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Nuevas Teorías
Otros títulos de benjamin coriat es profesor de

Benjamin Coriat y Olivier Wein s tein


Lenguaje claro Editora economía en la Universidad de París 13.
Su campo de estudio incluye sistemas

de la empresa
Corporaciones en el poder de derechos de propiedad intelectual
Institutos económicos y acción Nuevas Teorías (IPR), economía industrial, economía de

de la empresa
la innovación y el cambio tecnológico,
política en Brasil y Argentina:
y economía de las instituciones. Se ha
IPÊS, FIEL y Fundación
desempeñado como consultor experto
Mediterránea
en diversas organizaciones, entre ellas,
Hernán Ramírez la Unión Europea, la UNESCO y la
Prólogos de Jorge Schvarzer y La empresa, o la firma, en su versión moderna, es la organización Organización Internacional del Trabajo.
Pedro Cezar Dutra Fonseca más importante del capitalismo. Sin embargo, su origen, naturaleza UNA REVISIÓN CRÍTICA Al menos dos de sus libros se han
ISBN: 978-987-23627-0-6 y posterior evolución no fueron objeto de estudio relevante hasta convertido en clásicos en materia de
avanzado el siglo veinte. análisis sobre la organización del trabajo
Argentina en el siglo veinte moderno y la producción en masa: El taller
Los esfuerzos por abrir esa “caja negra” –la firma era conside-
Economía y desarrollo político y el cronómetro (1982) y El taller y el robot
desde la élite conservadora a rada apenas un punto, un autómata– condujeron a partir de las (1992). También es autor de Pensar al
Perón-Perón décadas de 1960 y 1970 a nuevas formulaciones, como la teoría de revés (1993) y últimamente ha publicado
David Rock (comp.) los costos de transacción, la teoría evolucionista y la teoría regula- como editor The political economy of HIV/
AIDS in developing countries. TRIPS, Public
Prólogo de Fernando Rocchi cionista. A ellas se sumaron los aportes de Alfred Chandler realiza-

Nuevas Teorías de la empresa


Health Systems and Free Access (2008).
Presentación de Félix Luna dos desde el ámbito de la historia de los negocios y la estructura de
ISBN: 978-987-23627-1-3 las organizaciones.
Hoy la empresa se ha convertido en un tópico de interés, de- olivier weinstein es profesor
Estudios sobre la industria emérito de la Universidad de París 13
argentina bate y reflexión en diversas disciplinas, desde el management y la
y miembro del Centre d’Économie de
Políticas de promoción y teoría de la organización, hasta la economía, la historia e incluso Paris Nord, equipo asociado al Centre
estrategias empresariales la sociología. National de la Recherche Scientifique
Marcelo Rougier (dir.) Lenguaje claro Editora se enorgullece de publicar por primera (CNRS). Sus trabajos se ubican en una
Presentación de Bernardo Kosacoff vez en español una obra que ofrece un ordenamiento y una revisión perspectiva institucionalista y están
ISBN: 978-987-23627-2-0 dedicados a la economía de la firma y
crítica de este complejo y creciente cuerpo teórico, poniéndolo a Primera edición en español, corregida y aumentada de las organizaciones, la economía de
disposición de quienes, aun con distintas expectativas e intereses, la innovación y de la investigación y el
Torcuato Di Tella y SIAM
Espíritu de empresa en la desean abordar las cuestiones de la empresa moderna. Y lo hace de desarrollo, y al estudio de la organización
la mano de dos académicos franceses que, como Benjamin Coriat y y la construcción social de los mercados.
Argentina
Thomas C. Cochran y Rubén E. Reina Olivier Weinstein, son referentes internacionales sobre el tema. Benjamin Coriat Es autor de Pouvoir, finance et
connaissance. Les transformations de
Estudio complementario
de Marcelo Rougier Olivier Weins tein l’entreprise capitaliste entre XXe et
XXIe siècle (2010) y coautor de Towards
ISBN: 978-987-23627-4-4 Global Localization: The Computing and
Communications Industries in Britain and
www.lenguajeclaro.com/blog France (1992) y Lire la crise (1986, 2a
edición).

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Nuevas teorías de la empresa

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Traducción de
Mara Gitelman y Gabriela Tenner

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nuevas teorías de la empresa
una revisión crítica

Primera edición en español, corregida y aumentada

Benjamin Coriat
Olivier Weinstein

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Nuevas teorías de la empresa. Una revisión crítica
Benjamin Coriat y Olivier Weinstein
Primera edición en español, corregida y aumentada, en Lenguaje claro Editora, abril de 2011

Título original: Les nouvelles théories de l’entreprise


Traducción: Mara Gitelman y Gabriela Tenner

Diseño de tapa e interiores: Miriam Sattolo

© 1995 Librairie Générale Française


© 2011 Lenguaje claro Editora
Portugal 2951, (B1606EFA) Carapachay, provincia de Buenos Aires

ISBN: 978-987-23627-3-7

Coriat, Benjamin
Nuevas teorías de la empresa / Benjamin Coriat y Olivier Weinstein; con prólogo
de María Inés Barbero. - 1a ed. - Carapachay : Lenguaje claro Editora, 2011.
224 p.; 23x15 cm.

Traducido por: Mara Gitelman y Gabriela Tenner


ISBN 978-987-23627-3-7

1. Empresas. 2. Análisis Económico. 3. Teorías. I. Weinstein, Olivier II. Barbero,


María Inés, prolog. III. Título.
CDD 650

Se terminó de imprimir en el mes de abril de 2011 en La Imprenta Ya,


Av. Mitre 4031, (B1605BUJ) Munro, provincia de Buenos Aires.

Hecho el depósito que dispone la ley número 11.723.

La reproducción total o parcial de este libro viola derechos reservados.

Impreso en Argentina. Printed in Argentina.

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Índice

Prólogo de la edición en español, María Inés Barbero ........................... 11

Introducción ............................................................................................... 17

1 | Firma punto, firma institución, firma organización ...................... 21


La firma neoclásica y sus paradojas ................................................ 21
La constitución de la firma en el modelo de equilibrio . .......... 21
La paradoja: un actor clave, pero pasivo y sin dimensión.
“Hamlet without Prince” . ................................................................ 23
Los rasgos centrales de la firma neoclásica:
firma punto y firma autómata................................................. 23
La cuestión del empresario...................................................... 25
Avances y rupturas ............................................................................ 26
Más allá del simple beneficio: la complejización
de la función-objetivo..................................................................... 27
Simon. Información, incertidumbre y racionalidad: las
organizaciones bajo la hipótesis de la racionalidad limitada..... 29
El aporte de los conductistas......................................................... 34
Leibenstein y la noción de “eficiencia X”.................................... 37
El aporte de la historia: Chandler y las metamorfosis
de la firma......................................................................................... 39
Conclusiones: algunas claves para la lectura.................................. 44
Una clave histórica.......................................................................... 44
Una clave conceptual...................................................................... 46

2 | De Coase a Williamson: firma y costos de transacción . ............... 49


Coase y el establecimiento de nuevos fundamentos .................... 50
¿Por qué existe la firma? Los costos del sistema de precios . .. 50
Mercado y jerarquía como formas alternativas
de coordinación .............................................................................. 51
El aporte de Coase . ........................................................................ 51
La constitución del nuevo corpus: Williamson ............................. 54
La teoría de los costos de transacción y la nueva economía
institucional: la convergencia de diversas influencias ............. 54

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6 | nuevas teorías de la empresa

Fundamentos microanalíticos para una teoría general


de los acuerdos institucionales . ................................................... 56
Las hipótesis de comportamiento: racionalidad limitada
y oportunismo ........................................................................... 56
El análisis de las transacciones: la especificidad
de los activos ............................................................................. 58
Tipos de transacción y formas contractuales: una teoría
de las formas institucionales.................................................... 61
Las implicaciones ........................................................................... 64
Integración vertical y límites de la firma:
una nueva visión . ..................................................................... 64
Una lectura de Chandler: sobre la racionalidad
de las formas históricas . .......................................................... 68
Una evaluación..................................................................................... 70

3 | Derechos de propiedad y relación de agencia:


la nueva ortodoxia neoclásica ........................................................... 76
La teoría de los derechos de propiedad . ........................................ 77
Fundamentos y principios de una economía
de los derechos de propiedad ...................................................... 78
Estructura de los derechos de propiedad y teoría
de la firma . ...................................................................................... 82
La firma capitalista clásica ...................................................... 83
Rendimiento y control residual .............................................. 84
Firma pública, firma autoadministrada: las consecuencias
del relajamiento de los derechos de propiedad ................... 86
La gran empresa moderna y los derechos de propiedad:
la sociedad anónima . ............................................................... 87
Un ensayo de reformulación general: la teoría de la agencia . .... 89
Los fundamentos: relación de agencia y costos de agencia . ... 89
Teoría de la agencia y formas organizacionales: elementos
de una teoría general de la firma y de las organizaciones ...... 91
Firma y organizaciones como “nudo de contratos”.............. 92
El análisis de la organización a partir de
las características de los contratos: asunción de riesgos
y proceso de decisión ............................................................... 94

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índice | 7

Costos de agencia y selección de las formas


de organización ......................................................................... 96
Los límites de una reconstrucción: ¿los fundamentos
neoclásicos son compatibles con la comprensión de la firma? ... 97

4 | Aprendizajes, rutinas y competencias: la firma evolucionista . .. 102


Algunos postulados de base del enfoque evolucionista ............ 103
Rasgos distintivos del evolucionismo ....................................... 105
Dos hipótesis clave ....................................................................... 106
“Ultraindividualismo” y racionalidad procedimental . .... 106
Rutinas y satisfacing ................................................................ 108
La firma evolucionista ..................................................................... 109
El punto de partida: ni economía de producción pura
ni economía de intercambio pura .............................................. 109
Atributos de la firma y determinantes de su evolución . ....... 111
Aprendizaje y rutinas . ........................................................... 111
Evolución y “dependencia del camino”
(path dependency) . .................................................................... 114
Selección y entornos ............................................................... 118
Una caracterización sintética: la firma como
“competencia esencial” .......................................................... 119
Consideraciones críticas: ¿qué le falta a la firma
evolucionista? . .................................................................................. 120
El homenaje paradójico de Alfred Chandler . .......................... 122
Rutinas, organización e institución ........................................... 125

5 | Información, incentivos y contratos: la teoría de la firma


japonesa .............................................................................................. 131
Firma J y firma E . ............................................................................. 133
El enfoque a través de hechos estilizados: metodología
y objeto de Aoki . .......................................................................... 133
La oposición E/J o la especificidad de la firma japonesa
según Aoki . ................................................................................... 134
Firma J y teoría general de la firma: los tres principios
de dualidad . ...................................................................................... 137
Coordinación, jerarquía e incentivos . ....................................... 137
Directivos, accionistas, banqueros ............................................. 140
El principio del doble control ..................................................... 142

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8 | nuevas teorías de la empresa

Una evaluación crítica del aporte de Aoki ................................... 143


Los beneficios del análisis en términos de “hechos estilizados”
y de “estructura de intercambio de informaciones” .................... 143
... y sus limitaciones ..................................................................... 144

6 | Entre micro y macroeconomía: la firma en la teoría


de la regulación ................................................................................. 149
Algunas proposiciones previas y fundadoras ............................. 150
La empresa fordista: primeros pasos hacia
una teoría regulacionista de la firma . ........................................... 151
Los cinco rasgos constitutivos de la empresa fordista ........... 152
Comparación con los enfoques dominantes del momento .... 154
Con respecto a los trabajadores pioneros
de la firma comportamentalista o gerencial ....................... 154
Con respecto al concepto implícito de firma
de los enfoques del “desequilibrio” . ................................... 155
... y con los desarrollos más recientes de las investigaciones
neoclásicas estándares o heterodoxas de la firma:
diferencias y similitudes . ............................................................ 156
La empresa como lugar de conflicto de intereses . ............ 157
La empresa como organización ............................................ 157
Empresa y leyes de rendimiento .......................................... 158
La empresa como lugar de formalización de contratos . .. 158
La empresa, lugar de formación de normas y rutinas ...... 159
El pasaje al posfordismo: extensión y profundización
del programa de la teoría de la regulación sobre la firma . ....... 160
Las condiciones de la extensión del programa ........................ 160
Reformulaciones y precisiones ................................................... 161
Aportes y límites de la contribución regulacionista ................... 163
Una justificación a posteriori de las premisas metodológicas
de la teoría de la regulación ... ................................................... 163
... pero un concepto de firma que queda por desarrollar ...... 164
La firma como institución… ................................................. 164
... y como organización .......................................................... 166

Conclusiones de la edición francesa...................................................... 168


¿Cómo debería ser una teoría completa y coherente
de la firma? ........................................................................................ 168

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índice | 9

La ortodoxia y sus fronteras: los límites de un


enfoque contractual .......................................................................... 171
La respuesta neoclásica ............................................................... 171
Williamson: ¿entre ruptura y continuidad? ............................. 172
Los desarrollos heterodoxos: aportes y aporías . ......................... 173
Los evolucionistas: organizaciones sin institución ................. 173
Aoki: ¿un desvío heterodoxo para volver a la ortodoxia? ..... 174
Los regulacionistas: un ideal tipo, más que un concepto
real de firma .................................................................................. 176

Capítulo de puesta al día para la edición en español


Las teorías de la firma entre “contratos” y “competencias” . ........... 177
La nueva ortodoxia: la visión contractual de la firma ................ 179
La teoría de los costos de transacción ....................................... 180
Derechos de propiedad y relación de agencia:
el sostenimiento de los fundamentos analíticos
neoclásicos ..................................................................................... 183
Teoría de los contratos incompletos y (nueva) teoría
de los derechos de propiedad .................................................... 189
Una visión alternativa: la firma como “nudo
de competencias” . ............................................................................ 193
Los tres orígenes y las tres fuentes del enfoque ...................... 193
La matriz comportamental común: la firma
como procesador de información .............................................. 195
El aporte de Penrose: la firma como lugar de gestión
y de creación de recursos intangibles ....................................... 198
El desarrollo evolucionista: la firma y sus rutinas
como estructura de resolución de problemas y como
procesador de conocimientos ..................................................... 200
Tensiones y cuestiones acerca del enfoque .............................. 203
Conclusión ......................................................................................... 206

Referencias bibliográficas ....................................................................... 209

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Prólogo de la edición en español

La publicación en español de Las nuevas teorías de la empresa será bienve-


nida tanto por los académicos que desde distintas disciplinas tienen a la
empresa como objeto de estudio como por los estudiantes y el público no
especializado. El libro de Benjamin Coriat y Olivier Weinstein ofre-
ce no sólo una síntesis de diversas corrientes contemporáneas de la teoría
económica de la firma, sino también un análisis crítico de cada una de ellas
y una agenda de investigación pendiente. Estos rasgos, que estaban ya pre-
sentes en la edición en francés, se potencian con la inclusión de un nuevo
capítulo: “Las teorías de la firma entre ‘contratos’ y ‘competencias’”.
La singularidad de la obra proviene sin duda de las trayectorias
previas de sus autores. Benjamin Coriat es un conspicuo represen-
tante de la teoría de la regulación, una de las principales corrientes
heterodoxas de la economía en Francia. Cuenta con una vasta obra
sobre temas diversos, entre los que cabe mencionar la economía en la
era posfordista, la competitividad de la industria y las políticas indus-
triales en la segunda globalización, la problemática de la innovación,
la evolución histórica de las formas de organización del trabajo y, en
general, los condicionantes institucionales del cambio económico, tema
clave en el enfoque regulacionista.1 Olivier Weinstein, colega de Coriat
en la Universidad de París 13, es un especialista en teoría de la firma
y en las transformaciones sufridas por las empresas a lo largo de los
siglos diecinueve y veinte. En ambos casos, el interés por la empresa
actual y por las cuestiones teóricas que le competen se combina con
una visión histórica que concibe a la firma como una organización
dinámica y cambiante, que debe dar respuestas, en base a sus capaci-
dades, a las transformaciones del contexto.

1 Coriat es conocido por los hispanoparlantes sobre todo por sus libros sobre fordis-
mo y posfordismo, que han tenido numerosas ediciones en español. Ha visitado la
Argentina en varias oportunidades, participando en seminarios organizados por la
Universidad de Buenos Aires y otras organizaciones, y es autor de un capítulo sobre
“Régimen de Convertibilidad, acumulación y crisis en la Argentina de los años noven-
ta” desde la perspectiva regulacionista, publicado en 2004 en un libro compilado por
Robert Boyer y Julio Neffa (La economía argentina y su crisis, 1976-2001: visiones institu-
cionalistas y regulacionalistas, Buenos Aires: Miño y Dávila, 2004).

11

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12 | nuevas teorías de la empresa

Cabe señalar en primer lugar que, si bien esta obra está escrita en
un lenguaje claro que la hace accesible a estudiantes y a estudiosos no
especialistas en el tema, no se trata de un manual o de un libro de texto
convencional. En efecto, los autores no se contentan con resumir las
principales líneas de la teoría de la empresa elaboradas desde la década
de 1970, sino que se proponen explícitamente discutirlas y señalar tanto
sus aportes como sus limitaciones, con el objeto de contribuir a la elabo-
ración de un nuevo marco teórico que supere a los existentes. Coriat y
Weinstein no buscan ofrecer una presentación aséptica y no valorativa.
Por el contrario, se identifican en general con las corrientes heterodoxas,
a la vez que polemizan con ellas en algunas de sus proposiciones, con la
finalidad de construir teoría.
La originalidad de la obra se expresa ya desde la elección del
período a analizar, así como en la selección de teorías y de autores.
La etapa seleccionada es la que se inicia en la década de 1970, que
fue sin duda una fase de creciente interés por la empresa como actor
económico, en el contexto de la crisis económica, el retroceso del Estado
y los cuestionamientos al paradigma keynesiano, pero que fue tam-
bién el momento en el cual nació la teoría de la regulación, interesada
particularmente en explicar el paso de una fase de crecimiento a una
de crisis. En cuanto a la selección de teorías y autores, es destacable
la inclusión de nuevos protagonistas, en general ausentes de las obras
generales y de los manuales disponibles en español sobre teoría de la
empresa. Entre ellos, la teoría de la empresa japonesa, a través de las
propuestas de Masahiko Aoki. Esta inclusión rinde justo homenaje a
la competitividad y capacidad innovadora de las firmas japonesas en
la segunda mitad del siglo veinte, a la vez que jerarquiza los aportes
de académicos no occidentales a la teoría de la firma. La identificación
por parte de Aoki de la forma J (japonesa) en oposición a la forma E
(estadounidense) ofrece una visión alternativa a la de Chandler, incor-
porando las transformaciones experimentadas por las firmas desde los
años setenta, poco perceptibles en el momento de publicación de La
mano visible y que remarcan otros autores que polemizan con la pro-
puesta chandleriana. Al mismo tiempo, si bien Coriat y Weinstein no
dedican un capítulo a la teoría de la empresa red, ésta se hace presente
en la tipología de Aoki.
Otra inclusión original es la de la teoría de la regulación. Si bien
ello puede parecer un poco forzado, en la medida en que, como señalan

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prólogo de la edición en español | 13

los propios autores, dicha teoría se interesa fundamentalmente por la


macroeconomía, es reconocer que la preocupación por la teoría de
la firma no está ausente en esta corriente de pensamiento. Ella otorga
un rol primordial a la relación salarial como forma institucional, pero
también se interesa en forma creciente por las regularidades construi-
das a nivel microeconómico, que sirven de fundamento a las grandes
regularidades, las que sostienen a su vez a los distintos regímenes de
acumulación. Así, la comparación entre la empresa fordista y posfor-
dista sirve de punto de partida para la reflexión sobre la forma de acu-
mulación característica de la etapa posterior a la crisis de los setenta.
En segundo lugar, considero importante destacar como aporte sus-
tancial de este libro que el abordaje de las teorías económicas se lleva a
cabo desde dos dimensiones: una dimensión histórica y una dimensión
conceptual. En la dimensión histórica, los autores establecen las dis-
tintas filiaciones de las teorías contemporáneas de la empresa, reco-
rriendo diversos hitos en los que se fueron cuestionando afirmaciones
y presupuestos de la microeconomía neoclásica estándar, que, en
palabras de Coriat y Weinstein, concibe a la empresa como un “punto”
en el espacio de las relaciones de mercado (“un agente sin volumen
ni dimensiones”) y como un “autómata” (“un actor completamente
pasivo, sin ninguna autonomía”). Dicho recorrido se lleva a cabo a
través de tres escenarios. Por una parte, el de los cuestionamientos a la
noción de competencia perfecta desde la teoría económica. Por otra, el
de la teoría del empresario, de Schumpeter y Knight a la escuela aus-
tríaca. Por último, Coriat y Weinstein van identificando en la obra de
distintos autores –Baumol, Marris, Simon, Cyert, March, Leibenstein,
Chandler– la paulatina reversión de la concepción neoclásica estándar,
en la medida en que cada uno de ellos fue discutiendo alguno de sus
presupuestos básicos, como el de la maximización de beneficios y el de
la racionalidad absoluta, a la vez que fueron en su conjunto proponien-
do una lectura mucho más compleja de la empresa como organización
que cambia a lo largo del tiempo. Este último punto es particularmente
interesante para los historiadores de empresas, dada la jerarquía que
se otorga a los aportes de Chandler y, en general, al enfoque históri-
co de la firma. Dos ausencias que llaman la atención en el panorama
general que ofrecen Coriat y Weinstein en su introducción son más
tarde reparadas. Por una parte, la de Coase, cuyas ideas se retoman
en el capítulo sobre la teoría de los costos de transacción. Por otra, la

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14 | nuevas teorías de la empresa

de Penrose, a quien se otorga el protagonismo que merece en el nuevo


capítulo incluido en la presente versión.
En cuanto a la dimensión conceptual, los autores no sólo explicitan
las preguntas clave de la teoría de la firma, ya mencionadas por Coase
en 1937 –¿por qué existen las empresas como organización económica
distinta al mercado?, ¿cuál es la naturaleza de la empresa?–, sino que
distinguen y desarrollan dos conceptos diferenciados: el de la empresa
como organización, lugar de coordinación entre agentes, y el de la
empresa como institución, lugar de gestión de los conflictos y de los
intereses de esos agentes, en contextos históricos definidos. En base a
dichos conceptos, Coriat y Weinstein analizan a lo largo de los capítu-
los centrales del libro los aportes de la teoría de los costos de transac-
ción, la teoría de los derechos de propiedad, la teoría de la agencia,
la teoría evolucionista, la teoría de la empresa japonesa y la teoría
de la regulación. El lector encontrará en sus páginas tanto caracteri-
zaciones generales de cada una de estas corrientes como evaluaciones
críticas, en las cuales los autores ponen de manifiesto sus propias pre-
ferencias, críticas de la ortodoxia e identificadas con la heterodoxia.
El capítulo que cierra esta edición actualizada propone una relec-
tura integradora de todas estas corrientes, agrupadas en dos grandes
líneas conceptuales: la de la empresa concebida como nudo de contra-
tos, característica de las teorías ortodoxas, y la de la empresa concebida
como ámbito de producción de competencias específicas, presente en
las teorías heterodoxas. En esta segunda fase de reflexión, Coriat y
Weinstein sistematizan y enriquecen la contribución original del libro,
con una propuesta rigurosa y a la vez polémica, y con una mayor articu-
lación entre los precursores y los teóricos más contemporáneos.
Las conclusiones del libro son ante todo un programa de investiga-
ción cuyo principal objetivo es construir una teoría integradora de la
empresa, que incluya sus dos dimensiones esenciales, la de organiza-
ción y la de institución. Una vez más, los autores recurren a Chandler
y a su definición de la empresa como un organismo multifacético, en
la medida en que constituye a la vez una entidad legal, una entidad
administrativa, un pool de recursos físicos e intangibles y una institu-
ción clave en las economías capitalistas. La preocupación constante
de Coriat y Weinstein por captar la esencia de las empresas realmente
existentes a la hora de teorizar sobre ellas los lleva a la jerarquización
de las conclusiones ofrecidas por el análisis histórico, en consonancia

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prólogo de la edición en español | 15

con los principios de la teoría de la regulación, e implica sin duda un


desafío para los historiadores de empresas no sólo como investigado-
res sino también como constructores de conceptos.
La publicación original de Nuevas teorías de la empresa despertó res-
puestas y polémicas, tal como se proponían sus autores. La más cono-
cida ha sido la de los evolucionistas, que se plasmó en observaciones
concretas al capítulo que se les dedica y, particularmente, en dos tra-
bajos conjuntos de Benjamin Coriat y Giovanni Dosi, uno de los cuales,
“Learning how to govern and learning how to solve problems: On the
co-evolution of competences, conflicts and organizational routines”,
se ha transformado en una clásico a partir de su publicación en 1998.
En ellos se recoge la propuesta de elaborar una teoría integradora, al
menos desde la heterodoxia, cumpliendo así con uno de los objetivos
centrales del libro: tender puentes entre visiones alternativas con el fin
de construir una nueva teoría de la empresa.

María Inés Barbero


Universidad de San Andrés y Universidad de Buenos Aires

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Introducción

Indudablemente, la década de 1980 quedará como la década de la


empresa, colocada ésta, desde todo punto de vista, en el centro de aten-
ción. Después de todo, en estos tiempos de desempleo masivo, ¿no es
en la empresa donde se crea el empleo, devenido tan escaso? De modo
más general, ¿no es la empresa la célula elemental de la vida económi-
ca donde se forma la riqueza? ¿Y cómo imaginar una economía fuerte
y sana sin empresas fuertes y sanas?
Puesta nuevamente en el centro de las preocupaciones por los acto-
res de la vida social, la empresa ha sido también objeto de un conjunto
de interrogantes mayores por parte de los teóricos de la economía. Y
en la medida en que la empresa concentraba cada vez mayor atención
y se convertía en un objeto de análisis cada vez más preciso, se hizo
necesario ceder ante la evidencia: la reina estaba desnuda. En efecto, en
la tradición dominante de la economía, aquella que se enseña imper-
turbablemente en nuestras escuelas y a menudo incluso en nuestras
universidades, parecía que no había nada para decir, o casi nada,
sobre la empresa. En las construcciones eruditas del equilibrio general
–referencia fundamental de la teoría económica contemporánea–, la
firma, como veremos en detalle enseguida, es una “firma punto” y una
“firma autómata”. Planteado el contexto, sus reacciones son absoluta-
mente previsibles: la firma es considerada como un organismo reflejo
más que como un verdadero actor con efecto sobre el curso de las
cosas. Y su sustancia queda reducida a nada: no contiene más que una
combinación técnica que puede deformarse infinitamente para adap-
tarse a las modificaciones de los universos en los que está inserta.
Era necesario romper con esta imaginería simplista y vetusta para
otorgarle a la empresa su verdadera dimensión. Y a este objetivo se ha
dedicado la teoría económica a lo largo de la década de 1980, reacti-
vando y dando nueva vida, en ocasiones, a representaciones o hipó-
tesis analíticas muy antiguas, pero que no habían tenido verdaderas
continuaciones.
Es necesario, asimismo, rendir cuenta de los caminos seguidos por
la teoría económica para dar una representación aceptable de la empre-

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18 | nuevas teorías de la empresa

sa, es decir que sea a la vez realista y lógicamente válida. Como vere-
mos, no es una tarea fácil, dado que al simplismo inicial le han seguido
el exceso y, con frecuencia, una extrema sofisticación de las hipótesis
y construcciones. Más aún, las diferentes representaciones propuestas
no son, en general, coherentes entre sí. Cada gran corriente de análisis
propone su propia representación de la empresa, más preocupada por
llenar un vacío en sus propias construcciones que por obtener una
representación convincente y aceptable para todos.
Con el fin de superar estas dificultades y poder proponer en esta
obra una lectura eficaz de las diferentes teorías de la firma hemos teni-
do que realizar ciertas elecciones. Las presentamos a continuación para
que el lector se haga una idea del universo recompuesto en el que le
proponemos ingresar. Se hicieron dos series de elecciones.
Una primera serie consistió en privilegiar, en la exposición de las
teorías, dos objetivos que consideramos complementarios:
• por un lado, nos hemos esforzado por reubicar las representaciones
propuestas de la firma en el contexto y la historia de las corrientes
de análisis que les dieron nacimiento, de modo que cada cual pueda
juzgar con la profundidad de campo necesaria y disponga de las
claves que le permitan comprender por qué, de una corriente a la otra,
no se privilegian los mismos elementos en la definición de la firma o
en la puesta en evidencia de sus atributos esenciales;
• por el otro, nos pareció preferible y necesario facilitar una mínima
comparación entre las diferentes teorías de la firma que hoy se
proponen, las que, con frecuencia, rivalizan entre sí; para ello, con-
sideramos que se podía plantear la hipótesis de que, finalmente, las
nuevas contribuciones giran (de manera explícita o implícita) alre-
dedor de la consideración de la doble dimensión constitutiva de la
firma, a saber, como organización, por un lado, y como institución,
por el otro; esta clave de lectura estará presente en la introducción
de cada una de las teorías aquí examinadas.
La segunda elección concierne al lugar relativo que debe otorgarse a las
presentaciones de las teorías dominantes de la firma con respecto a las más
nuevas y heterodoxas, que, con frecuencia, son también las menos com-
pletamente elaboradas. Finalmente, se logró mantener un equilibrio
entre los dos tipos de contribuciones. De este modo, los tres primeros
capítulos están dedicados a las aproximaciones neoclásicas estándar
o “estándar ampliadas”; los tres últimos capítulos están dedicados a

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introducción | 19

las aproximaciones heterodoxas especialmente prometedoras por la


naturaleza o la importancia de las cuestiones a las que se enfrentan y
los elementos de respuesta que comienzan a aportar.
Más precisamente, el plan adoptado es el que se detalla a continuación.
El capítulo 1 funciona como introducción al conjunto de la obra.
Después de recordar el punto de partida del análisis neoclásico de la
firma (la empresa concebida como firma punto y firma autómata en el
marco del equilibrio general) y su carácter impracticable en la medi-
da en que queda manifiesta la necesidad de una verdadera teoría, se
recuerdan las primeras tentativas de dar a la firma un poco de con-
sistencia y de realismo. Sobre esta base, se proponen dos claves de
lectura, una histórica y otra analítica, ambas con el objeto de permitir
interpretar, a lo largo de los capítulos siguientes, de qué manera se ha
desarrollado la teoría de la empresa.
El capítulo 2 está dedicado a la presentación de la que hasta hace
poco tiempo se consideraba la teoría dominante de la firma. Se trata del
enfoque de la teoría de los costos de transacción iniciado por Coase y
desarrollado por Williamson. Este cuerpo analítico, poderoso y vivaz,
se encuentra, al menos parcialmente, en numerosas contribuciones.
El capítulo 3 propone el análisis de la firma bajo el ángulo de las
relaciones de propiedad. Será la ocasión para abordar los análisis
neoclásicos que dominan actualmente: teoría del derecho de propie-
dad y teoría de la agencia, que constituyen la verdadera nueva orto-
doxia neoclásica en materia de teoría de la firma. Se trata finalmente
de una presentación refundida de las teorías neoclásicas tradicionales,
revisadas y repensadas a partir de los aportes de Coase, Williamson y
otros teóricos, cuyas críticas habían afectado fuertemente la credibili-
dad de los enfoques clásicos.
Los tres últimos capítulos nos permitirán examinar los trabajos
recientes más innovadores.
El capítulo 4 presenta el enfoque evolucionista, que se caracteriza
particularmente por el acento que pone sobre la firma como lugar de
aprendizaje y de rutinas. La empresa es concebida aquí como una
organización compleja y las contribuciones de los grandes teóricos de
la organización (como March y Simon, entre otros) son plenamente
movilizadas, en una visión que renueva ampliamente los enfoques
tradicionales. Este cuerpo analítico está hoy en pleno desarrollo y no
para de enriquecerse.

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20 | nuevas teorías de la empresa

El capítulo 5 está consagrado a la teoría de la empresa japonesa.


Con el extraordinario salto de Japón sobre la escena mundial, ha mere-
cido una atención muy particular, en el curso de la década de 1980, el
análisis de los desempeños de este país. La empresa japonesa surgió
con rapidez como fuertemente original tanto en su estructura como en
sus modos de funcionamiento. A partir de observaciones y resultados
inéditos, un conjunto de autores japoneses (especialmente M. Aoki)
renovaron la visión y la comprensión de lo que es una firma.
El capítulo 6 propone, por último, el análisis de la firma conteni-
do en el enfoque francés de la teoría de la regulación. Esta aún joven
corriente merece reconocimiento por sus trabajos en macroeconomía
(análisis del fordismo y los enfoques conocidos en términos de “regí-
menes de acumulación”). Nos pareció útil poner en evidencia las con-
tribuciones que puede aportar también a la renovación, actualmente en
curso, de la microeconomía y de la teoría de la firma en particular.
En relación con otras obras sobre el tema, dado que la teoría de la
firma se encuentra hoy en pleno desarrollo y es objeto de permanentes
contribuciones, sin duda el presente ensayo se distingue por el lugar
dado a estas nuevas corrientes de análisis. De esta manera, nos queda
esperar que los lectores que nos acompañen a lo largo del libro encuen-
tren un placer análogo al que hemos disfrutado nosotros mismos no
sólo con la relectura de los clásicos, sino también al explorar las nuevas
pistas que quizá constituyan –varias de ellas seguramente– las bases de
las enseñanzas clásicas de mañana.

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1 | Firma punto, firma institución,
firma organización

La firma neoclásica y sus paradojas

La constitución de la firma en el modelo de equilibrio


Quien se introduce por primera vez en el mundo de la microecono-
mía estándar puede quedar por lo menos perplejo ante la imagen de
la empresa que recibe. Dado que la teoría neoclásica del equilibrio
económico, parcial y global, se presenta como la representación más
acabada del funcionamiento de una economía de mercado, resulta legí-
timo esperar que el análisis de la firma ocupe en ella un lugar central.
Sin embargo, no es así: los presupuestos del modelo neoclásico dan a
la firma un lugar limitado y una conceptualización extremadamente
simple, por no decir simplista, aun cuando, como veremos en seguida,
no han faltado los intentos por reconstruir una teoría neoclásica de la
firma.
El análisis de la firma no es más que un componente de la teoría de
precios y la asignación de recursos. En tal sentido, no hay en el modelo
neoclásico básico una verdadera teoría de la firma con un objeto propio
y específico. Esto es particularmente cierto en la forma dominante del
paradigma neoclásico, el modelo walrasiano. La conceptualización de
la firma deriva allí de las características propias de este modelo:
yyla búsqueda de las condiciones del equilibrio en situación de com-
petencia y de información perfecta y para un estado dado de las
técnicas;
yyla hipótesis de la racionalidad perfecta de los agentes, bajo el obje-
tivo, para las firmas, de maximización del beneficio;
yyla preeminencia otorgada al análisis del intercambio sobre el de la
producción.
En tal contexto, el análisis de la firma no constituye una cuestión dema-
siado importante. Como lo subraya Archibald (1971), en situación de
competencia perfecta y en ausencia de progreso técnico, las firmas
tienen poco para hacer. Su única función es transformar los insumos

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22 | nuevas teorías de la empresa

en productos, tarea que se supone pueden efectuar de manera perfecta-


mente eficiente, dado que se presupone que tienen un conocimiento y
un dominio perfectos de las técnicas disponibles. Las firmas se adaptan
a su entorno, del cual sólo tienen que conocer el precio de los productos
y de los factores. Su perfecta racionalidad puede postularse fácilmente,
en la medida en que es fácil de concretar en ausencia de toda incerti-
dumbre y frente a un entorno simple e inerte. La firma queda reducida
así a una caja negra que transforma recursos, bienes intermedios, bienes
de equipamiento y trabajo, en bienes y servicios comerciales, o, dicho
de otro modo, a una función de producción, adaptándose mecánica-
mente a su entorno.
Debe observarse que esta imagen de la firma no carece de incohe-
rencia desde el punto de vista de las premisas mismas del sistema
neoclásico, en la medida en que esta representación introduce subrep-
ticiamente un componente holístico en un sistema que se pretende
puramente individualista. La teoría neoclásica estándar trata como un
agente individual aquello que es claramente una entidad colectiva, atri-
buyéndole, además, un principio de comportamiento, la maximización
del beneficio, que es heterogéneo al principio de utilidad considerado
como la base del conjunto de los comportamientos individuales. Como
veremos, los desarrollos recientes del análisis neoclásico de la firma
apuntan, entre otras cosas, a plantear este tipo de objeción.
La teoría de la firma se desarrolla verdaderamente como tal en la
década de 1930, a partir de los primeros interrogantes sobre el modelo
competitivo. El punto de partida es un célebre artículo de Piero Sraffa
(1926) que cuestiona tanto el realismo como la coherencia interna del modelo
de competencia perfecta, en particular en la versión marshalliana de equi-
librio parcial. Una de las respuestas a las cuestiones planteadas consis-
tirá en avanzar en el análisis de formas de competencia más complejas
y más próximas a lo real. La teoría de la competencia imperfecta de
J. Robinson (1933) y sobre todo la teoría de la competencia monopólica
de E. H. Chamberlin (1933) renovarán profundamente la microeco-
nomía de los mercados y de la firma. Una dimensión central de estos
trabajos, correctamente evidenciada por Shackle (1967), ha sido el des-
plazamiento del centro de interés de la teoría del equilibrio de las condiciones
de producción y de distribución de bienes hacia el estudio del comporta-
miento y las interacciones entre los productores. La firma se convirtió así
en el actor principal de la obra (al menos en lo que se refiere a la teoría

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firma punto, firma institución, firma organización | 23

de los mercados). De este modo, puede parecer que nos aproximemos


a una representación más realista al reconocer que la empresa tiene un
margen de acción más amplio: la capacidad de actuar sobre el precio, la
posibilidad de recurrir a la diferenciación de productos y a las políticas
de ventas. Los desarrollos posteriores de la economía industrial conti-
nuarán por esta vía, considerando una amplia gama de configuraciones
de mercado y de comportamientos de firmas con los modelos de oligo-
polio, el análisis de políticas de barreras a la entrada, de investigación
y desarrollo, de patentes, etcétera.
Pero, en realidad, los fundamentos teóricos del análisis de la firma
siguen siendo los mismos que en el modelo competitivo, basándose en
hipótesis que no han cambiado nunca. El entorno de la firma es más com-
plejo, pero sigue siendo un elemento al que ésta se adapta, tanto como el
estado de la técnica y las condiciones de producción. Su campo de acción
es más amplio, aunque aún se encuentre orientado por el principio de
racionalidad. La firma es siempre una caja negra que reacciona mecáni-
camente a su entorno, cumpliendo con las reglas del cálculo marginalista,
supuesta expresión de la forma superior de la racionalidad. Se llega así a
la conclusión de que los análisis elaborados para dar cuenta de las formas
de competencia “imperfectas” reproducen la concepción neoclásica de la
firma del modelo de competencia perfecta, ampliando, aparentemente,
el campo de validez. Sin embargo, la distancia entre el papel fortalecido
que se supone que la empresa está destinada a desempeñar y la teoriza-
ción propuesta al respecto parece mayor.

La paradoja: un actor clave, pero pasivo y sin dimensión. “Hamlet


without Prince”
La microeconomía estándar, ya sea en los modelos de equilibrio gene-
ral, en los análisis de mercado o en gran parte de la economía indus-
trial, permanece dominada por una misma representación simplificada
de la firma. Se trata, en definitiva, de una situación paradójica que
ilustra bien la incapacidad de estos modelos de integrar al personaje
central del empresario.

Los rasgos centrales de la firma neoclásica: firma punto y firma autómata


La firma neoclásica puede caracterizarse por dos rasgos complementa-
rios: se presenta como un agente sin volumen ni dimensión, una “firma
punto”, y como un agente pasivo, una “firma autómata”.

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24 | nuevas teorías de la empresa

En el marco de las hipótesis generales que constituyen la teoría


del equilibrio, la firma es tratada no como una institución, sino como un
“actor” (Kreps, 1990). Este actor tiene, como todo agente individual en
el mundo neoclásico, un comportamiento perfectamente racional que
se expresa en su función objetiva, la maximización del beneficio bajo
las limitaciones de sus capacidades tecnológicas. El objetivo y las limi-
taciones técnicas son datos, es decir que no hay análisis del interior de
la empresa, ya sea de los diferentes individuos y grupos que la compo-
nen o de las condiciones concretas de organización de la producción: la
firma es, como lo hemos dicho, una caja negra que se reduce a un punto
en el espacio de las relaciones de mercado, dotada del mismo estatus
teórico que el consumidor individual.
Este actor es completamente pasivo, sin ninguna autonomía. La firma
neoclásica cumple dos funciones. La primera, que consiste en transformar
los factores en productos, es planteada al principio sin un verdadero aná-
lisis: esta transformación, es decir, la organización del proceso de produc-
ción, se realiza por sí misma, en las condiciones impuestas a la empresa. La
segunda consiste en elegir los valores óptimos de diferentes variables de
acción que están a su disposición. Puede parecer que la firma tiene, en este
campo, un cierto margen de autonomía. Lo cierto es que no tiene ninguno:
la naturaleza de las variables que puede manipular (sus políticas) está
determinada por la estructura del mercado que se le impone. Tomando
en cuenta la hipótesis de capacidad perfecta de cálculo y de información
perfecta, o, lo que constituye básicamente lo mismo, de incertidumbre
probabilística,1 la firma no tiene otra cosa que hacer que aplicar de forma
mecánica las reglas del cálculo económico: la firma punto se comporta
como un autómata, programada una vez y para siempre.
Sin duda, la microeconomía basada en este modelo puede aportar
mucho al análisis de los mercados y de ciertos aspectos del comporta-
miento de las empresas, pero no se pueden ignorar sus límites para una
verdadera comprensión de la firma bajo un ángulo teórico (¿cómo justi-
ficar la hipótesis de maximización del beneficio?; ¿es posible tratar una
entidad colectiva como un agente individual?), así como desde el punto

1 El enfoque microeconómico estándar del comportamiento en situación de incertidum-


bre supone que el agente puede enumerar todos los “estados del mundo” posibles y
asignarles probabilidades. También es posible representar el comportamiento racional
del agente como obediente a un principio de maximización de una función-objetivo,
como en el caso de la decisión con información perfecta.

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firma punto, firma institución, firma organización | 25

de vista de la comprensión de la complejidad de las estructuras de la


empresa en las economías contemporáneas. La imposibilidad de tratar
en este marco la cuestión del empresario es significativa de sus límites.

La cuestión del empresario


La mayoría de los economistas podría apropiarse de la fórmula de
M. Dobb (1925), retomada por Schumpeter (1954): los empresarios son los
agentes que “toman las decisiones dominantes” de la vida económica. Sin
embargo, aun cuando J.-B. Say y J. S. Mills otorgan al empresario un lugar
tan importante en sus construcciones, con el predominio del pensamiento
neoclásico el empresario desaparece casi totalmente de la literatura teórica,
con excepción de autores como Schumpeter, Knight o Hayek, que se ubi-
can al margen de la corriente dominante. Nos encontramos de este modo
frente a una teoría de la firma que ignora al empresario. Una interpreta-
ción de Hamlet expurgada del Príncipe de Dinamarca, para retomar la
imagen de Baumol (1968), pero con un fantasma importante. Esto se com-
prende fácilmente a la luz de lo que acabamos de ver: el mundo neoclásico
del cálculo racional no deja ningún lugar a la iniciativa y a la innovación,
ya sea en la gestión interna de la firma o en las políticas de mercado.
La importancia del empresario remite a la función que asume.
Básicamente, se pueden identificar tres funciones, que coinciden de
manera parcial:
1. Una función de innovación o de creación, según el ya clásico análisis
de Schumpeter. Esta función implica que la firma competitiva no se
adapta a su entorno, sino que, por el contrario, tiende a transformarlo,
a crear nuevas combinaciones productivas, nuevos mercados, nue-
vas formas de organización.
2. Una función de adquisición y de explotación de la información, desta-
cada por la escuela austríaca, Hayek (1937) y luego Kirzner (1973). Este
punto de vista coincide con el de Knight, para quien el empresario es
quien debe tomar las decisiones en un contexto de gran incertidumbre
–y de una incertidumbre no probabilizable–,2 por tanto, decisiones para las
que no se puede apelar a los métodos rutinarios del cálculo económico.

2 Hay incertidumbre no probabilizable, en la terminología de Knight, cuando el agente


no puede, a partir de su experiencia pasada, representarse las probabilidades de suce-
sos futuros. En este caso, le resulta imposible aplicar los métodos probabilísticos para
orientar la toma de decisiones.

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26 | nuevas teorías de la empresa

3. Una función de organización y de coordinación de la producción.


Mientras que la conceptualización de la firma neoclásica supone
la existencia de una función de producción y de factores de la
producción perfectamente definidos y conocidos, parece que el
funcionamiento de la firma supone la reunión de factores en parte
mal definidos y que no son ofrecidos por el mercado, y la capacidad
de combinar estos factores de manera eficiente. Leibenstein (1968)
insiste en particular en esta dimensión.
El empresario no puede ser verdaderamente comprendido y analizado
si no se superan las hipótesis de base del modelo neoclásico: pasaje de
un marco de equilibrio estático a una visión evolucionista; considera-
ción de las cuestiones que afectan a la incertidumbre y la información, y
para ello cuestionamiento de las representaciones del comportamiento
racional; consideración de la complejidad de la estructura interna de la
firma. Es en esta dirección que se desarrollaron los análisis que apun-
tan, a partir de preocupaciones diversas, a dar cuenta de la realidad de
la empresa moderna.

Avances y rupturas

La búsqueda de nuevos fundamentos para el análisis de la firma se


hará en varias direcciones. Una primera aproximación se interroga-
rá sobre los objetivos de la firma, pero su alcance se verá limitado
mientras no rompa radicalmente con la visión de la firma punto y la
concepción estándar de la racionalidad. Las rupturas esenciales ten-
drán lugar cuando, a partir de Simon, la representación de los com-
portamientos y las organizaciones se reconstruya sobre una nueva
concepción de la racionalidad. Sobre esta base, Cyert y March (1963)
llevarán a cabo un análisis que permita tomar en consideración la
organización interna de la firma en su verdadera complejidad, lejos
de las gastadas simplificaciones de la “caja negra”. La teoría de “la
eficiencia X” de Leibenstein continúa en la dirección del análisis
de la organización interna de la firma, aportando a esta dimensión
contribuciones esenciales. Finalmente, corresponderá a Chandler,
desde una perspectiva dinámica e histórica, mostrar toda la comple-
jidad y la riqueza de la estructura de la firma moderna y explicar su
génesis y sucesivas metamorfosis.

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firma punto, firma institución, firma organización | 27

Más allá del simple beneficio:


la complejización de la función-objetivo
Para intentar darle cierto realismo a una representación que carecía
de él por completo, una primera línea de reflexión consistió en hacer
hipótesis diferentes sobre los objetivos de la firma y, por lo tanto, del
empresario.
Esta dirección fue recorrida principalmente por Baumol. En una
obra de 1959 que se convertiría luego en una referencia clásica, el autor
descubre las consecuencias de un desarrollo efectuado mucho antes
en la teoría de la firma, exponiendo algunas de sus implicaciones en
dominios hasta entonces desatendidos. En efecto, a partir de 1932,
Berle y Means habían señalado que una de las características centrales
de la firma “moderna” radicaba en una pronunciada separación entre
los propietarios (o accionistas que poseen el capital de la compañía)
y los directivos (gerentes) asalariados de la empresa, pero a cargo de
la conducción real de los asuntos y las decisiones. Desde esa época,
diferentes caminos son explorados para sugerir que de esta separación
puede surgir un conflicto de objetivos entre los dos grupos de socios,
pues si se admite que el objetivo de los accionistas es la maximización
del beneficio, el de los gerentes bien puede ser otro distinto. Éstos se
esforzarán por maximizar su propia función de utilidad. Queda suge-
rido, entonces, que bajo la influencia y la dirección de los gerentes, la
maximización buscada será la de los intereses del equipo de dirección, ¡lo que
puede significar arbitrajes diferentes entre los objetivos de beneficio, de
crecimiento de la empresa o de número de subordinados!
Siguiendo por el camino abierto con la distinción fundamental
entre los intereses de los propietarios y los intereses de los directivos,
Baumol formula la hipótesis de que, muchas veces, el objetivo de la
firma es, antes que nada, no el de maximizar el beneficio sino sus ventas
globales. Este objetivo será privilegiado por los directivos si consideran
que sus propios ingresos, o su prestigio, dependen más del monto de
ventas que del beneficio obtenido. Tal es el argumento invocado por
Baumol cuando escribe: “Los salarios de los altos directivos aparecen
más estrechamente ligados a la escala de las operaciones de la firma que
a su capacidad de crear beneficios” (1959, p. 46). Más exactamente, la
hipótesis de Baumol es que, una vez determinado un nivel de beneficio
considerado como suficiente para asegurar el nivel de remuneración
mínimo exigido por los accionistas, el objetivo práctico de la firma

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28 | nuevas teorías de la empresa

será maximizar sus ventas, lo que corresponde también al objetivo de


conservar y aumentar su porción del mercado. Más allá del interés
inmediato de los gerentes al elegir determinado objetivo, la necesidad
de maximizar las ventas se presenta a menudo como una condición de
mera supervivencia para las firmas, especialmente cuando se encuen-
tran en mercados fuertemente competitivos y, por lo tanto, sometidas a
políticas agresivas (disminución de precios y rápidas innovaciones de
productos, entre otras) de firmas competidoras. Cabe destacar que en
una posterior edición revisada de su libro (publicada en 1967), Baumol
reemplaza la hipótesis de la maximización de las ventas por la de maxi-
mización de la tasa de crecimiento de las ventas, introduciendo de este
modo una visión más dinámica del comportamiento de la empresa.
Distintas pruebas econométricas comenzaron a aportar confirmaciones
a las hipótesis de Baumol, antes de conducir, precisándose y ajustándo-
se, a resultados bastante más indecidibles de lo que las primeras verifi-
caciones empíricas permitían suponer (cf. particularmente los trabajos
sobre este punto de M. Hall de 1967).
Lo cierto es que la brecha sigue abierta: la maximización del bene-
ficio ya no es la hipótesis exclusiva y obligada. Nuevos caminos van
a ser recorridos y cantidad de hipótesis diferentes se formularán para
dar cuenta de la diversidad de exigencias que pesan sobre los adminis-
tradores y la expresión de su racionalidad de comportamiento. Marris
(1964) sugerirá que, al tener la obligación de obtener un beneficio dado,
el verdadero objetivo de la firma será la maximización de su tasa anual
de crecimiento, siendo ésta evaluada a partir de diferentes criterios, como
la facturación, el número de empleados o el monto de la capitalización
bursátil, cuando se trata de una empresa que cotiza en Bolsa. Esta
hipótesis permite explicar y justificar la importancia del movimiento de
concentración que ha atravesado Estados Unidos. Según Marris, dicho
movimiento no se explica sólo a partir de la búsqueda en forma exclusi-
va de la maximización del beneficio, pues en muchos casos, después de
la concentración se constata que la tasa de beneficio no ha aumentado,
sino, por el contrario, ha bajado.
Tras una primera etapa relativamente rica y extensa, durante la cual
la discusión se concentra alrededor de la definición y la identificación
del objetivo de maximización que debía sustituir al de beneficio, la
discusión cambia de contenido. Tras las contribuciones fundamentales
de Simon (1959, 1979) y el aporte de un grupo de teóricos denomina-

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firma punto, firma institución, firma organización | 29

dos “conductistas”, la representación de la firma sufre una mutación


esencial. Estos autores hacen estallar la visión de la firma como sim-
ple firma punto para sustituirla por una representación de una firma
mucho más realista compuesta por diferentes grupos, que, por cierto,
tienen la obligación de cooperar, pero que lo hacen esforzándose tam-
bién por defender cada uno sus propios intereses. Más allá de la simple
oposición entre accionistas y gerentes, la firma se piensa ahora como
una organización compleja compuesta por grupos diferentes cuyos objetivos no
son idénticos. Las hipótesis formuladas consisten en sustituir el objetivo
de maximización del beneficio ya no por un objetivo único (las ventas,
como en Baumol; el crecimiento, como en Marris), sino por un conjunto
jerarquizado de objetivos. De este modo, un grupo de economistas alrede-
dor de Radner (1964) o de A. Alchian y R. Kessel (1962) especialmente,
sostendrán la idea de que el objetivo de la firma es buscar la “satisfac-
ción” (satisficing) de los miembros y los grupos que la integran. La firma
persigue, entonces, objetivos pecuniarios (beneficio, cash flow, etcétera)
y no pecuniarios (carrera y estatus de los asalariados, poder y prestigio
de los directivos, entre otros) y para ello realiza arbitrajes que tienden a
“satisfacer” al menos una parte de los intereses de cada uno de los gru-
pos que la componen. De este modo, la representación de conjunto de
la firma y de sus objetivos gana aún más realismo. Como consecuencia
de ello, la mayoría de las hipótesis hechas en torno de la firma neoclási-
ca en el modelo estándar inicial (maximización del beneficio, empresa
punto, empresa autómata, etcétera) tendrá que ser abandonada.

Simon. Información, incertidumbre y racionalidad:


las organizaciones según la hipótesis de racionalidad limitada
H. Simon es uno de los autores más importantes de las recientes
renovaciones, no sólo de la teoría de la firma, sino del conjunto de
la microeconomía. Con ayuda de la psicología cognitiva y la obser-
vación de los procesos de toma de decisión, en particular dentro
de las organizaciones, propone una revisión radical del análisis de
los comportamientos económicos. Su aporte, antes de aplicarse a la
teoría de la firma, se ubica inicialmente en un nivel precedente, el de
los fundamentos mismos de la microeconomía, con la construcción
de un nuevo enfoque de la racionalidad. Corresponde, por lo tanto,
comenzar por allí para apreciar plenamente la significación de sus
contribuciones.

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30 | nuevas teorías de la empresa

La crítica del “modelo clásico” de la racionalidad (la maximización


de un objetivo, el beneficio para las firmas, bajo los condicionamientos
del entorno) a la que se dedica H. Simon se ubica en diversos niveles.
Para empezar, Simon se considera defensor de una “teoría descriptiva”
de la toma de decisión, que incluye la teoría de la firma, con vistas a
dar cuenta de los comportamientos reales de los agentes. Se opone
así tanto al punto de vista defendido por Mason, representativo de la
economía industrial tradicional, como al de los neoclásicos, ilustrado
por la famosa tesis de M. Friedman contra el realismo en la teoría (cf.
H. Simon, 1979), para los cuales, la hipótesis de un comportamiento de
maximización vale en función de la pertinencia de las teorías econó-
micas que se deducen de ella y no tiene que ser testeada en sí misma.
Independientemente de las críticas metodológicas de fondo que pue-
den hacerse a la tesis friedmaniana, la posición de Simon implica un
cambio de óptica: mientras que la teoría del comportamiento, y con
ella la teoría de la firma, está, en Friedman como en Mason, subordi-
nada a la teoría de los mercados y de los precios considerada como el
objeto propio del análisis económico, para Simon los comportamientos
constituyen por sí mismos un objeto de análisis esencial (Simon, 1979). Las
enseñanzas que se pueden obtener de ello son, para él, susceptibles de
implicancias fundamentales para muchos campos de investigación eco-
nómica. Esto concierne en particular a la teoría de la firma.
De este modo, Simon es llevado a cuestionar el realismo del modelo
(neo)clásico de la elección racional. Este modelo se apoya sobre un con-
junto de hipótesis fuertes (ob. cit., p. 500): un conocimiento de todas las
opciones posibles para el agente; un conocimiento completo de todas
las consecuencias de estas opciones o la capacidad de calcularlas; una
certeza perfecta en la evaluación presente y futura de esas consecuen-
cias; la capacidad de comparar esas consecuencias, cualquiera sea su
diversidad, reduciéndolas a un indicador único (la utilidad esperada,
en las formulaciones más avanzadas del modelo clásico de racionali-
dad). Tal concepción, que Simon califica como “teoría de la racionalidad
omnisciente” (1979, p. 496) no puede, en la mayoría de los casos, dar
cuenta de los procedimientos efectivos de toma de decisión por tres
razones esenciales referidas a:
yylos problemas de tratamiento de la incertidumbre y la información
imperfecta, que no pueden ser comprendidos de manera válida por
los métodos de la teoría de la decisión estadística;

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firma punto, firma institución, firma organización | 31

yylos límites de las capacidades de cálculo de los agentes, que tornan impo-
sible el recuento del conjunto de las acciones posibles y de sus con-
secuencias y, por lo tanto, la determinación de la acción “óptima”;
yylas dificultades propias de las situaciones de interdependencia estraté-
gica en competencia oligopólica, es decir, las situaciones en las que
ninguno de los agentes puede evaluar las consecuencias de sus actos
sin librarse de las “conjeturas” sobre las acciones de los otros.3
De allí la propuesta de un enfoque alternativo de la racionalidad,
calificado, según los casos, como racionalidad “procedimental” o
racionalidad “limitada”. Más que una teoría acabada, Simon propone
un conjunto de principios a partir de los cuales puede construirse una
“teoría descriptiva” de la toma de decisión o de los modelos de com-
portamientos específicos. Éstos se definen, en primer lugar, en oposi-
ción a la concepción clásica: concebir una racionalidad procedimental
antes que sustantiva, sustituir el principio de maximización por un
principio de satisfacción.
La oposición entre la racionalidad procedimental y la racionalidad sus-
tantiva del enfoque clásico es doble (cf. Mongin, 1984): por un lado,
la primera concepción se centra en los procedimientos de decisión,
mientras que la segunda se centra en los resultados de la decisión; por
otro lado, la racionalidad procedimental no toma a los objetivos y los
medios como dados, sino como objetos de una búsqueda, allí donde la
concepción clásica considera el objetivo y los medios utilizables por el
agente como dados a priori. De esta forma, el enfoque por la racionalidad
procedimental conduce al estudio profundo de los procesos de toma de deci-
sión, de la firma y en la firma, en situación compleja. Este enfoque pone el
acento en los procesos de aprendizaje, de resolución de los problemas
(problem solving, cuestión que será desarrollada en el capítulo 4) y de
elaboración de reglas (concept attainment), Y puede, en el campo de la
teoría de la firma, ser visto como fundador de una concepción “con-
ductista” en oposición al “determinismo de la situación” de la teoría
neoclásica, según los términos de Latsis (1972) retomados por Simon
(1976).

3 Cabe destacar al respecto que el tratamiento por la teoría del juego no resuelve real-
mente estos problemas; muestra más bien las dificultades de análisis de este tipo de
situación y la incapacidad de la racionalidad clásica para definir un criterio de decisión
aplicable en este contexto (Simon, 1976).

