leonés. que surge de la reconquista, Anteriormente ni en el esquema romano-visigodo ni en el. musulmén caistia como regién. Ambas dominaciones incluyeron a su tertitorio, o al me- nos la mayor parte de él, en otras circunscripciones administrativas, més 0 ‘menos estables, como la provincia de Lusitania, 0 con un mayor grado de indefinicién teritorial, como las coras del emirato cordobés o la taifa. pos- terior de Badajoz, Cicrtamente existfan posibilidades teéricas de que la re- onquista recuperase alguna de estas unidades historicas preexistentes. Es bien sabido que ideolégicamente se proyecté como restauracién del orden anterior 4 la invasin musulmana, es decir, del orden romano-visigodo, lo que favo- reci6 el restablecimiento de ciertas circunseripciones territoriales como los ‘érminos de que en su momento se habfan apoyado en Ia propia organizacién administrativa romana. A pesar de todo ello, las fronteras entre los distin- tos reinos y condados que surgen de la reconquista se apartaron por com- Pleto de esa pauta restauradora, produciendo una divisién politica del terri ‘rio peninsular en su mayor parte nueva. Los principios ideolégicos cedie- 2 te nape Lit, comedian seeease Ges coum aa nen pes pera ire ie Sat ore tanit a age torte ae ae Ere ar ae alone Jor Macs nh Dr as ee Ho Se Me alee Tala tn ete sec el cen et a ti, sR, foe rnin in 0 i ati tal, ns Ge es Sire che Aine ondary ae ete Ee er a ie ra Heider kc Tore ui ota eae eevarturadora, por lo demés ldgica y natural, se expresé de forme ehics Chadd Cténe dlbldese que’ aibaye s* Alfonso il imesebe ne seme Tole eH il camo a lo esi “omnemane Geter cence, SE, nadsagng Ja Rela quam Puss ia Oreo canes Sanu’ ene Seely 10 zon en ese punto ante el empirismo con que los diferentes soberanos.proce- dian en Ia ocupacién de las tierras musulmanas, capaz de producit no sélo pafses y regiones nuevas, sino también de modificar algunos trazos del mapa le ico, cuando asi lo exigian los intereses politicos de las monarquias *, En concreto, y en lo que a Extremadura se reficre, la delimitacién de su espacio regional fue el resultado del impacto que sobre unas determinadas condiciones orogréficas ejercieron las fronteras politics de los reinos de Leén, Castilla y Portugal cuando a partir del siglo XI se proyectan sobre su territorio. En lineas generales se puede afirmar que los factores orogréficos fueron determinantes para fijar los Iimites septentrional y meridional debido a las barreras que establecian el Sistema Central y Sierra Morena respectiva- mente. Al oeste, por el contrario, son los factores politicos, concretamente !a frontera entre Leén y Portugal, los que marcaron una linea artificial de separacién, linea que disté mucho de ser estable, sobre todo en su primera época , En su lado oriental, aparte de algin factor orogrdfico claro, como los ‘Montes de Toledo, es donde Ia regién tuvo sus limites més imprecisos, bas- culando casi siempre sobre delimitaciones de términos concejiles, por lo que no es de extrafiar que sea en ese sector donde se han producido las mayores oscilaciones territoriales a lo largo de los siglos®. Para completar estas breves alusiones a la fijacién del espacio extremefio, es preciso resaltar la inoperancia de la frontera castellano-leonesa en relacién con el mismo, a pesar de que entre 1157 y 1230 seccioné en dos su territorio por la via de la Plata, y de que en determinados momentos fue capaz de alterar antiguas divisiones ecle- sidsticas y municipales *. 