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Dialogo Entre Masones

Artículos Masonicos Seleccionados


Año 7 - N° 76

Abril 2020
L

Dialogo Entre Masones


Artículos Masonicos Seleccionados
Año 7 - N° 76

Director General
Herbert Oré Belsuzarri
Directores
Mario López Rico
Vicente Alcoseri
Julio Villarreal III
Artículos Publicados
- ¿Por qué la masonería en el siglo XXI?...............3
- Otra mirada masónica sobre el nacimiento de la ma-
sonería.........................................................12
- Masones en la corte de Carlomagno................22
- El viaje secreto del zelator............................34
- Nostradamus y el coronavirus: nuestra opinión..54

La revista agradece la difusión de los artículos pu-


blicados, mencionando la fuente y la autoría.

Valle de Lima Abril 2020

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¿POR QUÉ LA MASONERÍA EN EL SIGLO XXI?
Fernando de Yzaguirre García

3
¿POR QUÉ LA MASONERÍA EN EL SIGLO XXI?
Fernando de Yzaguirre García

La Masonería es un camino posible para alcanzar la felicidad


personal, siempre y cuando reconozcamos que para recorrerlo
hemos de trabajar fieles a nuestra vocación universal y buscar
la felicidad de toda la Humanidad, porque potencia la sociabi-
lidad humana.

 Como ya expusiera el filósofo y masón K. Christian F.  Krause a


principios del siglo XIX, el impulso básico del Hombre -mujeres
y varones- es el de la sociabilidad, y la orden masónica es la
óptima asociación dedicada al desarrollo de esa sociabilidad
como expresión de nuestra completa y pura humanidad.

Nuestra tradición nos compromete a dar apoyo a cualquier


hermano o hermana que se encuentre en situación de necesi-
dad; pero más allá de este compromiso, lo que la Logia nos pro-
pone es una micro sociedad con un funcionamiento ordenado,
en la que cada miembro asume un rol rotatorio para interpretar
una y otra vez nuestra esencia sociable. Esta micro sociedad nos
da la oportunidad de compartir múltiples experiencias, como la
de pertenecer a un proyecto auténtico y humanizante, en el que
se establecen los elementos necesarios para que ese animal so-
cial que es el Hombre tenga la oportunidad de reconocerse y
reconciliarse con su pura humanidad.

La Logia es un encuentro con los otros que facilita y orienta el


encuentro contigo mismo, a través de los complejos mecanis-
mos de la identificación con los demás, el reflejo en los demás,
el juego de percepciones con los demás, la disección del yo... y,
ante todo, la Logia es un espacio humano que recrea el entorno
social-natural óptimo de un ser evolucionado: una comunidad
de mujeres y varones iguales, ordenada, democrática, que per-
siguen, juntos, la interpretación de la existencia.

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Porque nos prepara para la vida social y cívica de hoy.

Nuestra vida social es tremendamente cambiante. La actual


crisis económica, que no es sino una muestra material de la cri-
sis de valores imperante, acelera aún más el carácter mudable
de nuestro modo de vida. Por eso, el carácter flexible y abierto
del método, su apertura a la incertidumbre, nos prepara para
afrontar mejor los cambios que caracterizan nuestro tiempo.
Pero la Masonería no es un método dirigido a la acción social
directa, sino un método con vocación formativa que, aplicado
en compañía, va dirigido al interior del individuo y provoca, eso
sí, una nueva comprensión de uno mismo ante los demás y, por
tanto, le capacita para percibir con todo su sentido la realidad
y, con ello, encuentra una disposición y un propósito renovados
para actuar en sociedad, desde un yo más esclarecido. Yendo
más allá, la Masonería puede llegar a ser, si sus miembros nos
ponemos seriamente a ello, un actor educativo de la sociedad,
con especial énfasis en dos ámbitos: el Hombre en su pura y
completa humanidad, y el de una ética metodológica y herme-
néutica.

Aquí es, en mi opinión, donde cabría centrar los esfuerzos de


vigencia e innovación de nuestra tradición ante nuestros con-
ciudadanos; debemos asumir el reto, comprender nuestra res-
ponsabilidad ante la sociedad, y ponernos en marcha sin dilatar
un segundo más. Las Logias, como antaño, deben actuar como
verdaderos Templos de Transformación donde mujeres y varo-
nes se preparen para responder a los cambios que reclama el
mundo.

La Masonería, como es sabido, no es un club, un partido polí-


tico, un ateneo cultural o un aula de filosofía, aunque no sea del
todo ajena a algunos objetivos depurados de todos esos con-
textos sociales. La Masonería es más bien una escuela interac-
tiva de mejora personal; un taller donde se experimentan con
plenitud y se ejercitan los valores de una sociabilidad auténtica,
5
humanista y cívica; una comunidad
iniciática que posibilita la vivencia
práctica y filosófica del espacio de
encuentro e intercambio recreado
en compañía de los demás, cuya ex-
periencia nos capacita, a cada uno,
para renovar nuestra presencia y vi-
sión del mundo exterior e interve-
nir en él.

Es en este sentido en el cual la Lo-


gia actúa, además, como escuela de
formación de ciudadanos, recrean-
do un micro mundo de prácticas y
normas de mutuo reconocimiento
que facilitan la incorporación de
elementos de compromiso y par-
ticipación democrática en la vida
colectiva que caracterizan al ciuda-
dano moderno, heredero del habi-
tante de la ciudad que en el mito de
Prometeo (Platón, Protágoras), es
interpelado por Zeus para que se
comprometa éticamente si quiere
formar parte de la ciudad, espacio
que representa el máximo expo-
nente de la convivencia humana.

La Masonería, por tanto, no sólo


lleva a cabo un trabajo de intros-
pección, sino que nos prepara para
los cambios que se producen con-
tinuamente en nuestra compleja so-
ciedad, tanto por la especial aper-
tura que provoca en las conciencias,
como por su especial trabajo reali-
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zado a cubierto que, no olvide-
mos, favorece la germinación
de nuevas ideas.

Porque aplica, de manera prác-


tica, un método iniciático atem-
poral.

La Masonería es mucho más


que un proyecto colectivo en
torno a unos valores y a unas
ideas, porque se basa en un
método tradicional muy poten-
te, razón de su continuidad a lo
largo de tres siglos.

El método que desarrolla la


Masonería incluye una dimen-
sión iniciática que hereda de
diferentes escuelas de pen-
samiento y misterios, que se
conservan en el encuentro con
la Ilustración. Esta dimensión
permite al individuo ir más allá
de los límites de la convención
y los dogmatismos, y auto-tras-
cender, sin dejar de reafirmar
su condición plena de ser hu-
mano y fortaleciéndole para
afrontar el sentido de la vida en
este mundo.
  
La Masonería es un método
iniciático de autoconocimiento
y un taller de perfeccionamien-
to moral, que actúa sobre el su-
7
jeto en coaligación con otros sujetos, sirviéndose del rito y del
simbolismo como herramientas imprescindibles, y dirigido a
desplegar en cada uno su más pura humanidad.

La Logia establece el ambiente adecuado para llevar a cabo


las búsquedas que no podemos acometer fuera, al descubier-
to. Ese ambiente actúa como un microcosmos compuesto por
un lenguaje propio, una indumentaria singular, unos símbolos
y una decoración particular, una forma peculiar y ordenada de
ocupar la estancia, moverse por ella y hablar en ella, etc. Todo
ello, establece la atmósfera adecuada para reconocerse como
persona plena y reconocer a los demás como plenas personas,
y participar de la experiencia de ser uno entre iguales.

Porque incorpora el ritual y los símbolos como


herramientas del Hombre actual

La Masonería tiene su propia tradición, su singularísima tradi-


ción, nacida de la ilustración y nutrida de un conjunto de tradi-
ciones que la precedieron, que a lo largo del tiempo se ha ido
decantando en los rituales y símbolos que hemos heredado y
que son elementos propios del método masónico.

Gracias a los rituales y a los símbolos, en la Logia se crea


una atmósfera especial; se provoca una actitud particular; se
convocan los sentidos y el pensamiento de una manera distinta
a la habitual: la inteligencia emocional, lo anímico y afectivo,
el inconsciente, el espíritu, la conciencia y la razón, son inte-
rrelacionadas y estimuladas de manera conjunta en planos no
convencionales, desplegándose entonces nuevas posibilidades
para una mayor comprensión emocional y racional del Hombre
actual y su compleja realidad, desde una perspectiva holística.

El ritual y el simbolismo coadyuvan a la búsqueda de sentido,


y es que el sentido, como dice el filósofo Andrés Ortiz Osés,
es una sutura simbólica, un intento de reconciliación de con-
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trarios. Todo es interpretación, y la Masonería, su método, con
la experiencia que provoca en nosotros, con sus herramientas,
nos capacita para interpretar, para hurgar en los pliegues y en
las sombras, en lo sinuoso, emancipándonos de la parálisis que
provoca en el Hombre la incertidumbre, dándonos un alivio ante
la ruptura radical que representa la extinción física, aportándo-
nos un cabo de luz parpadeante que nos ayude a seguir la cla-
ro-oscura senda de la existencia, sin necesidad de agarrarnos a
potentes certezas -como aquella que colocaba a la tierra en el
centro del universo- y trabajar por un mundo humano lleno de
sentido, mejor que por un mundo quimérico basado en verda-
des absolutas.

La senda que sigue el masón en medio del paisaje exuberante


y suscitador que constituyen el ritual y el simbolismo, se con-
vierte en un camino de búsqueda de sentido, de interpretación
de este mundo con lo bueno y malo que tiene, de encuentro con
uno mismo, con los demás y con la existencia tal cual es. Esta
búsqueda permanente de sentido, es una de las palancas más
potentes del método masónico que permite la unión dinámica
-el encuentro- de los Hombres, es decir, de los interpretadores;
la unión de las diferencias. Por eso decimos que la Masonería es
el Centro de la Unión.

Porque cultiva la tolerancia, la mediación y el


encuentro, y facilita la convivencia plural.

En una sociedad tan compleja como la nuestra, en la que el ser


humano se ve sometido a todo tipo de disciplinas e imposicio-
nes sociales, laborales, políticas, de mercado y afectivas para
tratar de integrarse y sobrevivir y, por otra parte, teniendo mu-
chas de estas disciplinas un marcado carácter expropiador y
separador de los demás, es preciso, es imprescindible, es ur-
gente, cultivar la tolerancia, la mediación y el encuentro, porque
no podemos prescindir del otro por muy distinto que sea de no-
sotros, y no podemos imponernos al otro. Al considerar una sola
9
Humanidad, o nos ponemos de acuerdo y nos salvamos todos, o
renegamos de nuestra humanidad y aquí no se salva nadie.

Con la tolerancia, reconocemos un único nosotros; con la me-


diación, gestionamos las inevitables diferencias y conflictos
que se producen en el seno de ese nosotros; con el encuentro,
se suturan las heridas de la confrontación de diferencias.

En lo ideológico (en sentido amplio: pensamiento, religión,


política...), la Masonería propugna un ejercicio de tolerancia
que permite diferenciar entre dos categorías fundamentales:
de una parte, la creación de un espacio donde cualquier ideo-
logía defendida por medios lícitos tiene garantizado un lugar;
de otra, la plena libertad de elección y conciencia para abrazar
aquella ideología con la que nos sintamos identificados. Porque
la tolerancia no equipara las ideologías como si tuvieran idén-
tico valor, como no equipara todas las religiones, sino que se
compromete con su libre expresión y convivencia dentro del
orden establecido, respetando que puedan ocupar un lugar en
el espacio público, pero deja al libre arbitrio de los individuos
el participar y sumarse a una u otra dándoles, en función del
apoyo democrático que reciban, el reconocimiento de una ma-
yor o menor presencia en la sociedad.

La práctica de la tolerancia nos hace activos defensores del


espacio público de convivencia como un espacio ideológica-
mente neutral, en el cual se aparcan las marcas que nos diferen-
cian para dar prioridad a aquellas que nos hacen iguales ante el
proyecto de convivencia en común, especialmente al método, al
procedimiento, al esquema, al comportamiento ético, que per-
mite esa convivencia en la diferencia.

En plena sintonía con la tolerancia, otro gran valor de la Maso-


nería, que hoy sólo ha sido desarrollado en parte, es la univer-
salidad y el ideal de una Humanidad unida, como ya expusiera
Krause al plantear el proyecto de la Alianza de la Humanidad.
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La primera ideología para la Masonería es, por tanto, metodo-
lógica: el ejercicio activo, consciente y comprometido del jue-
go democrático para la confrontación civilizada de las distintas
ideologías que se dan cita en el espacio de convivencia común,
bajo la luz de la tolerancia y la universalidad.

Porque promueve el desarrollo personal y la feli-


cidad de la Humanidad.

Nuestro método tiene una gran capacidad para actuar en cada


uno de nosotros, en distintos niveles según la persona; aflorando
en cada individuo su desnuda humanidad para conocernos me-
jor y tomar posesión de nosotros mismos, aplicando una higie-
ne a nuestra personalidad y nuestros pensamientos, permitién-
donos indagar en nosotros mismos así como adquirir renovados
compromisos de mejora personal, y preparándonos mejor para
ser en el mundo y para salir al mundo.

En el reconocimiento de las diferencias, en el manejo de una


realidad oscura y luminosa como es la humana, en la gestión
constructiva de la microfísica del poder expuesta por Michel
Foucault, en el perfeccionamiento y cumplimiento de las reglas
de juego democráticas para contener las derivas del egoísmo
humano, en la búsqueda de las mejores condiciones para que
el amor entre los Hombres triunfe, ahí, encuentra el masón algu-
nos de los grandes retos para su desarrollo personal.

La Masonería es un camino posible para alcanzar la felicidad


personal, siempre y cuando reconozcamos que para recorrerlo
hemos de trabajar fieles a nuestra vocación universal y buscar
la felicidad de toda la Humanidad.

Tomado de:
https://es.paperblog.com/por-que-la-masoneria-en-el-siglo-
xxi-3188641/ visitado el 21-03-2020 a las 18:05 hora Perú.

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OTRA MIRADA MASÓNICA SOBRE E
Victor G
El nacimiento de la masonería en el siglo XVIII, dejando atrás
las teorías que nos remontan a extrañas épocas, es un complejo
y poliédrico mundo que se sustenta en líneas generales sobre
dos pivotes geográficos: Inglaterra y Francia, con presencias
más tangenciales en el resto del continente europeo y ameri-
cano.

Esta sociabilidad se conforma en base a dos grandes con-


cepciones meta-religiosas diferentes: el orbe católico y el orbe
protestante, con reacciones políticas no tan dispares en algunos
aspectos, pero muy distantes en algunos momentos.

12
EL NACIMIENTO DE LA MASONERÍA
Guerra
La vulgata histórica canónica que se ha ido construyendo a lo
largo de estos decenios, digamos que es muy lineal, sin que se
hayan hecho muchos distingos entre un mundo y otro, más allá
de hablar de logias y masones, de jacobitas y protestantes, de
estuardistas y hannoverianos sin más… y lo cierto es que nos
hemos ido acostumbrando a esos relatos canónicos que por ge-
neral damos por válidos.

Como estudioso del fenómeno masónico, siempre me han lla-


mado la atención algunos paradigmas, y máxime desde el mo-
mento en que he entrado de lleno en el mundo masónico del
siglo XVIII, el cual presenta tanto para estudiosos como para
13
lectores una serie de aciertos, pero también un buen número de
trampas que la mayoría de los escritores y ensayistas, por una u
otra razón o bien reproducen u obvian, digamos que o bien por
desconocimiento o por su complejidad…

Ya en su momento Philippe Langlet, y algún que otro ensayista


más, nos advertían sobre los problemas que se daban en cuanto
al tratamiento historiográfico por parte de diversos autores al
hacer tabla rasa al hablar de los paradigmas masónicos fueran
ingleses o franceses.

Versaba la advertencia sobre manera en lo referido a los te-


mas de las traducciones de un idioma a otro, del inglés al fran-
cés, y viceversa, y las distintas significaciones, lo que Saussure
llamó la semiótica del lenguaje.

Cuestión que está muy ausente en muchos trabajos en los que


media la traducción, pero como en general solo leemos un tex-
to no advertimos los problemas, solo si se hacen trabajos com-
parativos entre los textos traducidos, pues vemos que existen
disyuntivas muy frecuentes e importante, siendo en ocasiones
cuestiones abismales.

Y no es una cuestión digamos  que léxica, sino más de con-


cepto, y pongo dos ejemplos para que se me entienda lo que
quiero decir, por ejemplo hace pocos dias leía unas traduccio-
nes del inglés al francés, y de ahí al castellano, en las cuales se
interpretado por ejemplo los pedestales  ingleses por altares,
o espíritu por alma.

Lo que deja entrever la gran problemática existente a la hora


de explicar el mundo masónico anglosajón, ya no por su pecu-
liar carácter, sino por las artimañas que nos depara su lenguaje
y sus conceptos.

Una peculiar construcción que se observa al entrar en el mun-


14
do británico del siglo XVIII, cuando uno lleva tiempo estudian-
do sus textos empieza a ser consciente de los efectos que la
Reforma protestante tuvo sobre tal sociedad británica.

Ahí me di cuenta de que tal cuestión, ni fue igual ni se con-


cibió de igual forma en los territorios anglosajones que en el
continente, por ejemplo, en Francia donde desde siempre ha
imperado la visión cosmogónica católica, ante lo cual me pre-
guntaba ¿Se puede hacer un correlato entre la concepción sim-
bólica inglesa y la francesa? Tal y como se viene haciendo de
una manera lineal.

Se puede seguir construyendo una historia masónica  sin


tener en cuenta que los temas religiosos han influido de una
manera profunda en el seno mismo de la sociedad británica y
por ende también masónica, sabiendo pero no analizando por
ejemplo sus documentos base, por ejemplo, tenemos Old Char-
ges los cuales han ido mutando del catolicismo al anglicanismo
y posteriormente al calvinismo, lo que ha supuesto cambios
importantes y mutaciones que si no se conocen los intríngulis
religiosos que se dieron en esa época en el territorio británico, a
veces son cuestiones difíciles de entender, y es más puedo decir
que en muchas ocasiones se nos escapan muchas explicaciones.

Es verdad que solemos poner etiquetas para simplificar nues-


tras percepciones, y así vemos adjetivos calificativos como cal-
vinistas, luteranos, católicos, sin entrar en más disquisiciones,
sin saber, por ejemplo, sí el Templo de Salomón, por exponer
una cuestión determinada ¿Es lo mismo para un masón protes-
tante británico cuya iglesia y cuya concepción religiosa es pro-
ducto de una profunda Reforma, que ha modificado su sociedad
y pensamiento?

Cuyas extensiones han entrado hasta la médula misma de la


masonería, ¿Es lo mismo algunas de estas consideraciones para
un masón del Continente, católico, o imbuido en una cultura
15
La Biblia de Ginebra (1669) fue una de las primeras publicadas por protes-
tantes calvinistas.

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catolizante, cuando además se están utilizando bases bíblicas
relativamente diferentes?

Esta especie de intuición sobre dicho conflicto, lo he visto ge-


neralmente circunscrito que a los temas de las traducciones…, y
ha sido todo un descubrimiento leer estos días un sorprendente
libro titulado Le Tuilage Maçonnique de Michel Balmont,
profesor de Letras y de Cine, que trabajó bajo la tutoría doctoral
de Jacques Brengues, y cuya tesis versó sobre la Semiótica de la
Palabra de Paso Masónica. Un ejemplo: los rituales maçonniques
français entre 1725 et 1830,  la cual se presentó en la Universidad
de  Rennes-2 en 1992.

Versando el trabajo de Balmont, sobre el método de comuni-


cación y desarrollo acerca de una teoría del cambio simbólico
(espacio, tiempo y lenguaje) y que ya en 1984 había esbozado
el doctorando Jean-Pierre Lassalle con el tema de La formación
y evolución del vocabulario de la francmasonería en Francia el
siglo XVIII.

Pero será Balmont, el que ponga el dedo sobre la llaga al indi-


car ante el análisis de un catecismo de Aprendiz:

• ¿Qué viene hacer usted aquí? Pregunta el Venerable


• Responde el Aprendiz: Superar mis pasiones, presentar mis
voluntades y hacer nuevos progresos en la masonería.

A este respecto Balmont, nos indica que tanto «los temas cen-
trales de la pasión y la voluntad, nos reenvían a la filosofía de la
edad clásica, pero las diferencias filosóficas de un lado al otro
de la Mancha, cada sistema filosófico les ha dado, significados y
conceptos bien diferenciados».

De este modo nos va relatando Balmont por ejemplo que Hob-


bes y Locke se enfrentan ante dos concepciones y cual diferen-
te pueden ser la cuestión dada o tratada en uno un en otro lugar.
17
Y nos presenta esta reflexión «¿Si las palabras pronunciadas
por los masones ingleses y los masones franceses son las mis-
mas, no se refieren, en esencia, a las mismas realidades filosófi-
cas, a los mismos conceptos, ideas y sistemas? La letra del ritual
francés es de origen inglés, no su espíritu y su significación».

