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colás Guillén del Instituto Superior de Arte. Ha obtenido, entre otros, el Premio
Lengua. Diversos textos suyos se han publicado tanto en Cuba, como en Es-
tura Latinoamericana del Centro de Estudios Nicolás Guillén del Instituto Supe-
tarios.
INVESTIGAR EL ARTE HOY. ......................................................................................................................5
EPISTEMOLOGÍAS. ...................................................................................................................................... 87
O BSERVACIÓN.................................................................................................................................................. 228
Tabla 5.- Aplicación de la Distribución Normal Standard Inversa a los valores de la tabla de
Tabla 6.- Procesamiento estadístico de los valores obtenidos en la tabla 6, para determinar
Tabla 7.- Interpretación de los resultados que presenta la tabla 6. .......................................... 462
Este libro tiene una finalidad precisa: examinar cuestiones relativas a los pro-
do que ella es contexto inevitable de toda la actividad artística: ―Lo que consti-
hay que señalar que, si bien los estudios sobre el arte —y, de hecho, también
ca, asimismo exigen también una alta dosis de creatividad, así como la cons-
trucción de un metatexto que —en los hitos más relevantes de la historia de los
1
Luis Álvarez Álvarez y Juan Francisco Ramos Rico: Circunvalar el arte. Métodos cualitativos de inves-
tigación de la cultura y el arte (autor principal). Ed. Oriente. Santiago de Cuba, 2004.
2
Zofia Lissa: ―Prolegómenos a una teoría de la tradición en la música‖, en: Criterios, La Habana, nº 13-
20, enero-diciembre 1986, p. 222.
ciencias sobre el arte, entonces, sin dejar por ello de ser fieles a su carácter
objetividad y aprueba los esfuerzos para que estos criterios sean lo más
explícitos posible.3
ción, tienden a priorizar el dominio de una teoría, como si la ciencia fuese una
la ciencia y el arte.4
tiene un carácter mecanicista, que de ello se deriva una imagen si bien no deli-
3
Pierre Bourdieu: El oficio de científico. Ciencia de la ciencia y reflexividad . Curso del Collège de Fran-
ce 2000-2001. Trad. de Joaquín Jordé. Ed. Anagrama. Barcelona, 2003, p . 73. Esta obra, como muchas
otras utilizadas en la elaboración del presente libro, forma parte del inapreciable grupo de textos especia-
lizados a que hemos tenido acceso gracias a la generosa gestión del Centro Teórico -Cultural Criterios y
los fondos electrónicos de su Biblioteca Salvador Redonet Cook. Sea esta breve consignación testimonio
de nuestra gratitud a dicha institución y a su director Desiderio Navarro.
4
Cfr. Celso Furtado: ―Creatividad cultural y desarrollo independiente‖, en: Pablo González Casanova,
comp.: Cultura y creación intelectual en América Latina . Ed. R. La Habana, 1990, pp. 122-129. Allí el
autor expresa: ―[…] la reflexión filosófica, la meditación mística, la inventiva artística y la investigación
científica básica, representan el seno de la actividad creativa‖ [p. 126].
berada, muy estrecha de la investigación como dependiente de esos esquemas
teóricos y de nada más. Bourdieu, en oposición a ello, apunta con total razón:
gía) o en los protocolos a través de los cuales los científicos dan cuenta
5
Pierre Bourdieu: El oficio de científico. Ciencia de la ciencia y reflexividad, ed. cit., p. 74.
plena— de tradición de la cultura —y, dentro de ella, de las ciencias especiali-
zadas en la creación—, así como del arte mismo. Del mismo modo, el diálogo,
cial, tanto para la formación de un investigador del arte como para la de un ar-
dentro de ciertos límites. El campo científico es, al igual que otros cam-
tación o justificación. Pero eso no impide sin duda que sea también la
tica científica (física cuántica o sociología) procede de que hay que reali-
científico está separado, en efecto, del «arte» del artista por dos diferen-
do.6
arte de investigar el arte, dado que aquí se aborda la investigación del arte a la
6
Ibíd., pp. 75-76.
ción íntima con el arte, componente subjetivo y creativo sin el cual no hay ver-
cultura como contexto directo de la creación artística. A ello hay que agregar
por la inteligencia humana […], que exprese un efecto estético, estimule un jui-
cio de valor sobre cada obra, sobre el conjunto de obras, o sobre sus autores, y
obras mismas‖.7
ingenua creencia en que puede haber una relación estricta entre sustancia
científica y número de páginas, idea que hubiera hecho sonreír a todos los
Lessing hasta Walter Pater, desde Saussure y Wölfflin hasta Lévi-Strauss, La-
7
Omar Calabrese: El lenguaje del arte. Col. Instrumentos Paidós, dirigida por Umberto Eco. Ed. Paidós,
Barcelona, 1997, p. 11.
can, Foucault, Deleuze o Derrida—, y, por otra, perentorias instrucciones sobre
cuántos capítulos debe tener un informe final de investigación sobre arte y qué
asunto debe desarrollarse en cada uno de ellos. En realidad, no solo tan pere-
ción del arte y la cultura como actividad científica especializada, sino que pro-
viene también de un proceso social más grave todavía: se trata de una mani-
tradición del ensayo cultural en América Latina, entre cuyos grandes nombres
la autora está de acuerdo con Alicia Ríos en incluir a Bello, Sarmiento, Martí,
Rodó, los Henríquez Ureña, Reyes, Fernández Retamar, González Prada, Ma-
riátegui, y Rama, entre otros muchos que son, sin duda, precursores y fundado-
Bretaña y Estados Unidos, sino que, incluso, están adoptando las característi-
8
Cfr. Nelly Richards: ―Saberes académicos y reflexión crítica en América Latina‖, en: Campos cruzados.
Crítica cultural, latinoamericanismo y saberes al borde. Ed. Casa de las Américas. La Habana, 2009, pp.
213-228.
ción cultural, lo cual agrede la propia tradición —y peor aun, el desarrollo mis-
de una relación entre modernidad y tradición, hoy disuelta por los flujos
otras a las que pudo experimentar la crítica humanista: mientras ésta úl-
ción del significado científico acerca de la cultura y del arte (la cual se apoya en
9
Ibíd., pp. 216-217.
De la constitución histórica de las disciplinas científicas que se produce en la
lato universal que lleva a todas las culturas y a los pueblos desde lo primitivo,
avanzada de ese proceso histórico, es por ello el modelo que define a la so-
futuro posible de todas las culturas o pueblos. Aquellos que no logren incor-
carácter científico. Nelly Richards destaca la importancia del papel —ya positi-
10
Edgardo Lander: ―Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntricos‖, en: La colonialidad del saber:
eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Ed. Ciencias Sociales. La Habana,
2005, p. 15.
11
Cfr. también sobre este tema George Yúdice: El recurso de la cultura. Usos de la cultura en la era
global. Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 2006, en particular las pp. 98-107.
vo, ya negativo— que desempeñan los textos culturales en la situación cultural
de América Latina:
quía del centro condena a la periferia a los efectos miméticos de una re-
da, y, por ende, sujeta a evolución dialéctica. El desarrollo científico, por su ca-
12
Nelly Richards: ―Lo local y lo global: hibridez y traducción interculturales‖, en: Integración y resisten-
cia en la era global. Evento teórico Décima Bienal de La Habana . Centro de Arte Contemporáneo Wi-
fredo Lam y Arte Cubano Ediciones, La Habana, 2009, p. 30.
rácter tan marcado de actividad exclusivamente humana, no puede producirse
sin consciencia crítica sobre él, lo que equivale a evitar tanto los enfoques me-
ca, ni cerrar las puertas a las innovaciones, pues ambas actitudes extremas
nes—, desde la segunda mitad del siglo XX, parece haberse desarrollado una
siglo XX, especialmente Thomas Samuel Kuhn.14 Las ideas de Kuhn tuvieron
gran resonancia, entre otros factores, por haber atraído la atención sobre el
su evolución las distintas disciplinas han pasado por uno o más ciclos bi-
Las ideas de Kuhn han experimentado una amplia difusión. Su noción del pa-
radigma científico tuvo una repercusión enorme. Pero del mismo modo su pen-
13
Slavoj Žižek: ―Los estudios culturales versus la «Tercera Cultura»‖, trad. Desiderio Navarro, en: Crite-
rios. No. 35. Cuarta época. La Habana, 2006.
14
Cfr. Thomas S. Kuhn: The Structure of Scientific Revolutions. The University of Chicago Press. Chica-
go y Londres, 1961.
15
Ruy Pérez Tamayo: ¿Existe el método científico? El Colegio Nacional y Fondo de Cultura Económica.
México, 1998, p. 234.
samiento sobre la ciencia fue, desde el momento mismo de su aparición, objeto
de críticas de diverso calibre. A los efectos del tema del presente libro, se con-
sidera de gran importancia las observaciones que sobre los enfoques de Kuhn
dad científica» al explicar que los científicos forman una comunidad ce-
mas y que utilizan unos métodos adaptados a dicha tarea: las acciones
longada. Las reglas del método científico tal como son explicitadas por
en otras profesiones, los científicos dan por supuesto que las teorías y
los métodos existentes son válidos y los utilizan para sus necesidades.
No trabajan en el descubrimiento de nuevas teorías, sino en la solución
que tiene lugar en la praxis científica. Bourdieu pone el dedo en la llaga al se-
na las cuestiones que pueden ser planteadas y las que quedan exclui-
ahí el grupo científico está tan distanciado del mundo exterior que es po-
las sociedades en las que trabajan los científicos. De hecho, Kuhn intro-
duce la idea, aunque sin elaborarla como tal, de la autonomía del univer-
so científico. Llega así a afirmar que ese universo escapa pura y sim-
16
Pierre Bourdieu: El oficio de científico. Ciencia de la ciencia y reflexividad , ed. cit., pp. 33-34.
plemente a la necesidad social, y, por lo tanto, a la ciencia social. No ve
hay que disponer para producir o apreciar una matemática o una poesía
tenido que confluir para que aparezca una condición social tal que permi-
te que las personas que gozan de ella puedan hacer cosas semejantes.
17
cuando establece:
rece muy interesante —sin duda, una vez más, porque lo reinterpreto en
que dio a una recopilación de artículos (Kuhn, 1977). Lo que crea la ten-
17
Ibíd., pp. 34-35.
la revolución implique a la tradición, que las revoluciones arraiguen en el
(Kuhn, 1977: 307). «El científico productivo tiene que ser un tradicionalis-
reglas y nuevas piezas con las que poder seguir jugando» (Kuhn. 1977:
18
Pierre Bourdieu: ob. cit., pp. 36-37.
19
Cfr. también Pierre Bourdieu: ―La cultura está en peligro‖, en: Criterios. La Habana. No. 33. Cuarta
época. No. 33, pp. 365-374.
ciencias sobre las artes. Desde este punto de vista, es válida la observaci ón de
Zofia Lissa en cuanto a que ―Tradición será, pues, todo lo que una generación
dio como digno de asunción‖.20 Y añade una explicación que, referida directa-
las artes:
algunos de ellos: los que en la fase dada de la historia han sido aproba-
deciden en cada ocasión dos fuerzas: por una parte, la dinámica de las
20
Zofia Lissa: ―Prolegómenos a una teoría de la tradición en la música‖, en: Criterios. La Habana. No.
13-20. Tercera época. Enero de 1985-diciembre de 1986, p. 222.
pios de esas tradiciones les permiten —o no les permiten— hacer juego
con el estrato cultural actual recién surgido. Esos factores deciden tam-
historia.21
realizarse mediante una ruptura mecanicista con una tradición, sino con el ejer-
cas sociales, así como también a una serie de factores que conviene examinar
al menos de manera sucinta. El primero, desde luego, tiene que ver con una
a la investigación del arte y la cultura —y habría que agregar que este sentido
21
Ibíd., pp. 222-223.
Una perspectiva humanista de la investigación del arte debe estar consciente
na—, con vistas a garantizar una dinámica continuidad entre el pasado reciente
Rodó, sino que llega hasta un presente en el que autores como Ernesto Sába-
to, Darcy Ribeiro, Mariano Picón Salas o Fernando Aínsa siguen dialogando
con nosotros en una tesitura humanista nítidamente entroncada con dos centu-
bre una base netamente propia. En este segundo ángulo de la cuestión, se tra-
22
José Martí: ―Nuestra América‖, en: Obras completas. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1975, t. 6, p.
18.
sino la perspectiva esencial que dirige el pensar científico. Nada tan peligroso
ese aniquilador culto a la moda que suele ser ejercido de la manera más la-
tructuración formalista del texto científico—. Esa actitud tiende a imponer una
igualación imposible de todos los discursos que dan cuenta de los resultados
investigadores:
Esta tendencia constituye una ruptura suicida con una tradición cultural com-
23
Honorio Velasco y Ángel Díaz de Rada: La lógica de la investigación etnográfica. Ed. Trotta, S.A.,
Madrid, 1997, p. 216.
disciplinaria y perspectiva omniabarcante, a la vez culturológica, ética, estética,
les en el terreno de la cultura. Pues, por esa presión globalizante que se infiltra
ficado axiológico, sin cabal estructura lógica, y, peor aún, sin perspectiva hu-
humanista, podrían recibir una evaluación positiva que atienda de modo exclu-
tiempo que señalar este grave problema, hay que subrayar que, como en tan-
na, de modo que hay que decir que la absoluta libertad del ensayo tiene ries-
24
Gino Germani: ―Prólogo‖ a: Charles Wright Mills: La imaginación sociológica. Instituto del Libro. La
Habana, 1969, p. 19.
La investigación del arte en todas sus manifestaciones diversas, exige una
imprescindible —Jean Baudrillard advierte con razón que ―[…] la obra de arte,
bos elementos no solo no es imposible, sino que resulta cada vez más apre-
miante. Hay que invocar aquí una lúcida consideración de Tzvetan Todorov:
25
Jean Baudrillard: El sistema de los objetos. Siglo XXI Ed. México, 1969, p. 91.
26
Tzvetan Todorov: Teorías del símbolo. Monte Ávila Ed., Caracas, 1991, pp. 415-416.
proceso mismo de la creación artística. Roman Jakobson —en quien está pen-
al poeta a tratar con ellos; o bien busca la simetría y se atiene a los es-
de los poetas en general. En este aspecto hay una analogía notable en-
Por estas y otras muchas razones, la investigación del arte no puede efec-
tuarse sin una sólida base metodológica. Esta noción no es nueva, y ha estado
la investigación del arte. En Cuba, por ejemplo, fue sustentada por Guy Pérez
Cisneros en 1936 —en quien, como señala con todo acierto Luz Merino Acosta,
27
Roman Jakobson: Arte verbal, signo verbal, tiempo verbal. Fondo de Cultura Económica. México,
1995, p. 67.
―se fue estructurando un pensamiento crítico‖28 que podemos reputar como per-
28
Luz Merino Acosta: ―Más vale tarde que nunca‖, en: Guy Pérez Cisneros:: Las estrategias de un críti-
co. Antología de la crítica de arte de Guy Pérez de Cisneros. Prólogo de Graziella Pogolotti. Selección y
notas de Luz Merino Acosta. Ed. Letras Cubanas. La Habana, 2000, p. VIII.
29
Guy Pérez Cisneros: ―Reflexiones sobre la crítica‖, en: Las estrategias de un crítico. Antología de la
crítica de arte de Guy Pérez de Cisneros, ed. cit., p. 248.
30
Cfr. Tzvetan Todorov: Crítica de la crítica. Ed. Paidós. Barcelona, 1991, donde, en las pp. 138-139,
este expresa: ―El ideal del crítico es el establecimiento de la verdad, en un primer sentido del término
(verdad de correspondencia, o de adecuación). Lo que la obra crítica lleva a cabo concretamente, no es la
verdad, sino la plausibilidad (o, como decíamos antes, la verosimilitud). Pero si el ideal no puede ser
alcanzado, no por ello debe dejar de actuar como principio regulador de la investigación, como el hori-
zonte que permite decidir su orientación‖.
puede la investigación del arte manifestarse en textos sobre-cargados de meta-
arte es, también, hay que subrayarlo, un arte —creación de un texto a partir de
un texto artístico—. Y su lado técnico debe estar presente como eje esencial,
pero no debe convertirse en lo más evidente: ―[…] el arte sumo está en ser tan-
to que no se le vea‖.31 En el caso de Cuba, por lo demás, sigue siendo una ac-
Cisneros, apuntase:
imagen, para convertirse luego en mirada y pasar así del arte cubano al
raya también cómo esta última puede teñirse de una cierta artisticidad —la in-
vestigación como arte—. Esta idea ha sido abordada por diversos especialis-
31
José Martí: Obras completas. Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1975, t. 13, p. 363. Esta frase del
Apóstol se refiere a la construcción del discurso oratorio, el cual está regido por una serie de reglas retóri-
cas. Por lo mismo puede aplicarse a la construcción del informe de investigación, cuya calidad no depen-
de de enunciar formalmente el aparato metodológico, sino en su empleo consecuente y esencial.
32
Graziella Pogolotti: ―Las estrategias de un crítico‖, en: Guy Pérez Cisneros: ob. cit., p. XIX.
tas, pero ello no significa que la investigación del arte sea la forma esencial de
asimilación del arte, sino una actividad operacional que, además de su compo-
nente de creatividad —de cierta ―artisticidad‖—, está también muy marcada por
estética directa:
y no solo literaria— creo, sin embargo, que dicha investigación sigue en-
elemento que tiene una determinada autonomía respecto del disfrute estético
de una obra artística, y ello ocurre, además, porque solo tiene lugar después de
una relación de percepción directa del objeto artístico por parte del investiga-
33
Gillo Dorfles: Las oscilaciones del gusto. El arte de hoy entre la tecnocracia y el consumismo. Ed.
Lumen. Barcelona, 1974, pp. 98-99.
dor, quien, entonces, procede, mediante técnicas y procesos específicos, a
Conviene a renglón seguido atender a la cuestión del arte como objeto de in-
Morawski señalar que ―La idea del arte atraviesa un período crítico‖.34 A ello se
refiere también Umberto Eco cuando, en La definición del arte. Lo que hoy lla-
mamos arte, ¿ha sido y será siempre arte?, señala algo capital:
esta dirección he sido influido por otro orden de lecturas, que aunque no
tienen demasiado que ver con la crítica yo las considero igualmente co-
tropología cultural, a los análisis «de campo» que pretendían trazar pat-
34
Stefan Morawski: ―¿Qué es una obra de arte?‖, en: José Orlando Suárez Tajonera, comp.: Textos esco-
gidos de Estética. Ed. Pueblo y Educación. La Habana, 1991, t. I, p. 3.
vez más, desde Joyce hasta la música serial, desde la pintura informal a
intervención cada vez más activa, una opción operativa por parte del lec-
La situación así descrita por Eco, exige una percepción histórico-cultural del
creativa del arte, los cuales, desde la época de las vanguardias del siglo XX, se
35
Umberto Eco: La definición del arte. Lo que hoy llamamos arte, ¿ha sido y será sie mpre arte? Ed.
Roca, S.A. Barcelona, 1990, pp. 282-283.
repetición de la diferencia) que el de representación (de lo idéntico, de lo
mismo). El arte es más simulación que imitación, se sitúa más del lado
que opone el modelo a la copia—, que del lado de la imitación de los ob-
jetos originales.36
han sido sometidos a intenso debate desde la época de las primeras vanguar-
dias, hasta el presente, en que pueden advertirse también posiciones muy con-
2004:
miento llamativo entre unas artes que pretenden levantar acta de lo real,
36
Francisco José Martínez: ―Reflexiones de Deleuze sobre la plástica‖, en: José Vidal, ed.: Reflexiones
sobre arte y estética. En torno a Marx, Nietzsche y Freud . Fundación de Investigaciones Marxistas. Ma-
drid, 1998, p. 117.
lacional, y otras que se despliegan en los predios florecientes de la vir-
te, no se resuelve solo desde los criterios que evidencian las prácticas artísti-
cas más recientes. Morawski señala otra cuestión de gran importancia para
[…] todo hecho artístico está marcado por la historia; en cambio, el histo-
riador del arte tiene que tratar, dentro de los límites de las operaciones
res del objeto. La descripción, en cambio, trae consigo, entre otras co-
37
Simón Marchán Fiz, comp.: ―Presentación‖ a: Real/Virtual en la estética y la teoría de las artes. Ed.
Paidós, Barcelona, 2005, pp. 9-10.
38
Stefan Morawski: ―La concepción de la obra de arte antaño y hoy‖, en: Stefan M orawski: De la estética
a la filosofía de la cultura. Selección y traducción del polaco de Desiderio Navarro. Centro Teórico-
cultural Criterios. La Habana, 2006, p. 151.
De su examen, Morawski deriva, de modo implícito, la interrelación inaliena-
ble entre arte y cultura, nexo que se establece a partir de las propias caracterís-
se empleen para concebir y llevar a la práctica la investigación del arte. Por eso
vos en los que el historiador del arte se remite a las mencionadas disci-
por el especialista para realizar su trabajo. La objetividad del arte, como pro-
39
Ibídem, p. 151.
ducto concreto de cierta actividad humana —individual y social—, por sí sola no
vos.40
40
Ibíd., p. 151.
Por otra parte, la problemática se agrava también por otra perspectiva, que
ha venido desarrollándose con mayor fuerza desde la segunda mitad del siglo
miento cultural del arte y de los fenómenos de recepción del arte. En tal senti-
y suficientes para que algo sea una obra de arte, sin importar ni el tiem-
po ni el lugar. No veo cómo uno pueda hacer filosofía del arte —o del pe-
Danto apunta una cuestión que refiere a la crítica de artes plásticas, pero que
41
Arthur C. Danto: Después del fin del arte. El arte contemporáneo y el linde de la historia . Ed. Paidós.
Barcelona, 1999, p. 117.
te es identificar la esencia del arte con un estilo particular —monocromo,
del arte, una vez que nos quitamos los disfraces todo el arte es esen-
Pero esa crítica, como el propio Danto identifica, tiene que enfrentarse, en la
adquirido matices muy especiales en la hora actual. Danto hace notar la nece-
sidad de
sin que nadie fuera muy consciente de que hubiese ocurrido. El Armory
42
Ibíd., p. 51.
pasado, no tiene sentido que el pasado sea algo de lo cual haya que li-
dispone del arte del pasado para el uso que los artistas el quieran dar.
por Max Ernst, pero con una diferencia. Ernst dijo que el collage es «el
Otra dimensión que es necesario tener en cuenta, tiene que ver con la rela-
ción entre el emisor artístico y sus códigos sígnicos (potenciales, abiertos, se-
específico que se adecue a la especificidad del arte, pues, como apunta Jean
Baudrillard,
Los valores / signos están producidos por cierto tipo de trabajo social.
43
Ibíd., pp. 27-28.
funde con la extorsión de la plusvalía económica y no resulta de ella
tampoco. Entre los dos, interviene otro tipo de trabajo, que transforma
bio radicalmente distinto, pero que de cierto modo produce también una
guración del poder por los signos. La dominación se halla, pues, vincula-
económico.44
albores de la década del sesenta del siglo XX, Stefan Morawski trataba de en-
contrar una definición de obra artística que superase las limitaciones de una
concepción demasiado formalizada y estatista del arte (y, con ello, naturalmen-
del arte:
44
Jean Baudrillard: Crítica de la economía política del signo. Siglo XXI Editores, México, 1977, p. 125.
Llamamos obra de arte a un objeto que posee al menos una estructura
Nótese que Morawski comienza por indicar que se trata de una ―estructura
fico —y ello es una prueba de gran calibre acerca de la multiplicidad sígnica del
relaciona con el cine, el teatro, la danza, la pintura. De aquí que Pierre Fran-
castel comente:
45
Stefan Morawsky: ―¿Qué es una obra de arte?‖, en: José Orlando Suárez Tajonera, comp.: Textos esco-
gidos de Estética. Ed. Pueblo y Educación. La Habana, 1991, p. 25.
46
Roman Jakobson subrayó: ―En arte fue el cine el que reveló con mayor claridad y énfasis a innumera-
bles espectadores que el lenguaje es solo uno de los sistemas de signos pos ibles […]‖ [Ápud František W.
Galan: ob. cit., p. 129]. Y Charles Jencks, a su vez, reflexionó sobre los lenguajes de la arquitectura [Cfr.
―El lenguaje de la arquitectura postmoderna‖, en [Gerardo Mosquera, comp.: Del Pop al Post. Ed. Arte y
Literatura. La Habana, 2993, pp. 502-512].
Hace un siglo, la historia del arte consistía ante todo en una descripción,
que, bajo formas diversas, tomó el primer lugar, desde las obras de Emi-
fía, y en esta perspectiva se tomó conciencia de que el arte era una for-
ma de lenguaje. Hoy día, parece que esa actitud, que hace del arte uno
que los historiadores del arte y los estetas hayan llegado a crear, en su
güistas.47
mática) mediante el arte, lo cierto es que la noción del arte como lenguaje, si
47
Pierre Francastel: ―Elementos y estructuras del lenguaje figurativo‖, en: Criterios. Teoría literaria.
Estética. Culturología. La Habana. No. 25-28. Tercera época. Enero de 1989-Diciembre de 1990, p. 105.
do intenso con el problema de la lectura del arte, condición indispensable para
Esta lectura del arte es, ante todo, una operación de tempo pausado, incluso
sible leer, ver una obra de arte figurativa, cualquiera que sea, en un relámpago;
afectan también, desde luego, a la crítica de arte —y, por esa vía, también a la
creación, de modo que se exige del receptor una participación activa en el en-
48
Este problema lleva implícito otro de semejante trascendencia: el problema del lector activo. Paul Ri-
coeur comenta sobre la lectura literaria algo que puede considerarse válido para todo el arte a partir de las
vanguardias del siglo pasado: ―Que la literatura moderna sea peligrosa es incontrovertible. La única res-
puesta digna de la crítica que ella suscita […] es que dicha literatura venenosa requiere de un nuevo tipo:
un lector que responda‖. Y luego agrega: ―La función más corrosiva de la literatura tal vez sea la de co n-
tribuir a hacer surgir un lector de un nuevo género, un lector que también sospecha‖ [Paul Ricoeur:
―Mundo del texto y mundo del lector‖, en: Françoise Pérus, comp.: Historia y literatura. Instituto Mora,
México, 1994, p. 233].
49
Pierre Francastel: ―Elementos y estructuras del lenguaje figurativo‖, ed. cit., p. 106.
50
Ibíd., p. 112.
frentamiento a la obra artística. Si este receptor es un profesional de la crítica e
investigación del arte, ese requerimiento se hace más fuerte. Roland Barthes lo
mente el papel del «intérprete», pues le exige ser de algún modo coautor de
se parece a una partitura de este nuevo género: requiere del lector una parti-
cipación activa. Sin duda se trata de una gran novedad, pues ¿quién ejecuta
produzca el libro=. Hoy en día, solo el crítico ejecuta la obra (admito el juego
de ponerlo en movimiento.51
sobre arte. Maurice Corvez ha desarrollado la idea de que todo cuerpo de sa-
51
Roland Barthes: ―De la obra al texto‖, ed. cit., p. 174.
dada; el pensamiento humano hunde raíces allí y reconoce en dicho espacio de
tiene que ver con la comunicación, la noción realidad social tiene más de un
manera que lo que afecta a una de ellas termina por afectar a la otra. De ahí
bién una mayor posibilidad (si bien todavía insuficiente y mediada por roles de-
que, por otra parte, cada vez más en el mundo contemporáneo, una comunica-
ción social deficiente (para un individuo, para un grupo social, para una comu-
52
Cfr. Maurice Corvez: Los estructuralistas. Amorrortu Editores. Buenos Aires, 1972.
53
Cfr. las ideas expuestas por E. Adamson Hoebel en: Hombre, cultura y sociedad. Fondo de Cultura
Económica. México, 1975.
La comunicación tiene un carácter eminentemente social (pues incluso la que
cia social, pues esa forma interior, mental, tiende a realizarse mediante un
el receptor se encuentran, por así decirlo, en una relación directa, con un sis-
inmediata de los mensajes. El dominio del código común parece constituir una
de las bases principales de la cultura que comparten; sin embargo, esta con-
ción verbal, donde tanto el emisor como el receptor poseen competencias co-
idioma. Ahora bien, aparte de ese código común, existen otros de carácter cul-
Por otra parte, el absolutismo del signo y, por ende, del código ha sido puesto
en duda con fuerza a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Umberto Eco,
estructural» es otra cosa. No sin razón, los que han deducido estas con-
por lo tanto de todo fenómeno cultural, hay un juego originario, este jue-
sino en construir modelos conceptuales que permitan un análisis del arte. Esta
[…] la obra artística no es una suma de indicios, sino un sistema, una es-
54
Umberto Eco: La estructura ausente. Ed. Lumen. Barcelona, 1999, p. 384.
55
Cfr. Emilio Garroni: Proyecto de Semiótica. Editorial Gustavo Gili, S. A. Barcelona, 1972.
ración rigurosa del análisis sincrónico y el diacrónico (histórico), muy i m-
Más aún, ahora ya resulta claro que cuando estamos ante estructuras
tal.56
los fenómenos sociales, sino a la vez la crítica normativa de estos, desde una
56
Iuri Lotman: ―Los estudios literarios deben ser una ciencia‖, en: Desiderio Navarro, comp., trad. y
prólogo: Textos y contextos I. Ed. Arte y Literatura. La Habana, 1985, pp. 76-77.
perspectiva inmanente a la misma sociedad e historia. Los pensadores de la
vo, tales como los debates científicos, las discusiones éticas, jurídicas, etc.,
que también se hallarían presentes en sus disquisiciones acerca del arte. Ade-
ción y cultura, paralelo al reto que lanza el cabal filósofo que cultiva la
cia humana. Puesto que el mundo está en este momento en una vuelta
del camino, puesto que es muy visible y dolorosa la falta de todo sentido
ción de que el mundo social, construido, fundado y dirigido por una razón cien-
ción social estaría conformada y definida como una cooperación colectiva, me-
diada por el lenguaje y la tradición compartidos. De aquí que esta escuela haya
mente humano ejercen las formas establecidas por la modernidad para la ra-
axiológico estético-moral. El lenguaje, o, por mejor decir, los lenguajes, los di-
57
Stefan Morawski: ―Las variantes interpretativas de la fórmula «el ocaso del arte»‖, en: Criterios. Estu-
dios de teoría literaria, estética y culturología. La Habana. No. 21-24. Tercera época. Enero de 1987 –
Diciembre de 1988, p. 141.
versos modos comunicativos y códigos de que dispone el ser humano, contri-
la comunicación es una condición sine qua non para que la sociedad, los gru-
mente sus problemas más acuciantes. De todo esto se deriva el porqué el pro-
mente, en buena parte de los comienzos del Tercer Milenio. Es en esta esfera
donde el arte aparece como uno de los factores culturales de mayor interés
para el pensamiento de la segunda mitad del siglo XX, y su estudio como pro-
neo no solo a reconsiderar las nociones heredadas acerca del arte —el cual,
intensificada cada vez más por ciertas zonas y matices de internet, cuestiona-
redoblada sobre el arte como lenguaje, llevó, más temprano que tarde, a perci-
bir que los significados que pueden ser construidos —según otras perspectivas,
no cualitativistas, ―recolectados‖, ―percibidos‖, ―identificados‖— a partir de la
un sentido por momentos opuestos a los que presiden la organización del dis-
curso científico —donde se procura a toda costa, aunque no siempre con éxito
te. Este hecho es, para Pierre Francastel, de capital importancia, e induce di-
ria.58
arte dentro del campo de los lenguajes, es una propuesta que, por lo demás,
58
Pierre Francastel: La realidad figurativa. Ed. Paidós Ibérica, S.A. Barcelona, 1988, p. 115.
miótica del arte, cuya existencia misma depende de que ella sea compa-
rativa.59
Una vez más ha ganado intensidad, bajo fórmulas más o menos novedosas y
expresa nada ajeno a él mismo, y aquellos para los cuales el arte tiene la fun-
dos a lo largo de la historia del arte, pueden ser aun teóricos, de manera que la
59
Hubert Damisch: ―Semiótica e iconografía‖, en: Desiderio Navarro, comp. y trad.: Image 1. Teoría
francesa y francófona del lenguaje visual y pictórico Casa de las Américas, UNEAC y Embajada de
Francia en Cuba. La Habana, 2002, p. 71.
artístico como efecto de sentido‖,60 y que asimismo aspira a asomarse al arte
La semiótica de las artes toma impulso en la idea de que una obra tiene
de que tanto la calidad estética como el juicio de valor sobre las obras
solo pueden nacer del objeto material que son las obras mismas. Una
del conocimiento. O también lo contrario: una obra está hecha como está
el lenguaje.61
arte, incluso cuando no lo asuma como aspecto central de una perspectiva de-
60
Omar Calabrese: ob. cit., p. 238.
