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Charla IV - Sueño de Oro


El libro Transfiguración, en el último capítulo, que tiene por título “Un Sueño de Oro”,
abre sus páginas con un pensamiento de Tagore: “La vida se nos da gratuitamente
y nos la merecemos dándola”.

“Dar la vida: he aquí la definición de amor; un amor, pues, exigente y concreto,


dentro de la ley de la renuncia y de la muerte. No, ante todo, un amor emotivo, sino
oblativo” (Transfiguración – Capítulo 3 – punto 2).

La base de la fraternidad es el amor oblativo, que es también su motor dinámico.

El amor oblativo es imposible sin la oración, porque el amor oblativo es fruto de una
convicción de fe.

Por tanto, el secreto fundamental del amor oblativo y de la fraternidad es colocar


nuestras convicciones de fe por encima de las emociones espontáneas”
(Transfiguración – Capítulo 3 – punto 4)

¿Qué es el amor oblativo?

Amor oblativo es ir, de alguna manera, contra los propios impulsos, por amor a Dios.

No gusto de este tipo, pero su Padre es mí Padre y tengo que aceptarlo.

Este tipo me calumnió, qué ganas de vengarme, pero su Padre es mí Padre, tengo
que perdonar y olvidar, entonces, tengo que morir al impulso de venganza.

Este tipo me despierta terribles sentimientos de envidia, tengo que morir, en Dios y
por Dios, a este típico sentimiento de envidia, porque su Padre es mí Padre.

Y así podríamos colocar centenares de ejemplos. Siempre en el amor oblativo existe


un morir a los impulsos instintivos, por eso hablamos de amor oblativo y no emotivo.

¿Cuáles son las diferencias entre amor oblativo y amor emotivo?

1 – El amor oblativo y de fraternidad no es espontáneo, sino fruto de una convicción.


El motivo del amor oblativo no es un impulso vital, sino los criterios de fe.

2 - El amor emotivo, por el contrario, es espontáneo, natural. No necesita ser


trabajado, no depende de la voluntad, porque la voluntad no tiene dominio directo
sobre el mundo emotivo, sobre el fondo vital instintivo.
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3 – El amor emocional es particular, restrictivo por naturaleza. “yo te amo y tú me


amas”

4 – El amor oblativo y de fraternidad es universal.

5 – El amor emocional es querer bien.

6 – El amor oblativo es querer el bien.

7 – El amor emotivo es buscarse en el otro.

8 – El amor oblativo es darse al otro.

¿El amor emocional es errado?

No, por el contrario, solo que gran parte de las veces es mal canalizado, esto es,
es un amor de interés, que espera compensaciones, y es susceptible de
transformarse en fuente de sufrimiento a la menor sospecha de que el otro no gusta
de mí, me ofendió, no me acepta más, mientras que el amor oblativo pasa por
encima de las reacciones impulsivas.

Por eso, el amor oblativo es puro, porque en el no existe compensación de


satisfacción sensible.

Para amar oblativamente no podemos olvidarnos que el edificio de la fraternidad


solo puede ser erigido sobre la plataforma de la humildad, la meta es el amor, pero
el camino es la humildad.

“Por eso, nosotros, al ofrecer el capítulo anterior (“Vacíos de Sí”), colocamos una
base sólida, el fundamento indispensable para que el Sueño de Oro de Jesús pueda
ser una realidad” (Transfiguración – Capítulo 3 – punto 1)

Para alcanzar este objetivo tenemos que ir, paso a paso, desarrollando
paralelamente la teoría, que es todo lo que aprendemos en la Biblia, en el Antiguo
y el Nuevo Testamento, lo que es también el propósito de este libro Transfiguración,
y la práctica. Viviendo y aprendiendo; aprendiendo y practicando.

¿Ustedes han visto a un herrero herrar un caballo? Él toma la pata del caballo, la
afirma entre sus piernas, coloca la herradura sobre la pata, toma un clavo y lo
martilla; después martilla la herradura, ¿ustedes saben por qué él da golpes al clavo
y a la herradura?... porque si él martillase solo la herradura, ella no se afirmaría.
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Conclusión: para que la herradura quede firme es necesario que el herrero de un


martillazo al clavo y otro a la herradura hasta el final.

Así sucede también en nuestra vida: para poder caminar bien necesitamos dos
cosas: profundizar en la espiritualidad y hacerla vida. Dar un “martillazo” en la
espiritualidad y otro en la vida… Y así deberá ser siempre para armonizar estos dos
momentos: aprendiendo y viviendo, viviendo y aprendiendo.

