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CA I<, I~A A LJr Jr; HEBREOS


lJJmen t ~ pt)f

<Yrro KUSS

CAl<l ~AS ( ~ATC)LICAS


c. om,. ntadu pt,r·

J(J f f ANN MJCHL

BARCELONA
EDITORIAL HERDER
1977
CARTA DE SA~TlAGO

lNTRODUCCIÓ~

1. Contenido y carácter propio

Tras la dedicatoria (1,1) el autor hace una exhortación a sobre-


llevar con constancia las pruebas que la vida trae consigo (12-18).
La sección siguiente encarece la obligación de conformar la
propia vida a las normas del evangelio (1,19-27). A la advertencia
de que no se trate a los cristianos ricos mejor que a los pobres
(2,1-13), sigue una sección sobre la necesaria correspondencia
entre fe y obras (2,14-26). Precedida de una instrucción sobre el
dominio de la lengua (3,1-12) y otra sobre la verdadera y la falsa
sabiduría (3,13-18), viene luego una exhortación a evitar la envidia,
las disputas y todo juicio del prójimo (4,1-12). Las reflexiones
que siguen van dirigidas contra los comerciantes, que proyectan
sus negocios sin contar con Dios, y contra los ricos, q~ no obs-
tante hallarse en los últimos días, sólo piensan en sus riquezas
(4,13-5,6). La carta termina con una serie de exhortaciones (5,7-20)
en las cuales se exhorta a la paciencia (5,7-11), se previene contra
el juramento (5,12), se recomienda orar, sobre todo en tiempo
de enfermedad (5,13-18), y se invita a procurar que eJ hermano
extraviado vuelva al Ntroino de la verdad (5,19s).
Como se ve, el contenido de la carta se puede hasta cierto
pu_nto distribuir en secciones, pero sería inútil tratar de d~-
bnr un plan que permita hacer una verdadera división del escnto.
Algunas secciones coinciden en parte con otras, pudiéoclose con-

325
Introducción a Santiago

siderar como pertenecientes a un mismo contexto 1, si bie


siones sería imposible fijar una línea divisoria entre e~l en °ca.
todo, se puede reconocer un elemento común a todas las e as .. Con
.
c10nes de 1a carta, que es la mtenc1on
. . , de anunar
. a llevar ons1dera ·
que agrade a Dios; pero éste, desde luego, es un tema duna :ida
emas1act
general para fundar en él la estructura de la obra. Las f 0
. rases
aparecen vanas veces encadenadas unas a otras por vocablos .
iguales
o semejantes. (<<Salud» 1,1: «alegrías» 1,2 (en el texto or· .
, . d d . ,) 1gmal
son dos termmos que proce en e una misma raiz ; «falte»: «falt
1,4s; «tentación» 1,12: «ser tentado» 1,13; «religioso» 1, ~>~
2
«religión» 1,26; «quienes han de ser juzgados» 2,12: «el juicio>~
2,13; «pecados» 5,15s).
Aparte de la dedicatoria (1,1), el escrito tiene poco de común
con una carta. Sólo una vez habla el autor de sí mismo (3,1),
y aun aquí por inclusión; por lo demás, falta todo rasgo personal.
Tampoco la forma como termina, lleva a pensar en una carta (S,20).
Períodos artísticos como en las cartas de Pablo, o aun como en
lPe, es inútil buscarlos aquí. En el escrito predominan las sen-
tencias, que a veces aparecen aisladas 2, pero generalmente se
ordenan en serie con base en un pensamiento más o menos común.
Por este aspecto el escrito se asemeja a los Evangelios sinópticos
y a una colección de sentencias como es el libro del Eclesiástico
(de Jesús Sirac). Tales sentencias presentan, sin embargo, la forma
de exhortaciones a los lectores y oyentes del escrito, y en esto se
diferencian de las simples sentencias. Tienen de común el intento
de animar a una vida moral. Estas dos particularidades hacen de l.1
carta una parénesis - no una colección de sentencias -, un eScritv
exhortatorio, que ante diversos peligros que amenazan 3 la "\'~
munidad, tanto de fuera como de dentro, toma posición Y da
consejos. La parénesis era un género apreciado en cl judttl~~•
h· 1ac1t.l0
y tiene sus máximos expo~entes en lo~ di~cursos de ~ º\t$ta·
de los profetas y en la hteratura sap1enc1al del Annguo un
mento. El autor de la carta de Santiago escribe, pue.5. en
género específicamente judio.

l. Cf. Sant 3,13-18 con 4,1-12.


2. Cf. Sant 1,12; 4,17; 5,12.

326
Contenido y carác ter propio

Por lo que toca aJ conttmido, la enseñanza. moral prevalece


sobre la enseña nza doctrinal Casi com o en la literatura sapiencial
del AT y en el sermón del monte de Jesús~ se proponen reglas
prácticas de vida. Dirigida como está «a las d~c~ tribus. en la
diáspora» (1,1), Ja carta combate an~e _todo los v1c10s propios del
judtúsmo. como eJ deseo de constJtuuse en maestros (3,1), el
orgullo por causa de la fe (2,14-26), Ja tendencia a jurar frecuente-
mente (5,1 2), pero menciona también otros, más o menos carac-
terísticos del paganismo, como la impureza y Ja idolatría El
nombre de Jesucristo no se lee fu era de la dedicatoria sino una
sora vez (2,1), y se llama a Dios «Señor de los ejércitos» (5,4).
De Abraham se habla como de «nuestro Padre» (2,21). Es cierto
que tales particularidades se encuentran también en otros escritos
cristianos, pero mirados en conjunto revelan una estrecha relación
de la carta con el mundo religioso judío, como, por lo demás,
es también el caso en otros escritos del Nuevo Testamento.
Evidentemente, tampoco faltan rasgos cristianos. Se habla de la
fe en nuestro Señor Jesucristo (2,1), de la «ley de (la) libertad»
(1,25; 2,12), de nuestra filiación divina por «palabra de verdad»
(1,18), del «hermoso nombre», que, según el contexto, es el nombre
de Jesucristo (2,7); se habla además del retomo del Señor (5,7-11),
de los «ancianos de la Iglesia» (5,14), y se incluye asimismo la
advertencia contra el juramento, que aparece en el sermón de
la montaña (5,12).
La carta presenta, según esto, un marcado sello judeocristiano.
¿No se podría pensar que se trate de una obra judía, quizá de
origen precristiano, que, como muchos otros productos judíos,
pasó por una reelaboración cristiana? Esta hipótesis no es nueva,
Y ha vuelto a hacerse popular desde que A. Meyer la hizo suya,
tomándola como punto de partida para una investigación deta-
Jl~d~ de la carta 3• La carta de Santiago sería una reelaboración
c~1stma de un escrito de la diáspora judía aparecido en tiempo de
F_~ón; tal escrito, interpretando alegóricamente los nombres de los
htJos de Jacob, impartía instrucciones de carácter moral, en forma

----
análoga a los Testamentos de los doce patriarcas. Meyer establece

3· Das Riitsel des lakobusbriefes, Giessen 1930.

