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La mayor alegría de Luis María en su época de Se- «Tú eres Sacerdote para siempre». La imposición de
minario. Y la mejor prueba de estima y consideración de las manos del Obispo. La unción de las manos de Luis
sus Superiores. Era costumbre en el Seminario de San María «para que todo quede bendecido y consagrado». La
Sulpicio escoger, entre los más piadosos y serios semina- entrega del cáliz y la hostia. La Misa concelebrada. El
ristas, a dos de ellos y enviarlos a Chartres para orar ante ósculo de paz. El poder de perdonar a los hombres. Desde
el altar de la Santísima Virgen. El año 1699, fue Montfort entonces podrá firmar para siempre «Sacerdote e indigno
uno de los elegidos. He aquí al peregrino de María. Lo esclavo de Jesús en María».
que sería toda su vida: peregrinando por este valle de lá- El resto del día lo pasa ante el sagrario. Ante un sa-
grimas, pidiendo a María que volviese sus ojos a la tierra grario solitario y escondido. En íntima oración, en consa-
y con un anhelo ardiente de ver su rostro en el cielo. gración constante.
El viaje se hacía a pie. Por las calles de París, muy de Desde su Ordenación Sacerdotal hasta su primera
mañana, salen los dos estudiantes de San Sulpicio. Oran Misa pasan ocho días de retiro absoluto ¿Dónde celebrará
en silencio. Salen a la campiña. Se acerca Luis a los sega- el primer sacrificio del altar? Nadie puede dudarlo: en el
dores de las mieses y conversa con ellos acerca de la Ma- altar de María. En aquella amada capilla de María que
dre de Dios. Llegan a Chartres al caer la tarde. Antes de tantas veces había sido testigo de sus suaves efusiones. En
nada, los peregrinos se dirigen a la Basílica. Caen de rodi- aquel altar de María en donde había celebrado su primera
llas a los pies de la Madre buena del cielo. Oran en nom- Misa San Juan Bautista de la Salle con tanta devoción y
bre de todo el Seminario. lágrimas.
Luis María no sabe salir de la Basílica. Se siente tan «Asistí a su primera Misa -dice Blain-: en el altar
bien a los pies de aquella venerada imagen de la Madre de más parecía un ángel que un hombre».
Dios. Pasa toda la noche en oración profunda. Fue una es-
pecie de velar las armas a los pies de la Señora de su cora- ESPÍRITU MISIONERO
zón y de sus pensamientos. De Chartres saldrá animado, «¿Qué hacemos aquí? ¿Por qué nos quedamos ocio-
consagrado a luchas las grandes batallas de María. sos, cuando en el Japón, en la India perecen tantas
almas por falta de predicadores y de catequistas?»
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Estas palabra de Montfort seminarista serán un puñal No hay aquí, ni mucho menos, la mitad del orden
clavado en su alma. Recientemente ordenado sacerdote, y observancia que en San Sulpicio; y me parece que
un grupo de sulpicianos se marcha al Canadá para llevar mientras las cosas sigan como están, no podrá ser de
la fe a los pieles rojas. Montfort pide ser aceptado como otro modo, pues es menester tener presente que en
misionero. Pero no le conceden su anhelo ardiente. Te- esta casa hay cuatro clases de personas, por no decir
men que el celoso sacerdote, llevado de su celo inflama- cinco, cuyos fines e intenciones son del todo dife-
do, se pierda entre los inmensos bosques, afanado en lo- rentes: 1) Hay cinco personas, dos de las *cuales son
grar almas para Cristo. inhábiles para todo; 2) hay párrocos, vicarios o sim-
ples sacerdotes que vienen aquí de tiempo en tiempo
HA LLEGADO EL SEÑOR a hacer ejercicios, y también seglares; 3) hay algu-
Montfort lo sabe. Dios está con él. Muy dentro de él. nos sacerdotes y canónigos que vienen a pasar en
Identificado con él. Es otro Cristo. Para santificarse y san- paz sus días; 4) hay algunos sacerdotes, pero en ma-
tificar. Para ofrecer, bautizar, bendecir, predicar..., amar a yor número jóvenes o estudiantes, que oyen teología
María y hacer que todos los hombres la amen. Desea o filosofía, los cuales en su mayor parte, llevan ves-
cuanto antes salir a la palestra. Es luz y sal para los hom- tido seglar o hábito corto; de manera que estas dife-
bres. rentes personas siguen casi todas reglamento distinto
que ellas mismas se trazan, tomando del común lo
Los Sulpicianos le ofrecen que se quede en San Sul- que les va bien.
picio mientras no le nombren para algún puesto sacerdo-
tal. Montfort acepta agradecido. Ellos quieren que se ad- ---------------------------------------------------------------
hiera a su Instituto. Se lo proponen. Pero Luis María es Así las cosas , me siento, desde que vine a esta casa,
incapaz de aguantar una vida sedentaria y de encierro en como indeciso entre dos sentimientos al parecer
una casa. Espíritu inquieto e indomable, ardiente y violen- opuestos: experimento, por una parte, una secreta
to, está deseando salir a los cuatro vientos y pregonar por inclinación al retiro y a la vida oculta, para aniquilar
doquier las glorias de Dios y de María. ¡Ah, si pudiera y combatir mi naturaleza corrompida, que quisiera
marchar a lejanas tierras para predicar el Evangelio! mostrarse; por otra parte siento grandes deseos de
hacer amar a Nuestro Señor y a su Santísima Madre
Sin embargo, aquellos días de recogimiento pos-
y vivir de una manera pobre y sencilla, haciendo el
tsacerdotal en San Sulpicio le servirán para la continua
catecismo a los pobres del campo y excitando a los
meditación, para preparar programas de apostolado. Hace
pecadores a la devoción a la Santísima Virgen... En
unos esquemas de homilía. Se une a Dios cada mañana en verdad, carísimo Padre mío, que no soy digno de tan
el Santo Sacrificio. A los pies de la Señora. La que mejor honroso empleo; pero, vistas las necesidades de la
le puede dar a conocer al «fruto bendito de su vientre». Iglesia, no puedo menos que pedir con gemidos con-
EN NANTES CONOCE LA DESILUSIÓN tinuos una pequeña y pobre Compañía de buenos sa-
cerdotes que militen bajo el estandarte y protección
El Padre Renato Lévêque era un santo sacerdote. Ce- de la Santísima Virgen...».
loso y apostólico. Había recorrido toda Francia dando mi-
siones. Luego reúne a unos cuantos sacerdotes de Nantes Por esta preciosa carta del Padre Grignion se nos
con el fin de adiestrarlos en la obra de las misiones y reti- descubre su alma con toda la potencia de los intrépidos
ros. En la parroquia de San Clemente vivía aquella comu- que arrebatarán el cielo. Es sencillo, justo, amante de la
nidad de eclesiásticos. El Padre Lévêque es ya muy ancia- verdad, descontento con las medianías, indeciso entre la
no. Busca un sacerdote joven y docto, capaz de continuar vida activa o la contemplación, ansioso de un ejército de
su obra. Los sulpicianos le indican a Luis María. Este vio sacerdotes que pregonarán las excelsas prerrogativas de
colmados todos sus deseos: dedicarse a las misiones, po- María.
der recorrer pueblos y ciudades predicando las verdades El panorama de la comunidad de San Clemente era
eternas, hablando de Dios y de María. desolador. Y para colmo de males la clara infiltración del
Lévêque era en verdad un inmejorable eclesiástico, jansenismo. San Clemente se había convertido en un pe-
pero su comunidad no se le parecía. Luis María nos des- queño Port-Royal: se practicaban largas oraciones y aus-
cribe como nadie aquella situación en una carta al Rector terísimas penitencias y ayunos, pero había un orgullo des-
de San Sulpicio. bordante y una severidad terrible para la recepción de los
sacramentos.
«Contrariamente a lo que suponía, no he encontrado
NUEVO RUMBO
aquí lo que esperaba... Ansiaba, al igual que Ud. a-
diestrarme en las misiones y de modo especial en la Nuestro Luis María no podía resistir aquella gélida
enseñanza del catecismo a los pobres que es lo que inercia de la comunidad de San Clemente. Su alma era un
más me atrae, pero nada de esto hago, ni siquiera sé volcán, y la comunidad de Nantes un témpano de inactivi-
si lo podré hacer algún día, pues el personal que aquí dad y falta de espíritu.
hay es escaso y sin experiencia, salvo el Padre Lé- En medio de estas angustias del alma que no puede
vêque, el cual, debido a su avanzada edad, no se ha- estarse pasiva ante la necesidad de abrasar al mundo en la
lla en condiciones de dar misiones, y si su fervor que hoguera de Dios, la Providencia vino a su ayuda para dar-
es grande, a ello le moviera, el Padre des Jonchères, le una solución inmejorable.
como me lo dijo, se lo impediría.
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Con fecha 4 de mayo de 1701, Luis María escribiría sacristía para la acción de gracias. Cuando salía, vio
al Padre Leschassier: a un hombre ciego, y le preguntó si quería ver. El
hombre responde que sí. Montfort, tomando saliva
«El cuarto domingo de abril, recibí una carta de mi
en el dedo, le untó los ojos y en el mismo instante el
hermana de Fontevrault, escrita por orden de la se-
ciego recuperó la vista y exclamó que veía muy
ñora Montespán. Me rogaba que fuera inme-
bien.»
diatamente allí, pues debía tomar el hábito el martes
siguiente». LLEGADA A POITIERS
Luis María se pone en camino inmediatamente. Lo A las puertas del palacio episcopal de Poitiers llama
hace a pie. Cual caminante de Dios, recorriendo los cam- un peregrino de muchos días. Vestido raído, polvo, fatiga.
pos del Señor. No pierde ocasión de sembrar la palabra de La respuesta no se hace esperar: el señor Obispo está au-
la Buena Nueva. sente, tardará cuatro días en retornar.
Llega tarde a Fontevrault. Su hermana había tomado No se arredra Luis María. Hay que aprovechar el
el hábito el día anterior. Pero todos le reciben con inmen- tiempo. Las almas están sedientas de Dios y él inflamado
sas atenciones. de celo.
«La señora Montespan me preguntó qué quería ha- Se dirige al albergue de los menesterosos. Va bus-
cer. A lo que contesté sencillamente que me propo- cando a los pobres, a los enfermos, a cuantos tengan una
nía trabajar en la salvación de los pobres, mis her- necesidad. Es el primer contacto con aquellos indigentes
manos. Entonces ella me dijo que aprobaba plena- de Poitiers, en donde muy pronto el Padre Grignion de-
mente mis proyectos, tanto más cuanto que sabía por rramará torrentes de gracias. Lo primero:
experiencia que la educación religiosa de los pobres
- ¿Dónde está la capilla?
estaba muy descuidada.
- La puerta grande al final del pasillo.
Luego añadió que si yo lo deseaba me podría obte-
ner una canonjía dependiente de ella. Pero yo humil- - Muchas gracias.
demente le di las gracias, más rehusé la oferta ale- «Entré a su capillita. Las cuatro horas que pasé re-
gando que no quería cambiar las ventajas de vivir zando, antes de la cena, me parecieron muy cortas,
abandonado a la Divina Providencia por las de una pero resultaron demasiado largas para unos pobres
canonjía o beneficio.» que, habiéndome visto de rodillas y con vestidos
La gran dama fue así descubriendo toda la profundi- muy semejantes a los suyos, se fueron a contarlo a
dad de aquella alma apostólica. Le toma un inmenso apre- los demás, y entre todos colectaron una suma para
cio. Aconseja a Luis María que fuera a presentarse y po- darme una limosna. Unos daban más, otros menos...
nerse a disposición del Obispo de Poitiers, Monseñor Gi- Esto sucedía sin que yo lo sospechara.
rard, quien había sido preceptor de sus hijos. Por fin salí de la iglesia para preguntar a qué hora
VII. POITIERS, FUEGO DE DIOS cenaban, y al mismo tiempo para pedir la gracia de
servir a los pobres. Pero, grande fue mi sorpresa, por
SIN NINGUNA ATADURA
una parte al saber que no tomaban los alimentos en
La chispa se hace hoguera. Ha ido alimentándose común, y por otra parte al enterarme de que querían
ocultamente en el alma de Luis María como la potencia darme una limosna.
de un volcán en el centro de la tierra. Pero ya no puede
Bendije a Dios mil veces, por haber pasado por po-
más. Y estalla en erupción.
bre, llevando sus gloriosas vestiduras; y agradecí a
Ahí va el caminante de Dios. Recorre los caminos mis queridos hermanos y hermanas su buena volun-
polvorientos. Pide limosna. No lleva nada. Va desatado de tad.
todo. Su hábito es el de un pobre peregrino. Libre, como
Desde aquel tiempo me han cobrado tal afecto,
la llama incendiaria, recorre veintiocho leguas para llegar
que dicen todos públicamente que tengo que ser su
a Poitiers.
capellán, pues de tiempo atrás no hay ninguno esta-
EL PRIMER MILAGRO ble en el hospital por estar tan pobre y abandonado»
(Carta al P. Leschassier: 4-5-1701).
Tiene que pasar de nuevo por Fontevrault. Celebra la
Misa ante un altar de María en la capilla de la egregia Al fin llega el Obispo. Le recibe con recelo. Quiere
dama de Montespán. Su primer biógrafo Grandet, encon- antes informarse de quién es el Padre Grignion. Pide in-
trará con fecha 25 de Noviembre de 1718, un documento formes al Padre Leschassier, y mientras que llegan, ofrece
notarial que nos narra el primer milagro obrado por el a Montfort el Seminario para que resida entre tanto en él.
Santo.
Montfort no puede estar encerrado. No puede estar
«La señora Llaria Nicolás ha declarado haber sabido inactivo. Este ardor intrépido lo llevará hasta la tumba.
de una de las señoritas de la compañía de la señora Vuelve a su diócesis de Nantes.
Montespán, que el referido Grignion, habiendo un
La respuesta del Padre Leschassier no se hace espe-
día celebrado la Santa Misa en la capilla, entró en la
rar.
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«Desde su juventud estuvo abandonado a la Providen- Abundan los pobres, harapientos y hambrientos.
cia... Ha sido bendecido por Dios con grandes gracias y Montfort es uno de tantos en medio de ellos. No se dis-
ha correspondido fielmente. Nos ha parecido, a mí y a tingue. Les habla de otro Pobre, que nació en un portal y
los que le han observado de cerca, constante en el murió en la cruz. Más pobre que todos. Más mártir que
amor a Dios y en la práctica de la mortificación, ora- todos. Les habla de una Madre sencilla, humilde, buena.
ción, pobreza y obediencia. Tiene gran amor para so- Les habla, de un banquete en la patria eterna.
correr a los pobres e instruirlos...
Hacia una capilla abandonada va una procesión de
Pero su exterior tiene algo de singular; sus maneras no mendigos. Es una interminable representación de todas las
agradan a todos, es exigente y rígido en materia de per- miserias y de todos los dolores. Allí les habla un pobre
fección; muestra mucho celo y poca experiencia». como ellos. La capilla pronto se hace insuficiente. Se ten-
drán que trasladar a la plaza de mercado. A los pobres se
Todo era cierto. Era Montfort pobre con los pobres.
unen los curiosos. Toda la ciudad se conmueve. Es un
Llevaba cada día la cruz de Cristo. Pasaba largas horas en
inmenso templo, conmovido por un pobre de Dios.
oración... Pero esto no es comprendido por todos. No lo
comprenden los que no creen que pueda haber locos de «Duermo aquí sobre paja; no tomo desayuno; como
Cristo y de su cruz. poco por la noche. Gozando de buena salud, ¿puedo
seguir con las mismas prácticas?
Esta carta decidió al Obispo a recibir a Montfort. Por
otra parte, los pobres del albergue de Poitiers pedían insis- ¿Puedo disciplinarme una vez más por semana,
tentemente su presencia como capellán del hospital. siendo hasta ahora tres disciplinas semanales, o en
cambio llevar cilicio una o dos veces?» (Carta al P.
Entre tanto, Montfort recorre los caminos y las al-
Leschassier: 3-11-1701).
deas de Nantes. Predica misiones. Con todo el ardor de su
espíritu. Es una llama encendida e incendiaria que ya na- CAPELLÓN DEL ALBERGUE
die podrá apagar.
Por fin ingresó Montfort al albergue.
PROCESIÓN DE POBRES
No pensemos en un hospital o asilo de nuestros días.
En medio de sus predicaciones misioneras, recibe Nada de eso.
una carta del Obispo de Poitiers:
«Una casa vieja que amenazaba ruina; salas bajas en
"Nuestros pobres continúan pidiéndole... Yo me que yacían al azar los convalecientes, los enfermos y
veo en la obligación de decirle a Ud. que sus de- los moribundos contagiosos o no; remedios y cuida-
seos... me hacen juzgar que Dios lo quiere entre dos médicos casi nulos; alimentación insuficiente
ellos, si su Obispo le da licencia. Le ruego que se la mal preparada; y, en fin, un personal de empleados y
pida cuanto antes» (25-8-1701). enfermeros, mercenarios, sin compasión».
Pero Montfort duda. Así lo expone al Padre Leschas- Así nos describe un autor el hospital de París, en el
sier, su director espiritual. Quiere salir de San Clemente. siglo XVIII, antes de la entrada y atención de las Hijas de
Quiere dedicarse a los pobres. Pero su corazón es mag- la Caridad. ¿Qué serían los hospitales y casas de amparo
nánimo como el mar. Lo único que no le convence de la de una apartada provincia como era Poitiers?
capellanía del albergue de Poitiers es que sólo será sacer-
Montfort encuentra toda suerte de miserias corpora-
dote para unos cuantos. Y sus ansias apostólicas quieren
les y espirituales; suciedad, mala alimentación, envidias,
llegar a todas, a todas las almas. Así son los santos, no
rencores, angustias y desesperación.
miden fuerzas. Aunque parezca locura Solamente se deci-
de cuando piensa que estando en el albergue podrá, sin Montfort quiere empezar por las miserias corporales,
embargo, hacer incursiones por las ciudades y los campos sobre todo mejorar la alimentación. Recorre las calles de
para evangelizar a más pobres. Poitiers, acompañado de algunos pobres, pidiendo limos-
na para los asilados. Los ciudadanos dan generosamente.
Otra vez camino de Poitiers. A pie, como siempre.
Llevaba unas monedas que le había dado al despedirse el Hay que hacer una buena repartición con acertada
Padre Lévêque. Pero le queman en los bolsillos: se las da administración. Todo se va poniendo en orden. Se hace la
al primer pobre que encuentra. Y mendiga... el pan de ca- limpieza. Se lee durante la comida. Montfort sirve a la
da día. mesa...
Ahora el Obispo Girard le recibe inmediatamente y Y después, las miserias del alma, las angustias del
con los brazos extendidos. Hay una paternal sonrisa en su espíritu. Para ello, se hizo pobre, fue el primer pobre. Es-
semblante. Se han disipado todas las nieblas de duda. Pe- coge la habitación peor del albergue, la única manta que
ro la decisión de la capellanía del albergue de Poitiers no tenía la regala a un enfermo. Busca a los enfermos con
depende solamente de él. Es necesario que se reúna el males repugnantes: son sus amigos preferidos. Barre las
consejo de administración. Entre tanto Montfort residirá salas, limpia, consuela, venda, conforta.
en el Seminario. Él, feliz, porque así estará más libre para Una vez, encuentra en la calle a un enfermo pestilen-
predicar. Sigue siendo llama que es imposible ocultar bajo te, cubierto de úlceras. Le han expulsado de todos los asi-
el celemín. los. Está abandonado, tendido en el suelo, maldiciendo su
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suerte. Montfort se acerca, le tiende el brazo, le acaricia y Es necesario que nos acostumbremos siempre a ver
anima... Logra del administrador del albergue que le ad- «los defectos de los santos», para que no creamos que han
mitan en un cuarto apartado. Montfort pasará mate- nacido perfectos. Fueron como nosotros, con las mismas
rialmente el día con él. Le cura, le asea..., como la más inclinaciones: fruto del pecado. Pero ellos supieron oír a
cariñosa de las madres. Dios y ser fieles. Eso es todo. Nada más ni nada menos.
Pero una mañana el aspecto del enfermo es hediondo No es fácil. Ahí esta su heroicidad.
y repugnante. Parece que la carne se le caiga a pedazos. El Y aquí está el fundador. Duro, austero, casi insocia-
caritativo enfermero creyó que le iban a faltar las fuerzas. ble. Intransigente con el mal. Extraño hasta que le tildan
Se repone. Se acerca al ulceroso. Pone su boca sobre sus de loco...
llagas. Las besa con todo el amor de Cristo. ¡Cómo ha
cambiado el áspero e indomable Montfort! Pero... humilde, desprendido, caritativo... hasta la lo-
cura. Sí, supo ser loco de Dios.
Pero, también aquí conoce la incomprensión.
Es el prototipo del jefe, del general, del líder.
El capellán quiere orden. Que cada cual esté en su
sitio, sepa y cumpla sus obligaciones. Prepone un regla- Alto, de frente ancha, mirada penetrante, nariz agui-
mento para las empleadas. Prohíbe que se les suministren leña, cabellos castaños. Fuerza e inteligencia. Austeridad
licores alcohólicos a los que se embriagaban. Exige clari- y amor. Por los caminos de Dios va un caminante de mu-
dad en las cuentas. chos días. Muchas almas quieren seguirle. Es un cortejo
de pobres de Cristo pobre.
Resultado: la incomprensión, envidias y maledicen-
cias. Los que tenían la viciosa costumbre de embriagarse Montfort va a la cabeza. Hace ensayos de fundacio-
le insultan soezmente. La directora y el administrador nes.
creen que usurpa sus derechos, Las empleadas y enferme- LA SABIDURÍA DE LA CRUZ
ras se oponen a sus reformas, que las coartan en sus liber-
tades. En aquel albergue de Poitiers todo ha cambiado.
Ahora hay calma, paz y orden. Han pasado las duras crí-
Montfort tiene que retirarse unos días. Aprovecha ticas y asechanzas al reformador. Todos han quedado
para hacer ejercicios espirituales. vencidos por la caridad de Cristo. Y acuden a Montfort.
Vuelve al albergue cuando se había declarado una Él es el padre de todos, el consolador de todos. Las jóve-
terrible peste. El administrador muere víctima de la mis- nes enfermeras que antes le criticaban duramente, ahora
ma. Poco después agoniza la directora. Son ochenta muer- acuden a Montfort como el mejor amparo y consejero.
tos. Montfort multiplica sus esfuerzos: es el único que re-
El Padre Luis María reúne a algunas de estas enfer-
siste, el único que puede trabajar.
meras, empleadas y algunas asiladas en una comunidad,
A todos consuela, a todos ayuda. Asiste sus cuerpos en una asamblea de pueblo de Dios, diríamos hoy. Nace
y sus almas. una semilla de congregación. Tan sencilla como el «pe-
Los enfermos se dan cuenta de que es un hombre ex- queño rebaño» del evangelio. Tan pobre y simple que no
traordinario, heroico. posee nada. Tan desprendida del mundo que tiene por su-
periora a una ciega.
Vienen a pedirle perdón por lo que le han hecho su-
frir. Solamente importa «la sabiduría de la cruz». De
Aquel que muere desnudo, desprendido de todo, en un
Las enfermeras y empleadas también ahora le agra- madero.
decen sus esfuerzos. Montfort, pasada la terrible peste,
vuelve a ordenar todo, a establecer reglamentos. Y ensaya Las reuniones se celebran en un cuarto humilde del
entre aquellas personas una congregación religiosa, que hospital, al que llaman «La Sabiduría». No hay nada que
luego lanzará al mundo para servicio de las almas, para atraiga los ojos. Sólo destaca una enorme cruz de madera.
gloria de la Iglesia. Entremos: allí se ora, se medita, se lee, se trabaja...
VIII - LLAMA DE DIOS «He aquí cuán bueno y deleitoso reunirse en uno los her-
manos».
MONTFORT, FUNDADOR
Observan un reglamento exacto. Se levantan a las
El fuego se convierte en llama. La llama incendia,
cuatro de la mañana. Luego una hora de oración y se reza
crece, se propaga. Pronto será incendio de Dios. No sé por
el primer rosario del día. Oyen la Santa Misa. Luego el
qué a todos los autores les gusta comparar a Montfort con
trabajo habitual hasta el mediodía. Después del almuerzo,
el fuego. Tenía fuego en su alma. Todo él era fuego de
una hora de descanso. Y luego el segundo rosario. Se
Dios.
reanudan los trabajos. A las cinco y media tenían media
Hemos visto que quería fundar «una pequeña y po- hora de meditación, la cual terminaba con el tercer ro-
bre compañía». sario. Se guarda absoluto silencio todo el día, excepto el
¿Valdrá Montfort para fundador? recreo después del almuerzo y la media hora que seguía a
la cena.
Parece que no, en verdad.
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Es un reglamento completo para una congregación En el mismo retiro, les hace la comparación de Cris-
religiosa. Es un ensayo perfecto. Será el mismo horario to entre rosas con Cristo en la cruz. No es un camino de
que practicarán más tarde las Hijas de la Sabiduría. rosas, el que conduce a Cristo, es una vía de dolor y san-
gre.
Montfort las orienta, las dirige. Les habla de Dios
Padre; del Verbo, única Sabiduría de Dios; de María, Se- - Para seguir a Cristo, yo voy a ayunar a pan y
de de la Sabiduría. Les va descubriendo los ocultos cami- agua. ¿No quieren Uds. hacer otro tanto?
nos de Dios. Les va despertando la sed. Va naciendo en
Y todas aceptan.
ellas una fuente de agua viva que salta hasta la eternidad.
María va madurando para Dios.
Pero... llega pronto el «hombre enemigo», el enemi-
go hombre que siembra la cizaña en los campos del padre. Muchas veces insistía ante su director:
Y empiezan las rencillas, las envidias, las críticas y las ca- - Padre, ha llevado a muchas jóvenes a comunida-
lumnias de las otras empleadas y asiladas que no han sido des religiosas. ¿No ve que yo deseo entrar en religión?
acogidas en la congregación. Y Montfort sufre en silen- ¿Por qué no me atiende? ¿Por qué no me ayuda a conse-
cio, como Cristo, los insultos de aquellos a quienes había guir lo que más ansío?
hecho tanto bien.
Y el Padre respondía, sin más explicación:
Pero es prudente, y ama la paz. Por ello sin abando-
nar el albergue, se dedica con más celo a la evangeliza- - Consuélese, hija. Será religiosa.
ción de la ciudad, hasta que se haga la calma. Y predica, BALANCE DE UN TRABAJO
confiesa, aconseja continuamente.
Abandono en Dios.- «Dios mío, Dios mío, ¿por qué
«Vivo en una perpetua misión, predicando y confe- me has abandonado?» Así podía exclamar Montfort al fi-
sando casi sin interrupción, desde la mañana hasta la tar- nal de todos los trabajos, como Jesús en la cruz, al final de
de, y dando consejos a infinidad de personas» su vida mortal. Pero, como Cristo, no será un reproche,
MARÍA LUISA TRICHET sino un tirarse confiado en los brazos de la Providencia.
Entre las jóvenes dirigidas, una atraer principalmente En marzo de 1702, muere su insigne protector el
su atención. Le parece al Padre Luis María enviada por el Obispo de Poitiers, Mons. Girard. Queda sin el amparo y
cielo para las grandes obras que proyecta. apoyo del Obispo amigo y convencido de la obra del ca-
pellán del hospital.
María Luisa era humilde, penitente, modesta. Su pa-
dre era excelente cristiano y veía bien la inclinación reli- El Padre Leschassier no quiere dirigir su alma.
giosa de su hija. No así la señora Trichet, a quien dis- Nombrado Director General de los sulpicianos, se entrega
gustaba el aire piadoso de María Luisa. Esta se confía a la totalmente a la tarea que le es encomendada. Estaba desde
dirección de Montfort. La madre le dice un día: «Me han tiempo buscando una disculpa para resarcirse de la direc-
contado que te diriges con ese sacerdote del hospital. Te ción de aquella alma difícil como todas las almas grandes,
volverá loca como él». Era verdad, la chispa estaba pren- de aquella alma que él nunca había entendido plenamente.
dida, vendría en seguida la locura de Dios. Decide no dirigirle más y se lo expresa con frases duras.
LOCURA DE DIOS Montfort le había entregado su espíritu. Confiaba en
él y con él consultaba todos sus problemas. Ahora le deja.
Quiere probar. Quiere que nadie le siga a él, sino a Montfort no es capaz de resignarse.
Cristo. Con la aspereza y el desprendimiento de la cruz.
Porque para llegar a Cristo hay un camino de sangre y «el Triunfos de Dios.- A pesar de las negativas del Padre
Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Leschassier, Montfort seguirá escribiéndole, esperando
vanamente una respuesta. El albergue de Poitiers ha cam-
Como preparación al Pentecostés de 1702, Montfort biado. Ahora se hace oración, hay orden y disciplina.
dirige unos ejercicios espirituales. Asiste María Luisa. Es
la hora del almuerzo. «Dios ha querido servirse de mí para obrar grandes
conversiones en casa y fuera de ella. La hora de le-
- Se necesita una de ustedes que lea durante la co- vantarse, la del descanso, de la oración vocal, del ro-
mida. sario en común, del refectorio en común, de los can-
Se adelanta María Luisa inmediatamente. tos y hasta de la oración mental para quien desea ha-
cerla, todo ello sigue en pie, a pesar de las contra-
- Es usted una presuntuosa, ama demasiado la os-
dicciones» (Carta al P. Leschassier: 4-8-1702).
tentación. Es usted la más joven de todas las asistentas,
por ello debía permanecer en su lugar. Fracasos del Hombre.- Ha habido una siembra de
Dios. Ha cambiado la vida espiritual de las almas. Pero
Así habla Montfort. Así actúa Montfort. No es agra-
desaparece el hombre, «es necesario que yo disminuya
dable a los ojos de la carne la cruz del Señor.
para que Él crezca».
