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Facultad de Psicología
1
INDICE
-Agradecimientos ………………………………………………………………….……6
- I. Introducción ………………………………………………………………….……7
Neuropsicología ……………………………….…………11
Enfermedad de Alzheimer ……………………………….…………12
Rehabilitación neuropsicológica .…………………………………………14
Memoria Semántica ……………………………………….…16
- V. Desarrollo ……………………………………………………………………….19
2
RESUMEN
3
interpersonales que acompañan el diagnóstico. A su vez, requiere de un vínculo
terapéutico sólido y empático, en un contexto de respeto y conocimiento del
paciente.
ABSTRACT
The following thesis is given as part of the University of Buenos Aires
Licensed Psychology graduate program. The objective is to complete a theoretical
project and narrative about the neuropsychological rehabilitation of Alzheimer’s
patients, in mild to moderate states: define which intervention methods are most
efficient in addressing semantic memory deterioration, the desired limits and
results for the same.
Alzheimer’s disease (AD) is the principal form of dementia. This
neurodegenerative sickness results in physical deterioration, emotional and
behavioral alterations and a progressive dysfunction of the memory, among other
cognitive symptoms. Even though the cognitive deterioration encompasses
practically all of the mental capacities, the memory is most affected, as it is altered
from the beginning. Of the different memory systems, the bibliographical
investigation will focus on semantic memory, which unites cultural and linguistic
knowledge, and which is undone by a dementia such as Alzheimer’s.
In recent years, it was discovered that people with mild and moderate AD
maintain a limited learning capacity, even though it is reduced. Therefore, a
rehabilitation program for these cases could help to diminish, to a certain point, the
progression of cognitive deterioration, effectively stabilizing the patient.
In AD, instead of recovering the original brain capacity, the objective is to
maintain and strengthen the existing capabilities, to avoid a worse deterioration.
For this reason, to allude to the treatment of these patients, the term “cognitive
stimulation” is preferred to “rehabilitation.” Regardless, it is appropriate to refer to
the term “neuropsychological rehabilitation,” understanding that it is defined as the
4
application of procedures and techniques which may result in people with
cognitive, behavioral and emotional deficiencies, achieve the maximum
functionality which is possible with their given capabilities.
Rehabilitation involves both the cognitive functions which may have been
affected and the emotional and interpersonal difficulties which correspond to the
diagnostic. Nonetheless, it requires a solid therapeutic and empathetic relationship,
in a context of respect and familiarity with the patient.
5
AGRADECIMIENTOS
6
I. INTRODUCCIÓN
7
A pesar de la naturaleza progresiva de la EA, los pacientes parecen
conservar la capacidad para adaptarse y compensar los efectos de la lesión
(Tárraga et al., 2006). Expertos en el campo de la neurología, expresan un mayor
optimismo frente a la capacidad de reorganización cerebral y la recuperación de
las funciones perdidas. Estos especialistas afirman que la plasticidad del cerebro,
otorga una posibilidad de restitución de la función cerebral tras un daño
(Robertson & Murre, 1999).
8
Cejudo Bolívar, 2001). Debido a que subregiones del hipocampo están
involucradas en los procesos de memoria episódica y semántica, las redes de
cada uno de estos sistemas de memoria parecen compartir los patrones
temporales y regionales de alteraciones (Jelcic et al., 2012). En relación a esto
último, es probable que los severos déficits de memoria episódica estén
relacionados en parte, a una ruptura en la producción de palabras y habilidades de
comprensión (Cox, Martin, Brouwers & Fedio, 1982).
9
En la actualidad, hay evidencia que confirma que las personas con EA que
se encuentran en estadios leves y moderados, mantienen cierta capacidad de
aprendizaje, aunque ésta sea reducida y limitada (De los Reyes Aragón et al.,
2012). Dar comienzo a un programa de rehabilitación en estas instancias, podría
ayudar a disminuir la progresión del deterioro cognitivo. Dicho programa no se
reduce únicamente al paciente sino también a sus familias, ya que las
consecuencias de esta enfermedad afectan la calidad de vida y el bienestar de los
familiares, cuando el paciente precisa supervisión, atención y ayuda para realizar
actividades cotidianas (Turró Garriga et al., 2015). Por lo tanto, la EA tiene un
fuerte impacto no sólo en el sistema sanitario por la falta de un tratamiento
curativo, sino también en la sociedad por la carga que representa para las familias
de los afectados (Romano, Nissen, Del Huerto & Parquet, 2007).
II. OBJETIVOS
III. METODOLOGÍA
10
semántica (semantic memory), denominación (naming), categorización
(categorization), fluencia verbal semántica (semantic verbal fluency).
La presente búsqueda de investigaciones se centró en intervenciones no
farmacológicas, que apuntaran a intervenir sobre aspectos cognitivos del paciente,
mientras que los resultados expuestos en los trabajos reseñados debían estar
cuantificados y validados por procesos estadísticos adecuados.
Las investigaciones incluidas para la revisión corresponden a los últimos
doce años, de 2004 a 2016 inclusive. Se consultaron estudios publicados en
revistas con proceso de revisión por jueces, utilizando artículos completos para su
análisis. Los pacientes objeto de esos estudios debían tener deterioro cognitivo o
demencia tipo Alzheimer en estadios leves/moderados.
Esta tesis sigue los lineamientos del Manual de estilo de la APA, 5ta
Edición.
Neuropsicología
El presente trabajo de Tesis, se desarrollará en el marco teórico de la
neuropsicología, una de las ramas de la psicología que se ha expandido
destacablemente en los últimos años. Esta especialidad clínica, se ocupa del
diagnóstico y tratamiento de los problemas cognitivos, conductuales o
emocionales, que se originan como resultado de una disfunción cerebral (Drake,
2007). Si bien en sus comienzos se usaba fundamentalmente como asistente en el
diagnóstico neurológico, el análisis de los patrones de déficit puso de relieve la
apreciación de la variedad y los tipos de alteraciones funcionales del cerebro. En
consecuencia, la neuropsicología logró ir más allá del terreno del diagnóstico, y se
vinculó además con el tratamiento, cuidado y rehabilitación de los pacientes
(Álvarez González & Trápaga Ortega, 2008).
Dentro de las funciones del neuropsicólogo clínico, la evaluación
neuropsicológica es la más frecuente y característica (Pérez, 2012). La misma
tiene como objetivo la descripción de las debilidades de las funciones cognitivas
11
del paciente, pero también de sus fortalezas, a la vez que explica la conducta que
presenta. Asimismo, tiene el propósito de contribuir en el diagnóstico y tratamiento
de rehabilitación y brindar información para el cuidado y seguimiento del paciente
(Drake, 2007).
