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Edom

Si se nos preguntara cuál es después de Israel la nación de mayor relevancia en la


Biblia y en la historia, a la mayoría de nosotros nos vendría en mente que quizás esa
nación pueda ser Egipto: es en Egipto donde Israel pasó de ser una familia a ser un
pueblo, donde se formó su identidad, y la celebración de Pesaj conmemora la salida
triunfal de los Israelitas de Egipto como el evento histórico más importante, que
debe ser transmitido de padres a hijos por todas las generaciones. O quizás
podríamos pensar que es Asiria, el imperio más formidable de la antigüedad, que
deportó a Israel y que causó la dispersión de las “Tribus Perdidas” hasta hoy, y la
única nación gentil a la cual se han dedicado dos libros completos de la Biblia –Jonás
y Nahum–. O tal vez consideraríamos que es Babilonia, que destruyó el primer
Templo y deportó a Judá, que proféticamente representa la cabeza de todos los
imperios mundiales, el lujo, la riqueza material, la opulencia, la magnificencia de
este mundo, y el pecado, y que en definitiva es donde nació el judaísmo y la
identidad judía actual. Cada una de estas naciones fue la más importante para Israel
en un determinado periodo histórico, pero ninguna lo es desde el principio hasta el
final. Hay un pueblo que en la historia secular pasa desapercibido, y en la historia
bíblica no hace notar su importancia, sin embargo es, después de Israel y en relación
a Israel, la nación de mayor relevancia a través de los tiempos. Ese pueblo es Edom.

Edom representa al antagonista por naturaleza, porque no es un extraño, sino que


es el hermano gemelo de Israel. Edom hacia Israel no es como Ismael con respecto
a Yitzhak, porque mientras Ismael nació de la sierva, Esaú nació de la misma madre,
y en el mismo parto que Jacob. Esaú es el alter ego de Jacob, tiene el mismo
patrimonio genético, el mismo ADN, y no es más malo ni más bueno que Jacob,
aunque después las vicisitudes hayan determinado que uno de los dos debe resultar
elegido a desventaja del otro. Sin embargo, no son opuestos como la bendición y la
maldición, porque ambos fueron bendecidos. Esaú no recibió la maldición como
Canaán, sino una bendición condicional, como veremos más adelante. Esaú es en
definitiva el hermano de Jacob, y Edom el rival de Israel. Edom no representa el mal
absoluto –ese es Amalec, que proviene, aparentemente, de Edom, pero es una
entidad diferente–, sino que, en Edom, como en el Árbol del Conocimiento, el bien
y el mal conviven en un mismo fruto.
La identidad de Edom: Esaú

Génesis 36:1 Y éstas son las generaciones de Esaú, el cual es Edom. (‫)עשׂו הוא אדום‬
36:8 Y Esaú habitó en el monte de Seir: Esaú es Edom. (‫)עשׂו הוא אדום‬
36:19 Estos, pues, son los hijos de Esaú, y sus duques: él es Edom. (‫)עשׂו הוא אדום‬
36:43 Estos fueron los duques de Edom por sus habitaciones en la tierra de su posesión.
Edom es el mismo Esaú, padre de los Edomitas. (‫)אדום – הוא עשׂו אבי אדום‬

El capítulo 36 de Génesis es una interrupción en el relato, completamente dedicado


Esaú, del cual afirma cuatro veces “Esaú es Edom”. ¿Por qué tanto énfasis en esto?
Cuando una cosa es repetida tres veces es firme, cuando lo es cuatro veces, es
inamovible (cf. Proverbios 30). Esta identidad representa una perpetuidad, y
aunque cambien los tiempos y las situaciones, permanece. Puede transformarse,
evolucionar, pero el origen, el principio, es inalterable. Eso quiere decir que así como
Israel existe en la actualidad, Esaú, o sea Edom, también existe.
Pero antes de entrar en el aspecto histórico de Edom, veamos brevemente el carácter
de los mellizos, Esaú y Jacob.

Génesis 25:24 Y como se cumplieron sus días para parir, he aquí mellizos en su
vientre. 25 Y salió el primero rubio, y todo él velludo como una pelliza; y llamaron su nombre
Esaú. 26 Y después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú: y fué llamado
su nombre Jacob.

Desde su nacimiento ya fue definido el carácter de cada uno en los nombres que les
fueron dados: Esav, del verbo asáh (hebreo moderno la’asót), hacer, ocuparse,
empeñarse, cumplir, esforzarse, ser industrioso, laborioso, útil, implica conceptos
positivos, una persona que trabaja, que trata de hacer lo que esté a su alcance, y
también se puede entender como una persona simple, práctica, empírica.
Por otra parte, Yakov, del verbo aqab (hebreo moderno le’eqóv), significa
literalmente “el que aferra el talón (de otro)” en el sentido de suplantar, incluso
usando artimañas, un usurpador, alguien que logra sus objetivos con astucia, como
está escrito en Génesis 27:36 “Y él [Esaú] respondió: Bien llamaron su nombre Jacob, que
ya me ha engañado dos veces; alzóse con mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi
bendición”. El nombre Yakov implica conceptos negativos, no es posible encontrar
alguna virtud intrínseca en el hecho usurpar, es de por sí ilegal, aunque a veces
quien toma el puesto de otro puede ser mejor que aquél a quien ha suplantado, pero
es de todas maneras fuera de la ley, al margen del orden institucional.
Es decir, que en base al carácter de cada uno, el “malo” era Jacob, no Esaú. En efecto,
vemos en Esaú una persona ruda, simple, sin malicia, que después de haber
entendido que fue engañado por su hermano aún pedía ser bendecido, porque en
realidad creía en la bendición, aunque no le haya dado la importancia que merecía
por ocuparse de su trabajo, y clama a su padre diciendo: “¿No has guardado bendición
para mí? ¿No tienes más que una sola bendición, padre mío? bendíceme también á mí, padre
mío. Y alzó Esaú su voz, y lloró” (Génesis 27:36,38). Y, aunque en el momento vino a
Esaú la idea de matar a su hermano por haberle traicionado –reacción
humanamente comprensible, y más en aquellos tiempos– a la hora de la verdad,
cuando volvió a ver a su hermano Jacob, esto es lo que sucedió:
“Y Esaú corrió á su encuentro, y abrazóle, y echóse sobre su cuello, y le besó; y lloraron. Y
él [Esaú] dijo: ¿Qué te propones con todas estas cuadrillas que he encontrado? Y él respondió:
El hallar gracia en los ojos de mi señor. Y dijo Esaú: Harto tengo yo, hermano mío: sea para
ti lo que es tuyo” (Génesis 33:4,8,9).

En ese momento Jacob, con cargo de conciencia por haber engañado a su hermano
y después de haber recapacitado porque vivió años de penurias con un suegro igual
de embustero y oportunista que él, encuentra a un Esaú que, como toda persona
impulsiva, olvida su ira y lo recibe como hermano, como si no hubiera pasado nada.
De hecho, vemos en Esaú a la persona inculta, que no tiene gran aprecio por la
herencia espiritual y se dedica a lo práctico, terrenal, pero no tiene maldad en sí,
sino impulsos, que olvida la traición de un hermano y busca la paz. Es Jacob quien
piensa el mal, creyendo que su hermano tendría intenciones de matarlo. Esaú había
dejado atrás el mal recibido, Jacob era en realidad quien pensaba que podía haber
rencor por parte de su hermano.

Las bendiciones que recibieron ambos hermanos no son muy diferentes en el


aspecto general – y no nos corresponde considerar en términos de la legislación
moderna la validez de un beneficio obtenido con engaño o por fraude, como consta
en Génesis 27:24 “Y dijo [Yitzhak]: ¿Eres tú mi hijo Esaú? Y él [Jacob] respondió: Yo soy”,
ya que un tribunal occidental en estos tiempos seguramente declararía nula una tal
bendición y acogería la apelación de la parte perjudicada. Evidentemente, en la era
patriarcal una sentencia era firme aunque haya sido obtenida ilegítimamente, y la
palabra pronunciada era irrevocable. Pasemos entonces a considerar el contenido
de las dos bendiciones:

A Jacob:
Génesis 27:28 Elohim, pues, te dé del rocío del cielo, y de las grosuras de la tierra, y
abundancia de trigo y de mosto. 29 Sírvante pueblos, y naciones se inclinen a ti: Sé señor de
tus hermanos, e inclínense a ti los hijos de tu madre: Malditos los que te maldijeren, y
benditos los que te bendijeren.

A Esaú:

Génesis 27:39 He aquí será tu habitación en grosuras de la tierra, y del rocío de los cielos de
arriba; 40 Y por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás: Y sucederá cuando te enseñorees,
que descargarás su yugo de tu cerviz.

Ambos reciben las grosuras de la tierra y el rocío del cielo. A Jacob además se
complementa esta bendición de carácter agrícola con la abundancia de trigo y de
mosto. Es en el aspecto político que ambas difieren: a Jacob se le concede el reino y
se le transmite la bendición dada a Abraham, mientras a Esaú se le asegura su
supervivencia por medio de la espada, con la promesa de que logrará librarse de la
servidumbre cuando se irá lejos – que es el sentido implícito del término traducido
aquí como enseñorearse, o tener dominio, porque literalmente, el verbo hebreo
expresado en tiempo futuro contiene un significado muy enigmático: vagar,
deambular, viajar sin rumbo, más bien que enseñorearse; por este motivo en algunas
traducciones este pasaje está expresado de otra manera, por ejemplo: “cuando te
impacientes” (LBLA), o en las versiones en italiano: “conducendo una vita
errante” (Luzzi, NR); en francés: “mais en errant librement çà et là” (NEG1979,
LSG), “mais, errant çà et là” (BDS); en inglés “when thou shalt shake away” (Wycliffe
Bible), mientras la mayoría de las otras traducciones inglesas usan “grow
restless” o “break loose”, indicando movimiento, inquietud, más que dominio o
señorío.