María Luisa llega tarde un día a la meditación:
«Un pobre de carácter orgulloso se ha puesto de a-
- Hija, hoy no entrará, quédese afuera en castigo de cuerdo con algunos libertinos para hacerme la gue-
su falta de puntualidad. rra. Llevaron quejas a los administradores; atacaron
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mi conducta, porque, con caridad a la par que con Esto antes que nada. Después vendrá todo lo demás.
firmeza, les reprocho sus vicios, como las embria-
Así obra Montfort.
gueces, riñas y escándalos...
Tendremos ocasión de comprobarlo clarísimamente
Se encuentra en el albergue una muchacha que tiene
ahora.
el carácter más astuto, más político y, al mismo ti-
empo, más orgulloso que jamás he conocido; ella es LUISA GRIGNION
también la que ha armado todo este barullo». (la Luisa había precedido a Luis María en su venida a
misma carta). París. Ya lo hemos visto. La había traído la señora Mon-
IV - EL AMOR A SU FAMILIA Y tespán. Después fueron recibidas en la abadía de Fonte-
CALVARIO EN PARÍS vrault otras dos hermanas, de las cuales sólo una profesó,
la otra por falta de salud tuvo que salir del monasterio.
CIENCIA SUBLIME
Luisa estaba en la comunidad de San José. Pero la
No cabe duda que Montfort lo aprendía todo en el
señora Montespán dejó de pagarle la pensión. Luisa tenía
Evangelio. No sabía ninguna otra cosa «si no es a Cristo,
veinte años. Temía verse abandonada y sin recursos en la
y a Éste crucificado». Estaba. Cristo era para él la «piedra
difícil metrópoli de París.
angular», era el punto de referencia de todo su modo de
proceder. Pide amparo y socorro a su hermano Luis María. Es-
te será todo un dechado de perfección en estas relaciones
«No penséis que he venido a poner la paz en la tie-
para con su hermana. Primeramente le hará ver el aban-
rra; no vine a poner paz, sino espada. Porque he ve-
dono a la Providencia y la confianza plena en Dios, antes
nido a separar al hombre de su padre, y a la hija de
que en nadie. Le hará comprender la perenne lección de la
su madre, y a la nuera de su suegra, y a los enemigos
cruz de Cristo. Será para su hermana la mejor y primor-
del hombre serán los de su casa. El que ama al hijo o
dial ayuda, el amparo espiritual de la perfección de su es-
a la hija más que a mí, no es digno de mí; y el que
píritu.
no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de
mí. El que halla su vida la perderá, y el que la per- Pero a la hora de las dificultades difíciles, cuando en
diere por amor de mí, la hallará» (Mt 10, 34-39). verdad hay que socorrer por todos los medios, Luis volará
al lado de su hermana. Mendigará para ella el pan de cada
Es verdaderamente admirable cómo había calado
día. No escatimará sufrimientos, desprecios y sacrificios
Montfort en estas palabras de Jesucristo, y cómo las ac-
sangrantes del cuerpo y del corazón.
tualizaba con tanta naturalidad, rayando en lo senci-
llamente sublime. RESPUESTA A LO DIVINO
Así lo vamos a ver con ocasión de encontrarse su Luis María contesta a la llamada de su hermana, en-
hermana Luisa en graves dificultades en París. Acude al vuelta en dificultades, con esta preciosa carta, síntesis per-
Santo. Este reacciona según las enseñanzas de Cristo. fecta de su alma empapada de Dios y del Evangelio de su
Hijo.
Dios nos manda amar a nuestros familiares intensa-
mente. Nos dice el Señor que tenemos que amar al próji- «Hermana querida en Jesucristo:
mo como a nosotros mismos. Este es el mandamiento que ¡Reine en nuestros corazones el puro amor de Dios!
nos distingue de los que no conocen y siguen a Cristo. Pe- Aunque corporalmente alejado de ti, no lo estoy de
ro, si hemos de amar a todo hombre, ¿con cuánta más ra- corazón, porque el tuyo no lo está de Jesucristo y de
zón no hemos de amar a aquellos a quienes Dios nos ha su Santísima Madre, y eres hija de la divina Provi-
unido con vínculos de sangre, de gratitud o por su sacra- dencia, puesto que sólo ahora empiezas a practicar la
mento? confianza y el abandono perfecto que te pide. No se-
Sin embargo, el amor a la familia a veces nos trai- rás recibida como profesa e hija de la Providencia
ciona. Es más sensible que el amor a Dios, y por ello a sino cuando tu abandono sea total y perfecto y tu sa-
veces nos olvidamos de que «tenemos que ocuparnos de crificio completo.
las cosas de nuestro Padre celestial». Hemos de amar a Dios te quiere, querida hermana; Dios te quiere se-
nuestros padres y hermanos más que a nadie en la tierra. parada de cuanto no sea Él y tal vez abandonada
Pero no, más que a Dios. Ellos no deben nunca ser obs- efectivamente de todas la creaturas; pero consuélate,
táculo para nosotros del amor que debemos a Dios. alégrate, sierva y esposa de Jesucristo, de parecerte a
Por otra parte, el mejor amor para nuestros familiares tu Maestro y Esposo. Jesús es pobre; Jesús es aban-
es el que nace del espíritu. Es decir, devolverles un amor donado; Jesús es despreciado, arrojado como las ba-
concentrado en Cristo. Hacerles reaccionar a lo Cristo, rreduras del mundo. Feliz, mil veces feliz, Luisa
que descubran antes que nada la Providencia del Padre Grignion si es pobre de espíritu, si se ve abandona-
celestial. Que «no hallen su vida», es decir: no es lo prin- da, despreciada y arrojada como las barreduras de la
cipal que nosotros seamos la solución de su vida material, casa de San José. ¡Entonces será verdaderamente
sino el apoyo de su vida espiritual. Y que comprendan la sierva y esposa de Jesucristo; entonces sí que será
cruz de Cristo, que es el signo de sus discípulos. profesa de la divina Providencia, ya que no del Insti-
tuto.
19
Dios quiere de ti, mi querida hermana, que vivas al mansedumbre y modestia acostumbradas, y se retiró
día como el pájaro en la rama, sin preocuparte del tan tranquilo como había llegado» (Blain).
mañana; duerme tranquila sobre el pecho de la divi-
El comentario del Padre Leschassier a esta visita fue
na Providencia y de la Santísima Virgen, no preocu-
tajante: «El Padre Grignion es muy humilde, pobre, morti-
pándote sino de amar y de agradar a Dios, puesto
que es ésta una verdad infalible, un axioma eterno y ficado y recogido; y sin embargo me resisto a creer que
divino, tan cierto como que hay un solo Dios (ojalá sea conducido por el Espíritu de Dios».
pudiera grabarlo en tu mente y en tu corazón con ca- Hasta el mismo Blain quedó convencido de que
racteres indelebles), esta sentencia del Evangelio: Montfort no procedía bien, y se apartó de él «concibiendo
Busquen primero el “reino de Dios y su justicia, y algún temor de mantener con él íntimas relaciones».
todo lo demás se les dará por añadidura”.
¡Oh, Señor, cuánto haces sufrir a los que amas!
Si cumples la primera parte de este precepto divino,
Dios, infinitamente fiel, cumplirá la segunda; quiero POBRE EN MEDIO DE POBRES
decir que si sirves fielmente a Dios y a su Santísima Un antiguo condiscípulo lo acoge caritativamente y
Madre, no carecerás de nada ni en este mundo ni en lo recomienda a la Superiora de las Benedictinas del San-
el otro, ni siquiera de un hermano sacerdote que será tísimo Sacramento. La Congregación era reciente. Y su-
siempre tuyo en sus sacrificios para que seas toda de mamente pobre. Por ello, Montfort se alegra. Allí se sien-
Jesús en los tuyos» (Carta: Febrero de 1701). te bien. Llama al torno.
AL LADO DE SU HERMANA - Por lo que a Ud. le toca -dijo la Superiora-, le
El misionero obtiene que su hermana permanezca en ofrezco, mientras permanezca en París, la porción que po-
San José de París por algunos meses más. Pero en Julio de nemos cada día en nuestro comedor, ante la imagen de
1702, Luisa se halla de nuevo sin protección y sin recur- Nuestra Señora.
sos. - Acepto -contesta Montfort.
Entonces Montfort sale secretamente del albergue y - Le pasaremos la comida por el torno y podrá ir a
de Poitiers, camino de París. Como siempre, marcha a pie, comer en uno de los locutorios.
sin dinero, sin más vestidos que los que lleva encima, dis-
puesto a mendigar. - Le doy las más vivas gracias. Pero le pido deje
que traiga conmigo a uno de mis hermanos.
Llega a Angers. Se le llena el corazón de alegría. El
Padre Brenier, uno de sus antiguos superiores en San Sul- Sus hermanos eran los pobres. Cada día venía el in-
picio, se halla ahora en el Seminario. Corre a saludarlo. digente de Dios con un hermano pobre como él. La comi-
La comunidad se halla en recreo. Montfort se dirige al da pobre era repartida con los pobres.
amado superior rebosante de gozo. Pero el Padre Brenier
SU HERMANA, RELIGIOSA
le desprecia y rechaza delante de todos. No le concede ni
un trozo de pan con que saciar su hambre. Un día se anima a interceder por su hermana Luisa
Esta fue quizás la prueba más dura para Montfort. ante la Superiora:
Como Cristo de los nueve leprosos ingratos, Montfort - Quizá pueda prestar algunos servicios como lega
también se queja amargamente: «¡Cómo es posible que en en una de vuestras casas.
un Seminario se trate tan duramente a un Sacerdote!»
- Para decidirlo es necesario verla antes.
SIGUE UN PENOSO VÍA CRUCIS
Pero la impresión que produjo Luisa no era favora-
Montfort llega a París. Parece un esqueleto que se ble: demasiado débil para los trabajos manuales, enferma,
arrastra penosamente. Los zapatos rotos, los pies llagados, sin ánimos.
los vestidos deshechos. Débil. Apenas puede sostenerse
en pie. No podía ser admitida sino como religiosa de coro.
Llama a la puerta del hospital de beneficencia. Son Faltaba el ajuar y la dote.
necesarios quince días de descanso para reponer sus fuer- Es necesario intensificar la oración y los ayunos.
zas. Las religiosas del hospital le cuidan con cariño de Más confianza en la Providencia.
madre. Al fin puede salir a la búsqueda de su hermana.
Las mismas benedictinas, interesadas y convencidas
La encuentra totalmente desamparada y desprovista de la santidad de aquel buen capellán pobre, acuden a sus
de lo más necesario bienhechores y conocidos. Nada se consigue.
En París sólo conocía a sus antiguos maestros de San Montfort redobla sus súplicas al Padre y sus peniten-
Sulpicio. Allí estaba su cordialmente amado Padre Les- cias. De modo inesperado, una señora, no muy rica, ofre-
chassier. Era lógico que acudiera a él con la viva esperan- ce todo cuanto es necesario.
za. Pero...
Luisa Grignion entra religiosa a fines de Octubre.
«Fue recibido de manera fría y desdeñosa, y despe-
Fue enviada a Rambervilliers. Recibe el nombre de Her-
dido afrentosamente, sin dignarse siquiera hablarle y
mana San Bernardo.
escucharle. Yo, que estaba presente, quedé mudo y
sufrí horriblemente. Mas él soportó todo con su Montfort vuelve alegre y confortado a Poitiers.
20
UNA CARTA A SUS PADRES el sagrado dinero de los fieles, cambien las circunstancias
y el nivel social de sus familiares.
Esta ciencia sublime de Montfort para con sus fami-
liares se manifiesta asimismo en una carta que escribe a Montfort es lección sacerdotal perenne.
sus padres mucho más tarde, siendo él misionero en Poi-
La mejor recompensa son las oraciones y el sacrifi-
tiers. Ellos le habían pedido dinero. Montfort da a su ma-
cio de la Misa ofrecido por manos del hijo sacerdote.
dre una respuesta, extraña e incomprensible para muchos:
La más profunda alegría es el saber que han dado un
«Prepárese para la muerte, que la asedia con tantas
hijo a Cristo y a la Iglesia.
tribulaciones. Sopórtela cristianamente, como está
haciendo. Continuamente debemos llevar nuestra Que tienen un hijo ante el altar de Dios que cada día
cruz. pide por ellos durante la vida de ellos y después de su
muerte.
Le es necesario e infinitamente ventajoso verse em-
pobrecida en sumo grado, ser despreciada y abando- Como decía el buen Papa Juan XXIII, en su Testa-
nada de todos y aun llevar una existencia peor que la mento:
misma muerte, si tal es la voluntad de Dios. «A mi querida familia “según la carne” -de quien no
Aunque no le escriba, sin embargo no la olvido en he recibido ninguna riqueza material- no le puedo
mis oraciones y sacrificios. La amo y venero tanto dejar nada más que una muy grande y especialísima
más perfectamente, cuanto que la carne ni la sangre bendición, con la invitación a mantener aquel temor
tienen parte en ello. de Dios que me la hizo siempre tan querida y ama-
da...»
No me grave con el cuidado de mis hermanos y
hermanas. Hice por amor a ellos cuanto me pedían X - LAS HIJAS DE LA SABIDURÍA
Dios y la caridad. No tengo ahora ningún bien tem- MORTIFICACIÓN, SACRAMENTOS, MARÍA
poral con qué auxiliarlos, siendo como soy el más
pobre de todos. Los pongo a ellos en manos de Estamos en el tiempo del Jansenismo más feroz. Au-
Aquel que los creó. tores e incluso predicadores empleaban todas sus fuerzas
para apartar a las almas de la Comunión, de los demás Sa-
Que se me tenga por muerto. Lo repito para que no cramentos, de Cristo y de María, de todo lo que significa
se borre de la memoria: que se me tenga por muerto. consuelo espiritual y fortaleza del alma.
No quiero ver ni tocar cosa alguna de la familia en la Montfort irrumpe valientemente, con toda la energía
que Dios me hizo nacer. Renuncio a todo, fuera de de su alma intrépida, contra aquellas aberraciones.
mi título de ordenación, pues la Iglesia me lo prohí-
be. Mis bienes, mi patria, mi padre y mi madre están La reunión de aquellas enfermeras y pobres del al-
en el cielo. bergue de Poitiers, presididas por una cieguecita, instala-
das en una sala austera con una gran cruz de madera... es
Es cierto que le debo muchísimo, a Ud. y a mi pa- la más sublime lección de la confluencia de la mortifica-
dre, por haberme dado el ser, creado y educado en el ción y del amor.
temor de Dios y prodigado infinidad de atenciones.
Por ello le doy mil gracias y todos los días pido por Montfort les hablará de la Eucaristía, del amor de la
su salvación, lo que haré durante su vida y después cruz, de la Madre de Dios, de todo cuanto significa calor
de su muerte. Pero de mí nada más espere mi familia espiritual. Les exigirá penitencia dura y profunda, pero
natural. ello sólo será lo exterior. La savia vivificadora y profunda
la constituirá la caridad de Dios. El les animará, contra
En la nueva familia a que pertenezco, me desposé toda costumbre, a recibir la comunión diariamente.
con la Sabiduría y con la cruz, en quienes hallo to-
dos los bienes temporales y eternos. Y el amor a María... era algo cálido, filial, cercano.
Más adelante hablaremos de las características de la de-
Ninguno, o al menos muy pocos, entienden el len- voción mariana de Montfort. Bástenos ahora anotar que él
guaje que hablo. Ud lo entenderá en la eternidad, si estaba convencido de que el amor a la Madre buena del
se salva...» (28-8-1704). cielo, como la llamaba Luis María, era el más poderoso
Esta carta parece un eco fiel de aquellas palabras del dique contra toda infiltración jansenista, contra toda abe-
Señor: «¿Quiénes son mi madre, quienes mis hermanos?... rración.
Los que cumplan la voluntad de mi Padre que está en los Todas estas virtudes fueron plasmadas por Montfort
cielos». en un alma con locura de Dios, en una alma paralela, que
El desprendimiento del sacerdote, su total pobreza, supo ser fiel, a la que Montfort escogió como Superiora
es un estado que nadie puede impedir. Y muchas veces se de la naciente congregación y a la que él modeló plena-
da la tristísima paradoja. Demasiados sacerdotes han re- mente a su estilo, que era el estilo de Jesucristo.
nunciado a una familia natural, a una esposa e hijos, y se FORMANDO A MARÍA LUISA TRICHET
han hecho cargo, pesadísima carga, de sus familiares.
Ellos parecen los responsables del bienestar material de su La hemos visto ansiosa de consagrarse por entero a
familia, de todos sus sobrinos y primos... Quieren que con Dios. Pero Montfort no la juzgaba suficientemente plena
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para Dios. Y por ello las esperas y las evasivas. Quería Y pronto, todos verán a María Luisa, la apuesta da-
que ansiase a Dios como el sediento un vaso de agua fría. ma, someterse a los más humildes servicios. Come el pan
negro de los pobres. Se hace sirvienta de los menestero-
De día en día, la señorita Trichet se sentía con más
sos. Enfermera, madre cariñosa de los apestados. Enfer-
deseos de entrar en religión.
mos a veces groseros, siempre de educación inferior, exi-
Cansada de tanto esperar, un día aborda a su director. gentes en todos los momentos.
- ¿Qué debo hacer, para obedecer a la voluntad de - No puedo más, Padre mío. Esta vida me es extra-
Dios? ña. Es superior a mis fuerzas.
- Hija mía, venga a vivir en el albergue. - Entonces, no has penetrado la Sabiduría de la
Muchos años había esperado esta respuesta. Su cora- Cruz.
zón se dilataba como el mar abierto. - Quiero entregarme a Dios, pero a veces es dura la
Era rica. Siempre había sido servida por muchos Cruz del Señor. De una manera particular me resulta im-
criados. Nunca había sabido lo que era la pobreza, la ne- posible a veces tomar la sopa aguada en la vil escudilla de
cesidad y el hambre. madera.
Ahora se iba a unir a un grupo de pobres, enfermos, Y el capellán le narraba lo que él había hecho con un
tullidos y ciegos. No para ser servida sino para servir. enfermo llagado. La animaba con caridad ardiente, no le-
jos del heroísmo austero. Porque servir a Dios es abrazar-
Pero su alma estaba sedienta de Dios. El Padre Luis se a la Cruz por amor. Y María Luisa se animaba. Se
María había logrado encender en su corazón una chispa abrazaba más a la Cruz de Cristo. Iba formando a Dios en
de aquella hoguera que consumía el suyo. su espíritu.
Y empiezan los preparativos. Lo primero que se ne- CRUZ Y AMOR
cesitaba era obtener el permiso para ingresar en el alber-
gue. Acude al señor Obispo, Monseñor Poype. Pero el Pero Montfort no era un predicador del sacrificio por
consejo de administración no la admite. Otra vez acude al el sacrificio. Iba poniendo en cada acto de mortificación
Monseñor. Y éste, al verla tan decidida, apoya la petición la profundidad y la esencia, lo sustancial: el amor.
con toda su autoridad. Porque su cruz es sangre y sacrificio total. Pero para
Por fin, la reciben. La nombran adjunta a la Directo- que sea cristiana tiene que tener a Cristo, síntesis del
ra. amor, al Padre y a los hombres. Porque «nadie tiene ma-
yor amor que éste de dar la vida por el ser amado».
- Señora Directora, yo no he traído a la señorita
María Luisa al albergue para el cargo que tiene - Montfort Montfort le dirá a María Luisa que cada enfermo es
acude a la Directora. otro Cristo, que cada mortificación pesa en la balanza de
Dios para salvar almas. Que cada sufrimiento nos asemeja
- Pero es de muy buena familia y no puede ocupar más a Cristo paciente. Que cada gota de dolor imprime en
un cargo inferior. Las altas damas de la sociedad de Poi- el rostro de nuestra alma un nuevo rasgo del Señor.
tiers verían mal que no le diésemos ningún cargo impor-
tante, o que fuese una empleada sin autoridad. Y ella comprenderá, sabrá ser fiel.
- Pero Dios llama a María Luisa para cosas más al- LA EUCARISTÍA
tas. Montfort anima a María Luisa a comulgar diaria-
- ¿Cuáles son sus proyectos, Padre Montfort? mente. Era en contra de toda la práctica cristiana, infiltra-
do el jansenismo.
-Es necesario que ingrese en la reunión de la Sa-
biduría. Ese sería el principal alimento que fortalecería y da-
ría calor al espíritu.
La Directora no puede disimular un gesto de extra-
ñeza y de inteligencia penetrante. El pan eucarístico se asimila. Y se va asimilando a
Cristo. Sólo eso quería Montfort; que su dirigida obtuvie-
- Luego ¿la quiere poner a la cabeza de su pequeña se el mayor parecido con la figura del Salvador.
congregación?
Y muchas horas delante del sagrario. Hablando con
- No -exclama el terrible Director-, quiero enseñar- el Amado. Para conocer sus sentimientos, para incendiar
la a servir y a obedecer. el corazón, para vaciarse de sí misma y llenarse de Cristo.
ENSEÑARLA A SERVIR Y OBEDECER Con su misma doctrina, con sus mismos criterios, con su
mismo estilo.
No era fácil. No sería una discípula avezada aquella
dama aristocrática, elegante y apuesta, que siempre había Todos los miércoles eran días de retiro total. El mi-
tenido admiradores, servidores y súbditos. sionero se encerraba en un pequeño hospicio. María Luisa
se recogía en absoluto silencio delante de Dios. Casi todo
Pero Montfort irá modelando a Cristo a base de un el día lo pasaban en la capilla en ambas residencias. Me-
continuo esfuerzo. ditación, penitencia, ayuno total. Delante de Dios.
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Así iba formando Montfort aquella alma para Dios. Hasta prohibirle que bajase al locutorio cuando venía
Como el alfarero que toma un trozo de barro y lo tornea, su santo hermano sacerdote a visitarla. Locuras de Dios.
vuelta tras vuelta, hasta componer una magnífica vasija.
UNA HERMANA EN CRISTO
UN TOSCO SAYAL
Una sola religiosa no forma comunidad. Las inváli-
- Hija mía, he resuelto hacerle cambiar de vestido. das y enfermas no pertenecían a la congregación, seguían
La joven creyó que se trataba de un simple cambio su reglamento particular, pero era una especie de ensayo
por un vestido más elegante. para la fundación posterior.
- Pero ello costará mucho dinero. Montfort busca una compañera para Sor María Luisa
de Jesús.
- Una persona caritativa me regaló diez escudos.
Visitando la familia de uno de los congregantes, se
- Con diez escudos mala tela podremos comprar. encontró con una joven llamada Catalina Brunet.
- Será lo suficiente para un austero sayal penitente. No tenía nada de falsos misticismos. Parecía disipa-
La joven se va dando cuenta de que se trata de un da. Sin embargo, el Padre Montfort vio en ella a la elegida
hábito simple y tosco. por la Providencia.
- Acepto. Pero es preciso que mi madre consienta. Empezó a hablarle del mundo del espíritu, de sacrifi-
cio, de renuncia.
- Vaya a pedir el permiso a su madre.
Frecuentemente, en medio de las pláticas del austero
La señora Trichet creyó también que se trataba de director, Catalina, aburrida, le interrumpía con alguna
algún traje nuevo. No puso ningún inconveniente.
canción moderna. El Director la reprendía.
Montfort mismo escoge la tela. Dura, tosca, áspera.
- Pero ¿será imposible que atienda?
De color gris.
- Si canto lo hago por la música.
Hace confeccionar un vestido largo, sencillo.
- Pero esas canciones tienen una letra mundana.
Llama a María Luisa a la Sala de la Sabiduría. Una
cruz de madera. Silencio. Asiste un sacerdote. - Déme una canción con la misma música alegre, y
- Hija mía, recibe este hábito. El te servirá de gran gustosa cantaré cosas de Dios.
ayuda contra toda clase de tentaciones. Y el Padre Luis María le dictaba una letra improvi-
Era la Fiesta de la Purificación del 1703. Nacía en la sada. Hablaba de un mundo interior, de las cosas del espí-
Iglesia una nueva familia religiosa. Las Hijas de la Sabi- ritu. Catalina la adaptaba a la música, a la tonada moder-
duría. De la Sabiduría de la Cruz. na... y cantaba, cantaba alegremente al Señor.
Con una primera religiosa: Sor María Luisa de Jesús. Exterior libre y frívolo. Distraída y alegre. Pero por
dentro un alma grande. Y eso era lo que le interesaba a
Aquel hábito suscitará una verdadera tormenta en la Montfort.
familia y conocidos de María Luisa. Todos se escandali-
zan llenos de estupor. La creen loca. La madre vendrá a El fundador comenzaría la difícil y terrible tarea de
reclamar a su hija. «No le pertenece, es de Dios», dirá modelar a Cristo en aquella alma aparentemente indife-
Montfort... rente. Cruz, penitencia, Sacramentos, amor a María. Era
la sublime táctica de Luis María.
LA LOCURA DE LA CRUZ ES CONTAGIOSA
Como primer oficio, se le encomendó que sirviese de
Sí, es la única locura que se contagia. Se pega a la guía de la cieguecita, superiora de las inválidas.
carne. Penetra en los huesos. Inunda el espíritu.
- Padre mío, nos ha dado una superiora ciega. Y
Y a Montfort lo habían tenido siempre por loco. Por soltaba una carcajada.
desequilibrado. Sí, que estaba loco por Dios, pero con el
más seguro equilibrio de una cruz. - Hija mía, no debe reírse de los defectos de los
hermanos.
Y Montfort contagia su locura.
- Pero así, son los inferiores los que conducen a los
Un día ordena a Sor María Luisa de Jesús salir a las
superiores.
calles de la ciudad calzando los zuecos que se usan en las
aldeas. Risas y burlas. Locuras de Dios. - No importa la persona del superior. Obedezca por
amor a Dios. Vea a Dios en cada superior.
Quitarle el libro que leía con fruidez por probar los
quilates de su paciencia. Locuras de Dios. Y Catalina no vacilará en hacer en manos de aquella
Que bese el suelo en presencia de los pobres. Locu- ciega inválida su voto de obediencia.
ras de Dios. LA LUCHA CON SATÁN
Quemarle las cartas de la familia estando ella delan- La obra estaba en marcha. Montfort había «luchado
te. Locuras de Dios. como buen soldado de Cristo Jesús». Había trabajado a
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todas horas. «Había sido fiel». Le costó mucho: sacri- Y suspende “a divinis” a Montfort. No podrá cele-
ficios, renuncias... Pero al fin tenía dos ejemplares total- brar Misa ni administrar los sacramentos. Lo más penoso
mente vacíos de sí mismos y llenos hasta rebosar del espí- para el alma del apóstol.
ritu de Cristo. Pero Dios nunca abandona a los suyos.
Y era el comienzo. Detrás de aquellas dos almas Unas horas después, todo estaba esclarecido maravi-
consagradas vendría un ejército de vírgenes siguiendo una llosamente.
bandera, la cruz del Señor. Amando un destino. Dis-
puestos a morir por una causa: Jesús y María. Pero persistían las calumnias, la hostilidad se hacía
fuego.
El espíritu maligno lo sabía. Veía el presente, atisba-
ba el futuro. No podía resignarse. Montfort tiene una táctica para ello. El silencio. Dios
hará lo demás.
La rabia irreconciliable del demonio se manifestó
muchas veces para con el intrépido director. Pero en esta Se aleja por un tiempo. Ya el Señor sabrá aplacar las
época se recrudeció. pasiones.
Aparecía golpeado. Le arrastraban por el suelo. No XI - PIDA PARA MI UNA CRUZ PESADISIMA
aparecía quien le maltrataba. OTRA VEZ PARÍS
«Una enfermera asegura que el demonio daba tor- ¿Para qué aquel viaje a París? No hallaría amigos.
mentos terribles a Montfort -narra su primer biógra- No tendría un púlpito para predicar. No encontraría un
fo-. Una vez estando yo -son palabras de la enferme- confesionario para perdonar los pecados...
ra- en el jardín, oí voces alarmantes como de alguien
«Los hombres apostólicos... se dirigen, sin com-
que está en dura pelea con otra persona. Era Mont-
prender la causa de ello, a donde place al Divino
fort en lucha titánica con Satán.
Guía conducirlos» (Padre de La Clorivière).
Yo tenía -continúa la enfermera hablando a un sa-
Y Montfort se deja conducir por el Espíritu.
cerdote- mi habitación al lado de la capilla. Oí una
vez a Montfort dando gritos en la capilla. Fui co- Otra vez a pie, con su crucifijo y su breviario. Con
rriendo. Estaba arrastrado por el suelo, envuelto en una estatua de María, una Biblia y los instrumentos de
un sudor copioso. Era arrastrado. Pero no se veía a penitencia. Camina un sacerdote, suplicando limosna, por
nadie, que lo empujase. Montfort decía entre lágri- los caminos de Francia.
mas: 'Oh, Virgen Santa, mi buena Madre, ven en mi Y llega a París. Va en busca de los más desampara-
ayuda». dos. Los encuentra en el hospital. Pero, al cabo de cinco
Y LOS ENEMIGOS HUMANOS meses, le ordenan marchar. Se le cierran todas las puertas.
Y volverá gustoso a compartir el pan de lo pobres en el
Sin embargo, sus peores enemigos fueron los hom- Monasterio de las Benedictinas.
bres. Durante toda su vida tuvo que soportar injurias, en-
vidias, incomprensiones. Y calumnias diabólicas. Parece «Pida para mí extrema pobreza, abyecciones, humi-
fatalmente que el espíritu del demonio se encarnaba, a ve- llaciones, una cruz pesadísima, suplicando a Dios
ces, en cuerpos humanos para hacer fuerza y poder valer- que, en vista de mi infinita debilidad, no me aban-
se mejor contra Montfort. done a mis solas fuerzas...