En el caso particular de la EA, la evaluación neuropsicológica es crucial
para arribar al diagnóstico clínico probable e incluso es un requisito indispensable
para la determinación del mismo, según estipulan los criterios NINCDS-ADRDA.
Con frecuencia, las neuroimágenes pueden arrojar resultados normales, mientras
que la evaluación neuropsicológica puede mostrarse más sensible a la presencia
de una patología cerebral (Drake, 2007).
Desde el punto de vista neuropsicológico, se observó que una de las
características de la EA es que, incluso cuando varias funciones cognitivas se
encuentran comprometidas, los pacientes son todavía capaces de elaborar
estrategias para codificar, consolidar y recuperar información (Breuil et al., 1994).
En este sentido, un programa de rehabilitación toma como referencia el modelo
teórico propuesto por la neuropsicología cognitiva, en tanto ha proporcionado
representaciones útiles para explicar los patrones de realizaciones cognitivas
afectadas o intactas de los pacientes con lesiones cerebrales (Muñoz Céspedes &
Tirapu Ustárroz, 2001).
12
síntomas se van agravando en el transcurso del tiempo, ya que se trata de una
enfermedad progresiva (Herrera Rivero, Hernández Aguilar & Aranda Abreu,
2010).
En el plano neuropatológico, la EA está relacionada con el desarrollo de
placas y ovillos neurofibrilares en el cerebro, aunque su etiología es actualmente
desconocida (Avila, Bottino, Carvalho, Santos & Miotto, 2004). La prevalencia de
esta enfermedad se incrementa con la edad, por lo que ésta el principal factor de
riesgo no modificable (Valls Pedret et al., 2010). Tiene una duración de 10-12
años, aunque la misma puede variar según el paciente (Romano et al., 2007).
En sus etapas iniciales, la EA manifiesta una pérdida leve de la memoria
que con frecuencia, es mal atribuida al envejecimiento normal (Laurent, Thomas
Anterion & Allegri, 1997). Una vez que los síntomas interfieren en gran magnitud
en actividades sociales y laborales de las personas, y emergen las alteraciones
emocionales, la sospecha de una demencia puede ser reconocida con mayor
precisión (Burns & Iliffe, 2009).
A los fines de predecir el paso de un deterioro cognitivo a la EA, las pruebas
neuropsicológicas de memoria son fundamentales en tanto permiten cuantificar los
déficits y de acuerdo al patrón de compromiso, aportan mayor certeza al
diagnóstico presuntivo (Fontán, 2012).
Ahora bien, el diagnóstico de la EA requiere de la combinación de pruebas
neuropsicológicas, de imagen y la exclusión de otros trastornos neurológicos. El
mismo se basa en la aplicación de criterios clínicos (NINCDS-ADRDA), ya que aún
no se han establecido marcadores biológicos con la fiabilidad y especificidad
necesarias (Valls Pedret et al., 2010). Debido a que los cambios cognitivos
comienzan de manera insidiosa y no son fácilmente separables de aquellos
ligados al envejecimiento normal o depresión, el diagnóstico de la EA contiene
siempre una parte de incertidumbre (15 al 20% de errores) (Allegri, Laurent,
Thomas Anterion & Serrano, 2005). Es por ello que se realiza un diagnóstico
probable, en caso de existir una demencia de inicio insidioso y progresivo, en
ausencia de otras enfermedades cerebrales que puedan explicar el trastorno
cognitivo (Herrera Rivero et al., 2010). El llamado diagnóstico de EA posible, se
13
establece cuando otras enfermedades pueden explicar el deterioro, pero la EA se
considera la principal responsable.
En lo que respecta al diagnóstico fisiopatológico definitivo, el mismo
necesita comprobación histopatológica, además de la evidencia clínica de la
enfermedad (McKhann et al., 2011).
Rehabilitación Neuropsicológica
Una vez establecido el diagnóstico, el paciente puede recibir una indicación
de tratamiento de rehabilitación neuropsicológica que se adecúe a sus
necesidades particulares. En este sentido, la neuropsicología tiene en cuenta a la
persona y su contexto, identificando qué aspectos del funcionamiento cognitivo
están comprometidos, en qué grado y cuáles funciones están indemnes (Drake,
2007). Esto último, exige una planificación en términos de las funciones a
rehabilitar, los objetivos de mediano y largo plazo, las expectativas de logros, los
problemas emocionales a trabajar y el orden a seguir para la intervención (Muñoz
Céspedes & Tirapu Ustárroz, 2001; Harris, 2007).
La rehabilitación neuropsicológica se refiere a la mejora de los déficits
cognitivos, emocionales, psicosociales y de comportamiento ocasionados por un
daño cerebral; entendiendo que la cognición, la emoción y el funcionamiento
psicosocial están relacionados entre sí, y por ello todos deben estar contemplados
en la rehabilitación (Wilson, 2008). Estos programas combinan estrategias de
intervención cognitiva con otras destinadas a reducir los problemas emocionales,
buscando favorecer la integración social y laboral (Muñoz Céspedes & Tirapu
Ustárroz, 2001).
En el caso de las enfermedades degenerativas como la EA, dada la
dificultad de mejorar las funciones deterioradas, el objetivo consiste en retrasar el
avance de la enfermedad, optimizar la funcionalidad y el rendimiento cognitivo
general y mejorar la calidad de vida del paciente, promoviendo su independencia
(Tárraga, 1998; Drake, 2006). El propósito principal de la terapia en pacientes con
EA consiste en estabilizar y fortalecer el funcionamiento actual, centrando las
intervenciones en aspectos cognitivos que ayuden a enlentecer la progresión del
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deterioro. Por esa razón, en el caso de pacientes con EA, se prefiere muchas
veces utilizar el término de estimulación cognitiva en lugar de rehabilitación
(Drake, 2006; Breuil, et al., 1994).
La estimulación cognitiva en la EA, consiste en un método de intervención
neuropsicológica que comprende un programa de intervención cognitivo y
educativo que tiene como objeto enlentecer la tasa de deterioro cognitivo general.
Se centra en la mejora de las funciones disminuidas y el refuerzo de los recursos
cognitivos residuales, así como el mantenimiento de la competencia psicosocial
necesaria para la vida social y las actividades cotidianas básicas (De Rotrou,
Cantegreil Kallen, Gosselin, Wenish & Rigaud, 2002). De igual manera, resultaría
apropiado hablar de rehabilitación en el caso de estos pacientes, en tanto implica
la puesta en práctica intervenciones con el objeto de posibilitar tanto al paciente
como a su familia, a “vivir con, manejar, evitar, reducir o sobrellevar alteraciones”
(Drake, 2006; Wilson, 1997).