327
U]

Tntroducdón a Santiago

relación entre .las varias secciones de la carta Y la interpretación


alegórica de cada nombre, y cree haber llegado así al plan primi-
tivo de ]a carta; Ja tan 1amentada fa]ta de coordinación en las
ides de Ja carta en ~u forma actual sería efecto de la ulterior
ree)aboración cristiana.
Pero, ¿qué hacer entonces con los pasajes propiamente cris-
tianos de Ja carta? ¿Descartarlos como simples adiciones, o enten-
derJos desde un punto de vista judío? Es cierto que más de un
rasgo particular, que a primera vista aparece como cristiano, podría
en realidad, considerado independientemente del contexto, enten-
derse también dentro de una perspectiva judía; pero la carta
presenta numerosos rasgos a los cuaJes no es posible dar inter-
pretación judía; por otra parte no hay una sola expresión ni una
sola idea que se deba considerar necesariamente como de origen
judío, y de Ja cual no se pueda decir también que es herencia
judeocristiana. A esto se agrega el que la doctrina moral reco-
mendada por la carta tiene su fuente en la predicación de Jesús,
tal como la reproducen los sinópticos, particularmente en el ser-
món de la montaña. El elemento cristiano penetra tan a fondo
en el contenido del escrito, que en ninguna forma podría reducirse
a simple adición posterior 4• Tampoco sería posible, sin acudir
a artificios, hacer una división del escrito con base en los nombres
de los patriarcas.
La carta revela inflexible seriedad en sus exigencias morales.
Elemento básico de la religión cristiana es el amor, que se
mantiene pendiente del bienestar tanto material como espiritual
del prójimo; se exige con énfasis que sea realidad en la vida
práctica. Enfrentado al hecho de que amplios sectores de la C1.) ·
munidad cristiana viven en indecible pobreza, el autor º? se
presenta con proyectos industriales y sociales sino con Ja exigen·
1
cia de modelar la propia vida en el sentido de ]a fe Y de ª
esperanza cristianas. La carta está llena de vigor, que 3 urn~ta
•ecc16n
gradualmente y akanza su punto culminante en 3, 1-5,6• s .
• . . rens1b 1e
en que Ja construcción de Jas frases se hace casi JJlcomP ·
El autor
en su sentido, y decae de nuevo aJ final de Ja carta.

4. Cf. el comentario a los pasajes respectivos.

328
Autor

~...ne Ja habilidad
u ... •
de matizar. sus ratle..."'ti'-"ºCS
A
º"''rtu11nm . . t
~ '-. -....uen e c-on
,.,..,m~rn~IC'De'S que, como las de Jesu~ e-.stún tomadns.. n11t
'" ""' y- - _ • . . "'"" e todo
;:> ' amb1ect.e agncob.
·d.ca - .
En cuanto
.
al Jen.guaJ?
-
la c·º·rtª er-".1,>tu C$Cnt
-> · · .u.. u
_,,, •
n
en estilo literario propjo ~e escntores helenistas cu1t 0 s. pero que en
ocas:io~ es oscuro y dificil ~e comp:et1der, debido al empkf)
de térmmos poco usados en otros ese.ritos y al tono apasionado
con que el autor escribe. Ocurren, es cierto, expresiones de sabor
semítico-\ pero en cambio se tropieza dos veces con versos (hcxá.
metros) griegos t . El A T se cita según la versión de .los LXX.

2. Autor

Toda la configuración griega de la carta de Santiago lleva


a pensar en un judeocristiano helenista como en el personaje
q~ si no es sencillamente el autor, dio a la carta por lo menos
su forma definitiv a.
Según la dedicatoria (1 J), la cual, dada su estrecha relación
con el versículo sie,ouiente, se puede considerar sin duda como
parte integrante de la carta desde un principio, quien escribe
es un cristiano de nombre Santiago. A este respecto informa
Eusebio que en los lugares en que se reconocía la carta como
canónica, se la tenía por obra de Santiago, hermano del Señor 7;
es ésta 1a idea que desde entonces ha prevalecido. Dado que San-
tiago, el hermano de Juan e hijo de Zebedeo, murió poco después
del año 40, en el reinado de Herodes Agripa 1 (Act 12,2), las
Primitivas fuentes cristianas llevan a pensar ante todo en Santiago
el hermano del Señor 8, que estuvo al frente de la comunidad
de Jerusalén 9• De él se sabía que el Señor resucitado lo habín
agraciado con una aparición particular (lCor 15,7). Pasaba por
ser, con Pedro y Juan, una de las «columnas» de la iglesia pri•

5· Por ej. Sant 1,23 «la carta de origen»; 3,6 «el mundo de In ini·
quidad:1>; 5,15 «la oración de la fe».
6. Sant 1,17; 4,5; cf. comentario.
?. EUSEBIO, HE II, 23,24.
:· Me 6,3; 15,40; Mt 13,55; 27,56; Le 24,10.
· Act 12,17; 15,13; 21,18; cf. GAi 1,19; 2.9.

329
Introducción a Santiago

mitiva (Gál 2,9). Hegesipo, uno de los ~rrr;;_eros escritores cris~


tianos, que vivió en el siglo II Y era onun °
de Palestina 10, lo
describe como gran asceta, Y añade que gozaba de gran ascendiente
entre los judíos, entre quienes se le daba el_ no_mbre de «el justo».
Según J osefo 11, el sumo sacerdote Anás (Junio~) l_o hizo lapidar
junto con otros judíos en el año 62; eSt e dato, s~ bien amplificado
con detalles legendarios, se lee también en Heges1po (l.c.).
Discutida es la posición de este Santiago frente al problema
de la validez o invalidez de la ley del Antiguo Testamento para
los convertidos del paganismo. Como se desprende de Gál 2,12,
él personalmente y sus más allegados observaban estrictamente
las prescripciones rituales de uso entre los judíos durante las
comidas; pero, de otra parte, el mismo Pablo escribe también
en Gál 2,9 que en las conversaciones que al respecto se tuvieron
en Jerusalén~ Santiago, igual que Pedro y Juan, le dio la mano
en señal de comunión. Con este dato de Pablo concuerda la ima-
gen que del personaje ofrecen los Hechos de los Apóstoles; su
discurso en el llamado concilio de Jerusalén (Act 15,13-21) lo
revela como mediador entre las fracciones judeocristiana y etnico-
cristiana de la Iglesia (cf. Act 21,18-25). Aun como cristiano, San-
tiago siguió siendo, pues, igual que tantos otros de su pueblo
(cf. Act 21,20), un judío adicto a la ley 12• Pero no fue un judai-
zante, es decir, un judeocristiano que propugnara la obligatoriedad
de la ley mosaica también para los convertidos del paganismo 13 •
El Nuevo Testamento conoce un tercer Santiago, el hijo de
Alfeo, uno de los doce apóstoles 14_ Pero de él no se sabe nada
~ás, a menos que sea el mismo Santiago hermano del Señor.
S1 en algunos sectores de la tradición se le ha atribuido la carta,
ha sido precisamente porque se lo ha identificado con el hermano
de Jesús. Los datos más antiguos, que son los del Nuevo Testa·

10. Cf. EUSEBIO, HE 11, 23,4-18.


1L Ant. XX, 9,1, § 200.
12· Cf. también al respecto las c ... ntiago en
llamadas cláusulas de ..w
Act 15,19s.
13. Cf. el excursus Santiago, «h ern1ano d ACl
-
del Senor ... », después e
12,25.
14. Me 3,18; Mt 10,3; Le 6,15; Act 1,13.