4. El clemplo mis préximo de es forma desu, y uno de los ms signicatvs, lo coasiue i ccaion dela civil y qbsnado de Paseoda pars defender Ise ines qellagon ‘ena fonera ‘con Lab, Sade tifcalmene eo 1135 o@ has Se Bae No slo fompio con fas aniguas dives munis rans al Ny At S de a sino que log consldar unt ides mae y, datas alptatestps Castle eet {ero tos metspol ila, en cones de sudan Vor alos Masia, Poste {6 oxgainaciow de Phsenca’, 1 Congreso de Ends Himirkor be Placed sy Trent Planta, 1986; en ren) 5 "Iss calacones de fromtera ene Ln y Portugal, en lo que afeca Extemadar, a Irene Ver J Gonslien, Regese iu (Madsia’ i945) "pp. 78-86. J. Mavosc,Idensfato de am pr Banas oles or Otte Se oe ee (Lisboa, Estampa, 1985). a igupas indicaions sobre el ema tm MC. Geet, La moblee dant Je ropme de Gari Bade sr iy sacoresrcader om Baremadars oe 1138 ¢ Ble Gaia Oe ‘Sorbonne, 1979) pp. 38 ss. También en G. Marti er 2 Algy wobec Ja fences em Gomme acl siglo Xl en Homenaje ¢ Sedoalor de Mont Siete ty cuencia de todo ello fue, por una parte, la apaticién de un es agen ‘nuevo, secuestrado del resto de las regiones y paises, que con el tiempo cobrari conciencia de s{ mismo, pero que por el momento le cuesta percibirla precisamente porque su misma originalidad le priva de ante- cedentes histéticos y porque, en definitiva, todavia carece de nombre ¢ ins tituciones propios. En efecto, los posibles precedentes histéricos eran el de Lusitania, en relacién con la Espafia «restaurada» y el de «Reino de Badajoz», precedente ‘musulmén més inmediato que, aunque opuesto a los planteamientos ideolégi- «0s de la reconquista, tenfan posibilidades de supervivencia, como lo muestra ‘akiples ejemplos anélogos, como el «reino de Murcia», etc. ‘No parece que antes del siglo XV el precedente de Lusitania fuera in- vocado para reconstruir sobre él la nueva reyiGn. Influirfa, sin duda, la falta de adecuacién entre el espacio territorial de ambas, ya que s6lo una minima Parte de la provincia romana quedaba dentro de Extremadura. Aun asi esté ‘su favor un dato importante, pues posefa a Mérida, la antigua capital, Sin embargo tampoco pudo ejercer de micleo aglutinanre de la nueva segionalidad debido al ostracismo a que fue condenada por los celos de la poderosa sede Sompostelana, que impidié que fuera restaurada en su antigua dignidad En cuanto al «Reino de Badgjoz» hay que sefialar que ese titulo fue ‘muy usado por el ltimo rey privativo de Leén, Alfonso IX y, aunque me- ‘os, por Fernando Ill, tras la anexiGn de este teino. Pero su uso fue deca. sin que umpoco arzaigara en ella ni 8 regionales debido, en primer lugar, 4.286 jampoco habia una correspondenca exacta entre ambos tetrtoros yen fefundo lugar, la pérdida de relieve que la denominacién arcing de Beda: ew quttié al unitse de nuevo Len y Castilla en 1230. Efcctivamente esa fenomincién que, cusndo era llevada por los seyes Jeoncies ocupaba_un Inger sobreslienc entre sus iclor, se diluye en combio enee tar weaken G5 ArH shi eM ls ur, Rede Rnd EAT, Stade coolant celal oe, see is SIP Bai Scenes pine oJ, Ga He ae tnt Remote) Sey Jhemos propuesto.. Ast la referencia al rine enon, 8 documentos del siglo XIV. ajenes'n Tawrepaers Vo, E556 ie Mitore de Cail, I "Colectin dipomdace de Bl Moral que ostenta la nueva corona castellaneleonesa, aue empieza a abandonatlo poco a poco. Pero lo grave es que no se trata sino de un reflejo de algo mas importante, la paralela disminucién del interés de Ia nueva monarqula por esta regién, al tiempo que disminufa su presencia fisica en la misma, como muy bien se aprecia en la respuesta de Fernando HI a los de Coria cuando, hacia 1240, le pedfan que acudiera a celebrarles los juicios de alzada: «Yo he mucho de ver e non puedo andar tan a menudo por ¢sa tierra como mi padre andaba» !