Montfort se paseaba un día por las riberas del Clain. No crea que me retengan en París bienes temporales
Unos mozalbetes estaban en la orilla dispuestos a bañarse. o criatura alguna. Aquí no tengo ningún amigo, fue-
Con frases y gestos groseros se permitían toda serie de ra de Dios. Los que tenía me han abandonado»
(Carta a María Trichet: 24-10-1703).
indecencias a la vista de unas lavanderas.
Las oraciones fueron escuchadas. Expulsado del
Montfort arremete contra ellos con toda la furia de su
hospital, halló albergue debajo de la escalera de una casa
alma intrépida. Saca unas disciplinas y les propina buenos
de Religiosas, en medio de tal incomodidad y miseria que
latigazos. Los espantó inmediatamente, pero más con la
ningún mendigo se hubiera resignado a aquella desola-
fuerza de su ardiente celo, que con la fuerza de los golpes.
ción.
No paró aquí la cuestión. Los muchachos acuden al
Sin embargo, Montfort era feliz.
Obispo. «Estábamos nosotros bañándonos con todo reca-
to. Pasa Montfort, y, sin motivo, arremete contra nosotros «Le quedo infinitamente agradecido, pues expe-
dejando a uno de nuestros compañeros en peligro de rimento los efectos de sus oraciones, viéndome co-
muerte». mo nunca pobre, crucificado y humillado. Los hom-
bres y los demonios me hacen en esta ciudad de Pa-
Y viene la madre del presunto moribundo. Deshecha rís una guerra muy dulce y amable.
en lágrimas. Apenas puede hablar. El demonio le había
dado toda su cínica hipocresía. Que se me calumnie, que se haga mofa de mí, que se
despedace mi reputación, que se me encarcele. Son
El Obispo no puede menos de impresionarse. éstos dones muy preciosos, manjares muy sabrosos.
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¡Ah, cuándo me veré crucificado y muerto al mun- de Dios, que nos envíe a nuestro amado pastor, el que
do! (A Sor María Luisa de Jesús: noviembre de quiere tanto a los pobres, al Reverendo Grignion».
1703).»
Su llegada a Poitiers fue un triunfo. Los pobres besa-
«La señal más segura de que somos amados de Dios ban sus manos. Reían y lloraban de gozo al mismo tiem-
es el odio del mundo y la abundancia de cruces; des- po. El Obispo le dispensa las más firmes atenciones. Y
conocimiento de nuestros derechos más legítimos y hasta los administradores parecen totalmente cambiados:
justos, oposición a nuestros más santos deseos, atro- le ofrecen la dirección del albergue.
ces y humillantes injurias, persecución y malas in-
Pero... Montfort es hijo de la cruz.
terpretaciones por parte de las personas buenas y de
nuestros amigos, enfermedades y padecimientos Después de unos pocos meses vuelven las rencillas,
corporales distintos de los que nosotros hubiésemos las envidias, las quejas, las calumnias de antaño.
querido... - Padre mío -le dice un día Sor María Luisa de Je-
¡Ah, si los cristianos conociesen el valor de las cru- sús- es mejor que se retire de aquí.
ces!... Pues en la Cruz está la verdadera sabiduría - Tiene Ud. razón, hija mía...
que estoy buscando noche y día con más ardor que
nunca» (Carta a la Madre San José, Sacramentina: - ¿Y qué va a ser de mí?
1704). - Una cosa le pido con toda mi alma.
EN BUSCA DE LAS ALMAS - Diga -(Ya sabía ella que sería algo muy difícil).
Su sed de almas para Dios era insaciable. No desper- - No salga de esta casa ante de diez años. Aun
diciaba ocasión. cuando la fundación de la Hijas de la Sabiduría no se hi-
Seguía pensando en su «pequeña y pobre compañía ciese sino pasado ese tiempo, Dios será servido, y sus de-
de pobres sacerdotes que irían de parroquia en parroquia signios sobre Ud. cumplidos.
enseñando el catecismo a los pobres». - Se lo prometo de corazón.
Ha oído hablar de un santo sacerdote que iba a fun- UN CUERPO EN CARNE VIVA
dar un seminario para seminaristas pobres. El Reverendo
Poullart le parecía muy apto para iniciar la fundación. En aquel tiempo, Montfort era un crucifijo viviente.
Allá se dirige Montfort. No accede Poullart, pero le pro- «Ayunaba rigurosa y exactamente tres veces por
mete preparar reclutas para su congregación. semana: miércoles, viernes y sábados. El primero de
Se dirige después a la colina del monte Valeriano, estos tres días no comía nada antes de la noche, con-
desde donde se divisaba todo París y en dónde unos jóve- tentándose entonces con un ligero caldo, dos huevos
nes habían levantado un vía crucis austero y monumental. y un poco de queso.
Había unas ermitas. Los ermitaños vivieron, al principio, No decaía un momento a pesar de ello: multitud de
con vida sacrificad y ejemplar. Pero la congregación se confesiones, la predicación, el catecismo, las visitas
estaba relajando. Los parisienses se dirigían a Monte Va- a los enfermos...
leriano como una agradable romería. Dando copiosas li-
mosnas. Había dinero, mucha mundanidad, poco sacrifi- Ceñía su cuerpo y brazos con cadenas de hierro tan
cio, relajamiento de las reglas... apretadas que sólo con dificultad podía agacharse o
hacer uso de sus miembros. Sus disciplinas eran fre-
El Arzobispo de París confía a Montfort el encargo cuentes y sangrantes.
delicado de devolver la espiritualidad perdida a aquellas
blancas ermitas de la colina del Sena. Dormía sobre un poco de paja, y muy mal abrigado.
Muchas veces no comía sino pan negro...» (Rev.
Era crudo invierno. Luis María es un ejemplo casi Dubois, Subdirector del albergue de Poitiers).
imposible de imitar.
Se había abrazado a Cristo. Se había teñido de su
«Lo veían absorto en oración fuera de las horas de sangre. Estaba pleno, rebosando de Dios. Así le quería el
reglamento, de rodillas en la capilla, tiritando de Señor para la obra que iba a empezar Montfort.
frío, porque la raída sotana no alcanzaba a defender-
lo de las inclemencias de la estación. Le obligaron a
tomar un hábito de ellos... Impresionados por sus
ejemplos, movidos por la gracia y la unción de su
palabra, conquistados por su mansedumbre y humil-
dad, no pudieron resistir a sus exhortaciones y re-
apareció entre ellos el fervor y la concordia» (Blain).
LA VUELTA A POITIERS
Los pobres del albergue le reclaman. Habían escrito
al Padre Leschassier: «Los cuatrocientos pobres del al-
bergue, muy humildemente le rogamos, por amor y gloria
25
EN LAS CUMBRES LOS MÉTODOS DEL MISIONERO
Y les llevó a un monte, Preparación.- Montfort se prepara concien-
y allí se transfiguró zudamente. No improvisa más que cuando no le queda
en presencia de ellos.... (Mc 9, 2). otro remedio.
- En lo alto del monte se domina la tierra. El aire es Existen manuscritos de Montfort con el esquema de
puro. Embriaga la brisa y todo se ve transfigurado sus sermones. Los ha repasado, estudiado, enmendado,
con el sol naciente. con muchas anotaciones. Con mucha atención. Con mu-
cho cuidado.
- Montfort ha caminado un camino de gigante.
Casi todos los esquemas de sus sermones tienen los
- Ha dejado que el aire le penetre los pulmones.
tres puntos clásicos. Son una síntesis perfecta sobre la ma-
- Ahora todo lo ve desde la altura. Es bueno que nos teria de que quiere hablar. Con llaves, divisiones y sub-
quedemos aquí con Montfort. divisiones.
- Cruz, María, familia, Dios. Nos hablará Montfort al Son de una claridad meridiana. Al ejemplo de Jesu-
corazón. A solas en las alturas del Santo Monte de cristo, habla de cosas inteligibles de ejemplos concretos
Dios. sacados de la vida diaria.
I - MONTFORT MISIONERO Está familiarizado con la Sagrada Escritura. Y con
HIJO DEL TRUENO los Santos Padres. Las citas exactas y concretas van sem-
brando sus palabras.
Montfort parece otro de aquellos hijos de Zebedeo, a
quienes Jesús había llamado «Boenarges», hijos del Los temas que trata.- Como es de suponer en misio-
trueno. No era un alma creada para la quietud. No estaba nes, los temas son preferentemente morales. Y los dogmá-
hecho para vivir entre cuatro paredes, ni sólo para la mor- ticos son de una fuerza eterna. Las verdades eternas. Pin-
tificación y contemplación. Necesitaba espacio, recorrer tadas por Montfort con toda la energía que encierran para
caminos, predicar a los cuatro vientos. ¡Ah, si pudiera an- la vida de los hombres: la oración, el pecado, la salvación
dar todo el mundo! Ir a misiones. Recorrer la tierra. Mar- del alma, el cielo, el infierno...
char a otras latitudes. Alma inquieta. Celo de Dios. Predi- Pero no se queda solamente en lo negativo.
car, predicar, predicar. "Oportuna e inoportunamente.
Los Sacramentos y la Madre de Dios son temas pre-
Se presenta al Obispo. feridos.
- Monseñor, le pido licencia para predicar misio- Veremos un resurgir espiritual en las almas más du-
nes. ras, un acercarse al altar de Dios para recibir la Eucaristía,
- ¿Tiene Ud. algún programa especial? en medio de la horrible austeridad excesiva del janse-
nismo, con lágrimas de los fuertes soldados mezcladas
- Recorreré muchos pueblos, ciudades y aldeas, con las del sacerdote.
llevando el mensaje de Dios.
Veremos caer de rodillas a familias enteras para des-
- Hijo mío, Dios lo bendecirá. Y yo, en su nombre granar las cuentas del rosario al caer de la tarde.
lo bendigo.
Armas misioneras.- No lleva provisiones. Vive de
- Quisiera también restaurar capillas e iglesias, limosna.
arruinadas en aquellos pueblos que misione.
Sólo lleva una cruz grande. Un rosario. Y el libro de
- Nada más conforme a mis designios. cantos.
Cae de rodillas el misionero. Suele decir que jamás se le había resistido pecador
Una cruz en el aire es la firma del pastor. alguno si lograba cogerlo con el rosario.
- Yo le bendigo en el nombre del Padre y del Hijo Y así, sin nada, lleno de Dios... Va el misionero pue-
y del Espíritu Santo. blo tras pueblo, camino tras camino, hablando, predican-
do, restaurando iglesias y capillas. Y sobre todo restauran-
Está armado caballero de Dios y de María. do almas. Vivificando almas para Dios.
Nadie podrá ya detenerle. Será trueno de Dios. Y su Se sube a una pared, a un árbol. Cualquier lugar le
voz llegará a los confines de la tierra. sirve de púlpito.
Pero el trueno se fragua en el silencio de las nubes. Pondrá el ejemplo de los pájaros o de la mies.
Montfort se retira al silencio de una casa de campo, en
donde hace ejercicios espirituales por diez días. Como Cristo. Con Cristo. A lo Cristo.
Un aldeanito del campo ha escuchado los sermones Entre tanto salía de la iglesia una mujer enfurecida
de unos misioneros capuchinos. Movido por la palabra de contra Montfort porque éste le había negado, delante de
Dios y la luz de la gracia, abandona un día su pueblo en la todo el público, la insignia de la misión. No había asistido
campiña y se dirige a Poitiers buscando aquella comuni- la señora a todos los actos, condición para recibir la insig-
dad de pobres franciscanos, para seguir al Señor en total nia, pero no pensaba ser desairada por el misionero en
pobreza. atención a su linajuda posición social. Pero Montfort es
decidido, y para él las riquezas y posición social no son
Nada más llegar a Poitiers se encuentra con la iglesia una recomendación precisamente.
de los Penitentes. Quiere dar gracias al Señor porque le ha
concedido llegar a la ciudad, a pesar de todas las difi- Un sacerdote envidioso aprovecha la ocasión para
cultades de un duro camino, y porque quiere consagrar avisar a uno de los vicarios generales.
toda su vida, desde el primer momento, a la gloria de El vicario se dirige presuroso a la iglesia. Montfort
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predica ardientemente. El vicario le hace callar. La multi- -Montfort es un santo varón, no cabe duda.
tud queda sobrecogida. Y el vicario prorrumpe en una sar-
Es la táctica de Satán, empezar por las alabanzas.
ta de humillaciones contra el misionero, terminando
Fue la táctica de los fariseos cuando vinieron a tentar a Je-
prohibiéndole la ceremonia que pensaba celebrar.
sucristo: “Sabemos que eres justo y que no tienes acep-
Montfort oye la represión de rodillas, con la cabeza ción de personas. Pero...» Y aquí esta la puñalada, en un
baja. No se defiende. Sólo exclama: «Hijos míos, quería- «pero» despiadado y feroz.
mos plantar la cruz en la puerta de la iglesia; hagamos
- ... Pero... causa continuas dificultades.
mejor: plantémosla en nuestros corazones».
- No creo que ustedes tengan razón -El Obispo es-
El fracaso de la misión parecía irremediable. Pero...
timaba a Montfort.
Dios fue el misionero por Montfort. Confesiones sin
cuento, innumerables comuniones. El último día otro vi- - Las pruebas son evidentes, Monseñor.
cario general vino a felicitar públicamente al misionero en - ¿Qué pruebas son ésas? -Exclama el Obispo
nombre del Obispo. «Quién contra Dios?» alarmado.
LA MISIÓN EN SAN SATURNINO - Es un hombre desequilibrado, ataca a los podero-
San saturnino era otra abandonada barriada de Poi- sos. Es excesivamente austero...
tiers. Pero con un agravante sobre la de Montbernage: que Y hablaron, hablaron... No se cansaron de hablar.
los jansenistas, más astutos que los hijos de la luz, habían
trabajado en contra de Montfort muy duramente. El Obispo se convence.
No podían consentir la devoción a la Santísima Vir- - Retiro al misionero la licencia de predicar.
gen, que tiraba por tierra todas sus doctrinas. Le ordena que salga inmediatamente de la diócesis.
La misión se iba desarrollando, contra todas las espe- II - PEREGRINO EN ITALIA
ranzas, maravillosamente bien. Pero... faltaba la batalla
decisiva. AL ESTILO DE PABLO
En aquel barrio había un parque. Allí se cometían los Abandonado de todos, decide Montfort encaminarse
pecados más nefastos en reuniones, bailes, parejas. Mont- a Roma. Para venerar el sepulcro de los Apóstoles. Para
fort no tocó el tema directamente durante la misión. Pero besar las arenas teñidas con la sangre de los mártires. Para
cada noche se dirigía al lugar y pasaba largas horas de postrarse a los pies del Vicario de Jesucristo.
oración y se disciplinaba duramente el cuerpo hasta hacer- Pero antes de partir, se despide con una carta a todas
le sangrar abundantemente. las parroquias de Poitiers que había evangelizado. Parece
El día final de la misión, encaminó la procesión a una de aquellas epístolas del Apóstol en la cautividad. Es-
aquel lugar. Se sube a una piedra y empieza la batalla fi- cuchémosle. Meditemos. Resolvamos.
nal. Les habla de los pecados que allí se cometen, de los «Amados habitantes de Montbernage, San Satur-
hijos y de las hijas violadas. Es necesario purificar aquel nino... y otros que han aprovechado la misión que
lugar. Jesucristo, mi Señor, les acaba de dar, los saludo en
Y Montfort profetiza «Este parque se volverá lugar Jesús y María.
de oración. Aquí unas religiosas se entregarán al servicio No pudiendo hablarles de viva voz, porque me lo
de Dios». impide la santa obediencia, al momento de partir me
Unos días después, Montfort encuentra a un enfermo tomo la libertad de escribirles como un pobre padre
contagioso a quien nadie quería atender. Lo carga sobre a sus hijos, no para decirles cosas nuevas, sino para
sus hombres y lo lleva a una gruta del jardín público de confirmarles en las verdades enseñadas.
San Saturnino. A este enfermo se fueron uniendo otros El amor cristiano y paternal que les profeso es tan
más. El misionero busca personas generosas que se ocu- fuerte, que siempre y doquiera los llevaré en el co-
pen de atender a aquellos enfermos abandonados. Y en el razón. Queridos hijos, mi alegría, mi gloria, mi co-
año 1778, se levanta en aquel lugar un hospital de incu- rona, acuérdense de amar ardientemente a Nuestro
rables confiado a las Hijas de la Sabiduría. Señor; de amarlo por María, de hacer resplandecer,
Se había cumplido la profecía del misionero. en todas partes y delante de todos, su devoción ver-
dadera a la Santísima Virgen, nuestra Madre, a fin
TIRO DE GRACIA DE LOS JANSENISTAS de ser el buen olor de Jesús, y llevar vuestra cruz en
Estaban rabiosos. Era el mismo demonio el que azu- pos de este buen Maestro, ganando el reino y la co-
zaba sus almas. Montfort era el peor enemigo. rona que los esperan.
Mientras Montfort predicaba un retiro a unas religio- Cumplan fielmente las promesas del Bautismo, re-
sas, los jansenistas preparan el tiro de gracia que tanto cen cada día su rosario en público o en privado, y
tiempo habían intentado. frecuenten los sacramentos siquiera una vez al mes.
Se dirigen a Monseñor Poype. Ruego a mis queridos hermanos de Montbernage,
que tienen la imagen de mi buena Madre, manten-
29
gan y acrecienten el fervor en sus oraciones, y no to- enemigos, y a mí mismo, para mayor gloria de Dios.
leren impunemente en su barrio las blasfemias, las
Adiós. Aunque no para siempre. Pues si el Señor me
canciones obscenas, la embriaguez. Digo im-
conserva la vida, volveré acá a quedarme algún
punemente, es decir, que si no lo pueden corregir
tiempo a órdenes de su ilustre prelado, tan celoso
obrando con celo y caridad, al menos hagan peniten-
por la salvación de las almas y tan indulgente con
cia públicamente, si el pecado fue público, por
mis debilidades; o quizás a trasladarme a otro país,
ejemplo, rezando un Avemaría en la calle.
porque, siendo Dios mi Padre, tengo tantos domici-
Deben, queridos hermanos, servir de ejemplo a todo lios cuantos lugares hay en donde se le ofende.».
Poitiers y a sus alrededores.
DOS MIL KILÓMETROS DE CAMINO
Que nadie trabaje en las fiestas de guardar. Que na-
A pie. Como los Apóstoles. Como siempre.
die abra, ni siquiera entreabra aquel día su tienda,
contra lo acostumbrado generalmente por los pana- Un largo bastón de peregrino. «No lleva nada para el
deros, carniceros, revendedores y otros, que profa- camino...». Y Montfort creía en la Providencia. Amaba a
nan el día del Señor, y se precipitan miserablemente la Providencia.
a la eterna condenación, a pesar de los especiosos A la espalda una pequeña mochila: el breviario, la
pretextos que alegan, a no ser que tengan verdadera Biblia y una imagen de María.
necesidad reconocida por su digno párroco.
Mendigaba el sustento. Aquí palabras duras. Allá un
No trabajen en los días santos de ninguna manera, y poco de pan negro. Sonreía. Hablaba de Dios. Sembraba
Dios, ténganlo por cierto, los bendecirá espiritual y el amor.
aún temporalmente, de modo que nunca les faltará lo
necesario. Encuentra un compañero de viaje, es un estudiante
español. Acepta su compañía, pero con una condición:
Ruego a mis queridas vendedoras de pescado de San que dé cuanto dinero lleva, que no era poco, y que se de-
Simpliciano, carniceras, revendedoras y las demás, cida a acompañarlo, viviendo de la caridad y confiando en
sigan practicando, para buen ejemplo de la ciudad, la Providencia.
cuanto aprendieron en la misión.
La empresa era sólo para gigantes. Dos mil kilóme-
Les ruego a todos en general, y a cada uno en parti- tros a pie. Con tantas dificultades. Montañas y caminos
cular, me acompañen con sus oraciones en la pere- difíciles... Empresas de los hombres de Dios.
grinación que voy a emprender por vosotros y por
muchos. Montfort está agotado, los pies sangrando, el cuerpo
famélico y débil. Pero el alma en la altura y el corazón
Por ustedes, ya que emprendo este largo viaje aban- lleno de Dios.
donado totalmente a la Providencia, a fin de obtener
de Dios, por intercesión de la Santísima Virgen, la Y llega a Loreto. Es la casa de María, de su buena
perseverancia de todos Uds. Madre, en donde un día resonó el saludo de Gabriel, cu-
yas paredes fueron testigos de la más sublime realidad, de
Añado, “por muchos”, puesto que llevo en mi cora- la Encarnación del Hijo de Dios.
zón a todos los pecadores de Poitu y otros lugares,
que se condenan miserablemente. Y Montfort no se para en distinciones e investigacio-
nes. Tiene una gran fe. Y descansa. Se siente bien a la
Tanto ama Dios a la almas, que por ellas dio su san- sombra de la casa de María. Quince días de reconforta-
gre; ¿y yo no daré nada? Sacrificó su propia vida; y miento para el cuerpo. Y, sobre todo, para el espíritu. Para
¿yo no expondré la mía? Sólo un idólatra o un mal emprender con renovadas fuerzas el camino de la Ciudad
cristiano pueden permanecer indiferentes ante la Eterna.
pérdida de los tesoros infinitos que son las almas
rescatadas por Cristo. LA CIUDAD ETERNA
Rueguen también por mí. Para que mi maldad e in- Se divisa a lo lejos. Ya puede distinguir la basílica de
dignidad no sean obstáculos a lo que Dios y su santa San Pedro. Y las ruinas de los Anfiteatros en donde los
madre quieren alcanzar por mi ministerio... mártires ofrecieron su sangre. Todo le habla de fe, espe-
ranza y amor.
No cabe duda que, siendo pobre y solo, perecería si
la Santísima Virgen y las oraciones de los buenos, Montfort cae de rodillas. Una oración larga. Llora y
particularmente las suyas, no me sostuvieron y al- besa el suelo.
canzarán de Dios el don de la palabra y la divina Sa- Y prosigue su camino gozoso y alegre. Pero ahora
biduría que será remedio para todos mis males y ar- descalzo.
ma poderosa contra mis enemigos.
Se introduce por la Vía Flaminia.
Con María todo es fácil. En Ella pongo toda mi con-
fianza, a pesar de que rujan el infierno y el mundo. Y llega a Roma.
Por María busco y hallaré a Jesús. Por Ella aplastaré Era la meta tanto tiempo suspirada.
la cabeza de la serpiente y venceré a todos mis
El anhelo de sus pensamientos
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La Jerusalén celeste, para llegar a la cual había so- Otra vez el duro camino, las fatigas, los pies descal-
portado con gusto tantos sacrificios. zos y sangrando. El largo bordón de peregrino, pero ahora
coronado con el crucifijo bendito por el Papa. Adelante en
En Roma conoce al Padre José María Tommasi. Hay
el nombre del Señor.
gran compenetración entre ambos. Los dos eran verdade-
ros devotos de la Virgen María. Y los dos se habían pro- Se encuentra en el camino con dos jóvenes, su ayuda
puesto, sin conocerse, propagar la Santa Esclavitud Ma- para pedir limosna y para repartir el pan doloroso del po-
riana. bre.
El Padre Tommasi era nada menos que el confesor Un día, llegan a un pueblo, exhaustos de cansancio y
de Su Santidad Clemente XI. Con este apoyo no le fue di- hambre:
fícil a Montfort conseguir una audiencia con el Santo Pa- - Vayan al párroco y díganle si nos puede dar algo
dre. de comer, por amor de Dios -dice Montfort a los jóvenes.
A LOS PIES DEL PAPA Los jóvenes retornan. Con poca fortuna. El sacerdote
La audiencia tuvo lugar el 6 de junio de 1706. les había dado sólo un trozo de pan. Montfort se dirige a
la casa cural. El párroco le ordena pasar y es introducido
Montfort, dice Grandet, a la presencia del Santo Pa- en el comedor, en donde el sacerdote se encuentra rodea-
dre «fue presa de un extraordinario sentimiento de respe- do de amigos ante una opípara mesa. Montfort entra y,
to, creyendo ver a Jesús en la presencia de su Vicario». como siempre, cae de rodillas y reza: un Avemaría y el
El Papa le recibe con todo su corazón paternal. Ya «Visita quaesumus». Risas burlonas, despectivas.
había intervenido Clemente XI en contra de los jansenis- Les mandan a comer en la cocina con los criados.
tas. Ahora se disponía a una nueva declaración al res- Terminada la comida, se presenta al Sacerdote para darle
pecto. Así comprendió a Montfort como nadie. las gracias y despedirse.
Montfort saludó al Santo Padre en latín. El Papa le El párroco le mira de arriba a abajo: vestidos llenos
animó a que continúe en francés. de polvo, pies ensangrentados...
Aquel pobre sacerdote bretón expone al Papa sus - Un sacerdote debe viajar a caballo.
proyectos, le abre su corazón herido. Le dice que recorre
- No era tal la costumbre de Nuestro Señor ni de
los pueblos y los caminos de Francia predicando misio-
sus apóstoles.
nes. Hablaba a los fieles de Dios Padre, de las verdades
eternas y de María. Les animaba a renovar las promesas VINO A LOS SUYOS… Y NO LO RECIBIERON
del bautismo. Consagración total a la Madre de Dios y Por fin, llegó a Poitiers. Se hospedó en una casa de
práctica del rosario. Pero los enemigos le acechaban y los Jesuitas, cinco kilómetros antes de la ciudad. Dema-
oprimían. Por eso, pensaba que Dios le quería lejos, en crado, desfigurado, agotado.
tierra de misión. Era su ansia de siempre... y así se lo ex-
puso al Santo Padre. «No moriré contento, si no expiro a Pronto se corre la noticia. Y se mueve cielo y tierra
los pies de un árbol como San Francisco Javier». para que la autoridad eclesiástica le obligara a abandonar
la ciudad. Envidias e intrigas, todo se juntó para hacer
El Papa le habló con palabras de padre: «Su celo tie- fuerza ante el Obispo. Y más ahora que traía el título de
ne en Francia muy basto campo. No busque otro. Trabaje misionero apostólico. Qué cantidad de calumnias levanta-
sumiso a los pastores de las diócesis en donde lo llamen. rían.
Dios, por este medio, bendecirá sus trabajos».
El Obispo le intimó a abandonar la ciudad dentro de
Y le animó a seguir propagando su doctrina mariana. las veinticuatro horas bajo pena de suspensión “a divinis”.
Y a seguir predicando, misionando por todos los III - PEREGRINO Y VAGABUNDO DE DIOS
pueblos y caminos de Francia.
NUESTRA SEÑORA DE ARDILLERS
Y le confirió el título de «Misionero Apostólico».
Montfort está abandonado totalmente de los hom-
Al terminar la audiencia, Montfort presenta al Papa bres. Hasta el máximo, Hasta la agonía. Le amenazan con
un crucifijo de marfil, rogándole le impusiera la indulgen- la pena que más podía lacerar su alma, con suspenderle de
cia plenaria para todos los que lo besaran a la hora de la la ejecución de las acciones sacerdotales, no poder cele-
muerte. Y el Papa accede a su petición. brar la Santa Misa lícitamente, ni confesar, ni predicar...
EL VIAJE DE REGRESO Entremos un momento en aquella alma angustiada.
Allí se obra un misterio. El misterio de Dios.
Montfort está sumamente contento. Nada más
deseaba. Ha visto confirmado su proceder. La alegría más Pero ahora el Padre Luis María no se rebela, no se
profunda rebosa por todo su ser. exaspera, ha dominado totalmente su carácter. Su espíritu
está por encima de todas las cosas de la tierra y ve al Se-
Nada más quiere de Roma. Inmediatamente sale de
ñor en cada circunstancia. Sobre todo, en cada circunstan-
la ciudad eterna. No tiene tiempo que perder. Nada más
cia adversa. Porque Cristo es el Señor de la Cruz. Y
ha visto en Roma.
Montfort no quiere saber otra cosa sino es a Cristo «y a
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Este crucificado...». Llega al Santuario de Nuestra Señora del Ardillers.
Largas horas de oración a los pies de María. Pide luz y
A Cristo por María. Y decide...
fuerzas. Montfort encuentra allí el mayor consuelo. Sale
Irá en peregrinación a Nuestra Señora des Ardillers. otro, decidido, animado, con la suave caricia de la Madre.
Hablará a María, a su buena Madre. Está seguro que Pero la Providencia le tiene preparados mayores bie-
ella le llevará a Cristo. nes.
Está seguro que Ella sabrá consolar su alma, vendar Cerca del Santuario des Ardillers había una Congre-
sus heridas sangrantes, con el mayor cariño, con el amor gación de Religiosas llamadas de Santa Ana de la Provi-
de la mejor de las madres. dencia. Era una fundación reciente.
MENDIGO POR AMOR DE DIOS Había desequilibrio, falta de paz. Había desavenen-
Tiene que pasar por Fontevrault, el monasterio en cias. La superiora era rígida, austera. Las religiosas le re-
donde ha profesado su hermana. Siente deseos de saludar- prochaban sus excesivas penitencias y el ambiente de ex-
la. Llama a las puertas del monasterio: cesiva austeridad que quería implantar en el monasterio.
- Pido una limosna por amor de Dios Es invitado Montfort a hablar a la comunidad. Públi-
camente declara que la superiora está equivocada.
La portera le mira atentamente. Cuatro harapos, pol-
vo, cara demacrada y famélica, cuerpo esquelético. La Superiora viene a pedirle consejo.
- ¿Quién es Ud.? -La religiosa sospecha que se tra- - Voy a ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa a su
te de un falso mendigo. intención -le contesta-. Comulgue en mi Misa. Al final le
daré la solución.
- Pido la caridad por amor de Dios.
Pasada la Misa, la Superiora se presenta al Padre
- Pero es necesario que sepa su nombre, ciudad y Montfort.
profesión.
- Hija mía, siga como ha principiado. Las peniten-
- Sólo le pido la caridad por amor de Dios. cias que practica son conformes con su vocación.
