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Gloria al Padre…
INTRODUCCIÓN1
El hombre, ante Dios, tiene que reconocer su propia
«injusticia» e invocar la misericordia; entonces Dios le da su
propia justicia, lo «justifica», lo hace justo, que es lo mismo
que salvarlo. Éste es el gran juicio de Dios, juicio que
comienza acusando, obligando al hombre a una especie de
muerte o sacrificio espiritual, para salvarlo desde esa
profundidad. En el gran Juicio de Cristo, Dios quiere que su
Hijo se haga solidario del hombre, hasta la última
consecuencia del pecado, que es la muerte. Pero el Padre salva
a su Hijo, demostrando la «justicia» de Jesucristo y
convirtiéndolo en nuestra justicia. Este juicio de Cristo, que es
muerte y resurrección, se repite en el juicio de la penitencia
cristiana.
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Luis Alonso Schökel, comentarios a los salmos de la traducción de la Editorial
Verbo Divino de la Biblia del Pueblo de Dios.
DIA CUATRO SALMO 50 RETIRO PENITENCIAL
Este salmo de penitencia continúa el precedente, que trataba de
una discusión judicial entre Dios y el pueblo en la que Dios no
actuaba como juez sino como parte frente al pueblo, y adquiere
todo su valor como segunda parte de un acto religioso. Cuando
Dios mismo acusa y nos pone delante los pecados, el hombre
sólo puede reconocerse culpable; pero puede apelar a la
«misericordia» de Dios. De este modo se consuma la
«justicia», la «salvación» que se iba preparando en el salmo
anterior.
DESARROLLO
v.3. "Misericordia, Dios mío, por tu bondad. Por tu inmensa
compasión borra mi culpa"
PREGUNTAS
"Hacer agua pura con el agua mala, hacer agua joven con el
agua vieja; hacer agua nueva con el agua usada... hacer almas
frescas con las almas viejas, hacer almas claras con las almas
turbias. Almas impuras que llegan a ser puras... Es el más
bello secreto que hay en el jardín del mundo" Ch.Peguy.
Gloria al Padre…
2. Son dos los horizontes que traza el salmo 50. Está, ante todo,
la región tenebrosa del pecado (cf. vv. 3-11), en donde está
situado el hombre desde el inicio de su existencia: «Mira, en la
culpa nací, pecador me concibió mi madre» (v. 7). Aunque esta
declaración no se puede tomar como una formulación explícita
de la doctrina del pecado original tal como ha sido delineada
por la teología cristiana, no cabe duda que corresponde bien a
ella, pues expresa la dimensión profunda de la debilidad moral
PRP, I, S. UPB
2020