El deterioro cognitivo en la EA no es uniforme ni generalizado: aspectos del
rendimiento cognitivo pueden estar alterados, en tanto otros se encuentran
preservados (Drake, 2006). Es por ello que, tal como señalan los autores Muñoz
Céspedes y Tirapu Ustárroz (2001), no existe una curva de recuperación uniforme
de los pacientes, aunque la puesta en marcha de los programas de rehabilitación
neuropsicológica en fases iniciales incrementa la posibilidad de recuperación
funcional. Estudios recientes han demostrado que pacientes con EA en estadios
leves y moderados, presentan una cierta capacidad de aprendizaje debido a la
neuroplasticidad existente, que da cuenta de la capacidad del cerebro para
moldearse a partir de la estimulación ambiental. Si bien la plasticidad es mayor
durante la infancia, el cerebro adulto retiene una capacidad para la reorganización
funcional y estructural (Johansson, 2004).
Por último, es importante señalar que la conciencia que el paciente tiene
sobre deterioro, determina las posibilidades de que reciba ayuda para sobrellevar
las alteraciones mnésicas (Allegri, et al., 2005). En el caso de los pacientes con
EA, dicha conciencia es variable y va desde la introspección correcta (queja de
memoria justificada) generalmente acompañada por ansiedad o depresión, ya que
15
son capaces de percibir e interpretar su déficit como consecuencia propia de la
progresión de su enfermedad; hasta el desconocimiento total (anosognosia)
(Allegri, Taragano, Feldman, Harris & Nagle, 2000; Montañés & Quintero, 2007).
Cuando los pacientes son conscientes de sus déficits de memoria, pueden
presentar depresión o ansiedad, que interfieren negativamente en la cognición y
las capacidades funcionales. Es por ello que la rehabilitación, aparte de tener en
cuenta factores cognitivos, debe considerar los factores emocionales o
psicosociales, como la autoestima, la motivación y la participación social, que
pueden afectar significativamente el nivel de funcionamiento cognitivo (Allegri et
al., 2000).
Si bien algunos pacientes pueden reconocer que presentan dificultades en
la vida cotidiana, esta toma de conciencia disminuye con la progresión de la
demencia (Allegri et al., 2005).
Memoria Semántica
Uno de los primeros signos de EA son los trastornos mnésicos, por lo que la
evaluación neuropsicológica de la memoria ocupa un lugar relevante. El objetivo
de la misma, consiste en colaborar con el diagnóstico diferencial entre la
normalidad y las demencias, y obtener una descripción detallada del perfil mnésico
del paciente y la evolución de sus trastornos a lo largo del tiempo, a fin de evaluar
las posibilidades de tratamiento (Harris, 2007).
Tanto la memoria semántica como la episódica, integran el subsistema de
memoria explícita, aquella que contiene todo conocimiento que el sujeto puede
comunicar explícitamente bajo una forma de evocación verbal o no verbal, para lo
cual debe referirse a los conocimientos adquiridos previamente (Allegri et al.,
2005).
En lo que respecta a la memoria semántica, es aquella vinculada al uso del
lenguaje y se define como el conjunto organizado de los conocimientos culturales
y lingüísticos que carecen de contexto y son de naturaleza general (Tulving, 1972;
Drake, 2006). La información almacenada en este sistema mnésico, reúne las
proposiciones generalizadas sobre el mundo, las características y atributos que
16
definen los conceptos, así como los procesos que permiten su recuperación de
forma eficiente para su utilización en el pensamiento y el lenguaje (Martin & Chao,
2001; Harris, 2007). Es el conocimiento semántico que integra nociones como el
significado de las palabras, el conocimiento de objetos o elementos concretos y
contenidos didácticos como principios de física, acontecimientos históricos o
geográficos (Dalmás, 1993; Llorente Vizcaíno & Cejudo Bolívar, 2001).
En las personas con EA, los lóbulos frontales se encuentran afectados,
ocasionando dificultades en el procesamiento de la información semántica,
alteración que es reportada habitualmente en los estadios leves y moderados
(Rubinstein, Martínez Cuitiño & Grasso, 2014). Según Patterson y Hodges (1997),
muchos de los trastornos de la memoria y de la comunicación, reflejan alguna
disfunción de la memoria semántica.
Las evidencias de la alteración de la memoria semántica en la EA, se
obtienen en el contexto de una evaluación neuropsicológica, a partir de los
resultados de las tareas de denominación, de fluencia verbal y asociación
semántica (Harris, 2007; Martínez Cuitiño & Jaichenco, 2012). La evidencia
convergente obtenida de las diferentes tareas, es la manera más adecuada de
evaluar el compromiso semántico (Patterson & Hodges, 1997). No obstante,
algunos autores entienden que la fluencia semántica y las pruebas de
denominación, no parecen ser lo suficientemente específicas; la fluencia
semántica puede fallar por un déficit afásico o ejecutivo y las pruebas de
denominación debido a trastornos afásicos, sensoriales o de percepción. Por esta
razón, el desarrollo de herramientas específicas para la evaluación de la memoria
semántica resulta de gran interés para la práctica clínica, ya que aún no es posible
medir el sistema semántico de modo único y directo (Moreno, 2006; Goudour,
Samson, Bakchine & Ehrlé; 2011).
A medida que la EA avanza, los déficits semánticos van, progresivamente,
en aumento (Harris, 2007). En estadios leves, la memoria semántica comienza a
estar alterada en los tests más sutiles (test de semejanzas, Wechsler, 1988), pero
el stock de vocabulario y el sentido de las palabras quedan intactos (Martin, 1983).
En estadios moderados, los pacientes suelen presentar déficit en las pruebas de
17
denominación, fluencia verbal, completamiento de frases y vocabulario (Allegri et
al., 2005).
A pesar del deterioro en este sistema de memoria, en los estadios leves y
moderados no alcanza a producir una interrupción significativa de la memoria
semántica. Algunos componentes del sistema semántico permanecen intactos y
los pacientes con EA pueden llevar a cabo algunas tareas semánticas con relativa
normalidad, siempre que no requieran de ellos manipular la información semántica
intencional o conscientemente; es por ello que cuando deben auto-iniciar un
esquema de codificación nuevo o inusual, como la codificación de palabras por su
pertenencia a una categoría semántica, presentan dificultades (Nebes et al.,1989).