La religiosa portera llama a la Madre Abadesa. Otra Montfort habla de nuevo a la Comunidad. Los hom-
vez la misma pregunta: bres de Dios no temen declarar sus errores o equivocacio-
- Es necesario que nos diga quién es. nes. Los hombres de Dios no temen hacer el ridículo, es-
tán por encima de todas las cosas de la tierra.
- Mi nombre no importa. Madre, no es por mí, es
por el amor de Dios por quién pido la caridad. Montfort anima a las Religiosas a conservar su espí-
ritu de acendrada penitencia. Pero que ésta no seque el
La Madre Abadesa se ofende. Le parece una insolen- espíritu. Que no mate la caridad. Un sacrificio por amor.
cia y una «falta de respeto a aquella honorable comuni- Para seguir a Cristo que da la vida con un amor inmenso,
dad» el comportamiento de aquel mendigo. con la mayor caridad.
Lo despide con las manos vacías, y con frases duras. La comunidad se anima y alienta con las palabras del
Entre tanto Montfort murmura: misionero. Vuelve la paz. Se hace la luz de Dios. Pronto
se elaboran las reglas de la Congregación, que, cuatro
- Si la Madre Abadesa supiera quién soy yo, no me años más tarde, son aprobadas por el Obispo de Angers.
negaría la limosna.
A IMPLORAR EL FUEGO DEL ARCÁNGEL
En la Comunidad se comenta el suceso. Es extraño:
un harapiento, lleno de polvo y debilidad...; pero modesto, Miguel y un grito: «¿Quién como Dios?»; Miguel y
con aire de distinción y reflejando santidad. Describen y una lucha en el cielo. Es sinónimo de fuerza del espíritu.
comentan su figura. La hermana de Montfort le reconoce: Es fuego de Dios. Es ejército y fragor de batalla. Es prín-
«¡Es mi hermano, estoy segura de que es mi hermano!». cipe de la milicia del cielo.
La Superiora envía un mensajero rápidamente. Le Se le venera de toda Francia en la Abadía del Monte
alcanza y pide disculpas a Montfort por el comportamien- San Miguel. Se cuenta que allí se apareció el Arcángel al
to que han tenido las religiosas y suplicándole volviera al Obispo San Autberto.
monasterio. De nuevo el bordón de peregrino. Pies ensangrenta-
Esta es la respuesta y la lección de Montfort. dos. Polvo y fatiga.
- La Madre Abadesa no quiso hacer la limosna por A lo lejos se divisa una especie de sombra vacilante.
amor de Dios. Ahora quiere hacerla por amor a mí. Se lo Montfort le alcanza. Es un mendigo. Es tanto como decir
agradezco. un amigo íntimo de Montfort. El mendigo apenas puede
andar lentamente. Es muy anciano y lleva un enorme far-
Pero no vuelve al monasterio. Y hace el gran sacrifi- do al hombro.
cio de no ver, conversar y animar a su hermana.
- Mi buen amigo, llevas una carga demasiado pe-
PAZ PARA LAS RELIGIOSAS DE SANTA ANA sada.
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- Sí, en verdad. -El mendigo le mira extrañado: Se hospedará en la más humilde posada de la ciudad sin
Nadie se ha ocupado nunca de sus molestias. La voz de darse a conocer. Allí le darán alojamiento y un pobre cal-
aquel sacerdote es tierna. Le llama amigo. Suena a since- do por escasos centavos.
ridad.
Toda su ocupación. «visitar a los pobres, instruirlos y
- Déjame llevar tu carga, que Dios te bendecirá. consolarlos. Celebrar la Santa Misa y orar largos ratos an-
te el Sacramento. Atender a los menesterosos en el hospi-
- Yo, padre, no puedo molestar a un sacerdote con
tal».
mis pobres cosas.
Pero un día... una persona que está en la misma pen-
- Estoy seguro que tu carga no me será pesada.
sión le reconoce y corre a darle la noticia al tío de Luis
Y Montfort toma decidido el fardo del mendigo. María, que es Sacristán en la Iglesia del Salvador. Se co-
Llegan a la posada. rre la noticia. Sus familiares acuden a verlo y le dicen que
tiene que ir a la casa. Montfort tiene que aceptar. De lo
- No tengo mucho dinero -dice Montfort al posade- contrario lo tomarán como desprecio.
ro-, pero te doy cuanto tengo para que cuides en todo lo
necesario a este pobre anciano. Y da cuanto tiene, unas Llega a la casa. Recita el «Visita quaesumus...». Se
pobres limosnas que ha recogido, al mesonero. sienta a la mesa. ¡Qué cantidad de recuerdos se agrupan a
su mente! ¡Qué tiernos sentimientos se agolpan en su co-
Quizás nunca como entonces se ha hecho realidad la razón! Trece años... ¡cuántas cosas han pasado!
parábola del buen samaritano.
Pero hay que aprovechar la ocasión para sembrar los
Para la fiesta titular, el 29 de setiembre de 1706, lle- sentimientos de Dios en medio de su familia querida. Y
ga Montfort a la Abadía de San Miguel. Se une a los de- por ello... la mayor parte del tiempo lo pasará hablando de
más peregrinos. Es uno de tantos. Sólo se distingue por su Dios y de la salvación eterna. Hará recaer la conversación
mayor pobreza, por su mayor sacrificio. en cosas espirituales y en el cielo como la mejor recom-
Y ora, ora intensamente, largamente «... para alcan- pensa de los hijos de Dios. Y hablará de Jesús, de María...
zar la gracia de lograr almas para Cristo, para confirmar a UNA SINGULAR PREDICA
aquellas que están en gracia, para combatir siempre con
todo ardor al demonio y al pecado». El Obispo de Rennes le da las debidas licencias para
ejercer el ministerio en su Diócesis. Montfort se dedica
Y marchará decidido. Y luego, en sus predicaciones entonces a la predicación en las parroquias y comunida-
y misiones, irá sembrando la tierra con las «Cofradías de des.
los soldados de San Miguel».
Le han llamado las Religiosas del Calvario. Ha sido
IV - NADIE ES PROFETA invitada la familia Grignion. La iglesia se llena de fami-
EN SU TIERRA liares y amigos, curiosos de oír a Luis María.
EN MEDIO DE LOS SUYOS Montfort está de rodillas delante del tabernáculo.
El Espíritu de Dios guía a Montfort a Rennes, en Más parece un ángel que un hombre. Profundo éxtasis.
donde estaba su familia. Montfort se deja llevar. Y siem- Oración arrobada. Todos esperan pendientes de su pala-
pre aprovecha toda circunstancia para sembrar a Dios en bra. Se hace un silencio sepulcral en la iglesia. Montfort
las almas y hacer el bien a los pobres. se levanta. Y habla:
Hace trece años que no ve a los suyos. La voz del «Uds. han venido en gran número a escucharme. Sin
corazón y de la sangre le están hablando muy claro, a gri- duda los ha traído más la curiosidad que el afán de
tos: la mamá, el papá, su tío sacerdote, los hermanos y las perfección. Esperan oír a un ilustre predicador y a un
hermanas, los sobrinos, todo un mundo de la más dulce hombre extraordinario. Se han engañado. ¡No habrá
poesía de su niñez y adolescencia. predicación! Voy a hacer solo mi meditación ordina-
ria. Como si yo estuviese solo en este templo».
Montfort está necesitado. No tiene nada ni a nadie.
Todos le han abandonado. Es calumniado, aborrecido y Y cae de nuevo de rodillas ante el altar, junta las ma-
vilipendiado. Le falta hasta el más mínimo trozo de pan nos en el pecho. Ora. Medita. Se abstrae de todo. Parece
que llevarse a la boca. Le falta, sobre todo, un poco de ca- un serafín ante el Dios poderoso.
riño y de aliento. Se acuerda de las caricias maternales de Habla con su Dios. En alta voz. Llora de verdad por-
la infancia. que se acuerda de los padecimientos de Cristo.
Estas ideas pasan continuamente por la mente del Todos los asistentes caen de rodillas. Muchos están
caminante peregrino de Rennes. Son ideas contradictorias. también llorando.
Es una especie de agonía del huerto de los olivos.
Ha triunfado Cristo sobre la curiosidad.
Pero... Montfort ama a Dios. Quiere ahogar en su
alma todo sentimiento que lo aparte de su camino de en- Montfort sabe aprovechar para Dios todas las cir-
trega total y de pobreza absoluta. cunstancias.
Al final busca una custodia para la capilla de la Vir- Palabra directa, llena de fuego, llena de realidad, y
gen de San Lázaro. unida a un efecto, a una caridad ardiente e irresistible. El
cielo le acompaña: conocimiento de lo oculto, curaciones,
¿Quién de Uds. quiere ser la guardiana de la capilla milagros... Fe de un misionero entregado a la causa de
de Nuestra Señora de la Sabiduría, en San Lázaro? Dios.
Nadie se presenta. Las misiones consisten en la predicación de las ver-
- Tú serás la guardiana, -dice Montfort a una des- dades eternas, catequesis sencillas, y largas filas de confe-
conocida. siones renovadoras. El rezo meditado del rosario tiene pa-
ra Montfort una importancia única. También concede im-
- Padre mío, soy la menos indicada. Con muchas portancia a la preparación de cantos, que quedarán gra-
ocupaciones y sin ciencia ni inteligencia de ninguna clase. bados en las almas, y que repetirán en las iglesias y en los
- No importa, hija mía, la elección la hizo el cielo. campos muchos años después. Da importancia a las pro-
cesiones bien ordenadas y preparadas.
Y aquella joven custodiará la capilla de María, como
entrEgada por Dios. Pero el acto central de la misión lo constituye la re-
novación de la promesa del bautismo. Este acto es prepa-
Y Montfort se marchará a otras tierras, a otras se- rado con diligencia, con catequesis adecuadas por grupos
menteras. Peregrino de Dios, vagabundo de la caridad, de misionandos. Es una especie de juramento de bandera
mendigo de almas para Cristo. consciente. Y de consagración a Jesús por medio de Ma-
III - EN LA DIOCESIS DE NANTES ría.
«Volvía de la comunidad de San Clemente. Al pasar Penetrará en las casas de perdición... para hablar de
por la plaza de San Pedro vi algunos soldados que Dios con fuego de pasión ardiente, la pasión de Dios que
peleaban con algunos obreros, profiriendo horribles lleva en su alma.
blasfemias. Nos cuenta el Padre des Bastières:
Personas de toda condición acudían a presenciar el «Muchas veces, Montfort me llevó, sin avisarme, a
espectáculo. Yo también me acerqué, aunque con lugares de perdición. Al entrar se arrodillaba. Yo le
muy diversas intenciones. Penetrando en el campo imitaba y rezábamos un Avemaría. Después de ha-
de batalla, me puse de rodillas, lo que imitaron algu- ber besado el suelo, nos levantábamos.
nos. Recé un Avemaría y besé la tierra.
Entonces Montfort les hablaba con tanta fuerza y
Luego me levanté, y, sin preocuparme de los golpes, unción, que los libertinos y sus víctimas no sabían
me lancé en medio de esos furiosos que se estaban qué hacer, quedando como aturdidos. Las más de las
matando. Los separé, no sin trabajo. Los obreros, a veces, los hombres salían; las mujeres se quedaban;
pesar de ser los más fuertes, se alejaron; los solda- algunas lloraban amargamente; otras permanecían
dos, en cambio, se quedaron. como estatuas, pero Montfort las hacía poner de ro-
dillas y rezar...».
Al retirarme, divisé una mesa con señales blancas y
Un visitante de tales casas atacó un día al Padre
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Montfort queriendo matarlo con un puñal que blandía en - Oh, señora, no necesita confesarse. Tiene más
la mano. Pero se sintió desarmado por la serena inter- gracia que yo. Yo estoy en gracia santificante y solo oía a
vención del misionero: «Quítame la vida, si quieres. Te esa señora. Usted la vio, que es mucho más.
perdonaré plenamente, con tal que me prometas convertir-
te. Prefiero mil veces la salvación de tu alma a diez mil Montfort hablaba con la Santísima Virgen. Cuántos
vidas como la mía». coloquios de este tipo con la Madre del cielo, constituyen
el secreto de la fuerza y celo ardientes de aquel misionero.
No dejes de pensar, lector. Imagina el «barrio rojo»
de tu ciudad. Multitud de esclavos y esclavas de los vicios TE DEUM POR UNA OFENSA
más degradantes. Y ora, ora mucho, ya que no puedes ha- En la parroquia de Chevrolière, Montfort se encuen-
cer otra cosa, por los pecadores de esas casas de perdi- tra con una rara dificultad: el párroco se opone a la mi-
ción. sión. Montfort va a misionar aquella parroquia por orden
UN PAÑUELO CON TRES MANCHAS del Vicario General. Los fieles asisten. Todos están entu-
siasmados. Mas no así su pastor.
Vallet fue la segunda parroquia evangelizada. Era
una región notable por sus viñedos. Las gentes estaban Una tarde de misión. El Padre Montfort sube al púl-
demasiado materializadas, absorbidas por los negocios pito. Hace la oración preparatoria para el sermón. Está
materiales. La asistencia a los cultos y a los Sacramentos arrobado, unido a Dios.
era casi nula. Desolación espiritual por doquier.
De la sacristía sale el párroco revestido de roquete y
Empieza la misión. Nadie asiste. Sólo cuatro anciani- estola parroquial. Sube las gradas del altar. Se hace el si-
tas de siempre. lencio. Un silencio sepulcral.
Entonces Montfort manda por los campos en medio El párroco habla:
de las viñas, al hermano Maturín, campanilla en mano,
cantando un canto de invitación a la misión compuesto «Hermanos míos, yo soy vuestro pastor, y les aviso
por Montfort para aquel caso. que están perdiendo el tiempo viniendo a la misión a
escuchar semejantes necedades. Mejor se queden en
Era algo curioso: el misionero insistía incansable. sus casas trabajando para ganar el pan. Este es el
Van acudiendo poco a poco. Se llena la iglesia. consejo de vuestro párroco».
Sólo un labrador permanece obstinado en sus queha- A las primera palabras del sacerdote, Montfort cae
ceres, burlándose de los sermones y del misionero. El úl- de rodillas en el púlpito, inclina la cabeza, junta las ma-
timo día de la misión cae fulminado por un rayo. nos, y, en actitud orante, escucha humildemente. Cuando
No solamente sucedió en Vallet este caso extraordi- el párroco termina, el misionero hace una profunda reve-
nario. rencia y baja de la cátedra sagrada.
Una señora calla por vergüenza tres pecados morta- En el presbiterio le sale al encuentro su compañero
les. Montfort lee en su corazón. No le da la absolución. Le de misión, el Padre des Bastières... Montfort le dice sere-
entrega un pañuelo con tres manchas: namente: «Hermano, venga a dar gracias a Dios por la
gran cruz que nos ha mandado».
- Tome este pañuelo, lo lava fuertemente hasta que
le quite las tres manchas, después venga que la absuelva. Se postran ante el Santísimo y recitan el “Te Deum”,
Esta es mi condición. el himno de acción de gracias de la Iglesia para las gran-
des solemnidades.
- No se preocupe, Padre. Es una condición fácil de
cumplir. Yo le lavaré el pañuelo, y pronto volveré para Y el párroco sigue a la pugna. Le llama charlatán,
que me absuelva. embustero y ladrón, delante de todos sus feligreses. Mont-
Pero la mujer friega y refriega, las manchas no se fort no se inmuta, intensifica la oración y los sacrificios.
van por nada. Dios vencerá.
Fue iluminada por la gracia. Se da cuenta que había Termina la misión. El misionero se despide del pá-
callado tres pecados. Vuelve a confesarse, hace una con- rroco. Le da un apretado abrazo, mientras le dice:
fesión total y perfecta. Regresa a lavar el pañuelo y las «Hermano, le guardaré eterna gratitud y toda mi vi-
manchas se van con toda facilidad. da rogaré por Ud. Me ha dado la cruz más pesada de
CONVERSANDO CON LA VIRGEN mi vida. Si algún día le puedo servir, no dude en
llamarme que, dondequiera que esté, acudiré con el
Una aldeana que venía a confesarse, pasa muy tem-
mayor gusto».
prano por donde se hospeda Montfort. En el jardín se pa-
sea el misionero conversando con una señora de ex- CURA A UN PARALÍTICO
traordinaria belleza. Sorprendida, pregunta después al mi-
sionero: Durante la misión de Vertou, el misionero recibe
como ayudante a un joven, a quien llamó hermano Pedro.
- Padre, me ha llamado la atención la señora bellí-
sima con la que conversaba esta mañana en el jardín. Este cae gravemente enfermo. El Padre des Bastières
¿Quién era? se dispone a darle la Unción de los enfermos.
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Montfort se acerca apenado al lecho del enfermo. ta. Su rostro está encendido, demudado. ¡Oh, Cristo del
- Pedro, ¿qué le duele? látigo en el templo!
- Todo el cuerpo, Padre. Montfort arremete contra las mesas. Todo cae ro-
dando. Vasos rotos, vino derramado, botellas...
- Deme la mano -le dice el misionero paternalmente.
Los borrachos acometen torpemente contra Mont-
- No puedo. No puedo moverme. fort, ciegos de furia.
- Vuélvase a este lado, Pedro. Montfort los espera, en medio de la sala. Con los
- Me es totalmente imposible, Padre. brazos abiertos. Un crucifijo en su mano derecha y un ro-
sario en la izquierda. Bella estampa del santo intrépido,
- Pedro, ¿tiene fe? -El rostro del misionero parece amante de la cruz y de María.
que se ilumina.
Nadie se mueve. Todos permanecen atónitos. Mont-
- Ay, Padre, quisiera tener más de la que tengo.
fort habla ahora del infierno, luego de Cristo y de María.
- Quiere obedecerme?
Dios ha triunfado.
- Sí, Padre, quiero hacer cuanto usted me mande y
esté dentro de mi posibilidad. Hay lágrimas, arrepentimiento. Se cierra la taberna.
- Entonces: le ordeno que se levante dentro de una Dios ha triunfado. Y Santa María.
hora, y vaya a servirme a la mesa. IV - EL CALVARIO DE PONTCHATEAU
Eran las diez y media de la mañana. Y a las once y LA CRUZ DE CRISTO
media Pedro servía como todos los días al Misionero en
su frugal comida. Todos alabaron a Dios. Se había obrado Antes, la cruz era "escándalo para los griegos, mal-
un milagro. dición para los judíos, locura para los gentiles..." Pero
desde que Cristo ha muerto en la cruz, todo se bendice,
MISIONANDO, MISIONANDO todo lo preside la cruz, como única esperanza de salva-
Sí, el Padre Montfort es incansable. A todo biógrafo ción.
le resulta imposible relatar tantas y tantas misiones, los
A la sombra de la cruz se reúnen las familias. La
hechos extraordinarios, los milagros en los cuerpos y so-
sencilla cruz solitaria de un camino nos hace descansar a
bre todo los milagros de la gracia en las almas...
su vera, y meditar. La cruz de un campanario nos invita a
Funda asociaciones, como la de los «Amigos de la mirar al cielo. Con la cruz todo se bendice. Y una cruz
Cruz». Restablece, limpia y restaura iglesias y capillas, sobre nuestra tumba velará nuestro sueño en Cristo en es-
como la de Cambón o la de Crossac, en donde nadie po- pera de la resurrección.
día impedir que se enterrasen los cadáveres en la Iglesia.
Sólo Montfort pudo convencer a los feligreses de que era Montfort se define por la cruz. Cruz y María son sus
una práctica condenada por la Iglesia. dos dimensiones. La cruz viva de su cuerpo que se ofrece,
se inmola y se sacrifica. La cruz cálida de su alma en an-
Y Montfort sigue misionando, misionando... gustias de persecuciones y desprecios. La cruz en su mano
Y nace la fe en las almas, se aviva la gracia, se fre- contra todos los enemigos, es su única espada. Es el único
cuentan los Sacramentos. Se empieza a rezar el rosario en imán que atrae a innumerables pecadores a la gracia de
familia. ¡Ah! María siempre presente. Dios.
Y el misionero sigue sembrando la semilla de Dios. Son millares los convertidos en sus misiones por la
Sigue predicando. Misionando, misionando... hasta la cruz. Habla de la pasión de Cristo: su rostro parece seráfi-
muerte. co y sus palabras dardos candentes. Hay una sementera
UNA CRUZ Y UN ROSARIO floreciente de almas convertidas. Por ello, él eleva las
cruces misionales al final de cada misión. Como la mejor
En la imposibilidad de relatar todos los hechos edifi- síntesis de todo su trabajo y el mejor recuerdo de las al-
cantes de las misiones de Montfort, vamos a elegir uno mas que se entregan.
que es característico porque define toda su personalidad,
todo el carácter, toda la ideología del misionero de Dios GRANDIOSO PROYECTO
en las tierras de Francia. Lo concibe Montfort al final de las misiones en
Ha comenzado la misión de San Donaciano, de Nan- Pontchateau, en el año 1709. Será un colosal calvario que
tes. El misionero se dispone a celebrar la santa Misa. Le recuerde a todas las almas los saludables misterios de la
vienen a avisar que en una taberna cercana se está dando Redención. Una cruz para todas las almas misionadas.
el mayor escándalo. Montfort deja todo. Se marcha inme- Centro y resumen de toda gracia y oración.
diatamente a la taberna.
Los habitantes recogen la idea entusiastas. Se escoge
Embriaguez total, danzas inmorales, discusiones un lugar, empiezan los trabajos... Pero no será aquél el lu-
acres, cantos y chistes obscenos. Orgía. Lascivia. Pecado. gar definitivo. El cielo tiene preparadas otras latitudes...
El misionero entra decidido. Se postra en el centro Hay discusiones entre los vecinos. A unos les parece
del local y recita en alta voz el Avemaría. Luego se levan- bien, otros desearían un lugar distinto...
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ELECCIÓN MILAGROSA DEL LUGAR ralizaban ni un momento: los obreros se turnaban para el
mayor rendimiento.
Ante las discusiones, Montfort se pone en oración en
medio del campo. Dos palomas vienen continuamente al Y había milagros. Hechos extraordinarios que todos
lugar en donde se había removido el terreno para el pro- podían comprobar, como las multiplicaciones de los ali-
yecto primitivo. Toman unos granos de tierra y se mar- mentos cuando no había para todos los obreros, o la pros-
chan raudas. Vuelven de nuevo, y la escena se repite por peridad extraordinaria de los campos de una mujer que los
largo tiempo. había abandonado por atender la obra del misionero.
Montfort las observa. Sigue la ruta de su vuelo. PREPARATIVOS PARA LA
SOLEMNE BENDICIÓN
Las palomas dejan la tierra no lejos del lugar ante-
riormente elegido, en medio de una gran planicie. Es el A comienzos de Setiembre de 1710 la obra estaba
lugar que Dios quiere para su trono de redención. totalmente concluida. Habían pasado quince meses de la
iniciación de la obra. Quinientos obreros habían trabajado
En verdad que era un lugar ideal: una inmensa llanu- denonadamente. El entusiasmo cundía en las filas de los
ra. trabajadores y de los fieles. Era un monumento verdadera-
Desde varias leguas a la redonda, se podría observar mente bello y colosal.
un cerrito artificial, que se elevará en el centro. El cami- «En la entrada y a un lado de la plataforma, Mont-
nante, el labriego... podrán divisar la cruz en el horizonte. fort había hecho poner la figura simbólica de una
Las aldeas parecerán acogidas a su sombra. Todos convie- serpiente de bronce, en recuerdo de la que curaba, a
nen que aquél es el sitio mejor para la instauración de la su vista, a los israelitas en el desierto mordidos por
cruz. víboras. Al otro lado se había colocado un Ecce
Y... los ancianos recuerdan que hace muchos años Homo.
hubo una tradición sobre aquel lugar. Se había visto allí, Más abajo, a la derecha e izquierda se abrían dos
una mañana de invierno, algo extraño y milagroso: una jardines de quince pies en cuadro, que representaban
especie de rayos en forma de tres cruces, un horrendo el jardín de delicias, donde pecó el primer Adán, y el
trueno, que espantó a los animales. Ahora recuerdan... huerto de la agonía, donde Cristo, el segundo Adán,
expió el pecado con sudor de sangre.
EL PLANO DE LA OBRA
Al adornar su calvario, el apóstol del rosario no se
Montfort traza en el terreno un plano colosal. Tres
olvidó de aquella su devoción predilecta. De los
círculos concéntricos y enormes: el círculo exterior de
quince contrafuertes que sostenían el murallón de la
seiscientos pies, el del medio de quinientos y el más inte-
plataforma, suspendió a modo de cadena, un colosal
rior de cuatrocientos. Se removería la tierra de los extre-
rosario de cuentas enormes.
mos, y con los escombros se elevaría la colina central.
Además, a los lados del camino que subía en espiral
Así alrededor habría una especie de profundo foso por los flancos de la colina, el misionero había seña-
circular. lado los puestos para quince capillitas, correspon-
En la colina del medio se elevaría una gran cruz, de dientes a los quince misterios del rosario. Cada una
cincuenta pies de altura. A sus lados dos cruces más pe- tenía delante un jardincito de rosas. Tan sólo tres es-
queñas, las de los ladrones crucificados con el Señor. Al taban concluidas.
pie de la cruz, las imágenes de María, San Juan y la Mag- Por último en el paseo que rodea la base de la colina
dalena. se habían plantado ciento cincuenta pinos, separados
Estas figuras centrales tendrían otras accesorias, has- de diez en diez por un ciprés. Estos pinos y cipreses
ta completar un gran calvario. figuraban las Avemarías y Padrenuestros del rosa-
rio».
LA CONSTRUCCIÓN (Descripción del Padre Olivier,
Todos los vecinos se animan y estimulan para co- auxiliar del Misionero Montfort).
menzar el trabajo del gran monumento. Acuden d todas Arriba, en la cumbre, las tres cruces. Las imágenes
las parroquias vecinas. Se incrementa el trabajo más deci- de María, la Magdalena y San Juan. Todo de inmensas
dido. Vinieron trabajadores de toda Francia e incluso de dimensiones. Todo gigante. Colosal.
España y de Flandes.
Se había fijado el día de la bendición para el 14 de
En la construcción del Calvario de Pontchateau se setiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.
hallan representadas todas las clases sociales: nobles y
burgueses se mezclan con sencillo aldeanos; profesionales Si el entusiasmo para la construcción había sido in-
descriptible, imaginémonos lo que sería para la bendición.
y eclesiásticos; e indiferentes; e incluso intervienen reco-
Toda la Bretaña estaba encendida de un fuego espiritual y
nocidas doncellas.
por todos los caminos se peregrinaba a la Cruz de
Todos trabajan con gran ánimo y esfuerzo. Era una Pontchateau para la solemne bendición. Incluso el ya muy
obra suya, de su parroquia, de su pequeña patria. Querían anciano padre del misionero acudió desde Rennes para
verla coronada cuanto antes y por ello las obras no se pa- presenciar los solemnes actos.
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La víspera del día señalado, veinte mil personas aquellas palabras: «El discípulo no puede ser de superior
plantaban sus tiendas de campaña en los campos que ro- condición que su Maestro...» ¿Recuerdas?...
deaban el magnífico monumento. Cuatro predicadores es-
EL CÁLIZ HASTA LA SACIEDAD
taban señalados y dispuestos para enfervorizar a los pere-
grinos. Montfort había compuesto un canto vibrante, el Angustia de agonía. Últimos alientos de muerte.
más poético y ferviente de cuantos escribió quizás. Montfort calla. Espera y ora.
Pero... Dios quiere una cruz aún mayor, más costosa Llega a Nantes al día siguiente del previsto para la
y más sangrante. Más querida de Dios por eso. bendición fallida.
SE PROHÍBE LA BENDICIÓN Hay otra noticia. En Nantes se entera. Una nueva es-
pada, puñal caliente para su alma en llamas.
Cae la tarde otoñal del 13 de Setiembre de 1710. El
misionero está afanado en los últimos preparativos para la El Gobernador ha ordenado sentencia de muerte con-
bendición del calvario que promete ser un triunfo de Cris- tra la obra por Montfort más querida. Van a destruir todo
to y de su Cruz. Y en verdad... triunfa la Cruz. el monumento, arrasarlo desde los cimientos. Demolerlo
todo. Que no quede nada. Montfort no podrá dormir aque-
El misionero recibe entonces una carta. Trae el remi-
lla noche, pensará muchas cosas, repetirá constantemente
te del Obispo de Nantes. La abre con mano temblorosa.
esas palabras: Destrucción, demolición, arrasar, quinien-
Puede ser una felicitación, una bendición especial para su
tos obreros, quince meses. Total: Cruz. La operación es
obra...
perfecta, no puede fallar.
¿Cuándo Montfort tuvo triunfos humanos? ¿Cuándo
Cuando le comunican la noticia de la demolición de
Montfort tuvo éxitos? ¿Cuándo Montfort recibió algún
su querido monumento a la Cruz de Cristo, Montfort res-
parabién y enhorabuena?
ponde quedamente:
No acierta a comprender. Pobre misionero vagabun-
-Bendito sea Dios. Y cae de rodillas. No trabajé para mi
do y harapiento. Sí. Cae de una vez en la cuenta. Relee, si
gloria, sino para la tuya. No dudo de que me acoja con el
quieres, pero la cosa está clara.
mismo favor que si hubiera tenido éxito.
El Obispo te prohíbe que realices la bendición del
SANTO O HIPÓCRITA
monumento.
«O es un santo consumado o un hipócrita refinado».
Pero ¡si todo está terminado! No importa. Cruz de
Así se expresa Monseñor Beauveau, Obispo de Nantes, al
Cristo.
enterarse de aquellas resignadas palabras de Montfort.
Pero ¡si hay multitudes esperando que serán defrau-
El Obispo estaba indeciso en su juicio.
dadas! No importa. Cruz de Cristo.
Montfort pasaba su Vía Crucis, a los pies de un mo-
Pero... No importa. Cruz de Cristo.
numental calvario.
Montfort no dice una palabra. Ni un gesto de disgus-
Los enemigos creían que se rebelaría, que bramaría
to en su semblante. Está superado totalmente. Totalmente
de furor y de ira.
entregado a Cristo y a su Cruz. Silencio.
