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publicada baJO la dirección de
MAURICE CROUZET
Inspecto r gene1'al de Insti'UCción Pública de Frnnria
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VOLUMEN 1
ORIENTE Y GRECIA
e o l 'I'HIBUJDO A ESTE VOLUMEN
ANTIGUA
11 1 1111 "'' l'l•lli•: I.I .Ó. Introducción
Introducción por
EDUARDO RIPOLL PERELLÓ
Profesor de la Universidad de Barcelona
EDICIONES DESTINO
BARCELONA
·p ru BAP T ~ N c•l exten so territorio que actualmente se designa con la cómoda expresión
1 ,1 ele Próximo Oriente, se desarrollaron las dos más grandes y antiguas ci-
v •l iznciones que vivieron en la periferia del Mediterráneo. En Egipto y
~ lVI I 10 JE , ] tJp Ll\ L_~ f, opolamia aparecen las primeras creaciones impresionantes por el esfuerzo
l11111t1uw que atestiguan.
D L PRÓ 1 10 l{l 1
¡ u 1o ••1a In que hay que reconocer una dificultad real Al mismo tiempo que
.1, '" '" íu y mejoraba su técnica agrícola, el hombre tuvo que dominar el agua,
lu c l1111 contra su exceso, a veces tan nocivo como su escasez, hacer retroceder
• 1 l'""''"w y el desierto, abriendo y cuidando una red de canales de drenaj o
d. 1 1 1 ac·icín. En suma: conquistar la tierra para obligarla a una disciplinada
f, 1 11l1dncl .
l'nna una labor de esa amplitud, la acción individual estaba condenada a
l11 '"l'olc-ueiu. El hombre no habría llegado a nada eficaz si no se hubi ru
.. , ,,.,, •.,,n .lo c·on sus vecinos en amplias comunidades y no hubiera dado u ·Alas
, .. , .. ' ltliC'Ium politica y social apta para coordinar el estudio, la realización
, • 1 .1 i , f,· ulc~ ele las obras de interés colectivo. Si no propiamente jefes en sen-
' .lo tuililar, en lu práctica le eran necesarios guías y conductores lo suficiente-
'"' u le ••·H pol aclo para que su autoridad no fuese sin cesar puesta a discusión.
1,,. uc-cc·t-~idud y el provecho de tal obra pacífica no constituyen verduclcs
d. 111c · uwutc ~ tun inmediatas como las de la unidad de acción contra un ene-
'" l'"· l'c •t n, por olTa parte, ]a guerra no es nunca permanente, mientru que
t. htt~utlclc• fuc ·nu clelluhor·co se repite cada año, siempre renovada, conso]iduclu
LAS CIVILIZACIONES IMPERIALES DEL PRóXIMO ORIENTE LAS CIVILIZACIONES IMPERIALES DEL PRóXIMO ORIENTE
y m ejorada. Para dar órdenes y hacerse obedecer en este terreno, los guías tu- ura a superioridad aplastante sobre sus vecinos. Estos dos países, pues, posey -
vic":ron necesidad de una autoridad especialmente fuerte. Ésta sólo pudo sur- 1011 m uy pronto medios de conquista y de dominación exteriores.
~ ¡ r c1e un haz de creencias religiosas que impusiese al hombre una sumisión
Sin embargo, en la práctica los usaron eri forma desigual. La necesidad de ,
lotul, una reducción considerable, e incluso el aniquilamiento, de su actividad nHc·gu rar su orden interno, sometiendo progresivamente nuevos pueblos fu ,
iuclividual y su fusión en una masa de trabajo disciplinado. pm· ejemplo, menos permanente para Egipto que para Mesopotamia. Se pucd
Tres fueron, pues, los factores que en Egipto y en Me- ,. .. ¡ (~xplicar, dejando aparte la psicología, que lo que es tentador llamar "im-
El m isterio de estos
sopotamia dejaron sentir conjuntamente su in fl uenc1a:·
pni ulismo", no domina de una manera continua en la historia de Egipto. Y sin
éxitos
sin duda, en primer lugar, las condiciones naturales, pero • ... !.argo, el país estaba obligado por la geografía, primero a realizar su uni-
utiliza das por una organización colectiva estrechamente ligada con la religión. d ncl , e inmediatamente a vigilar los desiertos limítrofes a fin de disfrutar ma
;, ( :úrn o estos dos últimos factores, humanos ambos, aparecieron y cómo se ge· • nlm u de ·la prosperidad de su valle. Fuese como fuese le era ~ecesario con-
nc ~ mli z aron hasta el punto de adquirir una fuerza tan grande? He aquí el gran ' e 11 ir·¡.¡e y continuar siendo, territorial y demográficamente, un gran Estuc1o,
mi Hie r·io, probablemente insondable para siempre, pues el nacimiento de una pu•·H lo era ya por definición y por poco que quisiese serlo.
