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Fecha: 17 de Marzo de 2019

Título del Sermón: ¿ Cómo tenemos que orar?

Versículo Bíblico: Salmos 103:1~5

Sal 103:1~5 1Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo

nombre. 2 Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus

beneficios. 3 É l es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas

tus dolencias; 4 El que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores

y misericordias; 5 El que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas

como el águila.

Una persona que no ora es como un árbol con raíces débiles. Los árboles

con raíces débiles se caen fácilmente cuando sopla un fuerte viento. Del

mismo modo, una vida sin oración no puede perdurar ni estar firme cuando

sopla un fuerte viento de aflicción. Para que un árbol eche raíces profundas

debe recibir suficientes nutrientes. La oración nutre nuestras vidas cristianas.

Hoy, quiero compartir con cada uno de ustedes el secreto de una buena

oración.

1. Alabemos a Dios

Al comienzo de la oración, debemos agradecer y alabar a Dios. El salmista

dice en Salmos 22:3:


Sal 22:3 3Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel.

A Dios le gusta recibir nuestras alabanzas, y él habita en medio de ella, por

lo que debemos alabar su nombre para experimentar su presencia. Nosotros

tenemos que alabar y agradecer a Dios, porque él nos hizo a cada uno de

nosotros. Somos criaturas de Dios, y él es digno de recibir toda gloria y

alabanza.

También, debemos alabar la salvación de Dios dada por amor hacia

nosotros. Dios envió a su hijo unigénito para que sea crucificado, y salvar a

cada uno de los pecadores de este mundo. Siempre tenemos que pensar

en el amor de Dios, y agradecerle en todo momento.

Dios es nuestro Padre. En Gálatas 4:6, dice:

Gal 4:6 6Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu

de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!

Dios nos hizo hijos suyos, y permite que le digamos “Padre”, y cada día

guarda nuestras sendas.

Nosotros siempre debemos agradecer y alabar el amor de Dios. Al elevarle

acciones de gracias y alabanzas estamos honrando a Dios.

En Salmos 50:23, dice:

Sal 50:23 23 El que sacrifica alabanza me honrará; y al que ordenare su

camino, le mostraré la salvación de Dios.


En 2Crónicas capítulo 20, vemos cuando Judá fue invadido por su enemigo,

y Josafat, rey de Judá, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová

mientras salía la gente armada. Y Jehová puso contra sus enemigos unas

emboscadas entre ellos mismos, y se mataron los unos a los otros.

La alabanza tiene un gran poder. Cuando alabamos a Dios con todo nuestro

corazón y profunda sinceridad, la alabanza se convierte en una oración y

sube hasta el trono de Dios, para luego respondernos cada una de nuestras

oraciones.

Asimismo, cuando oramos y alabamos a Dios todas las ataduras que

bloquean nuestras oraciones son desatadas y reprendidas. Al cantar

alabanzas desaparece todo rencor, ira, enojo, miedo y ansiedad. También

desaparecen las dudas sobre si realmente Dios responderá. Por lo tanto,

cuando oramos, primero debemos reprender a todas las huestes malignas

que bloquean el paso de nuestra oración.

2. Arrepintámonos de nuestros pecados

Nosotros debemos orar en arrepentimiento. Si queremos presentarnos

delante de Dios debemos arrepentirnos de todos nuestros pecados. El

pecado es una pared que nos divide y aleja de Dios. Muchas personas

piensan que si solo acuden a Dios y simplemente lloran y lloran, recibirán

las respuestas por parte de él, pero esto es una muy mala idea.
Si hay un muro de pecado, como la desobediencia e incredulidad, entre Dios

y el hombre, no se podrá recibir las respuestas de las oraciones.

Nosotros podemos ir al Padre si nos arrepentimos de nuestros pecados y

creemos en Jesús. En Isaías 59:1~2, dice:

Is 59:1~2 1He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar,

ni se ha agravado su oído para oír; 2 pero vuestras iniquidades han hecho

división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar

de vosotros su rostro para no oír.