De todas las pruebas, se ha reportado que la fluidez es una de las medidas
más sensibles para detectar alteraciones semánticas (Peraita & Moreno, 2003). En
estas tareas, donde se evalúa la capacidad de generación libre de una lista de
palabras en un tiempo limitado a partir de un criterio semántico o fonológico, el
rendimiento de pacientes con EA es peor en la fluencia semántica (Lezak,
Howieson & Loring, 2004; Henry, Crawford & Phillips, 2004). Esto sugiere una
alteración en el acceso al significado de las palabras y un déficit subyacente en la
organización y/o recuperación interna del léxico, cuando denotan un caudal verbal
reducido al intentar producir o generar nombres de categorías semánticas (Allegri
et al., 2002; Peraita & Moreno, 2003; Martin & Fedio, 1983).
La degradación de la red semántica en la EA es gradual (Henderson, 1996)
y ascendente: al principio, la denominación compromete a los atributos más
específicos (pe. especies de pájaros) antes de afectar progresivamente los
aspectos más generales como las categorías superordinales (pe. pájaros); es
decir que hay una pérdida o imposibilidad de acceder plenamente al conocimiento
de los atributos específicos de un objeto, mientras que existe una relativa
preservación de la categoría más amplia de información (Martin, 1987). Sin
embargo, esta teoría fue desafiada por estudios que sostienen que el
nombramiento de atributos de un objeto resultó considerablemente más común
entre los sujetos con EA, que entre los sujetos normales de control (Bayles,
Tomoeda & Trosset, 1990).
18
Las dificultades para encontrar las palabras (anomias) son un síntoma típico
de la EA. Los errores en la denominación, también pueden deberse a las
interacciones entre los procesos perceptivos y los léxico-semánticos, que pueden
verse afectados frente al déficit de la percepción visual (deterioro de un input
visual o una representación interna) (Martin & Fedio 1983; Harnish et al., 2010).
Por ejemplo, la alteración en la percepción visual de rasgos distintivos, puede
afectar la capacidad de un individuo para acceder a la representación semántica
apropiada para un objeto. Posiblemente como resultado, seleccione un elemento
de la misma categoría semántica o nombre la categoría general en lugar del
elemento concreto. Usualmente, los errores sólo se consideran de naturaleza
visual si el nombre incorrecto indica una mala representación visual de la imagen
(pe. el garaje de estacionamiento en lugar de armónica) (Harnish et al., 2010).
En lo que respecta a las tareas de asociación semántica, donde el objetivo
es que el sujeto asocie dibujos o palabras en función de alguna relación
semántica, los pacientes con EA presentan una producción errada de palabras
que se encuentran asociadas semánticamente (Allegri, Harris & Drake, 2002). En
estas tareas, los pacientes deben únicamente señalar entre opciones posibles,
aquella que mejor se asocie con un estímulo por lo que, a diferencia de la fluencia
semántica, no requieren de una activación léxica específica (Rubinstein, Martínez
Cuitiño & Grasso, 2014).
V. DESARROLLO
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Las intervenciones a efectuar deben ser prolongadas, duraderas y llevarse
a cabo durante meses con sesiones regulares, ya que los programas de
rehabilitación son eficaces a largo plazo en el tratamiento (Abrisqueta Gomez et
al., 2004). Es importante que el número de sesiones resulte suficiente para
establecer nuevos aprendizajes, consolidar las habilidades entrenadas y
generalizar su empleo a las situaciones cotidianas (Muñoz Céspedes & Tirapu
Ustárroz, 2001). Asimismo, también se requiere tiempo para establecer una buena
relación con el paciente, facilitando su adherencia a la terapia.
En el estudio de Abrisqueta Gómez et al. (2004), una de las mayores
dificultades en el inicio del tratamiento de rehabilitación fue la resistencia de los
pacientes a raíz de un bajo nivel de conciencia o percepción de su enfermedad.
Es por ello que el programa de rehabilitación debe tener en cuenta el nivel
de conciencia de la enfermedad, la motivación y el estado emocional del paciente.
La aparición de alteraciones psicológicas (ansiedad, depresión) y de
comportamiento (agresividad, deambulación, apatía), puede ejercer un impacto en
la vida del paciente y en su grado de adaptabilidad familiar y social, afectando las
posibilidades de intervención terapéutica (Peña Casanova, 1999). Una sutil
mejora de la función cognitiva será percibida por el sujeto como una afirmación de
competencia y voluntad y, en consecuencia, logrará aumentar la autoestima y
mejorar su estado afectivo (De Rotrou et al.,2002).
A su vez, el diseño del programa de rehabilitación neuropsicológica, debe
considerar que la memoria tiene múltiples componentes y procesos, y no todos
ellos son perjudicados por igual en la EA, sino que el grado de deterioro es muy
variable, principalmente en las primeras etapas de la enfermedad (Grymonprez,
Vanberten & Mouly, 1998). También es importante que el programa de
rehabilitación priorice la utilización de la memoria explícita residual, ya que se
conserva en las fases iniciales de la EA (Abrisqueta Gomez et al., 2004). Sin
embargo, las estrategias del tratamiento dependerán de la gravedad y las
características específicas del paciente y su entorno (Avila et al., 2004).
A través de la evaluación neuropsicológica, se identificarán los objetivos
terapéuticos, ayudando a decidir el tratamiento específico requerido y a diseñar las
20
intervenciones neuropsicológicas individualizadas para el paciente (Allegri et al.,
2000). Esta perspectiva de acción centrada en la persona, tiene un fuerte apoyo
puesto que los pacientes con EA se benefician más de la intervención cognitiva
individual que de la grupal (Fernández Calvo, Contador Castillo, Serna, Menezes
de Lucena & Campos Ramos, 2010).
Otro factor a tener en cuenta es la participación de la familia en los
programas de rehabilitación. Ésta resulta de fundamental importancia para
recopilar información de los pacientes y en la selección de un adecuado protocolo
de tratamiento. En el estudio de Abrisqueta Gomez et al. (2004), se organizaron
reuniones con los familiares, a los fines de informar el desarrollo y la
reestructuración de las actividades de la vida diaria del paciente y enseñarles las
tareas necesarias a llevar a cabo en el hogar. En relación a esto, según Avila, et
al. (2004) es necesaria una asistencia mensual a los cuidadores de los pacientes
con EA, para asesoramiento y apoyo, donde compartan sus experiencias y
estrategias de afrontamiento y sean instruidos para hacer ciertas actividades con
el paciente en el hogar.