61
Ibíd., pp. 77-78.
La perspectiva comunicacional en la investigación del arte.
Es inevitable traer a colación aquí cuestiones que aportan una serie de no-
vamente lingüísticas, como determinadas formas del arte —todas aquellas que,
segunda mitad del siglo XIX, este comienza a convertirse, con más fuerza que
Platón es solo una de las muestras—, pero a partir de las últimas décadas del
Siglo de las Luces comienza a gestarse una nueva actitud, la cual cristaliza
mo artístico, que prepararía una solución de continuidad con las futuras van-
ción sobre sus modos expresivos, preparada por Antoine y el teatro de Meini n-
Simón Marchán Fiz exclame, al abordar lo que llama el retorno del lenguaje:
poco después: ―La secuela más visible del «retorno del lenguaje» es que este
terpretación […]‖.63
occidental en el tránsito del siglo XIX al XX. Michel Foucault lo advirtió con cla-
62
Simón Marchán Fiz: La estética en la cultura moderna. Alianza Editorial, S.A. Madrid, 2000, p. 226.
63
Ibíd., p. 329.
A partir del siglo XIX, el lenguaje se repliega sobre sí mismo, adquiere su es-
pesor propio, despliega una historia, leyes y una objetividad que solo a él le
chos: al lado de los seres vivos, al lado de las riquezas y del valor, al lado de
tos propios, pero los análisis que tratan de él están enraizados en el mismo
apenas publicó sus ideas en vida: sus alumnos parecen obsesionados con la
sión que, tal vez, hubiera sido menor si el maestro ginebrino hubiera escrito y
publicado sus propias teorías. El carácter inacabado, abierto y casi ―oral‖ del
Curso de lingüística general editado por sus estudiantes, parece estimular es-
pecialmente el desarrollo de una teoría que, a una velocidad tan grande que
64
Michel Foucault: Las palabras y las cosas. Siglo XXI, Ed. México, 1999, p. 289.
ro, el Círculo de Praga, recorrienron con energía el camino en ese sentido.
actitud determinada hacia las cosas […] Pero la obra no comunica esta
De esta manera la obra de arte, no por medio del tema sino de su signi-
tino más propio de todas las artes figurativas, y no solo de estas sino de
teoría de la comunicación, la teoría del texto y la teoría del arte, que con estra-
ticos. Esta es una cuestión que atañe directamente a cualquier teoría y práctica
equilibrado:
65
Ápud Omar Calabrese: El lenguaje del arte, ed. cit., pp. 95-96.
Por ejemplo: afirmar que el arte pueda ser analizado como fenómeno
histórica de la obra y demás, la respuesta es no. Una teoría del arte so-
bre una base comunicacional no nos dice todo sobre el arte y, sobre to-
sus objetos para crear un sentido, para manifestar efectos estéticos, pa-
por la deconstrucción de los sistemas expresivos. Durante buena parte del si-
66
Ibíd., p. 14.
67
Simón Marchán Fiz, en La estética en la cultura moderna [ed. cit., p. 230] se refiere a tales esfuerzos
del artista: ―Lo cierto es que las desconstrucciones plásticas acaecidas en el espacio plástico, de Cézanne
a Matisse y el Cubismo, los desplazamientos y las condensaciones significativas de la imagen en los Su-
rrealismos, la desconstrucción y desfuncionalización de los objetos en el ready-made dadaísta o el objet-
trouvé surrealista, la invasión de las funciones autónomas de cada elemento plástico en la pintura y la
escultura abstractas, por no referirme a la apasionante aventura de la vanguardia arquitectónica y la frag-
mentación de la ciudad, son otras tantas muestras de un corte histórico y epistemológico apremiado por
este retorno del lenguaje y por los subsiguientes desdoblamientos de las fu nciones literarias o plásticas en
las diversas artes‖.
teoría del arte, se ha concentrado con más frecuencia que acierto en un intento
no muy orgánico de proyectar sobre las obras de arte las categorías y modos
diferentes y puede ser útil insistir en que esta diferencia implica otra manera de
mado tomándolo como modelo; de aquí ha derivado la convicción que han sos-
68
Pierre Francastel: ob. cit., p. 105.
tenido diversos teóricos, en cuanto a que es posible hallar en las artes, de to-
das ellas, estructuraciones sígnicas similares a las del lenguaje, es decir, len-
una doble articulación semejante a la que es típica del signo lingüístico, bus-
cando trazar una imposible comparación absoluta entre este y los signos esté-
ticos:
Las limitaciones de esta analogía lingüística son numerosas, pero, ante todo,
que tiene capacidad para analizarse a sí mismo. Por eso, la obra de arte es
tal que ni deriva del lenguaje ni es anterior al lenguaje, sino que coincide con
él.70
69
Esta tendencia es muy común y los ejemplos sobran. Es el caso de Pierre Boulez, quien en su Hacia
una estética musical [Monte Ávila Ed., 1992, p. 342], al valorar a Arnold Schönberg comenta: ―En lo que
concierne a la propia escritura instrumental, Schönberg está en la cumbre de su invención y de su origin a-
lidad: utilizando un lenguaje libre, lo organiza en función de figuras sonoras de tendencias más o menos
temáticas, sin dejar de usar a veces las formas más severas del contrapunto‖.
70
Mary Kelly: ―Contribuciones a una re-visión de la crítica moderna‖, en: Brian Wallis, ed.: Arte después
de la modernidad. Nuevos planteamientos en torno a la representación. Ed. Alcal, S.A. Madrid, 2001, p.
93.
tión no solamente de la especificidad del signo lingüístico, sino también la natu-
raleza peculiar de los distintos tipos de signos artísticos —incluido el signo lite-
texto literario se construye con un signo que, basándose sobre el signo lingüís-
tico como substancia primaria, lo convierte en materia prima con la cual se crea
Eco:
71
En su brillante estudio del Círculo de Praga, Galan se refiere a un problema que dicha escuela tuvo que
enfrentar: la potencial infinitud del lenguaje artístico, en tanto sistema abierto. Señala Galan «¿Cómo
puede haber un arte cuyo medio sea la realidad física como tal, y no los signos verbales, visuales o audit i-
vos de la literatura, la pintura o la mús ica? Una respuesta a este dilema, que todavía conduce o desvía a
algunos a negar el derecho del cine a ser un arte, se puede encontrar en san Agustín, quien también antici-
pó mucho del pensamiento semiótico moderno. Tal y como lo observó san Agustín, junto a los signos que
representan objetos, hay también objetos que pueden ser desplegados como signos» [František W. Galan:
ob. cit., p. 130].
72
Cfr. Jürgen Trabant: Semiología de la obra literaria. Glosemática y teoría de la literat ura. Ed. Gredos.
Madrid, 1975. Véase particularmente el capítulo final, dedicado al cont enido del signo estético, pp. 312-
337.
73
Umberto Eco: ―Perspectivas de una semiótica de las artes visuales‖, en: Criterios. La Habana. Tercera
época. No. 25-28. Enero de 1989 a diciembre de 1990, p. 222.
cine, la descripción y delimitación del código y sus signos todavía está necesi-
sólo los elementos fundamentales. Por otra parte, la obra artística no es mera-
solamente es una actitud muy limitada, sino que, además, puede constituir un
cuando afirma:
decir si una obra de arte es «bella»; sin embargo, dirá cómo y por qué
de que alguien le diga «bella». Y más aún: no tratará de explicar «lo que
quería decir el artista», sino, más bien, «cómo la obra dice aquello que
te, es obvio que también está excluido todo concepto idealista sobre la
74
Cfr. Algirdas J. Greimas: ―Semiótica figurativa y semiótica plástica‖, en: Desiderio Navarro, comp. y
trad.: Image 1. Teoría francesa y francófona del lenguaje visual y pictórico , ed. cit., pp. 73-98. En la p.
75, Greimas apunta: ―La teoría de lo visual —y aún más la de lo audio-visual, que no es más que una
etiqueta cómoda— dista de estar elaborada, y la semiótica visual (o la semiología de la imagen) a menudo
no es más que un catálogo de nuestras perplejidades o de falsas evidencias‖.
cado solo sea perceptible por medio de una relación espiritual casi de
crítica— del arte no solamente consiste en una descripción directa del lenguaje
presente epígrafe examina la cuestión del enfoque comunicacional del arte co-
mo una fuerte posibilidad con la cual debe contar la investigación del arte, pero
estado actual de los estudios, está muy lejos de ser definitivamente resuelta‖.77
algún modo, puede decirse que moviliza un sistema codificante —que tiene una
ciones substanciales. Empero, esto solo implica que la investigación del arte
75
Omar Calabrese: ob. cit., p. 15.
76
La función de dotar de expresión a estas zonas de silencio es uno de las posiciones teóricas q ue During
identifica en el pensamiento de Michel Foucault: ―Criticism finds a language for what is «mute» in its
objects: the reversibility of their ruptures and relations‖ [Simon During: Foucault and Literature. To-
wards a Genealogy of Writing. Routledge, Londres 1992, p. 91].
77
Ibíd.
tiene la posibilidad de ocuparse, entre otras tareas, de una elucidación del có-
ta lo antes dicho: que estos códigos no han sido descritos de una manera aca-
bada por los diferentes corpus teóricos que se han ocupado del arte como len-
lee una imagen, cómo es descifrable y cómo se puede concebir que la selec-
investigación del arte puede tener que ver, en realidad, con la diferencia esen-
cial que, durante décadas, nos hemos resistido a aceptar: que no todos los sis-
temas de comunicación tienen por qué tener estructuración similar, y que, fren-
del código, que se observa como una característica —al menos en sincronía—
78
Algirdas J. Greimas: ―Semiótica figurativa y semiótica plástica‖, ed. cit., p. 106.
Química, el hombre configura y emplea también sistemas comunicantes flexi-
esto lo que puede percibirse cuando Francastel habla de que la percepción vi-
sual es abierta y polivalente.79 Ello no significa que no sea posible ―leer‖ una
no se trata aquí de la lectura de una partitura, sino de la lectura del cuerpo vivo
tiva, y, por ende, exige estrategias ―lectoras‖ de otra índole. Si a ello se añade
la profunda ambigüedad y sugerencia que proyecta toda obra de arte, que es,
lenguaje de las distintas artes constituye un campo bien diferente al del signo
embargo, habría que decir que el arte no es sólo una realidad objetiva, un arte-
79
Ibíd., p. 109.
proceso configurante de la realidad y se recrea en esa conexión con un mundo
final, que es, al cabo, el efecto estético, las complejas interrelaciones entre el
receptor y la obra, y, por esa vía, entre el receptor y una imagen del emisor, en
tor, por otra, con la inmensidad del mundo cultural en el cual se inscribe la
senso pragmático que hace de cada locutor un co-locutor, un individuo que ―da
terminación‖ al texto artístico —concepto que va cobrando cada vez más relie-
ese texto. La Estética de la recepción, cuyas bases fueron sentadas por Hans
cia de los procesos de interpretación —en los cuales la investigación del arte
de la manera siguiente:
[…] subrayaremos que, para él, sin la actividad del receptor no hay obra,
el texto. Jauss hace una distinción entre texto y obra que, por cierto, ya
había sido hecha antes por Lotman y, con otra terminología —entre arte-
vo de la obra, sino solo como resultado del encuentro del lector o recep-
tor con el texto. Por eso plantea una cuestión fundamental: ¿cómo ha de
potencial?
Iser busca la respuesta a esta cuestión en la estructura del texto que ha-
do, en un proceso que Ingarden llama «de concreción». Por esta inde-
dado que ella entonces no tendría solo un carácter científico —en su condición
esencial de proceso investigativo—, sino que, por sus resultados —una inter-
80
Adolfo Sánchez Vázquez: ―De la Estética de la recepción a la Estética de la participación‖, en: Simón
Marchán Fiz, comp.: Real/Virtual en la Estética y la teoría de las artes, ed. cit., pp. 19-20.
la co-creación característica del arte en la contemporaneidad, donde, por una
parte, el arte adquiere una especial carga conceptual, mientras que, por otra, la
ción:
que cada descripción está basada en razones más sutiles que la simple
lo siguiente:
te.83
producido, en la segunda mitad del siglo XX, una especie de afán obsesivo por
ticos en obras que, como las de artes plásticas, habían sido más bien reacias a
81
Omar Calabrese: ob. cit., p. 41.
82
Jürgen Trabant: ob. cit., p. 40.
83
Ibíd.
la inclusión de la palabra como componente de su cuerpo estético-
obra interpone una neblina interpretativa entre ésta y el ojo: y de ese ca-
puede olvidarse que una de las diferencias fundamentales entre el texto lingüís-
tico y el texto artístico, estriba en que el texto lingüístico, para poder funcionar
84
Harold Rosenberg: ―Arte y palabras‖, en: Gerardo Mosqu era, comp.: Del Pop al Post. Una antología
sobre la plástica y la arquitectura occidentales en los últimos 25 años. Ed. Arte y Literatura. La Habana,
1993, p. 205.
socializado; la creación de signos en el campo de la lingüística es un proceso
que se produce con una relativa lentitud, donde opera un amplio conjunto de
con increíble prontitud, los códigos artísticos —más endebles por sumamente
tica de una época histórico-cultural, a la esfera del sistema codificador del arte,
que la propiedad transformativa del texto artístico se intensifica —lo cual puede
de creación artística: el trabajo con el lenguaje artístico, pues, deviene una la-
bor contra el código precedente. Ello conduce, por tanto, a que el signo artístico
85
Cfr. Iuri Lotman: Estructura del texto artístico. Ed. Istmo. Madrid, 1988, p. 76.
86
Cfr. ibíd.
artístico, que puede ser identificado como un componente general de las cultu-
vicción de que el lenguaje de una obra de arte es, ante todo, lenguaje ad hoc y,
llega a ser incluso un tema de la creación artística. Esto puede provocar una
mentales del siglo XX, en las que se ahondó el cuestionamiento tanto sobre
valores culturales como sobre los modos expresivos del arte en las sociedades
digos artísticos produjo en esos años una violenta, y a veces agresiva trans-
[...] el arte de los años sesenta y setenta, agobiado tanto por los cuestio-
dad y del lugar de ésta en un ámbito mayor, como por el vasto entendi-
miento que él posee sobre las virtudes y limitaciones del arte del pasado,
euro-occidental, por una gama de actitudes diversas. Una de ellas es la del lu-
buscado con fines paródicos o irónicos inmediatos, pero, así, llega a formar
ductores de códigos artísticos, que, desde luego, enriquecen los medios se-
87
Norbert Lynton: ―La pintura y la escultura recientes‖, en: Gerardo Mosquera, comp.: Del Pop al Post.
Una antología sobre la plástica y la arquitectura occidentales de los últimos 25 años , ed. cit., p. 79.
mióticos a disposición del arte, pero sobre la base de dinamitar los códigos
precedentes, algunos con una antigüedad más que venerable. A todo ello hay
mente desde fines del siglo XIX, llega al paroxismo en la centuria siguiente. La
en tema del arte mismo, lo cual, en realidad, es una cuestión antigua, pero que
guaje artístico (si lo hay), entendido como discurso propuesto en una obra de
arte, sólo puede descubrirse a posteriori; antes habrá que recorrer el camino
88
Cfr. Stefan Morawski: ―Las variantes interpretativas de la fórmula «el ocaso del art e»‖, en: Criterios.
Estudios de teoría literaria, estética y culturología. La Habana. No. 21-24. Tercera época. Enero de 1987
– Diciembre de 1988, pp. 123-153.
servador puede especificar en él lo que ocurre en él. La clave la darán una
serie exigua, pero importante, de casos literarios permite pensar en esa posibi-
lidad: Kafka, que escribió copiosamente y apenas publicó; Emily Dickinson que,
de hecho, tampoco se preocupó por publicar; luego, hay otros casos interme-
dios, como el del autor que escribe para un receptor único, no obstante lo cual
los términos propuestos por Jolande Jacobi—89, que puede denunciar cuál es
el sistema de pensamiento del artista más oscuro, ya que sus imágenes, sus
medio y fin (aun cuando no sea ni el único medio ni el exclusivo fin) de su prác-
tica artística. Por el contrario, el investigador del arte tiene como misión estar
89
Cfr. Jolande Jacobi: Complejo, arquetipo y símbolo. Fondo de Cultura Económica. México, 1983.
La Semiótica, en su día, abrió nuevas posibilidades para el estudio de la no-
agua), conforman la difícil estructura estética del texto artístico, el complejo en-
que responden al rejuego, al talento y los demonios del artista, son los que de-
ción y recreación. Por eso Lorenzo Vilches apunta que los textos visuales son,
material humano, que es, para la danza el cuerpo humano, para el teatro o el
canto su voz; que en este caso son materiales constitutivos primarios, más que
es decir, las múltiples y diversas versiones que los usuarios pueden hacer de
Todo ello supone que el arte, en tanto dimensión comunicativa y modos codifi-
90
Lorenzo Vilches: La lectura de la imagen. Prensa, cine televisión. Ed. Paidós. Barcelona, 1995.
91
Ibíd.
92
Cfr. Umberto Eco: Lector in fabula. Ed. Lumen. Barcelona, 1999.
bre el arte, entonces, se ve obligada a trabajar sobre esta base difícil y cam-
biante. Si bien no hay, ni puede haber, reglas fijas, de las consideraciones an-
a) Toda obra artística es un texto, es decir, una entidad semiótica de una cierta
b) Cada obra artística se relaciona con uno o varios códigos (de género, de
esos códigos y, en ocasiones, una agresión contra éstos. Ello significa tener
tácitas.
pectos del arte. El sociólogo C. Wright Mills decía en el siglo pasado, sobre la
cia de diversos estilos de trabajo en las ciencias sociales, muchos estudi osos
rada una meta forzosa, ni siquiera imprescindible. Hay que volver a Charles
ques:
93
Charles Wright Mills: ob. cit., p. 134.
modelo de investigación. ¿Qué utilidad tiene ese modelo para el trabajo
Ese trabajo filosófico es, creo yo, de alguna utilidad para los científicos
guaje con el que podemos hacer esas cosas. Pero su empleo debe ser
ningún modelo de esos. Y sobre todo, debemos tomarlo como una libe-
base signiticativa.94
Así pues, la diversidad de las artes en tanto objetos que deben ser in-
ejerza sobre el arte, con repercusiones muy negativas sobre la crítica de arte,
94
Charles Wright Mills: ob. cit. pp. 134-135.
Enfrentado a esta realidad ominosa, este libro aspira no a un eclecticis-
alcanza esta meta o no, ya es cuestión, más que de la voluntad autoral, del
puede ser adquirido. Dado que está relacionada directamente con los proce-
realice antes de que el proceso mismo tenga inicio. Se abordan aquí, de mane-
observa aún una necesidad muy grande de precisar enfoques: si por una parte
en textos de cierta afinidad con el ensayo literario, lo cierto es que los necesa-
tal sentido, se precisa una transformación de ritmo más rápido en las ciencias
humanísticas del país, para lo cual se precisa tener en cuenta una cuestión
les, en las llamadas Ciencias Naturales hace tiempo que dicho paradig-
95
Fernando Conde: ―Las perspectivas metodológicas cualitativa y cuantitativa en el contexto de la hist o-
ria de las ciencias‖, en: Juan Manuel Delgado y Juan Gutiérrez, comp.: Métodos y técnicas cualitativas
de investigación en Ciencias Sociales. Ed. Síntesis, S.A. Madrid, 1995, p. 67.
tividad científica. De la epistemología depende, en buena medida, la cientifici-
sar que existe una sola forma de investigar, una especie de patrón o panacea,
tal caso, sin embargo, no sería científica una investigación sobre la moral en
La epistemología cuantitativa.
tiene un origen muy antiguo. Lo interesante es que, contra lo que pudiera pen-
del debate inicial que se establece entre, por una parte, la aspiración a simplifi-
mismo de los hechos de la realidad. En Platón cabe situar algunos de los pri-
96
Umberto Eco: Cómo se hace una tesis. Ed. Gedisa, S.A. Barcelona, 1998, pp. 47-48.
les habría criticado el intento de Platón de reducir el conocimiento científico de
fendidas por ambos filósofos. Así desde el punto de vista del par ―sus-
cabe situar los primeros pasos del pensamiento dialéctico —más vincu-
mero de empireia como ―trato directo con las cosas‖—; Platón defiende,
ble‖.97
una lejana antigüedad griega, en la cual se sentaron las bases de las ―[...] dis-
97
Ibíd., p. 54.
perspectivas «cualitativas» y «cuantitativas»‖.98 En esta línea de desarrollo
del espacio. Euclides y la axiomática del espacio que lleva su nombre, el espa-
cio euclidiano, hasta bien entrado el XIX fue considerado por casi todos los
titativa en las ciencias (incluidas las ciencias sociales). Se hace necesario es-
perar siglos, hasta la Edad Media, para que se concretaran las condiciones
dual y dicotómico con que hasta ese momento se habían estructurado las rela-
98
Ibíd.
consolidación de la burguesía y del modo de producción por ella aportado a la
tura social definida por la burguesía resulta cuestionada con fuerza creciente.
Media, se inició el demorado proceso que hizo que emergiera una nueva clase
Obispo de París editó una carta en la cual, por vez primera en la historia de la
Iglesia se admitía el cero y la posibilidad, aunque sólo fuera como una expre-
sión más de la potencia divina, de pensar el vacío. La admisión, por parte del
99
Cfr. A. Koyré: ―Les etapes de la cosmologie scientifique‖, en: Revue de Synthèse, 1951-1952, p. 11.
fendiera una Naturaleza cualitativa y no plenamente matematizable. Koyré sub-
pacio euclidiano, el cual no tiene más dimensiones que la pura intensividad. 101
Ponderamos como ejemplo la aceptación del vacío y del cero, ya que significó
100
Ibíd.
101
Cfr. Fernando Conde: ob. cit., p. 57.
auténticamente significativas en el horizonte de la existencia humana y al per-
der de vista la realidad primaria del mundo percibido, la ciencia perdió también
ducida por Galileo a principios del siglo XVII, la geometría dejó de ser sideral,
bajó de los cielos y perdió su carácter sagrado. Una nueva perspectiva empi e-
arte, tiene una importancia fundamental el propio fracaso —por lo demás relati-
vo— del Renacimiento como etapa histórica en que la burguesía procura esca-
lar de golpe las cimas del poder y, sobre todo, imponer un nuevo modo de pro-
nal: la diferencia de dos épocas. La pintura occidental, que fue lineal du-
Aunque la línea no significa, dentro del fenómeno del estilo lineal, más
cuando el contorno, como guía de la visión, llega a ser más o menos in-
diferente, y lo primario en la impresión que se recibe de las cosas es su
aspecto de manchas.102
siglo XX, nuestra América reflexiona sobre su propia manera de creación del
Luis Borges, José Lezama Lima, Ernesto Sábato, Alejo Carpentier, Octavio
la validez del empirismo como modelo en todas las disciplinas. La gran influen-
cia de Newton —para no hablar, por lo demás, del impacto de las ideas de
102
Heinrich Wölfflin: Conceptos fundamentales en la historia del arte. Espasa-Calpe, S.A., Madrid,
1961, p. 26-27.
Leibniz— despejó el camino a la matematización del conocimiento, que habría
Muchas de las dimensiones y cuestiones situadas entre los dos polos de la di-
léctico de Marx, así como en Nietzche y Freud, en el siglo XIX, mientras que en
campo de estudio seleccionado. Ello quiere decir que la primera tarea de una
rar la marcha fuera del encuentro es un gesto muy propio del enfoque
zada, en todos los órdenes, de guerra sin guerra. Por ello, hay que seña-
103
Andrés Dávila: ―Las perspectivas metodológicas cualitativa y cuantitativa en las ciencias sociales:
debate teórico e implicaciones praxeológicas‖, en: Juan Manuel Delgado y Juan Gutiérrez, comp.: o b. cit.,
p. 76.
Por esto, en la investigación cuantitativa es necesario cumplir un algoritmo
titativo.
todos los pasos que va a seguir para obtener su objetivo‖.105 Esta actitud epis-
ducción del error antes de desarrollar el proceso investigativo. Ahora bien, esto
104
Pueden confrontarse al respecto los más variados autores. A ello se refiere, por ejemplo, Mario Bunge
en La investigación científica (Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1972), en particular en su segunda
parte, al tratar lo referente al problema y la hipótesis de investigación. Asimismo, puede encontrarse en el
libro de Claire Selltiz, Marie Jahoda, Morton Deutsch y Stuart W. Cook: Métodos de investigación en las
relaciones sociales (Ed. Rialp, Madrid, 1971), en especial en los epígrafes ―El proceso de investigación‖,
―Selección y formulación de un problema de investigación‖, ―Esquema de investigación. I. Estudios
exploratorios y descriptivos‖ y ―Esquema de investigación. II Estudios de comprobación de hipótesis
causales.‖ . Del mismo modo, así suele enfocarse también en libros de carácter más bien divulgativo,
como lo hace Felipe Pardinas en su Metodología y técnicas de investigación en ciencias so ciales. Instituto
Cubano del Libro, La Habana, 1971, capítulos 4, 5 y 6; y como lo enfoca Ricardo J. Machado Bermúdez,
en su Cómo se forma un investigador (Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1988), s egunda parte.
105
Felipe Pardinas: Metodología y técnicas de investigación en ciencias sociales. Instituto Cubano del
Libro. La Habana, p. 143.
puede significar asimismo un reduccionismo, una especie de rigidez en la per-
ción de una hipótesis. Entre las decisiones relevantes para una investi-
general de la investigación.106
sin la menor duda, el punto de partida, el cual es decisivo para toda la labor de
da, por lo que una «mala salida» [...] condiciona todo el desarrollo ulterior. En
106
Ibíd., p. 143.
tal movimiento todo se decide‖.107 Ante todo, se hace necesario comprender
claramente que la investigación cuantitativa se define ante todo por una con-
―gráficos‖. Es ésta una idea lamentablemente muy extendida y que puede dar
tende señalar una radical diferencia entre lo que de «preciso» hay en la canti-
dad, así como lo que de «impreciso» hay en la cualidad, y que una ecuación
107
Andrés Dávila: ob. cit., p. 75.
108
Ibíd., p. 70.
perspectiva cuantitativa en el campo de la investigación coincidió, durante dé-
cadas, con los primeros enfoques científicos de la significación, desde las con-
época como Charles Peirce, Ogden y Richards, John Lyons, Algirdas Julien
ción fue identificada como ―recopilación de datos‖, puesto que los datos cuanti-
ción conduce, por inevitable lógica, a concebir la matemática como una especie
signo cuantitativo.109
109
Ibíd.
cumpleaños—, constituye un error fundamental, por razones que han venido
Para Andrés Dávila toda esta concepción sobre el dato cuantitativo como único
numéricas.
gica.
dad.
110
En particular, Andrés Dávila, que se ha ocupado de este tema, subraya [loc. cit.] la importa ncia de los
estudios de J. Ibáñez: Del algoritmo al sujeto (Siglo XXI, Madrid, 1985); ―Cuantitativo / cualitativo‖ (en:
R. Reyes, ed.: Terminología científico-social. Aproximación crítica. Ed. Anthropos, Barcelona, 1988); El
regreso del sujeto (Ed. Amerinda, Santiago de Chile, 1990) y ―El debate metodológico. La «guerra»
incruenta entre «cuantitativistas» y «cualitativistas»‖ (en: R. Reyes: Las ciencias sociales en España.
Historia inmediata, crítica y perspectivas. Ed. Complutense, Madrid, 1992).
111
Andrés Dávila: ob. cit., p. 70.
Los datos no se consignan en números o palabras, sino que lo producido
je). Hay que recordar que, por otra parte, el avance tecnológico experi-
mentado en el siglo XX, ha permitido iniciar el siglo XXI con nuevos mo-
sos noéticos.
Los números nada son sin palabras, toda vez que, al fin y al cabo, los
praxis, el número debe ser comprendido como función de entes que tie-
nen que ser expresados con palabras o, al menos, con metasignos dis-
112
Ibíd. Para expresarlo de manera elemental, se puede hablar de ―diez naranjas‖, de ―diez fonemas‖, de
―diez genes‖, pero no de ―diez cincos‖, porque, en este caso, ―cinco‖ (y la morfolo gía da, en español,
buena cuenta de ello) no se está hablando de metasigno matemático, sino de las grafías que lo representan
cinco veces, y por ello se ve obligado el hablante a utilizar el plural ―cincos‖, tal como cuando un maestro
ordena: ―Escriban un cinco‖ y luego añade: ―Escriban dos cincos‖.
Es importante subrayar, pues, que lo que en el cuantitativismo es cuestiona-
única vía científica posible. Esto, en el terreno de las ciencias sociales, donde
esta postura se abrió paso quizás con más retraso que en otros ámbitos cientí-
Por ejemplo, véase la siguiente afirmación, que se trae aquí a colación como
tividad a la descripción‖.113
Ahora bien, esa consideración que, hay que insistir, es por completo susten-
Cuba‖ no difieren porque la primera tenga —como consideran los autores des-
113
Aleida Plasencia Moro, Oscar Zanetti Lecuona y Alejandro García Álvarez: Metodología de la inves-
tigación histórica. Ed. Pueblo y Educación, La Habana, 1985, p. 238.
sobre todo, porque se trata de enunciados afirmativos que utilizan signos dife-
sión ―una elevada proporción‖, sin determinación numérica y sólo como consi-
aparente precisión numérica, pero que sería muy poco confiable a partir de las
razones antedichas, incluso si se hubiese trabajado con todas las fuentes do-
y considerar que una u otra forma de expresión del dato —numérica o idiomáti-
ca— sea ―superior‖ a la otra. Sencillamente se trata de considerar que, per se,
una forma de expresar un dato no es otra cosa que eso, forma, y no puede ser
ban invadir con ellos, igualmente, el difícil campo del estudio de la cultura. Si
114
Ibíd., p. 241.
en su triple índole semántica, sintáctica y pragmática—. La intensificación del
obra, los cuales son inseparables para una concepción semiótica del signo en
mensaje que muy frecuentemente es emitido por un artista desde una época
115
František W. Galan: Las estructuras históricas. El proyecto de la Escuela de Praga, 1928-1946. Siglo
XXI Editores, México, 1988, p. 114.
tural diferente (tanto en tiempo como en espacio), incrementa la necesidad de
que la investigación de este tipo de objetos opere de una manera más flexible,
que real en una serie de tópicos—, es importante tener en cuenta los aportes
cual ya se había hecho referencia antes aquí. Lo usó con unas veinte acepcio-
nes distintas, pero tuvo una amplia recepción y ha sido constantemente em-
Kuhn, ―[…] un paradigma está formado por la amalgama de una teoría y un mé-
todo, que constituyen casi una forma especial de ver al mundo‖, 116 y un autor
una etapa histórica, es coherente, con lo cual ya aquello que resulte común de
sus ideas, será un paradigma. Kuhn expone la evolución de las ciencias natu-
rales clásicas de forma que permite percibir a toda ciencia como algo en evolu-
116
Ruy Pérez Tamayo: ob. cit., p. 236.
