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Lucio Gutiérrez
To cite this article: Lucio Gutiérrez (2017) ¿Silicio en el ‘Oro Puro’? Contribuciones Teóricas y
Observacionales al Teleanálisis por Videoconferencia, The International Journal of Psychoanalysis
(en español), 3:4, 550-577, DOI: 10.1080/2057410X.2017.1649868
Article views: 1
Lucio Gutiérrez
Alonso de Cordova 5870 apt. 1205, Las Condes, Santiago, Chile -
lucio.gutierrezh@gmail.com y lgutierrez@ichpa.cl
Introducción
El desarrollo y masificación de las tecnologías contemporáneas ha permeado
transversalmente la vida social urbana, abriéndose a la creatividad pero también
amenazando con la pérdida de una relación sentida con la realidad (Turkle, 1995, 2009).
1 Original en español de la versión traducida al inglés por Yael Shubs publicado con el título Silicon in ‘pure gold’?
Theoretical contributions and observations on teleanalysis by videoconference en Int J Psychoanal (2017) 98:1097-1120.
Todos los derechos reservados. Traducción autorizada de la edición en idioma inglés publicada por John Wiley and
Sons Limited. La responsabilidad por la exactitud de la traducción es exclusiva del Instituto de Psicoanálisis y no es
responsabilidad de John Wiley and Sons Limited.
2 Original en inglés: “form of human colocation in which both individuals are present in person at their local sites,but they
are located in each other’s electronic proximity rather than physical proximity. Although positioned outside the range of
each other’s naked sense perceptions, the individuals are within immediate reach of each other through an electronic
communications network” (Zhao, 2006, p. 447)
3 Original en inglés: “may truly be a transitional space; hearing the voice of the other, repeatedly over time, while there
and not there, helps create a mental representation of the caring other” (Bassen, 2007, p. 1035)
4 Original en inglés: “some psychological functions of the office must be taken up and internalized by the patient, others
replaced by the telephone lint to the analyst, and still others subsumed under changes in timing, dosage, and quality of
the analyst’s activity and interactivity. Usually, a variable combination of all three is involved” (Leffert, 2003, p.121)
será reticente de cuestionar por la realidad de la presencia. En una línea similar, Dettbarn
(2013) plantea que el teleanálisis introduce una dimensión tercera inaprehensible, cercana
en el registro de lo ominoso. Yamin Habib (2003) ha considerado que el teleanálisis viola
los principios de abstinencia y neutralidad analítica, mientras que Argentieri y Mehler
(2003) ponen el acento en que las condiciones de deprivación sensorial provistas por el
teleanálisis resultan incompatibles con los objetivos del análisis.
5 Original en inglés: “much of what we perceive is influenced in a fundamental way by the intermodal connections
between our senses and that what we take in via one sense gets registered throughout the whole body in other sense
modalities” (Bayles, 2012, p.574).
6Original en inglés: “the subjective experience of being in one place or environment, even when one in psysically situated in another”
(Witmer & Slater, 1998, p.225).
7 Original en inglés: “the capacity of an individual to be able, without fear, to float or drift into formlessness, and
nothingness, and to have “time to be”, with an emphasis on being rather tan doing” (McDougall, 1993, pp. 215-216).
ambiente como faceta fundamental en el desarrollo del núcleo del Self (Stern, 1985). La
relación fruto del intercambio especular con la imagen de la madre es crucial en el
desarrollo de los procesos de integración (Winnicott, 1971a, pp.111-112). En el desarrollo
temprano la madre, en su rol como espejo del bebé, favorece el desarrollo de la
apercepción, la implicación de la fantasía y el reconocimiento del gesto personal del bebé.
Pero esta experiencia por cierto que no resulta solamente de un intercambio sensorial en
el registro visual. La integración del yo es un proceso que se asocia a la interrelación
psicosomática (Winnicott, 1988), lo que involucra la incorporación de los registros dados
por la sensorialidad como un todo. El bebé desarrolla una expectativa del ambiente a
través de toda una serie de imágenes motrices relacionadas con la potencialidad no sólo
de mirar y ser mirado, sino también de tocar-ser tocado, oír-ser oído, oler-ser olido, sentir-
ser sentido, y también en la integración cinética y vestibular. Ello permite el registro de
que la alteridad, en tanto viviente, ocupe un espacio para el individuo (Winnicott, 1970) y,
más aún, que modifique el modo en que el propio individuo se sitúa en el espacio. Estas
potencialidades son parte del sustrato fundamental sobre el que se asientan los procesos
de integración del yo, específicamente en lo que Winnicott (1945) refiere como
personalización y que permite la apropiación de un sentido de sí.