Este anuncio en parte enmienda la bendición dada a Jacob, haciéndola condicional,


puesto que Esaú en algún momento revertiría la situación librándose de la sujeción
a su hermano. Veremos más adelante cómo se dieron estos hechos en la historia.
En cuanto a los sucesos inmediatos durante la vida de ambos patriarcas, ambos
fueron prosperados, pero Esaú de hecho lo fue más: Mientras Jacob era un fugitivo
al servicio del taimado de su suegro –del cual heredó mucho de su carácter pues era
también su tío–, Esaú en esos veinte años construyó una nación y se hizo
inmensamente rico. Jacob vivió como extranjero en la tierra de los Cananeos, y
terminó su vida en Egipto, con una familia de 70 personas (Génesis 46:27). Esaú en
cambio, tenía ya un reino y su propia tierra, y un ejército de al menos cuatrocientos
hombres. En la vida real, fue Jacob quien se inclinó ante Esaú (Génesis 33:3).
¿Cómo logró Esaú fundar una nación en tan poco tiempo? Seguramente fue un
valeroso guerrero que obtuvo el respeto del pueblo donde fue a habitar, pero
además usó un sistema poco común para su tiempo – sistema que siglos después
Edom volvió a usar cuando fundó su dominio en otras tierras.
Veamos entonces cómo se constituyeron la familia y el reino de Esaú:

La nación de Edom

Génesis 26:34 Y cuando Esaú fué de cuarenta años, tomó por mujer a Judith hija de Beeri
Hetheo, y a Basemat hija de Elón Hetheo.

28:9 Y fuése Esaú a Ismael, y tomó para sí por mujer a Mahalath, hija de Ismael, hijo de
Abraham, hermana de Nabaioth, además de sus otras mujeres.

36:1 Y estas son las generaciones de Esaú, el cual es Edom. 2 Esaú tomó sus mujeres de las
hijas de Canaán: a Ada, hija de Elón Hetheo, y a Aholibama, hija de Ana, hija de Zibeón el
Heveo; 3 Y a Basemath, hija de Ismael, hermana de Navaioth.

Esaú tomó tres mujeres: dos Cananeas y una Ismaelita. Observamos también que
todas ellas tienen dos nombres, por lo cual es necesario identificarlas, y que el
escritor se esmera en dar detalles sobre la proveniencia étnica de cada una.
Yehudit (26:34), hija de Be’eri Hitita es Aholibama (36:2), que por línea materna es
hija de Anah, hija de Zibeón, el cual es Heveo, y por lo tanto podemos determinar
que esta mujer pertenecía ya a una alianza de dos pueblos. De ella Esaú tiene tres
hijos: Ye’ush, Ya’alam y Koraj (36:5).

Basmath (26:34) es Adah (36:2), hija de Elón, Hitita. De ella tiene a Elifaz, que parece
haber sido el más prominente. Mahalath (28:9) es Basmath (36:3), hija de Ismael y
por lo tanto prima hermana de Esaú. De ella tiene a Reu’el.
Por lo tanto, Esaú forma una familia multiétnica: tres de sus hijos son –además de
Hebreos por parte del mismo Esaú– en parte Hititas y en parte Heveos, pueblo que
era una rama de los Hurritas. Otro de sus hijos era Hitita por su madre, y Hebreo
por su padre, y solo Reu’el descendía de Avraham por ambas líneas, aunque en gran
parte también era Egipcio, puesto que tanto la mujer como la madre de Ismael eran
Egipcias (ver tabla).
A su propia familia, se agregó también el pueblo que ya habitaba en la tierra de Seir,
como leemos:

Génesis 36:20 Y estos son los hijos de Seir Horeo, moradores de aquella tierra: Lotán, Sobal,
Zibeón, Ana, 21 Disón, Ezer, y Disán: estos son los duques de los Horeos, hijos de Seir en la
tierra de Edom.

Es decir, en Edom había duques o jefes –en hebreo la palabra aquí es aluf, pl. alufim–
que pertenecían a la familia de Esaú, y otros que eran del pueblo Horeo, o Hurrita,
al cual los Edomitas absorbieron y asimilaron.

Entonces nos encontramos con una población mixta, surgida de alianzas


matrimoniales por las cuales Esaú se aseguró la paz con sus vecinos Cananeos y con
los Ismaelitas, y pudo construir su propio señorío. Pero la particularidad más
interesante la encontramos en la lista de los reyes de Edom:

Génesis 36:31 Y los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey sobre
los hijos de Israel, fueron estos:
32 Bela, hijo de Beor, reinó en Edom: y el nombre de su ciudad fué Dinhaba.
33 Y murió Bela, y reinó en su lugar Jobab, hijo de Zeraj, de Bosra.
34 Y murió Jobab, y en su lugar reinó Husam, de tierra de Temán.
35 Y murió Husam, y reinó en su lugar Hadad, hijo de Badad, el que hirió á Midián en el
campo de Moab: y el nombre de su ciudad fué Avith.
36 Y murió Hadad, y en su lugar reinó Samla, de Masreca.
37 Y murió Samla, y reinó en su lugar Saúl, de Rehoboth del Río.
38 Y murió Saúl, y en lugar suyo reinó Baalanán, hijo de Achbor.
39 Y murió Baalanán, hijo de Achbor, y reinó Hadar en lugar suyo: y el nombre de su
ciudad fué Pau; y el nombre de su mujer Meetabel, hija de Matred, hija de Mezaab.

Notamos que de estos ocho reyes ninguno es hijo del anterior y cada uno reina
desde su propia ciudad. Aparentemente, sólo el segundo era descendiente de Esaú,
o sea Yovav, hijo de Zeraj, hijo de Reuel (36:13). El hecho de que aparezca como más
importante la lista de duques o jefes que la de los reyes nos indica que estos últimos
eran elegidos por el consejo de jefes, los cuales pertenecían no sólo a la descendencia
de Esaú sino también a otras etnias. Un sistema bastante singular para aquél tiempo.
Edom era, de hecho, una confederación, en la cual no sólo había auténticos Edomitas
sino también Hurritas, Hititas, Nabateos, Madianitas y otros pueblos.
Es significativo que sólo del último rey se menciona también quien fue su mujer, la
cual debe haber sido una persona importante en aquél tiempo.

A pesar de esta amalgama con pueblos que los descendientes de Avraham no


debían mezclarse, en Edom había mucho conocimiento de YHVH y al parecer este
era el culto nacional, al menos durante el primer periodo. Las Escrituras nos
confirman que YHVH era el Dios de Edom, y desde Edom se mostró a los Israelitas:

Deuteronomio 33:1 Y ésta es la bendición con la cual bendijo Moisés varón de Elohim á
los hijos de Israel, antes que muriese.
2 Y dijo: YHVH vino de Sinaí, y de Seir les esclareció; resplandeció del monte de Parán, y
vino con diez mil santos: A su diestra la ley de fuego para ellos.
3 Aun amó los pueblos; todos sus santos en tu mano: Ellos también se llegaron á tus pies:
Recibieron de tus dichos.

Jueces 5:3 Oid, reyes; estad, oh príncipes, atentos: Yo cantaré á YHVH, cantaré salmos á
YHVH Elohim de Israel.
4 Cuando saliste de Seir, oh YHVH, cuando te apartaste del campo de Edom, la tierra
tembló, y los cielos destilaron, y las nubes gotearon aguas.
3 Los montes se derritieron delante de YHVH, aqueste Sinaí, delante de YHVH Elohim de
Israel.
Habacuc 3:3 Elohim viene de Temán, y el Santo del monte de Parán, (Selah) Su gloria
cubrió los cielos, y la tierra se llenó de su alabanza.

En efecto, hay varios personajes que vivían en Edom, o eran Edomitas o estaban de
alguna manera relacionados con Edom, de los cuales nos hablan las Escrituras: Job
y sus amigos, Jethro y Balaam.

Job: Aunque ya hemos presentado algunas consideraciones en otro capítulo


(“¿Quién era Job, y en qué época vivió?”), mencionaremos aquí algunos puntos que
lo relacionan definitivamente con Edom:
· Habitaba en la tierra de Uz, la cual es en Edom (Lamentaciones 4:21).
· Sus amigos provenían de otras ciudades y parecen ser personas importantes, lo
que coincide con las características de los duques, o jefes, de Edom, de los cuales
también Job sería uno – en este sentido se ha intentado identificarlo con Jobab, nieto
de Esaú y segundo rey de Edom, aunque la interpretación es forzada.
· Uno de ellos, Elifaz Teymanita, es un descendiente directo de Esaú.
· Job ejercía funciones sacerdotales, puesto que ofrecía sacrificios expiatorios, lo cual
podría quizás indicar que en Edom existiera alguna forma de sacerdocio organizado
y oficial.

Jethro: El sabio consejero de Moisés. Si bien Jethro no habitaba en territorio de Edom


sino en Madián y es llamado Madianita y Keneo, pero no Edomita, también tenía
como nombre Reuel (Éxodo 2:18; Números 10:29), que es el mismo del hijo de Esaú
y de su mujer Ismaelita, por lo cual Jethro podría tener también alguna línea de
descendencia, o pertenecer a ese clan o ejercitar el sacerdocio así como Job, con el
cual parece exista alguna relación directa. De hecho, los pueblos abrahámicos en ese
periodo convivían e interactuaban fluidamente, y siendo en general nómades no
había disputas territoriales significativas –el mismo país de Edom no tenía límites
definidos– y en especial los Madianitas estaban con frecuencia entre los Ismaelitas,
con los Israelitas, y en alguna oportunidad también con los Moabitas (Números
22:4), episodio en el que encontramos al próximo personaje.

