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CONTRA ARGUMENTOS

1. Ellos dijeron que abortar es lo mismo que cometer un asesinato. Pero no es un asesinato como
tal. Primero hay que conocer algunos conceptos: Según la RAE, Homicidio es que una persona
prive de su vida a otra persona, asesinato es un tipo concreto de homicidio (con intencionalidad,...)
y crimen es una conducta (acción u omisión) que atenta gravemente contra la integridad física-
mental de alguna persona, habitualmente con final de muerte (homicidio). La cuestión clave es:
¿qué es una persona? Una persona es cualquier entidad humana que funciona como organismo
biológico indepediente y dotado de un cerebro capaz de procesar información y decidir acciones a
realizar. Un cultivo de células, un pie, un brazo, un tumor o un embrión son humanos pero no son
personas, por lo que su daño no es homicidio.

2. Ellos dijeron que el aborto es un procedimiento riesgoso. Pero ¿no es aun más riesgoso que
este procedimiento se practique bajo la clandestinidad?.
Se estima un 17% de muertes maternas por aborto en condiciones clandestinas en el mundo. La
OMS en el 2016, calcula que cada año se realizan unos 22 millones de abortos peligrosos en todo
el mundo, casi todos ellos en países en desarrollo. Cada año, 5 millones de mujeres ingresan en
hospitales como consecuencia de un aborto peligroso y más de 3 millones de mujeres que han
sufrido complicaciones a raíz de un aborto peligroso no reciben atención médica.

Si bien la clandestinidad dificulta mucho tener datos nacionales certeros, en Uruguay, otorga
números contundentes: el aborto pasó de causar el 37,5% de las muertes maternas en el período
2001-2005 a solo el 8,1% en 2011-2015, con una marca excepcional en 2014-2016 de cero
muertes vinculadas a interrupciones voluntarias de embarazos. Hay una causa evidente para esta
caída: en 2012 se aprobó una ley que garantiza el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo
hasta las doce semanas. Este efecto se ve en todos los países que legalizan el aborto y la
correlación es evidente al comparar sus tasas de mortalidad con las de países de la región que aún
lo penalizan.

3. Ellos dijeron que el aborto puede convertirse en un método anticonceptivo. Pero Ningún estudio
comparativo a gran escala demuestra que, si el aborto se legaliza, las mujeres se lancen
masivamente a utilizarlo como método anticonceptivo.
En países desarrollados donde la legalidad es más frecuente, la tasa promedio anual es de 27
abortos por cada 1000 mujeres; en países en desarrollo, de 37. Este índice sugiere que la
penalización no da resultado para prevenirlo, sino más bien alienta a hacerlo en situaciones
clandestinas.
La distinción legal/ilegal no pareciera ser la más adecuada para analizar la cantidad de abortos.
Estudios como el que se publicó en 2016 en The Lancet, una de las revistas médicas más
prestigiosas de Gran Bretaña, muestran que no hay grandes diferencias cuando se aplica este
filtro. Sin embargo, sí se observa claramente que, en países desarrollados, las interrupciones
voluntarias de los embarazos están disminuyendo a través de los años, mientras que se mantiene
constante en países en desarrollo. ¿La clave? En general, el aborto legal viene acompañado de
políticas de planificación familiar, en tanto que los estados que penalizan la práctica también suelen
ser menos abiertos para implementar programas de salud sexual. Los datos señalan que la
mayoría de los embarazos no deseados se debe a la falta de acceso a métodos anticonceptivos
modernos.

