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II.

4- La ciudad: Urbanismo proto-moderno:

Cerdà, los ensanches y la noción de “nueva ciudad”:


FRAMPTON, Historia crítica de la arquitectura moderna:
Cerdà, creador del término ‘urbanización’, proyectó en 1859 el ensanche de Barcelona como una ciudad
reticular atravesada por dos avenidas oblicuas. Él daba prioridad al sistema de circulación, en particular a la tracción
a vapor. Para él el tránsito era, en más de un sentido, el punto de partida de todas las estructuras urbanas de base
científica.
BENEVOLO, Historia de la arquitectura moderna:
En el plan de Cerdà las manzanas se estructuran como núcleos vecinales aglutinados alrededor de un
pequeño centro cívico que incluye iglesias y escuela. Los mercados se distribuyen homogéneamente por toda la
ciudad, procurando que no existan ‘zonas privilegiadas’.
Cerdà establece asimismo otros servicios urbanos como centros sanitarios y un gran parque en la margen
derecha del Besós.
El plan no se llevó a la práctica más que en lo que refiere a la estructura vial. Cerdà juzgaba como
exigencias fundamentales de la nueva ciudad el movimiento y la comunicatividad.
Wikipedia:
A lo largo del siglo XVIII y la primera parte del XIX la situación sanitaria y social de la población de
Barcelona se había ido haciendo asfixiante. La muralla medieval representaba ahora un freno a la expansión
urbana. Las condiciones de salubridad empeoraban fruto de la densidad y de la falta de infraestructuras sanitarias
como redes de alcantarillado o agua corriente. Los entierros en cementerios delante de las iglesias eran focos de
infecciones, de contaminación de aguas subterráneas y de epidemias. El orden de derribo de las murallas en 1854
especificaba que se debían mantener la muralla de mar, el castillo de Montjuic y la Ciudadela. La necesidad de
crecer fuera de las murallas era obvia.
En 1855, el Ministerio de Fomento encargó a Cerdá el levantamiento del plano topográfico del Llano de
Barcelona, que era la extensa zona sin urbanizar por razones militares. Persona muy sensibilizada con las
corrientes higienistas, desarrolló una Monografía de la clase obrera (1856), la cual consistía en un completo y
profundo análisis estadístico sobre las condiciones de vida intramuros a partir de los aspectos sociales, económicos
y alimenticios. El diagnóstico fue claro: la ciudad no era apta para «la nueva civilización, caracterizada por la
aplicación de la energía del vapor en la industria y la mejora de la movilidad y la comunicatividad» (el telégrafo
óptico era el otro invento relevante).
Uno de los rasgos más importantes de la propuesta de Cerdá, lo que le hace sobresalir en la historia del
urbanismo, es la búsqueda de coherencia para contabilizar los requerimientos contradictorios de una aglomeración
compleja. Supera las visiones parciales (ciudad utópica, cultural, monumental, racionalista ...) y se entrega en busca
de una ciudad integral.[
El crecimiento de la ciudad fuera de murallas no fue rápido por la falta de infraestructuras y la distancia con
el núcleo urbano. La Exposición Universal del año 1888 significó un nuevo impulso que permitió la renovación de
algunas zonas y la creación de servicios públicos. Pero sería el gran desarrollo de finales del siglo XIX con el
Modernismo apoyado por la burguesía que invertía en edificios para dedicarlos a alquiler, lo que haría crecer el
Ensanche de tal manera que en el año 1897 Barcelona integró varios municipios].
El plan aportó la clasificación primaria del territorio: las «vías» y los espacios «intervías». Las primeras
constituyen el espacio público de la movilidad, del encuentro, del soporte a las redes de servicios (agua,
saneamiento, gas…), el arbolado (más de 100.000 árboles en la calle), el alumbrado y el mobiliario urbano. Las
«intervías» (isla, manzana, bloque o cuadra) son los espacios de la vida privada, donde los edificios plurifamiliares
se reúnen en dos hileras en torno a un patio interior a través del cual todas las viviendas (sin excepción) reciben el
sol, la luz natural, la ventilación, como pedían los movimientos higienistas.
Cerdá defendía el equilibrio entre los valores urbanos y las ventajas rurales. «Ruralizad aquello que es
urbano, urbanizad aquello que es rural» es el mensaje lanzado al principio de su Teoría General de la Urbanización.
La magia de Cerdá consiste a engendrar la ciudad a partir de la vivienda. La intimidad del domicilio se
considera una prioridad absoluta y, en un tiempo de familias numerosas (tres generaciones), hacer posible la
libertad de todos los miembros se podría considerar utópico.
Cerdá cree que la vivienda ideal es la aislada, lo rural. No obstante, las enormes ventajas de la ciudad
obligan a compactar, esencia del hecho urbano, y a diseñar una vivienda que permita su encaje en un edificio
plurifamiliar en altura, y disfrute, gracias a una esmerada distribución, de una doble ventilación por la calle y por el
patio interior de la «manzana». La caricia del sol está asegurada en todos los casos.
En el plano propuesto por Cerdá para la ciudad la ilimitada previsión de crecimiento, la ausencia
programada de un centro privilegiado, su carácter matemático, geométrico y con visión científica. Obsesionado por
los aspectos higienistas que había estudiado en profundidad y disponiendo de una amplia libertad para configurar la
ciudad, ya que el llano de Barcelona no tenía casi ninguna construcción, su estructura aprovecha al máximo la
dirección de los vientos para facilitar la oxigenación y limpieza de la atmósfera. En la misma línea, asignó un papel
clave a los parques y los jardines interiores de las manzanas, aunque la posterior especulación alteró mucho este
plan. Fijó la ubicación de los árboles en las calles (1 cada 8 metros) y escogió el plátano para poblar la ciudad
después de analizar qué especie sería la más idónea para vivir en la ciudad.
Además de los aspectos higienistas a Cerdá le preocupó la movilidad. Definió una anchura de calles
absolutamente inusitada, en parte para huir de la inhumana densidad que vivía la ciudad, pero también pensando
en un futuro motorizado con unos espacios propios separados de los de convivencia social.
La solución formal más destacada del proyecto fue la incorporación de la manzana; su forma crucial y
absolutamente singular con respecto a otras ciudades europeas viene marcada por su estructura cuadrada de
113,33 metros con unos chaflanes de 45º.
La cuadrícula hipodámica de Cerdá preveía calles de 20, 30 y 60 metros de anchura. Las manzanas tenían
construcción sólo en dos de los cuatro lados.

