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Clase 1:

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Desarrollo evolutivo de la curiosidad en los niños.
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 Desarrollo evolutivo de la curiosidad en los niños

1. Prólogo

Una curiosidad sobre la curiosidad es cómo ella se desarrolla a

lo largo del crecimiento de los niños.

La curiosidad de los niños es suprimida en las escuelas por

múltiples mitos y preferencias que silenciosamente inducen
este proceso de supresión:

1. La mayoría de las personas, incluyendo a los docentes,

creen implícitamente que algunos niños son curiosos y que
otros no lo son.

No piensan en la curiosidad como algo que ellos pueden activamente promover o

instilar en todos sus alumnos.

2. A pesar de que la mayoría de las personas dicen que la curiosidad es una cosa
buena, cuando llega el momento de elegir entre curiosidad y docilidad, el sistema
educativo empuja hacia la docilidad.

3. Muchas personas piensan que los docentes agradables estimulan la curiosidad y

que los docentes malos no lo hacen. Pero el hecho es que estimular la curiosidad
tiene poco que ver con cuan amable es un docente.

La historia evolutiva de la curiosidad se caracteriza que lo que comienza como una

característica robusta, poseída por todos los bebes con un desarrollo normal, se
vuelve más frágil y comienza a mostrar las huellas de las experiencias del niño,
con sus padres, en su casa y en la escuela.
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Esta explicación evolutiva ayuda a explicar por qué una cualidad que es
omnipresente en los niños de uno y dos años de edad es difícil de encontrar en los
niños que están en el nivel preescolar. Además, irónicamente, es más claro que
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nunca que la curiosidad es el eje del éxito intelectual.

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Los alumnos que son curiosos aprenden más que las personas que no lo son, y los
alumnos aprenden más cuando son curiosos que cuando no lo son.
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El hecho de que estas dos declaraciones son diferentes y ambas verdaderas, hace
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más importante aun resolver que impide a las escuelas estimular la curiosidad y
que podemos hacer acerca de esto.

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 La idea de esta parte del módulo es construir una historia empíricamente
convincente acerca de cómo se desarrolla y evoluciona la curiosidad.

Espero que esta historia ayude al lector a desarrollar algunas ideas acerca de cómo
estimular la curiosidad en las escuelas.

Una breve explicación acerca del modelo de cada una de las unidades de esta
porción del módulo: Cada unidad tiene tres historias convergentes, una historia
acerca de mi niñez, una historia acerca de la naturaleza de la curiosidad y una
historia acerca del desarrollo de la curiosidad en los niños.

Yo deseo transmitir en estas páginas algo de la textura y de la especificidad de lo

que se siente cuando uno siente curiosidad y deseo recodar a los lectores que
cada uno de nosotros tiene una historia personal de la curiosidad.

Espero que los lectores finalizarán esta porción del módulo con tres ideas
entrelazadas:

1. Una nueva forma de pensar sobre su propia curiosidad.

2. Una comprensión de cómo se desarrolla la curiosidad.

3. Una convicción que la curiosidad puede y debe ser una parte central del
aprendizaje en el aula.

2. Capturando la curiosidad

Cuando tenía 5 años y pasaba todas mis tardes en la plaza Almagro tenía un
amiguito de tres años de edad que le encantaba comerse los bichos.

Le gustaba observar atentamente los bichos que tenían una forma de cúpula en su
cáscara, crujiente y brillante. Luego de un corto periodo de observación,
inevitablemente, levantaba uno de la tierra y tan delicadamente como puede ser
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un varón de tres años de edad lo metía dentro de su boca. Luego los mordía. Me
parecía que le gustaba la sensación del crujido. No tenía hambre y no era
particularmente cruel. Estaba explorando que yacía por debajo de la superficie.
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Casi todos los niños de tres años de edad tienen el mismo impulso, no meramente
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a veces, sino varias veces al día. Durante los primeros tres años de vida el deseo
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de descubrir nos define. ¿Pero qué pasa después?

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Aun las observaciones más informales de alumnos de escuela o adolescentes nos

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lleva a la conclusión que a medida que se vuelven mayores se vuelven menos

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 curiosos. Los investigadores están de acuerdo, sus estudios sugieren que cuando
los niños están entre los cinco y los 12 años de edad su curiosidad disminuye.
¿Pero es esto un problema?