El desarrollo de intervenciones basadas en principios lingüísticos para la
EA, se ve obstaculizado por la falta de consenso en la etiología principal del
deterioro en la denominación (Harnish et al., 2010). Algunos investigadores
sostienen que la anomia refleja la pérdida del conocimiento básico semántico
(Hodges & Patterson, 1995; Altmann & McClung, 2008). Otra posición teórica
sostiene que el conocimiento básico de la palabra y el significado del objeto está
relativamente intacto en la EA temprana, aunque experimentan déficits en el léxico
y/o la recuperación conceptual (Nebes, 1989). Si bien el déficit en la denominación
se reporta como consecuencia de la demencia, investigadores afirman que no se
encuentra que la denominación por confrontación se deteriore significativamente
en pacientes levemente afectados (Bayles & Tomoeda, 1983).
21
restauración, consiste en facilitar la codificación o recuperación de una
información, a partir de factores de optimización hallados en la evaluación
cognitiva realizada previamente. Otra intervención posible propone enseñarle al
paciente conocimientos nuevos o restablecer los procesos deficitarios, con el
apoyo de sus capacidades preservadas. La última orientación, puede denominarse
compensación ambiental y es la que prioriza operar sobre el ambiente del
paciente, confiando una parte de las funciones deficitarias a un soporte físico,
buscando reducir el impacto de las alteraciones cognitivas sobre el funcionamiento
del paciente en su vida cotidiana. Esto implica la participación activa de un
cuidador, tanto en la evaluación como en la rehabilitación.
Estas intervenciones no son mutuamente excluyentes, sino que son
complementarias y se eligen de acuerdo al perfil cognitivo del paciente y el
objetivo que se persiga (Drake, 2006).
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La TR consiste en ayudar a que el individuo recuerde experiencias pasadas
personalmente significativas y en ocasiones, pueda desplegar una puesta en
común de los mismos en sesiones grupales. Esto proporciona placer a los
individuos y provoca un incremento en los niveles de bienestar (Douglas, James &
Ballard, 2004). No obstante, algunos autores entienden que no hay pruebas
suficientes para inferir la eficacia de la TR para pacientes con EA, aunque cabe
considerar que en la práctica clínica observacional se sugieren algunos efectos
beneficiosos (De Vreese et al., 2001).
En la actualidad, no se asegura la estabilidad de los beneficios de la TOR y
la TR una vez que el programa de rehabilitación se interrumpe. Lo que sí se ha
demostrado fue el mantenimiento de mejoras de rendimiento, al menos durante el
primer mes de la interrupción de las sesiones de entrenamiento (De Vreese et al.,
2001). No obstante, las intervenciones que conforman el abordaje funcional no
tienen fundamentación teórica ni consideran la heterogeneidad de los déficits
cognitivos en los pacientes. Por el contrario, entienden que todos responden de la
misma manera frente a los programas de rehabilitación y pueden beneficiarse en
igual medida (Van der Linden & Juillerat, 1997; De Vreese et al., 2001).
23
mantenimiento del funcionamiento cognitivo y en el aprendizaje de información
importante que se está perdiendo a causa de la enfermedad (Clare et al., 2000).
24
de manera eficiente, a pesar de que los sistemas de memoria que se encuentran
dañados (Mateer, 2003). A su vez, al evitar los errores los participantes tienen la
oportunidad de experimentar el éxito en las etapas del proceso de aprendizaje.
AsE comúnmente se lleva a cabo en forma conjunta con Recuperación
espaciada o Difuminación de pistas (Grandmaison & Simard, 2003); las mismas se
desarrollarán a continuación.
25
gradualmente en caso de que la respuesta sea correcta. A su vez deben brindarse
tareas de interferencia para evitar la repetición subvocal y el mantenimiento de la
información en la memoria de trabajo (Drake, 2006).
26
Imaginería visual [Visual Imagery]
El uso de esta técnica está basado en el concepto de que las asociaciones
visuales favorecen las capacidades de codificación, consolidación y evocación del
material verbal (Grandmaison & Simard, 2003). Se ha planteado la hipótesis de
que, además de un código verbal, las palabras pueden evocar un código de
imagen (probablemente una representación semántica o mental) que se logra
almacenar mediante este método (Hussey, Smolinsky, Piryatinsky, Budson & Ally;
2012). En esta técnica, se le solicita al paciente que preste atención a detalles
visuales específicos de la información que debe aprender, o que genere una
imagen mental o visualice el objeto que se le presenta en forma verbal
(Grandmaison & Simard, 2003).
Si bien los pacientes con EA pueden realizar imágenes visuales básicas,
Imaginería visual es poco beneficiosa en un contexto de rehabilitación cognitiva ya
que no se incrementa la capacidad de aprendizaje de la información, no es posible
una generalización hacia otras tareas y no tiene impacto en la funcionalidad de los
sujetos (Breuil et al., 1994; Clare et al., 2001, Hussey et al, 2012).
27
El estudio de Breuil et al. (1994), consistió en la aplicación de un programa
de estimulación cognitiva a 29 pacientes con demencia. El mismo estaba
compuesto por 10 sesiones llevadas a cabo en cinco semanas y sus resultados se
compararon luego con los de sujetos no estimulados.
El programa propuesto se orientaba a estimular la codificación,
consolidación y recuperación de la información. La medida semántica utilizada,
consistió en mostrarle al paciente, el esbozo punteado de un paraguas,
solicitándole conectar los puntos para crear dicho objeto. Luego el paciente debía
evocar palabras asociadas al mismo (lluvia, impermeable, botas, etc.), hablar de
los meses lluviosos y de las regiones que se asocian habitualmente con grandes
precipitaciones. Se les pidió entonces mencionar aspectos característicos de Gran
Bretaña como ciudades, platos y eventos culturales.
Otra de las actividades consistía en mostrarle a los sujetos una serie de 16
fotografías que representaban objetos fácilmente identificables. Se les preguntó el
nombre de cada objeto, para clasificarlos en categorías (frutas, verduras, artículos
para el hogar y las herramientas de trabajo) y hablar de otros objetos
pertenecientes a estas categorías. Luego se les pidió que mencionen las frutas
procedentes de países extranjeros, frutos del presente y otros momentos del año,
vegetales usados para cocinar platos de especialidades de Francia y otros países,
los vinos que podría acompañarlos, etc.
Cada grupo, se evaluó en las semanas 0 y la 6. Como resultado, se
observó que, si bien la fluencia verbal se mantuvo estable y sin cambios, la
estimulación de la misma produjo una mejora significativa en los resultados del
test Mini Mental.