330
Autor

mento y los de Hegesipo, no .excluyen nec~sariamente esta identi-


ficaéíón, pero tampoco 1a exigen; el pasaJe dudoso de Gál 1,19
Podría entenderse quizá como favo:able a la identificación (cf.
también 1Cor 15,7), pero, en cambio, Jn 7,5 no la favorecería.
Tal vez ya Clemente de Alejandría 15, pero sí con seguridad Orí-
oenes 16 y san Jerónimo 17 consideran a estos dos Santiagos como
p

una misma persona. Tal fue luego la opinión corriente en la


iglesia de occidente, la cual en consecuencia tuvo la carta por
obra de un apóstol 18• Mientras, especialmente entre los comenta-
ristas protestantes, se suele distinguir desde hace tiempo entre
los dos personajes, en el campo católico sólo en los últimos dece-
nios se han venido haciendo cada vez más insistentes las dudas
sobre la identificación del hermano del Señor con el apóstol.
Aun sin pretender dar un juicio definitivo, se puede decir, en
conclusión, que los datos del Nuevo Testamento dan más proba-
bilidad a la no identificación de los dos personajes en cuestión 19 •
Como informan Eusebio 20 y san Jerónimo 21, la carta de San-
tiago se tuvo ya en la antigüedad en varias comunidades por obra
exclusiva del hermano del Señor. En la época de la reforma se
levantaron de nuevo-voces contra la autenticidad. Mientras Lutero
rechazaba la carta a causa de su pretendida incompatibilidad
con la enseñanza de Pablo, Melanchton, Zwinglio y Calvino sa-
lieron en su defensa En la actualidad, el interés se centra de nuevo
en tomo al problema del verdadero autor de la carta, Y se dedica
especial atención a las dudas que resultan del contenido Y de la
Crítica literaria. Se piensa que el hermano del Señor era un rigu-
roso observante de la ley ritual judía, mientras que la carta reconoce
Ia ley 'I . · '60
tal so O en forma ilustrada, cristiana. Pero una contrapoSici
. entre aquel Santiago y la carta carece de fundamento, porque
ni el h - · bl
ermano del Señor, como se ve por los Hechos Y por Pa 0

-------
15.
11
16. '¿'ºmata 11 11,3; v1, 68,2; cf. Hypotyposeis vis (en Eus., flE · t,Js).
17, J Rfo~NES, Commentarium in Iohann em, fragmento 126 ·
· · illustribus 2; comra Ht ¡ri·d·,um 13·
erónimo '. .D e v,r,s
18. Cf
19, · Concilio de Trento, sesión 4. .
Cf. el_cxcuNlu 8 Los «herman os» de Jesus,
20. Eus H
' despu é·s de·• Me 3' 3¡.35_
21 . JE¡óE.Bio, HE lI , 23 '24s.
NtMo, o.e. 3.

33 1
Introducción a Santiago

(Gál 2,9), desconoce que la posición cristiana, tal como


se revc1
en la carta, representa un progreso con respecto a la ley del ª
ni tampoco se puede decir que la carta, como manera de ent Ar,
. d • t . . enctcr
la ley, excluya la observancia e c1er as prescnpc1ones r't1
sencillamente la carta no toca este problema. ua]es;
Otra dificultad que se aduce es el hecho de que en 1a
carta
de Santiago se echan de menos los conce~tos paulinos de fe
pecado y justificación, y se cree hallar aqm 1a herencia de u,
, E . n
cristianismo anémico de tiempos tar d10s . . s cierto que la carta
de Santiago no está al mismo nivel doctrinal que las de Pablo
pero esto solo no justifica la idea de que la carta sea document~
de tiempos tardíos; bien podría ser testigo de una teología ante-
rior a la de Pablo, al nivel, más o menos, de la tradición sinóptica.
A esto se podría añadir que el autor de la carta de Santiago
obedece más a preocupaciones de orden práctico que a cuestiones
especulativas.
De más peso, es, por último, la objeción de que a Santiago,
cuya lengua materna era el arameo, difícilmente se puede atribuir
un dominio del griego como el que la carta revela. La objeción
es exacta, y de hecho la calidad lingüística de la carta lleva a
pensar en algún judeocristiano helenista como autor, o al menos
como redactor definitivo. Se debería:. pues, suponer que Santiago
se sirvió de algún colaborador, al cual se podría atribuir una
elaboración de las ideas de Santiago y la redacción final del
escrito. La investigación, sobre todo en el terreno católico, acepta
hoy en gran parte esta posibilidad y ve en el hermano del Señor
al autor mediato de la carta.
- p 1 . 1 . . ., 1 no católico
or e contrano, a mvestigac1on en e campo . dl!
da sus preferencias a la hipótesis de un autor desconocido br~
0001
época posterior, el cual habría escrito amparándose en el tar
. l
de Santiago. Es una hipótesis con la cual, de hecho, iay . que con
. ten
. .. ística exis
como posibilidad. En efecto, aparte de la calidad bngu carta
1
circunstancias que podrían hacer dudosa la aparición de. ªtal es,
en vida de Santiago, jefe de la comunidad de JerusaJén-t do el
. 'd a o
por ejemplo, el hecho de que la carta está dingi ª 0
diás·
· · ·
cnstiamsmo de origen
· · ' considerado evidentern ente coJll
1ud10, á a una
. d rn s
pora (cf. infra 3), cosa que parece correspon er

332
Lectores

. _. . litornrin. que a-1 verdadero propósito del jcfo de la comu -


n1..· ttt)rt •. . • .
• •J d J 'arosolimitnnu. Otra c1rcunstaJ1cm es la roJa<;tón que da-
1110!1 . . . ·
..,, t,_, so establece con Pnblo, pero pasando por alto los vcrda-
1
1'!Ullv.a "'
d~rt>~
. problemas ,1uc a éste preocupan, Jo. que Jlcvaría a pensar
se ~~ ribe en una época ya algo d1sta.nlc del Apósto1; y
100
'rinalme · de ln 1g. 1esta
. antigua,
'
ntc la poskión educa que no consi-
dtll'Ó estn carta como escrito auténtico dcl hermano del Seffor,
juicio que posiblemente se fundaba en un conocimiento directo del
~)ri!,1en del escrito. Se puede agregar aún que Ja carta es un
rt,--chazo explicito de un cristianismo que ha perdido ya mucho
de su seriedad moral, siendo éste un indicio más de que se trata de
una época posterior a la de Santiago. El judeocristiano helenista
desconocido que compuso esta carta no habría, pues, escrito por
enl~O inmediato de Santiago de Jerusalén, pero habría estimado
que lo hacía interpretando precisamente su pensamiento, y esto
lo autorizó para presentar su propia obra como palabra de aquél.

3. Lectores

La expresión «a las doce tribus en la diáspora» puede enten-


derse tanto literalmente de los israelitas dispersos entre los pa-
ganos 22, como figurativamente de todos los cristianos, sin consi-
deración a su nacionalidad. En la tierra éstos viven en Ja «diás-
pora»,_ en medio de los gentiles (lPe 1,1), como «forasteros Y
peregnoos» (2,11) lejos de su patria, el cielo (FJp 3,20). Ellos son
el nuevo «Israel de Dios» 23, por oposición al «Israel según la
24
~e» • En el Apocalipsis 25, los nombres de las doce tribus son
sunboJo del nuevo Israel. Según Hermas 26, el mensaje aistiano
fue tii~~
'"4~do a doce tribus, que son Jos pueblos de la tierra
&anados para la fe cristiana. En cuanto a Jos lectores do Ja carta
de Santia . .

------
22 Cf
23.
go, ellos creen en Jesucristo como en el Sefior glonoso

. Mt 19,28; Act 26,7.


24. GAi 6,16; cf. 3,7; Flp 3,3.
2s: ~Cor 10,18; cf. Flp 3,3s.
26 P 7,4-8; 21,12.
· Pastor d H
e ERMAS, comparación 1x, 17,ts.

