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Habilidades de la comunicación II

¡Nuestra última versión!

Karen Catalina Jaramillo Zabaleta


Karen de la Ossa Álvarez

Facultad de ciencias sociales y humanas

Corporación universitaria iberoamericana

Cau -Caucasia

Marzo de 2020
INTRODUCCIÓN

Según el filósofo Immanuel Kant, la función de la pena de muerte, es la de hacer que haya una

perfecta correspondencia entre el delito y el castigo, siendo esta una plena justificación para la

aplicación de la pena capital para determinados delitos. Se trata de la justicia como igualdad, la

pena de muerte sería un buen método de justicia social para aquellas personas que cometen

crímenes de sangre y violación contra menores de edad, siempre y cuando se cuente con un

sistema de justicia idóneo y preparado para cierta responsabilidad. Y aunque la vida es un

derecho universal y muchos vean la pena de muerte como deshumanizado, hay ciertos crímenes

que después de cometidos la persona no tiene justificación alguna, que no la hace idónea para

seguir viviendo entre la sociedad, sin correr el riesgo de que vuelva a atacar a esa población tan

vulnerable como son los niños y que es nuestro deber como sociedad velar por su seguridad y

sano crecimiento.
PENA CAPITAL, ¿ESTÁ LA SOCIEDAD CIVIL PREPARADA PARA IMPARTIR

JUSTICIA?

La pena de muerte es una realidad para muchos países en nuestra actualidad, y aun que en

Colombia esta se encuentra prohibida, existen varios proyectos de ley que promueven su

legalización. Como hizo El senador Julio César Turbay Quintero, quien dio un paso más en la

discusión al plantear la realización de una consulta popular que definiera el asunto, sustentándose

en que más que un castigo la pena de muerte es un tema de justica social, es darle justicia a la

víctima y a sus familiares, a tan atroces actos, y que la sociedad sienta que se aplica justicia ya

que se garantiza la no repetición del crimen. Debido a que en muchos casos estos criminales no

son juzgados con la suficiente severidad al tamaño de sus crímenes, y salen rápidamente de la

cárcel a seguir con su vida criminal, sin dar muestras de arrepentimiento ni ganas de cambiar y

corregir sus malos actos, lo que no las hace aptas para vivir en sociedad. Ocasionando como

consecuencia incredulidad y descontento, en el Estado y en sus instituciones.

Así mismo, Mario Aguilera, la pena de muerte una propuesta permanente. Análisis político N°

26, p. 3-17,1995. ISSN impreso 0121-4705. “La pena de muerte una propuesta permanente”

afirma que en varios artículos y declaraciones públicas de innumerables personajes se ha

discutido el tema de la pena de muerte como castigo judicial. Muchos se apoyan en la

publicación de la encíclica Evangelium Vitae sobre el acto terrorista cometido en Oklahoma

Estados Unidos, o en el examen a los sucesos ocurridos en nuestro país como la masacre de

Urabá, la inseguridad, o la impunidad frente algunos delitos entre ellos el secuestro, la

desaparición forzada, el homicidio y los genocidios; incluso la encíclica papal no descartó la

pena capital cuando “la defensa de la sociedad no sea posible de otro modo”.
En un balance realizado por Amnistía Internacional en el año 1995 se determinó que cerca de 97

países mantienen y aplican la pena de muerte.

En América Latina, en los últimos años se advierte un ligero repunte a opiniones favorables

respecto al tema, ello basado en la inseguridad, el ascenso de la delincuencia, la inoperancia de la

justicia y el avance de delitos como el secuestro, las violaciones sexuales y el terrorismo.

En todo caso, en nuestro país, todas las propuestas han llevado como fin el tema de la crisis de la

justicia penal y la impunidad, la cual se ha asociado con la parcialidad política de jueces, los

indultos, la levedad, la rebaja de penas y la desactualización legal, entre ellas frente a delitos

cometidos contra nuestros niños y niñas.

En perspectiva global podría decirse que los argumentos con que se ha defendido o atacado la

pena capital en Colombia no difieren mucho de los razonamientos más o menos universales

sobre esta problemática, pero un rasgo notorio ha sido el empobrecimiento de los puntos de vista

enfrentados.

Los defensores de la pena capital en Colombia no han dejado de proponerla como la única que

podría intimidar a los delincuentes. El Sacerdote García Herreros a finales de los años cincuenta

en el poder intimidatorio de Cadalso y en las posibilidades del Estado de amenazar a los

habitantes de Colombia, cuando decía que “la sola vigencia de la medida nos sacaría de esta

atroz situación sin necesidad de cortarle la cabeza a ninguno”. Así mismo en 1975 el Senador

Ignacio Vives Echeverría señalaba que no se trataba de “producir muchos muertos” sino de

intimidar la “delincuencia especializada, para detenerla y conjurarla en su marcha ligera hacia el

delito”.