No obstante, no podemos asumir que el logro de estos procesos de integración suponen
que el yo haya retirado su dependencia para con el ambiente. Lo que llamamos
dependencia en el ambiente no queda definido como una condición determinada a priori
por la naturaleza de las relaciones objetales forjadas previamente al encuentro entre dos
individuos. Si bien es una importante parte de ello, también lo es la consistencia entre el
sustrato de anticipaciones pre reflexivas respecto de la presencia del otro y la realidad
perceptual, que usualmente se encuentra de modo transparente con ella. Deponer
temporalmente el yo supone todos los dominios de relación de éste, tanto con el Ello y el
Superyo, como con la realidad externa, donde la cuestión de la percepción cobra especial
relevancia.
En ese sentido, diremos, logradas las condiciones del desarrollo emocional que hacen
posible el potencial acceso a estados de no-integración, la posibilidad efectiva de hacerlo
dependerá también de condiciones ambientales específicas.
8Original en inglés: “The attitude which fitted in with the wish and the attitude which fitted in with reality existed side by
side” (Freud, 1927b, p.156)
9 Original en inglés: “without insulting the delicacy of whay is preverbal, unverbalized, and unverbalizable except
perhaps in poetry” (Winnicott, 1971, p.112)
Sugiero que de haber efectos observables, ellos dirían relación con registros de
malestares en ambos participantes al lidiar e intentar sobreponerse a la condición bi-
escindida y a las alteraciones útiles en el trabajo de simbolización asociado a la
experiencia analítica. Así, registramos una serie de malestares de terapeutas en su
trabajo con pacientes en videoconferencias, que hemos podido recopilar de modo informal
a través de conversaciones con colegas y en espacios de supervisión. Presentaremos
estas ideas como puntos de discusión y alcances clínicos de nuestras teorizaciones10.
10 Cabe señalar, en ese sentido, que estas observaciones no tienen en ningún modo algún fin probatorio o de
fundamento sistemático, sino que son sólo ejemplificadoras de algunos modos en que podrían expresarse los quiebres
de las expectativas pre-reflexivas en la práctica analítica. Son pues, exclusivamente, una ilustración del argumento
conceptual previamente desarrollado.
11 Eventualmente asuntos como la calidad, fluidez de la conectividad y el posicionamiento de las videocámaras serán
resueltos a la totalidad (probablemente incluyendo la ya avanzada tecnología de eye-tracking). Resulta fundamental
considerar que este punto en ese sentido es secundario respecto de la dificultad central derivada de la condición bi-
escindida del teleanálisis.
trabajo analítico asociadas con el feedback ofrecido por la propia imagen del terapeuta
junto a la imagen del paciente, una opción de frecuente uso en los sistemas de
videoconferencia. Ligado a los sentimientos de inautenticidad, la presencia de la propia
imagen parece fomentar el auto-monitoreo sobre la proxémica interaccional, con la
consiguiente especularización del proceso analítico, pérdida de espontaneidad en las
intervenciones y exigencia ligada a una suerte de ‘ideal’ respecto del comportamiento
verbal y paraverbal del terapeuta.
Calidad del material. El psicoanálisis hace del discurso vivo un objeto de investigación
clínica, pues el analista considera en su escucha no sólo lo dicho sino las condiciones y
formas de enunciar lo dicho (e.g. Canestri, 2000; Ogden, 1999; Reis, 2009), incluyendo
sus ritmos y cadencias (Ogden, 1999, 2005). Así, la calidad del material no viene dada
sólo por los contenidos sino por la implicación del sujeto con ellos. En videoconferencia
algunos terapeutas observan una forma de empobrecimiento del material, que recuerda
la tendencia a la literalidad y a la desafección propias a la banalización (Sami-Ali, 2000).
El material parece mostrar diversas formas de concretización y, en ese sentido, la
conversación se liga a formas discursivas más cercanas al ‘hablar acerca de’ en lugar
de ‘discurrir en relación con’.
Ejemplo 6. Al preguntarle respecto de diferencias con el análisis presencial, el analista
refiere mayores dificultades para comprender y ser comprendido por un paciente.
Piensa esto como una forma de ‘pseudo-estupidez’ en la relación.