333

Introducción s Sn ntinS'-''

1 a uardan su parusía (5, 7-9). Dio.s ll)S ~-~\gendró ll \\nt\


2
( , ) y g al· bra de verdad». hul' l~Hul, n~t de. ellos
vida nueva «con P u - CCln,~)
. . . . , (l 18)· su ley es la« 1~y de tln) libürtnd ,
pnrmc1as de su creac1on , · .. . . u . l ·1.
eben acudir a los «rLncrn11t)s de ln J¡rt ,
En caso de enfenne d ad d . . ~ esut'l>
• ues a en ~t,anos.
(5,14). El autor se di nge, P • · .~ " " .
1 que P uede afinuarso co n s~unctact 1i)...
Es esto to d o o . ' · · urn1

11egar a a l0 0º más concreto seria preciso saber


.b.10, s·1 n.ntes de qui~r
.\
procede la carta y en qué tiempo se escn • t:l)l\ l~ trndkión
. S ntiaoo de Jerusa.lén como en su n.ut nr mmoointo
se piensa en a . º . d--'} , '
o al menos mediato, Y en su tiempo. po rn1. St1po n~rsc que In.
carta estaba dirigida a judeocristianos. Tal es lo que sugieren.
fuera de la dedicatoria de la carta, que en esta formn se entiende
bien, tanto la posición que Santiago ocupaba conw jd~ de la
comunidad jerosolimitana, la principal comunidad d~ juctcocristin-
nos, como la prevención contra faltas que son típil·nmcntc judlas
(cf. supra, n.º 1). Con la tesis tradicional se explica también mejor
la circunstancia de que la reunión de la comunidad se d~sign~ aquí
(y en ninguna otra parte del NT) como cruvcx.yc0y~ . qu~ es d tér-
mino corriente entre los judíos.
Si estas observaciones son exactas y la carta efectivamcut~ ~e
escribió para judeocristianos, no simplen1ente para jucllos, cabría
entonces preguntar por qué la dedicatoria no lo detem1ina clara-
mente; es más, la carta parece en ocasiones dirigirse a no cristianos
(cf. 4,13-5,6). La razón está quizá en el hecho de que la ~uta
pretende ser ante todo una parénesis, y al estilo de ésta pertenece
el hablar siempre en segunda persona, aun en el caso de que las
personas a quienes se habla nunca lleguen a tener noticia de las
palabras a ellos dirigida (cf. Sab 6). Si el nombre «hebreos» d~·
signa a los judíos en general, sin atención a su religión lS, Y Iueg\l
se. e~plea también, sin especificación alguna, para referirse a lo~
cristianos que hay entre ellos 29, nada de extraño habrin en ~u.e:
S~ntiago escribiera «a las doce tribus» pretendiendo sólo din·
girse a los cristianos diseminados entr~ ellas. ÉStos, 1.!tl efectll,

27. Sant 1,25; 2,12.


28. 2Cor 11,22; Flp 3,5. or
29. Act 6,1 y e~ titulo de la carta a los Hebreos, que se r~1nontn P
1o menos hasta al siglo n.

334
Lectores

tienen derecho a considerarse co1no la parte selecta d . .


• e su pueblo
(cf. Sant 1,18), la que
,
reconoció al Mesías y creyó
., .
, ·
en e1. como
verdadero Israel segun la carne y segun el esp.·iritu , y poi. tanto
como las verdaderas doce tribus. ·
La carta
.
se dirige
.
a los, .judeocristianos «en .la d ·i·a11 spo ta»,
. es
decir, a qmenes, siendo participes de una misma re y miernbros de
un mismo pueblo, viven fuera de Palestina, en .la «diáspora».
Según testimonio de los Hechos de los apóstoles Jo, desde un· pdn-
cipio fueron muchísimos los judíos que se convfrtieron a Cristo;
poco después del año 50 eran ya «miles» (Act 21 ,20). Viven 110
sólo en Palestina y países vecinos, sino .incluso en Asia Menor,
Roma y Grecia. Santiago se dirige, pues, a un gran número de
oyentes. No hay razón para esperar que 1a dedicatoria fuera más
concreta, de suerte que la carta apareciera destinada sólo a comu-
nidades judeocristianas de países vecinos, como por ejemplo Jas
de Siria y Egipto. Faltan, es cierto, instrucciones relativas a la
convivencia con cristianos de origen pagano, sobre todo con res-
pecto a las comidas en común (cf. Gál 2,12-14); pero esto no de-
muestra que en las iglesias destinatarias del escrito no hubiera
también cristianos de origen pagano y que, en consecuencia, la
carta estuviera dirigida a comunidades compuestas sólo por judeo-
cristianos. Tratándose, en efecto, de instrucciones parenéticas de
carácter genera], no era necesario que Santiago descendiera a tales
cuestiones pa1iiculares.
De otra parte tampoco hay razón para interpretar la dedica-
toria como si la carta nada tuviera que ver con los judeocristianos
residentes en Palestina. Lo más indicado parece ser, entender la
carta como dirigida a Ja totalidad de los judeocriSlianos, Y Ja
expresión «en la diáspora» más como una insistencia en e] carác-
ter ecumen1co
, · del escnto• que como restncc1on · · , de1 c1'rculo de lecto-
res · Hay que admitir sin embargo que cartas ci·rcuJares de este
gén ero, escritas para ser
' ewiadas en' todas d'ireccion · es' pertenecen
a. un ª epoca
, tardía· esto llevaría a suponer que
Ja carta de San·
hago nunca fue en~iada de hecho a todas las comunidades que
co

-----
ntaban con miembros judeocristianos.

30· Act 2,41.47,· 4 ,4; 5,14; 6,1; 11,21.

335
r Introducción a Santiago

Si, por el contrario, la carta no fue escrita por Santia .


, d d go n"t1s.
mo , sino por otro. y apenas
.
mas tar .e, na ª se opone a que el
autor hubiese tenido igualmente en VlS. t•a, ª hun grupo,
de leetores
11
de mayoría judeocristiana; la supoS1cion a ana apoy 0 t
f . anta
en la dedicatoria del escrito como en 1ª pre erencia .. , por el no mbre
de Santiago. En esta hipótesis de una composicion tardía de 1
carta, resultaría, sin embargo, difíci~ ~reer que haya sido dest:
nada a grupos de mayoría judeocnstiana, una vez que con l
caída de Jerusalén el cristianismo de origen judío había perdid:
su importancia dentro de la Iglesia. Los lectores habrían enten-
dido entonces la dedicatoria en el sentido del Apocalipsis y de
Hermas. El sello judeocristiano que presenta la carta de San-
tiago demuestra, sin duda, que el autor procede de esa corriente,
pero no impone ninguna conclusión con respecto a los lectores.

4. Circunstancias de origen y tiempo de composición

Sobre las circunstancias de origen de la carta de Santiago no


poseemos ninguna noticia, ni de la carta misma se deduce dato
concreto alguno. Es de creer que el pasaje 2,14-26, sobre la nece-
saria relación entre fe y obras, trata de salir al paso a una mala
interpretación de ciertas enseñanzas de Pablo. ¿Podría pensarse
que tal fue también la ocasión a la cual se debió este escrito admo-
nitorio? El pasaje en cuestión aparece tan naturalmente incorpo-
rado al resto de la carta, que la suposición difícilmente halla
apoyo en él. En definitiva, no se sabe cuál haya sido la causa con-
creta de este escrito.
En cuanto al tiempo de composición de la carta, las opiniones
de los investigadores son bastante divergentes. Hay quienes ª
1

· , hasta 1ª
stt~an entr_e los años 40 y 50, mientras otros la retrasan ntacto
primera mitad del siglo u. Ya lPe ofrece tales puntos de co ho
. ste bec
con 1a carta d e Santiago, que algunos reconocen en e ue
·10d"1c10s
· de reIac1on
·, ¡·1terana . 31 · Dado qtia·
· entre los dos escntos
lpe en sus expresiones se muestra posterior a la carta de San
con
¡pe 2,11
21. Cf. especialmente lPe 1,6s con Sant 1,2s; adeinás
Sant 4,1; lPe 5,5-9 con Sant 4,6-10; lPe 4,8 con sant 5,20.