Analizando sus puntos de vista, no se aleja de la realidad en la que actualmente vivimos, en

dónde cada día el valor de la vida del otro significa menos, se perdió el miedo a la justicia porque
no somos un sistema que castigue, sino que por el contrario busca rehabilitar. ¿Pero qué pasa con

aquellos que no quieren ni buscan esa rehabilitación, se debe dar por sentado que con la

aplicación de lo que creemos justica bastará? Si por el simple hecho de confesar sus delitos ya

son merecedores de la rebaja de hasta un 50% de la pena a la que son merecedores, por otro los

preacuerdos en los que adquieren beneficios y oportunidades que estos jamás le brindaron a sus

víctimas, lo que lleva a preguntarse, ¿es justo para las familias?

Respecto al tema, el Psicólogo Clínico, crítico cultural y Profesor de Psicología canadiense

Jordan Bernt Peterson opina que hay crímenes dónde la pena apropiada es la muerte, teniendo en

cuenta los comportamientos y actos de las personas. Un ejemplo claro es el de los asesinos en

serie, teniendo presente la criminología y el comportamiento antisocial, así como la patología

política. Expone el caso de John Wayre Gacy, quien suplicó a un juez por la pena de muerte

afirmando que se conocía así mismo y afirmaba que no había vuelta atrás respecto a lo que era.

Bernt, argumenta que es responsabilidad el Estado quitarle el peso que se le despierta a cada

víctima directa o indirecta el hecho de los actos perpetuados, debe ser el estado quién le brinde

esa garantía de que se realizó justicia respecto a su casa, aplacar ese deseo de hacer justicia por

su propia mano y así disminuir los índices de violencia, puesto que es absolutamente normal y

poco cuestionable el sentimiento que presentan los seres humanos respecto a estas situaciones y

el castigo del Estado disminuye la sensación. Es decir, le corresponde al Estado el hecho de

impartir justicia y castigo de acuerdo a esas situaciones en que el castigo no merece ser otro sino

la muerte y es su responsabilidad liberar de esa carga a la víctima o sus propias familias.

Muchos de los que se oponen a la pena capital creen que ejecutar asesinos o violadores

especialmente de niños y niñas es lo mismo que cometer homicidios, alegan, que mantener a los

asesinos con vida en consagrar el valor de la vida humana, pero la verdad es que no, porque
mantener a cada asesino con vida, un persona que es capaz de acabar con la vida de un niño,

alguien está comenzando a vivir, reduce el valor de la vida humana en sí misma, desde su núcleo,

destroza familias enteras incapaces de superar el dolor y la destrucción que esto trae consigo.

Frente a estos delitos abuso sexual, secuestro, tortura, muerte, de cualquier ser humano en

especial de niños y niñas no debería ser tratado de la misma forma en que se juzga un delito

menor, porque aquí, equivale lo mismo robar, que torturar, violar y asesinar, sin tener en cuentan

el número de personas perjudicadas con el hecho, el delito es uno y la pena máxima es entorno a

ese delito no a sus víctimas, lo que nos hace volver a cuestionarnos si esa persona en realidad

quiere rehabilitarse, pero tiene en cuenta el estado si nosotros como sociedad ¿queremos

reintegrarnos con ellos?

El Estado nos debe enseñar que tan mala es una acción, con base a qué tan severo es el castigo.

Benjamin Aaron Shapiro, Abogado Estadounidense, afirma que el miedo que existe al permitir

que se castigue con la pena de muerte radica en que luego se pueda descubrir que alguien sea

inocente, pero en su momento no se encontró evidencia suficiente de que lo fuera, sobre todo que

también se tiene que tener en cuenta los sistemas penales para rehabilitación.

Respecto a lo anterior afirma que se ha demostrado que todo ha sido un fracaso, pues la mayoría

de los delincuentes reincide. Coincide en que se pueden realizar acciones para prevenir, pero una

vez cometidos los hechos no hay marcha atrás, una vida es una vida y quién tiene el valor para

quitarla no merece tener la oportunidad de continuar con la suya.

Para este, la pena capital tiene serios problemas, pero el argumento de no ejecutar personas que

podrían ser inocentes resulta débil y fuera de la realidad, legalmente aplica es el hecho probatorio

que es para ambas partes, una prueba que eres culpable y la otra demuestra la inocencia, por ello
y para ello se debe confiar en la justicia, quién respecto a ese material probatorio resolverá, no

por temores al sistema se debe ser flexible ante los delitos y las penas.