Balaam: Así como de Job, no sabemos con certeza su procedencia. Es llamado "el
varón de los ojos abiertos", un adivino contratado por Moabitas y Madianitas
(Números 22:7), que lo hacen venir desde su residencia en Pethor sobre el Éufrates,
o sea, del país de Aram. Sin embargo, su nombre nos da un indicio interesante: es
idéntico al del primer rey de Edom – Bil’am ben-Be’or (Números 22:4) y Bel’a ben-
Be’or (Génesis 36: 32) se escriben de la misma manera, sólo agregando
una mem final, Bel’a (‫ )בלע בן־בעור‬pasa a ser Bil’am (‫)בלעם בן־בעור‬, por lo tanto Balaam
sería seguramente descendiente del primer rey de Edom, y por eso es llamado “hijo
de Beor”, aunque habitaba en una ciudad perteneciente a los Arameos. Éste también
conocía a YHVH, no era un adorador de dioses paganos, aunque usó su
conocimiento para el mal.

Estos pasajes nos muestran que Edom tenía una organización pluralista, con reyes
electivos, sacerdotes y videntes que no necesariamente debían pertenecer a un linaje
determinado. La lista de los reyes nos sugiere alguna relación con los antes
mencionados, pero aún contiene misterios: ¿Por qué Moisés habría incluido el
nombre de la esposa del octavo rey? Seguramente sería una persona conocida para
los Israelitas, aunque nada más se nos dice de ella.

El cambio repentino y la rivalidad con Israel

Después del emotivo reencuentro entre Jacob y Esaú, conociendo Esaú que la tierra
de Canaán había sido prometida a Jacob, él se retiró a Seir, donde fundó su reino.

Génesis 36:6 Y Esaú tomó sus mujeres, y sus hijos, y sus hijas, y todas las personas de su
casa, y sus ganados, y todas sus bestias, y toda su hacienda que había adquirido en la tierra
de Canaán, y fuése a otra tierra de delante de Jacob su hermano. 7 Porque la hacienda de
ellos era grande, y no podían habitar juntos, ni la tierra de su peregrinación los podía
sostener a causa de sus ganados. 8 Y Esaú habitó en el monte de Seir: Esaú es Edom.

Desde este momento no podemos encontrar durante la vida de Esaú ninguna


actitud hostil hacia su hermano, ni tampoco por parte de sus inmediatos
descendientes. La división de la tierra era respetada al punto que mientras los
Israelitas estaban en Egipto los Edomitas no ocuparon Canaán, aún teniendo la
capacidad militar para hacerlo. Algunas generaciones más tarde, cuando los
Israelitas salen de Egipto, reciben la orden de respetar el territorio que Elohim
asignó a Esaú:

Deuteronomio 2:4 Y manda al pueblo, diciendo: Pasando vosotros por el término de


vuestros hermanos los hijos de Esaú, que habitan en Seir, ellos tendrán miedo de vosotros;
mas vosotros guardaos mucho: 5 No os metáis con ellos; que no os daré de su tierra ni aun
la holladura de la planta de un pie; porque yo he dado por heredad a Esaú el monte de
Seir. 6 Compraréis de ellos por dinero las viandas, y comeréis; y también compraréis de
ellos el agua, y beberéis.

Sin embargo, el rey de Edom, cuyo nombre no es revelado en este pasaje, responde
en una manera completamente opuesta a la del fundador de su nación:

Números 20:14 Y envió Moisés embajadores al rey de Edom desde Cades: Así dice Israel
tu hermano: Tú has sabido todo el trabajo que nos ha venido: 15 Cómo nuestros padres
descendieron a Egipto, y estuvimos en Egipto largo tiempo, y los Egipcios nos maltrataron,
y a nuestros padres; 16 Y clamamos a YHVH, el cual oyó nuestra voz, y envió ángel, y
sacónos de Egipto; y he aquí estamos en Cades, ciudad al extremo de tus
confines: 17 Rogámoste que pasemos por tu tierra; no pasaremos por labranza, ni por viña,
ni beberemos agua de pozos: por el camino real iremos, sin apartarnos a la diestra ni a la
siniestra, hasta que hayamos pasado tu término. 18 Y Edom le respondió: No pasarás por
mi país, de otra manera saldré contra ti armado. 19 Y los hijos de Israel dijeron: Por el
camino seguido iremos; y si bebiéremos tus aguas yo y mis ganados, daré el precio de ellas:
ciertamente sin hacer otra cosa, pasaré de seguida. 20 Y él respondió: No pasarás. Y salió
Edom contra él con mucho pueblo, y mano fuerte. 21 No quiso, pues, Edom dejar pasar a
Israel por su término, y apartóse Israel de él.

¿Qué fue lo que sucedió, que cambió la buena predisposición de los Edomitas hacia
sus hermanos Israelitas? Si bien no los atacaron y los dejaron circular en paz a lo
largo de los confines de su país, tampoco los dejaron cruzar para acortar camino
hacia Canaán.

Durante todo este periodo aparentemente no se relacionaron entre ambos pueblos,


puesto que los Israelitas estaban en Egipto desde que Jacob y Esaú todavía vivían,
y los Edomitas habitaban en Seir. En este sentido, nos es oculto el motivo de este
cambio de actitud, aunque algunos autores como David J. Gibson proponen la
hipótesis de que estuvieron en contacto en Egipto, presumiendo que los Edomitas
podrían ser los Hyksos que gobernaron esa tierra cuando los Israelitas estaban ya
allí. Hay muchos elementos que avalarían una tal asociación, pero la cronología no
es favorable – considerando que los hijos de Esaú eran contemporáneos de Yosef,
hasta que Edom tuviera la capacidad de tomar el poder en Egipto tendrían que
haber pasado algunas generaciones más, si bien Edom logró rápidamente
organizarse creando una alianza o federación con los pueblos circunstantes. Por otra
parte, Tzoán, que es Tanis –o Avaris, la capital de los Hyksos–, ya había sido
fundada en tiempos de Avraham (Números 13:22; cf. Génesis 13:18) y el Faraón
reinante ante quien estuvo Avraham parece haber tenido conocimiento de Elohim,
lo cual es un indicio de que podría haber sido uno de los Hyksos, que eran
monoteístas, y esta cronología descarta la posibilidad de identificar a reyes de Edom
con aquellos reyes de Egipto. Posiblemente, algo había ocurrido entre ellos que los
apartó y con el tiempo pasaron a ser adversarios. Sin embargo, no hay constancia
de ningún momento de tensión entre Israel y Edom durante todo el periodo de los
Jueces, y no se menciona a Edom sino en el cántico de Déborah, donde se lo
identifica con el Monte Sinaí (Jueces 5:4-5) y en la embajada de Yiptah al rey de
Ammón (Jueces 11:15-18) que se refiere al Éxodo a través del desierto. Es recién bajo
el reinado de Shaul que se registra la primera acción bélica, y por cuanto nos pueda
parecer sorprendente, es Israel que ataca a Edom:

1Samuel 14:47 Y ocupando Saúl el reino sobre Israel, hizo guerra a todos sus enemigos
alrededor: contra Moab, contra los hijos de Ammón, contra Edom, contra los reyes de Soba,
y contra los Filisteos: y a donde quiera que se tornaba era vencedor.

Durante los reinados de David y Salomón no hubo más reyes en Edom, sino
gobernadores que fueron vasallos de Israel y de Judá:

2Samuel 8:14 Y puso [David] guarnición en Edom, por toda Edom puso guarnición; y todos
los Edomitas fueron siervos de David.

Más detalles sobre las andanzas de Yoav, general de David, en tierra de Edom son
referidos en el Libro de los Reyes:

1Reyes 11:14 Y YHVH suscitó un adversario a Salomón, a Hadad, Edomita, de la sangre


real, el cual estaba en Edom. 15 Porque cuando David estaba en Edom, y subió Joab el
general del ejército a enterrar los muertos, y mató a todos los varones de Edom, 16 Porque
seis meses habitó allí Joab, y todo Israel, hasta que dieron muerte a todos los varones en
Edom; 17 Entonces huyó Hadad, y con él algunos varones Edomitas de los siervos de su
padre, y fuése a Egipto; era entonces Hadad muchacho pequeño. 18 Y levantáronse de
Madián, y vinieron a Parán; y tomando consigo hombres de Parán, viniéronse a Egipto, a
Faraón rey de Egipto, el cual le dió casa, y le señaló alimentos, y aun le dió tierra. 19 Y
halló Hadad grande gracia delante de Faraón, el cual le dió por mujer a la hermana de su
esposa, a la hermana de la reina Thaphnes.

Yoav exterminó a todo varón –significa, todo hombre apto para la guerra– y
mantuvo el dominio de Judá sobre Edom. Hadad, que era de linaje real (quizás
descendiente del cuarto rey de Edom) se refugió en Egipto (otro detalle que dificulta
la teoría de identificar a los Edomitas con los Hyksos, ya que los Egipcios detestaban
a los antiguos invasores y eliminaron todo recuerdo de ellos) y como rey en exilio y
cuñado de Faraón organizó, al parecer, una reconquista, que entendemos no tuvo
éxito, pues Edom seguía bajo el dominio de Judá en el reinado de Yehoshafat, como
dice: No había entonces rey en Edom; presidente había en lugar de rey (1Reyes 22:47),
hasta el reinado de Yehoram: En su tiempo se rebeló Edom de debajo de la mano de Judá,
y pusieron rey sobre sí (2Reyes 8:20). Yehoram tentó en vano de restablecer su
dominio sobre Edom (8:21-22). El siguiente conflicto está brevemente relatado como
una victoria aplastante de Amatziah de Judá, que tomó la ciudad de Petra y la llamó
Yoqte’el: El mató a diez mil de Edom en el valle de Sal y tomó a Sela en batalla, y la llamó
Jocteel, hasta hoy (2Reyes 14:7). El último enfrentamiento registrado se refiere a una
poco significativa incursión de Edom en tiempos de Ajaz:

2Crónicas 28:16 En aquel tiempo el rey Achâz envió a pedir ayuda a los reyes de
Asiria. 17 Porque los Edomitas habían venido de nuevo y atacado a Judá y habían llevado
cautivos. 20 Y vino contra él Tiglat-Pileser, rey de los Asirios, y lo afligió en vez de
fortalecerlo.

