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Trump y Kim: Más allá del juego del gato y el ratón.

Nicolás Esteban Lara Parada


Magíster (c) en Relaciones Internacionales
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

Trump y Kim Jong-Un siguen jugando al gato y al ratón. Este jueves, 25 de julio, Corea
del Norte disparó dos proyectiles nucleares sobre el Mar de Japón. Un llamado de atención a
Washington para acelerar las negociaciones rotas desde el fracaso de la Cumbre de Vietnam a
principios de año. Ello, pareciera ser contradictorio con la reunión que, hace poco, a primero de
este mes de julio, sostuvieron Kim y Trump, quien se convirtió (para envidia de los demócratas)
en el primer presidente estadounidense en pisar suelo norcoreano. La escena, calco de la
reunión histórico que en abril del pasado año 2018, sostuvieron los líderes de las dos Coreas
(separadas desde 1950) ofrece cuentas alegres sobretodo al líder asiático, quien ha ganado
varias partidas en este ajedrez diplomático.

Pero ¿cuál es la real importancia de la desnuclearización de la península coreana?


La primera, la más obvia, es frenar una carrera nuclear en un punto extremadamente complejo
y caliente del mapa, y en manos de un régimen abiertamente totalitario.

La segunda, menos obvia, tiene que ver con el reordenamiento geopolítico global. En la
zona, no sólo confluyen los intereses de Norcorea, un actor más bien secundario. Nadie duda
tampoco de la evidente superioridad militar y nuclear de Estados Unidos.

Por otro lado, Corea de Sur y Japón, los aliados más importantes de Estados Unidos,
confían en que en un escenario como el actual, en donde China emerge como potencia global,
la garantía de la presencia militar norteamericana -recordemos que las tropas americanas se
encuentran en Japón desde la Segunda Guerra Mundial y en Corea del Sur, desde la guerra de
Corea de 1950- frenará un eventual ataque chino, así como en el pasado frenó un eventual
ataque soviético. Sin embargo, la condición tácita que puso Kim para la desnuclearización de la
península coreana, y que -oh, sorpresa!- sirve a los intereses chinos, es precisamente la
retirada de las tropas americanas, una promesa ciertamente difícil de cumplir, y que llevaría a
países como Japón e incluso Australia a pensar seriamente en no depender del armamento
norteamericano y empezar a gastar en defensa.

Para países pequeños como Chile, pero que dependen del comercio internacional, la
desnuclearización norcoreana, es un fin en sí mismo, no sólo por el valor de la paz como motor
de una convivencia internacional civilizada, también lo es porque lo que pase en esa zona del
mundo, especialmente por la importancia de la billetera china en el comercio global, afecta
directamente a Chile y a América Latina, una parte del globo que estábamos acostumbrados a
alinearse con Estados Unidos, pero que quizás, ya no lo es tanto.

Chile debiera formular una política exterior clara y coherente en relación a la cuestión
norcoreana, en conjunto con los países de la región, afectados directamente por sus
consecuencias, sobretodo económicas. Es la única forma de tener algún peso en la agenda
internacional.

En este juego del gato y el ratón, que ambos, hábiles políticos han sabido jugar, los
gestos, lenguaje y jugadas no sólo hablan al interlocutor, sino que en especial a la política
doméstica, pero mientras Kim no ha tenido que moverse mucho para ganar, Trump lo ha hecho
mediante una promesa que tiene riesgos, sino para su administración, si al menos, para la
política exterior norteamericana.

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