Coriat.indb 31 3/27/11 10:17:19 PM


32 | nuevas teorías de la empresa

Para nuestro objeto, es necesario recordar que el principio de “satis-


facción” es el punto de análisis simoniano que más nos ha llamado la
atención para el análisis de la firma. En él se postula que un agente no
busca la acción que da el mejor resultado en determinadas condiciones,
sino una acción que conduce a un resultado considerado satisfactorio,
en relación con un determinado nivel de aspiración (obtener un benefi-
cio “razonable”). Hay dos tipos de razones que justifican el principio
de satisfacción. El primero es de naturaleza puramente cognitiva y
concierne a las características del individuo: los límites de las infor-
maciones de las que dispone y de sus capacidades de cálculo tornan
imposible en la mayoría de las situaciones reales complejas la puesta
en obra de un procedimiento de maximización. El segundo concierne
a las características de las organizaciones: la búsqueda de un resultado
“satisfactorio” es el único procedimiento que permite encontrar un
compromiso entre los miembros de la organización y orientarlos hacia
un consenso. En estas condiciones, el proceso de decisión, ya se trate
de la decisión del individuo o de la organización, se basa en un doble
mecanismo (Mongin, 1984): la exploración de una cantidad limitada de
alternativas, mediante un proceso secuencial que se detiene cuando se
obtiene el nivel de satisfacción deseado; la revisión del nivel de aspira-
ción en función de la dificultad más o menos grande de su obtención,
y más ampliamente, en función de la experiencia acumulada por el
sujeto. El principio de satisfacción implementa un principio de búsque-
da (search), es decir, la idea de que las alternativas abiertas a un agente
(y sus consecuencias) no son dadas, sino que deben ser objeto de una
exploración. “Una teoría de la racionalidad limitada debe incluir una
teoría de la búsqueda” (Simon, 1979).
Lo anterior es sólo un aspecto del enfoque propuesto por Simon.
Éste considera otros procedimientos que pueden aplicarse para enfren-
tar la complejidad de los procesos de decisión y que conciernen a una
lógica general de la racionalidad limitada: la sustitución de objetivos gene-
rales abstractos por metas intermedias (subgoals) observables y mensurables o
incluso la división del proceso de decisión entre varios especialistas integrados
en una organización (Simon, 1979).
Lo que propone Simon es un enfoque alternativo, irreducible a las
concepciones clásicas de la microeconomía, aun cuando ésta, en sus
desarrollos más avanzados, intenta incorporar factores como los costos
de información o los procesos de búsqueda (cf. por ejemplo, los trabajos

Coriat.indb 32 3/27/11 10:17:19 PM


firma punto, firma institución, firma organización | 33

de Stiegler o de Radner). Sus implicancias para el análisis de la firma


son importantes desde varios puntos de vista:
yySobre la cuestión de los objetivos de la empresa, objeto de numerosos
debates a partir de los trabajos de Hall y Hitch, las tesis de Simon
coinciden con los análisis que rechazan la hipótesis de maximiza-
ción, sea del beneficio o de cualquier otra variable, para sustituirla
por una hipótesis del comportamiento “satisfactorio” o de compor-
tamientos fundados en la aplicación de reglas empíricas basadas en
la experiencia (como el principio del mark-up pricing)4. La teoría de la
firma es uno de los campos privilegiados en los que Simon propone,
después de mucho tiempo, reconsiderar los enfoques tradicionales
de la decisión. Éste es uno de los aspectos que se ha considerado con
más frecuencia, pero no es el único.
yyEl enfoque de Simon lleva directamente a interesarse cada vez más
en los procesos de decisión internos de la firma. El enfoque procedimen-
tal se desarrolla en este sentido, al igual que los trabajos de Simon
sobre las organizaciones. La teoría de la racionalidad limitada
puede aplicarse sin dudas a la firma como agente colectivo (o a su
dirección), pero también puede ser la base de un análisis de los com-
portamientos internos y sus interacciones y de las relaciones entre
los fines individuales y los fines de la organización. De este modo,
el análisis se orienta en una dirección completamente distinta: el
abandono de la firma punto por una concepción de la firma orga-
nización. Se retoman entonces los análisis de Cyert y March (1963)
(cf. parágrafo siguiente), que ofrecen, según Simon (1959), la apli-
cación más desarrollada del modelo de satisfacción a la teoría de la
firma, o los de Leibenstein, que abordaremos más adelante.
yyConviene recordar un último aspecto menos tomado en cuenta.
La teoría de la racionalidad limitada puede fundar un enfoque de la
naturaleza de la empresa y de sus formas organizacionales notablemente
diferente al dominante en la actualidad. Como lo veremos, las nue-
vas teorías de la firma ponen el acento, siguiendo a Coase, en los
problemas de coordinación entre agentes individuales. La firma (o

4 En el caso de una firma, el mark-up pricing consiste en fijar el precio de su producto


sobre la base del costo de producción unitario al que se le suma un margen (o una
tasa) de ganancia establecido de manera convencional. Distintos estudios empíricos
muestran que así es cómo actúan las firmas, lo que no se corresponde con las hipótesis
neoclásicas estándar (fijación del precio al costo marginal).

Coriat.indb 33 3/27/11 10:17:19 PM


34 | nuevas teorías de la empresa

más ampliamente, la organización) es un medio para hacer frente


a las fallas del mercado en tanto forma privilegiada de coordinación.
Simon sugiere que las organizaciones, y en particular la firma, han
sido creadas para paliar las fallas del individuo, “para hacer frente a
los límites de las capacidades humanas de comprensión y de cálculo
ante la complejidad y la incertidumbre” (Simon, 1979). La creación
de un aparato de gestión que permita dividir el proceso de toma de
decisión entre especialistas (es decir, en definitiva, la división del
trabajo en la firma) constituye para Simon, como se ha visto, uno
de los procedimientos relevantes de la lógica de la racionalidad
limitada.

El aporte de los conductistas


En el contexto de la revolución introducida por Simon en microecono-
mía, la contribución de Cyert y March (1963) constituye un momento
fundamental de la historia de la teoría de la firma. A estos autores se
atribuye el paso decisivo que consistió en hacer admitir a título casi
definitivo e irreversible que no se puede representar la firma con un
punto, sino que se trata de una organización que enfrenta a grupos con inte-
reses múltiples y en la cual los procesos de toma de decisión atraviesan
una serie de mediaciones (entre despachos, servicios, departamentos,
directores de distintas divisiones, etcétera). De ello resultará una serie
de consecuencias que conciernen no sólo a la naturaleza del objetivo de
la firma (ya no la maximización de un objetivo único, sino un intento
de hacer compatibles varios objetivos,5 como ya se ha visto), sino tam-
bién, y fundamentalmente, a los análisis originales sobre la eficiencia
de la empresa y las condiciones de su obtención. Tres puntos sobresalen
claramente en la obra de Cyert y March, A Behavioral Theory of the Firm
(1963), considerada como el punto de partida del análisis de la firma
llamado “conductista” o “comportamental”:
yyLa firma es una organización compleja. Esta idea es en general la que
se considera principalmente. Cyert y March, inscribiéndose com-
pletamente en esta lógica, llevan aquí mucho más lejos los aportes
iniciales de Berle y Means, quienes, recordemos, habían introducido
una primera distinción fundamental entre capitalistas (propietarios-

5 Cf. los desarrollos precedentes sobre la búsqueda de “satisfacing” (satisfacción) de los


diferentes grupos que componen la firma.

Coriat.indb 34 3/27/11 10:17:20 PM


firma punto, firma institución, firma organización | 35

accionistas) y gerentes (directivos efectivos). Siguiendo la vía del


realismo, Cyert y March llegan a distinguir, en el seno mismo de
la burocracia de conjunto que conforma la masa de empleados, la
existencia de grupos diversos (los comerciales, los de finanzas, los
de industria), concentrados en departamentos o divisiones que per-
siguen cada uno objetivos propios en defensa de sus intereses y de
refuerzo de su poder y de su prestigio. La firma aparece como una
coalición de grupos cuyo destino es común pero que maniobran
cada uno por cuenta propia. (El tema de la firma como coalición
de grupos y de intereses será particularmente desarrollado más
adelante por March [1988].)
yyLa firma es el lugar de los procesos de toma de decisión y de aprendizajes
colectivos. En el seno del universo particular que constituye esta ins-
titución compleja que es la firma moderna, Cyert y March centran
la atención en el modo en que se toman las decisiones. Los autores
insisten en el hecho de que el objetivo general de la firma sólo puede
expresarse y afirmarse a través de una serie de subobjetivos, en un
juego de ida y vuelta en el que los arbitrajes nunca son definitivos y
sufren la influencia de grupos de presión en el interior de la firma.
La empresa se define, entonces, como un lugar de negociaciones
implícitas o abiertas donde se distribuyen recompensas moneta-
rias y no monetarias. Es en este sentido que los autores retoman
las contribuciones de Simon en relación con que el objetivo de la
firma no es tanto la maximización de la ganancia cuanto alcanzar
resultados “satisfactorios” para los individuos o los grupos que la
constituyen.
Otro punto esencial del análisis de Cyert y March es la importan-
cia que les atribuyen a los procedimientos organizacionales y a las
“rutinas” implementadas para posibilitar el proceso de toma de
decisiones. La toma de decisiones concierne a un aprendizaje colectivo
de las posibilidades que ofrece una estructura organizacional dada,
con la finalidad de mejorar su eficacia, es decir, de favorecer moda-
lidades de toma de decisiones más rápidas y menos costosas. A su
vez, en la década de 1970, los teóricos evolucionistas (cf. capítulo 4)
insistirán en la importancia de las “rutinas” dentro de las empresas,
siendo algunas más eficaces que otras para permitir enfrentar los
universos inciertos y rápidamente cambiantes que caracterizan la
época actual.

Coriat.indb 35 3/27/11 10:17:20 PM


36 | nuevas teorías de la empresa

yy El funcionamiento de la empresa supone un “sesgo gerencial” y un “pre-


supuesto discrecional”. Así resulta del juego permanente de negocia-
ciones y revisiones de los objetivos, lo que Cyert y March vinculan
con un “relajamiento organizacional” que se traduce en la práctica
en una pérdida de eficiencia más o menos importante. A menudo,
el mantenimiento de la cohesión de los grupos que conforman la
empresa exige que los directivos constituyan un “presupuesto dis-
crecional” (del concepto inglés managerial slack). Este presupuesto
discrecional, verdadero tesoro de guerra (monetario y no moneta-
rio), es utilizado por los directivos para conducir las negociaciones
internas y hacer aceptar (por medio de compensaciones y recompen-
sas) los objetivos que finalmente se fija la firma. Este presupuesto
discrecional es utilizado de manera análoga para la aprobación y
el compromiso de todos en relación con los objetivos perseguidos.
Williamson sugerirá más adelante que se puede evaluar la impor-
tancia de este presupuesto si se compara el beneficio de explotación
potencial (que se obtendría si la aceptación de los objetivos de la
firma fuera automática e inmediata) con el beneficio efectivamente
obtenido tras las negociaciones internas.
En el fondo, de este modo Cyert y March ponen en evidencia la
necesidad de que exista cierta “reserva de gestión” a disposición de
los directivos. Ventaja que les permite negociar la adhesión de los
empleados a los objetivos de la firma.
A pesar de su evidente interés, estos análisis sobre el relajamiento
organizacional o el presupuesto discrecional no tendrán verdaderas
prolongaciones sino hasta pasado mucho tiempo. Curiosamente, habrá
que esperar hasta fines de la década de 1970, y sobre todo la década de
1980, para que todos estos recursos sean reutilizados de manera masi-
va, en ocasión de la ofensiva neoliberal en favor de las privatizaciones.
Se desarrollará entonces el tema de la firma denominada “burocráti-
ca”, que involucra básicamente a las empresas públicas. Sin embargo,
conviene recordar que la contribución de Cyert y March concierne a la
empresa capitalista privada tipo (y no a la empresa pública). Lo que estos
autores ponen en evidencia no es un “defecto burocrático” propio de
la empresa pública (como se pretenderá a veces), sino las restricciones
de funcionamiento y las pérdidas de eficiencia inherentes a toda gran
empresa, desde el momento en que con cierto realismo se quiere con-
siderar que ella constituye una organización compleja en la que los

Coriat.indb 36 3/27/11 10:17:20 PM


firma punto, firma institución, firma organización | 37

arbitrajes y las negociaciones son el único medio de llegar a definir


objetivos aceptados por todos.

Leibenstein y la noción de “eficiencia X”


Complementarios en ciertos aspectos de la apertura realizada por
Simon, los aportes de Leibenstein son muy importantes. Nos propo-
nemos aquí insistir sobre una de sus contribuciones en particular, la
que busca destacar la importancia de la variable “organización” en la
eficiencia de la firma, mediante lo que el propio Leibenstein ha deno-
minado como eficiencia X.
En su ya clásico artículo de 1975, el autor avanza en varias etapas.
Comienza observando que la teoría estándar conserva una sola forma
de eficiencia: la que Leibenstein llama “la eficiencia asignativa” y que
se refiere tanto a los mecanismos de mercado para la economía consi-
derada en su conjunto (la teoría neoclásica postula que si no se lo traba
con regulaciones, el mercado “asigna” de manera óptima los factores
de producción entre firmas y sectores) como a la asignación de facto-
res en el seno de la firma individual considerada de manera aislada.
Leibenstein se pregunta si esta forma única y exclusiva de considerar
los mecanismos de coordinación más allá de los resortes de la eficiencia
económica es suficiente, y si es capaz de explicar el rendimiento com-
probado de las firmas en términos de productividad relativa. Se vuelca
entonces hacia un conjunto de resultados y datos empíricos para hacer
observar que todos contradicen de manera más o menos fuertemente la
idea de que la eficiencia asignativa es capaz de dar cuenta de las dife-
rencias de rendimientos económicos de las firmas. Los ejemplos más
concluyentes –que obtiene de sus propias observaciones, así como de
investigaciones llevadas a cabo por otros economistas– muestran cómo
firmas en apariencia idénticas, pues disponen de la misma composición
de mano de obra y de la misma tecnología, llegan a resultados muy
diferentes en términos de productividad por persona y de la calidad de
los productos obtenidos.
Estos resultados empíricos pasan a ser objeto de una teorización. La
tesis sostenida por el autor es que, en un último análisis, las diferencias
de productividad observadas (recordemos, entre firmas casi idénticas
en cuanto a su composición factorial) se explican por diferencias en la
calidad de la organización que se establece en cada una de las empresas. De
hecho, esta observación de Leibenstein se basa en una argumentación

Coriat.indb 37 3/27/11 10:17:20 PM


38 | nuevas teorías de la empresa

muy profunda –y destructiva– para la visión de la firma neoclásica


estándar. La argumentación de Leibenstein consiste en insistir en el
hecho de que la única cosa que las firmas pueden comprar con certeza
son “unidades de tiempo de trabajo”, pero que esta compra de unida-
des no garantiza la productividad que se obtendrá de cada una de ellas
ni del conjunto de unidades adquiridas. Existe, entonces, un factor “X”
(distinto de los factores tradicionales de la teoría estándar: el capital y el
trabajo) que explica la eficiencia o la ineficiencia de las firmas. Después
de proponer diversas hipótesis para explicar el origen del factor “X”,
Leibenstein concluirá que el rol central está a cargo de la calidad de la
organización interna de la firma. El objeto de la organización, sostendrá,
es lograr la utilización más intensa posible de los factores, especial-
mente de “las unidades de trabajo” adquiridas, para alcanzar la mayor
eficiencia posible de la firma.6
Esta conclusión de Leibenstein tendrá otras importantes conse-
cuencias. Al menos dos de ellas son esenciales. La primera es que
el autor terminará por cuestionar la idea –fundamental para toda la
visión neoclásica estándar– de que tanto las firmas como la economía
en su conjunto están en una situación “óptima”, es decir que obtie-
nen permanentemente el mejor partido posible de sus recursos. Para
Leibenstein, por el contrario, en tanto se manifiesta de manera casi
inevitable cierta “ineficiencia X”, la mayoría de las firmas se encuentra
permanentemente en situación “subóptima”. Resulta a partir de ello
que la idea de situación óptima constituye otra de las ficciones lógicas
de la teoría estándar, posiblemente cómoda, pero que sólo se obtiene
pagando el precio de la negación de un determinante primordial de
la firma: la existencia de una variable “organización” que determina
la intensidad y la calidad del trabajo, y de allí la productividad de las
empresas.

6 Leibenstein es bien claro respecto de este punto, y escribe: “La teoría tradicional de la
producción considera los inputs humanos y no humanos de la misma manera: nues-
tra teoría elimina este supuesto. Una distinción es evidente: lo que se adquiere son
unidades de tiempo de trabajo, pero no son estas unidades las que cuentan para la
producción. Lo que importa aquí es la intensidad y el esfuerzo” (Leibenstein, 1976). No
puede dejar de destacarse la forma en que –a partir de sus recursos y su propia visión–,
Leibenstein recupera una intuición fundamental de Marx y de su distinción clásica
entre trabajo y fuerza de trabajo. En Leibenstein, como en Marx, la intensidad con la
que se hará trabajar las unidades de tiempo adquiridas constituye un elemento central
de la productividad de conjunto que podrá obtenerse de la firma.

Coriat.indb 38 3/27/11 10:17:21 PM


firma punto, firma institución, firma organización | 39

La segunda consecuencia es que el autor profundizará una reflexión


sobre los mecanismos de incentivo (en particular, bajo la forma de sis-
temas de salarios y modos de remuneración) susceptibles de obtener
la mayor intensidad posible de las unidades de trabajo adquiridas.
Insistirá también en la importancia de las “convenciones” explícitas o
implícitas entre los actores que componen la firma, como determinante
de la eficiencia económica. Establecido que el contrato de trabajo es
necesariamente “incompleto” (en la medida en que no puede prever por
anticipado y detalladamente todo lo que se le pedirá al asalariado), tanto
los modos de remuneración del trabajo como las diferentes técnicas de
incentivación y motivación de los trabajadores, a menudo mediante
convenciones que rigen las relaciones entre los agentes, poseen un rol
esencial en la reflexión del autor. Al dirigir, de este modo, la atención
sobre la organización y la teoría de los incentivos, Leibenstein, al mismo
tiempo que presenta sus propias ideas, anticipa cuestiones que serán
retomadas por diferentes corrientes de la teoría actual de la firma.
Por nuestra parte, destacamos especialmente que con Leibenstein
la teoría de la firma se desarrolla alrededor de un punto fundamental.
Al poner en evidencia y darle el lugar que le corresponde a la noción
de intensidad del esfuerzo y a la organización como determinantes de
la productividad, Leibenstein surge como uno de los importantes pre-
cursores de las teorías actuales de la firma, representada ya no como una
“combinación de factores”, sino como una organización, en cuyo seno las con-
venciones y los contratos, implícitos o explícitos, desempeñan un papel clave.

El aporte de la historia: Chandler y las metamorfosis de la firma


Aunque se sitúa en un plano algo diferente, el estudio de la historia de
las empresas, la investigación que apunta a poner en evidencia “estruc-
turas” y “estrategias” permitirá comprender mejor el contenido y la
lógica de las formas de organización que las caracterizan y llevar a la luz
la importancia de sus transformaciones y sus determinantes. Más allá
de la firma como organización, el estudio de la historia permite poner
el acento en la firma como institución. En este terreno, los trabajos de A.
D. Chandler constituyen una referencia irreemplazable. En tres obras
mayores, Strategy and Structure (1962), The Visible Hand (1977) [La mano
visible. La revolución en la dirección de la empresa norteamericana, Ministerio
de Trabajo y Seguridad Social, Madrid, 1987] y Scale and Scope (1990)
[Escala y diversificación. La dinámica del capitalismo industrial, Zaragoza,

Coriat.indb 39 3/27/11 10:17:21 PM


40 | nuevas teorías de la empresa

Prensas Universitarias de Zaragoza, 1996], el autor presenta un amplio


fresco del desarrollo de la empresa industrial, minucioso trabajo de
historiador que muestra la realidad de la firma moderna a través del
estudio de las condiciones de su constitución y de sus transformaciones.
Chandler provee una base esencial para comprender la naturaleza de la
firma y construir la teoría.
El primer texto, centrado en las transformaciones organizacionales
que acompañan el crecimiento de algunas grandes firmas en Estados
Unidos entre fines del siglo diecinueve y la primera mitad del siglo
veinte, plantea los temas fundamentales del pensamiento de A. D.
Chandler: la importancia de las innovaciones organizacionales en el desa-
rrollo del sistema industrial; la caracterización de la empresa moderna
como una institución compleja, fundada sobre una estructura jerárquica; la
constitución de dos formas organizacionales tipo: la organización fun-
cional centralizada, o “forma U”, y la organización multidivisional con
centros autónomos de beneficios, o “forma M” (recuadro 1.1). La mano
visible desarrolla el análisis desde una perspectiva histórica más amplia,
poniendo el acento en los vínculos entre las transformaciones de la
empresa y los cambios en la tecnología y los mercados orientados hacia
la producción y la distribución masiva. Escala y diversificación amplía el
campo de observación a Gran Bretaña y Alemania y desarrolla aún más
el análisis de la dinámica de las formas de organización industrial y sus
determinantes, fundada en la explotación de las economías de escala,
de variedad y de costos de transacción.
Sin pretender dar cuenta completa aquí de la riqueza de los análisis de
Chandler, se pueden establecer tres ejes de reflexión, en relación con las
características de la firma (moderna), con los determinantes de las formas
organizacionales y con las condiciones de un enfoque teórico de la firma.
En primero lugar, tal como nos la muestra Chandler, la firma es una
institución compleja, alejada de la firma punto o de la firma marsha-
lliana monoproducto y de establecimiento único. Puede definirse como
una institución económica que agrupa un conjunto conformado por
unidades funcionales y operacionales, administrada por una jerarquía
gerencial en diversos niveles (cf. Daems, 1980). La empresa es producto
del desarrollo de la división del trabajo funcional y jerárquico y de la
importancia creciente adquirida por el aparato gerencial que asume las
tareas de gestión y dirección de los procesos de producción y de distri-
bución. Esta visión es fundamental: significa que la comprensión de la

Coriat.indb 40 3/27/11 10:17:21 PM


firma punto, firma institución, firma organización | 41

firma remite en primer lugar a las transformaciones de las estructuras


productivas configuradas por la historia económica y la evolución de
los mercados resultante. Su función central es asegurar la coordinación
de las actividades, el control y la asignación de los flujos de recursos:
productos, finanzas, hombres y equipamientos, por fuera del mercado,
según procedimientos administrativos específicos.
De este modo, como en Coase,7 la firma se define primero por opo-
sición al mercado, como una forma institucional alternativa de asigna-
ción de recursos y coordinación de actividades. Pero hay más. Chandler
considera tres acuerdos institucionales de base: el mercado, la firma y
la federación, definida como una asociación de unidades autónomas.8
La firma se opone al mercado sustituyendo la coordinación de mercado
por la coordinación administrativa, pero también se opone a la federación
porque instituye una coordinación administrativa que se basa sobre un
sistema jerárquico y un control centralizado. Allí se ubica, para Chandler,
el rasgo esencial de lo que el autor denomina la empresa moderna, así
como la fuente de su eficacia.
En un segundo eje de reflexión, Chandler insiste, en sus diferentes
trabajos y en particular en La mano visible, sobre los factores que se
encuentran en la raíz de las nuevas formas organizacionales y de la
lógica de su evolución. La primera razón pasa, para el autor, por las
transformaciones de la tecnología y la expansión de los mercados: la
firma moderna es “la forma de organización que ha respondido a los
cambios fundamentales que se han producido en la producción y la
distribución como consecuencia de la aparición de nuevas fuentes de
energía y de la aplicación creciente de los conocimientos científicos a
la tecnología industrial” (Chandler, 1977, p. 418). La naturaleza y la
forma que adquirió la empresa, caracterizadas por la constitución de
jerarquías gerenciales, son inseparables del desarrollo de la producción
y de la distribución masiva. De este modo, Chandler pone en evidencia
la importancia de la tecnología y de la evolución de las condiciones de
producción en la determinación de las formas organizacionales de la

7 Coase es el autor al que se le debe verdaderamente la renovación de la teoría de la


firma, a partir de un artículo de 1937. Su contribución, fundamental desde todo punto
de vista, será abordada en el capítulo siguiente.
8 Estas federaciones han cumplido un papel en Estados Unidos a fines del siglo diecinue-

ve. Fueron particularmente importantes en Alemania. Cf. Chandler (1977), pp. 316-317,
y Chandler (1990), p. 398.

Coriat.indb 41 3/27/11 10:17:21 PM


42 | nuevas teorías de la empresa

Recuadro 1.1 La forma U y la forma M

Chandler identifica dos grandes formas jerárquicas tipo que se suceden his-
tóricamente en Estados Unidos.
La forma unitaria, o forma U, refiere a un sistema funcional centralizado.
La organización se construye alrededor de una separación vertical entre las
unidades operacionales (fields office) y la dirección, rodeada de departamen-
tos funcionales, que supervisa las unidades operacionales y coordina sus
actividades. La organización se basa en el desarrollo de la división del trabajo
en la función de gestión mediante la creación de departamentos especializados.
Esta organización favorece la explotación de economías de escala, la división
del trabajo y la racionalización de la producción.
La forma multidivisional, o forma M, que sucede a la anterior, es la culmina-
ción de un largo proceso de innovaciones organizacionales en respuesta a las
transformaciones de las condiciones de la competencia y de las estrategias en
el sentido de la integración vertical y la diversificación. Esta forma se basa en
un doble movimiento de diferenciación e integración, de descentralización
de las decisiones y de concentración del poder. La empresa está descentra-
lizada en divisiones autónomas especializadas por líneas de productos o por
regiones. Cada división tiene su propia dirección y estructura funcional;
funciona como una “cuasi firma”, dado que está organizada como un centro
de beneficios autónomo. Así, un elemento de mercado se introduce nueva-
mente en la enorme firma burocratizada. Por encima de las divisiones, una
dirección general asegura la coordinación y la planificación del conjunto. La
forma M favorece:
• una mayor flexibilidad estratégica, facilitando la penetración en nue-
vos mercados (mediante la creación de nuevas divisiones);
• la puesta en práctica de economías de escala y de variedad, asegurando
una mejor coordinación de las unidades de producción;
• la coordinación de las etapas del proceso de producción por la integra-
ción vertical.

firma. Este punto de vista es importante, como veremos más adelante,


en relación con la tendencia de las nuevas teorías de la firma a focalizar
la atención sobre la economía de transacciones (cf. capítulo 2).
Tecnologías y mercados actúan mediante la definición de estrate-
gias. Los vínculos entre opciones estratégicas y estructuras organiza-
cionales se encuentran en el centro de las reflexiones de Chandler. La
forma M, en particular, es la respuesta a los problemas planteados por
lo que constituye para él los dos ejes estratégicos esenciales de las gran-

Coriat.indb 42 3/27/11 10:17:22 PM


firma punto, firma institución, firma organización | 43

des empresas más dinámicas: la integración vertical y la diversificación.


La integración, en particular entre producción y distribución, permite
“una coordinación precisa de los flujos en los diferentes estadios”. La
diversificación conduce a una valorización más amplia de las capacida-
des de la firma, en particular de sus capacidades organizacionales.
En su análisis de las especificidades del “capitalismo personal”
británico, marcado por la persistencia del control familiar, y del “capi-
talismo gerencial cooperativo” alemán, donde limitaciones específicas
conducen a privilegiar la cooperación entre firmas (y al interior de
éstas), Escala y diversificación pone en evidencia otros dos determinantes
esenciales de las características organizacionales de la firma y de los
sistemas industriales: las formas de propiedad y de control y los modos de
relación interfirmas e intrafirmas.
Finalmente, Chandler no propone una teoría de la firma acabada:
no es ése su propósito. En cambio, proporciona un cierto número de
orientaciones sobre lo que debería ser según él una teoría pertinente
de la firma, en particular en su última obra.
La teoría de la firma, ya se trate de la firma como institución eco-
nómica fundamental (opuesta al mercado y a la federación) o de sus
diversas formas históricas, como la firma gerencial moderna, puede
concebirse a partir de una teoría de la eficiencia de las formas institu-
cionales y de las formas de organización. Punto esencial, esta eficiencia
es concebida en una perspectiva de largo alcance. La firma moderna se
impone en relación con otras formas organizacionales, a lo largo de una
larga evolución, por su capacidad de autodesarrollo y de dominio de
las transformaciones de los procesos de producción y distribución. Y se
impone como forma institucional duradera. Para entender estos rasgos de
la historia industrial, Chandler reclama una “teoría de la evolución de la
firma como organización dinámica” que, según él, los economistas, en
particular aquellos de la corriente dominante, no han sabido construir
(Chandler, 1990, p. 593).
Su aporte provee algunos elementos para tal teoría: en el centro de
esta dinámica de la firma se encontrarían lo que Chandler llama las
“capacidades de la organización”, conjunto de elementos físicos y de
competencias humanas, la aptitud para crearlos y renovarlos y la aptitud
para integrarlos y coordinarlos de manera que “el todo sea más que la suma de
las partes” (ob. cit., p. 594); reflexiones que confirman lo que proponen los
análisis evolucionistas que abordaremos más adelante (cf. capítulo 4).

Coriat.indb 43 3/27/11 10:17:22 PM


44 | nuevas teorías de la empresa

De este modo se completa la imagen de la firma: una institución


compleja que se impone por su eficiencia dinámica, mediante las meta-
morfosis de sus formas organizacionales.

Conclusiones: algunas claves para la lectura

Después de estas primeras incursiones en la teoría de la firma, que dan


una primera idea de la naturaleza y extensión de los problemas que se
enfrentan, y antes de pasar a la exposición sistemática de las contribu-
ciones más recientes, nos pareció útil en esta etapa presentar algunas
claves de lectura para orientarnos en los debates a los que conduce
la teoría de la firma. Una doble clave se propone como introducción,
histórica en principio, y conceptual a continuación. Está pensada para
servirle de guía al lector a lo largo de este libro.

Una clave histórica


La figura 1.1, si bien da una imagen necesariamente parcial de las filiacio-
nes históricas, permite visualizar y ubicar por sus relaciones entre sí las
grandes teorías de la firma que abordamos en los capítulos siguientes.

Figura 1.1 Las grandes teorías de la firma y sus relaciones

AOKI Teoría de
Teoría de la regulación Evolucionismo
la agencia

WILLIAMSON
Radicales

SIMON CHANDLER

COASE
Institucionalistas

CHAMBERLIN
SCHUMPETER
KNIGHT

MARX MARSHALL

SMITH

Los análisis de Williamson, la teoría de la agencia y los trabajos de Aoki (res-


pectivamente tratados en los capítulos 2, 3 y 5) ofrecen tres versiones

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firma punto, firma institución, firma organización | 45

de lo que podemos calificar como enfoques contractuales de la firma, en el


sentido en que la firma se representa allí esencialmente como un sistema
de relaciones, de carácter contractual, entre agentes económicos indivi-
duales. De una u otra manera, la firma es tratada como un “nudo de
contratos”. Cada uno de estos enfoques se ubica, de un modo u otro, en
la prolongación de las cuestiones surgidas en el artículo fundacional de
Coase (1937). Williamson, representante principal del enfoque a través
de los costos de transacción, es el autor que se ubica más directamente
en la línea de Coase. También se apoya en los análisis de Chandler,
sobre los que intenta, como lo veremos, dar una interpretación teórica.
Una dimensión central de sus tesis, que lo distingue de los neoclásicos,
es la recuperación de la teoría de la racionalidad limitada de Simon. La
teoría de la agencia constituye el núcleo central de los nuevos enfoques
neoclásicos que apuntan a reconstruir una teoría de la firma sobre
una base que respete estrictamente los principios del individualismo
metodológico y los fundamentos de la visión neoclásica de los com-
portamientos económicos. Las premisas de esto pueden encontrarse en
A. Smith. Por su parte, Aoki presenta un análisis original tendiente a
dar cuenta de las especificidades de la empresa japonesa, retomando
elementos de Williamson y de la teoría de la agencia. Prolonga, además,
a Chandler, cuando define un nuevo tipo de organización de la firma
(la firma J o firma japonesa).
La corriente evolucionista (capítulo 4), que se presenta actualmente
como la principal alternativa a la dominación neoclásica, encuentra sus
raíces en Schumpeter, en lo que se refiere al lugar central que se le da a
la innovación y a la visión de la competencia, y en Simon, en cuanto a los
fundamentos del análisis de los comportamientos económicos y de las
características de las organizaciones. El lugar dado, siguiendo a Simon,
a los problemas de orden cognitivo y la elección del más estricto indi-
vidualismo metodológico distinguen netamente al evolucionismo de
otras corrientes contemporáneas que se construyen por diferencia con
los enfoques neoclásicos tradicionales.
Los teóricos de la regulación (presentados en el capítulo 6), como los
radicales estadounidenses, han sido fuertemente influenciados por
Marx y por los institucionalistas estadounidenses, lo cual implica en
particular una visión más holista que individualista. Su principal con-
tribución es, sin dudas, el hecho de proponer una representación de la
firma directamente compatible con una problemática macroeconómica.

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46 | nuevas teorías de la empresa

Si bien bajo una forma aún embrionaria, la firma regulacionista se


presenta como fundamento micro de la macroeconomía. Asimismo,
encontramos en los regulacionistas una influencia de Schumpeter en
cuanto al lugar dado a los cambios tecnológicos.

Una clave conceptual


Una vez admitida la necesidad de romper con la representación de la
firma de la microeconomía estándar y de reconocer su realidad de orga-
nismo complejo original, la teoría de la firma se encuentra frente a dos
cuestiones fundamentales estrechamente relacionadas y que pueden
presentarse del siguiente modo: (i) ¿Por qué existe la firma? ¿Por qué se
impuso una forma de organización económica distinta del mercado, aun cuan-
do éste es considerado como la forma superior de coordinación de las
actividades y de asignación de los recursos? Esta cuestión fue planteada
por Coase (1937), quien, redescubierto en la década de 1960, será el
punto de partida de la reconstrucción de la teoría de la firma. Plantear
esta cuestión supone admitir que la firma y el mercado constituyen
formas de organización, de coordinación y de asignación de recursos
fundamentalmente distintas, lo cual, como veremos, no es el punto de
vista admitido por todos. (ii) ¿Qué es una firma y cuál es la “naturaleza
de la firma”? ¿Cómo caracterizar la firma en tanto que organización y/o ins-
titución original? Como lo veremos, estas cuestiones implican delicados
problemas que van mucho más allá de la mera teoría de la empresa.
Para la primera pregunta podemos identificar de entrada dos tipos
de respuesta. La primera es la que inició Coase y que explica funda-
mentalmente la existencia de la firma por los errores del mercado, y más
particularmente por la existencia de lo que se denomina, a partir de
Coase, los costos de transacción. Esta visión, que ha sido ampliamente
dominante en los últimos años, está representada por los trabajos de
Williamson que veremos en el capítulo siguiente, así como por los
nuevos enfoques neoclásicos. Se centra, en la línea neoclásica, en una
economía del intercambio, y caracteriza la firma como un modo particular
de asignación. El segundo tipo de respuesta ve en la firma fundamen-
talmente un espacio de producción y un lugar de creación de riqueza y de
innovación. Las influencias de Marx o de Schumpeter nos llevan en
esta dirección; lo mismo ocurre, como hemos visto, con los trabajos de
Chandler. Los enfoques regulacionistas se ubican claramente de este
lado. La posición de la corriente evolucionista es más ambivalente, en la

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firma punto, firma institución, firma organización | 47

medida en que se propone de manera explícita combinar economía de


intercambio y economía de producción; como veremos, parecería que
el enfoque evolucionista atribuye un lugar fundamental a todo lo que
concierne a la representación de la firma como espacio de producción.
Para la segunda cuestión –cómo caracterizar la firma en tanto que
organización y/o institución– plantearemos aquí la hipótesis de que,
bajo esta oposición central, se juega una distinción más fina –con la cual
coincide parcialmente– entre dos dimensiones de la firma: por un lado,
la firma es vista como lugar de coordinación de agentes y, por otro, como
lugar de gestión de los conflictos y de los intereses de estos mismos agentes.
Estas dos dimensiones, a las que calificaremos a continuación como con-
cernientes a “la firma organización”, por un lado, y a “la firma institu-
ción”, por otro, son cruciales para entender el debate sobre la teoría de la
firma. Por ello conviene aportar algunas precisiones sobre este punto.
yy La concepción de la firma organización se origina a partir de Simon y
se afirma en diferentes trabajos de Cyert y March. La definición que
proponen March y Simon (1993) de lo que ellos llaman las “organi-
zaciones formales” ofrece al respecto un excelente punto de partida.
Según los autores:

Las organizaciones son sistemas de acciones coordinadas entre indi-


viduos y grupos cuyas preferencias, información, intereses y saberes
difieren. Las teorías de la organización describen la conversión
delicada del conflicto en cooperación, la movilización de los recur-
sos y la coordinación de los esfuerzos que facilitan la supervivencia
simultánea de una organización y sus miembros.

Consideramos que esta definición es esencial. Servirá de hilo con-


ductor para todo lo que concierne a la consideración de la firma
como organización, especialmente a la atención explícitamente
otorgada a la pluralidad de los agentes que componen la empresa y
a los problemas de coordinación y de compatibilidad de los componentes
individuales que resultan.
yy La concepción de la firma institución, tal como la concebimos, puede y
debe tomar en consideración estas dimensiones, pero va más allá en
dos direcciones complementarias: la consideración de las dimensiones
sociales (como expresión del sistema legal y jurídico en el que se inserta la
empresa y que impone límites a su actividad) y la búsqueda de una puesta

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48 | nuevas teorías de la empresa

en perspectiva histórica de las formas organizacionales de las que ésta


es la base y que experimentan a lo largo del tiempo un proceso de
evolución y metamorfosis, como Chandler lo ha demostrado magis-
tralmente. Ello implica en primer lugar reubicar la firma y sus modos
de organización en un contexto social, legal y político más global, que
incluya de manera central los sistemas de derechos de propiedad e inclu-
so los modos de relación entre banca e industria y los sistemas de
financiamiento y, más generalmente, el conjunto de reglas, convenciones
y sistemas de sanciones históricamente constituidos que fundan los modos
de relación entre agentes. Ello implica, a continuación, la consideración
de los procesos de transformación de las diferentes formas instituciona-
les, y en particular de las estructuras de las firmas, especialmente en
relación con la evolución de las condiciones de producción y de mer-
cado, al igual que las condiciones sociopolíticas propias de diferentes
países y en diferentes períodos históricos.
Una concepción semejante de la firma lleva más lejos el análisis de las
estructuras de la empresa y de sus determinantes, de la diversidad de
formas organizacionales, de su evolución y metamorfosis. Esta visión
desarrollada por Chandler encuentra sus raíces en los institucionalis-
tas estadounidenses, Veblen, Commons, Berle y Means, en particular.
Precisemos aquí que esta concepción se distingue del “nuevo institucio-
nalismo” o del “neoinstitucionalismo” que ha surgido en estos últimos
años, ilustrado por los trabajos que abordaremos más adelante: se trata
especialmente de la economía de costos de transacción de Williamson
(capítulo 2), de la economía de los derechos de propiedad y de la teoría
de la agencia, núcleo central de los nuevos enfoques neoclásicos de la
firma (capítulo 3). Este nuevo institucionalismo retoma ciertos elemen-
tos que acabamos de mencionar, en particular la importancia dada a
las estructuras de propiedad. Pero lo hace parcialmente, reduciendo
al extremo las dimensiones históricas y sociales de las instituciones
y conservando, como veremos, ciertos aspectos de la microeconomía
estándar, especialmente el método del equilibrio, poco compatibles con
una verdadera consideración de las dinámicas históricas.
Las teorías que abordamos en los capítulos que siguen son a menudo
multiformes; no siempre se dejarán encerrar estrictamente en la grilla
que acabamos de esbozar. Sin embargo, ésta nos ayudará a comprender
las oposiciones y los desafíos.

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2 | De Coase a Williamson:
firma y costos de transacción

El abandono de la firma punto del modelo neoclásico de base, la aten-


ción dada a la firma en sí misma, a su estructura interna –relaciones
de trabajo, vínculos entre la dirección y los accionistas, formas del
aparato de gestión– y a su razón de ser como institución específica,
conducen a reformular profundamente la naturaleza misma de las
cuestiones planteadas a la teoría de la firma. Esta reconstrucción teó-
rica se hará, en lo esencial, a partir de la cuestión fundamental de la
naturaleza de la firma, tal como aparece en el artículo fundacional de
Coase (1937), que se puede considerar como el punto de partida de las
nuevas preguntas sobre la firma. Plantear la cuestión sobre la natu-
raleza de la firma es, en primer lugar, considerarla como una forma
particular de organización económica, un “acuerdo institucional”
alternativo al mercado, y preguntarse a continuación por qué existe
esta forma: ¿por qué firmas? Coase ofrece a esta pregunta una prime-
ra respuesta, que sigue siendo, en su formulación general, la respues-
ta dominante. Corresponderá a Williamson seguir en este camino
con la construcción de una teoría de los costos de transacción que
se ha impuesto como una de las referencias centrales de los nuevos
estudios sobre la firma. Fundamento de un enfoque que Williamson
califica como “neoinstitucional”, la teoría de los costos de transacción
propone un marco de análisis unificado del conjunto de “instituciones
económicas del capitalismo” (Williamson, 1985) y más particularmen-
te de la firma y de las diferentes cuestiones que ella implica, más allá
de su existencia misma: ¿qué es lo que explica la integración vertical y
los límites de las firmas, las modalidades de organización del trabajo,
las formas de organización de la gran empresa? Veremos primero la
tesis de Coase y sus implicaciones, luego los aportes de Williamson;
finalmente procuraremos evaluar este enfoque de la firma a partir de
los costos de transacción.

49

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50 | nuevas teorías de la empresa

Coase y el establecimiento de nuevos fundamentos

¿Por qué existe la firma? Los costos del sistema de precios


¿Qué es la firma para la teoría económica; cuál es “la naturaleza de la
firma”? Ésas son las preguntas que Coase agita en 1937. La respuesta
que propone parte de una constatación de D. H. Robertson: la obser-
vación de la vida económica muestra “islas de poder consciente en un
océano de cooperación inconsciente”. Mientras que en los mercados la
cooperación de los agentes económicos se produce, inconscientemente,
por el sistema de precios (la mano invisible), en el interior de la firma,
la coordinación se realiza de manera consciente por la autoridad del
empresario. De este modo, la firma y el mercado constituyen dos formas
alternativas de coordinación económica, correspondiendo a la empresa la
característica de una coordinación administrativa, “jerárquica”. “La
marca distintiva de la empresa es la supresión del sistema de precios”
(Coase, 1937). Esta visión no es totalmente nueva; la encontramos en
Marx expresada de manera diferente (la anarquía del mercado frente al
despotismo de la fábrica). La mayoría de los trabajos contemporáneos
sobre la naturaleza de la firma parte de la misma oposición entre firma
y mercado, y se distingue por la naturaleza de la oposición y su alcance,
como lo veremos más adelante. La importancia de Coase consiste en
haber iluminado este punto y, sobre todo, en haber mostrado sus impli-
caciones, cuando prácticamente la totalidad de la disciplina económica
se interesaba sólo en los mecanismos de mercado.
Pues una vez afirmada la oposición entre firma y mercado, queda
por explicar por qué hay dos formas de coordinación, cuando la disciplina
económica se esfuerza por demostrar la eficacia del mercado, y cómo se
elige entre estas formas, entre coordinación por los precios y coordina-
ción por la firma. Es aún más pertinente plantearse esta cuestión dado
que en el capitalismo contemporáneo las “islas de poder consciente” a
menudo se convirtieron en continentes.
El núcleo de la argumentación de Coase, la razón de la sustitución
del mercado por la firma, es simple, pero aun así rompe con las ense-
ñanzas tradicionales de la microeconomía: el recurso al mercado, la
coordinación por los precios, acarrea costos. La coordinación adminis-
trativa interna de la firma se impone en la medida en que permite eco-
nomizar estos costos. ¿Por qué los costos de mercado? Coase ofrece una
primera aclaración sobre este punto. Estos costos involucran los costos

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de coase a williamson: firma y costos de transacción | 51

de “descubrimiento de los precios adecuados” y los costos “de nego-


ciación y de conclusión de contratos separados para cada transacción”
(ob. cit., p. 139). Coase agrega, llevando más lejos la reflexión, que la
firma aparece cuando la relación entre agentes ya no toma la forma
de contratos a corto plazo, sino que se imponen relaciones a largo plazo
para algunas transacciones, dado que “los detalles de las restricciones
sobre el vendedor (de los servicios) no se incluyen en el contrato, sino
que el comprador los determina más tarde”. La incertidumbre y los
problemas de acceso a la información parecen aquí los elementos clave
en el origen de lo que se denominará costos de transacción; este punto será
retomado en particular por Williamson (cf. Williamson, 1975, p. 4).

Mercado y jerarquía como formas alternativas de coordinación


Una vez afirmada la existencia de dos formas fundamentales de coor-
dinación económica y explicado el origen de la firma, queda todavía
por comprender, de manera inversa, por qué la coordinación adminis-
trativa no se impone en todas las circunstancias, por qué la economía
no está formada por una sola empresa. Lo que conduce a la cuestión
clásica del límite de la firma. La respuesta de Coase sobre este punto
se adecua a las ideas más frecuentemente planteadas: existe un ren-
dimiento decreciente de la función empresarial, expresión de los
límites de las capacidades de la dirección para coordinar un número
creciente de actividades. Los costos de organización de las transac-
ciones internas crecen. La elección entre coordinación de mercado y
coordinación interna dependerá de la confrontación del costo de una
transacción complementaria por el mercado (Coase permanece fiel al
razonamiento marginalista) y del costo de organización interna de la
misma transacción. De este modo, se debe poder determinar hasta qué
punto se extenderá el campo de actividad de la firma y cómo se hará la
distribución entre coordinación por el mercado y coordinación por el
empresario, o dicho de otro modo, por la jerarquía.

El aporte de Coase
El punto central para Coase es el reconocimiento de la existencia de los
costos de transacción. Allí es donde, para él, se sitúa la ruptura esen-
cial con la teoría económica tradicional. Ésta concierne al análisis de la
firma, pero también al del mercado o el derecho considerados como
instituciones tendientes a facilitar las transacciones (Coase, 1988). En este

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52 | nuevas teorías de la empresa

sentido, Coase puede ser considerado como uno de los fundadores de


la nueva economía institucional que desarrollará Williamson. Desde el
punto de vista que nos interesa aquí, Coase definió así las bases de una
teoría transaccional de la firma que se opone a otras concepciones plan-
teadas anteriormente, en particular a lo que se puede calificar como
concepción tecnológica, y definió una visión transaccional jerárquica.
Coase se opone explícitamente a dos concepciones de la firma.
Refuta la tesis de Knight, que explica la existencia de la firma y del
empresario por la asimetría de actitud de los agentes frente al riesgo.
Para Knight, la empresa y el asalariado se justifican por el hecho de que
algunos agentes aceptan asumir los riesgos de la actividad empresarial.
A lo que Coase puede responder que nada obliga a los que asumen los
riesgos a asegurar igualmente la tarea de coordinación de la producción
y que pueden perfectamente vender sus servicios a los productores.
Pero la oposición más importante es la que surge entre la concepción
transaccional inaugurada por Coase y la concepción tecnológica de la
naturaleza de la firma. Esta última puede presentarse bajo diferentes
variantes, ya sea que se retome el análisis estándar de la función de pro-
ducción y las funciones de costos para explicar las características de la
firma (como tamaño y grado de integración) por las propiedades de esas
funciones (rendimientos de escala, economías de variedad, etcétera), o
que, en la línea clásica, se vea la razón de ser de la firma en el desarro-
llo de la división del trabajo y los problemas de coordinación que ésta
suscita, como lo hace Dobb, por ejemplo. Coase remarca al respecto que
la división del trabajo puede hacerse fuera de la firma por la especia-
lización (y, por lo tanto, el desarrollo del mercado): las ventajas de la
división del trabajo no pueden explicar la existencia de la firma. Pero
la visión tecnológica puede abarcar diferentes ejes de argumentación a
los que las objeciones de Coase sólo se aplican de manera imperfecta.
En particular, en una visión marxista, la firma se entiende como un
espacio de división del trabajo y de organización de la producción, pero
también, y sobre todo, como lugar de ejercicio de un poder de control y
de coordinación del trabajo y de la producción, un poder de restricción,
por el cual pueden realizarse formas específicas de transformaciones
de las condiciones de producción. Desde otro ángulo, una concepción
tecnológica también será defendida por algunos neoclásicos, esencial-
mente Alchian y Demsetz (1972), quienes justifican la firma por las
inseparabilidades tecnológicas, aunque, como veremos más adelante,

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de coase a williamson: firma y costos de transacción | 53

la frontera entre esta concepción y la teoría de los costos de transacción


resulte difícil de establecer.
Como lo señalan B. V. Yarbrough y R. M. Yarbrough (1988), la visión
transaccional puede conducir a dos concepciones de la firma sensible-
mente diferentes, según se vean las relaciones entre los agentes que
la constituyen como relaciones de igualdad o relaciones jerarquizadas. La
concepción de Coase contiene dos proposiciones distintas: (i) existen dos
formas distintas de coordinación de las actividades, el mercado y la
firma; (ii) la esencia de la coordinación por la firma se ubica en el ejer-
cicio de un poder de autoridad: “Si un trabajador se desplaza del servicio
y hacia el servicio x, no es por causa de un cambio de precios relativos,
sino porque se le ordena que lo haga” (Coase, 1937; el ejemplo elegido,
que involucra la relación laboral, no es anodino).
Coase orienta de este modo el análisis hacia una concepción jerárquica
de la firma, poniendo el acento en la función de dirección y la autoridad
del empresario. Esta visión conduce, asimismo, a hacer de la existencia
de relaciones y de contratos a largo plazo un atributo esencial de la
firma. Williamson, desde el principio, seguirá en este sentido, centrán-
dose en la oposición entre mercado y jerarquía.
La importancia de Coase es considerable por las cuestiones que
pone en discusión y los campos de investigación que abre. Pero queda
mucho por hacer para precisar el contenido de los “costos de transac-
ción” y el alcance de la oposición entre mercado y jerarquía. Más allá se
ubican las cuestiones de fondo sobre la pertinencia de las orientaciones
dadas en la teoría de la firma: no cabe duda de que es esencial reconocer
que “el mecanismo de precio tiene un costo”, pero ¿puede hacerse de
esta constatación el pivote de una reconstrucción de la teoría económi-
ca de la firma, más allá del conjunto de instituciones económicas del
capitalismo? Tal es la cuestión que deberá acompañarnos en el curso
de este trabajo.
La tesis de Coase sobre la importancia de los costos de transac-
ción, que encontramos ya en su artículo de 1937 y hasta sus escritos
más recientes (cf. Coase, 1988), tiene una posición ambivalente frente
a la visión neoclásica. Por un lado, se opone a las representaciones
microeconómicas tradicionales de la firma y del mercado, de una
manera radical. Además, se sabe que uno de los objetivos esenciales
del artículo de 1937 era, para Coase, afirmar que, en la realidad econó-
mica, el mercado no es lo único que importa, como lo hará más tarde

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54 | nuevas teorías de la empresa

Chandler. Pero, por otra parte, al retomar el aparato analítico marsha-


lliano estándar y al focalizar la argumentación sobre las transacciones,
Coase puede proporcionar un fundamento renovado a la afirmación de
la preeminencia de la economía del intercambio sobre la economía de la
producción y una ampliación del campo de aplicación del paradigma
neoclásico. Orientaciones que, como veremos, marcan profundamente
los desarrollos ulteriores de la teoría de la firma.

La constitución del nuevo corpus: Williamson

Sobre la base de las intuiciones de Coase, Williamson emprenderá una


relectura de conjunto de las relaciones, contractuales o no, que presiden
la constitución de lo que se acuerda en llamar una firma. Una de las
principales críticas que se le podía hacer a la argumentación de Coase
(1937) es que resultaba compatible con cualquier observación sobre el
reparto firma/mercado, mientras se especificaran adecuadamente los
costos de transacción. Era importante, entonces, impulsar aún más el
análisis económico de los costos de transacción. Habría que esperar
hasta la década de 1970 para que así ocurriera, a través de uno de
los aportes esenciales de Williamson. Es útil, para comprender bien
el aporte de la economía de los costos de transacción elaborada por
Williamson y el tipo de visión de la firma a la que conduce, considerar
cuáles son sus raíces intelectuales, además de Coase. Esto es lo primero
que veremos, cuando procuremos iluminar las evoluciones significati-
vas del pensamiento de Williamson. A continuación, abordaremos los
elementos esenciales de su construcción teórica y luego las principales
aplicaciones a las cuestiones vinculadas con la firma.

La teoría de los costos de transacción y la nueva economía


institucional: la convergencia de diversas influencias
Partiendo de la teoría gerencial y de cuestiones clásicas de la economía
industrial, los trabajos de Williamson van a desembocar en una vasta
reconstrucción teórica, la teoría de los costos de transacción y la nueva
economía institucional, mediante un entrelazamiento de influencias
provenientes de horizontes diversos, como el derecho, la historia y la
teoría de las organizaciones, y también la economía propiamente dicha.
Sobresalen algunas filiaciones mayores que ayudan a comprender la
originalidad y el poder de atracción de este nuevo paradigma. Además

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de coase a williamson: firma y costos de transacción | 55

de Coase, por supuesto, se imponen cuatro referencias (cf., en particu-


lar, el prefacio de Williamson, 1986):
yy John R. Commons, para empezar, gran figura del institucionalismo
norteamericano (1934), de quien Williamson retoma el programa
de investigación, en particular la proposición central que hace de la
transacción la unidad fundamental del análisis económico.
yy H. Simons, su antiguo profesor, de quien retomará la teoría de la
racionalidad limitada para convertirla en uno de los pilares de su
construcción y quien lo conduce a dar un lugar esencial a un estudio
profundizado y realista de los comportamientos.
yy K. Arrow, de quien retoma en particular la importancia de la informa-
ción, fundamentalmente para la comprensión de los “fracasos del
mercado”.
yy Chandler, finalmente, quien le revela la importancia de las innova-
ciones organizacionales en la evolución de la industria y de la firma,
innovaciones a las que intentará ubicar en una grilla de análisis
teórico.
Williamson le sumó a todo esto la influencia del derecho y llegó a
hacer del análisis de los contratos uno de los fundamentos esenciales
de la nueva economía institucional y del nuevo análisis de la firma
(cf. Brousseau, 1993). Transacciones y contratos se convierten, de este
modo, en las categorías de base del nuevo edificio teórico.
Sin pretender buscar la reconstrucción de la trayectoria intelectual
de Williamson, resulta útil señalar las evoluciones mayores que con-
ducen al estado actual de la teoría de los costos de transacción. Vale
la pena destacar dos puntos. Para empezar, pueden identificarse dos
grandes etapas en los trabajos de Williamson. La primera, que llega
aproximadamente hasta 1975, se basa, en la línea de Coase, en una
estricta oposición entre mercado y jerarquía, lo que define una con-
cepción clara de la firma. En una segunda etapa, el acento será puesto
en la existencia de formas intermediarias, lo que conduce al análisis
de los tipos de contrato y a la construcción de una teoría general de la
elección de los “acuerdos institucionales”. Como se verá más adelante,
esta orientación no carece de consecuencias sobre la idea de firma, pues
conduce a una visión de ésta como “nudo de contratos” (o, posterior-
mente, nudo de “tratados”, en Aoki, Gustafsson y Williamson, 1990),
lo que aleja sensiblemente de la concepción inicial de Coase y tiende a
atenuar la oposición entre firma y mercado.

Coriat.indb 55 3/27/11 10:17:28 PM


56 | nuevas teorías de la empresa

Esto conduce a un segundo aspecto esencial de la evolución de la


concepción de la firma en Williamson: el pasaje progresivo de una
visión jerárquica, que se ubica en la línea de Coase (1937) y de Chandler,
en el primer período, a una visión de la firma como sistema de relacio-
nes entre socios iguales, y hacia la cual orienta la concepción de la firma
como nodo de contratos, lo que se acerca a las nuevas concepciones
neoclásicas defendidas por Alchian y Demsetz (1972) o por las teorías
de la agencia que veremos posteriormente.
Habida cuenta de su importancia, es útil ver de manera precisa
cómo se presenta, bajo su forma general, el aparato conceptual desa-
rrollado por Williamson, antes de pasar a las cuestiones propias de la
teoría de la firma.

Fundamentos microanalíticos para una teoría general


de los acuerdos institucionales
La teoría de la firma se presenta ahora como parte de una teoría gene-
ral de las “instituciones del capitalismo”. Ésta se propone explicar
por qué se forman diferentes tipos de instituciones económicas o de
acuerdos institucionales (governance structures, en la terminología de
Williamson). La característica principal de esta nueva economía institu-
cional es responder a esta cuestión a partir de fundamentos microana-
líticos (Williamson, 1991): hipótesis de comportamiento precisamente
especificadas que se quieren realistas y una grilla de análisis de los
tipos de transacción. Sobre esta base, podrán relacionarse característi-
cas de las transacciones y formas institucionales, concebidas como sis-
temas de contratos, según un principio de minimización de los costos
de transacción.

Las hipótesis de comportamiento: racionalidad limitada y oportunismo


Williamson considera, como Simon, que el realismo de las hipótesis de
comportamiento es esencial. Ubica dos hipótesis de comportamiento en la
base de la economía de los costos de transacción, la primera relativa a
la capacidad cognitiva de los individuos y la segunda a su modo de
buscar ventajas personales.
yy El principio de racionalidad limitada. La racionalidad y la búsqueda
de eficiencia son el fundamento de la comprensión de los compor-
tamientos y las organizaciones. Pero la racionalidad es reformulada
entre los descendientes de Simon. El límite de las capacidades y

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de coase a williamson: firma y costos de transacción | 57

los conocimientos individuales es precisamente lo que justifica la


existencia de las organizaciones, comerciales o no comerciales, y
en particular, de la firma. Consecuencia esencial de la racionalidad
limitada: la incompletitud de los contratos es inevitable. En las rela-
ciones que entablan entre ellos, los agentes no pueden anticipar
el conjunto de eventualidades que intervendrán en los resultados
de su transacción; el contrato no puede anticipar, por lo tanto, las
obligaciones de los socios ante los diferentes “estados del mundo”
posibles. Ante esto, las condiciones de desenvolvimiento ex post de
una relación contractual adquieren una gran importancia. El estudio
de los sistemas que organizan este desenvolvimiento (apreciación de
los resultados, modo de resolución de los conflictos, procedimientos
de adaptación del contrato ante las eventualidades, etcétera) debe
ser un componente del análisis de las organizaciones económicas. El
grado de adaptabilidad de una organización y la manera en que maneja
un proceso de decisión e interacción entre los agentes se vuelven
esenciales (Williamson, 1991). La incorporación del principio de
racionalidad limitada, o de racionalidad procedimental, hace que las
formas de organización influyan en el proceso de toma de decisión y
en las condiciones, y, por lo tanto, en los costos de transacción. Esto
conduce a dar un sentido económico a la organización interna de la
empresa. La incompletitud de los contratos posibilita, además, los
comportamientos “oportunistas”.
yy El oportunismo ocupa un lugar central en la reformulación actual
del análisis de los comportamientos individuales que apunta a
considerar a los hombres “tal como son”, en un contexto de infor-
mación imperfecta. Un comportamiento oportunista consiste en
buscar el interés personal recurriendo a la astucia y a diversas
formas de engaño. El oportunismo se basa en una revelación
incompleta, deformada o falsificada de la información por parte
de un agente, especialmente sobre sus capacidades, preferencias o
intenciones, y, por lo tanto, en la existencia de asimetrías de infor-
mación entre los agentes (por ejemplo, sobre la calidad de un pro-
ducto o sobre los imprevistos de su producción); el oportunismo
puede llegar al puro y simple incumplimiento de los compromisos
(recuadro 2.1).
La cuestión del oportunismo aparece desde el momento en que existe
el riesgo de que algunos agentes se aboquen a ello, situación que con-

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58 | nuevas teorías de la empresa

Recuadro 2.1 Oportunismo, selección adversa, riesgo moral

Se pueden distinguir dos formas de oportunismo:


• El oportunismo ex ante se presenta cuando existe engaño previo a la cons-
titución de un contrato (por ejemplo, si un vendedor provee información
incompleta o falsa sobre la calidad de su producto). Este oportunismo es
posible gracias a la asimetría de la información entre las partes, lo que
lleva al problema denominado como “selección adversa”: las transaccio-
nes corren el riesgo de realizarse esencialmente sobre los productos de
mala calidad, como lo muestra Akerlof (1970) en su célebre análisis del
mercado del auto usado.
• El oportunismo ex post (u “oportunismo poscontractual”, cf. Alchian y
Woodward, 1988) se presenta cuando hay engaño en la etapa de ejecución
del contrato, lo que puede darse particularmente por la incompletitud de
un contrato y la dificultad de determinar si las partes han respetado los
términos del contrato. Esto conduce al problema denominado como “ries-
go moral” (moral hazard): existe riesgo moral cuando un agente puede no
respetar sus compromisos y resulta imposible o costoso para su socio en la
transacción saber si ha ocurrido así o no.

cierne principalmente al caso de los mercados en los que intervienen


pocos participantes. El riesgo de oportunismo aumenta los costos de
transacción y, en este caso, el costo de negociación y de supervisión
de un contrato; promueve, en consecuencia, la internalización de la
transacción.