Oración:
“LA GRACIA DE COMUNICARSE”
Libro Encuentro # 47

Señor Jesús,
Llamaste “amigos” a los discípulos
porque les abriste tu intimidad.
Pero ¡qué difícil es abrirse, Señor!
¡Cuánto cuesta rasgar el velo del propio misterio!
¡Cuántas trabas se interponen en el camino!
Pero sé bien, Señor, que sin comunicación
no hay amor
y que el misterio esencial de la fraternidad
consiste en ese juego de abrirse y acogerse
unos a otros.

Hazme comprender, Señor, que fui creado


no como un ser acabado y encerrado
sino como una tensión y movimiento
hacia los demás;
que debo participar de la riqueza de los demás y dejar que
los demás participen de mi riqueza;
y que encerrarse es muerte
y abrirse es vida, libertad, madurez.

Señor Jesucristo, rey de la fraternidad;


dame la convicción y coraje de abrirme;
enséñame el arte de abrirme.
Rompe en mi los retraimientos y miedos,
bloqueos y timideces
que obstaculizan la corriente de la comunicación.

Dame la generosidad para lanzarme sin miedo en ese


Juego enriquecedor de abrirme y acoger.
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Danos la gracia de la comunicación, Señor, Jesús.

La Biblia dice que “Dios es amor” (1 Juan 4, 8) “Pero ¿Dónde está la prueba
palpable de que Dios es Amor? La prueba es Jesús, con su vida y su obra:
Misericordioso, sensible y perdonador”. (Padre Ignacio Larrañaga).

Para aprendernos las verdaderas lecciones de amor con Jesús, nuestro Maestro,
tenemos que conocer, estudiar y practicar día a día sus enseñanzas, leyendo,
meditando y rezando la Palabra de Dios.

De nuevo insistimos sobre el secreto del amor oblativo que es un excelente refuerzo
para la base de lo que pretendemos: “Lo repetiremos mil veces: el misterio del amor
fraterno consiste en imponer las convicciones de fe sobre las emociones
espontáneas” (Transfiguración – Capitulo 3 – punto 2)

Y ¿qué son las convicciones de fe? Son aquellos criterios y decisiones emanados
de la misma fe.

Y ¿qué son las emociones espontáneas? Son aquellos impulsos que brotan
instintivamente del mundo inconsciente.

Por lo tanto, la fraternidad cristiana es la imposición de la fe sobre los instintos; la


fraternidad, no es pues una mera realidad psíquica, sino fruto de la fe. Esto quiere
decir, que es la realidad espiritual la que debemos cuidar y desarrollar para
consolidar la fraternidad.

¿Cómo fortalecemos nuestra realidad espiritual? Cultivando cuatro elementos


vitales: la fe, la humildad, el coraje y la disciplina. Así, en este orden, de acuerdo
con su importancia.

Lo primero es la fe.

Las dudas intelectuales de fe comienzan cuando se comienza a debilitar nuestra


adhesión a la persona de nuestro Señor Jesucristo. La fe no es una adhesión
intelectual, sino, una adhesión vital.

La fe es certeza. Si la fe se basa en la ilusión, no estamos en presencia de la fe,


sino de la superstición.
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Pablo, en la carta a los Hebreos 11, nos dice que todo “fue por la fe…”.

Y Jesús dice: “Hija, tu fe te ha salvado; ¡vete en paz!” (Lucas 8, 48)

Y aún en 1 Pedro 1, 5 él nos dice: “El poder de Dios nos protege, por medio de la
fe”.

La fe en Jesús nos da la “cura perfecta” para nuestra alma, así está escrito en
Hechos 3, 16b: “Fue la fe en Jesús la que le dio la cura perfecta”.

En el libro “Muéstrame Tu Rostro”, encontramos una excelente definición de la fe:


“La fe, en la Biblia, es un acto y una actitud que abarca a todo el hombre, su
confianza profunda, su fidelidad, su consentimiento intelectual y su adhesión
emocional, abarcando, también su vida, comprometiendo su historia entera, con sus
proyectos, emergencias y eventualidades”.

Y además, en la Biblia, de acuerdo con la traducción interconfesional del texto


griego, encontramos en Gálatas 5, 6 la esencia de la fe: “Lo que importa es la fe,
una fe activa por medio del amor”. Cuanto mayor es el amor a Jesucristo, cuanto
mayor es nuestra adhesión vital a él, más fuerte y firme es nuestra fe.
***

Lo segundo es la humildad, sobre la cual ya hablamos en la charla “Vacíos de Sí”.