Ejemplo 7. Una analista refiere que la conversación no cambia en los temas, pero se
hace más difícil seguirle, ‘perdiendo fuerza’.
Silencios. Otra de las formas de los malestares que vinculamos a las condiciones bi-
escindidas de las videoconferencias es que sostener los silencios conversacionales
parece resultar comparativamente más incómodo, en línea con lo expresado por Leffert
(2003) para el teleanálisis telefónico, pero a diferencia de este último sin las dudas
asociadas a la posible ausencia del analista, ya que se cuenta con el correlato visual de
éste. Para algunos terapeutas los tiempos de silencio impresionan más breves y se
acompañan de una mayor tendencia a interrumpirles a través de un decir inauténtico,
aspectos que llevan a una concretización del material que interfiere con la potencialidad
de profundizar y establecer formas más intensas de regresión.
Ilustración clínica 1
Me referiré a un paciente con el que trabajé aproximadamente tres años12.
12 Todo material clínico de pacientes y terapeutas ha sido disfrazado siguiendo las recomendaciones de Gabbard
(2000) y la American Psychological Association (VandenBos, 2000).
El Sr. A. consultó por una marcada tendencia hacia el replegamiento emocional, con
consecuencias significativas para su vida laboral y personal, y tras la sugerencia de
una colega que analizaba a la pareja del Sr. A. El padecimiento del Sr. A. me resultaba
genuino, y sentía deseos de poder acompañarlo en su proceso, por lo que
comenzamos nuestras sesiones cara a cara y a poco andar pasamos a un trabajo en
diván. Durante el análisis era frecuente que el Sr. A. expresase sentirse vacío,
confundido o perdido en relación con los objetivos y proyectos desarrollados en su
vida, momentos que se seguían en las sesiones por períodos de extendido silencio. La
mayoría de silencios me resultaban comprensibles y lográbamos manejarlos
relativamente bien. De hecho, con el tiempo El Sr. A. los nombró como “el rato para
estar conmigo”. En ocasiones, en cambio, estos silencios parecían ‘tiempo muerto’ y
mi reacción a ellos era de ansiedad e inquietud, y aun más, desinterés, forjándose en
mí impresiones de una pérdida de valía de nuestro trabajo juntos.
Las oscilaciones entre estas formas de silencios eran persistentes en el trabajo con el
Sr. A. Pero a fin de cuentas nuestra relación sobrevivía a los retraimientos. Ya hacia
fines del segundo año de análisis el Sr. A. decidió emprender con un deseo que me
había comunicado desde el inicio del trabajo analítico. Postuló a una pasantía de
especialización en el extranjero en un momento clave para su carrera. Consideraba un
logro el poder “sacar de su cabeza” este anhelo y ejecutarlo efectivamente.
Transformarlo, diría, desde un deseo fantaseado - aislado en la gratificación
omnipotente de su mente - hacia un deseo en relación con fantasía, integrado en el
vivir y el soñar como una totalidad desde la cual contribuir a su propia existencia
(Winnicott, 1971b). El Sr. A. deseaba, no obstante, continuar con su proceso analítico
y ambos teníamos la impresión que, en efecto, este no había concluido. Sopesamos la
posibilidad de que comenzara un segundo análisis en el país donde residiría, pero el
tiempo de estadía y el idioma fueron barreras infranqueables. Asimismo, la idea de
interrumpir, dada la naturaleza de las dificultades que presentaba y las ansiedades
que tenía el Sr. A., nos parecía en su momento inconveniente. Con todo, acordamos
probar la alternativa de continuar su análisis vía Skype con las mismas condiciones en
términos de frecuencia, extensión de la sesión y otras regularidades del encuadre.
Nuestros encuentros se extendieron por poco más de un semestre tras su viaje. Una
de las primeras asociaciones que trae el Sr. A. en nuestros encuentros virtuales es
respecto de las condiciones materiales que configuran la sesión. Refiere: “¿Y donde
están mis cojines? ¿Y aquí donde me tiendo, en mi cama?”. Este enunciado, en un
tono un poco lúdico, tocaba realmente un asunto serio. Aunque habíamos acordado
realizar sesiones por Skype, no habíamos definido la cuestión del paso del diván a un
trabajo cara a cara o, más bien, pantalla a pantalla. Esa omisión y el comentario a que
dio lugar nos llevó a considerar que el deseo del Sr. A. era continuar trabajando
virtualmente en una disposición que rememorase el diván. Yo me abstuve de definir la
situación y más bien exploré los intereses del Sr. A. Se le hacía pesado sostener el
trabajo analítico del modo como venía emergiendo en condiciones cara a cara. Refirió
en algún momento su temor: “eso puede echar a perder el rato conmigo”.