Los grandes cambios cualitativos son considerados como revoluciones que
funda, nunca es total, y algo del antiguo paradigma queda en el nuevo. Tam-
bién se afirma que las dos diferentes teorías o paradigmas resultan inconmen-
ciones.
cualitativo, pletórico de virtudes y novedad. Afirman que aislar una variable pa-
que abstrae elementos que se consideran esenciales para ciertos fines, pero
cuestionable utilidad, siempre será menos rico que el terreno que representa.
sitivismo, y es cierto que tienen limitaciones que en unos casos han sido supe-
ser salvados. En el caso de numerosos críticos, entre las cosas que se botan
está la Estadística, con toda la riqueza en ella depositada por muchas genera-
otra emprenderla contra toda una ciencia y el aporte que puede, y debe dar a la
humanidad. Un elemento muy criticado, es que la pretendida objetividad del
dato que buscan los que toman posturas cuantitativas en la investigación, en-
fiesta en los procesos sociales, pero también, en general, en todos los proce-
tender es evitar sesgos introducidos por los deseos, caprichos o gustos del i n-
ese tratamiento, pues se trata de datos factuales, primarios, que deben reco-
meras cosas que se hace en ellas es estimar el error probable que se está co-
metiendo. Sin embargo, debe reconocerse que inmensos logros en campos tan
mensidad de la tarea científica, que siempre consiste en lograr una mejor co-
do por el investigador para un trabajo concreto, que siempre tendrá sus bases
se estudian los entes como una totalidad, como de acuerdo con perspectivas
dad, que lo lleva a asumir —incluso en las investigaciones sociales— una acti-
hechos, teorías para abarcar las leyes dispersas en una totalidad siste-
verificaciones y deducciones.117
ción cuantitativa —aunque ello no signifique que sean los únicos utilizados—
son los que se vinculan, de un modo u otro, con los de las ciencias puras, en
117
Paul Ricoeur: Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de sentido . Siglo XXI Ed., México,
1998, p. 84.
logía, tienen gran importancia para determinar el valor de una investigación. En
la epistemología cuantitativa, por otra parte, no todas las entidades pueden ser
incluidas en una investigación: solo aquellas que cumplen una serie de condi-
segunda tiene que ver con ―[…] la posición mantenida desde los diseños cuan-
una vez que los datos se han recogido y analizado estadísticamente‖.119 Final-
novedad que resulta develada por el investigador.120 No obstante, hay que se-
118
Gregorio Rodríguez Gómez, Javier Gil Flores y Eduardo García Jiménez: Metodología de la investi-
gación cualitativa. Ed. Aljibe. Granada, 1996, p. 34.
119
Ibíd.
120
Cfr. ibíd.
En la investigación cuantitativa, el dato es un ente que corresponde a la eti-
mología del término: datum, es algo dado. Esto es, el dato cuantitativo es ―en-
Por eso suele decirse en español, como término técnico, ―recolección de da-
bajo, tal cual es, (pues el dato, en esta concepción, es ―lo dado‖) y a partir de
las que el hombre tiene acceso, más o menos directo, por vía sensorial.
cer.121
no la coloca como eje fundamental del proceso investigativo. Como señala Ma-
rio Bunge: ―El centro de la actividad cognoscitiva de los seres humanos son las
hipótesis, y no los datos. Los datos se acumulan para utilizarlos como eviden-
121
Javier Gil Flores: ―Acercamiento al concepto de dato‖, en: Análisis de datos cualitativos. Ed. P.P.U.,
Madrid, 1994, p. 13.
supone un núcleo de hipótesis […]‖.122 Los resultados de la investigación ema-
nados del análisis de los datos, deben ser verificado: para ello, la investigación
gía investigativa que se adopte. Sin embargo, hay que decir que en el marco de
que siempre y en todo tipo de investigación puedan aplicarse los mismos pa-
rámetros: un enfoque de esta índole entraña una postura por completo no dia-
122
Mario Bunge: ob. cit., p. 250.
lación hipotética, universo y muestra de que se trate; las características de mé-
un orden, que serán tanto más eficaz y válido cuanto menos se lo modifique
luego de su diseño inicial hasta la fase final de la investigación. Por ello, en una
componer de los siguientes hitos. Es lo más habitual comenzar por una fase de
cubanos en la primera mitad del siglo XX; las posibles adaptaciones del art dé-
rio— al estado del arte, o situación del conocimiento acerca de las áreas temá-
ticas antes señaladas como ejemplo. Esa fase de preparación se hace más
elemental cuando se trata tan solo de elegir entre una serie de temas de inves-
tos, etc.
existencia de esta fase, como en las demás etapas, depende de las peculiari-
yecto de la institución en general, ya sea como labor aceptada para uno o va-
caso antes citado de una mera elección sobre un listado de problemas: aun
desea investigar podría haber sido ya seleccionado por otro, y porque la deci-
que determinado tema investigativo sería más productivo si lo asume una de-
diseño del proceso, la cual incluye una selección de los investigadores que
se organiza una primera versión, pero ya más amplia, de las fuentes bibliográfi-
sión económica necesaria para realizar el trabajo, y cómo será obtenida y ad-
se realiza un corte parcial, para evaluar los datos hasta allí obtenidos. Este cor-
ración a partir de los datos recopilados: ella no será ni exhaustiva ni total, pero
que ahora se realiza desde la seguridad mayor que ofrece el análisis crítico
la fase de valoración de los datos y organización del informe final. Esta fase
incluye, de nuevo, intercambio con especialistas que son invitados a opinar so-
bre los datos obtenidos. La elaboración del informe se realiza a partir de una
selección que selecciona los aspectos más relevantes del proceso, así como
hipótesis. Esta fase termina con un cuidadoso análisis tanto de los resultados
sibilidades de aplicación si las hubiere, así como una ponderación del informe
el examen crítico del informe final, pero puede incluir una revisión de otros sec-
La epistemología cualitativa.
se daba por sentado dentro del enfoque positivista. Los métodos no son me-
ción por los métodos cualitativos implica que un conjunto de presupuestos me-
tro:124
CUANTITATIVO
condicionado.
123
Roberto Castro: ―En busca del significado: supuestos, alcances y limitaciones del análisis cualitativo‖,
en: Ivonne Szasz y Susana Lerner, compiladoras: Para comprender la subjetividad. Colegio de México,
México, 1996, p. 59.
124
Ibíd.
Caracterización Semejante a un técnico de Semejante a un narrador que
ridos para la In- equiparables a los de las des: son técnicas hermenéuti-
otra parte, subraya la posibilidad de que los fenómenos sociales sean investi-
este con los modos de actuación de las llamadas ―ciencias duras‖ o ―ciencias
del exitoso enfoque, de base positivista, que dio Ferdinand de Saussure a los
estudios lingüísticos a fines del siglo XIX—, invaden, de manera evidente o su-
brepticia, los estudios sobre cualquier forma de las artes. Este fenómeno, de
primera mitad del siglo XX: El juego de los abalorios, de Hermann Hesse, don-
nes entre las composiciones de Bach con la lógica matemática, o entre la poe-
del lenguaje del arte. Tzvetan Todorov, que ha estudiado con detenimiento la
rusos: ―La poesía no es más que un enunciado que aspira a la expresión [...] Si
―¿No podemos, por ejemplo, observar en la crítica literaria una evolución, para-
lela a la de las otras ciencias humanas, pasando del interés por la descripción
más o menos simultáneamente, en casi todos los países europeos, y que por lo
dos y cada uno de los signos que componen una obra específica, sobre todo
te saussureana, en que todo signo debe constar, como el lingüístico, de signi fi-
125
Tzevetan Todorov: Crítica de la crítica. Monte Ávila Editores, Caracas, 1984, p. 19.
126
Ibíd., p. 149.
enfoque cuantitativo (como el de cierto estudioso latinista, Duckworth, que
de arte como lenguaje integral, como mensaje comunicativo, exige sobre todo
obra de arte como integridad funcional (y no sobre todo como sucesión sígnica,
las diversas ciencias sociales (para referirnos sólo a ellas), al emplear enfoques
ción al cual los métodos deben adecuarse de manera que funcionen como
ante todo un instrumento para un fin, y no puede ser esgrimido como un molde
son filtrados por el criterio de este. Por consiguiente los resultados tienen un
otro procedimiento que se suele utilizar para lograr una búsqueda de profundi-
que sobre la entidad investigada, para verificar si, a esa diversidad responden
triangulación:
de datos en un estudio.
o evaluadores.
3. Triangulación teórica: utilizando diferentes perspectivas para in-
formar la investigación.127
entre ética y significados generados por los sujetos. Otro rasgo de la investiga-
ción cualitativa es que suele favorecer los estudios intensivos —sin exclusión
su ambiente natural.
previas. Es, sobre todo, un método para generar teorías e hipótesis, así como
127
Gregorio Rodríguez Gómez, Javier Gil Flores y Eduardo García Jiménez: Metodología de la investi-
gación cualitativa, ed. cit., p.70.
fica de antemano, sino que los instrumentos y método son conformados en la
dición.
meno cultural o artístico en su conjunto, lo cual quiere decir que aspira a una
métodos y procedimientos. Hay que regresar una y otra vez a los presupuestos
ciones.
sobre un fenómeno específico de la vida social sea realizada por los propios
los sujetos sociales realizan en sus prácticas culturales. Como señalan Strauss
propio corpus teórico sobre una práctica cultural determinada, y luego debe
en algún sentido, podrían resultar más complejas y ambiciosas que lo más co-
128
Ápud Gregorio Rodríguez Flores, Javier Gil Flores y Eduardo García Jiménez: ob. cit., p. 48.
cualitativa prioriza la atención sobre la generación de una teoría, tanto como la
si bien ello no excluye el enfoque de lo causal, pues, desde la primera mitad del
co tienen los artefactos, gestos y palabras para los grupos sociales y cómo in-
teractúan unos con otros. Desde esta perspectiva el investigador espera cons-
truir lo que los participantes ven como su realidad social‖. 130 El método de la
129
Georges Gurvitch y Wilbert E. Moore: Sociología del siglo XX. Ed. El Ateneo, Buenos Aires, 1956, t.
1, p. 106.
130
Gregorio Rodríguez Flores, Javier Gil Flores y Eduardo García Jiménez: ob. cit., p. 48.
limite siempre a esto—, en la cualitativa hay que teorizar y eso exige tener en
lidad social; pero con las categorías y los modelos, aunque nos asegu-
único y específico.131
tativa;
131
Gregorio Rodríguez Gómez, Javier Gil Flores y Eduardo García Jiménez: Metodología de la investi-
gación cualitativa, ed. cit., p. 86.
4. En las ciencias sociales la teoría es multivalente, es decir, tiene
codifica y analiza los datos para construir y desarrollar conceptos: ―Su aplica-
te dichas, primera fase efectiva para la construcción de una teoría. En una ter-
132
Ápud ibíd., p. 87.
133
Ibíd., p. 49.
rente, en el cual tengan cabida, de forma explícita o implícita, todas las catego-
rías construidas, y que, como enunciado, resulte un análogo del objeto de es-
tudio —en el caso que nos ocupa, una práctica cultural, un fenómeno artístico,
etc.—. Nótese que las cuatro etapas se agrupan en dos subconjuntos: el prime-
ción. La estrategia del muestreo teórico selecciona ―[...] nuevos casos a estu-
diar según su potencial para ayudar a refinar o expandir los conceptos y teorías
firmar la validez de una teoría sobre una práctica cultural. Se trata de confirmar
su validez en una esfera más amplia, que puede ser, por ejemplo, la de prácti-
134
Ibíd.
teorización, en cada investigación cualitativa sobre cultura y arte, estará en
cífico necesario para construir la teoría. Sin embargo, sí es posible ofrecer al-
zadora hasta el momento en que ya cuenta con todos los datos, pues ello pue-
la estructura de estos (cuál es la totalidad, cuáles son las partes de esa totali-
dad, cuáles son las relaciones entre los elementos que forman el sistema, vale
decir: a) entre las partes entre sí; b) entre las partes y las propias relaciones
que las unen; c) entre las partes y el todo; d) entre las relaciones y el todo), y,
decir, cuáles son sus supuestos fundamentales. Dichas unidades no deben ser
135
En el caso específico de la investigación del arte, Mijail Bajtín subrayaba la importancia de lo que
llama conocimiento dialógico, el cual se alcanza sobre la base de preguntas y respuestas que, muy a me-
nudo, formula un solo sujeto, en este caso el investigador; del mismo modo, al reflexionar sobre la com-
prensión, establecía dos niveles de ella; en el primero, se realiza la comprensión del significado de un
texto; en el segundo, se alcanza la comprensión de su sentido. [Cfr. Mijail Bajtín: ―Contribución a la
metodología de los estudios literarios‖, trad. de Desiderio Navarro, en: Criterios. La Habana. No. 1. Ter-
cera época. Enero-marzo de 1982, pp. 22-32]. Más adelante se volverá en el presente libro sobre la noción
de sentido.
meramente observacionales, sino conceptualizaciones que abarquen amplias
áreas del objeto estudiado. La teoría debe tener consistencia semántica y for-
psiquis según grupos etarios, etc.). Puede ser necesario reformular supuestos
bién puede ser útil definir algunos de los conceptos empleados, para que su
significado sea más preciso, sobre todo cuando se trata de conceptos objeto de
cas, estéticas, etc. Una nueva teoría puede requerir la introducción de nuevos
ilustraciones y analogías. Una nueva teoría sobre una cuestión cultural o artís-
con cuestiones parciales, y con el fin de confirmar una categoría o varias; pue-
de emplearse en cuanto a determinación de frecuencias, pero nunca este aná-
jar una imagen omniabarcante del objeto de estudio (texto nuclear), sus áreas
tos) y sus nexos con textos que no tienen directa relación de contacto con el
tativa tiende a darle un gran peso a la inducción, en la medida en que parte del
por otra parte, valora en alto grado la perspectiva holística, de modo que, en el
136
Rafael Bisquerra: Métodos de investigación cualitativa. CEAC, Barcelona, 1989, pp. 5-6.
137
Ápud Gregorio Rodríguez Gómez, Javier Gil Flores y Eduardo García Jiménez: ob. cit., p. 33.
cias, instituciones y escenarios del arte no son reducidos a variables, sino con-
siderados como totalidades que hay que aprehender en su conjunto. Una terce-
de investigación él, en tanto individuo, puede influir sobre las personas, ámbitos
interés por esa comprensión conduce a respetar las creencias, patrones axio-
diada pueden ser de utilidad, ninguna debe ser rechazada a priori desde un
Taylor y Bogdan apuntan que ―La investigación cualitativa es un arte‖. 139 Este
138
Gregorio Rodríguez Gómez, Javier Gil Flores y Eduardo García Jiménez: ob. cit., p. 33.
139
Cfr. ibíd.
creación, cuyo resultado es un metatexto —un discurso de comprensión acerca
dan permite comprender mejor qué se quiere decir con el título del presente
ángulos; una de las consideraciones más precisas es la aportada por Paul Ri-
coeur:
ciencias humanas […], en las que la ciencia tiene que ver con la expe-
140
Ibíd., p. 34.
141
Ibíd.
142
Ibíd.
143
Ibíd.
pende de la significatividad de formas de expresión tales como los sig-
que transmiten. Los otros tipos, fuentes menos directas, tales como sig-
de una vida psíquica ajena. Esta continuidad entre los signos directos e
gación cualitativa, Ricoeur tiene en cuenta tanto los documentos como los mo-
144
Paul Ricoeur: Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de sentido , ed. cit., pp. 84-85.
Arqueología del saber— en la interrelación entre documentos y monumentos.
No hay equívoco: es de todo punto evidente que desde que existe una
que querían decir, sino si decían bien la verdad, y con qué título podían
tes, auténticos o alterados. Pero cada una de estas preguntas y toda es-
pasado del que emanan y que ahora ha quedado desvanecido muy de-
descifrable.145
las ciencias humanísticas como una arqueología del saber, en los términos si-
guientes:
145
Michel Foucault: La arqueología del saber. Siglo XXI Ed. México, 1970, p. 9.
[…] la historia, en su forma tradicional, se dedicaba a «memorizar» los
blar esos rastros que, por sí mismos, no son verbales a menudo, o bien
que, allí donde se trataba de reconocer por su vaciado lo que había sido,
despliega una masa de elementos que hay que aislar, agrupar, hacer
dos, de los rastros inertes, de los objetos sin contexto y de las cosas de-
146
Ibíd., pp. 10-11.
des, está, además, muy marcada por el criterio del dato en la investigación cua-
trucción de significado. Por otra parte, el dato no resulta ser una especie de
dará lugar a un conjunto de datos [...] Desde ese punto de vista, los da-
proceso:
147
Javier Gil Flores: ―Acercamiento al concepto de dato‖, en: Análisis de datos cualitativos, ed. cit., p.
15.
A) Contenido informativo: es, desde luego, la base desde la que se opera pa-
temáticas del campo de estudio del investigador, quien, por esto, la selecciona
como útil para la elaboración de un dato. Este componente del proceso es sub-
campo de estudio, que tenga una relación (directa o indirecta) con el objeto de
mismo autor, diversos tipos de información, algunos de los cuales pueden ser
148
Miguel Martínez: Comportamiento humano. Nuevos métodos de investigación . 2da. edición. Ed. Tri-
llas, México, 1996, p. 202-203.
res, los patrones de acción y de inacción: su comportamiento o pasividad en
información en bruto son útiles o, para decirlo de otro modo, concordantes con
dos para su labor en general (elemento objetivo) para identificar (elemento sub-
formación (puede ser, desde luego, también la totalidad de ella) formarán parte
construcción del dato es, desde luego, objetiva. La variedad de modos de regis-
sido alentada por los diferentes planteamientos teóricos, según sus ex-
analizar su contenido. Este análisis tiene que realizarse de acuerdo con las ca-
tonomía que los refleje como tales (segmentos interpretativos), al soporte mate-
149
Honorio Velasco y Ángel Díaz de Rada: La lógica de la investigación etnográfica. Un modelo de
trabajo para etnógrafos de la escuela, ed. cit., p. 41.
rial de la información seleccionada. Por ejemplo, si es un registro de notas, de-
tivos. Ese mismo espacio en blanco, además, puede recoger interrogantes so-
Miguel Martínez: ―El problema más difícil que podemos plantearnos es la pre-
tante, lo cierto es que no hay ningún medio seguro para saber si una interpre-
hacer notar, igualmente, que la participación del investigador es, desde luego,
150
Miguel Martínez: El paradigma emergente. Ed. Trillas. México, 2002, p. 158. En esta misma línea se
pronuncia G. Allport en La personalidad: su configuración y desarrollo. Barcelona. Ed. Herder, 1966.
realizada por un investigador o por cualquier otro sujeto participante en una
ción es utilizada con propósitos investigativos; el dato contiene, pues, una de-
comúnmente, hay que construir en las investigaciones sobre cultura y arte. Los
gación sobre arte, los datos responden a lapsos que comprenden ya sea la
evolución de una tendencia o grupo artístico, etc. Recuérdese, ya que aquí nos
diversos teóricos del arte. Por ejemplo, Theodor Adorno consideraba en la se-
denante que, de la forma que sea, es compatible con lo singular. Los es-
siempre carácter de clase y fue por ello particular—, las obras fueron tan
bre las obras pioneras de la libertad. La copia de estilos, uno de los fe-
nómenos estéticos originarios del siglo XIX, tiene que buscar ese rasgo
ta.151
151
Theodor W. Adorno: Teoría estética. Ed. Taurus. Madrid, 1971, pp. 270-271.
Por otra parte, y desde una perspectiva diferente, hay que atender a la ob-
En este sentido, las formas no son otra cosa que sucesiones de meta-
ción de las formas en base a una lógica interior propia; pero los estilos
evolución histórica, sino, más bien, un proceso de ida y vuelta entre es-
Este ir y venir de la evolución del arte se ha hecho más tangible aún en las
artes. No en balde Gombrich, en su singular Historia del arte, aborda este tópi-
152
Omar Calabrese: ob. cit., pp. 23-24.
el imitar el mundo real. Ni tampoco es cierto, creo yo, que esta demanda
sea muy irrelevante. Porque ella proporcionó, como se ha visto aquí, jus-
cer con colores y formas. Porque incluso el artista que se rebela contra
a sus esfuerzos.
Es por esta razón que he tratado de narrar la Historia del Arte como la
hay aspecto de esa historia más maravilloso que ese —que una viviente
153
Ernst Hans Gombrich: The Story of Art. Phaidon Publishers Inc. New York, 1951, pp. 444-445 [La
traducción de la cita es de L.A.A.].
zaciones histórico-sociales, clasistas, estilísticas, y otras. Tanto los datos cons-
truidos como las interpretaciones sobre ellos, son sometidos a verificación por
fases del proceso, y no debe asumirse que solo uno de ellos es el correcto.
asumirse en una investigación dada una concepción del proceso que integre en
con un trabajo de campo que permite una construcción inicial de datos. Se par-
te del presupuesto de que, en cada situación dada, siempre será posible identi-
154
Es el caso, a nuestro juicio, del esquema propuesto por Gregorio Rodríguez Gómez, Javier Gil Flores y
Eduardo García Jiménez en su Metodología de la investigación cualitativa , ed. cit., p. 63 y sig., donde la
fase preparatoria —y la ubicación de la revisión teórica dentro de ella— concuerda, en lo esencial, con las
prácticas más comunes de corte cuantitativo. Esto ocurre por el tipo de enfoque que dichos autores neces i-
tan focalizar en el transcurso de su obra.
ficar problemas, es decir, zonas que pueden ser susceptibles de un mejor co-
puesto de que cada generación humana, por así decirlo, puede aportar cono-
cimiento sobre un determinado campo de estudio, aun cuando haya sido inves-
se propone el empleo del diálogo con expertos a lo largo de todas sus fases, y
interactúa con la familia del artista, así como con amigos y receptores no espe-
ción del campo en términos de acercamiento primario, vale decir, con una toma
de contacto con un área aun no muy definida de lo que será investigado. Hay
del siglo XIX cubano para construir datos que puedan relacionarse con una no-
enunciado tiene un mayor nivel de abstracción. Esos grupos forman las pre-
ción social; e) grupos de datos relacionados con la idea de la cultura como ins-
poco que se analice, resulta obvio que varios de estos conjuntos pre-
dad: ellos pueden constituir un grupo más extenso o categoría A, la cual puede
enunciarse como ―Cultura y sociedad‖, el cual integraría, por ejemplo, los gru-
nuevamente los datos construidos, que ahora se reducen a los vinculados con
realizado anteriormente.
hecho esto, y solo entonces, se procede a revisar el estado del arte o del cono-
nada. Por ejemplo, estudios sobre el pensamiento cultural del siglo XIX en Eu-
los investigadores. Esto es lo que permite entonces, en esta misma etapa, pro-
A pesar de que durante décadas del siglo XX se pudo presenciar una con-
Es por eso que, con el transcurrir del tiempo, la polémica inicial ha ido aqui e-
tándose, en la medida en que los partidarios de cada una de las dos posiciones
todos, procedimientos, de las dos epistemologías que durante tanto tiempo fue-
sos de tres aspectos esenciales de este tipo de estudios —la historia, la socio-
arte, las interconexiones de las diversas ramas del arte en el proceso evolutivo
155
Juan Gutiérrez y Juan Manuel Delgado: ―Teoría de la observación‖, en: Juan Manuel Delgado y Juan
Gutiérrez, comp.: Metodos y técnicas cualitativas de investigación en Ciencias Sociales, ed. cit., p. 142.
156
Alfonso Ortí: ―La confrontación de modelos y niveles epistemo lógicos en la génesis e historia de la
investigación social‖, en: Juan Manuel Delgado y Juan Gutiérrez, comp.: Metodos y técnicas cualitativas
de investigación en Ciencias Sociales, ed. cit., p. 88.
de la cultura y de las ideas estéticas, las relaciones entre arte y tecnología, arte
e ideología, arte y poder, etc., están marcados, con una evidencia tal que es
guaje, tropología de las artes, maneras de proyección del imaginario, las ape-
de arte es una entidad eminentemente sensorial, como por sus diversas fun-
mente con las distintas artes, sin contar las cuestiones referentes a las técnicas
etc. Por todo ello, tampoco la investigación del arte puede dar la espalda a los
Como toda labor científica, la investigación del arte y la cultura exige trabajar
Esto implica, desde luego, una serie de consideraciones teóricas que norman
ción efectiva, y no tanto en que su enunciado formal se ajuste, con rigidez reto-
muy especialmente, en los instrumentos (entre los cuales hay que contar
los útiles matemáticos), a los que hay que aplicar los trucos del buen ex-
campo. Las reglas y las regularidades que determinan, por decirlo de al-
tificidad, porque son percibidas por unos científicos dotados del habitus
ellas de manera sensata. Vemos que sería, sin duda, inútil preguntarse,
para actuar.
(1984) que describen el esfuerzo de los científicos por presentar sus ha-
una auténtica intención de seguir la regla. Pero ¿no puede ocurrir tam-
para «regularizarla»?157
157
Pierre Bourdieu: El oficio de científico. Ciencia de la ciencia y reflexividad, pp. 77-78.
alcanzar nivel causal—, donde se muestra que existe una determinada necesi-
en que esto afecta, el impacto negativo producido por esa carencia. Ese diag-
tuarse por medios teóricos, como cuando se critica algunos aspectos o la tota-
historia de todas las ciencias, llama la atención sobre la importancia del pen-
una vez más, que los diseños teóricos tienen una importancia metodológica,
ción, debe estar influida por sus propias realidades: en ocasiones lo relevante
gaciones sobre cultura y arte, llegar a ser también económicos—; otras veces
esté vinculado con cierta coyuntura de la actualidad, y por ello hay que insistir
en que esto nunca deberá estar constreñido por rigideces ajenas a la creativi-
dad del investigador. El papel subjetivo de este debe estar equilibrado con cri-
terios de alta objetividad, pero eso no significa que el sujeto deba quedar anu-
lado de modo aséptico. Dicho con una metáfora, la subjetividad del investigador
no es una bacteria maléfica que deba ser exterminada: ella resulta, cuando
Problema de investigación.
filosófica en su más amplio sentido, con la cual se relaciona —en tanto deriva-
decide abordarlo, como factible de ser solucionada a partir de los medios teóri-
cos y prácticos con que cuenta. Un problema científico es ante todo una situa-
ción concreta que debe ser enfrentada para mejorar un conjunto de factores en
es uno de los rasgos que definen la actividad humana como tal. En efecto, ―[…]
único que puede sentir la necesidad y el gusto de añadir dificultades a las que
tivos es una característica del ser humano. Con mayor razón, determina la
158
Nicola Abbagnano: Diccionario de filosofía. Instituto Cubano del Libro. La Habana, 1972, p. 953.
159
Mario Bunge: La investigación científica. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1972, p. 190.
problematizador par excellence, no un traficante en misterios. El progre-
del proceso científico. Una ciencia que, en un momento dado, deja de disponer
ciso citar de nuevo una idea de Mario Bunge al respecto de una cuestión esen-
está a su vez determinada por varios factores, tales como el interés in-
160
Ibíd., p. 191.
problemas científicos no son primariamente problemas de acción, sino
sa, rigurosa y tan breve como sea posible. Esta brevedad no puede ser calcu-
pero esa brevedad está en relación directa con la complejidad y alcance mismo
pensamiento, para que la actividad colectiva e individual del hombre sea más
161
Mario Bunge: ob. cit., pp. 191-192.
lo, vale decir, considerarlo nocivo para el proceso de investigación. El error es
una muy poderosa fuerza productiva, lo cual, por cierto, fue negado por mucho
tante papel social, sino a través de una larga evolución, también históricamente
tido durante siglos: la historia de las ciencias está llena de casos de este tipo.
con los que la ciencia alcanza hitos sucesivos, lo cual en ningún caso significa
aspecto del conocimiento —ya sea que forme parte del campo de acción de
162
Cfr. Nicolás Abbagnano: ob. cit., pp. 420-424.
vías para satisfacer la necesidad en cuestión, pero se vislumbra la posibilidad
sos se requiere que exista proximidad o coincidencia con algún objetivo propio
del investigador, o que le haya sido encomendado —es muy frecuente el en-
ble, no existe tema alguno en el que pueda afirmarse que se han agotado las
llo que mejor dominen —en lo que se puede constatar el peso de lo subjetivo
para abordar el intento de completar, aunque sea parcialmente, las grietas que
presentan todos los edificios teóricos elaborados por el hombre, por imponen-
tes que parezcan. Esto, por lo demás, no quiere decir que solo puede investi-
garse en un campo sobre el cual se tiene experiencia previa —esa actitud sería
pero se vería obligado, eso sí, a alcanzar una formación complementaria que le
lizada: en el siglo XXI, cada vez más la investigación tiende a ser multidiscipli-
naria. Para que un conflicto en la teoría o en la práctica pueda ser considerado
bajo —categoría que se abordará más adelante— y, por tanto, problema inves-
des.
asume una negativa actitud esquematizadora, que puede, incluso, ser asfixian-
sido abordado. Sólo en una segunda instancia conviene examinar la calidad del
ción posible que es la idea y la idea exige el desarrollo de las relaciones inhe-
debe reunir tres características básicas: ante todo, debe hacer evidente que el
sentado que dicho problema tiene una existencia real y objetiva en determina-
qué no. Comentaba C. Wright Mills: ―No supongo que alguien tenga derecho a
que requieren puede formar parte de una admirable busca de precisión y exac-
163
Nicola Abbagnano: Diccionario de filosofía, ed. cit., p. 954.
titud; también puede formar parte de una división del trabajo intelectual, de una
tan hipótesis, sino que los hechos proceden más bien a la inversa; ade-
164
Charles Wright Mills: La imaginación sociológica. Instituto del Libro, La Habana, 1969, pp. 90-91.
165
Mario Bunge: La investigación científica. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1972, p. 289.
tener un carácter científico muy problemático. La primera es tan radical como
den producir fáciles verdades, o sea, verdades tan insensibles a los de-
166
Ibíd.
ciones no especificadas, de tal modo que no pueda inferirse una variable
―[…] el modo más difundido y cándido —o perverso, según los casos— de elu-
167
Ibíd., p. 291.
168
Ibíd., p. 294.
169
Ibíd., p. 292.
mos rechazar esas conjeturas tildándolas de falsas, sino porque la expe-
teatral de José Martí fue realizada desde una conciencia profesional definida
sobre las funciones de la crítica en su época y desde una cultura escénica que
no se limitó solo al interés por el arte teatral europeo. Puede, finalmente, cons-
va. Suele haber reservas injustificadas para emplear el enunciado negativo, tal
vez por falta de hábito en las investigaciones académicas, tal vez, también,
enunciado: no debe sobrar ningún vocablo, pero tampoco debe faltar. Y, por lo
mismo, hay que reiterar que la insistencia en una brevedad a ultranza, es reto-
ricismo: el problema debe tener la extensión que su índole requiere: ni más, ni,
170
Ibíd.
tampoco, menos. Por último, un problema de investigación puede ser, de
Objeto de investigación.
to, denominado por unos objeto de estudio, y por otros objeto de investigación.
dos y técnicas que la singularizan; el dominio científico —como es, por ejemplo,
otras ciencias afines. Por eso mismo, una ciencia suele definir métodos empíri-
tanto métodos propios, como de otras ciencias a las que convoca en su ayuda
gación, vale decir, que en unas circunstancias culturales dada, no todos los
gación son objetos de estudio, y tanto unos como otros son, genéricamente, el
exacta de precisar la idea, aunque esté muy extendido hablar de objeto de es-
tudio y no constituye esto un error, como tampoco lo es, para abreviar, decir
ble, ya es una transformación, aunque esto puede implicar, además, que ese
debe solucionarse una contradicción: no debe ser tan estrecho que dificulte
Objetivo.
esencial incluso para establecer el objeto, pues precisa la parte de este sobre
tanto, la más transformada por el proceso. Esa parte del objeto es el campo, y
debe ser bien delimitada. Esto significa que el proceso de configuración —y de
un conjunto de aportes que, por una parte, son evidentes, y por la otra nunca
han sido estudiados con rigor ni han sido sistematizados. Tomar como objeto el
to sentido, muy estrecho, ya que a priori se da por sentado que la obra de dicho
maestro tiene elementos que trascienden esos límites. Sin embargo, proponer-
una manera eficaz para enfocar la atención de forma adecuada, lo que no im-
inicio en frecuentes reajustes del objeto, sería desorganizar, dificultar y tal vez
dere que son dos, o más, conviene establecer uno, de suficiente generalidad,
que los incluya y subordine, si bien, en ciertos enfoques teóricos de la investi-
sus raíces objetivas en el primer diagnóstico, externo, que muestra las fallas
los objetivos que impulsan la actividad del investigador. Los hallazgos del pri-
reajustarlo del modo más lógico posible. Una misma situación problémica, —
primera mitad del siglo XX— puede dar lugar a distintas investigaciones, ya que
Campo de acción.
