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‘Manual de Ciencia Plies [icin de Rafael del Agata 4.4006 el canictery la forma de hacer las lyes, que engloban buena parte de os derechos que en la tabla anterior figuraban bajo el rorulo de «derechos procedimencales: las leyes deben set minuciosamente fedactadss, no deben ser couoacivas en so aphneién, el peincipio Ade mull rimen, rll poona sna lege, no deben ipo castigo ‘rucles ¢ inasuales, Is prohibicign —en alguns sisemas— de la ‘pena demuerte, ono delegarpoderes discecionales mal definidos 0 “Todos estos rasgos o dimensiones del concepto Estado de dere cho haéria que clevarlas una dimensin superior en la qu a uto- oma privada de los iudadanos, sobre la que se proyectael sectido limo de esta insiucién, se conecta alo que bien padeiamos calif ‘ar como suautonomie iblica, exo es, ala definiién que Ie cude- yest bb lismado a conduc en un fruro inmodiato —y al menos en bue~ ra parte dela Europa occidental al «socialism y, ms adelante, al scomunismos. La pretensién dlcma del socialism centficor tmatxiano no era otra que demostrar que la victoria del eproleraria do» sobre la wourpuesian, y Ia consiguient apropiacién, por el eon junto de a sociedad, de los medios de produccion, eran inevitable y ‘debian poner fin auna historia austada desde siempre ala lucha de aves, sLa barguesian,afirmaben Mare y an compasero Friedrich Engels (1820-1895) en el Manifesto comamista, sproduce sus pro- plos enteradores. La caida dela bungeesiay Ia victoria del prolets- Fado son por igual inevitable, 2 Hal mateo deo vis, pln ene uraimporuanca ‘menor: se wata, simplemente, de uns emanacign de war relacionet de producciénso, en un terreno mis preciso, de una rampa uedida por la burgvesfa para preservarsu condiciéa de privlego. En esa misma linea, ln concepeiGn marcana del Estado no puede ser mas dara: «El conjunto de las claciones de produccén constiruye la esxucrra econdmica de fa sociedad la ase eel sobre la cual se Jevana una supeteswuear iis y pots (3 El rmodo depo, duccin de lavde material condicians, en gener cl process fo Gil, poloco yest de a vides ‘Asis cous, Marx cuestona,nviniéndoa la isin del Exado inseea en la obva de Hegel. Menas para Hegel el Fado een uintactencia dela rtdny cl grupo humana em 4 imino, le brocraci a slse univer, Marx sootene gus la mayor me clin hay que presacl ala sociedad: el Estado, se ters coupes teucttte que nace ded, dabesubordnase ata soteda, no a ‘eve soda vex que ese cr tim en donde se hncen tlt Tat ‘lactones mares Sila mayora de los pensadores america ‘Marx parecian pensar qu el pereccionamiento del Estado cr on signa inequivoco de progres, Mane lo qu defender ech oenS80 ontario I ess de actbar cou el Fotado na gc at ‘clciones materials haya dstpreido los efectos malign dea divisién de Ta sociedad en dase 7 Para exlcar el exazo relieve que Marx concede aa polis, 2 su cto al Estado, debe reordasc qe su obra vio ln eno petfodo histvico pecs. Ese peiodo se caraceizé ane todo pot $08 scion prorgoninads por isralono que pacetcon suchas dla instacioesy de lar gee del vig orden y us se fsa forinsracionabe el grea de oe prnipoy dea Revacion francesa Al amparo dees iberaismo guedabandesdibuiado, pot sl opin de democac rouae an meso Cnr ade reid, 3. Enla obra de Maryse manifesta, por lo dems, dos conc tosdisdntos de Esado, Coferme al pimero, cl Estados utocon {gare como un genuine pavisito qc vive costa ela seeds ch 8 sen0 se rvean, por china de odo lor inereses de Barocn. Gi, qu en a visi de Mary ya no sla alae univers hegeana De aserdo con la segunda vison, e] Exado ve presets con on insrumento al servicio del dase dominanr End Manifere co ‘maniia, Marx y Engels se refeten al spor politcor pom el oder dc una late organizado