La humildad es la gran generadora del respeto y “es imposible pretender levantar


el edificio de la fraternidad si no colocamos el fundamento del respeto mutuo”
(Transfiguración – Capítulo 3 – punto 8 – pág. 118). Sabemos que “el humilde no
se busca a sí mismo, sino que vive vuelto hacía los demás”. (Transfiguración –
Capítulo 3 – punto 1)

La humildad solo nos puede llenar cuando nos vaciamos de nuestro amor propio.
Y hacerlo, cuesta mucho. Pero, ya sabemos: lo que cuesta poco, vale poco, y lo que
cuesta mucho, vale mucho. Es practicando pequeños actos de humildad que
llegaremos a ser humildes.

Lo tercero es el coraje: coraje para mirar de frente una situación, aunque sea
dolorosa y estresante, y ahí, con mucha serenidad, “colocar su ‘enemigo’ en el
rincón de la memoria y, en plena intimidad con Jesús, sentirlo con el corazón,
abrazarlo con los brazos de Jesús, como si tú fueras Jesús”. (Transfiguración –
Capítulo 3 – punto 9)
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Coraje para perdonar. Coraje para decir si cuando es si y no cuando es no. Ser
prudente en las decisiones, pero firme en las resoluciones. Así como nos dice el
Señor: “Es una orden! ¡Se fuerte y valiente!” (Josue 1, 9)

Recuerden que coraje no es no tener miedo sino, vencer el miedo. Se vence el


miedo con el amor, pues la Biblia dice que: “donde hay amor no hay temor”.

El verdadero coraje es más paciente que audaz. En Lucas 13, 31 – 32, vemos el
coraje de Jesús: “También entonces llegaron algunos fariseos, y le dijeron a Jesús:
“Vete de aquí, porque Herodes te quiere matar”. Jesús les contesto: “Vayan y digan
a ese zorro: mira, hoy y mañana expulso a los demonios y sano a los enfermos, y
pasado mañana término”.

Coraje para modificar el modo de ser, las actitudes, para enfrentar situaciones
difíciles.

No todo lo que se enfrenta puede ser modificado, pero nada puede ser modificado
hasta que es enfrentado. Y lo que no puede ser modificado, ya sabemos: “¡Padre,
en tus manos lo entrego!” Es la hora del abandono.

Lo cuarto es la disciplina: “Vigilar y orad para no caer en tentación. El espíritu es


fuerte, pero la carne es débil.” (Marcos 14, 38)

La disciplina es una de las piezas importantes para el éxito sobre nosotros mismos,
esto es, la victoria sobre nosotros mismos. Para lograrlo, tenemos que estar atentos
y mantener una rígida disciplina sobre los impulsos de nuestro inconsciente. “Las
características de los impulsos son la sorpresa y la violencia. Cuando estamos
descuidados, somos capaces de cualquier barbaridad, de la que después nos
arrepentimos” (Sube conmigo). Antiguamente los cocheros conducían grandes
carruajes con tres o cuatro parejas de caballos, y con mano firme sujetaban las
riendas con las que disciplinaban a los caballos, llevando el carruaje hasta su
destino final.

Nosotros también necesitamos ser así como el cochero: saber disciplinar con
firmeza nuestros “caballos”, contener nuestros impulsos agresivos, tales como la
ira, el odio, la impaciencia, el rencor... cada uno de estos sentimientos es un
“caballo” que necesitamos sujetar con mano firme, para que ellos no lleven el
carruaje de la vida hacia el precipicio… Cada vez que conseguimos dominar
nuestros impulsos agresivos nos estamos disciplinando para vivir mejor.

Y lo mejor y más seguro para nosotros es llevar un pasajero en nuestro carruaje


que sepa indicarnos el camino más seguro y cómo hacer para no descuidar los
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caballos: este pasajero, evidentemente ¡Es Jesús! Con El a nuestro lado


enseñándonos como debemos actuar, nuestro viaje será seguro; esa gran travesía
de nuestra vida aquí en la tierra estará en buenas manos.

Vigilando y orando es como tendremos a Jesús vivo en nuestra conciencia; de esta


manera, El irá dominando las energías impulsivas de nuestro inconsciente.