El análisis de las transacciones: la especificidad de los activos


Segunda etapa de la teoría de los costos de transacción: el análisis de los
tipos de transacción. Tres dimensiones permiten diferenciar las transaccio-
nes: la especificidad de los activos, la incertidumbre, la frecuencia. La primera
es la más importante.
El análisis neoclásico estándar razona implícitamente sobre un tipo
de transacción particular: la que concierne al intercambio instantáneo de
bienes o servicios estandarizados entre agentes anónimos (la personalidad
de los contratantes no importa). La consideración de la especificidad de los
activos transforma totalmente esta representación de las relaciones económicas.
Se da la especificidad de los activos cuando una inversión duradera
(material o inmaterial) debe llevarse a cabo para sostener una tran-

Coriat.indb 58 3/27/11 10:17:29 PM


de coase a williamson: firma y costos de transacción | 59

sacción particular, inversión que no es reaplicable a otra transacción.1


La existencia de activos específicos es reconocida desde hace mucho
tiempo por la teoría económica, especialmente en el caso del mercado
de trabajo, cuando una firma debe recurrir a competencias particula-
res muy especializadas. Este caso fue tratado durante mucho tiempo
como una curiosidad sin grandes implicaciones; la teoría de los costos
de transacción, por el contrario, hará del grado de especificidad de los
activos, y de sus implicaciones sobre el carácter idiosincrásico de deter-
minadas transacciones, un parámetro esencial para la comprensión de
las formas de organización industrial. Pueden distinguirse varios tipos
de activos específicos: emplazamientos (especificidad vinculada con la
localización), activos materiales, activos humanos, activos dedicados
(Williamson, 1985, pp. 52-56). Lo importante es que, en todos los casos,
la especificidad de los activos cambia radicalmente la naturaleza de
las relaciones entre agentes: la transacción ya no puede ser ni anónima ni
puramente instantánea; se crea un vínculo de dependencia personal duradero
entre las partes, que conduce a una serie de problemas en relación con
la organización de sus relaciones: control de los comportamientos y del
respeto a los compromisos, definición de reglas sobre el reparto de los
resultados de la cooperación que se entabla entre ellos. Esto implica la
aplicación de formas contractuales originales: integración en la firma
de la actividad considerada, o relación de tipo intermediario entre la
jerarquía y el mercado clásico, como veremos más adelante.
La especificidad de los activos se ha destacado desde el principio
para explicar la integración vertical (Williamson, 1971). Se ha convertido
en una pieza maestra de la teoría de los costos de transacción, e incluso
ha sido considerada, por un autor como Alchian (1984), como la razón
esencial, si no la única, de la existencia de la firma. Un aspecto fundamen-
tal del análisis de Williamson es que la especificidad de los activos no
actúa en sí misma por razones puramente tecnológicas; su importancia
radica en sus efectos sobre los comportamientos, cuando se combina con la
racionalidad limitada, el oportunismo y la incertidumbre (Williamson, 1985).
En particular, el oportunismo sólo tiene implicaciones importantes en el
caso en el que la especificidad de los activos induzca a una dependencia
duradera entre las partes. En el caso contrario, en que la relación puede

1 Hay un “costo irrecuperable” en el sentido de la teoría de los mercados contestables.

Coriat.indb 59 3/27/11 10:17:29 PM


60 | nuevas teorías de la empresa

romperse en cualquier momento y una de las partes vuelve a competir


con otras, los riegos vinculados a un comportamiento oportunista por su
parte son limitados. Por eso, la especificidad de los activos y el carácter
idiosincrásico de las transacciones constituyen un punto nodal de la
nueva teoría de la firma y de la nueva economía institucional.
El segundo atributo de una transacción que se debe considerar es
la incertidumbre. La economía de los costos de transacción, como gran
parte de la economía contemporánea, considera que la incertidumbre se
encuentra en el centro de la mayoría de los problemas de organización
económica. La tesis que se defiende aquí es que “las estructuras insti-
tucionales (governance structures) difieren en su capacidad de responder
eficazmente ante las eventualidades” (Williamson, 1985, p. 56). La incerti-
dumbre que importa aquí es la que no puede ser tratada por las técnicas
de cálculo económico, la incertidumbre no probabilizable, es decir, la que
tropieza con la racionalidad limitada. Cabe destacar que la incertidumbre
que debe tomarse en cuenta no es tanto la incertidumbre objetiva sobre
los estados del mundo (por ejemplo, el clima), cuanto la incertidumbre com-
portamental, es decir, la incertidumbre sobre la acción de los agentes y más
específicamente la que resulta de los comportamientos estratégicos, el hecho de
que cada agente actúe a partir de conjeturas sobre el comportamiento de
los otros (Williamson, 1985). Incertidumbre y oportunismo se encuentran,
de este modo, estrechamente vinculados. La incertidumbre, por más radi-
cal que sea, sólo conduce a problemas de organización, para Williamson,
cuando se combina con la especificidad de los activos: en el caso de una
transacción clásica instantánea, que no implica compromisos a futuro, la
incertidumbre sobre el mundo no tiene efecto sobre la organización de la
transacción, y la incertidumbre comportamental no tiene razón de ser.
La tercera dimensión de una transacción que se debe tomar en
cuenta es la frecuencia. Ésta interviene cuando la transacción requiere
una inversión específica, que, como se ha visto, incita a la instalación
de una forma organizacional especializada. Esto tiene un costo que
puede ser alto y que se justifica sólo si la transacción es importante y
debe repetirse. De este modo, la frecuencia de la transacción2 (única,

2 Del mismo modo que el tamaño, algo que Williamson no toma en cuenta sistemática-
mente. Las formas organizacionales y contractuales específicas pueden implementarse
para una operación única pero de grandes dimensiones (como el túnel bajo el canal de
La Mancha).

Coriat.indb 60 3/27/11 10:17:29 PM


de coase a williamson: firma y costos de transacción | 61

ocasional, recurrente) actuará sobre la forma de organización elegida;


en particular, la internalización en la firma es poco probable en el caso
de una transacción única.

Tipos de transacción y formas contractuales: una teoría


de las formas institucionales
Una vez planteados sus fundamentos microanalíticos, la teoría de los
costos de transacción se dedica a explicar la diversidad de las formas
de organización, entre ellas, la firma (la organización interna). La tesis
defendida consiste en que esta diversidad puede explicarse por los
atributos de las transacciones y que la elección de una estructura organi-
zacional responde, ante todo, a un criterio de eficacia: se optará por el acuerdo
institucional que minimice los costos, costos de transacción más costos de
producción. En esto, Williamson continúa la línea de Coase y se opone
a un enfoque que explicaría las elecciones organizacionales, en particu-
lar la elección de la integración vertical, por la búsqueda de poder (cf.
Williamson y Ouchi, 1981).
La descripción de los acuerdos institucionales parte de una dis-
tinción, debida a Macneil (1974 y 1978), entre tres tipos de contratos
(Williamson, 1986):
yy El contrato clásico corresponde al intercambio representado por el
análisis tradicional del mercado. Corresponde a una transacción
puntual, cuyo objeto está perfectamente delimitado y en el que
todas las eventualidades están previstas. La identidad de las partes
importa poco, la relación es impersonal.
yy El contrato neoclásico surge cuando la transacción no puede ubicarse
en el marco anterior, esencialmente en el caso de una relación a largo
plazo sometida a una fuerte incertidumbre (radical). En este caso, no
es posible prever el conjunto de eventualidades y adaptaciones que
serán necesarias. Los comportamientos oportunistas son posibles
y, por lo tanto, los conflictos entre las partes se extienden durante
la extensión del contrato. Para enfrentar estos problemas, es propio
del contrato neoclásico recurrir al arbitraje de un tercero. Este tipo
de contrato debe asegurar cierta flexibilidad; es siempre incompleto
e implica un cierto grado de confianza entre las partes.
yy El contrato personalizado se impone cuando la duración y la comple-
jidad de los vínculos entre las partes se tornan muy importantes, de
tal manera que se constituyen relaciones personalizadas duraderas

Coriat.indb 61 3/27/11 10:17:30 PM


62 | nuevas teorías de la empresa

que incluyen la consideración de las características de los socios.


Estas relaciones se organizan alrededor de normas que se constru-
yen progresivamente y que regulan las relaciones entre las partes
más que el acuerdo inicial (que puede existir o no). Se acerca, por lo
tanto, a una relación de tipo administrativo.
Sólo queda por determinar el modo en que las características de las tran-
sacciones determinan la elección de la forma contractual y, por lo tanto,
las estructuras organizacionales (governance structures). Suponiendo un
cierto grado de incertidumbre como dado (en ausencia de incertidum-
bre, el mercado tradicional es la forma de organización más eficaz), la
elección organizacional dependerá esencialmente de dos parámetros: la
frecuencia de la transacción (desde el punto de vista del comprador) y
el grado de especificidad de la inversión necesaria (para el oferente). Si
se consideran dos clases de frecuencia –ocasional y recurrente (el caso
de una transacción única se toma como similar a las transacciones oca-
sionales)– y tres niveles de especificidad de los activos –no específicos,
muy específicos e intermedios–, se obtienen seis categorías de transac-
ciones. El cuadro 2.1 sintetiza la argumentación de Williamson.

Cuadro 2.1 Tipos de transacción y formas contractuales

Características de la inversión
No específica Mixta Idiosincrásica
Ocasional

Estructura trilateral
(contrato neoclásico)
Frecuencia

Estructura de mercado
(contrato clásico)
Estructura bilateral Estructura unificada
Intensa

(contrato personalizado)

Fuente: Williamson (1985).

El papel central de la especificidad de los activos surge claramente:


en la medida en que la inversión no es específica, los costos de tran-
sacción son débiles; el mercado estándar, forma de organización que
corresponde al contrato clásico, es la estructura organizacional eficien-
te, cualquiera sea la frecuencia de la transacción (y la importancia de
la incertidumbre). Es el caso de una transacción estandarizada para la

Coriat.indb 62 3/27/11 10:17:30 PM


de coase a williamson: firma y costos de transacción | 63

que se aplica el procedimiento de venta clásico (sin construcción de un


verdadero contrato).
La existencia de activos específicos obliga a la creación de otras for-
mas de gestión de la transacción. En el caso de transacciones ocasionales
que implican inversiones altamente específicas o mixtas se impone el
contrato neoclásico bajo la forma de una estructura trilateral: el contrato
clásico no es suficiente ante la dependencia que se crea entre las partes
y los riesgos de comportamiento oportunista: la débil frecuencia de la
transacción no justifica la instalación de una estructura bilateral específi-
ca, que sería demasiado costosa. De allí, el recurso a una forma interme-
dia que se apoya en el arbitraje de un tercero en caso de conflicto.
Resta el caso en el que la especificidad de los activos se combina con
una frecuencia de transacciones elevada: la instalación de una estructura
de gestión específica, que organice las relaciones entre las partes según
un “contrato personalizado”, ahora se justifica. Esta estructura puede
adquirir dos formas: la internalización (la estructura unificada) o una
estructura bilateral (bilateral governance), que mantiene la autonomía de
las partes. La teoría de los costos de transacción ha sido empujada en
su último período a insistir sobre el último tipo de organización, que
corresponde a prácticas cuya importancia se conoce: la subcontratación,
la asociación, las alianzas. La consideración de las formas de coordina-
ción intermedias entre el mercado clásico y la firma es, como ya se ha
dicho, un aspecto central de la evolución de las ideas de Williamson.
Esto lleva a especificar mejor en qué casos la firma se impone como
forma de organización más eficiente: una estructura unificada se impone
esencialmente, según Williamson, en el caso de una fuerte especificidad de
los activos y de transacciones recurrentes (lo mismo en el caso en que la
frecuencia sea débil pero la especificidad resulte particularmente mar-
cada). Cuando los activos requeridos son muy específicos, el recurso a
un proveedor externo no permite explotar economías de escala que el
comprador no podría realizar por sí mismo. La elección de una estruc-
tura de gestión (estructura bilateral o estructura unificada) recaerá sobre
aquella que tenga mayor adaptabilidad ante los imprevistos, que en este caso
es la estructura unificada (Williamson, 1985, p. 78). La ventaja de la inter-
nalización (la integración vertical) es que permite una adaptación continua de
las relaciones entre las partes, sin la obligación de renegociar un acuerdo.
Vale la pena insistir en este último punto: la teoría de los costos
de transacción se distingue de otras visiones contractuales de la firma

Coriat.indb 63 3/27/11 10:17:30 PM


64 | nuevas teorías de la empresa

–como la teoría de la agencia, que abordaremos más adelante– por la


importancia que le atribuye al proceso intertemporal de desarrollo de las
relaciones contractuales (“process matters”, Williamson, 1991, p. 98). La
elección entre mercado y jerarquía se basa, en definitiva, en un arbitraje entre
la fuerza incitativa, propia de los mecanismos de mercado fundados en reglas, y
la adaptabilidad que aporta el poder discrecional de la jerarquía (Williamson,
1990, p. 15).
La visión de Williamson se ubica en una prolongación de Coase: su
objeto central es mostrar cómo la firma y las diferentes configuraciones
institucionales que aseguran la coordinación de los agentes pueden
explicarse mediante consideraciones de eficiencia en las que los costos
de transacción desempeñan el papel principal. Su aporte es mostrar el
origen de la naturaleza de esos costos; esto lo hace poniendo el acento
sobre dos elementos ignorados por Coase: los comportamientos opor-
tunistas y la especificidad de los activos (cuya importancia niega Coase;
cf. Coase, 1991, y Williamson, 1991). Llega así a una justificación de la
firma sensiblemente diferente a la de su maestro (Williamson, 1985,
p. 78). Su aporte también consiste en ofrecer un nuevo marco analítico,
que, más allá de la oposición entre mercado y firma, apunta a explicar
el conjunto de las configuraciones institucionales que regulan las rela-
ciones económicas, sobre la base de determinada teorización contrac-
tual. Veamos ahora cómo este aparato permite reconsiderar algunas
cuestiones de la teoría de la firma.

Las implicaciones
La teoría de los costos de transacción desarrollada por Williamson,
como lo muestra en particular su obra de 1985, tiene la ambición de
responder a una extensa gama de cuestiones: prácticamente todo lo
que refiere a la organización de la firma, o de toda otra institución, y
sus relaciones con el entorno. Nos limitaremos aquí a dos cuestiones
esenciales: la cuestión “paradigmática” de la integración vertical y de
los límites de la firma y la justificación de las formas de organización
de la empresa expuestas por los trabajos de Chandler.

Integración vertical y límites de la firma: una nueva visión


La cuestión de la integración vertical hace correr mucha tinta en el
círculo de la economía industrial y de la economía de la firma. Se
trata, en efecto, como lo señala Williamson (1991), de un problema

Coriat.indb 64 3/27/11 10:17:30 PM


de coase a williamson: firma y costos de transacción | 65

“paradigmático”: explicar la integración vertical es explicar por qué


una coordinación administrativa puede preferirse a una coordina-
ción de mercado. Además, la integración vertical ha sido una de las
tendencias relevantes de la evolución de las estructuras industriales,
como lo ha demostrado Chandler.
Las explicaciones de la integración vertical han sido muy diversas, y
en ellas se incluyen la búsqueda de un poder de mercado, las cuestiones
de información e incertidumbre, la internalización de los efectos exter-
nos, las transferencias de riesgos entre actividades. El análisis más habi-
tual se refiere a los factores tecnológicos: la inseparabilidad tecnológica o
la existencia de economías de variedad entre los estadios de un proceso
de producción explicaría la integración vertical. Encontramos aquí una
visión tecnológica de la firma que coincide en parte con la propuesta por
Alchian y Demsetz (1972). Sin negar esa posibilidad, Williamson consi-
dera que ese tipo de obstáculo raramente se da y que, en todo caso, lo
que importa es tratar simultáneamente las opciones tecnológicas y orga-
nizacionales, y, por lo tanto, tener en cuenta los costos de transacción.
El análisis de Williamson toma en consideración costos de transacción
y costos de producción, y los compara según el modo de organización
elegido, el mercado o la integración (Williamson, 1985, cap. 4). Si se
denomina como dG a la diferencia entre los “costos burocráticos de
la organización interna” y los costos de mercado, dG es una función
decreciente del grado de especificidad de los activos (cuanto mayor
es este grado, más aumentan los costos de transacción por el mercado,
por las razones vistas precedentemente). Superado cierto umbral, dG
se vuelve negativo: los costos de mercado exceden los costos de orga-
nización interna. Del mismo modo, dC, la diferencia entre los costos de
producción según la forma de organización elegida (diferencia siempre
positiva en la medida en que recurrir al mercado permite explotar mejor
las economías de escala y de variedad), es una función decreciente del
grado de especificidad de los activos: las ventajas de la externalización
disminuyen cuando la transacción se vuelve más idiosincrásica. Así
también, la diferencia total entre costos de internalización y los costos
de recurrir al mercado es una función decreciente del grado de especi-
ficidad de los activos; superado cierto umbral, esta diferencia se torna
negativa y la integración se convierte en la forma de organización que
minimiza los costos. Esta argumentación hace intervenir de manera simul-
tánea los costos de producción y los costos de transacción, pero queda claro

Coriat.indb 65 3/27/11 10:17:31 PM


66 | nuevas teorías de la empresa

que, para Williamson, son los segundos los que importan. Por sí mismos,
éstos explican que la integración pueda resultar preferible que recurrir
al mercado: “La firma no se integrará jamás por razones de costos de
producción únicamente” (Williamson, 1985, p. 94).3
Una vez explicada la integración vertical, queda por elucidar
una segunda cuestión, la de los límites de la empresa: ¿qué limita
la integración? ¿Por qué no integrar el conjunto de la producción
en una empresa gigante? Esto remite a otra cuestión: ¿por qué una
gran empresa no podría hacer todo lo que puede hacer un conjunto
de pequeñas firmas y más? Esta cuestión ha llamado la atención de
los economistas desde hace mucho tiempo, especialmente de Knight
(1921). La respuesta más frecuente hace referencia a una elevación
de costos de gestión, cuando el tamaño y la complejidad de la firma
aumentan, y a los límites de las capacidades del empresario (o al “ren-
dimiento decreciente de la gerencia” de Knight). Queda por explicar
por qué sería inevitable la elevación de los costos de organización.
La historia muestra cómo el crecimiento de la firma ha provocado
innovaciones organizacionales que permitieron controlar la gestión
de estructuras cada vez más grandes y complejas. Esto vuelve inad-
misible, como lo señala Williamson, una explicación por la racionali-
dad limitada, es decir, por los límites de las capacidades de cálculo
del empresario individual: la organización interna de la empresa es
precisamente lo que permite superar estos límites, como ya lo destacó
Simon. Del mismo modo puede señalarse el riesgo de pérdida del con-
trol de la empresa cuando su tamaño aumenta. Se ha sostenido que los
límites de las capacidades del empresario hacen que el crecimiento del
tamaño de la firma vaya acompañado de un aumento del número de
niveles jerárquicos. Ello implicaría costos vinculados con la pérdida
de control que, más allá de cierto umbral, excederían los beneficios de
la integración (Williamson, 1985). Esta argumentación supone, sin
embargo, una organización totalmente jerárquica; pero nada obliga a
que sea de este modo (p. 66).
La teoría de los costos de transacción se orientará, entonces, en otra
dirección. Propone una explicación que se focaliza en los problemas de

3 Esta proposición resulta, de manera muy evidente, del hecho de que Williamson no
toma en cuenta la posibilidad de economías de variedad entre los diferentes estadios de
un proceso de producción.

Coriat.indb 66 3/27/11 10:17:31 PM


de coase a williamson: firma y costos de transacción | 67

incentivo y burocracia (Williamson, 1985, cap. 6). Se trata de una óptica


hoy ampliamente compartida, pero que se trata de una manera especí-
fica. Pasemos rápidamente por la referencia a los fenómenos burocráti-
cos: aun reconociendo la existencia de costos y de distorsiones propias
de las organizaciones administrativas, Williamson aporta pocas ideas
nuevas en este aspecto.
El aporte más importante de Williamson se refiere a la cuestión del
incentivo (Williamson, 1985) y al acento puesto en un enfoque que se
quiere dinámico (“the process approach”, Williamson, 1991). La fuerza del
mercado, en términos de eficiencia, se basa en su alto poder de incentivo. ¿No se
pueden conservar en la firma relaciones internas (casi de mercado) que preserven
los mecanismos de incentivo del mercado? Williamson se esfuerza en mostrar
esa imposibilidad. Por eso, imagina que la internalización de una activi-
dad está acompañada por la aplicación del principio de “intervención
selectiva” (Williamson, 1985): la nueva división creada por la integración
de un proveedor sigue funcionando en las mismas condiciones que antes;
provee servicios a un precio fijo de la misma manera y sigue apropián-
dose de sus ganancias netas, excepto si pueden obtenerse beneficios colectivos,
en cuyo caso la división acepta sin discusión las instrucciones de la direc-
ción, lo que permite una adaptación rápida a las circunstancias. Parece
que esta nueva organización sólo puede tener ventajas en comparación
con una relación de mercado; de hecho, nos dice Williamson, este sistema
de intervención selectiva no puede funcionar. Por varias razones:
yy la firma convertida en una división interna ya no es estimulada para
utilizar eficazmente los activos que no le pertenecen más; el hecho
de que su ganancia neta sea susceptible a manipulaciones discrecio-
nales por parte de la dirección modifica totalmente su situación y
sus motivaciones;
yy los precios de transferencia interna podrán ser manipulados por la
dirección que controla las cuentas;
yy la intervención de la dirección sobre la gestión de la división se
extenderá inevitablemente más allá de los ámbitos en los que se jus-
tifica por la perspectiva de un beneficio colectivo.
La integración implica, de este modo, distorsiones y costos específicos que
explican por qué no puede llevarse hasta el final. Existe un arbitraje
inevitable entre estos costos, que se analizan en última instancia como
resultado de la imposibilidad de recrear en la firma el poder incitativo
del mercado, y los beneficios de la integración que provienen esencial-

Coriat.indb 67 3/27/11 10:17:31 PM


68 | nuevas teorías de la empresa

mente, para Williamson, de la capacidad de adaptación a las circuns-


tancias permitida por la organización jerárquica interna. Cuanto más
fuerte es la especificidad de los activos, mayor es la preponderancia de
los beneficios. El enfoque de Williamson se distingue de otras expli-
caciones de los límites de la firma por el incentivo, en particular de
la que proponen Grossman y Hart (1986), quienes ponen el acento en
las distorsiones en la inversión inducidas por la integración, pero sin
considerar la existencia de costos burocráticos vinculados a los com-
portamientos de la dirección ni la existencia de beneficios en materia
de adaptabilidad. El punto central para Williamson se encuentra en
el análisis fino del desarrollo de las relaciones entre las partes después de la
integración, centrado, una vez más, en la consideración de la racionali-
dad limitada y del oportunismo. En síntesis, estas reflexiones sobre los
límites de la firma aclaran un aspecto clave del análisis de Williamson:
la oposición entre firma y mercado concierne a la capacidad de “implementar
un programa de decisión secuencial adaptativo” (Williamson, 1991, nota 8)
en un contexto de incertidumbre radical y de incompletitud de los contratos. Es
en esto que el análisis se pretende fundamentalmente dinámico.

Una lectura de Chandler: sobre la racionalidad de las formas históricas


La teoría de los costos de transacción se propone explicar las formas
de organización interna de la empresa de la misma manera que explica
la elección de las formas institucionales. Los trabajos de Chandler han
mostrado las condiciones de emergencia de las grandes innovaciones
organizacionales que conducen a la gran firma moderna. Williamson
intenta mostrar la racionalidad de estas innovaciones según su esque-
ma de análisis: estas innovaciones tienen como finalidad la reducción
de los costos de transacción. Da un lugar privilegiado a la organización
multidivisional, la “forma M”. Veamos según qué línea de argumenta-
ción (Williamson, 1985, cap. 11).
La forma multidivisional apareció en la década de 1930 en dos
empresas: Du Pont de Nemours, por un lado, que funcionaba según el
modelo funcional centralizado (la forma U) y la General Motors, por
otro lado, que tenía una estructura de tipo holding, lo que Williamson
califica como “forma H”. Williamson demuestra la superioridad de la
forma M sobre estas dos organizaciones en dos tiempos.
1. Los límites de la organización centralizada han sido bien descritos
por Chandler. Aparecen cuando la dirección ya no tiene la capacidad

Coriat.indb 68 3/27/11 10:17:31 PM


de coase a williamson: firma y costos de transacción | 69

de asegurar eficazmente la coordinación de las actividades debido


a la complejización de la empresa. La ventaja de una organización
descentralizada en unidades autónomas se explica esencialmente
en términos de tratamiento de la información: en la medida en que
existe determinada descomposición de las actividades de la firma, la
divisionalización permite definir subconjuntos relativamente inde-
pendientes entre los que las interacciones y la circulación de infor-
mación podrán ser limitadas.
2. Pero la forma M no se caracteriza simplemente por la descomposición
de la firma en divisiones autónomas. Como lo señala Chandler, su
fuerza proviene de la creación de la dirección general, es decir, de la
implementación de una estructura jerárquica. Sin ello, la descomposi-
ción conduciría a la forma H. Se trata, entonces, de comprender lo que
hace a la superioridad de la forma M sobre la forma H. La superio-
ridad de la organización jerárquica puede ser, sin duda, igualmente
explicada por las consideraciones sobre la información: se muestra
fácilmente que la sustitución de un sistema jerarquizado por un sis-
tema de miembros iguales (un “grupo de pares”) permite reducir el
número de canales de comunicación entre los miembros (Jacquemin,
1985) y, por lo tanto, economizar en la información. Pero, para justifi-
car la superioridad de la forma M, Williamson (1985) privilegia la referencia
al oportunismo de los gerentes. La forma H puede dar lugar a diversas
formas de oportunismo: tendencia a privilegiar la reinversión en su
propia división; ausencia de control estricto de los costos; predominio
de comportamientos “políticos” en los órganos de la dirección, donde
las elecciones son más el resultado de regateos y de intercambios de
buenos procedimientos entre los representantes de los componentes
que de una optimización global. De manera general, el oportunismo
en el interior de la firma se manifiesta por la búsqueda de “subobje-
tivos” (subgoals) en detrimento de las finalidades de la empresa. La
organización multidivisional que separa divisiones y dirección gene-
ral permite, según Williamson, combatir estos comportamientos oportu-
nistas a través de la instalación de un sistema de control e incentivos que
somete al conjunto de la firma a una finalidad única definida globalmente.
La dirección general tendrá las siguientes funciones:
yy la identificación de actividades separables;
yy su atribución de un estatus cuasi autónomo (bajo la forma de
centros de beneficio);

Coriat.indb 69 3/27/11 10:17:31 PM


70 | nuevas teorías de la empresa

yy la vigilancia y la evaluación de sus rendimientos;


yy la atribución de recompensas y de penalidades;
yy la asignación interna de los recursos y la implementación de las
decisiones estratégicas (adquisiciones, cesiones, etcétera).
Esta organización permite reorientar y hacer converger los fines de la
organización. Puede leerse como un acuerdo institucional que asegura
de manera contractual la protección y la cohesión de la organización.
Última característica de la forma M: hace surgir “un concepto de firma
como mercado interno del capital” (Williamson, 1985, p. 284). De este
modo, son nuevamente los problemas de costos de transacción, y detrás
de ellos la racionalidad limitada y los comportamientos oportunistas,
los que explican fundamentalmente las selecciones organizacionales.
No carece de interés destacar que el análisis de la firma multidivi-
sional que propone Williamson difiere sensiblemente del de Chandler.
Williamson hace de la forma M una organización intrínsecamente
superior, una institución que se impone por su racionalidad superior,
allí donde Chandler analiza una forma de organización situada históri-
camente. No debe sorprender, entonces, que éste haya criticado la lec-
tura de Williamson, como tendremos ocasión de ver en el capítulo 4.

Una evaluación

El aporte de Williamson a continuación de Coase es considerable;


hoy parece difícil, si no imposible, hablar de firma, de mercado o de
organización sin referir a la teoría de los costos de transacción. ¿Cómo
caracterizar en definitiva la concepción y el análisis de la firma que
surge de ella?
En un nivel más general, la teoría de los costos de transacción pro-
pone una variante de lo que se puede calificar como visión contractual
de la firma: la firma se define como un sistema de contratos, de forma
específica, entre agentes económicos individuales (cf. Williamson, 1990;
Alchian y Woodward, 1988). Se trata fundamentalmente de una expli-
cación de la firma a través de las debilidades del mercado que derivan de las
imperfecciones y asimetrías de información. Veremos en el capítulo siguien-
te, al tratar la variante neoclásica estricta de la visión contractual, la teo-
ría de la agencia, algunas de las cuestiones fundamentales que postula
este tipo de conceptualización. Digamos desde ya que efectivamente se
trata de una teoría de la firma fundada sobre los problemas de intercambio

Coriat.indb 70 3/27/11 10:17:32 PM


de coase a williamson: firma y costos de transacción | 71

y no de producción. Este punto aparece claramente cuando Williamson


explica, como lo hemos visto, las selecciones de estructuras de gobierno
sólo por los costos de transacción.
Asimismo, si volvemos al esquema de análisis de las teorías de la
firma propuesto en el capítulo precedente, la economía de los costos
de transacción ofrece claramente elementos de reflexión sobre la firma
como organización, en especial al insistir en la oposición entre firma y
mercado desde el punto de vista de los procesos de toma de decisión
o por el análisis de las formas de organización de firmas, en particular
de la forma M. Pero los análisis de Williamson proponen ante todo
elementos de un enfoque de la firma en tanto que institución. Tal es el
proyecto de Williamson que apunta de manera explícita a construir una
nueva economía institucional. Pero lo hace, en nuestra opinión, dismi-
nuyendo considerablemente la visión institucional, en relación con los
“antiguos” institucionalistas norteamericanos, reduciendo las institu-
ciones a sistemas de contratos (como lo harán los enfoques neoclásicos
que abordaremos más adelante) y reduciendo al extremo las dimen-
siones sociales y políticas más globales. Esto no deja de relacionarse
con el hecho de que la economía de los costos de transacción se apoya
esencialmente en un enfoque estrictamente microeconómico.
La economía de los costos de transacción se inserta en una corriente
mayor de renovación de la microeconomía a través de un análisis fino
de los comportamientos individuales y de las interacciones entre estos
comportamientos individuales y las interacciones, lo que se puede
calificar, siguiendo a Arrow (1987), de “nanoeconomía”. Éste apunta a
dar cuenta de las interacciones dinámicas entre los comportamientos
en el marco de formas contractuales específicas (Williamson, 1990 y
1991). Desde este punto de vista, los análisis de Williamson participan
de un movimiento que apunta a satisfacer plenamente los principios
del individualismo metodológico y a dar cuenta del comportamiento
de los agentes económicos individuales de manera más realista que la
microeconomía estándar.
La visión contractual de la firma que propone Williamson conduce a
una primera interrogación mayor. Una de las cuestiones centrales de la
teoría de la firma concierne a la naturaleza exacta de las relaciones que
vinculan a los miembros de la firma (y en particular a los “propietarios”
de la firma y a los asalariados). La teoría de los costos de transacción
retoma un análisis centrado en los modos de gestión de los conflictos de

Coriat.indb 71 3/27/11 10:17:32 PM


72 | nuevas teorías de la empresa

intereses entre agentes. Pero el hecho es que desde esta perspectiva, la


economía de los costos de transacción puede, como hemos tenido la oca-
sión de decir, desembocar en dos concepciones de la firma sensiblemen-
te diferentes: concebir la firma como un sistema de contratos “libres”
entre agentes iguales, lo que claramente es, como se verá, el punto de
vista de la teoría de la agencia, o poner el acento en la jerarquía de las
relaciones y sobre la importancia de la autoridad como fundamentos de
la firma, lo que concierne evidentemente en particular al estatus de los
asalariados. Este segundo punto de vista era el que estaba presente ini-
cialmente en Coase. Es también central entre los institucionalistas nor-
teamericanos y en particular en una de sus grandes figuras, Commons.
Williamson parece seguir en un primer momento esta orientación, pero
luego su posición se torna menos clara: al orientarse hacia la concepción
de la firma como “nudo de contratos”, tiende a acercarse al punto de
vista neoclásico que veremos en el capítulo siguiente. Esto conduce a
una concepción de la firma que no da un estatus específico ni una posi-
ción central al contrato de trabajo y a la relación salarial, contrariamente
a, por ejemplo, Simon (1951), quien busca precisamente justificar la
jerarquía por la especificidad del trabajo como mercancía y las particu-
laridades del contrato de trabajo, y en oposición total, como resulta por
completo evidente, a la visión de la firma de inspiración marxista, como
la pueden proponer los radicales norteamericanos.
Siendo así, dentro de la corriente transaccional, Williamson presenta
tres rasgos específicos. El primero es el lugar central dado al oportunismo
y a la especificidad de los activos. Como hemos visto, es la combinación de
estos dos factores la que, en lo esencial, explica la elección de la inter-
nalización antes que el recurso al mercado. La referencia privilegiada
dada a la especificidad de los activos ha sido muy discutida; algunos,
como Coase (1991), recusan este punto. Asimismo, la hipótesis de com-
portamientos sistemáticamente oportunistas es fuertemente criticada por
los análisis recientes de las formas de organización industrial, en particu-
lar las alianzas entre firmas. La multiplicación de las cooperaciones inte-
rempresas que se observa hoy parece poco compatible con la hipótesis
del oportunismo: la importancia de los costos de transacción que impli-
ca la instalación de procedimientos contractuales tendientes a prevenir
el oportunismo haría que, en la mayoría de los casos, la internalización
fuera preferida. No es posible comprender las alianzas sin introducir
la idea de confianza entre las partes, opuesta a la de oportunismo y al

Coriat.indb 72 3/27/11 10:17:32 PM


de coase a williamson: firma y costos de transacción | 73

puro egoísmo. La comprensión de la firma conduce al mismo interro-


gante: ¿es posible la cohesión de la firma?, ¿los costos de gestión no
serían prohibitivos si suponemos la existencia de un comportamiento
totalmente oportunista en cada uno de sus miembros? ¿El funciona-
miento de la firma y su eficacia no suponen ellos también algún grado
de confianza entre las partes? No es posible desarrollar este punto aquí,
pero es necesario admitir que plantear estas cuestiones puede conducir
a una concepción y un modo de comprensión de las instituciones sensi-
blemente diferentes de los propuestos por Williamson (al igual que los
neoclásicos, entre quienes se encuentra la misma hipótesis fundante del
egoísmo de los comportamientos individuales).
Una segunda originalidad de Williamson consiste en la volun-
tad de proponer un análisis dinámico del oportunismo y de las relaciones
contractuales. Hay que entender bien aquí qué es lo que Williamson
entiende por análisis dinámico. Para él se trata simplemente de desta-
car la importancia de los procesos de toma de decisiones y del desarrollo
en el tiempo de las relaciones contractuales, lo que lo lleva a poner el
acento en el oportunismo “poscontractual”. La superioridad de la firma
sobre el mercado se ubica en las características de los procesos de toma de
decisión interna: su mayor capacidad de adaptación (en relación con los
procesos mediatizados por el mercado) en un contexto de fuerte espe-
cificidad de los activos. Esto significa que el análisis de Williamson es
dinámico sólo en un sentido limitado: no dice nada sobre los procesos
de transformación de las formas organizacionales, o de los procesos de
transformación de las formas de las empresas, como los análisis, por
ejemplo, de Chandler. Este aspecto es, para Williamson, inseparable de
los problemas de decisión en incertidumbre radical y de racionalidad
limitada, lo que nos lleva al tercer aspecto del enfoque de Williamson,
sin dudas el más importante.
Lo que parece efectivamente distinguir de manera fundamental a
Williamson de los neoclásicos es el lugar central que le da a la hipótesis
de racionalidad limitada. Dado que hay racionalidad limitada, en un
contexto de incertidumbre radical, los contratos son necesariamente
incompletos, lo que abre el camino al oportunismo ex post; es en condi-
ciones de racionalidad limitada que puede comprenderse, en algunas
situaciones, la mayor eficacia de la toma de decisiones internalizada.
Pero, y esto constituye una de las cuestiones centrales del análisis de
Williamson, es posible preguntarse si toma verdaderamente en cuenta

Coriat.indb 73 3/27/11 10:17:32 PM


74 | nuevas teorías de la empresa

todas las implicaciones de la hipótesis de la racionalidad limitada. Si


bien reconoce la importancia de la racionalidad limitada en cuanto al
comportamiento de los agentes en el marco de una forma de gobierno,
todo parece suceder como si una racionalidad perfecta tuviera que ver en la
elección de la forma de gobierno, ya que se impone en cada circunstancia
la que minimiza los costos de transacción. Sin dudas, se puede sostener
que la elección de las formas organizacionales resulta de un proceso
de selección natural de las más eficaces y no de decisiones de agentes
fundadas en el cálculo. Pero esto no es otra cosa que un argumento ya
utilizado por los neoclásicos para justificar la hipótesis de comporta-
miento maximizador, argumento que puede ser utilizado para todos
los comportamientos y conduce, por lo tanto, si es válido, a mantener la
hipótesis de racionalidad sustantiva. El problema de este tipo de argu-
mento es que postula que la selección conduce siempre a la eficiencia
máxima, sin un verdadero análisis de los procesos de selección, y de creación,
de las formas institucionales.
La explicación de las formas de gobierno a través de la aplicación
de un principio de eficacia –la forma elegida es la que, por las carac-
terísticas dadas de una transacción, minimiza los costos– es evidente-
mente central en el dispositivo teórico de Williamson. La volveremos a
encontrar en los nuevos enfoques neoclásicos abordados en el capítulo
siguiente. Sin embargo, no es algo obvio. Como veremos más adelan-
te, los análisis radicales pueden sostener, por el contrario, que son las
formas institucionales ineficientes las que tienden a imponerse en el
capitalismo.
Un último aspecto del análisis de Williamson genera algunos inte-
rrogantes. Se trata de la cuestión de las relaciones entre la economía de
los costos de transacción y la tecnología. Hay quienes le han reprochado
a Williamson haber ignorado o subestimado el papel de los factores tec-
nológicos en la explicación de las formas organizacionales (Englander,
1988). Sin pretender resolver aquí esta cuestión, hay que reconocer que
la teoría de los costos de transacción hace desempeñar un papel a los
factores tecnológicos mediante sus efectos sobre las características de
las transacciones, en particular al grado de especificidad de los activos.
Pero el problema esencial es que, como lo reconoce Williamson en su
respuesta a Englander, la economía de los costos de transacción toma
la tecnología y su evolución como algo dado. La teoría de los costos de
transacción permanece, en este sentido, fundamentalmente estática. No

Coriat.indb 74 3/27/11 10:17:33 PM


de coase a williamson: firma y costos de transacción | 75

puede explicar las relaciones entre dinámicas tecnológicas y cambios institucio-


nales. Esto aparece en particular desde el punto de vista de la definición
del criterio de eficiencia que orienta las elecciones organizacionales. El
marco general del modelo transaccional y su tratamiento de la tecno-
logía hacen que no pueda tratarse sino de un criterio de minimización
de los costos para un estado dado de la técnica, del entorno de la firma
y de los rasgos generales de su organización interna, es decir, un criterio
de eficiencia estático.
A ello se puede agregar que, focalizando el análisis de los acuerdos
institucionales en los costos de transacción, el enfoque transaccional
parece ignorar el impacto de las elecciones institucionales en los costos
de producción (y a fortiori en su evolución). Seguimos estando, como entre
los neoclásicos, en el mundo del intercambio más que en el de la produc-
ción, y en un mundo de equilibrios estáticos. El análisis de Williamson
queda de este modo inevitablemente alejado de una teorización que,
como lo sugiere Chandler (1990), diera cuenta de la firma moderna
explicando su eficiencia dinámica, su capacidad de controlar las transfor-
maciones de las estructuras productivas, que viera en la firma, por cierto, un
espacio de coordinación y de resolución de los conflictos, pero también
un lugar de acumulación de competencias y de creación de riquezas. Es
del lado del evolucionismo que se encontrará este tipo de preocupación.
Antes de abordar estas cuestiones, corresponde ver cómo los neoclásicos
ofrecen hoy una concepción renovada de la firma.

Coriat.indb 75 3/27/11 10:17:33 PM


3 | Derechos de propiedad
y relación de agencia:
la nueva ortodoxia neoclásica

Partiendo de múltiples ángulos de ataque, los cuestionamientos a la


firma neoclásica convergen en un punto central: la firma tiene que
ser tratada como una organización compleja, reunión de individuos
y de grupos que poseen sus propias identidades, intereses y objetivos
personales, aun cuando deben cooperar entre todos. La existencia de
la firma implica que se ha sabido encontrar un modo de relación, un
acuerdo, aceptado o impuesto, que asegura su identidad y cohesión.
Se abre, de este modo, un campo de interrogación considerable: cuál
es la naturaleza de las relaciones que unen a los miembros de la firma y
cuál es la naturaleza y la posición de los individuos y de los grupos que la
integran; lo que lleva también a preguntarse cómo identificar las fron-
teras de la firma, cómo distinguir las relaciones y los agentes internos
de una firma de los que son externos a ella. La teoría de la firma se
centra naturalmente, si bien la mayoría de las veces no lo menciona,
en una forma de organización, una forma de empresa específica, pero
muy importante: la empresa capitalista. Esto lleva a focalizar la reflexión
alrededor de dos cuestiones: las relaciones entre capital y asalariado,
por un lado, y entre capitalistas y “gerentes”, por el otro.
La manera de abordar ambas cuestiones depende fundamentalmen-
te de la concepción de las relaciones económicas elegida. La economía
neoclásica se esforzó por renovar el enfoque de estos problemas con-
servando sus principios básicos: un análisis de las relaciones interindi-
viduales fundado en una hipótesis de comportamiento racional y un
principio de eficiencia (asignativa), sin dejar de tomar en cuenta los
problemas vinculados al tratamiento de la información.
La ortodoxia neoclásica no podía ignorar las cuestiones agitadas
por los escritos de inspiración marxista e institucionalista. Tanto por-
que tocan cuestiones decisivas cuya importancia difícilmente puede
negarse –las del papel de las formas institucionales y organizacionales,
las estructuras, las reglas y las normas sociales en el funcionamiento de

76

Coriat.indb 76 3/27/11 10:17:33 PM


la nueva ortodoxia neoclásica | 77

nuestras sociedades–, sobre las que la escuela neoclásica estándar per-


manece en silencio, como por sus implicaciones en cuanto a las carac-
terísticas de las economías capitalistas, la naturaleza de las relaciones
que éstas instauran entre los agentes y los modos de funcionamiento
que resultan de ello. Las tesis de Berle y Means (1932) representaban
un desafío particular que el pensamiento neoclásico y liberal no podía
ignorar.
La respuesta neoclásica se presenta como una teoría general de las
instituciones que a veces calificamos, como en el enfoque de Williamson,
como economía neoinstitucional (ver Eggertsson, 1990, para una pre-
sentación general). Se propone generalizar la teoría microeconómica al
estudio de las instituciones económicas (y políticas) conservando los
fundamentos esenciales: el análisis de los comportamientos individua-
les y de las relaciones entre agentes a través del método del equilibrio,
suponiendo preferencias estables y sobre la base del modelo de compor-
tamiento perfectamente racional, es decir, conservando, contrariamente a
Williamson, una hipótesis de racionalidad sustantiva. Sobre esta base,
el objeto central de esta teoría microeconómica extendida es llevar a
un nivel superior las conclusiones de la teoría del equilibrio: mostrar
que la interacción de individuos libres conduce a un optimum social
mediante la elección de instituciones que aseguren la mayor eficiencia
para un estado dado de la técnica y las preferencias, en el sentido que
los neoclásicos le dan a este término. La superación de la economía
estándar se hace introduciendo la imperfección de la información y,
sobre todo, la existencia de asimetrías de informaciones entre agentes,
y los costos de intercambio, o costos de transacción resultantes (de
manera diferente a Williamson): las instituciones sólo son importantes en
la medida en que existen los costos de información y los costos de transacción.
En este marco general se inserta la nueva visión neoclásica de la firma,
que reposa en dos pilares: la teoría de los derechos de propiedad y la
teoría de la agencia.

La teoría de los derechos de propiedad

La teoría económica estándar considera implícitamente como dadas


la distribución de la propiedad y la existencia de un determinado
sistema de derechos de propiedad (privada). La teoría de los derechos de
propiedad se constituyó con el surgimiento de la necesidad de inte-

Coriat.indb 77 3/27/11 10:17:34 PM


78 | nuevas teorías de la empresa

rrogarse sobre el efecto de las formas de propiedad y, más amplia-


mente, de las formas institucionales, sobre el funcionamiento de la
economía. Esta teoría se construyó para mostrar la superioridad de
los sistemas de propiedad privada sobre todas las formas de propie-
dad colectiva (cf. Furubotn y Pejovich, 1972) y también para respon-
der a las tesis de Berle y Means sobre la separación entre propiedad y
control de las empresas y sus implicaciones (cf. por ejemplo, Alchian,
1969, 1987). Situada en el centro de los nuevos enfoques neoclásicos
de las instituciones, la teoría de los derechos de propiedad se propo-
ne mostrar cómo diferentes tipos y sistemas de derecho de propiedad
actúan sobre el comportamiento de agentes individuales y, de ese
modo, sobre el funcionamiento y la eficiencia del sistema económico,
y cómo en una economía en la que las relaciones contractuales entre
agentes son libres, el tipo y la distribución de los derechos de pro-
piedad que aseguran la mayor eficiencia tienden a imponerse. Este
corpus teórico se propone analizar y explicar las formas sociales más
diversas, desde la esclavitud hasta la firma, pasando por la organiza-
ción de la donación de sangre (Barzel, 1989). En consecuencia, tiene
naturalmente la vocación de proveer cierto modo de análisis de la
firma y de su organización, aun cuando no sea su objetivo principal.
Antes de abordar este punto, conviene conocer los rasgos esenciales
del análisis económico de la propiedad tal como este enfoque lo ha
reformulado.

Fundamentos y principios de una economía


de los derechos de propiedad
El punto de partida de la teoría de los derechos de propiedad es consi-
derar que todo intercambio entre agentes, y de hecho toda relación de
cualquier naturaleza que sea, puede ser considerada como un intercam-
bio de derechos de propiedad sobre los objetos. Por lo tanto, un derecho de
propiedad se define de manera general como “un derecho socialmente
válido de elegir los usos de un bien económico”, siendo un derecho de
propiedad privada “un derecho asignado a un individuo específico y
enajenable por el intercambio con derechos similares sobre otros bienes”
(Alchian, 1987). Para una mayor especificación de la naturaleza de los
derechos de propiedad de los individuos sobre los activos diremos que
“consisten en los derechos o en los poderes de consumirlos, de obtener
un beneficio y de enajenarlo” (Barzel, 1989).

Coriat.indb 78 3/27/11 10:17:34 PM


la nueva ortodoxia neoclásica | 79

Cabe destacar desde ahora que la noción de derechos de propiedad


sostenida por los teóricos neoclásicos es muy amplia. Va más allá de
una concepción puramente jurídica: la determinación de los derechos de
propiedad puede incluir todas las costumbres, reglas y normas que definen y
delimitan los usos “autorizados” o “legítimos” de los activos. Si se agrega
que el control del uso de un activo físico permite indirectamente el
control de “activos humanos” (Hart y Moore, 1990), la teoría de los
derechos de propiedad puede fácilmente presentarse como una teoría
general de las relaciones sociales y de las instituciones. Invirtiendo en
cierto modo la concepción de Marx, esta teoría tiende a considerar que
toda relación entre hombres puede reducirse a una relación entre cosas.
Con este espíritu, Barzel (1989) puede sostener que los derechos del
hombre no se diferencian de los derechos de propiedad: “Los derechos
del hombre son simplemente una parte de los derechos de propiedad
de la gente”.
La existencia de derechos de propiedad garantizados y enajenables
sobre los productos y los recursos productivos sería la condición del
funcionamiento de una economía descentralizada y de la coordinación
de actividades productivas especializadas (Alchian, 1987). La función
principal de los derechos de propiedad, y particularmente, de los dere-
chos de propiedad privados, es proporcionar a los individuos estímulos
para crear, conservar y valorizar activos. Desde esta perspectiva, el concep-
to de derechos de propiedad está estrechamente ligado al análisis de las
externalidades y de los costos de transacción.
Los derechos de propiedad dan el poder de obtener una ventaja
para uno mismo o para otros, o de perjudicarse a uno mismo o a otras
personas. La manera en que se definen y reparten estos derechos
determinará la extensión del poder; en tal sentido, establece en parte
la configuración de las externalidades. A partir de ello, Demsetz (1967)
sostiene la tesis de que una función primordial de los derechos de pro-
piedad es permitir la internalización de las externalidades: al establecer
un derecho intercambiable –por ejemplo, un derecho a contaminar que
puede comprarse o venderse–, es decir, un derecho que posee la carac-
terística de un derecho de propiedad privado, se internaliza un costo o
un beneficio externo. Se sabe que algo así debe favorecer, según la dis-
ciplina neoclásica estándar, una asignación óptima de los recursos: los
efectos externos conducen a una insuficiencia del mercado, debido a la
diferencia que crean entre la utilidad de un activo para un individuo y

Coriat.indb 79 3/27/11 10:17:34 PM


80 | nuevas teorías de la empresa

su utilidad para la colectividad, entre interés privado e interés público;


la internalización, es decir, la supresión de una externalidad tiene la
naturaleza de restaurar la eficacia del mercado.
El análisis de los derechos de propiedad está también ligado al de
los costos de transacción. La existencia de los costos de transacción
hace que el sistema de derechos de propiedad tenga un efecto sobre la
asignación de los recursos y su eficiencia. En una situación hipotética
de costos de transacción nulos, es posible mostrar que, si los derechos
son seguros, claramente afectados y transferibles, la asignación de
los recursos y el equilibrio económico realizados serán eficientes e
independientes de la distribución inicial de los derechos de propiedad. Por
el contrario, es la existencia de costos de transacción la que otorga
la importancia a la organización de los derechos de propiedad, la
que hace que la elección de un sistema de derechos de propiedad no
resulte indiferente. Esto había sido planteado por Coase (1960) en un
artículo célebre, considerado en general como el más importante de este
autor, que apunta precisamente a mostrar que es la existencia de los cos-
tos de transacción, y sólo ella, la que explica la importancia de las institu-
ciones que enmarcan la vida económica. Por otra parte, la existencia
de costos de transacción positivos tiene como consecuencia que los
derechos de propiedad sobre un activo no puedan ser perfectamente
delimitados: los costos de transacción provienen del hecho de que los
agentes sólo pueden tener una información imperfecta sobre las pro-
piedades de un bien; esta imperfección de la información implica que
no sea posible, en general, definir de manera completa los derechos
vinculados a la posesión de un activo (Barzel, 1989). Podemos enton-
ces sostener que los derechos de propiedad, como los contratos, son,
en general, incompletos.
La economía de los derechos de propiedad identifica diferentes
tipos de derechos de propiedad: derechos de propiedad privados, dere-
chos comunales, derechos colectivos o estatales (recuadro 3.1). Insiste
también en la complejidad de los sistemas de derechos de propiedad
que se origina en el hecho de que todo activo posee diferentes atribu-
tos que pueden ser detentados por personas distintas: los derechos de
propiedad son divisibles, separables y enajenables (en lo que se refiere a
los derechos de propiedad privados), de manera que diferentes agentes
pueden tener derechos distintos sobre un mismo activo. De este modo, el
propietario legal de un inmueble tiene el derecho de utilizarlo, de

Coriat.indb 80 3/27/11 10:17:34 PM


la nueva ortodoxia neoclásica | 81

Recuadro 3.1 Las formas de propiedad

El derecho de propiedad sobre un activo se define a partir de tres atributos: el


derecho de utilizar ese activo; el derecho de obtener un beneficio de él; el dere-
cho de cederlo de manera definitiva a un tercero. Cada uno de estos tres derechos
puede ser objeto de limitaciones legales o contractuales.
Según las formas de propiedad, los atributos podrán ser detentados o
no por una misma persona o por un grupo de personas. Habitualmente se
distinguen cinco grandes formas de propiedad.
La propiedad privada se define, de manera muy general, por la existencia
de un derecho sobre un activo, socialmente válido, asignado a un individuo y
enajenable por intercambio. Debe subrayarse que esta definición no implica que
diferentes derechos atribuidos a un activo estén necesariamente en poder de
un mismo individuo.
La propiedad comunal se caracteriza por el hecho de que muchos individuos
que pertenecen a un grupo tienen simultáneamente el derecho de uso de un
mismo activo. De esta forma, el derecho de uso de una pradera o de una fuente
de agua puede ser compartido por los miembros de un pueblo. La propiedad
comunal excluye, en términos generales, el derecho, individual o colectivo, de
obtener un beneficio del activo o de cederlo.
La propiedad colectiva se caracteriza por el hecho de que el uso del activo es
manejado colectivamente por un grupo de individuos (mientras que en el caso
de la propiedad comunal cada uno utiliza individualmente el activo considera-
do). Esta forma de propiedad implica un procedimiento de decisión colectiva.
La propiedad mutual abarca también una situación en la que muchos
individuos tienen derechos conjuntos sobre un mismo recurso (o sobre un
conjunto de recursos), pero, contrariamente al caso de la propiedad comu-
nal, pueden transferir su derecho a otro agente (mediando, por lo general,
el permiso de los otros miembros del “club” que conforman). En la medida
en que cada individuo posee un derecho propio cedible, es posible hablar de
propiedad privada mutual (Alchian, 1987).
La propiedad pública se define por la atribución de derechos sobre un activo a
un agente público (Estado o cualquier otra colectividad pública). Su contenido
exacto puede variar, dependiendo de la naturaleza del sistema político, de las
modalidades de toma de decisión, de la delimitación de poderes de las autorida-
des públicas (por ejemplo, en cuanto al derecho de cesión de los activos).
Se habla de propiedad común, o de acceso libre, cuando nadie posee el
derecho exclusivo sobre un recurso.
Las anteriores son formas elementales de propiedad. El desarrollo de
nuestras sociedades puede ser visto como un proceso de creación de sis-
temas de derechos de propiedad cada vez más complejos. La sociedad por
acciones sería un ejemplo de ello.

Coriat.indb 81 3/27/11 10:17:35 PM


82 | nuevas teorías de la empresa

obtener un beneficio y de venderlo, pero puede ceder el derecho de


uso a un tercero mediante un contrato de locación. A menudo, los
diferentes derechos serán sometidos a límites, definidos por contra-
to (contrato de alquiler que restrinja los usos permitidos para una
vivienda) o por disposiciones legales que prohíban usos “abusivos”
(normas de tránsito que determinan las condiciones de uso de un
automóvil).
La aplicación de la teoría de los derechos de propiedad al análisis
de las formas institucionales complejas como la firma moderna se basa
esencialmente en la idea de que los derechos de propiedad son divisibles,
de modo que muchos agentes podrán tener derechos sobre los mismos
activos. La definición de las formas organizacionales depende precisa-
mente de la manera en que se delimitan y afectan los diferentes dere-
chos adjudicables a los activos: definir una institución es definir cierto
sistema de derechos de propiedad. En particular, una firma puede ser
considerada como un conjunto de contratos que establecen determinada
estructura de derechos de propiedad (Ricketts, 1987). Comprender cómo
se eligen las formas organizacionales, y especialmente por qué la firma
puede preferirse al mercado o por qué una firma adopta una estructura
de sociedad por acciones y la separación entre posesión del capital y
la función gerencial, es comprender por qué se elige una determinada
configuración de los derechos de propiedad. Queda entonces por expli-
car el desarrollo de diferentes tipos de derechos de propiedad y lo que
orienta la elección de una configuración antes que otra.

Estructura de los derechos de propiedad y teoría de la firma


La naturaleza de la firma y sus formas de organización pueden apren-
derse a partir de las características de los derechos de propiedad privada:
“La divisibilidad, la separabilidad y la enajenabilidad de los derechos de propie-
dad privados permiten la organización de la actividad productiva en la firma
moderna de tipo corporativo” (Alchian, 1987). La estructura de los derechos
de propiedad sobre la que se apoya la firma debe permitir, por un lado,
aprovechar las ventajas de la especialización y, por otro, asegurar un sistema de
estímulo y de control eficaz. Para comprender cómo se presenta el vínculo
entre firma y sistema de derechos de propiedad, consideraremos aquí el
análisis de dos formas de empresa que nos han llamado particularmente
la atención: la “firma capitalista clásica”, estudiada en un artículo célebre
de Alchian y Demsetz (1972), y la gran sociedad por acciones que pone

Coriat.indb 82 3/27/11 10:17:35 PM


la nueva ortodoxia neoclásica | 83

de manifiesto la cuestión de la separación entre propiedad de la empresa


por parte de los accionistas y control por parte de los gerentes.