La mayoría de las personas asume que esta disminución es triste pero inevitable.
Pocos investigadores se han preguntado por qué la curiosidad disminuye a medida
que los niños crecen. Y la mayoría de nosotros, especialmente los que estamos
leyendo este curso creemos que la curiosidad tiene un valor enorme.

Asumimos que la curiosidad es la base muchos de los logros más importantes de la

civilización: la electricidad, la utilización de antibióticos, etc. Tampoco pensamos
que son solamente los gigantes de la historia humana cuyos descubrimientos son
alimentados por el deseo de conocer.

La mayoría de nosotros cree que la curiosidad es un componente esencial del

aprendizaje. Existe un arrollador apoyo empírico de la idea que cuando los
alumnos son curiosos acerca de lo que están aprendiendo aprenden mejor y
aprenden más.

Dado cuan valioso es, especialmente para la educación, es raro que sepamos tan
poco acerca de cómo se desarrolla la curiosidad. No sabemos mucho acerca de
que pasa durante los primeros doce años de vida o como los padres, los docentes
y otros chicos modelan la curiosidad de un niño.

Hemos estado despreocupadamente poco curiosos acerca de la curiosidad.

Sintiéndose curioso

Es importante identificar una característica extremadamente importante de la

curiosidad humana. Nosotros exhibimos algo que pocas otras especies hacen, el
deseo de conocer acerca de cosas que no tienen funciones utilitarias,
experimentamos la curiosidad epistémica.
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Esto lleva al verdaderamente

extraordinario abanico de estímulos,
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temas, y eventos que parece gatillar el

apetito humano por la información.
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No solo queremos conocer como ir de acá

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hasta allá, que podría generarnos miedo en

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el camino a casa o si la planta delante

nuestro es comestible (cosas que cualquier

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 roedor decente también desearía saber), pero también queremos saber qué
sucedió en la tierra antes de que nosotros naciéramos, como viven sus vidas
personas que nunca hemos visto, como una máquina fue armada, que causó que
una amiga se comportara en la forma que lo hizo y por qué un cierto escritor dejo
de escribir.

Nuestro apetito por el conocimiento atraviesa todos los tiempos, todas las regiones
geográficas y se focaliza de la grande a lo pequeño.

Dado el rango infinito de cosas que pueden desencadenar la curiosidad humana,

no podemos basarnos en los estímulos para una definición de la curiosidad. Sin
embargo, en este fenómeno sin fin y dinámico todos tienen algo en común. Todos
ellos gatillan nuestro impulso por descubrir por la misma razón, en cualquier
situación nuestra curiosidad es excitada cuando estamos sorprendidos.

Recordamos las cosas (informaciones, así como también eventos) que inquieta
nuestro sentido de familiaridad. La sorpresa no solamente graba cosas en nuestra
memoria, nos lleva a investigar la fuente de la sorpresa. Buscamos entender lo que
no anticipábamos. La curiosidad, en otras palabras, puede ser entendida como el
impulso humano de resolver sus incertidumbres.

Cuando los sentimientos se vuelven acción

Hasta ahora hemos señalado que la curiosidad comienza

como un sentimiento de sorpresa en respuesta a algo
inesperado. Para tener consecuencias psicológicas, esta
primera chispa de curiosidad debe llevar a algo.

Cuando nuestra curiosidad es excitada (ya sea por una

criatura inesperada, una nueva pieza de información o un
objeto ambiguo) nos inclinamos para observar atentamente
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lo que ha desencadenado nuestra necesidad de conocer. Lo tocamos, olemos o

escuchamos. Cuando nos volvemos mayores este momento de excitación cognitiva
puede llevarnos a una búsqueda a través de nuestros pensamientos o aun a través
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de libros para buscar información enterrada.

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La sensación inicial de curiosidad es placentera, pero solo durante un corto periodo

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de tiempo y solamente si eventualmente puede ser resuelta (de la misma manera

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que la punzada del hambre se siente bien cuando la comida es rica y la excitación
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sexual se siente bien cuando está a punto de acostarse con alguien).

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 Como otras formas de excitación, es un catalizador para la acción de algún tipo.
Esta acción no es solamente la que lleva al conocimiento, es la razón por la cual
deseamos experimentar el ciclo una y otra vez. La exploración y la indagación, las
conductas gatilladas por este primer momento, son las que interesan a aquellos
que quieren estudiar el rol de la curiosidad en el proceso de aprendizaje.