Esto nos coloca en una gran tesitura, ya que cabe preguntarse,


por poner un ejemplo ¿Si la sacralización que se va perfilando
en el seno de la masonería francesa del siglo XVIII es de origen
inglés, o bien es una reelaboración de los traductores o de los
introductores de los rituales ingleses en el Continente?

O incluso es una reelaboración estructurada en el Continente,


y esto es algo que hemos entrevisto en lo relativo a la articula-
ción del gabinete de reflexión masónico, el cual en los ámbitos
masónicos ingleses se refieren a este como unas dependencias
oscuras o en semi penumbra, las cuales funcionaban en base
modelos de estancia para una reflexión serena sobre el paso
que el profano y candidato iba a realizar.

Por el contrario, en el Continente se va observando que dichas


dependencias  o habitaciones se va convirtiendo en un habitá-
culo muy específico, en el cual se van introduciendo determi-
nados símbolos, y se van articulando toda una parafrasis léxica
y gestual, con la intención de dotal al espacio, que va quedan-
do reducido a un cubículo, a modo de un seudo-enterramiento
que busca  una cierta caracterización simbólica y sacral, para
de este modo lograr una especie de prueba para conformar el
nuevo concepto que se dará a lo largo del siglo XVII sobre todo
en Francia  con relación a la iniciación, dejando atrás la anglófila
forma  de pertenecer al fraternidad masónica de la  aceptación. 

Si tenemos en cuenta la gran hecatombe que supuso la llegada


de la Reforma a las islas británicas, que cambió de arriba abajo
toda la sociedad civil, y religiosa, que creó nuevos paradigmas
de comportamiento, de explicación, y porque no de negación
18
de algunas cuestiones en base a las Reformas puritanas, como
se explican de forma lineal algunas singularidades rituales y
como se transfieren de de una orilla a otra del Canal de la Man-
cha.

Me queda claro que algunos paradigmas como el Templo de


Salomón no es lo mismo o no debe ser lo mismo en significado
y significancia para un masón protestante calvinista que para
otro masón del continente, su relación con el mundo religioso es
distinto, incluso la figura del GADU, que el mundo anglosajón no
parece ser una esencial piedra de choque en el Continente, no
solo lo es, sino que además es un muro de separación, porque
las concepciones son distintas.

Tengo claro que esto que expongo es difícil de explicar, y que


son tanteos, pero tal vez tengamos que revisar algunos plantea-
mientos, y tengamos que analizar algunas temáticas vertidas,
incluso algunas partes de la ritualidad desde esa contingencia
religiosa, verlas y analizarlas sabiendo lo que es y ha significa-
do el mundo de la Reforma, pero incluso lo que han significado
de cambio ritual estar en un proceso anglicano o calvinista.

Desde luego es una línea a explorar, la cual nos puede ayudar


a explicar los dos mundos rituales, tan diferentes como es el
británico y el continental, con axiomas y paradigmas a veces
tan desiguales...

He dicho.

Tomado de:
https://www.ritofrances.net/2020/02/otra-mirada-masoni-
ca-sobre-el.html?fbclid=IwAR33pLerawBO9v3McxiDnnKClK_
Y18rnHxNSHMfppSNgo-bM4oNOn7W0w9c
Visitado el 1-3-2020 a la 1:42 pm hora de Perú.

19
20
Masones en la corte de Carlomagno
Eduardo Callaey.
21
Los carolingios y la expansión monástica

Uno de los temas que más a menudo se plantean en torno a De


Templo Salomonis Liber es cómo llegó a influir en las primitivas
logias de monjes constructores. ¿Como ésta obra escrita en el
siglo VIII pudo impactar en siglos posteriores en la interpre-
tación alegórica de la construcción del Templo de Salomón?
Dedicaremos este artículo a contextualizar la obra de Beda y
analizar su influencia en el mundo carolingio.

En los siglos posteriores a su muerte (especialmente los si-


glos IX, X y XI), los escritos de Beda el Venerable encontraron
destacados referentes que, basándose en sus textos, ampliaron
y difundieron una importante obra exegética, principalmente
en Alemania y Francia. Su libro acerca del Templo de Salomón
impactó profundamente en la simbología que acompañó a la
construcción de edificios religiosos 

Rabano Mauro, Alcuino de York y Walafried Strabón

Este texto -por caso el que más nos interesa por su vinculación
con la tradición masónica- es la principal fuente de las obras de
otros dos grandes maestros del movimiento monástico bene-
dictino: Rabano Mauro, abad de Fulda y arzobispo de Magun-
22
cia, y Walafrid Strabón, abad de Reichenau, quienes basarían
sus comentarios a los libros de los Reyes y  de las Crónicas en el
ya comentado De Templo Salomonis Liber.

Pero antes de abordar a estos dos exponentes de la renovación


carolingia, debemos detenernos a analizar las particulares cir-
cunstancias que llevaron a la dinastía iniciada por Carlos Martel
a impulsar una gran reforma de la Iglesia franca. Para ello se
llevó a cabo la unificación de los monasterios del imperio me-
diante la utilización de la Regla Benedictina, y se comparó a la
casa carolingia con la antigua monarquía davídica de derecho
divino, colocando de esta forma, en el eje de la renovación, a la
tradición hebrea.

San Bonifacio

El impulso al monacato -cuyo principal exponente lo encon-


tramos en San Bonifacio -considerado el Apóstol de Alemania-
constituye una de las principales características de la dinastía
inaugurada por Carlos Martel. De hecho, es el propio rey de
los francos el que apoya a Bonifacio en la evangelización de los
23
territorios de Alemania. A la muerte de Martel, su hijo Pipino re-
nueva el lazo con el monje, que extiende su acción hasta la fron-
tera oriental de Alemania, donde nunca antes había llegado el
cristianismo. En el año 751, Bonifacio funda la abadía de Fulda,
en un lugar que él mismo le describe al Papa como “boscoso, en
medio de un inmenso desierto...” en el emplazamiento de una
antigua fortaleza merovingia. Este momento de la historia tiene
especial interés para muchos investigadores, pues es conocida
la leyenda en torno a que los reyes merovingios decían ser des-
cendientes directos de la hija (Sara la Negra) que Jesús habría
tenido con María Magdalena. Este ha sido el argumento de todo
el mito surgido sobre el Priorato de Sion, el Santo Grial y demás
temas explotados en obras contemporáneas como El Código Da
Vinci. 

En tal caso, la leyenda plantea que la sustitución de la dinastía


merovingia por la de los calogingios -iniciada por Carlos Mar-
tel, Mayordomo del Palacio de Austrasia, dio por tierra la heren-
cia merovingia. Veremos que finalmente los carolingios busca-
rán también un origen divino. 

Lo cierto es que la fundación y expansión de los monasterios


termina así constituyendo la base de la evangelización, pero
también un aporte fundamental a la estructura política del Im-
perio. Porque, si bien la acción de los misioneros era apoyada
por el papado, conviene remarcar que cuando Carlomagno lle-
ga al trono, esta vasta red de abadías ya era controlada por la
dinastía franca, que no sólo era su propietaria sino que disponía
absolutamente del nombramiento de cargos y dignidades. Dice
Peter Brown:

“...Del mismo modo que en otro tiempo el verdadero mapa po-


lítico de la Galia correspondía al mapa de sus sedes episcopales,
también la Europa carolingia se hallaba atravesada por una vasta
red de catedrales y monasterios. Los monasterios de Alemania,
en particular, como por ejemplo los de Fulda, Reichenau o Saint
24
Gall, han sido comparados con los campamentos de las legiones
romanas, establecidas en sus nuevos límites”....”.(1)  

Carlomagno, y su hijo, Ludovico Pío (814-840), llegaron a con-


trolar 180 sedes episcopales y más de 700 grandes monasterios.
La construcción de estas numerosas abadías requirió de un es-
fuerzo y una organización, sólo posible de concebir en términos
de una gran estructura, del ingenio y la autoridad de podero-
sos líderes espirituales, del apoyo económico y logístico de los
grandes señores y del propio emperador, que solía beneficiar
a sus colaboradores inmediatos con la dignidad de abad, fuese
monje o no. De este modo, en vastos territorios de la Europa
franco-germánica, los monjes constructores ocuparon el lugar
que antaño habían tenido los collegia fabrorum.

Beda el Venerable

Existen múltiples razones para encontrar en este período de


la historia de Europa la partida de nacimiento de la masonería
operativa, y para pensar que tal alumbramiento ocurrió en las
salas capitulares de los monasterios. Lo que analizaremos ahora
es la transmisión de la tradición hebrea en torno al Templo de

25
Salomón formulada por Beda desde Inglaterra al mundo caro-
lingio, para luego introducirnos en el desarrollo y formación de
la tradición masónica primitiva en los textos benedictinos.
           
Los reyes francos en los manuscritos masónicos

Se ha sostenido que existen leyendas francesas del siglo XIII


que vinculan a Carlos Martel con los primitivos masones euro-
peos, lo cual aún no ha sido suficientemente demostrado. Este
vínculo es decripto en el denominado Manuscrito Grand Lod-
ge Nº 1 que se encuentra en la Biblioteca de la Gran Logia Unida
de Inglaterra y está datado en el año 1583. Se trata del tercer
documento masónico auténtico más antiguo, luego de los ya
mencionados manuscritos Regio y Cooke. Como en el caso de
este último, el “Grand Lodge” contiene una parte dedicada a
la historia de la Masonería y del Arte de la Construcción. Hace
mención a los orígenes bíblicos de la masonería, remontándose
a los tiempos anteriores al diluvio, y se refiere a los trabajos rea-
lizados en el Templo de Jerusalén. En su capítulo XIV describe
la forma en que el “arte” emigra desde Palestina a Francia. Dice
el texto:

“XIV...Artesanos curiosos recorrieron grandes distancias en di-


versos países, sea para aprender más destreza en su oficio, sea
para enseñar a quienes poseían poca habilidad. Ocurrió enton-
ces que hubo un curioso masón de nombre Naymus Grecus, que
había estado en la construcción del templo de Salomón. Llegó a
Francia y allí enseñó el arte de la masonería a los hombres de
Francia. Hubo alguien del linaje real de Francia que tenía por
nombre Charles Martel. Era un hombre que amaba mucho el ofi-
cio, se juntó con ese Naymus Grecus, aprendió de él el oficio y se
encargó de los deberes y las costumbres. Después de esto, por la
gracia de Dios, fue elegido para ser rey de Francia...”

“...Cuando fue investido de tal estado, reunió a los masones y les


ayudó a hacer masones de los hombres que no lo eran, y les puso
26
a trabajar, y les dio a la vez los deberes y las costumbres, así como
un buen salario, tal como había aprendido de otros masones.
Confirmó su carta de año en año, les permitió tener su asamblea
donde quisieran, y les quiso mucho. Es así como llegó a Francia el
oficio...”(2)  

Carlos Martel

El “M. Cooke”, por su parte, hace también referencia a un rey


de Francia -Carolus Secundus- como “organizador” de la maso-
nería. Esta figura es fácilmente identificable con Carlos Martel,
lo cual es opinión unánime de la mayoría de los eruditos en ma-
nuscritos masónicos. El fragmento referido es el siguiente:

“...Y desde allí (Israel) esta digna ciencia fue traída a Francia y a
muchas otras regiones. Una vez hubo en Francia un digno rey que
fue llamado Carolus Secundus, es decir, Carlos Segundo. Y este
27
Carlos fue elegido Rey de Francia por la gracia de Dios y, también
por linaje; y sin embargo algunos hombres dicen que fue elegido
por fortuna, lo cual es falso y no verídico, según aparece clara-
mente de las crónicas, porque él era de la sangre real del Rey. Y
este mismo Rey Carlos fue un masón antes que fuera Rey; y des-
pués que él fue Rey, amaba bien a los masones, y los apreciaba, y
les dio Mandatos y maneras de su designio, de donde algunos aún
son usados hoy día en Francia.Y él ordenó que debían tener paga
razonable; y también que ellos se debían reunir una vez al año, y
venir y hablar juntos, y para ser gobernados por maestros y com-
pañeros en todos los asuntos que estuvieran faltos, y los mismos
para ser recibidos Maestros y Compañeros...”(3)

Paul Naudon cree que estas leyendas corporativas comunes en


Francia e Inglaterra, que atribuyen un rol prominente a Carlos
Martel en la formación de la francmasonería, resultan verosími-
les si se tiene en cuenta el hecho de que en esa época -tal como
hemos visto en el artículo dedicado a Beda- los anglosajones
requerían en Francia albañiles y vidrieros que construyeran
a la costumbre romana. En todo caso, la obra iniciada por Carlos
Martel y consolidada por Pipino, encontraría su apogeo en Car-
lomagno. En ese momento la tradición hebrea se abriría paso a
través de nuevas vías en su penetración hacia el continente y los
exegetas benedictinos completarían su obra.

Los carolingios y el Antiguo Testamento

Durante el reinado de los reyes francos se produjo una fuerte


revalorización del Antiguo Testamento, a la vez que el contac-
to con el mundo judío adquirió un carácter muy particular. Ya
hemos hecho mención en varios libros y artículos sobre el es-
pecial interés de la dinastía carolingia por establecerse como
una monarquía hereditaria de derecho divino de acuerdo con
el modelo davídico del Antiguo Testamento. Ese modelo había
introducido -no sólo entre los francos sino también entre anglo-
sajones y visigodos- la costumbre del “ungimiento real” la cual
28
procedía justamente del texto bíblico. Este acto confería al rey
“la gracia divina”, tema por demás importante en el desarrollo
de las ideas políticas en la Edad Media. Esta cuestión ha sido
debidamente abordada por Erik Auerbach, el gran filólogo ale-
mán y ya hemos escrito sobre el tema. 

Dada la enorme influencia que el Antiguo Testamento ejercía


sobre los consejeros reales francos, corresponde señalar la im-
portancia que su práctica adquirió para los reyes francos desde
que, en el año 754, Pipino fuera ungido por el papa Esteban II:

“Consideraban que en el Antiguo Testamento -señala Walter


Ullmann- el profeta, en virtud de su reconocimiento de la volun-
tad divina, designaba al rey de los judíos derramando óleo santo
sobre él. Consideraban también que la gracia divina estaba vi-
siblemente contenida en el recipiente del aceite” Y agrega:  “De
acuerdo con el Antiguo Testamento, consideraban al rey como
‘ungido del Señor’ (el Christus Domini), y también por referencia
al Antiguo Testamento se calificó a Carlomagno como el nuevo
David, rey que, por así decirlo, había surgido del Antiguo Testa-
mento. La pretensión del Rey de ser ‘Rey por la gracia de Dios’
se vería en adelante poderosamente reforzada por el ceremonial
litúrgico del ungimiento...”(4)    
       
El propio Carlomagno sentía una gran atracción por la tradi-
ción hebrea, “...estaba muy interesado en los estudios bíblicos y
le agradaba darse antiguos nombres bíblicos de héroes y gue-
rreros, y que lo llamaran así...”(5)  Pero era también el carácter
teocrático del Imperio lo que hacía a Carlomagno volver la vista
a las glorias de Israel.

Una figura fundamental en la consolidación de esta tradición


fue Alcuino de York (734-804), originario de Northumbria y fer-
viente admirador de la obra de su coterráneo maestro Beda.
Había sido instruido en la Escuela de la Catedral de York bajo
la tutela de dos grandes hebraístas, Egbert y Aelbert, éste últi-
29
mo también discípulo del Venerable. En Alcuino -afirma New-
man- “...la causa del hebreo encontró un campeón, tanto en
Inglaterra como en la corte de Carlomagno...” (5).

Junto a Pedro de Pisa, Pablo el Diácono y otros notables eru-


ditos cristianos, formó parte del selecto grupo que construyó
la estructura intelectual y espiritual sobre la que descansaba -y
brillaba- el prestigio de Aquisgrán. Allí, dirigió la Escuela Pa-
latina y difundió -con renovado impulso- los célebres sistemas
del trivium y el cuadrivium cuya influencia en la francmasone-
ría no necesita mayores comentarios.

Alcuino

30
Cuando llegó a la corte en 782 -respondiendo a un llamado
del propio rey- el reino de los francos había alcanzado una gran
expansión militar y política. Alcuino le aportaría la organiza-
ción cultural y las herramientas para su trasmisión. Para ello, se
formaron nuevos y mejores establecimientos para el copiado y
la producción de textos uniformes y correctos, con capacidad
para abastecer a los cientos de monasterios y bibliotecas. Esta
demanda hizo necesaria la creación de una nueva modalidad
de escritura, por lo que se desarrollo un tipo de letra más senci-
llo y legible que sería conocido como minúscula carolina.

Alcuino fue, además, un gran impulsor de la instrucción de


monjes y clérigos:

“...Mira los tesoros de tu biblioteca, la hermosura de tus igle-


sias... Piensa cuan feliz es el hombre que pasa de esos bellos edi-
ficios a los deleites del reino de los cielos... Recuerda el amor por
el aprendizaje que tenía de niño Beda, y cuan honrado es ahora
entre los hombres... Siéntate con tu maestro, abre tus libros, estu-
dia sus textos...”(6)

En estos fragmentos puede apreciarse la veneración que Al-


cuino sentía por Beda. De él había heredado la pasión por los
Padres de la Iglesia, el desafío que suponía la exégesis, el ape-
go por las costumbres romanas  de Northumbia y el amor por
la lengua hebrea. Para Alcuino, el scriptorium era lo que el ata-
nor al alquimista, lo que la logia al masón: el taller en donde
la gran obra era posible. Como depositario de aquella tradición
se sentía responsable de su trasmisión.

En 802, ya coronado emperador, Carlomagno decidió que ha-


bía llegado el momento de establecer la Ley cristiana en todos
los estamentos de su Imperio. Para ello convocó a un Sínodo
Universal en Aquisgrán, en el que expuso a cada grupo lo que,
de ahí en más, sería su norma particular. A todos los abades y
monjes concurrentes, constituidos en asamblea, les hizo leer y
31
explicar la Regla de San Benito. A partir de aquel momento, la
Orden Benedictina -ya entonces extendida hasta los confines
del Imperio- asumió su rol crucial en la construcción del cris-
tianismo, lo cual adquiere particular relevancia, no sólo en la
doctrina y preservación de la tradición, sino en la arquitectura
monástica que encontrará en el arte románico su expresión más
pura. Su influencia llegaría hasta Jerusalén bajo el estandarte de
los cruzados.

San Benito

32
Hacia fines del reinado de Carlomagno, la obra de Beda era
profundamente conocida y respetada en los grandes monaste-
rios benedictinos. Alcuino alcanzó a ver en vida que su venera-
ción por Beda continuaría en un discípulo suyo: Rabano Mauro,
probablemente uno de los más grandes exegetas del medioevo,
creador de laberintos y caligramas, amigo de misteriosos maes-
tros hebreos y maestro, a su vez, de Walafrid Strabón, también
hebraísta y exegeta. Sus obras no sólo continuaron la tradición
de Beda, sino que recogieron y ampliaron las bases judías de la
leyenda masónica. Estos dos monjes -abades y referentes polí-
ticos en los aciagos días de la sucesión de Ludovico Pío- funda-
ron la abadía de Hirsau, en el valle del Nagold, un legendario
centro monástico en el que otro poderoso abad incluiría -por
primera vez en la historia- a los masones en una Constitución,
reglamentando su oficio. Al respecto sugiero al lector el ensa-
yo que hemos escrito sobre la Orden de Constructores fundada
por Wilhelm de Hirsau considerado Padre Fundador de todas
las Logias por la francmasonería alemana. 

Notas.
(1). Brown, p. 241.
(2). “Textes fondateurs de la Tradition maçonnique 1390-1760. Intro-
duction à la pensée de la franc-maçonnerie primitive”, traduits et pré-
sentés par Patrick Négrier, París, Bernard Grasset, 1995. El original
inglés fue publicado por W. Mc Leod, “A lost manuscript reconstruct-
ed: the ancestor of one branch of the Old Charges”, en Ars Quatuor
Coronatorum, vol. 94, Londres, 1982, p. 16-21.
(3). “M. Cooke” [601].
(4). Ullmann, Ob. cit. p. 69.
(5). Newman, Ob. cit. p. 33.
(6). Ibidem p. 36.
* Sobre Alcuino, “Cartas”; trad. ingl. de S. Alcott, Alcuin of York, 1974

Tomado de:
https://eduardocallaey.blogspot.com/2013/08/maso-
nes-en-la-corte-de-carlomagno.html
Visitado el 10 de febrero del 2020 a las 18:25 horas de Perú.
33
EL VIAJE SECRETO DEL ZELATOR
Marino de Armas Benítez 33º
34
Conferencia sobre rosacrusismo, Colegio
Newcastle – Inglaterra
Sociedad Rosacruciana in Anglia

INTRODUCCIÓN:
                                                                                            
…Cuando se explica el pasado desde el presente, resulta fan-
tástico y surge la mitología. Cuando profundizamos en la menta-
lidad y circunstancias, comprenderemos los hechos acaecidos en
el pasado…

El rosacrusismo moderno tiene sus comienzos en el siglo XVI,


momento en que la iglesia católica atacaba todo conocimien-
to que surgiera fuera de sus sacramentos, por ello la necesi-
dad de secretismo y ocultismo. Estos comienzos ocurren en una
imprenta ubicada en Bélgica, actual Museo Plantin-Moretus en
Amberes; su primer libro impreso fue Fama Fraternitatis en
1614. Para evitar las persecuciones de la iglesia católica, ese
grupo de intelectuales e impresores, se nombran el Colegio In-
visible comenzando a explicar el conocimiento rosacruz.

