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RECINTO MAO
TEMA:
INFORMA DE LECTURA “CÓMO HACER COSAS CON LAS
PALABRAS”
PRESERNTADO POR:
CARMEN REYES
FRANCISCO GARCÍA
CARLOS REYES
MERCEDES GUTIÉRREZ
ROLANDO PERALTA
En las conferencias que se encuentran recogidas en los capítulos cuatro hasta el
seis, J. L. Austin analiza los componentes del lenguaje desde un punto de vista
pragmático ya que se enfoca en el carácter práctico del mismo. Por esta razón, en
sus teorías sobre la lingüística, le da preponderancia aquellas expresiones y
palabras que se caractericen por indicar acciones inmediatas, sobre aquellas que
describen la realidad o se refieran a acciones futuras. Por tal motivo no sorprende
el título de la obra en donde se recopilan las conferencias en las que expone sus
teorías sobre el lenguaje, a saber, Cómo hacer cosas con las palabras.
Otro aspecto importante que el autor menciona es que debemos diferenciar las
intenciones cuando emitimos un enunciado, ya que no basta con tenerlas, sino
que hay que determinar si se debe ejecutar en el mismo momento o si realizará
después. Por ejemplo: ¨Te paso a buscar ahora¨ ¨Compro una casa¨ en el primer
enunciado la intención es realizable en el momento y el segundo será después.
Luego de que Austin establece diferencias entre estos tipos de enunciados, pasa a
analizar más detalladamente la naturaleza de los realizativos. Dentro de esta
categoría señala la existencia de expresiones que son denominadas primarias o
realizativos implícito, y realizativos explícitos. El autor señala que el realizativo
explícito se desarrolla a partir del primario como una necesidad lingüística para
aportar mayor claridad al lenguaje, ya que las expresiones primitivas no
especificaban cuáles cosas de las que se decían hechas se estaban haciendo en
realidad. Por lo tanto, las mismas tenían un carácter ambiguo y no mostraban la
expresión de manera precisa. Un ejemplo de esto lo tenemos en la expresión
“estaré allí”. Esta expresión primaria lo que en realidad expresa es una intención y
no un hecho como tal, que puede llegar a ser verdadero o falso porque no hay una
certeza segura de que se cumpla. No obstante, la expresión “le prometo que
estaré allí” especifica cómo debe de entenderse lo que se ha dicho ya que indica
claramente que se trata de una promesa.
Dentro de recursos lingüísticos que son de naturaleza primitiva se mencionan los
verbos en modo imperativo. El carácter ambiguo del mismo se debe a que un
verbo en imperativo se puede entender como una orden, una sugerencia, una
recomendación e incluso como una definición. Otras expresiones que también
pueden cargar el mensaje de ambigüedad son algunos adverbios, como
“probablemente”, ya que pueden disminuir la intensidad de la expresión.
Debido a esto, el autor propone una serie de tests para determinar si alguna
expresión es un realizativo explícito o no. Una estrategia a seguir sería la de
preguntarle al verbo “¿hizo realmente eso?” y ver si el verbo en cuestión
proporciona información ante esa pregunta. Tomemos como ejemplo “lo felicito”.
No tendría lógica si decimos “me pregunto si realmente lo felicitó”. Otra prueba
que podríamos aplicar es examinar, si desde un punto de vista semántico, sería
aceptable agregarle al verbo supuestamente realizativo expresiones ambiguas
tales como “deliberadamente”. Por ejemplo, no podríamos decir “deliberadamente
consideré que su acción estaba bien”. También podríamos preguntarnos si lo que
se dice puede ser catalogado como falso. A esto hay que señalar que existen
expresiones que aunque puedan parecer realizativas, en realidad son solo frases
de cortesía.