Con ayuda del objeto y del objetivo puede establecerse el campo de acción,
manera, y define primero su campo, con ayuda del problema y del objetivo, pa-
trumento de trabajo del investigador. De cualquier manera, algo que debe te-
cubana. Esto no niega la necesidad de elaborar el marco teórico sin saltos, con
el fin de que se establezcan los necesarios vínculos entre la práctica más desa-
no, de que producirá determinado resultado, y esta suposición puede tener di-
ferentes grados de elaboración, desde la ingenua del hombre primitivo que imi-
taba de modo gestual-danzario o plástico a cierto animal para que esa acción
171
Es interesante constatar que: ―Una de las primeras cosas que se han de hacer para empezar a trabajar
en una tesis es escribir el título, la introducción y el índice final‖ [Umberto Eco: Como se hace una tesis,
ed. cit., p. 137]. En este momento, además, hace explícita su idea de que ya el índice provisional de una
tesis es una hipótesis, razón por la cual lo llama ―índice hipotético‖.
172
Cfr. Agustín de La Herrán, coord., Ernesto Hashimoto y Evelio Machado: Investigar en Educación.
Fundamentos, aplicación y nuevas perspectivas. Ed. Dilex, S.L. Madrid, 2005. Los autores apuntan ―En
sí, las formulaciones hipotéticas constituyen una anticipación y una tentativa de explicación provisional o
no de acuerdo con diversos factores […]‖, entre los que señalan la objetividad en la observación, la in-
formación empírica disponible y la cultura profesional y científica sustentada en la teoría‖ [p. 265].
pero su verdad puede resultar solamente de la confirmación de sus con-
secuencias.173
como base para extraer una consecuencia o para presuponer los resultados
los resultados del estudio permitirán comprobar la hipótesis como válida, o dis-
probarla, es decir, determinar que ella, de manera total o parcial, era errónea.
hipótesis fue disprobada —si fue correctamente concebido, desde luego—, tie-
damento. Asimismo, puede definirse como una proposición cuya verdad o vali-
dez no se cuestiona en un primer momento, pero que permite iniciar una cade-
173
Nicola Abbagnano: ob. cit., p. 606.
na de razonamientos que luego puede ser adecuadamente verificada. Así, un
una afirmación, sin que ésta se encuentre aún fundamentada o sea aceptada
quedar más, o menos oculta, pero, humilde y útil, siempre debe estar como
sustento del proceso investigativo al cual proporciona sustento y guía. Los ro-
favorable al marino que ignora a qué puerto se dirige. Todavía los pescadores
nocidos, rectifican su rumbo, es decir, siguen una trayectoria que sufre correc-
guiándose por supuestos que van surgiendo a lo largo del proceso y le permi-
ción del arte, esto también resulta muy válido, porque no es posible investigar
tenido una relación al menos de percepción observadora con ellos. El arte, que
ble de manera sensorial, tanto como emocional e intelectiva—, solo puede ser
investigado a partir de una toma de contacto que precede al proceso mismo de
ra náutica antes empleada, puede ocurrir que el navegante se guíe por obser-
cercanía de las costas, y a partir de ella fije el rumbo de manera que se requie-
reglas que permitan rechazar una proposición; sin embargo, aunque se realicen
quedar la posibilidad de que se elabore una prueba que permita mostrar, dentro
sus formas por sí mismas. De una, u otra manera, siempre están presentes;
menor coherencia dentro del proceso. Mario Bunge señalaba con razón:
de nuevo conocimiento.
evidencia (datos) que intenta explicar. Esto es: las hipótesis tienen un
plio de las posibles clasificaciones al afirmar que: ―Pueden existir hipótesis ba-
nocimiento, pues lo más relevante son las suposiciones que en ella se explici-
174
Mario Bunge: La investigación científica. Su estrategia y su filosofía. Ed. Ciencias Sociales. La Haba-
na, 1972, p. 249.
tan y las argumentaciones en que ella se fundamenta‖.175 Desde este enfoque,
175
Homero Fuentes González, Eneida Matos Hernández y Jorge Montoya Rive ra: El proceso de investi-
gación científica orientada a la investigación en Ciencias Sociales. Universidad estatal de Bolívar. Gua-
randa, Ecuador, 2007, p. 107.
visto, necesitarían interpretación a la luz de un cuerpo de ideas sobre el
pone a la teoría, sino que, antes bien, ambas se interrelacionan; en primer tér-
tions: a study of the function of theory, probability and law in science que una
teoría es:
que está dispuesta de tal forma que a partir de algunas hipótesis como
del nivel más bajo las que concurren solamente como conclusiones en el
inferior.177
176
Mario Bunge: ob. cit., p. 251.
177
Ápud Claire Selltiz, Marie Jahoda, Morton Deutsch y Stuart W. Cook: ob. cit., pp. 530-531.
que la teoría desempeña funciones relevantes en ambas epistemologías. Un
caciones de las hipótesis, por lo general más útiles a filósofos y analistas de las
veniente formular estas hipótesis para intentar rechazarlas, razón por las que
son designadas como hipótesis de nulidad, denotadas como Ho. Por ejemplo, si
dos con los de otro método, debidamente acreditado y aceptado por la comuni-
dos que se obtienen en el grupo experimental son similares a los del grupo de
178
Murray R. Spiegel: Teoría y problemas de Estadística. Ed. Pueblo y Educación. La Habana, 1975,
p.168.
de significación estadística). Recibe el nombre de hipótesis alternativa cual-
quiera diferente a la de nulidad, y pudiera denotarse como Ha, aunque hay au-
tores que prefieren utilizar H1. En el ejemplo anterior, pudiera usarse H1: Los
una prueba puede mostrar, con rigor, la falsedad de una suposición, mientras
que, por amplia que sea la muestra empleada, nunca garantiza de manera de-
por completo todos los tipos posibles: se trata tan solo de llamar la atención
seguras; además de contar con elementos tanto empíricos como teóricos fun-
Las hipótesis de trabajo son las que desempeñan un papel complementario, sin
179
Pablo Guadarrama: Dirección y asesoría de la investigación científica. Cooperativa Editorial Magiste-
rio. Bogotá, Colombia, 2009, p. 113
de solución y tareas parecidas. Es obvio que pruebas en contra pueden trans-
ajustan a las de tipo causal, y, por último, las que convienen más para trabajos
causas, y en este último caso se analiza cuál es el peso relativo de esas dife-
Las descriptivas indican cuáles son las premisas y requisitos, para obtener la
Las segundas pueden relacionar una o varias causas con uno o varios efectos,
mites. Esta distinción pragmática tiene una raíz ontológica: los cambios
te se llaman efectos.180
debe ser definido —sobre todo si hay distintas definiciones en el campo de una
ción para ser delimitada. En todo caso, como es obvio, todos los puntos de vi s-
180
Mario Bunge: La investigación científica. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1972, p. 339.
Al introducir la variable independiente, o al hacerla cambiar bajo control, exi s-
compleja, como se ha dicho. Son muy estrechas las relaciones entre el objetivo
con la que interesa estudiar. Suponga, por ejemplo, que se desea medir el can-
los indicadores, que se denominan en inglés como index variables, son varia-
bles que se miden para opinar sobre otras, las cuales son las que directamente
interesan. Deben cumplir con las siguientes condiciones: a) deben tener una
relación estable y precisa con la variable, o variables que interesan. (Si esta
relación ya es aceptada por la comunidad científica, hay que referir esas fuen-
Hay otro tipo de variables, que algunos llaman extrañas, y otros ajenas, y que
perturbar los resultados, y deben, por lo tanto, ser sometidas a control. Por
sensible en que los estudiantes se motiven con mayor o menor intensidad ha-
cia una asignatura —por poner un caso, Estética, cuyo alto contenido de abs-
tracciones puede ser mejor comprendido de acuerdo con la proyección del pro-
fesor—, y dicho factor personológico entonces tendría que ser tomado en cuen-
continua, en cuyo caso puede tomar cualquier valor entre dos valores dados; o
si es discreta, en cuyo caso solo puede tomar ciertos valores. Las mediciones
tigaciones. Por ejemplo, una dimensión pudiera reunir las variables fuerza, ra-
pidez y equilibrio, y otra pudiese integrar las variables expresión facial, expre-
mar un nombre adecuado, como dimensión cinética; la otra podría ser llamada
coherencia.
neral de las hipótesis basadas en una estructura donde una o varias variables
esto pudiera tener.181 Por ejemplo, una estrategia que desarrolle habilidades de
riqueza del proyecto, a un proceso de control de variables, sin que esto signifi-
hipótesis de ese tipo podría ser: un curso que ofrezca condiciones para el
181
Por sinergia se entiende un comportamiento diferente cuando partes de un sistema interaccionan, re s-
pecto a lo que ocurre cuando no lo hacen. La homeostasis es, en teoría sistémica, lo opuesto a entropía o
desorden, esto es, la tendencia al orden y la estabilidad del sistema ante influencias perturbadoras exte r-
nas.
sería necesario especificar en el enunciado de la hipótesis quiénes serían los
dinamizar el proceso.
considerarlas como una fórmula esquemática, sino como una actitud gnoseoló-
gica que sirve de punto de partida. Por eso hay que insistir en que algunas
ción, pueden surgir o modificarse hipótesis, dado que ellas son supuestos que
fico; precisar una teoría que sirva para abordar dicho problema y coincida con
la formación del investigador y establecer cuál es la parte de ese objeto que
será más transformada por el proceso investigativo (el campo). Todo ello debe
estar presidido por una categoría rectora, el objetivo general. Cuando el inves-
toma una forma diferente a la tradicionalmente utilizada por las hipótesis —pero
coincide con ella en ser un punto de inicio—, y formula un sistema tal de pre-
logra alcanzar la meta. Ese sistema de preguntas es una guía para la acción, a
dio. En este caso, deben utilizarse las preguntas requeridas para establecer
cual debe cumplir también con los elementos subjetivos y objetivos suficientes
guntas que revelen un segundo diagnóstico, esta vez más profundo, que puede
bién puede ser descriptivo —cuáles son las características (temáticas, estructu-
rales, técnicas) de un tipo de obra artística; o cuáles son los modos de recep-
etc.—. Los elementos insatisfactorios que revela este nuevo diagnóstico —qué
falta por saber, qué se sabe de manera insuficiente o mal jerarquizada, qué
aporte puede tener directo y evidente impacto en la práctica, pero hay que in-
un tercer diagnóstico, a través del cual se perciban los cambios ocurridos y los
de sus resultados.
o tareas —se emplean aquí como sinónimos—, en ciertos casos pueden mani-
expresión de las tareas. Este punto de vista metodológico suele no ser aplica-
conviene tenerlo en cuenta aquí de manera sumaria. De acuerdo con este crite-
rio, se procura que varios —podrían ser, por ejemplo, unos tres— de los objeti-
convenga incluir otro objetivo específico (tarea) en este primer capítulo, pero
resulta difícil omitir alguno de los que aquí se expresan. Según este enfoque,
en las investigaciones que incluyen tanto aporte teórico y como práctico, deben
precisarse al menos una tarea relacionada con cada uno de ellos. En tal caso,
de haber más de un aporte práctico, y entonces cada uno de ellos debería es-
tar guiado por un objetivo específico que marcara su rumbo. Las tesis doctora-
aporte teórico. Como en el caso anterior, es evidente que pueden resultar ne-
cesarios más objetivos específicos para guiar este segundo capítulo, si el apor-
te teórico tuviera más de un aspecto, o así ocurriera con el aporte práctico. Por
último, esta posición metodológica prefiere que los resultados obtenidos se ex-
tenidos, las cuales a los objetivos específicos trazados. A cada objetivo de tal
índole, responde una valoración específica (que pudiera, por modo excepcio-
estudios sobre recepción del arte, sociología del arte,182 educación artística y
182
Cfr., a manera de ejemplo: J. J. Sánchez de Horcajo et al.: Sociología del arte. Los museos madrileños
y su público. Ed. Libertarias / Prodhufi, S.A. Madrid, 1997. Esta investigación se organiza del siguiente
modo: una introducción; un primer capítulo, donde en un epígrafe se definen una serie de aspectos objeto
de estudio —arte, cultura, comunicación, público de arte, sociología del arte—, mientras en un segundo
epígrafe se centra la atención en la concepción teórica del museo. En un segundo capítulo, se dedica un
epígrafe a especificidades de los museos madrileños, y otro al análisis de los resultados de la investiga-
ción; termina con unas conclusiones. Se trata, no obstante, de una investigación cuanticualitativa, con un
enfoque cuantitativo general, y una fase cualitativa.
seriamente la calidad de la investigación. Las investigaciones descriptivas so-
cual, como se observó, refleja de modo jerárquico lineal los hitos del proceso
investigativo—, sino desde una actitud que se apoya ante todo en una perspec-
sobre un texto de cierto tipo, el cual es objeto de una clase de lectura profesio-
texto axiológico que resulte análogo del texto artístico estudiado. El investiga-
dor del arte, por tanto, crea a partir de otra creación que él procura explicar
desde una perspectiva determinada. Por eso, desde hace ya muchas décadas,
Jürgen Trabant ha escrito sobre este sentido activo y creador del investigador,
guaje: lenguaje del lector, quien de este modo da una respuesta al silen-
cio de la obra.183
potenciales y, por así decirlo, crea al público del texto. Por una parte, es
potenciales y, por así decirlo, crea al público del texto. Por otro lado, es
183
Jürgen Trabant: ob. cit., p. 321.
oportunidad de múltiples lecturas es la contraparte dialéctica de la auto-
M ateriales y métodos.
Esta parte constituye la expresión clara y detallada de las vías que serán
das, y el contexto en que se realizará este proceso, lo que ofrece una idea del
alcance del trabajo. Claire Selltiz, Marie Jahoda, Morton Deutsch y Stuart W.
dos para una investigación, apuntan que ―El lector científico necesita conocer
con mucho detalle la forma en que fue realizado el estudio‖, 185 lo cual, desde
samente científico, dado que en el informe se expresan los métodos con tanto
detalle que se puede inferir que el texto se destina a alguien que los descono-
184
Paul Ricoeur: Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de sentido, ed. cit., p. 44.
185
Claire Selltiz, Marie Jahoda, Morton Deutsch y Stuart W. Cook: Métodos de investigación en las rela-
ciones sociales. Ed. Rialp, S.A., Madrid, 1971, p. 495.
cializados y, dentro de estos, de aquellos sujetos a diversidad de puntos de
que puede exigir aclaraciones, como cuando se realice una aplicación parcial
efecto, tienen una validez tan amplia, que se relacionan con toda actividad
científica y, en ciertos casos, con el pensar mismo como función del ser social:
realizar una investigación sin que subyazgan en ella tales métodos generales.
Por eso mismo, enunciarlos es, de hecho, redundante e innecesario. Son los
pio investigador, etc.— hay que explicarlos con determinada precisión. En pri-
tienen una relación dialéctica con los métodos más generales del conocimiento;
ción de la vía más adecuada para que el investigador enfrente la solución del
ción.
sas variantes. Ignorarla, hace que el informe final carezca de información valio-
Resultados y aportes.
tituye una abstracción que revela la estructura y dinámica de una realidad com-
Aquella parte del campo de acción más inmediata al aporte, con especificación
ha sido cubierto, y constituye un nicho dentro del campo de acción donde debe
cuencia es pasado por alto por personas cuya formación teórica y, sobre todo,
lo que ha sido denominado principio holográfico, fue aportado por Denis Gabor
en 1947, y no fue sino en la década de los sesenta del siglo pasado cuando
pudo aplicarse gracias a los avances relacionados con el empleo del láser. 186
lo que, en definitiva, impactará de una u otra manera la praxis. Puede ser una
186
Miguel Martínez: El paradigma emergente. Ed. Trillas. México, 2002, p. 141.
expresado con precisión el conjunto de vínculos que une al instrumento con las
científica. En el aporte práctico resulta esencial cuáles son los aspectos que lo
cuenta una cuestión de importancia básica, dado que tiene que ver, a la vez,
opiniones del investigador. Esta es la regla cardinal del informe científico. Con-
tos incluirá y cuáles dejará fuera a la vista de los efectos que desea produ-
cir‖.187
cluidos en ellas, son los que tienen relación directa con el problema, el objetivo
da: la ética profesional más indispensable exige que se manifieste cuál de es-
187
Claire Selltiz, Marie Jahoda, Morton Deutsch y Stuart W. Cook: ob. cit., p. 497.
comprobada, mientras que es sumamente poco común encontrar investigado-
res que expongan trabajos en los que la hipótesis se dispruebe. Esto podría, en
Novedad científica.
descripción de ellos. La novedad hace resaltar esa cualidad que distingue tanto
humanísticas, vale la pena tener en cuenta lo que señala Umberto Eco: ―La
investigación tiene que decir sobre este objeto cosas que todavía no han sido
dichas o bien revisar con óptica diferente las cosas que ya han sido dichas‖. 188
Serendipia.
188
Umberto Eco: Cómo se hace una tesis, ed. cit., p. 49.
189
La carga semántica, en lengua inglesa, enfatiza el carácter agradable, útil o valioso del hallazgo, y no
menciona el posible empleo del término para descubrimientos casuales, pero desagradables.
ocupan lugar destacado en la historia de las investigaciones científicas, como
sante que sea, dado que no responde al diseño previo ni a los objetivos traza-
dos—, en modo alguno puede eliminarla, sobre todo cuando se utilizan nuevos
190
Los orígenes del término deben buscarse en un antiguo cuento persa: ―Los tres príncipes de Serendip‖,
una de cuyas moralejas puede expresarse como: si al buscar una cosa, encuentras otra mejor, concéntrate
en la segunda.
191
En cuanto a las recomendaciones que —en el caso de las tesis, pero también en los informes finales de
una investigación— suelen aparecer tras las conclusiones, es preciso tener en cuenta que —a diferencia
de lo que suele observarse en algunos trabajos académicos mal realizados — no deben ser, en ningún
caso, sugerencias para la introducción de los resultados investigativos alca nzados en una determinada
práctica. Por el contrario, las recomendaciones investigativas son una categoría profesional, y se refieren
estrictamente a la indicación de qué otras investigaciones podrían realizarse a partir de la que acaba de
concluir. Salvo excepciones muy poco frecuentes, una investigación por completo eficaz y funcional no
solo da respuesta a sus propios objetivos, sino que sugiere problemas de investigación correlacionados
con aquel al que se ha dado respuesta.
pia, por lo antes visto, no ha sido jamás, ni debe ser parte integrante de un di-
tuye un error del diseño teórico, ya que la rígida inalterabilidad del mismo du-
lo hizo, sino más bien de todo lo contrario: como síntoma de ignorancia e inex-
es una riqueza más del proceso. Esto es así porque la epistemología cuantitati-
soluta al trabajo de campo, sino que es resultado de él— o, al menos, una de-
y subordinado—.
La cuestión del método como vía —teórica y práctica— para realizar un de-
puesta mayor o menor a una necesidad social, el volumen y fuste de sus apor-
estudio, pero también por unas tendencias y una elección del investigador.
en cuanto al método, son por completo externas al sujeto que las realiza, es
va y que, en cuanto tal, tiene ciertos puntos de contacto con el arte. Cuando la
me que, por muy objetivo y racional que sea —y, en efecto, debe serlo—, inclu-
ye una fuerte carga de compromiso personal, de vocación y de subjetividad. En
esto, ya en la propia base del método —en las leyes científicas— hay
192
Iuri Borev: ―El análisis sistémico-integral de la obra artística‖, en: Desiderio Navarro, comp. y trad.:
ob. cit., p. 45.
está muy bien que sea así, porque para hacer un buen trabajo de inves-
del descubrimiento.193
Los métodos tienen que ser objeto de una consideración ensimismada por
Williams ha podido afirmar: ―La sociología de la cultura, en sus formas más re-
mo una teoría general acerca de los modos y vías para investigar un determi-
193
Daniel Bertaux: ―Los relatos de vida en el análisis social‖, en: Jorge Aceves Lozano: Historia oral, ed.
cit., p. 136.
194
Raymond Williams: ―Hacia una sociología de la cultura‖, en: Alain Basail Rodríguez y Daniel Álvarez
Durán, comp.: Sociología de la cultura. Ed. Félix Varela, La Habana, 2004, t. I, p. 79.
científica, y la filosofía de la ciencia o teoría general del proceder científico; por
ción del conocimiento —teoría y métodos— de una ciencia; esa tradición, por lo
matizada —en cada sociedad— por la propia cultura en el marco de la cual di-
logía, etc.—, las teorías y métodos —así como los desarrollos científicos— de
cada una sirven como apoyo, estímulo y parangón a las metodologías específi-
cas de otras ciencias sobre arte, en un diálogo que es mucho más intenso de lo
creer.
cual se interrelacionan una teoría —en estrecha conexión con las reflexiones
crítica del arte, como todos los demás, está históricamente condicionado:
El método de una ciencia particular lo constituyen los conocimientos pre-
los siguientes.
especiales del trabajo del actor (el método de las acciones físicas), que
195
Iuri Borev: ob. cit., pp. 48-49.
de concebir esta última categoría, es de orden lógico. En efecto, el método ti e-
directa relación —por su componente teórico— con una metodología; ello quie-
que sostiene posiciones teóricas que no concuerdan con dicho método. Dicho
ria, la recepción del texto por una época dada, las corrientes ideológicas, políti-
de la obra literaria como texto con una estructura interna, pero engarzado tam-
No es posible, desde luego, presentar en este libro todos los métodos aplica-
cho, corresponden ante todo al proceso mismo del pensamiento. Se trata, por
196
Ápud Ruy Pérez Tamayo: ¿Existe el método científico?, ed. cit., p. 231.
pectiva histórico-lógica. Son, hay que insistir, posturas cognitivas tan válidas y
alegar enfoques metodológicos tan generales, que, sin ellos, sería imposible
del componente creativo que una investigación verdadera debe poseer. Esto es
válido tanto para la construcción del informe final de una investigación, como
para su evaluación: ¿de qué vale que se declaren los métodos universales del
encima de cualquier especificación formal —y, desde luego, por sobre cual-
nea.198
El primer nivel con el que se trabaja, tiene carácter teórico metodológico pu-
ro, y en él se integran tanto una perspectiva lógica como una histórica. Es,
científico. Ante todo, tiene que observar la entidad que estudiará y establecer
sobre ella—. Consiste, pues, en una primera consideración del objeto y campo
197
Se siguen aquí, en sentido muy general, las ideas de Iuri Borev expuestas en ―El análisis sistémico
integral de la obra artística‖, ed. cit.
198
gó, de Virgilio Piñera, se trata de establecer en qué contexto será estudiada;
de Electra Garrigó, ello significa proceder a considerar, por ejemplo, las diferen-
tes obras dramáticas que, desde la Orestía de Esquilo hasta A Electra le sienta
el luto (Mourning becomes Electra), de Eugene O´Neill, pasando por las obras
Electra Garrigó tenía como antecedente (hipotexto) las tragedias griegas sobre
época en que Virgilio Piñera realiza Electra Garrigó: ¿no sería preferible incluir
Este es el nivel contactual. Este todavía es, por así decirlo, una etapa de tra-
dológico. Ahora se decide qué técnicas serán aplicadas a la entidad que será
estudiar. Estas vías son numerosas, y aquí se señalan solo algunas de las más
destacadas. En primer lugar, hay que considerar que todo fenómeno del arte —
obra, creador, período, estilo, grupo, institución, hecho de recepción, etc.— tie-
199
Iuri Borev lo llama ―acercamiento sociológico‖, ob. cit., p. 55. Pero la perspectiva sociológica puede
ser sumamente variada e, incluso, algunas de sus modalidades carecen de un perfil cultural especializado,
de modo que parece preferible denominarlo acercamiento culturológico.
la relación entre el fenómeno estudiado y la cultura o fases de ella con las cua-
Un tercer camino de acceso es el que tiene que ver no con la biografía total
movimiento, una institución del arte. Incluye una indagación sobre los propósi-
tos de esa génesis, así como la coherencia posible entre dichos objetivos y la
vivencias, del tiempo necesario para crear el ente específico que se analiza, las
son y tenía que dictar; Hermann Hesse escribe El lobo estepario luego de un
nido. Cada modalidad de arte implica, desde luego, un texto peculiar —literario,
arte a otro. Otra de las formas de acceso al ente artístico que se investigará, es
lógico, desde luego, ―[…] permite efectuar el análisis de valores del texto‖.200
dos de recepción de una entidad artística —en particular una obra, pero tam-
bién una escuela, un estilo, una institución— por una época dada en una so-
ciedad concreta. Otro modo de acceso implica asumir la entidad artística como
relaciona con otras esferas de la cultura, ya sea artística o no. Por ejemplo,
200
Iuri Borev: ob. cit., pp. 59-60.
personal del escritor Théophile Gautier, quien escribió el argumento de ese fa-
moso ballet—. Pero, asimismo, se han hecho estudios de gran riqueza —por
ejemplo, los realizados por George Thomson— sobre el testimonio que brinda
la tragedia griega sobre los grandes debates políticos de la antigua Atenas. 201
tre una entidad de arte, que corresponde, desde luego, a una sociedad o na-
ción específica, con otras semejantes de otros países. Este acercamiento con-
ses de América Latina en la primera mitad del siglo XX; o entre el desarrollo de
la danza moderna en México y Brasil en ese mismo período histórico, etc.); fi-
201
Cfr. George Thomson: Esquilo y Atenas. Ed. Arte y Literatura, La Habana, 1982.
ca del tiempo perdido, en su propia novela El recurso del método; la trova tradi-
sión a Conan Doyle, etc.). Entre las filiaciones pueden incluirse las interpreta-
y Virgilio Piñera sobre las tragedias griegas con el tema de Electra. Es posible,
la hiperbolización de ese enfoque, sin embargo, puede dar lugar a graves es-
202
Se ha empleado en estas consideraciones sobre el acercamiento comparativo, la mayoría de las ideas
básicas de Henryk Markiewicz en su ―Esfera y división de la ciencia literaria comparativa‖, trad. de De-
siderio Navarro, en: Criterios. La Habana. Tercera época. No. 3-4. Julio-diciembre de 1982, pp. 23-32.
Aunque muy a menudo aparece solapado, lo cierto es que la obra de arte —y
investigaciones sobre arte desde la segunda mitad del siglo XX: el acercamien-
que integran el texto de una obra artística. También se volverá a ello en el epí-
luego de una observación de la entidad artística que será estudiada— las vías
manera orgánica para realizar el análisis. Esa integración tiene como resultado
su eficacia.
203
Cfr. Iuri Borev: ob. cit., p. 64.
ger los datos a partir del campo de investigación; en la cualitativa, la función de
Observación.
del arte, por cuanto la lectura de textos —entendiendo esta como explicación y
suales, viso-auditivos (y por ende con ellos se vincula un buen grupo de ramas
204
Mario Bunge: ob. cit., p. 717.
to externo puede consistir en una serie de señales en un papel: la lectu-
hecho interno. Pero sea interno o externo, el objeto tiene que ser percep-
205
Mario Bunge: ob. cit., p. 727.
vez de ser presentada como una serie de curiosidades interesantes. y
permite disponer de ciertos datos, cuya valoración puede ser realizada por
esencial, tiene que ver con los componentes de la observación. Señala Bunge:
del mismo modo que tampoco la hay sin observador, humano o no.
Cuando alguien dice «x está observando» quiere decir que hay al menos
un objeto (actual o posible), y, que está siendo observado por x […]. Es-
hecho puntual, sino una secuencia, que Mario Bunge describe en síntesis: ―En
206
Claire Selltiz, Marie Jahoda, Morton Deutsch y Stuart W. Cook: ob. cit., pp. 228-229.
207
Mario Bunge: ob. cit., p. 727.
un acto de observación no es sino el último eslabón de un proceso complejo.
Ese proceso puede analizarse en los siguientes pasos: (i) tomar consciencia
del objeto, (ii) reconocer el objeto a grandes rasgos y (iii) describir el objeto‖.208
como lo es, sin la menor duda, para la educación artística, en la cual también
y social. En el campo del arte, tiene una importancia que reconocen incluso
XX:
que las conductas artísticas, las llamadas obras de arte, son fenómenos
de tipo cultural o social. No creo que se haya escrito mucho todavía so-
bre antropología del arte, pero sí parece evidente que la historia del arte
tal, mientras no trate de vincular las obras de arte, los llamados estilos
les del grupo en que tales fenómenos aparecen; solo así será posible
208
Ibíd., p. 728.
209
En su obra antológica, Herbert Read señalaba: ―La observación es casi totalmente una habilidad adqu i-
rida. Es cierto que algunos individuos nacen con una aptitud para la atención concretada y para la coord i-
nación visomanual comprendida en el acto de registrar lo observado. Pero en la mayoría de los casos el
ojo (y los demás órganos de la sensación) deben ser adiestrados, tanto en la observación (percepción de la
sensación) como en la notación‖ [Educación por el arte. Paidós. Barcelona, 1999, p. 210].
que la historia del arte pueda alcanzar el nivel de explicación y predi c-
Según sea el aspecto del arte que se analiza —obra, proceso creativo de
ella, proceso evolutivo del arte, educación artística, institución, mercado artísti-
co, etc. —, así será modelada la observación. No se observa del mismo modo
una novela que un ballet, un cuadro que una escultura, una obra musical que
una puesta en escena teatral. Por otra parte, es necesario recordar que la ob-
pero, asimismo, no constituye una meta per se, pues, como deja sentado Tzve-
son las obras literarias mismas (así como los «cuerpos» no lo son para
está hecho de categorías abstractas que uno u otro punto de vista permi-
curso científico debe dar cuenta de los hechos observados, pero su obje-
Lo que señala Todorov es vital para el resto de las artes. En efecto, la inves-
tigación del arte no puede limitarse a las descripciones, aunque pueda incluirlas
210
Felipe Pardinas: Metodología y técnicas de investigación en ciencias sociales, ed. cit., p. 63.
211
Tzvetan Todorov: Teorías del símbolo, ed. cit., p. 415.
—recuérdese la distinción de Panofsky entre iconografía e iconología, y las
dimientos de la artisticidad, de modo que, por esa vía, tiene siempre, en mayor
do con la entidad observada. De este modo, tiene en cuenta este autor las si-
decir una serie de acciones o de actos que perceptiblemente son vistos u ob-
212
Felipe Pardinas: ob. cit., p. 47.
213
Felipe Pardinas: ob. cit., p. 47
servados en una entidad o grupo de entidades determinadas‖; 214 c) observa-
Como se observó en las ideas de Bunge antes citadas se establece una dis-
contenido‖.217
214
Ibíd., p. 48.
215
Ibíd.
216
Ibíd., p. 49.
217
Giorgio Braga y Corrado Bruggi: ―Las técnicas de investigación‖, en: Francesco Alberoni, comp.:
Cuestiones de sociología. Ed. Herder. Barcelona, 1971, p. 1411.
metáfora, se trata de una especie de rejilla de categorías, a través de las cua-
218
La observación estructurada suele manifestarse también con el enfoque de la observación no partici-
pante. Véase, por tanto, lo que se apunta sobre ella más adelante en este epígrafe.
vación exógena‖.219 Este tipo de observación es muy importante para los inves-
se hace. Por eso puede hacerse una observación participante de una función
dor, pero no puede hacerse una observación participante del ensayo de una
cionarse directamente con una situación concreta: un grupo humano, una insti-
tución relacionada con el arte —museo, galería, grupo teatral o danzario, estu-
dio fílmico, etc.—, de modo que pueda constatar su praxis de modo sistemáti-
219
Juan Gutiérrez y Juan Manuel Delgado: ―Teoría de la observación‖, en: Juan Manuel Delgado y Juan
Gutiérrez, comp.: Métodos y técnicas cualitativas de investigación en Ciencias Sociales, ed. cit., p. 142.