28
En cada una de las sesiones, tras completar un formulario con el año, mes,
día de la semana y día del mes, se les pidió que describan el clima (soleado,
lluvioso, etc.). Luego, la sesión continuaba con una conversación de los
acontecimientos del mes (vacaciones u ocasiones festivas) y temas de actualidad.
Transcurrido el primer año de rehabilitación neuropsicológica, se les realizó
a los pacientes una evaluación y el análisis de los datos cuantitativos dio cuenta
de los resultados obtenidos en referencia al lenguaje. La fluencia verbal
semántica, tuvo una sutil disminución de su rendimiento, mientras que en la
fonológica los pacientes mejoraron su desempeño. Dicha mejoría se presentó
también en las tareas de denominación y comprensión.
En líneas generales, luego del primer año se alcanza una estabilización y
una leve mejora cognitiva que no logró mantenerse según la reevaluación
efectuada transcurridos los 24 meses, donde el desempeño descendió en todas
las pruebas de lenguaje y la enfermedad mantuvo su característica progresión.
29
histórica. Por ejemplo, se le otorgaba el nombre de un país para luego pedirle que
produjera el nombre de su ciudad capital.
La conceptualización fue entrenada usando analogías y discutiendo el
contenido de un párrafo en donde se describían hechos actuales.
En líneas generales, los resultados mostraron una mejora y una
disminución más lenta durante las fases de tratamiento, en comparación con las
fases de no-tratamiento. Si bien el objetivo de este estudio no consistía en
demostrar el efecto de las técnicas, sino la utilidad de un tratamiento a largo plazo;
los resultados arribados permitieron arribar a la siguiente conclusión.
Los efectos más notables del programa de rehabilitación, se observan en la
subescala Conceptualización, que resultó ser la más beneficiada: durante los tres
años, el paciente solo perdió el 5%, lo que significa que este dominio estaba casi
intacto. Esto permitió inferir que la conceptualización es uno de los dominios más
susceptibles de ser favorecidos en el tratamiento.
El análisis de los resultados realizado por los autores, se limitó a las
subescalas del MDRS, por lo que no se reportaron los referidos a la fluencia
semántica y a los ejercicios de denominación.
30
áreas cognitivas conservadas o muy poco dañadas. El lenguaje fue estimulado por
los siguientes ejercicios: presentación rápida de una sola palabra, percepción
general de una frase, la discriminación fonológica y reconocimiento, la
comprensión verbal y la denominación escrita. La inteligencia no verbal se
estimulaba mediante la información visual a través de categorización semántica,
perceptual o criterios de situación, entre otros ejercicios.
Cada paciente fue evaluado al inicio del estudio y luego de tres meses;
entre las diversas pruebas se incluía la fluencia verbal semántica y fonológica.
Como resultado, se ha encontrado una mejora en la memoria,
particularmente si se proporciona la rehabilitación en el momento de la adquisición
y recuperación de información, y si el entrenamiento se realiza cuando las
funciones están relativamente conservadas. En este sentido, el software NPT
incluye ejercicios para estimular el aprendizaje de nueva información y ejercicios
de recuperación de información de la memoria semántica. Si bien ésta última, no
es un dominio que considere individualmente esta herramienta, cada área incluye
tareas que dependen del sistema semántico (concentración semántica,
identificación de objetos, comprensión verbal, denominación por escrito,
categorización de estímulos visuales siguiendo un criterio semántico).
Los resultados sugieren una leve mejora en la prueba de fluencia verbal
fonológica de los pacientes, mientras que, en el caso de la fluencia semántica, el
rendimiento tuvo una sutil disminución.
31
al cabo de uno y de seis meses. En estas evaluaciones los estímulos se
presentaron en el mismo orden que en la evaluación basal (pero en distinto orden
que durante el reaprendizaje), sin posibilidad de ver la imagen con su estímulo
escrito. Como resultado, la paciente con demencia semántica fue capaz de
reaprender todo el vocabulario presentado, aunque tras interrumpir el tratamiento
perdió lo adquirido. Por el contrario, la paciente con EA no mejoró su capacidad de
nominación con la terapia. Estas diferencias sugieren una afectación diferencial en
los circuitos de aprendizaje y consolidación entre ambos pacientes.
En conclusión, los sujetos con EA podrían no beneficiarse de estrategias de
reaprendizaje de palabras con esta metodología.
Un estudio más reciente con el mismo objetivo comparativo, es el de
Rubinstein, Martínez Cuitiño y Grasso (2014). En el mismo, se evaluaron 13
pacientes con EA y 11 con demencia semántica en una sesión de 40 minutos a
una hora de duración. Con el fin de comparar perfiles de desempeño entre ambos
grupos, analizaron el rendimiento en tres tareas semánticas: Test de
Denominación Vocabulario de Boston, Fluidez Semántica y Test de asociación de
Pirámides y Faraones. Las puntuaciones obtenidas fueron analizadas mediante la
prueba U de Mann-Whitney. Como resultado, ambos grupos de pacientes
presentaron un deterioro significativo de la información semántica.
En las tareas de denominación, los dos grupos evaluados no mostraron
diferencia, lo cual puede ser explicado tanto por los problemas semánticos como
los problemas lingüísticos presentes. En la tarea de fluidez semántica, los
diferentes grados de afectación que presentaron ambos grupos, se explica por el
compromiso de procesos como activación, agrupación y cambio de subcategorías,
más que por el conocimiento de ejemplares de la categoría evaluada.
Como conclusión, en los pacientes con demencia semántica, el rendimiento
es significativamente inferior en tareas de asociación semántica. Esto permite
pensar que el proceso semántico en esta patología, presenta un compromiso más
severo, afectando no sólo la denominación y la categorización (fluidez semántica)
sino también las relaciones entre objetos en el mundo.
32
El estudio de Matsuda et al. (2010), buscaba examinar los efectos
combinados de la medicación donazepil y una terapia de estimulación cognitiva
(TEC). Para ello, participaron dos grupos: 31 pacientes con EA que reciben los
fármacos y la TEC; y un grupo control de 18 pacientes que solo recibieron
donazepil. Los cambios en las capacidades cognitivas, se evaluaron con
Hasegawa's Dementia Scale-Revised.
La TEC constaba de siete sesiones semanales, con una duración de 30
minutos. Uno de los ejercicios que componían el programa fue la fluidez de
palabras que consistía en dos tareas: recuerdo con claves y completamiento de
palabras. La primera, incluye la fluencia semántica y fonológica mientras que en
Completamiento de palabras se requería que el paciente complete la palabra de
una categoría (pe., vegetales, animales o vehículos). En los resultados obtenidos
se observa que estas tareas cognitivas centradas en la recuperación de la
memoria semántica, podrían activar la función de los lóbulos frontales y
temporales, dando lugar a beneficiosos efectos tal como se observó en el estudio.