La forma urbana como producto tecnológico: Soria y Mata:


FRAMPTON, Historia crítica de la arquitectura moderna:
El tránsito ferroviario iba a ser el principal factor determinante de los dos modelos alternativos de la ciudad
jardín europea: la estructura axial de la ciudad lineal de Soria; y la ciudad jardín concéntrica, radial, de Howard.
La ciudad lineal de Soria, dinámica e independiente, comprendía una sola calle de 500 m. de ancho y de la
longitud que fuese necesaria. La ‘médula espinal del movimiento’ incorporaba, además del tránsito, los servicios
esenciales de la ciudad decimonónica: agua, gas, electricidad y alcantarillado; y era compatible con las necesidades
de distribución de la producción industrial del sXIX. Estaba diseñada para facilitar la comunicación, el ferrocarril
estaba destinado a las personas.
La ciudad de Howard, circundada por el ferrocarril, estática pero supuestamente independiente, estaba
rodeada por las vías férreas, y por lo tanto, su tamaño estaba fijado en un máximo de entre 32.000 y 58.000
personas. Howard imaginaba su ciudad como una comunidad de ayuda mutua económicamente autosuficiente que
produciría lo justo para satisfacer sus propias necesidades. La ciudad estaba pensada para eliminar el trayecto
hasta el trabajo, quedando el ferrocarril reservado para las mercancías, no para las personas.
Con todo, la ciudad radial, en su forma modificada, llegó a ser adoptada más ampliamente que el modelo
lineal.
-La ciudad lineal de Arturo Soria y Mata:
BENEVOLO, Historia de la arquitectura moderna:
Entre sus porpuestas teóricas se destaca la ciudad lineal, expuesta por 1º vez en 1882. Impresionado por la
congestión de la ciudad tradicional, desarrollada concéntricamente en torno a un núcleo, Soria propone una
alternativa radical: una cinta de ancho limitado y longitud ilimitada, recorrida, a lo largo de su eje, por una o más
líneas férreas.
La calle central debe tener una anchura mínima de 40m., estará dotada de arboleda y, por su parte central,
recorrida por el ferrocarril eléctrico; las calles transversales tendrán una longitud aproximada de 200m, y una
anchura de 20m.; los edificios sólo podrán ocupar una quinta parte del terreno.