Observación exógena es el término que usan los autores para referirse a una observación generada por
alguien que no pertenece a un grupo social determinado, pero que part icipa en él para percibir aspectos de
ese grupo o realidad.
co; puede señalarse lo mismo en relación con otro tipo de entidades de educa-
ción artística, mercadeo de arte, etc. La situación artística que se aspira a ob-
dores de significado, a través del cual se hacen objetivas ante el lector las
investigación realizada por un único ser humano, en que los datos son regi s-
trados por una persona que es la misma que, más adelante, como investiga-
220
Helia Campos Calderón, Luis Álvarez Álvarez y Lya Sañudo Guerra: Semiótica y registro en la inves-
tigación educativa. Fondo Editorial Universitario, Guadalajara, México, 2006, p. 29.
método de gran relieve. Con el registro etnográfico, la observación participante
tes plásticas, etc.)—, se requiere discernir quiénes son los participantes, qué
nexos existen entre ellos o si no hay tales; incluso, en ciertos casos, se precisa
221
Ibíd., pp. 146-147.
saber cuántos son. Este componente de la observación exige generar ciertos
ambiente incluye tanto factores materiales del espacio, como otros elementos:
actualidad, que permiten y propician una cierta interacción entre los visitantes y
tuación observada: ¿por qué se han reunido? ¿Hay una finalidad expresa, insti-
tucional, para que asistan? ¿Cómo reaccionan los participantes ante esa fina-
cisar qué hacen los participantes, si están organizados según roles —los artis-
tas, los espectadores; los galeristas, los visitantes; los promotores de una ac-
ción artística, los usuarios de ella, etc.—. Ello implica también caracterizar ha-
cia qué o hacia quiénes se orienta la conducta de los participantes, qué moda-
lidades de actividad son las de esa conducta. De acuerdo con las característi-
ción observada —si es una función única o no, si es la primera función u otra,
por ejemplo—; esto hace que cobren relieve interrogantes como cuándo se
produjo la situación, cuál fue su lapso, etc.222 Es superfluo, por cuanto aquí se
investigador es reconocido como tal por quienes van a ser objeto de observa-
da, pero no revela que lo hace en condición de tal, sino como un participante
222
Cfr. Claire Selltiz, Marie Jahoda, Morton Deutsch y Stuart W. Cook: ob. cit., p. 236 y sig. para otras
precisiones y ejemplos.
223
Ibíd., p. 240.
miento. Para tener acceso a datos íntimos, el observador se deja absorber por
el ambiente local, pero entonces este propio proceso de absorción le hace pa-
sar por alto la conducta que debería explicar […]. El observador difícilmente
puede evitar acostumbrarse al ambiente que está estudiando y, por ende, ser
ciego ante datos válidos. Puede ayudarse en algún modo simplemente siendo
que los relee, puntos en los cuales las explicaciones son débiles o en que son
oscuros o inadvertidos.224
sobre una situación dada, pero sin participar en ninguna de sus acciones o ta-
u otro modo—, y sin que el observador realice ninguna acción propia de dicho
224
Claire Selltiz, Marie Jahoda, Morton Deutsch y Stuart W. Cook: ob. cit., p. 245.
—las personas que toman parte en la situación conocen que es un investiga-
dor— o encubierta —el investigador aparece como alguien que está allí por
como una función que relaciona con regularidad unas entradas o estímulos
En la investigación del arte, hay tres tipos de investigación que resultan fun-
225
Juan Gutiérrez y Juan Manuel Delgado: ―Teoría de la observación‖, loc. cit., pp. 142-143.
démicos, cartas, informes, actas, textos de carácter exclusivamente personal,
estos tipos de documentos tiene que regirse por una lectura activa, en la cual el
las unidades mínimas del texto, desde las más elementales —nivel mínimo—
hasta las más complejas —nivel máximo—, por eso esta técnica se denomina
de una lectura top down, en la cual el observador ―desciende‖, por así decirlo,
especial. Todo este proceso suele llevar implícita una comparación —al menos
a nivel mental— entre este texto y otros diversos. La investigación del arte in-
rial para la construcción de datos acerca de una época, un grupo social, una
tema básico de un documentos o los temas básicos, y los vínculos que existen
entre ellos; determinar luego los aspectos secundarios y los vínculos entre es-
tos y los temas principales, así como las ideas más importantes del documen-
pueden obtenerse acerca del documento, pero en fuentes distintas del docu-
de artes plásticas puede encontrarse una distinción entre los estudios iconográ-
nes creativas, su trayectoria de existencia, por una parte; y, por otra, el análisis
226
Felipe Pardinas: ob. cit., p. 57.
227
Ibíd.
228
De aquí que se diseñen modelos de metodología de la investigación para formas artísticas particulares,
incluso con fines educativos en la formación universitaria. Cfr., por ejemplo, Juan Francisco Ramos Rico:
Introducción a la metodología de la investigación científica de la música . Universidad de Guadalajara.
Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño. Guadalajara, México, 1999.
servación documental la cual, en suma, es un método de gran trascendencia
dominio de las técnicas cualitativas‖.229 Al mismo tiempo, hay que señalar que
gica que recorre las ciencias sociales, la que establece la distinción entre técni-
diferencia que marca el uso de técnicas de análisis textual respecto del uso de
nes sobre arte, en las cuales, desde la observación misma, el papel, sistemati-
229
Pablo Navarro y Capitolina Díaz: ―Análisis de contenido‖, en: Juan Manuel Delgado y Juan Gutiérrez,
comp.: ob. cit., p. 177.
230
Ibíd.
a un tipo de informe final de carácter cuantitativo, constituye no solo un grave
231
Ibíd., p. 178.
232
Ibíd., p. 179.
naturaleza de los signos de que se vale la mente para entender las cosas, o
para comunicar sus conocimientos a los otros‖.233 Esta visión de Locke sobre la
de Roland Barthes:
¿Qué pueden tener en común? Por lo menos esto: son todos signos.
Cuando voy por la calle —o por la vida— y encuentro estos objetos, les
aplico a todos, sin darme cuenta, una misma actividad, que es la de cier-
libro, nos interesa más bien subrayar el modo en que el gran pensador francés
233
John Locke: Ensayo sobre el entendimiento humano. Fondo de Cultura Económica, México, 1956, p.
728.
234
Roland Barthes: ―La cocina del sentido‖, en: Alain Basail Rodríguez y Daniel Álvarez Durán, comp.:
ob. cit., t. I, p. 3.
sustenta la importancia suma del análisis de los signos, lo cual, en el terreno de
Barthes:
El mundo está lleno de signos, pero estos signos no tienen todos la bella
simplicidad de las letras del alfabeto, de las señales del código vial o de
[…].
Descifrar los signos del mundo quiere decir siempre luchar contra cierta
del sentido».235
tiva del arte, por cuanto los datos de ésta se materializan en textos de variado
las conexiones existentes entre el nivel sintáctico del texto y sus niveles se-
235
Ibíd., p. 4.
236
Pablo Navarro y Capitolina Díaz: ob. cit., p. 180. Cfr. asimismo Gonzalo Abril: ―Análisis semiótic o
del discurso‖, en: Juan Manuel Delgado y Juan Gutiérrez, comp.: ob. cit., pp. 431-433, donde se comenta
denamiento que, en Lingüística, es objeto de estudio de la sintaxis como disci-
total del texto, cuya definición es un concepto clave en el enfoque semiótico del
ción su coincidencia (lo que no siempre significa derivación) con los co-
jante punto de vista considera toda obra de arte —también la obra arqui-
él.237
la ―interpenetración de los tres órdenes de regularidad semiótica , que son, en efecto, órdenes distintos,
pero a la vez interdependientes‖ [p. 432].
237
Mieczysław Porębski: ―Semiótica e icónica―, en: Criterios. La Habana. No. 32. Cuarta época. Julio-
diciembre de 1994, p. 275.
No es difícil comprender que pueda hablarse de sintaxis en la literatura —
cuya sustancia lingüística impone una organización sintáctica per se—, la mú-
rin:
ción del espacio del cuadro dada por entero, aunque siempre esté disi-
238
Cfr. Eero Tarasti: ―Sobre las estructuras elementales del discurso musical‖, en: Criterios. La Habana.
Cuarta época. No. 31. Enero-junio de 1994, p. 177, donde su autor señala: ―el análisis paradigmático no
prestaba atención a la característica fundamental de la semiótica musical, que es la de ser kinésica, ene r-
gética y transcurrir en el tiempo‖.
239
Véase cómo la definición de signo arquitectónico puede exigir una consideración sintáctica: ―El signo
arquitectónico es un signo icónico tridimensional, habitable y vivible, a través de relaciones inter e intra -
espaciales. Su articulación monta mensajes que dependen de un código (como competencia ) y de un sig-
naje (como desempeño): esa articulación sintáctica implica a su vez un léxico variable y reducible a ele-
mentos-tipo (por ejemplo, son muchas las variedades del elemento-tipo columna), que se relacionan por
parataxis o coordinación, según la característica común a todos los códigos icónicos, que son códigos
analógicos‖ [Décio Pignatari: Semiótica del arte y de la arquitectura. Ed. Gili, S.A. México, 1986, p.
112].
cesivo de los gestos pictóricos que reposa en forma de huellas, sedi-
vel sintáctico del texto y sus niveles semántico y pragmático. Esas meto-
perficial que el texto adopta. Más que analizar los textos, las metodolo-
—nivel sintáctico—, por una parte, y, por otra, la estructura de los significados
240
Louis Marin: ―Elementos para una semiología pictórica‖, en: Desiderio Navarro, c omp. y trad.: Image
1. Teoría francesa y francófona del lenguaje visual y pictórico. Casa de las Américas, UNEAC, Embaja-
da de Francia en Cuba. La Habana, 2002pp. 21-22.
241
Ibíd.
dole se procede a una interpretación del texto en su totalidad. De acuerdo con
todología concreta del AC— de la teoría interpretativa que debe producir los
especial valor en la investigación de obras de arte en las que subyace una es-
242
Ibíd., p. 181.
243
Cfr. Jonathan Culler: ―La semiótica como una teoría de la lectura‖, en: Criterios. La Habana. No. 5-12.
Tercera época. Enero de 1983 – diciembre de 1984, pp. 57-89. Culler apunta que una semiótica enfocada
a la lectura se ocupa de la inteligibilidad de las obras literarias, lo cual, como se comentó, podría hacerse
extensivo a toda obra de arte. Así, esta semiótica estudiaría los modos en que los textos artísticos prod u-
cen sentido, e igualmente los modos en que los receptores producen sentido a partir de dichos textos.
suntamente justificadas, a encadenamientos más o menos estereotipa-
cluido Roland Barthes— han tenido una amplia aplicación en diversas clases
Del mismo modo, el concepto de cuadrado semiótico, en tanto análisis que or-
se que comienza a ser elaborado desde la primera mitad del siglo XX, y más
Anne Übersfeld. El modelo actancial tiene como finalidad determinar tanto las
244
Ápud Victorino Zecchetto, coord.: Seis semiólogos en busca del lector. Saussure, Peirce, Barthes,
Greimas, Eco, Verón. Ed. Ciccus – Ed. La Crujía. 2da. ed. Buenos Aires, 2002, pp. 133-134.
245
Cfr. Emilio Bejel y Ramiro Fernández: La subversión de la semiótica. Análisis estructural de textos
hispánicos. Ed. Hispamérica. Gaithersburg, 1998, en particular pp. 195-242.
246
Cfr. Eero Tarasti: ―Sobre las estructuras elementales del discurso musical‖, en: Criterios. La Habana.
No. 31. Cuarta época. Enero – junio de 1994, p. 179 y sig. Este musicólogo señala: ―La descripción de la
significación musical no puede ser dada por la simple observación de los rasgos formales del significante,
porque el estilo particular de la obra es influido también por los semas que implica su estructura de supe r-
ficie, aquellos que no están presentes en la manifestación, pero que el oyente deduce a partir de esa e s-
tructura de superficie‖.
247
―Las funciones dramáticas de Souriau se definen como fuerzas estructurales simples, capaces de e n-
carnar en un personaje, o integrarse como parte de un personaje, o aparecer como parte de varios persona-
jes a la vez‖ [Emilio Bejel y Ramiro Fernández: ob. cit., p. 123].
Su empleo ha sido más frecuente en estudios narratológicos y dramatúrgicos,
suma, el modelo actancial proporciona una nueva visión del personaje. Este
obra.
2. extraer los verdaderos protagonistas de la acción, reagrupando o desmul-
temporalización y espacialización.
cepción cualitativa del dato. El investigador del arte, menos que cualquier otro,
rio para interpretar los datos —los cuales, en la investigación cualitativa, son
menéutica de sentido» puede, sin embargo, entenderse como una función ab-
248
Cfr. Patrice Pavis: Diccionario del teatro. Dramaturgia, estética, semiología . Ed. R. La Habana, 1988,
t. 1, p. 13.
249
Jürgen Trabant: Semiología de la obra literaria. Ed. Gredos. Madrid, 1975, p. 333.
expresándolo en nuestro caso con términos glosemáticos, «manifestación» de
la «significación» del texto‖.250 Por su parte, Michel Foucault la define con énfa-
que permiten que los signos hablen y nos descubran sus sentidos; llamamos
están los signos, definir lo que los hace ser signos, conocer sus ligas y las le-
nada del arte, y que no son válidas para otra. De modo que es preciso aceptar
250
Ibíd., p. 337.
251
Michel Foucault: Las palabras y las cosas, ed. cit., p. 38.
creadora individual: la obra. Es un procedimiento específico de penetra-
túa siempre respecto a esta como una fuerza antidoctrinaria, puesto que,
ción muy general de hermenéutica aportada por Wilhelm Dilthey: ―La compren-
pretación correcta; en cambio, poseen, por una parte, valor heurístico y motiva-
dor, y, por otra, valor falsificante. Pueden servir tanto para argumentar en apo-
252
Janusz Slawinski: ―Sobre los problemas del «arte de la interpretación»‖, en: Criterios. La Habana. No.
13-20. Tercera época. Enero de 1985 – diciembre de 1986, p. 141.
253
Ápud Henryk Markiewicz: ―La interpretación semántica de las obras literarias‖, en: Criterios. La Ha-
bana. No. 13-20. Tercera época. Enero de 1985 – diciembre de 1986, p. 120.
yo de determinadas afirmaciones interpretativas, como para echarlas abajo‖.254
intuitivo de la obra, que constituye tanto el punto de partida del trabajo investi-
del texto artístico considerado como entidad autónoma. Sin embargo, la reali-
acuerdo con la ―[…] corriente, género, visión del mundo, o ejemplificar en ella
254
Ibíd., p. 135.
255
Ibíd., p. 122.
256
Ibíd., p. 123.
La esfera de influencia de las unidades significativas del texto (de los signifi-
sos. Incluso, hay técnicas en las que confluyen más de una perspectiva de aná-
257
Lajos Nyíró: ―Sobre el significado y la composición de la obra‖, en: , en: Criterios. La Habana. No.
13-20. Tercera época. Enero de 1985 – diciembre de 1986, p. 163.
258
Pero también este enfoque ha sido aplicado a otras artes, incluso a una tan poco figurativa y escas a-
mente narrativa como la música. Eero Tarasti, por ejemplo, afirma: ―En la música romántica, el tema
puede funcionar justamente como una especie de actante en la composición. Así, en las sonatas, los dife-
rentes temas funcionan como «actantes» musicales cuya función está representada por las apariciones, las
transformaciones y las modulaciones de los temas. Se dice que los temas de las sonatas de Mozart re s-
ponden a las estructuras de actantes dramáticos de sus obras‖ [Eero Tarasti: ob. cit., p. 181].
determina una serie de acciones. Un actante se concibe —para emplear un
mas, por ejemplo, hay cinco funciones obligatorias —sujeto (deseoso), objeto
deseado, árbitro del deseo, destinatario del deseo y oponente del sujeto—, una
función que puede estar presente o no —el ayudante del sujeto—. El modelo
deseado
que el sujeto debe vencer para progresar. Se trata del eje del desear‖. 259 El
controla los valores y por tanto la ideología. Este eje decide la creación de valo-
res y deseos y su distribución entre los personajes. Se trata del eje del poder o
eje del saber o eje del poder— (Ayudante – Sujeto - Oponente) ―[…] facilita o
259
Patrice Pavis: ob. cit., t. 1, p. 14.
260
Ibíd.
impide la comunicación. Produce las circunstancias y modalidades de la ac-
subraya que ―[…] solo se puede tener una filosofía de la cultura por medio de la
261
Ibíd.
262
Mauricio Beuchot: Hermenéutica, lenguaje e inconsciente. Universidad Autónoma de Puebla. Puebla,
1989, p. 35.
ñanzas del psicoanálisis, Ricoeur ya no la ve como ciencia sino como
cés: ―Para dar coherencia y unidad a estas manifestaciones dispersas del sím-
bolo, lo defino mediante una estructura semántica común, la del doble sentido.
sentido, no conforme con designar una cosa, designa otro sentido que no po-
te puntualiza:
por referencia al acto de interpretación. Diré que hay símbolo allí donde
263
Ibíd., p. 39.
264
Paul Ricoeur: Freud: una interpretación de la cultura. 9ª ed. Siglo XXI Ed. México, 1999, p. 18.
265
Ibíd., pp. 19-20.
Uno de los efectos del símbolo, sin la menor duda, es que proyecta una es-
una manera especial, con la función del signo, tal como lo analiza Tzvetan To-
dorov:
símbolo (que, por consiguiente, lo especifica), podemos decir que los es-
el siglo XX el arte se ha dirigido más —en todas sus ramas— hacia un énfasis
conceptual que exige una labor interpretativa del receptor, de quien se espera
no solo una participación muy activa en este sentido, sino, incluso, una cocrea-
ción. Umberto Eco, a la vez semiólogo y novelista, valora en tal sentido sus
266
Tzvetan Todorov: Teorías del símbolo, ed. cit., pp. 9-10.
motivos para titular así El nombre de la rosa, su célebre novela, cuya denomi-
del lector:
Un autor que titula su libro El nombre de la rosa, tiene que estar preparado
para todo. En Por qué «El nombre de la rosa» escribí que solo había escogi-
do ese título para dejar libre al lector: ―La rosa es una figura simbólica tan
que vive lo que viven las rosas, la guerra de las dos rusas, una rosa es una
rosa es una rosa es una rosa, los rosa-cruces, agradecido por las magníficas
rosas, rosa fresca olorosísima…‖. Además de eso, alguien descubrió que al-
que tomé prestado el hexámetro stat rosa prístina nomine, nomina nuda te-
nemus, decía Roma prístina nomine —que conceptualmente era más cohe-
rente con el resto del poema, que habla de Babilonia perdida—, mientras
que rosa parece ser la elección preferible. Con todo es interesante pensar
que, si me hubiese aparecido bajo los ojos una versión alternativa, el título
Siendo sus orígenes tan antiguos que remontan a la antigua Grecia, la her-
267
Umberto Eco: Os limites da interpretação. DIFEL. Lisboa, 2004, pp. 132-133. La traducción del
portugués es de L. A. A.
en el Renacimiento, ha experimentado un intenso despliegue a partir del pen-
quecida por una serie de pensadores a lo largo del tiempo, entre ellos Aristóte-
posible detallar aquí los aportes de cada uno. Sin embargo, vale la pena seña-
lar que Schleiermacher apuntó que todo texto escrito requería una interpreta-
ción, mientras que Dilthey proyectó esa posibilidad hasta decir que toda expre-
a su vez, consideró que el ser humano es, por naturaleza, un ser que interpre-
Paul Ricoeur: ―Cada término del par representa allí un preciso e irreductible
268
Paul Ricoeur: Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de sentido , ed. cit., p. 84.
nentes y los vínculos de causalidad. Dilthey considera que las ciencias sociales
como una unidad dialéctica compleja. De este modo, este pensador considera
269
Ibíd.
270
Miguel Martínez: Comportamiento humano. Nuevos métodos de investigación . Ed. Trillas, México,
1997, p. 125. Una visión diferente, y también de gran interés, sobre la relación entre comprensión y expli-
cación ha sido trabajada por el Dr. Homero Fuentes González, en su tesis para optar por el Doctorado en
Ciencias: ―La concepción científica holística configuracional. Una alternativa en la co nstrucción del co-
nocimiento científico. Su aplicación en la formación de los profesionales de la Educación Superior en la
contemporaneidad‖. Santiago de Cuba, 2009, t. I, p. 111 y sig. En esta obra, Fuentes González enfoca
ambas categorías como un par dialéctico, así como un eje mediador entre la observación y la interpret a-
ción.
271
Cfr. Paul Ricoeur: Teoría de la interpretación. Discurso y excedente de sentido , ed. cit., p. 86. Allí
señala: ―Así, el término «interpretación» puede ser aplicado, no a un caso en particular de comprensión, el
realizarse a partir de una previa explicación, es decir, de una descomposición
de que se trate, los cuales puedan ser utilizados para la comprensión del con-
tenido del texto y, por tanto, que sirvan para la interpretación eficaz de este. Se
un texto no es algo que estaría localizado dentro del texto en cuanto tal,
sino fuera de él, en un plano distinto en relación con el cual ese texto de-
de las expresiones escritas de la vida, sino al proceso completo que engloba la explicación y la compre n-
sión‖.
mático. Cuando se trata de textos —lenguaje verbal escrito—, el ni vel
entre el nivel sintáctico —en sentido lato— de ese texto y sus referencias
semánticas y pragmáticas.272
que se instala como un puente metodológico entre el texto, por una parte, y el
272
Pablo Navarro y Capitolina Díaz: ob. cit., pp. 179-180.
interpretación debe ser concordante con los resultados (explicación) del análi-
que favorece que la interpretación sea lo más objetiva posible. De aquí que la
do aún una de las mejores. Distinguía como primer tipo las explicaciones
tercer tipo serían las explicaciones teleológicas, es decir, «las que mues-
que se trate —pues la diversidad textual enmarca cada texto en una tipología y
una teoría del drama; el texto cinematográfico, con una determinada teoría del
273
Honorio Velasco y Ángel Díaz de Rada: ob. cit., p. 57.
cine, etc.—. Es por ello que, por otra parte, un análisis de contenido, al trabajar
mentos que no hayan sido considerados por una teoría específica, dado que (y
mismo del realidad objetiva artístico-cultural y, por ende, de los textos en que
en tal caso, la teoría específica prevista para analizar un texto, no coincidir ca-
sólo del corpus textual, sino también de los resultados aportados por el
análisis de contenido operado sobre éste. Así, el uso del análisis de con-
274
Pablo Navarro y Capitolina Díaz: ―Análisis de contenido‖, en: Juan Manuel Delgado y Juan Gutiérrez,
comp.: ob. cit., p. 181.
A partir de las ideas que se han venido examinando, una concepción más
texto dado, se dirige a construir otro texto; este segundo texto —que en rigor es
formada. Este ―metatexto‖ —que no tiene por qué tener una forma estric-
te con éste. El resultado es una doble articulación del sentido del texto, y
del proceso interpretativo que lo esclarece: por una parte, ese sentido
El enfoque icónico presenta —además de, hasta ahora, una mayor inde-
cluye otras unidades que interesan a la icónica, y no tan solo el texto artístico
275
Ibíd., p. 181.
Porque parte de que la obra es algo más que un texto: es una imagen
que sus contextos señalan. Es, además, una imagen-huella del complejo
subtextuales.276
manera —que mantiene una relación de referencia mayor o menos con un ob-
jeto de la realidad—, la indirecta, que este autor atribuye a los textos literarios,
de arte no literarias; el teatro —en particular a partir de las vanguardias del si-
glo pasado— suele apelar con énfasis a la capacidad del receptor para cons-
276
Mieczysław Porębski: ob. cit., pp. 275-276.
proyección de la imagen está en dependencia tanto de la estructuración de los
componentes del texto —lo que un enfoque semiótico asume como específi-
camente sintáctico—, sino también una serie de factores que toman parte —
nico, sin dejar de tener en cuenta elementos del análisis semiótico, se ocupa de
formación del significado en una obra artística, lo cual constituye ―[…] una esfe-
logía junto con el material sustancial propio de ella, la elección de una morfolo-
gía que decide tanto sobre la articulación del texto como sobre la coloración
cualitativa del mismo, y la elección de una poética, que decide sobre el carácter
de análisis que aspira a ir más allá del texto específico de la obra de arte —su
decirlo en términos semióticos— los textos que subyacen bajo aquel, vale de-
cir, los subtextos —artísticos, pero también culturales en sentido amplio, lo cual
277
Cfr. ibíd.
tuye un amplio conjunto tanto de operaciones específicas como de estrategias
tica investigativa del arte— revisar los diversos estudios de carácter teórico-
das en el estudio del arte—, pero es también de importancia crucial que dialo-
gación del arte —y cabe añadir que también en los estudios científicos de otras
El texto artístico, por lo demás, de cualquier tipo que sea, constituye no una
unidad mecánica, sino un verdadero sistema textual que, por su índole comple-
dad con la que trabaja el análisis de contenido en la investigación del arte, hay
Este último nivel, a los efectos del análisis del contenido, es aquel en el cual se
pretende explicar cómo se produjo el texto, lo cual constituye el objetivo fun-
todas las cuales, desde luego, no pueden ser examinadas aquí, de manera que
va. Es necesario tener presente que este criterio se orienta al análisis de los
tos). Quiere decir que el investigador no analizará todos los elementos inte-
grantes, sino solamente una selección, lo cual significa, desde luego, que el
278
Cfr. Pablo Navarro y Capìtolina Díaz: ob. cit., pp. 188 y sig.
cionados, y alcanzar un determinado grado de precisión: ―[...] las investigacio-
ción sobre prácticas culturales, esto permite analizar el contenido de una vasta
contenido de diversas obras de arte, creadas por uno o varios artistas, etc. Así
pues, la estrategia extensiva permite cubrir un campo más amplio y, por tanto,
amplia cantidad de elementos del texto, entre los que se considera las relacio-
borar registros diversos; distintas obras de arte, etc.). Ahora bien, de ningún
modo se trata de fundir estos análisis en uno solo. Por el contrario, el análisis
279
Ibid., p. 189.
sin traslaparlos. Por esta característica de la estrategia intensiva, se aproxima
deja de ser, también, un puente hacia enfoques extratextuales— tiene que ver
lingüística: ―Por sentido de una palabra entendemos el lugar que esta ocupa en
un sistema de relaciones que ella misma contrae con otras palabras del voca-
do‖.281 Esta postura es concordante con la de Iuri Lotman, para quien ―[…] en el
concepto mismo de texto está incluida la cualidad de haber sido dotado de sen-
tido‖.282 Idea a la cual agrega más tarde la siguiente: ―En el sistema general de
la cultura los textos cumplen por lo menos dos funciones básicas: la transmi-
para toda investigación sobre arte, dado que apunta directamente a la noción
280
John Lyons: Introducción en la lingüística teórica. Ed. Teide, Barcelona, 1973, p. 440.
281
Jürgen Trabant: ob. cit., p. 321.
282
Iuri Lotman: ―El texto en el texto‖, en: Criterios. La Habana. No. 5-12. Tercera época. Enero de 1983-
diciembre de 1984, p. 100.
283
Ibíd., p. 102.
El atributo estructural básico del texto en esta segunda función es su ca-
cesitan como mínimo dos lenguajes. Ningún texto de esta especie puede
ora una organización ora otra; o con una combinación de una codifica-
cación de fondo que tiene carácter inconsciente y que, por ende, es co-
mundo cerrado del texto deviene un factor activo de la cultura como sis-
tema semiótico que trabaja. El texto de este tipo siempre es más rico
que cualquier lenguaje aislado y no puede ser calculado automáticamen-
La trascendencia del sentido como categoría presente en todos los textos ar-
un signo de cualquier tipo establece —más allá de sí mismo— con otros sig-
de los sememas son categorías sémicas que permiten vincular los tér-
minos del discurso […]. Las propiedades de los términos, Greimas las
relacional. Esto quiere decir que cada sema no significa nada, pero en
284
Ibíd., pp. 104-105.
285
Stephen Ullmann: Semántica. Introducción a la ciencia del significado . Ed. Aguilar. Madrid, 1965, p.
239 y sig.
un determinado resultado que adquiere un determinado contenido en el
acto de la articulación.286
que corresponden al criterio de cantidad / calidad, el cual, por otra parte, inclu-
configuración interna, sino sus relaciones más allá del texto, ya sea con otros
textos, ya sea con realidades no textuales (es decir, que no son textos a los
286
Osvaldo Dallera: ―La teoría semiológica de Greimas‖, en: Victorin o Zecchetto, coord.; ob. cit., p. 137.
te procedimiento, el sentido intertextual se recupera haciendo entrar en
análogas […].287
do de un texto desde el punto de vista de sus relaciones con otros textos; algu-
gativo, se unifican todos los textos con los que se trabaja, en un conjunto gene-
mismo estilo, de una misma cultura, etc.). Así, los sujetos que proporcionan la
287
Pablo Navarro y Capitolina Díaz: ―Análisis de contenido‖, en: Juan Manuel Delgado y Juan Gutiérrez,
comp.: ob. cit., p. 189.
información son considerados en tanto cooperantes, y el conjunto de textos
diferentes‖,288 vale decir que analiza cada texto en sí, para establecer contras-
tes entre los resultados del análisis. A diferencia del método agregativo, se tra-
do información (sobre la práctica cultural, por una parte, o la obra artística, por
otra). Mientras el procedimiento agregativo establece, por así decirlo, las resul-
construirse a partir del contraste que cabe detectar entre los resultados del
cara a revelar, a través del análisis, sus diferencias sistemáticas. 289 Como pue-
de análisis de contenido.
288
Ibíd.
289
Ibíd.
La estrategia extratextual procura establecer las relaciones entre un texto (o
grupo de textos) con determinadas realidades que son consideradas como pre-
sores del texto, etc.); la sociocrítica de Edmond Cros, por ejemplo, ha subraya-
todo entre un enfoque semiológico estricto (que se interesa por factores referi-
las cuales puede identificarse una relación artístico-cultural directa y, sobre to-
290
Cfr. también al respecto: Angelo Marchese y Joaquín Forradellas: Diccionario de retórica, crítica y
terminología literaria. Ed. Ariel, S.A., Barcelona, 1986, pp. 158-159.
forman parte integrante de la inteligibilidad de un texto. 291 En tal sentido, se
cidad subjetiva (profesional, entre otros factores) del investigador para percibi r-
las como de importancia para el análisis de contenido, así como de los objeti-
tigador debe, en cada caso, relacionar sus hipótesis de partida con los
291 Marc Angenot: ―La «intertextualidad»: pesquisa sobre la aparición y difusión de un campo nocional‖,
en: Desiderio Navarro, traductor y compilador: Intertextualité. Francia en el origen de un término y el
desarrollo de un concepto. Ed. Unión y Casa de las Américas, La Habana, 1997, p. 43.
trastarlas, pero siempre teniendo en cuenta los elementos comunicativos
formas de uso del lenguaje, etc.). Las similitudes y diferencias entre las
neo. Definidas de uno u otro modo, las categorías, como las unidades
292
Ibíd., p. 191.
analíticos— cuando el investigador pretende realizar análisis extensivos
de que el investigador trabaje con amplia creatividad y, sobre todo, con profun-
sola técnica de análisis del texto, sino una amplia variedad de ella, pues ha si-
la lingüística del texto. Aplicar alguna de esas técnicas exige siempre, sin em-
bargo, una cuestión común a todas: tener una noción clara acerca de qué es un
[…] veamos por qué la noción de texto, aunque sea tomada en un senti-
293
Pablo Navarro y Capitolina Díaz: ―Análisis de contenido‖, en: Juan Manuel Delgado y Juan Gutiérrez,
comp.: ob. cit., p. 194.
vimiento que va del más grande al más pequeño sin perjudicar ningún
nivel de análisis.
sino como una entidad que continuamente reclama otros textos, otras
terial con que han sido realizados. Un texto literario y un texto pictórico,
294
Omar Calabrese: ob. cit., pp. 177-178.
características del texto como entidad útil para la indagación científica. Varios
noción de texto comporta, vale decir, el texto jamás existe como una entidad
única, sino que, por su propia naturaleza, entraña la referencia a una multiplici-
trata de un concepto que resulta esencial para todas las investigaciones sobre
arte y, al mismo tiempo, entraña una serie de matices de significado que exigen
del investigador una atención cuidadosa. Iuri Lotman refiere sobre esto:
hacer una colección de los significados, a veces muy diferentes entre sí,
que le confieren los distintos autores a esa palabra. Sin embargo, lo sig-
tífica.295
Por otra parte, el texto es una categoría de importancia capital para las inves-
influencia sobre los estudios del arte desde hace medio siglo:
de textos.296
295
Iuri Lotman: ―El texto en el texto‖, ed. cit., p. 99.