33
Fernandez Calvo, Contador Castillo, Serna, Menezes de Lucena y
Campos Ramos (2010), aplicaron un programa multimodal de estimulación
cognitiva en 45 participantes con EA probable. Dentro de las actividades de
memoria, se incluyó tareas de categorización (ordenar las palabras por grupos),
ordenar palabras para formar frases, ordenar letras para formar palabras, fonética
(palabras que comienzan por determinadas sílabas, que contengan determinadas
letras), hacer historias, asociación y comprensión de lectura a través de preguntas
sencillas.
Como resultado, se logró enlentecer significativamente el avance del
deterioro cognitivo medido mediante la escala cognitiva del ADAS, y los síntomas
conductuales y emocionales, reflejados en el Inventario Neuropsiquiátrico, y la
escala de depresión de Cornell (EDC; Alexopoulos, Abrams, Young y Shamoian,
1988). Asimismo, los pacientes con estimulación individual presentaron menor
declive cognitivo, en comparación a aquellos que recibieron estimulación grupal.
Sin embargo, no reportan medidas específicas de memoria semántica que se
hayan beneficiado del programa.
34
imágenes de una categoría individual, en orden aleatorio, y se le solicita responder
a las siguientes preguntas sobre cada elemento: “¿Para qué se utiliza?”, “¿Quién
lo usa?”, “¿Qué lo hace diferente a los otros elementos?”. Si el participante
proporciona información ambigua o incorrecta sobre el elemento, o no puede
responder a la pregunta, se le proporciona una pista apropiada. Luego, se le pide
al participante nombrar el elemento y en caso de no lograrlo, se le dice el nombre
del ítem y el paciente debe repetirlo.
Pacientes en estadio leve-moderado, demostraron una mejora significativa
en la denominación de elementos típicos no previamente entrenados, cuando
dichas categorías semánticas fueron entrenadas con elementos típicos. Esto es
consistente con las teorías que postulan que los elementos típicos de una
categoría comparten representaciones superpuestas distribuidas. En este sentido,
Gonnerman, Andersen, Devlin, Kempler y Seidenberg (1997) sostienen que las
características semánticas estarían mayormente correlacionadas en la categoría
de seres vivos respecto de la categoría de objetos inanimados. Esta diferencia es
crucial en su explicación de por qué pueden presentarse distintos patrones de
deterioro semántico en categorías específicas. La conclusión del estudio de
Goudour et al. (2011) se encuentra en consonancia con la hipótesis que explica al
déficit de denominación visual en pacientes con EA en términos de deterioro
semántico. Goudour et al. (2011) concluyeron que la presencia de un déficit
semántico, además de afectar juicio semántico de los objetos, parece ser también
responsable de dificultades en la denominación y en el procesamiento de las
propiedades estructurales de los objetos, tanto visuales como auditivas.
35
El protocolo de la ELS contiene una amplia gama de tareas léxicas con el
propósito de mejorar el procesamiento verbal semántico. Los ejercicios se centran
en la interpretación de escritos, palabras, frases e historias y se dividen en 8
partes principales. Una de ellas es la categoría semántica, donde se le
proporciona al participante un número de palabras relacionadas semánticamente,
junto con una que pertenece a una categoría semántica diferente; se requiere
entonces, que elija la palabra que semánticamente no está relacionada. Otra de
las tareas es la de clasificación semántica, en la que una lista de palabras debe
emparejarse con una o dos categorías predefinidas. Otro de los ejercicios,
consiste en pedirle al paciente que elija entre alternativas de adjetivos y
exclamaciones, la que está relacionada semánticamente con una frase
determinada. Este protocolo también integraba una tarea de definición semántica,
en donde se le da al participante una palabra objetivo que también podría
utilizarse en palabras compuestas y se le pide que decida si la combinación
resulta un compuesto apropiado o inapropiado.
En la resolución de estos ejercicios, se alentó la discusión en grupo acerca
de las opciones de respuesta, para estimular las competencias verbales.
Los participantes tuvieron una evaluación neuropsicológica al inicio del
estudio y luego de la intervención. A su vez, el grupo de ELS se sometió a una
evaluación de seguimiento, 6 meses después de la interrupción del tratamiento.
Fueron evaluados con fluencia verbal semántica y fonológica, Test de
Denominación por confrontación visual de Boston y prueba de denominación
verbal.
Como resultado, las habilidades del lenguaje se vieron afectadas de forma
diferente por los tratamientos. La terapia ELS mejoró significativamente el
rendimiento del test de Boston y la prueba de denominación verbal, con una media
de puntuaciones de 7% a 8%, mientras que el grupo control no alcanzó efecto
alguno sobre el rendimiento en ambas pruebas. Los resultados de fluencia verbal
y semántica mejoraron de un 3% a un 5% al final de ambas terapias, por lo que no
hubo diferencia significativa entre las mismas.
36
En la reevaluación realizada tras 6 meses de interrumpido el tratamiento,
las puntuaciones de estas pruebas se redujeron en un 50% a 70% con respecto a
los valores observados después de la intervención.
No obstante, según lo concluido por los autores, la terapia ELS puede ser
eficaz en la mejora de la comunicación verbal y la memoria semántica, y ser
considerado como una de las opciones clínicas para contrarrestar el deterioro
cognitivo progresivo, típico de la enfermedad.
A raíz de los resultados alentadores obtenidos a partir de este estudio
estimulación semántica, Jelcic et al (2014) realizaron un estudio piloto a los fines
de comparar los efectos de la ELS a través de la tecnología de
telecomunicaciones (ELS-tele). Para ello, durante un período de tres meses,
evaluaron a 27 pacientes con EA en estadio temprano, y los dividieron en tres
grupos: uno de ellos recibió el tratamiento ELS-tele, otro la intervención directa
ELS estándar y el tercero la estimulación cognitiva no estructurada como grupo
control.
En el tratamiento ELS-tele, el paciente realiza los mismos ejercicios de ELS
descriptos en el estudio del 2012. El protocolo fue diseñado con dos ventanas: una
que muestra al terapeuta a través de videoconferencia y la otra mostrando el
blanco de ejercicio. El software de videoconferencia de alta calidad, permite el
control remoto para inclinación y zoom de una cámara de red colocada en el lado
del paciente, para que el terapeuta tenga un monitoreo visual de la seguridad y las
condiciones de comportamiento durante la sesión de rehabilitación. A su vez, en la
habitación de los pacientes se encuentra un operador entrenado, que garantiza el
correcto acceso a las tecnologías.
