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UNIVERSIDAD Escuela de Comunicación Social Cali, lunes 16 de marzo de 2020

DEL VALLE Juan Esteban Murillo Ruiz


Escritura I Código 201943624
Grupo 02

A la sazón, un estudiante hastiado por el desasosiego


Hoy día el aura de mí comunidad univalluna está dominada por la asepsia, el olor del jabón,
el alcohol en los geles antibacteriales y la desazón consecuente a la paranoia que el reciente
e ineluctable Coronavirus, Covid-19 o SARS-Cov-2 nos está causando. Hoy 16 de marzo
de 2020 me he despertado un poco desorientado, mi rutina subyace bajo la tierra de la
coyuntura emitida por la Universidad del Valle: se suspenden las clases presenciales. No sé
cuál es mi ‘acepción’ entre quedarme en casa o tener que ir a la universidad como si nada
sucediera; me desperté más tarde de lo normal, pude trabajar en la huerta de mi casa, y la
clase virtual no ha sido un fallo total como lo veía en mis premoniciones invadidas por el
desasosiego.

Precisamente, mi madre tiene gripa y la he persuadido de usar un tapabocas, no le he


permitido obsequiarme sus besos y abrazos matutinos ya que tengo miedo de pescar
cualquier enfermedad, lamentablemente este virus desbrozar mi sentido de seguridad,
seguido a todo esto, mi progenitora se ha ido al servicio médico. En estos momentos me
declaro como un lacayo de la incertidumbre, enajenado de la realidad y obsecuente del
pánico que las medidas coyunturales generan.

Espaldarazo a la pandemia
Bajo la actual coyuntura que dictaminó ciertas medidas de prevención en contra del
Coronavirus, las vicisitudes que la sociedad está viviendo no son las más “agradables”. Los
Colombianos más privilegiados se encuentran obsecuentes en sus viviendas dotadas de
recursos para evitar el contagio, los feligreses no tendrán sus cultos, los niños, así como los
universitarios no tendrán clases presenciales y todo el mundo se “lavará las manos” cada
hora, luego de haber aprovisionado sus alacenas con papel de baño, tapabocas y litros de
antibacterial. Ahora, las personas están anonadadas, las medidas preventivas pululan
minuto a minuto, el pánico colectivo nuevamente se ha tomado a Colombia y a sus
instituciones. El gobierno ha horadado la tranquilidad de sus habitantes acotando el número
de personas que se podrían reunir en actividades, días atrás la cifra hacía referencia a 500
personas, hace tan solo dos horas, la gobernadora del Valle, Clara Luz Roldán decretó
como restringida cualquier acción que involucre congregar a más de 10 individuos.

Sin arrogarme cualidades de erudito, la salud pública es un tema del cual no podemos hacer
exención ni tomar una posición de escepticismo, no obstante, hay que desbrozar de una
visión llena de terror apocalíptico y una lista de insubsistentes supuestos que nos llevarían a
una lucha entre los supérstites de esta “pandemia”.

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