En el aspecto socioeconómico el modelo de Soria recuerda al de Howard, precisamente porque supone un


intento de eliminar, en el seno de una economía capitalista, los inconvenientes derivados de la organización
capitalista de la propiedad del suelo.
Más tarde, Soria trata de llevar a la práctica su modelo; proyecta una ciudad lineal extendida en forma de
herradura, en torno a Madrid. El trozo de ciudad que consigue realizar (casi una cuarta parte del círculo) pierde el
carácter de regularidad, previsto en la teoría, por tener que adaptarse a las condiciones de la propiedad del suelo.
Por otra parte, el destino que se da a las parcelas no puede ser controlado a partir de la guerra civil española, de
modo que la ciudad de Soria, rodeada por el crecimiento de la periferia de Madrid, se presenta hoy completamente
desvirtuada.
La idea de Soria es importante y fructífera. Intuye, por 1º vez, la íntima relación entre los nuevos medios de
transporte y la nueva ciudad. Naturalmente que el ferrocarril de Soria es sólo el embrión del complejo sistema de
arterias necesarias para la ciudad contemporánea, pero la idea de la relación calle-ciudad está perfectamente clara,
en el sentido moderno, en su 1º escrito de 1882.
Camillo Sitte:
BENEVOLO, Historia de la arquitectura moderna:
Sitte habla de la ciudad moderna y su razonamiento se limita al llamado campo ‘artístico’, es decir, a la
ornamentación de que se debe dotar a los centros representativos y a los barrios de viviendas, pero no se limita a
indicar un repertorio de soluciones convencionales, como hacen los tratadistas, ni a polemizar contra éstos a nivel
de principios, como hace Ruskin; él observa el paisaje de la nueva ciudad tal como emerge de las obras de los
decenios anteriores, destaca sus inconvenientes (monotonía, excesiva regularidad, simetría a cualquier costa,
espacios desarticulados o desproporcionados con la arquitectura) comparándolos con las ventajas de las ciudades
antiguas, en especial las medievales, que tienen ambientes pintorescos organizados según sus funciones,
composiciones asimétricas, jerarquía de espacios en justa relación con los edificios.
También Sitte, como los románticos de las generaciones anteriores, contrapone el pasado al presente; pero
propone algunos remedios prácticos para restablecer en la ciudad moderna una parte, al menos, de los valores
admirados en la antigua.
Para él, arte y utilidad constituyen exigencias opuestas y en las recientes experiencias urbanísticas del
sXIX, solo ve preocupaciones técnicas.
Sitte ha proporcionado importantes contribuciones a la cultura artística de su tiempo. En primer lugar,
devolviendo el interés por los ambientes de las ciudades antiguas (y no solo ya por los monumentos aislados) ha
puesto freno a la nefasta costumbre del aislamiento. En segundo lugar, intentando conducir el contraste entre
ciudades antiguas y modernas a un método de intervención, intuye un engarce entre la teoría y la práctica y da paso
a una serie de experiencias que llevarán a superar la teoría.

La ciudad industrial de Tony Garnier: (ítem III.3)

El movimiento de las ciudades-jardín de Howard, antítesis de la metrópoli:


BENEVOLO, Historia de la arquitectura moderna:
El movimiento de las ciudades-jardín de Howard tiene dos fuentes, relacionadas entre sí: por un lado la
tradición utópica de la 1º mitad del sXIX, especialmente la de Owen, entendida como comunidad perfecta y
autosuficiente; por el otro, el concepto de la vivienda unifamiliar con jardín, poniendo el acento, sin embargo, en la
privacidad, no en las relaciones sociales: un intento de sustraer la vida familiar a la promiscuidad y desorden de la
metrópoli.
Este ideal se encuentra expresado ya en Ruskin: ‘calles bien limpias con campos libres en derredor, un
cinturón de hermosos jardines y huertos, de forma que se pueda llegar a ellos desde cualquier punto de la ciudad,
en pocos minutos de paseo, aire perfectamente puro, hierba y un horizonte lejano’. El propio Ruskin funda en 1871
la Saint George Guild, para construir un suburbio-jardín en las cercanías de Oxford, pero la iniciativa fracasa.
Howard tiene el mérito de haber formulado una teoría coherente; cierra la línea de pensamiento de los
utópicos, separando la parte abstracta e irrealizable de la realizable y distinguiendo razonadamente qué aspectos
de la vida urbana es indispensable colectivizar y cuáles se deben dejar a la iniciativa privada.
Howard plantea este razonamiento: la propiedad privada de los terrenos edificables produce un valor
creciente de los terrenos, desde la periferia hasta el centro de las ciudades, e induce a los propietarios de los
terrenos urbanos a una explotación intensiva, densificando los edificios y congestionando el tráfico en las calles; por
otra parte, la concentración de intereses da lugar a un crecimiento ilimitado de las ciudades y la congestión se
extiende sobre un área cada vez mayor, alejando cada vez más el campo. Si se pudiera eliminar la especulación
privadam los edificios podrían esparcirse en zonas verdes; desaparecería también el incetivo para un crecimiento
ilimitado y las dimensiones de las ciudades podrían establecerse adecuadamente, de forma tal que se pudiese
llegar al campo por medio de un simple paseo. Así, según Howard, se podrían ligar las ventajas de la ciudad (la vida
en relación, los servicios públicos) con las ventajas del campo (las zonas verdes, la tranquilidad, la salubridad, etc.).
Nace la idea de la ciudad-jardín.
Howard supone siempre que la nueva ciudad debe ser autosuficiente y basarse en un equilibrio armónico
entre industria y agricultura.
El movimiento de Howard tiene una gran influencia en Europa. A partir de 1900, un gran número de
suburbios de las principales ciudades de Europa adoptan la forma de ciudad-jardín. El término de la ciudad-jardín se
debe entender con sus limitaciones, esto es, no se trata de ciudades, sino de barrios satélites de una ciudad,
dotados de una favorable relación entre edificios y zonas verdes.

En América: la planificación productiva del territorio y las nuevas ciudades; ciudad jardín y pueblos industriales;
hábitat de los sectores populares:
GUTIERREZ, Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica:
La expansión e integración de la economía mundial requería justamente extensión de tierras fértiles y un
vacío de poder que permitiera actuar sobre ellas. El flujo de capitales y apertura comercial, vino acompañado de
oleadas de inmigrantes que venían a generar tanto la mano de obra necesaria como el mercado de consumo local.
La reorganización de los modos de producción y la localización de los nuevos contingentes produjo un
impacto de urbanización notable, que alteró los núcleos existentes y generó nuevas estructuras urbanas.

- Ciudades de nueva fundación:


1. Colonias agrícolas: en Santa Fe, muchas de estas colonias fueron generadas por el ferrocarril
directamente (tal es el caso de Roldan, Bernstadt, Carcarañá, San Geronimo o Cañada de Gomez ). Las
características climáticas, la calidad de los suelos, la ampliación de consumo de cereales, el complemento
de ferrocarriles y puertos y la tecnificación (molinos a vapor, hornos, herrerías, etc.) les dieron a los colonos
una posibilidad de desarrollo notable.
En general, las propias colonias generaban varios ‘pueblecitos’ satélites, con su escuela y capilla, a medida
que se extendían las tierras de cultivo y, por ende, crecían las distancias.
Es interesante constatar que las colonias agrícolas asumen un trazado ortogonal que nace de un similar
ordenamiento territorial, en el cuál el núcleo urbano es solo una parte modulada pequeña de las más
amplias dimensiones de loteos de chacras o tierras agrícolas-ganaderas. La forma absolutamente regular
de los poblados les quita todo atractivo, y si sumamos a esto la ausencia absoluta de accidentes de terreno
–la pampa- quedará patente la falta de motivos pintorescos que ofrece en casi toda su extensión.
Resistencia y Reconquista, como decenas de poblados, están formadas sobre el modelo en que se define
una plaza central que abarca 4 manzanas y dos grandes avenidas de 50 metros de ancho que se cruzarían.
Cabe señalar la coherencia geométrica en la ocupación del espacio físico, donde desde la manzana al loteo
de tierra de la labor hay una progresión modular englobante, que facilitará luego la expansión del núcleo
urbano sobre las chacras sin dificultad para prolongar el damero.
Algunos modos de producción, como el yerbatero y el vitivinícola, generaron formas de asentamiento lineal.
En Misiones, la fuerza de las vías de comunicación forzará una estructuración lineal de asentamientos cuyo
ejemplo más característico es El Dorado, con una longitud de poblado de forma abierta y lineal de más de
10km.
En Uruguay, las fundaciones privadas o estatales como Sarandí del Yi (1876) o Belén (1873) indican la
vigencia del damero con cinturón suburbano de quintas y áreas agrícolas. Las reglamentaciones para
trazados de pueblos promulgadas en 1877 coinciden con los esquemas de las colonias agrícolas argentinas
en cuanto a las avenidas de 50m. que se cortan en la plaza central.
2. Colonias agrícolas militares y reducciones: la idea de la conquista del desierto fue germinando hasta
culminar, en la década de 1880, con la expulsión o acorralamiento definitivo del indígena, tanto en el sur
(Patagonia) como con el norte (Chaco).
La antigua idea de consolidar fronteras poblando, reapareció en las colonias de base militar y forma de
de los indígenas.
Dos ejemplos teóricos argentinos permiten vislumbrar los criterios para estas formas de asentamiento:
- ejemplo formulado para 10 colonias en el Chaco (1856, por Augusto Brougnes): estas colonias
adoptaban una estructura lineal con un eje central, donde se ubicaban las viviendas, y a sus espaldas
los lotes agrícolas de 20 cuadras de profundidad. Es esquema simétrico comprendía en el baricentro del
conjunto de la localización una capilla y la escuela. Cada colonia comprendía una población de unos
1000 habitantes.
- Diseño de la Colonia Agrícola Militar Argentina para la Patagonia (1875, por el ingeniero Nicolás
Grondona): al contrario de las colonias en el Chaco, éste se definía por un partido compacto en el
centro (que comprendía un fortín central, canales, capilla, comandancia, cárcel, escuela, posada,
enfermería, correo, y conjunto de vivienda de la oficialidad y familias -40 casas-), un área de 400m para
núcleo residencial y las extensiones de cultivo perimetralmente hasta abarcar una longitud de casi 10km
de lado.
3. Los poblados ferroviarios: las deficientes vías de comunicación constituían uno de los inconvenientes
esenciales para la extracción de la producción agropecuaria y su traslado al centro de consumo industrial. El
ferrocarril fue, pues, la vía de salida de productos y entrada de inmigrantes, favoreciendo la instalación de
nuevos poblados, unos más vinculados a las propias obras ferroviarias y los otros como colonias agrícola-
ganaderas.
El sistema derivaba del yanqui en la medida que el ferrocarril se trazaba ‘no para unir centros de población,
sino para crearlos, para valorizar regiones enteras’.
Hubo pueblos fundados directamente por los empresarios de ferrocarril y otros, los más, por iniciativa
privada, tanto por empresas de colonización como por propietarios de tierras. Para fundar un pueblecito, el
propietario, cuando las líneas férreas pasan por sus tierras, cede a la administración del ferrocarril un gran
lote de terreno gratuito donde se construye la estación y vivienda de Jefe para la parada del tren; y en torno
a la estación lotea el terreno en cuadras. En Argentina, un ejemplo de este asentamiento puede ser Firmat
(Santa Fe), organizada luego de la prolongación de la vía férrea del Oeste Santafesino. El catalán Ignacio
Firmat instalará el pueblo en 1888, junto al edificio de la estación y restaurante, alcanzando en 1890-93 una
densidad de ocupación importante, con calles arboladas trazadas en damero.
El ferrocarril, la inmigración y la colonización jugaron un papel complementario altamente eficiente.
Ciertas áreas, como el sur de la provincia de Santa Fe, zona ganadera, fueron colonias fundamentalmente a
partir de la extensión del Ferrocarril Central Argentino, que obtuvo en propiedad las extensiones de tierra
junto a las vías desde Rosario hasta Córdoba.
En diversas partes del país también habrán de formarse algunos poblados cuya base económica y
fundamental serán los propios talleres y almacenes ferroviarios, tal como sucede con Tafí Viejo (Tucumán),
Pérez y Laguna Paiva (Santa Fe) y Tolosa (Buenos Aires).
4. Estructuras urbanas surgidas de núcleos agro-industriales o mineros: los dos ejemplos más
relevantes en la Argentina son los de los ingenios azucareros en la provincia de Tucumán, o la industria
taninera en la floresta chaqueña. En el 1º caso, la proximidad con el ferrocarril es determinante de la
localización del ingenio; en el 2º, el trazado del ferrocarril seguirá la disponibilidad de bosques de quebracho
y condicionará la localización de los poblados fabriles.
La estructura de estos poblados no nace de una planificación institucionalizada como las colonias agrícolas
(damero con plaza central, etc.), sino que tiene una coherencia interna a partir de las estructuras de
producción (galpones, administración, viviendas, etc.). La inserción de la red ferroviaria constituye otro
elemento clave en la estructura ordenadora del espacio urbano. En ambos ejemplos, la chimenea de gran
altura constituye un hito esencial de referencia urbana.
Casos como los de las bodegas vitivinícolas, los secadores de tabaco, los molinos yerbateros, etc., también
habrán de generar incipientes estructuras poblacionales.
Entre las características que se diferencian de las colonias agrícolas, cabe señalar la clara definición de los
límites entre lo urbano y lo rural, y la estructuración interna en bloques funcionales compartimentados. En el
caso de los ingenios tucumanos, estos núcleos estrían configurados por: a- fábrica y anexos, b- chalet
patronal y parque; c- servicios comunitarios del pueblo (iglesia, hospital, escuela, club, etc.), d- viviendas del