296
V. V. Ivanov, I. M. Lotman, A. M. Piatigorski, V. N. Toporov, B. A. Uspenski: ―Tesis para el estudio
semiótico de las culturas (aplicadas a los textos eslavos)‖, en: Entretextos. Revista Electrónica Semestral
de Estudios Semióticos de la Cultura. No. 7. Mayo 2006, pp. 10-11.
explicarse sino es a partir de una visualización de su carácter. Diversas posi-
sino una de las varias caracterizaciones que han sido presentadas al respecto.
Entre las consideraciones que se han venido aportando acerca del texto, no
apunta que la ciencia del texto ha venido a surgir en el siglo XX, como una
una ciencia del texto que ponga a disposición de emisores y receptores los ins-
ter-penetran. La expresión indica que el texto tiene que estar conformado por
297
Michael Metzeltin: ―Fundamentos de tipología narrativa‖, en: Semiosis. Centro de Investigaciones
Lingüístico-Literarias de la Universidad Veracruzana. Número 10. Enero-junio de 1983, p. 83.
298
Cfr. Iuri Lotman: Estructura del texto artístico. Ediciones Istmo, Madrid, 1988.
tico, literario, danzario, gestual, musical, etc.). Pero, al mismo tiempo, es nece-
sino que está marcado por la libertad expresiva, la voluntad de replanteo del
norma, es decir, de modulación del código por un grupo social. Lotman ha he-
cho notar que la función socio-comunicativa del texto en su sentido más gene-
segundo tiene que ver con la tradición cultural —―El texto cumple la función de
299
Cfr. Iuri Lotman: Semiótica de la cultura y el texto. Selección y traducción de Desiderio Navarro. Ed.
Cátedra, S.A. Madrid, 1996, t. I, pp. 80-81.
300
Ibíd., p. 80.
301
Ibíd., p. 81.
ción. Deviene un interlocutor de iguales derechos que posee un alto grado de
autonomía. Tanto para el autor (el destinador) como para el lector (destinata-
rio), puede actuar como una formación intelectual intedependiente que desem-
[…] el texto no interviene como un agente del acto comunicativo, sino en cali-
contexto como una parte representa el todo. Además, puesto que el contexto
trar en diversas relaciones con las diversas estructuras de los distintos nive-
les del mismo. Por último, los textos, como formaciones más estables y deli-
302
Ibíd.
303
Ibíd., pp. 81-82.
Por otra parte, el concepto de texto estético es fundamental para el enfoque
semiótico del arte propuesto por Umberto Eco: ―[…] el texto estético representa
va del texto estético adelantada por Roman Jakobson, Eco subraya el carácter
violación de las reglas del código. En ese sentido existen mensajes to-
talmente ambiguos (como /wxdsrtb mu/) que violan tanto las reglas fono-
304
Umberto Eco: Tratado de semiótica general. Ed. Lumen. Barcelona, 1991, p. 367.
305
Ibíd., p. 369.
provoca al receptor a participar como co-creador. En efecto, tiene razón Eco al
nar la flexibilidad y la potencialidad del texto que interpreta, así como las
cos y por elementos no sistémicos. Es, además, un concepto válido para todas
Marin:
306
Ibíd., p. 370.
descifrar un texto. Escindamos provisionalmente, en beneficio del análi-
sis, esas dos operaciones: el cuadro es, ante todo, un recorrido de la mi-
rada.307
culadas por los significados del relato constituyen las unidades de sentido del
dro. Pero la lectura del cuadro es […] un sistema de recorridos: cada fi-
se procura —sin que se pueda lograr de una manera absoluta— que el texto
307
Louis Marin: ob. cit., p. 20.
308
Ibíd., p. 25.
309
Ibíd., p. 26.
310
Ibíd., p. 29.
Es verdad que la combinación de los principios de jerarquización y de i n-
La delimitación es uno de los factores más obvios del texto: éste, para exis-
comenzado a ser cuestionada y, por lo menos, con mayor o menos éxito, agre-
dida, por ciertas modalidades del arte en las últimas décadas del siglo XX, en
las ―paredes‖ del ámbito teatral y escénico en general, el objet trouvé, el cine
verdad, etc., han procurado debilitar todo lo posible los límites que separan el
Pero aun teniendo en cuenta estos intentos, lo cierto es que el texto artístico y,
311
Iuri Lotman: Estructura del texto artístico, ed. cit., p. 71.
arte, más flexibles y ―débiles‖ no permite excluir este factor que, en toda la hi s-
internos‖.312 Mijail Bajtín, al tratar el problema de las fronteras del texto y del
Cada palabra (cada signo) del texto conduce más allá de los límites de
312
Ibíd.
El texto vive sólo cuanto está en contacto con otro texto (el contexto).
diálogo.313
constituye no solamente una propiedad, sino una condición sine qua non, y
coeur sintetiza del siguiente modo las funciones esenciales del contexto:
En el caso del discurso unívoco, es decir, del discurso que no tolera más
co, que dice otra cosa diciendo una cosa. En lugar de cribar una dimen-
313
Mijail Bajtín: ―Contribución a la metodología de los estudios literarios‖, trad. de Desiderio Navarro,
en: Criterios. La Habana. No. 1. Tercera época. Enero-marzo de 1982, p. 27.
sión de sentido, el contexto deja pasar varios, hasta consolidar varios,
to.314
tanto, texto como tal, debe aludir, de manera explícita o implícita, a una serie
de aspectos, entre los cuales pueden señalarse como de más importancia los
siguientes:
coherente.
como acerca del tiempo-espacio en que se sitúan, y las relaciones que con-
314
Paul Ricoeur: ―La palabra, la estructura, el acontecimiento‖, en: Pensamiento Crítico. La Habana. No.
18-19, 1968, pp. 117-118.
315
Entendiendo éstas como rasgos caracterizadores de entes no humanos, as í como procesos tales como
tiempo y espacio.
Índices316 acerca de cómo son el emisor, los seres humanos (o considera-
La actitud que asume el receptor frente a su texto y los índices y las infor-
ces, existe gracias a unas interrelaciones con otros elementos textuales. Así, el
plia, a nivel sintagmático puede presentar aun mayor diversidad, sobre todo en
316
Rasgos caracterizadores de los seres humanos.
verdadero laberinto semántico— el total de las significaciones y el reco-
Todo ello exige, en efecto, una preparación para enfrentar análisis arduos y
decir, pues, que el inventario tipológico del texto no es, para nada, cerrada,
sino que permanece abierto. Por ello, las variantes que a continuación se rela-
317
María Luisa Scalvini: ―Antes y después del post-modernism‖, en: Gerardo Mosquera, compilador: Del
Pop al Post. Una antología sobre la plástica y la arquitectura occidentales de los últimos 25 años. Ed.
Arte y Literatura, La Habana 1993, p. 560-561.
Análisis intratextual: se trata de un análisis del texto en sí mismo, en su
del texto y las reglas vigentes para ese tipo de código. También implica el aná-
Por ejemplo, en las artes plásticas —pero posiblemente con mayor intensidad
se describe a continuación:
tal texto las unidades básicas de significado: los átomos que significan
318
Cfr. Angelo Marchese y Joaquín Forradellas: Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria .
Ed. Ariel, S.A., Barcelona,1986, p. 141: ―El estilema es una construcción formal peculiar que es recurren-
te en un autor y, si se puede decir así, característica de su lenguaje [...] Alg unos estilemas son matrices
características de algunos géneros, movimientos, poéticas, gustos de una época determinada: en este caso
se debería hablar con mayor exactitud de estereotipos‖.
solo después integran fragmentos y totalidades más amplias que se
o se interrumpe.319
otros tipos, que aborden también distintos textos no nucleares, como el que se
ese texto; tiene su substrato substancial que presente a ese texto como
319
Mieczysław Porębski: ―Semiótica e icónica―, ed, cit., p. 277.
subtexto de la obra forman parte las elecciones creadoras efectuadas en
ciente. Con frecuencia decide un impulso instintivo, una idea que viene
ser suficiente.320
considera como algo más que un texto, sino sobre todo como un fenómeno de
320
Mieczysław Porębski: ―Semiótica e icónica―, ed. cit., p. 282.
práctica cultural, una obra de arte, un movimiento artístico, etc. El contexto es
ca‖.321 En la investigación cualitativa del arte, sobre todo la que se realiza con
solo delimita al texto, sino también como un factor dinámico: el contexto impul-
otros. Del mismo modo, el contexto es decisivo, en una obra de arte, para pre-
estudios del contexto lingüístico, que fueron, desde luego, pioneros en la con-
pasajera—. Esto había sido advertido ya, en la segunda mitad del siglo XX, por
321
Francisco Noya Miranda: ―Metodología, contexto y reflexividad. Una pe rspectiva constructivista y
contextualista sobre la relación cualitativo-cuantitativo en la investigación social‖, en: Juan Manuel Del-
gado y Juan Gutiérrez, comp.: ob. cit., p. 128.
322
Cfr., entre otros, Tatiana Slama-Cazacu: Lenguaje y contexto. Ed. Grijalbo, S.A. Barcelona, 1970. En
particular el epígrafe final: ―El contexto‖ [pp. 287-308]. Allí, entre otras ideas valiosas para una investi-
gación hermenéutica, se encuentra la siguiente: ―El contexto desempeña un papel tanto en el proceso de
comprensión de la palabra como en el de la expresión (existe una determinada presión contextual por
parte de la situación externa en que se encuentra el que habla, al igual que —sobre el plano estricto de la
palabra— por parte de las palabras que preceden y determinan la elección de la palabra que sigue)‖ [p.
290]. Y más adelante agrega que el contexto: ―Constituye el medio más eficaz para la comprensión,
puesto que capta las leyes de organización de la realidad, donde todo se une y relaciona con el conjunto‖
[p. 293].
tras experiencias hemos comprobado, por ejemplo […], que textos «mutilados»
también el contexto podía «atraer» la palabra que faltaba. Más aún, hemos
comprobado […] que textos que contenían faltas habían sido corregidos, inclu-
Hay que tener en cuenta los análisis transtextuales, que son muy impor-
de analizar, como apunta Gérard Génette, todo lo que pone a un texto en rela-
todo texto que enmarca, presenta, aclara, valora, etc., el texto de una práctica
323
Ibíd., p. 291.
324
Gérard Genette: ―La literatura a la segunda potencia‖, en: Desiderio Navarro, comp. y trad.: Intertex-
tualité. Francia en el origen de un término y el desarrollo de un concepto . Ed. UNEAC y Casa de las
Américas, La Habana, 1997, p. 53.
325
Gérard Genette: ―El paratexto. Introducción a Umbrales‖, en: Criterios. La Habana. No. 25-28. Terce-
ra época. Enero de 1989 – diciembre de 1990, pp. 43-53. Allí señala: ―El paratexto es, pues, para nos o-
tros, aquello mediante lo cual un texto se hace libro y se propone como tal a sus lectores, y desde un
punto de vista más general, al público. Más que de un límite […] se trata de un umbral‖ [p. 44].
326
Cfr. Gérard Genette: ―La literatura a la segunda potencia‖, ed. cit., p. 55.
sobre una práctica cultural, una obra de arte. También programas para espec-
rales. En un texto literario, tal como indica Génette, ―título, subtítulo, intertítulos;
ca, pues, que se dirija la mirada investigativa fuera del texto mismo —o texto
nuclear—, hacia textos que, por así decirlo, tienen una relación semejante a la
de los satélites con el planeta alrededor del cual giran. Es posible dar un paso
más independientes del texto nuclear, pero cuya influencia sobre él tiene una
327
Ibid., p. 55.
tórico-culturales, sociales, religiosos, filosóficos, etc.) que denotan a una
Los vínculos entre un texto y sus extratextos son enfocados por la Se-
miótica como una interserialidad, vale decir, como los nexos entre una serie
yen obras del mismo tipo estilístico, semejante organización artística y equiva-
lente función estética. De aquí que pueda hablarse de serie literaria tanto como
de serie musical, serie teatral, serie danzaria, etc. Cada obra de arte forma par-
te de una serie artística determinada, que incluye los géneros del arte en cues-
tión, sus códigos, sus modos expresivos y las marcas que dependen de la evo-
328
Angelo Marchese y Joaquín Forradellas: Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria , ed.
cit., pp. 158-159.
329
Ibíd., p. 371.
lución histórico de dicho arte. A su vez, cada serie artística se encuentra inmer-
económicos—, una serie cultural —que depende de una visión del mundo his-
donde cumple funciones diferentes a las suyas originales. Este enfoque ha sido
otros con los cuales, a juicio del investigador, se relaciona el primero. Es una
tualidad.331 Pero eso mismo entraña necesidad de distinguir con claridad teóri-
330
Sobre los estudios comparatísticos hay una amplia cantidad de estudios. Véase, entre otros, los trab a-
jos de Henryk Markiewicz.
331
Ápud Marc Angenot: ob. cit., p. 45.
ca entre ambas. Heinrich Plett ha subrayado la necesidad de distinguir entre el
texto y el intertexto:
Todos los intertextos son textos —eso es lo que la última mitad del tér-
tomáticamente que todos los textos sean intertextos. En tal caso, texto e
que los distinguiera. Un texto puede ser considerado como una estructu-
to, por el contrario, está caracterizado por atributos que van más allá de
tanto, tiene una doble coherencia; una intratextual que garantiza la inte-
gridad inmanente del texto, y una intertextual que crea relaciones estruc-
mático.332
muchos debates y que, en última instancia, resulta, más que una categoría bien
te útil para el investigador de la cultura y el arte. Hay algo que debe ser tenido
332
Heinrich Plett: ―Intertextualidades‖, en: Desiderio Navarro, comp. y trad.: Intertextualität. La teoría de
la intertextualidad en Alemania. Criterios, Casa de las Américas, UNEAC, La Habana, 2004, pp. 53-54.
cuanto subraya la importancia del factor subjetivo en el proceso investigativo de
nes están, desde luego, en relación con las concepciones que un investigador
tiene acerca del texto como tal. Como señala Marc Angenot: ―Desde este punto
a una problemática que como una noción positiva bien determinada‖.333 Esto
significa que cada investigador tiene que examinar con todo cuidado con qué
criterio de texto, y, por tanto, de todos los componentes del sistema textual, ha
labor. El análisis intertextual, por tanto, trabaja con elementos tales como citas,
333
Marc Angenot: ob. cit., p. 46-47.
334
Cfr. Henryk Markiewicz: ―Esfera y división de la ciencia literaria comparativa‖, trad. de Desiderio
Navarro, en: Criterios. La Habana. No. 3-4. Tercera época. Julio-diciembre de 1982, p. 29.
amplio universo del discurso a fin de proseguir una interpretación analíti-
texto a otro texto del que él habla, sin citarlo (convocarlo) necesariamente, y
hasta, en última hipótesis, sin nombrarlo‖.336 Los textos críticos —que, por lo
dente.
teoría del arte y la poética. Genette la considera, con razón, la más abstracta e
335
Robert S. Hatten: ―El puesto de la intertextualidad en los estudios musicales‖, Criterios, La Habana, nº
32, julio-diciembre 1994, pp. 212.
336
Gérard Genette: ―La literatura a la segunda potencia‖, p. 56.
337
Ibíd., p. 58.
establece un vínculo entre el paradigma (sobre todo genérico) y la realización
¿qué significa ―altar de cruz‖ como architexto, en su relación con una práctica
te? ¿Es la Divina Comedia una comedia o a qué género (architexto) se vincula?
ficos. Así, por ejemplo, el grupo de la revista Tel Quel hablaba de un genotexto,
con la versión inicial de un filme, antes del proceso final de edición, o con una
ción sobre prácticas culturales y artísticas necesita una reflexión profunda por
modalidades que se utilicen de él, están en fuerte interconexión con las deci-
siones que tome el investigador en relación con un texto concreto como expre-
tema textual siempre está en relación con un entramado ideológico, idea am-
Sin embargo, es preciso hacer constar —y, sin caer en la polémica, son
en lo ideológico; que no se limita a ser, sino que sirve para algo; que
jos de la actual sociocrítica serían, tal vez, los únicos que darían mues-
338
Philippe Hamon: ―Texto e ideología: para una poética de la norma‖, en: Criterios, La Habana, nº 25-
28, enero 1989-diciemb re 1990, pp. 66-67.
so, parece muy saludable atender a ciertas observaciones de ese carácter que
de vista textual;
cos...);
d) no restringir el análisis a la aplicación de un método, sea de inspira-
contextuales;
cas, y en las evaluaciones que ellos hacen de los estados o de los pro-
lidades.339
339
Ibíd., pp. 70-72.
En el trabajo investigativo es frecuente el empleo de la Estadística. Su em-
ción:
En arte, más que en otras conductas culturales, existe el peligro del im-
venes del arte, la preocupación por una mayor objetividad debe ser con-
340
Felipe Pardinas: Metodología y técnicas de investigación en ciencias sociales. Instituto Cubano del
Libro. La Habana, 1971, p. 63.
cindible para el trabajo científico. Todavía en una época en que la epistemolo-
C. Wright Mills advertía: ―Si los problemas sobre los cuales trabaja uno son fá-
los […]. Pero nadie tiene por qué aceptar esos procedimientos, cuando se les
tiene por qué aceptar ese modelo como un canon absoluto‖. 341 En términos
una herramienta o técnica adicional. Hay autores —de posición sobre todo
deja fuera de ella importantes trabajos, como aquellos de tipo descriptivo sin
los cuales resulta a veces imposible avanzar hacia nuevas metas. Sin embar-
go, debe reconocerse que, con fines prácticos, la predicción científica tiene una
tos actuales, con apoyo en variables probabilísticas. Cuando los físicos incur-
tiva que habían logrado para explicar hasta el movimiento de los astros, era
341
Charles Wright Mills: ob. cit., p. 90.
ilusorio y anticientífico aplicar un control de variables —indispensable en inves-
atribuimos una obra anónima a cierto artista, ya sea literario, plástico, musical,
gustará, o será rechazada por un público en un instante cultural dado —lo cual
es más predecible, desde luego, en ciertos casos que en otros; hay actualmen-
te mayor conocimiento de las tendencias del mercado del libro, que sobre el
las cuales se han tomado las unidades, o durante plazos de tiempo diferentes,
lidad. No hay que preocuparse por el hecho de que, al usar la Estadística, sea
preciso el control a través del aislamiento que debe hacerse de ciertas varia-
bles. Sea cual sea el método que se emplee, jamás será posible abarcar de
las tallas, que comprende las denominadas: muy pequeña; pequeña; regular;
grande; muy grande. No existe una teoría elaborada acerca del número de cla-
de manera empírica, existe consenso en que, por lo general, debe oscilar entre
5 y 20. Los datos agrupados de esta manera pueden ser fácilmente graficados
de diversas maneras, entre las cuales pueden mencionarse las curvas, los grá-
ficos de barras y los gráficos en pastel, así como los tridimensionales. Estos
procesos del pensamiento que serían casi imposibles a partir de esa misma
información, pero sin ese tratamiento. El uso de recursos estadísticos como los
cisión con la que se hacen inferencias a partir de muestras. Mientras tanto, ―es-
registros chinos con antigüedad superior a los dos milenios, donde los gober-
miento, los impuestos y otras labores esenciales para el gobierno central. Fue
ejemplo para buscar el punto medio entre muchos valores, lo que no debe des-
deñarse incluso en nuestros días, ya que la misma tabla periódica de los ele-
mentos da pesos atómicos medios, y hasta las tallas de ropa producida en se-
rio usarlo, y con gran frecuencia exigirá el apoyo de otras herramientas. Real-
dad, que hacerlo cuando esto involucra al ser humano en su actividad cultural.
repetir las condiciones experimentales puede ser de tal orden que pueda asu-
del conjunto al que pertenecen, y como es muy valioso poder hacer considera-
ciones acerca de grado de error que puede haber en ciertos resultados, el uso
formular una hipótesis, y luego al analizar los resultados que obtuvo al someter-
la a pruebas, deben cumplir exigencias lógicas para que sean aceptables por la
oraciones interrogativas ni las imperativas, tales como ¿Qué hora es?, ¡Acér-
quese acá! Tampoco lo son aquellas que pueden ser, a la vez, verdaderas y
falsas.
en el grupo donde se utilizaron, que los ordenen de acuerdo con los siguientes
criterios: a) Permite una mejor comprensión de los temas del curso; b) Despier-
va:
Ordenamien- 1 2 3
tos
ABC 0 0 0
ACB 0 0 0
BAC 2 2 1
BCA 13 7 7
CAB 0 0 1
CBA 0 6 6
La organización de los datos obtenidos, permite realizar con rigor lógico al-
gunas afirmaciones: a) Para estos estudiantes, el video A fue el que tuvo me-
mer lugar); b) El video B ha sido el preferido por ellos, sobre todo según el cri-
A. Hay otras afirmaciones que deben hacerse con cautela. Por ejemplo, el vi-
deo C despierta muchas interrogantes, interesa, ofrece información que los es-
asequible a los estudiantes que el B. Sin embargo, no existe ninguna base lógi-
ca para una afirmación del tipo siguiente: El alto nivel de aceptación que se
observa, permite afirmar que el video B tiene una calidad superior a los otros
dos. Se trata de una suposición que no ha sido probada, y que contiene pro-
tes sitúan en primer lugar al video B desde el punto del primero de los criterios;
sin embargo, en los criterios 2 y 3 están muy niveladas las preferencias con
Los métodos que hacen uso de la estadística pueden ser muy útiles en la i n-
miento de los datos sea aplicado por un especialista en Estadística, cuya cola-
Método experimental.
Es un método que rinde frutos muy ricos en cierto tipo de investigaciones so-
bre arte, en particular en las que se realizan sobre educación artística, i nter-
este método aporta Mario Bunge, quien señala —desde esa misma postura
342
Mario Bunge: ob. cit., p. 819.
res noveles acuden a especialistas en esta rama de las Matemáticas cuando
cesarlos de manera científica: esto es un error grave, puede que ya sea dema-
pósito es la obtención de información pertinente, por vías tan simples como sea
estadística. Los principios del diseño experimental son principios básicos del
aunque pueden ser muy parecidos. Cuando se piensa que los resultados son
no han tenido el nivel de precisión debido. Esto nos lleva tratar aquí el ―error
343
B. Ostle: Estadística aplicada. Ed. Científico Técnica, La Habana, 1980, p 277.
344
Unidad experimental es aquella a la cual se le aplica un solo tratamiento, al reproducir cierto experi-
mento. Ese tratamiento puede incluir uno, o varios factores combinados.
experimental‖,345 que se refiere a las diferencias entre sucesivas repeticiones, y
puede reducirse con mejores diseños, o con más cuidado al ejecutarlos, pero
no puede eliminarse. Tiene gran importancia práctica el llegar a tener una idea
lo más precisa posible acerca de la magnitud a que puede llegar el error expe-
rimental en un estudio de esta índole. Ello tiene, por otra parte, una benéfica
cer reproducciones, para estimar los efectos que tiene determinado factor.
investigador puede controlar todas las variables que pueden de alguna manera
345
Es importante que se profundice en el significado de lo singular, para dominar el concepto de error
experimental, y comprender que es una forma de expresión, y no exactamente un error.
rimental ha mostrado ciertas ventajas sobre el grupo control, 346 y alguien pre-
puede afirmarse que es muy pequeña la probabilidad de que los sujetos con
rio, caería una sombra de duda sobre los supuestos resultados experimentales
rios, y también existen tablas, así como diversas formas sencillas de elegir
para que el diseño experimental sea más eficiente, lo cual implica operaciones
mer período; otras cinco, al segundo; y ocho al tercero. Puede ser convenien-
te, por tanto, formar tres bloques, cada uno correspondiente a un período, para
que las unidades de cada bloque sean relativamente homogéneas, y así las
variaciones entre los períodos no formarán parte del error experimental. Cada
346
Se denomina grupo experimental, aquel en que el tratamiento se diferencia del que reciben los int e-
grantes del grupo control, en un aspecto cuya trascendencia se desea probar.
uno de los grupos así formados por obras relativamente homogéneas, será
variables para lograr que sean comparables los resultados, al aplicar un trata-
performances, donde sería obligatorio considerar el único del primer año, pero
de decidir las acciones de cada etapa que pasarán a la muestra).347 Esa mues-
tra tendría sentido, por ejemplo, para una investigación de aspectos cuantitati-
períodos de tiempo en que esa promoción se ejerció, por una parte, y la canti-
dad de público asistente, por otra. Este tipo de estudio es muy común en inves-
tigaciones con enfoque de sociología del arte. En cambio, es muy poco fre-
estudio de las obras ―menores‖ o fallidas también pueden dar cuenta de ele-
347
Aquí puede verse, por primera vez, que lo más importante de una muestra es su representativid ad, y no
su tamaño, aunque este último tiene valor. La composición estratificada, con el apoyo de la aleatoriedad,
en este caso, permiten una fuerte argumentación de que esta muestra es representativa de la población a la
cual pertenece.
lística y aun de un arte nacional. Pero en tan caso se encuentran tantas obras
—pues la obra mediocre o fallida es, desde luego, más abundante—, que no es
ción más evidente y común en estudios de sociología del arte, de mercado del
po, con una menor alteración de dichos valores. En este caso, puede decirse
medirse con más facilidad, mayor precisión o con menos costosa, que otra va-
sentes, que pueden influir en los resultados, de manera que cuando utilice el
de que las mediciones que está realizando resultarán útiles para opinar acerca
del agotamiento. Al investigar causas, hay que demostrar que la variable inde-
El esfuerzo para mostrar relaciones entre variables, obliga a buscar vías que
trarse que hay relaciones causa–efecto, la causa puede indicarse por una va-
Puede que la causa esté, a su vez, asociada con una o con muchas variables.
348
La correlación es una medida estadística que toma valores entre -1 y 1. Cuando se aproxima a 0, indica
que la relación entre las variables estudiadas es escasa. Si se aproxima a 1 ento nces existe una relación
fuerte, y directa, esto es, cuando una variable aumenta, la ot ra lo hará igualmente. Si por el contrario se
aproxima a -1, entonces la relación es inversa, y al aumentar una de ellas, la otra tenderá a disminuir.
precisión, con el uso de términos acerca de los cuales exista consenso en la
quieren palabras que no cumplan este requisito, entonces hay que especificar
Además, hay que realizar una evaluación del nivel que presentan las variables
sometidas a control, al menos al inicio, y al final del proceso. Por eso se expre-
sa como:
mental)
a veces se intenta equilibrar los grupos con relación a un grupo de vari ables
priorizadas. Por ejemplo, si se tratara de una investigación que se realiza sobre
parte del grupo A, y quienes del grupo B. Se recomienda que, luego de comple-
variable dependiente. Pudieran existir dos grupos experimentales, con dos dife-
a través del proceso, lo cual pudiera incluir una prueba adicional en el momento
posible intentar la reproducción del experimento por otro autor, lo cual exige un
otro tipo de unidades experimentales a cada uno de ellos. En este caso se ha-
sujetos, luego de familiarizarse con una cierta prueba, reaccionan ante ella de
con intervalos que no tienen que ser constantes, pueden resultar valiosos. En
fuerzos deliberados en evitar alteraciones de los datos que puedan luego afec-
349
R.W. Solomon publicó en 1949, An Extensión of Control-group Design, donde explicó esta innova-
ción.
Puede suponerse que se desea experimentar la eficacia de un complemento
por disminuir el apetito. Se quiere utilizar con estudiantes de Ballet que, por
estar fuera del peso corporal adecuado, deben seguir dietas estrictas mientras
mantienen entrenamiento con alto gasto de energía, el cual les dificulta cumplir-
cuál el de control, lo que constituye una garantía adicional de que no han exi s-
que respete este anonimato, como medida para lograr una mayor sinceridad.
efecto, que tenga tres cuartas partes coloreadas, y una sin colorear. Puede
do: ―Dentro de este recipiente, sin mirar, tome el disco entre dos de sus dedos.
Luego mire si lo ha tomado por la parte coloreada, o por la parte en blanco del
disco, de manera que nadie más que usted sepa por dónde lo ha tomado. Si
Esta indicación estimula que el encuestado esté más seguro del secreto de
mado por la parte sin colorear, de 0,25, debido a que el disco tiene coloreadas
1.- Multiplicar las respuestas afirmativas por 0,75, para tener un estimado de
2.- Multiplicar las respuestas negativas por 0,25, para tener un estimado de
puede suponerse, según sus respuestas, que están cumpliendo con rigor su
4.- Multiplicar las respuestas positivas por 0,25, y sumar el resultado obtenido
Luego del control inicial, se procede a suministrar a cada miembro del grupo
desea probar, mientras que todos los del grupo de control recibirán una cápsula
idéntica, pero con una sustancia que no tenga efectos sobre el apetito, ni nu-
350
Estas probabilidades de 0,75 y 0,25, serán más precisas, mientras mayor sea el número de ensayos al
que se refieran. Por esto, sería erróneo emplear esta forma de proceder si el número de respue stas fuera
pequeño, razón que aconseja consultar con un especialista., ya que no existe una frontera numérica exac-
ta, y en gran parte depende de la confianza que usted necesite en la estimación.
po experimental y cuál el de control. Desde luego, saben qué cápsulas distribuir
ber hecho lo mismo con el placebo, con el grupo de control, se iría a la post-
prueba, que en este caso pudiera ser idéntica a la pre-prueba, ya que no hay
elementos que permitan suponer que la primera actúe de manera que altere los
resultados de la segunda.
cual suele ser más complejo en investigaciones sobre arte. Lo que se mide, y
cómo se mide, depende en gran medida del papel que desempeñe el experi-
semejantes— y otra muy distinta dirigir las mediciones a cómo se sienten los
tienen lugar, de manera que resulte posible argumentar que algunas de ellas
mucho menos cuando el proceso es artístico, y por tanto debe dirigir su activi-
tes de falta de claridad, al interpretar los resultados. Poco vale el esfuerzo por
nerla, lo que puede implicar cuidadosos reajustes, como cuando ocurren bajas
en uno de los grupos, o cuando se aprecia que uno de los grupos estuvo some-
diera hacerse una redistribución de ellos bajo control. Entonces pudiera inten-
cada uno de ellos, para equilibrarlos más, ya que uno de los principales peli-
ocurre con grupos intactos, pero esta opción que se ha indicado resulta más
―¿Le resulta más fácil cumplir rigurosamente la dieta, con este complemento
no se cuenta con otro grupo con el cual comparar, y siempre quedan dudas
que son posibles arreglos factoriales mucho más complejos, es preferible em-
plear formas más sencillas que, debidamente empleadas, sirven para muchas
tura referida a aquellos que tienen que ver con dos factores, donde cada uno
de esos factores puede tomar dos niveles distintos. Estos pueden ser referidos
el estadístico, los factores son ―variables independientes‖ que por tanto provo-
inicial del lienzo que denominaremos (L), así como de una sustancia ocre que
llamaremos (O), en una determinada calidad de los tonos oscuros. Se han es-
hay usado el procedimiento, pero sin la pintura con (l); 16 más, donde no se
letra minúscula, indica que el factor a que alude está presente, y cuando dicha
letra no aparece, indica que ese factor está ausente. Se considere que lo, l, o y
rimentales para los diferentes tratamientos. Cuando se contó con las 64 copias
cada colección, y valoraran la calidad de los tonos oscuros logrados (es decir,
la calidad de los tonos oscuros será la variable dependiente), con una escala
será la calidad de los tonos oscuros obtenidos. Para cada tratamiento hay 16
este caso 10 expertos. Cada copia (unidad experimental) podrá recibir desde
una calificación mínima de 1 hasta una máxima de 10. Para cada tratamiento
habrá un número en la tabla, que será la suma de las medias de sus unidades
lizadas.
Tratamiento lo l o ( )
interacción de ambos.
Tabla con expresiones de cálculo
tado
Interacción de L y O ½[ lo + ( ) – (l + o ) 19,2
Estos resultados parecen indicar que la preparación del lienzo resulta funda-
rable la interacción de ese tratamiento del lienzo, y esa pintura ocre utilizada,
es decir, hay una relación directa entre esas variables. El tamaño de la muestra
tico los resultados, se aplican pruebas de hipótesis que serán vistas más ade-
medir.
