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Escribano, X. (2004).

Aproximación al pensamiento de
Maurice Merleau-Ponty: sujeto encarnado y expresión
creadora. Prohom Edicions: Barcelona.
PRESENTACIÓN DEL EDITOR

«Uno de esos elementos socráticos característicos en el pensamiento


de Merleau-Ponty es la lucha abierta contra toda concepción que
convierta el lenguaje en un instrumento externo (pp. 389-394, etc.).
Este esfuerzo se deduce necesariamente de una concepción del ser
humano en tanto que criatura dotada de capacidad metalingüística,
es decir, capacidad de hablar sobre el hecho de que habla. Al
asumirá esta especial potencia metalingüística como aquello
esencial, aquello intrínsecamente propio a la condición humana,
Merleau-Ponty abre la caja de ese concepto socrático tan conflictivo
y, al mismo tiempo, fructífero para la historia de la filosofía como es
la aporía. El pensador francés no utilizará esta palabra, todavía
infectada en nuestros días de ese sentido (p. 350) que la convierte en
imposibilidad de resolución, pero sí los sinónimos expresión
creadora y expresión indirecta (p. 431 y ss.), fórmulas para referirse
al poder y la necesidad inherente del lenguaje de crear
significaciones nuevas en la adaptación a las nuevas condiciones
siempre cambiantes de la vida social» (22:2004).
«El poder aporético o creador del lenguaje descubre a su vez una
dimensión enigmática del mundo, su Ser que nos excede y no
podemos compre(he)nder con total completitud, pero desde el cual,
dada nuestra condición esencial, hablamos (p. 524). Sócrates se
refería constantemente a esta dimensión enigmática del Ser, de un
Ser concebido en términos de lenguaje, por medio de expresiones
sobradamente conocidas: daimon, dios de Delfos, conciencia de la
propia ignorancia. Merleau-Ponty hablará de ese mismo enigmático
Ser introduciendo lo que él llamará prodigios habituales, es decir, la
misión filosófica de convertir el silencio en palabra y, al mismo
tiempo, la palabra en silencio, la misión filosófica de reconocer la
extrañeza fundamental u original rareza de los fenómenos (p. 523,
538)» (22:2004).
BERNHARD WALDENFELS, PRÓLOGO