336
Circunstancias de origen y tiempo

go, sólo podría decirse que el autor de lPe conoció y utilizó la de


Santiago, y no viceversa. Los puntos de contacto se pueden, sin
embargo, explicar igualmente con la suposición de que ambas
cartas dependen de una fuente común, que bien podría ser un
escrito parenético judeocristiano. También algunos pasajes de
la carta de Clemente presentan semejanzas con nuestro escrito,
y sin embargo nadie diría que dependa de él 32 • Mayor aún es
Ja semejanza entre nuestra carta y el Pastor de Hermas 33 • No
sin razón se podría suponer que Hermas conoce y utiliza nuestra
carta, pero también en este caso la semejanza se puede explicar
con la suposición de una fuente común. El primer testimonio
cierto de la carta de Santiago se encuentra en Orígenes.
En la hipótesis de que Santiago hermano del Señor sea real-
mente el autor de la carta, ésta debió ser escrita a más tardar en el
año 62, de la muerte de este personaje. El cristianismo que aparece
en este escrito es apenas un «judaísmo llegado a cierto grado de
madurez» (O. Bardenhewer); la cristología no presenta aún el
avance que se reconoce en otros escritos del Nuevo Testamento,
ni . se hace todavía mención de\ las discordias entre cristianos de
ongen judío y cristianos de origen pagano. La dedicatoria de la
carta, igual que el decreto apostólico (Act 15,23), no presenta la
forma creada por Pablo («gracia y paz»), adoptada también
~r IPe y por el Apocalipsis (1,4). Estas circunstancias podrían
mterpretarse como indicios de fecha muy temprana, con lo cual
la composición de la carta se situaría entre los años 40 y 50,
como opinan varios exegetas (p. ej. O. Bardenhewer, M. Meinertz,
P. de Ambroggi, W. MichaeJis). Es ésta la llamada teoría del origen
anti
. guo. De la fórmula de saludo no se puede, desde Juego, sacar
UJnguna prueba al respecto, una vez que también en la Ccuta dt!
Bern.abé, escn'ta en epo.ca
, posterior a Pablo, se usa 1a formu
, 1a
«alegraos» {l, 1).

------
30 1323· Cf. lClem 12,l con Sant 225· JClem 232 con Sa nt 1,5-S; ICkm
, . con s, 4 6 ' '
33, M ant . , . I l ; 1 Clem 30,3 con Sant 2, 14-26.
'
.
1J1 , 1 con ;:damie_nto ix ; cf._ Visión 111, 9, t -6 con Sant 5, 1-6: Mandn':'1cn~u
1,¡ C<J11 • . nt 4,5, Mnndam ,cnto x 11 , 4, 7; 5,2 con Snnt 4,7: C 0n1 p..\r.\.,:tú tl ' l.
sant 1 21. e . . •. ., 1 '"'
'-<>,, Sun, _ . ' ' omparuc:1611 v111 , 6.4 con SHtll ':..7: C..\lmpnnu:1pn 1x, - - ·
4 12

337
1ntrnduccMn o Sn nt ll\(lll

Otrüs ospcdnlislas (P· 1..: . ,~~1. . M uss n~r) ~il 11 111 ' In cnn, .
J· Chu i,_
¡mskh\n u~ In i.:n1·tu hud u ~l at'\\\ <)0 (tcorÍll _d~I 1fft ~~n tnrdfo), y
th.luc~ \ \.\)llh) ru •1,onc s quo on ól UNC ritú ".t v,dn tic lu t <m\unitJad
pn.-~cnta ya \ndkios do docndondo ; el pnm~r <;-010 ya se ha de&
vun~ddo. l ~s de nntur. ~in omhnrgn. que talos Sinton'\ui,¡ aparecictl)t,
ya ~n vnrins ~l'tnunidndos poco dospuós de su f u11dación 34_ En
Snnt 2.14 .. 26 tnccasnriu relt\ción ontro fo Y nhrns) se ~ombate unu
l'ondusión err6ncu da lns 011so.tla11i,ns pnulinas. pero ~stc hecho
solo nn obligo tl suponer que las gnmdes cartas de Pablo cstu-
vicnm ya en dreulnción. J)o otra parte, Santiago no debió haber
escrito antes de o~upur el puesto de jefe de la. comunidad de Je-
rusnlén. pudiéndose asf afitmar que .la carta no fue escrita ant~
del til\o 45. Tampoco serla legitimo sostener que, porque la carta
no se ocupe del problerna relativo a la obligación de 'la ley mosail:a
para los fieles provenientes del pnganisrno, cuestión decisiva en
el concilio a.postólico, su composición se deba situar necesaria-
mente en fecha anterior a este concilio; el autor, que escribia para
judeocristianos, pudo tener sus razones para no mencionarles un
asunto que en si se refería a los fieles de origen pagano de Antio-
quía, Siria y Cilicia (Act 15,23), sobre todo tratándose de un
escrito parenéticot cuya base son p,rincipios de valor general. Así,
pues, en la hipótesis de que Santiago haya sido personalmente
el autor de la carta, la composición de ésta deberla situarse entre
l?s. años 45 y 62, y por cierto en Jerusalén, donde, según las oo-
hc1as que se tienen, ejerció su actividad Santiago bennano del
Señor.

ueEn. la .hi
· .póte~is contraria
. . de . e1 autor es un J·udAJ"\l'ristianú
. que ~v~ .
q. sunplementc se ampara en el nombre de Santiago, la l'OmJX)St·
6
ch, n ,de la carta se sitúa naturalmente después de la muerte de~
crmano del Señor L · · ~ d~
ntr~ . · . . · . ·. · as opimones difieron nqui bastante \IO'
" ·u~ (f)lH CJ.. A. Mnyer: 80 .. C)Q• LJ w·· J. ·, .l,. 70• t{X): H.J
Schneps · . •, . , r. m '~'- ª · . 1\ l·
. . pnmcrn m1tud del ~,gto ll " · M D'hel\1s: 8l} DO). .
mando en cuenta que en la "~arta ... " , . • tl •t\O teosióll d
retorno del Seno . . . . se cspern i\llll " . ·rili1
- -- - r t5.7 -9), predomina Ju i,l~n de quo el c.)).:
3" a . Att 6,l y lCor
. J_s. ll.J . SCUQLl,S, 1'h•u.l o· . . h .,,enftlfl''
1 ubmga 1949, 3◄3. ~ · H•t urt<l G~Jeh1<. .hre dts Jm/~m· '°