Para que eso sea posible, necesitamos de mucha disciplina en el cumplimiento de


nuestros Tiempos Fuertes, que son esos momentos en que estamos en intimo
dialogo con el Padre y con Jesús, fuentes de toda nuestra fortaleza.

Jesús nos dice en Lucas 21, 19: “Con vuestra perseverancia es que salvaréis
vuestra vida”.
** *
Con nuestra realidad espiritual fortalecida por la fe, la humildad, el coraje y la
disciplina, comenzamos a “Dar los primeros pasos en la concretización del Sueño
de Oro, ‘conjugando’, de manera conjunta y complementaria los cuatro verbos:
comprender- respetar –aceptar- perdonar. Para sintetizar de alguna manera el
contenido de los cuatro verbos, tenemos la divina palabra misericordia”.

La palabra misericordia, de origen latina, surge de la unión de mísero/miseria y


cor/corazón. Ella representa, por tanto, un sentimiento de empatía: colocar la
miseria del prójimo en nuestro propio corazón. La misericordia se refiere a un
corazón que se compadece y actúa.

Y sí quisiéramos definir de alguna manera al Jesús de los Evangelios sería con esos
dos adjetivos, que en el fondo son una sola cosa: compasivo y misericordioso”.
(Transfiguración – Capítulo 3 – punto 10)

En 2 Corintios 1, 4 Pablo nos da esta joya: “El Señor nos consuela en todas
nuestras tribulaciones, para que nosotros podamos consolar a otros en cualquier
aflicción”.

Hace muchos años atrás, en torno de 1945, salió en la revista “Selecciones” una
historia real sobre dos jóvenes muy amigos que fueron llamados a la II guerra
mundial. Fueron juntos al mismo batallón. Un día hubo una terrible lucha contra el
enemigo y el comandante percibió que estaban muriendo muchos soldados y
ordeno que todos retrocediesen, volviendo a la base.

Al llegar a la base uno de los amigos vio que el otro no había regresado. Se dirigió
al comandante y le dijo:
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“Mi amigo no regresó del campo de batalla, señor. Pido permiso para ir a buscarlo”.

El oficial respondió:

“Permiso denegado. No quiero que usted arriesgue su vida por un hombre que
probablemente está muerto.

El soldado no obedeció la orden y salió en busca del amigo. Horas más tarde
regresó, mortalmente herido, trayendo a su amigo muerto.

El comandante se puso furioso y le dijo:

“¡Yo le dije que él estaba muerto! ¡Ahora perdí dos hombres! ¿Valió la pena dar tu
vida por un cadáver?

El soldado, moribundo, consiguió responder: “Valió la pena Señor. Pues cuando lo


encontré él todavía vivía, me miró y dijo: Jack… yo tenía la certeza que de que tú
vendrías”.

Así como el Señor nos consuela, consolemos a nuestros hermanos. De este modo
iremos realizando concretamente, día tras día, el Sueño de Oro de Jesús: “Qué
todos sean uno con El”, pues el amor fraterno se basa en la experiencia del ¡todos
somos uno!
* * *

INVITACION A PARTICIPAR Y VIVIR UN TALLER DE ORACION Y VIDA (TOV)

Ustedes que participaron de este Retiro, han podido descubrir y experimentar, una
relación más cercana con Dios a través de Jesús. En una palabra, han aprendido a
DETENERSE.

En medio de una vida agitada, como es la actual (y dentro de este DETENERSE), es


también, una linda y única oportunidad que Dios les está ofreciendo en este momento
para que una vez termine esta Cuarentena, USTEDES participen y vivan un Taller de
Oración y Vida.

En el Taller se enseñan tres aspectos fundamentales para aprender a orar y a vivir.

Y mediante un sistema ordenado, metódico, disciplinado, eficaz, se transformen en


amigos y discípulos del Señor a través de una metodología práctica y sencilla que los
llevará a relacionarse con Dios de una manera progresiva y profunda, desde los
primeros pasos de la oración hasta las alturas de la contemplación (somos una Escuela
de Oración).
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Desde la oración, van a descubrir que lo Divino y lo humano tienen que ir tomados de la
mano, aprendiendo a liberarse de traumas, complejos, temores, angustias, ansiedades,
miedos y tristezas (Somos también Escuela de Vida).

Y lo más hermoso, con el Taller se inicia un proceso de Santificación Cristificante: se


aprende a ser pacientes y humildes como Jesús, a ser verdaderamente sensibles,
misericordiosos y amar como Jesús amó, es decir, se inicia un proceso de Conversión
(Escuela de Conversión). Vamos dejando al hombre viejo que soy “yo”, para asumir al
hombre nuevo que es Jesús.