Ese ancestral conocimiento transmitido por el Colegio Invisi-


ble posee sus orígenes en la Escuela de los Misterios fundada
en Karnak, por el sexto faraón de la  XVIII dinastía Tutmosis III;
donde todos los colegios se unen como una sola orden Amón-
Ra = Amón (el Invisible) + Ra (el Sol). Deba decirse masóni-
camente hablando, que el conocimiento surgido en Karnak con
Tutmosis III llega a los rosacruces y francmasones actuales sin
que muchos lo sepan.

Meguiddó colina ubicada al norte de Jerusalén, en ella se ha-


llaba una de las ciudades más importantes de los tiempos bíbli-
cos. En el siglo XV a.C. Meguiddó fue conquistada por Tut-
mosis III, convirtiéndose en centro administrativo egipcio en
Canaán; existen pruebas irrefutables de esta victoria egipcia en
el templo de Amón en Karnak, en la estela de Gebel Barkal y es-
35
tela de Armant. Posteriormente en el siglo X a.E.C. el rey Salo-
món reconstruye Meguiddó, desde donde administraría la zona
norte de su reino, y motivo de la construcción del primer Tem-
plo…Esta es la razón que el rey salón impuso para edificar la casa
de Dios, el muro de Jerusalén, Hazor, Meguiddó y Gezer…(1 Re-
yes 9:15) Cuando los estudiosos de temas masónicos, profundi-
cen en la liturgia del Rito de York, Menfis y Escocés encontraran
un nombre que despeja toda duda, Salomón (Sol-Amón-Ra, el
hijo del dios Sol: el iniciado)   

Con Akenatón (Amenhotep IV) decimo faraón de la dinas-


tía XVIII y su culto a Atón, ese antiguo conocimiento alcanzado
con Tutmosis III comienza a velarse y prohibirse; haciéndose re-
presentar ante Amón en actitud de masacrar a los enemigos de
Egipto; persecución que llega a su punto culminante con Tibe-
rio Julio César (segundo emperador romano) quien prohíbe las
religiones egipcia, judía e inclusive la cristiana; eliminando ha
astrólogos e historiadores egipcios para evitar que el conoci-
miento se transmitiera a nuevas generaciones; sobre Tiberio el
historiador Cornelio Tácito dijo en Anales Libro XV. 44.3…Aquel
de quien toman nombre los cristianos, fue ejecutado en época
de Tiberio; por el procurador Poncio Pilatos… Las paredes y
hallazgos arqueológicos del templo de Karnak, demuestran una
historia no revelada; en la puerta de uno de los templos interio-
res encontramos gravado un cartucho con el nombre de Tibe-
rio Julio César. ¿Por qué dejar su nombre gravado, cuando
destruyo la Escuela de los Misterios creada por Tutmosis
III? Posteriormente la francmasonería específicamente el Rito
de Menfis (The Sophisians), recupera antiguos secretos y pro-
fundiza el estudio de la Escuela de los Misterios egipcia.
    
…El carbón posee una llama invisible en su interior, que
emerge y asciende cuando es encendido; a este hecho lo lla-
mo verdad… El ser humano al superar sus primeros tres años
de vida, en su pensamiento prevalece lo simbólico. Al recono-
cer nuestra ignorancia sobre diferentes temas, demostramos
36
nuestra racionalidad y practicamos la verdad; por ello busca-
mos conocimiento. Esta búsqueda ha permitido al hombre
responder dudas y superar expectativas; en general todos nos
realizamos igual pregunta ¿De dónde venimos? ¿Quién nos
creo?

El catolicismo desde el Concilio de Cartago estableció el Pe-


cado Original, prohibiendo y acosando todo lo contrario a sus
preceptos religiosos, por miedo a perder adeptos. Muchos bus-
cadores del conocimiento y la verdad como: Giordano Bruno,
Wiliiam Tyndale, Copérnico, Kepler y Descartes fueron perse-
guidos y acusados de herejía.

En la Antigüedad todos los sabios debían pasar por Egipto


para ser legitimados: Tales de Mileto, Pitágoras, etc. Según He-
ródoto…hasta los dioses griegos, se refugiaron en Egipto…
Débase agregar que Abraham vive en Egipto según Génesis
12:10; Jacob vivió en Egipto según Génesis 47:28, José uno de
los doce hijos de Jacob vivió en Egipto (Génesis 39:1) llegando
a ser virrey, tras la muerte de José en Egipto; Moisés se lleva sus
huesos en el éxodo enterrándose en Siquem. En el templo de
Karnak encontramos el obelisco de Hatshepsut, hija de Tut-
mosis I (XVIII dinastía) quien saca de las aguas y adopta ha
Moisés (Moshé) Éxodo 2:5-10; según la cronología bíblica Tut-
mosis III reino justo antes del Éxodo, extendiendo las fronteras
como ningún otro faraón; finalmente Moisés recibe las Tablas
de la Ley en el Monte Sinai, también en Egipto.

El cristianismo es una religión abrahámica, para los cristia-


nos Dios habita en la montaña y habla desde las cumbres.
El islamismo es abrahámico, y en la cueva de Hira ubicada en la
montaña de Jabal al-Nur; Mahoma recibió las revelaciones
de Dios. También el judaísmo es abrahámica, tras el cautiverio
de babilonia Yahweh fue proclamado creador del universo; el
Pentateuco explica que la montaña de Dios se denomina Mon-
te Moriah (Génesis 22:14); para los francmasones el Templo
37
de Salomón se construye en el Monte Moriah (2 Crónicas
3:1). En el Olimpo vivían los dioses que regían al pueblo grie-
go; Enoc describió como los Vigilantes, descendieron sobre el
Monte Hermón.

Entorno al año 360 a.C. Platón escribe los dialogos de Timeo y


Critias; describiendo una montaña donde abundaba el Orical-
co, en la que habitaban los dioses atlantes. Escritores como Es-
trabón y Posidonio, legitiman el relato de Platón; Plutarco cita ha
Sonkhis y Psenophis sacerdotes egipcios de heliópolis, quienes
estuvieron en la Atlantida; en 2015 en las costas de Gela al sur
de Sicilia, fue hallado un barco hundido con 39 lingotes de Ori-
chalcum. En 1669 el escritor jesuita Athanasius Kircher, cita a la
Atlantida en su tratado geológico y geográfico llamado Mundus
Subterraneus. Si a lo largo de la historia varias generaciones y
culturas, ubican a los dioses en las montañas ¿Estarian todos
errados? o ¿Se ha ocultado la verdad? 

Cuando buscamos algo más que lo que nuestros ojos ven, y


38
tratamos de entender surge el esoterismo; aportando respues-
tas lógicas y coherentes. Y una gran interrogación ¿Destruirías
tu fe interior o la renovarías?

DESARROLLO:

La ciencia se basa en la observación sistemática, el análisis y


la experimentación; el entusiasmo de los nuevos descubrimien-
tos, las invenciones y adelantos en la investigación científica en
sus diversos campos; ha provocado un olvido de la metafísica,
los valores, la ética y objetivaciones del espíritu, que forman el
quehacer filosófico. ¿Qué puede ofrecernos la filosofía en esta
época? Los buenos científicos para controvertir a los filósofos,
primero los deben leer y entender. En estos tiempos la cien-
cia para mantener sus investigaciones dependen de la política
y gobiernos; esto nos lleva a un conflicto ético…valerse de la
ciencia, para lograr el monopolio de la verdad y la capacidad
investigadora; significa una reducción de las posibilidades
del hombre…

En la antigüedad el término ciencia se refería a un conoci-


miento esotérico. La metalurgia actual, aprovecha la ciencia y
la tecnología para obtener metales; pero la biblia posee 38 ver-
sículos sobre hornos de fundición; los primeros en entrar en la
Edad del Hierro fueron los hititas en el área de Palestina y la
biblia en Génesis 4:22…Zila dio a luz a Tubal-caín, forjador de
toda obra en bronce y hierro; su hermana fue Naama…¿Qué co-
nocimiento, permitió a los antiguos la extracción de los metales
de sus fuentes naturales y su preparación para sus usos prácti-
cos? La enseñanza esotérica, es una recapitulación sintetizada
de las verdades científicas; que posee la humanidad en su ADN.

La Societas Rosician In Anglia (SRIA), aporta respuestas


que muchos francmasones buscamos tales como el Shem
ha-mephorash, encontrándose parte de su conocimiento en to-
das las ramas de la francmasonería Rito Francés, Escocés An-
39
tiguo y Aceptado, Memphis Mizraim, etc. La escuadra repre-
senta la virtud y rectitud de los actos de un masón; y su ángulo
de 90º=9 representa los límites que un francmasón no debe
quebrantar. Cuando un francmasón alcanza el grado de maes-
tro, posee el conocimiento básico para continuar su personal
búsqueda en Societas Rosician In Anglia; profundizando en el
antiguo saber de la Escuela de los Misterios. Al ser iniciado en
ella recibe el nombre de Zelator, comenzando un viaje capaz de
cambiar su ser interior; alcanzando observar las cosas desde
una perspectiva diferente.

El conocimiento humano es ilimitado, cuando se alcanza no


hay nada que temer; se rompen las cadenas que esclavizan, in-
timidan y amenazan, esa transformación o alquimia interior se
40
llama iluminación e innegablemente la filosofía constituye el
pilar del conocimiento humano. Cuando se inicia el Zelator pro-
fundiza en la cruz de Fylfot, conocida como esvástica o suástica.
Nombre que deriva de fower (fot), que significa cuatro patas o
muchas patas. La Cruz mística está formada por cuatro letras
gamma tercera letra del alfabeto griego cuyo valor es 3; 3x4=
12 dando respuesta al porque las doce tribus de Israel, los doce
signos zodiacales, los doce procesos alquímicos, etc. Tenga en
consideración que los signos zodiacales fueron relacionados
con la masonería, el 26-11-1728 según consta en acta de Gran
Logia de Inglaterra…La salud de los doce ayudantes, fue pro-
puesta aludiendo a los doce Signos del Zodíaco…desde enton-
ces forma parte del decorado de Templos, Salones y Joyas ma-
sónicas.

Débase señalar que la relación más directa de las Doce tribus


41
de Israel, con la francmasonería antigua o Rito de York; se en-
cuentran en el Arco real y SRIA. Pero la relación entre los signos
zodiacales – las doce tribus de Israel – los doce procesos alquí-
micos es anterior a la actual francmasonería. La gran obra de
Paracelso fue la conocida como Tría Prima: Azufre (vitalidad),
Mercurio (alma) y Sal (cuerpo material); empleando la alquimia
como medicamento para luchar contra enfermedades. El alfa-
beto hebreo está compuesto por: tres letras madres (creación),
siete letras dobles (siete planetas de la antigüedad) y doce le-
tras simples (signos zodiacales).

Las cuatro rotaciones que realiza el Zelator, forman la cruz


de fylfot o esvástica, pasando del aire-tierra y del agua-fuego;
creándose la cuadratura del círculo y cuatro escuadras. Enten-
der la teosofía de la cábala, es un conocimiento esotérico que
tradicionalmente requiere de iniciación. Sin embargo, transmi-
tir información esotérica que antes estaba reservada a minorías
permitirá a quienes buscan el conocimiento; comprender que
la verdadera sabiduría debe experimentarse, no puede apren-
derse leyendo un libro. 

El concepto de creación comprende tres elementos de la natu-


raleza y las tres letras madres Aleph (1), Mem (40) y Shim (300):

Shim: Simboliza el espíritu y su energía en movimiento que


describe una fuerza centrífuga, cabe señalar que la fuerza
centrífuga es resultado de la inercia, y la tendencia de un obje-
to a seguir un camino curvo; la fuerza centrípeta es una fuerza
que contrarresta a la centrífuga y evita que el cuerpo salga
volando.  El valor numérico de esta letra es 300, pero posee un
valor pleno de 360 que en tradiciones antiguas constituía un
año; en la actualidad el valor de 360 días para un año se sigue
empleando en el llamado año comercial, usado para cálculos
de intereses bancarios y descuentos.

Mem: Evoca la idea de una matriz, representa el vientre de la


42
mujer y su don de dar vida; esta letra explica la fuerza centrí-
peta, que permite mantenernos e impulsa a la introspección e
interrogarnos sobre nuestra conciencia. Por ello sugiere simul-
táneamente lo revelado y lo oculto.

Aleph: Es una letra que carece de sonido y se pronuncia con


ayuda de una vocal; por su silencio evoca el centro espiritual
de donde se irradia el pensamiento, estableciéndose un vínculo
entre los mundos superior e inferior por ello simboliza el Adam
Qadmon (hombre universal). Por ello representa la unidad y la
verdad divina, esa nada mística que surge al unirse el creador
y su creación.

El árbol de la vida posee cuatro mundos: Atsiluth (emanación),


Beria (creación), Yetsira (formación) y Asiyah (acción); los cua-
les corresponden a las letras del Tetragramaton YHVH y a los
cuatro elementos de la creación: aire, fuego, agua, tierra. Géne-
sis 3:22…He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo
el bien y el mal; que no alargue su mano y tome también del árbol
de la vida,  y viva para siempre… 

43
Hemos visto como los cuatro elementos sirven de enlace en-
tre las letras madres del alfabeto hebreo, las letras YHVH (Yah-
veh) y la cruz de fylfot o esvástica. Estudiosos del gnosticismo,
relacionan las letras YHVH con IAW-IAO-IAΩ que aparece en
el manuscrito Septuaginta (4Q120) hallado en Qumrán. Cabe
señalar que al llevar al hebreo Shem ha-Mephorash, se traduce
en el nombre inefable.

La Biblia está compuesta por el Nuevo Testamento escrito ori-


ginalmente en griego, y el Antiguo Testamento escrito en he-
breo. Comprobamos que las letras Alfa y Omega son la prime-
ra y última letra del alfabeto griego; esto no está en conflicto
con Aleph y Tav que son las primeras y últimas letras del alfa-
beto hebreo, también conocidas como Aleph-Bet.

Los usos del de Alfa y Omega (principio y fin) en referencia


a Dios, están contenidos en el Libro de Apocalipsis 22:13 del
44
Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento en Génesis 1:1
encontramos las letras Aleph y Tav (principio y fin) en referencia
a Dios (Elohim); señalar que el Antiguo Testamento se compone
del Pentateuco (Tanaj hebreo), también conocido como Mikrá o
Biblia Hebrea (Toráh, Profetas y Escritos).

45
El hebreo en su forma antigua es un lenguaje de pictogramas,
convirtiéndose las letras en símbolos que ayudan a describir los
conceptos; que aportan significado a las palabras comproban-
do que Alef está representada por un buey y Tav representada
por una cruz. En la antigüedad el Sumo Sacerdote de Israel Aa-
rón cuando realizaba el Shem ha-mephorash, empleaba el Jós-
hen (pectoral adornado con doce piedras) y dos piedras llama-
das Thumim y Urim, cuyos nombres en hebreo empiezan con
las letras Alef y Tav (Éxodo 28:30; Levítico 8:8; Deuteronomio
33:8). El Sumo Sacerdote de Israel usaba a Thumim y Urim, para
obtener respuestas a preguntas formuladas a Yahveh.

La orden SRIA aporta un estudio filosófico profundo de la cá-


bala y el Árbol de la Vida, por ello sus grados están relaciona-
dos con los Sefirot; comprendiendo que el 2º grado Theoricus
se vincula con el noveno sephirah Yesod (2=9) y su elemento
es el aire. Existen cuatro caminos para llegar a Yesod, definidos
por letras hebreas y valor numérico: Tsadeh (90) + Tav (400) +
Reish (200) + Mem (40) = 730= 10=1 (Alef) empleando la gema-
tría obtendríamos la palabra invocar, que define los caminos a
Yesod.
46
La numerología es el estudio del significado oculto de los nú-
meros. La invención de la escritura supuso un avance intelectual
para el ser humano, al poder disponer de fuentes escritas per-
durables para estudiar los hechos históricos. Sin embargo, la in-
vención de los números cambió la existencia de los seres huma-
nos; porque se surgió de la escritura. Las primeras evidencias
de registros numéricos, las hallamos aprox. del 20.000 a.n.e. el
Hueso de Ishango, hallado en el Nilo frontera de Uganda y la
República del Congo.

CONCLUSIONES:

¿Qué es el Delta Luminoso, Ojo que todo lo ve u


Ojo de la Providencia? ¿Quién es el GADU o Gran
Arquitecto del Universo?

Cuando visitamos un templo masónico, catedral gótica, igle-


sia, etc. existe un símbolo recurrente empleado por diversas
47
culturas desde épocas ancestrales. El delta es la cuarta letra
del alfabeto griego, desciende de la palabra daleth. El triángulo
equilátero es símbolo universal del número tres; con la punta
hacia arriba representa las montañas y el elemento fuego,
con la punta hacia abajo las cavernas. Clara alusión a Shaddái.

48
¿Qué respuestas aporto Egipto, a la masonería operativa y
especulativa?

Diversos ritos masónicos se han dedicado a la búsqueda y es-


tudio del Árbol de la Vida, Astronomía, Filosofía, Alquimia, etc.
para alcanzar respuestas al nombre inefable; como el Rito de
Arquitectos Africanos (1767), Rito Primitivo de Filadelfos (1780),
Rito de Memphis (1784), Rito de Iniciados Perfectos de Egip-
to (1785) y la Orden de Sophisian (1800); todos encontraron en
Egipto respuestas.

¿Por qué en la actualidad los certificados de SRIA, poseen


tres obeliscos y tres letras hebreas en sus bases?
 
Literalmente la palabra YHVH (Yahveh) está formada por
tres letras, una se repite: YHVH= Yod (10) + Hei (5) + Vav (6)
= 21 Shin vigésimo primera letra del alfabeto hebreo. 

La letra Shin simboliza la llama eterna; la raíz del Árbol de la


Vida, los tres caminos de la Cábala Hebrea, una de las 3 letras
madres; el sello del creador. La Shin conecta al Cielo y la Tierra
49
50
(Yesod con Maljut), haciendo que el Espíritu Divino descienda
en el hombre. Es la primera letra del nombre Shaddai, por el
cual conocieron al creador Abraham, Isaac, Jacob y el pueblo
de Israel en esa época (Éxodo 6:3; Números 24:4; Job 5:17; 6:4;
32:8). La raíz de la palabra Shaddái es shadad significa destruir,
génesis 17:1…Yo soy el todopoderoso; anda delante de mí y sé
perfecto….

…La muerte es la puerta de la vida… el conocimiento de


nosotros mismos, nos permite comprender un conocimiento
universal; cuya realización es la Verdad Absoluta. En antiguas
civilizaciones como la egipcia Anubis y Osiris estaban asocia-
dos a la vida y la muerte, considerándose que habitaban en la
montaña El-Qurn (Ta Dehent) en la cordillera de Tebas; para
los sumerios y acadios sus dioses habitaban en la cima de las
montañas, como Ninhursag y Enlil cuyo hogar era el é.kur (casa
montaña); para los griegos la morada de los dioses se encontra-
ba en la cima del Monte Olimpo.

51
Moisés recibe los mandamientos en el monte Horeb (Éxodo
24:12); según la Torá Hebrea el monte Hermón, el Gerizín y el
Eval; forman el triángulo llamado Segoltá. Fue del Monte Her-
món, donde descendieron los ángeles que juraron cumplir su
destino (Henoch 6:4); para los francmasones el Monte Hermón
simboliza el amor fraternal (Salmo 133).

Por lo dicho el Shaddái era Dios Supremo o Todopoderoso,


reflejo de omnipotencia. Los volcanes inactivos o durmientes
son símbolos de belleza, poder, grandeza y el dominio de Sha-
ddái; pero pueden despertarse inesperadamente, entonces su
capacidad destructiva resulta impredecible e incalcula-
ble por el hombre.
 
Es cuanto se ha de decir.