4. Ellos dijeron que el aborto aumenta la probabilidad de depresión y suicidio, el llamado “sindrome
post aborto”. Pero según las asociaciones psiquiatricas de todo el mundo, este síndrome no es
reconocido como tal.
Es posible afirmar que no existe evidencia científica para corroborar la idea de que las mujeres que
se practican abortos sufren el supuesto “sindrome postaborto”. La falta de evidencia científica se ha
traducido en que la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) no reconoce al “síndrome postaborto”
como un diagnóstico legítimo de salud mental.
En la actualidad, ninguno de los manueales de psiquiatría y psicopatología – siendo aun los más
reconocidos el DSM IV de la APA y el CIE 10 de la OMS-, incorporan el diagnóstico de “sindrome
postaborto”entre sus criterios diagnósticos, por tanto, se debe descartar la idea de una etiología
clara entre aborto y el “sindrome postaborto”, en tanto dicho síndrome carece de un sustento
psicopatológico.
Un estudio de 2008 de la Asociación Estadounidense de Psicología (American Psychological
Association) determinó al respecto: “entre las mujeres adultas que tienen un embarazo no
planeado, el riesgo relativo de problemas de salud mental no es mayor si se someten a un aborto
voluntario durante el primer trimestre que si deciden llevar el embarazo a término”.

5. Ellos dijeron que el aborto puede provocar cáncer. Instituciones como la Organización Mundial
de la Salud y el Colegio Real de Ginecología y Obstetricia del Reino Unido sostienen que no existe
nexo alguno entre cáncer de mama y aborto.

6. Ellos dijeron que el aborto reduce la fertibilidad de la mujer. Esta creencia está basada en el
riesgo mínimo de daño uterino que acarreaban las primeras técnicas de aborto quirúrgico.
Conocidas como raspajes. Son contados los casos en los que el tejido se lastimaba y causaba
complicaciones. En los años 70, esta técnica se declaró obsoleta para abortos (aunque aún se
utiliza cuando hay que remover tejido del útero, por ejemplo, en endometriosis severa o cuando no
hay otro equipamiento disponible), y se reemplazó por las aspiraciones uterinas. Hoy, además,
contamos con abortos farmacológicos, de los cuales el más conocido es el que se induce con
misoprostol. Esta droga, originalmente concebida para prevenir úlceras gástricas, produce
contracciones en el útero que provocan la expulsión del endometrio y el embrión. Su uso es seguro
hasta las doce semanas de gestación.
Según estudios de la Clinica Mayo de Estados Unidos; mencionan que en general, el aborto
optativo no provoca problemas de fecundidad ni complicaciones en embarazos posteriores.
Por lo tanto, no existe evidencia científica que respalde que el aborto influya directamente en la
fertilidad de la mujer posteriormente.

7. Ellos dijeron que el aborto le causa dolor al feto. Pero ¿Cuándo se comienza a sentir dolor?
Claramente, para sentir dolor, el sistema nervioso tiene que estar desarrollado y el cerebro debe
ser capaz de procesar las señales. Este proceso se completa a las 26 semanas de gestación y, en
general, el aborto legal tiene como condición de acceso realizarlo antes de la semana 12.

Según un informe de 2010 publicado por el Colegio Real de Obstetras y Ginecólogos (Royal
College of Obstetricians and Gynecologists) de Gran Bretaña, el “feto no puede sentir dolor
después de 24 semanas, ya que las conexiones en el cerebro todavía no están completamente
formadas”. Según la Asociación Profesional Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos
(American College of Obstetricians and Gynecologists), “la profesión médica efectuó una
evaluación científica rigurosa de las evidencias disponibles sobre dolor fetal en la Revista de la
Asociación Médica Estadounidense (Journal of the American Medical Association, JAMA) en 2005.
El estudio concluyó que la percepción fetal del dolor es improbable antes del tercer trimestre”
Por lo tanto, este argumento se aleja de la evidencia científica de numerosas entidades
internacinoales expertas en el tema, el aborto por las 3 causales no causaría dolor, ya que está
permitido hasta las 12 semanas de gestación.