Estas son todas las acciones bélicas entre Israel y Edom de las cuales tenemos
constancia en las Escrituras. Muy pocas para tantos siglos de convivencia entre
países vecinos. Hubo muchas más batallas de Israel contra los Filisteos, los
Ammonitas, Moabitas y Amalecitas que contra Edom, y mucho más cruentas. Sin
embargo, en los Profetas, Edom es representado como el gran rival ¿Por qué
motivo?

Edom en las profecías (primera parte)

En la historia narrada en la Biblia, Israel estuvo bajo el dominio de los Arameos, de


los Moabitas, de Yabin, de los Madianitas, de los Ammonitas y de los Filisteos
durante el período de los Jueces, fue hostigado por varios enemigos mientras
estaban los Reyes, y finalmente los Asirios y los Babilonios terminaron con la
existencia política de Israel y de Judá respectivamente. Por otra parte, Israel jamás
estuvo bajo el dominio de Edom, sino al contrario, más bien Edom estuvo durante
más de un siglo y medio subyugado por Judá, entre los reinados de David y
Yehoshafat. Sin embargo, hay más profecías referidas a Edom que a cualquier otro
pueblo gentil, numéricamente hablando. En las profecías, Edom está entre las
grandes naciones, como Asiria, Egipto o Babilonia, que fundaron imperios. ¿A qué
se debe tanta exaltación de un pueblo que relativamente tuvo poco protagonismo?

En algunos pasajes se reclama a los Edomitas de haberse alegrado de la caída de


Jerusalem, y de haber tomado despojos cuando fue destruida (Ezequiel 25:12; 35:1-
15; Joel 3:19; Abdías 1:11-14; Salmos 137:7; Lamentaciones 4:21), en otros se profetiza
cómo la tierra de Edom sería un desierto –y literalmente esto es evidente hasta hoy,
que sólo queda aridez y desolación en la región de Seir y Petra– y en otras se anuncia
su fin como nación, y desde el punto de vista de la historia, los Edomitas se
extinguieron en un momento muy particular: el año de la destrucción de Jerusalem
por los Romanos, 70 EC. Sin embargo, las profecías indican que el fin de Edom es
todavía en el futuro. Por lo tanto, es necesario entenderlas en su cumplimiento a
través del tiempo, y discernir cuando se refiere a la tierra histórica de Edom o al
pueblo de Edom como contraparte del pueblo de Israel.

Es interesante que el libro de las Lamentaciones se refiere a la desolación de


Jerusalem, que en tiempos del Profeta Jeremías fue consumada por Babilonia, y sin
embargo Babilonia nunca es mencionada, sino Edom. El mismo Jeremías había
profetizado que el pueblo volvería a su tierra cumplidos los setenta años de exilio y
la ciudad sería reedificada cincuenta años después de su destrucción (Jeremías
25:11-12; 29:10; cf. Isaías 44:26; Daniel 9:2). En su breve referencia a Edom, el Profeta
dice lo siguiente:

Lamentaciones 4:21 Regocíjate y alégrate, hija de Edom, la que habitas en la tierra de Uz;
también a ti pasará la copa, te embriagarás y te desnudarás. 22 Cumplido es tu castigo, oh
hija de Sión: Nunca más te hará trasportar. Visitará tu iniquidad, oh hija de Edom;
descubrirá tus pecados.

El exilio en Babilonia no fue el último, no obstante, el Profeta anuncia que el pueblo


de Jerusalem nunca más sería deportado. Es evidente que en este lamento sobre la
ciudad desolada, Jeremías estaba presentando una visión mucho más amplia y
prolongada en el tiempo que el periodo relativamente corto del destierro en
Babilonia, y responsabiliza a Edom de esta destrucción, que completaría el castigo
sobre Judá con el último y más extenso exilio. Es la condena sobre Edom y no sobre
Babilonia la que se anuncia por haber afligido a Sión. El Profeta en su visión lamenta
la última desolación de la ciudad, y la diáspora que le siguió, más que la ruina
temporal causada por los Babilonios.
Consideremos entonces el momento crucial en el cual Edom pasa a ser importante
para los Profetas e insignificante para la historia:

Jeremías 27:2 YHVH me ha dicho así: Hazte coyundas y yugos, y ponlos sobre tu
cuello; 3 Y los enviarás al rey de Edom, y al rey de Moab, y al rey de los hijos de Ammón, y
al rey de Tiro, y al rey de Sidón, por mano de los embajadores que vienen a Jerusalem a
Sedechîas, rey de Judá. 4 Y les mandarás que digan a sus señores: Así ha dicho YHVH de
los ejércitos, Elohim de Israel: Así habéis de decir a vuestros señores: 5 Yo hice la tierra, el
hombre y las bestias que están sobre la haz de la tierra, con mi grande potencia y con mi
brazo extendido, y díla a quien me plugo. 6 Y ahora yo he dado todas estas tierras en mano
de Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y aun las bestias del campo le he dado para
que le sirvan. 7 Y todas las gentes le servirán a él, y a su hijo, y al hijo de su hijo, hasta que
venga también el tiempo de su misma tierra; y le servirán muchas gentes y reyes
grandes. 8 Y será, que la gente y el reino que no sirviere a Nabucodonosor rey de Babilonia,
y que no pusiere su cuello debajo del yugo del rey de Babilonia, con espada y con hambre y
con pestilencia visitaré a la tal gente, dice YHVH, hasta que los acabe yo por su mano. 9 Y
vosotros no prestéis oído a vuestros profetas, ni a vuestros adivinos, ni a vuestros sueños,
ni a vuestros agoreros, ni a vuestros encantadores, que os hablan diciendo: No serviréis al
rey de Babilonia. 10 Porque ellos os profetizan mentira, para haceros alejar de vuestra
tierra, y para que yo os arroje y perezcáis. 11 Mas la gente que sometiere su cuello al yugo
del rey de Babilonia, y le sirviere, haréla dejar en su tierra, dice YHVH, y labrarála, y
morará en ella.

El único que no escuchó esta profecía fue el pueblo de Judá, y de consecuencia sólo
Judá fue llevada cautiva a Babilonia. Edom permaneció en su tierra, y fue súbdito
de Nabucodonosor como los demás pueblos. Es interesante notar que Edom como
entidad política independiente dejó de existir en este mismo momento histórico
juntamente con Judá, pues se sometió al dominio de Babilonia y luego continuó
siendo una dependencia de Persia y de los dominios sucesivos, y nunca más fue un
reino, sino una entidad política con algunos períodos de efímera autonomía.

Los Profetas coinciden en que el pecado de Edom fue alegrarse del destino de Judá
cuando fue arrasada por Babilonia y unirse a sus enemigos en el saqueo y
destrucción de Jerusalem:

Ezequiel 25:12 Así ha dicho el Señor YHVH: Por lo que hizo Edom tomando venganza de
la casa de Judá, pues delinquieron en extremo, y se vengaron de ellos.
35:15 Como te alegraste sobre la heredad de la casa de Israel, porque fué asolada.

Joel 3:19 Edom será vuelto en asolado desierto, por la injuria hecha a los hijos de Judá:
porque derramaron en su tierra la sangre inocente.

Abdías 1:11 El día que estando tú delante, llevaban extraños cautivo su ejército, y los
extraños entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre Jerusalem, tú también eras
como uno de ellos. 12 Pues no debiste tú estar mirando en el día de tu hermano, el día en
que fué extrañado: no te habías de haber alegrado de los hijos de Judá en el día que se
perdieron, ni habías de ensanchar tu boca en el día de la angustia: 13 No habías de haber
entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; no, no habías tú de
haber mirado su mal el día de su quebranto, ni haber echado mano á sus bienes el día de su
calamidad. 14 Tampoco habías de haberte parado en las encrucijadas, para matar los que de
ellos escapasen; ni habías tú de haber entregado los que quedaban en el día de angustia.

Salmos 137:7 Acuérdate, oh YHVH, de los hijos de Edom en el día de Jerusalem; quienes
decían: Arrasadla, arrasadla hasta los cimientos.

Y uno de los castigos anunciados fue la total destrucción y desolación del país de
Edom, lo cual se ha cumplido literalmente:

Jeremías 49:13 Porque por mí he jurado, dice YHVH, que en asolamiento, en oprobio, en
soledad, y en maldición, será Bosra; y todas su ciudades serán en asolamientos
perpetuos. 17 Y será Edom en asolamiento: todo aquel que pasare por ella se espantará, y
silbará sobre todas sus plagas. 18 Como el trastornamiento de Sodoma y de Gomorra, y de
sus ciudades vecinas, dice YHVH, no morará allí nadie, ni la habitará hijo de hombre.

Ezequiel 35:3 Y dile: Así ha dicho el Señor YHVH: He aquí yo contra ti, oh monte de Seir,
y extenderé mi mano contra ti, y te pondré en asolamiento y en soledad. 4 A tus ciudades
asolaré, y tú serás asolado; y sabrás que yo soy YHVH. 7 Y pondré al monte de Seir en
asolamiento y en soledad, y cortaré de él pasante y volviente. 9 Yo te pondré en
asolamientos perpetuos, y tus ciudades nunca más se restaurarán; y sabréis que yo soy
YHVH. 14 Así ha dicho el Señor YHVH: Alegrándose toda la tierra, yo te haré
soledad. 15 Como te alegraste sobre la heredad de la casa de Israel, porque fué asolada, así te
haré a ti: asolado será el monte de Seir, y todo Edom, todo él; y sabrán que yo soy YHVH.

Joel 3:19 Edom será vuelto en asolado desierto.


Amós 1:12 Y meteré fuego en Temán, y consumirá los palacios de Bosra.

Malaquías 1:3 Y a Esaú aborrecí, y torné sus montes en asolamiento, y su posesión para
los chacales del desierto.