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53
NOSTRADAMUS Y EL CORON
Herbert Oré B
54
NAVIRUS: NUESTRA OPINION
Belsuzarri 33°
55
NOSTRADAMUS Y EL CORONAVIRUS:
NUESTRA OPINION
Herbert Oré Belsuzarri 33°.

Michel de Nostradamus, el vidente más renombrado y famoso


de cuantos han sabido interpretar los astros, nació en Saint-Ré-
my-de-Provence, al sur de Francia, el año de1503, un jueves 14
de diciembre, hacia el mediodía. Su padre fue notario de aquel
lugar; sus abuelos paternos y maternos eran profundos conoce-
dores de las ciencias matemáticas y de la medicina.

La familia de Nostradamus, según algunos, era de origen ju-


dío, de la tribu de Isacar, convertidos al cristianismo. Por ello
dicen que recibió directamente de sus abuelos el conocimiento
de las ciencias matemáticas; y en el prólogo de sus Centurias
él mismo afirma que ellos le transmitieron el don de predecir
el futuro.

Su bisabuelo materno, le habría infundido, casi como juego, el gusto


por las ciencias de los astros, Nostradamus fue enviado a Aviñón
para cursar letras y formarse en humanidades. Desde Aviñón el
joven estudiante pasó a Montpellier, donde frecuentó la célebre
universidad estudiando en sus aulas medicina, hasta que una
grave pestilencia, declarada en las regiones de Narbona, Tolosa
y Burdeos, le dio ocasión de poner al servicio de los apestados
el fruto de cuanto había aprendido durante sus estudios.

Tenía 22 años, después de haber ejercido la medicina durante


cuatro años y le pareció oportuno volver a Montpellier para titu-
larse de doctor. Pasando por Tolosa, llegó a Agen, ciudad situa-
da a orillas del Garona, donde Julio César Scaliger le retuvo. Era
este hombre un erudito y un verdadero mecenas. Nostradamus
tuvo con él una extraordinaria amistad que más tarde se tornó
en oposición, discordia y divergencia. En ese período se casó
con una joven de la alta sociedad, tuvo dos hijos: un niño y una
niña.
56
Murieron los tres y Nostradamus tomó la decisión de instalarse
definitivamente en Provenza, su tierra natal. De vuelta a Mar-
sella, se instaló en Aix-en-Provence, parlamento de la región,
donde ejerció durante tres años un cargo público ciudadano. En
1546, cuando la peste azotó terriblemente aquella zona se fue a
Salonde-Crau, pequeña ciudad que dista de Aix una jornada de
camino hasta Aviñón y media jornada hasta Marsella. Contra-
jo segundas nupcias; y fue aquí, donde, previendo los grandes
cambios y las trágicas convulsiones que perturbaron luego y
revolvieron a toda Europa, comenzó, lleno de exaltada inspira-
ción e invadido de un frenesí irresistible, la redacción de las
Centurias.

Los presagios los guardó por mucho tiempo en secreto, cre-


yendo que la naturaleza insólita del argumento le acarrearía ca-
lumnias, envidias y ataques muy ofensivos, como luego sucedió.

Convencido de que los hombres sacaran algún provecho de


sus predicciones, las dio conocer. El rumor que suscitaron fue
inmediato y grande, y corrió su fama de boca en boca, sintiendo
por el vidente y por su obra una extraordinaria admiración. Esta
fama impresionó tanto a Enrique II, Rey de Francia, que en1556,
mandó llamar al vidente a la Corte.

Después de que revelara un cierto número de acontecimientos


importantes que habían de suceder, recibió numerosos presen-
tes y se volvió a su Provenza natal. Años más tarde, en 1564, Car-
los IX que visitaba las provincias a quienes concedió la paz, que
contra él se habían revelado, no quiso dejar de visitar al profeta
e insigne héroe, mostrándose para con él tan generoso, que lo
honró con el cargo de consejero y le nombró médico suyo en
la Corte.

Cuantos venían a Francia desde fuera, se proponían como ob-


jetivo ir a visitarle. Cuando vino a verle Carlos IX, Nostradamus,
57
había sobrepasado los 60 años, estaba muy envejecido y se ha-
llaba gravemente debilitado por las dolencias que le atormen-
taban desde hacía mucho tiempo, la artritis y la gota que mina-
ban su salud. Murió el día 2 de julio del año 1566, poco antes de
salir el sol, después de una crisis que le duró ocho días y que le
causó un acceso de hidropesía consecutivo a un ataque agudo
de artritis.

Se dice que conoció anticipadamente el día de su tránsito y


la hora exacta pues él había escrito, de su puño y letra, en las
Efemérides de Jean Stadius, estas palabras en latín: Hic prope
morn est, es decir: “Mi muerte está próxima”. Sobre su sepul-
cro se esculpieron las palabras de un epitafio en latín; traducida
dice lo siguiente: “Aquí descansan los restos mortales del ilus-
trísimo Michel de Nostradamus, el único hombre digno, a juicio
de todos los mortales, de escribir con pluma casi divina, bajo la
influencia de los astros, el futuro del mundo”.

El estudio constituía para él una verdadera vocación y aun


cuando su edad -porque era todavía muy joven- lo hiciese vul-
nerable a las seducciones de una vida desordenada y licencio-
sa, demostró desde el principio una clara tendencia y un verda-
dero amor a cuanto era introspección y búsqueda de la verdad,
ajeno a cualquier tipo de ambición personal.

En la ciudad de los Papas –Aviñón- el joven Michel alterna-


ba su tiempo en dos actividades principales: los deberes esco-
lásticos y la observación del firmamento estrellado que, desde
siempre, había ejercido en él una extraordinaria fascinación. La
matemática, la astronomía y la astrología le eran materias muy
conocidas, hasta tal punto familiares que podía discutir con pro-
fundo conocimiento y perfecta competencia ante cualquier au-
ditorio, que siempre quedaba cautivado.

A este primer período de estudio en Aviñón siguió el segundo


en Montpellier, a donde se trasladó Michel para seguir en su
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universidad los cursos de medicina. Por entonces, Montpellier
gozaba de extraordinario renombre gracias a su facultad de
medicina, conocida dentro y fuera de los confines de Francia:
era lógico, pues, que Nostradamus frecuentase aquella universi-
dad y prolongase allí su estancia hasta conseguir su doctorado.
Para ello necesitó tres años que aprovechó con extraordinaria
aplicación; durante los cuales se hizo dueño y señor de los se-
cretos del cuerpo humano, como más tarde lo hará con los del
espíritu. La Naturaleza ejercía sobre él auténtica fascinación; y
no se conformó con ser médico, sino que decidió profundizar
sus propios conocimientos en el campo de la herboristería y de
los remedios que de las hierbas y de las plantas pudieran obte-
nerse. Empezó entonces a recorrer todo el país de comarca en
comarca para estudiar su flora.

En la Edad Media y durante el Renacimiento, Europa fue de-


vastada en varias ocasiones por la peste: “la bestia selvática”,
como la definió el médico Galeno. En el correr de cuatro siglos
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desencadenó unos treinta y dos ataques contra el continente
Europeo, entre los que se cuenta el tristemente famoso de la
“peste negra”, que duró dieciséis largos años (1334-1350) y
que exterminó 25 millones de europeos, una cuarta parte de la
población total del continente. Al igual que los demás doctores,
también Nostradamus lucho contra la enfurecida peste, prestan-
do eficacísima ayuda a los desventurados que se debatían entre
las garras del terrible morbo. Había en nuestro doctor un algo
de taumatúrgico que hacía que, a su paso, se obrase el prodi-
gio de la salud. Él ha dejado escritas unas palabras relativas
al modo como curaba el mal, en un tratado suyo. No es posible
hoy, a tantos años de distancia, saber si su medicamento produ-
jo efectos como para considerar a Nostradamus vencedor del
terrible azote; pero sí es cierto que: Nostradamus tuvo fama de
excelente médico, por la extraordinaria erudición de su ciencia,
así como también por el espíritu misionero con que la ejercía.

Los africanos, que durante tantos lustros acudieron a Lambaré-


né, donde el gran doctor blanco Albert Schweitzer Obraba tan
admirables portentos de curaciones físicas y de amor, estarían
tal vez en mejores condiciones para entender el gran prodigio
realizado por el vidente. Sus compatriotas supieron mostrarle su
gratitud, bien merecida por cierto: a su paso, la gente se echaba
a sus pies y bendecía su nombre; y esta fama de bienhechor y
de salvador le precedía y le acompañaba por toda la Próbenza.

Cuando terminó la terrible plaga, Nostradamus fue honrado


con el público reconocimiento y colmado de honores por quie-
nes, gracias al insigne doctor, se habían salvado. Pero ni el oro,
ni las riquezas, ni la fama podían hacer mella en su ánimo total-
mente entregado a la búsqueda de la verdad y a la investigación
del misterioso arcano de la vida. Transcurrido, pues, algún tiem-
po, volvió a su retiro, estableciéndose entonces en la ciudad de
Aix. Allí reanudó su labor de médico y, al mismo tiempo, volvió
a ocuparse de la herboristería, de la cosmética y de los bálsa-
mos, a preparar jarabes y confituras, esencias y extractos que le
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aseguraron la imperecedera gratitud de cuantos los utilizaron.

La vida se deslizaba tranquila y serenamente y el doctor Nos-


tradamus tomó por esposa a una joven doncella. Su casa pudo
regocijarse pronto con el nacimiento de dos hijos que vinieron
al mundo, uno tras otro en el espacio de pocos meses. Entonces
el fuego de la ciencia, el anhelo de escudriñar los secretos de
la vida y de la muerte parecían en él decisivamente adormeci-
dos. Las enseñanzas que desde su más tierna infancia le habían
transmitido los ancianos de su familia, su capacidad de escru-
tar el firmamento estelar, con aquella agudísima vista de quien
sabe interpretar el camino de los astros y prever, por su curso,
los futuros acontecimientos del mundo, parecían en aquel en-
tonces momentos lejanos de otra persona.

Una respetable profesión, un vivo amor por el prójimo, y una


familia, parecían ser suficientes motivos para evitar que reanu-
dase su interés por la ruta de las estrellas. Pero nada detiene las
predestinaciones que marcan al hombre. Oponerse al destino es
imposible, porque equivaldría a torcer el curso de los astros o a
detener la impetuosa corriente de los ríos. Así sin darse cuenta
de ello y sin proponérselo, se vio empujado por los aconteci-
mientos a reanudar el camino de las predicciones. De pronto, su
vida sufrió un cambio sustancial: la muerte llamó a su puerta y
le arrebató de golpe a toda su familia, que tan afectuosamente
le rodeaba. Cómo y por qué ocurrió esta grave desgracia, nadie
ha podido hasta ahora averiguarlo. Pero sabemos que la vida de
Nostradamus dio un vuelco definitivo y éste se entregó, desde
entonces, a una actividad completamente distinta.

Dejó la ciudad de Aix, que despertaba en su ánimo recuerdos


demasiado dolorosos, y se estableció en Salon, alojándose en
una casa construida en una plaza tranquila. Aunque seguía ejer-
ciendo su profesión de médico, pasaba mucho tiempo en una
especie de extraña contemplación que a veces provocaba cier-
tas dudas sobre sus facultades mentales. Si no hubiera sido por
61
la fama de excelente médico que le aureolaba, sus ciudadanos
habrían creído que sus potencias y facultades, tan extraordina-
riamente desarrolladas en él, habían disminuido peligrosamen-
te e, incluso, que se habían alterado. Pero, por el contrario, su
reputación de astrólogo y de vidente empezó a crecer de día en
día y le situaba en un plano muy diverso ante la gente que tenía
contacto con él.

La vida del doctor Nostradamus, el mago de Salon, transcurría


tranquila, libre de cualquier desorden. Día tras día visitaba a sus
enfermos y les ofrecía el consuelo de su taumatúrgica sabidu-
ría que, al parecer, podía realizar cualquier clase de milagro. La
gente de Salon se había acostumbrado a verle pasar por calles
y plazas cubierto con su larga capa negra agitada por el viento.

Con estima y respeto, no dudaban en detenerle pare consul-


tarle los más diversos problemas. Tal era realmente su fama que
todos le tenían por un gran sabio en el más completo sentido de
la palabra; y así cualquier asunto que se desease aclarar, cual-
quier problema que le preocupase, le era expuesto inmediata-
mente para escuchar sus sabios consejos. Él tenía la respuesta
más exacta y el remedio más apropiado para todos los males.

A partir del año 1555 Nostradamus empezó a escribir sus pro-


pios vaticinios en forma de cuartetas; y puesto que cada libro
contenía exactamente cien de estas breves combinaciones mé-
tricas de cuatro versos, los llamó Centurias. Tan extendido esta-
ba en aquella época el arte de la magia que a nadie atemorizaba
la lectura del futuro. Pululaban por pueblos y ciudades un sinfín
de hábiles vaticinadores de la suerte que hallaban, con suma fa-
cilidad, un público dispuesto a escucharles y que les entregaba,
como recompensa, alguna moneda de oro o de plata, con tal de
que se les anunciase sucesos favorables y les tranquilizara ante
las densas sombras del futuro.

Nostradamus no pertenecía a esta ralea de falseadores char-


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latanes ni sacaba provecho alguno de sus predicciones. La luz
se encendía en él y penetraba en los misterios del futuro; no
era, pues, fruto de improvisadas charlatanerías. Completamen-
te solo, en el silencio de la noche, Nostradamus se acomodaba
en el sillón, rodeado de los instrumentos que utilizaba y de los
textos en los que bebía su misteriosa ciencia astronómica. Se
extendía, ante sus penetrantes ojos, la bóveda celeste que él
contemplaba a través de la ventana: aquel firmamento estre-
llado tenía para él pocos secretos y en aquellos innumerables
cuerpos celestes leía como en un inmenso libro abierto. Mas
no siempre es agradable este privilegio porque ocurre, algunas
veces, que aquello que está escrito en las misteriosas páginas
de los astros no corresponde a los deseos y a los intereses de
quienes tienen la llave para interpretar sus signos.

Nostradamus leyó en la bóveda celeste un futuro doloroso para


sí y para sus seres más queridos: la esposa y sus dos hijos se-
rían pronto presas de la muerte y envueltos en las frías tinieblas
de la tumba. Y cuando se cumplió puntualmente aquel trágico
vaticinio, Nostradamus, impotente, se vio obligado a aceptar la
decisión de un destino que se le había dado a conocer, pero en
el que no podía intervenir para detenerlo. Entonces su vida se
vio bruscamente trastornada y el sabio tuvo que pagar un duro
y penoso tributo a la notoria fama de su nombre.

Las crónicas de su vida nos dicen que viajó durante mucho


tiempo por lejanos países. En el año 1556, poco después de la
primera edición de las siete primeras Centurias, Nostradamus
se trasladó a Italia, y en Roma fue recibido por el Santo Padre.
Durante este viaje se detuvo algún tiempo en Turín.

Después de sus viajes por el extranjero Nostradamus se instaló


de nuevo en Salon y reanudó su vida de siempre; sin embargo, su
fama había crecido hasta tal punto que príncipes y reyes, ricos
y poderosos, acudían a él para interrogarle sobre los aconteci-
mientos futuros. Transcurrieron los años y las profecías de Nos-
63
tradamus se cumplieron con inexorable puntualidad: la conjura
de Amboise, el levantamiento de Lyon y la muerte de Francisco
I son otros acontecimientos vaticinados por el sabio vidente. En
el decurso de los años Nostradamus salió con menos frecuencia
de Salon, ya que su quebrantada salud no le permitía fatigosos
desplazamientos. Por esta razón, quienes deseaban consultarle
sobre algún tema acudían a él, en Provenza. El 17 de octubre de
1564, llegó a las puertas de la ciudad donde vivía el mago un
lujoso cortejo; cuando los prohombres salieron para presentar
su homenaje a los ilustres visitantes, les salió al encuentro el
propio rey Carlos IX en persona, que venía a consultar.

¿Qué son las Centurias? Puede decirse en pocas palabras: Así


como un libro está dividido en capítulos y un poema en cantos,
de la misma manera las profecías del vidente de Salon están
divididas en Centurias, cada una de las cuales contiene un nú-
mero variable de cuartetas (originariamente habían de ser cien
64
por Centuria) en las que se da siempre una rima, forzada algu-
nas veces, y en las que, en la mayor parte de los casos, no puede
decirse que haya un nexo lógico de tiempo y de lugar y, sobre
todo, una claridad de interpretación que las haga fácilmente in-
teligibles y nos dé a conocer exactamente el tiempo en que se
realizarán los acontecimientos vaticinados.

Se dice hoy que son doce las Centurias, pero sólo las diez pri-
meras son, sin lugar a dudas, de Nostradamus. La primera edi-
ción de estas diez Centurias vio la luz en 1555, por obra de un
editor de Lyon. Después, las sucesivas ediciones que han apa-
recido en diversas épocas han presentado, añadidas a las diez
Centurias, un cierto número de nuevas cuartetas proféticas y,
concretamente, cuatro cuartetas añadidas a la Centuria VII, seis
a la Centuria VIII y una a la Centuria X. Sólo dos cuartetas han
formado la Centuria XI y once la Centuria XII.

No se sabe con certeza cuál es el origen de estas cuartetas,


posteriormente insertas en la obra profética del mago de Salon.
En esta cuestión, sólo podemos aventurar hipótesis. Así, algu-
nos investigadores afirman que, al morir Nostradamus, se ha-
llaron entre sus papeles un cierto número de profecías, escritas
ciertamente por él y que, por tanto, podrán añadirse a las suyas
propias. Otros, por el contrario, las han atribuido a quienes nada
tenían que ver con el vidente y las consideran, por consiguien-
te, apócrifas.

Pero los versos con los que comienza el fascinante y cautiva-


dor misterio de las predicciones. La imagen por ellos evocada
es altamente sugestiva, y resulta fácil reconstruir, a través de las
palabras empleadas por el profeta, la atmósfera tan separada
del mundo en la que nuestro mago ejercía su facultad adivina-
toria. En el tranquilo refugio de su morada, donde se agolpa-
ban durante el día ilustres o modestos visitantes que acudían
para consultar a Nostradamus en su doble calidad de médico
y de profeta, solía él encerrarse a altas horas de la noche en su
65
propio estudio. El sabio guardaba aquí, con preciado cuidado,
libros y manuscritos valiosos y curiosos objetos relacionados
con sus exploraciones astrológicas, plantas y hierbas útiles para
su labor de médico: retortas, alambiques, vasos de cristal en
los que destilaba preparados e infusiones destinados a sanar
el cuerpo y a darle, independientemente de la edad, la fuerza
y el vigor; astrolabios y espejos mágicos que el sabio utilizaba
para explorar el porvenir, habitualmente impenetrable para el
común de los mortales. Preciosos talismanes, medallas, sellos y
sagrados amuletos constituían para él otros tantos instrumentos
de poder sobre la misteriosa fuerza de lo ultrasensible.

Las claras noches estrelladas en las que el firmamento de los


astros parecía un inmenso y maravilloso libro abierto de par en
par ante los hombres, mientras el silencio envolvía misteriosa-
mente todo -cosas y personas-, Nostradamus se acomodaba en
un asiento de cobre (o de bronce) y, después de haber cumpli-
do los ritos sagrados que exigían el uso de una banqueta mági-
ca (la varilla que el vidente menciona en la cuarteta) y algunas
ceremonias de purificación, veía materializarse ante sus ojos, y
bajo la forma de una exigua llamita, la evocación iluminadora,
gracias a la cual el Señor Dios suscitaba en él la visión profética
de los acontecimientos. La minúscula llama danzaba en la os-
curidad y brillaba con el resplandor del agua lustral, recogida
en un barreno de cobre. El reverbero de la llama atenazaba los
ojos del profeta y su mente caía en un estado de trance por el
que no sólo descubría, en el fondo del futuro, un sinfín de he-
chos y de sucesos lejanos, sino que percibía asimismo sonidos
y voces como si fuesen verdaderamente reales, hasta tal punto
que los personajes, protagonistas de los eventos que él preveía,
se agitaban vivos ante él y parecían no tener secretos para el
gran vidente. Y la voz de Dios, era percibida por él con claridad,
pero que parecía salir de los amplios pliegues de su manto, le
ilustraba los hechos que desfilaban ante sus ojos y a los que él
mismo, como invitado de honor, asistía, invadido siempre de un
cierto reverencial respeto de un santo y tranquilo temor. Como
66
sentía un irreprimible deseo de legar a los demás un recuerdo
perenne de lo que él había conocido sobre el futuro, Nostra-
damus tomó nota de todo “modelando el borde y el pie de lo
que no se cree en vano”, o dicho en otras palabras: encerrando
en los versos de sus proféticas cuartetas, lo que su mente ha-
bía descubierto escudriñando en el porvenir. Las exiguas tiri-
llas de papel en las que Nostradamus escribía sus herméticos
versos rimados, se amontonaban junto a él y abrían rumas de
interrogantes para quienes, andando el tiempo, los examinarían
con ojos puramente humanos. Por desgracia para nosotros, muy
pocas de las cuartetas que compuso el gran vidente poseen la
relativa claridad de las dos primeras con las que comienza la
obra; y de ahí la dificultad de la interpretación.