El Sr. A. no asistió a sus dos sesiones siguientes, aduciendo problemas de
conectividad virtual en un caso, y actividades laborales en el otro. Eso me hizo
Sobreponiéndose a la Bi-escisión
El Valor del Conocimiento Mutuo
Supongo que la serie de fenómenos asociados a la bi-escisión del teleanálisis por
videoconferencia no difiere cualitativamente si el análisis ha comenzado por
videocámaras o si ha pasado a videocámaras luego de comenzar en encuadres cara a
cara. No obstante, podemos suponer una serie de condiciones personales y relacionales
que pueden determinar la fuerza con que dichos fenómenos permean el campo entre
paciente y terapeuta.
Ilustración clínica 2
Esta segunda viñeta corresponde a un tratamiento que se extendió por aproximadamente
cinco años y que alternó el trabajo en condiciones presenciales y por videoconferencia.
La Sra. B., en sus cincuenta, consultó por un cuadro de ansiedad difusa relacionado
con dificultades vinculadas en su vida afectiva. Nuestro trabajo juntos se mantuvo en
condiciones presenciales por alrededor de dos años, luego de los cuales mantuvimos
períodos intermitentes de trabajo presencial y por videoconferencia, debido a viajes
que por fuerza suponían períodos extendidos de tiempo en su país de origen y en el
extranjero.
No podría mencionar aspectos particularmente excepcionales a un trabajo en el marco
de las neurosis del carácter. La Sra. B. mostraba alivio a su padecimiento a través de
la contención que encontraba en trabajo interpretativo sistemático, aspecto que
parecía mostrarse inmodificado en condiciones presenciales y por videoconferencia.
Ella, no obstante, se encargaba de hacer explícita su disconformidad cuando
pasábamos del trabajo presencial al remoto, y viceversa, comentando el gusto que le
generaba poder encontrarnos en la consulta privada. En una ocasión, cuando se
Asimismo, un uso del teleanálisis por videoconferencia para decir lo que de otro modo no
se diría (una declaración de odio o de amor erótico en transferencia por ejemplo),
granjeándose con ello a un analista ‘a fuerza seguro’. Esto no debe ser evaluado de modo
positivo, como lo sugieren algunas publicidades de los tratamientos vía Internet en su
protección del anonimato y su efecto des-inhibitorio (e.g. www.tupsicologo-online.es,
www.therapyworld.net). Por el contrario, el conocido efecto de desinhibición online (Suler,
2005) se basa en una diversidad de factores, incluyendo el anonimato, invisibilidad,
disociación imaginativa, introyección solipsista y debilitamiento de la autoridad, entre
otros, que indican una pérdida del peso de la alteridad como referente en respuesta al que
enunciar. Cabe preguntarse en dichas situaciones si esta desinhibición estará al servicio
del levantamiento de la represión (a modo de la indicación técnica del diván), o bien al
servicio de una resistencia que aproveche la actitud bi-escindida determinada por el
dispositivo. Si el trabajo analítico permite elaborar, y con ello sobreponerse a las
dificultades del paciente, es en la medida que el paciente toma riesgo en el decir y el
analista responde, pero no actúa, haciendo de la experiencia analítica la excepción a la
certeza de respuesta unívoca sostenida en la fantasía inconsciente (Ahumada, 1999). En
ese sentido, el hecho de que un aspecto de la posibilidad de respuesta del analista quede
escamoteado por las condiciones materiales del dispositivo (e.g. la posibilidad de contra-
actuación agresiva o seductora) puede favorecer que la fantasía prevalezca pese a la
comprensión interpretativa. No obstante, podemos suponer razonablemente que esas y
otras limitaciones pre-condicionadas por el teleanálisis sean sólo facilitaciones, y podrán
encontrar otras vías de expresión en el trabajo presencial.