personal jerárquico, e- viviendas de obreros. Las calles o canales-acequias son elementos que se utilizan
para definir los límites de los núcleos.
El control que los dueños de los ingenios o las fábricas tanineras tenían de la propiedad de la tierra les
permitía un manejo libre de la traza y organización urbana.
Un esquema aproximadamente similar tenían los grandes ingenios azucareros de la costa peruana.
WAISMAN (comp.), Documentos para una historia de la arquitectura argentina:
Ingenios azucareros: en Tucumán, en el cultivo de la caña de azúcar, se inicia la etapa de difusión de esta
actividad con la aparición de mayor nº de fábricas; proceso que alcanza su madurez con la extensión del
FFCC, que permite conectar a la región en forma eficiente con el Litoral.
El FFCC impulsa el cambio definitivo de la industria beneficiándola en múltiples aspectos: las distancias se
acortan, se posibilita el transporte de maquinaria, se facilita la salida de productos elaborados, en síntesis,
se incrementa el flujo del tráfico interregional que hasta ese momento se había visto dificultado por la
carencia de eficientes medios de transporte. Junto con el FFCC llega el apoyo económico a la industria con
el establecimiento del Banco Provincial y el Banco Hipotecario Nacional.
En un comienzo, la labor de transformación de estas rudimentarias fábricas se realiza con la utilización del
mismo personal de la estancia. Cuando esta actividad crece, convirtiéndose en la principal de todo el
establecimiento, empiezan a generarse los elementos básicos de la estructura del ingenio. Los productores
del azúcar se avocan a reemplazar sus viejas maquinarias por nuevas traídas de Europa. El volumen de la
producción se incrementa, así como la mano de obra de participa del proceso de cultivo y elaboración . En
consecuencia, el viejo agrupamiento se transforma en un conjunto compuesto por: un edificio fábrica que no
ostenta lujos de oropel, pero en el que hay ostentación de comodidades para el obrero, que maneja una
maquinaria con todos los adelantos de la ciencia moderna (amplia ventilación, luz radiante); hay después un
cuerpo de edificio para talleres, amplio, completo; los pabellones de casa-habitación para los empleados; y,
por fin, la alegre casa-habitación, confortable, cómoda y espaciosa, rodeada de un jardín alegre, sin gran
lujo, en cuya cabecera están las oficinas de administración. Del cerco del jardín arranca un ancho y alegre
boulevard, formado por las viviendas de los trabajadores, en cuyo fondo corre la gran acequia del
establecimiento para regar los hermosos cañaverales. En frente de la casa hay una escuela de ambos
sexos, un gimnasio, una cancha para ejercicios. Tal es el ingenio La Esperanza descrito por Bialet Massé,
socialista que realiza un estudio del estado de la población obrera en 1904.
5. Ciudades de nueva fundación de actividad predominantemente terciaria: un ejemplo relevante es aquí,
sin duda, el de La Plata en Argentina, creada como capital de la provincia de Buenos Aires una vez que se
federalizó la ciudad de Buenos Aires como capital de país en 1880. (WAISMAN: En este año, la Legislatura
de la provincia de Buenos Aires sede el territorio del municipio de la ciudad de Buenos Aires para capital de
la república.
Hasta 1880 el problema geopolítico sin resolverse había sido el de la capital de la república. A partir de esa
fecha el problema fue transferido a la provincia de Buenos Aires, la que, huérfana de la ciudad que había
sido su foco político, económico, social y cultural durante siglos, debió ponerse a pensar dónde alojar en
forma inmediata, por lo menos, sus autoridades políticas. )
Como antecedentes proyectuales, en 1872, se trazará cerca de Buenos Aires el pueblo de Almirante Brown
(hoy Adrogué) por parte de los arquitectos italianos Nicolás y José Canale, quienes resolvieron el diseño
sobre la base de dos diagonales que se cortarían en la plaza principal del pueblo, incorporando a la vez la
estación de ferrocarril recién instalado y proyectado simultáneamente el conjunto de edificios públicos.
La repercusión de este trazado fue notable, por lo cual no puede extrañarse que, en 1875, Felipe Senillosa
planteara la apertura de diagonales en Buenos Aires, aludiendo a razones de embellecimiento urbano. El
proyecto de Senillosa organizaba dos sistemas de diagonales, unas mayores y otras menores, con
manzanas alargadas.
Con la presencia de estos antecedentes, el trazado de La Plata concretó la imagen de ‘nueva ciudad’
burocrática para la generación liberal del ’80. Como modelo, la misma población de La Plata era
predominantemente europea desde el principio. Las ideas rectoras del nuevo diseño deben ubicarse en: el
eje monumental, la jerarquización de los edificios públicos como centros ‘monumentales’, la presencia de
vastas áreas verdes y la forestación de las calles. (WAISMAN: La traza, de Pedro Benoit, consiste en un
sistema modular ortogonal cuyo elemento es la ‘manzana’ cuadrada de 120m de lado; dicho módulo se
repite 6 por 6 veces, definiendo así un nuevo cuadrado de 36 manzanas; entre las manzanas corren calles
de 18m. de ancho; el cuadrado de 36 manzanas se repite, a su vez, 6 por 6 veces, completando el cuadrado
total de la ciudad, cuya superficie teórica es igual a 36 por 36 manzanas. A este sistema modular se le
superponen dos sistemas conectivos de circulación rápida; el primero es una red ortogonal de 6 por 6
avenidas que separa los módulos intermedios de 36 manzanas; el segundo, girado 45º respecto al anterior,
está formado por las dos diagonales del gran cuadrado y 6 diagonales menores, trazadas, sin duda, para
acelerar las comunicaciones en la zona central. El eje de simetría NE-SO se prolonga, a través del parque,
hacia el puerto. Este eje es eje monumental y no circulatorio, no está ocupado por una avenida sino por una
hilera de manzanas en las que se ubicaron los edificios más significativos; a los lados del gran eje edilicio de
13 cuadras corren dos avenidas que se unen al llegar al parque). Los edificios públicos: (WAISMAN: la traza
de la ciudad les adjudica lugares de preferencia en frente de plazas, flaqueados por bulevares o arboleda.
Las perspectivas son majestuosas y los edificios heterogéneos se enfrentan en un diálogo de estilos
disímiles. Casi todo el repertorio de la historia está presente: el dórico en la Necrópolis, el jónico en la
legislatura, el corintio en el museo, el gótico en la catedral, el renacimiento francés en la casa de gobierno,
el rococó en el pabellón de la música de la plaza San Martín.) Los principales edificios se construyeron
después de sendos concursos internacionales en que triunfaron proyectos alemanes, y su eclecticismo llevó
a viajeros a compararlos con el ensanche de Cerdá para Barcelona: “cada uno de estos palacios con su
jardín ocupa una hectárea, y difieren entre sí hasta constituir una especie de mosaico arquitectónico, como
el ensanche de Barcelona, en el que se ve de todo, incluso el gótico y el asirio”. (WAISMAN: La generación
liberal que resolvió el problema de las dos capitales en dos años creía en el ‘Pogreso’, y consideraba que
progreso, civilización y crecimiento de población eran sinónimos. De ahí que, por medio de la inmigración,
‘inventara’ la capital de la 1º provincia argentina haciendo de ella una ciudad extranjera gobernada por una
minoría argentina.