°, Lo que el rey tenia entonces que ver eta Ia conquista de Andalucia y bien probs su desentendimiento de Extremadura al confiar la terminacién de su reconquista a las érdenes militares *, La lejanfa, pues, no sélo contribuyé a olvidar precedents histéricos, que hubiesen podido actuar de aglutinantes de Ia nueva regionalidad, ace. lerando su proceso evolutivo, sino que desdibujé también a realidad que, en la perspectiva de la corte castellano-leonesa, tetminé englobéndose en la denominacién amplia y cémoda de «reino de Leén» ”. Nada contribula a in- dividualizar y definir un territotio sobre el que la inercia de la monarquta de- jaba que crecieran las unidades bésicas de organizacién territorial del momen- to —concejos de realengo y sefiorfos, principalmente de érdenes militares "= 10. Hl documento aparece incluido en el Faero de Coria, n. 402 ef. J. Maldonado y F, del Torco y otros, Ef Puero de Coria Estudio bisGrico jurdico (Madrid, 1949) p. 402, 11 B. Palacios, ‘Las micas de Extremadura y la conquista de Andalucta."El tm. acto de ia conquises de Andalct fc ia Medic la: Andalacla entre Oriente’ Occidente (Céedobe 1981). 1B Aete ‘que Juan de Sorapin ea 1616 para defini el e- ‘pao de sven fou Silsrment 2 crangrptones set “Cone en remadura la provincia de LeGa, macstrasgos de Santiago y Alcintara,y les abiapeder de Plasencia, Badajor y Cori”, Medicina Espasols contetide| ep ‘prenctbos ‘ewes de amettra lenge... (Granada 1616) p. 442, Sobre estas y oes wniladen,eangue fle, oe {eudlo. de conjunto que contemple ia organizaciba territorial del espace exuemnebo nip Baja Elad Medi, algo se va avanzando.en obras como las ya cma de MC Corbet Y,S;,Mattiner Diez, asi como en eras que aoalsan algta sch a 1M. Borrero, "Un conecjo del “terra” de Sev (1977) 1-70; E Cabrera, BY condado de Bolaleber ano, Bstdios de Bitoria de Chceres, 2 vols (Oviedo 1957 F. Ladero ‘1a orden de Alcinart en el silo XV. Datos sobre su potacal mfr, wisioral ecoa6 tmico y demogrifico' Le Erpuka Medieval. I, Homenaje'a Dy Saloador de Weer Universidad Complutense, 1982) 499-541; F. det Maan, BY condado de Foie (1394-1505) Gpttribacion al eitudio del proceso sehoralizador on Exoremadara devant le ded Moke (Badhios 1980); M. ‘Mufoe de Sun Pedro, El mayorago de Blaco’ Mesow’ Ren, de tar Essremenor IV (1948) 247-287; V. Paredes Guill, ‘Lor Zitign, schores de Bereaaduer, ga, Revise de Extremadura (enite 1903 y 1908); H. Rodtiguis ‘Amaya; “ls tone ae a, digg desde 1230 41500" Rev. Bu Buremonor (1951) 595497" EC. Sane Clog, Le bitoria medieval de Plasencia y 19 entorno teabisirio.” (Cheeee GGT ‘sin institucién comin alguna que canalizar a la actuacién colectiva de ese ‘grupo humano econdenado» a pesar de todo a convivit y a entenderse ™, 2, EL NOMBRE: APROPIAGION DEL DE «EXTREMADURA». No sirvieron, pues, las denominaciones histéricas. Durante més de dos siglos Ia tierra de Extremadura quedé ahi, secuestrada del resto de las re- giones y paises por Ia accién combinada de la geografia y de la politica, pero sin que viera reconocida su personalidad ni por la administracién ni por la teflexiGn intelectual, ¢Dispuso, al menos, de un nombre propio? La cuestién {que aqui planteamos dista mucho de ser una cuestién insignificante pues, como «3 obvio, por Jos nombres nos llegan los conceptos. Adelantemos, sin embar- 40, que tampoco,aqu{ podremos encontrar féciles apoyos para Ia formacién de la conciencia regional extremeiia. Tratando de compendiar esta prolija cuestién, diré que dos denomina ciones se usaron durante la Baja Edad Media para designatla: Transierra y Extremadura. De Ia primera vinicamente diremos que —contra lo que a veces se afirma— nunca se contrapuso a la denominacién de «Extremadura» sino 4que ambas se simultanearon relaciondndose entre s{ como la parte y el todo "* Este término, ademés, dada su signifcacién posicional, En cuanto al nombre de Extremadura, se aplicé a la Extremadura actual af menos desde el siglo XII '*. No falta quien afirma que antes de 1157, esa (Banjo 58), Ai es onc Hier de oe aie pine 4. Sono de Fgura, Hera de snd de Boao (ut oc gue pila hace canal Inna polca exuemeia ean Me ee ka elt gn le ree on fins Genre SB Bind Meta Homage Sd area, Be Spl ttt en cms fi So ae nny es ee ae ve cl Si ere ees tla sas TUS Toyo au pce seep etree Se Tas Tot demons tur fa cuca Sunes, Eee heii is Mom il BC. "pt tenes Moti Noses, Capum, Koen Repl ees, Ea Execute sie mis cal” Choncon Mend of Chor, Gas jarwcram, Saealon, ial US Ne 8 Bik, Bormales ip done Con Tf Seeds ei pall trench Ponce toe a Harnan Co, Has I fer we (Canaan CiSwesedclln, 185) Eater sae ® 4 othe lio XU lin « amie paces de fx Eewemadun smal STEER EI Ghrnice Alton Impeairs rit fae, Ectremadurn acral ecg nd cc us dd Aur encore, Cee eat Pel at quo Shafer a aplicacién sélo se produjo en la parte extremefia que correspondia al reino cde Castilla (Plasencia, Trujillo...), aunque yo considero claro que se aplicé por igual a ambas partes ". No se trata de una cuestidn baladi ni de un. pro- blema meramente nominalista, Dada la interesante evolucién seméntica del término «Extremdura» ' es preciso conocer en qué momento se empezé a aplicar a esta regién para saber con qué significado exacto se hacia. Con ello se evita caer en interpretaciones anacrénicas que pueden perturbar Ia visién correcta del proceso de desarrollo del concepio de Extremadura. Este es el caso de Ia teoria de Paredes Guillén, muy benemérito por ottos conceptos. De entre las dos principales acepciones histéricas del término Extremadura —«lugar extremo o marginal de un tertitorio» o «lugar de pastos de in- vierno»— entiende que el nombre de Ia Extremadura actual deriva de la segunda acepcién, pues «Extremadura viene de Extremor y no del nombre del rio Duero: que esta voz vale tanto como invernadero, y que se lamaban Extremaduras las comarcas que comprendfan los extremos de los viajes que hhacian los rebaiios desde los agostaderos a los invernaderos» . Luego vere- ‘mos que Ia opinidn de Paredes Guillén no es una vor aislada, ya que Ia en- contramos entre los mismos autores que alumbraron el concepto de Extre- madura. Pero no la podemos compartir por dos razones. La primera, porque los términos «extremo» y «extremadura» usados por Ja trashumancia eran cexcesivamente amplios, ya que designaban tanto a los pastos extremefios como a los andaluces, manchegos y murcianos. Carecfan, por tanto, pot s{ sblos de Ja suficiente capacidad individualizadora como para dar nombre a una de esas regiones. con exclusién de las otras. La segunda razén es atin més conclu- yente. Hemos dicho antes —y lo hemos demostrado en otro lugar més amplia- mente—, que el nombre se aplicaba ya a la regién a mediados del siglo XII, cuando la ecuacién «extremadura = lugar de pastos» atin no se habia for. malizado sino que, por el contrario, en el empleo de ese término privaba el sentido geogréfico, que fue con el que, a nuestro entender, se aplicé ininte- rmumpidamente desde entonces a esta regién, compartiéndolo incluso en algin ‘momento con el de Transierra®, Sélo después de que en el siglo XIIT se lumen Dorium”. Ed. S. Belds, Madrid, 1950, p. 84. Es el texto ctonistico mis antiguo ‘gue, en lo que conozco, aplica‘l nombre de Extrcmadiara « la actual 17, |G. Matinee ‘Diez afima que el término Extremadura no se aplicé en el reino Jeonés hasta unos ais, después de que en 1157 Leéa se separase de Casilla que aa uso se Bored al norte del Sistema Central a partir de. Fernaso Il ‘rigen del vomtes op J3 7 abat, ‘Ung sintsis provisional de su evolucign seméntica en B, Palacios, Bstremadere on la Spoca de Hernda Cortés cit. a noua 13, soto, ent ies Sls Haters de Tos Soramontenor clear dvds Ios mis re 1 temo: basta naeitot lsencia 1888) p. 110. Los mismos conceptor en monogzalia Origen del nombre de Extremadare (Plastocis 1986), 20 Como se dijo. ances, a inclusion de Extremadura