Más adelante, el autor presenta otros casos en los que se presentan verbos
realizativos iniciando una expresión en forma de enunciado, que, aunque
acompañen expresiones que pueden ser verdaderas o falsas, no le quitan la
función realizativa del verbo. Tal es el caso siguiente: Afirmo que ya había visto
esa noticia. Y para comprobar si los verbos son realizativos explícitos puros
recurre a los cuatro test que validan su autenticidad. Aunque, si bien es cierto que
la persona puede decir “afirmo” sin sentirlo, esto es algo que no se puede
comprobar, ya que es un proceso que se da a lo interno del individuo.
En ese mismo tenor, continúa diciendo el autor, existen otros verbos que
presentan una ambivalencia en su función, ya que pueden referirse a una función
explicativa, por un lado, y una realizativa por otro. Por tanto, no son considerados
como realizativos explícitos puros. Para continuar explicando los tipos de verbos
realizativos, Austin presenta los que denomina judicativos, en los que el sentido de
la afirmación puede cambiar dependiendo de si la persona que lo emite tiene
jerarquía oficial o no. Así, cuando un juez dice “juzgo que…” se produce el acto de
juzgar, distinto al sentido que le daría una persona común.
Aparte de los enunciados realizativos, Austin señala que existen tres actos del
habla por los cuales se pueden realizar acciones, que superan la sintáctica y
semántica del lenguaje y no se expresan meramente como oraciones o
proposiciones, como en el caso de los enunciados realizativos, sino más bien son
actos sociales. Estos tres actos de habla son: el acto locucionario, el acto
ilocucionario y el acto perlocucionario.
Acto locucionario. Para Austin es el acto de decir algo, equivale a expresar cierta
oración, con cierto sentido y referencia, es similar a un “significado”. Para
profundizar en su estudio y aclarar las diferencias con los otros dos actos del
habla Austin divide al acto locucionario en tres subactos: el acto fonético, el acto
fático y el acto rético.
J.L. Austin dice que realizar un acto locucionario, es realizar un acto ilocucionario,
ya que el enunciado es emitido dentro de un contexto, el cual le da un sentido. Se
puede decir que pronunciar una palabra o un enunciado sin ninguna intención no
tiene sentido alguno. Aunque así fuera, la emisión de una palabra o un enunciado
es hecha, por un individuo posicionado en un espacio y tiempo definidos, estos
tienen injerencia en el enunciado emitido, siendo este permeado por el contexto en
el que se encuentra posicionado. El acto locucionario siempre precederá a un acto
ilocucionario y a un acto perlocucionario.
Acto ilocucionario. Es el acto que se realiza al decir algo; son actos públicos y
socialmente reconocidos. Es decir, son acciones que un individuo puede
reconocer cuando presencia un acto que contenga elementos que se puedan
tipificar con el acto reconocido. El acto ilocucionario se puede expresar o hacer
explícito mediante un lenguaje, en algunas ocasiones tiene lugar una palabra
específica (fórmula realizativa) para hacer obvia la acción a los demás y la puedan
reconocer. Existen otros tipos de actos ilocucionarios que no tienen una fórmula
realizativa, pero se dan por medio de la significación de los elementos
locucionarios, a este tipo de actos ilocucionarios se les llama indirectos.
Acto perlocucionario. Son los actos que se producen o se logran, por decir algo,
son las consecuencias de este mismo acto, son los efectos reales que se le
atribuyen al enunciador. El acto perlocucionario se realiza mediante el uso de
recursos no convencionales, para lograr una consecuencia en el enunciatario. No
existe fórmula alguna para lograr X efecto en el enunciatario, el efecto deseado se
puede lograr por medio de un sinfín de maneras. J.L. Austin subraya que la
mayoría de los actos perlocucionarios tienen secuelas más que objetos, dicho de
otra manera, casi nunca llegan al objeto preciso que se desea y se obtienen otros
efectos que no corresponden directamente a los deseados. La marcada insistencia
de J.L. Austin en señalar los medios no convencionales, para lograr un acto
perlocucionario, deja abierta la puerta para detallar cómo se pueden lograr estos
tipos de actos, por medio de un lenguaje visual.