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Historia de España 2019-2020 2º Bachillerato.

Tema 1/1

TEMA 1. LA ROMANIZACIÓN

1. INTRODUCCIÓN
La conquista de la Península Ibérica por Roma se produjo dentro del escenario
general de las guerras púnicas (enfrentamiento entre Roma y Cartago), y tuvo lugar entre
el año 218 a.C., con el desembarco de los romanos en Ampurias, y el año 19 a. C.,
cuando se adueñaron de los territorios del norte peninsular.
La presencia de Roma en la Península ibérica se prolongó desde finales del siglo
III a.C. (inicio de la conquista), hasta principios del siglo V d.C., cuando el
desmembramiento del Imperio romano favoreció el asentamiento en Hispania de algunos
pueblos germánicos. Durante este tiempo, la Península fue un territorio más de un imperio
que abarcaba las tierras que bordeaban el Mediterráneo.

2. CONCEPTO DE ROMANIZACIÓN
Por romanización se entiende la asimilación de la cultura y las formas de vida
romanas por parte de los pueblos conquistados.
La romanización fue un proceso discontinuo con resultados desiguales:
a) En el área ibérica (sur y levante), más urbanizada y con formas de
organización no muy diferentes a las de Roma, no sólo fue más fácil la conquista,
sino también su inserción en la civilización romana.
b) En el centro y oeste la romanización fue tanto más difícil cuanto menor era su
grado de urbanización y desarrollo.
c) En el norte, la zona más atrasada y la última en conquistarse, la vida urbana
era inexistente y los romanos no consiguieron desarrollarla ni imponer del todo su
modelo de vida.
En cualquier caso, los romanos utilizaron en todas partes los mismos cauces para
imponer su poder y sus modelos de vida:
 La extensión de la vida urbana. Transformando los órganos de gobierno de las
ciudades existentes en órganos dependientes de la administración general romana (sur y
levante) o creando nuevas ciudades según el modelo romano.
 El papel del ejército. Se reclutaron tropas auxiliares entre los pueblos indígenas,
lo que facilitaba su contacto con los romanos, y además, al término de su servicio militar,
podían obtener el privilegio de la ciudadanía romana y recibir lotes de tierras.
 La fundación de colonias. El asentamiento de ciudadanos romanos en colonias
de nueva creación o en tierras confiscadas a los indígenas. Generalmente, se trataba de
soldados veteranos, a los que se entregaba tierras por su servicio militar (Emérita
Augusta).
 La concesión de la ciudadanía romana a los indígenas. Fue un proceso
progresivo que se inició con la aristocracia indígena, para asegurarse su apoyo y
colaboración.

3. ASPECTOS DEL PROCESO DE ROMANIZACIÓN


A continuación abordaré los siguientes aspectos del proceso de romanización:
organización política y administrativa, las provincias; las vías de comunicación; las
ciudades hispanorromanas; la organización económica; organización social; la
cultura y el arte.

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1- La organización política y administrativa: las provincias


La primera medida administrativa que introdujeron los romanos fue la división del
territorio en provincias. Hispania (nombre con el que se denominó el conjunto del
territorio peninsular) fue dividida, inicialmente, en dos grandes provincias: la Citerior
(valle del Ebro y costa mediterránea) y la Ulterior (resto del territorio conquistado).
Cuando casi toda la Península estaba ya conquistada, la reforma administrativa de
Augusto (27 a. C.) estableció dos tipos de provincias en todo el Imperio, según su grado
de asimilación a Roma: las senatoriales, que estaban plenamente pacificadas y las
imperiales, de más reciente conquista y en las que las legiones seguían siendo
necesarias, éstas quedaban bajo la administración y control directo del emperador. A lo
largo de su dominio, los romanos fueron fragmentando el espacio hispánico hasta llegar,
en la época del Bajo imperio (siglo III d.C.), a dividir Hispania en cinco provincias:
Tarraconensis, Cartaginenses, Baética, Lusitania y Gallaecia.
Las provincias eran consideradas territorios sometidos y explotados en beneficio de
Roma. Estaban gobernadas por un pretor, asesorado y vigilado por una asamblea
(consilium). A su vez, las provincias fueron divididas en conventos jurídicos, en los que
había un centro para la administración de justicia. Al frente de la hacienda provincial
estaba un cuestor, cuya primera ocupación era hacer un censo de los contribuyentes y
de sus pertenencias para recaudar eficazmente los impuestos.

2- Las vías de comunicación.


Con el fin de controlar el territorio, los romanos tuvieron que dotarse de una red de
comunicaciones bien estructurada. Con este objetivo, mejoraron las rutas existentes
antes de la conquista y construyeron otras nuevas, creando una extraordinaria red de
calzadas que abarcaba toda la Península y enlazaba las ciudades más importantes del
interior con la costa.
Con el tiempo, estas vías de comunicación se convirtieron en verdaderos ejes
comerciales. Toda la red confluía en la Vía Augusta, que ponía en comunicación Italia,
las Galias y el valle del Guadalquivir; al igual que la Vía de la plata enlazaba el noroeste
con la costa atlántica meridional a través de Mérida, importante puerto fluvial a orillas del
Guadiana, y con Huelva en el valle del río Tinto.