La firma capitalista clásica


El análisis de Alchian y Demsetz presenta el interés de proponer una
visión de la naturaleza de la firma: la firma es una forma de organización
eficiente de la producción en equipo. Hay producción “en equipo” cuando el
producto es el resultado de la cooperación de diferentes agentes, o dicho
de otro modo, de diferentes recursos que no están en poder de una misma
persona, sin que sea posible medir la contribución individual de cada uno, o más
precisamente sin que sea posible medir las productividades marginales
sin costos elevados. Nos encontramos en una situación propicia para los
comportamientos de free-rider (cada cual hace lo menos posible contando
con el trabajo de los otros) y donde la imposibilidad de mediciones indi-
viduales conduce a un problema de riesgo moral. ¿Cómo evitar, en estas
condiciones, que los miembros del equipo “esquiven el bulto”?
La solución considerada por Alchian y Demsetz consiste en que un
agente, el “monitor”, se especialice en el control de los rendimientos de los
miembros del equipo (lo cual se supone que es posible y menos costoso
que un control mediante procedimientos descentralizados regidos por
relaciones de intercambio mercantiles). Queda entonces por preguntar
cómo se controlará el comportamiento del propio monitor. Si éste tiene
el mismo estatus que los otros miembros del equipo, no hay ninguna
razón por la que él no esquive el bulto también, dado que no se lo
controla, y el sistema corre el riesgo de manifestarse poco eficiente.
Es necesario, por lo tanto, darle un estatus particular, apoyado en una
estructura contractual y en una estructura de derechos de propiedad
original. Esta estructura consiste en atribuir al monitor los derechos
siguientes (Alchian y Demsetz, 1972):
yy ser el “acreedor residual” (residual claimant), un concepto clave del
nuevo análisis neoclásico de la firma sobre el que volveremos;
yy el derecho de observar y controlar el comportamiento de los miem-
bros del equipo que poseen los recursos;
yy el derecho exclusivo de estar en una relación contractual con todos
los poseedores de los recursos;
yy el derecho de cambiar la composición del equipo, es decir, de rene-
gociar el contrato con cada miembro independientemente de los
contratos con los otros;

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84 | nuevas teorías de la empresa

yy el derecho de vender sus derechos, es decir, de vender el estatus


particular que posee.
El conjunto de estos derechos define el estatus de empleador y de propie-
tario de la firma capitalista clásica, es decir, de la firma dirigida por un
propietario único que tiene el poder de contratar, despedir y dirigir a
los trabajadores que reciben un salario fijado por contrato.
El estatus de “acreedor residual” es aquí esencial. Significa que
el propietario de la firma es quien recibe el rendimiento residual que
resulta de la producción, es decir, lo que queda una vez que se les ha
pagado a los diferentes proveedores de recursos, de acuerdo con las
obligaciones contractuales. Porque posee este derecho, se considera
que el monitor propietario se encuentra efectivamente proclive a velar
por el mejor uso posible de los recursos y a controlar el comporta-
miento de los miembros del equipo. El sistema de derechos de propiedad
crea los estímulos necesarios para poder obtener la eficiencia sin necesidad
de “un monitor para el monitor”. Este punto es central: es el que final-
mente justifica, para los autores, la institución de la firma clásica y
del asalariado. Así, la firma capitalista clásica y la estructura de dere-
chos que la definen se impondrían dado que permitirían resolver los
problemas de información imperfecta y de riesgo moral propios de
la producción en equipo, “mejor de lo que lo haría un arreglo contractual
descentralizado” (Alchian y Demsetz, 1972).

Rendimiento y control residual


Este análisis lleva a poner el acento en las dos dimensiones esen-
ciales del análisis económico de los derechos de propiedad: la
asignación del rendimiento residual y la detención del control residual
(Milgrom y Roberts, 1992). Se ha visto lo que implica la noción de
rendimiento residual. En la concepción más simple, el propietario de
una firma está identificado con quien tiene el derecho al rendimiento
residual. La noción de control residual deriva de la complejidad del
concepto de propiedad de un activo. Tener la propiedad de un activo
significa, como se ha visto, poseer cierto número de derechos sobre ese
activo. Estos derechos están, en la práctica, limitados por restricciones
legales y por restricciones resultantes de los contratos establecidos
por el poseedor del activo. En el caso de una firma, el poseedor tiene
el derecho de contratar o despedir asalariados (dentro de los límites
fijados por el derecho del trabajo, las convenciones colectivas, el conte-

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nido de los contratos de trabajo), de fijar las cantidades a producir, los


precios, la selección de las inversiones, el modo de financiamiento, etcé-
tera. En estas condiciones, la economía de los derechos de propiedad
tiende a definir al propietario de un activo o de un conjunto de activos
como aquel que posee el derecho de control residual, es decir, el dere-
cho de tomar toda decisión concerniente a la utilización del activo que no esté
explícitamente excluida por la ley o especificada en el marco de las relaciones
contractuales. El poder dado por el derecho de control residual será, en
consecuencia, tanto más importante en la medida en que los contratos
son incompletos, es decir, en la medida que no pueden prever lo que se
supone que harán las partes en el futuro en el caso de todas las eventua-
lidades posibles, habida cuenta de la incertidumbre sobre el porvenir
y las asimetrías de información entre agentes. De este modo, es posible
sostener que la incompletitud de los contratos por sí misma implica la
existencia de un derecho de control residual, y en consecuencia “abre
el camino a una teoría de la propiedad” (Hart, 1991).
El poder de estímulo de los derechos de propiedad residiría, en estas
condiciones, en el acoplamiento del derecho de control residual y del derecho
al rendimiento residual (Milgrom y Roberts, 1992), acoplamiento que en
definitiva caracterizaría la propiedad de un activo. Es este principio el
que, en el análisis de Alchian y Demsetz, da fundamento a la empresa
clásica.
Sin embargo, esta concepción no carece de problemas cuando se
toman en consideración organizaciones y estructuras de derechos de
propiedad complejas como las de la gran empresa moderna constituida
en sociedad anónima. Antes de abordar esta cuestión, conviene consi-
derar una implicación central de esta visión general de la firma como
sistema particular de derechos de propiedad y de relaciones contractuales.
Apunta explícitamente a mostrar, como lo dicen Alchian y Demsetz
(1972) en la introducción de su artículo, que la firma no se caracteriza por
la existencia de un poder de autoridad y de un poder disciplinario diferentes
del que existiría en una relación de mercado: no hay, en esta concep-
ción, una diferencia fundamental entre la relación (contractual) de un
asalariado con el propietario de la firma y la de un consumidor y su
tendero, para retomar el ejemplo que utilizan los autores. Como vere-
mos más adelante, ello conduce en definitiva a considerar que no hay
una oposición fundamental entre firma y mercado, contrariamente a lo que
afirma Coase (1937).

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Firma pública, firma autoadministrada: las consecuencias


del relajamiento de los derechos de propiedad
El tema constante de la teoría de los derechos de propiedad es que la
atribución a los individuos de derechos de propiedad perfectamente defi-
nidos es la condición de la eficacia económica. Para ello, estos derechos
deben tener dos atributos esenciales: la exclusividad, que garantiza al
individuo un uso de los bienes no subordinado a otros agentes, y la trans-
feribilidad, que permite una libre elección entre diferentes derechos. Por
lo tanto, el sistema de derechos de propiedad privada constituye la forma
superior de propiedad, mientras toda otra forma conduce, en términos
generales, a pérdidas de eficiencia. Por lo menos, eso es lo que se dedican
a demostrar los defensores de la nueva teoría de derechos de propiedad,
lo que los conduce a la crítica de las formas de organización, especial-
mente las públicas, que implicarían una degradación de los derechos de
propiedad y, de allí, una deficiencia de los mecanismos de estímulo.
La empresa pública ofrece el caso más claro de cuestionamiento de
la propiedad privada. Su ineficacia puede atribuirse a dos factores. El
primero es la no transferibilidad de los derechos que limita el margen
de elección del actor público. Esto será verdad en el caso de una empre-
sa pública que no tenga el derecho de ceder libremente sus activos (o
una parte de ellos) y cuyo dominio de actividad sea definido a priori. El
segundo factor, y el más importante, es la situación del administrador de
la firma pública, quien, al no ser beneficiario del rendimiento residual, no
forma parte del sistema de estímulo que asegura la eficacia de la firma clá-
sica. La cuestión que surge, entonces, es saber cómo puede asegurarse la
vigilancia del administrador público, lo que remite a cuestiones referidas
al funcionamiento del sistema político. No podemos tratar esta cuestión
aquí (ver sobre este punto Greffe, 1981), por lo que señalaremos simple-
mente que las relaciones entre el Estado, o los “ciudadanos”, y el gerente
público pueden ser vistas como similares a las relaciones entre accionistas
y gerentes de la sociedad privada, que abordaremos en el punto siguiente.
Hay, sin embargo, una diferencia notable entre los dos sistemas: el Estado
o el ciudadano no pueden ceder sus derechos sobre la firma pública. Esta
característica (a la que habrá que agregar las diferencias sensibles entre el
mercado bursátil y el “mercado político” sobre el que se expresan las pre-
ferencias de los ciudadanos) es la que explicaría las carencias de control
y de estímulos que afectan al administrador público, de donde provienen
los vericuetos burocráticos y la ineficiencia de la firma pública.

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La firma cooperativa o la firma autoadministrada, si bien se apoyan


en un sistema de derechos de propiedad muy diferente, sufrirían las
mismas carencias que derivan de la relajación del derecho de propie-
dad. En los dos casos, los propietarios que poseen el beneficio residual
(clientes o trabajadores) no disponen de derechos cedibles y los adminis-
tradores deben, a falta de estímulos adecuados, someterse a un control
de difícil puesta en práctica. Todo esto resultará en disfuncionamientos
vinculados al comportamiento oportunista y a las negligencias de los
administradores. En el caso de la firma autoadministrada de tipo yugos-
lavo hay que agregar el hecho de que los trabajadores, poseedores del
derecho al beneficio residual pero sin poder cederlo, no son propietarios
del capital de la firma. Esto los estimularía a privilegiar las alzas sala-
riales en detrimento de la inversión, lo que conduce a una nueva fuente
de ineficiencia a largo plazo (Furubotn y Pejovich, 1972). Se demuestra
así, en definitiva, que el sistema de incentivo sobre el que se basa la
firma clásica no puede funcionar válidamente en otras configuraciones
de derechos de propiedad. ¿Significa esto la imposibilidad de construir
otros sistemas de incentivo eficaces? La demostración está pendiente.

La gran empresa moderna y los derechos de propiedad: la sociedad anónima


Corresponde ahora preguntarse por el tipo de firma dominante en
la actualidad: la gran firma moderna organizada en sociedad por
acciones y dotada de un aparato gerencial complejo. La teoría de los
derechos de propiedad se enfrenta en este ámbito a las tesis de Berle y
Means, quienes, recordemos, le plantean un doble desafío: implican la
imposición de una forma institucional que, por la separación entre pro-
piedad y control, por un lado reduciría la eficacia del capitalismo y no
respondería a los criterios de la eficiencia neoclásica (el objetivo de los
gerentes no es la maximización del beneficio y no conduce a maximizar
el valor de mercado de las acciones), y por otro lado parece cuestionar
la preeminencia de los principios de la propiedad privada.
Frente a este problema, dos actitudes son posibles: reconocer que la
sociedad anónima, al separar propiedad y gestión, es decir, derecho al
beneficio residual y derecho al control residual, debilita los derechos
de propiedad, lo que, de acuerdo con lo que se acaba de ver, implicaría
una pérdida de eficiencia; o sostener, por el contrario, que la organiza-
ción de la sociedad por acciones no cuestiona los principios de la pro-
piedad privada y que si se impone, como forma contractual libremente

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elegida, es porque ha demostrado ser, frente a nuevas limitaciones tec-


nológicas, la forma más eficiente. Este segundo punto de vista es el que
se ha impuesto más ampliamente: frente a las tesis de Berle y Means,
los principales defensores de la teoría de los derechos de propiedad
sostienen que la gran empresa moderna es una forma de organización
eficiente e incluso la forma de organización más eficiente para explotar los
beneficios potenciales de la especialización a gran escala y del control (“moni-
toring”) de los equipos de gran tamaño (cf. Alchian y Woodward, 1988;
Ricketts, 1987).
La gran sociedad por acciones puede caracterizarse por tres rasgos
(Ricketts, 1987):
1. la sociedad posee una existencia legal distinta a la de sus miembros,
lo que simplifica las relaciones contractuales con terceros;
2. las partes de la sociedad (las acciones) son libremente intercambia-
bles en un mercado (la Bolsa);
3. la responsabilidad de los poseedores de las partes es limitada.
Esta organización no cuestiona los fundamentos del derecho de propie-
dad privada, por el contrario, explota la posibilidad de dividir y enajenar los
derechos de manera de permitir “una especialización ventajosa (llamada
a veces ‘separación’) entre (a) los que ejercen el derecho de tomar deci-
siones sobre los usos de los recursos y (b) los que soportan las conse-
cuencias sobre los valores de mercado o de intercambio”, es decir que
asumen los riesgos (Alchian, 1988).
De este modo, es ampliando el alcance de los principios de los dere-
chos de propiedad privados (divisibilidad y enajenabilidad) que pue-
den entenderse las ventajas de la especialización, donde la limitación
de la responsabilidad (de los accionistas) favorece la enajenabilidad.
“Más que destruir o minar la eficacia de los derechos de propiedad pri-
vada, la supuesta ‘separación’ permite una ‘especialización’ productiva
eficaz, al utilizar los derechos de propiedad privada como método de
control y de coordinación” (ibíd.).
Desde esta perspectiva, la cuestión de saber cuál será el comporta-
miento de los gerentes es decisiva. Al respecto, Alchian (1969) sostiene
que la afirmación de Berle y Means (ya presente en A. Smith) respecto
de que los gerentes, guiados por sus propios intereses, serán conducidos
a comportamientos incompatibles con los intereses de los accionistas, es
lógicamente errónea porque desconoce la estructura de los derecho de
propiedad de la gran empresa y la naturaleza de los estímulos resultan-

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tes: la cuestión no es saber lo que quieren los gerentes, sino más bien qué deben
hacer si quieren sobrevivir. Diversos trabajos han buscado demostrar que
las limitaciones del mercado (mercado de trabajo, de productos o de
capital) impiden a los gerentes seguir sus objetivos personales, sin que
pueda decirse que han alcanzado resultados verdaderamente conclu-
yentes (ver sobre este punto a Holmstrom y Tirole, 1989).
En síntesis, la sociedad por acciones no sería otra cosa que la crea-
ción de un sistema más sofisticado de derechos de propiedad privada
que permite, en ciertas circunstancias que quedan por determinar de
manera precisa, la mayor eficiencia. Se trata, es necesario decirlo, más
de una tesis que de una demostración. Corresponde a los trabajos rela-
cionados con la teoría de la agencia intentar, especialmente sobre la
cuestión de las relaciones entre gerentes y accionistas, un mejor análisis
y formalización de los estímulos vinculados a los sistemas de derechos
de propiedad, y de allí una demostración de las condiciones de la efi-
ciencia de las diversas formas organizacionales.

Un ensayo de reformulación general:


la teoría de la agencia

Complementaria a la economía de los derechos de propiedad, de la que


se encuentra muy cerca, la teoría de la agencia constituye en la actualidad
el marco de análisis dominante de las formas de organización económica,
y más especialmente de la firma, propuesto por los desarrollos neoclási-
cos recientes. Su punto de partida es el análisis de la relación de agencia.

Los fundamentos: relación de agencia y costos de agencia


El origen del estudio de la relación de agencia y de las cuestiones que
suscita suele ubicarse en las reflexiones de A. Smith sobre la ineficacia
de las sociedades por acciones cuya dirección se confía a un agente no
propietario que, en consecuencia, no tendría incentivos para adminis-
trar con el fin de mejorar los asuntos que se le confían. La obra de Berle
y Means pone nuevamente en el centro de la escena el problema de la
relación entre propietarios y administrador-director de una sociedad
por acciones. Esta relación se presenta como un caso particular de lo
que se denominará una relación de agencia. La definición más clásica
de este tipo de relación es la dada en un artículo famoso de Jensen y
Meckling (1976): “Definimos una relación de agencia como un contrato

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por el cual una o más personas (el principal) compromete a otra per-
sona (el agente) para ejecutar en su nombre una tarea cualquiera que
implica una delegación de cierto poder de decisión al agente”. En el
mismo artículo, los autores consideran que toda cooperación entre
agentes plantea los problemas característicos de una relación de agen-
cia y puede ser tratada de la misma manera.
La noción de agencia es, por lo tanto, muy general: implica toda
relación entre dos individuos en la que la situación de uno depende de una
acción del otro. El individuo que actúa es el agente, la parte afectada es
el principal (cf. Pratt y Zeckhauser, 1985); a veces se habla de relación
principal-agente. De este modo, podrán ser tratadas como relaciones
de agencia la relación entre un enfermo y su médico tanto como la
relación entre un asalariado y su empleador (con la particularidad de
que, en este caso, cada parte puede ser considerada como el principal
o como el agente, según el ángulo desde el que se observe la relación).
En definitiva, puede afirmarse, como lo sugiere Charreaux (1987), que
la noción de relación de agencia abarca prácticamente toda relación
contractual entre dos individuos. Sin embargo, los problemas que estu-
dia la teoría de agencia sólo aparecen en la medida en que los intereses
de dos partes pueden divergir, y sobre todo, cuando hay información
imperfecta, en relación con el estado de la naturaleza y los comporta-
mientos de los agentes, y asimetría de información entre las partes, lo que
constituye la situación más frecuente: el agente sabe normalmente más
que el principal sobre la tarea que debe cumplir. La consecuencia de
estos problemas de información es, por un lado, que el contrato que
vincula a las partes sea necesariamente incompleto y, por otro, que el
principal no tenga los medios para controlar perfectamente y sin costo
la acción del agente. Las relaciones entre las partes llevan a las cuestio-
nes evocadas en el capítulo anterior: los problemas de riesgo moral y de
selección adversa. En este contexto, la teoría de la agencia se focaliza en
las siguientes cuestiones: (1) ¿cómo construir un sistema de estímulo y
de vigilancia que impida que el agente tenga un comportamiento sus-
ceptible de dañar los intereses del principal, o, para ser más precisos,
que conduzca al agente a comportarse como si buscara maximizar la
función de utilidad del principal?; (2) ¿cómo concebir, en información
imperfecta, un sistema de agencia que se acerque lo más posible a la
eficiencia obtenida en información perfecta a través de los mecanismos
de mercado descritos por la microeconomía estándar?

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la nueva ortodoxia neoclásica | 91

La teoría de la agencia permanece escrupulosamente fiel a las hipó-


tesis estándar de racionalidad: supone que cada parte busca maximizar
su utilidad y que anticipa racionalmente el efecto de una relación de
agencia sobre sus resultados futuros. Queda poca chance para que
los intereses de las partes resulten convergentes y que el agente actúe
espontáneamente conforme a los intereses del principal. Éste debe,
entonces, buscar la manera de limitar divergencias, implementando un
sistema de estímulo apropiado, así como medios de control (monito-
ring) que apunten a limitar los comportamientos aberrantes del agente
(Jensen y Meckling, 1976). Pero, en términos generales, a causa de los
problemas de información, esto no puede hacerse sin costos.
Se llega así a la definición de costos de agencia: los costos monetarios
y no monetarios que soportan las dos partes debido a la necesidad de
implementar sistemas de obligación y de control. Los costos de agencia
abarcan tres elementos (Jensen y Meckling, 1976):
1. los gastos de control y de estímulo (por ejemplo, los sistemas de incenti-
vos) invertidos por el principal para orientar el comportamiento del
agente;
2. los “costos de obligación” soportados por el agente, es decir, los gastos
que puede estar obligado a invertir para poder garantizar que no
hará determinadas acciones que pudieran afectar al principal o para
poder compensarlo llegado el caso (por ejemplo, el costo de una
póliza de responsabilidad civil);
3. la “pérdida residual” que corresponde a la diferencia, inevitable,
entre el resultado de la acción del agente para el principal y lo que
se habría obtenido de un comportamiento que condujera a una
maximización efectiva del bienestar del principal. Este último costo
no corresponde a un gasto efectivo, sino que tiene el carácter de un
costo de oportunidad.
La cuestión central es determinar, habida cuenta de las características
de una relación principal-agente, el tipo de estructura contractual que
minimiza los costos de agencia.

Teoría de la agencia y formas organizacionales: elementos


de una teoría general de la firma y de las organizaciones
Tradicionalmente, se distinguen dos ramas de la teoría de la agencia: la
teoría normativa y la teoría positiva. Las dos son, de por sí, muy cerca-
nas y apuntan a explicar cómo son o deberían ser concebidas las carac-

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terísticas de las relaciones contractuales. La teoría normativa, o teoría


“principal-agente”, está más formalizada y es más precisa en lo que res-
pecta a las estructuras de información propias de diferentes modelos y a
la determinación de contratos óptimos. La teoría positiva de la agencia,
que encuentra su origen en Jensen y Meckling (1976), apunta más directa-
mente a la comprensión de la estructura y del funcionamiento de las orga-
nizaciones y particularmente de las sociedades por acciones. Combinando
el análisis de la estructura contractual y del sistema de derechos de
propiedad, completa entonces la teoría de los derechos de propiedad,
como aparece en el artículo fundador de Jensen y Meckling. Se propone
explícitamente, como la otra teoría, demostrar la eficiencia de las formas
de organización económicas y financieras características del capitalismo
contemporáneo y, desde una perspectiva ultraliberal, la superioridad de
los sistemas de relaciones contractuales libres que supuestamente con-
ducen de manera espontánea a la selección de las formas organizaciona-
les más eficientes. Es en esta perspectiva que desarrolla cierta concepción
de la firma, sobre la cual nos detendremos ahora.
La teoría positiva de la agencia tiene la ambición de proveer las bases
de una teoría general de las formas organizacionales capaces de explicar
su diversidad: firmas individuales y empresas con forma de sociedad,
asociaciones sin fines de lucro, cooperativas, mutuales, etcétera. Con
este objetivo, presenta tres dimensiones esenciales: una visión de la
naturaleza de las organizaciones y en particular de lo que es una firma;
la definición de los principios de análisis de las formas de organización,
y un principio de explicación de la diversidad y de la selección de las
formas institucionales (¿por qué ciertas formas de organización como,
por ejemplo, la sociedad por acciones, se imponen y sobreviven?).

Firma y organizaciones como “nudos de contratos”


Las diferentes organizaciones pueden definirse de la misma manera:
como un “nudo de contratos” (nexus of contracts), escritos y no escritos,
entre los detentores de los factores de producción y los clientes (Jensen y
Meckling, 1976; Fama y Jensen, 1983). Constituyen ficciones legales que sir-
ven como “núcleo” para un conjunto de relaciones contractuales entre los indivi-
duos (Jensen y Meckling, 1976). La empresa privada es un caso particular,
el “de una ficción legal que sirve como núcleo para relaciones contractua-
les y que se caracteriza, además, por la existencia de créditos residuales
divisibles sobre los activos y los ingresos de la organización que pueden,

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la nueva ortodoxia neoclásica | 93

en general, ser vendidos sin la autorización de los otros contratantes”


(ob. cit.). La firma es así definida como un conjunto particular de contra-
tos, un sistema contractual específico. Esta concepción es similar a la que
vimos precedentemente en Alchian y Demsetz, pero es más general: no le
hace jugar un rol privilegiado al problema del trabajo en equipo. Lo fun-
damental es que “las relaciones contractuales son la esencia de la firma”
(ob. cit.) y esto se aplica tanto a las relaciones con los clientes como a las
relaciones con los proveedores, con los proveedores de capitales y con los
asalariados. Cada relación se analiza como una relación de agencia para
la cual hay que encontrar la configuración óptima, es decir, las reglas
contractuales que minimicen los costos de agencia.
Esta visión es muy general; sin embargo, tiene implicaciones consi-
derables que podemos resumir en tres posiciones clave:
1. La firma no tiene una existencia real (es una “ficción legal”).
Contrariamente al tratamiento de la microeconomía estándar, “la
firma no es un individuo” con motivaciones propias. No tiene
entonces ningún sentido interrogarse sobre los objetivos de la firma
o preguntarse qué cosas maximiza la firma o si tiene un comporta-
miento de maximización. De la misma manera, no hay que pregun-
tarse quién es el propietario de una firma (Fama, 1980). Sólo existen
individuos propietarios de factores que entran en las relaciones con-
tractuales. La única pregunta pertinente es aquella sobre la forma
de las relaciones contractuales entre los individuos, sobre las conse-
cuencias de los diferentes tipos de relación y sobre la manera en que
los cambios exógenos, por ejemplo en la tecnología, modifican las
relaciones contractuales.
2. “Tiene poco o ningún sentido intentar distinguir las cosas que están
‘adentro’ de la firma (o de cualquier otra organización) de las cosas
que están ‘afuera’” (Jensen y Meckling, 1976). La misma idea está
presente en Barzel (1989), para quien no tiene interés oponer tran-
sacciones de mercado y transacciones internas de la firma. La única
realidad importante es la existencia de una multitud de relaciones
contractuales complejas. La cuestión de las “fronteras” de la firma
no tiene, entonces, razón de ser.
3. No hay oposición fundamental entre firma y mercado, contrariamente a la
tesis de Coase (1937). Esto resulta directamente de lo dicho antes: si
sólo existen relaciones contractuales, no tiene sentido querer oponer
las relaciones y los modos de coordinación internos de la firma a

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94 | nuevas teorías de la empresa

las relaciones y los modos de coordinación externos como si fueran


de naturaleza diferente (coordinación por el mercado/coordinación
por la jerarquía). Este punto de vista es afirmado repetidamente por
los teóricos de los derechos de propiedad. Alchian y Demsetz (1972)
insisten, como lo vimos, en la tesis según la cual no hay en la firma
relación de “autoridad” distinta a la existente en toda relación de
mercado. Presentan a la firma como un “mercado privado” y sostie-
nen que se puede “considerar que, en el sentido habitual, la firma
y el mercado son formas competidoras del mercado”. Asimismo,
Barzel (1989, p. 52) ve en la oposición entre firma y mercado plan-
teada por Coase una “dicotomía errónea”.
Así, la noción misma de firma tiende a perder toda pertinencia y toda
sustancia. Partiendo de la idea de que hacía falta, para superar el enfo-
que de la firma punto, estudiar el interior de la “caja negra”, ¡llegamos
a la conclusión de que no hay ninguna caja! Este resultado puede pare-
cer paradójico, pero, en definitiva, no es otra cosa que la consecuencia
de un individualismo metodológico llevado a sus límites extremos: la
única realidad que importa es aquella de las relaciones entre indivi-
duos. El objeto de la teoría de la “firma” o más ampliamente, de las
organizaciones, no puede entonces ser más que el análisis de las rela-
ciones contractuales entre individuos.

El análisis de la organización a partir de las características de los contratos:


asunción de riesgos y proceso de decisión
Una organización es entonces un “nudo de contratos”. Su análisis es el
de los contratos “centrales” que la caracterizan, contratos que definen
las reglas de juego de la organización, los derechos de los contratantes,
los sistemas de evaluación y de remuneración de los agentes (Fama
y Jensen, 1983). La cuestión principal es saber cómo caracterizar un
sistema contractual. Siguiendo a Fama y Jensen, dos características son
privilegiadas: la afectación de “créditos residuales” y la atribución de
los diferentes momentos del proceso de decisión a los agentes.
Los contratos principales de una organización son aquellos esta-
blecidos entre la organización y quienes aportan recursos (capitales,
trabajo, etcétera). Las estructuras contractuales se diferencian fuertemente
según el modo de repartir los riesgos entre los agentes. La mayoría de ellas,
nos dicen Fama y Jensen, limitan los riesgos de quienes aportan los
recursos especificando una remuneración fijada a priori o ligada a una

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medida de prestación individual y por ende independiente de los


resultados. La diferencia entre los ingresos aleatorios de la organización
y las remuneraciones de los agentes fijadas por contrato constituye
el “riesgo residual”. Este riesgo es asumido por los agentes que, por
contrato, tienen un derecho sobre el ingreso neto de la organización.
Estos agentes son calificados como “acreedores residuales” (residual
claimants). Además, estos agentes tendrán, por lo general, el derecho
de utilizar como prefieran los recursos aportados por los otros agentes.
Encontramos aquí una estructura contractual similar a la estudiada por
Alchian y Demsetz. Su justificación se encuentra en el hecho de que
permitiría reducir los costos de control y de reajuste de los contratos a
los cambios de los riesgos y conduciría a una minimización de los cos-
tos, en la medida en que esta minimización sea conforme al interés de
los acreedores residuales (maximice sus ingresos). De esta manera, este
sistema contractual contribuiría a la supervivencia de la organización
(Fama y Jensen, ob. cit.). En este marco general, que puede ser consi-
derado como aquel de la firma privada, es posible distinguir diferentes
variantes según la naturaleza de las funciones y de los derechos de los
acreedores residuales: éstos pueden tener o no otra función en la orga-
nización (una función de gestión, por ejemplo) y un derecho de cesión
de sus créditos residuales sometido o no a restricciones.
El segundo elemento importante para caracterizar una estructu-
ra contractual concierne a la afectación de los poderes de decisión a los
agentes. Fama y Jensen distinguen cuatro momentos en el proceso de
decisión: la iniciativa, la ratificación, la puesta en marcha y la vigilan-
cia. El reparto de estas fases entre los agentes sería un factor esencial de
la eficacia y de la supervivencia de las organizaciones. La iniciativa y la
puesta en marcha son generalmente atribuidas a los mismos agentes,
por lo que se las reagrupa bajo el término de poder o función de gestión.
Asimismo, la ratificación y la vigilancia son reagrupadas bajo el nom-
bre de función de control.
El principio central de definición de una organización sería, en estas
condiciones, el modo en que se combinan la asunción de riesgos y el
poder de decisión. La firma individual o empresarial puede caracteri-
zarse por la reunión de las funciones de gestión y de control, así como
de la asunción de riesgos residuales en un mismo agente (o pequeño
número de agentes). Los teóricos de la agencia se dedicaron a determi-
nar en qué casos es más eficiente separar esas tres funciones y, en esta

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96 | nuevas teorías de la empresa

dirección, a explicar la existencia de diferentes formas de organización


y, particularmente, de la gran sociedad por acciones fundada en la sepa-
ración entre “propiedad” y “control”.

Costos de agencia y selección de las formas de organización


La explicación de la diversidad de las formas de organización y el análi-
sis de sus propiedades se basarán en el análisis de los costos de agencia
en diferentes situaciones. Los trabajos en la materia son múltiples (como
ejemplo, nos podemos remitir al artículo fundador de Jensen y Meckling,
1976). La lógica que los orienta es la de mostrar que en toda circunstancia se
impone la configuración contractual más eficiente. El análisis de Fama y
Jensen (1983) es perfectamente representativo del enfoque de la teoría
positiva de la agencia. Cuando las estructuras contractuales son caracte-
rizadas como lo acabamos de ver, los autores plantean dos proposiciones
presentadas como fundamentales: (i) la separación entre asunción de riesgos
y función de gestión conduce a sistemas de decisión que separan función
de gestión y función de control; (ii) la combinación de la función de
gestión y de la función de control en una pequeña cantidad de agentes
conduce a restringir los créditos residuales a esos mismos agentes.
Estas proposiciones apuntan particularmente a explicar la coexisten-
cia de la firma individual y la gran sociedad por acciones, y a justificar
la existencia de esta última como forma de organización eficiente.
La argumentación se basa en la noción de complejidad organiza-
cional. Una organización será considerada no compleja cuando las
informaciones específicas útiles a la decisión estén en manos de uno o
un pequeño número de agentes. Será entonces eficiente atribuir simul-
táneamente la función de gestión y la función de control a esos agentes.
En este caso, los poseedores de créditos residuales tendrán pocas posi-
bilidades de protegerse de los comportamientos oportunistas del o los
poseedores del poder de decisión. Entonces, la mejor manera de reducir
los costos de agencia es darles el derecho sobre los créditos residuales
a quienes deciden. Esta solución presenta sólo dos inconvenientes: por
un lado, sacrifica las ventajas de la especialización de las funciones de
decisión (pero en un caso en el que esas ventajas pueden ser limitadas);
por otro lado, renuncia a las ventajas de repartir los riesgos residua-
les. Es la mejor solución, siempre y cuando estos inconvenientes sean
menores a los que serían los costos de vigilancia de una relación de
agencia.

Coriat.indb 96 3/27/11 10:17:38 PM


la nueva ortodoxia neoclásica | 97

Al contrario, en las organizaciones complejas, los conocimientos específicos


están repartidos entre diferentes agentes de la organización. Las ventajas de la
especialización hacen que los costos sean menores si el poder de decisión
es delegado a los agentes que tienen las informaciones. Los problemas de
agencia resultantes se limitan separando las decisiones de gestión de las
decisiones de control. Además, a menudo, los derechos sobre los créditos
residuales también se reparten entre un gran número de agentes. Les resul-
taría costoso ejercer ellos mismos las decisiones de control; es más eficiente
delegar esta función. Así, la organización más eficiente estaría caracterizada
por la separación de la gestión, del control y de la asunción de los riesgos
residuales. Esto es lo que caracteriza a la sociedad por acciones “abierta”,
aquella en la que los accionistas no necesitan intervenir en el funcionamien-
to de la organización y en la cual los créditos residuales se pueden ceder
libremente. De esta manera se justificaría, esencialmente, la separación entre
propiedad y control. La organización de la gran empresa moderna se explica
fundamentalmente por su eficiencia superior. “El derecho y la sofisticación de
los contratos relativos a la empresa moderna son, a la vez, el producto de un
proceso histórico en el cual existieron fuertes estímulos para que los indivi-
duos minimizaran los costos de agencia” (Jensen y Meckling, 1976).

Los límites de una reconstrucción:


¿los fundamentos neoclásicos son compatibles
con la comprensión de la firma?

La economía de los derechos de propiedad y la teoría de la agencia pro-


ponen una comprensión de las formas institucionales como sistema de
organización coherente y compatible con los intereses particulares. La firma, en
sus diferentes formas, se define como un sistema de relaciones contrac-
tuales que apuntan a gestionar los conflictos potenciales entre agentes
individuales y a canalizar los comportamientos en un sentido conforme
al interés de todos (es decir, de manera de asegurar una situación óptima).
Para los neoclásicos, se trata de mantener lo esencial de sus principios y
sus conclusiones sobre la eficiencia del mercado construyendo una teoría
de la firma y de las instituciones que respete el individualismo metodoló-
gico (cosa que no hace la conceptualización de la firma de la microecono-
mía estándar) y enmendando el análisis walrasiano de las relaciones entre
agentes en una dirección: la que asume las imperfecciones y asimetrías de
información. Los análisis propuestos tienen cierta fuerza que se basa en

Coriat.indb 97 3/27/11 10:17:38 PM


98 | nuevas teorías de la empresa

un análisis fino de las formas de propiedad y en una visión más realista


de las relaciones económicas, tomando en cuenta las oposiciones de inte-
reses entre los agentes: no se puede comprender efectivamente la firma, o
toda forma institucional, sin considerar el juego complejo de relaciones y
oposiciones de intereses de sus miembros.
Involucrada en esta vía, la construcción neoclásica busca, antes que
nada, preservar sus fundamentos esenciales. El primero es el rechazo
de cualquier otra consideración que aquella de las relaciones entre indi-
viduos. El individualismo metodológico más estricto conduce a reducir
toda forma de organización, toda institución, a un conjunto de formas
interindividuales, ateniéndose, en lo esencial, a relaciones puramente
bilaterales. Esto limita fuertemente su capacidad de estudiar las formas
colectivas complejas y, como lo veremos más adelante, conduce a una
disolución completa de la noción misma de firma.
El análisis de las relaciones entre individuos es desarrollado desde
una óptica marcada por el rechazo de toda idea de jerarquía o de relaciones
de poder entre agentes. Una relación económica entre individuos se con-
cibe (salvo en el caso de intervenciones externas, particularmente del
Estado) sólo como una relación contractual libre. Incluso, el hecho de
tomar en cuenta las implicaciones de un posible poder de monopolio
en las relaciones principal-agente parece estar excluido. De la misma
manera, son ignoradas las posibles desigualdades en la posición de los
agentes, aunque más no sea desde el punto de vista de sus dotaciones
iniciales de “factores” (¡y de riqueza!), y sus consecuencias para la
definición de las relaciones contractuales y el reparto de la renta. Esto
conduce a rechazar la idea según la cual la firma se basaría en algún
tipo de principio de jerarquía o principio disciplinario y las relaciones
internas a la firma, particularmente las relaciones entre la firma, o sus
propietarios, y los asalariados, podrían ser de una naturaleza diferente
a la del mercado “normal”. Citemos a Alchian y Demsetz [1972]:

[La firma] no tiene ningún poder de control, ninguna autoridad, nin-


guna acción disciplinaria diferente, en cualquier nivel, a una relación
contractual mercantil entre dos personas cualquiera. [...] ¿Cuál es,
entonces, el contenido del supuesto poder de administrar y asignar
las diferentes tareas a los trabajadores? Exactamente el mismo que
tiene un pequeño consumidor al administrar y asignar diferentes
tareas a su tendero.

Coriat.indb 98 3/27/11 10:17:39 PM


la nueva ortodoxia neoclásica | 99

De esta manera, el enfoque neoclásico contractual convierte a la


gestión de las divergencias y de las oposiciones entre intereses par-
ticulares en la cuestión central de las instituciones, empujando el
análisis de los comportamientos individuales egoístas (como lo hace
Williamson) más allá de lo que lo hacía la microeconomía tradicio-
nal, pero postulando que los conflictos siempre pueden ser resueltos
por medio de acuerdos libres que, en definitiva, preserven lo mejor
posible los intereses de cada uno. Las organizaciones existentes son
aquellas elegidas por los individuos porque estiman poder obtener
un beneficio mutuo. Existen oposiciones de intereses, pero nunca
conducen a fenómenos de dominación y de poder, al uso de la coer-
ción o de la violencia. Otra implicación esencial de esta visión: toda
relación económica puede concebirse como una transacción (libre)
asimilable a una relación de mercado.
Para resumir, tanto la economía de los derechos de propiedad como
la teoría de la agencia (al menos la teoría positiva) se proponen demos-
trar que las relaciones contractuales libres conducen, en cualquier cir-
cunstancia, a las elecciones del sistema contractual o, en otros términos,
de la forma institucional más eficiente. En definitiva, se trata de elevar
a un nivel de generalización superior la tesis de la optimalidad de los
equilibrios espontáneos del mercado. Particularmente, esto pasa por el
mantenimiento del método del equilibrio estático y una concepción de la
eficiencia asignativa. Para un sistema de derechos de propiedad dado,
el comportamiento de una organización es aquel que resulta de la reali-
zación del equilibrio, cuya determinación se basa en la conservación de
una hipótesis estricta de racionalidad sustancial. El sistema de derechos
de propiedad elegido será aquel gracias al cual el equilibrio obtenido
resulte más eficiente.
Así, la existencia de la firma y las diferentes formas de firmas (espe-
cialmente la firma clásica y la gran sociedad por acciones) se explican
por un proceso de selección de las formas institucionales más eficien-
tes. La particularidad de las formas de organización y la diversidad de
formas de empresa son el resultado de las diferentes configuraciones
de los datos fundamentales tratados como exógenos: las preferencias de
los agentes (especialmente sus actitudes frente al riesgo), las caracte-
rísticas de la tecnología (indivisibilidades, obligaciones de la producción
en equipo, grado de “complejidad” de las informaciones, etcétera) y el
reparto inicial de los activos entre los agentes.

Coriat.indb 99 3/27/11 10:17:39 PM


100 | nuevas teorías de la empresa

Desde el punto de vista de la teoría de la firma, la consecuencia más


espectacular de este enfoque es, en definitiva, la completa disolución
de la noción misma de firma. Es lo que demostramos anteriormente:
una vez remitidos a un individualismo metodológico estricto y toda
institución reducida a un conjunto de relaciones interindividuales, una
vez que se lleva toda relación entre agentes a un mismo modo de rela-
ción contractual genérica, no queda el más mínimo lugar para ningún tipo
de distinción entre las relaciones internas de la firma y las relaciones externas,
entre coordinación por la firma y coordinación por el mercado, como lo dicen
explícitamente Alchian y Demsetz (1972).
Frente a esta construcción, podrían retomarse todas las cuestiones
relativas al paradigma neoclásico: condiciones de la validez del método
del equilibrio; límites de un enfoque estático y del tratamiento de las
preferencias y de la tecnología como datos exógenos, en particular para
comprender los procesos largos de formación y de transformación de
formas de organización industriales; interrogantes sobre la hipótesis
de racionalidad sustantiva; reducción de la economía al problema del
intercambio, entre otras. Sin embargo, a la luz de los trabajos recientes,
dos ejes esenciales de crítica merecen ser privilegiados. El primero
emana de los radicales estadounidenses, el segundo de la corriente evo-
lucionista. Cada uno conduce a direcciones profundamente diferentes.
La crítica radical se sitúa en gran parte sobre el terreno mismo de
la economía de los derechos de propiedad y de la teoría de la agencia:
la firma y las instituciones deben ser analizadas fundamentalmente
como modos de gestión de los conflictos y de las oposiciones de inte-
reses. Pero, para llevar a cabo tal análisis, es necesario ir más allá de la
visión neoclásica del homo economicus y también más allá de la simple
consideración de los problemas de información imperfecta sobre los
cuales se focalizan los nuevos neoclásicos, volviendo al espíritu de la
economía política como la concebían los clásicos y Marx. Esto conduce
a un ensayo de refundación del análisis de las relaciones económicas y
de las instituciones, implicando particularmente la consideración de las
cuestiones de poder y de dominación: las asimetrías entre agentes y entre
grupos no conciernen sólo a la información, las oposiciones de intereses
no siempre se resuelven dándose la mano, ¡sino también con golpes
(por no decir más)! Desde el punto de vista de la teoría de la firma,
esta concepción desemboca en varias proposiciones clave (cf. Bowles y
Gintis, 1993; Rebitzer, 1993):

Coriat.indb 100 3/27/11 10:17:39 PM


la nueva ortodoxia neoclásica | 101

yy Las instituciones, como los mercados, no sólo tienen una función


de asignación y de coordinación, sino también una función discipli-
naria. Esta función disciplinaria es asegurada por el ejercicio de un
poder que encuentra su raíz particularmente en las obligaciones
que sufren los agentes a partir del hecho de que los mercados fun-
cionan en desequilibrio (especialmente el mercado del trabajo y del
crédito).
yy La estructura de la firma capitalista está jerarquizada por naturale-
za; se basa en el ejercicio de un poder de los propietarios sobre los
asalariados.
yy Una consecuencia esencial de estas tesis es que las formas de organi-
zación y los sistemas de derechos de propiedad no se imponen por
su eficiencia superior sino en función de su capacidad de imponer a
los agentes, en particular a los asalariados, la ejecución de sus com-
promisos. De esta manera, la firma capitalista se basa en un sistema
de derechos de propiedad ineficaces (Bowles y Gintis, 1993).
En una perspectiva más general, las estructuras económicas existentes
son el resultado de desarrollos históricos y no pueden pretender, a
priori, la optimalidad (Rebitzer, 1993). De esta manera, la tesis, presente
tanto en los neoclásicos como en Williamson, según la cual el proceso
competitivo llevaría a la selección de las instituciones más eficaces, es
totalmente recusada, a la vez, por la referencia privilegiada a la función
disciplinaria de las instituciones y por la consideración del carácter
histórico de los procesos de evolución (hay “dependencia del camino”:
en un momento dado, las instituciones dominantes son el producto de
toda la evolución pasada) y de la posibilidad de equilibrios múltiples.
Así, retomando en parte el aparato analítico y las preguntas de las
teorías de los derechos de propiedad y de la agencia, los radicales pro-
ponen una visión de la naturaleza de la firma y una grilla de análisis de
sus formas de organización profundamente renovadas.
Sin embargo, existe una manera por completo diferente de oponerse
al nuevo paradigma neoclásico, que parte de una concepción de la firma
radicalmente distinta y que podemos calificar como concepción cogniti-
va: la firma ya no es concebida como un sistema de resolución de problemas
y de creación colectiva. En esta dirección, inspirada por Schumpeter más
que por Marx, nos llevará la visión evolucionista.

Coriat.indb 101 3/27/11 10:17:39 PM


4 | Aprendizajes, rutinas y competencias:
la firma evolucionista1

Si bien no es fácil identificarla, existe una escuela evolucionista. Sus


orígenes son dobles. Por un lado, C. Freeman, instalado en la Science
Policy Research Unit, fue el primero en volver a Schumpeter, inaugu-
rando de esta manera lo que sería un retorno general de la profesión
al profesor de Harvard y a sus enseñanzas. El esfuerzo de Freeman está
esencialmente orientado a poner al día la teoría de las ondas largas o de los
ciclos largos de Schumpeter. Más allá de la simple exhumación de la teoría
de las ondas largas, numerosos ámbitos serán reexplorados o reinterpre-
tados: especialmente la teoría del crecimiento y la del cambio técnico.
Sin embargo, si bien C. Freeman es el pionero en la materia del retorno a
Schumpeter, es a Nelson y Winter (1982), en una obra rápidamente con-
vertida en una referencia clave, a quienes corresponde haber planteado
realmente las bases de lo que hoy constituye la escuela evolucionista.
En este movimiento, la teoría de la firma será objeto de análisis
renovados y esta renovación se efectuará de manera casi continua. De
Nelson y Winter (1982) a Teece (1982, 1987, 1988) y a Dosi (1984, 1988)
o a Dosi y Marengo (1994), por no citar más que algunas de las contri-
buciones fundamentales, la teoría evolucionista de la firma no para de
enriquecerse y de refinarse. Finalmente, estos diferentes autores van a
converger en una contribución esencial que servirá aquí de referencia
principal (cf. Dosi, Teece y Winter, 1990).2
Luego de recordar algunos de los postulados fundamentales de este
enfoque, nos proponemos presentar aquello que nos parece constituir

1 Este capítulo ha sido beneficiado por una lectura muy estimulante de G. Dosi. Los
autores quieren expresar su agradecimiento y precisar que, siguiendo el uso, son
los únicos responsables de las tesis y los puntos de vista aquí desarrollados.
2 Precisemos que al día de hoy sigue sin existir un planteamiento sistemático de la

teoría de la firma por parte de los autores evolucionistas. Sin embargo, el texto citado
constituye, a nuestro parecer, una excelente introducción a tal tipo de planteamiento.
Por otro lado, partiremos de este texto y completaremos sus carencias o sus silencios
refiriéndonos a otros textos de los autores.

102

Coriat.indb 102 3/27/11 10:17:40 PM


aprendizajes, rutinas y competencias: la firma evolucionista | 103

el corazón de la concepción evolucionista de la firma, aquello que la


distingue de las otras contribuciones que le son próximas. Por último,
se propondrán algunas consideraciones críticas.

Algunos postulados de base


del enfoque evolucionista3

En su obra de 1982, Nelson y Winter vuelven ampliamente a los oríge-


nes y a los fundamentos del enfoque evolucionista. Más allá de la refe-
rencia obligada e insistente a Schumpeter, los autores repasan algunas
filiaciones esenciales que debemos considerar si queremos captar el
espíritu y las intenciones que presidieron la formación de este nuevo
enfoque.
Entre las referencias citadas como centrales para la inspiración
de los autores evolucionistas figuran especialmente dos artículos, de
Alchian (1950) y Penrose (1952), quienes se inscriben en una discusión
crítica muy nutrida, en esa época, por el argumento de la selección
natural de Friedman (1953), y el giro dado por Winter (1987a y 1987b),
ya que, como su apelación “evolucionista” lo indica, la referencia a los
modelos biológicos tiene un lugar central en todo el enfoque.
Como punto de partida, se encuentra la intuición de Alchian (1950),
quien, preguntándose sobre los principios que fundan la decisión en
universos de información incierta, pretende incorporar en la teoría
económica “los principios de la evolución biológica y de la selección
natural”. Este punto le parece esencial, dado que hace falta encontrar
un nuevo marco de análisis de los procesos de selección de merca-
do a partir del momento en que –con el abandono de la hipótesis de
información cierta– pretende también renunciar a la hipótesis de los
comportamientos maximizadores del individuo calculador perfecto. Su
conclusión será que las firmas sólo pueden ser guiadas por la búsqueda
de “reglas de conducta” (guiding rules of action) que permitan su super-
vivencia, es decir, un nivel de beneficio “suficiente” y no “máximo”.
De esta manera, los comportamientos de búsqueda de “satisfacción”
(satisfacing) sustituyen necesariamente a los de maximización.

3 Este apartado le debe mucho a un trabajo de investigación efectuado por P. Mangolte


(1992) en el marco de una tesis de Diploma de Estudios Avanzados, defendida en la
Universidad de París 13.

Coriat.indb 103 3/27/11 10:17:40 PM


104 | nuevas teorías de la empresa

En 1953, Friedman retoma estas proposiciones en un artículo desde


entonces clásico. Desarrollando una analogía biológica (las hojas de un
árbol, en búsqueda constante de luz, se conducirían como si intentaran
maximizar sus necesidades), retoma las proposiciones de Alchian para
intentar refundar, incluso en universos inciertos, las hipótesis estándares
de maximización. Así, afirma lo siguiente: “Si el comportamiento de los
empresarios no fuera, de una manera u otra, cercano al comportamiento
compatible con la maximización del beneficio, me parece poco probable
que siguieran por mucho tiempo en los negocios” (1953, p. 22).
Dentro de este contexto, Winter (1971) entra a su vez en el debate.
Contrariamente a Friedman –para quien la analogía es movilizada
por la justificación de la hipótesis de los comportamientos maximi-
zadores–, Winter concluye en un sentido próximo a las intuiciones
iniciales de Alchian, sosteniendo que de la misma manera que en
biología la selección natural sólo actúa a largo plazo sobre la selección
de las especies, hace falta referirse a las estructuras de las firmas para
entender la evolución. “Las firmas establecen reglas de decisión y las
aplican de manera rutinaria de período en período”; no cambian sino
en circunstancias excepcionales. Comúnmente, “las firmas ‘satisfacen’
con respeto a sus reglas de decisión” (1971).
Todo este debate aflora permanentemente en la obra clásica de
Nelson y Winter (1982). Pero su interés está en otra parte, dado que el
objetivo es avanzar de manera decisiva frente a las discusiones ante-
riores. Su ambición consiste en un intento sistemático por construir
una teoría general del cambio en economía. Fiel a la inspiración y a
las referencias de la biología, la obra busca tres resortes esenciales que
permitan darle cuerpo y fuerza al proyecto. Se trata de identificar en los
comportamientos de los agentes económicos:4
yy elementos de permanencia o herencia, que tuvieran en economía el
mismo rol que los genes en biología; como lo veremos más adelante,
esos “genes” son, para los evolucionistas, las “rutinas” aplicadas por
los agentes y quienes fundan sus comportamientos;
yy un principio de variaciones o de mutaciones; se trata del principio
dinámico que empuja hacia las evoluciones; este principio será
identificado por los evolucionistas en los comportamientos de

4 Sobre todos estos puntos, cf. el trabajo de elucidación llevado a cabo por Mangolte
(1992).

Coriat.indb 104 3/27/11 10:17:40 PM


aprendizajes, rutinas y competencias: la firma evolucionista | 105

“search” (búsqueda) que están en la base de las innovaciones; estos


comportamientos de alto riesgo y consecuencias imprevisibles son
provocados por las situaciones de amenaza que atraviesa la firma (o
la economía); finalmente, aseguran su transformación;
yy un mecanismo de selección que actúe sobre los genes y las mutacio-
nes; este mecanismo, que actúa como filtro seleccionando entre las
diferentes evoluciones posibles, está constituido por el entorno de
las firmas donde se sustancian las obligaciones de mercados más o
menos estrictos o “flojos” y que van a “filtrar” los comportamientos
competitivos de las firmas para retener sólo algunos de ellos.
A partir de estas consideraciones iniciales, pueden presentarse las
proposiciones básicas que permiten caracterizar las grandes elecciones
heurísticas del enfoque.

Rasgos distintivos del evolucionismo


Siguiendo aquí a Dosi (1991), propondremos que el enfoque evolucio-
nista puede comprenderse por los siguientes rasgos:
1. Se concentra en las propiedades de los sistemas económicos cuyas
dinámicas se movilizan de manera interna por la emergencia persis-
tente de innovaciones en los productos, los procesos y las formas de
organización. Las representaciones y los “modelos evolucionistas se
aplican a modelizar sistemas económicos ricos en interacciones posi-
tivas” (lo cual se traduce en el plano de las herramientas matemáticas
por una preferencia marcada por los modelos no lineares). También
–y esta precisión es esencial– debe quedar claro que “el evolucio-
nismo no implica una noción de necesario gradualismo: el evo-
lucionismo es también coherente con la idea de cambios abruptos,
inestabilidades, revoluciones (de la misma manera que en biología el
evolucionismo autoriza discontinuidades)” (Dosi, 1991, p. 354).
2. “Teniendo en cuenta la naturaleza específica de los modelos evolu-
cionistas, se concluye que las características de los microcomporta-
mientos difícilmente pueden deducirse de algún tipo de principio
de racionalidad invariante” (Dosi, 1991, p. 355). Estos comporta-
mientos sólo son inteligibles si planteamos a priori que las firmas
son capaces de aprender durante sus interacciones para adaptar sus
comportamientos. Como lo veremos enseguida, de allí viene el rol
central atribuido a las rutinas que se encuentran en el corazón del
comportamiento de las firmas.

Coriat.indb 105 3/27/11 10:17:41 PM


106 | nuevas teorías de la empresa

3. Finalmente: “Las propiedades de autoorganización son tan impor-


tantes como específicas de los modelos evolucionistas: más allá del
tipo de orden o estructura que los modelos generen, suelen ser el
resultado colectivo de fluctuaciones lejanas al equilibrio” (Dosi,
1991, p. 354).
De cierta manera, en estas pocas proposiciones ya está todo dicho: una
vez instalada en el corazón de la metodología la consideración de las inte-
racciones permanentes entre agentes (proposición 1), los evolucionistas
son llevados a plantear como esencial una hipótesis cognitivista que hace
de los agentes sujetos “evolutivos”, no dotados a priori de ningún tipo de
principio de racionalidad, pero cuyos comportamientos se construyen a
lo largo de los aprendizajes (proposición 2); esta hipótesis de comporta-
mientos conduce necesariamente a equilibrios múltiples, dependientes de
las interacciones y de los aprendizajes (proposición 3). La intención crítica
es perfectamente clara. La originalidad de los autores evolucionistas está
en el hecho de que, sin rechazar de ningún modo el individualismo meto-
dológico –y, al contrario, reivindicando a veces una suerte de ultraindivi-
dualismo metodológico–,5 se trata de afirmar al mismo tiempo el rechazo
de la hipótesis de maximización y la de racionalidad sustantiva.
Explicitemos estos puntos y sus implicaciones.

Dos hipótesis clave


“Ultraindividualismo” y racionalidad procedimental
En el artículo citado (Winter, 1991), consagrado a una reevaluación de
la teoría de la firma, el autor, antes de proceder a una exposición posi-
tiva de su propia concepción, comienza por formular cuatro críticas
esenciales a la teoría neoclásica estándar de la firma. La primera, y sin
dudas la principal de esas críticas, consiste en remarcar que la teoría
estándar contiene un “conflicto con el individualismo metodológico”.6
Sobre este punto, no sin malicia, Winter remarca que mientras en
general los teóricos neoclásicos demuestran una vigilancia extrema
por rechazar (y a menudo burlarse de) toda construcción que no parta

5 Cf. sobre este punto, Winter (1991) en Williamson y Winter (1991).


6 Luego de haber recordado con Brennan y Tullock (1982, p. 225) que si ocurre que colec-
ciones de individuos sean tratados como entidades, hay que tener en mente que el tratamiento
holístico de grupos de individuos puede llevar a errores graves (mislead greatly) o llevar a no
tomar en cuenta ciertas dimensiones de la realidad que son extremadamente importantes (invol-
ve overlooking dimensions of reality). Citado por Winter (1991, p. 181).

Coriat.indb 106 3/27/11 10:17:41 PM


aprendizajes, rutinas y competencias: la firma evolucionista | 107

del individuo soberano, esta vigilancia da lugar, repentinamente, al


más extraño silencio cuando se trata de la firma. Winter escribe sobre
este punto: “Es interesante notar que, de hecho, los manuales de base
prefieren netamente afrontar la realidad investida en la abstracción
del consumidor aislado antes que la complejidad de la realidad”. En
contradicción, advierte Winter: “En el caso de la firma, sin embargo, se
hace la elección inversa, por lo general con pocas o ninguna justifica-
ción (‘In the case of the firm, however, the opposite choice is made often with
little or no apology’)” (p. 181).
En oposición a esta visión, Winter clama bien alto la necesidad de
proceder a partir de una visión de la firma constituida por individuos
distintos y dotados de características cognitivas que les son propias.
Esta posición “ultraindividualista” es esencial. Es ella la que hace virar a
los evolucionistas hacia el lado de la racionalidad del procedimiento y, por lo
tanto, también del “satisfacing”,7 antes que hacia el lado de los compor-
tamientos de maximización.
Si la firma no es reducida a un actor último y si tomamos en cuenta
los individuos que la componen, la acción de los agentes en el seno de
la firma sólo puede alcanzar algún nivel de coherencia si hay rutinas que
vinculen los comportamientos entre ellos. A partir del momento en que
se hace “explotar” a la firma en la serie de agentes que la componen,
surge un grave problema: ¿cómo se puede realizar la coordinación nece-
saria si la firma, a pesar de ser reducida a una colección de individuos,
es también una “entidad” que se sustancia como tal en sus comporta-
mientos? La respuesta evolucionista consiste en desestimar la hipótesis
del director omnisciente (el manager capaz de asumir la supercoordina-
ción entre decisiones a priori no coherentes), para proponer una solución
totalmente distinta. Son las “rutinas” adquiridas por los agentes a lo
largo de sus interacciones las que permiten la coherencia de las decisio-
nes. Esto resumen Nelson y Winter cuando escriben (1982, p. 104):

El elemento central para el rendimiento organizacional en la pro-


ducción es la coordinación; el elemento central en la coordinación
es que los individuos conozcan su trabajo, interpreten y respondan
correctamente los mensajes que reciben.

7 Cf. el capítulo 1, donde se presentaron las contribuciones sobre este punto, decisivas
para toda la teoría de la firma de Simon.

Coriat.indb 107 3/27/11 10:17:41 PM


108 | nuevas teorías de la empresa

De este modo, la noción de rutina ocupa un lugar crucial no sólo


en la teoría de la firma, sino más ampliamente en toda la representa-
ción evolucionista. En los universos ricos en interacciones apreciados
por los evolucionistas, las rutinas se encuentran en el corazón de los
comportamientos. Son ellas quienes vuelven posible la reproducción
tanto de los “individuos” como de la sociedad considerada en su
conjunto. Conviene, entonces, detenerse un poco en su definición y
su caracterización.

Rutinas y satisfacing
De la manera más simple, las rutinas son definidas como el equilibrio a
nivel de la firma de las habilidades (skills) de los individuos. De manera
más comprensiva, Nelson y Winter escriben (1982, p. 97):

Utilizamos el término ‘rutina’ de una manera muy flexible, tanto


como el término ‘programa’ [...] es utilizado en una discusión sobre
la programación de una computadora. Hace referencia a un modelo
de actividad repetitivo para una organización entera, así como a una
competencia individual.