Pero Montfort «conservaba la calma y la paz interior
Pero nosotros entremos en su alma. Y adoremos el
como si no le hubiera sucedido ningún contratiempo»,
misterio de la Cruz.
«aquella paz, aquella igualdad de alma, que no le abando-
E irá corriendo a Nantes a postrarse a los pies del naron los ocho días de ejercicios, me asombraron y no
Obispo para suplicarle le deje bendecir el calvario. Y verá pude menos de admirarle», según refieren testimonios fi-
el gesto duro de su amado Prelado, hasta entonces tan dedignos.
complaciente. Y tendrá que volver a Pontchateau y anun-
Montfort no puede ser un hipócrita. Porque el hipó-
ciar a los peregrinos que la prohibición de la bendición no
crita cede el peso de la cruz.
ha sido refutada. Sigue el silencio de toda la masa. Como
si se hubiera muerto un ser querido. Silencio. Dios habla Montfort es un santo. Santo extraordinario, que se ha
en el silencio. Empieza a brillar en Pontchateau el miste- hecho fuerte con la gracia de Dios. Y que todo lo puede
rio de la cruz. Y brillará por los siglos. en el que le conforta.
Convéncete, Montfort. Has sido demasiado claro. Hasta el Obispo lo certificará muy pronto, como res-
Has vapuleado los vicios, y hay muchas personas que vi- puesta a aquella acuciante pregunta de su espíritu:
ven de ellos y para ellos. Has descubierto a los hipócritas,
«Certificamos que el Reverendo Luis María Grig-
has quitado las caretas de rostros retorcidos y dobles, y ¡la
nion de Montfort, Sacerdote de la Diócesis de Saint-
humanidad se compone de tantos fariseos!... Has predi-
Malo, ejerció con licencia nuestra, en varias parro-
cado la caridad y el amor, la Eucaristía y el amor a la Ma- quias, el ministerio de la predicación, de modo pia-
dre buena del Cielo, y todavía están fuertes tus antiguos e
doso y digno de alabanza; que es de buenas costum-
irreconciliables enemigos, los jansenistas. Has sido muy
bres, de doctrina segura, de piedad y humildad ex-
claro. Por eso te crucificaron en la cruz que tú mismo ha-
traordinaria».
bías levantado. Eso fue lo que le pasó a Cristo. Estoy se- (certificado expedido el 10 de Mayo de 1713).
guro de que no te has olvidado de ello. Ni tampoco de
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DEMOLICIÓN DEL CALVARIO Así, acepta Montfort las invitaciones que le hacen
los Obispos de Luzón y de la Rochela. Ambos prelados
Unos hombres se presentan a Pilatos para pedirle el
eran enemigos declarados del jansenismo. Por ello lla-
cuerpo de Jesús... Unos hombres se presentan al Gober-
maban a Montfort. Este podía contar con el apoyo de
nador de Nantes para conseguir licencias para ejecutar la ellos.
sentencia capital promulgada contra el Calvario de
Pontchateau. Y obtienen el permiso. Inmediatamente. No La primera misión en aquellas diócesis fue la de
hay ninguna dificultad. ¿Por qué? ¿Qué daño podía hacer Garnache. El párroco y los fieles corresponden plenamen-
aquel monumento?... Dios es misterio. te al celo del misionero. Hay un fervor especial. El misio-
nero aprovechará esta circunstancia para hacer un expe-
Se reclutan quinientos aldeanos de los alrededores rimento, cambiando algunas cosas de su programa mi-
para derruir el Calvario. A la fuerza, con grandes sumas sional.
de dinero. Se niegan a trabajar en la demolición. Lloran,
suplican. No quieren contribuir a aquella profanación. Pe- Montfort acostumbraba mantener a los pobres que
ro les obligan. Como obligaron al Cireneo. acudían a la misión. En Garnache propone que cada fami-
lia alimente a un pobre. El se reserva los dos más aban-
Bajan las imágenes de la cumbre, como aquellos donados. La petición fue acogida con entusiasmo. Y se
otros varones bajaron de la cruz el cuerpo del Salvador. veía a la mesa de cada familia pudiente, un pobre menes-
Lentamente, sin ánimos, pero todo va cediendo, todo teroso comiendo con ellos. Dios bendijo esta caridad con
queda arrasado, arrancado de raíz. Desolación y silencio cosechas prósperas como nunca para aquella región.
Como aquella tarde de Viernes Santo, después del HABLANDO CON UNA BLANCA SEÑORA
Santo Entierro, en la solemne cima del calvario. En Garnache, Montfort restaura una antigua capilla
Entonces y ahora, Dios es misterio. dedicada a San Leonardo y pone la ermita bajo la advoca-
ción de Nuestra Señora de las Victorias.
Y lo será siempre.
En esta parroquia sucedió un hecho extraordinario
Adoremos ese misterio de Dios que aún hoy se recuerda con venerada tradición.
DIOS TRIUNFA SIEMPRE La mesa está dispuesta, los sacerdotes misioneros
No importa cuándo. Dios es Rey invisible de los esperan a que todos se reúnan para comenzar el almuerzo.
Pero Montfort tarda en bajar. Mandan al monaguillo que
tiempos y de los siglos. Por ello, para Él no cuenta el
le avise de nuevo la hora de la comida. El fiel servidor
tiempo. No importa el «cuando» del triunfo o del castigo.
marcha a avisar al misionero. Regresa.
Pasará un siglo, y el proyecto grandioso volverá a
- ¿Por qué no baja el misionero?
surgir. Volverán los obreros y los esforzados aldeanos a
empuñar los picos y las palas. Se ampliarán las obras... -Dice que viene enseguida.
Y hoy el Calvario de Pontchateau es uno de los - ¿Qué está haciendo?
grandes hitos de la piedad católica. - Está hablando con una blanca señora, resplande-
Cuando en 1948 se concluyeron allí las celebracio- ciente y de una belleza extraordinaria.
nes realizadas por la canonización del gran apóstol de UN POCO DE PAN Y DE PAJA
María y de la cruz, eran doscientos mil peregrinos los que
asistían a los solemnes actos en Pontchateau. Diez veces Terminadas las misiones en Garnache, debía Mont-
más que aquel fallido 14 de septiembre de 1710. fort dirigirse a la parroquia vecina, para misionar allí por
invitación del párroco.
Monseñor Ángel José Roncalli, entonces Nuncio
Apostólico en Francia, presidía los magníficos actos con Llega a las afueras del pueblo. El párroco se acerca
su candorosa sonrisa paternal. acompañado de algunos vecinos. Montfort cree que vie-
nen a recibir al misionero y darle la bienvenida. Pero...
Después contaba Monseñor Roncalli: «Cuando des-
de lo alto del Calvario bendecía a la inmensa muchedum- - Debe marcharse cuanto antes de esta parroquia, -
bre, me parecía que era el Papa». No se daba cuenta de dice el párroco despectivamente.
que estaba pronunciando una especie de profecía y una - Padre, vengo a misionar. He recibido su invita-
visión de su Pontificado con el nombre de Juan XXIII, el ción y aquí me tiene.
buen Papa Juan.
- No hay nada de lo propuesto. Queda cancelado
V - SIGUE MISIONANDO todo contrato de misión.
LUÇON Y LA ROCHELA - No puede ser. Piense en las almas que esperan la
gracia, -exclama Montfort angustiado.
En Nantes se le quitan las licencias sacerdotales. No
puede confesar, predicar ni administrar los sacramentos... - No insista. He oído muchos inconvenientes de su
Como siempre, busca una solución. No estrepitosa ni persona. Así que salga de mi parroquia inmediatamente.
alarmante. Sino, como siempre, decide buscar otro campo Ya habían venido los enemigos. Los jansenistas y los
de trabajo en donde pueda sembrar la semilla de Dios. viciosos reprendidos. Habían propalado toda clase de ca-
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lumnias contra Montfort... levantan contra él los pecadores escandalosos».
El misionero busca un lugar donde pasar la noche. VENENO Y PUÑAL
Ve una mísera choza, la vivienda más pobre de la peque- Los enemigos quieren eliminarlo a cualquier precio.
ña ciudad. Llama a la puerta. Responde la voz débil de Conciertan un Judas que le ponga veneno en la sopa. Lo
una anciana. logran. Montfort empieza a sentir los síntomas. Inmedia-
- ¿Quién llama? -Se descorre una cortina mugrienta. tamente toma un contraveneno. Se salva, por entonces, de
una muerte segura, pero su salud quedará minada. Y este
- Soy un sacerdote y pido me atienda. veneno será causa de que muera prematuramente.
- Soy la más pobre del pueblo. Poco puedo ofrecerle. Un día expulsa violentamente a unos libertinos de la
- Sólo le pido, por amor de Dios, un lugar donde iglesia a donde habían acudido para mofarse del predica-
pasar esta noche. dor. Deciden vengarse. El predicador tendría que pasar
aquella tarde por determinada calle para dirigirse a la casa
- Pongo a su disposición cuanto tengo: un poco de de un escultor. Lo esperan, puñal en mano.
pan duro y un montoncito de paja.
Montfort, al llegar a la entrada de aquella calle siente
- Es todo lo que necesito. Así Ud. es la más rica del una fuerza impetuosa, no puede avanzar, le parece que
pueblo para mí. está frente a una pared misteriosa que le obliga a retroce-
ÉXTASIS… JESÚS EUCARISTÍA der. Dios le libra así de una muerte segura en manos de
sus enemigos.
De camino para Luçón, el misionero se hospeda en
el seminario, que dirigen los Padre Jesuitas. Aprovecha el LA PROCESIÓN DE LAS MUJERES
día de estancia para practicar un retiro espiritual. La misión de las mujeres tocaba a su fin. Había sido
Celebra la Misa en la capilla. Acaba de pasar la con- un éxito rotundo, sobre todo por la caridad y armonía de
sagración. Montfort junta las manos y permanece así en las damas de la más alta alcurnia, sentadas al lado de hu-
adoración profunda. Abstraído, absorto... Pasan los minu- mildes aldeanas.
tos. El seminarista que le ayuda está inquieto. Se dirige al Se clausuró esta misión con un desfile procesional
otro lado del altar, procura hacer un poco de ruido... Nada, ardiente y fervoroso.
el misionero permanece adorando, amando.
Un capitán dejó escritos algunos detalles importantes
Toca la campana para el desayuno. de esta misión y de la procesión de clausura. A veces ado-
lece la descripción de un tono escéptico y de poca forma-
El seminarista avisa al Superior de lo que acontece.
ción, pero no malévolo. Oigamos algún párrafo por su
El Superior manda otro seminarista para reemplazar- gran interés:
le. Este llega, Montfort sigue en éxtasis profundo. El ayu- «Esta procesión de las mujeres, salida a las dos de la
dante no puede más, y tira de la casulla al sacerdote. Este iglesia de los Dominicos, pasó por delante de la casa
vuelve en sí y continúa la Santa Misa. municipal, donde se hallaba el Mariscal de Chami-
PREDICADOR IMPONENTE lly, entonces gobernador de la provincia. Desfilaron
con no menos orden que tropas veteranas, lo que
El Obispo de la Rochela desconfía un poco de Mont- constituía un espectáculo de los más agradables.
fort. Han llegado a sus oídos tantas calumnias... Unas llevaban guiones, y todas cantaban himnos y
Le manda a predicar unas misiones a un pueblecito cantos compuestos por el misionero, con melodías
insignificante. El éxito fue arrollador. Luego el Obispo le del todo nuevas.
llama a la ciudad. Predicará un retiro en el hospital. Lo que aparentemente atrajo tal cantidad de mujeres
La capilla se hace pequeña. Empiezan a llegar almas a los sermones del misionero fue la libertad que les
sedientas de Dios. Es necesario armar una especie de púl- daba de hacerle preguntas, mientras estaba en el
pito en el gran patio central y continuar allí la misión. púlpito, sobre puntos de religión y otros pensamien-
tos que ocurrían en su mente.
Pero los fariseos están al acecho. Y murmuran en sus
corazones: “¡Qué irreverencia!, predicar en un patio”. Y Empezaba cada reunión con el rezo del rosario. El
van con sus acusaciones al Obispo. principiaba y respondía el hermano desde la tribuna,
y luego toda la concurrencia.
El prelado manda tres canónigos para investigar todo
lo que haya respecto a las predicaciones de Montfort. Por consejo del misionero, casi todas hicieron votos
y juramentos públicos, según sus diversos estados, y
El informe de la comisión de canónigos es muy sig- sobre todo el de guardar la castidad. Hubo también
nificativo y laudatorio: una procesión con Nuestra Señora, en la que renova-
«Lo hemos oído; es un predicador imponente e in- ron, frente al batisterio, las promesas del bautismo.
cansable. Sólo busca la gloria de Dios. Ataca al vi- Durante la misión, el Padre les impuso a esas muje-
cio fuertemente. Se enciende de celo en contra del res tres días de silencio. No hablaron a sus esposos y
pecado. Pero trata al pecador con inmensa caridad. criados sino por señales. Eran tres mil, la mayor par-
Combate el escándalo con libertad santa, sin que le te, del pueblo. Los sermones, adaptados a sus inteli-
detenga ninguna consideración humana. Por eso, se gencias, trataban de puntos morales y de la devoción
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al rosario»... Todos le imitan.
Al terminar la procesión, en la iglesia de los Domi- - Sí, recemos, Dios y la Virgen son nuestra única
nicos, el misionero hizo la despedida con palabras salvación.
llenas de emoción. ¡Quiera Dios que estas penitentes
permanezcan convertidas por largo tiempo, para Termina el rosario. Montfort exclama con un gran
descanso de sus maridos, de su familia y del públi- grito:
co!» - Estamos fuera del peligro.
LA PROCESIÓN DE LOS SOLDADOS - ¿Cómo que estamos fuera de peligro? exclaman
Hemos visto cómo Montfort busca ahora en sus los marineros.
misiones introducirse en los cuarteles y adoctrinar a la - Sí, Santa María nos ha oído, -asegura Montfort.
tropa, a los soldados. Ha descubierto hace tiempo que éste
es un sector abandonado. Y él busca y está siempre con - Pero si los enemigos nos tienen a un tiro de ca-
los más pobres y abandonados. ñón.
La Misión de la Rochela se distingue entre todas por - No, les aseguro que no habrá peligro alguno para
este éxito para Cristo, logrado en medio de los soldados. nosotros.
Supieron responder. Oficiales y tropas. Todos unidos en El viento cambia inexplicablemente. Los buques
un fervor inusitado, respondiendo y secundando las inicia- enemigos tienen que retirarse. El viento es favorable a las
tivas del misionero. velas de la chalupa que rápidamente amarra a las costas
Síntesis y resumen de este fervor, fue la procesión de la isla de Yeu.
final de los soldados.
En Yeu las misiones fueron fecundas. a ello había
Así la describe el Padre Clorivière: contribuido no poco el hecho milagroso de la huida de los
«Todos los soldados iban descalzos, llevando un piratas.
crucifijo en una mano y un rosario en la otra. Abría SIEMPRE MISIONANDO
la marcha un oficial, también descalzo, enarbolando
la cruz de Cristo a modo de bandera. El Padre Montfort es incansable. Sigue misionando.
Almas y más almas a sus pies de confesor, multitudes in-
Todos cantaban las letanías de la Virgen... Todos mensas que quieren oírlo... Como cuando vuelve a la
admiraban un fervor extraordinario en los ejempla- Garnache para bendecir la capilla de Nuestra Señora de
res soldados. las Victorias. Las gentes no caben. Tiene que hablar en
En la plantación de la cruz, con que terminaban to- una plaza enorme, repleta de fieles, al aire libre.
das las misiones de Montfort, el cielo confirmó con Y siempre los mismos enemigos, las mismas adver-
un prodigio la predicación del santo: mientras Mont- sidades... como en Salertaine. Nadie sigue al párroco, ex-
fort dirigía por última vez la palabra a aquella multi- cepto unas pocas mujeres, para recibir al misionero. Le
tud, ésta prorrumpió en un grito: Milagro, milagro, cierran todas las puertas. E incluso las puertas de la igle-
vemos cruces en el aire». sia. Pero éstas se abren por sí solas, milagrosamente.
PIRATAS A LA VISTA Pero con estas luchas vienen las victorias de Dios.
Montfort ha aceptado dar una misión en la isla de Lo único que interesaba a Montfort: "almas, aunque yo
Yeu. El viaje es peligroso. Unos piratas ingleses están tenga que desaparecer y me trituren". Y así la misión en
merodeando el litoral. Se avisa a Montfort del peligro. Es- Saletaine termina con aquel monumento precioso y colo-
te está decidido, valiente, quiere partir pronto, sería para sal, digno émulo del de Pontchateau, en donde brilla el
él la mayor gloria poder sufrir o morir por Cristo. Pero sus fulgor de la Cruz y de María. Pero... es necesario que el
compañeros de misión no tienen tanto valor, y deciden círculo de Dios de su vuelta completa. Así en Salertaine
quedarse. Y en buena hora, pues los piratas atacaron aquel como en Pontchateau, se le prohíbe que bendiga el mo-
barco y llevaron presa la tripulación hasta Inglaterra. numento del calvario. Montfort sabe aceptar, sabe recibir
Los misioneros buscan otro puerto. Con mil dificul- en su alma la Cruz de Dios que ha plantado en el cerro
tades encuentran un patrón de chalupa, a quien conven- con un simple, sencillo y resignado «Bendito sea Dios».
cen, con mucho dinero, para la difícil travesía. Misiones, misiones... Almas, almas... Cruz, María...
A tres leguas mar adentro, ven venir contra ellos los La copa está llena hasta los bordes.
barcos corsarios a toda vela. Sólo se oían gritos, voces
enemigas, aullidos. Y los misioneros rezan y tiemblan: Montfort rebosa.
«¡Estamos perdidos, moriremos todos irremediable-
mente!».
Montfort entona un canto. Sólo le siguen los llantos
de sus acompañantes.
- Pues bien, ya que no pueden cantar, recemos el
rosario -y cae de rodillas.
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REBOSANDO EL SECRETO DEL ROSARIO
El agua que yo le dé, se hará en él El Secreto admirable del Santísimo Rosario, es el
una fuente que salte hasta la vida eterna título completo de esta obra de Montfort.
(Jn 4, 14). Dicen que León XIII se sintió conmovido por este
- Una vez lleno, Montfort rebosa. libro de Montfort, cuando lo leyó al preparar la beatifica-
ción del misionero. Y que fue entonces cuando resolvió
- Y ahí está su agua, sus obras y sus escritos, que publicar todos los años, en el mes de octubre, dedicado al
desde la cumbre, saltan hasta la vida eterna. Rosario, una encíclica mariana.
- Es agua pura y cristalina. Que rebosa de un alma Lo presenta Montfort a los Sacerdotes, a los niños, a
profunda en plenitud. los pecadores, a las almas devotas. Y después nos habla
- Si tienes sed, ven y bebe. Montfort te dará agua de la excelencia y origen del Rosario: por su historia y por
de Dios. las oraciones que lo componen, por los misterios que se
meditan en él y por las maravillas que Dios ha obrado por
I - LOS LIBROS DE MONTFORT el rezo del Rosario.
EL SECRETO DE MARÍA Y así nos da toda la mística, toda la profunda teolo-
«Diga a los miembros de la Liga Teresiana de Ora- gía, ungida con un bello perfume del espíritu, sobre el Pa-
ción, cuyas oraciones por la Iglesia y el Papa nos dre Nuestro y el Avemaría, y sobre las oraciones introduc-
alegran y consuelan, que a todos los lectores y lecto- torias. Ahí tenemos las más sublimes meditaciones sobre
ras de “El Secreto de María” concedemos la Bendi- los misterios del Rosario. Y los más consoladores resul-
ción Apostólica y que plenamente aprobamos la di- tados de las familias y las personas que practican esta de-
fusión de este opúsculo entre los miembros de las voción predilecta de la Madre de Dios.
congregaciones marianas». Con verdad podemos decir que nadie puede penetrar
Así escribía el Papa San Pío X el 1º de marzo de en la sublimidad del Rosario plenamente, si no ha leído y
1906. Es la mejor introducción y la mejor crítica. Un pe- meditado esta obra preciosa de Montfort.
queño librito en extensión. Un gran libro en su contenido. EL TRATADO DE LA VERDADERA DEVOCIÓN
Teológico. Ascético. Místico.
«No concibo obra más excelsa o vocación más fe-
Montfort quiere establecer un sistema espiritual cunda para un alma que el simple trabajo de difundir
completo, en el que entre como elemento esencial la de- esta obra del Beato (Santo) Grignion de Montfort...
voción a Nuestra Señora. Este es el gran secreto, arcano, En ella se encuentra, si se me permite expresarme
incomunicable, sólo dable a los iniciados. así, cierto sentimiento de algo inspirado y so-
brenatural, que crece a medida que se le va estudian-
Iba dirigido a una de sus convertidas, penitente, y ya do; y cuando uno lo ha leído repetidas veces, llega a
adelantada por los caminos de la virtud. Léelo, alma cris- notar que nunca envejece su novedad, ni se dismi-
tiana. Si ya te has entusiasmado con la vida de Montfort. nuye su abundancia, ni se acaban jamás la fragancia
Si no te has contagiado, seguro que este librito encenderá y el sensible fuego de su unción» (Padre Faber, tra-
en ti una llama viva. Porque te llevará a Jesús, luz del ductor y prologuista de la Edición inglesa de El Tra-
mundo. Por María, Estrella de la mañana. tado de la Verdadera Devoción).
María nos es necesaria para nuestra santificación y «Si se abriera un “referéndum” internacional sobre
salvación. Porque sólo ella ha hallado gracia ante Dios. esta cuestión:
Porque es la Mediadora de las gracias. Porque los miem-
bros de Jesús deben ser formados por la Madre, que for- ¿Cuál es el más hermoso libro sobre la Santísima
mó a Jesús... Virgen?, estoy seguro que la mayor parte de las res-
puestas darían la preferencia a este librito... Es, en
Y verás lo que es ser esclavo de María. Esclavo por pequeño, una verdadera “Suma de teología maria-
amor, por total abandono... Te hablará también Montfort na...”» (Padre Roschini, servita, Rev. Marianum, ju-
de lo que exige esa esclavitud: caridad, obediencia a la lio 1940).
Iglesia, unión a María en todas nuestras acciones.
Y así se suceden interminablemente los testimonios
Encontrarás un contenido profundo y un gusto celes- llenos de alabanzas para esta obra de Montfort. De los
tial para todas las prácticas de devoción mariana: Santo teólogos, de los Santos, y de los Papas.
Rosario, fiestas y plegarias a María.
Quizás ningún libro espiritual ha tenido tantas loas y
Sentirás que el alma se te va llenando de Dios. glorias.
Sentirás que María es en verdad tu Madre. Madre Si amas ya a Montfort, tienes que leer esta obra.
buena, que vive y es real.
Si todavía no te ha encendido la llama de su fuego,
Sentirás que así como Jesús no quiso prescindir de lee este Tratado y estoy seguro que te abrasarás. Es decir,
María para venir a los hombres, así los hombres no pue- te abrasarás en amor a Cristo y a María. Que es lo que
den prescindir de María para llegar a Jesús. quería Montfort.
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Lo escribió el misionero, retirado en meditación y Abramos, por ejemplo, su primera obra titulada: “EL
penitencia, en una solitaria ermita, en medio de un huerto, AMOR DE LA SABIDURÍA ETERNA”. Nos extraña el
en la parroquia de San Eloi, de la Rochela, en el otoño de título. Pero vemos enseguida que corresponde a aquella
1712. Allí estaba en contacto con Dios y con María. Con- etapa preliminar de la vida de Montfort, en que éste suspi-
tacto místico. Sin nada ni nadie que le perturbara. Sólo ra, como la tierra seca, porque descienda sobre su alma la
quiso aceptar un camastro, una mesa y un taburete. lluvia benéfica de la Sabiduría. Que es Cristo «Poder de
«Por María vino Jesucristo al mundo y por ella debe Dios y Sabiduría de Dios». Ya Montfort, como a Pablo no
reinar en el mundo». Este es el tema y la tesis fundamen- le interesa ninguna otra cosa, si no es «saber a Cristo, y a
tal del Tratado. Éste, crucificado».
¡Qué difícil es resumir su compacto y profundo con- Y así veremos que nos habla de una manera admira-
tenido! Montfort es teología viva y mística ardiente. Hay ble, y en un lógico plan científico de:
que leerlo. No. Más bien hay que meditarlo. 1) los motivos que tenemos para amar a la Sabiduría; y
Su doctrina se ha condensado en estas tres ideas:
2) de los medios que tenemos para adquirirla y conser-
1) María ha recibido de Dios un gran poder sobre las varla.
almas;
Ésa es su palabra a nuestra mente.
2) No queriendo Dios haber prescindido de María para
Pero... Hay más. Está, sobre todo, su palabra a nues-
la obra de la redención, menos ha querido prescindir
de Ella para la santificación y salvación de los hom- tro corazón y a nuestro espíritu. Están sus oraciones a la
bres. Porque María es Corredentora, Tesorera y Dis- Sabiduría eterna, sus «Avisos», sus «Oráculos»... El alma
tribuidora de todas las gracias; gigante de Montfort y el Corazón ardiente de un sacerdo-
te.
3) Por ello, los que se proponen llegar a la perfección,
tienen especial necesidad de María. Abramos, si no, el «LIBRO DE LAS GRANDES
MÁXIMAS», que la sabiduría dirige a las almas que quie-
Pero no. Es mucho más el libro de Montfort. Es esa ren de veras adquirirla y conservarla para la eternidad.
llama ardiente que Montfort quiere arrancar de su alma Ese pequeño folleto, compuesto por Montfort para las Hi-
para herir con dardos de fuego todos los corazones. Es to- jas de la Sabiduría que acababa de fundar. Es esa «Voz de
do el resultado de una devoción y de una meditación vital,
la Sabiduría» sobre la abnegación, la vida interior, calcada
porque fue su alimento y el pensamiento dominante de su
en la Sagrada Escritura.
vida.
O leamos su «CARTA CIRCULAR A LOS AMIGOS
Si con este librito mío pudiera conseguir que una so-
DE LA CRUZ», Los «Amigos de la Cruz»: esa asociación
la alma leyese y meditase el “Tratado de la Verdadera
Devoción” del Padre Montfort, daría todo el trabajo por que Montfort reanima y establece al final de las misiones.
muy bien empleado. Fiat, fiat, que es el amén de los sal- Ahí Montfort, también, nos hablará al corazón. Sobre la
mos. Cruz. Síntesis del amor. Síntesis del cristiano. Que ha de
tomar su cruz y seguir a Cristo.
OTROS ESCRITOS DE MONTFORT
Y tomemos entre nuestras manos con verdadera de-
Porque la mejor manera de amar a un santo es com- voción y con un cariño y respeto profundos, su último li-
penetrarse con sus escritos, ya que ellos son su palabra brito, titulado «PREPARACIÓN PARA LA BUENA MU-
viva. Porque la mejor manera de honrar y conmemorar a ERTE». No caigamos en la tentación de leerlo, rápido y
un santo es meditando su palabra. de corrida. No. Meditémoslo punto por punto. Vayamos
... Y Montfort nos dejó su palabra. Su palabra abun- repasando sus pensamientos. Recitemos, orando.
dante. Su palabra viva.
Y vayamos al Calvario. Y allí, a los pies de Jesús
No algo descarnado y seco. No algo puramente cien- agonizante, ofrezcamos al Padre, con las oraciones de
tífico. No la sola materialidad de los problemas. Montfort, las siete palabras últimas de Jesús en la cruz.
Los escritos de Montfort son teología. Aprendida en Y ahora caigamos de rodillas.
los libros. Y sobre todo meditada en el alma.
Tenemos delante el testamento espiritual de Mont-
Los escritos de Montfort son mística. Pensada en el fort.
cerebro. Vivida en la oración.
Las últimas enseñanzas de un padre moribundo.
Los escritos de Montfort son el palpitar vital de un
corazón rebosante de amor a Cristo, a su cruz y a su Ma- Síntesis, resumen de una vida plena de Dios.
dre. Es el testamento de Montfort para todos sus hijos.
Están cuajados de oraciones y de elevaciones espiri- El modelo de testamento espiritual que él nos propo-
tuales. Al mismo tiempo que están cargados de un pro- ne preparando nuestra muerte.
fundo contenido.
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II - LOS HEREDEROS DE MONTFORT Y los seminaristas sentían que en sus almas iba na-
ciendo un fuego nuevo.
ANSIAS DE FUNDACIÓN
Montfort les explica su idea, el ansia que tenía de
Montfort cae gravemente enfermo.
formar una comunidad de sacerdotes apostólicos: sacer-
Está en plena misión. Misionando hasta la muerte. dotes desligados de todo lo terreno, incluso de sus fami-
Así quiere que le encuentre el Señor, «Porque bienaventu- lias, prontos a ir a cualquier parte sin el peso del equipaje,
rado aquel siervo a quien el Señor encontrare sirvien- confiados en la Providencia...
do...». E iban cayendo las chispas encendidas en los cora-
Es la misión de Sèguinière, en donde encontró «un zones de los seminaristas del Espíritu Santo.
párroco según su corazón». En donde le ven conversar ORACIÓN PARA PEDIR SACERDOTES
con la «blanca Señora». Estamos en el año 1713.
La compuso Montfort por aquellos días.
Montfort ve en esta enfermedad un aviso del cielo.