en la expresién “teino de 1eéa" hizo que en algunos momentos la cancilleria castelanoleoness mescioonse sence & 15 econquistiran los: pastos del Guadiana 'y Guadalquivir y se organizara el GiinGenesp dec Mestaycl Senénenc. de la trasianenci ae pence y empezs a designar con su lenguaje a nuestra regién favoreciendo, eso sf, que ‘el nombre ‘de Extremadura, que levaba desde mucho antes junto con otros territorios, terminase aqui prevaleciendo sobre cualquier otra designacién * En cualquier caso, todo esto que venimos diciendo se reficre a la apl- cacién a Ia tegién del nombre de Extremadura, entendido como una desig: hnacién genérica que comprendia todas las tierras marginales castellanas y leo- nesas, desde Soria a Badajoz, por no referimos a los restantes reinos de la Peninsula. Pero a finales de la Edad Media, en el trénsito a la moderna, se va a producir un hecho de singular importancia: la apropiacién del nombre de Extremadura, lo que equivale 2 decir que tal nombre dejé de aplicarse a las ‘otras regiones que lo habfan llevado hasta entonces para convertirse en ptopio y-exclusivo de Ia regién actual. A mi entender, el hecho, que again autor sta en Ia primera mitad del siglo XV, no se da con claridad hasta finales de esa centuria, en textos como el de Alonso de Palencia cuando dice de Extre- ‘madura que «casi toda pertenecia al conde de Plasencia y al Maestre de Alesintara» *. El cambio se da en un contexto de efervescencia intelectual y politica dcbidas a la accin de los humanistas y de los Reyes Catélicos respectivamen- te. En él se produce el abandono del of inflyjo de Ia trashumancia, que asocié con esta regién scextremo» y cextremaduray como lugar de de ello es que las menciones de los cronis- fuevo concepto regional extremeio se refie- ia Sc cmos mle tes moe ie a a pclae ye nscale be eRe as Sle wie are dt yore Seats His lo ann aca een Sc at ced fe Sta gin ede Take ag Seer ea ace Nee a as Serre ye eet Sew ek age ee Sian oe ie eee a 24 Praca iets Get ee Pree IV aw, Cou, 1, Maid 1973) p, 172. serenade ieee iaienaae Data us ren casi siempre a los problemas del ganado trashumante, que va'«a’extre- mos», Pero, como decfamos antes, no conviene exagerar la capacidad indi- vidualizadora del fenmeno trashumante, «A extremos» se iba también a Castilla la Nueva y a Andalucia. Si el nombre se quedé para Extremadura fue porque esta tierra estaba apunto de alumbrar su propio concepto, y habia que darle un nombre propio. De esta forma, nombre y concepto’se van a apoyar mutuamente en su desarrollo, 3. AcuRActON DEL concePTo. Los Liurres, En efecto, parece claro que cuando esta regi6n obtiene un nombre pro- pio y privativo supone ya un concepto, al menos geogréfico, que la distingue de Tos otros pases 0 regiones. Y esto habia ocurrido, como hemos visto, a finales del siglo XV. Todavia habré de pasar otro siglo y medio hasta que obtenga sancién administrative y aparezca Ia primera «Provincia de Extre- maduray’hacia 1653. No obstante hay que recalear que ese concepto geogté fico respondia a una realidad: la realidad social de un territorio que culmina lun proceso de autoidentifcacién al adquitir conciencia plena de sf mismo como algo distinto de las demas regiones espafolas El concepto regional extremefio se fragué en torno al término “«ptovin: tia». Empleado ya a lo largo del siglo XV con el significado que venta tenien- do en Ja Edad Media, vio potenciado su sentido clésico gracias a algunos hhumanistas italianos que, con sus obras sobre Espafia, dieton Ja pauta a los futuros cordgrafos espafoles. Merecen ser citados Lucio Marineo Stculo, autor devun De laudibus Hispanie publicado antes de 1500, y Annius de Viterbo, gue fue colaborador del cardenal extremefio Bernardino de Carbajal. Una de Jas primeras consecuencias fue la