Estas competencias se dividen en subcompetencias múltiples. Se des-


prende que la firma está, de esta manera, dotada de un “repertorio”
de respuestas, y la capacidad del actor de elegir en su repertorio las
buenas respuestas es en sí misma un elemento de “habilidad” (skill).
Sin embargo, lo ideal es que frente a una situación dada, las respuestas
se produzcan de manera casi automática. Ante los límites cognitivos
del individuo y el carácter complejo de las interacciones entre los
comportamientos de los individuos, fundamentalmente una firma sólo
sobrevive si dispone en su seno (en sus “genes”, diríamos, por seguir la
línea de la metáfora biológica) de las rutinas necesarias para enfrentar
los cambios de su entorno. Estas rutinas provienen a su vez de un con-
junto de aprendizajes que terminan consolidando formas de respuestas
que incluyen amplios campos de conocimientos tácitos. En esta línea,
Nelson y Winter (1982, pp. 88-89) pueden escribir: “La ventaja de la
competencia es alcanzada por la supresión de toda deliberación a nivel
de las elecciones, confinando el comportamiento a caminos bien defini-
dos y reduciendo la selección posible a otra parte del programa”. Hay
que remarcar aquí que la “automaticidad” de las respuestas es presen-

Coriat.indb 108 3/27/11 10:17:41 PM


aprendizajes, rutinas y competencias: la firma evolucionista | 109

tada por los autores como una “ventaja”, de la misma manera que un
cuerpo vivo sólo se reproduce con la “ventaja” de los genes.
Implícita en la idea de automaticidad está la idea de carácter “tácito”
de las habilidades y los conocimientos que dictan las respuestas de los
agentes. Bien formados y entrenados, buscan espontáneamente en el
repertorio de respuestas del que disponen para dar la respuesta correc-
ta, sin necesariamente ser capaces de explicar sus elecciones ni en qué
habilidades particulares consisten esas elecciones.
Esta dimensión (tacitness) es resultado de las características cogniti-
vas de los sujetos. Éstos no son en lo absoluto perfectos optimizadores
ni calculadores. Funcionan siguiendo rutinas.
Dadas estas precisiones sobre las elecciones metodológicas genera-
les del enfoque evolucionista, es ahora posible centrarse más precisa-
mente en la teoría de la firma que de él se desprende.

La firma evolucionista

Como ya lo indicamos, el artículo citado de Dosi, Teece y Winter (1990)


presenta para nuestro tema un interés particular, en la medida en que
propone un momento de síntesis.

El punto de partida: ni economía de producción pura


ni economía de intercambio pura
En este artículo, los autores presentan su visión de la firma como el
resultado, en un comienzo, de una doble insatisfacción, de un doble
rechazo.
Rechazo, para empezar, de la visión neoclásica, según la cual la
firma se puede reducir a una combinación técnica. Si bien es enriqueci-
do por los desarrollos contemporáneos alrededor de la noción de firma
multiproducto (Baumol, Panzar y Willig, 1982), este enfoque les parece
forzosamente restrictivo a los autores evolucionistas, en la medida en
que deja por completo de lado la consideración de la organización, que
constituye para ellos un elemento esencial y necesariamente constituti-
vo de una teoría “general” de la firma. Por estas razones, este enfoque,
calificado como concerniente a una “pura economía de producción”,
no es aceptado.
El segundo rechazo, a la inversa del precedente, es el que con-
cierne al “enfoque transaccional puro” característico de las visiones

Coriat.indb 109 3/27/11 10:17:41 PM


110 | nuevas teorías de la empresa

neoinstitucionalistas de la firma, llamado también “enfoque contrac-


tual”. El conjunto de desarrollos que van desde Williamson hasta Fama
(y hasta Aoki, donde encuentran una suerte de consumación), según
los cuales toda la firma se reduce a un “nudo de contratos” implícitos o
explícitos, define para nuestros autores una firma enteramente desma-
terializada y, en última instancia, “una empresa vacía”.
Para llegar a una teoría verdadera de la firma, los evolucionistas
consideran que antes que nada hace falta responder a una pregunta
esencial, ante la cual la literatura no ofrece ninguna respuesta satisfac-
toria, aun cuando, lo cual es excepcional, esta pregunta ya se ha hecho.
Es la pregunta sobre la “coherencia” de la empresa.
En el origen de esta pregunta está el hecho de que, ante una pobla-
ción de firmas dada, dos observaciones se imponen: la de la diversidad
de carteras de productos que ofrecen, al mismo tiempo que la del carácter
no aleatorio de la distribución de las carteras de productos, tanto en el seno
de una empresa dada como entre las empresas. El grado de proximidad
entre las actividades de una gran empresa moderna es lo que los evolu-
cionistas designan bajo el término de “coherencia”.8
De esta manera, detrás de la pregunta aparentemente anodina de la
“coherencia” de la empresa, surgen al menos tres series de preguntas
distintas que constituyen la materia de una teoría de la empresa. Se
trata de plantear criterios que a la vez permitan:
yy distinguir una firma de otra, por ejemplo IBM de Monoprix, o bien
Motorola de Biscuiteries Nantaises;
yy explicar por qué cada firma considerada de manera aislada aloja una
cartera de actividades no aleatorias que responden a una “coherencia”
interna (en el ejemplo precedente: por qué Motorola produce pro-
gramas y microprocesadores y no galletitas);
yy explicar qué lógicas siguen las firmas cuando evolucionan y se transfor-
man, es decir, cuando cambian de cartera, de actividades o de activi-
dad principal; este último interrogante es especialmente importante
para los autores evolucionistas, en la medida en que, como lo hemos
remarcado, están particularmente comprometidos en explicar los
fenómenos económicos bajo un ángulo dinámico.

8 Como lo señalan los evolucionistas en esta definición, el acento está puesto no sobre “el
porqué de la diversificación de las empresas, sino sobre el porqué de las diversificaciones en las
líneas de evolución particulares” (Dosi, Teece y Winter, 1990).

Coriat.indb 110 3/27/11 10:17:42 PM


aprendizajes, rutinas y competencias: la firma evolucionista | 111

Para responder a estas tres series de preguntas, que constituyen lo esen-


cial de su programa de investigación, los evolucionistas deben precisar
los atributos clave de la firma y de los entornos en los cuales operan. De
esta manera, llegamos al corazón de su teoría de la empresa.

Atributos de la firma y determinantes de su evolución


Es necesario partir de las nociones conjuntas de aprendizaje y de rutinas
para penetrar en el corazón de la empresa y evidenciar su especificidad.

Aprendizaje y rutinas
Para los evolucionistas, el aprendizaje puede definirse como un
“proceso a través del cual la repetición y la experimentación hacen
que, a lo largo del tiempo, las tareas se efectúen mejor y más rápido
y que se experimenten sin cesar nuevas oportunidades en los modos
operatorios”.
Cinco características permiten precisar este concepto clave de
aprendizaje:
1. El aprendizaje es acumulativo: “Lo que se aprende en un período
se apoya sobre lo que se ha aprendido en el transcurso de períodos
anteriores” (Dosi, Teece y Winter, 1990, p. 243). Así, a lo largo del
tiempo, repetición y experimentación aumentan y se vuelven más
complejas enriqueciendo las habilidades de los agentes.
2. Punto decisivo para toda teoría de la empresa: “El aprendizaje glo-
bal implica competencias más organizacionales que individuales”
(ob. cit.). Este rasgo se explica dado que “si bien las competencias
individuales son esenciales, su valor depende de su empleo en
las estructuras organizacionales particulares” (ibíd.). En resumen:
“el aprendizaje requiere códigos comunes de comunicación y de
procedimientos coordinados de búsqueda de soluciones” (ibíd.).
Precisemos que los códigos son transferibles (en la medida en que
se pueden formalizar), pero que el aprendizaje como tal sólo puede
transferirse mediante ciertas pérdidas de sustancia (recuadro 4.1).
3. El conocimiento engendrado por el aprendizaje es materializado y
“comprendido” en “rutinas organizacionales” definidas aquí preci-
samente como “modelos de interacción que constituyen soluciones
eficaces a problemas particulares”; a causa de la complejidad de las
interacciones que aplican, estas rutinas no pueden ser codificadas y
son, por lo tanto, tácitas.

Coriat.indb 111 3/27/11 10:17:42 PM


112 | nuevas teorías de la empresa

4. Conviene distinguir entre rutinas “estáticas”, que consisten en la sim-


ple repetición de las prácticas anteriores, y rutinas “dinámicas”, que
se orientan permanentemente hacia nuevos aprendizajes; precise-
mos aquí que la noción de “rutina dinámica” es cercana a la noción
introducida por Nelson y Winter (1982), cuando distinguen entre
“rutinas” en el sentido estricto que conciernen al satisfacing y com-
portamientos de búsqueda (search) que conciernen a la innovación;
los comportamientos de búsqueda son, por excelencia, procesos
arriesgados, hechos de intentos y de errores, cuya justificación sólo
aparece ex post; como vimos, son estas prácticas de búsqueda las que
permiten la innovación y, por lo tanto, la mutación de las firmas y
de las industrias.
5. Puesto que son tácitas, las rutinas no son transferibles; constituyen
entonces un “activo específico”9 de la firma, que supo asegurarse
el control; así, las rutinas “deben diferenciar indudablemente las
empresas unas de otras y constituir la base de las diferencias de los
rendimientos frente a los competidores” (ibíd.).
A partir de este primer estado de definiciones y de precisiones sobre
lo que hace al contenido propio de una empresa, disponemos de una
serie de respuestas importantes proporcionadas por los evolucionis-
tas en su programa de investigación sobre la firma. Especialmente,
estas consideraciones sobre el aprendizaje y las rutinas –incluso si las
definiciones propuestas no resuelven todos los problemas y no están
exentas de contradicciones internas–10 permiten responder al primer
interrogante del programa. A la pregunta “¿cómo se puede distinguir
una firma de otra?”, la respuesta evolucionista es clara: sobre la base
de los aprendizajes que supieron aplicar, dos firmas se distinguen por la
naturaleza de las cualidades y de las rutinas que son sus patrimonios irredu-
cibles. Lo que los evolucionistas quieren subrayar aquí es la idea de que
más allá de los “factores” que la componen (naturaleza de los equipa-
mientos y combinaciones técnicas, tipo de distribución de la mano de
obra ocupada, etcétera), lo que distingue una firma de otra –incluso en
el caso de que pertenezcan a una misma industria– no son las diferen-

9 Activo específico en el sentido dado a este término por Williamson (cf. capítulo 2), al
cual se refieren explícitamente los evolucionistas sobre este punto.
10 Cf. infra donde se recapitulan algunas observaciones críticas sobre las debilidades del

enfoque.

Coriat.indb 112 3/27/11 10:17:42 PM


aprendizajes, rutinas y competencias: la firma evolucionista | 113

cias eventualmente reconocibles en la elección de los factores, sino la


naturaleza de las habilidades acumuladas en la aplicación de los factores.
Dicho de otra manera, y la expresión aparece a menudo en sus trabajos
más recientes, son fundamentalmente las “estructuras” o incluso las
“habilidades y competencias organizacionales” (organizationnal capabi-
lities) las que permiten distinguir una firma de otra.
Sin embargo, advirtamos desde ahora que esta respuesta nos llama
a hacer al menos dos observaciones. La primera, para relevar la dificul-
tad que existe –al menos en un plano lógico– para definir a los apren-
dizajes como basados en códigos formalizados, lo cual los vuelve transferibles,
mientras que se caracteriza a las rutinas (en las cuales esos aprendizajes
se materializan y se concentran) como asentadas fundamentalmente sobre
procedimientos no codificables y, por lo tanto, sobre habilidades tácitas e
intransferibles.
Para nosotros, esta “contradicción” es el indicio de una dificultad
real de la teoría evolucionista dentro de su corazón mismo: al definir los
conceptos “conjuntos” de aprendizaje y de rutina organizacional, bajo
criterios puramente cognitivos, como las “estructuras” que permiten
encarar el carácter más o menos predecible y repetitivo de los entornos,
los evolucionistas no escapan de algunas contradicciones, al mismo
tiempo que se privan de obtener ciertos beneficios de sus elaboraciones,
lo cual limita de manera más o menos fuerte el alcance de toda la teoría.11
Por el momento, remarquemos que la elección de los evolucionistas de
proceder siguiendo criterios cognitivos (naturaleza de las estructuras
y carácter más o menos tácito de las habilidades que ellas incorporan)
es coherente con sus premisas y sus intenciones fundadoras. Como
lo vimos, toman plenamente partido por la metodología individua-
lista. Es incluso en su nombre y en nombre de sus exigencias últimas
(aquello que calificamos de “ultraindividualismo”) que rechazan los
dos presupuestos de la maximización y de la racionalidad sustantiva
(cf. las citas de Winter, 1991). Sin embargo, observemos que si el ultra-
individualismo metodológico cumple perfectamente su función crítica
en relación con los enfoques neoclásicos estándar, el método presenta
también un costo, el de no considerar la historia y sus relaciones socia-
les. Es así que las nociones de rutinas y de aprendizajes definidas como

11 Cf. última sección de este capítulo.

Coriat.indb 113 3/27/11 10:17:42 PM


114 | nuevas teorías de la empresa

puros procedimientos y dispositivos cognitivos hechos “de los modelos de


interacción eficaz que constituyen respuestas a problemas particulares”
vuelven difícil y muy problemática, en la caracterización de la firma, la
consideración de sus dimensiones sociales e históricas. Este punto será
retomado y desarrollado en la conclusión de esta sección.
Finalmente, como lo indica el recuadro 4.1, la cuestión del carácter
tácito de los conocimientos incorporados a la firma es percibida como
una cuestión sensible por los evolucionistas, quienes dedicaron impor-
tantes exposiciones a este punto.

Evolución y “dependencia del camino” (path dependency)


La firma evoluciona a lo largo del tiempo. Como lo indicamos, esta
evolución no es necesariamente lenta y gradual. No excluye las rup-
turas y las catástrofes. Sin embargo, inversamente, esta evolución no
es “libre” y aleatoria. Todo lo contrario, la firma evoluciona siguiendo
un “camino” determinado. La tesis evolucionista afirma aquí que es la
naturaleza misma de las competencias acumuladas en el seno de la firma, tanto
como su capacidad de desarrollar los aprendizajes necesarios para
continuar evolucionando en un entorno cambiante, las que determinan
las trayectorias que va a seguir. Sintetizando, la tesis es que el camino
de evolución de la firma está predeterminado por la naturaleza misma de sus
activos específicos. Esta noción de evolución dependiente de un camino
(“path dependency”, dicen los evolucionistas) es esencial para todo el
enfoque, dado que se encuentra en el corazón mismo de la dinámica
evolucionista: proporciona una herramienta clave de la transformación
endógena de la firma a lo largo del tiempo.
A partir del concepto de “dependencia del camino”, los evolucionis-
tas proponen una teoría de la transformación de la firma, que consiste,
además, en una explicación altamente endógena del cambio de actividad prin-
cipal. La teoría de la dependencia del camino es totalmente compatible
con la existencia de bifurcaciones mayores en la evolución de la firma.
Según la teoría, la firma puede ser llevada a cambiar de trayectorias por
medio de sus “activos secundarios”. El proceso descrito por la firma es
entonces el siguiente:
Al inicio, toda firma de cierta importancia dispone, al mismo tiem-
po, tanto de su activo específico y de su competencia principal (saber con-
cebir circuitos electrónicos para los microprocesadores, si retomamos
el ejemplo de Motorola), como de un conjunto más o menos amplio de

Coriat.indb 114 3/27/11 10:17:43 PM


aprendizajes, rutinas y competencias: la firma evolucionista | 115

Recuadro 4.1 Las dimensiones taxonómicas del conocimiento tecnológico


de las firmas

En un artículo sobre el “conocimiento y la competencia como activos estra-


tégicos” que trata particularmente sobre el control por parte de las firmas de
los resultados de la I+D (innovaciones y competencias tecnológicas), Winter
(1987b) presenta el siguiente cuadro:

Tácito Articulable

No observable al uso Observable al uso

Complejo Simple

Sistémico Independiente

La primera línea ilustra un concepto muy importante para la teoría evolu-


cionista de la firma elaborada por Nelson y Winter, el concepto de “conoci-
miento tácito”, es decir, el conjunto de conocimientos que se aplican en una
prestación (laboral, deportiva, de investigación intelectual, etcétera), pero
que son ignorados por los operadores y por otros. Otros conocimientos
que sí son conocidos, no son transmisibles de manera articulada, menos
aún capaces de ser registrados bajo alguna forma de plan o diagrama.
Sin embargo, se los puede transmitir y eventualmente apropiar gracias a
procesos de demostración, de aprendizaje, de experimentación progresiva.
Estamos aquí lejos del enfoque ortodoxo de la información, ese conjunto
de elementos bien definidos que, en general, son fácilmente transmisibles
e identificables.
Los otros elementos se refieren al problema abordado por el artículo: el
control de los elementos estratégicos que son, para una empresa, las innova-
ciones. La taxonomía permite el análisis y la comprensión de las diferencias
entre firmas o industrias. Algunas, como la industria química, necesitan una
sólida protección jurídica de sus innovaciones/productos; otras, en cambio,
no experimentan particularmente esa necesidad. De esta manera, las innova-
ciones de procesos que se basan esencialmente en conocimientos poco articu-
lados, a menudo tácitos, son más difíciles de copiar. Una posición próxima
a la parte izquierda del cuadro indica una gran dificultad para transmitir la
información o para apropiársela. Hacia la derecha, en cambio, la transmisión
es fácil, la difusión potencial máxima.
Tomado de Mangolte (1992).

Coriat.indb 115 3/27/11 10:17:43 PM


116 | nuevas teorías de la empresa

activos específicos secundarios, concebidos como complementarios de los


activos principales. Puede tratarse de una competencia en el origen de
la actividad principal (los científicos investigadores del polo Motorola,
capaces de diseñar circuitos para microprocesadores, necesariamente
poseen también competencias en el ámbito de los nuevos materiales, de
los programas, de la supra o superconductividad, entre otros), de una
competencia posterior a la actividad (métodos de márketing y de los
circuitos de distribución), o de una competencia desarrollada en con-
junto con la actividad principal, en parte requerida por ésta (en balística
o en telecomunicaciones, según se trate de concebir microprocesadores
destinados al ejército o a centrales digitales de telecomunicaciones). De
manera más general, podemos sostener que los activos complementa-
rios están presentes junto a los activos específicos a lo largo de la cadena
de valores agregados del activo principal.12
En ciertas circunstancias (por ejemplo, cuando importantes merca-
dos son ganados al límite de sus competencias de base), la firma puede
tender a desarrollar especialmente algunas de sus competencias secun-
darias de manera tal que adquieran un lugar cada vez más importante.
Finalmente, el proceso puede evolucionar convirtiendo en principales
ciertas competencias que inicialmente eran secundarias. Esas competencias
específicas sirvieron entonces como “tensor” para la evolución de la
firma y la llevaron por un camino diferente al original.
Para ilustrar el razonamiento dimos, en el ejemplo anterior, el caso
de una firma que consigue un mercado cuya ejecución la conduce a
cambiar de competencia(s) principal(es). Para los evolucionistas, sin
embargo, esos cambios de trayectoria están determinados esencialmen-
te por las “oportunidades tecnológicas”13 que caracterizan el entorno
inmediato de la firma. Si se producen evoluciones “tecnológicas” que
abran ciertas oportunidades para bifurcarse hacia una nueva actividad
principal, la firma puede aprovecharlas.

12 Desde el origen hasta la finalización, esta cadena cubre actividades que van desde las
capacidades de compra y almacenamiento de los inputs, a las técnicas de comercializa-
ción de los productos, o de valorización de los activos financieros.
13 La noción de oportunidad tecnológica no debe ser definida aquí de un modo muy

restrictivo. Así, puede perfectamente consistir en el hecho de que cualquier firma que
disponga de una red de distribución innovadora (lo cual constituye un activo secunda-
rio) para su propio producto pueda llegar a distribuir los productos de otra firma. Las
habilidades acumuladas pueden conducirla a transformarse en distribuidor profesional
y, de este modo, cambiar de actividad principal.

Coriat.indb 116 3/27/11 10:17:43 PM


aprendizajes, rutinas y competencias: la firma evolucionista | 117

De esta manera, los evolucionistas ofrecen una respuesta clara a la


pregunta central: cómo explicar de manera endógena la evolución de
una firma –incluso en el caso de una evolución “no gradualista” que
se traduzca por un cambio completo de trayectoria– y cómo respon-
der a esta pregunta respetando la idea de que existe una “coherencia”
en la distribución, tanto entre las empresas como en el seno de las
empresas, de la cartera de actividades. Si bien al principio la actividad
de una firma está encerrada en una trayectoria determinada,14 puede,
sin embargo, ser llevada a cambiar de trayectoria cuando, a lo largo
del tiempo, diversas oportunidades tecnológicas permiten que ciertos
activos secundarios se desarrollen, al punto de justificar el cambio de
su actividad principal.
Estas consideraciones sobre el desarrollo de las firmas condujeron
a los evolucionistas a afirmar “que la historia cuenta” (Dosi, Teece y
Winter, 1990), ya que del mismo modo que la firma sólo acumula sobre
sus conocimientos anteriores, sólo puede salir de su sendero inicial en
la “coyuntura” en la que las oportunidades tecnológicas lo permitan.
Sin embargo, la manera en que la historia cuenta debe ser aquí objeto
de ciertas observaciones. Si bien comprendemos que los evolucionistas
hayan querido, una vez más, marcar sus diferencias sobre este punto
con la visión estándar –según la cual las firmas pueden extraer de un
“blue print” de técnicas aquellas que les convengan, y esto sin contra-
tiempos de ningún tipo–, no es para nada seguro que sea la “historia” la que
es aquí tomada en cuenta por los evolucionistas.
Seguramente, aquello que se presupone es un tiempo que no sólo
comporta continuidades (la acumulación de aprendizajes), sino tam-
bién discontinuidades (las oportunidades tecnológicas y los cambios de
trayectorias). ¿Pero consiste esto en un verdadero concepto de tiempo
histórico? No lo creemos. Las continuidades y discontinuidades son
definidas aquí siguiendo criterios cognitivos: una configuración de
cambio es aquella en la cual los “individuos” que componen una firma
y su organización son llevados directamente a cambiar de rutinas, lo
cual, pensamos, no alcanza para dar a la historia su verdadero peso en
la metamorfosis de las firmas. Volviendo a Chandler en la conclusión
de esta sección podremos precisar este punto.

14 Trayectoria
en la cual, tomando en cuenta sus rutinas particulares, acumula siempre en
la misma dirección, de manera no previsible, pero no aleatoria.

Coriat.indb 117 3/27/11 10:17:43 PM


118 | nuevas teorías de la empresa

Entonces, si ponemos entre paréntesis el interrogante sobre el estatus


de la historia en el modelo evolucionista, queda, para nuestros autores,
una última pregunta. Saber cuál es la naturaleza de la selección que se efectúa
en los mercados, que permite que las firmas puedan vivir y desarrollarse
en ellos y, llegado el caso, bifurcarse de un mercado principal a otro. Todo
depende –según lo sostienen los evolucionistas– de la naturaleza de la
selección (ejercida por el mercado) que rodea las diferentes actividades y la
posibilidad de superar las barreras de entrada. Precisemos este punto.

Selección y entornos
Para los evolucionistas, el concepto de selección es un concepto espe-
cialmente significativo. Como lo indicamos, ocupa una posición crítica
en su construcción,15 dado que los evolucionistas se oponen con fuerza
a la idea de que los mercados están dotados de una capacidad para
eliminar de manera eficaz e inapelable toda firma que no se comporte
siguiendo una hipótesis de maximización de los beneficios. Frente
a este tipo de visión correspondiente a la representación neoclásica
estándar fuertemente representada aún hoy por la escuela de Chicago
(Stigler, Friedman, Becker y otros), los evolucionistas hacen valer la
existencia de una pluralidad de entornos de selección.
El principio de pluralidad de los entornos de selección es esencial
para el enfoque evolucionista. Este principio puede explicar por sí solo
la existencia de trayectorias tecnológicas diferentes y diferenciadas
según la estructura de los entornos en los cuales las firmas evolucionan.
Es crucial comprender la diversidad “de las vías a través de las cuales
se transmiten las innovaciones, se prueban y rechazan algunas, se acep-
tan y proponen otras” (Nelson y Winter, 1982, p. 232). Sin una clara
apreciación de estas diversidades y de sus determinantes, es imposible
comprender la diversidad de las prestaciones tecnológicas y económi-
cas de las firmas o de las naciones.
En la práctica, bajo el concepto de entornos(s) de selección(es), los
evolucionistas tienen la ambición de proponer un conjunto de represen-
taciones alternativas a las representaciones clásicas de la competencia.

15 Particularmente frente a la visión friedmaniana del “As If” (“como si”, cf. parágrafo 1
de este capítulo), elaborada para intentar fundamentar la pertinencia del irrealismo de
las proposiciones iniciales en economía y especialmente la idea de que la maximización
de los beneficios es, a la vez, el motor y la condición de supervivencia de las firmas.

Coriat.indb 118 3/27/11 10:17:44 PM


aprendizajes, rutinas y competencias: la firma evolucionista | 119

Se trata entonces tanto de la caracterización de la naturaleza del mer-


cado de los productos y del capital, como de los efectos de las políticas
públicas (especialmente en materia de regulación), o incluso de la fre-
cuencia de las discontinuidades tecnológicas.
Siguiendo la configuración particular que resulta de la adición de
estos diferentes elementos –estructura de mercados (grados de oligopo-
lización o, al contrario, de competencia entre unidades de tamaño redu-
cido), grados de apertura de los mercados a los nuevos ingresantes (en
función de la naturaleza y de la importancia de las barreras de entrada),
naturaleza de las regulaciones, posibilidades de acceso a los recursos
financieros, etcétera–, los evolucionistas distinguen entornos de selección
“laxos” y entornos “estrechos”, que van a pesar de manera muy diferente
sobre la evolución de las firmas y la selección que se opera entre ellas
a lo largo del tiempo. En dinámica, una importancia particular es acor-
dada al criterio de la disponibilidad en liquidez (o, lo que es lo mismo, de
acceso a la liquidez del sistema financiero) como clave de la evolución de
las firmas y, por lo tanto, de la selección.

Una caracterización sintética: la firma como “competencia esencial”


La noción clave de competencia esencial definida primero por Teece
(1988) se entiende como “un conjunto de competencias tecnológicas
diferenciadas, de activos complementarios y de rutinas que constituyen
la base de las capacidades competitivas de una empresa en una activi-
dad particular”.16 La expresión “esta gente es buena en materia de…”
resume la idea.
La competencia esencial adquirida por una empresa, fundada en
sus rutinas y sus habilidades organizacionales o tecnológicas, es tácita.
Su valor puede ser próximo, por analogía, a la definición de ratio q de

16 Sibien el lugar disponible no nos permite consagrar a este punto desarrollos particula-
res, notemos al pasar que esta definición les permite a los evolucionistas diferenciarse
netamente de las representaciones que convierten a la firma en un simple “nudo de
contratos”. Desde el momento en que se prescinde de las “competencias tecnológi-
cas” que se encuentran en el corazón de la competencia esencial, y en que todo es
reducido a las competencias en materia contractual (elaborar los “buenos” contratos
implementando incentivos eficaces, como ocurre particularmente en el caso de la teoría
de la agencia), estamos frente a una empresa vacía, una “hollow corporation”. Este tema es
ampliamente desarrollado por Dosi, Teece y Winter (1990), en un análisis dedicado a
los “conglomerados”, empresas vacías por excelencia, dado que están desprovistas de
habilidades específicas.

Coriat.indb 119 3/27/11 10:17:44 PM


120 | nuevas teorías de la empresa

Tobin. En un artículo célebre de Tobin, la ratio q es planteada como


la relación entre el valor del mercado de los títulos bursátiles y el
costo de reemplazo de los activos. La misma ratio, sugiere D. Teece,
expresa perfectamente la competencia esencial (tácita y no transfe-
rible) de una empresa, dado que se trata exactamente de la parte
del valor de una empresa que no puede reducirse a la suma de las
partes que la componen. Cuanto más grande es la diferencia, más
importante es la competencia esencial de la empresa: la empresa no
puede ser reconstituida por la simple suma de los inputs materiales
y tangibles que la componen.
De esta manera llegamos al objetivo. A partir de estas tres series
de criterios, los evolucionistas respondieron a las preguntas esenciales
de su programa de investigación sobre la firma. Sabemos definir una
firma (el conjunto de competencias esenciales que aloja), sabemos por
qué difieren las firmas (incluyen rutinas intransferibles que las especi-
fican de manera irreducible) y sabemos cómo evolucionan las firmas
(transformaciones de los activos secundarios en activos principales
cuando las oportunidades tecnológicas se presentan). Yendo más lejos,
los evolucionistas aportaron también una respuesta a la pregunta más
general sobre el fundamento de la “coherencia” de las empresas, que
les permite proponer topologías certeras y creíbles sobre este tema
(recuadro 4.2).
Siguiendo este camino, relevamos lo que presentamos como las difi-
cultades o las insuficiencias de la teoría. Para concluir, nos proponemos
dedicarnos aquí a algunos desarrollos particulares.

Consideraciones críticas:
¿qué le falta a la firma evolucionista?

Antes de entrar en las críticas que se pueden hacer al enfoque evolucio-


nista, es conveniente medir la importancia de su aporte. Y, sin dudas,
nadie lo podía hacer mejor que Chandler. Partiremos, entonces, de las
observaciones de Chandler. Sin embargo, como veremos, la naturaleza
misma del homenaje rendido por el historiador de la empresa a los
evolucionistas abre un campo de críticas en cuanto a los límites del
enfoque.

Coriat.indb 120 3/27/11 10:17:44 PM


aprendizajes, rutinas y competencias: la firma evolucionista | 121

Recuadro 4.2 “Coherencia” de las empresas: una tipología

Una empresa consiste en una aglomeración de competencias cruciales y de


activos-soporte complementarios. El grado de coherencia que manifiesta
depende de la interacción entre el aprendizaje, las dependencias del camino y
las oportunidades, por un lado, y de los activos complementarios heredados
y la selección, por otro (cuadros a y b). Específicamente:
Proposición uno: firmas especializadas. Con un aprendizaje rápido y fuertes
dependencias del camino, observaremos empresas que produzcan un bien
“único” (especializadas) en crecimiento rápido. Compaq Computer, Sun
Microsystems, Intel, Boeing y Airbus son buenos ejemplos.
Proposición dos: firmas integradas verticalmente. Con un aprendizaje lento
pero con fuertes dependencias del camino y activos especializados, podemos
esperar encontrar firmas especializadas con cierto grado de integración lateral
y una integración vertical significativa (por ejemplo, Exxon, Shell, DuPont).
Proposición tres: firmas diversificadas y coherentes. Con un aprendizaje rápi-
do con fuertes dependencias del camino en razón de la aplicación de tecno-
logías genéricas y una apretada selección, podemos esperar encontrar firmas
diversificadas de manera coherente, tales como IBM, Hewlett Packard, W. R.
Gore y Raychem.
Proposición cuatro: conglomerados. Con fuertes dependencias del cami-
no, un aprendizaje lento y una selección floja, predecimos la aparición
de conglomerados o de otras compañías fuertemente diversificadas, que
manifiesten entre los componentes poco intercambio y transferencia de
tecnología.
Proposición cinco: firmas redes. Con un aprendizaje rápido, dependencias
del camino que se entrecruzan y una selección estrecha, se puede visuali-
zar firmas contenidas en una densa maraña de relaciones interempresas
que implican posesiones parciales de capital o un aprendizaje conjunto.
De este modo, en razón de la convergencia entre las telecomunicaciones
y las computadoras, ATT se encontró dentro de una maraña de relaciones
interempresas.
Proposición seis: las empresas “vacías”. Con las dependencias del camino
convergentes, aparecen para los empresarios oportunidades de utilizar
mecanismos contractuales para reunir rápidamente diferentes capacidades
orientadas al desarrollo y la comercialización de un producto particular.
Designamos a las entidades correspondientes bajo el término de empresas
“vacías”. A menos que esas capacidades sean sostenidas por lazos finan-
cieros y se produzcan reacciones organizacionales características para aglo-
merar tales organizaciones, estas empresas no sobrevivirán, salvo que el
entorno de selección sea flojo.

Coriat.indb 121 3/27/11 10:17:44 PM


122 | nuevas teorías de la empresa

Cuadro a Matriz de coherencia de las empresas (selección estrecha)

Camino Selección estrecha


de la evolución Aprendizaje lento Aprendizaje rápido

Diversificación coherente Diversificación coherente* (fuerte


Amplio
(poco crecimiento) crecimiento)

Producto único e integración Producto único


Estrecho
vertical (poco crecimiento) (fuerte crecimiento)
Firmas redes (redes laterales
Firmas redes (redes laterales y
Convergente y verticales) (poco creci-
verticales) (poco crecimiento)
miento)

* Las firmas no diversificadas de manera coherente pueden considerarse firmas integradas late-
ralmente.

Cuadro b Matriz de coherencia de empresas (selección laxa)

Camino Selección laxa


de la evolución Aprendizaje lento Aprendizaje rápido

Amplio Conglomerado “vacía”

“vacía”
Estrecho Conglomerado
corporación

“vacía”
Convergente Conglomerado
corporación

Fuente: Dosi, Teece y Winter (1990).

El homenaje paradójico de Alfred Chandler


En un artículo dedicado a la presentación de los resultados obtenidos
a lo largo de sus últimas investigaciones, Chandler (1992), por primera
vez de manera tan explícita, toma posición con respecto a ciertas contri-
buciones esenciales a la teoría de la firma de los economistas contempo-
ráneos. Estas indicaciones son, evidentemente, muy apreciadas, dado el
lugar central y privilegiado que el historiador estadounidense ocupa en
la reflexión sobre la firma.
En este artículo, Chandler, luego de revisar brevemente tres series de
contribuciones (los enfoques en términos de principal/agente, aquellos
en términos de economía de los costos de transacción y los enfoques

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aprendizajes, rutinas y competencias: la firma evolucionista | 123

evolucionistas), afirma contundentemente la filiación y la interioridad de


su propia concepción de la firma con aquella desarrollada por los evolucionistas.
Se plantean dos motivos esenciales. El primero, que lo separa de
Williamson y lo acerca a los evolucionistas, parte del hecho de que, según
el mismo Williamson, es fundamental comprender bien que en la teoría
transaccional de la firma “la unidad de referencia es el costo de la tran-
sacción”. Para Chandler, al contrario, la unidad de referencia no puede
ser otra que la firma misma como entidad indivisible y centro de la iniciativa de
las operaciones. La representación evolucionista de la firma le parece pre-
sentar esta garantía de considerar a la firma como un todo indivisible.
El segundo motivo, más importante, es que Chandler declara com-
partir completamente la tesis evolucionista, según la cual el atributo
esencial de la firma que debe ponerse en el centro de su representación
teórica está constituido por el conjunto de las “capacidades organiza-
cionales” de las cuales es la expresión. Sobre este punto, Chandler cita
un artículo de Nelson (1991), donde se presenta “una teoría emergente
sobre las competencias dinámicas de las firmas” (“an emerging theory of
dynamic firm capabilities”), y en el cual desarrolla la idea de que el cora-
zón de la eficiencia de una firma reside precisamente en sus “capacida-
des organizacionales”. Chandler continúa afirmando su pleno acuerdo
con Nelson cuando este último precisa el concepto de “competencias
organizacionales centrales” (“core organizational capabilities”), a las que
define como

Una jerarquía de rutinas organizacionales prácticas que determinan


el orden inferior de las habilidades organizacionales [las habilidades
requeridas en los grados más bajos de la jerarquía], y la manera en
que están coordinadas, tanto como los procedimientos de rango
superior que tienen el fin de determinar lo que debe hacerse en los
grados inferiores. La noción de jerarquía de las rutinas organiza-
cionales es la base que sostiene nuestro concepto de competencias
organizacionales centrales. En cada momento, las rutinas prácticas
construidas en el seno de una organización definen la serie de cosas
que la organización es capaz de hacer con confianza. (Citado por
Chandler, 1992, p. 86.)

Apoyado en esta visión de la empresa, Chandler rinde un homenaje, y


blandiendo su autoridad de historiador afirma:

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124 | nuevas teorías de la empresa

Para la historia de las empresas industriales, las rutinas adquiridas


(learned routines) son aquellas implicadas por las actividades fun-
cionales, las de producción, de distribución y de comercialización,
[también aquellas] que apuntan al mejoramiento de los productos
y de los procesos existentes, o bien al desarrollo de innovaciones en
estos ámbitos. (Chandler, ob. cit., p. 86.)

Y agrega: “Son aun más importantes las rutinas elaboradas para coor-
dinar estas diferentes actividades funcionales”.
Sin embargo, este homenaje de Chandler a los evolucionistas nos deja
perplejos. En efecto, si retomamos los dos motivos que fundan su adhe-
sión a las tesis evolucionistas, podemos hacer algunas observaciones.
Es legítimo manifestar algo de sorpresa sobre el primer motivo
invocado (la idea de que la unidad de referencia es la firma considerada
como un todo y no, como en Williamson, el costo de la transacción).
Como lo indicamos, los evolucionistas (muy explícitamente Winter: cf.
supra parágrafo 1) insisten, al contrario, en el hecho de que la firma no
puede y no debe ser considerada como un todo. Es incluso en el hecho
de que debe ser tomada como una colección de individuos en interacciones
que los evolucionistas sitúan una de sus contribuciones esenciales.17 En estas
condiciones, entonces, podemos sorprendernos de la posición tomada
por Chandler, dado que si a través de las “rutinas” que relacionan a los
agentes individuales la firma evolucionista reconstituye una “segunda
identidad” derivada de la existencia de las rutinas, éstas, como dijimos,
tienen un origen puramente cognitivo. De la misma manera, la sólida
institución que constituye la firma para Chandler no mantiene una rela-
ción muy lejana con la noción evolucionista de firma, cuya identidad
está constituida solamente por las rutinas.
Pero sin dudas lo esencial no se encuentra aquí; sino que hay que
detenerse más precisamente sobre la segunda proposición: aquella que
define a la firma como nudo de competencias organizacionales.
La pregunta que debe formularse aquí es saber si el concepto de
“competencias organizacionales” (en el cual Chandler ve la similitud
entre sus propias representaciones de la firma y la de los evolucionis-

17 Como vimos, Winter insiste en que la debilidad de la teoría neoclásica de la firma reside
en el hecho de que renuncia repentinamente a su individualismo metodológico para
hacer de la firma una entidad completa no divisible.

Coriat.indb 124 3/27/11 10:17:45 PM


aprendizajes, rutinas y competencias: la firma evolucionista | 125

tas) presenta, en ambas teorías, los mismos contenidos y las mismas


determinaciones.
Los evolucionistas, como vimos, definen estas competencias organi-
zacionales como modelos de interacción, como “rutinas” que permiten
a las firmas afrontar los entornos gracias a la repetición de estándares
eficaces. Definidas en referencia a las propiedades cognitivas de los indivi-
duos, estas “competencias organizacionales” son pensadas y caracterizadas
sin referencia a algún tipo de contenido social e histórico. Para Chandler,
las “competencias organizacionales” no son en absoluto definidas a
partir de las propiedades cognitivas de los individuos que componen
las firmas. Al contrario, son definidas como capacidades de dominar
e implementar innovaciones en organización, siempre datadas histórica-
mente, y que se distinguen por el hecho de que supieron romper con las
antiguas rutinas para implementar nuevas, adaptadas a los mercados y
a las características institucionales de los nuevos entornos competitivos
(cf. recuadro 4.3, que resume las concepciones de Chandler sobre este
punto).
Si, como se sostiene, la historia no es constitutiva del enfoque evolu-
cionista de la firma, bien puede ser que el entusiasmo de Chandler esté
basado, al menos en parte, en una suerte de malentendido concerniente
a aquello que permite definir el corazón de las competencias conside-
radas, aquí y allá.
Este punto puede desarrollarse y precisarse en el plano conceptual.

Rutinas, organización e institución


Para decirlo en pocas palabras, lo que falta crucialmente en la represen-
tación evolucionista de la firma es todo lo relacionado a las condiciones
históricas (y sociales) de aquello que está en el fundamento de las inno-
vaciones organizacionales, en tanto que son la base de las competencias y de
las rutinas. Para Chandler, todo el esfuerzo está puesto en distinguir y
oponer las competencias esenciales en la firma U y en la firma M, precisando
que las verdaderamente innovadoras, y ganadoras de la competición,
son aquellas firmas que fueron más rápidas y resueltas en el pasaje a
la forma M.
Si no hay nada como esto en la teoría evolucionista es, pensamos, por
razones necesarias. Las competencias y capacidades organizacionales
de la firma, de hecho, no se reducen a obligaciones históricas caducas,
sino a los límites cognitivos de los individuos que componen la firma y que

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126 | nuevas teorías de la empresa

Recuadro 4.3 Las “competencias organizacionales” según Chandler:


habilidades históricamente determinadas

En el fundamento de la eficiencia de la firma, las “capacidades organizacio-


nales” se reducen a tres series de habilidades específicas que conciernen a los
métodos de fabricación (manufacturing), la comercialización (marketing) y, final-
mente, las que conciernen a los principios de dirección de las empresas (mana-
gement). A través de ellas, Chandler apunta especialmente a las inversiones
necesarias para crear una estructura de dirigentes formados y eficaces.* El
objeto final de estas innovaciones es sacar el máximo de beneficios de las
economías de escala y de variedad bajando el costo de las inversiones irre-
versibles en capitales fijos a través de su máxima utilización.
Un punto para destacar es que, para Chandler, los verdaderos innovadores
no son los inventores sino los first movers en la dirección de esta triple inversión.
Más técnicamente, estas “capacidades organizacionales” poseen cuatro
rasgos:
1. Son generadas por la competencia entre oligopolios en la época de la for-
mación de la producción y del consumo de masas, período en sí mismo
contemporáneo a las revoluciones en materia de comunicación y del
auge de la internacionalización del capital.
2. Fueron adquiridas “aprendiendo junto a los clientes”, aproximándose a
sus necesidades específicas, por adaptación progresiva de los métodos de
fabricación y de comercialización.
3. Entre esas habilidades adquiridas:

Las cruciales son aquellas de los senior executives, los top managers que reclu-
tan y motivan a los dirigentes de rango medio y más bajo, definen y asignan
sus responsabilidades, controlan y coordinan sus actividades, y programan
y asignan, además, los recursos para la empresa en su conjunto. (P. 84.)

4. Estas habilidades fueron obtenidas gracias a pruebas y errores, “de este


modo, dependen de las estructuras organizacionales en las cuales se
desarrollan y utilizan”. Son difícilmente transferibles dado que “fueron
adquiridas en el seno de contextos organizacionales específicos”, los de
las grandes firmas jerárquicas en competencia a escala internacional.
Como podemos ver, en todos los elementos de estas definiciones, el peso de
la historia y de la organización es esencial.

* Esta estructura en sí misma es materializada en la división del trabajo y en las jerar-


quías necesarias para conducir las empresas y simboliza su famoso organigrama de
la firma M.

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aprendizajes, rutinas y competencias: la firma evolucionista | 127

interactúan. De este modo, los evolucionistas son llevados a pagar cier-


to precio al individualismo metodológico, que se expresaría bajo una
forma “cognitivista”. Todo esto se debe a que, si para los evolucionistas
las firmas son organizaciones –que enfrentan en relaciones complejas a
individuos dotados de subjetividades complejas –, de ninguna manera
son instituciones, construcciones sociales cuyas reglas de formación obedecen
a determinaciones cognitivas, pero también a obligaciones sociales (cf. sobre
este punto el recuadro 4.4).
Este límite se marca al menos en dos series de determinaciones.
La primera es la ausencia, notable en el enfoque evolucionista, de
consideración de las oposiciones de intereses entre accionistas y directivos,
que, al menos desde Berle y Means, cubre una parte crucial de la lite-
ratura sobre la firma. La herencia de la tradición de análisis alrededor
de la firma “gerencial” se ha olvidado aquí. Si bien hay problemas de
coherencia entre los comportamientos de los diversos agentes que com-
ponen la firma, éstos no son añadidos a sus dimensiones instituciona-
les: son tratados en el orden cognitivo.
La segunda, de la misma naturaleza, concierne a la ausencia de
toda reflexión real y sistemática sobre las nociones de control y de mando
implicadas por las rutinas. De la misma manera en que las oposiciones
de intereses entre accionistas y directivos no son tomadas en cuenta
en el concepto de firma, se “olvidan” las contradicciones entre capital
y asalariado. Sobre este punto debe remarcarse que si los evolucionis-
tas dedican largos desarrollos a los problemas de la identificación y
la transferencia de las habilidades (skills), no se manifiestan acerca de
todo aquello que concierne a la formación del salario y el reparto del
excedente. (Sobre este último punto, cf. N. Azoulay, 1994.)
La definición dada del concepto crucial de rutinas es muy significativa
de esta particularidad del enfoque evolucionista. De hecho, las rutinas
son definidas como resultantes de “treguas”. Además, esta proposición es
ampliamente contestable: la mayor parte de las rutinas esenciales resultan, al
contrario, de conflictos mayores por imponerlas (pensemos en las del Scientific
Management de Taylor o en las de la “lean production” de Ohno)18; no sabe-
mos nada sobre lo que precede a esos momentos privilegiados que son

18 Lasrutinas productivas del Time and Motion Study son inteligibles sin hacer referencia
a los conflictos a partir de los cuales nacieron y en los que están en juego (cf. B. Coriat,
1979), como lo son las concernientes al ohnismo (cf. B. Coriat, 1991).

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128 | nuevas teorías de la empresa

Recuadro 4.4 Cognitivismo e instituciones en el enfoque evolucionista

Varias veces hicimos referencia a la dimensión “cognitivista” del progra-


ma evolucionista. ¿Cómo debemos entenderla? ¿En qué interfiere esta
dimensión del programa con la manera en que consideran a las institu-
ciones? Éstas son las dos preguntas a las cuales intenta responder este
recuadro.
1. Sobre la caracterización del cognitivismo de los evolucionistas. Para decirlo de
manera sencilla, la presencia de esta dimensión en el programa evolucio-
nista se debe a que los evolucionistas hicieron suyas las hipótesis plan-
teadas en primer lugar por Simon, según las cuales los individuos sólo
funcionan en racionalidad limitada, siguiendo procesos que conciernen al
satisfacing (cf. sobre este punto el capítulo 1).
A partir de esta hipótesis, los evolucionistas fueron llevados a otorgar-
le un lugar privilegiado a la consideración de los procesos de cognición,
es decir, de toma y tratamiento de las informaciones por los individuos
subordinados a universos ricos en información. En las series de modelos
se elaboran hipótesis múltiples que apuntan a buscar la naturaleza de los
equilibrios, que se estabilizan, finalmente, tomando en cuenta los tipos
de comportamiento atribuidos a los individuos.
De manera más general, entenderemos en un sentido amplio como
“cognitivismo” al acento puesto en los procesos mentales a través de los
cuales los agentes forman sus representaciones del mundo, sus rutinas
comportamentales y la manera en que éstas se modifican a lo largo del
tiempo.
Esta pregunta es esencial en la medida en que las hipótesis cogni-
tivas y comportamentales juegan, en la teoría evolucionista, el mismo
rol microfundador que el que tienen las hipótesis de racionalidad en los
modelos neoclásicos.
2. Cognición e instituciones. Esta dimensión “cognitiva” del enfoque evo-
lucionista repercute fuertemente en la forma en que son consideradas
las instituciones y, de manera más general, las reglas y las rutinas que
estructuran los universos en los que evolucionan los agentes.
Aquí pueden observarse cuatro direcciones que corresponden a
formas en las que se consideran las instituciones que dependen cada vez
menos sólo de las hipótesis cognitivas formuladas sobre los agentes.
• Un primer enfoque, que, sin embargo, se presenta más a menu-
do bajo la forma de “juegos evolucionistas” y se encuentra en el
corazón mismo del programa, tiende a reducir los procedimientos
de cognición y de aprendizaje a comportamientos de autoconsoli-
dación: en ese caso, las instituciones sólo pueden ser reducidas a

Coriat.indb 128 3/27/11 10:17:46 PM


aprendizajes, rutinas y competencias: la firma evolucionista | 129

modos de comportamientos incorporados y fijados en la cabeza de


los agentes gracias a experiencias pasadas. Finalmente, las institu-
ciones son deducidas de las hipótesis individualistas hechas sobre
los agentes.
• Las instituciones son representadas como determinantes del sistema
de parámetros, los mecanismos de interacción y los valores de parámetro
de las rutinas individuales (un ejercicio de este tipo es propuesto en
Chiaromonte, Dosi y Orsenigo, 1992, quienes intentan estilizar algu-
nos arquetipos de diferentes modos de regulación).
• Las instituciones son vistas como impresas y comprendidas en las
“representaciones del mundo” de las que disponen los agentes (esta
concepción está implícita en trabajos como los de Marengo, 1992, y
Tordjman, 1994).
• Las instituciones se consideran comprendidas en las representa-
ciones/rutinas, etcétera, y constituyendo el contexto explícito más
general que determina y obliga su establecimiento y desarrollo. De
esta manera, las rutinas, formas de interacción y demás, son a su vez
incorporadas y comprendidas en las instituciones.*
Los tres últimos enfoques (especialmente el último) ceden lugar a la consi-
deración de las instituciones como fenómenos que no son sólo deducibles de
las interacciones entre microagentes, si bien el primer enfoque es seguramen-
te demasiado restrictivo y limitado para pretender albergar la profundidad
de algún tipo de análisis institucional real.

* Esta visión de las instituciones y de las rutinas –y de sus relaciones– es la que preside
la investigación llevada a cabo sobre la emergencia de las rutinas fordistas y toyotia-
nas en B. Coriat y G. Dosi, 1998.

las “treguas” ni sobre lo que les sigue, como si esos elementos no fuesen
importantes para comprender su contenido y caracterizarlas.
Dicho de otra manera, la pregunta que surge es si se puede hacer
caso omiso del rol del conflicto en la determinación de las rutinas, y si es
posible definir los conceptos unidos a las competencias organizacionales y de
firma sin considerar los conflictos de los cuales son al mismo tiempo la expre-
sión, lo que está en juego y el resultado. ¿Es posible hacer caso omiso de
las condiciones de formación, de las formas de incentivo y de control
que permiten seleccionar las rutinas y aplicarlas eficazmente, sin correr
el riesgo de perder su significación y su concepto mismo, si procedemos a
partir de tales omisiones? Es claro que cuando afirman que “fundamen-
talmente y en los términos más abstractos, un proceso evolucionista

Coriat.indb 129 3/27/11 10:17:46 PM


130 | nuevas teorías de la empresa

es un proceso de almacenamiento de informaciones con conservación


selectiva” (Winter, 1987, p. 14), los evolucionistas optan por situarse en
un terreno –el del cognitivismo y de la metáfora biológica– en el cual
piensan poder eximirse en lo esencial de un recurso a las dimensiones
sociales e institucionales de la firma.
En oposición a este presupuesto, y como lo indicamos desde el inicio
(capítulo 1), hay, al contrario, motivos para pensar que considerar a la
empresa sólo como organización es ampliamente insuficiente. Para paliar este
límite, conviene agregar, parafraseando a Solow (1990), que esta orga-
nización particular que es la firma se torna rápidamente ininteligible si
no se la considera una “institución social”. La firma sería ciertamente
así definida como un conjunto de competencias organizacionales, pero que
presentan la particularidad de estar construidas en el seno de una institución
determinada donde se enfrentan siguiendo reglas que les son en parte impues-
tas por los agentes y los actores sociales cuyos intereses son divergentes. A la
representación de la firma como organización, es decir, como pluralidad
de agentes que operan a través de los modelos de interacción determinados por
sus límites cognitivos, conviene asociar, cosa que no hacen los evolucio-
nistas, una representación de la firma como institución, es decir, como
coalición de grupos que se enfrentan y cooperan en relaciones y según reglas
socialmente determinadas. En ambos casos, los agentes “se contentan” no
sólo por causa de los límites cognitivos que ponen trabas a sus acciones
(e interacciones), sino también por los juegos de intereses y compromi-
sos que necesariamente los animan.
De esta manera, es esta asociación de la firma organización con la
firma institución que nos hace cambiar hacia el universo chandleriano,
ampliando aquel –de textura cognitivista– de los evolucionistas.19

19 Desde la redacción de este capítulo, y en parte suscitado por la discusión a la cual dio
lugar, un primer ensayo para intentar rendir cuenta de la doble determinación de las
rutinas (como “organización” y como “institución”) fue llevado a cabo por B. Coriat y
G. Dosi (1998). De modo más general, una primera confrontación entre los programas
evolucionistas (presentados en este capítulo) y regulacionistas (cf. capítulo 6) fue efec-
tuada en B. Coriat y G. Dosi (1995).

Coriat.indb 130 3/27/11 10:17:47 PM


5 | Información, incentivos y contratos:
la teoría de la firma japonesa

Este capítulo está dedicado a los desarrollos sobre la teoría de la firma


japonesa, iniciados por M. Aoki. Con respecto a los enfoques evo-
lucionistas presentados en el capítulo anterior, la teoría de la firma
japonesa presenta algunos rasgos en común, pero también diferencias
contundentes.
El primero de esos rasgos en común es que los dos enfoques buscan
tomar en cuenta, cada uno a su manera, la evolución económica. Esta
preocupación, evidente en los evolucionistas, se encuentra también
muy presente en Aoki, en la medida en que toda su reflexión consiste en
contrastar y oponer dos grandes tipos de firmas –la firma estadounidense y
la firma japonesa– consideradas como dos grandes arquetipos, que, por
cierto, tienen cada una su coherencia y su espacio de eficacia propios,
pero que además corresponden a dos formas históricamente sucesivas:
la firma J (por japonesa) toma el relevo de la firma E (estadounidense)
como forma mejor adaptada a las características contemporáneas del
entorno en el cual las firmas operan.
Más íntimamente, las dos teorías también tienen en común el hecho
de otorgar un lugar central en la constitución de las firmas a las inno-
vaciones organizacionales que en ellas se producen, tanto como a sus
capacidades para afrontar entornos inciertos y para generar innova-
ción por sí mismas. De este modo, ambos enfoques otorgan un lugar
central a los mecanismos de coordinación en las relaciones entre agen-
tes, concentrando especialmente su atención en la capacidad de estos
mecanismos de engendrar los aprendizajes necesarios para enfrentar
entornos inciertos.
A pesar de los puntos en común, las diferencias entre la teoría de
la empresa japonesa y el enfoque evolucionista continúan siendo gran-
des. Éstas derivan principalmente del hecho de que si bien en ambos
casos se fijan objetivos muy próximos, en el fondo, se presentan como
ampliamente rivales, en el sentido en que cada uno pretende ser una
teoría exhaustiva de la firma. El resultado es que aun cuando utilizan

131

Coriat.indb 131 3/27/11 10:17:47 PM


132 | nuevas teorías de la empresa

herramientas análogas, éstas no ocupan el mismo lugar ni el mismo rol


explicativo en las construcciones propuestas. Incluso el principio lógico
de gestación de la teoría de la firma –propio de cada uno de los enfo-
ques– no es el mismo. A pesar de ciertas similitudes en el objeto y el
procedimiento, la jerarquía de los conceptos y, por lo tanto, las teorías
de la firma en sí son ampliamente distintas.
El interés de los trabajos de Aoki es que se sitúan de manera muy
paradójica en relación con ciertas contribuciones que hemos examina-
do hasta aquí: por un lado, las contribuciones propuestas se centran
en poner en evidencia un conjunto de innovaciones que tienen lugar en
la firma japonesa y que constituyen una referencia clave sobre este
punto, para terminar destacando un tipo de firma (la firma J), neta-
mente caracterizada y oponible a las formas dominantes anteriores;
por otro lado, el poner en evidencia esas innovaciones (organizacio-
nales o relacionales) sólo es un momento, una suerte de pretexto para
un procedimiento que finalmente apunta a una renovación completa
de la teoría de la firma.
Como veremos más adelante, la relación entre esos dos niveles
de preocupaciones se establece a través de la noción de estructura de
los intercambios de informaciones propios de cada tipo de firma. Esta
noción forjada por Aoki, que permitirá primero caracterizar a la firma
japonesa para distinguirla y oponerla a la firma estadounidense, ser-
virá finalmente como base para una nueva representación teórica de
la firma, de vocación general, aun cuando, como veremos, tiene un
importante parentesco con ciertas grandes representaciones estable-
cidas: particularmente aquellas propuestas por la teoría de la agencia.
Finalmente, el procedimiento de Aoki puede ser presentado en dos
tiempos: a partir de una representación de la firma japonesa que se
pretende realista, se extrae el concepto teórico de firma J (primer tiempo);
a continuación (segundo tiempo) y precisando este concepto, se extrae
un conjunto de “tres principios duales”1 válidos para caracterizar una firma
en general.
Primero expondremos estos dos momentos del procedimiento. Para
concluir haremos algunas observaciones críticas.

1 Sobre el contenido de estos tres principios, cf. infra, sección II de este capítulo.

Coriat.indb 132 3/27/11 10:17:47 PM


la teoría de la firma japonesa | 133

Firma J y firma E

Una particularidad del procedimiento de Aoki en la caracterización


de la firma J es que parte, según afirma, de “hechos estilizados”,2 de
consideraciones relativas a la firma japonesa propiamente dicha, con-
siderada como una entidad particular localmente determinada. Para
empezar, debemos aportar algunas precisiones sobre este punto.
La primera de las contribuciones de Aoki reside sin dudas en la
renovación metodológica a la cual procede para analizar la firma.

El enfoque a través de hechos estilizados:


metodología y objeto de Aoki
Mientras que Chandler procede a través de hechos estilizados, pero
siguiendo una lógica histórica que busca, por medio de la identificación de
ciertas innovaciones organizacionales clave, poner en evidencia cambios de
forma en la estructura de las firmas, Aoki procede siguiendo un método ori-
ginal que podemos calificar como “estructural”. Aoki no busca establecer la
lógica y los motivos del pasaje de una forma a otra como lo hace Chandler
cuando analiza el pasaje de la forma U a la forma M (cf. supra, capítulo 1). Su
propósito y su método son otros. Para Aoki, se trata de identificar dos formas
“tipo” de firma (E y J), tomadas en un momento dado (básicamente la década
de 1970), para identificar y contrastar sus rasgos característicos esenciales.
Para llevar a cabo tal procedimiento, Aoki necesita un principio de
comparación. Ese principio es establecido a partir de una noción que
él mismo crea para este uso: la de “estructura de los intercambios de
información” que, según nuestro autor, se encuentra en el corazón de
toda firma y regula el principio de funcionamiento y de eficiencia.3
A esta altura, resulta entonces esencial precisar ese concepto. Como
primera aproximación, diremos que la estructura de intercambio de
información está vinculada centralmente con el doble proceso general
de división/asignación de las tareas y de las funciones, y del modo de coordina-
ción de estas tareas separadas en el seno de la empresa.