Efectivamente, lo que un tiempo fue el poderoso reino de Edom, hoy es un desierto.


Ninguna de sus ciudades existe hoy, sino sólo ruinas – algunas localidades actuales
distan algunos kilómetros de las antiguas ciudades, pero nada queda de aquellas
originales. La majestuosa Yoqte’el, hoy conocida como Petra, pasó a ser una ciudad
de los Nabateos, como casi todo el territorio de Edom, que se desplazó hacia el
Negev hasta Hevron y fue absorbido en el Reino Macabeo. En ese período muchos
Edomitas se convirtieron al judaísmo, y así fue como la dinastía idumea de los
Herodes llegó al gobierno de Judea, y obtuvo un acuerdo con el nuevo imperio
mundial: Roma.

El gentilicio “Edomita” o “Idumeo” desaparece de la historia con la caída de


Jerusalem en el año 70 EC.

Otras profecías indudablemente deben colocarse en un tiempo futuro:

Isaías 11:10 Acontecerá en aquel día que las naciones acudirán a la raíz de Isaí, que estará
puesta como señal para los pueblos, y será gloriosa su morada. 11 Entonces acontecerá en
aquel día que el Señor ha de recobrar de nuevo con su mano, por segunda vez, al remanente
de su pueblo que haya quedado de Asiria, de Egipto, de Nubia, de Cus, de Elam, de Sinar,
de Hamat y de las islas del mar. 12 Alzará un estandarte ante las naciones, reunirá a los
desterrados de Israel, y juntará a los dispersos de Judá de los cuatro confines de la
tierra. 13 Entonces se disipará la envidia de Efraim, y los que hostigan a Judá serán
exterminados; Efraim no envidiará a Judá, y Judá no hostigará a Efraim. 14 Y ellos se
lanzarán sobre el costado de los filisteos al occidente, juntos despojarán a los hijos del
oriente; Edom y Moab estarán bajo su dominio, y los hijos de Amón les estarán
sujetos. 16 Y habrá una calzada desde Asiria para el remanente que quede de su pueblo, así
como la hubo para Israel el día que subieron de la tierra de Egipto.

En esta profecía habla de Edom diciendo que estará bajo el dominio de Israel. Esto
no puede referirse al periodo de los Macabeos, porque el contexto es muy claro: será
cuando “las naciones acudirán a la raíz de Yishai y será gloriosa su morada”,
cuando por segunda vez hayan regresado todo Israel y Judá (notar que diferencia
claramente ambas Casas), cuando Judá y Efraim se reconocerán y se reunirán, y los
que fueron dispersados por Asiria retornarán, o sea, las Tribus Perdidas de Israel –
esta es una clara referencia a la Era Mesiánica, y Edom está presente, por lo tanto no
se ha extinguido como pueblo aunque la historia ya no lo identifique.
La siguiente profecía también nos dá indicios sobre quién es Edom:

Ezequiel 35:5 Por cuanto tuviste enemistades perpetuas, y esparciste los hijos de Israel a
poder de espada en el tiempo de su aflicción, en el tiempo extremadamente malo; 10 Por
cuanto dijiste: Las dos naciones y las dos tierras serán mías, y las poseeremos, estando allí
YHVH. 12 Y sabrás que yo YHVH he oído todas tus injurias que proferiste contra los
montes de Israel, diciendo: Destruídos son, nos son dados a devorar. 13 Y os
engrandecisteis contra mí con vuestra boca, y multiplicasteis contra mí vuestras palabras.
Yo lo oí.

En realidad el Edom histórico nunca se apoderó de la tierra de Israel, ni esparció a


los Israelitas por la espada. El Profeta habla de “dos naciones” y “dos tierras”, en
referencia a Israel y Judá. Asiria y Babilonia lo hicieron sólo parcialmente, pero hubo
un imperio en particular que llevó a cabo la persecución más cruenta contra todos
los hijos de Israel, los que lo son según la herencia física y los que lo son por heredad
espiritual. Ese es Edom, ya veremos por qué.

Uno de los Profetas dedica su escrito completamente a Edom: el Profeta Abdías. Es


el libro más corto del TaNaJ, y aunque ya lo hemos citado en parte, lo proponemos
en su totalidad a continuación – alternando con pasajes de Jeremías que describen
las mismas escenas:

Abdías 1:1 Visión de Abdías. El Señor YHVH ha dicho así cuanto a Edom: Oído hemos el
pregón de YHVH, y mensajero es enviado a las gentes. Levantaos, y levantémonos contra
ella en batalla. 2 He aquí, pequeño te he hecho entre las gentes; abatido eres tú en gran
manera. 3 La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las
peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? 4 Si
te encaramares como águila, y si entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré,
dice YHVH.

Jeremías 49:14 La fama oí, que de YHVH había sido enviado mensajero a las gentes,
diciendo: Juntaos, y venid contra ella, y levantaos a la batalla. 15 Porque he aquí que
pequeño te he puesto entre las gentes, menospreciado entre los hombres. 16 Tu arrogancia
te engañó, y la soberbia de tu corazón, tú que habitas en cavernas de peñas, que tienes la
altura del monte: aunque alces como águila tu nido, de allí te haré descender, dice YHVH.

Abdías 1:5 Si vinieran a ti ladrones o salteadores de noche (¡cómo quedarías arruinado!),


¿no robarían hasta que les bastara? Si vinieran a ti vendimiadores, ¿no dejarían
rebuscos? 6 Cómo fueron escudriñadas las cosas de Esaú! sus cosas escondidas fueron
buscadas. 7 Hasta el término te hicieron llegar todos tus aliados; te han engañado tus
pacíficos, prevalecieron contra ti; los que comían tu pan, pusieron el lazo debajo de ti: no
hay en él entendimiento. 8 ¿No haré que perezcan en aquel día, dice YHVH, los sabios de
Edom, y la prudencia del monte de Esaú?

Jeremías 49:7 De Edom. Así ha dicho YHVH de los ejércitos: ¿No hay más sabiduría en
Temán? ¿ha perecido el consejo en los sabios? ¿corrompióse su sabiduría? 8 Huid, volveos,
escondeos en simas para estar, oh moradores de Dedán; porque el quebrantamiento de Esaú
traeré sobre él, al tiempo que lo tengo de visitar. 9 Si vendimiadores vinieran contra ti, ¿no
dejarán rebuscos? Si ladrones de noche, tomarán lo que hubieren menester. 10 Mas yo
desnudaré a Esaú, descubriré sus escondrijos, y no podrá esconderse: será destruída su
simiente, y sus hermanos, y sus vecinos; y no será.

En esta primera parte de la Profecía de Abdías encontramos un paralelismo con la


de Jeremías, pero siendo Abdías probablemente posterior al exilio, entendemos que
se inspiró en su predecesor para dar una introducción a su mensaje, que a partir de
este punto adquiere un carácter distinto.

Abdías 1:9 Y tus valientes, oh Temán, serán quebrantados; porque todo hombre será
talado del monte de Esaú por el estrago. 10 Por la injuria de tu hermano Jacob te cubrirá
vergüenza, y serás talado para siempre. 11 El día que estando tú delante, llevaban extraños
cautivo su ejército, y los extraños entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre
Jerusalem, tú también eras como uno de ellos. 12 Pues no debiste tú estar mirando en el día
de tu hermano, el día en que fué extrañado: no te habías de haber alegrado de los hijos de
Judá en el día que se perdieron, ni habías de ensanchar tu boca en el día de la
angustia: 13 No habías de haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su
quebrantamiento; no, no habías tú de haber mirado su mal el día de su quebranto, ni haber
echado mano a sus bienes el día de su calamidad. 14 Tampoco habías de haberte parado en
las encrucijadas, para matar los que de ellos escapasen; ni habías tú de haber entregado los
que quedaban en el día de angustia.
En esta segunda sección, que ya hemos citado, explica el motivo por el cual el Señor
hará su juicio sobre Edom, aunque en parte puede referirse a dos hechos similares
en su carácter –usando el pasado profético, que se refiere en realidad a eventos
futuros en el momento del anuncio–, porque en efecto, nos introduce en la tercera
parte del mensaje:

Abdías 1:15 Porque cercano está el día de YHVH sobre todas las gentes: como tú hiciste se
hará contigo: tu galardón volverá sobre tu cabeza. 16 De la manera que vosotros bebisteis
en mi santo monte, beberán, todas las gentes de continuo: beberán, y engullirán, y serán
como si no hubieran sido. 17 Mas en el monte de Sión habrá salvamento, y será santidad, y
la casa de Jacob, poseerá sus posesiones. 18 Y la casa de Jacob será fuego, y la casa de José
será llama, y la casa de Esaú estopa, y los quemarán, y los consumirán; ni aun reliquia
quedará en la casa de Esaú, porque YHVH lo habló. 19 Y los del mediodía poseerán el
monte de Esaú, y los llanos de los Filisteos; poseerán también los campos de Ephraim, y los
campos de Samaria; y Benjamín a Galaad. 20 Y los cautivos de aqueste ejército de los hijos
de Israel poseerán lo de los Cananeos hasta Sarepta; y los cautivos de Jerusalem, que están
en Sepharad, poseerán las ciudades del mediodía. 21 Y vendrán salvadores al monte de
Sión para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de YHVH.

Evidentemente, el lenguaje de esta última sección pertenece a la Era Mesiánica: “el


día del Eterno”, cuando el Monte Tzion será santo, y la Casa de Israel volverá a
poseer su tierra –notar que la Casa de Yosef es la que todavía está en exilio–, junto
a los cautivos de Jerusalem que retornarán de la Diáspora –hecho que se ha
verificado sólo en parte–, entonces se completará el juicio sobre Edom… Esto
significa que Edom existe, y tiene una identidad en el presente.

¿Quién es Edom?