3- Las ciudades hispanorromanas


La administración y la explotación de Hispania por Roma durante los tres primero
siglos de nuestra era se basaba en un entramado de ciudades con funciones
administrativas, económicas, sociales, culturales y políticas. Las viejas ciudades fenicias y
griegas se revitalizaron y muchas ciudades indígenas se transformaron, convirtiéndose en
centros de las nuevas instituciones.
Las colonias eran las ciudades fundadas por los romanos. Entre otras, destacan:
Barcino (Barcelona), Tarraco (Tarragona), Caesar Agusta (Zaragoza), Hispalis (Sevilla),
Emerita Augusta (Mérida) o Valentia (Valencia). Estaban organizadas a semejanza de las
de Roma, y algunas de ellas llegaron a tener más de cien mil habitantes.
En el curso de la romanización, las ciudades indígenas se convirtieron en ciudades
romanas, de tal forma que fue desapareciendo el régimen político-administrativo
prerromano. Estas ciudades tenían diferentes regímenes: las ciudades estipendiarias
habían sido conquistadas por la fuerza, estaban sometidas a un pretor y obligadas a
pagar un tributo anual (estipendio); las ciudades federadas conservaban sus derechos,
pero tenían que prestar auxilio a Roma y facilitar víveres; las ciudades inmunes eran las
que disfrutaban de autonomía y, por un privilegio especial, estaban exentas de pagar
impuestos.

4- La organización económica
Bajo la administración romana, la economía creció de forma considerable. Las tierras
conquistadas, en general, pertenecían al pueblo romano, el ager publicus, la propiedad
de las cuales detentaba el Estado. Con todo, parte de estas tierras eran devueltas a sus
antiguos propietarios (individuales o colectivos), y también solían ser repartidas entre
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colonos, soldados licenciados o indígenas sin tierras. El resto quedaba en manos del
Estado que las concedía en arriendo. Con el tiempo, muchas tierras en arrendamiento,
pasaron en la práctica a tierras de propiedad. La clase senatorial se hizo con enormes
extensiones de tierra, latifundios, que explotaban como verdaderos propietarios
privados.
La actividad agrícola y ganadera continúo siendo la base económica de los
habitantes de Hispania, aunque se introdujeron nuevas técnicas, como el barbecho, el
regadío y los animales de tiro, que aumentaron considerablemente la productividad.
Los productos esenciales fueron, en secano, los cereales, la viña y el olivo; y en las
zonas de regadío, los frutales y las hortalizas. Respecto a la ganadería, los rebaños de
ovejas continuaron dominando las tierras de la Meseta. No hay que olvidar las
actividades pesqueras, frecuentes en todo el litoral. Se hizo muy popular en Roma el
garum, una especie de salsa de pescado y también los salazones de la Bética.
La minería era una actividad importante en la Península desde hacía milenios.
Muchos de los pueblos colonizadores (griegos, fenicios) acudieron a la Península en
busca de metales, abundantes en nuestras tierras. Los romanos explotaron estas minas,
mejoraron los sistemas de extracción y aumentaron la producción. Obtenían plata en
Cartagena y Sierra Morena; cobre, en Huelva, Almería y Asturias; mercurio, en Almadén
y oro, en la cuenca del Sil.

5- La organización social
La posición social en el mundo romano estaba determinada por la categoría jurídica del
individuo, heredada en principio, pero modificable a lo largo de la vida.
Existía una división fundamental entre hombres libres y esclavos, con una
situación intermedia representada por los libertos. Pero dentro de los hombres libres
existía también una diferenciación entre ciudadanos romanos y no ciudadanos.
De arriba abajo en la jerarquía social, existían las siguientes categorías:

a) Los ciudadanos pertenecientes a órdenes. Se trataba de una minoría


privilegiada y dominante, que desempeñaba los más altos cargos políticos, financieros,
militares y religiosos. Formaban un cuerpo social cerrado (oligarquía) en el que la fortuna
era condición necesaria, pero no suficiente. Existían tres órdenes, con notables
diferencias de poder y riqueza, y para pertenecer a ello había que cumplir ciertos
requisitos que limitaban el acceso:
- Orden senatorial, integrado por los miembros del Senado romano, para los cuales
estaban reservadas las más altas magistraturas (cónsules, pretores…), y cuya riqueza
económica se basaba en la posesión de tierras.
- Orden ecuestre, compuesto por quienes desempeñaban cargos inferiores a los
senatoriales: procuradores (responsables de las finanzas), prefectos de caballerías, etc.
Los negocios y las finanzas eran generalmente la fuente de su riqueza.
- Orden decurional, integrado por los miembros de los senados municipales
(decuriones) de las diferentes ciudades del Imperio; desempeñaban las magistraturas
municipales.
-
b) Los ciudadanos romanos no pertenecientes a órdenes. Al tener el estatuto de
ciudadanos romanos, gozaban de privilegios políticos –participaban y votaban en las
asambleas políticas-, militares –podían integrarse en las legiones –y sociales- tenían
derecho a la beneficencia pública o privada, como el reparto gratuito de trigo, por
ejemplo-. Sin embargo, existían grandes diferencias de fortuna en el conjunto de los
ciudadanos romanos, desde los más pobres, que vivían casi en exclusiva de la
beneficencia, hasta los más ricos.

c) Los hombres libres, pero no ciudadanos. Carecían de derechos políticos – a


diferencia de los ciudadanos-, pero tenían derechos civiles – a diferencia de los esclavos-,
como el de contraer matrimonio, tener propiedades, heredar, etc. También había entre

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ellos grandes diferencias de fortuna y una vía fácil de promoción era enrolarse en las
tropas auxiliares del ejército, ya que al licenciarse obtenían la ciudadanía romana.

d) Los libertos. Eran antiguos esclavos manumitidos1. El antiguo dueño pasaba a


convertirse en su patrono y podía exigir al liberto ciertas obligaciones. Tenían derechos
civiles, como los libres, pero el estatuto de liberto no se borraba normalmente hasta la
tercera generación, que adquiría la libertad plena.

e) Los esclavos. No tenían ni derechos políticos ni civiles; constituían simplemente


una propiedad de su dueño. La condición de esclavo se tenía de nacimiento –por se hijo
de una esclava- o se podía adquirir por varias circunstancias: ser prisionero de guerra, ser
condenado a la esclavitud por los tribunales, ser vendido por el padre o, incluso, por
autoventa –por ejemplo, para saldar una deuda que no se había podido pagar.

6- Arte y cultura hispanorromana


La presencia romana introdujo en Hispania sus elementos culturales: lengua,
derecho, religión. El latín, la religión romana, y, más tarde la cristiana, y el derecho
romano y sus instituciones acabaron cohesionando dentro del Imperio a los habitantes
de Hispania. Esta integración se muestra en el hecho de que fue cuna de intelectuales
como Séneca, Quintiliano o Marcial y de emperadores como Trajano, Adriano o Teodosio.
Desde el punto de vista artístico, las ciudades crecían, en la mayoría de los casos, bajos
las reglas del urbanismo romano (ciudades de plan regular) y se llenaron de
monumentos (foros, acueductos, templos, circos, anfiteatros…) que constituyen aún hoy
uno de los legados más importantes del pasado romano. Igualmente, las villas agrícolas
se decoraban con mosaicos y esculturas al gusto romano.

4. CRISIS DEL SIGLO III


Durante el siglo III d. C., la crisis se extendió por el Imperio romano con
importantes consecuencias: el declive del sistema de producción esclavista y la
pérdida de importancia de las ciudades, de hecho en Hispania ciudades como
Barcino, Tarraco o Cesaragusta, quedaron total o parcialmente en ruinas Ante esta
nueva situación se produjo la ruralización de la economía, se crearon grandes
latifundios y se impuso una economía cerrada y de autosuficiencia, a la que también
se vieron arrastradas las provincias de Hispania. La sociedad cambió hacia una
división entre grandes propietarios y colonos libres. La crisis del imperio afectó a la
seguridad y se buscó protección a través de relaciones de dependencia personal
(el patrón da protección y el cliente se compromete a serle fiel y a cumplir con ciertas
obligaciones). Esta situación fue aprovechada por los pueblos germánicos (bárbaros)
para asentarse en los dominios romanos, a la península llegaron los suevos, vándalos,
alanos y visigodos.

5. CONCLUSIÓN
Hispania fue una de las provincias del imperio más romanizadas, buena prueba
de ello fue que varios emperadores nacieron en la península (Trajano, Adriano)
filósofos y escritores (Séneca, Quintiliano, Marcial….), también la existencia de
ciudades importantes como Tarraco, Corduba, Carthago-nova, Emerita Augusta o
Caesaraugusta entre otras.
Para finalizar me gustaría resaltar que la conquista y la romanización de la
Península Ibérica es un proceso histórico trascendental, de siete siglos de duración,
que ha influido profunda y definitivamente en la historia España: casi todas la
lenguas que hoy se hablan, las formas de vida, las bases del Derecho y de la
organización social, la red de comunicaciones, etc, se deben, directa o indirectamente, a
la influencia del mundo romano en la Península.

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Manumisión. Concesión de la libertad a un esclavo, según el Derecho romano.
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