de resucitar el concepto hist6rico de Lusita. ‘ia, que pronto va a ser tomado por los autores espafioles para aplicarlo a Extremadura, La equiparacién de ambos téminos, implicita ya en la Suna de Geografia de Fernindez de Enciso (Sevilla, 1519), se hace explicita en el ms. 1351 de la Biblioteca Nacional de Madrid, obra annima escrita du. tante el reinado de Carlos V, cuando habla de Ia «Lusitania, que agora se dize Extremadura» *. Esta identificacién, a primera vista inocente, estuvo, por él éonttario, snd gl Critice de Juun AB, XVI, Madd 1953) 410; A: de Plencin Crinica ‘de Enrique IV (BAB, CCLXVII, HII, Madtid 1975) Pp 3a Din aah SaPit Menno et Pu hac 15100 ada de Don, Fete i, abel on gue menciana cepcamene “Prova det Bias AE © — = Made 520) oe 3 mt intndr de Bei Same de Geveaphi.. (evil 1519) 39; Bibione ‘Nacional de Madeid, ms. 1351, fol. 50, Be § Pee 7 consecuencia para la historia del concepto de Extremadura, En pri Be pe saisberinds cae pore aoe foe cigs extents yw foles en general transGeran a Extremadura el material mitolégico e histotio- io de Ia antigua Lusitania. Ya Tate puso de relieve l Baa {ods la hisorogrtia modicral habla tenido esa tendencia legitimadora, onsstenteen buscar en Ia antigiedad clisia el fundamento de todo estado 6 pais, Feminder de Enciso nos habla de que «un gigante lamado Gedeén te hizo rey de Extremadura y de otras provincias». Se trata del conocido Gerién, asimilado al héroc bfblico por obra de los Santamaria. burgaleses El Anénimo de la Biblioteca Nacional recoge de Publio Afticano la historia del rey de Espafia, Medén, padre de Argantonio y otros cinco hijos, que dividieton el reino de su padre. Uno de ellos, Agastio «ovo la Lusitania, ‘que agora se dizen Extremadura» En segundo lugar, esta identificacién de Extremadura con Lusitania va 4 suscitar la reacién de los autores portugueses, encabezados por Gaspar Barreiros, quien trata de demostrar que no se debe identificar con Lusitania sino con la Beturia, que quedaba al sur del Guadiana: «onde fora Beturia, ‘que agora chaman Extremadura» ™, E] paralelismo de esta frase con la que, afirmando lo contrario, hemos transcrito del anénimo de Ja Biblioteca Nacio- ‘nal, no nos parece casual sino una réplica intencionada. El enfrentamiento polémico entre su autor y Barteiros se demuestra, por otra parte, por la exis- fencia en el manuscrito de un capitulo afadido que constituye una clara sean nt & Barrios, y que concuye con esta sinicativa frase: «Donde ‘Manifiestamente parece el error de 8 los que isitanis jue se pete p ror de todos Jos que Lusitania dizen que sea 1 dlvuleacién del concepto de Extremadura como un concepto ge0- ‘srifco sin equivalencia administrativa levaba ‘implicita la necesidad de ubi- oe {2 el espacio seialéndole unos limites concretos. Ya hemos visto o6mo Polémicasurgda en toro a su identifcacin con Lusitania obligaba a los ae otescs & situala al sur del Guadiana, mientras que otros autores como foes eesate anénimo forzaban los limites de la provincia romana hacia las Hes del Dueto, Tajo y Guadiana hasta hacerlos coincidir casi con la anan Dela idee, Mili deb Hvcrngrai cptoie de Edad Moi, ca Boe ec ere Dewinar del RY Gen, Sic ei Mei Gaspar Barteizos, Chorog fer. 0 anno -eraphia de alguns lugares stam on wn caminbo que (Goings 196k fy amenrende ne cadede de hadajatert ae tam on an cominbo on SHEERS I Bpata Anta eH Gut Ie, logic Ak oa. 132d se ets A, pte de enelog i on ios ad Ra atlas fi nal NL Nacional Madrid, Ms. 1351, cap. LXIX, sin folie. 