Fiel al convencimiento de que el porvenir no había de ser cla-


ramente desvelado a la mayoría de los hombres y temeroso de
que los tesoros de su profecía fuesen despreciados y conculca-
dos, como perlas echadas a los puercos, Nostradamus compuso
una obra asequible sólo a un corto número de iniciados.

Todo lo que de extraordinario y portentoso realizaba Nostra-


damus en los cuerpos y en las almas de cuantos a él acudían,
porque le consideraban un eminente sabio y un gran profeta, lo
atribuían sus envidiosos y denigrantes adversarios a Satanás y
a inspiraciones diabólicas; sus propios admiradores sentían un
cierto temor reverencial ante sus prodigiosas facultades.

Nostradamus era un hombre recto, honrado y apreciado y de


extraordinaria caridad, nadie lo ponía en duda; pero de dónde
le provenía aquel notable poder que le distinguía de cualquier
otro ser humano, nadie, rico o pobre, sabio o ignorante, había
atinado a descifrarlo.

Nostradamus nunca dejó de ser hombre de su tiempo y, por


consiguiente, sabía muy bien que los severos censores minis-
tros de la Inquisición habrían podido averiguar fácilmente sus
67
actos e interpretarlos maliciosamente en caso de que los ru-
mores y las veladas insinuaciones hubiesen sido graves a insis-
tentes o hubiesen hallado en sus escritos siquiera la más leve
sospecha o prueba de algo que consideraban punible. Existían,
además, otros motivos de justificación de su siempre extremada
prudencia: el primero y principal era el de aparecer profeta de
terribles desventuras.

El hecho de predecir los sucesos más trágicos de historia de


la Humanidad con palabras fácilmente comprensibles habría
levantado contra él toda la opinión popular y se hubiese visto
condenado a la cárcel o a la muerte. Los profetas de desventu-
ras, según nos enseña la Historia, nunca han sido bien recibi-
dos; y se sabe que la gente prefiere precipitarse en el abismo,
desconociendo a ignorando lo que les va a suceder, antes que
conocer la desgracia que les espera. Nostradamus sabía muy
bien todo esto y así prefirió ocultar sus profecías a la gran masa
de los hombres, dejándolas voluntariamente enigmáticas y ne-
bulosas y confiando sólo en un reducido número de iniciados
capaces de comprenderlas y, llegado el caso, de explicarlas.
68
Esto explica el lenguaje hermético y oscuro al tratar del por-
venir de Francia, su querida Francia, y que no fuera tan impe-
netrable al hablar de otros pueblos y naciones. Para conseguir
el oportuno grado de misterio, el escritor-profeta redactó sus
cuartetas no sólo en francés arcaico para aquella época, sino
que también lo mezcló con palabras alemanas, españolas, italia-
nas, provenzales, y neologismos que tomaba de raíces griegas y
latinas, o anagramando los nombres más conocidos de aquella
época. Así, Francia se transforma a veces en sus versos en Ner-
caf o Cerfan, París en Rapis o Sipar; Henric se presenta con la
grafía Chydren; Mazarin se cambia en Nizaram y Lorrains toma
la forma de Norlais. Con la grafía “Phi” indica el nombre de Fe-
lipe; Estrage se convierte en Estrange, es decir extranjera, y de
signa con este nombre a la reina María Antonieta, esposa de
Luis XVI, aunque él transforma la palabra en Er gaste. El estudio
comparativo y atento de las muchas ediciones de las Centurias,
permite asegurar que algunas grafías de palabras, considera-
das sucesivamente por los comentaristas como errores del au-
tor o del editor que las publicó, son, en cambio, inexactitudes
expresamente queridas por el autor para velar sus profecías.
Es razonable que después de hablar de Nostradamus y de sus
excepcionales dotes de vidente, sintamos curiosidad y tenga-
mos un vivísimo deseo de poder “leer”, a través de sus cuar-
tetas, los eventos humanos que él predijo. En diversas épocas,
insignes investigadores y oscuros comentaristas han estudiado
las Centurias, intentando esclarecer por todos los medios a su
alcance el sentido arcano de las frases contenidas en aquellos
versos. En muchos casos los resultados han sido satisfactorios;
en otros, por el contrario. Si bien costosos y estimables, a nada
esclarecedor han conducido y las frases han conservado su se-
creto intacto; sólo desaparecerá el enigma cuando un aconteci-
miento histórico ofrezca a los estudiosos la clave que muestre
su mecanismo.

De entre sus profecías, la primera que maravilló extraordi-


nariamente a sus contemporáneos fue la que hizo Nostradamus
69
refiriéndose a su propia muerte. La vida terrenal del gran profe-
ta se extinguió en Salon, el día 2 de julio de 1566, un poco antes
de la aurora, como consecuencia de un ataque de artritis y gota
que había degenerado en hidropesía. Pero la profecía que le
valió, por sí sola, fama y notoriedad mientras aún vivía, fue la
que consta en las Centurias y se refiere a Enrique II, Rey de
Francia y esposo de Catalina de Médicis, en la cuarteta treinta
y cinco de la Centuria I. Esta cuarteta consigue dar, con vive-
za excepcional y concisión admirable, todos los detalles de la
muerte del Rey; no es de maravillar, pues, el asombro que susci-
tó al aparecer públicamente este vaticinio. A simple vista podría
parecer incluso absurda, ya que un rey nunca se batía en duelo;
no obstante dio mucho que pensar a cuantos estaban junto a
Enrique.

En junio de 1559 Enrique II se hallaba en París; se acababa


de firmar el Tratado de Chateau-Cambrésis que ponía fin a las
discordias entre España y Francia. Por él el soberano francés re-
nunciaba a sus miras sobre Italia y restituía las tierras del Duque
de Saboya, a quien había concedido, además de consolidar su
situación política fuera de sus fronteras, la mano de su hermana
Margarita. Y a Felipe II, viudo de María Tudor, habíale prome-
tido por esposa a su jovencísima hija Isabel. La Corte francesa
festejaba aquellos esponsales y se había organizado, en aquella
ocasión, un brillante torneo en la plaza que se extendía ante el
palacio real, en aquel entonces palacio de los Torrejones (Tour-
nelles).

El 30 de junio el Rey bajó al campo vestido con una magnífica


armadura, con el propósito de batirse en combate individual
a caballo contra tres adversarios por lo menos. El primer ca-
ballero con quien compitió el Rey fue Manuel Filiberto de Sa-
boya; el segundo, el Duque de Guisa, y el tercero era Gabriel
Montgomery, joven a impetuoso combatiente, comandante de la
guardia del Rey. Uno tras otro, los asaltos se desarrollaron nor-
malmente y las tres lanzas que el Rey había recibido terminaron
70
rotas en el polvo. Un sentimiento de alivio pareció llenar el cora-
zón de la multitud que había acudido a la plaza para presenciar
el combate, y los íntimos del Rey se dijeron que el peligro es-
taba ya superado. Se relajó con ello la tensión, pero Enrique, no
satisfecho con su triple victoria, no se alejaba del circo, dando
a entender con sus gestos que deseaba repetir el asalto con el
último de sus adversarios, el Conde de Montgomery, que antes
había inferido al Rey un golpe tan fiero que faltó poco para de-
rribarle. De nuevo en el campo, los caballeros se colocaron uno
enfrente del otro, preparados para una nueva lucha, en medio
de un profundo silencio, roto solamente por el furioso galopar
de los cabellos.

Calada la visera de la armadura y dirigida la lanza contra el


adversario, cargaron impetuosamente el uno contra el otro. En
un abrir y cerrar de ojos se cruzaron las lanzas y la del joven
Montgomery, partida en pedazos por el certero golpe del Rey,
voló, otra vez, por los aires hasta el polvoriento suelo. Nada trá-
gico había ocurrido y de momento se pudo pensar que era falsa
la negra profecía, desmentida por la realidad. Sólo faltaba un
detalle, un insignificante detalle: cumplir la regla que ordenaba
que los dos caballeros, echadas las armas, volviesen al punto
de partida. Pero Montgomery, desarmado, no dejó la esquirla
o pedazo que sostenía aún en su mano, sino que, al contrario,
lo cogió con más fuerza y, al pasar junto al Soberano, con aquel
tronco muñonero fue a chocar contra la visera del Rey -la jau-
la de oro de la que había hablado Nostradamus-, la levantó en
parte y, habiendo hallado expedito el camino, fue a clavarse
en el ojo saliendo trágicamente por el oído. Enrique permane-
ció inconsciente durante cuatro días, y al cabo de once murió
en medio de terribles dolores. La profecía de Nostradamus se
había cumplido punto por punto y el propio Rey moribundo la
recordó, añadiendo que nadie podía hurtarse a su propio des-
tino. Tras la muerte de su esposo, Catalina de Médicis vio rea-
lizada la segunda profecía que Nostradamus le había hecho,
cuando su hijo Francisco II ciñó la corona de Rey de Francia. El
71
mago de Salon más de una vez había escrutado los abismos de
las estrellas para sondear el destino de los hijos de Catalina y
responder a los insistentes ruegos de la ambiciosa Reina. Por
lo que cuentan las crónicas de aquella época, la profecía que
él hizo a propósito del destino de los príncipes fue una de las
más famosas sesiones mágicas que recuerda la historia. A altas
horas de la noche, en el salón hexagonal de la torre del castillo
de Chaumont, el mago de Salon invocó la presencia del Ángel
de la Muerte. Acudió puntualmente el fatal personaje y rompió
con su presencia los halos o círculos que sucesivamente, por
orden de edad, hicieron durante la célebre sesión las sombras
de los hijos de Catalina, ataviados con las insignias reales. Cada
halo correspondía a un año de reinado y la marcha espectral se
interrumpía en la fecha fijada por Anael, el Ángel de la Muerte.

El mago respondió a la Soberana (que le pedía cuentas de lo


que él veía) que los votos y deseos de ella serían absolutamente
cumplidos, porque todos sus hijos -sus tres hijos- ocuparían el
trono de Francia. Lo que él se calló fue este detalle: que los tres
hermanos se sucederían en el trono en un pequeño espacio de
tiempo, relativamente breve, y ello porque una temprana muer-
te los arrebataría en la flor de su edad, uno tras otro, como así
sucedió. Transcurrido sólo un año de reinado, Francisco II murió
después de una breve dolencia, tal como había vaticinado el
vidente en una de sus cuartetas. La Corte experimentó un nue-
vo estremecimiento de horror y se difundió el pánico entre los
dignatarios que veían en el gran amigo de la Soberana un infali-
ble vaticinador de desventuras. Carlos IX sucedió a su hermano
Francisco en el trono de Francia; era aún un niño y su madre
fue regente hasta la mayoría de edad del Rey; pero habiendo
muerto también el segundo hijo de Catalina, tal vez de remordi-
miento por no haber sabido oponerse a la terrible matanza de
la noche de San Bartolomé, ocupó el trono su hermano Enrique
III, que volvió a la patria desde las lejanas tierras de Polonia,
donde había aceptado ceñir la corona de Segismundo. Pero mu-
rió también este Rey, asesinado por un fanático, Jaime Clement,
72
y Nostradamus hizo también para él un presagio, el que está
señalado con el número 58 y referido al año 1561, mientras que
en realidad el regicidio tuvo lugar en 1589: “El rey-rey no es ya
(causa) la perniciosidad del Duce”. Y un comentarista del vi-
dente destaca que el doble substantivo empleado para Enrique
III recuerda su doble corona, la de Polonia y la de Francia, y el
nombre del Duce ha de entenderse como sinónimo del apellido
del asesino Clement.

Desde la muerte de Nostradamus hasta nuestros días, la his-


toria se ha encargado de registrar una serie de hechos impor-
tantísimos para todos los países europeos. Si, por ejemplo, nos
limitamos a las vicisitudes por las que ha pasado Francia, vemos
que esta grande y poderosa nación, que desde hace muchos
siglos ha cumplido la misión de guía, no sólo ha marcado con
una impronta personalísima todos sus actos civiles, políticos o
sociales, sino que con dos epopeyas trágicamente señeras ha
cambiado, probablemente, el curso de la historia imprimiendo
primero a Europa y después al mundo entero un giro “determi-
nante”. Nos referimos a la Revolución de 1789 y al advenimiento
de Napoleón Bonaparte.

De la Revolución Francesa, lo que dice Nostradamus es bastan-


te incompleto, si bien hay algunas cuartetas con claras referen-
73
cias a la grave convulsión social, política y religiosa que en ella
tuvo su origen. En pocos versos cita expresamente el nombre
del lugar, Varennes, donde el Rey Luis XVI fue detenido cuando
intentaba huir, disfrazado, para eludir la guardia revolucionaria
que buscaba capturarlo. Es más, el vidente da, con ligerísimas
variantes, el nombre de la persona que lo reconoció y denunció
a los revolucionarios.Y nos parece que estos detalles no pueden
atribuirse a puras y simples coincidencias.

Vendrá de noche por el bosque de Refines


Dos partes criado Herne la piedra Blanca,
El monje negro en gris dentro de Varennes
Elegido cap, causa tempestad, fuego, sangre, degüella.
(CENTURIA IX, CUARTETA XX).

Probablemente la más grave dificultad que encuentra un ob-


servador para descifrar estos versos se debe esencialmente a la
complejidad del lenguaje utilizado por Nostradamus para des-
cribir un acontecimiento que debía modificar profundamente
el rostro de Francia y alterar, con tan graves repercusiones, el
orden establecido en todo el mundo.

Hombre de su tiempo, adicto a la Corona y profundamente


respetuoso para con la autoridad y la persona del Rey (recor-
demos que fue médico cortesano, consejero y astrólogo muy
apreciado en la Corte de Francia), Nostradamus no se atrevía
a predecir claramente a la monarquía (que le distinguía con su
benevolencia y que probablemente estaba dispuesta a prote-
gerlo contra cualquier eventual acción contra él por el terrible
Tribunal de la Inquisición), el trágico acontecimiento después
del cual la Corona sería sustituida por la República y el propio
Rey ignominiosamente guillotinado.

Cuando se refiere a Napoleón, por el contrario, Nostradamus es


sorprendentemente claro; de él predice el lugar del nacimiento,
la duración y los principales hechos de su reinado a incluso la
74
naturaleza de su amor por María Luisa

Nacerá un Emperador cerca de Italia,


Que al Imperio costará muy caro;
Dirán con qué gentes él se alía,
Y lo encontrarán menos príncipe que carnicero.
(CENTURIA I, CUARTETA LX).

El vidente habla claro. Ningún otro emperador nació cerca de


Italia; Napoleón costó muy caro al Imperio erigido por él mismo
para su prestigio personal y para su propia gloria, la hecatom-
be de muertos directa o indirectamente provocada por el corso,
justifica el título de “carnicero” que Nostradamus le da en sus
cuartetas. Y es ésta, asimismo, la opinión de muchos. Aunque se-
paradas una de otra por un espacio bastante largo que ocupan
otras cuartetas, las dos citadas están perfectamente encadena-
das y se complementan entre sí de tal modo que no es posible
desconocer el nexo que las une.

De la ciudad marina y tributaria


La cabeza rapada tomará la satrapía:
Expulsar sórdido que será luego contrario,
Por catorce años detentará la tiranía.
(CENTURIA VII, CUARTETA XIII).

La decimotercera cuarteta de la Centuria VII que, con maravi-


llosa precisión, dice exactamente el número de años que Napo-
león detentó el poder. También aquí es muy fácil interpretar los
versos: la ciudad marítima y tributaria es, evidentemente, Ajac-
cio, lugar donde nació Napoleón Bonaparte. La ciudad se levan-
ta junto al mar, en el golfo de su nombre, en la isla de Córcega;
y podía ser considerada como tributaria del gobierno central
francés porque recientemente había sido adquirida por la Co-
rona y anexionada a Francia, más o menos cuando nació en ella
el joven jefe.

75
La explicación no deja lugar a dudas; y de un cuidadoso exa-
men de todas las palabras se desprende la absoluta certeza -sin
temor a errar- de que se trata de la capital de Córcega. Por lo
que respecta al segundo verso, puede parecernos un tanto si-
bilino y enigmático, pero basta un momento de reflexión para
descartar cualquier clase de duda. La testa rapada en Francia,
a principios del siglo pasado, fue un exclusivo atributo de Na-
poleón, que nunca quiso llevar peluca, a diferencia hasta aquel
entonces de los personajes reales, sistemáticamente represen-
tados por pintores y retratistas con largas melenas ensortijadas.

Este particular detalle podría causar alguna extrañeza a los


hombres de hoy, pero en los días aquellos en los que Napoleón
empezó a imponer su autoridad y su prestigio, causó un efec-
to extraordinario entre las tropas y entre la población que le
estaba sujeta. Sus propios soldados se complacían en llamarle
familiarmente le petit tondu, literalmente “el pequeño pelón”.
Esta frase despierta con suma facilidad en nuestra mente la ca-
racterística figura de Napoleón. El tercer verso, por el contrario,
es muy oscuro y sólo se pueden aventurar, para intentar expli-
carlo, algunas hipótesis, como aquella que dice que cuando ac-
cedió Bonaparte al poder estaba aún muy fresco el recuerdo de
los hombres del Directorio que habían aterrorizado a la Fran-
cia revolucionaria, comportándose como “sórdidos” exponen-
tes de un poder dictatorial que hubo de someterse, de buen o
mal talante, al Primer Cónsul. Referente al último verso, hemos
de decir que contiene, al menos, dos datos incontrovertibles:
el número “catorce” y la palabra “tiranía”. La cifra indica con
claridad la duración del reino, o mejor del poder, que detentó
Napoleón: desde el 9 de noviembre de 1799 al 23 de junio de
1815. Son exactamente 14 años, siete meses y catorce días, que
se reducen a algo menos de catorce años, si restamos de ellos
los once meses que Napoleón estuvo desterrado en la isla de
Elba. La palabra “tiranía” ha sido empleada por Nostradamus
para destacar el carácter del régimen imperial instaurado por
Napoleón, para quien los parlamentos y las asambleas no tenían
76
absolutamente ningún valor. ¡Síntesis admirable de la vida de
Napoleón la que nos ofrece Nostradamus en sus cuartetas! Y no
hay duda de que su vaticinio se cumplió en todos y en cada uno
de los detalles.

El siglo XX, Guerra y paz.

Desde que terminó la primera guerra mundial hasta que esta-


lló la segunda, o sea, desde 1917-18 hasta 1939, los principales
acontecimientos que caracterizan este período (período de tan-
ta importancia para nosotros que puede aseverarse que vivimos
todavía hoy sus consecuencias) fueron descritos por Nostrada-
mus, a menudo, con particularidades y detalles que excluyen
cualquier posibilidad de error en la interpretación de cuanto
nos legó el gran vidente.

Los azotes pasados disminuido el mundo, Largo tiempo la paz, tie-


rras deshabitadas,
Hermana caminará por cielo, tierra, mar y onda,
Después de nuevo las guerras suscitadas.
(CENTURIA I, CUARTETA LXIII).

Cuando los azotes de la primera guerra mundial terminen,


el número de habitantes del mundo habrá disminuido: tal es el
significado del primer verso; y reparemos que el profeta habla
de azotes en plural, por lo cual podemos pensar que se refiere
no sólo a la guerra que estalló en Europa, sino también a la re-
volución rusa y a la terrible y violenta epidemia que se declaró
en España y se extendió por otras naciones europeas, causando
entre la población incontables víctimas.

En cuanto a las tierras deshabitadas, no es preciso esforzarse


demasiado para entender que son las tierras que con el paso
de la guerra quedaron estériles y desoladas, como fueron, por
ejemplo, muchas regiones de Franca, de Rusia y de Polonia, cal-
cinadas por completo. En este punto especifica Nostradamus
77
que durante el período de paz que seguirá a tanta desventura,
una “hermana” irá por el cielo, tierra y onda. A quién se refiere
el apelativo “hermana” que consta claramente en otra cuarteta,
la cuarta de la IV Centuria:

El impotente Príncipe enojado, lamentos y querellas


De rapiñas y saqueos por galos y por líbicos:
Grande es por tierra, en mar infinitas velas.
Hermana Italia será echando a los célticos.
(CENTURIA IV, CUARTETA IV).

Se describe aquí, en una rápida visión, el período de la histo-


ria italiana que va aproximadamente desde 1860 a 1870, y que
culminó con la ocupación de Roma, que estaba defendida por
los zuavos, franceses o libios. El impotente Príncipe es Fran-
cisco II de Borbón, el “Grande” por la tierra es Napoleón III y
las infinitas velas son las flotas borbónicas, francesa a inglesa,
como asimismo la italiana y la austríaca, que surcaron, durante
aquellos años, el Mediterráneo. “Hermana Italia” es, pues, la fra-
se escogida para indicar que se trata de esta nación; y he aquí
que por aquel entonces Italia irá por cielo, por mar, por tierra y
sobre la onda, que en este caso es el éter, dominado por la pro-
digiosa invención de la radio.