Una investigación ofreció claves sobre como la curiosidad aparece en la vida

cotidiana de los niños. En 1920 William y Clara Stern llevaron un diario de todo lo
que sus tres hijos pequeños decían. Leyendo el diario se observa cuan
frecuentemente sus niños trataban de resolver sus incertidumbres formulando
preguntas.

Investigaciones más recientes han documentado el diluvio interminable de

preguntas que los niños formulan (1). Las preguntas representan un tipo singular
de de conducta de búsqueda ya que nos ofrecen una “ventana” hacia las
experiencias mentales de la curiosidad.

Cuando los niños formulan preguntas, encontramos algo acerca de qué les
interesa, que información particular están buscando y cuál es el estado de su
apetito. Pero no todos los niños son charlatanes, no todas las familias estimulan la
conversación y no todos los ambientes son estimulantes para formular preguntas.

El lenguaje provee una interesante ventana hacia la necesidad del niño de

conocer, pero no puede decirnos todo. Hemos pasado tiempos difíciles tratando de
hallar como los niños buscan la información cuando no están guiados u obligados
por los adultos. Por suerte existe una nueva fuente de datos para ayudarnos a
encontrar que hacen los niños cuando tienen la libertad de buscar solos.

Google y sus primos nos han empujado otra vez

mas a darnos cuenta que la curiosidad tiene
múltiples caras. Los que investigan las búsquedas
en el Web afirman que las personas se involucran
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de dos formas cuando utilizan Internet para

encontrar cosas: la búsqueda exploratoria y la
búsqueda de información. Monitoreando como las
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personas utilizan la web para conseguir

información se vuelve claro que la forma que exploramos depende de por qué
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exploramos. Veamos un ejemplo:

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- Jorge, un argentino que está planeando unas vacaciones en el sur de Francia.

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Nunca ha estado en Europa y un aspecto importante de su viaje es que desea

experimentar la cultura francesa. Con este fin quiere alquilar una casa de campo

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 en una aldea lejana. Primero Jorge utiliza un buscador de la web para ver si esto
es posible. Encuentra un sitio en la web que ofrece alquileres de casa de campo en
la zona del sur de Francia. Al ver los precios de los alquileres decide que debe
ajustar sus objetivos, por lo tanto Jorge decide reservar una habitación en un hotel
de Marsella. Busca habitación en hoteles con un mínimo de tres estrellas, estudia
los sitios web de unos cuantos hoteles, elije un hotel que cumple con sus
necesidades y hace la reservación. Luego investiga las opciones de transporte,
aprende más acerca de las costumbres en Francia e identifica puntos turísticos de
interés.

Están destacando que este tipo de búsqueda utilitaria y orientada hacia un objetivo
es bastante diferente del tipo en el cual una persona “surfea” la web con una meta
menos definida aunque quizás con mayor apertura a seguir inesperadas guías.

Por ejemplo imagínese teniendo una conversación en la cual ni su amigo ni usted

puede recordar las seis esposas de Enrique VIII. Usted Googlea “Enrique VIII” y
mientras aprende sobre Ana Bolena se interesa en la reforma protestante.

Según los diseñadores del web, las personas se comportan de formas muy
diferentes bajo estas circunstancias. Pasan menos tiempo en cada página en los
que hacen una búsqueda más exploradores, menos orientados hacia los objetivos
pero que cubren más terreno. Esto es un reflejo de una vieja distinción entre lo
que los psicólogos llamaban curiosidad específica y diversiva. La persona que es
moderadamente curiosa acerca de muchas cosas y que probablemente formule
una pregunta en cada conversación es un ejemplo de la curiosidad diversiva.

Pero ella o él pueden no empujar muy fuertemente para ir hacia las profundidades
de un tema, deseando rápidamente movilizarse hacia el próximo tema. Para esta
persona la curiosidad es frecuente, pero de una vida corta. Por otro lado hay
personas que sienten un interés poderoso y sostenido por un tema en particular, la
fabricación de muebles, la galaxia, la Revolución Rusa, la fisiología del deporte o
los orígenes del té.
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Estas personas pueden encontrar que cuanto más saben sobre el tema, más
quieren saber sobre él. Al mismo tiempo, una persona con tal curiosidad específica
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puede estar completamente desinteresada sobre muchos otros temas.

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 Por qué buscamos

Muchos docentes pueden contarle acerca de las sutiles e importantes diferencias

que genera la motivación en la búsqueda de información por un alumno. Esto es
verdad para los bebés, el niño en edad preescolar y aún para aquellos que tienen
21 años de edad. Imagínese tres alumnos de nivel secundario en la cursada de
biología leyendo un libro sobre las hormigas.