18 Extremadura hist6rica castellano-leonesa ®. Estos datos no son més que la de Ia gran dificultad que entrafiaba poner limites a una regién que sin de la correspondiente sancién administrativa, Desde la perspectiva, ciertamente relativa, que nos proporciona la rea- lidad actual, el problema parecfa resuelto en Pedro de Medina quien, en su Libro de las Grandezes de Espana, impreso en 1548, dedica un capftulo a la provincia de Extremadura. Las treinta y siete ciudades y villas con sus tér- ‘minos que incluye en ella dan como resultado el mapa més aproximado sl actual de cuantos se trazaron en ese siglo, con Ia ausencia sorprendente de Plasencia y la inclusién de Aracena y Puente del Arzobispo, asf como Gus- dalupe que administrativamerite no serfa extremetia hasta 1822. Pero algo nos dice que, en su subconsciente, Medina trataba de adecuar sus limites con los de Ia Lusitania antigua. Conocedor de que el territorio que habia sefialado no se correspondia exactamente con esta diltima, se siente en la obligacién de ensancharla, aclarando que en su tiempo los lusitanos se habfan extendido al sur del Guadiana legando hasta el Guadalquivir*, Este trénsito del concepto administrative de Lusitania al concepto étnico es més significa. tivo de lo que a primera vista parece pues se revela como una excusa para adecuar los limites de Extremadura a los territorios frecuentados con la Mes- ta. Esa tendencia, implicita en Barreiros y Medina, aparece de forma expresa €n otros autores como Juan Botero de Brennes y cl anénimo ya mencionado, Para el primero, Extremadura «se stende de Vila Reale a Badaios e de Sierra ‘Morena al Tago». Su asociacién con los territorios mestefios sale a la super ficie cuando a continuacién habla de los ganados que aqui pasan el invierno y la compara con Ia regién de Apulia y los Abruzos en el sur de Italia ™, En Ia misma perspectiva se sitéa otro andnimo que a finales del siglo XVI nos ‘oftece esta detallada descripcién: «Extremadura ab ortu Aleudiam Beticac re- gionis haber; ab occasu, regnum Portugeliae; a septentrione, regnum Caste. ae Novae, iuxta amne Tagum; a meridie, Andaluciam Beticae regionis; et angulo tenus, Algarbores partes» ™. Para ellos, Extremadura slo empezaba al sur del Tajo... No es de extrafiar que esctitores del norte de este tio, sobre todo placentinos, defendiesen su inclusién en Extremadura para ello —atencién al dato— que le Vetonia también habfa formado parte le Lusitania ®. muest aid tise Si Poets ection ade ge hea oi lec Spe ie Sea ie St a Matin etl ee SPT Nos i ai sake wie So Boles si ne Aeon de His sled El aes ge gr iit ti ees Fnac ace certs ie ae eee esa QS ae Pa es eric de 19 del nuevo concepto de Extremadura suscitaba ottas ex: oes devebeamra ivvctiologle que seria 0 10, faa Eetivat coe nombre de los extremos del Duero. En mi opinién es en ese tmomento psicoliico donde hay que situa la aparcién de toda una serie de cetimologias populares, generalmente disparatadas y atin contradictorias, pero sqe tienen el indadable interés histrco de revelaros la necesidad regional Ghue entonces se sentia de buscar al nombre de Extrmadura una interprtacién nis acorde con su nuevo significado, La més aproximada a le realidad aunque, como ya hemos visto, no es histéricamente defendible, es Ia que le hacia derivar de sus pastzaes: «Esta provincia —eseribe Medina— se llama Ex- tremaduta porque vienen a ella a exiremo may gran parte de los ganados de Castilla por las grandes y fériles dehesas y campos muy abundantes y por la templanza que la tetra tiene en tiempo de invierno» *. Esta interpretacién aceptada por unos, como Paredes Guillén, y rechazada por otros, como Soro. pin, se contrapone curiosamente a toda una cascada de interpretaciones que hucen hincapié en el caréter extremo de la tegiGn, entendido no geogréfica. ‘mente, como hasta entonces, sino como una cualidad que no todos explican de la misma manera. Para Pedro Barrantes, hermano de San Pedro de Alcin- tars, Extremadura se-llamé asi por la «extrema hora», esto es, lo tardio de su reconquisa, Vicente