Y luego, otra vez, las guerras que vendrán a turbar el equilibrio


de Europa tan difícilmente conseguido y tan precariamente
consolidado. Por otra parte, el Oriente de Europa habrá conoci-
do, durante aquellos mismos años, una convulsión apocalíptica:

Al gran Imperio llegará otro muy distinto


Bondad distante más de felicidad:
Regido por uno salido no lejos de la plebe,
Corromper reinos gran infelicidad.
(CENTURIA VI, CUARTETA LXVII)

¿Qué otra nación fuera de Rusia estaba entonces regida por la


78
forma imperial? Este gran imperio estará regido, pues, por un
jefe bien distinto, ya por censo, ya por sangre, casi plebeyo que
se comportará tan cruelmente como aquel a quien ha derribado
y se seguirá de ahí una gran tragedia para todas aquellas
naciones que, siguiendo las huellas de este gran imperio, se
corromperán por la nueva doctrina.

Es extraordinariamente interesante proseguir el examen de


las cuartetas que se refieren también a este acontecimiento:

Los dos malignos de Escorpión conjuntos,


El gran Señor asesinado dentro de la sala:
Peste a la Iglesia por el nuevo Rey agregado,
La Europa baja y la septentrional.
(CENTURIA I, CUARTETA LII)

Recordemos la historia: el 15 de marzo de 1917 abdicaba el


Zar Nicolás II y luego era detenido y deportado con toda su fa-
milia a Ekaterinenburg, en Siberia; allí fue asesinado el 16 de ju-
lio de 1918, en la sala del pabellón, corriendo también la misma
suerte todos sus allegados.

Ahora bien, la cuarteta dice que el asesinato se cometerá bajo


la enseña de los dos malignos unidos por Escorpión, es decir,
de Saturno y de Marte, cuyos símbolos son la hoz y el marti-
llo, enlazados para formar la figura de Escorpión que, a su vez,
simboliza el error que emponzoña a los pueblos con doctrina y
métodos insidiosos y fraudulentos.

La cuarteta añade, además, que esto acarreará igualmente a


la Iglesia grave daño y en especial el nuevo cabecilla que cam-
biará la faz de Rusia; sus acólitos perseguirán a la religión en la
Europa meridional y septentrional, como realmente ocurrió en
todo el territorio ruso, en no pocos países situados al otro lado
del telón de acero y, durante el tiempo de la guerra civil, en
España.
79
El cuadro de la revolución rusa se completa con los versos de
la cuarteta cincuenta y nueve de la III Centuria, que dice:

Bárbaro imperio por el tercero usurpado


La mayor parte de su sangre condenar a muerte,
Por muerte senil, por él, el cuarto atacado,
Por temor de que sangre por otra sangre sea muerta.
(CENTURIA III, CUARTETA LIX).

Si a primera vista parece algo confuso el sentido, es suficiente


atenernos brevemente en cada una de las palabras para desen-
trañar su significado. El gran imperio, después de la usurpación
del tercer estado, o sea, la burguesía, es llamado bárbaro, por-
que, efectivamente, a los dirigentes de la época zarista les suce-
dió una clase de baja y mediana burguesía que dio en seguida
pruebas de crueldad y de barbarie, llevando a cabo muchas
sangrientas depuraciones en el seno de sus propios adeptos;
por lo cual, transponiendo la frase, conseguiríamos una mayor
coherencia de cuanto se dice.

La interpretación dicen es ésta: el tercer estado condenará a


muerte a una buena parte de los de su propia sangre; y a mu-
chos de los del cuarto estado, es decir, obreros, campesinos y
desheredados de la fortuna, serán por él perseguidos y conde-
nados mediante muerte senil (que es el hambre), indigencia y
trabajos forzados, y ello por temor de que la sangre derrama-
da se vuelva contra ellos y provoque otra sangre, o dicho con
otras palabras más claras, para que no estalle una reacción y
una abierta rebelión contra los gerifaltes que tanta sangre de-
rramaron ya con el fin de reafirmar el nuevo régimen ruso. Los
principales acontecimientos de nuestro siglo son claramente
mencionados en los versos del vidente.

Veámoslo: La cuarteta cincuenta y cuatro de la primera Cen-


turia, dice con claridad que a la plaga de dos revoluciones se-
guirá la explosión nacional-socialista de la Alemania hitleriana.
80
Leemos a este propósito:

Dos revoluciones hechas por el malvado hocero,


De reino y siglos hace mutación,
El móvil signo en su lugar se insiere,
A los dos iguales y de inclinación.
(CENTURIA I, CUARTETA LIV).

Cuando el malvado hocero, es decir Saturno, que es símbo-


lo de la perversidad y se identifica con la hoz, habrá llevado a
cabo dos revoluciones, la francesa y la rusa, cambiarán, como
consecuencia, tiempos y naciones. Aparecerá entonces otro
partido revolucionario cuyo símbolo será la señal movible (la
cruz gamada) y, sustituyendo al comunista, será semejante a él
en sus objetivos y en sus métodos: la opresión y la muerte para
cuantos a él se opongan. La cuarteta cuarenta y siete de la I Cen-
turia se refiere a la Sociedad de las Naciones. Dice:

Del lago Leman los discursos enojarán


Los días serán reducidos a semanas,
Luego meses, luego años, luego todos desfallecerán,
Los Magistrados serán condenados por leyes vanas.
(CENTURIA I, CUARTETA XLVII).

La cuarteta es un juicio nada halagüeño y más bien severo de


la labor llevada a cabo por los ministros reunidos en Ginebra,
como representantes de las naciones del mundo: los discursos
que se pronunciarán a orillas del lago Leman, dice, cansarán
a todos y serán causa de desunión y de fastidio; los días serán
como semanas, después como meses, como años; todos aban-
donarán la lucha y al final las propias leyes que, por falta de un
espíritu superior, se convertirán en letra muerta, condenarán a
los mismos magistrados que las elaboraron.

La cuarteta sexta de la V Centuria es una clara referencia a la


proclamación de Víctor Manuel III como emperador:
81
Al Rey augur la mano imponer sobre el jefe,
Vendrá a rogar por la paz itálica:
A la mano izquierda cambiará el cetro,
De Rey llegará a ser Emperador pacífico.
(CENTURIA V, CUARTETA VI).

Es asimismo muy importante el anuncio en la cuarteta ochenta


y nueve de la II Centuria, de dos personajes destinados a go-
bernar Europa totalitariamente.

Un día se repartirán el mundo los dos grandes maestros,


Su gran poder se verá aumentado:
La tierra nueva estará en sus poderosas manos,
Los días del sanguinario están contados.
(CENTURIA II, CUARTETA LXXXIX).

Dos grandes maestros subirán al poder del Estado, es decir,


serán coronados de autoridad, como se hace con una pieza en
el juego de damas; su influencia política aumentará considera-
blemente. Es clara la alusión a Hitler y Mussolini, maestros de
escuela ambos mientras que la Tierra Nueva, América del Nor-
te, alarmada ante el predominio de los dos jefes sobre el resto
de Europa y de la peligrosa extensión de sus doctrinas, vigila-
rán el número siempre creciente de sus adeptos y seguidores.

Sigamos viendo el desarrollo de los sucesos bélicos de los


años 1941-1945, a través de una serie de cuartetas que vaticinan
los principales hechos (Centuria III, cuarteta LXXI; Centuria II,
cuarteta V; Centuria IV, cuarteta LXVIII).

Los de dentro las islas por largo tiempo asediados,


Cobrarán vigor y fuerza contra sus enemigos:
Los de fuera muertos de hambre derrotados,
Por más hambre que nunca serán metidos.
(CENTURIA III, CUARTETA LXXI).

82
Cuando dentro de un pez, hierro y carta cerrada,
Afuera salga el que luego hará la guerra,
Tendrá por mar su flota bien bogada,
Apareciendo cerca de la Latina tierra.
(CENTURIA II, CUARTETA V).

En lugar muy próximo no lejos de Venus,


Los dos más grandes de Asia y de África,
Del Rin y Danubio se dirán venidos,
Gritos, llantos en Malta y en la costa Ligústica.
(CENTURIA IV, CUARTETA LXVIII).

Algunos versos no necesitan explicación por su claridad.


Cuando los habitantes de las islas, después de un largo asedio,
hayan recobrado fuerza y vigor, los sitiadores de fuera serán
derrotados, y sufrirán de nuevo y más que nunca.

En cuanto a las tentativas de negociar la paz, recordemos que


en mayo de 1941 Rudolf Hess, enviado especial de Hitler, partió
en avión para Inglaterra con el encargo de entablar negociacio-
nes de Paz y lograr posiblemente una alianza contra la Rusia So-
viética. Con el mismo fin, parece que también había comunica-
ción epistolar secreta entre diplomáticos italianos y japoneses
con los aliados; tentativas que no dieron resultado positivo, por
lo cual, como dice el vidente, “muchos desearán parlamentar
con los grandes señores que llevaron la guerra a sus hogares,
pero nadie absolutamente querrá oírlos. ¡Ay, si Dios no envía
paz a la Tierra!”. En esta exclamación parece encerrarse todo el
horror de quien, con cuatro siglos de antelación sobre la reali-
dad de los hechos, veía la espantosa carnicería que iba a seguir
a estos vanos esfuerzos de paz entre los hombres.

El dolor por las desventuras que van a caer sobre la humani-


dad es nuevamente vaticinado por los versos en los que Nos-
tradamus dice que nunca se vio una tal alianza y amistad entre
lobos que correrán famélicos a arremeter y despedazar la co-
83
diciada presa. Y hace una clara alusión aquí a la guerra que se
endurecerá más y más, empleando armas especiales y nuevos
inventos cada vez más perfectos para lograr la victoria sobre los
respectivos adversarios.

En pleno siglo XVI era de todo punto imposible imaginar


un “pez de hierro”; frase en la que podemos ver una imagen
de los submarinos, cuya torrecilla se abre y se cierra como se
abría en la época de Nostradamus una carta cerrada con un se-
llo-lacre. En el año en que los habitantes de Saturno (o sea, las
naciones más ricas), y los de Marte (que podemos identificar
con las naciones belicistas) se habrán enzarzado en una terrible
guerra y estará el mundo encendido en furia devastadora, el
aire estará entonces seco (y de hecho el verano de 1944 fue par-
ticularmente duro para los pueblos envueltos en la contienda)
y se emplearán fuegos secretos, es decir, armas desconocidas,
a propulsión especial, que describirán una larga trayectoria y
provocarán incendios, especialmente en una gran ciudad.

Vemos en todo ello el devastador incendio de Londres, pro-


vocado por los alemanes con sus famosas V1 y V2, las terribles
armas que destruyeron la capital inglesa, dando lugar a gran-
des torbellinos y desplazamientos de aire (viento) a incendios
(calor). Un año después, en 1945, un año más distante todavía
de Venus -que significa más alejado del bienestar y del amor
entre los pueblos- los dos grandes de África y de Asia que no
pueden ser otros que Inglaterra (que poseía grandes colonias
en África) y Rusia, invadirán todos los territorios comprendidos
entre el Rhin y el Danubio, como asimismo las tierras compren-
didas entre Malta y la Liguria. Las gentes, al principio, aplaudi-
rán y enaltecerán la hazaña, pero luego habrá dolores, lutos y
lágrimas, primero en Malta y después en toda Italia. Además, el
jefe supremo de los sitiados (la suerte se ha trocado y la situa-
ción, cada día peor, ha convertido a los sitiadores en sitiados)
es el dictador alemán; y contra él y su loco proyecto de lucha a
ultranza se ha tramado una conjuración que, sin llegar a conse-
84
guir plenamente su objetivo, ha sembrado el pánico entre los
altos mandos alemanes, fieles al Führer. Finalmente, el cuadro
conclusivo de la retirada germánica en Francia: las fuerzas an-
glo-americanas, después de haber desembarcado en las costas
francesas y de haber ocupado la famosa empalizada atlántica y
toda la Bretaña, se dividieron en tres columnas y se dirigieron
hacia el corazón de Francia, hacia las fronteras de Bélgica y de
Alemania y hacia Italia. Al mismo tiempo, otras tropas desem-
barcaban en Marsella con el claro objetivo de encerrar entre
dos fuegos a las fuerzas alemanas, completamente dislocadas,
y deshechas en el Sur de Francia. Los alemanes abandonaron
Marsella (y a los soldados germanos les sustituyeron inmediata-
mente los aliados) y se dirigieron a marchas forzadas, en preci-
pitada fuga, hacia Lyon, donde se encontraron con los ejércitos
que procedían del Norte (Bordelés y Alto Garona).

En esta trágica retirada, ciudades como Toulouse y Narbo-


na sufrieron gravísimas pérdidas, y los mismos alemanes per-
dieron, entre muertos y prisioneros, casi un millón de hombres.
Siguen otras cuartetas de extraordinaria importancia, porque
contienen la descripción de los hechos que determinaron la
caída del fascismo, la lucha de los partisanos y los sucesos que
acontecieron después.

En esta época a situación de la guerra en Italia era tal como


la describe Nostradamus: desembarcos de los aliados en Sici-
lia que habían determinado la fuga y el abandono de las zonas
costeras de la isla por parte de la población para dirigirse al
interior y hacia el continente; desembarcos en Córcega, Cerde-
ña, Nápoles y Salerno con ocupación de toda la Italia meridio-
nal, en tanto que la población huía en gran parte hacia el norte;
gran carestía de alimentos y hambre en todas estas localidades,
agravada por una epidemia de tifus (peste) y por las inevitables
tragedias que siguen a una ocupación por parte de una fuerza
bárbara (no olvidemos que con los ingleses y americanos había
también marroquíes y tropas de color), sin olvidar los efectos
85
derivados de la falta de higiene.

Un nieto ocupará el trono por la decisión de dos casas bastar-


das; será él quien doble la enseña del fascio lictorio a causa de
las envenenadas saetas disparadas contra el mismo fascio. Éstos
son, en resumen, los acontecimientos que determinaron la caída
del gobierno de Mussolini el 25 de julio de 1943.

En cuanto al nieto, Víctor Manuel III, que subió al trono en


1900 cuando el anarquista Bresci (de origen desconocido) mató
a Humberto I, a él, dice Nostradamus, corresponderá la misión
de derribar al fascismo.

Y pasemos ya a los últimos días de la guerra en Italia. La des-


cripción de los hechos empieza en la Centuria VIII, cuarteta se-
senta y cuatro:

En las islas los niños serán transportados,


Los dos de siete caerán en desesperación:
Los del continente serán soportados,
Nombre de pala, conquistados por las ligas abandonada toda es-
peranza.
(CENTURIA VIII, CUARTETA LXIV)

Se recordará muy bien que cuando comenzaron sobre Ingla-


terra los bombardeos masivos con las nuevas armas germanas
(que tenían como objetivo especial Londres y las regiones me-
ridionales de la isla), se decidió poner a salvo al mayor número
posible de niños.

Los dos de los siete no son otros que Alemania y Japón, habi-
da cuenta de que las naciones beligerantes en aquel entonces
eran exactamente siete: Japón, Alemania, Inglaterra, Francia, Es-
tados Unidos, Rusia a Italia. Ésta se había pasado ya de campo y
su nueva posición no le hacía temer grandes peligros; mientras
tanto, sus antiguos aliados continuaban sufriendo los asaltos de
86
la coalición. Los del continente son los alemanes, mientras que
con “nombre de pala” el vidente pretende significar Ancona. La
conquista de esta ciudad por parte de los anglo-americanos al
principio del año 1945 significó el principio de la derrota ger-
mánica, primero en Italia y luego en el resto de Europa, sin una
esperanza de reacción por parte de los alemanes.

Junto a Vasto la gran caballería,


Cerca de Ferrara impedida por el bagaje,
Dispuestos en Turín harán tal cacería,
Que robarán en el fuerte a sus rehenes.
(CENTURIA VII, CUARTETA XXVII).

Si añadimos a esta cuarteta otras dos, tendremos completo el


cuadro de la marcha de las operaciones aliadas en Italia, duran-
te el período 1944 -1945 (Centuria II, cuarteta XVI y Centuria
V, cuarteta XCIX). Mientras que la ocupación de las islas y de
la Italia meridional había tenido lugar con cierta facilidad y ra-
pidez, la invasión de las demás regiones de la península había
sido mucho más lenta; los aliados emplearon para completarla
dieciocho meses.

Nápoles, Palermo, Sicilia, Siracusa,


Nuevos tiranos, fulgurantes fuegos celestes:
Fuerza de Londres, Gante, Bruselas y Susa,
Gran hecatombe, triunfo festejar victoria.
(CENTURIA II, CUARTETA XVI).

El valiente primogénito de la hija del Rey,


Rechazará muy lejos a los Célticos,
Como si les enviara el rayo semejante desconcierto
Poco y lejos, luego profundo de las Hesperias.
(CENTURIA V, CUARTETA XCIX).

Así, Nostradamus dice que la gran masa de la caballería, es


decir, las tropas acorazadas, de los auto-vehículos y de las fuer-
87
zas aéreas que procedentes de Sicilia habían llegado en muy
breve tiempo hasta Vasto en los Abruzzos, tendrán que esforzar-
se mucho y fatigarse para alcanzar Ferrara, como si se viesen
impedidos por una enorme cantidad de bagaje (y por bagaje
puede asimismo entenderse, además de los muchos obstáculos
interpuestos por la metódica y lenta retirada de los alemanes, el
triste peso de las incontables pérdidas humanas).

Pero llegado el ejército anglo-americano a las proximidades


de Ferrara, desaparecerán los obstáculos y podrán extenderse
fácilmente por toda la Italia septentrional. Entonces, en aquella
coyuntura, se celebrarán grandes fiestas en Turín por la inmi-
nente llegada de los libertadores. Y aquellos mismos que feste-
jarán el acontecimiento darán caza a sus enemigos (alemanes
y soldados de la República de Saló) y sacarán de la cárcel de
la ciudad a los rehenes, que los mismos habían capturado, para
fusilarlos.

Los ejércitos aliados, de los que formaban parte tropas de


diversas nacionalidades, ocuparán Italia, y la liberación de este
país será acogida con grandes festejos, a pesar de la espantosa
hecatombe de vidas humanas que habrá costado. Lombardía,
Piamonte, Véneto, Emilia y Pulla (las ciudades ocupan aquí, en
esta cuarteta, el lugar de las regiones) se contarán entre las más
devastadas y destruidas por gentes célticas, es decir, por solda-
dos ingleses y sus aliados de habla inglesa, y por una falange
aguilada, es decir, por un ejército que tendrá un águila como
especial símbolo distintivo (los germánicos tenían precisamen-
te un águila como distintivo).

Todo esto acontecerá, dice el vidente, cuando Italia (significa-


da por Roma, su capital) esté bajo la autoridad y el control de un
anaano jefe británico, que podemos identificar con el almirante
Stone, el cual dominó la situación hasta el final de la ocupación
de Italia por los aliados. Los hechos, también en este punto, con-
firman lo que predijo Nostradamus: el Rey de Italia perdería, a
88
causa de la guerra, su corona y sus partidarios serían persegui-
dos y muertos cruelmente en los dolorosos sucesos de aquellos
trágicos días. Por tanto, los diferentes acontecimientos que jalo-
naron las dos guerras mundiales fueron predichos por Nostra-
damus con escalofriante exactitud.

La guerra del Golfo y otros conflictos de Oriente Medio

Bajo el contrario clima babilónico,


Grande será de sangre la efusión,
Porque tierra y mar, aire, cielo será inicuo,
Sectas, hambre, reinos, pestes, confusión.
(CENTURIA I, CUARTETA LV).

En la centuria I, cuarteta LV, Nostradamus ubica en Oriente


Medio algunos movimientos terroristas que considera sectas,
palabra que se adecúa perfectamente a todas las milicias y
facciones que han ido apareciendo en estos países, como por
ejemplo Setiembre Negro, la Organización para la Liberación
de Palestina, la Djihad Islámica o los Revolucionarios de Egipto.
En esta misma cuarteta se define la guerra entre Irán a Irak, así
como la situación global en Oriente Medio. “Habrá efusión de
sangre de gentes que viven bajo el clima opuesto a Irak, hasta
el punto que la tierra, el mar, el aire y el cielo traerán la oscu-
ridad cuando, durante el hambre, las facciones, los gobiernos
serán responsables de pestilencia y de confusión”. Esta es la
acertadísima interpretación que, de esta cuarteta, ha llevado a
cabo Fontbrune en su libro Los cometas y las profecías. Nostra-
damus describió en esta cuarteta, de una forma clara y precisa,
la guerra entre Irán a Irak. Efectivamente, ésta comenzó el 1 de
setiembre de 1980, y produjo más de 500.000 muertos. El presi-
dente Saddam Hussein, el día 17 de Septiembre del mismo año,
denunciaba unilateralmente el acuerdo firmado en Argel, con el
sha de Irán, el 6 de Marzo de 1975, mediante el cual el territorio
quedaba dividido en dos partes iguales, atribuidas a los dos
países ribereños, la vía fluvial formada por la reunión del Tigris
89
y el Éufrates, denominada Chatt el-Arab.