338
Importancia

pertenece todavía al siglo I. ~ aunque en algunas expresiones pa-


rezca aludirse de paso a teorías gnósticas (generación por la verdad
1,18; «ley de la libertad» 1,25; sabiduría de arriba 3,17), cosa que
algunos suponen pero que no es segura, no por eso se debe colo~ar
el origen de la carta en el siglo u, siendo así que ya en la segunda
mitad del siglo I se registran esporádicamente ciertos brotes de
gnosticismo elemental. Según esto habría que situar la fecha de
composición de la carta, si realmente se trata de un escrito seu-
dónimo, entre los años 70 y 90. En cuanto al sitio de origen, nada
se puede afirmar con seguridad; se puede pensar tanto en Roma,
o al menos en Italia, a causa de las semejanzas que presenta con
el Pastor de Hermas, como en Palestina o en Siria, a causa de 1a
preferencia por ampararse en el nombre de Santiago, no menos
que por su parentesco con el evangelio de Mateo, nacido igual-
mente en estas regiones 36 •

5. Importancia

El interés principal de la carta es exhortar a una vida moral


según los principios de la religión de Jesús. El escrito es un lla•
mamiento a los cristianos de todos Jos tiempos. Los extraños fü,)
sólo no entenderán sus ideas, sino que muchos Jas tendrán p..1 r
necias. Quien, en cambio, quiera guiarse por la doctrina de Crislt'.
recibirá con gratitud las palabras de este breve escrito Y pe._r~ibirá
con alegria el cálido entusiasmo de los primeros cristianos,. qu~
aquí se refleja
La carta ~ un documento de Ja pordón judía del cristiani~lh'.
qu_e inicialmente tuvo gran importancia en la lgle,,iu. Sieudo tal su
ongen, no es extrafio que presente cierto contrasto ('\) I\ la. tC\)k'·
&ía del apóstol Pablo. a la cua.J, sin ombargo. sirvt \._tm~it n ,t""
valio8{) comp1cmento al recalcar Jn necesidad U\! t¡\ll' J., p,, }t\•~i,.,n
cristiana se tru,duzca en uu g~ncro de vitht ~onY,~)I\Utl'llh\ Pf\\XU·
,,. d6n que; por Jo demás. hunprn.:o es ci\trufü~ t, Puhl,,.
4

---- ~ e eJ J>Unlu de vb,tu t'C/t•.\/(J/t-•)li<'t • h,&)' J,\S l"'''--')i•, d~ n ·

36· U Sant :5. l2 t ófl M1 5,J4, )1, Jlft'\~,t,1t \ 11 f\ltlff'.l d 1,11 w1 m t,•

}N
Introducción a Santiago

pecial importancia : 2,1 4-26, que insiste en la necesa ·


na relac' '
entre fe y obras, 5,14-15, que exhorta a los fieles a q ton
ue en cas0
de e.nfermedad acudan a los más ancianos (presbíter )
.1 . . os de la
1g esia y reciban de ellos la unción acompañada de la .,
orac1on
La carta aporta además algunos datos para el conoc · . ·
. . . . .. zmzento
del crzsflamsmo przmztz vo. Se observa que el elemento soc· ¡
. . m~
domrnante son los pobres y las gentes de clase baja 37• Las exhor-
taciones de la carta, expresadas con mucha seriedad y viveza,
podrían dejar la impresión de que Ja vida de los cristianos a Jos
cuales se dirige dejaba mucho que desear; los casos que el autor
aduce son extremos 38 • Sin embargo, no hay razón para formarse
una idea demasiado sombría del estado religioso y moral de aque-
llas comunidades. La carta es parénesis, y, como es normal en
este género de literatura, se aducen intencionadamente ejemplos
que, por sí solos, son como la conclusión repugnante de un estado
de vida erróneo. Se trata aquí de infundir horror a una falsa
actitud que ya se revela en germen. Pero en ningún caso significa
esto necesariamente que las cosas sucedieran ya así (cf. 2,1 6.1 8).
Deficiencias existían, desde luego, entre los cristianos de aquel~a
1
época como entre los de tiempos posteriores, y el autor bien pod .ª
, de acU·
basarse en ellas para llamar la atención sobre lo erroneo . d la
. , l histona e
tudes e ideas como las que aqm se traslucen. Para a al
organización de la Iglesia es de importancia el bech? de q(~~ 4),
enfermo se le recom1en . d
e acu d.rr a los ancianos
.
o presb1teros el uo·
bifdad en º
o sea, a hombres que ocupan cargos de responsa 1 . II1áticos.
. . . . os caris
bierno de la Iglesia, y no s1Il1plemente a cnstian iones que
, de las func ··
Al mismo tiempo se da a conocer aqm una . . des propias
correspondían a los presbíteros, sobre cµyas acuvida 39 para la
. . JllpOS . . · 1rt
se tienen muy pocos datos en los primeros ue ·e atencit
historia de la disciplina penitencial y de la liturgia rn~: 16)-
Ja exhortación a confesar los pecados unos a otros '

37. Cf. la comunidad J e Corinto: 1Cor l ,26- 29 ·


38. Sant 2,2s.16.18; cf. 3,1-12; 4,1-4. . ?J,l h,
7
39. CT. Act 11,30; 14,23; 15,2.4.6.22s; 16,4; 20, l ' ...

34()
Dedicatoria y sa ludo
Sant 1,1

BIBLIOORA FÍA

Comentarios cat6licos:

JOSEPM CHAINE, L'Építre de Jacques, Paris 1927.


orro BARDENHEWER, Der Brief des hl. Jakobus, Friburgo de Brjsgovia 1928.
MAX MEINERTZ, Der Jakobusbrief, Bonn 41932.
PETER KEITER, Hebriierbrief, Jakobusbrief, Petrusbriefe, Judasbrief, F ri -
burgo de Brisgovia 1950.
TEÓFILO GARCÍA DE ÜRBISO, Epistola s. Jacohi, Roma 1954.
R. LECONTE, Les Épitres Catholiques de Saint Jacques, Saint lude et Saint
Pierre, París 21961.
FRANZ MussNER, Der Jakobusbrief, Friburgo de Brisgovia 1964.
l!ELGA RuscHE, Der Brief des Apostels Jakobus (<<Die Welt der BibeJ» 6),
Dilsseldorf 1965.
Orro KNOCH, Carta de Santiago, Herder, Barcelona 1969.

Comentarios protestantes:

JACQUES MARTY, L'Építre de Jacques, París 1935.


AooLF SCHLAITER, Der Brief des Jakobus, Stuttgart 21956.
RANDOLPH VINCENT TASKER, The General Epistle of James, Londres 1956.
Louis SIMON, Une Éthique de la Sagesse. Commentaire de l'Építre de Jac-
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MARTIN DIBELIUS, Der Brief des Jakobus, con sup]emento editado por
Heinrich Greeven, Gotinga 111964.
Bo REICKE, The Epistles of James, Peter and lude (<<Anchor BibJe» 37),
New York 1964.
RONALD RALPH WILLIAMS, The Letters of John and James, Cambridge 1965.
C.L. M1rroN, The Epistles of lames, Londres 1966.

Además, los comentarios señalados en la pág. 324.

TEXTO Y COMENTARIO

Dedicatoria y saludo
1,1
1
• Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce
tnbus e l d',
n a wspora: Ai/egraos.

341
Rxlh"'rtación a la paciencia

tuina S\."'"'iul y t'-"t'rh,mka de estos pobres. El término «justo, .