Pruebas de hipótesis.
351
El tamaño de la muestra influye en el tamaño del error máximo que pueda cometerse luego, y resulta
aconsejable que sea calculado por un especialista en Estadística que se consulte al efecto, que nec esitará
una amplia información sobre la investigación y sus fines, para poder asesorar.
En toda investigación, es importante disponer de procedimientos para ratificar
por ejemplo, ―el complemento dietético sometido a prueba ayuda a cumplir rigu-
sis si los resultados del mismo muestran que es poco probable, o, de lo contra-
xima, o certeza, es del 100 %, o 1 si se da en tanto por uno, y que, por lo tanto:
también conocida como hipótesis de nulidad, en este caso: ―El número de es-
tudiantes que cumplen con rigor la dieta y que consumen C, es similar que el
352
B. Ostle: ob. cit., p. 132.
353
Esto implicaría que las diferencias observadas entre el grupo experimental, y el de control, tendrían
que interpretarse como errores experimentales, o, en todo caso, no suficientes como para ace ptar que
tengan significación estadística.
consumen C y cumplen rigurosamente la dieta, es superior al de los que no lo
que cumplen con rigor la dieta y que consumen C, es mayor que el de los que
pruebas muy poderosas, y utilizar reglas de decisión tales que solamente nos
que significa que pueden procesarse, con razonable aproximación, con aprove-
medio, y que según los valores son muy superiores a esa media, o muy inferi o-
res, resultan más escasos. Las estaturas; el peso corporal; la cantidad de agua
354
Este es un valor empírico generalmente aceptado, sin que exista teoría disponible para explicarlo. Hay
formas para que el Estadístico pruebe que un conjunto de mediciones tiene una distribución que se apro-
xima a la normal, y permite por tanto el uso de esa distribución teórica, aunque se disponga de menos de
30 en la muestra.
bilidad, y en esos casos pueden emplearse las llamadas pruebas no paramétri-
cas, lo que significa que pueden ser empleadas aunque se ignore la distribu-
Prueba de Ji Cuadrado.
translitera chi y cuyo sonido equivale a una aspiración, por así decirlo, áspera,
posición final, como la que aparece en el apellido del célebre compositor barro-
en: a) Organizar los datos para su procesamiento. b) Formular Ho, esto es, la
tintas escuelas del país, y que los datos de la prueba final o postprueba fueron
recogidos en una tabla como la que sigue, que se denominan tablas de conti n-
nomina celdas.
Primero aparece una tabla que recoge lo que fue observado en el experimen-
Grupo expe- 32 8 40
rimental
Grupo de con- 14 26 40
trol
Total 46 34 80
blanco el resto. Luego se llena cada celda con valores que se obtienen multipli-
cando 40 por 46, y luego dividiendo el producto entre 80. Obsérvese que, des-
pués de llenar la primera celda, todos los restantes valores quedan determina-
dos para que se cumplan los totales de fila y de columna. Esto se interpreta
como que hay un grado de libertad. Existen otras vías para establecer los gra-
dos de libertad, por lo que en tablas más complejas, conviene consultar con un
especialista en Estadística.
Grupo experimen- 23 17 40
tal
Grupo de control 23 17 40
Total 46 34 80
dieta es igual que el de los estudiantes que no consumen C y cumplen con ri-
gor su dieta. (Los resultados del grupo experimental y del grupo de control son
Primero, observe que si todos los valores observados fueran iguales a los
esperados, el resultado de los cálculos daría cero. Mientras mayor sea la dife-
rencia entre los valores observados, y los esperados, mayor será el valor que
calcularemos para Ji Cuadrado. Ahora debe compararse el resultado calculado,
14,6, con el valor que toma Ji Cuadrado, con un grado de libertad, para el nivel
que:
rechaza Ho con una confianza del 99 %, o lo que es igual, con una significación
menor, como el 95 %. Sin embargo, pudiera ocurrir que fuera posible rechazar
99% o mayor, existe el hábito de decir que los resultados son ―altamente signi-
355
La suma de nivel de confianza, con nivel de significación, es igual a 1, es decir, si desea el 0,99 de
confianza (99 %) eso implica el 0,01 (1%) de significación. Estadísticamente puede interpretarse que si
se repite el experimento en similares condiciones, en 99 de ellas se obtendrá igual resultado acerca de
aceptar, o rechazar la hipótesis de nulidad.
Sigue siendo necesario un enfoque propio de la Lógica. En este experimento,
dieta es mayor que el de aquellos estudiantes que la cumplen con rigor, sin
de vista del rigor experimental, aunque puede tomarse como un fuerte indi ca-
dor para valorar el efecto del consumo del producto, no para validar las carac-
terísticas del producto como complemento dietético, en cuyo caso sería nece-
de los distintos componentes y su efecto sobre los consumidores, así como del
las dietas. Esto no ofrece una total seguridad. Lo que se afirma es que en 99
diantes que puedan cumplir con rigor sus dietas sin el uso de C; ni tampoco la
Prueba de McNemar.
emplear tiempo libre del fin de semana en recorrer las salas de un museo de
356
Si solamente interesara la humanización del proceso de adaptación, entonces el placebo resultaría en la
práctica, en el caso de los estudiantes sugestionables, de un efecto positivo que no es indispensable sepa-
rar.
357
Cfr. Jaime Sarramona: Investigación y Estadística aplicada a la educación. Universidad autónoma de
Barcelona, Barcelona, 1980.
cia al anonimato, o se emplea alguna clave que permita precisar que las res-
los números del día, mes y año del nacimiento de uno de sus padres, seguido
una u otra forma, puede prepararse una tabla de contingencias, o de doble en-
DESPUÉS
No Sí Total
Sí 3 5 8
ANTES No 9 11 20
Total 12 16 28
Hubo 5 que siempre dijeron que sí, y 9 que siempre contestaron negativa-
gativamente; mientras que hubo 11 que primero dijeron que no, y luego que sí.
La prueba utiliza para los cálculos solamente los números que reflejan cam-
bios, en este caso 3, que primero dijeron que sí, y luego que no; y 11 que dije-
estadística al 95 % de confianza.
estadística al 95 % de confianza.
comprobarse que los valores que toma Ji Cuadrado, con un grado de libertad,
3,84, pero menor que 6,63. Esto implica que Ho puede rechazarse con el 90%,
pendiente, a cada uno de los grupos, analizar los resultados y luego llegar a
conclusiones.
Prueba “t de Student”.
Aparece esta prueba entre las utilizadas con muestras pequeñas, aunque se
prefiere decir que es del ―muestreo exacto‖, ya que pudiera usarse también con
grandes muestras.358 En este caso estamos ante una prueba que exige ser
aplicada luego de comprobar que los datos pueden aproximarse a una distribu-
para el experimento hecho con tratamiento inicial del lienzo y un pigmento ocre
358
M. Spiegel: Teoría y problemas de Estadística. 875 problemas resu eltos. Pueblo y Educación, La
Habana, 1971, p. 188.
359
Cfr. el epígrafe precedente ―Experimento con diseño que usa un arreglo factorial‖.
360
Los valores de 9,6 y 8,4 se obtienen al dividir entre 16 los que aparecen en la tabla (a), recuerde que
hubo 16 unidades experimentales en cada tratamiento, y que 10 expertos se pronunciaron acerca de cada
una de ellas. El cálculo de las desviaciones estándar no aparece, y debe acepta rlo como si fuera un dato
en este caso.
Ho: La calidad valorada con uso del tratamiento inicial del lienzo, y del pig-
mento ocre ensayado, es igual que la calidad media general obtenida con los
Ha: La calidad valorada con uso del tratamiento inicial del lienzo, y del pi g-
mento ocre ensayado, es superior a la calidad media general obtenida con los
lor obtenido se divide entre la raíz cuadrada de N-1. Tenga presente que t es el
del nivel de confianza que se desee y de los grados de libertad, que se calculan
como el número de observaciones, que en este caso es 16 por ser ese el ta-
estimar, en este caso 1 pues solo se quiere estimar la media. Por tabla, o con
361
Observe que solo interesa que sea mayor la calidad, razón por la cual se aplicará una prueba ―de una
cola‖. Si nos interesara tanto si fuera mayor, como si fuera menor que la calidad general, ento nces sería
necesario aplicar una prueba ―de dos colas‖.
y al dividir entre N -1; 16 -1=15, se obtiene 30/15; y por tanto t = 2.
rechazarse Ho con ese nivel de confianza. Sin embargo, observe que para el 99
miento inicial del lienzo y ese pigmento ocre, son valorados con una califica-
Método etnográfico.
emplearlo, lo cierto es que ha venido siendo utilizado con eficacia en una serie
re, sin la menor duda, es uno de los más útiles y complejos, que se destina a
362
Ramfis Ayús Reyes: ob. cit., p. 180.
En su sentido más estrecho, una investigación de carácter etnográfico se di-
evolucionando desde la primera mitad del siglo XIX (en que comienza gradual-
tigación del arte se mantuvo ajena al estudio de las conductas, tanto del artista
como del receptor de sus obras, de modo que el estudio del arte quedaba arbi-
década del sesenta del pasado siglo, Alan P. Merriam se preocupaba por esta
363
Cfr. Miguel Martínez: Comportamiento humano. Nuevos métodos de investigación . México. Ed. Tri-
llas, 1997, p. 199 y sig.
364
Un panorama de la evolución de esta ciencia puede encontrarse en tre otros, en Marvin Harris: El desa-
rrollo de la teoría antropológica. Una historia de las teorías de la cultura. Siglo XXI Ed. México, 1999.
En Cuba se publicó la obra S. A. Tokarev: Historia de la etnografía. La Habana. Ed. Ciencias Sociales,
1989, que un panorama muy sintético y más bien esquemático, pero que puede suministrar información
general.
Esta distinción entre el producto, por un lado, y la conducta que lo pro-
dios acerca de las artes. Por el contrario, la mayor parte de las investi-
de la historia del arte cuyo carácter científico la vincule con una ciencia de la
cultura: ―Más precisamente, una historia del arte que se enlaza con la antropo-
zar, hay que tener en cuenta que la Etnografía tiene una prolongada fase
365
Alan P. Merriam: ―Las artes y la Antropología‖, en: John Dumoulin, comp.: Cultura, sociedad y desa-
rrollo. Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1973, pp. 183-184.
366
Omar Calabrese: ob. cit., p. 64.
prehistórica, previa a su constitución como ciencia. Numerosos documentos de
sobre los pueblos amerindios, africanos y asiáticos con los cuales los europeos
poeta isabelino John Donne se refiere a América como ―That unripe side of
está desde el inicio marcada por un eurocentrismo comprensible, pero que sen-
tó las bases de actitudes que, todavía en los umbrales del siglo XXI son clara-
367
Ápud Antonello Gerbi: La disputa del Nuevo Mundo. Historia de una polémica (1750-1900), México.
Fondo de Cultura Económica, 1960, p. 3.
tránsito necesario de la estricta descripción a la valoración. Buffon se ocupa de
punto de vista en la inferioridad (en talla, por ejemplo) de las especies animales
largo de décadas, esta actitud dominó en el siglo XVIII, e incluso será muy fuer-
Charles Dickens, en su periplo por los Estados Unidos, refleja una base buffo-
materia orgánica, sobre los miasmas, sobre el viscoso légamo, sobre los letales
liberación del resto de las Américas, emergió poco a poco una nueva explica-
lelo entre los Estados Unidos y Europa, en el cual el Viejo Continente, sujeto a
368
Antonello Gerbi: ob. cit., p. 3-31.
369
Ibíd., p. 457.
un sistema de pensamiento que habría de impactar fuertemente también sobre
los estudios etnográficos370), pasa a ser evaluado como ámbito conflictivo. Pe-
siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. El impulso decisivo para su constitu-
cos, siguió estando ligada, durante mucho tiempo, a la política colonial, que
370
Cfr. S. A. Tokarev: ob. cit., p. 51-70.
371
Cfr. Antonello Gerbi: ob. cit., p. 465-470. Gerbi se apoya específicamente en el ensayo de Emerson
―Civilization‖.
372
S. A. Tokarev comenta al respecto: ―Los intereses del comercio colonial, que creció de manera imp e-
tuosa durante la primera mitad del siglo XIX, exigían aún en mayor medida que se desarrollaran los estu-
dios etnográficos. Para comerciar con los habitantes de los países no europeos había que conocer sus
costumbres, gustos y necesidades. El desconocimiento de estas peculiaridades provocaba pérdidas inme-
diatas: por ejemplo, a uno de los puertos chinos arribó un cargamento de cuchillos de mesa y tenedores
que los chinos no compraron por la simple razón de que tenían la costumbre de comer con palitos.‖ [His-
toria de la Etnografía, ed. cit. p. 21].
Lingüística, y, por ello, influyó directamente tanto en la Etnografía, como en la
de que la humanidad se caracteriza por ser unitaria, de manera que las dife-
rencias entre los grupos sociales no consisten en otra cosa, sino en que se en-
ba explicar tanto los regímenes sociales como la cultura en su más amplio sen-
tido.
zas, que todavía, en los siniestros trabajos del conde de Gobineau, encontraba
conscientemente o no, que se sustentara el criterio de que, dado que todas las
373
Cfr. I. Kon, redactor jefe: Historia de la Sociología del siglo XIX a comienzos del siglo XX. Ed. Pro-
greso, Moscú, 1989, p. 55 y sig.
sociedades humanas son homogéneas en su esencia, si existen diferencias
entre ellas se debe a que unas están más adelantadas que otras en el proceso
que, obligatoriamente, debían hacer todos los grupos sociales. Con esta línea
como John Fergusson, John Lubbock, Edward Tylor, John Mac Lennan James
Frazer, Adolf Bastian, Oscar Peschel, Julius Lippert, Charles Letourneau, Lewis
ciones innegables, tuvo frutos brillantes, y permite considerar este enfoque co-
desarrollaría como teoría de los símbolos. Adolf Bastian atrajo, bien que de una
manera apenas germinal, la atención sobre los resultados del intercambio cul-
Biología, de aquí que uno de sus aportes teóricos más notables sea el de la
categoría de ―supervivencia‖, con el que se refiere a aquellos hechos, hábitos,
ta, y sobreviven, sin embargo, durante mucho tiempo, más allá de las condici o-
nes ―naturales‖, objetivas y subjetivas, que les dieron lugar en un estadio social
pues, constituye un período de indudable interés, tanto por sus aportes induda-
bles, como por sus tanteos y errores. La etnografía evolucionista, por lo demás,
creación artística, para no hablar de los nexos interculturales entre los pueblos.
Cabe señalar tan sólo que, en tanto disciplina científica, ha experimentado los
suscrita por Graebner, quien diseñó el punto de vista metodológico de los lla-
que centró más la atención en el fenómeno cultural como sistema, pero sin te-
ra como sistema es tan importante, que llega a pensarla casi como indepen-
diente del hombre que la crea; para Graebner, la cultura es una especie de en-
Por su parte, Sigmund Freud realizó una serie de reflexiones acerca de la cultu-
ra, que contribuyeron, sin la menor duda y a pesar de sus indudables limitaci o-
nes,374 a impulsar la reflexión en este campo. Ante todo, Freud atrajo la aten-
interesante sobre estos problemas, sentó bases que permitieron superar el es-
comenta:
mos decir que del amor más que del trabajo, porque unirse en el trabajo
que une a los individuos en un solo cuerpo social. Parece, pues, ser el
re unir a los hombres en grupos cada vez más amplios. Pero no tarda en
otorga al propio hombre el poder conferido antes a los dioses; pero esta
374
Por ejemplo, percibir al hombre como un ser exclusivamente psíquico y, en esta esfera, domin ado por
lo erótico.
375
Paul Ricoeur: Freud: una interpretación de la cultura, ed. cit., p. 261-262.
En el campo específico del interés por la cultura, la etnografía recibió un em-
puje fundamental de los trabajos del alemán Franz Boas,376 a quien se debe
una concepción de la etnografía como disciplina que debe estudiar las socie-
posible distinguir leyes generales, pero que éstas eran muy difíciles de percibir,
de modo que se requería un extremo rigor científico para definirlas; este mismo
sistemas axiológicos del investigador al mundo investigado por él. Sus ideas
resultaron más flexibles, dialécticas y nítidas que las de uno de los grandes
nes metodológicas (sobre todo si se piensa que aquí sólo se han reseñado al-
gunas de las muchas tendencias existentes a lo largo de los casi dos siglos de
tigación tiene como objeto de estudio una práctica cultural o una labor artística,
incluso positivo, tener en cuenta algunos rasgos y requisitos que, aun pudiendo
376
Después naturalizado norteamericano.
variar o faltar en un caso específico, contribuyen a orientar al investigador y, en
derse por ―cultura‖ o por ―artes‖, sino que procura percibir qué entiende por
tales el grupo social con el cual debe trabajar. Por tanto, el investigador de-
d) Se procura construir los datos, es decir, los datos no están previamente es-
377
Cfr. P. Atkinson y M. Hammersley: ―Etnography and participant observation‖, en: N. K. Denzin y Y.
S. Lincoln, ed.: Handbood of Qualitative research. Sage, Thousands Oaks, California.1994, pp. 248-261.
378
Cfr. asimismo: Miguel Martínez: Comportamiento humano. Nuevos métodos de investigación , p. 200.
éstos en precategorías, las cuales, luego de una valoración discriminatoria,
constituyen material para construir categorías que sirven como guía al in-
vestigador en su valoración.
tante.
el significado que tiene cada evento observado para quienes están involu-
de la cultura y el arte.
379
Cfr. Gregorio Rodríguez Flores, Javier Gil Flores y Eduardo García Jiménez: ob. cit., p.45.
IV. Es imprescindible tener en cuenta que todo factor social, y en particular
cho cultural o artístico, tiene que procurarse todos los marcos referencia-
vestigación.
sis.
como la fotografía, los vídeos, los mapas conceptuales, los diagramas, etc. En
signo lingüístico, cuyas unidades son los fonos, mientras que la segunda se
ocupa del primer nivel de la lengua, cuyas unidades son los fonemas. 380 Esta
asienta sobre una percepción desde fuera (la que realiza el investigador u otros
380
Ya Claude Lévi-Strauss señalaba la significación de la fonología para los estudios culturales. Cfr.
Claude Lévi-Strauss: Antropología estructural. Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1970, p. 31: ―La fono-
logía no puede dejar de cumplir, respecto de las ciencias sociales, el mismo papel que la física nuclear,
por ejemplo, ha desempeñado para el conjunto de las ciencias exactas‖.
puntos de vista que simulan lo interno (emic, la significatividad y el senti-
va etic entraña una visión diacrónica y general. Por lo tanto, ambos enfoques,
rris perfila una definición de emic —atendiendo a los criterios de Pike y de Ed-
ción emic puede ser falsada [sic] si se puede demostrar que contradice
el cálculo cognitivo por el que los actores informados juzgan que las en-
381
Cfr. Juan Gutiérrez y Juan Manuel Delgado: ―Teoría de la observación‖, en: Juan Manuel Delgado y
Juan Gutiérrez, comp.: ob. cit., pp. 151-152.
tidades son similares o diferentes, reales, con sentido, significativas o de
Harris asume la relación etic – emic como una derivación del pensamiento de
382
Marvin Harris: El desarrollo de la teoría antropológica. Una historia de las teorías de la cultura .
Siglo XXI Ed. México, 1999, pp. 493-494.
383
Marvin Harris: El desarrollo de la teoría antropológica. Una historia de las teorías de la cultura .
Siglo XXI Ed. México, 1999, p. 497.
―materialismo cultural‖: ―La versión materialista cultural del gran principio de
manera cabal qué está investigando como problema; asimismo, esos instru-
mentos de análisis tienen que ser diseñados en consonancia con el campo es-
pecífico en que se va a trabajar. Vale decir, no hay instrumentos válidos per se,
tigador tiene que adecuar, perfilar y, a veces, hasta crear sus instrumentos se-
384
Marvin Harris: ―Principios teóricos del materialismo cultural‖, en: Paul Bohannan y Mark Glazer,
comp.: Antología. Lecturas. 2da. ed. Ed. Félix Varela, La Habana, 2005, p. 400.
385
Cfr. Gregorio Rodríguez Flores, Javier Gil Flores y Eduardo García Jiménez: ob. cit., p. 46.
[...] el concepto de prácticas culturales diferenciadas remite [...], necesaria-
y mediada.386
En tal sentido, al realizar una investigación cualitativa sobre una práctica cul-
la siguiente manera:
del arte.
386
Carlos Antonio Aguirre Rojas: Itinerarios de la historiografía del siglo XX. De los diferentes marxi s-
mos a los varios Annales. Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cub ana, La Habana, 1999,
p. 94. En Juan Manuel Delgado y Juan Gutiérrez, comp.: Métodos y técnicas cualitativas de investigación
en Ciencias Sociales, ed. cit., p. 619 se define holismo de la manera siguiente: ―Metodología descendente
con la que se explica la acción a partir de normas, valores o patrones de conducta colectivos que so n pro-
piedades emergentes, no reductibles al nivel individual‖.
3. Identificación de valoraciones (conscientes o inconscientes) ejercidas por
ductos culturales.
que sea necesario también estudiar las características de esa comunidad, las
que Homero Fuentes González comenta de este modo: ―La consideración del
387
Ibíd.
grantes, sino por medio de sucesivas síntesis que expresen sus rasgos, cuali-
ción dialéctica o movimiento del pensamiento científico que va del todo a las
suposición de que los datos y resultados experimentales son infalibles‖. 389 So-
tural objeto de investigación. Ello significa comprender que una práctica cultural
388
Homero Fuentes González: ―La concepción científica holística configuracional. Una alternativa en la
construcción del conocimiento científico. Su aplicación en la formación de los profesionales de la Educa-
ción Superior en la contemporaneidad‖, loc. cit., t. 1, p. 123.
389
Ibíd., t. 1, p. 129.
390
Cfr. Carlos Antonio Aguirre Rojas: Itinerarios de la historiografía del siglo XX. De los diferentes
marxismos a los varios Annales, ed. cit., p. 47.
observada no existe fuera de un complejo sistema de interrelaciones sociales
datos cualitativos, como para poder adelantar un pronóstico. Las hipótesis cua-
los sujetos que están implicados en la práctica artística o cultural objeto de in-
con una intervención mínima de los puntos de vista del investigador. Este mis-
391
Ibíd.
392
Ibíd.
Los instrumentos de recopilación de la información (cuestionarios, entrevi s-
tas, etc.) resultan más efectivos y legítimos si son generados en el propio cam-
general. Así como es posible establecer una serie de rasgos comunes entre las
ayude a precisar mejor los rasgos de identidad cultural que caracterizan al gru-
que está implícito para los sujetos de una práctica cultural objeto de estudio.
es fácil conseguir que un sujeto de una práctica cultural haga por completo ex-
plícitos significados a los que sólo desea aludir oblicuamente. Esto es bien ob-
vio en práctica tales como las de carácter mítico, ritual, etc. De ello se despren-
ciones. Pero no hay que considerar de antemano que dichos aparatos son el
393
Ibíd.
medio por excelencia para el registro de notas, por cuanto, por el contrario,
pueden motivar auto-restricciones por parte del sujeto de una práctica cultural.
trario, se requiere decidir entre si procede aplicar otras técnicas, repetir la ob-
biente cultural o artístico, lo cual significa que debe establecer ―[...] con cuidado
el rol que le pueda facilitar la recolección de la información‖, 395 ya que del nivel
do con una parte de dicho grupo socio-cultural, y no con otras partes de éste
(por ejemplo, más vinculado con los promotores culturales que con los usuarios
394
Ibíd., p. 48.
395
Miguel Martínez: ob. cit., p. 202.
cia y sensibilidad para definir y alcanzar su propio rol dentro de una práctica
cultural, dependerá que ―[...] los miembros del grupo o comunidad lleguen a
tearse una serie de problemas que resolver a través de las observaciones, las
entrevistas, el rol que él mismo asuma al trabajar con un grupo social y, en ge-
guiarse por la contextualización específica de cada grupo social con el cual tra-
baje:
1. ¿Qué significan el arte y la cultura para los sujetos investigados? ¿Qué en-
tienden ellos por cultura, cuáles son sus límites, sus formas, sus significa-
dos característicos?
2. ¿En qué medida su recepción del arte y la cultura tiene que ver con su nivel
nero?
3. ¿Qué conocimiento tienen del arte y la cultura que los rodea en su entorno
396
Ibíd.
5. ¿Cómo caracterizan lo específico de las prácticas artístico-culturales de su
ámbito social?
6. ¿Cómo funcionan en tanto receptores del arte y la cultura? Vale decir, ¿qué
Todo ello debe conducir a una valoración por el investigador acerca de cómo
miento directo del grupo social y las prácticas culturales de éste. Una investiga-
puntos 1, 2 y 3.
este tipo. Una investigación que utilice un enfoque etnográfico puede ocuparse
puede ser el siguiente, relacionado con el campo del teatro, y que tampoco
puede enfrentarse como un patrón, sino como una serie de sugerencias para
específicas de trabajo:
1. ¿Qué significa el teatro para los sujetos investigados? ¿Qué entienden ellos
2. ¿En qué medida su recepción del hecho teatral tiene que ver con su nivel
5. ¿Qué vivencias tienen del teatro? ¿Qué anécdotas personales pueden rela-
ria?
6. ¿Cómo funcionan en tanto receptores del arte teatral? Dicho de otro modo,
recepción del teatro; procuran sustentar sus opiniones sobre el hecho tea-
les estas personas perciben el hecho teatral? ¿En qué medida están me-
diados por otras formas escénicas del arte, como la danza, la TV, el video,
mental, a desarrollar tareas de acción y política culturales, toda vez que permite
estrategias.
puntos 1, 2 y 3.
tipologías de información.
Teoría de la entrevista.
texto construido de este modo —bajo el estímulo, conducción y control del in-
que no puede alcanzar de otra manera, dado que no existen en forma de escri-
datos disponibles en otro tipo de registro. Está, pues, regida, como todo méto-
ello constituye uno de los riesgos mayores en cuanto a su aplicación por inves-
basta con unas pocas reglas prácticas para comprender su sentido y alcance.
Por lo demás, existen diversos tipos de entrevista, incluso fuera del campo i n-
este instrumento, pues no puede asumirse como un método que pueda ser
―Las entrevistas no son por sí mismas una panacea: recogen de manera privi-
ciones‖.399 Por tanto, no puede emplearse para obtener ni cualquier tipo de in-
miento verbal en el cual una persona A extrae una información de una persona
397
Ramfis Ayús Reyes: La aventura antropológica. Cultura, poder, economía y lenguaje . Ed. Ciencias
Sociales. La Habana, 2007, p. 180.
398
Ápud ibíd.
399
Dominique Aron-Schnapper y Danièle Hanet: ―De Herodoto a la grabadora: fuentes y archivos ora-
les‖, en: Jorge Acevedo Lozano, comp.: Historia oral. Ed. Instituto Mora. México, 1993, p. 61.
400
Cfr. Alain Blanchet: ―Entrevistar‖, en: Alain Blanchet et al.: Técnicas de investigación en ciencias
sociales. Narcea, S.A., Ediciones, Madrid, 1989, p. 88 y sig.
401
Ápud ibíd., p. 88.
B, información contenida en la biografía de B.402 Se entiende aquí como biogra-
fía no la secuencia cronológica de una persona, sino ―el conjunto de las repre-
sentaciones asociadas a los acontecimientos vividos por B‖.403 Esto quiere decir
hace el informante. Esto significa que una entrevista, para el investigador cuali-
interpretada de algún modo por una persona. De modo que si una persona B
relata, de forma inmediata, sucesos que acaba de vivir o presenciar, eso que le
cuenta a una persona A no puede considerarse una entrevista, toda vez que,
(es decir, aquella que está matizada, lo menos posible, por una interpretación
del informante):
402
Ápud Alain Blanchet, ob. cit., p. 88.
403
Ibíd.
cuesta estadística el cuestionario cerrado, por ejemplo, está diseñado
que forma parte de la información aportada por la entrevista, pues ella se pro-
404
Luis Enrique Alonso: ―Sujeto y discurso: el lugar de la entrevista abierta en las prácticas de la sociolo-
gía cualitativa‖, en: Juan Manuel Delgado y Juan Gutiérrez, comp.: ob. cit., p. 224.
405
Ibíd.
Con el lenguaje se pueden reproducir vivencias pasadas y anticipar ex-
ciencia social.406
reflejar una actitud personal sobre la sociedad y que, de alguna manera, a tra-
vidad, refleja esa sociedad y, en el caso que nos ocupa, los procesos culturales
o artísticos, en los cuales tienen un lugar tan destacado los componentes emo-
cualitativa, funciona ante todo como un narrador, que incluye su propia expe-
riencia y emotividad como partes del significado del relato. 407 Hay diversas ma-
406
H. Hiebsch y M. Vorwerg: Psicología social marxista. Ed. Política, La Habana, 1982, p. 89.
407
Cfr. J. Bruner: Actos de significado. Más allá de la revolución cognitiva. Ed. Alianza, Madrid, 1991.
duce en factores objetivos perceptibles de la comunicación oral: ―El lenguaje
incluso cuando éste está dirigido a fines similares. El cuestionario está cons-
truido para recoger y codificar lenguaje / objeto, es decir, lenguaje cuyo signifi-
nos de marcar de algún modo una o varias entre un grupo de respuestas dise-
408
H. Hiebsch y M. Vorweg: Psicología social marxista. Ed. Política, La Habana, 1982, p. 89.
409
Cfr. Gregorio Rodríguez Gómez, Javiel Gil Flores y Eduardo García Jiménez: ob. cit., p. 166.
410
Cfr. Alain Blanchet: ―Entrevistar‖, loc. cit., p. 89.
lenguaje / objeto, sino que construye un discurso conversacional, continuo y
con una cierta línea argumental.411 De aquí la cierta dosis de narratividad que
continuación:
tística—;
yen:
411
Cfr. Luis Enrique Alonso: ob. cit., p. 228.
práctica cultural; estereotipos; trayectorias (de estilo artístico, de
ciogrupales, etc.);
artística, lo cual atiende, entre otros factores, a: los saberes sociales —los
Conviene insistir en que los anteriores son algunos entre los posibles em-
tido estricto y total, la conducta del entrevistador. Todo ello varía de acuerdo
cance (histórico, cultural, étnico, etc.), es necesario tener en cuenta que una
sociales cristalizados en discursos que han sido construidos por la práctica di-
ten en objeto de trabajo para el investigador. Por otra parte, es muy necesario
cursivo podría, incluso, ser distinto en una serie de aspectos, unos marginales
y otros, quizás, esenciales. Por ello tiene razón Alain Blanchet al decir que ―[...]
412
Ibíd., p. 229.
413
Alain Blanchet: ―Entrevistar‖, loc. cit., p. 94.
serie de factores: estado anímico, situación contextual, situación socio-concreta
defensa del entrevistado, etc. A esas condicionantes hay que agregar el hecho
inseparable del trabajo con la entrevista cualitativa, debe tener muy en cuenta
Suele considerarse que una entrevista realizada entre interlocutores que tie-
traste entre los interlocutores, para lograr una relación comunicativa fluida y, en
base de que siempre ha de contarse con ese tipo de tecnología. Si bien, como
rales de realizar una entrevista cualitativa, hay algunos aspectos que conviene
su vez, en entrevistado debe saber por qué ha sido seleccionado, sea por su
dominio profesional del tema, sea por haber vivido las situaciones de interés
ción de la entrevista en un tema específico, sino que deje libre el fluir de la pro-
vestigador cuente al menos con un mínimo encuadre que le permita prever una
son ámbito para la desazón, tanto por parte del entrevistado, como del propio
char sin juzgar, guardar una simpatía activa que sin embargo no impli-
414
Ápud Ramfis Ayús Reyes: ob. cit., p. 181.
podrá hacer sentir al entrevistado que se le escucha con atención, sin
del discurso del entrevistado. Por ejemplo, un ejemplo puede ser el siguiente:
―Me gustaría que me hablase sobre cómo se organizaban entonces las tertulias
literarias‖. Esta consigna demanda una narración. Otro tipo de consigna, que
más bien demanda una respuesta asertiva, puede ser la siguiente: ―Me interesa
mucho que saber qué ha representado para Ud. ese taller de cerámica para
previo entre los interlocutores, necesariamente, tiene que ser sintético y no de-
tienen que limitarse al máximo, para no romper la secuencia discursiva del en-
415
Dominique Aron-Schnapper y Danièle Hanet: ob. cit., p. 67.