Todos leyendo con cuidado y con concentración. Pero observarlos leyendo o aún
utilizando un examen para evaluar cuanto absorbieron del libro, no puede contar
toda la historia. Un alumno lee el libro para sacarse un diez en el examen. Este
alumno no tiene ningún interés en las hormigas, pero tiene un gran interés en
tener buenas notas. La segunda alumna lee el libro porque siempre le han
fascinado los insectos. Y se muere por saber más acerca de sus conductas y de
cómo son. Se ha dado cuenta que lo que puede ver con sus propios ojos no es
suficiente. El tercer alumno no tiene intereses previos en los insectos y comenzó a
leer el libro porque el docente se lo pidió. Pero al comenzar queda atónito por el
párrafo inicial. No tenía idea de que las hormigas generaban sistemas sociales tan
complejos.

Ahora siente una gran necesidad por conocer más.

El primer alumno busca, pero siente poca curiosidad. La segunda es curiosa debido
a lo que ya sabe, se da cuenta de los agujeros que tiene en su conocimiento,
agujeros que ella siente que pueden ser llenados con la lectura de ese libro. El
tercero es curioso porque su esquema existente de las hormigas (simples criaturas
asociales) es transgredido cuando encuentra información contradictoria. Y este es
solamente el contexto que envuelve a su sorpresa inicial.

Las investigaciones de los hábitos de las personas online nos han permitido
monitorear ciertos tipos de exploración de una forma totalmente nueva (2).

Y sin embargo debemos volver al más pequeño explorador. Porque ni buscar

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información para irse de viaje, o para simplemente aprender más acerca de un

tema interesante se aproxima a la conducta curiosa de los exploradores más
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jóvenes.

Imagínese un bebe de 12 meses de edad sentado en la bañadera con algunos

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juguetes. Su pato de goma flota. Sus tazas de plástico flotan. Luego agarra el
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frasco lleno de champú y lo coloca sobre el agua y observa que se hunde hasta el
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fondo de la bañadera. Se detiene sorprendido. No era lo que esperaba. Así que

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 agarra el frasco de champú del fondo de la bañadera, lo levanta e intenta
nuevamente.

Observa cuidadosamente con una respiración lenta mientras se hunde

nuevamente. Con suficientes experimentaciones él se dará cuenta de algo
importante, no todas las cosas flotan. Con el tiempo, y con la experiencia y con el
aporte de otros, sus aventuras en la bañadera lo llevarán a dos descubrimientos:
que no todos los objetos se comportan de la misma manera y de que existen
ciertos hechos innegables acerca del mundo natural, por ejemplo que las cosas
vacías o huecas usualmente flotan y que las cosas sólidas o rellenas a menudo se
hunden.

Claramente los tres tipos de exploración que hemos

descripto tienen una base similar, el deseo de descubrir
más. Pero las circunstancias de la búsqueda y las
características del buscador son los que hacen la
diferencia.

Todas las definiciones de curiosidad convergen en una

visión común: que la curiosidad es una expresión, en
palabras o conductas, del deseo de conocer más, un
deseo que es típicamente desencadenado cuando las expectativas son
transgredidas.

El desarrollo de la curiosidad

La curiosidad representa un deseo de explicar lo inesperado lo cual lleva a una

exploración y a la adquisición de información.

El riesgo inherente en la exploración puede explicar por qué las culturas (como así
también los investigadores) han sido tan ambivalentes hacia la curiosidad. Ha sido
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vista alternativamente como la fuente del mal (piense en la caja de Pandora, en la

manzana de Eva y en la frase La curiosidad mata al hombre y embaraza a la
mujer) y la fuente de todo el progreso y el conocimiento (nuevamente piense en
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Pandora quien libero las esperanzas en el mundo y en Eva cuyas transgresiones

llevaron al mundo a la forma tal como lo conocemos ahora).
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Aristóteles caracterizó a la curiosidad como lo que primero lleva al hombre a

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filosofar, Cicerón se focalizo en sus peligros, llamando a la curiosidad la pasión por

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aprender que impulsaba a los hombres que escucharan el canto de las Sirenas
hasta su muerte. En la China clásica, las clases intelectuales desalentaban la

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 curiosidad. Confucio afirmó, Existen tres métodos para obtener la sabiduría. La
primera es la reflexión, la cual es la máxima. La segunda es la imitación, la cual es
la más fácil. La tercera es la experiencia, la cual es la más amarga.