pata opr streSien el momen. {o eo que Mars eve uena parte de su brs la case dominamte no sin problemas, brguctia, ene fuse std prolttads al gue adguiir tl condiidn, de el sucree que ol Bxtdo pasar ¢ subordinate asus ionereses “Bunge ls dos visions que acabamos de esse remiten acon derivads de la distancia existente ente el siudadano polit~ eon, supuestamencedotade de todos os derechos, el shombre eco- ‘nomied, privado, en Ia realidad, de todos ellos. Cuando esta fStvacin de desgualdad y explocain se supece —-cuando deseps- rexca, on oat palabras, el capitalism, se abria camino por fit ‘ona democracia real Mara, que es extremadamente critic, por rs ‘ones Files de comprendcr, de lademocracia formal, no descalii- a sin embargo, todas las formas de democracia, en la medida en (que defionde activamente Ia intauracin de una democraca red {Atlas cosas, So ambigedad con respeco ls vias de transforma: én se derva de la desconfianza suscitada par la elemocracia for- ral», y no de una manifieseindiferencia con respect ala sues: nw dela democracia 6. Debe subcayarse, de cualquier modo, el eaicter transiorio del primera forma extaal que, en la visiGn mariana, ved la luz twas el derrocamiento del capitalism y de la sdemocraca burgue~ sa», Ese Estado de transicion —que Marx suce lamar tadicional:cambign deberdn sacarles provecho unas tes medias que encontrarsn en log Eeador del biensttar,y en lat propuessas socialdemécratas, una activa defensa de sus intereses. ars facilitat la conscevei6a de los objetivos mencionados, muchos partidos socaldemécratas han alentado, en fi, femulas de acuer- fo socal como las vinculadas con los pactos neccarporaivos. El sad social y demoerético de derecho» —ozr0 de los cé- sminos en fos que se han eonetetado muchas vsiones socialdeméera- tas implica porlo demas, la postulacin de una economia mixta ‘ena cual se hagan sentir por igual los efectos de! intervencionismo ‘tata y Tos d= una economia de mercado cayo vigor se respets. Dejada a su bbse funcionamicoto, sia embargo, esta hima exhibe nomerosas imperfeccones que deben ser correidas por I seciin ‘seat De esta suerte, l socaldemocraci se opone con daidad als ‘isin que se he dado encalificarde eneoliberai, decid paridara dle reduciea poco mis que la nada la funciones econémicas del Ex td, Conviene recordar quel comenide del isbn scialdeméerata hhasidoanalizado desde al menos dos perspecivas, Para la primers, la socialdemocracia se contentaia con gestionar el capitalismo y conferitle un canscter ms «cvilizados, pera en mado alguno aspire: ‘laa acabar con aque, circunstancia que encontrara claro reflejo en la decisin de respetar la economia de mercado y, con ella el grueso ddelas formas de propiedad capitalsa. Seguin la segunda, ca cambio, Icocildemocracia no habrfaabandonado en modo alguna su alie- Ioiniial presence enlasreflextones de Laseae, Bernseino Kats Sy de superar el eapiaismo y abrir el earino aa constuccion de tna sociedad socialist; su aceptacion del mercado estaia supedita- da, entonces, a una panstinatransformacién de ést que abocariaen In antes mencionada apropiacién de los medios de produceién por los trabajadores. Como es fil comprender, fa primera de las pers: pectvas de andlsisidenifica un alejamienco, con respecto alas ideas ‘mucho mayor que el que se vislumbra en la Aefendidas por Mi segunda 3. En 1889 surgi la I Internacional la que se sumaron tanto formaciones politicas de aria socials democratco como otras ms sadicales. La ropeua entre unas yoxastuvo un momenro decisivo en Ja Revolucin rasa de 1917, que la postre se tadujo en la creacion sdeuna Ii Iarnacional,vsiblemence host a ios princpios hasta en- tonces defendides pola socaldemocracia. Estos se habian extendido «con eapider sin embargo, en