Por lo tanto, por medio del arrepentimiento tenemos que derribar todo muro

de separación. Dios se alegra cuando nos arrepentimos y somos limpiados

del pecado. En 1Juan 1:9, dice:

1Jn 1:9 9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar

nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

También en Isaías 1:18, dice:

Is 1:18 18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados

fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos

como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.

En este mundo no hay nadie que esté libre de pecado y sea justo. Solamente

en el nombre de Jesús somos perdonados, por lo que cada día debemos

arrepentirnos y purificarnos por medio de la sangre de Jesús.


Toda persona que se arrepiente de sus pecados puede presentarse delante

de Dios. Si nos arrentimos y somos lavados por la sangre de Jesús,

podemos avanzar hacia el trono de Dios.

3. Clamemos por nuestras necesidades

Si nos arrepentimos y alabamos a Dios, el próximo paso es clamar por

nuestras necesidades. No sé si habrá persona que piense que Dios conoce

todas las circunstancias y necesidades, y que él resolverá todos los

problemas sin que se le pida. Sin embargo, Jesús dijo en el evangelio de

San Mateo 7:7~8, de esta manera:

Mt 7:7~8 7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.


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Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama,

se le abrirá.

El Señor da cosas buenas a todo aquel que le pide, no así a los que no le

piden, buscan ni llaman.

Muchas personas buscan la llenura del Espíritu Santo. Si uno quiere ser

lleno de su presencia debe orar y clamar con todo el corazón. Cuando

oramos a Dios debemos orar con un corazón sincero, clamando por lo que

queremos. Si le decimos “Dios, si quieres me das, si puedes”, si oramos de

esta forma no recibiremos ninguna respuesta de parte de él.


No podemos experimentar la obra y los milagros de Dios si no creemos

completamente en él. Al orar debemos hacerlo creyendo y teniendo una fe

absoluta en Dios. Si hasta Jesús, en el Getsemaní, oró con todas sus

fuerzas, hasta su sudor era como grandes gotas de sangre, cuánto más

fuerte y fervientemente nosotros debemos orar a Dios.

Las personas que desean que Dios les escuche sus oraciones oran con

todas sus fuerzas y con un corazón sincero pidiéndole a Dios.

Cuando nosotros oramos, Dios se manifiesta. Si estamos en medio de

problemas, oremos a Dios para que él se manifieste. Por medio de la oración

busquemos la ayuda de Dios para vencer toda situación de nuestras vidas.

Cuando oramos y pedimos a Dios, él se manifiesta a través de su gran poder.

Entonces, ¿ Hasta cuándo debemos orar? Hasta tener paz y alegría en

nuestros corazones. Cuando llega la respuesta de Dios, toda ansiedad,

miedo, temor, aflicción e inseguridad desaparecen de nuestros corazones,

y se llena de paz, gozo y alegría. Cuando la paz y la convicción están en

nuestros corazones, es momento de terminar con la oración de petición, y

en lugar de pedir, elevar acciones de gracias en oración.

4. Agradezcamos a Dios

Concluir nuestras oraciones con acción de gracias es creer que Dios ya ha


respondido nuestras oraciones, admitirlo y confesarlos por nuestros labios.

En San Marcos 11:24, dice:

Mr 11:24 24 Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo

recibiréis, y os vendrá.

Decir “Gracias Dios” es el sello de confirmación de que él ha respondido

nuestras oraciones.

El poder orar por un problema es una bendición. El orar todos los días por

un problema es que Dios ha dejado un espacio libre para que recibamos su

bendición. Dios nos da problemas para que cada día experimentemos sus

buenas obras y crezcamos en la fe.

La oración es el arma que destruye las obras malignas del diablo. La oración

es la llave para abrir el reino de Dios. No nos rindamos ante las situaciones,

al contrario, oremos a Dios. Oremos con todas nuestras fuerzas y nuestro

corazón, teniendo fe de que Dios obrará, y de esa forma glorificarle a través

de nuestras vidas.

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