8. Apelación a la vida. El argumento de la apelación a la vida, no es sencillo y no está resuelto.


Quien menciona los derechos del embrión o el feto debería presentar datos precisos para adscribir
a la hipótesis de que la vida comienza en la fertilización, pero, aun en ese caso, hay que aceptar
que no hay pruebas concluyentes al respecto.
Lo cierto es que desconocemos el momento exacto en el que comienza la vida y, en consecuencia,
no podemos diseñar políticas públicas cuya justificación sea una creencia personal. Menos
aún mientras estamos seguros de que confinar el aborto a la clandestinidad causa muertes en
quienes, todos estamos de acuerdo, son personas.

Según Alberto Kornblihtt, doctor en Ciencias Químicas, biólogo molecular e investigador del
CONICET, expresa   "Quienes se oponen a la legalización del aborto argumentan que desde
la concepción, es decir desde la unión del óvulo con el espermatozoide, el cigoto es vida
humana, tanto si se trata de cigotos o embriones producidos in vitro, en protocolos de fecundación
asistida, o de manera intrauterina. Y en consecuencia eliminarlos o descartarlos implicaría
cometer un homicidio". "La biología no define vida humana, sino vida. La vida es una forma
particular de organización de la materia que cumple con dos condiciones esenciales: reproducción
y metabolismo. La definición de vida sensu stricto está referida solo a células. Una célula viva lo
está porque puede dividirse y metabolizarse. La definición de vida celular no es resultado de
ninguna convención social ni jurídica. Las células de un embrión están vivas, así como las del feto,
las del bebé y las de un adulto. Pero también están vivas las de los espermatozoides eyaculados
fuera de la vagina, los óvulos que son eliminados en cada menstruación y las células de la placenta
que se desecha en cada parto". "Las células de un humano que acaban de vivir siguen vivas por
un tiempo no despreciable y al respecto cabe preguntarse por qué para algunos es aceptable
concebir que después de la muerte legal de una persona, definida en función del cese de la
actividad cerebral o el latido de un corazón, sus células sigan vivas por un tiempo. Y resulta para
esas mismas personas difícil concebir que un embrión humano esté formado por células vivas,
pero todavía no es un ser humano".
"Todo lo anterior nos lleva a considerar el status del embrión. Para la biología un embrión es un
embrión y no un ser humano. En todo caso es un proyecto de ser humano que necesita una serie
de pasos que ocurren dentro del útero para llegar a ser un ser humano. El concepto de ’vida
humana’ es una convención arbitraria que escapa al rigor del conocimiento científico".
"Algunos opositores a la legalización del aborto mencionan que el embrión tiene un genoma único
y distinto al de la madre. Y que por lo tanto, es vida humana. El cordón umbilical y la placenta están
constituidos por células con ese genoma único. Más aún en la sangre de la mujer embarazada
circulan células vivas del embrión o feto con ese genoma único. Y son justamente esas células del
embrión que circulan en la sangre de la mujer embarazada las que permiten hoy en día realizar
diagnósticos pre natales del feto con una pequeña muestra de sangre de la mujer. O sea, la madre
o mujer gestante tiene en su sangre células de ese genoma único".
 "Lo que sí tiene el óvulo fecundado es pluripotencia. Es decir, capacidad de generar todos los
tejidos y órganos de un nuevo individuo. Pero esa propiedad hoy sabemos que ya no es exclusiva
del huevo fecundado. Ya que John B. Gurdon y Shinya Yamanaka obtuvieron el premio nobel en
2012 por el descubrimiento de que células adultas pueden re programarse para convertirse en
pluripotencia. Es decir que se podría generar un embrión a partir de células adultas sin necesidad
de fecundación entre un ovulo y un espermatozoide".