2 Metodología que obtuvo su renombre con Kaldor, a propósito de hechos estilizados del
crecimiento económico, para ser utilizada luego en numerosas aplicaciones.
3 Esta noción de estructura de intercambio de información es esencial para el procedi-

miento de Aoki, primero porque es la que permite efectuar las comparaciones, pero
además y sobre todo porque va a proveer la matriz de base para una nueva representación
teórica de la firma en general.

Coriat.indb 133 3/27/11 10:17:48 PM


134 | nuevas teorías de la empresa

De este modo, la búsqueda de hechos “pertinentes” no se realiza


siguiendo las mismas modalidades. En un caso (Chandler), las ense-
ñanzas esenciales se adquieren a partir de las modificaciones de las
formas en la división del trabajo a las cuales permite proceder el análi-
sis histórico. En el otro (Aoki), se procede a la comparación a partir del
análisis de la estructura de intercambio.4
Examinemos el método en funcionamiento. Esto nos permitirá
entrar en el análisis de la textura íntima de la firma japonesa por com-
paración con aquella de la firma estadounidense.

La oposición E/J o la especificidad de la firma japonesa según Aoki


A partir del criterio de estructura de intercambio de información, la
oposición firma E/firma J es presentada bajo la forma de oposiciones
múltiples, de las cuales rinde cuenta el recuadro 5.1.
Precisemos que, para Aoki, el interés de tal oposición no es sólo
el de poner en evidencia formas tipo. Es también el de sugerir que
estas diferentes formas poseen cada una sus propios ámbitos y con-
diciones de eficacia. La tesis del autor es que, en universos inciertos,
la estructura de información flexible y “horizontal” de la firma J es más
eficiente que la de la firma E. Esta última, adaptada a la gran serie estan-
darizada para mercados crecientes, encuentra grandes dificultades
para alcanzar sus objetivos en tanto éstos se encuentran sometidos a
ajustes permanentes en los universos cambiantes.
Aquí se cierra el primer tiempo del procedimiento de Aoki. A partir
de hechos estilizados debidamente seleccionados, dos formas de firma
tipo son identificadas y se precisan los ámbitos de eficacia propios de cada
una de ellas. De este modo, la firma J es identificada a partir de la firma japonesa.
Pero sólo se trata aquí de un primer tiempo del procedimiento. Tomando
como base estas primeras características, Aoki se esfuerza, en sus trabajos
siguientes (en su libro de 1988, pero sobre todo en un largo e importante
artículo de 1990a) en proceder a una presentación aún más concisa apelan-

4 Sin embargo, remarquemos que en los dos casos (tanto en Chandler como en Aoki),
las innovaciones organizacionales o las estructuras de intercambios de informaciones
apuntan al mismo objeto conjunto: el análisis de los modos de división del trabajo y de asig-
nación de las tareas por un lado, los modos de coordinación entre tareas así divididas y asigna-
das, por el otro. En Aoki el par división de tareas/coordinación es tomado a partir de un
criterio general y abstracto que supuestamente da cuenta de ello: el de la estructura de
los intercambios de información. De este modo nos encontramos, con Aoki, en un nivel
de abstracción superior.

Coriat.indb 134 3/27/11 10:17:48 PM


la teoría de la firma japonesa | 135

Recuadro 5.1 Estructura de intercambio de información y oposición Firma E/


Firma J según Aoki

A partir de su artículo de 1986, Aoki procede a las oposiciones que se detallan


a continuación.
En el nivel de los talleres, en la firma E el reparto del trabajo se hace
siguiendo principios de especialización rígidos, en función de estándares
preestablecidos: los obreros deben respetar reglas estrictas de repetitividad
en función de las prescripciones detalladas que reciben de los departamentos
de métodos. Por lo tanto, la coordinación aquí es jerárquica. En la firma J, al
contrario, la división del trabajo es dúctil y flexible, dado que la recupera-
ción de las tareas y de las funciones está implicada en el principio de orga-
nización. Siguiendo esta línea, se practica la rotación de tareas con la idea
de dedicar tiempo a los intercambios de informaciones, incluso si éstos se
realizan más de manera informal y tácita que siguiendo protocolos estable-
cidos y formales. Por lo tanto, aquí la coordinación no se hace directamente
siguiendo un principio de jerarquía, sino siguiendo métodos de incentivo
particulares.*
En el nivel de la empresa considerada en su conjunto se puede leer la misma
oposición. Por un lado, se procede siguiendo un modo fuertemente jerárquico
y autoritario de reparto de las funciones, jugando con los beneficios en especia-
lización, y donde la distinción entre trabajo de concepción y de ejecución (y
entre servicios y departamentos) está fuertemente afirmada (firma E). Por el
otro lado, al contrario, se aplican procedimientos de coordinación flexibles y
“transaccionales” (firma J). La presencia de ingenieros en los talleres, la partici-
pación de equipos obreros en los círculos de calidad y numerosos dispositivos
del mismo tipo tienden a atenuar el rigor de la oposición entre trabajos de
concepción y de ejecución.
En la relación de subcontratación, la oposición acontece entre la integración
rígida propia de la firma estadounidense y la manera japonesa caracteriza-
da por formas diversas de desconcentración y de descentralización de los
procedimientos de otorgamiento de los contratos, asegurando de este modo
aún más flexibilidad y autonomía de los diferentes cocontratistas, así como
cierto reparto de los riesgos entre quienes dan órdenes y los subcontratistas.
En la firma estadounidense, al contrario, la subcontratación es jerarquizada
y practicada, la mayoría de las veces, como arrastre de los riesgos hacia el
subcontratista.
En trabajos ulteriores (especialmente 1988 y 1990a), Aoki precisará
oposiciones en al menos dos puntos. En relación con la estructura financiera
de la empresa, la particularidad de la firma J viene del hecho de que el juego de
participaciones cruzadas a corto y largo plazo (entre empresas industriales e

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136 | nuevas teorías de la empresa

instituciones financieras y, especialmente, entre una firma dada y su “banco


principal”) es de naturaleza tal que garantiza a la firma industrial autonomía
de gestión y estabilidad a largo plazo, característica de la cual está privada la
firma E: en ésta el peso de las obligaciones financieras y el de la rentabilidad
a corto plazo son inmensamente más grandes, lo cual corresponde a un fuerte
poder relativo de los accionistas y de los banqueros, que disponen aquí de un
verdadero poder jerárquico.
En relación con el reparto del poder entre las tres series de agentes que consti-
tuyen los propietarios (o accionistas), los gestores y los empleados, Aoki sostiene
la tesis de que los gestores son los “mediadores” de los intereses de los accionistas
y de los empleados. Dado que los propietarios y los empleados están igualmente
representados (por medio de su participación en el consejo administrativo para
los primeros, por medio de los sindicatos de empresa para los segundos), el
resultado es que bajo este doble control, la actividad de los gestores se traduce en
la optimización de las necesidades y los pedidos de unos y otros.** La firma japo-
nesa no es, entonces, una firma movida por la búsqueda del máximo beneficio,
sino por la mejor conciliación de los intereses de los grupos que la constituyen.
Bajo una obligación de rentabilidad que evidentemente no puede ser eliminada,
buscará maximizar su tasa de crecimiento (más que su beneficio) y garantizar el
empleo de los asalariados.

* Este principio, aplicable a las tareas de simple fabricación, será también extendido a
todo aquello que concierne al mundo de la generación de innovación: Aoki se apoya
aquí en un modelo de Kline y Rosenberg para mostrar que la firma japonesa está,
en este punto, organizada siguiendo un modelo “circular” (donde las informaciones
circulan entre departamentos y niveles de decisión), mientras que la firma estado-
unidense se caracteriza por un modelo secuencial y jerárquico, en el que la innova-
ción sigue un recorrido lineal relativamente rígido: Investigación Básica Aplicada,
Desarrollo, Prototipo, Industrialización, etcétera, son efectuados de modo sucesivo
en actividades relativamente separadas.
** Hay doble control de las decisiones en el seno de la firma japonesa en la medida en
que se trata del control ejercido conjuntamente por los directivos y los representan-
tes de los asalariados, siendo la influencia de los accionistas y la de los banqueros de
las más reducidas.

do a un número restringido de principios. Así llega a distinguir dos formas


fundamentales de firma (parientes cercanas de la firma E y de la firma J),
designadas por él como la firma Jerárquica y la firma Horizontal. Esta oposi-
ción es establecida a partir de lo que el propio Aoki designa como los tres
principios de dualidad de la empresa.

“Primer principio. Para que las empresas constituyan organizacio-


nes eficaces y con fuerte coherencia interna hace falta que, ya sea

Coriat.indb 136 3/27/11 10:17:48 PM


la teoría de la firma japonesa | 137

su modo de coordinación o su modo de incentivo, incluyan una


fuerte dimensión jerárquica. Comparadas con otras, las firmas
japonesas tienden a acordar menos importancia a la jerarquía en
la gestión de la coordinación, mientras que fundan su sistema de
estímulo en la jerarquía de grados.
Segundo principio. La organización interna y el control financiero
de la empresa japonesa son doblemente caracterizados por el rol
limitado de la jerarquía en los mecanismos de decisión y por su
rol incrementado en los mecanismos de incentivo. Esta dualidad
no es azarosa.
Tercer principio. Las decisiones de dirección de las empresas japo-
nesas están sometidas al doble control (a la doble influencia) de
los detentores del capital y de los empleados, más que al control
unilateral de los accionistas.”
Extraído de Aoki (1990a).

Estos tres principios nos llevan a una teoría general de la firma, que
examinaremos ahora.

Firma J y teoría general de la firma:


los tres principios de dualidad

Para establecer cada uno de los tres principios duales formulados por
Aoki, el método seguido por el autor es idéntico. En cada caso se parte
de hechos estilizados para llegar a una expresión más concentrada y sus-
ceptible de ser presentada como principio constitutivo de toda firma.

Coordinación, jerarquía e incentivos


El primero de los principios duales está relacionado con el modo de coor-
dinación aplicado en las operaciones internas de la firma. Sobre este
punto, en vez de insistir –como hace Chandler, por ejemplo– sobre la
naturaleza de las innovaciones organizacionales que acontecen en la
firma, Aoki elige centrar la atención en “los métodos de estímulo” y, en
último análisis, de incentivo que constituyen la base para el desarrollo
concreto de las actividades. Para entender plenamente el contenido y
el significado de los modos de coordinación puestos en práctica hay
que centrar la atención en las consideraciones relativas al estímulo en
el trabajo.

Coriat.indb 137 3/27/11 10:17:49 PM


138 | nuevas teorías de la empresa

Sobre este punto, y a partir de hechos estilizados particulares (especial-


mente los dos expuestos en el recuadro 5.1), Aoki lleva la oposición entre
modelo Jerárquico y modelo Japonés a las dos series de rasgos siguientes.
Por un lado, escribe: “El modelo Jerárquico presenta dos rasgos
esenciales: 1º) la separación jerárquica entre las operaciones de concep-
ción y de ejecución; 2º) el acento puesto en los beneficios obtenidos de
la especialización” (Aoki, 1990a, p. 37).
Por el otro, el modelo Japonés se caracteriza por los siguientes dos
rasgos, que son prácticamente simétricos a los precedentes: “1º) La
coordinación horizontal entre las unidades operacionales; 2º) el reparto
de las informaciones ex post obtenidas en el lugar a través de la expe-
riencia adquirida” (Aoki, 1990a, p. 38).
En cuanto a aquello que nos interesa aquí, lo importante es que,
incluso si las oposiciones construidas derivan directamente de los
hechos estilizados, la nueva presentación dada se enriquece con al menos
dos series de precisiones y de determinaciones.
La primera concierne a la naturaleza de los beneficios buscados y
explotados en los dos modelos. Aoki hace una importante precisión
sobre este punto cuando observa que mientras que los beneficios en espe-
cialización son el eje organizador de la firma Jerárquica,

en la firma J, los beneficios obtenidos de la especialización de las


actividades operacionales son sacrificados, dado que una parte
del tiempo y de la energía de las unidades operacionales debe
dispersarse para permitir la adquisición de nuevas informacio-
nes (por efecto del aprendizaje), así como para comunicar y nego-
ciar en el marco de los esfuerzos de coordinación. (Ob. cit.)

La explicación de esta elección propia de la firma J reside en el hecho


de que

la plusvalía aportada por la consideración de la experiencia adqui-


rida en la práctica y por la coordinación horizontal organizada a
nivel de los ejecutantes puede compensar la pérdida de eficacia
debida al abandono de la especialización organizacional. (P. 37.)

En otros términos, en la oposición que plantea, Aoki da un lugar cen-


tral a los mecanismos de aprendizaje (objeto de inversiones específicas y

Coriat.indb 138 3/27/11 10:17:49 PM


la teoría de la firma japonesa | 139

de “pérdidas de tiempo” en la firma J), pero insistiendo ampliamente


sobre el hecho de que estos aprendizajes se hacen siguiendo procedi-
mientos informales y tácitos. Por esta misma razón (el carácter tácito
e informal de los intercambios de información y de habilidades a los
cuales da lugar), prosigue Aoki, el tipo de “coordinación horizontal” al
que apunta la firma J, que intenta valorizar sistemáticamente los apren-
dizajes, no es nada fácil de implementar. Supone dos métodos de estímulo
particulares adaptados a este objeto propio. Y es sobre este punto que
Aoki llega a formular la segunda precisión crucial para el entendimien-
to del funcionamiento íntimo de la firma J.
Esta segunda precisión concierne a ciertos aspectos de las relaciones
industriales japonesas. Atañen, dice Aoki, a “factores que aseguran el
buen funcionamiento del modelo Japonés”. El autor apunta especial-
mente a esa fuerte particularidad japonesa que constituye el sistema de
jerarquía de grados (recuadro 5.2).
El resultado de la aplicación de este sistema, y éste es un punto deci-
sivo para Aoki, es que los asalariados reciben un fuerte incentivo para
incrementar sus competencias y sus habilidades a través de las múlti-
ples posibilidades de aprendizaje que se les ofrecen en la coordinación
horizontal. Del mismo modo, se los incentiva fuertemente a comunicar-
se entre ellos, dado que este criterio interviene explícitamente en la atri-
bución de los grados.5 Finalmente, Aoki sostendrá que, de este modo,
las relaciones industriales japonesas en su conjunto son analizables en
términos de contratos implícitos, en los cuales el estímulo que constituye
el sistema de la jerarquía de grado –o el riesgo de perder los beneficios
acumulados en este marco –juega un rol motor para asegurar la eficacia
de la coordinación y, por el mismo camino, la de la firma.
Al contrario, en la firma Jerárquica, las oportunidades de apren-
dizaje son bajas y la ausencia de la jerarquía de grados se compensa
por el hecho de que los elementos esenciales de la fijación del salario
y de la carrera del asalariado son negociados de entrada en el contrato
de trabajo, es decir, siguiendo procedimientos mercantiles.
A partir de tales consideraciones, el principio dual nº 1 (cf. supra)
toma toda su significación. Finalmente, Aoki sostiene que la firma J se

5 Es también a partir de tales argumentos que Aoki explica ciertas características de las
relaciones industriales japonesas (especialmente el empleo para toda la vida y el salario
según antigüedad). Sobre este punto, cf. K. Koiké (1988), así como B. Coriat (1991).

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140 | nuevas teorías de la empresa

Recuadro 5.2 La jerarquía de grados según Aoki. Su rol como instrumento de


estímulo

En la práctica, el sistema de jerarquía de grados involucra al mismo tiempo


elementos del modo de fijación de los salarios y ciertas dimensiones del reco-
rrido profesional de los asalariados en el interior de la empresa. Todo deriva
aquí del hecho de que cada asalariado es afectado a un “grado” (siguiendo
un posicionamiento en una grilla específica de grados) en un sistema en
donde “cada grado corresponde a un cierto nivel de salario, pero no a una
función en particular” (p. 38), de modo que “empleados del mismo grado
pueden ejercer funciones diferentes”. Estos grados son atribuidos a partir
de sistemas de evaluación complejos que implican importantes despachos
de gestión de personal y una participación activa de la jerarquía sindical en
esas evaluaciones. Efectuada de manera periódica y regular, la atribución de
los grados se traduce finalmente en ritmos de progresión desiguales, según
los individuos, en sus respectivas carreras profesionales.

distingue de la firma Jerárquica por el hecho de que funciona siguien-


do una combinación, coordinación horizontal + jerarquía de grado, como
medio para asegurar la movilidad de los asalariados en un sistema
donde el colectivo de los empleados (y la valorización sistemática de
las habilidades) constituye un activo específico crucial; por su parte, la
firma Jerárquica se caracteriza por un ensamble coordinación jerárquica +
mecanismos de mercado, en una lógica de eficacia centrada en la especiali-
zación y cuyas fuerzas principales son el reclutamiento de trabajadores
especializados y eficaces y su asignación a tareas netamente definidas
donde esta especialidad pueda ejercerse.
En un plano teórico, aun si su propio punto de partida es diferente,
no podemos dejar de destacar aquí la gran proximidad del enfoque de
Aoki con el de la teoría de la agencia (cf. capítulo 3). En ambos casos, el
rol central es atribuido a los incentivos. En último análisis, son ellos los
que aseguran la eficacia del modo de coordinación horizontal.

Directivos, accionistas, banqueros


El segundo principio de dualidad se presenta como una suerte de exten-
sión del primero. Jugando siempre con el mismo principio dual “incen-
tivo/jerarquía”, esta vez Aoki lo aplica a las relaciones entre la empresa y
los actores que intervienen en la estructura financiera: los accionistas y los
banqueros. La tesis desarrollada entonces es exactamente simétrica a la

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la teoría de la firma japonesa | 141

precedente. Aoki sostiene que en la firma japonesa las relaciones “jerár-


quicas” entre banqueros y directivos son débiles (entendamos que hay
poca o ninguna intervención directa de los banqueros en las elecciones
y la gestión de los directivos) y que esta debilidad de intervención se
explica por el hecho de que el control de los banqueros se efectúa por
medio de incentivos indirectos, pero eficaces.
La obtención de estos resultados se lleva a cabo a través de los mis-
mos procedimientos que aquellos relativos al principio nº 1. Partimos
aquí también de hechos estilizados y extraemos de ellos una proposi-
ción teórica. Aoki convoca aquí dos hechos estilizados.
El primero concierne a la estructura de la propiedad financiera de las
firmas japonesas. Aoki invoca sobre todo el hecho de que, tomando
en cuenta la reglamentación impuesta en Japón, los diferentes bancos
e instituciones financieras no están autorizados a poseer más del 5% de los
títulos de una empresa no financiera. El resultado es un accionariado a la
vez estable, institucionalizado y fragmentado. Sin embargo, un “banco
principal” juega el rol de jefe de fila para todas las operaciones impor-
tantes llevadas a cabo por los directivos de una firma industrial dada.
El segundo hecho estilizado deriva del primero: los directivos están
protegidos de las maniobras financieras, bajo la forma de OPA especialmente,
que pudieran amenazar su poder efectivo.
Así, en un régimen normal, los directivos disponen de un poder efec-
tivo en la conducción de los negocios. Es sólo en caso de peligrar la renta-
bilidad de la empresa que los accionistas y los banqueros conducidos por
el banco principal intervienen, primero a través de advertencias, sugeren-
cias, pedidos (tácitos o explícitos) de corrección en las decisiones tomadas;
luego, en caso de crisis probada, abierta y directamente. En este sentido,
los financieros sólo pilotean la empresa por “incentivo” dado que el poder
efectivo es ejercido por los directivos. Aoki califica este sistema general
como WDIR, “weak decision/incentive ranking” (“débil poder de decisión/
fuerte incentivo”). Vemos entonces su analogía con la lógica que sustenta
al principio dual nº 1. Además, la misma conclusión sobre el rol central
de los incentivos en el principio general de interpretación propuesto por
Aoki para su teoría de la firma se impone tanto aquí como allí.6

6 Veremos en el tercer apartado de esta sección que hay mucho por decir sobre la elección
de los hechos estilizados a la que procede Aoki y sobre lo que implican en cuanto al
estatus relativo de los incentivos y de las instituciones en la teoría general propuesta.

Coriat.indb 141 3/27/11 10:17:50 PM


142 | nuevas teorías de la empresa

El principio del doble control


El tercer principio concierne al reparto del poder general entre los
diferentes centros de decisión que componen la firma. En este sentido,
puede interpretarse como una prolongación de los dos primeros prin-
cipios. La tesis es muy simple y el enunciado del principio la resume
perfectamente: la firma J –contrariamente a la firma Jerárquica, que
primero se encuentra bajo el control de los accionistas– está ubicada bajo
un doble control: el de los accionistas por un lado y el de los asalariados
por el otro, mientras que la dirección actúa como mediadora de ese
doble interés.
Vale la pena detenerse brevemente sobre la manera en que este
principio es desarrollado y argumentado, especialmente en cuanto a lo
que concierne al poder de control atribuido por Aoki7 a los asalariados.
Aquí, el argumento de Aoki (coherente con el principio de dualidad
nº 1) es que la red de asalariados constituye un fuerte activo específico,
cuya cohesión debe mantener la firma y al cual debe aplicar los servi-
cios a largo plazo. De esto se deduce que su poder relativo sólo puede
ser importante. Tan importante que incluso Aoki se interroga sobre el
hecho de saber por qué la “red de asalariados” no se vuelve autónoma
para constituir una firma propia e independiente.8 Si bien descarta
finalmente esta hipótesis, de cualquier modo Aoki concluye que el
colectivo de los asalariados –vía su representación en el sindicato de
empresa– ejerce un control equivalente al de los accionistas.9 El motivo
es expuesto en detalle en otros escritos, especialmente cuando presenta
al sindicato de empresa japonés como una “subestructura” constitutiva
de la firma japonesa y esencial a su funcionamiento.10
El resultado es una serie de consecuencias sobre las caracterís-
ticas del comportamiento de la firma J: maximización de la tasa de

7 En cuanto al poder de los accionistas, ya nos detuvimos en ello (cf. principio de dua-
lidad nº 2): los accionistas tienen poco poder directo y mucho poder de influencia a
través de los incentivos.
8 En el lenguaje adoptado en uno de sus libros anteriores (cf. Aoki, 1984), tendríamos

entonces una firma de tipo W (cooperativa).


9 En B. Coriat (1991) encontraremos una larga crítica de esta tesis de Aoki. De hecho, es

sumamente paradójico que el sindicalismo japonés, que todos concuerdan en reconocer


como el más integrado del mundo, sea también aquel al que Aoki acuerda el máximo
poder: un poder capaz de compensar al de los accionistas...
10 Estas consideraciones están particularmente presentadas en el libro de 1988. Para una

exposición detallada de este punto y las críticas que provoca, cf. B. Coriat (1991).

Coriat.indb 142 3/27/11 10:17:50 PM


la teoría de la firma japonesa | 143

crecimiento más que de los beneficios, compromiso de empleo a


largo plazo para los asalariados, etcétera, que distinguen a la firma
J de la firma Jerárquica.
En síntesis, y si nos atenemos a los tres principios duales enuncia-
dos en su austeridad, se ha procedido a un verdadero giro. A partir de
los hechos estilizados iniciales (cf. recuadro 5.1), se realizó un trabajo
de abstracción cada vez mayor, de manera que finalmente nos encon-
tramos en presencia de una nueva representación teórica de lo que es
una firma. En el centro de esta nueva representación teórica –que afirman y
concentran los tres principios duales– se encuentra un conjunto de considera-
ciones que conciernen finalmente a las relaciones entre jerarquía e incentivos:
el modo de coordinación de tareas (principio nº 1), las relaciones entre
banqueros e industriales (principio nº 2) o, de modo más global, las
relaciones entre directivos, accionistas y asalariados (principio nº 3).
Los tres principios son formulados de manera tal que los hechos estili-
zados que se encuentran en el origen del montaje han sido progresivamente
despojados de toda visibilidad. Dada la importancia decisiva que tienen
en la construcción del conjunto propuesto, hace falta volver a su perti-
nencia y robustez. Este “retorno” también permitirá llevar a cabo una
discusión crítica sobre las proposiciones de Aoki.

Una evaluación crítica del aporte de Aoki

Comencemos por apreciar la medida de las contribuciones de Aoki que,


convengamos, no son pocas.

Los beneficios del análisis en términos de “hechos estilizados” y de


“estructura de intercambio de informaciones”...
Si tuviéramos que resumirlo en pocas palabras, diríamos que el inte-
rés esencial de la contribución de Aoki concierne a los beneficios del
método elegido: aquel que procede por “hechos estilizados” poniendo
en el centro de la comparación la noción de estructura de intercambio
de información.
Si pretendemos detallar un poco estos beneficios, debemos prime-
ro recordar que Aoki es sin dudas uno de los que más contribuyeron
a insistir sobre la importancia del conjunto de las innovaciones organizacio-
nales o “relacionales” que tienen lugar en la firma japonesa, aun cuando,
como lo precisaremos en un instante, estas innovaciones están pre-

Coriat.indb 143 3/27/11 10:17:50 PM


144 | nuevas teorías de la empresa

sentes de modo completamente abstracto, únicamente a partir del


contenido de las informaciones que vehiculan. Sin embargo, si bien
el método de los hechos estilizados adoptado por el autor posibilita
una presentación fuertemente sintética de la firma japonesa –llevada
a algunos rasgos esenciales–, se inscribe en un camino teórico decidida-
mente no culturalista, que aún cuenta, hay que admitirlo, con muchos
partidarios si consideramos el extraordinario florecimiento de pre-
sentaciones de la firma japonesa centradas en su irreducible y muy
“cultural” excepcionalidad.
De modo más fundamental, a través de la noción de estructura de
intercambio de información y de las relaciones que allí se traban entre
incentivos y jerarquía, la contribución de Aoki ubica en el centro de la
atención una serie de dimensiones decisivas del funcionamiento de las
firmas. Además, esta categoría distingue sus propias contribuciones
de los enfoques neoinstitucionalistas o transaccionales, aun cuando las
primeras mantienen proximidad y relaciones privilegiadas con cada
uno de los enfoques.
Sin embargo, el método tiene su reverso y Aoki no escapa a una
serie de limitaciones relacionadas con el uso que de él hace el autor.

... y sus limitaciones


Las críticas abarcarán las condiciones en que se establecen los tres prin-
cipios duales. Nos permitirán interrogarnos tanto sobre el realismo de las
construcciones propuestas sobre la firma japonesa como sobre la robustez
de la teoría “general” de la firma a la que éstas conducen.
En lo que respecta al primer principio, no caben dudas sobre el
hecho de que la representación dada por Aoki, poniendo en evidencia
una puesta a punto en los modos de coordinación entre “jerarquía
directa” y estimulación por “jerarquía de grado”, constituye una
importante contribución a la inteligencia del funcionamiento no sólo
de la firma japonesa, sino también de toda firma en general. A nues-
tro parecer, es más problemática la interpretación del conjunto de la
dualidad propuesta bajo el registro único y exclusivo de la categoría
de estructura de intercambio de información. Apuntamos al hecho de
que la puesta a punto “jerarquía/incentivo” manifestada por Aoki
sólo es inteligible en sí misma sobre la base de innovaciones organiza-
cionales poderosas (la autonominación y la autoactivación, los proce-
dimientos de producción en tiempo y forma, la linearización de las

Coriat.indb 144 3/27/11 10:17:50 PM


la teoría de la firma japonesa | 145

fabricaciones, etcétera),11 no analizadas como tales por Aoki. La con-


sideración de su contenido técnico (modo de implantación de los talle-
res y de las máquinas, procedimientos de gestión de la calidad, etc.) y
de los modos de control que al mismo tiempo exigen y aplican prácticamente
(en particular, a través del principio de “dirección por los ojos” que
apunta a volver visibles todos los disfuncionamientos) nos llevaría a
otra apreciación de aquello que constituye los hechos estilizados verdaderos
y últimos, típicos de la manera japonesa.12 Observaríamos, entonces, que
la naturaleza de la estructura de intercambio de información sólo es
un derivado de las innovaciones organizacionales o, al menos, que
constituye condiciones (permisivas y/o de acompañamiento) de las
innovaciones organizacionales que como tales no se describen ni agotan
en la presentación de la “estructura de los intercambios de informaciones”
bajo los cuales se las aplica. El resultado sería que la caracterización de
“horizontal” atribuida por Aoki a los modos de coordinación debería
entonces estar fuertemente temperada, puesto que la autoridad no se
ejercería sólo por el modo de estímulo, sino también, y en la misma
medida, por un modo “ostracista”.13
En cuanto al principio de dualidad nº 2, es fácil mostrar que aquello
que se pone a cuenta de una estructura particular de información14 y
que atañe, según Aoki, a “una coherencia entre el control externo y la

11 Para una presentación detallada de los protocolos prácticos aplicados por Toyota, cf.
especialmente Monden (1983). Y para una puesta en evidencia de las especificidades de
estas innovaciones con respecto a aquellas asociadas a Taylor y Ford, cf. Coriat (1994 b).
12 Cf. sobre este punto B. Coriat (1991), donde la firma japonesa, en una visión ohniana, es

analizada como un conjunto de innovaciones organizacionales que abarcan los modos


de planificación de las fabricaciones, de la asignación de tareas y de los procedimientos
logísticos en la gestión de los entrantes.
13 Notemos, sobre este punto, que Aoki parece ser consciente de una dificultad en su enfo-

que, dado que indica que “la amenaza” (bajo la cual se encuentra el asalariado de perder
su empleo y los beneficios a largo plazo que le están asociados) es constitutiva del modo
de dirección y de incentivo japonés. Pero no va hasta el límite de esta observación, dado
que la firma J sigue siendo caracterizada como perteneciente al ámbito de una coordina-
ción “horizontal” en un contexto de “doble poder” (el poder de los asalariados equilibran-
do el de los accionistas bajo la autoridad mediadora y condescendiente de los directivos).
14 Aoki se complace mostrando que hay una fuerte coherencia y un fuerte vínculo lógico

entre coordinación horizontal (para las tareas productivas) y poca jerarquía en las rela-
ciones entre banqueros y directivos. En la misma línea, sostiene que es la estructura de
las informaciones propia del sistema del banco principal la que le permite ser eficaz sin
intervención directa. Así, llevando todo hacia el lado de los incentivos y de la estructura
de los intercambios de informaciones, Aoki subestima de manera manifiesta el rol de la
reglamentación de las instituciones, a la vez en cuanto concierne a la génesis y la imple-
mentación del sistema y a su modo actual de funcionamiento (cf. sobre este punto, infra).

Coriat.indb 145 3/27/11 10:17:51 PM


146 | nuevas teorías de la empresa

organización interna”, de hecho se explica de manera muy directa a


través de pesadas características institucionales propias de Japón en un
momento dado de su historia.15
De hecho, todo el sistema descrito por Aoki vio la luz bajo obliga-
ciones regulatorias muy fuertes, entre las cuales las principales son,
además de la institución del techo legal del 5% mencionado por Aoki:
• una organización del mercado bancario fuertemente segmentada,
especializada y dedicada: cada tipo de institución sufre una prohibi-
ción de actuar fuera del segmento en el cual está autorizada a operar;
• sobre todo (y este punto no es mencionado por Aoki), dado que
las tasas de interés las fijaba el Banco de Japón y que no podían
utilizarse como herramientas en la competencia interbancaria, que
sólo podía ejercerse, entonces, sobre los volúmenes atribuidos, nos
encontramos en una suerte de mercado bancario “demandante”, en
el cual eran las instituciones financieras las que estaban en posición
de debilidad para garantizar sus carteras de clientes surgidos de las
empresas industriales.
Estas características institucionales –que se oponen punto por punto
a las características institucionales de los sistemas angloamericanos–
explican, pensamos, el funcionamiento particular de las relaciones
entre industria y finanzas japonesas de modo más eficaz y completo
que las consideraciones relativas a las estructuras de intercambio de
información entre banqueros e industriales.
De esta manera, el hecho de subestimar las variables regulatorias
e institucionales conduce a Aoki a teorizar en un plano lógico, bus-
cando establecer (entre sus diferentes principios de dualidad) corres-
pondencias altamente problemáticas.16 Dado que, contrariamente a lo
que él presupone, de hecho se puede imaginar una firma coordinada

15 En la década de 1980, por cierto, la mayor parte de estas características institucionales


desaparecieron. El resultado –como en un vulgar sistema anglosajón– es una orien-
tación de los bancos y de los accionistas hacia la especulación más espectacular de la
década y la formación de la famosa “burbuja” financiera japonesa. Sobre este punto, cf.
Geoffron (1992) y Aglietta (1994).
16 Estas correspondencias son buscadas, esencialmente, cuando se intenta mostrar que las

relaciones entre “mercados internos” (regidos por reglas de intercambios de informaciones) y


“mercados externos” (dominados por prácticas de intercambio mercantil) obedecen a estruc-
turas particulares siguiendo los tipos de firma (E o J, particularmente). La idea es que
hay homología entre los tres principios duales en lo que respecta a la naturaleza de las
relaciones entre mercados internos y externos por tipo de firma.

Coriat.indb 146 3/27/11 10:17:51 PM


la teoría de la firma japonesa | 147

internamente de modo horizontal (es decir, desde el punto de vista de


la división del trabajo entre sus diferentes entidades operacionales)
pero que quedara bajo el control “directo” de los accionistas. Este caso
particular se encuentra, por ejemplo, en numerosas empresas de alta
tecnología en Europa y sobre todo en Estados Unidos: la Silicon Valley,
por no citar otra, está repleta de ellas (cf. Miller y Côté, 1987).
En cuanto al tercer principio –el del “doble poder”– que es, a nuestro
parecer, el más frágil y menos sólidamente establecido, se lo criticó en
múltiples oportunidades, en especial por parte de autores japoneses (cf.
Shimizu y Nomura, 1993; Shimizu, 1994, por ejemplo). Repitamos aquí
sólo que el sindicalismo japonés se construyó sobre derrotas mayores,
lo cual es una base muy extraña para un doble poder, y que, como lo
muestra la situación actual, su control sobre las decisiones de la firma
parece hoy muy pequeño: desde el comienzo de la década de 1990,
financiarización y reducciones drásticas de efectivos se manifiestan plenamente
en Japón. De hecho, no bien las condiciones institucionales lo volvieron
posible (desregulación parcial de las actividades bancarias a lo largo
de la década de 1980), asistimos a una espectacular financiarización
de la economía con la constitución de la “burbuja especulativa” más fuerte
de los tiempos modernos. Además, desde que el crecimiento económico
comenzó a disminuir (a principios de 1990), se desarrolló un potente
movimiento de compresión de efectivos y de puesta en tela de juicio de las
prácticas clásicas de empleo a largo plazo.
Si movilizamos la totalidad de estos elementos, la noción de firma J
aparece como una suerte de quimera teórica cuya construcción está regida
por un fuerte eclecticismo. Aunque se analizan varias disposiciones en
categorías muy cercanas a aquellas utilizadas en la relación principal/
agente (atribuyendo un rol central a los incentivos), esta concepción se
separa de la última al menos en dos puntos importantes: a diferencia
de la firma de la teoría de la agencia (cf. capítulo 3), la firma J de Aoki
es una verdadera firma con fronteras identificables.
La firma J es una quimera, pero una quimera teóricamente útil, dado
que nos permite llamar la atención sobre algunos puntos sensibles tanto
de las características de la firma japonesa como de las firmas en general.
Pero el hecho de subestimar sistemáticamente, como lo hace Aoki, tanto
los contextos institucionales como las innovaciones organizacionales
–ninguno de los dos aspectos entra en el concepto de firma J y sólo son
evocados para poner en evidencia las características de las estructuras

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148 | nuevas teorías de la empresa

de intercambio de información– desemboca en una teoría de la firma


enteramente desmaterializada y despejada de todas sus determinacio-
nes históricas y sociales, las que, sin embargo, ocupan, como intenta-
mos demostrarlo, un lugar decisivo.
No es seguro que la teoría gane vaciando a la firma de su sustancia,
para reducirla únicamente a las estructuras de intercambio de informa-
ción que ocurren en ella, sobre todo cuando, como era el proyecto de
Aoki, las consideraciones de realismo son tan importantes que se elige
proceder por hechos estilizados.

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6 | Entre micro y macroeconomía:
la firma en la teoría de la regulación

En un libro sobre la teoría de la firma no parece evidente la necesidad


de un capítulo sobre los aportes de los regulacionistas, dado que, debe-
mos admitirlo, la teoría microeconómica y en particular la de la firma
no se presentan como el ámbito principal de las contribuciones de estos
teóricos. Queremos, entonces, dedicar estas primeras líneas a justificar
esta presencia.
Como se sabe, el enfoque de la teoría de la regulación1 se constru-
yó en sus inicios casi exclusivamente desde una perspectiva holística
y macroeconómica. El desafío fundador en el origen del programa
de investigación propio de la teoría de la regulación era dar cuenta de
una forma original de crisis: la stagflación y hacerlo, en la medida de lo
posible, de manera endógena, es decir, explicando el crecimiento de las
décadas de posguerra y luego, en la década de 1970, el paso del creci-
miento a la crisis, a través de las mismas herramientas y conceptos de
base, relativizando el rol de los choques internos a los cuales ya no se
les atribuye el rol central (cf. R. Boyer, 1986; B. Coriat, 1994a). Como se
sabe también, la propuesta de los autores regulacionistas consistió en
afirmar, sucintamente, que el crecimiento y luego el paso del crecimiento a
la crisis estaban ligados al surgimiento y posterior agotamiento de un régimen
de acumulación particular: el régimen fordista, constituido por un conjunto
de formas estructurales específicas que vinculan dimensiones “reales” e “ins-
titucionales”. En esta empresa, todo el procedimiento se lleva a cabo de
modo macroeconómico.
Si, a pesar de todo, puede presentarse aquí una contribución regula-
cionista a la vez original y útil a la teoría de la firma deducida de estos
trabajos, se debe a que, como veremos, por un lado, desde las primeras

1 Con respecto tanto a la metodología como a los resultados de la teoría de la regulación,


consultaremos el volumen que le está dedicado en las ediciones de la Découverte en la
colección “L’État des savoirs”, publicado con el título La théorie de la Régulation, París,
1995, bajo la dirección de R. Boyer e Y. Saillard.

149

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150 | nuevas teorías de la empresa

formulaciones de los regulacionistas, las consideraciones microeconó-


micas que conciernen directamente a los elementos de una teoría de la
firma están lejos de encontrarse ausentes; por otro lado, a lo largo del
tiempo, los regulacionistas fueron –dados su metodología y su progra-
ma– otorgándole una atención cada vez mayor y más explícita a las
dimensiones microeconómicas de los cambios en curso.
La cuestión es que una dimensión significativa de la investigación
desarrollada consistió siempre en buscar establecer los tipos de regula-
ridades construidas a nivel microeconómico que pudieran servir de fun-
damento para las “grandes” regularidades que sirven de soporte al(a
los) régimen(es) de acumulación: fordista(s) en un primer momento,
y posfordista(s) luego. Con este procedimiento, como intentaremos
demostrar enseguida, se forjaron los elementos de una teoría de la
firma.
Después de recordar algunos fundamentos y particularidades del
enfoque, el objetivo del presente capítulo es reconstituir los elementos
de la teoría de la firma propios de la teoría de la regulación y compa-
rarlos con las investigaciones sobre la teoría de la firma que desarrollan
en la misma época otras corrientes teóricas. Luego de haber precisado
el progreso actual de la investigación regulacionista, será entonces el
momento de proponer una evaluación crítica de los aportes de la teoría
de la regulación sobre la teoría de la empresa.

Algunas proposiciones previas y fundadoras

Para poder ingresar eficazmente en la representación de la empresa


propia de la teoría de la regulación, es necesario recordar algunas par-
ticularidades metodológicas del enfoque. Insistiremos aquí sobre dos
puntos.
Una primera especificidad del enfoque deriva del hecho de que, en
el conjunto de su procedimiento, la teoría de la regulación parte de la
premisa central de que el mercado no se autorregula.2 De hecho, es a par-
tir de tal hipótesis que los autores de la teoría de la regulación pueden
explicar el crecimiento y la crisis de manera endógena, sosteniendo la
idea de que, según los períodos, la naturaleza de las disposiciones institu-

2 Premisa inversa a aquella de los neoclásicos, pero en común con los autores de tradi-
ción keynesiana.

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la firma en la teoría de la regulación | 151

cionales alrededor de las grandes relaciones que estructuran la acumulación


permite o no su buen desarrollo y la caracterización de las rupturas en
“pequeñas” y “grandes” crisis (cf. Boyer, 1986).
El resultado es, y ésta es la segunda proposición importante, que lejos
de ser el origen de las crisis, las instituciones y por lo tanto las “rigideces”
a las cuales pueden dar forma, son presentadas por la teoría de la regu-
lación como elementos estructurantes del proceso de acumulación, las
únicas capaces de conferirle –bajo ciertas condiciones y durante períodos
más o menos largos– poder y estabilidad (cf. Coriat, 1994a).
Es en este marco que aparece la empresa, que si bien no es objeto
de una teorización propia y específica, interviene –como lo veremos en
varios títulos– en tanto que soporte o lugar de afirmación de los compromisos
y de los contratos que regulan el proceso de acumulación en su conjunto y, de
modo más general, en tanto que fundamento microeconómico de la acu-
mulación concebida de manera macroeconómica.
A partir de este corpus inicial, si consideramos de manera más ana-
lítica el contenido del régimen fordista para extraer elementos de teo-
rización del concepto de empresa que en él se presuponen, se despejan
algunas grandes proposiciones que se pueden trasladar directamente a
una teoría de la empresa.

La empresa fordista: primeros pasos


hacia una teoría regulacionista de la firma

Para avanzar sobre el lugar de la empresa en la teoría de la regulación,


conviene recordar primero que el régimen de acumulación que marcó
el período de posguerra tanto en Estados Unidos como en Francia, y
que constituyó el objeto central de la investigación de los teóricos de la
regulación, se denomina “fordista” en referencia explícita a una forma de
empresa y a prácticas de empresario individual (la línea de montaje, el “five
dollar day”, etcétera).
En este nivel “semántico”, este préstamo del vocabulario empre-
sarial demuestra cierta consideración de tipo “microeconómico” en
el procedimiento regulacionista. Es en este sentido que, si bien no
hay una investigación específica sobre la empresa, en cambio existe
de entrada la preocupación por reflexionar sobre las bases microeconómicas
compatibles con el tipo de definición del régimen de acumulación al que se
dedicaba la teoría de la regulación. De este modo, podemos afirmar que

Coriat.indb 151 3/27/11 10:17:52 PM


152 | nuevas teorías de la empresa

“la empresa fordista”, que atañe más a un ideal weberiano que a una
teoría de la empresa en sentido propio, constituye el referente implí-
cito de la teoría de la regulación para todo aquello que concierne a su
visión de la empresa. Si bien la noción de empresa fordista no tiene el
estatus de un concepto verdadero, posee numerosos atributos sobre
lo que es una empresa.

Los cinco rasgos constitutivos de la empresa fordista


Pueden destacarse cinco características esenciales de la empresa fordis-
ta. Ellas nos guiarán por el camino de la teoría buscada.
1. La empresa (fordista) es la sede de un antagonismo capital/trabajo
o al menos de una clara oposición de intereses entre capitalistas
y asalariados que se afirma especialmente en el reparto de los
ingresos, pero también en las condiciones mismas de formación y
de liberación del excedente. En este sentido, la filiación “clásica”
de la teoría de la regulación se confirma de manera contundente
(como en Ricardo o en Marx, hay, en el corazón de la empresa, un
conflicto esencial de intereses). Ya desde las primeras formulaciones
regulacionistas (Aglietta, 1976; Cepremap, 1977; Coriat, 1979), es la
existencia misma de este antagonismo la que vuelve necesario el despliegue
de una economía del tiempo y del control que tiene por objeto permitir
obtener la mayor intensidad posible de uso del trabajo en los límites
de tiempo de trabajo comprado.
2. La segunda característica es resultado directo de la anterior.
Consiste en afirmar que la empresa es el lugar de la implementa-
ción de principios y de protocolos, planteados de entrada como
evolutivos, de organización del trabajo;3 principios y protocolos que son
analizados como soportes de los beneficios de productividad plenos y ente-
ros, de la misma manera que las herramientas y las técnicas “duras”. En la
empresa fordista, estas técnicas son las conocidas como “Scientific
Management”: implementación de la división y de la repetitividad
de las tareas, sobre la base del instrumento fundamental que cons-
tituye la medida de los tiempos y de los movimientos, y de sus

3 Sin dudas, es una característica esencial de la teoría de la regulación el haber insistido


fuertemente en la importancia de la organización del trabajo, rompiendo de entrada
con las representaciones tradicionales de la firma concebida como pura combinación
técnica, y en las cuales no se da ningún lugar al rol de la organización.

Coriat.indb 152 3/27/11 10:17:52 PM


la firma en la teoría de la regulación | 153

protocolos derivados. Así, la organización constituye una fuente


decisiva de la eficiencia de la empresa.
3. La empresa fordista es una empresa de gran tamaño, en general de
fuerte integración vertical, dado que está construida sobre el prin-
cipio de la búsqueda sistemática de economías de escala. En este
sentido, es uno de los soportes esenciales del régimen de la gran
producción en serie y de la producción en masa. Notemos, de paso,
que esta visión de la empresa es coherente en importantes puntos
con aquella desarrollada en el mismo período por Chandler (espe-
cialmente en La mano visible), cuando el autor busca explicar cómo el
cambio del entorno de las firmas determinó la modificación de sus
estructuras internas con el paso de la forma U a la forma M (cf. sobre
este punto el capítulo 1).
4. La empresa fordista es al mismo tiempo la expresión y el lugar de
formación de un conjunto de prácticas contractuales formales. En la
empresa canónica de los primeros trabajos de la teoría de la regula-
ción, estas prácticas contractuales son particularmente enfocadas y
descritas en la categoría de la relación salarial. Categoría transversal,
la relación salarial, definida como una de las formas estructurales
de base de la acumulación fordista, expresa la doble idea de que la
empresa es al mismo tiempo una creación institucional ligada a las otras
grandes instituciones que rigen la vida económica y que constituye un
lugar original y específico de creación de producciones institucionales,
especialmente bajo la forma de acuerdos colectivos; acuerdos que
en Estados Unidos, reunidos bajo el nombre de “collective bargai-
ning”, tienen un lugar especialmente importante. Esta característica
es fundamental en toda la reflexión sobre el fordismo: sin estas
formas de contractualización, que también son, vía su extensión
a través de las ramas, fórmulas sociales de reparto y de difusión de los
beneficios de productividad, el sistema de la producción en masa no
habría podido afirmarse como modo hegemónico de organización
de la producción.4

4 Se trata aquí, esencialmente, de formas de contractualización caracterizadas por el


hecho de que, bajo diferentes variantes nacionales, la fijación de los salarios se rige por
el doble principio de una indexación sobre los precios y de un factor fijo de alza anual
(cf. sobre este punto Coriat, 1991). Tales fórmulas contractuales jugaron históricamente
un rol esencial para asegurar el arranque de la producción en masa, estableciendo un
lazo estrecho entre producción y consumo de masa.

Coriat.indb 153 3/27/11 10:17:53 PM


154 | nuevas teorías de la empresa

5. La empresa fordista es un lugar de elaboración de estándares y de


normas. Este tema está presente desde los primeros trabajos de la
teoría de la regulación. De hecho, la estandarización se introduce
allí como una de las mayores innovaciones aportadas por el fordis-
mo (Coriat, 1976, 1979).5 Del mismo modo, la empresa fordista es
pensada desde el principio como generadora de normas (de traba-
jo, de producción y de consumo) que se imponen socialmente (cf.
Aglietta, 1976; Coriat, 1976 y 1979; Cepremap, 1977).
Precisemos, además, que en la teoría de la regulación estas diferentes
características, en particular las dos últimas, ocupan un lugar esencial
en la formación de las “regularidades” macroeconómicas que el fordis-
mo fue capaz de generar y que explican, en parte, el poder y la relativa
estabilidad del régimen de acumulación que prevaleció durante los
años de posguerra.
En suma, incluso si estas características más bien “se deducen” de
los trabajos producidos por la teoría de la regulación antes que surgir
de una reflexión sistemática sobre la empresa, permiten dibujar los
contornos relativamente netos de aquello que atañe al concepto de
empresa en la teoría de la regulación en la primera fase de despliegue
de su programa de investigación.

Comparación con los enfoques dominantes del momento...


Si comparamos las características precedentes de la firma con las que
prevalecen en los enfoques dominantes del momento (década de 1970),
dos constataciones se imponen.

Con respecto a los trabajos pioneros de la firma comportamentalista


o gerencial
Cuando la microeconomía estándar escapa a la representación de
la firma como firma-punto o “caja negra”, y se la puede pensar
como firma-institución (firma gerencial, al estilo Berle y Means),
o como una firma-organización (a partir de los trabajos fundadores
de Simon, Cyert y March), es sobre todo para llegar a la conclusión de

5 En estos trabajos sobre la implementación del fordismo, los autores de la teoría de la


regulación insisten fuertemente en el hecho de que la estandarización sólo fue posible
a partir de las rutinas elaboradas en el marco del Scientific Management de Taylor,
cuando Ford retomó estos principios en el establecimiento de la línea de montaje.

Coriat.indb 154 3/27/11 10:17:53 PM


la firma en la teoría de la regulación | 155

que la separación capitalistas/directivos en el primer caso o el carácter


complejo de las organizaciones en el segundo caso (con los problemas
de gestión de las decisiones que de él resultan) son generadores de
pérdida de eficiencia. Se considera que esta pérdida de eficiencia, que
se afirma primero en el nivel microeconómico (“managerial slack”, racio-
nalidad limitada y “satisfacing”), produce efectos macroeconómicos, en
la medida en que situaciones que no son óptimas a nivel micro sólo
pueden acarrear situaciones no óptimas a nivel macro (cf. especialmen-
te sobre este punto los desarrollos aportados por Leibenstein sobre los
cuales rendimos cuenta en el capítulo 1).
Estas representaciones son esenciales por sus efectos críticos y como
elementos para la construcción de una teoría heterodoxa de la firma. Sin
embargo, son netamente diferentes de aquellas propuestas por la teoría
de la regulación que sostienen, al contrario, que las instituciones, los
contratos, las rutinas, las normas, etcétera, son, bajo ciertas condiciones,
generadores de eficiencia microeconómica y de estabilidad macroeconómica. En
la teoría de la regulación, es la existencia de estas instituciones y contra-
tos, más allá de las relaciones íntimas que entre ellos se tejan, lo que per-
mite explicar, al menos en parte, la larga fase de crecimiento fordista.

Con respecto al concepto implícito de firma de los enfoques del


“desequilibrio”
Otra comparación también puede ser útil. Esta vez, se trata de consi-
derar los enfoques adoptados como fundamentos microeconómicos de
la macroeconomía, los que bajo el nombre de teorías del desequilibrio,
fueron los rivales principales de la teoría de la regulación en la expli-
cación de la gran crisis en la década de 1970. Es necesario constatar
que en los enfoques del desequilibrio,6 incluso si esto puede parecer
a primera vista sorprendente de parte de las teorías que pretenden
poner el acento sobre los fundamentos microeconómicos, la firma está
desprovista de todo atributo. Se convierte esencialmente en esa famosa
“caja negra” reducida al estado de “firma punto” de la microeconomía
estándar. Con respecto a los enfoques tradicionales, lo que se modifica
en estas teorías no es la firma como tal, sino su entorno. El universo en el

6 Para una presentación de estos enfoques (llamados del “desequilibrio” o “fundamentos


micro de la macroeconomía”) tal como se afirmaban en la década de 1970 y al comienzo
de los años ochenta, cf. Y. Henin (1983).

Coriat.indb 155 3/27/11 10:17:53 PM


156 | nuevas teorías de la empresa

cual la firma evoluciona es pensado como incierto y las informaciones


como costosas o imperfectas. A partir de esto, las flexibilidades nece-
sarias para producir los ajustes que aseguren el establecimiento de un
equilibrio tropiezan con las rigideces que acarrean las indexaciones
y los contratos sobre los precios, presentados al mismo tiempo como
respuestas de los agentes ante la incertidumbre y expresión de la
imperfección del universo en el que los agentes actúan. Ciertamente,
este dispositivo teórico permite, a su manera, explicar ciertas formas
de crisis (presentadas como desajustes nacidos de la ausencia de cierre
de los mercados en equilibrio), pero en cuanto a aquello que nos ocupa
aquí, no hay nada que le dé a la firma más realismo o consistencia que
la firma punto walrasiana. Además, incluso si esta proposición puede
parecer algo provocadora, en el camino de una búsqueda de fundamen-
tos microeconómicos de la macroeconomía, la teoría de la regulación,
en su propio orden, había hecho progresos mucho más sustanciales.

... y con los desarrollos más recientes de las investigaciones


neoclásicas estándares o heterodoxas sobre la firma: diferencias
y similitudes
Por su lado, las cinco características que la teoría de la regulación atri-
buye a las empresas se encuentran en diferentes enfoques neoclási-
cos estándares y heterodoxos. Éstos, considerados de manera aislada
y en sus propias líneas de desarrollo (los enfoques por los costos de
transacción, por los derechos de propiedad, por la teoría de la agen-
cia, o incluso por el aprendizaje, que hemos expuesto anteriormen-
te), son a menudo más potentes y certeros que las representaciones
regulacionistas. Sin embargo, debe destacarse que estos diferentes
enfoques no son coherentes entre sí y que, sobre puntos esenciales,
son más rivales que complementarios. Finalmente –a excepción de
la teoría de la agencia–, renunciaron a toda referencia al equilibrio
general (tal es el caso de los enfoques de la línea de Williamson), o se
construyeron contra sus paradigmas (los evolucionistas). En efecto,
en casi todos los casos, estos enfoques son puramente micro, incluso
micro-micro (por ejemplo, los desarrollos más recientes aportados
por Leibenstein a su representación de la firma), y por lo general no
sirven de base para formular visiones macroeconómicas del equili-
brio general. De modo que una parte considerable de los beneficios
de la investigación micro no se reutiliza ni capitaliza en representa-

Coriat.indb 156 3/27/11 10:17:53 PM


la firma en la teoría de la regulación | 157

ciones globales que reubicarían a la firma y a sus formas dentro del


funcionamiento en conjunto de las economías.
Hechas estas observaciones, no nos resulta indiferente ver en qué
medida las cinco grandes características que componen la empresa for-
dista en la teoría de la regulación se encuentran, con su propio lenguaje
y siguiendo las intuiciones que le pertenecen, en diversas corrientes de
análisis de inspiración neoclásica. Retomémoslas una por una.

La empresa como lugar de conflicto de intereses


La noción de antagonismo o de oposición de intereses en la relación
capital/trabajo que está en el corazón de la concepción regulacionista
de la firma encuentra una suerte de correlación en los nuevos enfoques
neoclásicos del contrato de trabajo, donde se plantea la existencia de rela-
ciones asimétricas. Pero si ponemos de lado estos enfoques particulares,
hay que constatar que los nuevos análisis neoclásicos de la firma, que la
representan a partir de un juego de contratos explícitos o implícitos, pre-
tenden al contrario negar toda especificidad de la relación contractual
entre empleadores y asalariados, y todo antagonismo particular entre
capital y trabajo. De este modo, mientras que las primeras renovaciones
de la teoría de la firma, por Coase y luego por Williamson, ubican en el
centro de su caracterización de la firma a las relaciones de jerarquía y
de autoridad, estas nociones son totalmente suprimidas por los nuevos
desarrollos neoclásicos. Esto aparece de modo explícito en Alchian y
Demsetz, como ya hemos visto (cf. capítulo 3). Por cierto, la teoría de la
agencia en sí misma, en algunas de sus dimensiones cruciales, se cons-
truye siguiendo una hipótesis central: cómo hacer asumir a los agentes
intereses que no les son propios (es decir, ubicando los conflictos de
interés en el centro de su dispositivo teórico). Pero lo hace situando el
conjunto de relaciones contractuales en un mismo plano,7 y por lo tanto
“ahogando” la oposición entre capitalistas y asalariados en la cuestión
general de los conflictos de intereses entre individuos egoístas.

La empresa como organización


La idea de que la empresa debe ser interpretada como lugar de aplicación de
principios de organización encuentra equivalentes en las representaciones

7 Incluso, en ciertas formulaciones, privilegiando la cuestión de la relación entre accionis-


tas y directivos.

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158 | nuevas teorías de la empresa

neoclásicas contemporáneas. Sin embargo, hace falta destacar sobre


este punto que, a pesar de los trabajos pioneros de Leibenstein (alre-
dedor de la noción de “eficiencia X”), le tomará mucho tiempo a la
teoría neoclásica deshacerse de una representación de la firma conce-
bida como una simple combinación productiva tecnológica e incluir la
organización como un parámetro esencial de su constitución y de su
definición. De hecho, los trabajos magistrales de March y Simon (1993),
que ubican la teoría de las organizaciones en el corazón de la defini-
ción de las firmas, fueron mucho tiempo marginados, completamente
ignorados por la corriente dominante de la teoría económica.

Empresa y leyes de rendimiento


Con respecto a la idea de que la empresa es un lugar de implementa-
ción de leyes de rendimientos específicos, es sólo a partir de mediados de
la década de 1970 que el paradigma implícito en las construcciones
neoclásicas será cuestionado (paradigma según el cual la firma es un
lugar de formación de rendimientos constantes). La idea del realismo de
la hipótesis de rendimientos crecientes (retomada a partir de Kaldor y
afirmada muy pronto por la teoría de la regulación con respecto a la
movilización de las economías de escala, tanto en la firma como en el
régimen de acumulación fordista; cf. para una expresión formalizada
de esta hipótesis: Boyer y Coriat, 1987) sólo se afirmará muy tardía-
mente, con el nuevo auge de los modelos de competencia imperfecta.
Incluso en este caso, la única sofisticación de las hipótesis consideradas
en sus representaciones avanzadas del equilibrio concierne a una dis-
tinción entre firmas “grandes” y “pequeñas”. Pero aunque sean grandes
o pequeñas, sigue tratándose de firmas punto, simplemente ciertos puntos
son más grandes que otros.

La empresa como lugar de formalización de contratos


Con respecto a la idea de que la empresa es lugar y soporte de una
contractualización específica, y que tanto las modalidades como el
contenido de esta contractualización son determinantes clave de
su eficiencia, habrá que esperar los trabajos decisivos sobre este
punto de Akerlof (1984) (ver también Akerlof y Yellen, 1986) y de la
teoría del salario de eficiencia. A pesar de las diferencias evidentes en
las herramientas y en la metodología general que presiden los dos
enfoques, es sorprendente constatar que los neoclásicos, al precio

Coriat.indb 158 3/27/11 10:17:54 PM


la firma en la teoría de la regulación | 159

de una inversión esencial de uno de sus paradigmas fundadores,8


llegan finalmente –con la tesis de que es el salario el que determina
la productividad y no lo contrario– a una idea desde hace tiempo
defendida por la teoría de la regulación.
De modo más general, la idea del carácter incompleto e imposible
de especificar del contrato de trabajo coincide en última instancia con
la tesis marxiana (incorporada en la teoría de la regulación) según la
cual el trabajo no es una mercadería como las otras, y la distinción entre
el trabajo comprado y el trabajo gastado es un elemento clave para la
comprensión de la eficiencia de la empresa. En esta línea, Solow (1990)
hará una contribución decisiva al afirmar que el mercado del trabajo
debe ser considerado como una “institución social”.

