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1.- INTRODUCCIÓN.
Para un buen nivel de limpieza hay que realizar una planificación de las
tareas que vamos a llevar a cabo y siempre hay que tener en cuenta varias
consideraciones importantes:
• Los métodos que vamos a usar (el tipo de limpieza, la frecuencia con la
que la desarrollaremos, etc.)
Conocidos los objetivos de limpieza para cada sector del edificio, se han
identificado y valorado las superficies a limpiar y se han cuantificado los
tiempos de ejecución de las tareas, procederemos a realizar la
programación propiamente dicha.
LIMPIEZA RACIONAL.
limpieza y desinfección
LIMPIAR es la acción de eliminar la suciedad y los residuos que vemos a simple vista
y que pueden convertirse en un buen sustrato para el desarrollo de gérmenes. Esto se
hace con agua caliente y jabón (detergente). Sin embargo, lo único que reduce de
manera aceptable la cantidad de microorganismos es la DESINFECCIÓN. Ésta la
realizamos con agentes físicos o químicos (desinfectantes).
Hay una confusión generalizada con estos dos términos. No son sinónimos, ojo.
Tienen objetivos diferentes, como hemos visto en la definición: con la limpieza nos
deshacemos de la mierda macroscópicamente evidente (migas, pegotes de tomate,
etc.). Una vez que está todo como los “chorros de loro”, desinfectamos, es
decir, vamos a eliminar todos esos microorganismos que no vemos, pero que
como somos manipuladores bien formados sabemos que están ahí. A este doble
proceso es a lo que llamamos higienizar una superficie.
Si sólo limpiamos, todo estará aparentemente en buenas condiciones, pero cuchillos
de carne, tablas de cortar, superficies, bayetas, serán soporte de gérmenes que van a
estar ahí esperando a que vuelvas a poner un filete encima. Al limpiar y luego
desinfectar, te aseguras de que superficies, utensilios, bayetas, etc. no se conviertan
en un vehículo de transmisión de microbios.
Detergentes y desinfectantes
Desinfección
La fase de desinfección es el conjunto de procedimientos que permiten reducir el
número de microorganismos vivos y la destrucción de los patógenos y alterantes que
puedan estar presentes en las superficies de las instalaciones y equipos, mediante la
utilización de diferentes técnicas de desinfección.
Su principal objetivo es eliminar al máximo cualquier microorganismo que, tras
efectuar la limpieza, haya podido quedar en las superficies.
Esta fase, cuando no se realiza de forma simultánea con la limpieza, se realizará
siempre después de los procedimientos de limpieza, y tras un secado de las
superficies o utensilios a tratar. Resulta conveniente que entre la limpieza y la
desinfección no pase más de 24 horas.
Técnicas de desinfección
Las técnicas utilizadas durante las operaciones de desinfección pueden agruparse en
dos grupos:
Desinfección física: consiste, básicamente, en la aplicación de calor o
temperaturas elevadas durante un tiempo determinado para lograr la destrucción de
los microorganismos.
Desinfección química: consiste en la aplicación de sustancias químicas:
desinfectantes, capaces de destruir o frenar el crecimiento de microorganismos.
Siempre que sea posible, es recomendable la utilización de las técnicas físicas de
desinfección, aunque en la industria alimentaria, en muchos casos, la utilización de
desinfectantes resulta inevitable.
Las dos etapas en las que se compone esta fase son:
Desinfección o esterilización
Aclarado final
Biofilms
Los microorganismos tienen un sistema para adherirse a las superficies, se anclan a
ellas y allí se multiplican, por lo que una simple pasada de bayeta no es suficiente para
eliminarlos. Este sistema de adherencia se denomina BIOFILM y es un gran
problema tanto en superficies de la industria alimentaria como en superficies y material
quirúrgico en hospitales.
Un grupo de bacterias producen unas excrecencias “muy pegajosas” que permiten
que se agrupen en zonas concretas, unidas a un soporte solido (por ejemplo, la
encimera de nuestra cocina, el borde del fregadero, etc). Este soporte les va
proporcionar estabilidad, nutrientes y espacio, por tanto se multiplicarán y se les
añadirán nuevos microorganismos. Esta aglomeración puede llegar a ser visible con el
tiempo si dejamos que suciedad y gérmenes compartan el espacio físico. El olor
desagradable que detectamos en ocasiones en cuartos de baño aparentemente
limpios procede de estos “montones” de bacterias.