En la tradición rabínica Edom es identificado con Roma. Más allá de las particulares
interpretaciones de los tannaim y amoraim, que históricamente son de poquísima
credibilidad, la hipótesis de que la simiente de Edom se haya perpetuado en los
Romanos es factible. ¿Podemos probarlo con certeza? En base a los documentos que
hasta ahora disponemos, no – pero tampoco se puede demostrar lo contrario. De
hecho, nadie ha podido determinar el origen de los antiguos Romanos. Entonces, es
necesario considerar todas las fuentes, que en la mayor parte son sólo literarias, y
encontrar el contexto histórico de las mismas para poder elaborar una trayectoria
plausible.
Para esta parte del estudio tendremos en cuenta las tradiciones judaicas y romanas,
y las probabilidades históricas.bEn principio, consideremos nuevamente la
bendición de Yitzhak dada a Esaú – traducida literalmente desde el hebreo:

Génesis 27:39 He aquí será tu habitación en grosuras de la tierra, y del rocío de los cielos
de arriba; 40 Y por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás: Y sucederá cuando seas
errante [hayas deambulado lejos], que descargarás su yugo de tu cerviz.

Hemos visto que en todo el relato bíblico no sólo no se verificó la segunda parte de
esta bendición, librarse del yugo de su hermano, sino que la tierra de Edom quedó
desolada, perdiendo así también la primera parte de la misma. Será que cuando
Edom haya viajado sin rumbo, entonces logrará romper el dominio de su hermano
sobre sí y vivirá por la espada, y podrá seguir beneficiándose de las grosuras de la
tierra que le corresponden por bendición – porque ésta no puede ser anulada.

Hay dos hechos interesantes que ya hemos indicado, en los cuales los destinos de
Judá y de Edom están ligados, y son las dos destrucciones de Jerusalem: en la
primera, Edom dejó definitivamente de ser una nación como entidad política, en la
segunda, desapareció de la historia como pueblo identificable. Parece más que una
coincidencia.
En ambos casos los Edomitas tuvieron participación, aunque en forma diferente: en
la primera destrucción estuvieron de la parte de los Babilonios –aunque de nada les
sirvió, porque Nabucodonosor sometió Edom a tributo igual que a todos los pueblos
conquistados–, mientras en la segunda combatieron junto a los Zelotes para
defender Jerusalem – pero debemos tener en cuenta que esos Edomitas eran la
minoría que aún quedaba en el país, y eran convertidos al judaísmo. Así lo atesta
Josefo en “La Guerra de los Judíos”. En ese período su ciudad principal era Hevron.
Es quizás por este motivo que Edom no aparece identificado con Roma en la
literatura del Segundo Templo, aunque en el libro de Ben Sirā, de Jubileos, y otros
apócrifos sí es considerado el principal enemigo de Israel y también se lo asocia con
el jabalí, que era un emblema romano. Pero es a finales del período tannaíta, y
durante el amoraíta, que la identificación de Edom con Roma se difunde en el seno
del judaísmo. Sin embargo, debía existir ya en el primer siglo de la era común el
conocimiento del origen de los Romanos, como lo declara Saulo en su epístola:

Romanos 4:1 ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne?
Saulo en su carta define a Avraham como “nuestro padre según la carne”. Este
pronombre “nuestro”, en base al criterio de interpretación que se pueda dar, puede
ser un plural exclusivo –que se refiere sólo al pueblo del escritor– o bien inclusivo –
que comprende a los destinatarios–. El concepto que expresa el apóstol parece
referirse a esta última acepción, de pronombre inclusivo, considerando que sus
interlocutores tenían conocimiento de sus orígenes, y por eso les advierte:

Romanos 9:7 Ni por ser simiente de Abraham, son todos hijos; mas: En Isaac te será
llamada simiente. 8 Quiere decir: No los que son hijos de la carne, éstos son los hijos de
Elohim; mas los que son hijos de la promesa, son contados en la generación. 9 Porque la
palabra de la promesa es esta: Como en este tiempo vendré, y tendrá Sara un hijo. 10 Y no
sólo esto; mas también Rebeca concibiendo de uno, de Isaac nuestro padre, 11 (Porque no
siendo aún nacidos, ni habiendo hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Elohim
conforme a la elección, no por las obras sino por el que llama, permaneciese); 12 Le fué
dicho que el mayor serviría al menor. 13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú
aborrecí. 14 ¿Pues qué diremos? ¿Que hay injusticia en Elohim? En ninguna manera.

Saulo les dice a los Romanos que ellos, aún siendo descendientes de Avraham según
la carne, no tienen asegurada la promesa espiritual porque esa fue dada a Jacob.
¿Por qué Saulo les habla de este tema solamente a los Romanos? Estas palabras
dirigidas precisamente a ellos no son casuales, teniendo en cuenta que es la epístola
donde él más habla de la simiente carnal de Avraham y enfatiza la importancia de
seguir la fé del Patriarca más allá de la pertenencia física a Israel, reiterando que
Avraham es el “padre de todos nosotros”, ésta vez en manera inequívoca
incluyendo a los destinatarios: “para que la promesa sea firme a toda simiente, no
solamente al que es de la Ley, mas también al que es de la fé de Abraham, el cual es padre de
todos nosotros” (Romanos 4:16). Notemos que asimismo se refiere a Isaac como
“nuestro padre” (9:10).

Esaú no es mencionado en ninguna otra de sus epístolas, y en todo el Nuevo


Testamento sólo se lo nombra brevemente en Hebreos, donde el autor reafirma que
Esaú también fue bendecido: “Por fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas que
habían de ser” (Hebreos 11:20) aunque posteriormente lo llama “profano”,
“marginal” (Hebreos 12:16). Asimismo, el país de Edom tampoco es citado sino sólo
una vez en el Evangelio de Marcos 3:8, como uno de los lugares desde donde venían
a ver y escuchar a Yeshua.
Veamos ahora los orígenes de Roma según la tradición romana.

No existe ningún documento fidedigno sobre el origen de Roma, sino sólo


elaboraciones tardías de mitos y leyendas que de alguna manera pretenden dar un
trasfondo histórico a las mismas, entre ellas las obras de Tito Livio, Plutarco,
Dionisio de Halicarnaso, así como la literatura poética de Virgilio y Ovidio – todos
ellos escritores del período imperial, por lo tanto, se refieren a supuestos hechos
ocurridos siete siglos o más antes de su propia época. Obviamente, no hay un relato
unificado y definido, sino que las versiones difieren notablemente entre sí. No
obstante, los símbolos transmitidos en estos mitos pueden dar indicios acerca de la
proveniencia de los mismos.

Uno de los datos interesantes es que mientras la mayoría de los pueblos tratan de
reivindicar la tierra donde viven aduciendo ser autóctonos o los primeros habitantes
de la misma –mucho revisionismo histórico se ha elaborado precisamente con este
objetivo–, los Romanos desde un principio se reconocen como descendientes de
navegantes que vinieron de Oriente, más precisamente, de Troya. Por otra parte, no
son los únicos que pretenden ser de origen troyano, sino muchos otros han tratado
de demostrar con las teorías más descabelladas, que su nación o etnia proviene de
la mítica Troya (y más delirante aún, la teoría de que los Troyanos hayan sido
Hebreos). No es objetivo de este estudio exponer la historicidad de Troya, ciudad
que sólo podemos afirmar que existió, y corresponde a la Wilusa o Truwisa de los
Hititas y la Ilión o Troia de los Griegos. Menos certeza hay sobre la veracidad de la
famosa Guerra de Troya, y también en este caso podemos decir que seguramente
alguna guerra sobre esa ciudad hubo, como lo demuestran las ruinas de la misma y
como es natural que haya ocurrido con todas o casi todas las ciudades de la
Antigüedad, pero no se puede afirmar que haya sido de la magnitud que se le
atribuye, ni si fue una o más guerras en distintas épocas. Ni siquiera se puede definir
qué etnia la habitaba, ni el idioma que se hablaba, sino sólo se pueden hacer
conjeturas en base a la evidencia arqueológica existente hasta el momento.
Ciertamente eran gente de los pueblos Egeos y no Semitas.

El supuesto origen troyano de Roma proviene de la leyenda de Eneas, héroe fugitivo


de la ciudad –después de la caída de Troya en poder de los Aqueos– que navega
hasta las costas del Lazio y allí funda una nueva estirpe. Al margen de los romances
e intrigas que dan colorido a su historia, emerge un particular de mayor relevancia
histórica, y es que Eneas, o como sea que se haya llamado este navegante que por
cierto no llegó solo sino con algún pequeño ejército, logró unificar su pueblo con los
habitantes del lugar y establecer una identidad nacional, la de los Latinos (Tito
Livio, Ab Urbe Condita Libri, I.2). Y en esto ya encontramos una característica en
común con Edom: agrupó bajo su nombre a otros pueblos, principalmente a los
Hurritas que habitaban el país que él ocupó.

El hijo de Eneas funda Alba Longa, sobre la cual su linaje reina por varias
generaciones (estamos refiriéndonos siempre al mito, no a evidencia documental),
y eliminando todos los pormenores del relato, llegamos a otra protagonista
importante, una descendiente directa de Eneas que es obligada a consagrarse como
virgen vestal para impedir que algún hijo suyo tenga derecho al trono, usurpado
por su tío. Su nombre es Rhea Silvia, que rompe su voto y tiene dos hijos gemelos.
El rey viene a saber del nacimiento de estos mellizos y ordena que se los ahogue en
el Tíber, pero ella los coloca en una cesta a la orilla del río, y sobreviven,
amamantados por una “loba” –eufemismo que significa en realidad ramera, del cual
deriva el término “lupanar”–. Los hermanos, cuyos nombres legendarios son
Rómulo y Remo, después de haber restaurado al legítimo rey en el trono de Alba
Longa deciden apartarse a otro lugar porque tenían mucha gente y no había espacio
suficiente para todos, y se proponen fundar una ciudad (Plutarco, Vidas Paralelas,
Vida de Rómulo, 9.1-2). Allí sucede un desencuentro en cuanto a sobre qué monte
erigirla y qué nombre darle, y anulando el derecho de primogenitura, los oráculos
favorecen a Remo (según Tito Livio) pero en base a un engaño quien obtiene el
derecho es Rómulo (según Plutarco), y la disputa se concluye cuando éste mata a su
hermano.