\'!Ut' n un rturat ref?rir d pasaje a Cristo, como se hizo eqUJ.
1
t'ilad m~iu ltx')r ej. Broa) y aun entre autores actuales, : ª
a, itnt· l'x'tl t'l C't"'Hk'Xt(' . Igualmente es ID\'erosímü entender el ve¡-:
«matar» ú"'nlü nlusin"' n pena capital dictada contra cristi'.ln «.LUÜ }
_
~,r \.-'atlSS de su fo: una injusticia tal la habría destacado más
d aut(n y h1 hahria fustigado en términos más fuertes. Ya en Ecb
3-t25-~7 {L'XX : v. 20-22) se colocan a un mismo nivel el crirnCi,
de la expkHfü.·i6n de J0s trabajadores y el del asesinato. La culpa de
h,~ rit'OS e~ tanto mavor, cuanto los pobres a qujenes así tratan
~l"Il inde.fcnsos~ incapaces de oponer resistencia.
P0r lt" de-más~ la carta confirma la situación general reinante
t'n aquella época; al lado de una riqueza desmesurada, que no
conoce límites cuando se trata de hacer sentir su poder, existe
una profunda miseria~ La explotación del obrero (v. 4) y la vio-
lencia ejercida contra los humildes que se interponen en eJ caraioo
tv. 6) n0 debieron ser fenómenos raros en tales circunstancias.

9. Exhortación a la paciencia y prohibición del juramenw


5,7-12

1Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la parusía del Str.,)r.


Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra. agu.11-
dando pacientemente, hasta recibir lluvias tempranas Y ttNdia>.
8Tnied paciencia ,·osorros también, fortaleced nJesrro co,a;:t)n,

porque está cerca la parusia del Serio,. 9No os quejéis, hemt~._,,,


unos de otros, para 110 ser juzgados. Mirad que el jut:. f' ,·,i _ ,J
ante la puerw. WTomad, ht' rllllJJWS , por modelo ,Ir .)uJmni<·~:.t:' \
dt' paciencia " los pro/ews que hablaron e11 nomhr,· d<'J .\:-#" "
JIM• truu
' ,.,, ClJ/110
-<
proc/ amw,ws h.Ie1w w:11turtuJos cJ !><- '' ,,."" ' ,,.,.,\ul ·
t, ¡. ,!;e1, ¡ \

cvristw11l s. 1/abéis vitlo hablar de la ,~,cit·nci,, ,lt- J¡> \ •·


1

. ., \ ,,, .1
.,

viJto el fi,wl (/Lit' ll' dio d S,·,1or. ¡x>rquc: t>i c\ 'fH /tcL'n ,> '
y tf, , muc:Jw 11,ísericordia. ,, 11
l1-A ,u,• tmJo. hernumos 11110s. · ''" jurt>h "•" ¡1t )r e- e I ci ·lt 1
, ,.
\ . ti..·
· ' ' • · l \'rU ~,
Iel t111rra m con 1un1,tw, utro /llfclfllt!lt(,J , (Jt11* \! l/1.'J'lft' ' - iJ

vuestro ,w ~wu 110, ¡>11rc., ,¡t-1r 110 f tii ,'!tli-'' rlt jui< ·i,,.
E-xhort ación a la pacienci:i

El autor de ]a carta de Santiago es con<-,- · ... ntª d.,. ~ •


.... '""" 1\... \., '- :)u m 'ap - 7
cidad de remediar la situación social, pero en su calidad d " ª
. . e pre-
dicador qwere consolar y aduce un motivo religioso para sob~-
ponerse a la injusticia: 158 también sobre 1os ricos en su soberbia
impía se hará sentir pronto el juido de Dios, que hará justicia
a los inocentes. Por ello y porque tanto ricos como pobres habrán
de comparecer ante el juez, no hay razón para alimentar senti-
mientos de venganza o para tratar de hacerse justicia por sí
mismo (cf. 4,12). El labrador debe, como es el caso por ejemplo
en Palestina., mirar con resignación la sequía del verano, y aguardar
a que llegue el tiempo de las primeras lluvias, en noviembre, para
sembrar sus granos; después debe de nuevo esperar las lluvias
tardías, las de fines de marzo o principios de abril; es entonces
cuando la mies puede madurar.
Así deben también los cristianos tener paciencia hasta que 8
el Señor retorne, lleve a cabo la gran transformación y haga
desaparecer toda miseria. Mientras llega ese día, la consigna es
permanecer constantes!! no dejarse llevar de la impaciencia y de
procederes contrarios a las enseñanzas cristianas. Desde que el
Señor apareció en la tierra está próximo su retorno con el cual se
establecerá definitivamente el esperado reino de la justicia 159- Es 9
éste un hecho indudable, aunque no sea posible precisar nada en
cuanto al tiempo que aún ha de transcurrir (2Pe 3,4.8-10). Cristo
está ya a 1a puerta en su calidad de juez; por eso no debe existir
dentro de la comunidad ningún proceder o actitud que pueda
considerarse reprobable en el día del juicio: mal humor, murmu-
ración, juicios o acusaciones mutuas u,o. En este mundo debe cada 18
cual soportar sus dolores y esperar a que el Señor acuda en su
ayuda.
Ejemplo insigne son en este aspecto los profetas de la anti·
gua alianza, perseguidos de sus conciudadanos 161 precisamentt
J)Orque hablaron «en nombre del Seño r» , po rque po r encat~(>
--------
!~8 · Cf.
22 6 9. Cf.
JPe 2, 13.16.18-2 5; 3,1.
Sant 5,S.9 ; Rom 13, 1!ti; F lp 4,5: Heb 10.~5.37: l p,, .J,7. Ar
, 8-12.20.

º·
16
161 Cf. Sa nt 411 · Ml 7 1· l.A-
1 . '
1 ··637
1 '. ' •
· Cf. 2Par 36, 16; Mt .5 ,12; Ac i 7,52 ; l'f'c~ :?,J S.

387
Sant 5,7-12 Exhortación a la r,acicnciu.

11 suyo anunciaron su palabra. Uno de lo~ t-ianlON m{1fi por,ul arc 1


~

del AT es el «paciente» Job 162. Por la tradición saben lo~ crintianqH


de su paciencia y conocen («habéis vi sto:») el flnal que le dio el
Señor, es decir, cómo Dios lo recompensó (el texto griego podría
también traducirse: «y habéis visto el final del Scflor», k1 que
en Agustín y Beda, y recientemente en algunos oomcntaristaH, r;c
interpreta como alusión del autor de la carta a k>H padccimicntrn,
de Jesús; pero no es verosímH que e] autor co]oquc aquf a Jesús
en el mismo plano que Job, para no hacer más que una ligera
alusión a sus sufrimientos salvadores). Lo que puede parecer
extraño es que, a diferencia de lPe 2,21, no se mencione a C risto
como modelo. La omisión se debe quizá a que el autor habla de
Cristo como Señor g]orificado (2,1), y a que los padecimientos
y la muerte de Cristo no sólo eran motivo de escándalo para los
judíos (lCor 1,23), sino que también imp]icaban graves dificul-
tades para ]os judeocristianos. En todo caso no está claro por
qué la carta omite mencionar el ejemp)o de Jesós.
12 Sin relación directa con lo anterior ni con lo que sigue. el
autor hace una advertencia, que considera de especial impor-
tancia («ante todo»), con respecto al juramento. La advertencia
se registra también en una frase de Jesús, consignada en el sermón
de la montaña por Mt 5,34-37. Nuestra carta, sin embargo, la
toma no de Mateo, sino de la tradición viva (oral o escrita) exis-
tente en la comunidad. La redacción es en la carta más corta que
en Mt, y en la segunda parte, la positiva («que vuestro sí sea
sí...») es aquí sencilla, si bien el sentido no es exactamente
el mismo; esto, con todo, no significa que la frase represente en la
carta una forma más original que en Mt. La advertencia recomienda
an~ to~o, igual que en Mt, que es más explícito (5,34: «no ha-
béis de Jurar en manera alguna»), evitar en general todo juramento,
Y no sólo el que se emplea para reforzar una afirmación, caso
en que los usos judíos exigían que no se pronunciara el nombre
de J?ios. Se pide luego que entre los discípulos de Jesús se~•
suficiente el si o el no , de s ucr t e que no haya necesidad
· • nl·
de! Jll
mentos. En efecto , e1 Juramento
· se hu hc-.: ho nc~csu rio a t:ausa

l f)2 . Cf. E1 1-1 ,14; Tub 2 ,12 Yul gtll a .