En Brasil, a partir de la 2º mitad del sXIX, las condiciones estructurales de producción, la abolición de la
esclavitud (1888), la inmigración europea en el sur y el trazado ferroviario desde 1852 concurrieron para
generar un impacto de urbanización importante. La tipología urbana de nueva fundación que puede
ejemplificar el urbanismo decimonónico brasilero es la de Belo Horizonte, creada como nueva capital de
Minas Geraes en 1894-97, para estimular el desarrollo regional. Belo Horizonte rápidamente ocupó un lugar
privilegiado por su emplazamiento en el circuito comercial-productivo del Brasil, y se trazó con un planteo
similar al de La Plata en lo referente a las diagonales y áreas verdes. Sin embargo, sus límites geométricos
no fueron tan precisos, adaptándose a las condiciones topográficas del emplazamiento, lo que derivará en
un crecimiento inorgánico y espontáneo. En las últimas décadas, Belo Horizonte ocupó el 3º lugar entre las
ciudades brasileñas, demostrando la eficacia del planteo regional que le dio origen.
6. La urbanización del esparcimiento: los sectores de mayores ingresos buscaban, a través del traslado a la
periferia, una recuperación de calidades ambientales y paisajísticas naturales, organizando los suburbios de
‘casas quintas’ de fin de semana o para temporadas de veraneo. La utilización de los recursos naturales de
las ciudades costeras fue el 1º paso que en algunos países generó nuevas ciudades cuyas funciones
predominantes fueron las de esparcimiento y recreación.
El prestigio de los centros de veraneo y estaciones termales de Aix Les Bains y Vichy en Francia, o de San
Sebastián en España, constituyeron los modelos para las localizaciones americanas. Así, en Argentina, San
Sebastián aparece como imagen reiterativa en la planificación de Mar del Plata. Esta ciudad se formará
sobre un antiguo saladero con muelle, con un trazado en damero que reitera el esquema modular de la
manzana urbana hasta la chacra rural. La rápida conexión con Buenos Aires generará un vertiginoso
crecimiento de Mar del Plata, con la instalación de hoteles como el Bristol (1888), teatros y otros servicios al
borde del mar. Lo fundamental era el aprovechamiento del desarrollo costero, lo que se obtiene articulando
sucesivas ramblas-paseos. Al principio se trataba del ejercicio de la ‘contemplación del mar’, que luego
habría de irse completando paulatinamente con el ‘baño en el mar’.
Los acontecimientos de la 1º guerra mundial limitaron la posibilidad del viaje a Europa, habitual en las
familias de la oligarquía argentina, y produjo el auge demográfico y edilicio de Mar del Plata y otros
balnearios de la costa bonaerense.
La arquitectura pintoresquista señaló el carácter frívolo y ‘no urbano’ que se deseaba para el paisaje de la
ciudad, concebida como sumatoria de obras autónomas que competían en su calidad constructiva, el
muestrario de materiales o técnicas, las dimensiones, o, inclusive, por lo insólito o estrafalario.
En Chile el desarrollo de Viña del Mar, o en México el de Acapulco, muestran la reiteración del fenómeno.