Esta es en manera muy resumida y sólo destacando los pasajes relevantes, el mito
de la fundación de Roma. Hay paralelismos interesantes con la historia de Esaú y
Jacob y otros relatos bíblicos:

· en primer lugar, dos hermanos gemelos nacen de una mujer que había sido
consagrada como virgen vestal, de la misma manera que Esaú y Jacob nacen de
Rivkah, que en la tradición judaica es considerada virgen perpetua –como estado
espiritual, no relacionado con la realidad física–;
· el rey ordena echarlos al río y su madre los coloca en una cesta a la orilla del mismo
(cf. Éxodo 1:22; 2:3), un relato que se parece más a la historia de Moisés, de la cual
los Edomitas tenían conocimiento;
· los hermanos disputan sus derechos y la primogenitura es anulada por medio de
un oráculo, hay un engaño, y al final uno de los gemelos mata al otro, lo que refleja
en manera bastante notable la historia de la bendición de Jacob y Esaú, con la
diferencia que en el mito romano las intenciones de Esaú se concretan (Génesis
27:41).

Seguidamente, en la historia de Roma –ya menos mitológica aunque no verificada,


habiendo sido redactada mucho tiempo después y manteniendo el carácter
novelesco de los escritores de la época–, se suceden siete reyes, los cuales son
elegidos por jefes representantes de los distintos pueblos del Lazio –excepto el
primero que fue el fundador de la ciudad–, y ningún rey fue sucedido por su hijo.
Este consejo de jefes tribales que elegía al rey se constituyó en lo que se conoce como
el Senado. Esta también es una característica sorprendentemente similar a la
formación de Edom, cuyos reyes no eran hereditarios sino designados por los jefes,
quienes representaban a los distintos pueblos que habitaban el país. Incluso el
número de reyes, siete de Roma y ocho de Edom, ilustran un período monárquico
poco extenso. También los reyes de Roma provenían de distintas etnias: Latinos,
Sabinos y Etruscos. El color de la toga de los reyes de Roma era el rojo, el color de
Esaú.

¿Podría ser la tradición romana un relato alterado de los orígenes de Edom? La


posibilidad existe.

A estos hechos hay que agregar el nombre mismo de Roma: no se ha encontrado


una etimología en ninguna lengua indoeuropea. Plutarco –que era griego y no
romano– inventa varias versiones, la mayoría en base a una cierta Rhome, que
puede haber sido hija de diversos personajes mitológicos y que él, como buen
griego, trata de revestirla de historicidad, pero lingüísticamente no tienen
significado.

Sin embargo, hay una etimología que es más que plausible, y tiene fundamento
profético:

Abdías 1:3 La soberbia [zadon] de tu corazón te ha engañado, tú que … en


tu altísima [marom] morada, dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? 4 Si te
remontes [gabah] como águila, y si entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré,
dice YHVH.
Jeremías 49:16 Tu arrogancia te engañó, y la soberbia [zadon] de tu corazón, … tú que
tienes la altura [marom] del monte: aunque alces [gabah] como águila tu nido, de allí te
haré descender, dice YHVH.

El nombre “Roma”, en lengua hebrea significa “exaltada”, “enaltecida”, “elevada”,


“altiva”, “soberbia”, “arrogante”, “presuntuosa” y también “altura”… y su símbolo
principal, el águila. ¿Coincidencia?

Este término hebreo -“rum”/”romah”- se encuentra en varios pasajes bíblicos, los


cuales citamos como están traducidos en RV y LBLA (verbos en infinitivo):

Deuteronomio 17:20 – “elevarse”


Proverbios 21:4; Isaías 2:12; 10:12 – “altivez”, “altivo”
Isaías 2:11,17 – “soberbia” – en este pasaje, el término traducido como “altivez” o
“altiva” (gabhut) coincide con “remontarse” (Abdías 1:4) o “alzarse” (Jeremías
49:16), es decir, “elevarse”
Habacuc 3:10 – “alzarse”, “levantarse”
Esdras 6:3; Daniel 3:1 – “altura”
Salmos 21:13; 57:5; 57:11; 108:5 – “exaltado”, “ensalzado”
Miqueas 2:3 – “erguido”
También en plural, romim:
Deuteronomio 12:2; Isaías 2:13,14 – “altos”
2Samuel 22:28 – “altivos”
Job 21:22 – “elevados”, “encumbrados”
Salmos 78:69 – “eminencia”, “alturas”

Edom en las profecías (segunda parte)

Citemos nuevamente la bendición dada por Yitzhak a Esaú, traducida literalmente:

Génesis 27:39 He aquí será tu habitación en grosuras de la tierra, y del rocío de los cielos de
arriba; 40 Y por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás: Y sucederá cuando seas errante
[hayas deambulado lejos], que descargarás su yugo de tu cerviz.

Esta bendición consta de dos partes: una permanente y otra condicional. La


bendición permanente es que habitará en tierras fértiles y fructíferas, la condicional
es que por un tiempo servirá a su hermano, pero logrará liberarse cuando, después
de ser errante, se haya ido lejos.
En la historia que conocemos de la que un tiempo fue la floreciente y próspera tierra
de Edom, que se extendía desde el Sinaí hasta la margen derecha (sudoccidental)
del Éufrates, con sus personajes notables por su sabiduría, había quedado desolada
y ocupada por los Nabateos, y los Edomitas habían sido desplazados hacia el
desierto del Negev, al territorio que había pertenecido a la Tribu de Simeón. Edom
fue subyugada por David y estuvo bajo la hegemonía de Judá por mucho tiempo,
luego fue también despojada por Amatziah, y por último, en el período de los
Hasmoneos, los pocos Edomitas que quedaban fueron convertidos al judaísmo.
Aparentemente, la segunda parte de la bendición nunca se cumplió, y hasta la
primera dejó de ser.

Sin embargo, los Profetas hablan de crímenes que el Edom histórico nunca cometió,
o por lo menos, no han sido registrados en las Escrituras, y de una rivalidad
perpetua, lo que implica la continuidad de Edom y no su extinción. Por ejemplo:

Ezequiel 35:5 Por cuanto tuviste enemistades perpetuas, y esparciste los hijos de Israel a
poder de espada en el tiempo de su aflicción, en el tiempo extremadamente malo; 10 Por
cuanto dijiste: Las dos naciones y las dos tierras serán mías, y las poseeremos, estando allí
YHVH.
Abdías 1:11 El día que estando tú delante, llevaban extraños cautivo su ejército, y los
extraños entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre Jerusalem, tú también eras como
uno de ellos. 13 No habías de haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su
quebrantamiento; no, no habías tú de haber mirado su mal el día de su quebranto, ni haber
echado mano a sus bienes el día de su calamidad.

¿Cuándo sucedió que “Edom” haya esparcido a Israel? ¿Cuándo fue que se apoderó
de toda la tierra de Israel? ¿Cuándo fue que obtuvo ventaja en alguna repartición
de Jerusalem? ¿Cuándo se apoderó de todas las riquezas de Jerusalem, saqueando
la ciudad? Hay un solo imperio que hizo estas cosas (y que todavía lo que queda de
él, a través de la sucesión de sus pontífices máximos, pretende establecerse en
Jerusalem). Es la única entidad que tiene una enemistad perpetua hacia Israel desde
la destrucción de Jerusalem. Otras naciones se agregaron después a lo largo de la
historia, pero sólo Roma lo es desde hace veinte siglos.

Entonces, comenzamos a entender que la segunda parte de la bendición de Yitzhak


se verificó cuando una porción de la descendencia de Esaú emigró lejos de su tierra
(luego veremos cuándo puede haber ocurrido este movimiento) y de esta manera
también se restaura la primera parte, que es permanente, la promesa de la grosura
y la abundancia: si existe una tierra donde el clima es óptimo y el suelo produce
todo tipo de plantas, y es fértil como muy pocas en el planeta, esa tierra es Italia.
La grosura de la tierra es una bendición irrevocable, y no está forzosamente ligada
a un territorio específico (como lo está Israel), por lo cual es totalmente admisible
que la misma pueda continuar en Italia, porque Edom fue desolada. Y los indicios
proféticos, además de otros elementos, nos señalan que el origen desconocido de los
Romanos está en la descendencia de Edom.

Abdías 1:15 Porque cercano está el día de YHVH sobre todas las gentes: como tú hiciste se
hará contigo: tu galardón volverá sobre tu cabeza. 16 De la manera que vosotros bebisteis
en mi santo monte, beberán, todas las gentes de continuo: beberán, y engullirán, y serán
como si no hubieran sido. 17 Mas en el monte de Sión habrá salvamento, y será santidad, y
la casa de Jacob, poseerá sus posesiones… 21 Y vendrán salvadores al monte de Sión para
juzgar al monte de Esaú; y el reino será de YHVH.

cf.
Isaías 2:11 La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia [rum] de los
hombres será humillada; y YHVH solo será ensalzado en aquel día. 12 Porque día de
YHVH de los ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo [rum], y sobre todo ensalzado; y
será abatido: 13 Y sobre todos los cedros del Líbano altos [romim] y sublimes, y sobre todos
los alcornoques de Basán; 14 Y sobre todos los montes altos [romim], y sobre todos los
collados levantados; 15 Y sobre toda torre alta, y sobre todo muro fuerte; 16 Y sobre todas
las naves de Tarsis, y sobre toda obra de arte preciada. 17 Y la altivez del hombre será
abatida, y la soberbia [rum] de los hombres será humillada; y solo YHVH será ensalzado en
aquel día.