Amigos: en muchas ocasiones hemos escuchado que debemos rezar, que la oración es
importante y esencial en la vida espiritual, pero nunca o pocas veces se dice cómo
hacerlo.

Pues bien, el Taller muestra ese CAMINO y cómo alcanzarlo, e introduce


pedagógicamente a quien lo desee...

Dios los está buscando y ustedes buscan a Dios...

VIVAN UN TALLER DE ORACION Y VIDA.

Déjense transformar por Él, contacten al Guía que les invito a vivir este retiro que hoy
gozosamente hemos culminado para que continúen profundizando en esta relación
amorosa con DIOS PADRE mediante la vivencia de un Taller.

Ingresen a nuestra pagina web www.tovpil.org

Servicios:
Taller de Oración y Vida Adultos- 15 sesiones.
Taller de Oración y Vida para Jóvenes (17 a 18 años en adelante)- 10 sesiones.
Taller de Oración y Vida para Adolescentes “Caminando con Jesús” (12 a 18 años en
adelante)- 9 reuniones.
Taller de Oración y Vida para niños “Evangelizando niños” (7 a 12 en adelante)- 10
reuniones.

*En este momento en que el final del Retiro nos envuelve, elevemos nuestra alma y
pidamos a María, nuestra Madre Santísima, que se quede con nosotros, nos renueve
completamente para que podamos ver como la vida es hermosa, permanezca a nuestro
lado en nuestros Tiempos Fuertes, enseñándonos a orar, así como enseño a Jesús.
Y ahora, para finalizar esta jornada de reflexión y oración, vamos a agradecer a Nuestra
Señora su presencia constante y pedirle que continúe cuidando de nuestro corazón, de
nuestra vida, de nuestro camino.
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Canto:

María de Jesús
Libro Senda #. 17).

Eres más que el mar, la gota de rocío en el arenal,


la flor nacida en medio del pedregal,
a fuerza de esperanza, fe y caridad,
así eres Tú, María de Jesús.

Siento una vez más, tu mano dirigiendo mi caminar,


tus ojos encendiendo mi oscuridad,
tu corazón de Madre latiendo esta
junto a la cruz, María de Jesús.

LLEVAME HASTA ÉL,


Y ESCONDE MI LUCERO EN SU
AMANECER, AVIVA EN MI ALMA EL FUEGO DE
SU QUERER, Y APAGARE MI SED.
DAME DE BEBER, LA SANGRE DEL
CORDERO QUE FUE A NACER,
DEL SENO INMACULADO DE TI MUJER,
DE NOCHE ALLÁ EN BELÉN.

Sólo una vez más, dirige mi sendero hacia ese


portal y encierra mi camino en su caminar,
para borrar las huellas de todo mal,
danos tu luz, María de Jesús.

Soy como el cristal, que deja cada día la luz


pasar y enciende claridades por donde va,
soy como luna llena para brillar, así soy
yo, la Madre del Señor.

En la oscuridad, acude a mi regazo para llorar,


que yo sé de consuelo y de humildad
y enciendo amor y vida de eternidad, así
soy yo, la Madre del Señor.

LLEVAME HASTA EL…


Sólo una vez más…
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BENDICIÓN FINAL

A nombre de los Talleres de Oración y Vida, Asociación Internacional Privada de


Fieles Laicos de derecho Pontificio, (aprobada el 4 de octubre de 2002, en la
festividad de nuestro modelo inolvidable: Francisco de Asís, nuestro agradecimiento
unido a nuestras oraciones por cada uno de ustedes.

Retransmitimos y elevamos en este momento la bendición final de nuestro fundador:


Padre Ignacio Larrañaga OMF, quien goza de la Presencia en la Casa del Padre.

“Quien quiera que seas, navegante por estas páginas del libro
“Transfiguración”:

Deseo que la Paz habite en tu casa, y la felicidad entre tus muros.

Huyan de tus horizontes las nubes de los miedos, y brille para siempre el azul
sobre tu cielo.

Sea la armonía la vestidura musical de tu hogar, y la alegría la respiración de


tus familiares.

Crezca la prosperidad como un rosal en tu jardín, y tu casa permanezca


eternamente perfumada por Él.

Amén

Dios te bendiga

Padre Ignacio Larrañaga

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