Un aviso de que el Señor está cerca. Recitémosla nosotros desde el fondo del alma. En
estos días aciagos para las vocaciones. Cuando más se ne-
No hay tiempo que perder. cesitan y cuando menos hay. Pidamos con el corazón
Debe realizar y llevar a la práctica aquel pensamien- abrasado «al Señor de la Mies que envíe obreros a sus
to y deseo, acariciado desde sus primeros años sacerdota- campos... porque los trigos amarillean y amenazan agos-
les en el fondo de su corazón, de «pedir a Dios una peque- tarse». No hay quién recoja la sementera, no hay quién
ña y pobre compañía de buenos sacerdotes que, bajo el reparta el pan a los pequeñuelos, no hay quién siembre la
estandarte y la protección de la Santísima Virgen, vayan Palabra...
de parroquia en parroquia enseñando el catecismo a los Inmensas tierras de América sin la voz del Salvador
pobres». por sus ministros.
No se había debilitado ese cálido deseo. Antes con el Almas innúmeras de nuestra Serranía americana se-
tiempo se había ido incrementando en el alma de Mont- dientas de Dios.
fort.
Espíritus nobles de nuestra tierra, sentados en som-
En el 1703 había pedido al Padre Poullart, fundador bras y tinieblas.
del Seminario del Espíritu Santo, de París, que le prepara-
Porque faltan ministros del Sacramento y de la Pala-
se misioneros. Se lo había prometido. Habían pasado diez
bra.
años. Los misioneros no llegaban. Montfort volvería a Pa-
rís a mendigar sacerdotes, como mendigaba un pedazo de Porque faltan brazos que recojan las espigas.
pan, para las almas hambrientas. Señor de la mies, envía operarios a tus campos.
MENDIGANDO SACERDOTES EN PARÍS Padre Nuestro, santificado sea tu Nombre.
Llega al Seminario del Espíritu Santo. El Padre Hijo de Dios, Sacerdote eterno, danos muchos y san-
Poullart había muerto hacía cuatro años. Le recibe, con tos sacerdotes.
todo cariño, el nuevo director del Seminario, Padre Bouic.
Espíritu de Amor, inflama los corazones de tus fie-
La comunidad está en recreo. Montfort saluda a to- les... Envía un rayo de tu luz, para que haya sacerdotes y
dos. Pero hay un seminarista muy pobremente vestido, religiosos, y apóstoles laicos de tu misterio.
con la pobreza y la humildad reflejadas en todo su ser.
Montfort le prodiga las más exquisitas atenciones. A la Santísima Trinidad
Hasta tal punto que se quedan solos los dos, charlan- Acuérdate, Señor, acuérdate de tu mano omnipoten-
do amigablemente: te, cuando con una sola palabra sacaste el universo de la
nada.
- ¿Por qué, Padre, me trata con tanta deferencia?
En verdad que me sorprende, pues nadie me trató nunca Al Padre Eterno
con tanta amabilidad. Gran Dios, Tú que de piedras toscas puedes hacer
otros tantos hijos de Abrahán, di una sola palabra; envía
- Le doy particulares muestras de afecto, por pare-
buenos operarios a tu mies y buenos misioneros a tu Igle-
cerme el más pobre, pues la pobreza, en donde quiera se
sia.
encuentre, merece especiales atenciones.
Acuérdate de tantas plegaria que a este fin han hecho
Muchas veces visitó Montfort el Seminario del Espí-
tus siervos y siervas desde hace tantos siglos; que sus sú-
ritu Santo. Iba lleno de celo, con una llama en el alma,
plicas, sus gemidos, sus lágrimas y su sangre derramada,
que quería prender en los seminaristas para incendiar al
acudan a tu presencia para implorar poderosamente tu mi-
mundo. sericordia.
Y les hablaba del ideal sacerdotal y misionero, de la Mas, acuérdate sobre todo de tu querido Hijo: mira la
pobreza, del celo ardiente por las almas. faz de tu Ungido. Acuérdate de su agonía, su confusión y
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su queja amorosa en el huerto de los olivos, cuando dijo: munidad, una selección, una agregación de predestinados
¿De qué sirve mi sangre? que debes hacer en el mundo y de entre el mundo: «Yo
Acuérdate Señor, de esta comunidad en los efectos los he elegido del mundo».
de tu justicia... Violada es tu divina ley, abandonado tu Es un rebaño de corderos apacibles que debes juntar
Evangelio; torrentes de iniquidad inundan toda la tierra y entra tantos lobos; una bandada de castas palomas y de
arrastran a tus mismos siervos... La impiedad se sienta en águilas reales entre tantos cuervos; un enjambre de abejas
los tronos; tu santuario es profanado, la abominación está entre tantos zánganos; un batallón de valientes leones en-
en el mismo lugar santo. tre tantas liebres tímidas.
¿Lo dejarás todo abandonado, justo Señor, Dios de ¡Ah, Señor! «Congréganos, júntanos y reúnenos de
las venganzas? ¿Callarás por siempre? ¿Seguirás sopor- todos los pueblos, a fin de que en todas partes se alabe y
tándolo todo? ¿No es preciso que tu voluntad se haga en bendiga tu Nombre».
la tierra como en el cielo, y que venga a nosotros tu reino?
(Continúa pidiendo al Señor misioneros según su co-
Al Hijo de Dios razón y haciendo una apología teológica y profunda, mís-
Señor Jesús, acuérdate de tu asamblea. Acuérdate de tica y poética, de la esencia y ministerios sacerdotales). Y
dar a tu Madre una nueva Compañía para renovar por ella termina:
todas las cosas y concluir por María los años de la gracia Súplica al Todopoderoso
como los has comenzado por ella. Da hijos y siervos a tu
Madre; de lo contrario, déjame morir. Mira, Señor, Dios de los ejércitos, como los capita-
nes forman escuadrones compactos,... los navegantes
¿Qué te pido? Nada para mí, todo para tu gloria. equipan flotas completas; los ladrones, impíos y liberti-
¿Qué te pido? Lo que puedes, y aún, me atrevo a decir, lo nos, se juntan contra Ti, todos los días, tan pronto y fá-
que debes concederme como verdadero Dios que eres, a cilmente...
quien todo poder ha sido dado en el cielo y en la tierra, y
como el mejor de todos los hijos, que amas infinitamente ¿Y Tú, Señor? Habiendo tanta gloria, dulzura y pro-
a tu Madre. vecho en servirte, ¿casi nadie tomará partido por Ti?
¿Que te pido? Hijos libres, sacerdotes libres con tu ¿Serán tan escasos los soldados que se alisten bajo tu
libertad, desprendidos de todo, sin padre, sin madre, sin bandera? ¿No habrá alguno que, celando tu gloria, grite
hermanos ni parientes según la carne, sin amigos según el en medio de sus hermanos, como San Miguel: «Quién
mundo, sin bienes, sin estorbos, sin cuidados, y hasta sin como Dios».
voluntad propia.
Señor, levántate con tu omnipotencia, tu misericordia
Hijos libres, hombres siempre prontos a servirte, y justicia, para formarte una compañía escogida, de guar-
siempre dispuestos a obedecer a la voz de sus superiores, dias reales, que custodien tu casa, defiendan tu honor, y
como Samuel que dijo: «¡Estoy pronto!»; siempre listos a salven tus almas, para que no haya más que un redil y un
correr y a sufrirlo todo contigo y para Ti, como los Após- pastor, «y que todos te tributen gloria».
toles: «Vayamos también nosotros y muramos con Él».
LOS PRIMEROS SOLDADOS
Hijos libres, verdaderos siervos de la Santísima Vir-
gen, que, como Santo Domingo, con la antorcha brillante Dios no podía desechar aquella sed ardiente que de-
y ardiente del Santo Evangelio en la boca y el Rosario en voraba al misionero. Dios no podía permanecer sordo a
la mano, vayan por todas partes ladrando como perros, aquellas oraciones que, como saetas de fe, se elevaban al
ardiendo como hogueras, e iluminando las tinieblas del cielo, suspirando vocaciones.
mundo como soles... Allí, en el Seminario del Espíritu Santo, de París, se
Al Espíritu Santo formarían los primeros hijos de Montfort, los misioneros
de la Compañía de María. El les dejará una imagen de la
Acuérdate de tu asamblea. Espíritu Santo, acuérdate Señora. Y el encanto perfumado de sus virtudes.
de engendrar y formar hijos de Dios, con María tu divina
y fiel Esposa. Has formado a Jesús, «cabeza de los pre- Les hablaba a los seminaristas en el recreo.
destinados», con Ella y en Ella. Con Ella y en Ella debes Sus palabras eran ardientes, llenas de celo sacerdotal,
formar también todos sus miembros. llenas de amor y cálidas por la salvación de las almas. Los
No engendras a ninguna persona en el seno de la Di- seminaristas le escuchaban y miraban admirados.
vinidad, pero Tú solo engendras a todas las personas divi- - Ahora es tiempo de decidir: ¿quién de vosotros
nas fuera de la Divinidad; y todos los santos que han sido
será mi primer discípulo?
y serán hasta el fin del mundo, son otras tantas obras de tu
amor unido a María... Montfort habla claro, directo y decidido. Todos le
miran estupefactos. No se esperaban una pregunta tan in-
«Envía tu Espíritu y serán creados, y se renovará la
mediata. Silencio.
faz de la tierra». Envía tu espíritu, que es fuego purísimo,
para formar sacerdotes llenos de fuego, por cuyo ministe- - Pues bien, si Ud. no deciden, yo decidiré en nom-
rio sea renovada la faz de la tierra y reformada tu Iglesia. bre de Dios.
Acuérdate de tu asamblea. Es una reunión, una co- Sigue un silencio sepulcral.
51
- Este es el elegido. Es bueno. Me pertenece. Lo ten- AMAD LA SABIDURÍA DE LA CRUZ»
dré. En Poitiers Montfort había echado una semilla hace
Y Montfort pone su sombrero en la cabeza de un cinco años. Y la dejó al cuidado del Señor. Aquella semi-
seminarista llamado Le Valois, tomando él el del semina- lla fue incrementándose... ahora pugnaba por salir a la tie-
rista. Le Valois temió primero que se tratase de un simple rra como un tierno tallo.
cambio de sombreros porque saldría perjudicado. Pero Allí en aquel albergue, estaban María Luisa de Jesús
pronto comprende que se trata de la elección de Montfort y Catalina Brunet. Las dos primeras discípulas de Mont-
para que sea él el primer misionero de su compañía. Se fort. Lo habían recordado con afecto filial. Guardaban to-
alegra inmediatamente. das sus palabras en su corazón. Oraban y meditaban.
Le Valois seguirá estudiando. Siete años más tarde, y Un día les anuncian que ha llegado Montfort. Quiere
sacerdote, se unirá a los misioneros de Montfort. verlas. Ellas saltan de alborozo. La Hermana María Luisa
de Jesús, al saludar a su amado Padre, recita de memoria
Otros tres de los presentes ingresarían a la familia una larga oración a la Sabiduría, que le había enseñado el
espiritual de Montfort. Pero a uno sólo le vería ingresar misionero.
Montfort en vida: al Padre Vatel.
- ¡Cómo! ¿Todavía sabe esa oración?
III - CON SUS HIJAS
- Sí, Padre mío: no la he dejado de rezar ningún día.
PERSEGUIDO HASTA LA MUERTE
- Pues yo en verdad ya la había olvidado.
«Bienaventurados los que padecen persecución por
- Es mi oración predilecta. Me sirve de alivio y de
la justicia...». Padecer persecución por la justicia, por la
paz inmensas.
santidad, es signo de predilección de Dios. Y Montfort
estuvo perseguido hasta la muerte. - Pues que le es provechosa, récela siempre.
Sí, en el Seminario del Espíritu Santo había sido re- Y las Hijas de la Sabiduría, a través de los siglos y
cibido con calor fraternal. Pero..., fuera de allí, frialdad y del espacio, repiten esta oración del misionero a la Divina
aversión: Sabiduría, cada día después del rezo del segundo Rosario.
«Si conocieras mis trabajos y humillaciones, dudo Catalina está ansiosa por tomar el hábito. Hace más
de cinco años que es postulante. Parece que está abando-
mucho de que desearas verme tan ardientemente...
nada de la mano de Montfort. Al misionero le parece que
Un sinnúmero de pecados y pecadores que no puedo sí está más perfeccionada que antaño, más piadosa y co-
tolerar, no me dejan descanso alguno. rregida de ciertas ligerezas.
Estoy siempre alerta, siempre sobre espinas y afila- Sin embargo... era exigente Montfort, Quería que las
das piedras. Soy como una pelota en un juego, que que se consagraban al Santuario estuviesen limpias total-
todos golpean y arrojan. Tal es el destino de este po- mente para Dios. Dispuestas a dejarlo todo. A exigirse
bre pecador. hasta la sangre... Decide que Catalina prolongue el postu-
lantado. Un año más de espera y de purificación antes de
Así me hallo sin tener descanso ni reposo desde que tomar el Hábito.
salí de San Sulpicio, hace ya trece años» (De la carta
LOS ENEMIGOS EN ACECHO
a su hermana Luisa: 15-8-1713).
Los enemigos no duermen. Parece mentira lo bien
En París predicó retiros y dio conferencias a comu-
que se cumplen las palabras del Señor. Al pie de la letra.
nidades religiosas. Le invitan las clarisas del Ave María. Y parece mentira también que haya personas capaces de
Deseaban verle y oírle por la fama de su santidad. Temían soportar lo que sufrirá el Padre Luis María.
recibirle y escucharle por la austeridad de su doctrina.
No hace muchos minutos que ha llegado a Poitiers.
Montfort les habló del amor, de la caridad, del des- Viene con las mejores intenciones y cargado de fama de
prendimiento, de la oblación de las almas consagradas... espiritualidad y santidad. Pero, inmediatamente se en-
Las religiosas le regalan una casulla. Montfort la usó cuentra con una orden episcopal en la que se le conmina a
en las misiones hasta su muerte. abandonar la diócesis en el término de veinticuatro horas.
Con razón pudo escribir Montfort que estaba rodea-
La semilla de su suspirada Compañía de María esta-
do de humillaciones «siempre sobre espinas y afiladas
ba echada en el surco. Ahora piensa Montfort en aquellas
piedras».
otras almas que había dejado en Poitiers, en la pequeña
asamblea de las Hijas de la Sabiduría. Hace cinco años Es necesario, pues, que el misionero distribuya las
que las ha dejado. Desde entonces no ha vuelto a verlas. pocas horas que le conceden, para hablar a sus Hijas de
las cosas del espíritu.
Y hace el camino de Poitiers, vagabundo de Dios,
peregrino de las almas... Poco tiempo, pero intenso. Les habla de la cruz. De
la cruz de Cristo.
«HIJAS MÍAS,
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- Hijas mías, amen siempre la sabiduría de la cruz, merables almas penitentes. El misionero tiene sed, como
escándalo para los judíos, necedad para los gentiles. Se- Cristo en la cruz. Y llamará a cada puerta y a cada cora-
pan que si son perseguidas, son predilectas de Dios... zón. Y otra vez la cruz, las persecuciones, los enemigos...
Y otra vez aquellas meditaciones sobre María. Hasta la
Y cuantas cosas más, que el misionero llevaba en el
muerte.
corazón desbordante de caridad.
Misiones, cruz, María...
Y aquella despedida. Nos la podemos imaginar.
Perfecto resumen de la vida de Montfort.
Es la efusión paternal del espíritu.
No busquen más.
Y el amor de Dios para los suyos.
Eso es todo.
IV - MISIONANDO HASTA LA MUERTE
Nada más.
GRAVE ENFERMEDAD
Y nada menos.
Expulsado de Poitiers, Montfort va a la diócesis de la
Rochela. Emprende una misión, unido a los Padres Jesui- Cada etapa de su vida es un círculo perfecto con
tas. Pero no puede concluirla. Hacia la mitad, cae grave- esos rayos luminosos. Y como centro, Dios.
mente enfermo.
LA CRUZ
Se le traslada al hospital de la Rochela. Los Herma-
Clavada en su carne. Como cuando aquel joven
nos de San Juan de Dios, que atendían el hospital, le cui-
compañero le pregunta: «Padre, ¿cómo se hace peniten-
dan «demasiado bien», según Montfort, y éste pide ser
cia?» Por toda respuesta, Montfort le muestra uno de sus
atendido como los más pobres del hospital.
brazos: una cadena de hierro, con punzantes púas, muerde
Dos meses en el hospital. Montfort parecía un león implacable su carne hasta llegar al hueso.
enjaulado. El celo de Dios le consumía. No podía verse
La cruz clavada en su alma durante toda la vida.
retenido por tan largo tiempo, habiendo tantas almas que
Como aquel caso de Vanneau, que era ya típico para el
salvar.
misionero. En las vísperas de la comunión general, cuan-
Entremos de nuevo en su alma. Sorprendámosle en do todo está dispuesto para recoger los frutos de la mi-
las profundas meditaciones con Dios, en el silencio de su sión, una carta del obispo le retira las licencias para ejer-
enfermedad y en el sacrificio de sus terribles dolores. Se cer el ministerio sacerdotal. La cosecha era fecunda y
ha abrazado a la cruz de Cristo tan íntimamente que se ha eminente, las espigas se doblaban por su propio peso,
identificado con ella. henchidas de granos exuberantes. Se agostará la semen-
tera. El párroco marcha corriendo a postrarse a los pies
El cirujano que le atendió nos dejó este testimonio
del prelado:
precioso del gran amante de la cruz de Cristo:
- Es el mejor sacerdote que he conocido. Sería una
«En lugar de compasión nos pedía que le tratásemos
pena irreparable el que ahora se interrumpan las misiones,
sin miramientos, asegurándonos que se acordaría de
precisamente cuando estamos recogiendo los más precio-
nosotros en sus oraciones. En medio de sus terribles
sos frutos...
sufrimientos, chanceaba como el que sintiera el ma-
yor placer del mundo. Cuando más agudos eran sus - Está bien, el misionero tiene licencias sacerdota-
dolores, entonaba el cántico “Viva Jesús, viva su les en mi diócesis hasta el último día de la misión, pero ni
cruz”». un minuto más.
Ya convaleciente, parecía un cadáver ambulante; o como en aquella otra ocasión, cuando quiere dar
rostro esquelético y andar inseguro; mísero sayal y afonía unas misiones en Abranches. Pide las licencias episcopa-
casi total... Era la cruz viviente que, a duras penas, se les. Esta respuesta:
arrastraba.
- No solo no le permito predicar en mi diócesis, pero
ALMAS, ALMAS, ALMAS… ni siquiera celebrar la Misa. El único servicio que me
puede prestar, es el de salir cuanto antes de esta diócesis.
Tenía sed de almas. Le devoraba la salvación de los
hombres. Y sigue de ciudad en ciudad, de pueblo en pue- Y MARÍA
blo, de camino en camino... buscando un alma. Mendi-
En Roussay se le apareció dos veces «la blanca Se-
gando el pan. Pero, sobre todo, mendigando las almas pa-
ñora» en presencia de testigos. Conversaba aquella Dama
ra Dios.
«de belleza no semejante en la tierra» con el misionero.
¡Cuántos testimonios de esta época, última etapa de Era algo íntimo, familiar, amoroso...
su vida! No es nuestro propósito referirlos todos. Por otra
Por eso, muy pronto, podrá decir Montfort que Dios
parte sería imposible. Mejor que sigamos de rodillas, uni-
le favorecía con una especial gracia: la presencia continua
dos a los sentimientos de Montfort, en adoración profunda
de Jesús y María en lo más íntimo de su alma.
del misterio de Dios en el alma ardiente del misionero.
Vanneau, Saint-Lo, Taugón, San Amando, Mervent... Y así, podrá subir al púlpito y, arrobado mística y
Cuantas y cuantas misiones. Procesión inmensa de innu- amorosamente, hablar a las almas de María con un amor
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inmenso. Podrá inyectar en los pechos la sabia fecunda de EMPRESA GLORIOSA DE DIOS
una profundidad mariana con raíces de eternidad.
Llama a las dos religiosas de Poitiers, que fueron la
Podrá escribir continuamente las glorias de María. semilla de su congregación femenina. Así les escribe:
Podrá ingresar en las familias, y arrodillarse antes de «No han contestado a mi última carta, no sé por qué.
la comida orando a la Madre de Dios. Como en la casa del El Obispo de la Rochela, a quien muchas veces he
Señor D'Orville, hombre poco piadoso, que después de hablado de Uds. y de sus proyectos, juzga conve-
esta escena y de hablar largamente con Montfort, promete niente que vengan para comenzar la obra tan desea-
que en su casa se rezará el rosario cada día y se empezará da. Ha hecho arrendar una casa con esta intención,
a vivir en cristiano. «En verdad, que hoy ha venido la sal- mientras se compra y arregla otra definitivamente.
vación para esta casa...». Por medio de María. Es cierto que en su país hacen mucho bien, pero lo
Sí, llegó la salvación. Y poco después vemos al Se- harán mayor aquí. Tendrán que vencer grandes difi-
ñor D'Orville, expulsando de las plazoletas, a donde daba cultades, lo sé; pero necesariamente una empresa tan
su casa, a los mozalbetes libertinos, que tomaban aquella gloriosa de Dios y tan provechosa del prójimo ha de
plaza cada noche como lugar de diversiones deshonestas. estar sembrada de cruces y espinas. Si no se arriesga
Y colocando en la fachada de su mansión una imagen de algo por Dios, nada grande se hará...» (Carta a la
María, a cuyos pies se reunía todas las tardes con su fami- Hna. María Luisa de Jesús: año 1714 ó 1715).
lia y vecinos para rezar el rosario. Sí, las Hermanas tendrían que pasar muchas dificul-
El amor a María era una especie de obsesión para tades para salir de Poitiers y venir a la Rochela, según la
Montfort. Una locura, una locura de Dios. Que el misio- intención de Montfort. Todos se opondrían: los padres de
nero sabía contagiar a las almas. María Luisa de Jesús, el Obispo de Poitiers, los adminis-
tradores del albergue...
V - LAS HIJAS DE LA SABIDURÍA
EN MARCHA Pero al fin, Dios triunfaría. Y a pesar de la madre de
María Luisa, arrodillada a sus pies, ante el coche que le
MONTFORT EDUCADOR transportaría a la Rochela, las dos hermanas en religión,
Montfort fue un perfecto educador. Entregado ple- María Luisa y Catalina, partirían decididas a secundar los
deseos ardientes del Fundador.
namente a la educación de los niños y de la juventud, con
tanto encarecimiento y descendiendo a tan preciosos deta- LAS HIJAS DE LA SABIDURÍA
lles, como si en toda su vida no hubiera tenido otra ocu- EN LA ROCHELA
pación que dedicarse a esta misión.
Llegan las hermanas, No está el Padre Montfort: en
Dio a la educación el lugar básico y radical que tiene aquellos tiempos dirigía una misión fuera de la Rochela,
en toda la formación, para la sociedad y para la Iglesia. en Taugón.
Según el mandato del Señor: «Vayan por todo el mundo y Se dirigen al Obispo. No les puede dar casa. La que
enseñen...». «Enseñen el Evangelio...». Y por ello Mont- había sido alquilada no les será entregada hasta que pase
fort enseñaba. A leer y escribir. Con una finalidad: «Para un mes. Hospedadas en casa ajena, se ven tratadas sin mi-
que los niños puedan aprender el catecismo, y allí sus ramientos y con dureza.
obligaciones para con Dios y para con el prójimo».
Por fin, pueden abrir su escuela en la casa alquilada.
«En sus misiones, uno de sus primeros cuidados era El misionero no ha regresado aún. Les escribe desde Tau-
proveer a las parroquias de buenos maestros y maestras de gón. Les dice los fines de su comunidad: «Llámense Co-
escuela, pues decía que las escuelas son los semilleros de munidad de la Sabiduría para la instrucción de los niños y
la Iglesia», nos dice su biógrafo, Padre de La Clorivière. cuidado de los pobres». Y les da toda clase de sabrosos
Y Grandet: «La primera ocupación de Montfort, en detalles sobre su vida y mística.
el curso de sus misiones, era establecer escuelas cristianas Vendrá pronto a verlas. Y tomando a un lado a María
de niños y niñas». Luisa de Jesús, a la que había nombrado Superiora, le di-
Y eran de admirar aquellas escuelas parroquiales, ce: «Mire, hija, ve esa gallina que recoge los polluelos ba-
frutos de misiones. A ellas acudían gratuitamente los ni- jo sus alas. ¡Con qué diligencia y cariño las cuida! Pues
ños en gran número. Todo estaba determinado por Mont- bien, así debe Ud portarse con todas las hijas de quienes
fort: el número de los maestros, la asistencia del sacerdo- será madre». Y después anuncia a María Luisa que volve-
te, el orden, el silencio, el método pedagógico, las distri- ría muy pronto a Poitiers para tomar posesión del hospital
en nombre de la Congregación de la Hijas de la Sabiduría.
buciones, los recreos.
Esto se cumplió fielmente cuatro años después.
Y hasta tuvo un perfecto ensayo de escuela normal.
ESCUELAS GRATUÍTAS
Escogió un grupo de jóvenes que se habían puesto bajo su
dirección espiritual. Los instruyó profundamente, y les Montfort había vuelto a las misiones. Cierto día se
inculcó una acendrada piedad. Así preparados, les confió presenta a la superiora una joven muy bien vestida y de
la educación y enseñanza de algunos niños. modales aristocráticos.
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- Deseo ser educada por ustedes. Montfort quería que sus religiosas fuesen hostias vi-
vas, que se inmolaran cada día celebrando la misa de su
- No hay inconveniente, hija mía, Pero debe ser
victimación constante al Señor. Unidas a Cristo crucifica-
muy pobre, disciplinada y sacrificada.
do. «Crucificadas con Cristo». «Al pie de la cruz de Je-
- Mis padres son muy ricos, desearían pagar mi sús», en donde está toda verdadera sabiduría.
educación y ser atendida con toda deferencia. Monseñor Champflour aprobó esta Santa Regla sin
- Esto no puede ser. Es una escuela gratuita. Si no restricción alguna.
quiere ponerse al nivel de las demás alumnas, vuelva a su Montfort entrega la regla a la primera superiora, Ma-
casa y guarde su dinero. ría Luisa de Jesús, con el sagrado mandato: «Reciba esta
Poco después llega el misionero. Le refieren lo suce- Regla, hija mía; obsérvela y hágala observar a las que vi-
dido con aquella joven. El misionero sonríe. van bajo su dirección».
- Bendito sea Dios, queridas hijas; yo fui quien en- ENTRE LOS ENFERMOS POBRES
vié a esa joven para probar si recibían dinero. Han sido Las Hijas de la Sabiduría habían sido fundadas para
fieles. Esto me llena de alegría y de consuelo. la educación de los niños y el cuidado de los enfermos
UNA NUEVA POSTULANTA pobres.
María Regnier era una joven aldeana. Sentía inclina- Cumplían con la primera parte del programa. Faltaba
ción a la vida religiosa. Había conocido al Padre Montfort realizar la segunda.
y visitado la escuela de las Hijas de la Sabiduría. Estaba Muy pronto les ofrecen la dirección del Hospital de
decidida, pero dilataba su ingreso. Montfort le escribe: San Luis de la Rochela. Montfort acepta inmediatamente
«La gracia del Espíritu Santo no admite dilación. Cuando y designa como superiora a la antigua Catalina Brunet,
Dios pide algo a su creatura, lo hace suavemente y no convertida ahora en Hermana de la Concepción, que se
quiere forzar su libertad. Pero cuanto más se difiera el lleva como ayudante a la Hermana San Miguel, nueva
cumplimiento de lo que Él pide tan suavemente, más se profesa.
debilita su llamamiento, menos se oye su voz, y más se
Pero la Hermana de la Concepción no tenía el tempe-
irrita su justicia. No se descuide...». El misionero era claro
ramento necesario para gobernar una casa tan difícil, por
y tajante.
ello ha de renunciar a superiora a los pocos meses de su
María Regnier no resistió a aquel golpe violento de designación.
la gracia, y el 22 de agosto de 1715, tomaba el hábito con
El fundador, como siempre, está en la brecha, a la
el nombre de Hermana de la Cruz, junto con otra compa-
vanguardia con la bandera de la cruz muy en alto, para
ñera, llamada María Taellau, que tomó el nombre de que todos puedan presenciarla. Ante los titubeos de la re-
Hermana de la Encarnación. ligiosa, le escribe con toda energía:
LA SANTA REGLA «Piense, por Dios, hija mía, en su vocación, y no
Montfort se retira a la ermita de San Eloy. Allí ora, abandone el Hospital por causa de una tentación. Si
se sacrifica. Tiene conversaciones extáticas con la Madre lo hace no quiero verla más. No escuche sus propios
de Dios. sentimientos. De rodillas pido a Jesús la sostenga
contra el infierno que teme la reforma del hospital».
La Hermana de la Encarnación le sorprende un día
arrobado en éxtasis delante de su mesa de escribir, en la Pero las dificultades eran en verdad difíciles, y la vi-
austera ermita. Tuvo tentación de mirar lo que estaba es- da en el hospital muy dura para las religiosas. Montfort
cribiendo e incluso de cortarle un mechón de pelo como decide que salgan de allí y vuelvan a la escuela al lado de
reliquia y recuerdo de aquellos momentos de cielo en la la Hermana María Luisa de Jesús. El hospital es puesto de
tierra para el misionero. Pero no se atrevió. Se lo contó a nuevo en manos de seglares, hasta el año 1725, en que de-
la Superiora, sin omitir sus deseos, la Madre le dijo sen- finitivamente es entregado a las Hijas de la Sabiduría.
cillamente: «Hija mía, debías haberlo hecho». VI - SED DE SACERDOTES
Allí, solo ante Dios, como un serafín encendido en el PARA LA COMPAÑÍA
más puro amor, Montfort escribía lo que el Señor le iba EN BUSCA DEL CANÓNIGO BLAIN
dictando en su corazón.
No llegaban los sacerdotes que le habían prometido
Y así salió esa preciosa norma de vida, que es la re- en el Seminario del Espíritu Santo, de París. No ingresa-
gla religiosa de las Hijas de la Sabiduría. ban vocaciones para su Compañía. Se sentía solo. Tenía
ansias de más brazos para su tan soñada obra de unos «sa-
Han de buscar la Divina Sabiduría, por la imitación
cerdotes pobres».
de Jesucristo, Sabiduría del Padre. Verbo de Dios encar-
nado. Tendrán pocas austeridades por obligación, pero Entonces se acuerda de una persona que podrá ayu-
han de procurar en todo momento la mortificación volun- darle mucho. Piensa en su condiscípulo, el Reverendo
taria como oblación de todo su ser al Señor. Blain, que ahora es canónigo en Rouen. Y allí se dirige.