Tras efectuar una comparación antes y después del tratamiento, en las
pruebas de denominación y fluencia fonológica y semántica, se observa una
notable mejora. Por lo tanto, las habilidades lingüísticas luego de la ELS-tele,
mejoran significativamente, de la misma manera que con la ELS realizada en
persona.
37
El estudio de Basaglia Pappas et al. (2013) se proponía explorar el
recuerdo de canciones populares en pacientes con EA y, por otra parte, su
capacidad para evocar recuerdos personales relacionados con la música. Para tal
fin, se evaluaron a 12 pacientes con EA leve y 12 sujetos control bajo la utilización
de “POP 10”, una herramienta creada por los autores para evaluar la memoria de
los pacientes con diez canciones populares.
Numerosos estudios clínicos dan cuenta del papel positivo de la
musicoterapia en el tratamiento de pacientes con EA que mantienen preservadas
las capacidades de memoria musical. Basaglia Pappas et al. (2013) señalan que
el conocimiento semántico-musical asociado con una canción puede estar
relativamente conservado en las primeras etapas de la EA.
En este estudio, los participantes debían llevar a cabo cuatro subpruebas
en cada canción. Una de ellas analizó el conocimiento semántico en relación a los
intérpretes. Para tal fin, se exploró el conocimiento del paciente acerca del
intérprete con cuatro preguntas: primero se le preguntó sobre su género; en
segundo lugar, su nombre, luego una pregunta de conocimiento general, y
finalmente se le pidió a los pacientes que identifiquen otra canción del interprete
presentado, junto con dos distractores: uno era el título de una canción que era
fonológica o semánticamente similar a la canción objetivo, la otra era una canción
interpretada por una cantante del mismo tipo musical y de la misma época.
El análisis de los resultados, reveló que el rendimiento de los pacientes con
EA fue significativamente alterado en la subprueba de conocimiento semántico.
Denominar al interprete resultó la tarea más difícil, permitiendo dar cuenta del
característico déficit de acceso de los nombres propios en la EA. Por su parte, el
género del intérprete fue más fácil de hallar que el nombre, lo cual refuerza lo
planteado por Valentine, Brennen y Brédart (1996), relacionado a que una persona
famosa por su nombre o cara es primero identificada por su trabajo, luego por el
conocimiento semántico (pe. si está vivo o muerto, su nacionalidad) y por último,
se consigue el acceso al nombre. El desempeño en la subprueba de identificar la
canción del artista entre otras canciones fue el más exitoso, lo cual es consistente
con los estudios que especifican la preservación de la memoria implícita en la EA.
38
En el estudio realizado, el conocimiento semántico musical de las canciones
populares parece estar relativamente bien conservado en los pacientes con EA en
las fases leves o moderadas, y a su vez, está asociada con la capacidad
relativamente conservada de acceso a los recuerdos autobiográficos.
Si bien este estudio no da cuenta de una intervención eficaz en materia de
memoria semántica, los resultados obtenidos pueden conducir a nuevas
posibilidades para la estimulación cognitiva, en tanto sugieren que la música
puede mejorar el rendimiento cognitivo de este dominio.
39
VI. CONCLUSIÓN
40
fármacos. Esto permite que aquellas que hayan demostrado su eficacia puedan
ser aplicadas en países en vías de desarrollo.
El factor económico que contemplan las intervenciones no farmacológicas
resulta de fundamental relevancia frente a los altos costos implicados en la EA. La
aplicación de estas intervenciones, puede retrasar las etapas severas de la
enfermedad y la institucionalización de los pacientes; en consecuencia, producen
una importante disminución de los costos, generando un potencial de ahorro
económico considerable en el sistema de salud. Por este motivo, es importante
promover las inversiones que aseguren que el desarrollo y las investigaciones
destinadas a la efectividad de las terapias no farmacológicas, cuenten con los
fondos suficientes para llevarse adelante.
En conclusión, esta revisión pone de manifiesto las actuales limitaciones en
el conocimiento de los factores que contribuyen a la aparición y desarrollo del
deterioro semántico en la EA, así como de las estrategias no farmacológicas más
adecuadas para su tratamiento. Resulta pertinente tener en consideración que
gran parte de los estudios realizados se centran en estimular la memoria
episódica, quizás porque su alteración compromete el día a día del paciente y es
un frecuente motivo de consulta por parte de ellos, a la vez que es uno de los
primeros síntomas manifiestos. En lo que respecta a la memoria semántica,
parece no haber numerosos trabajos de estimulación o rehabilitación específicos
para tratar su afectación, aunque los estudios revisados incluyen medidas
semánticas, que han sido relevadas en este trabajo. Los resultados aquí
descriptos sugieren que las intervenciones destinadas a reducir el déficit
semántico resultan beneficiosas en pacientes con EA leve o moderada, y
contribuyen a mejorar el nivel funcional y cognitivo del paciente durante la
evolución de la enfermedad.
Cabe destacar también que, frente a las sesiones de rehabilitación, algunos
cambios son más pronunciados en determinados pacientes. Estas diferencias se
adjudican a una conjunción de factores tales como la heterogeneidad de la
patología en sí, las diferencias en la edad de inicio, los niveles de educación, etc.
No obstante, resulta necesario que continúen haciéndose investigaciones a los
41
fines de obtener resultados más fiables con muestras más numerosas, que logren
explicar el motivo por el cual algunos pacientes se benefician más que otros.
A su vez, se debe trabajar a futuro en los efectos limitados en el tiempo y en
la generalización de los beneficios, frente a la dificultad que muestran los
pacientes en aplicar los principios y habilidades aprendidos en las sesiones de
rehabilitación a situaciones de la vida diaria. Una habilidad nueva o reaprendida
rara vez se mantiene en el ambiente natural si no es suficientemente reforzada.
En dos de los estudios revisados (Cipriani et al, 2006; Jelcic et al, 2014)
resulta pertinente destacar el uso de las tecnologías de la información y la
comunicación. Si bien hay muy pocos estudios que evalúen su viabilidad y eficacia
en pacientes afectados con EA, resulta un enfoque rentable que mejoraría el
acceso a los servicios de rehabilitación, evitando el desplazamiento de pacientes
que, de otro modo, no podrían tener un tratamiento de manera personal. El
desarrollo de la denominada tele-rehabilitación, puede considerarse como un
punto a tener en cuenta en futuras investigaciones.
42
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