Estos casos y situaciones generalmente se presentan en personas que violan y asesinas niños y

niñas, por lo que la mayoría considera que también deber morir, y si de él depende la decisión los

mataría, dejaría que volvieran a la vida y los volvería a matar.

Un caso de los tantos presentados en el país y que nuevamente despertó este debate por ser un

acto perpetuado contra un menor, una niña de tan solo 9 años, quien fue abusada sexualmente y

posteriormente asesinada por su agresor, este hecho nuevamente despertó el debate sobre penas y

castigos, en dónde no solo se contempla la cadena perpetua sino también la pena capital.

Sin embargo, en un artículo publicado en el periódico El Tiempo el 05 de octubre de 2018, se

informa que el tema es un debate que todavía no encuentra suelo en un país que arroja

estremecedoras cifras como que cada día se conocen 44,76 casos de violencia sexual contra

menores de edad.

En otro país, las penas son bastantes severas en la lista se encuentra en China, Corea del Norte,

emiratos árabes unidos, Egipto, Uganda, Guyana, Irán, Pakistán, Palestina. Siria, Tailandia,

Vietnam, India, Bangladesh E Indonesia. En Francia por ejemplo la perpetuidad es irreducible y

en el Reino Unido se puede optar por libertad condicional después de un periodo de tiempo.

Colombia por su parte tiene uno de los códigos penales más severos del continente para castigar

la violencia contra menores y mayores de edad. Pero esto no nos aleja de la dura realidad en sus

cifras sobre abuso a menores.

En nuestra opinión estamos de acuerdo con la pena de muerte para ciertos crímenes capitales

como asesinato y violación, en especial cuando las víctimas de estos, son menores de edad, es

verdad que la vida es un derecho fundamental y que prima sobre todos los demás, pero hay
ocasiones en que estos crímenes se realizan a sangre fría y que este tipo de criminales las

realizan porque encuentran satisfacción al cometerlos, sienten placer y los repiten una y otra vez,

convirtiéndose en asesinos y violadores en serie, que no les importa el sufrimiento de sus jóvenes

e inocentes víctimas ni las vidas que destruyen.

Apoyamos la pena de muerte siempre y cuando al acusado se le someta al debido proceso y se

compruebe con evidencias científica y acusatoria, que es el culpable de dicho crimen, para ello

es necesario contar con un sistema de justicia que acabe con la impunidad y las injusticias de

ciertas clases sociales. Sin estos condicionantes mal se puede pensar en pena de muerte, porque

se corre el riesgo de ejecutar a inocente. Razones por las cuales nuestra justicia colombiana, no

estaría preparada para aplicarla con equilibrio. Ya que este presenta ausencia de mecanismos que

puedan hacer efectivas las ordenanzas.


CONCLUSION

 La pena de muerte sería un buen mecanismo de justicia social contra aquellas personas que

comentan delitos de sangre y violación contra de la niñez.

 Con la pena de muerte se estaría previniendo y protegiendo a los niños y niñas.

 En Colombia es impensable permitir en la pena de muerte como castigo, sin antes realizar las

reformas necesarias al sistema actual de justicia. Se necesitan hacer efectivas las garantías

constitucionales y fortalecer instituciones nacionales que permitan la plena eficacia en la

aplicación de la ley.

 Muchas personas no pensaríamos en la pena de muerte como método de justicia social, si

contáramos con un mejor y más eficaz control en los procesos de juzgamiento para este tipo

de delitos. que los crímenes no quedaran impunes o los criminales no salieran al poco tiempo

a libertad.
REFERENCIAS
Actualizaciones del informe anual 1995 de amnistía internacional. (1995, enero). Referenciado
de: balance realizado por amnistía internacional en el año 1995176000/pol100041995es.pdf

El "caso Gacy", el homoxesual asesino, replantea en EEUU el debate sobre la pena de muerte. (1980, marzo
15). Referenciado de: https://elpais.com/diario/1980/03/15/internacional/321922810_850215.html

Pena de muerte en Colombia, una medida no tan extrema a la luz del iusnaturalismo. (2018, 6 de
junio). Referenciado de:file:///C:/Users/mhernandeza/Downloads/4892-
Texto%20del%20art%C3%ADculo-14416-1-10-20190109.pdf
Pena de muerte: sí o no. (2019,17 de septiembre).Referenciado
de:https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-221092

La finalidad de la pena es, según Kant, ¿puramente retributiva?, (2018, diciembre). Referenciado
de: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-68512014000200019

La pena de muerte: una propuesta permanente. (Anal. Político, número 26, p. 3-17, 1995. issn
impreso 0121-4705). Referenciado de:
https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/article/view/76032

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