Tendrá que atravesar media Francia. Siempre a pie. De
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limosna. Tendrá que sostener una profunda y larga lucha Montfort vuelve a un silencio profundo. Saca una
con el canónigo para atraerle a la obra de su corazón. No carta y empieza a leer como distraído. Y sin dar impor-
importa. tancia, dice:
Camina, Montfort, derrama el bien en la tierra. Tus - Un sacerdote me abandona, Dios me envía otro.
pies de peregrino son luminosos como los de los evange- - ¿Que quiere decir?, Padre.
lizadores de la paz, como los de los evangelizadores del
bien. Blancos pies fatigados de tanto camino, sólo descan- - Es preciso que me siga. Trabajaremos juntos.
sarán en la tumba, clavados a la cruz del Señor. Y Montfort le explica sus planes y el programa de su
ESTAFADO POR UN JOVEN congregación.
A su paso por Nantes se hospeda en el hospital de - Sí, Padre, estoy de acuerdo y muy gozoso en se-
incurables. En la noche, mientras Montfort hace las últi- guirlo. Pero... hay una grave dificultad, ya tengo pasaje
mas oraciones, se le acerca un joven, que dice ser semina- para embarcarme como misionero en tierra de infieles.
rista. Montfort no desperdicia ocasión. Tiene sed de mi- - Yo me encargaré de solicitar el permiso para un
sioneros para la ansiada Compañía que empieza a flore- cambio de proyectos con vuestro Señor Obispo.
cer. «Quizás -piensa Montfort- este clérigo tan pobre y
humilde pueda llegar a ser un buen misionero». - No, no puede ser. El capitán del barco que me
conducirá me ha adelantado el dinero del pasaje con tal
Montfort habla al joven con todo entusiasmo de sus que le sirva de capellán en la travesía.
proyectos.
- Montfort piensa, discurre. Está dispuesto a tomar
El joven acepta ser misionero. a aquel sacerdote como ayudante y sacerdote para su
Compañía.
Le sigue hasta Rennes con un fervor admirable.
- Ya lo arreglaré yo. El señor Obispo de la Rochela
En Rennes el misionero estaría tres semanas. El jo-
le devolverá ese dinero al Capitán.
ven pide permiso para despedirse de sus padres que vivían
cerca. Sería el último adiós a su familia y después seguiría El sacerdote, ante tanta insistencia y tanto celo, ac-
a Montfort desprendido de todo lo terreno. cede. Se quedará con Montfort.
- Vete, hijo mío, te doy mi permiso y mi bendición. Es el primer Padre de la Compañía de María. Se lla-
ma Adriano Vetel, antiguo alumno del seminario del Es-
- Volveré pronto y le seguiré como un discípulo fiel. píritu Santo de París.
- Para su camino puede llevar el jumento de los Pero no terminaron aquí las dificultades.
equipajes.
El capitán del barco quiere dar una paliza al misione-
El joven se fue muy contento. ro porque le ha arrebatado su capellán.
Y no regresó más. Montfort se dirige al buque.
PRIMER PADRE - He oído que quería molerme a palos, -dice al ca-
DE LA COMPAÑÍA DE MARÍA pitán-. Aquí estoy a vuestra disposición plena.
De viaje para Rouen, se detiene a predicar unas mi- El capitán se desconcierta. Cambia de color. Por fin,
siones en la Rochela. más calmado, dice:
Uno de los días de la misión, interrumpe su prédica, -Mire, Padre, me ha causado un perjuicio grave.
se queda unos momentos en silencio, y luego, flexionando
la voz, dice: «Hay alguien en este recinto que me opone - Lo sé, pero hay que ponerle solución.
resistencia. Siento que la palabra de Dios vuelve a mí. Pe- - Y ¿dónde encontraré un sacerdote que me sirva
ro este hombre no se me escapará». de capellán en este viaje?
No bien había llegado Montfort a la sacristía, termi- - Yo le buscaré uno.
nado el sermón, cuando se le presenta un sacerdote joven:
Y se despidieron como buenos amigos, calmada to-
- Padre, necesito hablarle. das las iras.
- Ud. dirá, estoy a su disposición, -y el misionero le El Padre Vatel acompañará a Montfort hasta su
mira con todo el afecto de un corazón sacerdotal. muerte. Le sobrevivirá más de treinta años. Y seguirá ca-
minando por los caminos de Francia, predicando in-
- Creo, Padre que yo soy el aludido por sus pala-
cansable el amor a la cruz y a María.
bras en el púlpito.
TRATA DE CONQUISTAR A BLAIN
- Pues cómo así.
La última etapa de su viaje a Rouen, la hizo el mi-
- Entré por casualidad en la iglesia. Al oír su ser- sionero en ayunas. Treinta Kilómetros. Ora y camina. Pe-
món me interesó. Pero pronto hice interiormente ciertas nitencia y plegaria. Cadenas de hierro en los brazos y en
reservas sobre algunas afirmaciones suyas. el cuerpo.
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Saluda con efusión a su antiguo amigo. MIRANDO AL INFINITO
Empieza una larga controversia. Veo los cielos abiertos,
y al Hijo del hombre en pie,
Blain está espantado de la vida, austera en extremo, a la diestra de Dios....
del misionero. (Hech 7, 56).
- Quiere colaboradores, pero no piense encontrar- - Es una vida de coloso. Desde la altura, cuando
los mientras lleve una vida tan pobre y tan dura. todo está cumplido, cuando ha luchado un fuerte
- No tengo otro fin que seguir de cerca al Divino combate, ve a Dios que le abre los cielos y sus
Maestro. -Y Montfort saca su Biblia y empieza a leer los brazos de Padre.
pasajes en que el Señor señala a la cruz como único ca- - Naturalmente, sin estridencias, sin desasosiego.
mino para sus discípulos. Porque muchas veces ha preparado ese momento.
- Pero su vida está llena de singularidades, que la - Haz las misiones con Montfort. Asiste a su medi-
hacen inimitable, como son las duras penitencias y las tación de la muerte. Viéndoles morir a él.
exigencias que quiere imponer a los que le siguen. Para
- Y viéndole resucitar para Dios y para los siglos.
llegar a Dios no hace falta tan duro e insoportable camino.
I - ULTIMO AÑO DE SU VIDA
Blain es claro. Montfort parece extrañado en extre-
mo. MORIR EN EL TAJO
- Es verdad. -exclama el misionero- que para llegar Sí, morir con la mano en el arado, con la pica en el
a Dios es suficiente con observar los usos de una buena tajo de la tierra. Había empezado su obra misionando.
familia. Pero a los apóstoles, a los misioneros del Señor y Terminaría con misiones. Hasta el borde de una tumba
a las almas consagradas se les tiene que pedir más. Es ne- gloriosa en la tierra. Buscando las almas como una cierva
cesario que sepan inmolarse cada día como una hostia, y ardiente de sed. Buscando las necesidades. Buscando las
llegar al calvario donde Cristo está crucificado. circunstancias difíciles. Hasta la muerte. Sí. La vida de
Montfort es un rotundo «Sí». A la Cruz. A María. Y por
Hablan y hablan. Largo tiempo de conversación. Pe- María y la Cruz, a Dios.
ro el canónigo Blain no quiere aceptar el ser discípulo del
Busca lo difícil. Lo busco siempre. Se había enterado
austero Montfort. de que los soldados no tenían atención espiritual, y allí
No le puede conquistar. Y Montfort emprende el via- está Montfort inmediatamente dedicándoles sus principa-
je de regreso. les actividades. Vio la miseria de los enfermos pobres, y
esa clase de seres fueron los predilectos de toda su vida. Y
EL SEGUNDO PADRE DE LA COMPAÑÍA entraba en las tabernas, y en los salones de baile, y en los
Algún tiempo después, al terminar la misión en Fon- lugares de diversiones... y con el poder de la cruz y de
tenay, Montfort conquista al Sacerdote Renato Mulot para María iba sembrando a Dios en las almas.
la Compañía de Ahora descubre un nuevo sector, lleno de espinas, en
María. los campos del Padre. Y allí le tenemos, con los aperos de
un buen sembrador. Fontenay había sido un potente foco
El Padre Mulot estaba enfermo de asma y parálisis. de protestantismo. Ahora les estaba prohibida la propa-
Ahora descansaba en casa de su hermano, párroco de San ganda de su doctrina. Pero los resabios protestantes que-
Pompano. Había dado crédito a muchas de las críticas ad- daban muy arraigados, habían echado raíces profundas
versas y aun calumnias que se habían levantado contra que retoñaban por doquier.
Montfort.
ENTRE EL CAMPO PROTESTANTE
Pero su hermano el párroco, quería que Montfort Una misión. Villiers-en-Plaine. Pero, nada de iras y
diese una misión a sus feligreses. El Reverendo Mulot le diatribas. Así empieza su primer sermón: «Júzgame, oh
pide ese favor al misionero. Dios...», y empezó a contar sus defectos con tanta humil-
- Daré la misión en la parroquia de su hermano si dad que se fueron disipando los prejuicios de los protes-
usted quiere trabajar conmigo y se decide a pertenecer a tantes.
mi Compañía. Montfort. ¿Ya soñabas con un Concilio Ecuménico
- Su respuesta equivale a una negativa -dice Mulot Vaticano II? ¿Ya veías en lontananza a un Papa bueno,
sorprendido de la condición- Yo estoy muy enfermo, no que se llamaría Juan, y haría inusitados esfuerzos por el
podré trabajar en adelante apenas nada, ¿para que le val- amor de los hijos del Padre? ¿Ya te imaginabas la gran
dría mi decisión? asamblea de la unidad en que se quitarían excomuniones
y palabras hirientes?
- Todos sus males desaparecerán si empieza a tra-
Fue un éxito para Dios y para las almas aquella mi-
bajar en la Compañía de María.
sión de Fontenay. Las almas se entusiasman. Empieza a
Y charlan largo rato. Mulot se convence. Entra en la llenarse la iglesia. No caben más. Es necesario hacer dos
Compañía. Los males van desapareciendo uno tras otro. tandas, para las mujeres y para los hombres por separado.
57
Pero... ¿y la cruz? ¿Te ha abandonado la cruz, misio- Vouvant también era terreno muy difícil: iglesia en
nero de Dios? Tú decías que si no había cruz no podían ir ruinas, vicios sin cuento, aversión...
bien las cosas. No. La cruz es tu compañera inseparable.
Nos lo cuenta un biógrafo. Montfort llega a la parro-
Sí. Llegó la cruz. quia en invierno. Llama a la puerta de una ancianita, para
Montfort está predicando. mendigar algo que comer. La anciana no tiene nada, abso-
lutamente nada. Montfort le dice:
Un ruido espantoso. Unos soldados entran en la igle-
sia. Quieren prender y matar a Montfort y a todos los asis- - Vaya al huerto y hallará cerezas.
tentes a la misión. Desconcierto total. Montfort se dirige - Pero Padre, estamos en lo más crudo del invierno.
al que preside el grupo de enemigos. Se arrodilla para be- Y la ancianita sonríe graciosamente, creyendo que el mi-
sar el suelo delante de él. Un terrible puñetazo le derriba. sionero se guaseaba.
Las mujeres se precipitan para socorrer al misionero. El
capitán del grupo desaparece inmediatamente. Se hace la - No importa el tiempo, hija mía. Lo que importa es
calma. El misionero vuelve al púlpito y continúa predi- la fe. Vaya y verá.
cando largo tiempo como si nada hubiera pasado. Ante la insistencia del misionero la anciana, movién-
La causa de esta agresión está en que Montfort había dose lentamente, se dirige a la huerta. Viene toda alboro-
llamado la atención a ese capitán reprendiéndole por su zada:
falta de compostura en el templo. - Padre, venga, hay un cerezo en flor.
Pero los soldados, azuzados por el capitán, harían la - No. Vuelva ahora. Tiene que volver al huerto.
guerra a Montfort por cuantos medios tenían a su alcance,
hasta el final de la misión. Obedece la anciana. Encuentra el cerezo con fruta
madura. El misionero, sus acompañantes y la ancianita
VUELVE LA «BLANCA SEÑORA» cenaron cerezas aquella noche.
Vuelve a buscar María el alma pura de Montfort para UN PÁRROCO HACE PENITENCIA
los tiernos coloquios de la Madre con el hijo.
De Vouvant se dirige Montfort a misionar la ciudad
Una mañana el misionero se retrasa para la Misa. El
de San Pompano, como había prometido a su segundo re-
monaguillo corre a su celda para llamarlo. Llama a la
cluta de la Compañía de María, el Padre Mulot. El párro-
puerta. Nadie responde. Movido por la curiosidad, mira
co, hermano de Mulot, no era un dechado de virtudes, an-
por una rendija: dentro hay una bella Señora, vestida de
tes al contrario era mundano y poco piadoso. Pasaban las
blanco hablando con el misionero.
misiones... una semana, la segunda. El párroco seguía in-
Al llegar el misionero a la sacristía, le extraña la ad- sensible a la gracia...
miración que absorbe al muchacho.
Pero llega la meditación del pecado. Montfort está
- ¿Por qué me miras así? encendido de celo y predica con ardor la gravedad de la
- Usted ha estado hablando con una señora res- ofensa a Dios. Termina la predicación. El pueblo canta...
plandeciente. Y el párroco se deshace en lágrimas, y corre a postrarse a
los pies de Montfort que recibe su confesión general.
- Hijo mío, tienes un corazón muy puro. Por eso Desde entonces llevó una vida ejemplar.
pudiste ver a la Señora. Yo quiero decirte una cosa: irás
pronto al cielo. -Entre tanto Montfort hacía la señal de la LA HERMANA MUERTE
cruz sobre su frente. Montfort sigue misionando. Las almas se agolpan a
Aquel monaguillo moría al año siguiente, dejando su confesionario. El misionero es incansable. Pasa derra-
una estela angelical. mando gracia de Dios. Sigue sembrando amor a las almas,
sigue hablando de la cruz y de María.
Por aquellos días, una señora deseaba confesarse. Va
a pedirle confesión al Padre Luis María que estaba des- La muerte para él es la puerta de la eternidad, en
cansando en la sacristía. Y... contempla al misionero donde le espera la gloria de Dios. Es el retorno a la casa
transfigurado en un éxtasis seráfico. Hablaba con la ya solariega en donde espera Dios a sus hijos con los brazos
conocida Señora blanca. Se dirige a aquella penitente, sa- abiertos para un estrecho abrazo eterno...
liendo de su arrobamiento: Está sentado a la mesa para el almuerzo, acompaña-
- Señora, ¡cuánto daño me ha causado! do de los sacerdotes misioneros, en la parroquia de Vi-
lliers. Le entregan una carta. Montfort pasa rápidamente
CEREZAS EN INVIERNO
los ojos sobre el papel escrito. Levanta los ojos al cielo y
Montfort fue un santo taumaturgo. Curaba enfermos. exclama: «Bendito sea Dios. Dios me lo dio, Dios me lo
Hacía prodigios señalados. A veces con solo leer los quitó, bendito sea su Santo Nombre». Todos quedan en
evangelios. Con todo candor, con toda sencillez, como un silencio. Y Montfort les aclara con paz: «Acaba de morir
hombre lleno de Dios, que rebosa a Dios. mi padre: lo encomiendo a sus oraciones».
Así aquella escena seráfica en la misión de Vouvant, Alguien advierte entonces que aquello parece insen-
que sucedió a la de Fontenay. sibilidad malsana.
58
Montfort contesta: «Más importa el pecado que la Pero Montfort está agotado. La fiebre lo abrasa.
muerte de todos los seres queridos. Mi padre goza de Dios Apenas puede tenerse en pie. Pero la misión ha comenza-
y está recibiendo su premio eterno». do. Montfort quiere morir en la brecha. Por la tarde sube
Por eso, con esa misma paz ante la muerte, anunció, al púlpito y habla de la misericordia de Dios. Todos ter-
al despedirse de la Marquesa de Orión: «Moriré antes que minan en un llanto penitente: el misionero está arrobado,
termine el año». y todos presienten que pronto se irá al cielo, pues es prác-
ticamente imposible que aquel débil cuerpo pueda retener
II - TODO ESTA CUMPLIDO el alma por mucho tiempo.
EL CÍRCULO ACABA EN MARÍA El misionero se arrastra hasta su cuarto. Parece des-
Es de admirar en la vida de Montfort cómo se nota fallecer. Se le había declarado una pleuresía aguda.
una especie de círculo vital, con un centro, que es Dios,
Montfort se apresura a pedir los últimos sacramen-
con unos radios luminosos que son la cruz y María... Con
tos.
una repetición circular de acontecimientos según esos ra-
yos, que son triunfos para Dios, persecución de los hom- Parece un serafín encendido.
bres, confortamiento y apoyo de la Madre del cielo.
El Viático es su camino a la Patria...
Su vida apostólica había tenido un principio en el
Santuario de Nuestra Señora de Ardillers. Había orado EL TESTAMENTO
intensamente. Pensaba ya en su Compañía de Sacerdotes La enfermedad había clavado sus garras en aquel
pobres. cuerpo crucificado, consumido, ensangrentado por Cristo.
Ahora, en el ocaso de su vida, el círculo se cierra Se agrava el misionero. Va a descansar una vez. Y para
también a los pies de Nuestra Señora de Ardillers. siempre. En el seno del Padre.
Había pedido el apoyo de los hombres para alcanzar El día 27 dicta su testamento.
vocaciones. Escribe de nuevo al Rector del Seminario de Meditemos, de rodillas, alguno de sus párrafos:
Espíritu Santo, de París. No llegan soldados. Y él sabe
que pronto dejará este mundo. «Yo, el infrascrito, el mayor de los pecadores, quie-
ro que mi cuerpo sea depositado en el cementerio y
Entonces... Otra vez María. Manda primero en pere-
mi corazón bajo las gradas del altar de la Santísima
grinación ejemplar a los socios de sus cofradías al Santua-
Virgen.
rio des Ardillers. Luego irá él y sus primeros discípulos.
Y allí, a los pies de María, orará, llorará, se sacrifica- Pongo en manos del señor Obispo de la Rochela y
rá... del Reverendo Mulot mis pocos enseres y libros de
misión...
Se levanta confortado y alegre. Sabe que la Madre
no le desamparará. Está ya seguro de que una legión de No tengo dinero ni propiedad, pero hay ciento trein-
soldados, pobres y marianos, vendrá detrás de él para ta y cinco libras que pertenecen a Nicolás de Poi-
sembrar la tierra de gracia y bendición. tiers...
AGOTADO Y CONSUMIDO Estas son mis últimas voluntades que el Señor Mulot
hará ejecutar con plenos poderes que le confiero de
Montfort parece un esqueleto viviente. Apenas tiene disponer como le parezca, en favor de la comunidad,
carnes que rellenen sus huesos. Entra en la última cua-
de las casullas, cálices y ornamentos de iglesia y de
resma de su vida. Redobla las más arduas y terribles peni-
misión.»...
tencias. Es fiel discípulo de la cruz. Veámosle en un in-
significante cuartucho postrado, por pocas horas de la no- Muere pobre. No tiene nada. Está contento. Como
che, sobre un poco de heno. O sigámosle a aquella gruta Cristo en la cruz. Desnudo, con los brazos abiertos. Como
solitaria: se está azotando el cuerpo sin piedad, salta la aquel buen Papa, que no deja nada a los suyos sino «una
sangre a borbotones. Las rocas conservarán las manchas muy grande bendición».
de sangre por mucho tiempo.
ENTREGANDO LA ANTORCHA
El Domingo de Ramos, 5 de abril de 1716, Montfort
asiste a la procesión en la parroquia de San Lorenzo. Qui- La antorcha de su obra incandescente, en la plenitud
so llevar procesionalmente la cruz. Luego predica el ser- de una inmensa llamarada. Eran rayos de luz, que forma-
món de apertura de la misión. ban una cruz y un nombre luminoso: María.
Durante el almuerzo se entera de que Monseñor El Padre Mulot no se apartaba de su lecho de dolor.
Champflour se dirige a la parroquia para asistir a algunos Día y noche cuidando con amor filial al Padre moribundo.
ejercicios de la misión. Los sacerdotes y los fieles se Hablaban.
asombran porque no hay nada preparado para recibir al
Señor Obispo. Montfort empieza a organizar el recibi- Era más una oración continua.
miento del Prelado. Todo sale perfecto. El Obispo, que
Mulot recogía las palabras del Padre y las guardaba
pensaba llegar de sorpresa, felicita al misionero por tan
en su corazón.
perfecta organización.
59
Era otro testamento, el testamento íntimo de un alma En su mano derecha sostiene el crucifijo indulgen-
purificada por tantas cruces, enchida de amor, que iba a ciado que trajo de Roma. Con la mano izquierda besa la
ofrecerse muy pronto en inmolación y holocausto pacífico imagencilla de María que siempre a llevado consigo.
de alabanza.
Un grupo de fieles quiere darle el último adiós.
Mulot secaba su sudor febril. Le daba agua y las me- Montfort ordena que pasen. Se arrodillan, Montfort ape-
dicinas. Lo consolaba. nas puede hablar. Los bendice. Tres veces se llenó la cel-
- Padre, su marcha al cielo dejará un vacío inmenso da con nuevos grupos de visitantes. Montfort bendice.
entre nosotros. Era el 28 de abril de 1716. Las fuerzas se agotan.
- ¿Por qué dices eso, Padre Mulot? Nadie es im- Montfort parece un espíritu ansioso por salir de aquel dé-
prescindible. bil cuerpo.
- Pero... ¡Tantas almas se verán morir de hambre Está muy contento. Alegre. En paz. Feliz. ¡Cuántas
sin que nadie les reparta el antiguo pan que recibían en las veces ha predicado de la muerte como abrazo del Padre!
misiones! Pero se agota. Se nos marcha al cielo el Padre bueno y
- Dios proveerá, hijo mío. Dios suscitará el varón santo.
fuerte que apaciente su grey. A las ocho de la noche hace un supremo esfuerzo. Se
- Hace falta un hombre santo para que continúe su inclina en el lecho de muerte y con tenue pero inteligible
obra. voz, canta:
Montfort está débil, muy débil; su voz es un hilo te- «Vamos, amigos míos,
nue que parece salir del fondo de su alma cálida. Dirige la Vamos al paraíso.
mirada al cielo, la clava unos momentos en un punto de- Por mucho que se gane en la tierra,
terminado como si estuviera leyendo el futuro en Dios. el cielo es mucho mejor».
Luego fija los ojos en Mulot con infinita ternura.
Era el canto de las misiones después de la medita-
- Tú, Padre Mulot, continuarás mi obra. ción de la muerte.
Murot parece despertar de un profundo sueño... Silencio profundo en la alcoba. El Padre se nos vá.
- No, Padre, no valgo, soy incapaz para sucederle. Está radiante, transfigurado. Pero el demonio le ataca has-
ta el último instante. Se le oye decir a Montfort: «En vano
- Ten confianza, hijo mío, pediré al Señor por ti. me atacas; estoy entre Jesús y María. Llegué al término de
Mulot cuenta que, desde aquellas palabras, sintió una mi carrera. No pecaré más».
fortaleza extraordinaria. Y, a la verdad, de un hombre tí-
Fueron sus últimas palabras.
mido y vacilante, se tornó decidido y de profunda perso-
nalidad recia. Esclavo hasta el fin de Jesús y María, entregó su es-
Treinta y nueve años rigió después de la muerte de píritu al Padre.
Montfort a la Compañía de María. SE ELEVAN DOS CRUCES
VAMOS AL PARAÍSO Montfort ha muerto misionero. En medio de unas
Una vez designado su sucesor, la más celeste paz y misiones.
alegría se reflejó en su rostro. Estaba tranquilo. Ahora se Se corre inmediatamente la noticia de su muerte.
preparaba para morir. Trasladan los restos del misionero a la iglesia. Empieza a
Introduzcámonos en su celda de moribundo y mire- llenarse de fieles, hay que organizar turnos y filas inter-
mos... minables. Todos quieren dar su último adiós al Padre
bueno y al misionero ardiente.
Mejor también: oremos.
De rodillas. Es el misterio de un alma que vuelve a Aquella tarde, como al final de una misión, hay que
su Padre, rebosante de gracia, después de un buen comba- plantar la cruz en el cerro que ya Montfort había elegido.
te. El padre Mulot habla a la multitud:
Silencio. «Hermanos míos, hoy tenemos que plantar dos cru-
Oración. ces, ésta, en la cima del monte, como recuerdo de misión,
y otra sobre la tumba de Montfort».
Allí está Montfort. Una gruesa cadena con púas alre-
dedor de su cuello, penetrante en la carne. Más cilicios en En la tarde del día siguiente, 29 de abril, se sepulta-
los brazos y en los pies. Viste una raída sotana, sobrepe- ron sus restos mortales. Sacerdotes, multitud de fieles, lá-
lliz y estola. Como para dar su última misión. grimas, rezos, cantos de penitencia y de oración.
Ha pedido a los asistentes que, una vez muerto, no le Permanezcamos unos momentos ante la tumba del
quiten sus cadenas de penitencia ni toquen su cuerpo. apóstol de María y de la cruz.
60
III - MONTFORT VIVE ENTRE NOSOTROS sombra en el estío abrasador de un mundo agostado por el
vicio.
A NUESTRO LADO
Un pequeño grano: dos padres y siete hermanos. Un
En medio de nosotros, hablándonos como en sus mi-
pequeño grano: cuatro hermanas de la Sabiduría.
siones por las tierras de Francia. Ahí está Montfort. ¿No
lo ven? Crece el grano. Se extienden sus raíces por los cuatro
continentes. Hoy son dos mil religiosos de la Compañía
Los Santos no mueren. Su obra permanece a través
de María.
de los tiempos y del espacio. Su espíritu inunda las almas
sedientas de Dios. Crece el grano. Y es sembrado en tierras de misión,
en las selvas vírgenes y en los páramos desiertos. Allí
No es la letra de sus escritos solamente. Ni siquiera
donde haya un alma que salvar. Y hoy son cinco mil
su imagen en la gloria de Bernini, ni tampoco sus estatuas
Hermanas de la Sabiduría, fieles al espíritu de Montfort.
en las hornacinas de nuestros templos. Es, sobre todo, su
presencia espiritual. Los Hermanos de San Gabriel y otras ramas vienen a
incorporarse al tronco gigante de la paternidad montfor-
Volvemos a repetir. Es necesario que bajemos a los
tiana. La Cofradía de María Reina de los corazones. Y la
santos de sus altares, para que no sean solamente el re-
Legión de María, ese ejército de seglares que siguen una
cuerdo o la materia. Que vivan entre nosotros, como her-
bandera, blanco y azul, para injertar en los pechos savia
manos queridos que nos van señalando el camino para se-
vivificante. Todos llaman Padre al humilde misionero de
guir a Cristo y llegar a Dios Padre.
Montfort.
Y Montfort sigue señalándonos siempre una ruta de
EL ESCRITOR
cruz con Cristo; un norte, que es la Estrella de la mañana,
Santa María; un amor fraternal que es el resumen y la sín- Sus obras con su espíritu cálido, ardiente. En ellas
tesis de ese Dios que es Caridad, al que tenemos que lle- beben las almas el agua límpida de una espiritualidad pro-
gar para amarlo por toda la eternidad. funda y cristalina.
Aquí está Montfort. En medio de nosotros. Para El Amor de la Eterna Sabiduría; El Secreto admira-
siempre. ble del Santo Rosario; El Secreto de María, La Circular a
los Amigos de la Cruz... Ahí está el Montfort de siempre.
EL SANTO
El eternamente joven y fuerte misionero, el ardorosamen-
La vida de Montfort no se cierra con su muerte. En- te encendido en el amor de María y de la Cruz.
tonces empieza en verdad su vida. Grande y gloriosa.
Y sobre todo su Tratado de la Verdadera Devoción a
Inmediatamente después de la muerte, empiezan los la Santísima Virgen. Esa obra, verdadera Suma de devo-
milagros. Muchos y grandiosos. ción, teología y mística mariana, en donde tantas almas
Pero Montfort sigue dando la lección de la cruz, aún han aprendido a amar a María. De la que tantos teólogos
después de su muerte. han hablado con loores sin cuento. La que tantos Papas
han recomendado con admirable insistencia.
No triunfará tan pronto. No llegará a los altares sin
antes pasar por una serie de dificultades y cruces. Dos si- Ahí está Montfort.
glos pasarán antes de su canonización. Los enemigos si- Sigue entre nosotros para siempre.
guen atacándole. Pero Dios vencerá, como siempre.
IV. ESPIRITUALIDAD MONTFORTIANA
Es declarado Venerable por el Papa Gregorio XVI,
A JESÚS POR MARÍA
en el año 1838.
«Estamos completamente convencidos que el culto a
El Papa León XIII lo declara Beato el 22 de enero de
María está conectado esencialmente con el culto de
1888.
Cristo: de éste deriva y a éste conduce, y a su fe,
Y un día de intenso sol en Roma, en aquella Basílica como a su fe, como a su Iglesia, se garantiza una
de San Pedro que en otro tiempo había venerado un pobre firmeza inquebrantable, una adhesión vital, quien,
misionero, Pío XII lo declara Santo, el 20 de julio de sin el honor piadoso y razonable dado a María,
1947. quearía empobrecido y comprometido".
«He aquí el gran Sacerdote, que en su vida agradó a (Pablo VI, discurso del 2 de Febrero de 1966: O.R.,
Dios, y en el tiempo de la ira, fue reconciliación». He ahí 3 Feb. 1966).
al misionero abrazado a una cruz. He ahí un corazón abra-
Estas preciosas palabras de nuestro Santo Padre Pa-
sado de amor a María, la Madre buena.
blo VI, encuadran y dan luz meridiana sobre toda la obra,
EL FUNDADOR toda la doctrina, toda la espiritualidad de Montfort.