Desde 1980 la guerra estuvo encallada en las marismas del


Chatt el-Arab. “Pestilencia” podría hacer referencia a la utiliza-
ción de los gases por Irak, y nos hace pensar en las frecuentes
imágenes de soldados iraníes abrasados o ciegos. Desde 1980,
como todos sabemos por las noticias que de estos países nos
llegaron, el Irán bombardeó las grandes ciudades de Irak con
cohetes.

Entrará villano, mezquino, infame


Tiranizando la Mesopotamia
Todos amigos hecho de adulterina dama,
Tierra horrible negro de fisonomía.
(CENTURIA VIII, CUARTETA LXX).

Una fiel interpretación de la centuria VIII, cuarteta LXX, nos


haría pensar que, según Nostradamus, el vencedor de este con-
flicto sería Irán. Aunque luego, por la historia hemos visto que
justamente sucedió lo contrario. “Entrará miserablemente, mal-
vado, infame, tiranizando Mesopotamia”. La interpretación que
da Fontbrune de este trozo de la cuarteta es que “el jefe iraní”
tiranizará Irak (siempre teniendo en cuenta que anteriormente
Irak era Mesopotamia, entre el Tigris y el Éufrates). En cuanto a
la guerra del Golfo Pérsico, existen indicios, frases, que agrupa-
das bajo la idea del conflicto bélico mundial, fin de siglo, fin de
milenio, etc., podrían tener un sentido y hacernos creer que el
problema del Golfo estaba ya en la mente del profeta.

De hecho, la III guerra mundial podría empezar empujada


por la acción de los ejércitos árabes. No obstante, la cuarteta
XCIII de la tercera centuria es clara al respecto, y muy concre-
tamente en relación al inicio del conflicto: “Nueva ley, nueva tie-
rra ocupar”. En otras cuartetas se anuncia el final del conflicto:
“Después de la victoria (...) vencedor sanguinario del conflicto
discurseará, asar la lengua, la carne y los huesos”. (Centuria IV,
90
Cuarteta LVI).

Descubrimientos a inventos

En las Centurias nos topamos a menudo con anticipaciones so-


bre descubrimientos a inventos absolutamente inimaginables
en el tiempo en que fueron escritos aquellos versos y, desde
luego, mucho más difíciles de prever y de descubrir con la pre-
cisión con que lo hace el gran vidente.

Algunos de los inventos y descubrimientos que él describió en


sus profecías, a menudo bajo forma de auténticas adivinanzas y
siempre con el acostumbrado estilo alegórico y hermético, hoy
son perfectamente conocidos; otros, en cambio, pertenecen a
un futuro más o menos próximo, y de ellos esperamos poder
tener confirmación en los años venideros.

-El cine mudo y el sonoro

En la cuarteta décima de la Centuria I se dice:

Serpientes transmitidas en la jaula de hierro,


Donde los siete hijos del Rey van presos,
Los ancianos y padres saldrán bajo de la fosa.
Antes de morir ven su fruto muerto y grita.
(CENTURIA I, CUARTETA X).

Las “serpientes transmitidas en la jaula de hierro” son las pelí-


culas cinematográficas, enrolladas como serpientes en sus bo-
binas de hierro y encerradas en proyectores metálicos para ser
proyectadas. En estas películas han sido aprisionados los siete
colores del arco iris (los siete hijos del Rey, es decir, del sol),
para formar las imágenes, ya en blanco y negro, ya en color.

De esta manera nuestros lejanos antepasados y nuestros pa-


dres, reproducidos en la cinta cinematográfica, volverán a vivir
91
para gozar y esparcimiento nuestro, aunque reducidos a imá-
genes de muy pequeñas proporciones. Antes de su muerte, los
hermanos Lumière, inventores del cine mudo, consiguieron ver
cómo el producto de su invención (el fruto muerto) hablaba y
gritaba, es decir, cómo se convertía en sonoro el cine mudo.

-El aeroplano

La voz oída del insólito pájaro


Sobre el canal del respirable plano:
Tan alto verá del trigo la medida,
Que el hombre del hombre será antropófago.
(CENTURIA II, CUARTETA LXXV)

Se oirá la voz de un insólito y desconocido pájaro sobre el ca-


nal del respirable plano. Entonces la medida o precio del trigo
será tan alta que el hombre se convertirá en antropófago del
hombre. He aquí nuestra exégesis: cuando se oiga el caracte-
rístico zumbido del motor de los aviones (que el propio Nos-
tradamus, en su carta a Enrique II, describe como un “huy-huy”
prolongado), comparado a desconocidos pájaros sobre los ale-
ros de las casas, en la parte más respirable (o en lo más alto del
aire), entonces los precios de todos los alimentos subirán hasta
las estrellas y los víveres más indispensables, como el pan, se-
rán muy caros.

-Telégrafo, teléfono, electricidad

Cuando el animal al hombre doméstico,


Después de grandes penas y saltos venga a hablar,
El rayo a virgen será tan maléfico,
De tierra tomado y suspendido en el aire.
(CENTURIA III, CUARTETA XLIV)

Cuando el animal venga a hablar al hombre doméstico, des-


pués de grandes penas y saltos, el rayo, tomado y suspendido
92
en el aire, será muy maléfico a la virgen.

Es decir, cuando el hombre primitivo, selvático, pueda comu-


nicar y hablar con su semejante civilizado desde las más remo-
tas tierras, primero a través de grandes penas y saltos (o sea:
mediante el empleo del telégrafo que transmitía rítmicamente
líneas y puntos), y después también directamente mediante un
micrófono, entonces el rayo, es decir, la corriente eléctrica (que
dañará enormemente a la cera virgen de la que se fabricaban
las velas) se tomará del suelo con hilos conductores y se sus-
penderá en el aire mediante cables y aisladores que la llevarán
a todos los ángulos de la tierra.

-La “peste” de nuestro fin de siglo

¡Oh, vasta Roma!, tu ruina se acerca,


No de tus muros, de tu sangre y substancia:
El aspro con letras hará muy horribles muescas,
Hierro afilado metido a todos hasta el mango.
(CENTURIA X, CUARTETA LXV)

La vasta Roma se ha convertido en otra capital en el nuevo


imperio, la gran potencia en el mundo occidental, los Estados
Unidos. En nuestro siglo, la guerra no saldrá de sus muros, es
decir, de sus armas bélicas, sino la sangre y el semen. El virus
fatídico se encuentra en la sangre, y la transmisión del virus se
realiza por vía sanguínea directa. Las siglas de la enfermedad
fatal son como muescas horribles o signos mortales, las cuatro
letras del nuevo terror: S.I.D.A.

La dolencia se extenderá a todo el mundo. Nadie se verá libre


de la posibilidad de contagiarse ni de sus espantosas conse-
cuencias, puesto que su vía de contagio es tan elemental como
la propia sangre que se halla expuesta a la enfermedad a cada
momento. El “Hierro afilado metido a todos hasta el mango” no
puede ser más explícito en este sentido, una frase que también
93
es posible interpretar como una alusión al grupo social que pri-
mero se vio afectado por el nuevo morbo: los homosexuales.

Las palabras de esta cuarteta hablan claramente de la caída


del Imperio. El semen, con sus portadores de vida, se hundirá en
el vacío y la sangre que da la vida, será precisamente portadora
de todo lo contrario: la sangre y la sustancia mismas serán pues
las desencadenantes de la destrucción. Éstas son las armas del
nuevo imperio, de la nueva Roma que ejerce su influencia por
todas partes pero que camina directamente hacia el desastre.
En esta cuarteta Nostradamus sentencia nuestro mundo, herido
ya de muerte.

-¿Qué sucederá mañana?

El emperador alemán acongojará a la religión y a la Iglesia.


Llenará a Italia de infinitas amarguras, derribará el castillo de
Sant’Angelo y toda la ciudad leonina.
También Francia sufrirá mucho.
El emperador se aliará con los orientales y septentrionales.
A causa de estas graves tribulaciones morirá el Papa.
Vendrá luego el Pastor Angelicas y el emperador alemán será de-
rrotado por el Gran Monarca.
(CENTURIA II, CUARTETA LVII)

Esta última profecía es de Nostradamus y está sacada de sus


predicciones en prosa; en ella puede añadírsele la contenida en
la cuarteta cincuenta y siete de la Centuria II:

Antes del conflicto el grande caerá,


El grande a muerte, may repentina y sentida,
La Nave imperfecta, la mayor parte
[nadará, Junto al río la tierra quedará de sangre teñida.
Asesinato del Papa
(CENTURIA II, CUARTETA LVII)

94
Antes de que estalle la tercera guerra mundial y caiga el telón
de acero (tal podría ser el significado de “el gran muro” que
traen algunas ediciones) Italia será invadida y el Papa asesina-
do. De este modo la nave de Pedro, huérfana de guía, quedará a
merced de los dramáticos acontecimientos que seguirán a esta
muerte, no excluida la posibilidad de un cisma; entonces el cle-
ro, simbólica tripulación de la simbólica nave, la abandonará,
echándose al mar como único medio para salvar la vida. Junto
al río (que podría ser el Tíber, si se toma Roma como sede del
papado), la tierra se teñirá de sangre.

Esta profecía se completaría con la contenida en la cuarteta


noventa y nueve, de la Centuria VIII:

Por el poder de los tres Reyes temporales,


A otro lugar será transferida la Santa Sede,
Donde la sustancia del espíritu corpóreo,
Sera repuesta y recibida por verdadera sede
(CENTURIA VIII, CUARTETA XCIX)

La guerra que se desencadenará entre tres grandes potencias


afectará igualmente al jefe de la cristiandad y el pontífice que
habrá sucedido al Papa muerto correrá a su vez un peligro muy
grave, no sólo en su incolumidad personal, sino también por la
estabilidad de su propio apostolado: la Santa Sede, es decir, la
cátedra de San Pedro será trasladada a otro lugar y sólo al final
del conflicto podrá el Santo Padre volver a Roma, la verdadera
sede destinada a albergar al representante del Señor en la Tie-
rra.

Y la profecía continúa en la cuarteta ochenta y tres de la Cen-


turia V:

Los que tengan empresa subvertir,


Inigualable reino, fuerte a invencible:
Obrarán, con fraude, noches tres advertir,
95
Cuando el mayor en la mesa lea la Biblia.
(CENTURIA V, CUARTETA LXXXIII)

Quienes se habían propuesto la obra de subversión y destruc-


ción de la Iglesia recurrirán al fraude y al engaño y a cualquier
otro medio para poder sorprender al Papa. Lo cual sucederá en
cierta ocasión estando el Papa sentado en la mesa leyendo la
Biblia. Tres serán los encargados de capturar al Papa, mediante
un engaño.

Sigue, a continuación, la Centuria IV, cuarteta treinta y tres, que


explica quiénes serán los que tiendan la trampa al Papa y por
consiguiente a la misma Iglesia:

Júpiter unido más a Venus que a la Luna


Apareciendo de plenitud blanca:
Venus escondida bajo la blancura de Neptuno,
Por Marte golpeada con la grande rama.
(CENTURIA IV, CUARTETA XXXIII)

El lenguaje es completamente metafórico: Nostradamus dice


que cuando Júpiter aparezca con plenitud blanca y esté más
próximo a Venus que a la Luna, y Venus se esconda bajo la blan-
cura de Neptuno, entonces Marte la golpeará con la blanca rama.

Procuremos explicar el simbolismo: cuando el pontífice apa-


rezca más indignado o decidido a fijar su atención más en las
naciones protestantes que en las católicas y se esfuerce en po-
ner en práctica el precepto de la caridad, entonces los protes-
tantes serán maltratados y perseguidos (juntamente con el pon-
tífice) por una muchedumbre de enemigos (que en este caso
quizá podemos identificar con los comunistas).

Dice la Centuria IX, en la noventa y nueve cuarteta:

Viento Aquilón hará partir la sede,


96
Por muros echar cenizas, cal y polvo:
Por lluvia luego que les causará más daño,
Último socorro llegar desde su frontera.
(CENTURIA IX, CUARTETA XCIX)

El viento de Aquilón, es decir, el que obligará al pontífice,


inmediatamente después de su elección, a dejar Roma, ven-
drá del Norte. Los habitantes de Roma defenderán su ciudad,
echando desde las murallas sustancias agresivas (podría evi-
dentemente tratarse de nuevas sustancias químicas, empleadas
como armas defensivas), pero de poco servirán sus esfuerzos,
porque el atacante, a su vez, los acometerá con una verdadera
lluvia de bombas que les causarán mucho más daño que el an-
teriormente experimentado.

Siguen unas cuartetas que explican y declaran el desconcier-


to general que se producirá según vayan desarrollándose los
hechos. Un personaje de gran lustre, destinado a ser muy pron-
to emperador, fingirá someterse al pontífice para simular así
su apoyo en el cisma que habrá tenido lugar en el seno de la
Iglesia y ayudar a algunos países del Este en su lucha contra la
opresión comunista. Pero luego, la rebelión de este simulador y
falsario causará gravísimo daño a la Iglesia y provocará encona-
das luchas entre sus seguidores.

Los rojos, que podemos identificar como fuerzas enemigas del


papado y de la cristiandad, se echarán sobre Roma so pretexto
de que van a restablecer el pontificado (la gran Capa), esclavo
de la anarquía y sometida al cisma. Entonces el estrago, la car-
nicería y la venganza serán tales que prácticamente no habrá
familia que no llore la muerte de alguno de sus miembros, y
los rojos asesinarán a un purpurado (probablemente uno de los
papas cismáticos).

En esta coyuntura, desde la ciudad de Roma se transmitirá


un falso mensaje para comunicar otra elección papal, también
97
falsa. Los cristianos perderán totalmente la esperanza de ver
volver al verdadero Papa y aceptarán como auténtica la versión
de quienes dicen que ha muerto; se cometerá un delito en una
capilla y el anti-papa superviviente triunfará y coronará a su
autor como jefe supremo. “La gran estrella arderá durante siete
días”: esta frase puede interpretarse en el sentido de que una
nueva arma vendrá a sembrar la destrucción y la ruina entre
los hombres; y de esta nueva tempestad (que bien podría ser
una guerra) nacerán dos nuevos personajes de gran prestigio.
Y cuando un gran pontífice logre extender sus dominios sobre
nuevos territorios, entonces los pueblos del Oriente Medio re-
accionarán violentamente.

Después de la victoria de la predicación de un engañamun-


dos, estallará otra revuelta en Alemania; dos ejércitos se unirán
en uno solo y el jefe y su hijo serán asesinados, en tanto que
sobre algunas regiones italianas se abatirán la violencia y el te-
rror como represalia.

-Holocausto nuclear

En el templo cerrado el rayo penetrará,


Los ciudadanos extenuados en sus fuertes:
Caballos, bueyes, hombres la onda los, tocará
Con hambre, sed los más débiles armados.
Sobre las picas de los fugitivos fuego del cielo,
Conflicto próximo de los cuervos jugueteando,
Desde tierra se implora ayuda socorro del cielo,
Cuando junto a los muros estarán los combatientes.
(CENTURIA III, CUARTETA VI y VII)

Posiblemente se tratará de un arma tan mortífera que podría


pulverizar cualquier edificio por sólido que fuese (hoy cons-
truye el hombre refugios antiatómicos que podrían asegurarle
la supervivencia en caso de ataques con armas nucleares) y la
palabra “templos” puede entenderse en sentido estrictamente
98
religioso, o en sentido metafórico. Además, el infernal mecanis-
mo profetizado por Nostradamus podría destruir seguramente
las armas de los enemigos en fuga; lo cual produciría una trági-
ca oleada de muerte, a la que seguiría una igualmente trágica
carestía: ésta será, dice el profeta, la única miserable arma que
va a quedar a los más débiles que sobrevivan. La nación de la
hoz creerá haber eliminado toda resistencia contra ella, pero en
realidad la satisfacción por la victoria obtenida contra todo el
mundo durará poco. Precisamente cuando se crea que todo está
perdido, entonces, “in extremis”, las naciones de Occidente se
tomarán el más completo desquite. Un sabio inventor descubri-
rá y pondrá a punto una novísima arma terrible, cuyos efectos
producirán indefectiblemente gran consternación y luto entre
los hombres. La potencia y el radio de acción de este “dardo
del cielo” serán tales que abarcarán una vastísima extensión de
nuestro planeta y, por consiguiente, no habrá para los enemi-
gos ninguna posibilidad de salvarse. Estando reunidos los jefes
para hallar un remedio y una solución para prevenir o alejar el
grave peligro que les amenaza, se abatirá sobre ellos la nueva
arma y los destruirá. En consecuencia, las tropas, sin sus adali-
des y caudillos, huirán a la desbandada y el caos político y mili-
tar desbarajustará el orden anterior de la nación de la hoz. Será
como si se hubiese llevado a cabo una masiva ejecución de los
gerifaltes enemigos.

En fin, contra las sectas de los rojos, es decir, contra los varios
gobiernos de régimen comunista, se alinearán todas las demás
naciones que se esforzarán en devolver la paz y la tranquilidad
al mundo tan duramente probado a través de tantas y tan te-
rribles guerras. Después de haber barrido el mundo con un
huracán de hierro y de fuego, no habrá salvación posible para
los supervivientes, de forma que muchos morirán por juicios
sumarísimos y cuantos maquinaron contra la verdadera libertad
morirán despiadadamente, a excepción de uno -escribe el gran
profeta-, que más que cualquier otro causará al mundo lutos,
desolación y ruinas. Esta precisión tiene caracteres de especial
99
importancia, porque permite determinar una lógica sucesión
cronológica entre las cuartetas que se refieren a futuros acon-
tecimientos, estableciendo una fundamental distinción entre las
predicciones que dicen relación con el próximo conflicto (la
tercera guerra mundial, de la que hemos ya hablado) y las con-
cretan los sucesos que señalarán el fin de los tiempos.

Este temido Anticristo, a quien se cita muchas veces en las


cuartetas de Nostradamus y asimismo en predicciones de otros
varios videntes que vivieron en distintas épocas, escapará al
merecido castigo y saltará de nuevo a la escena del mundo sólo
cuando suene la tremenda hora del fin, preludio del segundo
advenimiento de Cristo sobre la Tierra.

Veamos ahora los acontecimientos que seguirán a la definitiva


derrota de los “Bárbaros”, reconstruyéndolos a través de algu-
nas cuartetas que transcribimos:

Cuanto más esté el grande en falso sueño


La inquietud vendrá a tomar reposo:
Levantad falange de oro, de azul y rojo,
Subyugar África, roerla hasta los huesos.
(CENTURIA V, CUARTETA LXIX)

Selín monarca pacificador Italia,


Reinos unidos, rey cristiano del mundo,
Muriendo querrá reposar en Tierra Santa,
Después de haber barrido del mar a los piratas.
(CENTURIA IV, CUARTETA LXXVII)

-Tiempos de paz

Europa, tan duramente probada, podrá, al fin, gozar de un


poco de paz. El gran monarca, que tan hábil se habrá mostra-
do para conseguir la victoria sobre los enemigos de Occidente,
se mostrará también activo y eficaz en la consolación y robus-
100
tecimiento de esta paz tan difícilmente conseguida; y, gracias
a su gestión, el ansia y la inquietud que habían tan vivamente
atormentado a los hombres hasta llevarlos al borde de la más
grave ruina cesarán y la paz dominará en el mundo. Y añade
todavía el profeta que el advenimiento de esta esperada y feliz
Era no impedirá la explotación de las inmensas reservas ocultas
en el continente africano que serán aprovechadas y explotadas
al máximo, para conseguir así que todas las naciones reciban de
ello beneficios comunes.

Nostradamus escribe aquí un nombre en cuyo esclarecimien-


to han trabajado afanosa a inútilmente muchos sabios comenta-
ristas: Selin Monarca. No sabemos quién pueda ser este escla-
recido Monarca, y son válidas aquí todas las hipótesis, ya sea
que con este nombre haya querido indicar el vidente el lugar
de origen del monarca, ya se trate de un anagrama del nombre
verdadero. Este gran soberano (y la palabra “soberano” puede
admitir una más amplia interpretación, sin necesidad de que se
tome al pie de la letra, y así podría muy bien significar el jefe
supremo de una hegemonía, no necesariamente monárquica),
conseguida ya la pacificación de Italia y unificados bajo su real
mando todos los Estados, será el representante cristiano del
mundo, y después de haber limpiado los mares de los últimos
piratas, es decir, de los restos de la flota enemiga, supervivien-
tes después de la gran derrota, deseará ser enterrado en Tierra
Santa, como homenaje a la tradición cristiana. Y comenzará en-
tonces un nuevo estado de cosas, una nueva ordenación social,
como indican algunas cuartetas (Centuria III, cuarteta XL y Cen-
turia X, cuarteta XL).