JM8
El juramento

de Ja falta de veraci dad de los hombres~ mas .


· b'l•
a Crasto, o 1gados como están a decir s·iem
entre los qu· e ~1.gu~n
- pre 1a ved d
jurar debe ser superfluo. r a , el
No es claro a qué se refiera exactamente la frase fin
que no caigáis en juicio». Seguramente corresponde a al. :« pan
·
s16n · ~ en M t (5,37): «lo que de esto 1,a conclu-
d e 1a ex h ortac1on
pasa, pro-
viene del Maligno», o sea, lo que a manera de juramento se
añade al simple sí o no, proviene «del Maligno», demuestra el
poder del mal, porque de hecho presupone que ante la falsedad
de los hombres no se puede ya tener confianza en sus palabras.
Si la proposición final en Santiago quiere referirse también a to
inmediatamente anterior («que vuestro sí ... »), sería entonces una
exhortación a decir a toda costa la verdad, teniendo en cuenta
que toda astucia y falsedad en el hablar atrae sobre si el juicio
de Dios. La frase puede, sin embargo, referirse también a toda
la advertencia sobre el juramento, siendo entonces su sentido : el
que jura, invoca a Dios por testigo y debe, en cons.ecuencia, dar
cuenta de su juramento ante el tribunal de Dios~ Es pQsibl\! que
ambas ideas estén aquí reunidas.

El juramento

En la antigua alianza el juramento se tenía en mu\,·ho h_00'-)\:


~,.:: t~
.
Jurar •
por Y ahveh equ1vaha , . -
a un acto de fe en d \"· ' rd ·1d~'[\) .
-Lll\.:~
~
·

. ,, é1 rclu~m sus
Incluso de Yahveh se dice más de u.na vez que - "'.
, .. nre\'kn~ l!Ul\v\~!\
promesas con juramento 164 . Sin en\barg<.1. ~\.: t · , ,·
• , t~ En la e-¡x,J. ~..
contra la ligereza en el empleo del 1urumcntl · . · . t,
~\f fl,'ú" d jUf:Ul'\d\ t
guiente al exilio se habla tanto de gc.ntc qu~ t\ . . , ,• tth'l'"''
• • 1 ~ ~'C" ha"" ~u,
(Ecl 9,2), como del juramento rutmnno q\ \;'. · "'. ,1 ·ur.t~
' ' l\.~h•\i ..h . ,U, \ 1
suficiente 166 • Según Flavio Jose(o, los ~s~nio~ - ...... .. ,u ,~tHC -.., )n
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l65. Lev 19,12.; Jet· S,2; z,\c
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166. E-d o 23,9.. ll : 27 ,14.
167. lu v10 Jos~Fo, Hl 11 8,6, § l 35,

389
El juramento

los terribles juramentos con que se obligaban res .


. . . · pecto de
comumdad 168• El escnto de Damasco restringe bastante 1 . su
mento (15,1-6). Cuando, todavía en Ja época del segundo~ Jura.
en virtud de Éx 20,7 se prohibió pronunciar el nombre de ·yemh. plo,
. a vch
surgió la costumbre de jurar por un nombre indirecto de Dios («Se:
ñon>, «Todopoderoso») o por un objeto divino (por ej. e] cielo
el altar). '
Los escribas y rabinos, que en general tenían en gran honor
el juramento, según la mentalidad del AT, lo declaran a veces
válido y a veces inválido, en virtud de una complicada casuística 169 .
Jesús se lo echa en cara en duros términos (Mt 23,16·22). En
cuanto a Jesús mismo, él va más allá que los círculos judíos de
su tiempo y exige a sus discípulos no juren en ninguna fonna,
ya que debiendo ser sus palabras siempre verdaderas, sobra todo
juramento 170• Personalmente él no parece haber jurado; al menos
no existe ningún dato que lleve a pensar lo contrario. Su res-
puesta al sumo sacerdote (Mt 26,63s) no se puede considerar
como dada bajo juramento. . m
Pablo en más de una ocasión invocó a Dios por tesugo ·
La carta a los Hebreos considera el juramento como de uso_~~)·
rriente entre los hombres (6,16). se abstiene de tomar posioon
. d J ,
con respecto a la advertencia e esus, y da .unpo rtancia a. lvS.
1
juramentos con que Dios se ha obligado 172 • En el Ap<x:ª '.~:·
1· ura por Dios (10.6). En la Iglcsja anti~~.~ :
po r último , un ángel
. . 1. 1'ó estn"...
las palabras de Jesús se interpretaron como prob1b c n
de todo juramento 171. ph:O
La experiencia innegable de que el ideal de una ,oro

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·wo
Exhortación a orar
Sant 5,13-20

veracidad, que debía hacer superfluo todo juramento, no se rea-


liza ni siquiera en eJ mundo cristiano, dio lugar a que el jura-
mento se convirtiera poco a poco en costumbre reconocida por
todos, incluso por la Iglesia. Punto de partida para esta evolución
fue el hecho de que no siendo el juramento en sí cosa mala, puede
contribuir al triunfo del bien, Y ante todo para descubrir la verdad
y dar mayor seriedad a una afirmación; en cambio, otras cosas
que en el sermón de la montaña se condenan igual que el jura-
mento, como por ejemplo la separación matrimonial o un nuevo
matrimonio de los separados (Mt 5,31 s), son en sí cosa mala, y en
ningún caso necesarios para favorecer el matrimonio como Dios
lo quiere 174 • Esta consideración no se desprende de la letra de
la Escritura, pero sí de la orientación de conjunto de la revela-
ción bíblica. En resumen, la advertencia relativa al juramento
e-s una exhortación a los cristianos: entre ellos debe llegarse a que
un sí o un no merezcan absoluta confianza. «¿Cómo es posible
que el juramento sea necesario, si se vive según las exigencias
de la máxima verdad?» 175

10. Exhortación a orar y a convertir al extraviado


5,13-20
13
¿Está mal, alguno de entre vosotros? Que ore. ¿Está de buen
ánimo? Que cante himnos. 14 ¿Está a/.guno enfermo? Haga llamar
ª los ancianos de la iglesia y oren sobre él, ungiéndolo con óleo en
el nombre del Señor. 15La oraci&r. de la fe salvará al enfermo Y el
Señor le hará levantarse; y si hubiese cometido pecados, habrá
pe,dón para él. 16Conf esaos, pues, los pecados u,ws a otros; orad
unos por otros para ser curados. Mucho puede la oración eficai.
del iust0. 17 Elías, de la misma condición humana que nosotros,
0 ró int .
ensamente para que no llovzese, y iJ10 ll ovw
· ·' sobre la tierra
.
en tres años Y seis meses. isy oró de nuevo, y el cielo dio lluvza,
Y la t·
zerra produja fruto.
19IJ
~ nos míos, si alguno de entre vosotros se d esv,'a de h1
174 Cf M
1 · · e 10,6-9; Mt 19,4-6.
75
. CLEMENTE DE ALEJANDRÍA , Strom<lta Vil , 51 ,S.

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