Montfort vive en sus hijos. Con una vitalidad de ju- Montfort nos enseña a María. Montfort nos predica a
ventud que crece constantemente. María, como estrella matutina que anuncia una luz es-
A su muerte era un grano de mostaza. Se convierte plendente. Montfort escribe sobre María, como faro que
en árbol. Y vienen las aves del cielo a la suavidad de su lleva a feliz y seguro puerto.
61
María, Madre de Jesús. Jesús razón de ser de existir La espiritualidad montfortiana tiene dimensiones de
y de las glorias de la Madre. Era la idea de Montfort. cruz. A lo largo y a lo ancho. Con la profundidad de la
austeridad de un Dios crucificado.
Mucha veces nos los ha repetido:
Es difícil seguir a Montfort. Como es difícil seguir a
«Así como el Señor no quiso prescindir de María pa- Jesús. Es un camino de sangre que nos lleva a un calvario
ra venir a los hombres así los hombres no podemos de dolores indecibles. Pero ésa es la única manera de lle-
prescindir de María para llegar a Jesús». gar a una pascua de resurrección gloriosa.
El que encuentra a María ha encontrado a Jesús. Ma- Por eso, la doctrina de Montfort es la confluencia
ría nos mostrará siempre al «fruto bendito de su vientre». perfecta del amor inmenso de una madre y el sacrificio
María estará con Jesús y Jesús estará con María. Así lo completo de un Dios.
encontraron los pastores y los magos. Así lo encontraron LA ESCLAVITUD MARIANA
siempre los redimidos.
Una consagración total. Una consagración vital.
Por ello, quiere convencernos Montfort de que nos
tiremos confiados en su regazo caliente de Madre, en sus No se trata de una simple plegaria. Es una entrega
total, perpetua y amorosa. Una «santa esclavitud de
brazos amorosos en donde encontraremos a nuestro Her- amor”.
mano mayor Jesucristo.
Entrega.- «Es un perfecto transferimiento de propie-
Para dormirnos seguros en sus brazos, junto a su co- dad de nosotros a la Virgen y, por medio de Ella, a Jesús»
razón, único refugio caliente de esperanza, en medio de (Tratado).
tantos desequilibrios y zozobras, desechos del bregar de
un camino difícil. Total.- «Darse enteramente»:
1º nuestro cuerpo con todos sus sentidos y miembros;
EL AMOR A JESÚS, ETERNA SABIDURÍA
2º nuestra alma con todas sus potencias;
Así titula Montfort un librito, pequeño en extensión
pero grande en profundidad teológica y mística. Ya he- 3º nuestros bienes externos, toda nuestra fortuna, pre-
mos hablado de este librito. sente y futura;
Montfort quiere que estudiemos a Cristo. Verbo, Sa- 4º y nuestros bienes internos y espirituales, nuestros
biduría eterna del Padre. Que aprendamos a Cristo. Que méritos, nuestras virtudes.
no queramos saber otra cosa sino es a Cristo y a éste cru- Todo cuanto tenemos en el orden de la naturaleza y
cificado. de la gracia, y todo cuanto podemos lograr (TVD. 121).
Una teología, y sobre todo un vivir plenamente Cris- Perpetua.- Por toda la eternidad. para siempre. De tal
to-céntrico. Junto a la cruz de Jesús. En donde encontra- manera que María tenga "un completo derecho de dispo-
remos a María, que «estaba en pie junto a la cruz de Je- ner de mí y de todo lo que me pertenece, sin excepción
sús». alguna..." (Acto de Consagración).
En esa Sabiduría que se encarna en el seno de una Amorosa.- El amor es la forma de todas las virtudes.
Virgen, para hablarnos en su vida mortal, con su doctrina Es el que da valor a los actos cristianos y los distingue de
los actos paganos. El amor es el elemento vital de la con-
y con sus hechos, sobre todo con su pasión y con su muer- sagración y esclavitud mariana.
te.
Por esta consagración, por la esclavitud mariana, na-
Y María representando una necesidad irrefutable, ce un nuevo estado de vida. Tiene que cambiar todo. Tie-
con necesidad hipotética, en el campo histórico y en el ne que estar María siempre con nosotros y nosotros siem-
campo ascético. De ahí nace la necesidad de nuestra con- pre con Ella, hacer todo en su presencia amorosa de Ma-
sagración a María. Una consagración amorosa y vital. Ca- dre: Llevarnos continuamente a Jesús.
liente como el amor más puro y profundo que se puede
Dicha Consagración ha dado sus frutos en el Padre
pensar sobre la tierra. Montfort, con su santidad heroica y conquistadora, y en
LA CRUZ DE JESÚS una muchedumbre de almas que se gloría de los nombres
de San Pío X, de Santa Bertila Boscardín, del Beato Teó-
Lo hemos visto: Montfort elevaba grandes y monu- fano Vénard, de los Siervos de Dios P. Silvio Galloti,
mentales cruces al final de tantas misiones. Lo hemos vis- Can. Aníbal de Francia, P. Pedro Poveda Castroverde, P.
to: Montfort nos habla continuamente de que para ser dis- Maximiliano Kolbe, P. Francisco de Sales Pollien, P.
cípulos de Cristo hay que "negarse a sí mismos y tomar la Chautard, P. Faber, P. Romualdo Trentini, P. Eduardo
cruz de cada día". Hay que ser mártires con un martirio Poppe, Card. Mercier, Mons. Domingo Bartolomé, P.
continuo, gota a gota, de oblación total, de hostia perem- Carlos Bonelli, P. Jorge Bellanger, P. Anselmo Tréves,
ne. Hno. Muciano María, Dina Belanger, Mateo Talbot, José
Ceruti, José Rivella, Edel Quinn, etc.
Lo hemos visto sobre todo en su ejemplo colosal.
Montfort era un crucifijo viviente. Por los caminos de Tal consagración es motivo de esperanza en la salva-
Francia, mendigando el pan de cada día. En los hospitales, ción para la sociedad contemporánea porque se funda-
menta en la promesa de la Virgen de Fátima: «Mi Cora-
entre los pobres, allí donde había un trozo vivo de cruz de
zón Inmaculado triunfará»:
Cristo.
62
APÉNDICE I La primera forma, la más antigua, está ligada a las
visitas durante la infancia a la imagen de Nuestra Señora
CRUZANDO del Perpetuo Socorro en la iglesia parroquial de Wado-
EL UMBRAL DE LA ESPERANZA wice, está ligada a la tradición del escapulario del Car-
Juan Pablo II men, particularmente elocuente y rica en simbolismo,
que conocí desde la juventud por medio del convento de
Desde una perspectiva cristiana, hablar de ma- carmelitas que se halla «sobre la colina» de mi ciudad
ternidad lleva espontáneamente a hablar de la Madre por natal. Está ligada, además, a la tradición de las peregri-
excelencia, la de Jesús. «Totus Tuus. Todo de María», es naciones al santuario de Kalwaria Zebrzydowska, uno
el lema elegido para Su pontificado. La reactualización de esos lugares que atraen a multitudes de peregrinos,
de la teología y de la devoción mariana -en fiel continui- especialmente del sur de Polonia y de más allá de los
dad, por otra parte, con la ininterrumpida tradición cató- Cárpatos. Este santuario regional tiene una parti-
lica- es otro de los caracteres distintivos de la enseñanza cularidad, la de ser no solamente mariano, sino también
y de la acción de Juan Pablo II. profundamente cristocéntrico. Y los peregrinos que lle-
gan allí, durante su primera jornada junto al santuario de
Entre otras cosas, hoy se multiplican las voces y las Kalwaria practican antes que nada los «senderos», que
noticias que hablan de misteriosas apariciones y mensa- son un Via crucis en el que el hombre encuentra su sitio
jes de la Virgen; masas de peregrinos se ponen en ca- junto a Cristo por medio de María. La Crucifixión, que
mino como en otros siglos, ¿Qué puede decirnos, Santi- es también el punto topográficamente más alto, domina
dad, de todo esto? los alrededores del santuario. La solemne procesión ma-
riana, que tiene lugar antes de la fiesta de la Asunción,
RESPUESTA no es sino la expresión de la fe del pueblo cristiano en la
Totus Tuus. Esta fórmula no tiene solamente un ca- especial participación de la Madre de Dios en la Re-
rácter piadoso, no es una simple expresión de devoción: surrección y en la Gloria de su propio Hijo.
es algo más. La orientación hacia una devoción tal se Desde los primerísimos años, mi devoción mariana estu-
afirmó en mí en el período en que, durante la Segunda vo relacionada estrechamente con la dimensión cristoló-
Guerra Mundial, trabajaba de obrero en una fábrica. En gica. En esta dirección me iba educando el santuario de
un primer momento me había parecido que debía ale- Kalwaria.
jarme un poco de la devoción mariana de la infancia, en Un capítulo aparte es Jasna Góra, con su icono de la
beneficio de un cristianismo cristocéntrico. Gracias a san Señora Negra. La Virgen de Jasna Góra es desde hace
Luis Grignion de Montfort comprendí que la verdadera siglos venerada como Reina de Polonia. Éste es el san-
devoción a la Madre de Dios es, sin embargo, cristo- tuario de toda la nación. De su Señora y Reina la nación
céntrica, más aún, que está profundamente radicada en polaca ha buscado durante siglos, y continúa buscando,
el Misterio trinitario de Dios, y en los misterios de la el apoyo y la fuerza para el renacimiento espiritual. Jas-
Encarnación y la Redención. na Góra es lugar de especial evangelización. Los grandes
acontecimientos de la vida de Polonia están siempre de
Así pues, redescubrí con conocimiento de causa la
alguna manera ligados a este sitio; sea la historia antigua
nueva piedad mariana, y esta forma madura de devoción de mi nación, sea la contemporánea, tienen precisamente
a la Madre de Dios me ha seguido a través de los años: allí su punto de más intensa concentración, sobre la coli-
sus frutos son la Redemptoris Mater y la Mulíeris digni- na de Jasna Góra.
tatem.
Cuanto he dicho pienso que explica suficientemente
Respecto a la devoción mariana, cada uno de noso- la devoción mariana del actual Papa y, sobre todo, su ac-
tros debe tener claro que no se trata sólo de una necesi- titud de total abandono en María, ese Totus Tuus.
dad del corazón, de una inclinación sentimental, sino
Respecto a esas «apariciones», a esos «mensajes» a
que corresponde también a la verdad objetiva sobre la que se refería, me propongo decir algo más adelante en
Madre de Dios. María es la nueva Eva, que Dios pone nuestra conversación.
ante el nuevo Adán-Cristo, comenzando por la Anuncia-
ción, a través de la noche del Nacimiento en Belén, el
banquete de bodas en Caná de Galilea, la Cruz sobre el
Gólgota, hasta el cenáculo del Pentecostés: la Madre de
Cristo Redentor es Madre de la Iglesia.
El Concilio Vaticano II da un paso de gigante tanto
en la doctrina como en la devoción mariana. No es posi-
ble traer aquí ahora todo el maravilloso capítulo VIII de
la Lumen gentium, pero habría que hacerlo. Cuando par-
ticipé en el Concilio, me reconocí a mí mismo plena-
mente en este capítulo, en el que reencontré todas mis
pasadas experiencias desde los años de la adolescencia,
y también aquel especial ligamen que me une a la Madre
de Dios de forma siempre nueva.
63
APÉNDICE II Montfort, una perfecta renovación de los votos y prome-
¿QUÉ ES LA ESCLAVITUD sas del santo bautismo» (VD 120), el mayor y más in-
dispensable de los votos. «Para hacer esta renovación
MARIANA DE AMOR?
recurre el santo a María por nuestra indignidad de peca-
1. Nuestra vida debe estar ordenada a nuestro último dores, para no presentarnos solos ante Jesucristo; y para
fin, y no podemos ir al Padre sino por Jesucristo, al que que Ella nos enseñe a amarle y le ame por nosotros, y
debemos recurrir en cada instante. Todas nuestras devo- para que nos guíe, alimente y proteja como hijos escla-
ciones deben orientarse a unirnos con Cristo y a trans- vos de amor.»
formarnos en Él.
7. Por esta doctrina nos esforzamos en vivir «por Ma-
2. Las personas que de veras desean esta unión con Je- ría», lo que quiere decir que, en nuestra vida nos apoya-
sucristo han de saber que el Espíritu Santo inspiró a San remos en todo momento en la Virgen Santísima, en sus
Luis María Grignion de Montfort (s. XVIII) un secreto virtudes, en sus méritos y en su intercesión para ir a Je-
de gran perfección, que consiste en darse todo entero a sús, a Dios. A esto hemos de añadir una vida de aban-
Jesús por su Santísima Madre, María Inmaculada, tam- dono y confianza. Trataremos, asimismo, de vivir «con
bién nuestra Madre. Todos los Papas se han hecho eco María», lo que significa obrar en su compañía, pregun-
vivo de esta doctrina, en especial Juan Pablo II en mu- tándonos, si fuera posible en todas nuestras acciones,
chas ocasiones, principalmente en la encíclica «Redem- cómo se comportaría Ella en nuestro lugar para aplicár-
ptoris Mater» 48, como una recomendación muy sin- noslo. Hemos de vivir fuertemente decididos a la renun-
gular y universal. cia propia y a todo lo que no es de Dios. Por esta consa-
3. Es una doctrina fundada en la Sagrada Escritura, en gración debemos permanecer unidos a nuestra Santísima
la más sólida teología y reflejada en la tradición. Unas Madre viviendo «en Ella», unidos a Ella con nuestra
palabras del mismo Juan Pablo II nos invitarán a conocer mente, corazón y voluntad, con tendencia a permanecer
mejor y abrazar esta doctrina, no sólo compatible con en este estado de unión, sirviéndonos para ello de diver-
todas las espiritualidades de la Iglesia, sino también ne- sas prácticas y medios. Procuraremos vivir en su irradia-
cesaria hoya todos: «La devoción perfecta a María resul- ción hasta que nos admita en su Corazón Inmaculado.
ta indispensable, dice el Papa, para entregarse sin reser- Viviremos también «para María», para Ella como fin
vas a Cristo. Cuanto más se ha centrado en la realidad de universal subordinado, es decir, para Jesús, para Dios,
la Redención mi vida interior, más claro he visto que la como supremo y último fin de toda nuestra vida (VD
257-265; SM 44-48).
entrega a María, tal como la presenta Montfort, es el me-
jor medio de participar con provecho y eficacia de esta 8. No quedaría esta doctrina expresada en su profundi-
realidad, para extraer de ella y compartir con los demás dad, si omitiéramos un aspecto característico del Santo
unas riquezas inefables» (A. Frossard dialoga con Juan Pa- de Montfort, al mismo tiempo valioso desde un punto de
blo 11, «p. 130-132, Plaza 1982».) vista teológico: «Cuanto más halla el Espíritu Santo a
4. San Luis María de Montfort presenta esta devoción María en un alma, es tanto más activo y poderoso para
como una «esclavitud» de amor, palabra que puede cho- producir a Jesucristo en esta alma, (VD 20, 36, 120, 165,
car a nuestros contemporáneos. «Para mí, dice el Papa, 214, 273; SM 20). Por el valor que le da el Santo a este
no supone dificultad alguna. Veo en ello una especie de aspecto del «tanto cuanto», no es de extrañar que en su
paradoja de las que tanto abundan en los evangelios. libro «el Secreto de María», en su código práctico «Ma-
Puede significar que nosotros no sabríamos explotar más nera de hacer que María viva y reine en nuestras almas»,
a fondo nuestra libertad, el más grande de los dones que se muestre así inspirado: «El alma donde este árbol (de
Dios nos ha dado». la verdadera Devoción) se ha plantado, ha de estar como
buen jardinero, sin cesar ocupada en guardarle y mirarle.
5. Detengámonos un poco en este punto. Para hacerse Porque este árbol que es vivo y debe producir frutos de
Hijo del hombre, el Verbo de Dios quiso hacerse esclavo vida, quiere que se le cultive y haga crecer con el conti-
de María en su propio seno, hasta el anonadamiento. Pa- nuo mirar o contemplación del alma. Y este es el nego-
ra hacemos Hijos de Dios, San Luis María nos enseña a cio del alma que quiere llegar a ser perfecta, pensar en
hacer lo mismo. En María, por obra del Espíritu Santo, esto continuamente, aun de modo que sea ésta su princi-
se reviste el Verbo de Dios de nuestra humanidad y no- pal ocupación (SM, 71). Nótese la insistencia del Santo
sotros de su Divinidad. El concepto de filiación nunca se en este «continuo mirar y contemplación del alma», y la
verifica tan perfectamente como durante la gestación. relación que tiene con el aspecto indicado del «tanto
El concepto de esclavitud, en ninguna situación vital cuanto» y hasta con la misma fórmula montfortiana
se hace tan estrecho como cuando el niño está encerrado «por, con, en y para María» (n. 7), todo ello caracteriza-
en el seno de su madre. Nadie es a la vez más hijo (más do igualmente por una gran vida interior.
necesitado) y más esclavo (más dependiente) que el niño 9. Todo esto nos conduce a tener muy presente los tres
en gestación. Esta es la situación de Cristo en el seno puntos principales de la enseñanza de Montfort: renuncia
carnal de María. Esta es la situación del cristiano en el de sí mismo, consagración total y unión amorosa, aspec-
seno espiritual de María. tos que comprenden todo lo que se ha dicho hasta aquí.
6. La consagración a Jesucristo, Sabiduría encarnada, Para animarnos a la práctica y por la experiencia de mu-
por las manos de María, «es, en palabras del Santo de chas almas, oigamos a San Luis María de Montfort: «In-
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finitamente más de lo que aquí te digo te enseñará la ex- TÍTULOS PUBLICADOS
periencia; y tantas riquezas y gracias hallarás en la prác-
de San Luís María Grignion de Montfort
tica, si eres fiel en lo poco que aquí te enseño, que te
quedarás sorprendida y con el alma llena de júbilo» (SM en Castellano
52).
- El Secreto de María.
10. Aquí tienes un resumen de la «Verdadera Devoción -Tratado de la Verdadera Devoción a la S. Virgen.
a la Santísima Virgen» según San Luis María Grignion -El Amor de la Sabiduría eterna.
de Montfort. «Es el camino más fácil, corto, perfecto y -Carta circular a los Amigos de la Cruz.
seguro» (VD 64, 75, 152-168, 245) para llegar a la unión Oración Abrasada.
con Jesucristo. ¡Sigámoslo! Mucho nos va en ello. - El Secreto Admirable del Santísimo Rosario.
11. Solicita información sobre los Grupos de Esclavitud De otros autores
Mariana de amor (GEM), de oración y estudio. Son estos - Preparación Consagración Total a Jesús en María.
Grupos, sin duda, precursores del Reino de Cristo por - Camino Montfortiano de la Verdadera Devoción a
María tan hermosamente preconizado y profetizado por María, por Frank Duff.
Montfort. - El Carisma doctoral de S. Luís María Grignion de
Montfort, por Eduard Vivas I Llorens.
- Examen de conciencia del esclavo de amor de
Jesús en María, por J.M. Hupperts, S.M.M.
- Biografía de San Luís María de Montfort,
por Jesús Fernández Soto.
- Un mes con María,
por Dr. Joan-Antoni Mateo García.
- María y la debilidad de Dios, por Jean Morinay.
- Manual de los grupos de Esclavitud Mariana de
amor (GEM).
- Mini-Manual de los GEM.
***
TÍTULOS PUBLICADOS
de San Luís María Grignion de Montfort
en Catalán
- El Secret de Maria
- Tractat de la Verdadera Devoció a la Sant. Verge.
- L’Amor de la Saviesa eterna.
- L’Amor de la Saviesa eterna. (Montserrat)
De otro autor
- Un mes amb Maria,
por Dr. Joan-Antoni Mateo García.
***
FUNDACIÓN MONTFORT
SOCIEDAD GRIGNION DE MONTFORT
Jonqueres, 18; 8º. C - 08003-Barcelona
Teléfono: 93 318 08 29
e-mail: sgm@sgmontfort.org
A JESÚS POR MARÍA
¡D I O S S O L O!
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Rezo del Santo Rosario Montfortiano ORACIONES VARIAS
SANTO ROSARIO PADRE NUESTRO,
Características montfortianas: que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga a noso-
tros tu Reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el
En cada Avemaría de las distintas decenas del Rosario,
después del nombre de Jesús, se dice una “palabra” que resu- cielo.
me el Misterio, para tenerlo continuamente presente, en nues- Danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nues-
tro interior, o mejor dicho, situarnos en el lugar físico del mis- tras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que
terio. nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del
En cada misterio se indica un fruto a obtener. mal. Amén.
Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita tu eres entre
líbranos, Señor, Dios nuestro. todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. Jesús.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Santa María, Madre de Dios (y Madre nuestra); ruega
Amén. por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
OFRECIMIENTO Amén.
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Repleta de gozo es la escena de Belén, donde Pero ya los dos últimos misterios, aun conservando el sa-
bor de la alegría, anticipan indicios del drama. En efecto, la
el nacimiento del divino Niño, el Salvador del presentación en el Templo, a la vez que expresa la dicha de la
mundo, es cantado por los ángeles y anunciado a consagración y extasía al viejo Simeón, contiene también la
los pastores como «una gran alegría» profecía de que el Niño será «señal de contradicción» para
Israel y de que una espada traspasará el alma de la Madre.
*** ***
CANTO 1º Radiante una estrella anuncia en Belén CANTO 1º Al templo llevando al Niño Jesús
un rito ella cumple de humilde virtud.
nacido entre pajas al Dios de Israel. Ave, Ave, Ave María (2 veces)
Ave, Ave, Ave María (2 veces)
CANTO 2º Sana Jesús, el Señor. (2 veces)
CANTO 2º Nace Jesús, el Señor. (2 veces) Él sana (3 veces). Sana.
Él nace (3 veces). Nace. Sana Jesús, el Señor.
Nace Jesús, el Señor. ***
*** Fruto: Ofrecemos de todo corazón a Dios
y guardar pureza de cuerpo y alma.
Fruto del misterio:
En cada Avemaría, después del nombre de Jesús, diremos la palabra:
Pobreza evangélica
SACRIFICADO
En cada Avemaría, después del nombre de Jesús, diremos la palabra:
En reverencia: Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria
POBRE NIÑO ***
En reverencia: Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria Final: ¡Oh Jesús mío! perdonad nuestros pecados,
libradnos del fuego del infierno
***
Final: Oh María sin pecado concebida. y llevad al cielo a todas las almas,
especialmente, las más necesitadas
Rogad por nosotros que recurrimos a Vos de Vuestra divina misericordia.
---------------------------------- ----------------------------------
Fruto: Aprender de Jesús la humildad En cada Avemaría, después del nombre de Jesús, diremos la palabra:
y comprender que el que se humilla QUE SE MANIFIESTA DIOS
será ensalzado.
En reverencia: Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria
En cada Avemaría, después del nombre de Jesús, diremos la palabra:
***
BAUTIZADO
Final: María, madre de gracia,
En reverencia: Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria madre de piedad, de amor y de misericordia,
*** defiéndenos de nuestros enemigos
y ampáranos
Final: ¡Jesús, María y José, os amo!, ahora y en la hora
salvad almas. de nuestra muerte. Amén.
---------------------------------- ----------------------------------
Misterio de luz es la predicación con la cual Jesús anuncia Misterio de Luz por excelencia es la Transfiguración, que
según la tradición tuvo lugar en el Monte Tabor. La gloria de
la llegada del reino de Dios e invita a la conversión, perdo- la divinidad resplandece en el rostro de Cristo, mientras el Pa-
nando los pecados de quien se acerca a Él con humilde fe, ini- dre lo acredita ante los apóstoles extasiados para que lo «escu-
ciando así el ministerio de misericordia que Él continuará chen» y se dispongan a vivir con El el momento doloroso de
ejerciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del la Pasión, a fin de llegar con El a la alegría de la Resurrección
sacramento de la reconciliación confiado a la Iglesia. y a una vida transformada por el Espíritu Santo.
*** ***
CANTO 1º Jesús anunciando el reino de Dios, CANTO 1º En lo alto del monte se transfiguró,
la gloria del Padre allí les mostró.
invitaba a todos a la conversión. Ave, Ave, Ave María (2 veces)
Ave, Ave, Ave María (2 veces)
CANTO 2º Luz es Jesús, el Señor. (2 veces)
CANTO 2º Bueno es Jesús, el Señor. (2 veces) Él es luz (3 veces). Luz.
Él es bueno (3 veces). Bueno. Luz es Jesús, el Señor.
Bueno es Jesús, el Señor. ***
*** Fruto: Que la esperanza de la gloria con Jesús
Fruto: Docilidad a la Palabra de Dios nos anime a llevar la cruz.
y conversión de corazón. En cada Avemaría, después del nombre de Jesús, diremos la palabra:
En cada Avemaría, después del nombre de Jesús, diremos la palabra: TRANSFIGURADO
QUE TE PROCLAMA EL REINO DE DIOS En reverencia: Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria
En reverencia: Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria ***
CANTO 2º Gime Jesús, el Señor. (2 veces) Fruto: Tener mortificados nuestros sentidos
El gime (3 veces). Gime y hacer digna penitencia de nuestros pecados
Gime Jesús el Señor. En cada Avemaría, después del nombre de Jesús, diremos la palabra:
*** AZOTADO
Fruto: Sentir gran dolor y contrición de nuestras culpas En reverencia: Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria
En cada Avemaría, después del nombre de Jesús, diremos la palabra: ***
AGONIZANTE Final: María, madre de gracia,
En reverencia: Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria madre de piedad, de amor y de misericordia,
*** defiéndenos de nuestros enemigos
y ampáranos
Final: ¡Jesús, María y José, os amo!, ahora y en la hora
salvad almas. de nuestra muerte. Amén.
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MISTERIOS DE DOLOR - Martes y Viernes MISTERIOS DE DOLOR - Martes y Viernes
3º La Coronación de espinas 4° La subida al Calvario
Y despojándole de sus vestiduras le echaron encima una Tomaron a Jesús que, llevando la cruz, salió al sitio lla-
mado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota, donde le cruci-
clámide de púrpura, y tejiendo una corona de espinas se la pu-
ficaron. Escribió Pilato un título y lo puso sobre la Cruz: Jesús
sieron sobre la cabeza y en la mano derecha una caña; y do- Nazareno, rey de los judíos.
blando ante Él la rodilla se burlaban diciendo: «¡Salve, rey de
los judíos!» ***
CANTO 1º Un duro madero soporta mi Bien
***
mis culpas cargaron un peso tan cruel.
CANTO 1º Corona de espinas taladra su sien: Ave, Ave, Ave María (2 veces)
mas yo le proclamo por Dios y por Rey. CANTO 2º Lleva la cruz, el Señor. (2 veces)
Ave, Ave, Ave María (2 veces) Él lleva (3 veces). Lleva.
Lleva la cruz, el Señor.
CANTO 2º Reina Jesús, el Señor. (2 veces)
Él reina (3 veces). Reina. ***
Reina Jesús, el Señor. Fruto: llevar cristianamente nuestra cruz,
pensando que así seguimos a Jesús
*** y acompañamos a María
Fruto: Huir de toda soberbia y vanidad En cada Avemaría, después del nombre de Jesús, diremos la palabra:
y despreciarlos honores y gloria del mundo.
CARGADO CON LA CRUZ
En cada Avemaría, después del nombre de Jesús, diremos la palabra:
En reverencia: Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria
CORONADO DE ESPINAS ***
En reverencia: Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria Final: ¡Oh Jesús mío! perdonad nuestros pecados,
*** libradnos del fuego del infierno
y llevad al cielo a todas las almas,
Final: Oh María sin pecado concebida. especialmente, las más necesitadas
Rogad por nosotros que recurrimos a Vos de Vuestra divina misericordia.
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Esclava del Señor. Señor, ten piedad. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
Espejo de justicia. “ para que seamos dignos de alcanzar y gozar las prome-
Vaso digno de honor. “ sas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Vaso insigne de devoción. “ ORACIÓN
Rosa mística. “
Torre de David. “ Te pedimos, Señor, que nosotros tus siervos, gocemos
Torre de marfil. “ siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión glorio-
Casa de oro. “ sa de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este
Arca de la alianza. “ mundo, y concédenos, para siempre, las alegrías del cielo. Por
Puerta del cielo. “ Cristo Ntro. Señor Amén.
Estrella de la mañana. “ * Por las intenciones del Santo Padre.
Salud de los enfermos. “ (Padren.-Ave-Gloria)
Refugio de los pecadores. “ * Por las almas de los fieles difuntos. “
Consoladora de los afligidos. “ * Por la sanación de los enfermos. “
Auxilio de los cristianos. “
SALVE MADRE
Reina de los ángeles. “ Salve, Madre,
Reina de los patriarcas. “ en la tierra de mis amores
Reina de los profetas. “ te saludan los cantos que alza el amor.
Reina de los apóstoles. “
Reina de los mártires. “ Reina de nuestras almas,
Reina de los confesores. “ flor de las flores
Reina de las vírgenes. “ muestra aquí
Reina de todos los santos. “ de tus glorias los resplandores,
Reina concebida sin pecado original. “ que en el cielo tan sólo te aman mejor.
Reina asunta al cielo. “ Virgen santa, Virgen pura,
Reina del Santísimo Rosario. “ vida, esperanza y dulzura
Reina de la familia. “ del alma que en ti confía,
Madre de Dios, Madre mía.
Reina de la paz. “
Reina de los esclavos de amor. “ Mientras mi vida alentare,
todo mi amor para ti,
Cordero de Dios que quitas más si mi amor te olvidare,
el pecado del mundo: Perdónanos Señor. Madre mía, Madre mía,
“ Escúchanos Señor. aunque mi amor te olvidare,
“ Ten misericordia de nosotros. tú no te olvides de mí.