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en Psicología Alan Ornelas Ramírez

Introducción
Desde los inicios del psicoanálisis ha existido un esfuerzo por mantener un régimen
riguroso en la investigación. Freud “a sus ojos, las teorías que forjó no eran más que
hipótesis de trabajo, mientras los estudios clínicos subsiguientes no hubieran aportado la
confirmación debida. Por esta razón es por la que se produjo una incesante evolución en
sus concepciones teóricas. Los problemas a los que no encontraba explicación mediante
el juego de los primeros postulados, se ponía a estudiarlos de nuevo, fundándose siempre
en la terapia para confirmar o refutar la corrección de sus enfoques.” (Doltó, 1974, Pág.
21).

Y que mayor ejemplo que los estudios de sexualidad infantil en Tres ensayos para una
teoría sexual de Freud (1905), mostrando en cada una de sus notas la evolución de la
teoría conforme se encontraba con nuevos problemas que le orillaban a un cambio de
paradigma. Y sumando nuevos esquemas de pensamiento que concreten una nueva
concepción de lo que se observa en la clínica e incluso en lo cotidiano, las aportaciones
de otros investigadores permitirían avances dentro del psicoanálisis como ha sucedido
dentro de cualquier otra ciencia que a partir de diversas personas aportando ideas
permiten el desarrollo de las ciencias.

De esta manera integramos a Melanie Klein que ofrece una teoría de lo infantil
considerablemente distinta a las ideas de Freud, sin embargo, no necesariamente
excluyentes, pues que al mismo tiempo que se manifiestan las fases de la organización
sexual se pueden observar muy claramente las posiciones esquizoparanoide y depresiva
en las que se mueve el infante como aporta Melanie Klein (1997). Pero unos de sus
puntos más divergentes es la concepción de un yo temprano por parte de Klein que Freud
consideró inviable dentro de su teoría del desarrollo. Y aunque es un punto débil de la
investigación en psicoanálisis, un punto fuerte que hay que resaltar que se ha establecido
la universalidad de los conflictos encontrados en el curso del desarrollo humano (Dolto,
1986).

Entre todo lo publicado sobre psicoanálisis el inconsciente es el medio fundamental para


estudiar el comportamiento humano y aunado a otro tipo de investigaciones se puede
llegar a una teoría unificada que explique la conducta humana. Justo como las
aportaciones de Gazzaniga (2000) a las neurociencias estableciendo el término
“Hemisferio izquierdo interprete” donde algo que está dentro de nuestro proceso mental
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resulta incomunicable es interpretado por una parte del cerebro o mostrando un poco de
lo que puede suceder dentro de la dinámica de la represión haciendo una aproximación a
través del funcionamiento cerebral. Por otra parte la Visión ciega (Blindsigth) donde se
encuentra que los sujetos con daño en la corteza visual primaria pueden respondes a
estímulos visuales que declaran no pueden ver (Celesia, 2010). Permitiendo una base
sólida para fundamentar el modelo estructural del psicoanálisis a través de la estructura
del cerebro y su funcionamiento. Claro que hay aún discusiones sobre si el fenómeno es
realmente inconsciente o no (Lucero & Muñoz-Quezada, 2015)

Para efectos del presente trabajo en base al libro Psicoanálisis y pedagogía de Françoise
Dolto se toma un poco de las aportaciones de las neurociencias dado que es desde la
relación entre el medio y el funcionamiento estructural del cuerpo que da como
epifenómeno a la conciencia ya que esta es un resultado de las interacciones físico-
químicas en el cerebro, aclarando que no es información directa, la consciencia es un
producto de estas interacciones (Morgado, 2017). Ya que como resalta Dolto (1974, pág.
16) “… el papel predominante de las ideas activas inconscientes; se llama
racionalizaciones a los móviles que el individuo alega para justificar los actos cuyo
verdadero motivo le es desconocido.” Dichas interacciones permiten el funcionamiento
estructural que investiga el psicoanálisis dejando de lado la consciencia para estudiar el
inconsciente puesto que es donde se encuentra la energía libidinal que anima todas
nuestras acciones.