Un criterio prudente, derivado de la presente tesis, refiere al esfuerzo del analista por
considerar índices que sugieran una demanda de una profunda regresión a la
dependencia en el paciente. Ciertamente esto no es algo sencillo de evaluar, y el área
para el desatino al respecto es inmensa, pero el ejercicio evaluativo respecto de este
aspecto puede brindar ciertos puntos de claridad, que de otro modo pudieran pasar
desapercibidos. No es raro encontrar casos en los que un paciente, bajo las condiciones
dadas por un proceso analítico particular, no desarrolla dicha regresión y luego, en un re-
análisis – en ocasiones incluso con el mismo analista - se da dicho movimiento. Esto no
quiere decir que el trabajo anterior no fue de valor, pero que fue de una naturaleza
diversa. Asimismo, pensamos que el trabajo en teleanálisis, sobretodo cuando es
exclusivamente virtual, hace muy difícil una profunda regresión a la dependencia, y sin
embargo puede de igual modo resultar de tremendo valor para un paciente. No todo
paciente requiere algo que se acerque al ‘oro puro’ del psicoanálisis (Freud, 1919), y en
ocasiones las aleaciones de silicio pueden andar suficientemente bien.
A veces, por ejemplo, aunque en términos generales consideremos que el teleanálisis por
videoconferencia contraviene la potencial regresión a la dependencia, la continuidad de
las sesiones a través de videoconferencia puede facilitar que, cuando vuelvan a
interacciones presenciales, se permita dicha regresión. O bien, como ya ha sido
mencionado (Migone, 2009), pueden ocurrir situaciones particulares, donde el comienzo
Comentarios Finales
La oferta de e-terapias disponibles en la actualidad promete ventajas ligadas a la
generación de un vínculo íntimo y cercano, la comodidad de la accesibilidad desde el
hogar, un menor costo económico, la disponibilidad a responder desde múltiples medios
de comunicación, y un presumiblemente favorable efecto de desinhibición para sus
pacientes. Las ideas aquí presentadas son menos entusiastas, sugieren mayor prudencia
y la necesidad de un cauteloso juicio clínico a la hora de optar por el uso de dichos
dispositivos.
Al menos en lo que respecta al trabajo desde el psicoanálisis, la tesis presentada sugiere
que la condición bi-escindida del teleanálisis por videoconferencia desmantela la unidad
aquí-ahora-con el otro en la díada analítica, produciendo condiciones proclives a una
integración forzada del yo en los miembros de la díada e interfiriendo con el acceso a
estados de no-integración como parte del proceso terapéutico. Así, diremos que no es
posible hacer un trabajo psicoanalítico complementado por videoconferencia para todo
paciente, en todo momento, ni exclusivamente a través de videoconferencia, si nuestra
comprensión de un tratamiento particular nos lleva a anticipar la necesidad de una
profunda regresión a la dependencia y el compromiso correspondiente de parte del
analista. El acento, no obstante, no está puesto en las determinaciones estructurales del
dispositivo, sino en la capacidad de cada díada analítica particular de sobreponerse, en
determinado momento del tratamiento, a la condición bi-escindida del teleanálisis. Su uso
puede resultar bien justificado para díadas analíticas donde el conocimiento mutuo y las
características personales, tanto de terapeuta como de paciente, son suficientes como
para sobreponerse a la escición, y en otros casos, justificados desde la comprensión de
las necesidades del paciente.
En ese sentido el presente texto ha estado lejos de proponer una rechazo a la inclusión
de estos dispositivos en el trabajo terapéutico. Muy por el contrario, ha pretendido
explorar sus limitaciones a fin de que su adscripción se realice acorde a un juicio clínico
informado, por sobre consideraciones económicas, prácticas o de cualquier otro orden. La
dificultad mayor, por supuesto, no está en la plataforma, sino en su uso ingenuo o
desproblematizado respecto de lo que resulta en el mejor de los intereses para nuestros
pacientes.
Restará decir, por cierto, que otros modos de comprender el sentido de la cura y los
pilares que sostienen el ejercicio del psicoanálisis podrán pronunciarse desde otros
puntos de vista respecto de las particularidades del dispositivo (Migone, 2013). Como ha
podido constatarse, las exploraciones aquí presentadas se circunscriben en
comprensiones del proceso de desarrollo emocional, el encuadre y el trabajo analítico
fuertemente orientadas por la perspectiva teórica de D.W. Winnicott, incluyendo su teoría
del desarrollo emocional y los aspectos derivados para la praxis clínica. Ciertamente otros
modos de entender la tarea terapéutica – que no reconozcan o valoren de modo distinto,
por ejemplo, el acceso a los estados de no-integración dentro de la práctica analítica -
tendrán repercusiones diversas, aspecto que en el futuro pudiere continuar enriqueciendo
el necesario debate en la materia.
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