Y aquí llegamos a una paradoja. Pese a toda la ambivalencia que las sociedades
sentían hacia la curiosidad, casi todos los psicólogos especializados en educación y
los investigadores del tema ven la curiosidad como una gran fortaleza durante la
infancia.

Las investigaciones han mostrado una y otra vez que cuando los alumnos desean
conocer, ellos aprenden. Incitar en los niños la curiosidad es la mejor forma de
asegurar que ellos absorberán y retendrán la información.

Esto suena increíblemente obvio. Tal vez esta aparente obviedad explica por qué
tan poca investigación se ha realizado acerca de la curiosidad de los alumnos en la
escuela.

Sabemos muy poco acerca de que hace a los niños más o menos curiosos, bajo
qué circunstancias la curiosidad puede ser estimulada y como basarse en la
curiosidad de los alumnos de forma tal que aprendan bien. En otras palabras,
¿cómo se desarrolla la curiosidad?

Porque no importa cuáles sean sus posibles riesgos, cuando la curiosidad se

marchita y muere, esto tiene serias consecuencias. En ningún lugar es esto más
claro o más interesante que en el estudio del crecimiento intelectual del niño. Los
investigadores están de acuerdo en que el deseo de conocer alimenta el desarrollo
mental. También se sabe que el alumno curioso aprende más que aquel que no es
curioso y que cuando la curiosidad es excitada el aprendizaje se optimiza.
Entonces, ¿qué sabemos acerca del destino de la curiosidad durante la infancia?

Diferentes investigaciones han mostrado que a medida que los niños

crecen formulan menos preguntas y exploran su medio ambiente con
menos avidez. ¿Quiere esto decir que todos nos volvemos menos curiosos a
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medida que crecemos y-o envejecemos? Un poco de disminución de la curiosidad

refleja un desarrollo normal, a medida que los bebes aprenden más acerca del
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mundo que los rodea, menos eventos ordinarios los sorprenden o intrigan.
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 Sin embargo, una vez que las experiencias diarias se vuelven familiares, algunos
niños comienzan a prestar atención a sorpresas y detalles inesperados más sutiles.
Otros niños no lo hacen.

Entre los tres y los once años de edad los niños parecen ya sea desarrollar un
apetito por el conocimiento y el habito de indagar o no lo hacen.

También es durante estos años que los niños adquieren los tipos particulares de
curiosidad, algunos desean conocer todo lo que se pueda acerca de las
interacciones humanas, otros acerca del mundo natural.

Algunos juegan, otros recopilan y algunos formulan preguntas.

Diferencias individuales

El mundo nos ofrece incontables disparadores de la curiosidad, aunque cada uno

de nosotros reacciona en forma diferente antes estos disparadores.

Lo que atrae a una persona difiere de lo que atrae a otra.

También existe una gran variedad en la frecuencia y en la intensidad de la

curiosidad de las personas. Algunos quieren conocer más acerca de casi todo lo
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que encuentran en su camino, mientras que para otros lo que desean descubrir
está focalizado en unos pocos temas acerca de los cuales ellos tienen un
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inquebrantable e infinito interés.

Finalmente no todos responden ante sus deseos en forma similar. No todos

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saciamos nuestro apetito por el conocimiento de la misma manera. Observe

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cuando un grupo de amigos encuentra una palabra que no conocen.

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Al principio todos están interesados. Pero solamente uno o dos irán a buscar un
libro que pueda tener la información y buscarla. Y ahora, con los teléfonos

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 inteligentes y Google, es vertiginosamente fácil buscar casi todo en cualquier
momento.

Tenemos una apabullante evidencia de que todos los bebes nacen con muchísimo
de este deseo de comprender. Observan cuidadosamente a las personas y cosas
para detectar patrones, investigan todo lo que les sorprende y prueban sus
incipientes teorías a través de la experiencia.

Son intrépidos en sus esfuerzos de escarbar en cualquier misterio que se les

presenta. Y casi todo es, al principio, un misterio. Estas investigaciones son las
semillas del aprendizaje posterior. Pero también voy a sostener que la curiosidad
es una semilla frágil, para algunos esta semilla va a dar frutos, y para otros, esta
semilla se marchita y muere.

Cuando un niño tiene cinco años, su curiosidad ha sido esculpida para reflejar su
personalidad, su vida familiar, sus encuentros diarios y sus experiencias escolares.
Cuando este niño de 5 años llegue a la edad de 22 años, la intensidad y el objetivo
de su curiosidad se habrá convertido en una parte que define quien es él.