Desarrollo
Dado que cada una de nuestras acciones tiene una carga libidinal, esta libido también
está ligada a algo. Estas conexiones están fijadas en las fases de organización sexual por
las que atraviesa el infante recorriendo un camino que lo coloca en angustia y permite una
forma distinta de afrontarla. Por ejemplo, en el estadio sádico-anal es muy activo y no
encuentra como desplazarse hacia los derivados que propone el esquema de vida adulta
llevando a gestos que aparentemente están desprovistos de placer (Ejem. morderse las
uñas) al momento de vivir alguna situación de tensión sirviendo estas de soporte a los
sentimientos. Las pulsiones y las descargas libidinales no tienen, pues, tanta importancia
en sí mismas como en virtud de los afectos que engendran y lo que provoca placer será
repetido y lo que provoca displacer será evitado (Dolto). Llevándonos a deducir que la
tendencia a repetir lo que se ha vivido para obtener la satisfacción previamente
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experimentada, manifestándose a nivel inconsciente esta se dará con una racionalización


para justificar el absurdo de la acción.

El fin del educador o médico es finalmente permitirle al niño que conduzca su expresión
de sus posibilidades afectivas o fisiológicas de manera que pueda ajustarse a las
exigencias físicas y psíquicas del medio social; de manera que haciéndole experimentar
tanto placer como displacer, este podrá armarse contra la angustia siendo independiente
de un protector y por demás el adulto no debe olvidar que la libido de un niño puede ser
igual, también superior o inferior a la suya propia, que la personalidad que existe en
potencia en el niño puede ser muy diferente de la suya y que no deberá jamás comparar
la personalidad de un niño a la de otro, a no ser desde el estricto punto de vista del éxito
práctico, de la salud y de la felicidad subjetiva de una buena adaptación afectiva (Dolto).

Hablando de un educador saludable llegando al estadio genital de su propio desarrollo


junto a un niño somáticamente saludable, no habrá incidencia de neurosis grave en la
adaptación social del niño. Logrando una armonía entre sus rasgos de carácter y el medio
ambiente social.

Para lo anterior es necesario que el proceso de desarrollo se dirija de manera natural y


realista impidiendo que la neurosis del educador afecte al infante con represiones
punitivas evitando los falsos principios u oponerse a las conductas que permiten
satisfacción erótica o sexual pues estas se desarrollarán de manera normal. Y privarles de
las prácticas que liberan la tensión libidinal producirá un problema en el desarrollo de la
actividad psicosexual del infante. Por ejemplo, en la angustia de castración el infante, sea
natural o neuróticamente, sentirá tal angustia debido a sus experiencias previas
hallándole una explicación consciente a su angustia interpretando su sentir dándole una
explicación externa como la causa. Aunque esto naturalmente promueve el desarrollo de
su sexualidad, de ser un desarrollo neurótico la sexualidad del infante se puede ver
comprometida según la neurosis de el o los educadores.

Dentro de la práctica del psicoanálisis existen ciertas normas a seguir para el tratamiento.
Como verse en la necesidad de evitar interpretaciones apresuradas, es necesario que se
encuentre un conjunto de símbolos para verificar su significado; es necesario explorar el
contexto social, familiar, la situación afectiva del sujeto, el papel que tiene el símbolo en el
juego, el discurso que lo envuelve, el dibujo, el sueño, la historia relatada.
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Es necesario ajustarnos al lenguaje den niño, adoptando el lenguaje expresado junto a


sus símbolos pero con una carga emocional modificada. Esto con el fin de mostrarle
reflejado sus propios pensamientos inconscientes en su forma real. Hablando con el
inconsciente es necesario realizar este tipo de conversación ya que no podemos llegar a
él por la parte consciente dado que esta es lógica y no buscamos sacudir su intelecto.

“La facilidad con que el niño se pone a pensar, a vivir


imaginativamente con nosotros, a mostrarnos en sus dibujos su
mundo interior, a contarnos sus sueños, que con frecuencia dice
no recordar a las personas que lo rodean, a confesarnos faltas o
decirnos espontáneamente secretos que no devela a nadie, esta
facilidad, esta confianza son la base de nuestra acción
terapéutica” (Dolto, 1986, pág. 137)

Debido a que quienes llevan al niño a psicoterapia son los padres, es imperativo que
llevemos una intervención psicoterapéutica inmediata con el fin de generar una
adherencia al tratamiento, ya sea con consejos o tareas cual si fueran de las terapias
conscientes; con esto a la vez nos encargamos de atacar las resistencias inconscientes
del medio cuando el yo del niño se confunde con el medio exterior (3-4 años) o después
de la formación de un superyó (7-8años).