La empresa, lugar de formación de normas y rutinas


Finalmente, la idea de que la empresa es generadora de rutinas y de
normas no se encontrará tanto en los neoclásicos como en los tra-
bajos de la escuela evolucionista (cf. capítulo 4), pero también en
los trabajos de la escuela estadounidense de la costumbre, en la
cual importantes desarrollos están en curso (para una presentación
sintética de estos trabajos, cf. B. Reynaud, 1994). Sin embargo, en el
estado actual de las cosas, estas escuelas sólo pueden construirse
abandonando toda pretensión o ambición a referirse y a integrarse
a una teoría del funcionamiento de la economía, incluida la idea de
equilibrio general.
Hechas estas precisiones, comprendemos la gran dificultad que
implica encaminar de manera coherente entre sí los desarrollos relati-
vos a la micro y macroeconomía. Tan pronto como se pretende construir
una teoría realista y eficaz de la firma y, al mismo tiempo, construirla de
modo que sirva como fundamento para una representación macroeconómica
del crecimiento, los problemas que deben enfrentarse son de una gran
complejidad. En consecuencia, las primeras pautas planteadas por la
teoría de la regulación sobre las nociones conjuntas de firma fordista
y de régimen de acumulación fordista deben apreciarse bajo este
ángulo.

8 Aquel según el cual el salario es regulado por la productividad (marginal) del trabajo.

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160 | nuevas teorías de la empresa

El pasaje al posfordismo: extensión y profundización


del programa de la teoría de la regulación sobre la firma

En la década de 1980 y sobre esta base inicial, los trabajos regulacionis-


tas, aun sin tomar siempre por objeto explícito la elaboración de una
teoría de la firma, se desarrollaron otorgando una atención cada vez
más manifiesta a las dimensiones microeconómicas.
Después de haber proporcionado algunas precisiones sobre el con-
texto en el cual se desplegó el programa, se enuncian los principales
resultados.

Las condiciones de la extensión del programa


La razón de un nuevo interés de los regulacionistas por la firma y su
teoría tiene que ver con la disolución del régimen fordista de acumu-
lación y la disipación de las regularidades que le servían de soporte,
por lo que nuevas formas sociales de división y de coordinación de las
tareas, tanto a nivel intra como inter empresas, comenzaban a imple-
mentarse a partir de prácticas espontáneas de los agentes microeco-
nómicos. Conforme a su método general, era lógico que la teoría de la
regulación se volcara hacia el nivel microeconómico, dado que las nuevas
regularidades se constituían, en parte, a ese nivel descentralizado. De modo
más preciso, y con respecto a aquello que nos ocupa aquí, la teoría de
la regulación se formulaba la nueva tarea de examinar la metamorfosis
de la firma fordista en sus desarrollos posfordistas. Sobre este tema, se reali-
zaron una serie de trabajos que analizan y comparan entre sí diferentes
modelos tipo de firma: la firma japonesa, por supuesto, pero también
la firma sueca o alemana. La investigación apuntaba a identificar los
rasgos esenciales de cada tipo de firma, interrogándose sobre el carácter
más o menos duradero de los rasgos observados, y procuraba realizar
proyecciones macroeconómicas de estos tipos de firma en diferentes
universos institucionales (cf. entre otros trabajos: Lipietz, 1988; Boyer,
1989; Coriat, 1990; Coriat, 1991).
En este proceso, la teoría de la regulación cotejó al menos tres series
de programas de investigación sobre la empresa que, en diferentes térmi-
nos, se planteaban problemas de la misma naturaleza que los suyos.
En el análisis del contenido de la “firma posfordista”, los regulacio-
nistas se comparan en primer lugar con el programa de investigación
sobre la firma J iniciado por Aoki. Sin adoptar la metodología desple-

Coriat.indb 160 3/27/11 10:17:54 PM


la firma en la teoría de la regulación | 161

gada por Aoki (cf. capítulo 5, donde se la presenta y critica), los regula-
cionistas se interrogaron si la firma J representaba un posible sucesor de
la firma fordista. Sobre numerosos puntos, la respuesta es positiva: la
firma J incorpora características que parecen tener que ser reproducidas
en la firma “tipo” posfordista.
También se realizó una útil comparación con el programa de inves-
tigación de los evolucionistas. El punto de interés y de convergencia
esencial con ese programa concernía a las nociones conjuntas de apren-
dizaje y de rutinas. La principal interrogación de los regulacionistas se
centró en el intento de identificar aquellas rutinas nuevas que aseguran
la generación y la estabilización de las innovaciones organizacionales
requeridas por el pasaje del fordismo al posfordismo. Con respecto a
esta categoría clave de la rutina, la oposición entre la inspiración cog-
nitivista del programa evolucionista y la dimensión institucional de la
teoría de la regulación no representó un obstáculo insalvable y se die-
ron los primeros pasos hacia una representación teórica aceptable para
los dos enfoques (cf. B. Coriat y G. Dosi, 1998).
Por último, el programa convencionalista –especialmente bajo la
forma en que se desarrolló en Francia– constituyó otra fuente fecunda
de inspiración y de comparación para los autores regulacionistas. La
reflexión sobre las condiciones de producción endógena de reglas efi-
cientes, las convenciones susceptibles de impedir el despliegue de juegos
no cooperativos fueron integradas, a menudo casi en las mismas condi-
ciones, al programa de investigación regulacionista; al mismo tiempo,
los autores convencionalistas se apoyaban sobre ciertos resultados de la
teoría de la regulación para fundar o asentar algunos de sus desarrollos
(cf. B. Reynaud, 1994; A. Orléan, 1994, o E. Favereau, 1989).

Reformulaciones y precisiones
El cotejo con estas nuevas corrientes de análisis condujo a la teoría de la
regulación a particulares desarrollos y reformulaciones sobre el análisis
de la firma. Interesan los siguientes puntos:
• Para comenzar, si bien la oposición capital/trabajo sigue siendo la
confrontación central alrededor de la cual se estructura la firma, las
lecciones de la década de 1980 llevaron a no atenerse únicamente a este
cara a cara y a tomar en cuenta el hecho de que múltiples grupos actúan e inte-
ractúan a partir y alrededor de esta oposición fundamental. Aquí es esencial
el aporte de Williamson, pero sobre todo el de los evolucionistas.

Coriat.indb 161 3/27/11 10:17:55 PM


162 | nuevas teorías de la empresa

• La intuición regulacionista según la cual es esencial pensar la firma


como lugar de afirmación de principios de organización se refuerza en
la confrontación con los nuevos enfoques. Pero como consecuencia, el
concepto de organización utilizado por la teoría de la regulación en
sus primeras formulaciones se extiende y amplía. La organización no
debe atenerse únicamente a la organización del trabajo entendido en el
sentido estricto del término, como era el caso en general, sino que debe
entenderse como el conjunto de reglas y protocolos relativos a los mode-
los conjuntos de división y de coordinación de las tareas en general, impli-
cando la consideración de las relaciones de jerarquía y de autoridad.9
• Del mismo modo, se ajusta al análisis de la empresa como institu-
ción, especialmente en tanto que lugar de contractualización; esto
se debe a que los autores de la teoría de la regulación extienden el
análisis de las instituciones para tomar en cuenta ya no sólo los con-
tratos explícitos y acordados, sino también los contratos implícitos y
las convenciones. La empresa es pensada como el lugar de expresión
de un conjunto de compromisos, de los cuales una parte se negocia de
manera explícita,10 y donde otras dimensiones del compromiso pue-
den resultar de estos acuerdos o asociarse a ellos por convención.
Así, la empresa queda determinada como el lugar de la afirmación
de una relación de empleo socialmente establecida, definiendo la rela-
ción de empleo como el aspecto microeconómico del concepto de
relación salarial que es válido en los enfoques macroeconómicos.11
Si nos esforzamos por reunir todos estos puntos en una formulación
única, podemos proponer una definición de la firma propia de la teoría
de la regulación. Diremos, entonces, que “la firma es una organización

9 Sobre este punto, nótese que se reafirma fuertemente la idea según la cual la división
y la coordinación de las tareas se rigen en parte por reglas relativas a los modos de uso
de las herramientas y de las máquinas, y que la teoría de la firma debe incluir la consi-
deración de las leyes de rendimiento, de las cuales es el soporte en el nivel microeconómico.
Esto se produce en oposición con análisis como los de Aoki, que reducen la firma a
una “estructura de intercambio de información”, dando, de este modo, una represen-
tación enteramente desmaterializada de ella.
10 Esta dimensión de los acuerdos negociados se hace necesariamente en referencia a los

grandes compromisos sociales de un período dado: estado de la legislación del trabajo,


de la legislación social, entre otros. De este modo, se marcan al mismo tiempo la perte-
nencia de la empresa al sistema jurídico e institucional, en el cual está inserta y del cual
es una de las expresiones esenciales, y su “relativa autonomía”, dado que es también
un lugar de producción específica de reglas y de normas.
11 Sobre la noción de relación de empleo definida como dimensión microeconómica de la

relación salarial, cf. Coriat, 1990.

Coriat.indb 162 3/27/11 10:17:55 PM


la firma en la teoría de la regulación | 163

donde se efectúa, a través de una relación de empleo, la valorización de


los capitales y donde se determinan las condiciones de formación y de
reparto entre los agentes de la organización”.
Si una definición tal es aceptable, es porque resume las caracterís-
ticas esenciales de la firma propias de la teoría de la regulación. De
este modo, la referencia explícita a la noción de relación de empleo
contiene la idea de que la oposición capital/asalariados se encuentra
en el corazón de la caracterización de la firma, que de esta manera
también es planteada como un lugar clave donde se forman dimen-
siones esenciales de la creación y el reparto del excedente. Además,
a través de la referencia a la noción de “organización”, tal definición
insiste sobre el complejo división-cooperación-jerarquización de las
tareas que allí ocurren. De esto se desprende que una serie de atribu-
tos planteados por los regulacionistas como esenciales (leyes de ren-
dimientos, rutinas, normas, etcétera)12 son también necesariamente
postulados.

Aportes y límites de la contribución regulacionista

De modo a priori paradójico, el procedimiento holístico inicial de la teoría


de la regulación, tanto como la hipótesis de partida según la cual el mer-
cado no se autorregula, permitieron llegar a algunos resultados sustan-
ciales, incluso hasta en el propio plano microeconómico. Quisiéramos
comenzar sobre este punto, antes de llegar a una evaluación más rigu-
rosa del aporte de la teoría de la regulación.

Una justificación a posteriori de las premisas metodológicas


de la teoría de la regulación...
Para comenzar, conviene señalar que el concepto de firma en el que
desemboca la teoría de la regulación consiste en una representación
de la empresa, por cierto no acabada, pero provista de una serie de
atributos que le dan cierto realismo. Además, como vimos con respecto
a diferentes puntos esenciales, las cinco características atribuidas a la
firma en la teoría de la regulación anticipan definiciones a las cuales
ciertos enfoques neoclásicos heterodoxos no llegarán sino más tarde y

12 Cf.sobre todos estos puntos la lista de las cinco características planteadas como esen-
ciales para el concepto de firma de la teoría de la regulación en la década de 1970.

Coriat.indb 163 3/27/11 10:17:55 PM


164 | nuevas teorías de la empresa

en estudios que no son coherentes entre sí. Finalmente, un resultado


importante del camino seguido es el de conducir a un concepto de
firma que sirva de soporte para una representación macroeconómica
acabada; se trata, para la teoría de la regulación, de enfoques en térmi-
nos de régimen de acumulación.13
Por todos estos motivos, este camino encuentra aquí una suerte
de justificación a posteriori, no sólo por las conclusiones a las que llega
en macroeconomía, sino también en microeconomía, lo cual no era el
resultado necesariamente esperado.

... pero un concepto de firma que queda por desarrollar


Sin embargo, bajo la mirada de los desarrollos contemporáneos, la
representación regulacionista de la firma sufre limitaciones evidentes.
Optamos por enunciarlas comparando los estudios de la teoría de la
regulación con las dos grandes determinaciones de la teoría de la firma
que nos sirvieron de grilla de lectura en esta obra: la firma como insti-
tución y la firma como organización.

La firma como institución


La teoría de la regulación se comprometió fuertemente con la visión de
la firma como institución. Esto aparece al menos en tres puntos.
Para comenzar, desde sus primeras representaciones, la firma regu-
lacionista es vista como expresión de un sistema jurídico determinado
por un conjunto de reglas que le son externas y de las cuales constituye
una expresión particular. En la medida en que alberga construcciones
institucionales esenciales de la acumulación, es también pensada como
institución específica que “reproduce” el marco institucional más vasto
del cual es la expresión. De este modo, la teoría de la regulación pudo
esforzarse en crear tipos de firmas a partir de las variantes “naciona-
les”, oponiendo firmas japonesas, alemanas o suecas, por ejemplo. Bajo
este ángulo de análisis, podemos decir que la teoría de la regulación
presenta, de modo insinuado, elementos de aquello que podemos cali-

13 Estaobservación cobra todo su interés si recordamos que, del lado neoclásico, los desa-
rrollos que permiten la puesta en evidencia de una u otra de las cinco características
señaladas sólo se dieron en trabajos situados a niveles exclusivamente microeconómi-
cos (y a veces, incluso, micro-micro). Como tales, no son compatibles con las represen-
taciones dominantes del equilibrio a las cuales hacen, sin embargo, referencia y a las
cuales pretenden estar asociados.

Coriat.indb 164 3/27/11 10:17:55 PM


la firma en la teoría de la regulación | 165

ficar como teoría de los fundamentos macroeconómicos de la microeconomía,


y de la microeconomía de la firma en particular. Encontramos aquí,
potencialmente, las premisas de un giro profundo en la manera misma
de abarcar la teoría de la firma.
Dimensión complementaria, pero distinta, en la teoría de la regulación,
la firma es el lugar de una producción institucional específica: en su modo de
funcionamiento ordinario, la firma genera contratos y reglas que, a su
vez, nutren y modifican el sistema jurídico más global en el contexto en
el que la firma actúa. En este sentido, la firma es un actor de producciones
institucionales. Incluso si en la teoría de la regulación estos desarrollos
son muy fragmentarios, esta línea de trabajo aparece claramente pre-
sentada, en especial a partir de la consideración de los acuerdos sala-
riales y, de modo más general, de las reglas de uso y de retribución del
trabajo. La misma observación puede hacerse con respecto a la firma
como lugar de producción de normas y de estándares.
Por último, la dimensión histórica y evolutiva de la firma, pensada
como sometida a un proceso histórico de metamorfosis, también forma
parte del programa de investigación de la teoría de la regulación. Toda
la reflexión sobre el pasaje de las firmas fordistas a las firmas posfor-
distas manifiesta una perfecta congruencia con los enfoques “al estilo
Chandler”, cuando éstos buscan identificar los cambios que se operan en
la firma y el modo en que se modifican, en el transcurso de la historia,
los contextos y las instituciones. Hay aquí una fuerte similitud entre
la intención que preside los trabajos de Chandler y aquella de los
regulacionistas, aun cuando el historiador estadounidense insiste
más sobre la estructura de las empresas (división funcional del tra-
bajo) que sobre la división del trabajo en el seno de los talleres, como
tendieron a hacerlo los regulacionistas. Notemos que estos dos progra-
mas tienden a converger rápida y fuertemente, en la medida en que, entre
los atributos de la firma posfordista, los regulacionistas otorgan un lugar
central a la división funcional del trabajo: los principios de comunicación
entre divisiones y departamentos se convierten en elementos clave de la
competitividad de las firmas (cf. por ejemplo, Boyer, 1986, o Coriat, 1990).
Paradójicamente, estos desarrollos constituyen un punto de la inves-
tigación regulacionista al mismo tiempo fuerte y débil.
Punto fuerte: en la medida en que se la define como expresión del
sistema jurídico y de las grandes instituciones que estructuran la vida
económica, la firma regulacionista es directamente compatible con las

Coriat.indb 165 3/27/11 10:17:56 PM


166 | nuevas teorías de la empresa

representaciones macroeconómicas de los modos de crecimiento y de


los regímenes de acumulación. Podríamos decir que la firma de la teo-
ría de la regulación es un adecuado microfundamento de la macroeco-
nomía. Pero este punto fuerte es, sin embargo, un punto débil, en la
medida en que la investigación regulacionista se dedicó mucho más
a evidenciar las formas históricamente determinadas de la firma que los
elementos de una verdadera teoría general, independientemente de las
formas históricas bajo las cuales se manifiesta. Incluso si la puesta en
evidencia de las cinco características constitutivas de la firma son,
en ese sentido, un primer paso prometedor.

... y como organización


La contribución regulacionista es más fragmentaria sobre este segundo
aspecto. En efecto, si la organización del trabajo tiene, como lo mos-
tramos, un rol clave y fundador en la teoría regulacionista de la firma,
la mayoría de los refinamientos conceptuales contemporáneos de la
empresa como organización están prácticamente ausentes en estos
enfoques. Para decirlo de otra manera, si bien una de las dimensiones
de la empresa como organización es fuertemente privilegiada –aquella
que concierne a la consideración de la organización del trabajo en el
sentido estricto del término–, esta consideración se hace en perjuicio de
una representación global y del conjunto de la firma como organización
que trate sobre el conjunto de los procesos complejos de división y
coordinación de tareas.
Resultan, al menos, dos consecuencias. La primera es que no se esta-
blece la discusión esencial que concierne a las relaciones entre jerarquía
y autoridad (sobre este tema, para una útil aclaración ver, por ejemplo,
Ménard, 1992 y 1994), del mismo modo que la representación de los
“incentivos” sólo es tratada de modo indirecto y parcial, con respecto
a las políticas salariales y sus vínculos con los mercados internos del
trabajo.
La segunda es que la teoría de la regulación no se expresa acerca
de todo lo que respecta a las hipótesis de racionalidad formuladas sobre
los agentes. De este modo, también están ausentes de los desarrollos
de la teoría de la regulación las distinciones, sin embargo esenciales,
entre racionalidad sustantiva y de procedimiento, con sus inciden-
tes, que conciernen a los comportamientos de maximización o de
satisfacción.

Coriat.indb 166 3/27/11 10:17:56 PM


la firma en la teoría de la regulación | 167

En resumen, los análisis regulacionistas ofrecen un punto de vista


esencial para la constitución de una teoría “completa” de la firma. Esto
ocurre, a nuestro parecer, sobre dos puntos fundamentales. El primero
es el lugar protagónico dado a la relación capital/trabajo. En el centro
de la firma, ya sea como institución o como organización, hay que
integrar la relación salarial, la relación de empleo y el hecho de que el
trabajo no es una mercadería como las otras. El segundo concierne a
la importancia del lugar de la firma y de sus formas en la regulación
macroeconómica, es decir, de modo más general, el hecho de que no
se pueden comprender plenamente las formas microeconómicas y las
instituciones sin reubicarlas en el marco global en el cual están insertas.
Nos acercamos aquí a ciertas reflexiones de Chandler (1992) acerca de la
teoría de la firma, sobre las que volveremos, según las cuales tal teoría
debería integrar el hecho de que las firmas son “el primer instrumento
en las economías capitalistas para la producción y la distribución de los
productos y servicios”. Chandler agrega, haciendo implícita referencia
a las teorías dominantes, que este atributo de la firma es “raramente
mencionado”. Paradójicamente, entre las diferentes corrientes que
abordamos aquí, la teoría de la regulación es casi la única que integra
esta dimensión esencial.
Resta decir que lo que acabamos de mencionar muestra que no hay
un estado de teoría de la firma acabada en la teoría de la regulación. La
formulación de un programa de la teoría de la regulación sobre la firma
pasa por un desarrollo esencial. La tarea emprendida consiste, de hecho,
en asegurar el paso de una problemática que apunta a la identificación
de los rasgos de una firma determinada (la firma fordista y posfordista
tratada como un “agente representativo”) a una problemática que tiene
por objeto una teoría “general” de la firma, independientemente de las
determinaciones específicas que pueda revestir en tal o cual contexto
(o régimen) macroeconómico, histórica y socialmente determinado.
Finalmente, esto equivale a pasar de una problemática de los ideales tipo
weberianos a la búsqueda del establecimiento de conceptos.

Coriat.indb 167 3/27/11 10:17:56 PM


Conclusiones de la edición francesa

Partimos del estatus paradójico de la firma en la teoría económica “están-


dar”: un lugar marginal y una representación simplificada al extremo,
firma punto y firma autómata, contrastante con la posición de la firma
como institución central de nuestras economías y con la complejidad de
las formas reales de organización. A lo largo de los capítulos, las teorías
que presentamos procuraron superar el simplismo de esta visión inicial,
su irrealidad y las dificultades lógicas a las cuales conducía.
¿Podemos, sin embargo, afirmar que disponemos ahora de una repre-
sentación de la firma que sea a la vez robusta teóricamente, capaz de
rendir cuenta de hechos reales y admitida por la profesión? Constatamos
que no, aun cuando los avances son considerables. Dado que si bien, de
contribución en contribución, fueron aportadas precisiones esenciales y
se manifestaron determinaciones nuevas, en su estado actual, la teoría de
la firma sigue enfrentando límites claramente identificables.
El primer límite proviene del hecho de que, si bien cada una de las
grandes contribuciones estudiadas hace avanzar la reflexión sobre la
caracterización de la firma, éstas proceden privilegiando exclusivamen-
te una o dos determinaciones centrales, excluyendo todas las demás. Al
impedir, de este modo, la consideración de determinaciones funda-
mentales, ninguna de las teorías puede pretender llegar a una com-
prensión completa de la firma.
El segundo límite, que deriva directamente del primero, provie-
ne del hecho de que las diferentes contribuciones examinadas son, a
menudo, más rivales que complementarias, de modo que no disponemos
realmente de una teoría coherente de la firma que integre las diferentes
dimensiones de análisis.

¿Cómo debería ser una teoría completa


y coherente de la firma?

Para comprender las preguntas a las que debería responder una teo-
ría unificada de la firma es posible referirse una vez más a Chandler.

168

Coriat.indb 168 3/27/11 10:17:56 PM


conclusiones de la edición francesa | 169

Este autor, en un artículo de 1992, observa que cuatro atributos de


la firma, puestos en evidencia en diferentes investigaciones, pare-
cen esenciales y deben ser considerados simultáneamente si queremos
alcanzar una teoría completa de la firma. Esos atributos serían los
siguientes:

La firma es una entidad legal (legal entity), habilitada para firmar


contratos con proveedores y distribuidores, con sus empleados
y, a menudo, con sus clientes. Es también una entidad adminis-
trativa que permite al equipo de dirigentes coordinar y controlar
(monitor) sus diferentes actividades. Una vez establecida, la firma
se convierte en un equipo de recursos físicos (physical capabilities),
de habilidades adquiridas (learned skills) y de capital líquido.
Finalmente, si bien esto es raramente mencionado, las firmas
“volcadas hacia el beneficio” fueron y siguen siendo el primer
instrumento para la producción y la distribución de productos y
servicios de las economías capitalistas actuales (current), y para la
planificación (planning) y la asignación de la producción y de la
distribución futuras.

Chandler agrega que en el análisis de las dimensiones institucio-


nales (entidad legal) u organizacionales (entidad administrativa)
quedan por desarrollar ciertas determinaciones. Con respecto a esto,
cita especialmente la naturaleza de los contratos establecidos con los
clientes, los proveedores y los empleados, las formas de la coordinación
y del control interno, así como la naturaleza de las competencias especí-
ficas que ocurren en la firma. Notemos, además, que la dimensión
de las relaciones contractuales con los asalariados es esencial, dado
que es allí donde se decide repartir el excedente producido por los
agentes que componen la firma. Chandler concluye este desarrollo
subrayando: “Pienso que la mayor parte de los economistas estaría
de acuerdo, al menos en cuanto a lo que se refiere a los tres primeros
atributos de la firma”, dejando entender que el cuarto punto es más
problemático.
Como puede verse, esta formulación se acerca a aquella a la que
nos hemos referido a lo largo del libro, habiendo planteado de entrada
(capítulo 1) el modo en que una teorización de la firma debe considerar
la doble dimensión de organización y de institución.

Coriat.indb 169 3/27/11 10:17:57 PM


170 | nuevas teorías de la empresa

Tratar la firma como una organización significa tomar en cuenta


la complejidad que alberga, es decir, considerarla como un compues-
to de agentes múltiples, situados de diferente modo en la jerarquía
que expresa la organización, y cuyos intereses, a priori, no coinciden
necesariamente. La consideración de estas dimensiones (pluralidad
de los agentes que la componen, diversidad de los intereses en
juego, etcétera) hace surgir una serie de problemas de coordinación
y de compatibilidad en las decisiones.
Tratar la firma como institución no acarrea menos dificultades. Para
satisfacer al programa, hace falta primero tomar en cuenta el hecho
de que la firma debe analizarse como comprendida en y expresada
por una estructura de los derechos de propiedad, que concierne al modo
en que el excedente se reparte entre los actores que contribuyen a su
formación. Aún más lejos, la consideración de la existencia de una
estructura de los derechos de propiedad nos lleva a tomar en cuen-
ta en su conjunto la naturaleza del “sistema legal” que reglamenta
y formaliza las condiciones generales de intercambio, tanto en el
seno de una unidad como entre unidades económicas. La expresión
“sistema legal” utilizada aquí está directamente extraída de Coase,
quien dirigiéndose a la American Economic Association (Coase,
1992) insistió fuertemente en la importancia de este punto para com-
prender y apreciar las condiciones de funcionamiento de la firma
y su eficiencia. Por medio del sistema legal hace falta dar el lugar
correspondiente a la formación de las reglas y a las condiciones de
otorgamiento de los contratos, de su validez, y de las sanciones en
caso de que no se respeten las reglas. La dimensión “social” de la
empresa como institución aparece entonces como un punto de paso
obligatorio para cualquier caracterización de la firma. Esto ocurre
en la medida en que toda estructura de derechos de propiedad, o
de modo más general, todo sistema legal en el cual estos derechos
son una manifestación y una expresión, obedecen a determinaciones
sociales e históricas donde el estatus de las personas y de los bienes
corresponde a visiones sociales que materializan y que garantizan
un conjunto de instituciones.
Si retomamos ahora las contribuciones a la teoría de la firma que
presentamos en este libro, notamos claramente que cada una de ellas
sólo toma en consideración algunos atributos de la firma y, por lo tanto,
no puede pretender constituir una teoría completa.

Coriat.indb 170 3/27/11 10:17:57 PM


conclusiones de la edición francesa | 171

La ortodoxia y sus fronteras: los límites


de un enfoque contractual

La corriente dominante que constituye lo que podemos calificar como


enfoque contractual de la firma, comprende el enfoque transaccional
de Williamson y los nuevos desarrollos neoclásicos. Si bien se oponen
en puntos importantes, estos trabajos comparten, a nuestro parecer,
una visión general de la naturaleza de la firma y una misma manera de
abordarla, tomando como punto de partida los modos de relación entre
agentes individuales, convirtiendo la transacción (bilateral) en la unidad
de base del análisis y siguiendo una línea de estudio por el equilibrio.
Estos enfoques tienen en común el hecho de focalizarse en una misma
cuestión central: ¿cómo determinar los modos más eficientes de relación
entre agentes para distintas configuraciones de “datos de base”?

La respuesta neoclásica
La ortodoxia neoclásica realizó a lo largo del tiempo, gracias al ajuste
de sus problemáticas, una formidable proeza. Partiendo de la nada, la
firma punto del equilibrio walrasiano, los desarrollos de la economía
estándar habrían logrado absorber progresivamente la complejidad de
las organizaciones y la complejidad de lo “social”, a través de la teoría
de los derechos de propiedad.
Sin embargo, en la práctica, estas integraciones se hacen ya sea
vaciando a la organización y a la institución de toda sustancia social e
histórica, ya sea llevando la microeconomía hacia desarrollos poderosos
y pertinentes, pero que impiden toda referencia a cierres en equilibrio.
La teoría neoclásica siguió dos vías simultáneamente. La primera dio
lugar a la teoría de la agencia, sobre la cual nos concentramos aquí. La
segunda vía se dispersa en una serie de investigaciones especializadas
en el límite entre la ortodoxia y la heterodoxia. Rendimos cuenta de estos
desarrollos cada vez que nos pareció útil, pero a la hora de concluir, hace
falta detenerse sobre la vía ideal que conduce a la teoría de la firma de la agen-
cia. Apoyada en determinada concepción de los derechos de propiedad,
esta vía supo superar en parte sus lagunas iniciales, así como el desafío
que le planteaban las tesis gerenciales, y proveer, tomando como base
la teoría de los contratos y de los incentivos, una grilla de análisis de las
diferentes formas de firmas. Pero, al querer mantener lo esencial de los
fundamentos neoclásicos, desemboca en tres insuficiencias mayores:

Coriat.indb 171 3/27/11 10:17:57 PM


172 | nuevas teorías de la empresa

• el mantenimiento estricto de las hipótesis de racionalidad sustanti-


va, que nos deja muy atrás con respecto a los aportes esenciales de
Simon, Cyert y March;
• un análisis de las asimetrías entre agentes y de las oposiciones de
intereses que se reduce, en definitiva, a la única cuestión de las asi-
metrías de información (y de los comportamientos oportunistas que
de ellas resultan), bajo una forma que finalmente los anula; y esto se
debe a la tercera insuficiencia central;
• un enfoque contractual que, tal como es concebido, conduce en defi-
nitiva a negar la existencia de las relaciones específicas propias de
la firma; de este modo, no hay más fronteras ni límites de la firma y
ésta se convierte en una entidad no identificable, diluida en la red de
contratos de la cual no es un conjunto netamente separable. Como
vimos, la noción misma de firma tiende entonces a desaparecer y
queda, únicamente, la referencia a las transacciones y a los contra-
tos, generalmente bilaterales.
La teoría de la agencia aporta ciertos elementos de comprensión de
la firma como institución, en lo que se refiere a la naturaleza de los
contratos establecidos entre los agentes. Su aporte es esencial dado
que apunta a los efectos de las formas de los derechos de propiedad
y de los contratos sobre el incentivo, y por el mismo camino, sobre la
eficiencia de las formas organizacionales. Pero más allá del hecho de
que se trata de una visión institucional estricta, logra ignorar lo esencial de
la firma como organización, a saber, cómo se implementan la coordinación y el
control de las diferentes actividades, para retomar los términos de Chandler,
y con más razón, todo lo que concierne a la firma como “equipo de
recursos” y conjunto coherente de competencias específicas.

Williamson: ¿entre ruptura y continuidad?


Los análisis de Williamson se distinguen de los neoclásicos por la
consideración (parcial) de las cuestiones de racionalidad limitada; esto
permite una visión más realista de los problemas de relaciones entre
agentes, gracias al acento puesto en las cuestiones de especificidad de
los activos, centrales para la comprensión de las elecciones organiza-
cionales, y por la importancia dada al análisis de los comportamientos
“poscontractuales”. Claramente, estos análisis nos proveen de elemen-
tos de reflexión sobre la firma como organización, en particular cuando
insisten en la oposición entre firma y mercado desde el punto de vista

Coriat.indb 172 3/27/11 10:17:57 PM


conclusiones de la edición francesa | 173

de los procesos de toma de decisiones, y por su enfoque de las formas de


empresas, especialmente de la forma multidivisional.
Pero estos análisis comparten con la teoría de la agencia una misma
concepción de base, la firma como conjunto o “nudo” de contratos, lo
que, a nuestro parecer, impide pensar la firma en sí como una unidad
coherente y tiende a diseminar el análisis en una adición de relaciones
bilaterales estudiadas de manera aislada. Para Williamson, de hecho,
“la unidad de base es la transacción y no la firma como tal”. Podemos,
además, oponer este punto de vista al de Chandler (1992) en lo que
respecta a la unidad de análisis que deben ser “la firma y sus activos
específicos físicos y humanos”, lo cual implica un profundo cambio de
perspectiva. En definitiva, al no llevar al límite las consecuencias de
la hipótesis de la racionalidad de procedimientos y quedándose en el
mundo del intercambio y del equilibrio, Williamson limita necesaria-
mente su capacidad para rendir cuenta de la complejidad de la firma.
Si bien esto no invalida todas las enseñanzas que podemos extraer de la
economía de los costos de transacción, nos invita a incorporarlos en una
visión más amplia, como lo intentan los evolucionistas (cf. en el capítulo
4, su intento por reconciliar el punto de vista del intercambio con el de
la producción a propósito de la teoría de la firma).

Los desarrollos heterodoxos: aportes y aporías

También del lado de los enfoques que se pueden calificar como hetero-
doxos, el balance es, por lo menos, contrastante.

Los evolucionistas: organizaciones sin institución


En favor del enfoque evolucionista, es imprescindible nombrar ciertos
aportes decisivos.
El más importante es, sin dudas, el hecho de que la firma sea tratada
como una organización: en su tratamiento de la firma, los evolucionistas
parten del principio de una empresa constituida por una multiplicidad
de agentes dotados de capacidades cognitivas limitadas (hipótesis de la
racionalidad limitada). Sobre la base de estas hipótesis, las nociones clave
de rutinas, competencias organizacionales y competencias esenciales
construyen una representación a la vez original y pertinente de la firma.
Sin embargo, la contribución sufre límites evidentes. Para comen-
zar, si bien hay pluralidad de agentes, éstos son definidos en estricta

Coriat.indb 173 3/27/11 10:17:57 PM


174 | nuevas teorías de la empresa

conformidad con las hipótesis de (ultra)individualismo. Consecuencias


de esta elección: no hay actor colectivo en la firma evolucionista y los
intereses de los grupos que constituyen la empresa no son tratados
como tales. Es particularmente significativa de este límite del enfoque
la ausencia de toda consideración acerca de la separación directivos/
accionistas y de sus efectos sobre la caracterización y el funcionamiento
de la empresa, por no decir nada sobre la omisión de la oposición entre
capital y trabajo. Los asalariados (a pesar de agruparse en sindicatos
y de negociar los contratos colectivos) no aparecen en ninguna parte
como actor colectivo. El resultado es que, si bien los evolucionistas
dedican importantes desarrollos a la génesis y a la implementación de
reglas (tácitas o no, tal como son analizadas a través de la formación
y la evolución de las rutinas), estas reglas son definidas, en principio,
fuera de todo contenido social e histórico. No se hace ninguna mención
de los derechos de propiedad ni de su rol. Nada, tampoco, sobre la
firma como lugar de reparto del excedente. De este modo, se ignora
todo lo que concierne a los conflictos y oposiciones de intereses y las
formas que apuntan a administrarlos. Incluso, sobre este punto, el aná-
lisis parece atrasado con respecto a ciertos desarrollos de los nuevos
aportes neoclásicos.
Podemos ver, en conclusión, que si bien los evolucionistas supieron tra-
tar la firma como una organización, es a partir de un concepto particular y
muy restrictivo de organización: compuesta de microagentes que evolu-
cionan en un universo puramente cognitivo, sin considerar la dimensión
social de las reglas, de los derechos de propiedad y de los conflictos que
atañen al reparto del excedente. Para decirlo de modo más claro: si bien la
firma evolucionista es una organización, no es una institución.

Aoki: ¿un desvío heterodoxo para volver a la ortodoxia?


La contribución propuesta por Aoki representa, con respecto al criterio
de evaluación elegido en esta conclusión, algunas particularidades sóli-
das, en la medida en que aparece, a priori, como la más completa de las
contribuciones analizadas anteriormente: bajo varios aspectos, la firma
es tratada a la vez como organización y como institución.
Vista como organización, la firma es un sistema complejo compues-
to de agentes múltiples, asalariados, accionistas, banqueros, directivos,
sobre los cuales trata Aoki; agentes cuyos intereses, a priori, no coin-
ciden necesariamente. La insistencia con que describe los diferentes

Coriat.indb 174 3/27/11 10:17:58 PM


conclusiones de la edición francesa | 175

sistemas de coordinación o de incentivo no deja ninguna duda sobre


todos estos puntos.
Considerada la firma como una institución, se hacen menciones explí-
citas e importantes sobre el estatus y el rol de los derechos de propiedad.
Para convencerse, alcanza con recordar el lugar otorgado por Aoki al
“sistema legal” relativo a la posesión de las acciones por los banqueros
y los accionistas para verificar que las dimensiones institucionales están
presentes y consideradas en la caracterización de la firma.
De este modo, con respecto a otras contribuciones examinadas aquí,
la teoría propuesta por Aoki es la más completa, adicionando y combi-
nando de manera relativamente armónica dimensiones organizaciona-
les e institucionales.
Sin embargo, como lo hemos sugerido, la representación final apa-
rece como poco robusta y sujeta a algunas fuertes críticas. Entonces,
¿cuáles son los límites identificables y cómo explicar su origen?
Para ir a lo esencial, el punto de vista que defendemos es que los
límites de la representación de Aoki conciernen a la metodología de
los hechos estilizados que aplica, o para ser aún más precisos, el tipo
de uso que hace Aoki de esta metodología. Como vimos, el método
de los hechos estilizados para caracterizar y oponer dos grandes
tipos de firma (la firma Jerárquica versus la firma J) tiene por obje-
tivo poner en evidencia dos tipos de estructuras de intercambios de
información. Y es alrededor de este concepto central de “estructura
de intercambio de información” que Aoki centra finalmente su
representación y afirma lo esencial de su originalidad. En efecto, a
partir de este concepto clave puede proceder al enunciado de los tres
“principios de dualidad” en los que se concentra el corazón de su con-
tribución a la teoría general de la firma. Sobre este punto, indicamos
cómo, construida en el orden de las categorías de la estructura de inter-
cambios de información, su metodología lo conduce a formulaciones
sorprendentes y finalmente no aceptables. Es el caso, en particular,
del tercer principio de dualidad. Un enfoque menos “informacional”
y más institucionalizado hubiera mostrado, con apoyo de los dere-
chos de propiedad y de las prerrogativas de la dirección, que los
asalariados no disponen de ningún derecho real para oponerse a las
decisiones tomadas por la dirección o por los banqueros y los accio-
nistas. De aquí vienen las debilidades marcadas y muy evidentes de
la construcción propuesta.

Coriat.indb 175 3/27/11 10:17:58 PM


176 | nuevas teorías de la empresa

Para terminar, hay que advertir que esta insistencia sobre la referencia
a la noción de estructura de intercambios de informaciones –a pesar de
las dificultades evidentes que hace surgir en la conceptualización hacia
la cual conduce– no es para nada fortuita. En efecto, si Aoki reconstruye el
conjunto de su contribución en cuanto a la teoría de la firma alrededor
de esta noción es porque ella tiene un rol clave en su dispositivo. La
noción de estructura de intercambio de información constituye el punto
de paso y de encuentro privilegiado con las representaciones de la teoría de la
agencia, con las cuales Aoki quiere marcar su proximidad y parentesco.
Por cierto, en algunos de sus trabajos más recientes (cf. por ejemplo
Aoki, 1990b), el autor reivindica explícitamente su filiación con la teoría
de la agencia. Esto, pensamos, explica ampliamente aquéllo, a saber, las
dificultades que encuentra Aoki en su conceptualización de la firma.

Los regulacionistas: un ideal tipo, más que un concepto real


de firma
Incluso si la teoría de la firma no es su ámbito privilegiado de aplica-
ción, el enfoque regulacionista, al centrar su atención en las condiciones
de formación y de reparto del excedente a través de las categorías con-
juntas de relación de empleo, reglas y protocolos de organización del
trabajo, permitió aportar algunas contribuciones importantes al análisis
de la firma como institución. Aún más, uno de los puntos fuertes del
enfoque es haber propuesto una representación de la firma que consti-
tuya un fundamento eficaz de la macroeconomía.
Sin embargo, las debilidades o insuficiencias del enfoque se manifies-
tan en lo que respecta a la consideración de la firma como organización
compleja. Sobre todo, como lo indicamos, el análisis se concentró mucho
más en las firmas “tipo” históricamente determinadas (la firma “fordis-
ta” o “posfordista”) que en una conceptualización propiamente dicha.
Sin dudas, ninguna de las grandes representaciones disponibles es,
por el momento, capaz de rendir cuentas por sí misma del conjunto de
determinaciones fundamentales de esta institución central de nuestras
economías que es la firma. Sin embargo, la renovación profunda que
ha conocido la teoría durante los últimos veinte años nos ofrece un
conjunto de materiales, complementarios en ciertos puntos, antagonis-
tas en otros, pero seguramente de una riqueza excepcional. Nos queda
continuarlos y combinarlos para llegar a la formulación de una teoría
completa y coherente de la firma.

Coriat.indb 176 3/27/11 10:17:58 PM


Capítulo de puesta al día
para la edición en español
Las teorías de la firma
entre “contratos” y “competencias”*

Está mayormente admitido que la teoría económica de la firma, tal


como se la formula hoy, fue reconstruida, a partir de la década de
1970, con el redescubrimiento de un artículo de Ronald Coase del
año 1937, conocido hasta entonces por muy poca gente. En este
artículo, ahora convertido en un clásico, Coase agita la cuestión de
la “naturaleza de la firma”: ¿qué es una firma y por qué existen las
firmas? El autor propone una respuesta que permanece vigente en su
forma general: la firma constituye un modo de coordinación económica
alternativa al mercado. Mientras que en el mercado, la coordinación
de los comportamientos de los individuos se realiza por el sistema
de precios, la firma se caracteriza por una coordinación administrativa,
por la jerarquía. Queda por preguntarse por qué es necesario recurrir
a una coordinación administrativa. La respuesta de Coase es que la
coordinación por los precios implica costos, ignorados en los análi-
sis estándar del mercado, a los que llamaremos costos de transacción.
Cuando estos costos son superiores a los costos de organización
interna, la coordinación de la firma se impone. Destaquemos desde
ahora que se hallan en Coase dos tesis, sobre las que se discutirá
intensamente a continuación:
1) Firma y mercado constituyen dos modos de coordinación diferentes.
2) Lo que caracteriza de manera fundamental a la firma es la existencia
de un poder de autoridad, la firma es una organización jerárquica.

* El presente capítulo, enviado por los autores como puesta al día de los temas tratados
en este libro, fue publicado en francés con el título “Les théories de la firme entre ‘con-
trats’ et ‘compétences’. Une revue critique des développements contemporains”, en
Revue d’économie industrielle, nº 129-130 (primero y segundo trimestres de 2010), Trente
ans d’économie industrielle (N. del E.).

177

Coriat.indb 177 3/27/11 10:17:58 PM


178 | nuevas teorías de la empresa

Como se verá, estas proposiciones se encuentran en el origen mismo de


una profunda renovación de las teorías sobre la firma. Desde Coase a
Williamson, pasando por Alchian y Demsetz y los teóricos de los dere-
chos de propiedad, la conceptualización contractual –cuya expresión
más influyente es la teoría de la agencia– se presenta en la actualidad
como la nueva ortodoxia sobre el tema. La característica más importan-
te de este enfoque radica en que ubica en el centro de sus desarrollos
una visión de la firma concebida como “nudo de contratos”.
Sin embargo, aun cuando esta línea de investigación se presenta hoy
como dominante, no es la única línea que se ha seguido en las recons-
trucciones de la teoría de la firma a las que hemos asistido en el curso de
las últimas décadas. Iniciada con los trabajos pioneros de Cyert, March y
Simon, se ha desarrollado una perspectiva completamente diferente en
forma paralela a la anterior. En los trabajos fundantes (Cyert y March,
1963), la cuestión más importante que motiva a los autores es distinta a
la que prevalece en el enfoque contractual. No son los contratos los que
se ubican en el centro de la indagación, sino la naturaleza de las relacio-
nes que se establecen entre los individuos y los grupos que componen la
firma. Para los autores de la corriente iniciada con los trabajos conductis-
tas se trata de comprender por qué y cómo los individuos se coordinan
dentro de la entidad que constituye la firma, y cómo se toman las decisio-
nes en ese contexto. Si la disonancia cognitiva y el conflicto se encuentran
en el centro de la firma, la cuestión que atraviesa esta corriente es saber
cómo, a partir de las informaciones y los conocimientos fragmentados y
dispersos que dispone cada individuo, la firma se las arregla para poner
en práctica modos de coordinación que le permiten establecer ventajas
sobre sus competidores. Enriquecido por los trabajos de Penrose, y luego
por el aporte decisivo de los evolucionistas, esta línea de investigación
se termina por construir alrededor de la idea de que lo que está en el
fundamento de la empresa, la justifica y permite dar cuenta de su natu-
raleza –aspecto ausente de los enfoques contractuales–, pero también de
la diversidad de sus formas, es que la empresa es el lugar de la gestión y de
la producción de conocimientos y competencias específicos. Una perspectiva
que la distingue claramente de la visión coasiana.
La intención de estas páginas es mostrar las condiciones en las que
las dos líneas de teorización de la firma que acabamos de caracterizar
brevemente se conformaron y consolidaron. Se trata, sin pretender
exhaustividad, de subrayar la coherencia de cada una de las corrientes,

Coriat.indb 178 3/27/11 10:17:59 PM


las teorías de la firma entre “contratos” y “competencias” | 179

pero también las dificultades que han encontrado en el desarrollo de la


elaboración de las teorías de la firma que pretenden alcanzar.

La nueva ortodoxia: la visión contractual de la firma

Coase es el punto de partida de la concepción contractual de la firma,


que ocupa hoy el lugar de la representación dominante entre los eco-
nomistas. Como veremos, existen diferencias notables, incluso dis-
crepancias importantes, entre las distintas variantes de la concepción
contractual. Pero existe una unidad profunda en los distintos trabajos
que afecta en primer lugar a la concepción general de las relaciones
económicas conocidas como relaciones contractuales entre individuos
libres. El conjunto de las organizaciones y de las instituciones –inclui-
do el conjunto de la estructura de la sociedad– se consideran como el
resultado de acuerdos entre individuos. Las cuestiones clave se refieren
entonces a:
• Los problemas de construcción (de “diseño”) de los contratos.
• Las condiciones que aseguren la efectivización de los compromisos
contractuales (el enforcement de los contratos, en la terminología
anglosajona).
• La identificación de los costos resultantes (“costos de transacción” o
“costos de agencia”).
Desde esta perspectiva –cuyo origen podría encontrarse en los primeros
desarrollos de la filosofía política europea–,1 la firma se analiza como
un sistema particular de relaciones contractuales, un nudo de contratos,
entre individuos.
La economía contractual neoinstitucional introduce dos dimensio-
nes esenciales:
1. Los problemas de coordinación entre los individuos, y de construc-
ción de contratos, son esencial, o exclusivamente, problemas de
información, y más precisamente asimetrías de información entre las
partes: un agente puede disponer de informaciones que los otros no
poseen y obtener un beneficio personal.
2. El objeto central de la teoría de la firma (y de manera más general,
de las organizaciones y las instituciones) es identificar las formas

1 Como lo señala Bowles (1985), en el corazón de los enfoques contractuales se halla una
concepción hobbesiana de la empresa.

Coriat.indb 179 3/27/11 10:17:59 PM


180 | nuevas teorías de la empresa

de organización y las “estructuras de gobierno” (en los términos de


Williamson) más eficientes en diferentes contextos, las que emerge-
rían espontáneamente del juego de interacciones entre los agentes.
El problema es, entonces, encontrar el sistema contractual más
eficiente en función de determinado número de parámetros, y en
particular de imposiciones técnicas, y de la naturaleza de las infor-
maciones en poder de las diferentes partes. De este modo, como lo
dice claramente Masten (2002, p. 428), “en su forma más abstracta, la
teoría positiva de la firma es una extensión de los principios están-
dar de la elección racional”.
La literatura considera en general que en los textos contractuales y
neoinstitucionalistas se pueden encontrar tres teorías de la firma prin-
cipales: la teoría de la agencia, la teoría de los costos de transacción
y la teoría de los contratos incompletos y los derechos de propiedad.
La teoría de los costos de transacción, tal como fue desarrollada por
Williamson en particular, es la que se ubica más directamente en la
línea de Coase. Es útil comenzar por ella, en la medida en que la teoría
de la agencia a que da lugar, junto con la teoría de los derechos de pro-
piedad, constituye lo que puede considerarse la ortodoxia neoclásica
en materia de teoría de la firma, en oposición, a nuestro entender, a
determinados aspectos de la teoría de los costos de transacción.

La teoría de los costos de transacción


La teoría de Williamson es una prolongación de la de Coase –y también
de los viejos postulados de Berle y Means, como se verá más adelan-
te–. Profundiza el análisis de los costos de transacción y de las formas
contractuales para intentar responder a dos preguntas relevantes plan-
teadas por Coase:
1. ¿Por qué ciertas actividades se agrupan en la firma, en lugar de ser
coordinadas por el mercado; qué explica la elección y los límites de
la internalización?
2. ¿Qué es lo que caracteriza fundamentalmente a la firma (cuál es “la
naturaleza de la firma”), es decir, qué es lo que diferencia la coordi-
nación en la firma y la coordinación por el mercado?
Williamson se distingue de los enfoques neoclásicos que veremos, en
primer lugar, por sus hipótesis sobre el comportamiento de los agentes
económicos. Retoma la teoría de la racionalidad limitada de Herbert
Simon: los agentes tienen capacidades cognitivas limitadas, no pueden,

Coriat.indb 180 3/27/11 10:17:59 PM


las teorías de la firma entre “contratos” y “competencias” | 181

en entornos complejos, considerar todos los acontecimientos posibles y


calcular perfectamente las consecuencias de sus actos. De esta concep-
ción, Williamson extrae una consecuencia: los contratos serán, en gene-
ral, contratos incompletos, que no consideran todos los acontecimientos
posibles. Esto tiene consecuencias importantes sobre el desarrollo de la
relación contractual, pues el problema es saber qué ocurrirá en caso de
un acontecimiento imprevisto. De este modo, la teoría de los costos de
transacción pone el acento en los problemas “poscontractuales”, es decir,
en los que aparecen después de la firma del contrato, mientras que la
teoría de la agencia, que veremos más adelante, se focaliza sobre las cues-
tiones “precontractuales”, en la definición del contenido del contrato,
del que se supone que se desarrollará sin problemas.
La incompletitud de los contratos puede implicar la necesidad de
renegociaciones, deja un margen de maniobra a las partes, permite
los comportamientos denominados oportunistas, la manipulación de la
información por los agentes. Allí se ubica, para Williamson, el proble-
ma principal: es el oportunismo, y la manera de protegerse de él, lo que
se encuentra en el centro de las elecciones organizacionales. Este pro-
blema aparece particularmente cuando los agentes deben realizar inver-
siones específicas para una transacción, que no pueden volver a utilizarse
fuera de ella, por lo que se tornan dependientes unas de la otra. Se pre-
senta entonces un conflicto potencial en torno de la apropiación de la
cuasi renta habilitada por la transacción, en el caso de que ésta implique
importantes activos específicos. Cada parte puede reclamar que la otra
se apropia del beneficio de la transacción, que hay un hold-up. Según
la teoría de los costos de transacción, cuando una transacción implica
inversiones fuertemente específicas se preferirá la internalización, es
decir, la coordinación en la firma, a la coordinación por el mercado.
Tal es, básicamente, el meollo de la explicación de la sustitución del
mercado por la firma en la teoría del hold-up (Williamson, 1985, 1989;
Klein, Crawford y Alchian, 1978). Se discute mucho la gran importancia
dada a la especificidad de los activos en esta visión de la firma, tanto
desde un punto de vista empírico como teórico (notablemente, Coase
se opone a Williamson en este punto). Asimismo, es lícito preguntarse
cómo es que la internalización limitaría los comportamientos oportu-
nistas y si, como lo subrayan numerosos economistas, la firma (como el
mercado) puede funcionar sin un mínimo de confianza, incompatible
con comportamientos puramente oportunistas.

Coriat.indb 181 3/27/11 10:17:59 PM


182 | nuevas teorías de la empresa

Queda por precisar el rasgo fundamental de la coordinación en la


firma. Para Williamson, la firma es un sistema contractual particular,
un “acuerdo institucional” caracterizado por un principio jerárquico según
el cual es la dirección de la empresa la que tiene el poder de tomar las
decisiones en caso de acontecimientos no previstos por los contratos,
lo que permite limitar los riesgos vinculados con el oportunismo.
Conviene aquí, para apreciar mejor la visión implícita de la firma,
observar sus vínculos con la representación de la relación de empleo
propuesta por el artículo seminal de Simon (1951).2 Este texto tiene como
objetivo aclarar el contenido de la “relación de autoridad” que sería
específica del contrato de trabajo, en oposición a un contrato ordinario
o contrato de venta. Si se designa B al empleador, W al empleado y x al
conjunto de tareas que puede realizar W: “B tiene una autoridad sobre
W si W permite que B elija x. Es decir que W acepta la autoridad cuando
su comportamiento está determinado por la decisión de B. En general,
W aceptará la autoridad si x0, el valor de x elegido por B, se limita a un
subconjunto (la ‘zona de aceptación de W’) de valores posibles” (Simon,
1951, p. 294). El análisis de Simon es importante en cuanto afirma la
especificidad del contrato de trabajo, una dimensión esencial para com-
prender las características de la empresa moderna; sin embargo, da una
caracterización muy general de esta especificidad, que no supera, hay
que destacarlo, el nivel de las relaciones interindividuales.
Como sostiene Gibbons (2005), puede afirmarse que la teoría de los
costos de transacción propone de hecho dos teorías de la firma: la teoría
del hold-up, que es la más conocida, y otra teoría sensiblemente diferen-
te que Gibbons califica como teoría de la adaptación (adaptation theory),
que representa, a nuestro entender, una ruptura más radical con los
postulados neoclásicos. En Williamson, en efecto, existe otra manera de
considerar las ventajas de la integración de las actividades en la firma
que pone el acento en el desarrollo en el tiempo de las relaciones contrac-
tuales. Williamson insiste en este punto: “process matters” (Williamson,
1991, p. 98). Este aspecto deriva directamente de la hipótesis de raciona-
lidad limitada y de su consecuencia, la incompletitud de los contratos:
el problema mayor de una relación durable entre dos partes inter-
dependientes es el de la gestión de los acontecimientos imprevistos,

2 Sobre el que Williamson (1975) se apoya explícitamente. Ver sobre este punto Gibbons
(2005).

Coriat.indb 182 3/27/11 10:18:00 PM


las teorías de la firma entre “contratos” y “competencias” | 183

que no pueden anticiparse ni, por lo tanto, ser tomados en cuenta en


el contrato formal. Los modos de gobierno van a diferenciarse por la
manera de manejar estos acontecimientos inesperados; la integración,
fundada en un vínculo de autoridad, le da a una de las partes el poder
de tomar de manera discrecional las decisiones de acuerdo con los
acontecimientos, permitiendo una adaptación de la organización sin renego-
ciación. La ventaja de la integración es que incrementa la capacidad de
adaptación de la organización a su entorno y favorece, de algún modo,
una dinámica eficiente.
Llegada a este punto, la teoría de los costos de transacción no está
lejos de abordar el análisis de las competencias y de las rutinas. Pero
no puede dar el paso, porque permanece prisionera de una perspectiva
contractual que no le permite tratar sobre la dimensión productiva de la
firma. Es éste, con seguridad, uno de sus límites mayores, que comparte
con los otros enfoques contractuales.

Derechos de propiedad y relación de agencia: el sostenimiento


de los fundamentos analíticos neoclásicos
Tras el cuestionamiento de Coase, los neoclásicos tratarán de ir más allá
de la limitada visión de la firma de la microeconomía estándar3 y anali-
zar la firma en tanto tal, sin cuestionar su “visión del mundo” y su enfo-
que de la economía, es decir, hacia una representación fundada sobre
comportamientos individuales perfectamente racionales y, al menos
para los neoclásicos más estrictamente liberales, la demostración, o la
afirmación, de que un sistema de relaciones “libres” entre agentes con-
duce al óptimo social. Se llega a ello desarrollando una teorización que
se apoya sobre dos cuerpos de análisis complementarios: los derechos de
propiedad y la teoría de la agencia. La teoría de los derechos de propiedad
se encuentra en el centro del enfoque neoclásico de las instituciones,
siendo uno de sus puntos más fuertes. El objeto de la teoría es mostrar
cómo los derechos de propiedad actúan sobre los comportamientos
individuales y sobre la eficiencia de los sistemas económicos. En dicho
marco, la firma se caracteriza por determinada estructura de derechos
de propiedad, definida por un conjunto de contratos. Un “buen” sis-
tema de derechos de propiedad es aquel que, por un lado, permite

3 Lo que hemos calificado como “firma punto” y “firma autómata” (capítulo 1).

Coriat.indb 183 3/27/11 10:18:00 PM


184 | nuevas teorías de la empresa

aprovechar las ventajas de la especialización y del hecho de que los


diferentes agentes no poseen las mismas informaciones, y, por otro,
asegura un sistema eficaz de estímulo. En un célebre artículo, Armen
Alchian y Harold Demsetz (1972) intentan demostrar sobre estas bases
que la firma capitalista “clásica”, la empresa individual, es la forma
de organización más eficiente cuando la tecnología impone el traba-
jo en equipo, es decir, cuando la producción de un producto resulta
de la cooperación de diferentes agentes, sin que sea posible medir la
contribución individual de cada uno, de determinar la productividad
(marginal) propia de cada proveedor en la representación neoclásica de
la producción. En forma paralela, los teóricos de los derechos de propie-
dad están abocados a demostrar la ineficiencia de la empresa pública y
de la firma autogestionada.
Pero es la teoría de la agencia la que constituye el verdadero corazón
de la visión de la empresa propuesta por el pensamiento neoclásico
actual. Completada por la teoría de los derechos de propiedad, la teo-
ría de la agencia es el marco de análisis estándar de las cuestiones de
organización en los enfoques neoclásicos. Su importancia y su influen-
cia provienen del papel clave que la teoría ocupa como fundamento
y justificación del modo de gobierno de la empresa dominante desde
hace más de veinticinco años, el modelo anglosajón o modelo del valor
accionario (el modelo shareholder). Esta teoría tiene sentido, en nuestra
opinión, cuando se enfrenta, por un lado, a aquellos que, siguiendo a
Coase, presentan la firma como una respuesta a los errores del mercado
y como una forma organizacional fundamentalmente distinta, y hasta
opuesta, al mercado, y, por otro lado, a las antiguas cuestiones plantea-
das por Berle y Means, que se refieren particularmente a los aspectos de
gobierno de la empresa que abordaremos más adelante.
El análisis de la firma propuesto descansa sobre la noción de rela-
ción de agencia, que sirve para formalizar las relaciones entre indivi-
duos con intereses diferentes y para formalizar contratos de estímulo
óptimos adaptados a las situaciones más diversas. La aplicación de la
teoría de la agencia al análisis de la firma está marcada por el artículo
fundador de Michael Jensen y William Meckling (1976).4 Al profundi-
zar el análisis de las propiedades de las estructuras contractuales de la

4 Una obra más reciente (Jensen, 1998) da una visión exhaustiva de este enfoque de la
firma y de las organizaciones.

Coriat.indb 184 3/27/11 10:18:00 PM


las teorías de la firma entre “contratos” y “competencias” | 185

firma, esta corriente de pensamiento se propone demostrar la eficiencia


de las formas organizacionales características del capitalismo contem-
poráneo y, en particular, de la sociedad por acciones.
Para Jensen y Meckling, las organizaciones, en particular la empre-
sa, no son más que “ficciones legales que sirven como nudo (nexus) para
un conjunto de relaciones contractuales entre individuos”. Lo impor-
tante está en las características de las diferentes relaciones contractua-
les, y de las relaciones contractuales entre individuos. Esta visión general
de la firma como “nudo de contratos” tiene múltiples implicaciones y
se opondrá a Coase radicalmente, entre los autores que acabamos de
citar, en dos puntos vinculados:
• No existe oposición entre firma y mercado: la firma es un sistema
contractual específico que no difiere fundamentalmente de un mer-
cado, es un “mercado privado”.
• En la firma no existe ninguna relación de autoridad, sino simple-
mente relaciones contractuales libres.
Más precisamente, podemos deducir de los teóricos de la agencia las
siguientes proposiciones principales:
1. La firma como tal no tiene verdadera existencia (es una ficción legal)
y no tiene sentido hablar de cuál podría ser el comportamiento o
el interés de una firma. Por otra parte, y este punto es esencial, no
hay que preguntarse quién es el propietario de una firma, como lo
expresa claramente Fama (1980, p. 290):

La propiedad del capital no debe confundirse con la propiedad de


la firma. Cada factor en una firma es propiedad de alguien. La firma
es simplemente el conjunto de contratos que cubren la manera en
que los insumos se unen para crear productos y la manera en que
los ingresos resultantes de los productos son distribuidos entre los
insumos. Desde la perspectiva del “nudo de contratos”, el concepto
de propiedad de la firma es irrelevante.