La profecía de Abdías declara que Edom estará entre las naciones que serán
juzgadas en “el día del Señor”, es decir, en el final de los tiempos. Esa nación, que
vivió siempre por la espada, que estableció su morada en una tierra de abundancia,
que saqueó Jerusalem y dispersó a los que quedaban de los hijos Israel, esa nación
es Roma. Es notable que Isaías, refiriéndose al mismo evento, enfatice la humillación
de todo lo que es altivo y soberbio, y particularmente llamativa es la sentencia
“sobre toda obra de arte preciada”, objetos que particularmente abundan en Roma.

Conclusión: algunos datos históricos

Hemos reconocido algunas semejanzas entre Edom y Roma, que podemos


reepilogar brevemente en algunos puntos esenciales:
Ambos fundadores tenían un hermano gemelo. Ambas naciones eran pluriétnicas,
compuestas por el pueblo que habitaba previamente en el país, amalgamado con el
de los fundadores y otros pueblos asociados. Ambas tenían reyes que eran elegidos
por los jefes que representaban las distintas comunidades del reino y la monarquía
no era hereditaria. Ambos tenían el rojo como color nacional.
Todos los historiadores y estudiosos serios admiten que no se conoce el origen cierto
de los Romanos, pero coinciden en que al menos en parte provienen de un grupo
de gente que llegó a las costas del Lazio navegando desde el Mediterráneo Oriental.
El tiempo en que esto sucedió no se puede determinar, pero seguramente fue antes
del siglo VIII AEC. Tampoco se conoce ninguna etimología del nombre de Roma en
lenguas indoeuropeas.

En base a estos elementos, pocos quizás, y a los argumentos desarrollados en este


estudio, podemos formular una hipótesis –lo cual significa que no estamos
afirmando sino proponiendo una posibilidad históricamente factible– sobre los
hechos que llevaron a la emigración de una parte de los Edomitas, no todos, hacia
un destino que los condujo a refundar su nación en otra tierra. Se tratará de dar un
mínimo de credibilidad también al mito, en cuanto por lo general éste surge de la
transmisión oral de hechos que sucedieron, aunque en la realidad se dieron en
manera diferente al relato legendario. Por este motivo, estimando como
aproximadamente verosímil que Roma haya sido fundada antes del 700 AEC,
podríamos atribuír al mítico Eneas la identidad de algún jefe edomita que huyó de
su país en tiempos de David, durante la masacre llevada a cabo por Yoav, de la que
también escapó Hadad a Egipto (1Reyes 11:16-17). Ese hecho marcó el principio del
fin para el Edom del Medio Oriente, pero puede haber dado inicio a su condición
de errante, hasta que se consolidara en otro lugar, bajo otra identidad, y desde allí
perseguir a Jacob cuando haya llegado la oportunidad. El momento de la fundación
de Roma puede coincidir con otro desastre nacional para Edom, cuando Amatziah
lo despojó de su ciudad fortificada, Petra (2Reyes 14:7), y desde entonces Edom pasó
a ser insignificante.

¿Por qué estos fugitivos Edomitas navegarían hasta Italia? En parte porque toda
otra tierra más cercana estaba ya ocupada por pueblos hostiles, o porque eran tierras
que no ofrecían la abundancia necesaria para establecerse con cierta comodidad.
Además, no fueron ellos los primeros en llegar desde Canaán a Italia; ya había allí
colonias de Fenicios y de otras gentes con las cuales los Edomitas habían tenido
contacto anteriormente. Particularmente algunos de los Pueblos Itálicos, como los
Sículos y los Sardos, son identificables con los llamados “Pueblos del Mar” que se
encontraban en Canaán y en toda la costa del Levante en tiempos de los Jueces, entre
los cuales estaban los Filisteos. La Tribu de Simeón, confinante con el territorio de
Edom, también tuvo su participación.

Sin embargo, donde llegó la simiente de Esaú también llegó la de su hermano.


Investigadores como el profesor Tenney Frank, George La Piana, Arnold Mackay
Duff, estudiaron minuciosamente los documentos epigráficos y arqueológicos de la
Roma imperial del primer siglo EC, hallando evidencias concluyentes acerca de la
composición étnica de Italia en aquella época, las cuales dan mayor sentido a la
declaración de Saulo diciendo a los Romanos: “Abraham, nuestro padre según la
carne” (conste que el mismo Saulo, siendo judío, era ciudadano romano). Es muy
extensa la exposición de todo este argumento, por lo cual mencionaremos sólo
algunos de los puntos que llevaron a dichos investigadores a la conclusión de que
la Italia de aquél tiempo era una nación étnicamente semita.
Cuando mencionamos un imperio histórico, generalmente lo designamos con el
nombre de la nación o naciones que lo fundaron, por ejemplo: Imperio Asirio,
Imperio Medo-Persa, Imperio Británico, Imperio Austro-Húngaro, Imperio Ruso,
etc. o bien por la dinastía reinante, como Imperio Aqueménide, Sasánida, Abasida,
Otomano, etc. Sólo dos imperios son llamados por el nombre de una ciudad: el
Imperio Babilonio y el Imperio Romano. No es “Imperio Itálico” o “Italiano”, como
correspondería, porque en realidad, todo ese inmenso dominio gravitaba entorno a
una ciudad: Roma. Todos los caminos conducían a Roma, no es sólo un proverbio,
sino una realidad. ¿Es posible que una sola ciudad, por mucha población que
pudiera tener, lograra conquistar y controlar todo el Mediterráneo? Obviamente,
no. Se necesitaba mucha gente en aquellos tiempos para poder lograrlo. La gran
mayoría de los Romanos no lo eran por linaje, sino por méritos militares, o por
alguna otra razón se les había concedido la ciudadanía. El mismo procurador de
Judea de triste fama, Poncio Pilato, era de origen céltico, así como Herodes era de
los Edomitas convertidos al judaísmo.

Si los Romanos originales eran una minoría en la misma Roma, donde muchos de
los habitantes eran Etruscos, Sabinos o Itálicos, las circunstancias proveyeron a que
la simiente de Edom siguiera multiplicándose en Roma de alguna manera, y
también la de Israel. La necesidad de mano de obra –esclavos– en Roma y toda Italia
produjo la afluencia de población proveniente del Levante, y así lo testifica el
historiador Tácito, afirmando que en los días de Nerón la mayoría de los senadores
eran descendientes de siervos extranjeros y sólo permanecía una minoría reducida
de la estirpe patricia. Igualmente Juvenal, escritor satírico –que no es de
menospreciar, en cuanto esta clase de escritores son quienes dicen la verdad
políticamente incorrecta que los medios oficiales, aún en nuestros días, no dicen–
expresó: “las aguas del Orontes fluyen en el Tiber”, queriendo significar que la
población de Roma en su mayoría estaba compuesta por inmigrantes Semitas. Otras
razones contribuyeron a esta rápida mutación étnica de toda Italia (y no es un caso
insólito que en pocos años la composición genética de un pueblo pueda cambiar, en
cuanto el autor de este breve estudio es testigo ocular de una tal transformación de
un país entero que no ha sido conquistado ni invadido por potencia extranjera, y
que en menos de dos décadas los sectores más desfavorecidos de la sociedad y los
nuevos inmigrantes han pasado a ser la mayoría). Así, mientras los Romanos,
siendo sujetos al servicio militar eran destinados a mantener el orden y la ley del
imperio en otras tierras, los esclavos que no tenían tal obligación se multiplicaban
libremente en Roma, y beneficiados por la legislación obtenían la categoría de
libertos, es decir, ciudadanos libres, con la ventaja de que eran ellos los doctores,
maestros, arquitectos, agricultores y profesionales de todo tipo de oficios, por lo que
lograron rápidamente construir una sociedad en la cual prosperaron, en cambio el
romano autóctono se dedicaba a la diversión mientras pudiera, puesto que en algún
momento sería enviado a engrosar las filas del ejército.

“Es incuestionable que los esclavos de las provincias orientales eran numéricamente
preponderantes en Roma, y -lo que es más significativo- desempeñaron la parte más
importante de la vida romana... la gran población de esclavos produjo una
numerosa clase de origen extranjero, los libertos” (George La Piana, Foreign Groups
in Rome).

“Una de las cosas que debe haber causado estupor a la aristocracia fue el enorme
número de orientales, especialmente libertos, que fueron puestos en los más altos
cargos del imperio” (Cambridge Ancient History, vol. X, p.727).

También muchos libertos judíos pasaron a ser ciudadanos romanos.


La simiente de Esaú se mezcló con la de Jacob, y hay otra característica que acomuna
a ambos: los Romanos dieron a toda la civilización occidental el derecho, la ley, así
como Israel es el depositario de la Ley de Elohim para todas las naciones. Desde el
punto de vista genético, los italianos centro-meridionales son los europeos más
cercanos a los judíos – según pruebas de ADN ampliamente confirmadas. En el
aspecto histórico-social, los italianos son el único pueblo europeo cuya diáspora es
más numerosa que la población residente en el propio país, y dondequiera que se
encuentren, mantienen rasgos de su cultura pero a su vez se adaptan a la sociedad
en que habitan, de la misma manera que los judíos. Ambos son generalmente
discriminados, o sujetos al prejuicio cultural. En muchos aspectos, la cultura del
italiano meridional no-aristocrático es más semítica que europea, en conformidad
con su origen étnico más antiguo.

En todo lo considerado, somos libres de pensar que se trata sólo de coincidencias, o


de conjeturas. No obstante, la historia nos da suficientes indicios que avalan lo
enunciado en las profecías: Edom sigue existiendo, está representado por alguna
realidad socio-política y también religiosa en la actualidad. Roma todavía,
oficialmente, desconoce su propio origen y lo funda sobre un mito. Su enemistad
hacia Israel es palpable a lo largo de la historia. Pero a su vez, son las mismas
Escrituras que pertenecen a Israel las que considera sagradas. Más allá de toda
hipótesis, existe una verdad anunciada desde la Antigüedad que se ha manifestado
a lo largo de la historia.

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