La Avenida de Mayo – Art Nouveau:


Wikipedia:
A la ecléctica producción de la Avenida de Mayo se le añadiría, entre fines del siglo XIX y principios del XX,
la vertiente art nouveau, que sin embargo no destruyó la armonía del conjunto. Así, las figuras oníricas, las sirenas,
los ángeles, las flores, los firuletes de hierro y de mampostería; se esparcieron por los balcones, las fachadas, los
portones, los techos de pizarra y las cúpulas suntuosas, como en París o como en Barcelona y Madrid; mezclados
con elementos de los estilos Luis XIII y Luis XV y ornamentación de carácter italiano incluidas por algunos
arquitectos.
El nuevo estilo, con el cual las elites porteñas buscaban parecerse a París, proliferó en edificios como el
centro comercial A La Ciudad de Londres, la Asociación Patriótica Española, la Sociedad Fotográfica, el Teatro de
Mayo, el Hotel Frascati, el Gran Hotel España —creado en 1897—, The Windsor, el Imperial, el Metropole —del
arquitecto Augusto Plou, inaugurado en 1899—, la talabartería Mataldi, el café Tortoni, la confitería Gaulois, el Hotel
Lutecia (hoy Chile) etc. Muchos de ellos concebidos por uno de los sacerdotes del art nouveau en la ciudad, el
arquitecto Alejandro Christophersen.

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