«está totalmente armonizada con el doble acorde de encarnación y


expresión, en el que resuena nítidamente la nota tónica de este
pensamiento» (27:2004).
«Un giro claramente marcado por nuestro autor se perfile en los
años cincuenta, cuando, para Merleau-Ponty, el milagro de la
expresión desarrolla una nueva dinámica. La expresión constituye
desde ahora un punto de inflexión, como diría Husserl, entre
experiencia y lenguaje, entre ver y decir. Entre aquello que está
dado y lo que hay que crear se abre una fisura que no se cierra
jamás. La expresión de la experiencia aún muda se agudiza hasta
convertirse en paradoja, puesto que retrocede hasta una experiencia
que, por su parte, señala por anticipado la expresión» (28:2018).
«Aquí se trata de una referencia recíproca, pero no de una oposición
dialéctica, pues la experiencia no significa una inmediatez que
aguarde a su mediación. Lo que se muestra, se muestra siempre, de
un modo u otro. La nueva figura especulativa, que lleva en sí rastros
tanto de la teoría gestaltiana como de la lingüística de Saussure, ya
no está establecida de modo dualista, pero tampoco de modo
meramente antidualista: se la puede denominar diferencial y
excesiva. Hay un excedente de sentido, una suprasignificación que
no está respecto de ordenamientos dados, por deformación de
formaciones conocidas. La oposición ideal del signo y el cuerpo
material del signo cede a la relación interna de tensión entre
lenguaje hablante y lenguaje hablado. Más allá de lo dicho, queda
algo por decir, así como, más allá de lo visto, queda algo por ver.
¿Pero cómo hay que entender este curioso gerundivo, como un mero
más de sentido que desemboca en una indefinida (y malamente
infinita) ampliación de la razón, o bien como una exigencia que
fuerza a un responder continuamente nuevo?» (28-29:2018).
INTRODUCCIÓN
«“Hablar o escribir no es par él codificar una experiencia disponible
―decía Merleau-Ponty de Husserl―. Es hacera existir. Por eso él
escribe sin cesar (estenografía), mas Forschung Manuskript” (OG,
12). Estas palabras referidas a su gran inspirador alemán, podrían
serle aplicadas a él mismo. Es difícil olvidar aquellas páginas de
escritura apretada, de letra pequeña y poco legible, en las que
abundan las correcciones y tachaduras, a veces de párrafos enteros,
como en las páginas iniciales del manuscrito Le visible et l’invisible,
páginas en las que también proliferan las anotaciones, explicaciones
y términos al margen. Todo ello ofrece la impresión de una refriega
de palabras, provocada por un pensamiento en vilo, siempre a punto
de perderse en el trance de la expresión» (33:2004). [[Esta
descripción podría aplicarse al Malte]]
«Hay en la obra de Merleau-Ponty a una profunda intimidad entre el
pensamiento y las palabras, puesto, como afirma Natalie Depraz, él
trata de acercarse lo máximo posible a la experiencia, captar su
curso sinuoso, intenta aliar la escritura y las cosas, plegar la sintaxis
a las exigencias de lo real (Depraz, «Selon quels critères peut-on
definir une écriture phénoménologique?», en Simon, A. y Castin, N.
Merlau-Ponty et le littéraire,Pressesde l’École normale supérieure,
París, 1997 apud 33:2004).
«En los textos de Merleau-Ponty se advierte que la palabra se hace
necesaria para el desarrollo del pensamiento. No se trata de una
mera preocupación estilística, sino que en él la sensibilidad por lo
verdadero pasa por el cuidado de la escritura. Podría decirse ―como
se ha hecho en el capítulo décimo― que la palabra cumple una
función heurística, de descubrimiento y adquisición, es medio de
conocimiento» (35:2004).
«Junto a ello, destaca en Merleau-Ponty, más que la organización
sistemática de los conceptos, la insistencia recurrente en
determinados motivos que acaban constituyendo una cadencia
meditativa; más que el establecimiento de fronteras entre temas,
métodos y disciplinas, un estilo de libre circulación y discusión que
no ayuda a la claridad del análisis, pero que despliega una rica serie
de vínculos inusitados y de conexiones iluminadoras; y también una
considerable audacia en las formulaciones que en ocasiones deja un
rastro paradójico en sus tesis. No cabe duda de que la forma
profunda, vibrante, arriesgada y enigmática de su estilo reflexivo y
expresivo puede llegar a ejercer una cierta seducción sobre el
lector» (35:2004).
«En el caso de Merleau-Ponty puede verse cumplido su propio
dictum según el cual “el pensamiento de un autor no es más que una
manera de explicitar su toma de posición en el mundo, aquello que él
es” (PhP, 519; FP, 463)» (38-39:2004).
EL REDESCUBRIMIENTO FILOSÓFICO DEL CUERPO

«De este modo, la existencia corpórea es un punto de partida para la


reflexión como GabrielMarcel, Jean-Paul Sartre o Maurice Merleau-
Ponty, y más tarde para Emmanuel Lévinas y Paul Ricoeur, así como
lo fuer para escritores como Marcel Proust o Paul Valéry [El poeta
francés llega a decir que «el pensamiento no es serio sino gracias al
cuerpo. Es la aparición del cuerpo la que le da su peso, su fuerza, sus
consecuencias y sus efectos definitivos. El “alma” sin cuerpo no
llevaría a cabo más que calambures y teorías» (Valéry, P. Cahiers, I,
p. 1120)]» (50:2004).
«En todos ellos, el cuerpo no es algo que contraste o se oponga
diametralmente al espíritu, sino a una instancia mediadora en la que
lo interior y lo exterior, lo privado y lo público, lo propio y lo extraño
se encuentran y entrelazan» (50:2004).
«Maurice Merleau-Ponty, cuya obra ―en palabras de Jean Racette―
podría ser concebida como una larga meditación sobre el misterio
del espíritu encarnado, detectaba ya, entre sus contemporáneos, un
interés creciente por el fenómeno de la encarnación del sujeto, sobre
el que él mismo articula buena parte de su reflexión filosófica»
(53:2004).
«A su parecer, lo que define el siglo XX frente al anterior es una
nueva relación o incluso superación de ciertas antítesis, entre las
que destaca la d “materialismo” y “espiritualismo” [S, 286; S, 284].
Si la época anterior abundaba en absolutos y nociones separadas:
espíritu y cuerpo, lo interior y lo exterior, etc., el siglo XX ha borrado
la línea divisoria entre ellas y ve la vida humana como espiritual y
corporal a la vez. En definitiva “el [siglo] XX ha restaurado y
profundizado la noción de la carne (chair), es decir, del cuerpo
animado” [S, 287; S, 286]» (53-54:2004).

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