n · li ~ i ó n es irreductible con la convicción de una utilidad material, que no es El Próximo Oriente ofrece la particularidad, sin analogía en el resto de 1
•mfic·ie nte para justificar la aceptación duradera por las multitudes de una obli- 111u nd o mediterráneo, de que el principio de las grandes civilizaciones vu tw-
gue ión, a veces muy pesada. ,, ., ldo en b reve plazo por la aparición de los "imperios". Tomados en sí naiH-
J...o que hace este misterio más impenetrable y aún más emocionante es que .. ,.. o considerados en el conjunto de la historia, los dos hechos no estún no-
tH~ tra ta no de una sola, sino de dos apariciones aproximadamente contemporá- •' '" .. in mente relacionados: en otros lugares o en otros momentos se cono<~c · u
n eas. La civilización egipcia y la civilización mesopotámica aparecen consti- • '' d 1:r.n(·iones muy importantes que se desvanecen en la fragmentación polític·u,
tu iel as, e n sus rasgos fundamentales, algunos siglos antes del final del IV mi- ' · v1c·c·vcrsa, grandes imperios en los que la civilización queda muy atru Huclu .
lc·nio, h aci a el 3.200 a. de J. C. Actualmente es imposible decir cuál de las dos J', 1u In t:oincidencia cronológica existe en el Próximo Oriente. Lejos de rcpn -
pn·c·ecli ó a la otra. Por otra parte, aunque se descubriera la anterioridad de , .. , ,. , c·n él u n encuentro fortuito, responde seguramente a una relación muy
uua el e ellas no podríamos llegar a la conclusión de que existiese una imitación
' " ' 11 ,. •
ele ~ la anti gua por la moderna. Ambas presentan más de un carácter común,
1•: 11 eHtos primitivos períodos, el esfuerzo colectivo de la población, tunlo
JWJ"O tanto en sus sistemas religiosos como en sus respectivas organizaciones ' " ' 1 H H J H~do cultural como en el de la aglomeración territorial, fue, a la ve rr.,
po 1í 1ico-sociales, de la misma manera que en la relación entre la religión y la 111111 • nuHn y u n efecto. De estas civilizaciones y de estos imperios, pu stoM cm
autoridad es ta blecida, se manifiesta más de una oposición fundamental. Los In · 111 ele · HU decadencia, siempre quedó alguna cosa de lo que habían siclf• e u
df·etos prácticos de sus métodos para la valorización agrícola del país son u 1111 •c·rac ~H, puesto que, en el desarrollo ulterior de los tiempos antiguoM, e 1
unúlogo por no decir idénticos. Pero la vida económica en sí misma, conside- 1', m•mu ( )ri('nte conservó siep1pre su original fisonomía. Por una parte ül li-
ru cl a c· n su conjunto, reviste formas muy diferentes en Egipto y en Mesopota- t ... ,¡, nnollo de la personalidad individual ha sido en él difícil. Mat rialnwn-
m iu. Se trata claramente de dos civilizaciones originales, nacidas separadamcn- '' • 11 ... ~.c• u del número total o de la densidad de la población, una uuiclucl
lé·, Hi n transfe ren cias ni copias entre una y otra, sino con simples adaptaciones
'"'"'""" c·cm tuha m uy poco.
de det alle. Cada una de ellas, en su área propia, postula para algunos cente- ln1nlrawnte t ambién el hombre se confundía con las masas. Todo oc·~tniú
raaa·c·H ele miles de hombres, la aceptación íntima de un conjunto de doctrinas, 11 1111n , In pn·s ión exterior de éstas hubiera sido suficiente para difit·uh su· e 1
c·u yu dl ('a ·i a, notable p ero incierta antes de su aplicación, no podía ser demos- " " '', •nuc ralo ele l a p ersonalidad: es difícil evitar que el reclutamiento fíHic·o
' n tclu previ amente y sobre la cual, sin embargo, se edificaron estas culturas. 1' " • • 1 ••·ul..-j() o p a ra el combate comunes, no lleve parejo como con~:~e<: uc·rwin
Así, misteriosa y precozmente elaboradas, las civilizacio- 1 '•' lu1nu1ic· uto int electual y moral. Por otra parte esta región fue sie mpre· In
l .n vocn_cián imperial nes egipcia y m esopotámica, por el mero hecho de su
d t•l I•nh:im o Oriente , • u ti, c·lc·cT icín (le los grandes estados territoriales. Los jefes politico¡.¡ JHII'c ~
existen cia, por los recursos materiales que permitían " "" hn lw•· podido r esistir aquí la tentación muda de los amplios hori:r.oulc•H,
nrnw c·ar del suelo y acumul a r, por la coh esión interna que postulaban y <Juc· 1 '" ..... l.o, cpw impusie ron un sueño ilimitado d e conqui sta unive rsal u locluH
HU c:xito n~ forzuba e ntre los pue hloa •1ue la practicaban, aseguraban a éstoH 1 , ' l"' te • n a··íu n HUH llanuras y traspasaban los istmos o 1oH pU!;Os ; hn Hin e 1
54. LAS CIVILIZACIONES IMPERIALES DEL PR6XIMO ORIENTE