Barrantes, que recoge la etimologia anterior, pro. pone Ia de sextremos duros de Leén, por la dureza de los combates ®, ‘Yono falta quien la interprete como «tierra extrema dura» ® Pero la petla historiogréea Ia constitu sin duda un texto didéctico publicado en Céceres 1/1854: «¢Por qué se lama Extremadura? No se sabe de un modo positive unos creen que este nombre tiene su origen en lo extremo de sus estaciones, ‘tos, en que los limites de la antigua Lusitania tocaban el Duero; y ots, For limo, en le extrema distancia en que se hallaban los dominios del rey de Len» . Aunque todas son a cual més interesante, fémonos en la inter media para apreciar el itemendo escorzo mental que en ella se hace para ie Pyke Metin, Lar de es grandee, 102 J. de Soap de its, Medicina eal ete on rnris aera alte Srna eR Meda Mites Cla Ue Medicine epi CSV ests, 19.5 9s AA axa ys ny Aran ogre Hato ie Bereta Se ( Nacoafh 2870) ta obet de eh baste, Hota de acinar Be Neco Mei ma 17996 (ct asa Coy x ee sive « fronters dificil Ge sosener, ex deci, tiers extrema dara see as chcteanc nee may cre lene: Noe 3c Vegans okt ae enn re 4 in tad Se oped eh 7s ua, Scie mc de Seb go 8S Weise Cole seer nadiste 0 Berard (Ceres 1850 16-pp. Le reproduce V. Barrannes, ‘Aberato Bibliogrdtico, MI, p. 81. oo , conectar con el rio Duero la geografia del nuevo tertitorio, que no iba més al norte del Sistema Central, empleando para ello el concepto histérico de Lusitania, aunque se tenga que invert el orden de la posible relaciGn entre ‘el nombre del rio y el de la regién. 4. AMERICA, SOPORTE DE LA EXTREMENIDAD. ‘A més de uno le sorprenderé sin duda este epfgrafe. Estamos mis acos- tumbrado a ver cdmo de América peregrinan a esta tierra miles de linajes en bbusca de sus origenes. Y sin embargo, ello no obsta para que la gesta améri: cana se convistiera muy pronto en un timbte de gloria utilizado como soporte de In regionalidad extremefa, Hemos puesto ya de relieve Smo al producitse el nacimiento de la con: ciencia regional exttemefia y elaborar el concepto de Extremadura, los hom bres del siglo XV y XVI, al igual que el hombre medieval, sentfan la necesi- dad de legitimar su otigen buscando un pasado digno a la ‘nueva regidn qué, en sus coordenadas mentales, s6lo se podia encontrar hundiendo sus rafces en la antigiedad clisica y proclamando las haza‘ias que los hombres de este tettitorio realizaron entonces. También hemos visto oémo historiadores y coré- srafos haclan verdaderos esfuerzos para enlazar el concepto de Extremadura con la antigiiedad a través del de Lusitania, aunque para ello tuvieran que cometer no pocas inexactitudes. A todos estos problemas y dificultades les plant6 cara el cordgrafo extremefio fray Francisco de Coria, quien con su obra Descripcién e Historia General de la Provincia de Extremadura, escrita en 1606, da un paso cualitativo hacia adelante en la fundamentacién del concep- to de Extremadura. Como sus predecesores, se preocupa de buscarle un «pasado digno», eto aportado interesantes novedades. No s6lo rompe con la obsesién de cnlazar con la antigtiedad clésica, censurando a quienes piensan que no hay ‘grandeza fuera de clla (xDesengétiense, pues, los tan engafiados romanos y sricgos que todo lo atribuyen a si») sino que hace una serie de repliegues, primero sobre Espafia y luego sobre Extremadura, para encontrar en ellas los timbres de gloria que necesita. Estos se encuentran no s6lo en las haza- fias hechas por los hispanos en la antigiedad, que, con ser gloriosss, no son su mayor gloria. «La mayor gloria de Espafia en las armas es habetse reco- brado y conquistado a s{ misma de los moros con tan grandes batallas y con. quistas que no se Jes pueden comparar en manera alguna las demés provin.

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