“La guerra, maldición de los hombres, será finalmente sometida


por la feliz unión de los Estados; su impotencia para estallar ase-
gurará la paz”.

-Todas las naciones caerán

101
Pero los dulces y tranquilos años de paz verán pronto su fin,
si hemos de dar crédito a lo que se dice en la cuarteta cuaren-
ta y seis de la Centuria II. El primer verso dice con claridad
que, después de una gran discordia entre los hombres, se apro-
xima otro mucho mayor todavía. Del cielo caerán bombas tan
abundantes como gotas de lluvia que esparcirán mucha sangre
inocente, y otra vez la Humanidad será azotada por crueles des-
venturas que causarán lutos, dolores y pestilencias irreprimi-
bles, incluso por parte de la más avanzada ciencia médica. Esto
acontecerá, precisa Nostradamus, cuando en el cielo, por enési-
ma vez, aparezcan las estelas luminosas de los misiles. Algunos
comentaristas han interpretado esta cuarteta como si fuese una
profecía cumplida ya en la Segunda Guerra Mundial, cuando la
V1 y la V2 alemanas surcaron el cielo de Europa y sembraron, a
su paso, desolación, muerte y ruina. Pero si bien no faltaron du-
rante aquella contienda violentísimos episodios que afectaron
a muchos inocentes y a muchos pueblos indefensos, es preciso
tener en cuenta las palabras que se refieren al gran motor que
renueva los siglos y la alusión que se hace a la epidemia, que en
realidad no se declaró durante el anterior conflicto.

La alusión al fin del mundo, la referencia al ciclo histórico en el


que actualmente vivimos hace posible afirmar que este martirio
de la Humanidad, aún no ha sucedido.

Al término de la predicción, el mundo, dividido en facciones y


lacerado por graves cismas, se hallará inmerso en el más negro
y trágico caos. Las mayores capitales del mundo serán destrui-
das. La ciudad que se indica en la cuarteta ochenta y cuatro de
la Centuria III, es, indudablemente, París, cuya destrucción ha
sido también vaticinada por otros videntes, entre los cuales está
San Juan Bosco, quien en una carta dirigida al entonces Papa Pío
IX, dice:

“El Creador se dará a conocer y visitará París tres veces con la


vara de su enojo”.
102
Después de haber exhortado a los parisienses a que no des-
precien sus consejos, concluye el Santo de esta manera a pro-
pósito del destino que les aguarda: “Caerás, durante la tercera
visita, en manos extranjeras y tus enemigos mirarán desde lejos
cómo arden tus palacios, reducidas tus moradas a un montón de
ruinas y rociadas con la sangre de tus prohombres que ya no
existen...”.

Como puede verse, concuerdan los vaticinios, puesto que Nos-


tradamus afirma que la ciudad de París quedará completamen-
te desolada y sólo podrán habitarla contados supervivientes.

Se derrumbarán los edificios y la población será exterminada


con hierro y fuego y nadie se apiadará de los inermes y de los
pequeños; hasta los templos serán violados por la furia demole-
dora que implacablemente se abatirá sobre ellos. Y quienes se
libren de las armas, morirán víctimas de la epidemia que caerá
sobre la desgraciada metrópoli.

Por lo que respecta a Londres, capital de la nación que poseyó


en su día el más vasto de los imperios coloniales, Nostradamus
predice trescientos años de dominio absoluto y de próspero co-
mercio marítimo que disgustará a los portugueses. Éstos habrán
de ceder a Albión el predominio y la supremacía de las Indias.
Y llegamos por fin a la profecía que se refiere, seguramente, a la
ciudad de Nueva York, la “gran ciudad nueva” que será atacada
por un incendio que podría estar localizado en la zona de 40°
de latitud.

Esta súbita llama envolverá totalmente la ciudad que saltará


por el aire, hecha añicos; lo cual sucederá cuando se piense so-
meter a dura prueba a la gente del norte de Europa, probable-
mente los alemanes. También Roma, la ciudad eterna, se incluye
entre las ciudades que van a ser destruidas. Leemos en la cuar-
teta cien de la VI Centuria:

103
Hija de la Aurora, asilo del malsano,
Donde hasta el cielo se ve el anfiteatro:
Prodigio visto, tu mal está muy próximo,
Serás cautiva y veces más de cuatro.
(CENTURIA VI, CUARTETA C)

Esta profecía, en la que el vidente llama a Roma “hija de la Au-


rora”, ciudad que levanta hacia el cielo el anfiteatro del coliseo,
aconseja tener en cuenta los próximos desgraciados aconteci-
mientos que se avecinan: la ciudad será asediada más de cuatro
veces. Para Roma, pues, el destino no es el mismo que el reser-
vado a otras grandes ciudades: no los hombres, sino las fuerzas
de la Naturaleza, darán cuenta de ella y de su perversidad que
consistirá muy especialmente en haber violado las mismas le-
yes naturales.

Desde Sicilia, es decir, desde aquel mismo lugar donde Jasón


hizo construir sus naves, vendrá un espantoso y súbito diluvio
del que nadie podrá escapar. El terrible cataclismo hinchará
hasta tal exceso las alborotadas aguas del mar que éstas llega-
rán a sumergir toda la parte meridional de la península italiana
y la furia de los desatados elementos sólo se detendrá al pie de
las colinas donde están los restos del teatro romano de Fiesole,
en Toscana. En este punto, la profecía de Nostradamus sobre
el futuro que nos aguarda parece decir que el mal triunfará in-
conteniblemente sobre la tierra; por fortuna no será así porque
será de escasa duración su apoteosis. Se vislumbra ya la última
y definitiva lucha entre los hijos de las tinieblas, mandados por
el Anticristo y los hijos de la Luz, guiados por el Mesías.

El triunfo de la Gran Verdad Dice Nostradamus que cuando el


sol llegue al 20° del Toro, es decir, el día once de mayo, la Tierra
temblará y tragará a todos los espectadores; mientras tanto el
aire se oscurecerá y caerán sobre la Tierra las más densas tinie-
blas y Dios, con sus legiones de ángeles y de santos, arrollará y
arrumbará totalmente a la demoníaca criatura que había queri-
104
do escalar el cielo.

Acometido y atacado por el rayo celeste, el Anticristo se des-


plomará en la arena a incapaz de llevar a cabo las maravillas de
las que había osado resumir, se abismará en las entrañas de la
tierra, vencido y derrotado. La justicia de Dios se abatirá enton-
ces sobre los secuaces de Satanás y causará entre los hombres
una terrible carnicería.

De esta manera el gran nieto, es decir, el Anticristo descen-


diente de Satanás, será constreñido a dejar la Tierra para nunca
jamás volver a ella. Entonces triunfará María, Madre de Dios (a
la que Nostradamus indica como una curiosa perífrasis, siendo
“maría” el plural del nombre latino “mare”), de la cual se ha di-
cho que “las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella”.

El Anticristo, descendiente de la tribu (o califato) de Dan y su


inspirador, Satanás, temblarán ante el juicio que les espera.

Nostradamus ratifica y sanciona la fecha dé cuando va a su-


ceder todo esto: transcurridos veinte años santos o jubilares, lo
cual equivale a decir después de veinte siglos de la fundación
de la Iglesia (indicada por el vidente, como de costumbre, con
el nombre de Luna, ya que Cristo es el verdadero Sol que ilumi-
na con su luz a la Iglesia, como el caso de nuestro satélite), o sea
en el año siete mil del calendario judío, calculado a partir de la
expulsión de Adán y Eva del paraíso. Aquel año, otro retendrá
la monarquía; lo cual significa que el sol dejará de iluminar a
la Tierra; mi profecía entonces -añade Nostradamus- se habrá
cumplido.

En aquel período próximo al acabamiento del segundo mile-


nio, los muertos que estarán en sus tumbas se presentarán de
nuevo ante la presencia de Dios y las espantosas hecatombes
que tanto habrán afligido y atormentado al mundo aparecerán
como uno de los medios purificadores de los que Dios se ha va-
105
lido para realizar sus propios designios y no ya como una trage-
dia de la Humanidad, salvada y redimida. Un gran juez juzgará
los tiempos pasados, lo mismo que el presente, y pronunciará
su sentencia para los vivos y para los muertos, y todos aquellos
que no comprendieron la palabra de Dios serán por Él repudia-
dos.

Finalmente Nostradamus, después de precisar que, conscien-


tes de lo que les aguarda, los hombres considerarán. el día de
su muerte no ya como algo triste, sino como un momento de
gran regocijo y como un nacimiento a la vida espiritual, con-
cluye diciendo que el Espíritu Santo llenará de gozo y de feli-
cidad a aquellas almas que, por la victoria tan meritoriamente
alcanzada, tendrán derecho a contemplar en toda su plenitud el
esplendor del Verbo.

Lo que debe Ud. Saber para formarse su propia


opinión.

-La independencia de los Estados Unidos.

La hermana de las islas Británicas,


Quince años antes que su hermano nacerá,
Por su promesa demuestra ser cierta,
sucederá al reino de la balanza.
(CENTURIA IV, CUARTETA XCVI)

La interpretación de este escrito asegura que “la hermana de


las islas británicas” de estos versos corresponde a los Estados
Unidos, colonia inglesa que se convirtió en república indepen-
diente en 1776. El último verso alude a que Estados Unidos su-
cedió a Gran Bretaña en el reino del poder mundial, hecho que
ocurrió en el Siglo XX.

-Asunción al poder de Adolf Hitler.

106
De lo más profundo del Occidente de Europa,
de gente pobre un niño nacerá,
que por su lengua seducirá a las masas,
su fama en el reino de Oriente más crecerá.
(CENTURIA III, CUARTETA XXXV)

Si bien mencionó frecuentemente varios sucesos relaciona-


dos con el ‘führer’ y hasta incorporó anagramas como ‘Hister’
en su escritura, se considera a esa cuarteta como la que refiere
directamente al criminal nazi, líder nacional socialista que llevó
a Europa a la Segunda Guerra Mundial y fue responsable del
genocidio y el horror del Holocausto.

-El gran incendio de Londres.

La sangre de los justos será demandada de Londres.


Quemados por relámpagos de veinte tres los seis.
La dama antigua caerá de su cargo alto,
de misma secta, muchísimos serán matados.
(CENTURIA II, CUARTETA LI).

Entre el 2 y 5 de septiembre de 1566 la ciudad de Londres


ardió en llamas y más de 70 mil personas perdieron todo. Lo
asombroso de ese grave episodio -del que se cree que ocurrió
por el descuido de un panadero- es que hubo seis muertes, un
número considerado bajo y “afortunado” debido a la magnitud
del fuego.

-Nostradamus y el papa Juan Pablo I (1978)

Elegido como Papa, de elegido será burlado,


Súbitamente con frecuencia emocionado dispuesto y tímido.
Por demasiada bondad a morir provocado,
Temor oprime la noche de su muerte guía.
(CENTURIA X, CUARTETA XII)

107
El papa Juan Pablo I, fue elegido en 1978, se convirtió en Pon-
tifice tras una elección controvertida. Murio a los 33 días de asu-
mir el cargo y se cree que fue asesinado, debido a la blandura
de su carácter al frente del Vaticano.

Aseguran que fue asesinado (envenenado) de noche por que-


rer combatir la maldad y la corrupción enquistadas en las altas
esferas del Vaticano (“Por demasiado bueno”).

-Nostradamus y el Sha de Persia (1979)

Lluvia, hambre, guerra en Persia no termina


La fe demasiado grande traicionará al monarca
Por el fin en la Galia iniciada,
Secreto augurio para una corta existencia.
(CENTURIA I, CUARTETA 70)

La fe de los chiitas movió la revolución (lluvia) persa. Esa fe te-


nía su origen en un exiliado iraní residente en Francia (la Galia)
llamado Jomeini. El fanatismo religioso derrocó (traicionó) al
monarca persa que tuvo que abandonar precipitadamente Irán
en Enero de 1979.

El secreto augurio para una corta existencia no tiene más inter-


pretación que la rápida muerte del Sha en jukio de 1980 cuando
estaba exiliado en Egipto. Cuando parecía que la paz había lle-
gado a Irán tras la revolución, empieza en noviembre de 1980 la
guerra entre Irán e Irack “guerra en Persia no termina”, que no
acabaría hasta 1988

-La elección del papa negro.

Clero Romano, el año mil seiscientos y nueve,


En el primer día del año habrá elección:
De uno gris y negro de la Compañía salido,
Nadie nunca fue astuto como él.
108
(CENTURIA X, CUARTETA XCI)

¿Esto ya se cumplió? Analice con nuestros últimos dos papas.

-Atentado a las Torres Gemelas del 11-S.

Cinco y cuarenta grados el cielo arderá,


fuego acercándose a la gran ciudad nueva:
al instante, gran llama esparcida saltará.
(CENTURIA XI, CUARTETA XCVII)
109
Los expertos consideran que se refiere al atentado contra las
Torres Gemelas en Nueva York, ocurrido el 11 de septiembre de
2001. Los datos que tuvieron en cuenta es que Nostradamus ha-
bla de “la gran ciudad nueva”, que sería Nueva York, y además
menciona el ángulo desde el cual los testigos vieron aquel trá-
gico ataque. Fue el peor atentado en la historia de los Estados
Unidos con casi tres mil muertos. El grupo Al Qaeda impactó
dos aviones de pasajeros secuestrados en las Torres, las cuales
quedaron reducidas a escombros.
110
-Italia y las muertes por el coronavirus.

Súbita alegría en súbita tristeza,


Será en Roma en gracias abarcadas,
Luto, gritos, llantos, lágrimas sangre excelente regocijo
Contrarias bandas sorprendidas y deshechas.
(CENTURIA X, CUARTETA LXXVIII)

¿Esto está pasando en Roma (Italia) con el coronavirus?

No todo lo que se dice es cierto.

En medio de la pandemia mundial, no sabemos quién y con


qué propósito empezó a divulgar una cuarteta que le atribuye a
Nostradamus, esta cuarteta dice:
Y en el año de los gemelos (20-20) 
surgirá una reina desde el oriente (China)
que extenderá su plaga (el virus)
111
de los seres malos de la noche (murciélagos)
a la tierra de las 7 colinas (Italia)
transformando en polvo (muerte)
a los hombres del crepúsculo (ancianos)
para terminar en las sombras de la ruindad (colapso económico
global).

Bueno debemos iniciar nuestra opinión, manifestando que no


se indica la centuria y cuarteta, ya que ese era el estilo de Nos-
tradamus. De otra parte he buscado en las diez centurias publi-
cadas el texto y no lo hallo.

CENTURIA I - Fue impresa por primera vez el 4 de Mayo de 1555


en Lyon por Macé Bonhomme. La primera edición contiene el
Prefacio a su hijo César y 353 cuartetas (Las Centurias I, II, III y
las 53 primeras de la IV).
CENTURIA II - Fue publicada en 1555
CENTURIA III - Fue publicada en 1555
CENTURIA IV - Las primeras 53 cuartetas aparecieron en 1555.
La centuria completa se publicó en 1557.
CENTURIA V - Fue publicada en 1557.
CENTURIA VI - Fue publicada en 1557
CENTURIA VII - Contiene solo 42 cuartetas publicadas en 1557.
Las dos últimas no aparecieron hasta en 1568.
CENTURIA VIII - Fue publicada en 1568. El libro que contiene
las Centurias VIII, IX y X viene acompañado con la Epístola a
Enrique II.
CENTURIA IX - Fue publicada en 1568
CENTURIA X - Fue publicada en 1568

Con lo manifestado, sería suficiente para concluir que la cuar-


teta apócrifa es falsa, más aún si tampoco se menciona la cen-
turia.

Por otra parte, esta falsedad manifiesta que Nostradamus lo


predijo en 1555
112
Como ya indicamos hasta 1555, solo se habían publicado las
tres primeras centurias, y en ellas no existe el texto materia de
nuestra opinión, así como tampoco en las siete centurias restan-
tes que se publicaron entre 1557 y 1568.
113
En 1982, los periodistas italianos Enza Massa y Roberto Pi-
notti se hallaban en la Biblioteca Nacional Italiana de Roma,
cuando se encontraron con un sorprendente descubrimiento, un
manuscrito de 1629 titulado “Nostradamus Vaticina” (su nombre
completo es “Vaticinia Michaelis Nostradami de Futuri Christi
Vicarii ad Cesarem Filium D. I. A. Interprete”).

Michel de Notredame, el nombre del autor, aparecía anotado


en el interior de aquel libro que consta de 80 páginas ilustra-
das. Este códice, que nunca fue publicado con anterioridad por
Nostradamus, fue legado a su hijo César. Como se adivina por
un epílogo inscrito en el libro por los bibliotecarios de la Or-
den de los Cartujos, más tarde César regalaría el manuscrito
al cardenal Maffeo Barberini (1631-1685), que posteriormente
se convertiría en el papa Urbano VIII. Pasaron 400 años hasta
que el libro fue rescatado del olvido. El documento puede en-
contrarse en esa misma biblioteca con el título “Fondo Vittorio
Emanuele 307”.

114
Conocido como “Vaticinios de Nostradamus“, este libro es
considerado a menudo como el libro de profecías finales refe-
rentes al fin del mundo tal y como lo conocemos.

115
Las crípticas ilustraciones que aparecen en él varían de lo
extraño a lo bizarro, con imágenes de papas, decapitaciones,
extrañas criaturas, objetos simbólicos, cartas, estandartes cru-
zados, cornetas, velas o incluso tres estilos de escritura. Algunas
de estas escrituras parecen formar figuras similares a números
romanos o referencias ocultas a nombres personales.

Como se sugiere en varias inscripciones añadidas, estas ilus-


traciones fueron inspiradas por las profecías papales del abad
Joaquin de Fiore, un monje calabrés cisterciense del siglo XII.
Basándose en sus predicciones bajo la Apocalipsis de San Juan,
Joaquin da Fiore indicó que el apocalipsis empezaría en el año
1260.

Bueno pues, en este tampoco encontramos el texto materia


116
de nuestra opinión, así como tampoco ninguna ilustración de un
símbolo que se asemeje al coronavirus.

La cuarteta que circula en las redes es un fake news o fake pro-


phecy, que imitando el estilo de Nostradamus, pretenden hacer
creer como cierto un nuevo “acierto” del autor de las profecías.

Quien sí parece haber predicho al coronavirus hace siglos es


el llamado Nostradamus chino, que se llamaba Liu Bowen, que
vivió en el siglo XIV (1311-1375). Este fue un sabio de la Dinastía
Ming que profetizaba hechos futuros al estilo de lo que hacían
sus homólogos Zhuge Liang y Shao Yong. Liu dejó la Songbing
Song, la inscripción del monumento a la Pagoda Jinling así como
la inscripción del monumento a la Montaña Taibai.

117
Liu es noticia ahora, debido a que dejó una profecía sobre la
epidemia de coronavirus de Wuhan. En un poema sobre LOS
AÑOS DE LA EPIDEMIA DEL CERDO Y LA RATA, que dice:

“Si preguntas cuándo llegará la plaga.


Yo diría que en invierno, alrededor de septiembre y octubre”.

“Uno se preocupa de que los cadáveres queden desatendidos,


y uno se preocupa por la dificultad de pasar del año del cerdo al
año de la rata”.

Esta predicción de la epidemia se ha dado -en función del ca-


lendario lunar chino- a finales de 2019 -año del Cerdo- y 2020
-año de la Rata- y de lleno en el paso del uno al otro. El primer
paciente diagnosticado de coronavirus de Wuhan fue el 1 de di-
ciembre de 2019, sumando al periodo de incubación de 14 días,
la persona probablemente se infectó a finales de noviembre,
esto es el pleno mes de octubre, bien todo esto coincide.

El coronavirus, pese a que las autoridades chinas sabían de


su existencia, no se anunció hasta pasadas dos semanas de su
conocimiento, por lo que la expansión es tremenda y terrible.

Liu escribió:

“Uno se preocupa por el inicio del desastre en Huguang (una


región de China que incluye a Hubei), que luego se extiende a
todas las provincias de China”.

Como vemos nuevamente es acertado Liu, sin embargo, no es


posiblemente el único caso de un posible acierto, del que nos
enteraremos, pero sobre la materia que nos ocupamos en esta
oportunidad para dar nuestra opinión, diremos: “Nostradamus
no vaticino el coronavirus”, bueno eso es mi opinión, pero, y vos
que dice.

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