Las dos posibles actitudes de los padres ya sea quitándole toda la responsabilidad al niño
atribuyéndole alguna enfermedad, anomalía o malestar resultando también en un
sentimiento de inferioridad quitándole la capacidad de enfrentar la angustia dejando como
refugio la enfermedad; por otro lado la actitud de la “mala voluntad” del infante
atribuyéndole toda la responsabilidad del malestar tiene por consecuencia que el niño
deje de sentirse amado junto a sentimientos de culpabilidad conscientes ligados al
síntoma.

Estas diferencias nos permiten orientar los objetivos terapéuticos. Con la primera será
necesario reforzar su autoconocimiento y revalorizar al infante ante sus propios ojos y con
la segunda actitud lograr la liberación de la pulsión bloqueada o reprimida que provoca el
síntoma.

“Cuando los padres nos relatan los despropósitos de sus hijos,


malvados, viciosos, perezosos, impertinentes, etc., no les echamos
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la culpa a los padres, nos limitamos a escuchar atentamente, a


hacer precisar las circunstancias, sin hacer eco a sus
lamentaciones ni a sus reproches. Nuestra actitud benévola con el
niño no se debilita jamás; cada una de nuestras reacciones, de
nuestros gestos, de nuestras palabras es voluntariamente neutro,
o encaminado en el sentido terapéutico que creemos entrever. No
censuramos nunca; intentamos comprender la razón “económica”
(es decir, “más ventajosa para el principio del placer) que empuja
a un ser humano a volverse contra nosotros, a vivir en mala
inteligencia con un entorno inmediato, cosa que no está a priori la
lógica del hombre.” (Dolto, 1986, pág. 150).

Conclusión
No solo es la relación con el niño, la relación con los tutores, el
entendimiento teórico que nos permite usar como mapa para
comprender la dinámica del funcionamiento psíquico lo que permitirá el
éxito en el desarrollo del infante. Y desde la perspectiva de Winnicott
(1993) el niño es un ser creativo, tiene una tendencia innata al
desarrollo, a la integración. En tratamiento se busca desarrollar la
creatividad y un self verdadero. Y solo algunos de los ejemplos gracias a
los cuales teoría y práctica psicoanalítica son una herramienta
importante para permitir el desarrollo del infante los expone Dolto
(1986) mostrando como se manifiestan las regresiones a estadios
anteriores, la manifestación de la angustia y complejo de castración,
pulsiones y defensas uretrales, la fase edípica, etc. Donde con un
tratamiento efectivo se permitirá al analizante infantil desarrollar sus
potencialidades en su beneficio.

Referencias
Celesia, G. G. (2010). Visual Perception and Awareness. Journal of
Psychophysiology, A Modular System, 24(2), 62–67.

Dolto, F. (1986). Psicoanálisis y pediatría 11° edición. Siglo XXI Editores: España
Lic. en Psicología Alan Ornelas Ramírez

Freud, S. (1905). Tres ensayos de teoría sexual. En Obras completas Vol. VII.
Amorrotu editores: Argentina.

Gazzaniga, M. S. (2000). Cerebral specialization and interhemispheric


communication. Does the corpus callosum enable the human condition?. Brain, (123).
1293-1326.

Klein, M. (1997). Algunas conclusiones teóricas sobre la vida emocional del bebé,
2ª. Reimpresión. Paidos: Buenos Aires

Lucero M., B. y Muñoz-Quezada, T. (2015). Estudios en visión ciega (blindsight):


aportes fundamentales en la neurociencia y su proyección hasta nuestros días. Ajayu,
13(1). 39-53.

Morgado Bernal, Ignacio. (2017). La naturaleza de la consciencia. Pensamiento.


Revista de Investigación e Información Filosófica. 73. 515-525.

Winnicott, D. W. (1993). Realidad y juego. Gedisha: Barcelona.

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