los dos decenios anteriores al amparo Sela presencia de partidos socialdemberatas en muchos de los Pars smentes de los pases de la Europa occidental. Oxo signo vinbe del suge del scialdemocracia habla ico sa progresvavinculacisn con os sindicatos, bien istrads porl etrecha relecidn que desde siem- re mostearon los sndicats britanicosy el Partido Labora. Pero hubo que aguardar hasta después de la segunda guerea sundial para que lo partidos socaldemocratsalcanzascn su mixi- ro predicamento, fundamentalmence —de nuevo— en le Europa (ecidental Durante periodos mis 0 menos prolongados, han ere: do el gobicrno en sus respectivas pases el Partido Socaldemscrata alemsin, el ya citado Partido Laborsta britéieo, el Partido Socialis ta francés, el Partido Sodaldemécrata suzco y el Parido Socialists Obrero espafol. Todos ellos han asumido una progeesva rupraea com el wmarxismos como fundamento ideoldgicos Ia decison mit ‘Significativa al respecto fue, sin duda, la adoptada en 1959 por el Parsida Socialdemocrata aleman ens congreso de Bad Godetoerg ‘Todos han mantenido, también, relaciones solids, como anticips. ‘bamos unas lineas mas arcba, con sindicatos de cariz socaldemé- rata, Enmarcados, en soma, en la llamada Internacional Sociales, ‘odor han defendido, con mayor 0 menor ito, Ia gestacion y om” solidacion de formulas propias del Estado del bienesar. A finales Gel siglo 2% es indiseurible que la socialdemocracia, un con graves problemas de identidad, configura una de (as grandes cornientes polities que operan en el mundo desareollado 4. Blleninismo Llamaremos sleninismo» a la concepeisn se6riex que inspi, en ‘asia, la revolucion bolehevique de 1917, y considerarernos que los srepimenes de tipo sovigticor han esado vineulados, en mayor ‘menor medida, con ls ideas de Lenin (1870-1924). Desde el punta Ge visa delaceorta politica, ol leinismo exhib, de euslgnier mod, cesces rlevancis, em la medida en que se configura en torn a dos elementos que poco tienen de novedoso: por un lado, una adapta- ‘Gn del esquema determinista de Marx ls condiciones de un pais Singular, Ria y, por el otro, ldesplegue de fGemulaswjacobinase ‘que convierten en agente decsivo aun reducidoy erarquizado geu- po de eevolucionaris impregnado de una radia] confianzs en ei ‘vsion de lz historia, Eo este marco es dfidl identficar genuinas novedades concepraales ea a obra de Lenin en las de ss sepsido res, de tl suerte que el andlisis del proceso revalucionario rs, t2 imeresante para el histoiador, no lo es tanto, en cambio, para cl estudioso de las teorias politica 1, Como ya hemos apuntado, Lenin procuré levar ala peisica, ‘arajatabla, muchas de las concepciones de Mar. Impregnado de la ‘iin determinist que ee hace valer en buena parte dela obra mar~ ana, interpret que ia tarea priortariaen un pals atrasado —como ‘ra Rusa, un escenario que Marx'po consideraba adceuado para una revolucin socialsta— consistia en asumie ua ambicioso proceso de singenieria»polsca, econsmicay social; ese proceso debfa encami- ‘use a accorar el edesarrllo de as erzas productivat con ls vers puesta en generar la base material para una posterior tansicign al foialsmo. Bn loshechos Lenin apomt, partir de 1917, porlacone- truccidn de una especie de veapitalsmo de Estado» y colocs 2 la ‘abeza del proceso a un partido fésreamente organizado y jerargui- ‘ado. La supeditacion de rodo a un objetivo central de carz funda sentalmente econémico arinconé cualquier veleidad demoerstica: 1o silo fueron ilegalizades los partidos sburguesesy, sno que ozo ‘ancosucedis con las formaciones poiias de la inquierday con Ins ropias organizaciones que el -proletariado» —el puesto, ymino- fitacio, protagonista de todo el proceso— habia pueso en pic. ‘Aungue es dudoso que