Como es obvio, tampoco puede tomarse en consideración la exis-


tencia de contratos celebrados por la empresa misma (por ejemplo,
con los asalariados, los gerentes, otras empresas) o el hecho de que
sea la empresa la que posee los activos. La firma no es reconocida
como entidad en sí misma, lo que puede considerarse como enfren-
tado a toda la evolución histórica de la empresa en el plano legal

Coriat.indb 185 3/27/11 10:18:00 PM


186 | nuevas teorías de la empresa

e institucional.5 Señalemos desde ahora que esta visión no puede


sino plantear algunas cuestiones desde el punto de vista de los fun-
damentos de la concepción shareholder del gobierno de la empresa:
evidentemente no tiene ningún sentido considerar a los accionistas
como propietarios de la firma.
2. La cuestión de las fronteras de la firma no tiene objeto:

Tiene poco o ningún sentido tratar de distinguir entre las cosas que
pertenecen “al interior” de la firma y aquellas que son “del exterior”
de la misma. (Jensen y Meckling, 1976.)

Lo que quiere decir en particular que los asalariados no deben ser


considerados como parte integrante de la firma (no más que los
proveedores de materias primas o los clientes).
3. Por último, lógicamente, no existen diferencias fundamentales
entre firma y mercado. Este punto ha sido expresado de manera
muy clara por Alchian y Demsetz (1972), cuando, oponiéndose a
Simon (1951), se niegan a considerar que las relaciones contractuales
propias de la firma implicarían una determinada relación de “auto-
ridad”, diferente de aquella que se encuentra en las relaciones de
mercado, un punto de vista que Jensen y Meckling (1976) retoman
por su cuenta.
Esta concepción se propone reafirmar la preeminencia del mercado
como forma fundamental de organización social, lo que conduce a
negar toda especificidad a la relación de empleo: el contrato de trabajo
se considera similar a un contrato comercial.
La teoría de la agencia propone, además, un análisis de las caracte-
rísticas propias de la forma más importante de empresa en el capitalis-
mo contemporáneo: la sociedad por acciones. Esto la conduce a reconsi-
derar la cuestión, abierta por Berle y Means, del estatus de los gerentes
y de sus relaciones con los accionistas (la relación entre “propiedad y
control”). El análisis propuesto se opone a las tesis radicales planteadas
por estos autores, quienes constatan el aumento del poder gerencial y
lo justifican por una transformación de la naturaleza de la firma capi-
talista (la que se convertiría en una entidad con la característica de una

5 Sobre este punto, la importancia de la firma como entidad, ver un conjunto de textos
reunidos en Biondi y otros (2007).

Coriat.indb 186 3/27/11 10:18:00 PM


las teorías de la firma entre “contratos” y “competencias” | 187

institución social), desafiando la posición tradicional de los accionistas


(Weinstein, 2007).
Los teóricos de la agencia consideran que la delegación del poder de
decisión, en múltiples niveles, es uno de los aspectos más importantes
del funcionamiento de la economía y de la empresa. Esta delegación
se explica por la “complejidad organizacional” y la dispersión de los
conocimientos, particularmente de “los conocimientos específicos, entre
los individuos” (Jensen y Meckling, 1998).6 Justifica, asimismo, una divi-
sión del trabajo en la gestión, lo que da el poder de decisión a quienes
poseen los conocimientos específicos necesarios. De este modo se puede
producir, sin duda, un conflicto entre la asignación de la propiedad y la
asignación del poder de decisión (la cuestión de la relación entre pro-
piedad y control planteada por Berle y Means). Pero, según los teóricos,
el sistema capitalista resolvió este dilema “concediendo la posibilidad
de enajenar los derechos de decisión a los agentes de decisión” (Jensen
y Meckling, 1998). Esto es lo que permitirá a los teóricos de la agencia
reafirmar un principio de “estrictos derechos de propiedad”. Para ello,
se apoyan sobre la teoría económica de los derechos de propiedad desa-
rrollada a partir de los años sesenta por autores como Alchian (1987),
Demsetz (1967, 1988) o Barzel (1989). Éstos muestran que los derechos de
propiedad son enajenables, divisibles y separables. El derecho de propiedad
comprende un derecho de transferir el derecho a otro y la posibilidad
de repartirlo entre un mayor número de individuos. Tal es la base de la
sociedad pública por acciones, en la que los accionistas, que se distri-
buyen la propiedad del capital, delegan en los gerentes el derecho de
controlar su uso. Sobre esta base se plantea como postulado inicial –pues
para nosotros efectivamente se trata de un postulado– que los gerentes
no deben ser considerados sino como agentes de los accionistas, ana-
lizando su relación como un caso particular de relación de agencia. El
problema es, entonces, tomar en consideración el conjunto de dis-
positivos de estímulo y de control que serán necesarios para inducir
a los gerentes (el agente) a que se comporten conforme a los intereses
de los accionistas (el principal), para “alinear” los intereses de las dos

6 Se movilizan aquí los postulados de Hayek (1945), en particular la distinción entre


conocimiento específico y conocimiento general. Cabe preguntarse si la visión hayekia-
na no implica reconsiderar totalmente los principios de elección racional sobre los que
se basan los modelos de agencia, así como la mayoría de los análisis contractuales y de
los modelos de estímulo.

Coriat.indb 187 3/27/11 10:18:01 PM


188 | nuevas teorías de la empresa

partes. Se llega así, como se sabe, al análisis de costos de agencia y, de


manera más pragmática, a alabar los méritos de las stock options.
Sin embargo, es lícito preguntarse si no existe una contradicción
entre la consideración de la firma como un nudo de contratos y el hecho
de afirmar que los gerentes son los agentes de los accionistas exclu-
sivamente. Los accionistas son, en efecto, los propietarios del capital,7
es decir, de uno de los factores de producción, pero en ningún caso
pueden ser considerados como los propietarios de la firma. En estas con-
diciones, no hay razón para considerar a los gerentes –que tienen por
función asegurar la coordinación de la producción y las relaciones con
el conjunto de los aportantes de los diferentes factores de producción y
con otros contratantes, entre ellos los compradores– como agentes de los
accionistas exclusivamente. La formulación más coherente consistiría en
considerar que los gerentes son los agentes de varios de los principales.
Esto conduciría a considerar la empresa como una coalición, lo que cons-
tituye, en cierta medida, el punto de vista que se puede encontrar en
las tesis gerenciales o en la concepción de los stakeholders del gobierno
corporativo, lo que conserva algunos puntos en común con la visión de
Berle y Means.
En la visión de la firma como nudo de contratos no se percibe, a
priori, el lugar específico otorgado a los accionistas. O bien hay que
hacerlo con un argumento que no sea el de la propiedad. El más
habitual se refiere al reparto de los riesgos: los accionistas son remu-
nerados sobre la base de la “ganancia residual” (ellos son residual clai-
mants) y por ello se supone que han de asumir los riesgos. Este punto
de vista debería sostenerse sobre un análisis riguroso de las condi-
ciones de funcionamiento de los diferentes mercados de “factores de
producción”, de las condiciones de reparto del excedente generado
por la actividad de la empresa y de los modos de remuneración de
las diferentes partes. Destaquemos sencillamente que suponer que los
accionistas soporten la totalidad del riesgo parece arriesgado en las
condiciones actuales de funcionamiento de los mercados de trabajo y
financiero.

7 Corresponde precisar la noción de capital aquí implícita: los accionistas simplemente


aportan fondos con un tipo de contrato –desde una óptica contractual coherente– dife-
rente del de quienes aportan capitales remunerados a tasa fija. No poseen el capital “de
la empresa”, algo que en este contexto no posee ninguna significación.

Coriat.indb 188 3/27/11 10:18:01 PM


las teorías de la firma entre “contratos” y “competencias” | 189

Teoría de los contratos incompletos y (nueva) teoría


de los derechos de propiedad
La teoría de los contratos incompletos desarrollada por Grossman,
Hart y Moore se presenta como un ensayo de formalización rigurosa
del análisis de la integración por la teoría de los costos de transacción.
Para ello, retoma ciertos aspectos esenciales de esta teoría: el recono-
cimiento de la oposición entre firma y mercado, y el hecho de que la
firma se caracteriza por la existencia de un poder de autoridad sobre
los asalariados –poder cuyos fundamentos busca mostrar considerando
las relaciones de propiedad, ausentes en Williamson–. La teoría de los
contratos incompletos se propone precisamente incorporar a la teoría
de los costos de transacción la consideración del rol de los derechos de
propiedad. Además, se propone explicar simultáneamente los benefi-
cios y los costos de la integración, para lo cual la teoría de los costos de
transacción recurre a dos tipos distintos de explicación, los problemas
de la burocracia y, sobre todo, la cuestión del estímulo y la imposibili-
dad de una “intervención selectiva” (Williamson, 1985, capítulo 6).
Por otra parte, la teoría de los contratos incompletos se propone,
contrariamente a lo que hace Williamson, conservar las hipótesis com-
portamentales estándar, según las cuales los agentes se suponen perfec-
tamente racionales y maximizadores.
En lo que concierne a la explicación de las ventajas de la integración
en la firma sobre el mercado, esta teoría no da, a nuestro parecer, una
respuesta diferente a la de la teoría de los costos de transacción. Sí pro-
pone un tipo de formalización diferente, en particular en lo que se refie-
re a la causa y las implicancias de la incompletitud de los contratos.8
Este punto amerita algunas precisiones. Diremos aquí simplemente
que, al rechazar la hipótesis de la racionalidad limitada y, por lo tanto,
los problemas que resultan de los límites de las capacidades cognitivas
de los agentes, los autores deben encontrar otro tipo de explicación a
la incompletitud de los contratos. Para ello van a apoyarse en un fino
análisis de los compromisos y las cláusulas que pueden incluirse en
un contrato: un compromiso no será “contratable”, es decir, no estará
válidamente formulado de manera explícita en un contrato hasta que
su aplicación resulte de efectivo cumplimiento. Y esto sólo será posible

8 Sobre la diferencia entre teoría de costos de transacción y teoría de derechos de propie-


dad se puede consultar Gibbons (2005), Williamson (1991, 2000) y Kreps (1996).

Coriat.indb 189 3/27/11 10:18:01 PM


190 | nuevas teorías de la empresa

si el compromiso es “verificable” por un tercero. Habrá, por lo tanto,


contrato incompleto en la medida en que ciertos compromisos no son
verificables (aun si son perfectamente observables por las partes contra-
tantes, es decir, aun si no hay asimetría de información entre ellos). El
análisis puede parecer inútilmente complejo, pero es el precio a pagar
para poder suponer contratos incompletos conservando el supuesto de
racionalidad perfecta. Es un punto de la teoría que ha sido objeto de crí-
ticas: por un lado, la noción de incompletitud de los contratos puede
parecer mal definida (Tirole, 1999); por otro, es posible preguntarse si
la teoría tiene verdaderamente un sentido más allá de un supuesto de
racionalidad limitada que Grossman, Hart y Moore rechazan.9
Sin embargo, la búsqueda de una formulación rigurosa conduce a
la teoría de los contratos incompletos y de los derechos de propiedad
a precisiones esenciales en relación con la identidad de la firma, la
cuestión del control y las relaciones entre propiedad y control (y entre
propiedad y estímulo).
La firma se define ante todo como un conjunto de activos (no huma-
nos). Aparece como un conjunto de activos sometidos a una propiedad
y a un control unificados (Blair y Stout, 1999). Se destacan dos puntos
importantes:
1. Control y propiedad son asimilados, con una definición de control
vinculada, como veremos, a la incompletitud de los contratos.
2. Existe un cierto grado de incertidumbre respecto del propietario de
los activos: la empresa o un individuo (que es, puede pensarse, por
ello mismo propietario de la empresa) (Grossman y Hart, 1986).10
Pensamos, como Holmstrom (1999), que, de hecho, la formalización
propuesta implica que es un individuo, y no la firma, quien se espe-
ra que posea los activos y suscriba un contrato con otras partes. Una
visión tal, que se apoya en una lógica de contratos interindividuales,
hace difícil, si no imposible, la comprensión de la firma como un

9 Algunos subrayan que si el tercero no puede “verificar” el cumplimiento de un com-


promiso, ¡es porque él mismo tiene una racionalidad limitada!
10 Hart (1989) identifica la firma con “all the non-human assets that belong to it, assets that

the firm’s owner possesses by virtue of being the owner of the firm” [“todos los activos no
humanos que le pertenecen, activos que el dueño de la firma posee porque es el pro-
pietario de la firma”] (p. 1759); Hart y Moore (1990): “we identify a firm with the assets
that its owners control” [“identificamos una firma con los activos que sus propietarios
controlan”] (p. 1119), y más adelante: “we identify a firm with the assets it possesses”
[“identificamos una firma con los activos que posee”] (p. 1120).

Coriat.indb 190 3/27/11 10:18:01 PM


las teorías de la firma entre “contratos” y “competencias” | 191

conjunto coherente, al igual que la consideración de la producción


propiamente dicha.
Sin embargo, la propiedad de los activos está en el centro del análisis:
el reparto de la propiedad es importante en la medida en que afecta el
nivel de inversiones específicas realizadas inicialmente por los agentes.
Es por ello que podrá determinarse qué distribución de la propiedad
(división de los activos entre dos agentes o unificación bajo el control
de uno de ellos) constituye lo óptimo.
La importancia de la propiedad deriva directamente de la incomple-
titud de los contratos. Cuando no se puede especificar por adelantado,
mediante un contrato, el uso de un activo en todas las situaciones posi-
bles, es la propiedad la que determina quién tendrá el poder de elegir:
la propiedad de un activo se define esencialmente como la posesión de un “dere-
cho de control residual”, es decir, como el derecho de elegir los usos de un
activo, dentro de los límites de lo que permiten el derecho, la costumbre
o contratos anteriores, y, por lo tanto, como el derecho de excluir a otros del
uso del activo. Esto le permite escribir a Hart (1995, p. 29): “La propiedad
es fuente de poder cuando los contratos están incompletos”. Además,
este poder sobre las cosas se convierte así en un poder sobre los hom-
bres (sobre los trabajadores), en la medida en que se poseen ciertas
competencias asset-specific, es decir que no se pueden ejercer si no es
mediante el acceso a determinados activos: “Esta autoridad sobre los
activos se traduce en una autoridad sobre las personas” (Hart y Moore,
1990). No sorprenderá, entonces, que Hart (1995, p. 5) vincule esta con-
cepción al análisis que hace Marx de las relaciones entre capitalistas y
trabajadores, y del lugar que se le da a la propiedad de los medios de
producción como instrumento de control de los trabajadores.
Resta destacar que el control (o la autoridad) sobre los asalaria-
dos tiene, en este análisis, un contenido muy limitado: se ajusta al
poder de excluir del uso del activo, o dicho de otra manera, al poder
de licenciar. Sin embargo, este poder existe también en un contrato
de prestación de servicio. De este modo, la relación entre empleador
y asalariado en la teoría de los derechos de propiedad no se distin-
gue verdaderamente de una relación de servicio, o de una relación
de mercado. Para distinguir verdaderamente firma y mercado es
necesaria una distinción clara entre contrato de venta y contrato de
trabajo, y entre contrato interindividual y contrato entre individuo
y firma, algo que sólo puede hacerse si se toma en consideración

Coriat.indb 191 3/27/11 10:18:02 PM


192 | nuevas teorías de la empresa

el poder más global del empleador de decidir sobre la acción del


empleado y controlarla, que es lo que entendemos por lo general
cuando se habla de jerarquía. Una de las razones por la que se ignora
este aspecto es que la cuestión de la organización de la producción
propiamente dicha, y de la coordinación entre los trabajadores, no
ha sido estudiada (situación que reconocen Hart y Moore, 1990,
p. 1152). Reaparece aquí uno de los principales problemas de prác-
ticamente todos los enfoques contractuales: la ignorancia de todo lo
que concierne a la organización del trabajo y de la producción, es
decir, al corazón mismo de la actividad de la firma.
Señalemos todavía dos carencias imperdonables. Otro aspecto ha
sido dejado de lado: el empleador, propietario de los activos es, de
hecho, también el propietario del producto, lo que puede considerarse
como uno de sus atributos principales (Ellerman, 1992). La teoría de los
derechos de propiedad supone que los derechos de control residuales
son no transferibles, lo que supone la existencia de una firma sin geren-
tes (Holmstrom, 1999; Gibbons, 2005). Podría llegar a decirse que la
teoría de los derechos de propiedad ignora en definitiva tanto la rela-
ción de empleo como la relación accionistas-gerentes. Detrás de estos
problemas existe una cuestión más general, inherente, sin duda, a los
enfoques contractuales centrados en el análisis de las relaciones interin-
dividuales, generalmente bilaterales: la ausencia de consideración de la
empresa como entidad propia y de sus características.
La consideración de la propiedad implica evidentemente especificar
quién es el propietario y de qué. Ahora bien, la teoría de los derechos de
propiedad se apoya en la posesión de los activos por parte de los indi-
viduos y no por parte de la empresa. Esto es lo que critica Holmstrom
(1999) cuando remarca pertinentemente que una característica esencial de
la empresa moderna es el hecho de que ella misma tiene posesión de la
mayor parte de los activos productivos. Es bien sabido que para compren-
der la empresa hay que partir del hecho de que constituye una entidad en
sí misma. Es la firma la propietaria de los activos, al igual que es la firma,
y no la dirección o el gerente, la que participa en una relación contractual
con los asalariados o con otras partes. Como dice Chandler (1992): “The
firm is a legal entity – one that signs contracts with its suppliers, distributors,
employees and often customers” [“La empresa es una entidad legal que
firma contratos con sus proveedores, distribuidores y, a menudo, con sus
clientes”]. Se trata también de una entidad que es ella misma “a tradable

Coriat.indb 192 3/27/11 10:18:02 PM


las teorías de la firma entre “contratos” y “competencias” | 193

commodity” [“un bien transable”] (Putterman y Kroszner, 1996), lo que no


constituye una propiedad menor, como se comprueba en la actualidad
con la importancia adquirida por las operaciones de fusión-adquisición.

Una visión alternativa: la firma como


“nudo de competencias”

Completamente distinto, incluso opuesto en puntos esenciales, a las


visiones contractuales de la firma que acabamos de presentar, un enfo-
que de la firma que coloca en el centro de la cuestión las competencias
que le son específicas se ha ido afirmando progresivamente, para pre-
sentarse hoy como una verdadera alternativa al enfoque contractual.
Lo que denominamos aquí como “enfoque basado en las compe-
tencias” [approche basée sur les compétences] (ABC) reúne de hecho un
conjunto de proposiciones y de construcciones que no son siempre
exactamente homogéneas. Sin embargo, además de tratarse de cons-
trucciones complementarias, comparten una serie de rasgos y de fun-
damentos comunes que permiten identificar este enfoque y separarlo
de los enfoques contractualistas.
A continuación, nos proponemos, en primer lugar, presentar los orí-
genes y las fuentes de este enfoque, para luego presentar su contenido
tal como se ha ido constituyendo progresivamente por enriquecimien-
tos sucesivos.

Los tres orígenes y las tres fuentes del enfoque


Visto en retrospectiva, puede afirmarse que el ABC se construyó a par-
tir de tres fuentes.
El origen común, que constituye también un fundamento comparti-
do por las diferentes variantes o componentes del ABC, lo conforman
las proposiciones planteadas en el enfoque conductista de la firma,
sistematizadas por los trabajos fundadores de Simon, Cyert y March
a partir de la década de 1960. Como se verá en detalle en seguida, la
visión conductista de la firma se construye por el rechazo de la hipó-
tesis de la racionalidad sustancial y su adjunta, la maximización de los
comportamientos. Una vez descartada la visión de la firma capaz de
producir respuestas automáticas y racionales que le permitirían supe-
rar las limitaciones de su entorno, la cuestión central es dilucidar cómo
se efectúa el “proceso de toma de decisiones” en el seno de la firma.

Coriat.indb 193 3/27/11 10:18:02 PM


194 | nuevas teorías de la empresa

¿Con qué dispositivos internos de procesamiento de la información


cuenta la firma para dar respuesta a las cuestiones que se le plantean?
Para decirlo de manera más técnica, ¿qué tipo de “procesador de infor-
mación” es la firma?
En el terreno común abonado por la idea de que la firma es el lugar
en el que se ubican dispositivos específicos, un momento fundamental
de la construcción del ABC fue la contribución seminal de Penrose y
los desarrollos a los que ella ha dado lugar. En su libro (1959), Penrose
–haciéndose eco de los trabajos de Chandler, pero dando a sus propias
intuiciones una extensión mayor– plantea por primera vez que más
allá de la gestión de las informaciones, la firma se presenta también
como una colección de “recursos”. Por lo tanto, el arte de la gerencia,
insiste ella, consiste en la aptitud de generar recursos, combinarlos y
articularlos para permitir los mejores rendimientos. Este enfoque ten-
drá desarrollos importantes con las contribuciones provenientes de la
gerencia estratégica.11
En este plano, el de la exploración de los recursos ubicados en la
firma, se instala el enfoque evolucionista, que constituye la tercera
fuente de enriquecimiento del ABC. Los aportes de los autores de esta
corriente (como Nelson y Winter, Dosi y Marengo) contribuirán fuer-
temente a cambiar la representación de la firma, al insistir en el hecho
de que debe ser pensada fundamentalmente como “repertorio” y pro-
cesador de conocimientos y competencias. Poner por delante el papel
de las rutinas, definidas como los “saber hacer (skills) de las organiza-
ciones” y concebidas como “dispositivos de resolución de problemas”
(problem solving devices), insistir en el papel decisivo de los aprendizajes
organizacionales, produce el cambio: de “nudo de contratos”, la firma
se convierte en “nudo de competencias”.
Corresponde señalar enseguida que, aunque dotado de fuerte iden-
tidad y conformado, como acabamos de ver, por aportes de fuentes
diversas, el ABC no está exento de tensiones, y hasta contradicciones,
entre los diferentes desarrollos que alberga. Entre una presentación y
otra, las inflexiones no ocurren en los mismos puntos y, por lo tanto,
no conducen necesariamente hacia las mismas proposiciones o conclu-

11 Enparticular, Wernerfelt (1984) y Rumelt (1984) enriquecerán la reflexión. Una buena


presentación y reseña de las contribuciones de la gerencia estratégica al enfoque inicial
de Penrose puede encontrarse en Foss (1997).

Coriat.indb 194 3/27/11 10:18:02 PM


las teorías de la firma entre “contratos” y “competencias” | 195

siones en cuanto a qué constituye el corazón de la firma. Esto no evita,


sin embargo, que las construcciones propuestas finalmente se refuercen
una a otra, precisando y enriqueciendo una visión de la firma que se
distingue claramente de la brindada por el enfoque contractual.

La matriz comportamental común: la firma como procesador


de información
En la introducción dedicada a la presentación de sus estudios, Cyert
es explícito sobre aquello que lo ha llevado a separarse de la teoría
de la firma dominante por entonces y a proponer, poco a poco, los
fundamentos de una teoría alternativa, denominada más adelante
como teoría “conductista” de la firma. En su análisis de Stigler y la
teoría de los oligopolios, Cyert relata su sorpresa ante el hecho de
que la teoría de la firma que prevalecía era aquella según la cual “the
external market forces are assumed to be dominant” [“se supone que las
fuerzas externas del mercado son dominantes”] (Cyert, 1988, p. xi),
presupuesto cuya consecuencia directa es que “the behaviour of the firm
is predictable regardless of size, industry, organizationnal structure and so
on” [“el comportamiento de la firma es predecible, sin importar su
tamaño, industria, estructura organizacional, etcétera”] (ídem). La
insatisfacción proviene sobre todo de que “there is no internal structure
to the firm and there is no place in the theory for any influence on decisions
stemming from the behaviour of individuals within the organization” [“no
hay una estructura interna de la firma y no hay lugar en la teoría para
ninguna influencia sobre las decisiones que provenga del compor-
tamiento de los individuos dentro de la organización”] (ídem). Esta
posición le parece inaceptable, no sólo porque contradice todas las
observaciones empíricas, sino también porque no acierta en lo esen-
cial para una firma: una estructura –siempre única– de toma de decisiones,
el único modo de explicar la existencia de trayectorias y rendimientos
diferentes entre una firma y otra, incluyendo, por supuesto, los casos
en que operan en el mismo sector de actividad.
Dilucidar de qué manera “informations are gathered and processed
within the organization” [“se obtienen y procesan las información dentro
de la organización”] se convierte, entonces, en un eje principal del pro-
grama de investigación sobre la firma. Una vez que se ha planteado que
la firma, en oposición a lo que prevalece en los enfoques de la “firma
punto”, posee una estructura interna de gestión de las informaciones,

Coriat.indb 195 3/27/11 10:18:02 PM


196 | nuevas teorías de la empresa

la cuestión clave pasa a ser la comprensión de cómo se efectúan los


“procesos de toma de decisiones” en el seno de la firma.
La idea de que la firma no es “movida” por fuerzas externas a las
que no hace más que ajustarse, sino que constituye el lugar donde se
toman decisiones que dependen de interacciones entre los individuos
que la componen modifica radicalmente el estado de las cosas. Con
el desarrollo y la integración de los aportes decisivos de Simon, la
representación de la firma se aclara y densifica. Al definir una orga-
nización como “a system of coordinated actions among individuals and
groups whose preferences, information and knowledge differ” [“un sistema
de acciones coordinadas entre individuos y grupos cuyas preferen-
cias, información y conocimiento difieren”] (March y Simon, 1993),
los autores procuran poner el acento en el hecho de la inestabilidad
esencial que existe en el corazón de la firma. Es decir que si “difieren”
al mismo tiempo las “preferencias”, las “informaciones” y los “cono-
cimientos” cuyos depositarios son los agentes, “el conflicto” es el
estado normal de la firma. March y Simon construyen un punto cen-
tral de la teoría de las organizaciones al postular que “Organization
Theories describe the delicate conversion of conflict into cooperation, the
mobilization of resources and the coordination of efforts that facilitate the
joint survival of an organization and its members” [“las teorías de la
organización describen la delicada transformación del conflicto en
cooperación, la movilización de recursos y la coordinación de esfuer-
zos que facilitan la supervivencia conjunta de una organización y sus
miembros”] (ídem). Por lo tanto, la toma de decisiones es un proceso
de resultado imprevisible.
El proceso de toma de decisiones se realiza en un marco limitado
por dos series de determinaciones: por un lado, la información que
disponen los agentes es imperfecta y éstos no pueden operar sino con
racionalidad limitada; por otro lado, en la firma se localizan conflictos
de preferencias e intereses entre individuos y grupos. “La firma es un
proceso de adaptación, conducido por seres humanos con capacida-
des limitadas de procesamiento de la información” (Cyert y Kamien,
1998, p. 111). Las iteraciones, en consecuencia, no pueden reducirse a
un juego “a la Sísifo”, recomenzando permanentemente. Los procesos
de ensayo y error nacen, por aprendizaje, de microrregularidades que
servirán de punto de apoyo en el proceso de toma de decisiones. Los
autores llaman a estas microrregularidades “rutinas” y las definen

Coriat.indb 196 3/27/11 10:18:03 PM


las teorías de la firma entre “contratos” y “competencias” | 197

estrictamente como “standard operating procedures” que alivian el proce-


so de toma de decisiones.12
La idea de que la firma es un lugar de conflicto de intereses al que,
sin embargo, hay que arbitrar para asegurar la supervivencia de la
organización y de cada uno de sus miembros es llevada al extremo.
Efectivamente, Cyert sostendrá que la firma puede verse como una “coa-
lición” resultante de múltiples negociaciones entre sus participantes, las
que dan lugar a side-payments, que no son necesariamente de naturaleza
monetaria; las remuneraciones pueden tomar la forma de gratificaciones
diversas: promesas de ascensos, otorgamiento de medios en personal
y en equipamiento, ventajas de distinta naturaleza. En contrapartida,
los subordinados se comprometen a satisfacer subgoals, que constitu-
yen los puntos de apoyo en el proceso de control que llevan a cabo
los directivos. El proceso de dirección y de control constituye un costo
para la organización. Consiste en un gasto interno que depende de un
“presupuesto discrecional” (managerial slack) a disposición del directi-
vo que éste usa para asegurar la cohesión de la organización y poder
alcanzar sus objetivos. Este “gasto” puede ser más o menos oneroso
(según la naturaleza y la importancia de las tensiones y los conflictos
internos de la organización) y afectar sus rendimientos más o menos
fuertemente. Un “buen gerente” es aquel que sabe minimizar este
gasto, este “slack”.
Surge de estas consideraciones que las decisiones que provienen de
los directivos son siempre necesariamente “subóptimas”, los ajustes se
hacen de manera desequilibrada, lejos de los criterios de maximización.
La hipótesis heroica, en el centro de la teoría de la agencia, según la cual
los contratos y los estímulos permiten resolver las asimetrías de informa-
ción y posibilitar finalmente comportamientos de maximización, no tiene
aquí ningún lugar. Está “fuera de lugar”. El mundo de la empresa de los
conductistas es un mundo de asimetrías de poder y de conflictos de inte-
reses donde las disonancias cognitivas son esenciales y constitutivas de
las relaciones entre agentes. Sólo los compromisos de satisfacing permiten
que la organización se reproduzca sin mayores daños.

12 Lasrutinas de los conductistas no deben confundirse ni asimilarse con las rutinas de los
evolucionistas. Las primeras se refieren estrictamente al tratamiento de la información
durante el proceso de toma de decisiones; las segundas son conjuntos de protocolos para
la puesta en práctica de conocimientos y competencias organizacionales.

Coriat.indb 197 3/27/11 10:18:03 PM


198 | nuevas teorías de la empresa

El aporte de Penrose: la firma como lugar de gestión y de creación


de recursos intangibles
A partir de esa base, una dirección complementaria de investigación
sobre la firma será encarada por una corriente que alrededor de Penrose
y Chandler contribuirá de manera decisiva a correr nuevamente el cen-
tro de análisis al insistir en la necesidad de considerar el hecho de que
la firma no es solamente un lugar de procesamiento de la información
sino también un lugar de desarrollo de competencias específicas.
Sin duda es a Chandler a quien debe atribuirse haber dado, en su
obra maestra, todo el esplendor a esta tesis. A partir de investigaciones
históricas profundizadas y reiteradas, Chandler (1962, 1977, 1990) pone
en evidencia un “cambio de forma de la firma”, que pasa de “unitaria”
a “multidivisional”. En el centro de los nuevos tipos de firma que sur-
girán a partir de su gran metamorfosis, Chandler ve operar lo que él
llama “la mano visible de los gerentes”, una expresión cuidadosamente
elegida para oponerla a la idea de que las firmas serían movidas por la
“mano invisible” del mercado.13
Conviene recordar que la contribución de Penrose se ubica en el uni-
verso conceptual en formación de la teoría de la firma “gerencial”.
En su obra de 1959, una proposición esencial de la autora, que adqui-
rirá importantes dimensiones y consecuencias, es la caracterización de
la firma como “collection of productive resources”. De este modo se refiere
Penrose al conjunto de activos tangibles e intangibles que podrán movi-
lizarse para el cumplimiento de los objetivos de la firma y el mejora-
miento de sus rendimientos.14 Además de los recursos tangibles –como
la calidad de los equipamientos y la variedad de productos ofrecidos–,
se da preferencia a los recursos intangibles, como las competencias de
los asalariados, las de los directivos en particular, los recursos organi-
zacionales (el modo de procesamiento de la información). En la visión

13 Más tarde, en un artículo de suma importancia, Chandler sostendrá que sus contribu-
ciones deben interpretarse en el marco de las teorías de la firma que ubican las “com-
petencias” en el centro y no, como se creía y se argumentaba a partir de enfoques “a la
Williamson”, en términos de costos de transacción (Chandler, 1992).
14 Wernerfelt, uno de los teóricos importantes del enfoque basado en las competencias,

aportará al respecto útiles precisiones, cuando postula que “a firm’s resources at a given
time could be defined as those (tangible and intangible) assets which are tied semi-permanently
to the firm” [“los recursos de una firma en determinado momento pueden definirse
como aquellos activos (tangibles e intangibles) vinculados a ella de manera semiperma-
nente”] (1984).

Coriat.indb 198 3/27/11 10:18:03 PM


las teorías de la firma entre “contratos” y “competencias” | 199

de Penrose lo que importa es el “servicio” que los recursos le brindan


a la producción: “Strictly speaking, it is never resources themselves that are
the ‘inputs’ in the production process, but only the services that the resources
can render” [“Rigurosamente hablando, los inputs en el proceso de pro-
ducción nunca son los recursos en sí mismos, sino los servicios que esos
recursos pueden ofrecer”] (Penrose, 1959).
La competencia de una firma no resulta de un aumento del stock de
recursos que cobija y administra, sino de la capacidad de aprovecharlos
a partir de los acuerdos que la firma es capaz de establecer para explotar
los recursos de que dispone. Penrose es explícita sobre este punto cuando
observa que “the services yielded by resources are a function of the way in which
they are used” [“los servicios generados por los recursos son una función
del modo en que se los usa”] (ídem). Por todas estas razones se entiende
que para Penrose el papel clave lo tiene la “estructura administrativa”
instalada por el gerente y su propia habilidad para sacar ventaja. Allí es
donde se pone en juego la calidad de los “servicios” que podrán obtenerse
de los recursos de la firma. Claramente, Penrose acompaña aquí las intui-
ciones de Chandler y se aparta del enfoque neoclásico estándar. Esta sepa-
ración se confirma por partida doble: por un lado, porque Penrose insiste
en el hecho de que la asignación de los recursos dentro de la firma no se
produce siguiendo procedimientos “automáticos” –tal como se postula
en la teoría de asignación por precios–, sino por elecciones voluntarias y
discriminadoras de los gerentes; por otro lado, porque la actividad de los
gerentes no se reduce a la mera asignación de recursos (aun cuando ésta
se realizara de manera altamente estratégica), sino que implica también su
fortalecimiento, ampliación y escalamiento. La firma no es sólo un lugar
para el uso de un stock de recursos, es también un lugar de creación de nue-
vos recursos. Precisemos al respecto que, desde la perspectiva de Penrose
en su obra de 1959 (la del crecimiento de las firmas), esta capacidad de
hacer crecer los recursos de la firma es fundamental.
Las visiones de Penrose experimentarán una serie de desarrollos
mayores, en particular en el dominio de la gerencia estratégica. Sobre el
terreno preparado por Penrose se elaboraron una serie de contribuciones
hoy clásicas de la gerencia estratégica, como la teoría de las “capacidades
básicas” (core capabilities) de Prahalad y Hamel. En su artículo de 1990,
los autores se apoyan en los trabajos de la corriente iniciada por Penrose
para dar un paso importante en el análisis. Allí sostienen la tesis de que
lejos de deber ser asimilada a una colección de recursos, cada firma se

Coriat.indb 199 3/27/11 10:18:03 PM


200 | nuevas teorías de la empresa

distingue –puede y debe ser identificada– por sus capacidades básicas.


Éstas se afirman y demuestran en la capacidad de una firma de utilizar
los recursos propios para ensamblarlos, combinarlos y hacerlos conver-
ger hacia una gama de productos (o de servicios) que van a constituir
su singularidad y determinar su posición en el mercado. La capacidad
de concebir y ofrecer productos demandados y deseados por el mer-
cado, difíciles de reproducir por la competencia, permitiéndole incluso
obtener rentas por los beneficios, se encuentra en el centro de la teoría
de la gerencia. Las capacidades básicas –las que importan– no son las
capacidades tecnológicas de la firma, sino sus capacidades en gerencia
y en organización. Son estas últimas las que permiten ofrecer productos
–por lo general, tecnológicamente avanzados, pero no necesariamente en
todos los casos– y ocupar posiciones fuertes en el mercado. La teoría ulte-
rior de la construcción de la ventaja competitiva, central para la gerencia
estratégica, encontrará aquí sus fundamentos esenciales.

El desarrollo evolucionista: la firma y sus rutinas como estructura


de resolución de problemas y como procesador de conocimientos
Con los evolucionistas, el enfoque conocerá nuevos desarrollos. Los
aportes a la teoría de la firma de autores de esta corriente son múltiples
e importantes. Desde nuestra perspectiva –situar los aportes evolucio-
nistas en el ABC–, lo más relevante es señalar el nuevo deslizamiento
que operan los evolucionistas. En efecto, sus contribuciones pueden
leerse como un cambio que se resume en las siguientes dos proposicio-
nes solidarias y complementarias:
• La firma no debe pensarse solamente como un lugar de gestión de
la información; ella debe verse como una herramienta de coordina-
ción y de procesamiento de conocimientos: las firmas son reservo-
rios de competencias (loci of competences).
• Esta propiedad de las firmas incluye el hecho de que lo que la
estructura y singulariza es un conjunto de rutinas, que constituyen
procedimientos de resolución de problemas; cada firma se distin-
gue de otras por la amplitud y naturaleza de la reserva de compe-
tencias que alberga.
En la raíz del enfoque evolutivo se encuentra efectivamente esta doble
observación clave acerca de que, contrariamente a lo que presupone la
teoría estándar, las firmas difieren y difieren de manera persistente. Las
diferencias se refieren no sólo a la naturaleza de las firmas, sino tam-

Coriat.indb 200 3/27/11 10:18:04 PM


las teorías de la firma entre “contratos” y “competencias” | 201

bién a sus rendimientos. No importa que se las considere en el corto o


largo plazo, no se observa “ninguna” convergencia. La “variedad” es
esencial al mundo de las firmas; no es ni accidental ni temporal, sino
constitutiva de su ser mismo. La única teoría de la firma posible será la
que se muestre capaz de dar cuenta de su variedad como modo normal
de su existencia.
Los evolucionistas quieren dar cuenta de la variedad de firmas
mediante la observación de que, en lo esencial, las decisiones que se
producen en ellas no surgen de la deliberación sino de procedimientos
“rutinarios” surgidos de la interacción entre los agentes o de los apren-
dizajes que han adquirido los individuos que las conforman.
Debe subrayarse aquí que aun cuando puedan encontrarse antece-
dentes de la noción de “rutinas” (en particular, Cyert y March, 1963),
con la obra de Nelson y Winter de 1982 la categoría de rutina adquiere
estatus e importancia completamente nuevos. Los evolucionistas con-
tribuyen de manera decisiva a afirmar la idea de que la firma no es sólo
un procesador de información, sino también un lugar de gestión de
conocimientos. Nelson y Winter definen las rutinas como el equivalente
para las organizaciones de las skills para los individuos. Ellos entienden
las rutinas –como las skills– en un sentido extremadamente general y las
definen, voluntariamente, de manera extensiva: “Utilizamos ‘rutinas’
de un modo altamente flexible, así como se utiliza ‘programa’ (e incluso
‘rutina’) en una discusión sobre la programación de una computadora”
(ídem). Como en el caso de un programa de computación, una rutina
“hace referencia a un modelo de actividad repetitivo para toda una
organización, tanto como a una capacidad individual”. La dimensión
de “repetitivo” es esencial. Por principio, la existencia de skills (indivi-
duales) y de rutinas (organizacionales) implica la automaticidad de su
aplicación y su desarrollo. Esto explica también que las rutinas sean
económicamente eficaces y se impongan frente a la deliberación o al
contrato, más onerosos en costos de coordinación. Una vez adquiridas,
las rutinas se desarrollan sin problemas, sin retrasos y sin costos adi-
cionales. Si cada rutina particular constituye un conocimiento particu-
lar –una manera de asociar y de combinar capacidades fragmentarias
incorporadas por los individuos para realizar una tarea–, todas juntas
forman “la memoria organizacional” de las empresas, integran un stock
de conocimientos en los que los agentes abrevan para asegurar el buen
desenvolvimiento de las operaciones dentro de las organizaciones.

Coriat.indb 201 3/27/11 10:18:04 PM


202 | nuevas teorías de la empresa

Punto decisivo, los repertorios de respuesta que conforman las rutinas


consisten tanto en “la manera de hacer las cosas”, cuanto “en la manera
de determinar qué hay que hacer” (ídem).
Las propiedades que acabamos de mencionar son las que permiten
caracterizar las rutinas como “problem-solving devices”: protocolos para
la resolución de problemas. A través de ellas, las firmas enfrentan su
entorno y producen respuestas adecuadas.15 Son, dirían los evolucio-
nistas, “la capacidad básica” de las firmas.
Una vez caracterizadas y definidas las rutinas, se comprende por
qué (y en qué) difieren las firmas, y de manera persistente. Cada firma
dispone de un conjunto singular de rutinas que conforman su “capaci-
dad básica” propia. Con el correr del tiempo, esta capacidad evoluciona,
se enriquece (o se empobrece), se desarrolla siguiendo una trayectoria
continua o incorpora bifurcaciones (por ejemplo, en el caso de la adqui-
sición de firmas que poseen otras capacidades o de la incorporación de
individuos con capacidades nuevas y originales), pero nada permite
pensar a priori que estas evoluciones deben converger en un determina-
do tipo ideal. La noción de “firma representativa” no tiene aquí ningún
lugar legítimo. Por otra parte, todos los modelos evolucionistas están
construidos sobre esta heterogeneidad esencial de los agentes, aun
cuando los procesos de selección hacen que no todas las especies estén
destinadas a sobrevivir en presencia de cambios del entorno.
El acento sobre la importancia de las rutinas, su ubicación en el cen-
tro de la teoría de la empresa, completa un recorrido iniciado con los
aportes de los teóricos comportamentalistas y continuado por Chandler
y Penrose. Con sus aportes, la firma se ha enriquecido y densificado
considerablemente. De procesador de información ha pasado a ser
procesador de conocimientos. Su existencia se relaciona con el hecho de
que conforma un verdadero “nudo de competencias”.
Por supuesto, los desarrollos que conducen de los conductistas
a los evolucionistas no son un largo río tranquilo. Y si entre las tres

15 Los autores van bastante más lejos por este camino al afirmar que “even the sophisticated
problem-solving efforts of an organization fall into quasi-routines patterns, whose general out-
lines can be anticipated on the basis of experience with previous problem-solving efforts of that
organization” [aun los sofisticados esfuerzos para resolver problemas de una organiza-
ción caen en patrones de cuasi rutinas, cuyas líneas generales pueden anticiparse sobre
la base de la experiencia con esfuerzos anteriores para la resolución de problemas”]
(Nelson y Winter, 1982, p. 136).

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las teorías de la firma entre “contratos” y “competencias” | 203

fuentes que han alimentado el ABC, las complementariedades resultan


evidentes y esenciales, no es menos cierto que existen entre ellas zonas
de tensión e indecisiones que son, a su vez, estímulos para continuar
la reflexión.

Tensiones y cuestiones acerca del enfoque


Pueden identificarse tres series de tensiones internas del ABC, las que,
a su vez, aseguran el dinamismo de los debates entre los autores.
Una primera serie de planteos, cruciales en su caso, tienen que ver
con los protocolos que sustentan el proceso mismo de toma de decisio-
nes. Todo gira aquí en torno a la importancia relativa que debe darse
a la deliberación en relación con las rutinas. En Cyert y March, como en
Simon, la deliberación posee un rol clave. Que los agentes estén dota-
dos de una racionalidad “limitada” no significa que ésta opere menos
plenamente. Las decisiones se toman mediante procesos de search, por
iteraciones e interacciones sucesivas, hasta que se establece el compro-
miso que preside el satisfacing. Si esto ocurre, es porque, aunque todo
enfrente a los participantes de la organización –cuyas “preferencias,
informaciones y conocimientos difieren”– “la supervivencia conjunta
de la organización y de cada unos de sus miembros” depende del esta-
blecimiento del compromiso. De allí que, salvo circunstancias extremas
que conduzcan a la explosión de la organización, el compromiso siem-
pre termina por establecerse.
La visión de los evolucionistas sobre este punto es bastante diferen-
te. Entre ellos, son las rutinas, y no la deliberación, las que presiden el
proceso de toma de decisiones, y aunque se las entiende como “dispo-
sitivos cognitivos”, el énfasis recae sobre el hecho de que se basan en la
automaticidad. Una vez adquiridos, los saber hacer y las capacidades
que expresan revisten un carácter “tácito”.
La máquina organizacional que prevalece en cada uno de los enfo-
ques es, por lo tanto, bastante diferente. Como señalan los propios
Nelson y Winter, “the sort of choice that takes place in the process of exer-
cising a skill is choice without deliberation” [“el tipo de elección que tiene
lugar durante el ejercicio de una capacidad es una elección sin delibe-
ración”] (1982, p. 82).
Esta primera diferencia alberga otra, sobre la cual, en nuestra opi-
nión, Nightinghale (2003) y luego Foss (2003) insisten acertadamente.
En sus artículos consagrados a la relectura de Nelson y Winter, estos

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204 | nuevas teorías de la empresa

dos autores, aunque a partir de puntos de vista diferentes, coinciden


en preguntarse cuál es finalmente la influencia relativa de Simon y de
Michael Polanyi en la teoría de las rutinas. Foss, en particular, señala
que en su ensayo, Nelson y Winter definen en múltiples oportunidades
las rutinas como resultado de “rules of thumbs”, “habits”, que los agen-
tes heredan o imitan de sus colegas o competidores. Por otra parte, la
noción misma de tacitness –atributo esencial de las rutinas– se inspira
directamente en Polanyi. ¿Hasta dónde esta concepción de rutina resul-
ta compatible con la noción de “standard operating procedures” que define
la rutina entre los conductistas? A pesar de sus reivindicaciones explíci-
tas de su filiación respecto de los autores conductistas,16 el compromiso
con una teoría de las rutinas concebidas como skills e instrumentos
de puesta en práctica de capacidades conduce a los evolucionistas a
un terreno teórico ajeno a los conductistas. Es lo que Nelson y Winter
reconocen casi explícitamente cuando escriben: “In contrast to the usual
quest for microfoundations in economics, seeking consistency with rationality
assumptions, our quest is for consistency with the available evidence on lear-
ning and behavior at both the individual and organizational levels” [“En con-
traste con la tradicional búsqueda de microfundamentos en economía,
procurando consistencia con supuestos racionales, nuestra búsqueda
apunta a la consistencia con evidencia disponible sobre el aprendizaje
y el comportamiento tanto en el nivel individual como organizacional”]
( 2002, p. 31). Las microrregularidades que conforman las rutinas, a
la vez “tácitas” y “reservorios de conocimientos”, no parecen poder
deducirse exclusivamente de la racionalidad limitada como ocurre con
los standard operating procedures de los conductistas.17

16 “We accept and absorb into our analysis many of the ideas of the behaviourist school”
[“Aceptamos e incorporamos en nuestros análisis muchas ideas de la escuela beha-
viorista”], escriben haciendo referencia a la hipótesis de la racionalidad limitada. Más
explícitos aún son cuando afirman: “The view of firm behaviour built into evolutionary
economic theory fits well with the theory of firms contained in modern organization theory,
especially the part that shares our own debt to Carnegie school (March and Simon, 1958; Cyert
and March, 1992)” [La visión del comportamiento de la firma incorporada en la teoría
económica evolucionista se adapta bien con la teoría de las empresas contenida en la
moderna teoría de la organización, especialmente la parte que comparte nuestra propia
deuda con la escuela de Carnegie …]”, (Nelson y Winter, 2002, p. 42).
17 Estas consideraciones llevan a Foss (2003) a reprocharles a los evolucionistas la incon-

sistencia, o la ausencia, de sus fundamentos microeconómicos. El autor ve en las


contradicciones señaladas la demostración de que el individualismo metodológico
reivindicado por los autores muchas veces aparece en falta.

Coriat.indb 204 3/27/11 10:18:04 PM


las teorías de la firma entre “contratos” y “competencias” | 205

Finalmente, y es ésta para nosotros el área de mayor tensión, resul-


ta evidente que de los conductistas a los evolucionistas la teoría de la
firma ha sufrido una retracción importante. La caracterización de las
rutinas ofrecida por los evolucionistas los lleva a colocar entre paréntesis
los conflictos de intereses. Ellos no tratan los conflictos más que bajo la
forma de simples “disonancias cognitivas”.
Esta afirmación amerita algunas palabras explicativas. En más
de una oportunidad, los evolucionistas afirman que la empresa es el
lugar de los conflictos de intereses entre agentes y que la dimensión
económica y “social” de esos intereses puede resultar crucial. Los pro-
pios Nelson y Winter (1982) son claros respecto de este punto. Pero
sólo se trata finalmente de meros efectos de estilo. Después de haber
reconocido, a propósito de la definición de rutinas como el modo de
coordinación por excelencia dentro de las firmas, que la consideración
de los conflictos de intereses entre agentes es esencial, definen las ruti-
nas organizacionales a partir de situaciones de “tregua” (truce), en las
que el conflicto resulta anulado (o suspendido) por definición, como
si la rutina pudiera describirse y definirse correctamente sin tener en
cuenta la dimensión de coordinación de conflictos de intereses que
implica, a nuestro criterio, necesariamente.18 En tal sentido, nos pare-
ce justo decir que, aun si se menciona de vez en cuando la necesidad
de considerar los conflictos entre actores sociales, la contribución
evolucionista se basa en un concepto de “conflicto” que en última ins-
tancia sólo se puede vincular con la problemática de las disonancias
cognitivas.
Resulta, en efecto, sumamente notable que en el estado actual de las
cosas, la teoría evolucionista nada diga sobre dos dimensiones funda-
mentales de la firma: los vínculos entre directivos y asalariados, es decir,
nada menos que la naturaleza de la relación salarial, y los vínculos entre
los que gestionan y los propietarios (o accionistas), que se encuentran
en el centro de la teoría de la firma a partir del surgimiento de las tesis
gerenciales. Penrose, por ejemplo (por no mencionar a Chandler, para
quien la relación accionista/gerente es constitutiva de la firma “moder-
na”) dedica a este aspecto desarrollos importantes.

18 Coriat y Dosi (1998) ilustran esta dimensión de las rutinas (arbitrando y expresando
conflictos de intereses) en relación con las rutinas nacidas de la aplicación del tayloris-
mo en las usinas norteamericanas o con el ohnismo en Toyota.

Coriat.indb 205 3/27/11 10:18:05 PM


206 | nuevas teorías de la empresa

De los conductistas, que ubican el conflicto en el corazón mismo


de la teoría de las organizaciones, a los evolucionistas, que práctica-
mente lo eliminan de sus construcciones –a pesar de la insistencia de
los aportes gerenciales sobre este punto–, la teoría de la firma aparece
vaciada de uno de sus componentes esenciales.19

Conclusión

La teoría económica nos ofrece en la actualidad una visión de la


firma diversificada: las dos grandes corrientes abordadas más arriba
se ignoran una a la otra en lo esencial y subsisten diferencias, por
no decir oposiciones sustanciales, dentro de cada una de ellas. La
oposición entre la teorización contractual –la firma como nudo de
contratos– y la teorización fundada en las competencias –la firma
como sistema de competencias– sigue siendo, en nuestra opinión, el
centro de las diferencias. Esta oposición aparece muy claramente si
se confronta el contractualismo, fiel a los fundamentos neoclásicos
(teorías de la agencia y de derechos de propiedad), con los evolucio-
nistas, y se manifiesta tanto en las cuestiones planteadas como en
los fundamentos teóricos. Como dicen Dosi y otros (2003), la firma
está estructurada alrededor de dos tipos de dispositivos: el primero
remite a la organización y la división del trabajo y a la actividad
productiva; el segundo, al conjunto de sistemas y procedimientos de
estímulo y control. De allí, los dos órdenes de cuestiones: en relación,
por un lado, con los problem-solving features de las organizaciones y,

19 Una excepción importante es el artículo de Coriat y Dosi (1998), cuyo objeto, pre-
cisamente, es definir las rutinas a partir de su doble dimensión: 1) “cognitiva”,
como problem-solving devices, pero también 2) en la función de orientación, control y
gobierno sobre el trabajo, planteando que no se puede postular, por un lado, reglas
y rutinas “cognitivas” y, por otro, reglas y rutinas “disciplinarias”, sino que se trata
de las mismas rutinas o sistemas de rutinas y de las mismas formas organizacionales
que estructuran las dinámicas de aprendizaje y los procesos de gestión de conflictos,
así como de distribución del excedente. Pero es inevitable reconocer que esta visión
de la doble dimensión de las rutinas no se ha integrado en el enfoque evolucionista,
que de forma masiva permanece fijado en una visión de las rutinas consideradas
como “treguas”. Sin duda, esto se debe a que la consideración de esta doble dimen-
sión implicaría una reconsideración profunda de la teorización de las rutinas y de
sus modos de acción, y finalmente de la propia teoría de la firma. Sin embargo, algo
de esta reconstrucción se esboza en Coriat (2000). Una crítica profunda de las ruti-
nas como treguas y de lo que implica esta caracterización se propone en Mangolte
(1998).

Coriat.indb 206 3/27/11 10:18:05 PM


las teorías de la firma entre “contratos” y “competencias” | 207

por otro, con los problemas de la confrontación entre los intereses y


los objetivos divergentes de los individuos y los grupos que conforman
la organización. Los enfoques contractuales casi se refieren sólo a la
segunda dimensión, tratándola a su manera, es decir, sobre la base de
hipótesis de la teoría económica del comportamiento racional y de la
búsqueda del óptimo paretiano, mediante el método del equilibrio
(en información imperfecta); por su parte, los análisis evolucionistas
y basados en la competencia se focalizan en la primera dimensión
(la firma como lugar de ejecución del saber hacer), sobre la base
de hipótesis comportamentales radicalmente diferentes, fundadas
sobre la racionalidad limitada y la teorización del conocimiento y de
los aprendizajes individuales y colectivos desde una perspectiva
cognitiva y evolutiva opuesta al método del equilibrio. El problema
es que estos dos órdenes de cuestiones se encuentran estrechamente
imbricados. Uno de los mayores desafíos que queda por enfrentar
en la teoría de la firma es comprender cómo se articulan estas dos
dimensiones.
Además, la elaboración de una teoría “completa” de la firma supo-
ne tomar en cuenta sus diferentes atributos, considerándola, como
Chandler (1992), a la vez entidad legal –es la empresa la que controla los
activos y establece los contratos–, entidad administrativa (o gerencial)
–“for teams of managers must coordinate and monitor its different activities”
[“pues equipos de gerentes deben coordinar y controlar sus diferentes
actividades”]–, como sistema de producción –“a pool of physical facilities,
of learned skills and liquid capital” [“un conjunto de instalaciones físicas,
capacidades aprendidas y capital líquido”]– y, por último, operador cen-
tral del capitalismo. En relación con este último punto, Chandler recuer-
da con insistencia y, en nuestra opinión, oportunamente que la firma
es “the primary instrument in capitalist economies for the production and
distribution of current goods and services and for the planning and allocation
for future production and distribution” [“el instrumento primario en las
economías capitalistas para la producción y distribución de bienes y
servicios actuales, y para la planificación y asignación de la producción
y la distribución futuras”]. El cumplimiento de este programa exige
pensar la teoría de la firma como el lugar de tensiones entre tres grupos
de imperativos:
1. La gestión de la información, tanto interna como la que proviene del
entorno.

Coriat.indb 207 3/27/11 10:18:05 PM


208 | nuevas teorías de la empresa

2. La creación y la gestión de conocimientos y saber hacer referidos esencial-


mente a cuestiones relativas al estado de la naturaleza.20
3. La gestión de los conflictos de intereses y de los compromisos entre las
diferentes partes interesadas –aportantes de capital, trabajadores,
clientes y proveedores–, y más allá de los intereses más generales de
la economía y de la sociedad.
Una teoría de la firma tal debería construirse alrededor de diferentes
componentes y explorar los diversos modos de coordinación y de
control que estructuran la firma, así como sus acuerdos: las formas de
relación de autoridad, los sistemas de estímulo, las rutinas y los pro-
cedimientos de aprendizaje. Estos componentes encuentran su unidad
y su coherencia dentro de las arquitecturas organizacionales y de gobierno
(Aoki, 2000), tal como queda expuesto en particular en los trabajos de
Chandler, y de los sistemas institucionales, que definen los esquemas
legales y reglamentarios dentro de las firmas que pueden constituirse
y operar.
En este marco, tendría que ser posible responder a lo que, a nues-
tro parecer, constituye el principal desafío que enfrenta la teoría de la
firma: explicar a un mismo tiempo la persistencia de la diversidad y
la heterogeneidad de las firmas desde el punto de vista de la estruc-
tura (grado de diversificación e integración vertical, en particular),
sus estrategias, su base de competencias y desempeños, mientras se
da cuenta de la existencia, en determinados contextos y períodos, de
formas dominantes, como la sociedad anónima (la corporación) o la
forma multidivisional (Coriat y Weinstein, 1999). No se trata con ello
de abandonar los aportes de los trabajos contractuales ni los enfoques
basados en las capacidades, sino de repensarlos retomando los aportes
más antiguos de la teoría de la firma. Desde esta perspectiva, volver a
movilizar a los “antiguos sabios”, empezando por Berle y Means y los
autores del viejo institucionalismo, Commons o Veblen en particular, se
presenta como un paso obligatorio.
Es nuestro parecer que sólo pagando este precio podrá vislumbrarse
una teoría “completa” de la firma, que asocie las dimensiones organiza-
cionales e institucionales.

20 Por“estado de la naturaleza” nos referimos aquí al hecho de que la actividad de pro-


ducción de valores de uso exige el manejo de informaciones y conocimientos científicos
y técnicos que afectan las propiedades de la materia.

Coriat.indb 208 3/27/11 10:18:05 PM


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