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C.N°° 45.136 “Incidente de excarcelación


de Palacios, Jorge Alberto”
Juzgado 7 - Secretaría 13
Expte. n°° 12.466/09/16

Reg. n°° 1388

//////////////nos Aires, 23 de diciembre de 2010.


Y VISTOS Y CONSIDERANDO:
I) Una vez más vuelven las presentes actuaciones a
conocimiento de esta Sala en virtud del recurso de apelación interpuesto por el
USO OFICIAL

Dr. Diego Ignacio Richards contra el auto que deniega la libertad de Jorge
Alberto Palacios (v. fs. 156/162 y 165/167).
El abogado defensor ataca por arbitraria la fundamentación
del rechazo de la excarcelación. En ese sentido, remarca la incorrección de
evocar una sentencia de la Cámara Nacional de Casación Penal, que consideró
una situación que se remontaba a varios meses atrás, para justificar el encierro
actual. Tampoco podría conferirse al exhorto internacional librado a las
autoridades norteamericanas el grado de trascendencia que le otorga el instructor,
puesto que, más allá de la posibilidad cierta de que no se produzca la
cooperación, no hay razones para vaticinar que la realización de la prueba vaya a
ser entorpecida por Palacios. Suma a ello que ni la referencia al sistema Nosis, ni
a los entrecruzamientos telefónicos podrían justificar el encierro si precisamente
se omite decir cómo el imputado podría “contaminar” la prueba que de allí
resulte. En lo que respecta a la caracterización de Palacios como un ex comisario
con vastas vinculaciones y otras capacidades que revelarían su potencial evasivo,
ello se contrapone con la conducta procesal asumida en éste y otros expedientes.
Finalmente, el letrado llama la atención sobre una última circunstancia: la
situación procesal de Palacios se ha definido en base a prueba reunida durante el
año 2009, pues a lo largo del año 2010 no se incorporaron pruebas de cargo en su
contra.
Ante esta Alzada, la defensa desarrolló esos agravios en
forma oral y recordó las advertencias reiteradas por parte de los sucriptos hacia
el juez instructor.
II) Es correcta la apreciación de los Dres. Richards y Beccar
Varela. De modo explícito, concreto y claro, se le dijo al Dr. Norberto Oyarbide:
que la prisión preventiva constituía una seria injerencia sobre la libertad que no
podía prolongarse más allá de lo estrictamente necesario; que la afirmación de la
subsitencia de aquel riesgo debía sustentarse sobre variables objetivas y
contrastables -medidas concretas a realizarse, su naturaleza y a partir de allí la
eventualidad de ser entorpecidas-; y que no podía perder de vista que a medida
que el tiempo pasaba la exigencia de tal demostración aumentaba (v. c. 44.574
“Palacios”, rta. 15/7/2010, reg. 690).
La importancia de dicha aclaración se comprende al tener en
cuenta que en este mismo proceso el Tribunal se vio obligado a anular un fallo
del juez a quo, relativo justamente al encierro de Palacios, por serios defectos en
su fundamentación. Ya en esa ocasión se le dijo que no era un hecho menor que
el imputado se encontrase detenido desde el 17 de noviembre de 2009 y que esa
circunstancia demandaba una justificación estricta y plena de la medida de
coerción (c. 44.495 “Palacios”, rta. 30/6/2010, reg. 618 -voto de los Dres.
Ballestero y Freiler-).
Pese a ello, vuelve un pronunciamiento que incurre en todos
los defectos que este Tribunal buscó prevenir. Lo sorprendente de esta ceguera es
que el asunto no remite a una discusion trivial sino que compromete la más seria
injerencia que pueda pensarse en esta etapa preliminar del proceso. En este
sentido se ha explicado que “la libertad física es, por así decir, la forma de
libertad imprescindible para que la mayoría de las demás libertades pueda
funcionar, su tutela ha sido precaución casi tan antigua como el hombre (Bidart
Campos, Germán, “Derecho Constitucional”, Editorial Ediar, pág. 505). De
modo tal que el derecho constitucional de “permanencia en libertad durante la
sustanciación del proceso penal”, emanado de los arts. 14, 18 y 75 inc. 22 de la
C.N., solo puede ceder en situaciones excepcionales y cuando los jueces
consideren que existen causas ciertas, concretas y claras, en orden a un alto
grado de probabilidad o un estado de probabilidad prevaleciente de que el

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imputado eludirá la acción de la justicia” (del voto de la Dra. Ángela E. Ledesma


en el Plenario n° 13 de la C.N.C.P., “Díaz Bessone, Ramón G.s/ recurso de
inaplicabilidad de ley”).
Por eso el encarcelamiento preventivo es de utilización
excepcional y debe ser proporcional a la pena en expectativa y a la duración del
proceso (Julio B. J. Maier “Derecho Procesal Penal, Tomo I. Fundamentos”,
Editores del Puerto, 2da. Edición, Bs. As. 1999, págs. 522 y sgtes.). Esa última
variable fue destacada en la advertencia que hicieramos acerca del irremediable
paso del tiempo.
Tanto la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
como la propia Corte Interamericana de Derechos Humanos han destacado de
manera contundente esas notas, en resguardo del principio de inocencia y del
derecho de defensa en juicio (Informe n° 35/07, caso n° 12.553 “Peirano Basso,
USO OFICIAL

Jorge José” de fecha 01/05/07 y caso “Bayarri vs. Argentina” rto. el 30/10/08,
respectivamente). La prisión preventiva no es un fin en sí mismo sino que
constituye sólo un medio, una herramienta, para asegurar otros fines,
precisamente, los fines de la instrucción (cfr. art. 193 CPP). No es misión del
juez instructor sancionar ni imponer una pena; su tarea se vincula
exclusivamente con el descubrimiento de la verdad y es allí donde debe
concentrar todos sus esfuerzos.
III)
Dicho esto, cabe receptar favorablemente la crítica que la
defensa ha hecho respecto del pronuncimiento del Dr. Oyarbide, por cuanto éste
ha fracasado en la demostración de la existencia de un riesgo -sobre la base de la
ponderación de elementos objetivos y contrastables- que justifique la
prolongación de la medida excepcional de restricción de la libertad de Jorge
Alberto Palacios.
Así las cosas, ante la imposibilidad de homologar la
subsistencia del encierro, el juez instructor deberá considerar la aplicación de las
herramientas alternativas a su alcance para asegurar los fines del proceso –vgr.
cauciones, restricciones del art. 310 del C.P.P., prohibición de salida del país,
etcétera-.
IV)
Por ello, el Tribunal RESUELVE:
REVOCAR el auto obrante a fs. 156/162 en todo cuanto
decide y fuera materia de apelación y CONCEDER LA EXCARCELACION a
JORGE ALBERTO PALACIOS Y ORDENAR SU INMEDIATA
LIBERTAD, bajo el tipo de caución que estime el juez a quo -y otras posibles
restricciones-, de no mediar otro impedimento.
Regístrese, hágase saber por cédula urgente a la Fiscalía de
Cámara y devuélvase para que se cumpla con el resto de las notificaciones.
Sirva la presente de atenta nota de envío.

FDO. JORGE L. BALLESTERO, EDUARDO R. FREILER –el Dr. Eduardo Farah no


firma por hallarse de licencia-. Ante mí: Sebastián N. Casanello.-

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