tomas de posicién como las anteriores encuentren jusifieacin en Ia obra de Marx, hay que convenir que “Lenin asuri6 como propias la eficas que alo largo dela mayor pace de sus taboos ealiz6 Marx del socialdemocraci y del anse ‘guitmos rechand frente ala socialdemocracie cualquier incinacion reformist, y defendi6, renee al anarquismo, la necesidad de un =E5- tado de transicions. Signo dela volntad de diferenciase de exis visiones competidoras fue la decisién de crear, en 1919, una IT Toe temacional. Eso apare, para disingurse de fos socaldemécratas, {ques menudo habian pasado a amare = xi mismos socialists los Bolcheviques acabaron por sceprar de buen grado que se les deno- 2. Hay que ser, como minimo, cautelosos, ala hora de estable- cer una ientiGcacién, evidentemente dif, entre el pensamiento de Marx y la revolucién sovitica. Conviene que recordemos, sn it mds lejos, que los regimenesderivados de a revolucion bolehcvigue a duras penas se ajastan alas concepeiones de Marx. En ellos des- punts pronto un grupo humano separado —Is burocracia— que asi a dirgic rodos los proceso, y que en los hechos margin6 a la poblacén de cualquier capacidad de decisdn, al tempo que se ser Wa de formulas ~as le que invocaba la -propiedad pabica de los medios de produccién»—que, nada igualitaras, ocultaban ss dori- nacisn. Los regimenes resultantes permitieran un notable desarro- lle eeonémico que exhibis sin embargo, un snfin de ieracionalida- des y que no abrié el camino, como se esperaba, 2 una genuine ‘ransicin al soialisman, El cardcrer nada democrtico de ios st ‘mas politicos comtibuy6 a atfcarsemejante esade de cosas, 3. Con diferentes modulaciones, la realidad que acabamos de escribir de forma somera se hizo notar tanto en la URSS como, 4 parr de 1945, on sus aliados en la Europa central y baleinica la RDA, Polonia, Checoslovaquia, Hungea, Rumania y Bulgaria) yen varios paises del Tercer Murdo (China, Corea del Norte, Vietnam Cabs, entre ozo) La agudisima criss que, en todos lox Grdenea, ppadecio Ie Union Sovitica a paride la déeada de 1970 aboed ene ‘esaparicién como Emado tras un fllida proyecto de reformay la Perestroika, en 1991, Poco antes, finales de 1989, habian caico tos "Tepimenes de tipo sovitico existntes en la Europa central y bales ics. Ets acontocimientos twvieron efectos uy clatos, pot Io de Ins, sobre muchos partidos comunistas que, en particilat en el ‘mundo occidental, se habian moscrado mde aienos prOximos ala xporienciasoviees La desaparcign del sblogue del Este» ha provocado cambios sustanciales, de efectos no failmence evsuables, en el panorama jnernacional. Ente los debates todavia pendientes de resolucion se cuenta el de la causa de fondo del feacaso de los regimenes que nos ceupan: 5 estibé en la dessin de acometer una ambicios singe- ncriae que alteraba procesos presantamente enarirales, 9 si con- ‘Ss en defectos en Ia forma de la ingenieia adoptada. En un plano parecido se diseuteen que medids lar vsione, a menudo complejs, Jnseras cn la oba de Marx se han visto refuadas por fa realidad, poco afortnads, de los regimenes de tipo sovigrco. Se debate ra Bin enfin, en qué medida esos resimenes merecian el clificstiva de scomunistase y en qué medida so desaparieién lo sido, tam- bign, dele propia idee comunisa. 5, Blanarguiome _ladjetivo vansrguico»exhibe entze norotroe un matiz despecivo y ‘un so cologuial que poco tienen que ver con una visién de cardcter ‘deoldpico o politico. No podemos decie lo mismo, en eambio, del adjetvo sanarquisssy de sy eas singnimo sliberarion, que remite que, como lajereida por wn rédico, n0implican el concurs de la eoaecién, ‘De todos los objetos de rechazo mencionades l principal es, ia

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