Esta parte del módulo es acerca de por qué algunos niños permanecen curiosos y
otros no y cómo podemos estimular más curiosidad en los alumnos.

3. Refugios y expediciones seguras.

Cuando era chico el living de la casa de un vecino tenía dos cosas que me
convocaban una y otra vez. Una era una mesa de cristal baja y de una forma
inusual. Me encantaba mirar para abajo y ver el piso a través del cristal.

A veces todo lo que veía era el piso de madera. Pero otras veces localizaba un
pequeño objeto ahí abajo, un clip sujetapapeles, una bolita de polvo, un zapato,
un poco distorsionado por el grueso cristal y por lo tanto particularmente
interesante.
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La otra cosa atractiva en ese living era una silla muy moderna, como salida de los
dibujitos de los Supersónicos. Tenía la forma de una gran taza, sin bordes ni
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uniones. En vez de las patas de las sillas convencionales, el asiento se apoyaba en

una base de un alambre grueso curvo.
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Un día luego de haber agotado mis exploraciones habituales pensé en una nueva
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posibilidad. ¿Qué sucedería si giraba la silla boca abajo, haciendo que la parte
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superior se convirtiera en la inferior y me parara en lo que era la parte superior, el

marco de alambre? Quería saber cómo sería tratar de pararme sobre la base de

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 alambre. Quería saber cómo se vería el piso cuando mirara detenidamente hacia él
a través del cristal desde esa altura. Di vuelta la silla y la arrastre lo más cerca
posible de la mesa de cristal. Trepe hacia la porción superior de la silla dada
vuelta, balanceando mis pies sobre la base de alambre. Alguien desde la cocina me
grito, ¡Robi te vas a caer!, ¡bajate inmediatamente de ahí! Pero todavía no me
había parado derecho y no había podido ver aun a través del cristal. Mi
investigación no estaba aún completa. Me incorpore derecho, vacilando un poco,
estire mi torso hacia la mesa de cristal intentando cumplir mi objetivo y luego… me
caí.

Hay que trabajar intensamente para impedir que un niño explore el mundo que lo
rodea. Ponga un niño típico de 18 meses de edad en el piso de una habitación y el
niño enérgicamente se abrirá camino de un lado de la habitación al otro,
encontrando cosas para examinarlas, tocando, manipulando y mirando.

En una investigación se observó que el 90% de los bebes llevados a una nueva
habitación pasarán 20 segundos escaneando el ambiente y luego comenzarán a
explorarlo.

La curiosidad de los bebes es omnipresente y proviene de un mecanismo cognitivo

humano esencial, la tendencia a detectar novedades.

Resumen:

En esta clase hemos visto que la curiosidad no es una entidad homogénea sino
que existen diferentes tipos de curiosidad (epistémica, intelectual, etc.).

Por lo tanto sus alumnos tienen diferentes formas de ser curiosos.

Basado en este concepto me gusta pensar que en mi aula existe un “espectro” de

curiosidades y es basado en este espectro es que yo debo planificar mis
estrategias para despertarlas.
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También hemos analizado que los cerebros de nuestros alumnos están “cableados”
para aprender más si lo hacen mediante una exploración o una investigación que si
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le damos una lección teórica. Esto nos obliga a repensar nuestras estrategias y a
preguntarnos en cada punto del programa: ¿En vez de enseñarlo mediante una
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lección no podré plantearlo de una forma tal que se transforme en un

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aprendizaje mediante la investigación y la exploración de mis alumnos?

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 Finalmente evaluamos las investigaciones que nos muestran la caída vertical del
número de preguntas (o sea de la curiosidad) cuando los niños pasan del nivel
preescolar a la primaria (de la secundaria mejor no hablar).

Estos resultados nos obligan a los docentes a pensar profundamente qué parte de
nuestras prácticas generan este “curiosidio”. Si hacemos un examen de
autoconciencia pedagógico profundo y en forma de un proceso continuado estoy
seguro que lograremos que nuestros alumnos de primaria y secundario sigan
haciéndonos preguntas.

Bibliografía:

1. Chouinard, M.M. (2007). Children questions: A mechanism for development.

Monographs of the Society for Research in Child Development 72 (1).

2. White, R.W., and Flynn E. (2010). The transmission and evolution of

experimental microcultures in groups of young children. Developmental Psychology
46 (6), 1694 – 1709.
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