 " Esta divergencia de criterios lleva a la dificultad en ponerse de acuerdo en el estatus del
embrión. Pero deberíamos ponernos de acuerdo en que no es un ser humano, y en que por
lo tanto no sería un crimen interrumpir un embarazo prematuramente".
9. Si se legaliza el aborto, habrá mas abortos. La evidencia existente sobre los países en los que
se legalizó la interrupción voluntaria del embarazo no muestra que haya un aumento en la cantidad
de abortos a largo plazo. Es difícil tener datos exactos de la cantidad de abortos que se producen
antes de la legalización, dado que no existen estadísticas oficiales de prácticas ilegales, pero
aunque las estadísticas muestran en ciertos casos un aumento inicial, a largo plazo la práctica se
estabiliza o disminuye.
“Hacer legal, seguro y accesible el aborto no aumenta de manera apreciable la demanda. En
cambio, el efecto principal es pasar de abortos clandestinos, inseguros, a procedimientos seguros y
legales”, señala un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En España, por otro lado, donde hasta 2010 sólo se permitía el aborto por ciertas causales (peligro
para la salud de la mujer o violación), a partir de su legalización hasta la semana 14 de embarazo
el número de abortos se redujo: pasó de 113 mil abortos registrados a 93 mil.

El caso uruguayo, que fue citado por varios de los detractores de la legalización, mostró un
aumento en la cantidad de abortos en los primeros años de la legalización, en línea con lo que
ocurrió en otros países, que luego se desaceleró. El aumento luego de la legalización, entre 2013 y
2014 fue del 19%, al año siguiente fue de un 9,6%, luego de un 3,8% y entre 2016 y 2017 fue del
1,4 por ciento. De todas maneras, esto muestra un aumento una vez legalizado, lo cual no implica
que se trate de cifras mayores a cuando la práctica era clandestina.
A nivel global, un estudio de la revista médica The Lancet concluyó que la tasa de abortos
disminuyó entre 1990 y 2014 en los países desarrollados, donde hay una mayor proporción de
mujeres que acceden a abortos legales y seguros, mientras que se mantuvo estable en los países
en desarrollo, donde suele haber leyes más restrictivas.
La distinción legal/ilegal no pareciera ser la más adecuada para analizar la cantidad de abortos.
Estudios como el que se publicó en 2016 en The Lancet, una de las revistas médicas más
prestigiosas de Gran Bretaña, muestran que no hay grandes diferencias cuando se aplica este
filtro.

CONCLUSIÓN

Hemos escuchado los argumentos a favor y en contra de la legalización del aborto en tres
causales. Pero hay que tener algo en cuenta, mas allá de que sea legal; el aborto existe, y seguirá
existiendo, sea legalizado o no.

Nuestra contraparte mencionó una serie de argumentos, con una falta clara de evidencia, apelando
a la emocionalidad de cada persona, y no a datos objetivos sobre el tema.

Lo que sí sabemos, y con certeza, es que cada año se producen 55,7 millones de abortos en el
mundo, un 45% de los cuales (25,5 millones) se realiza sin garantías de seguridad, de acuerdo  la
OMS y el Instituto Guttmacher de Nueva York (EEUU) en el 2010 y 2014.

Además hablan sobre los abortos clandestinos: cada año 6,9 millones de mujeres son atendidas
por complicaciones derivadas de abortos inseguros. Los abortos inseguros son más frecuentes en
países donde hay restricciones legales (31%) (la mayoría de ellos ocurre en América Latina) y
menos frecuentes en países en los que el aborto está despenalizado y brinda condiciones que
favorecen al acceso (1%).

A la luz de los datos, la práctica debe ser abordada responsablemente y no, por el contrario,
perseguir desde la ley a las mujeres que por A o B razones sienten que deben recurrir a él. No
brindar condiciones para un aborto seguro, en condiciones justificadas, es hacerle un favor al
negocio clandestino e inescrupuloso, además de someter a la mujer a fuentes de enfermedad y
muerte. Tanto en situaciones como casos de riesgo para la vida de la madre, o casos de violación,
el aborto debe ser despenalizado desde las ley y acompañado desde el derecho por
asesoramiento psicológico, social y clínico. OJO, esto no es obligación, esta es una decisión
personal que no estará sujeta a medios y recursos económicos que pueda disponer cada persona.

Las conclusiones de este debate son dos: Olvidarnos y negar el problema, o hacernos cargo de él.
Nosotros defendemos la postura de hacernos cargo del problema, gracias.

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