416
Cfr. Luis Enrique Alonso: ob. cit., p. 234.
conocimientos (de manera lo más sintética y económica posibles); la de reite-
ración, que es otro modo de enunciación, pero más sugestivo, mediante el que
atraen mucho público‖, puesto que se consigna ante todo un referente objetivo,
ría: ―Me imagino que a los estudiantes universitarios no les interesaría mucho
siguiente cuadro:
dora.
417
Noción que proviene de reflexiones filosóficas sobre el lenguaje. Cfr. J. I. Austin: Cómo hacer cosas
con palabras. Paidós Ibérica, Buenos Aires, 1982. Asimismo, J. R. Searle: Actos de habla. Ed. Cátedra,
Madrid, 1972.
418
Cfr. asimismo Alain Blanchet: ―Entrevistar‖, loc. cit., p. 107.
De hecho, el grupo de actos referenciales difieren entre sí tanto por la forma
será registrada como texto de la entrevista. El eco es, de hecho, una variante
sulta una especie de subrayado tácito, que puede hacer que el entrevistado
brinda; este tipo de intervención del investigador es el más fuerte para el entre-
secuencia que éste ejecuta; por eso ―[...] provoca unos efectos de consenti-
dena de causas‖.419 El reflejo, a la manera del eco, constituye una solicitud im-
plícita de que se caracterice o declare con mayor nitidez una actitud del entre-
419
Luis Enrique Alonso: ob. cit., p. 235.
Tipo de inter- Texto de la entrevista.
vención del
entrevistador.
La Habana, por cierto que allá no le ha ido tan bien... y yo. Los talleres
literarios los hacíamos hasta tres y cuatro veces al mes, porque a los
miembros les gustaba, tenían otro interés. Pues para cada uno Magdale-
los miembros del taller. Ella tenía mucho cuidado: elegía poemas buenos,
por nosotros. Ella los traía, pero la selección definitiva era de los dos.
había dos máquinas en la Casa de Cultura. Una más nueva y otra viejita.
machacar con la viejita, como locos, pero el día del taller todo estaba
preparado.
complementa-
ria
textos eran más largos y no hubiéramos terminado nunca. Así que bus-
Consigna (na- Entrevistador: Cuénteme quiénes eran los miembros de aquel Taller.
rrativa)
Entrevistado: Pues fíjese que a muchos los veo todavía. Han pasado
al taller venía gente de cualquier edad, no como ahora que son sobre
sentía que tenía cosas que decir, que podía escribir. Y también es verdad
que empezaban a imprimirse libros aquí, y uno sentía que podía ser es-
critor, que uno podía proponérselo. Así que en el taller de nosotros había
El Caimán Barbudo. Nunca he visto a nadie tan pero tan feliz. Y todos
vivían, bueno, vivíamos, soñando con que un día íbamos a meter la bola
de una vez. Porque yo tenía el Taller, y con eso estaba haciendo algo por
fíjese que así pasó con X, que empezó aquí y mire adónde llegó. Todavía
Pregunta refe- Entrevistador: En aquella época, ¿en el Taller había más poetas que na-
rencial. rradores?
pensado que ésta es una tierra más de poetas que de narradores. Pero a
Reflejo y Entrevistador: A Ud. le gusta más la poesía.Y seguro que le sigue gus-
modalizadora.
decir, con todo y lo que han cambiado los tiempos, en el Taller de ahora
se experimenta más, eso sí. Pero con todo, a mi me llama más la poesía,
modalizadora
que pasa en que todo el mundo, hasta el más burro, siente ganas de de-
cir algo en poesía alguna vez en la juventud. Para escribir un buen verso
hace falta algo que mucha gente tiene antes de cumplir los treinta. Des-
siguen escribiendo versos los que de verdad son poetas. Pero la juventud
tiene que ver con la poesía, y al revés. Y eso es una de las cosas lindas
Consigna Entrevistador: Ud. echará de menos aquel Taller de hace veinte años.
(asertiva)
diana estructurada tanto por habitus lingüísticos y sociales —en tanto que sis-
ción de estas prácticas—, como por estilos de vida, en cuanto que formaciones
status socioeconómico‖.421
determinado grupo social, unas prácticas culturales y / o artísticas. Por otra par-
cada vez, por supuesto), mientras que la escucha es colectiva. En este caso, la
420
Pierre Bourdieu: El sentido práctico. Ed. Taurus, Madrid, 1991, pp. 91 y sig.
421
Luis Enrique Alonso: ob. cit., p. 237.
ters que utiliza el entrevistador son los mismos: consignas, enunciados com-
Historia oral.
útiles en los estudios sobre cultura y arte. Muy a menudo, se constata que cier-
tos resultan insuficientes para los fines de una investigación. Piénsese, por
tudios sobre recepción, difusión y marketing del arte, etc. Incluso en el estudio
pero también grupales— sobre la existencia cultural del arte en sus distintas
formas. El nuevo ascenso de los enfoques cualitativos a partir del siglo XX,
zarse más fuertemente con las demás ciencias sociales, añadiendo al criterio
temporal la noción del espacio concreto, para así poder expresarse en los di-
nal‖.423 Otro factor que ha influido, desde luego, es el desarrollo, a lo largo del
siglo XX, de tecnologías que permitían crear otras fuentes de información, cre-
artes:
422
Jorge Aceves Lozano: ―Introducción‖ a: Jorge Aceves, comp.: Historia oral. Ed. Instituto Mora. Mé-
xico, 1993, p. 9.
423
Ibíd., p. 10.
En esta renovación de las perspectivas y puntos de partida del análisis
En realidad, los historiadores han venido utilizando las fuentes orales a lo lar-
Pero todavía en la primera mitad del siglo XIX, las evidencias orales tenían una
nes fueron publicándose en lo que fue llamado ―libros azules‖. Al respecto, Paul
toria oral parte del principio metodológico de ―[…] estimar el carácter y la praxis
424
Ibíd., p. 16.
425
Paul Thomson: ―Historias de vida y cambio social‖, en: José Aceves Lozano, comp.: Historia oral, ed.
cit., p. 118.
otros esfuerzos por una historia social cualitativa, influenciada por las ciencias
como potencial crítico frente a los llamados paradigmas, es decir, los intentos
Lutz Niethammer:
de historia que se bastase con la tradición oral, sino para una técnica
poránea. Pero, por otro lado, permite una concepción más amplia del
426
Lutz Niethammer: ―¿Para qué sirve la historia oral?‖, en: Jorge Aceves, comp.: Historia oral, ed. cit.,
p. 47.
427
Ibíd., p. 32-33.
completo acientífico. En una visión, por el contrario, hiperbolizadora, para la
cual la historia oral sería una especie de panacea para superar la cosificación
cuanto a la historia oral, para tratar de verla bajo una luz mucho más equilibra-
da y mejor definida:
campos de heurística histórica por el hecho de que las fuentes no son di-
lista.428
428
Ibíd., p. 33-34.
Comentando la aparición del método de la historia oral, Dominique Aron-
sidera como adicional, sino como muy importante para la recopilación y proce-
emplearlos per se: su valor depende del campo de estudio, de los objetivos y
dos y tipos de datos: ―[…] como las otras fuentes, la utilidad de los archivos
ras apuntan con razón: ―Si, «por esencia, la historia es conocimiento mediante
429
Dominique Aron-Schnapper y Danièle Hanet: ―De Herodoto a la grabadora: fuentes y archivos ora-
les‖, en: loc. cit., p. 60.
430
Ibíd., p. 65.
431
Ibíd.
La novedad está en el cambio de actitud de los historiadores: ¡ya ahora
que ―[…] la antropología ocupa, de buena fe, ese campo de la semiología que
432
Ibíd., pp. 61-62.
433
Claude Lévi-Strauss: Antropología estructural. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1970, p. XXXIII.
[…] el material de nuestras entrevistas sugiere que la experiencia del in-
les, cuya utilidad —de nuevo hay que subrayarlo, depende de la concepción
oportuno señalar que estos archivos —y, en general, esto es válido no solo pa-
ra los orales, sino para todos los que se crean y utilizan en un proceso investi-
oral, en cierta medida muy relativa, puede vincularse con una categoría más
434
Lutz Niethammer: ―¿Para qué sirve la historia oral?‖, loc. cit., p. 55.
Entre la lengua que define el sistema de construcción de las frases posi-
archivo define un nivel particular: el de una práctica que hace surgir una
todas las bibliotecas; pero tampoco es olvido acogedor que abre a toda pa-
do, hace aparecer las reglas de una práctica que permite a la vez a los
de toda una época. Por otra parte, no nos es posible describir nuestro pro-
Se da por fragmentos, regiones y niveles, tanto mejor sin duda y con tanta
435
Michel Foucault: Arqueología del saber. Siglo XXI Editores. México, 1970, pp. 220-221.
El archivo oral de una investigación específica, incluye los enunciados cons-
truidos durante el proceso mismo de la indagación; una vez concluido este, los
constructos de ese archivo oral, en algún grado distantes ya del proceso inves-
unos procesos, pero, al mismo tiempo, está relativamente cerca de dicho pre-
tiempo que rodea nuestro presente, que se cierne sobre él y que lo indi-
436
Ibíd., p. 222.
437
E incluso ha tenido repercusiones literarias: piénsese, por ejemplo, en las novela -testimonio de Miguel
Barnet, donde se destacan Biografía de un cimarrón, Gallego, La vida real, La canción de Rachel, así
como sus reflexiones ensayísticas al respecto en La fuente vida. Igualmente, en México ha producido una
obra tan relevante como Hasta no verte, Jesús mío y Tinísima, de Elena Poniatowska; o Mis años con
Laura Díaz, de Carlos Fuentes.
oral, en tanto método de investigación de la cultura y el arte, permite un acer-
puntos de vista subjetivos sobre los hechos de la cultura y el arte. Hay una
dad, ni se trata de una técnica que tiene todavía que demostrar su efectividad;
ciones para el futuro. Pero eso no quiere decir que no tenga pasado. De hecho,
la historia oral es tan antigua como la historia misma. Fue el primer tipo de his-
historiador francés del siglo XIX Jules Michelet, profesor de la École Normale,
consideró los documentos escritos como una fuente más. Podía aprovechar su
438
Paul Thompson: La voz del pasado. Historia oral. Edicions Alfons el Magnànim, Valencia, 1988, p.
31.
entrevista. Esos procedimientos permiten recoger la expresión y tradición oral
cada investigación. Desde luego que ―[...] un buen informante de historia oral es
terceros resulta una de las formas más sencillas y exitosas. Paul Thompson
afirma que ―Aunque habrá rechazos, que pueden ser desalentadores, siempre
y cuando se tenga una idea clara de a quién se está buscando, esta parte del
439
Ibíd., p. 100.
440
Paul Thompson: La voz del pasado, ed. cit., p. 213.
ción, acción o institución cultural, pueden ser de suma importancia los recuer-
tencia del objeto de estudio (la memoria de los participantes de una tradición
Esta historia oral, que en la mayoría de los casos puede resultar muy útil, en la
indagar la historia cultural efectiva de una modesta casa de cultura o una biblio-
hecho, por lo demás, que no todo documento resulta válido para la compren-
documento, subjetivo, es cierto, pero no por ello menos valioso como material
para la interpretación de los hechos y procesos por parte del investigador. Tén-
campos de heurística histórica por el hecho de que las fuentes no son di-
rectamente accesibles y que la forma de explorarlas determina su carác-
ter.441
Historia de vida.
nes dentro de estructuras sociales. Que esas tres cosas —biografía, historia,
sociedad— son los puntos coordenados del estudio propio del hombre, ha sido
esquemática de la vida del sujeto con que se trabaja, pudiera ser un resultado
441
Lutz Niethammer: ―¿Para qué sirve la historia oral?‖, en: Jorge E. Aceves Lozano, comp ilador: Histo-
ria oral. Ed. Instituto Mora, México, 1993, p. 33.
442
Charles Wright Mills: ob. cit., p.157.
subsidiario del trabajo). Por el contrario, la historia de vida se propone confor-
guiendo a Daniel Bertaux,443 la historia de vida se presenta más bien como una
―sociología del rostro humano‖, en la cual se evita tratar los hechos sociales de
hablen los que, normalmente, no suelen expresarse (al menos en forma prota-
gónica) para la historia ni tampoco para la evaluación social; hay que decir, por
otra parte, con Françoise Morin, que ―[...] el método biográfico sirve para regi s-
trar las prácticas culturales que morirán con sus últimos portadores‖,444 y en
que la evolución histórica tiende a postergar y aun a borrar. En esto hay que
tener en cuenta, desde luego, que esa función se hace cada vez más imperati-
443
Cfr. Françoise Morin: ―Praxis antropológica e historia de vida‖, en: Jorge E. Aceves Lozano, compila-
dor: Historia oral. Ed. Instituto Mora, México, 1993, p. 86.
444
Ibíd., p. 104.
servación de la identidad cultural.445 Por lo demás, la historia de vida fue usa-
da, con especial intensidad, por la Antropología, en las primeras décadas del
siglo XX. En lo que este siglo avanza, la historia de vida va recuperando gra-
y, sobre todo, en que, como ha indicado G. Balandier: ―La crisis de los métodos
específico, a cada vida objeto de estudio. El enfoque biográfico debe ser bien
vida a la cual se aplique. Como apunta Daniel Bertaux, ―En cuanto a compren-
der cómo funciona dicho enfoque, se aprende mejor con la experiencia (más
rápido y con mayor seguridad) que leyendo textos metodológicos: hacer por
hacer, es mejor (re)leer a los grandes clásicos. Sin embargo, no carece de inte-
rés saber que el modo en que se van a recoger los relatos de vida anticipa su
445
Cfr. ibíd., p. 105.
446
Ápud Alejandro Moreno: ―El método de historias de vida‖, en: Miguel Martínez: Comportamiento
humano, ed. cit., p. 260.
utilización ulterior‖.447 La historia de vida, en tanto método, funciona, por lo de-
de la siguiente manera: ―Las historias de vida están formadas por relatos que
ción de la historia oral tiene que hacerse a partir de una organización del traba-
jo de campo. Por otra parte, es necesario tener muy en cuenta que el método
o varios informantes. Por ejemplo, J. J. Pujadas expone 450 una tipología de los
447
Daniel Bertaux: ―Los relatos de vida en el análisis social‖, en: Jorge Aceves Lozano, compilador:
Historia oral. Ed. Instituto Mora, México, 1993, p. 136.
448
Pues el investigador necesita lograr una especie de ―acuerdo‖ en tre su propia visión del relato de vida
que ha hecho el entrevistado, y la que éste tiene sobre su propio discurso. Esta negociación o acue rdo,
que, en el fondo, viene a ser una exégesis, es menos simple de lo que parece, sobre todo tratándose de un
(micro)estudio de la sociedad. (Cfr. la valoración de los criterios en: Saúl Kripke: Wittgenstein: reglas y
lenguaje privado. UNAM, México, 1989, pp. 92 y sig.).
449
Cristina Santamarina y José Miguel Marinas: ―Historias de vida e historia oral‖, en: Juan Manuel Del-
gado y Juan Gutiérrez, comp.: ob. cit., p. 258.
450
Cfr. J. J. Pujadas: El método biográfico: el uso de las historias de vida en ciencias sociales. Centro de
Investigaciones Sociológicas, Madrid, 1992.
materiales que pueden ser utilizados en la conformación de una historia de vi-
minados documentos, o ser parte de ellos, antes, fuera de los marcos y sin la
si tiene acceso a ellos, debe tenerlos muy en cuenta. Pueden ser: caracteriza-
sobre el sujeto; curriculum vitae redactado por el sujeto investigado con diver-
sos fines; diarios íntimos (en los que se consideran también textos como ano-
de vida de variado tipo: de relato único, en que se trabaja con la historia de vida
palabra, varios informantes hablan sobre una misma práctica cultural, sobre un
de las entrevistas.
por su epistemología cualitativa, una definición cabal previa al inicio del trabajo
mismo puede ser partícipe o usuario (receptor) dichas prácticas. Ello significa
que, por lo menos en un primer tanteo, puede meditarse acerca de qué será
preferible para la investigación de un tema dado. Esto nos permitirá ―[...] delibe-
rar y decidir si hemos de contar con historias individuales (cada informante ha-
historias cruzadas: varios informantes hablan sobre una misma práctica o expe-
de la historia local por medio de interacción directa, cara a cara, con personas
451
Ibid., p. 281.
trata de penetrar en la historia específica de una práctica cultural (una tradición,
temáticas, que permitan una visión panorámica del proyecto que va a ser em-
cionar datos sobre el tema de la investigación y sobre cada uno de los entrevi s-
orales pueden ser los recuerdos informales de las personas de un grupo social
nen particular interés, por supuesto, las remembranzas de los directivos y pro-
motores culturales (si los hubiere habido), así como de los usuarios sistemáti-
cos de una práctica cultural dada. Asimismo, pueden resultar de interés los re-
452
Cfr. Thad Sitton, George L. Mehaffy y O. L. Davis, Jr.: Historia oral. Fondo de Cultura Económica,
México, 1993.
pueden ser, naturalmente, periódicos que abordaran de forma crítica o divulga-
zación laboral, diseños escritos para dicha práctica, actas de reuniones. Tam-
en que éste se inscribe, podrá realizar mejor tanto las entrevistas, como el aná-
lisis de los relatos con los que ha de trabajar. La finalidad subjetiva tiene un
453
Cristina Santamarina y José Miguel Marinas: ob. cit., p. 281.
prepare una guía muy general, algo así como un mapa temático previo, que
sirva como guía para que el investigador, a lo largo de un trabajo que es amplio
rés, algo así como una lista con función de recordatorio. Conviene tener en
investigadores tengan una idea clara acerca de los diversos temas sobre los
ese mapa con una cierta organización lógica, pero ello no es particularmente
con el entrevistado. En una palabra, esa guía no puede influir en que la entre-
Por último, bajo ningún concepto debe ir marcando los temas que ya ―han apa-
recido‖ en las entrevistas, para no tender, inconscientemente, a excluirlos de
tos y tendencias artísticas que más le han interesado; vínculos con otros artis-
tas; aspiraciones como artista; políticas culturales que ha conocido y con las
que ha trabajado; otros aspectos, tales como relaciones con la comunidad, po-
454
Cfr. ibíd., p. 98.
[…] el método de la historia de vida se basa en una combinación de ex-
vida. Las preguntas tienen que coincidir con este marco, no a la inversa;
rias de vida puede llegar a ser parte de una metodología mucho más po-
Una entrevista, como técnica del método de historia de vida, es ante todo un
455
Paul Thompson: ―Historias de vida y cambio social‖, en: Jorge Aceves Lozano: ob. cit., p. 123.
investigador debe tener en cuenta tres niveles escénicos y, desde luego, tres
vivió y está ale- ríodo que está vi- mento del diálogo
dependencia de nitarios.
do sobre la cual
se trate. Entre
otros, pueden
colar, grupos
comunitarios,
grupo profesio-
nal.
(reales o manipu-
cado carácter
narrativo.
y la acción
tiva del lejanos con mati- se un matiz axiológico la imagen que tiene
explícita o implí-
citamente (ale-
gría, lástima en
relación con
otros, autocon-
miseración, hu-
morismo, etc.).
La entrevista de historia oral debe estar regida por una ética, según se señaló
gación, así como de las características del proyecto específico al cual contribui-
456
Existe una Asociación de Historia Oral (Oral History Asociation), con sede en la North Texas State
University. Fundada en 1966, es la organización profesional en su tipo mayor en su tipo. Ella ha estable-
cido unos lineamientos de ética para la entrevista de historia oral, que son los que, en síntesis, se presen-
tan aquí.
457
Thad Sitton, George L. Mehaffy y O. L. Davis, Jr.: Historia oral, ed. cit., p. 143.
Los entrevistadores (así como todo el equipo de investigadores de cada pro-
mantes, así como a respetar los elementos que éstos le hayan participado a
trabajo, los informantes deben ser seleccionados ―[...] sobre la base de su po-
los jefes de la investigación, por las instituciones que respaldan ésta) sobre la
además, compatibles con los entrevistados (de acuerdo con el tema investiga-
rantizar que tanto los entrevistados como los entrevistadores estén debidamen-
Cada entrevista deberá contar con una ficha de registro, en que se consigne:
458
Ibíd., p. 142.
dirección y teléfono—; indicación de qué número de entrevista es a esta perso-
de la entrevista.
Una serie de rasgos, en general bien conocidos, deben caracterizar las en-
del entrevistado, el cual debe ser lo más libre posible para conformar su res-
puesta: debe haber un máximo de objetividad. Por ello, hay que abstenerse de
tas que recibe. En el caso de que se requiera que el entrevistado amplié algu-
nas de sus respuestas, esto debe ser solicitado con naturalidad tal, que no ha-
cos que es necesario desarrollar más. Toda la entrevista debe realizarse con
gistro escrito: es necesario realizar esto de manera que la lectura sea com-
prensible; hay que tratar, sin embargo, de respetar el estilo de comunicación
Bertaux apunta:
bajar el relato —la forma del relato: dejando sin modificar los contenidos
mientos sobre lo social. Esto puede hacerse en interacción con el/la in-
los que clamarán por la traición, que es muy raro que un entrevistado se
do por Catani).459
459
Daniel Bertaux: ―Los relatos de vida en el análisis social‖, en: Jorge Acev es Lozano, comp.: ob cit., p.
147.
historia de vida; ni siquiera esta debe equipararse con el mero testimonio auto-
según su protagonista: los contextos son solo eso, delimitaciones que se focali-
Aunque ambos tipos de texto resulten narraciones sobre una vida real, están
tes por completo. Del mismo modo, no puede confundirse historia de vida con
mientos que describe son las etapas de una experiencia por medio de la
nes más frecuentes que he observado en las historias de vida que reco-
460
Bronislaw Misztal: ―Autobiografías, diarios, historias de vida e historias orales de trabajadores: fue n-
tes de conocimiento socio-histórico‖, en: Jorge Aceves Lozano, comp.: ob. cit., p. 171.
461
Martine Burgos: ―Historias de vida. Narrativa y la búsqueda del yo‖, en: Jorge Aceves Lozano, comp.:
ob. cit., pp. 152-153.
Hay que prestar particular atención a transcribir de manera legible elementos
el entrevistador; ello implica que hay que acompañar el texto del registro con
rrolló la entrevista, así como todo otro tipo de apreciaciones sobre gestualidad,
postura, reacciones emocionales al tratar tales o cuales temas, etc. Como una
ce en el proceso investigativo.
La historia de vida como método de trabajo, exige del investigador una capa-
vez que, por una parte, el investigador tratará de registrar la historia tal como la
narra el sujeto investigado, pero también tendrá que interpretar esa historia y,
además, el investigador, por otra parte, que estructurar su propia narración (en
teau, se produce con tales procesos narrativos una evidencia de las relaciones
les es efecto y con los que aborda, se ofrece una posibilidad: un discurso
una ―manera de hacer‖ textual, con sus procedimientos y con sus tácti-
sólo escribir ―relatos‖. Por su lado, Bourdieu hace de los relatos la van-
grupos, etcétera). Aparece una y otra vez. ¿No habría que reconocer su
función necesaria, y que una teoría del relato es indisociable de una teo-
producción?462
462
Michel de Certeau: La invención de lo cotidiano. Artes de hacer. Departamento de Historia de la Uni-
versidad Iberoamericana, México, 1996, p. 88.
cia— a la novela, o, al menos, a novelas con una determinada calidad y enfo-
cault, sino este arte de decir que es un arte de pensar y hacer. Con los
―arreglo‖ del conjunto. Pero este arte de la narración finge ser su otro,
463
Ibíd., p. 89-90.
En una línea semejante, Paul Ricoeur ha llamado la atención acerca de las
discurso del relato. En efecto, Ricoeur subraya que el discurso histórico, preci-
que ser analizado como narración, y, por ende, interpretado. De este modo,
trar cognitivamente en una realidad social. Todo ello implica una evaluación de
464
Cfr. Paul Ricoeur: ―La historia como relato‖, en: Semiosis. Cuadernos del Seminario de Semiótica del
Centro de Investigaciones Lingüístico-Literarias de la Universidad Veracruzana. Números 22-23. Enero-
junio y julio-diciembre de 1989, p.36.
465
Cfr. Paul Ricoeur: Historia y verdad. Ediciones Encuentro, Madrid, 1990, p. 27-40.
466
Cfr. Cristina Santamarina y José Miguel Marinas: ob. cit., p. 274.
índole cultural, toda vez que el relato subjetivo mediante el que se reconstruye
Los datos que el investigador construye a partir de las entrevistas, por tanto, se
caracterizan por su complejidad discursiva (se rigen por muchas de las leyes
diálogo, exposición valorativa, etc.). El texto registrado, por lo demás, debe te-
vida no es una novela, sino un texto cuya función principal es cognitiva, no poé-
tica. Por otra parte, puede dar cuenta, en la investigación de la cultura y el arte,
galeristas, editores, etc.— sobre sus propias vidas, ligadas de formas diversas
al arte y la cultura. Dos cuestiones básicas, por último, señala Régine Robin
diversas historias de vida, o fragmentos de ella. En efecto, la por así decir ―edi-
tos de vista, no constituye un defecto, sino, más bien, desde el punto de vista
Un texto, sea cual fuere, no tiene que ver directamente con su referen-
cia, con el extratexto, sino siempre con referencias textuales, con el dis-
cial si se quiere. Todo lector, como todo narrador, lee y produce a través
467
Régine Robin: ―Historia oral y poder‖, en: Jorge Aceves Lozano, comp.: ob. cit., p. 182.
cedazos culturales, lo que Claude Duchet llama un sociograma, noción
una estructura abierta. Conflictivo, que oscila entre dos polos de la con-
lidades de cualquier sugerencia: de nuevo hay que señalar que todo ello tiene
468
Ibíd., pp. 182-183.
biografía, e, incluso, la conformación de un discurso autobiográfico a través de
Criterio de expertos.470
phi (a veces aparece como Delphy —lo cual es mucho menos correcto, porque
en latín se escribía Delphi, al cual iban a consultar los griegos, porque se supo-
nía que por boca del oráculo hablaba el dios heleno Apolo—). En el Delphi se
469
Hay un excelente ejemplo cubano de autobiografía de artista inducida eficazmente por entrevistas de
investigador, cfr. Esther Suárez Durán: El juego de mi vida. Vicente Revuelta en escena. Centro de Inves-
tigación y Desarrollo de la Cultura Juan Marinello, La Habana, 2001. También hay otro caso muy rele-
vante en Cuba de investigación con integración libre del enfoque biográfico, el autobiográfico y el de
historia de vida, que ha merecido varias ediciones tanto en Cuba, como en Suiza y Gran Bretaña, cfr.
Daisy Rubiera Castillo: Reyita. 4ta. ed. Ed. Verde Olivo. La Habana, 2000.
470
Este método ha sido usado con frecuencia en Cuba, donde distintos especialistas lo han empleado,
entre ellos, con particular eficacia, el Dr. Joaquín Palacios.
so es la elección de los expertos, con la ayuda de un coeficiente de competen-
cia que ayuda a escoger personas mejor informadas sobre la temática que
hecho es una solicitud que se redacta en los términos similares a los siguien-
cas. Se recomienda que sean menos de diez, para que resulte más probable
Consultas.
Por favor, al final de cada una de las consultas, aparece la palabra VALO-
―inadecuado‖.
plan de estudios del Instituto Superior de Arte por años académicos se está
riencia e intuición.
VALORACIÓN: ___
que ayuden a los expertos a tomar decisiones de mayor calidad, con eficien-
VALORACIÓN: ___
3.- Las relaciones de necesidad entre las asignaturas deben ser tenidas en
VALORACIÓN: ___.
VALORACIÓN: ___.
5.- La estructura del contenido no exige una única organización, y deben
VALORACIÓN: ___.
6.- La organización del contenido se rige, ante todo, por los objetivos de los
su encargo social.
VALORACIÓN: ___.
indique algo que en su criterio sobra, falta, o conviene modificar, en los resul-
rece seguidamente, ofrece la posibilidad de que usted marque en ella con una
X una de sus celdas, más hacia la derecha mientras más amplios sean sus co-
numerada, con el fin de que el experto consultado pueda marcar con una X el
La tabla que aparece a continuación, se refiere a las fuentes que tienen sus
A M B
Su experiencia obtenida
blema en el extranjero
Su intuición
cha.
las marcas que aparezcan en la tabla 1, con los números que se ofrecen en el
columnas, para que el total general le sirva para detectar cualquier posible
error.
guiente:
471
Como a la categoría de ―bajo‖ se le otorgaron puntos, siempre el coeficiente de competencia qu edará
comprendido entre 0,25 y 1 si emplea estos valores
A M B
blema en el extranjero
na los 30 con valores más altos. Se recomienda que, si varios expertos tienen
que han podido valorar cada uno de ellos en cinco categorías (Ci) que se han
aspecto A3.
Aspectos C1 C2 C3 C4 C5 Total
sometidos a
Muy ade- Bastante Adecuado Poco No adecuado
consulta
cuado adecuado adecuado
A1 10 5 12 3 - 30
A2 20 3 5 - 2 30
A3 5 2 4 8 11 30
A4 9 8 7 6 - 30
A5 18 9 3 - - 30
A6 24 2 2 1 1 30
A7 25 5 - - - 30
bla 3
sometidos a
Muy Bastante Adecuado Poco No
consulta
adecuado adecuado adecuado adecuado
A1 10 15 27 30 30
A2 20 23 28 28 30
A3 5 7 11 19 30
A4 9 17 24 30 30
A5 18 27 30 30 30
A6 24 26 28 29 30
A7 25 30 30 30 30
piado el primer número de la izquierda; los otros números de la fila se han ob-
tenido sumándole, al que aparece en la tabla 3, el que ocupa esa misma fila en
27 = 30. Analícese la información que ofrece esta tabla. Por ejemplo, los 30
rías, lo que implica más aceptación del aspecto 7 que del aspecto 3. De igual
manera puede revisarse cada fila y concluir que los aspectos que han tenido
más aceptación han sido el siete y el cinco, mientras que los menos aceptados
fila, que este caso es 30, con lo que se aplica la definición clásica de probabili-
el total de veces en que pudo haber ocurrido. El suceso ―valoración del aspecto
2 como muy adecuado‖, ocurrió 20 veces, pero pudo ocurrir 30 (si todos los
tan celdas donde aparezca el número 1 —lo que en este caso ocurre varias
veces—, este se reemplace por el valor 0,9999999 si se está usando esta can-
Aspecto C1 C2 C3 C4
do
entre ellas. Con este paso, se quiere ganar cierto nivel de objetividad en este
que sirvan para lograr la mayor analogía posible, valorará estos aspectos si se
―dominio‖ del cual son ―imágenes‖ los números de la tabla 4. En otras palabras,
es una distribución teórica de probabilidad que aparece en casi todos los ma-
tes— y se busca el valor medio de estas mediciones (su promedio), gran canti-
dad de los valores medidos se agruparán cerca de ese valor medio, y mientras
más nos alejemos de él, menos casos aparecerán, por lo cual la distribución
Aspecto C1 C2 C3 C4
que se consul-
Muy ade- Bastante Adecuado Poco
ta
cuado adecuado adecuado
adecuado‖. Hay filas donde todos los valores son positivos, esto indica que la
cual se elabora la tabla 6, que pudiera simplemente ser una ampliación de las
dad.
pecto
Muy ade- Bastante Adecuado Poco
que se
cuado adecuado adecuado
con-
sulta
Pro- N=
medio
0,08 1,11 2,17 3,50 1,37
es decir, 47,99, entre el total de opciones que tuvo inicialmente cada experto
para sus respuestas, en este caso, 5 categorías para 7 diferentes aspectos, por
tanto, 7 . 5 = 35. Debe tenerse presente que, para calcular N, se debe multipli-
cada fila. Los valores promedio que aparecen en la fila última, son los puntos
de corte. Para que un aspecto haya sido valorado como ―muy adecuado‖, el
valor que aparece en su fila, para N – P tiene que ser menor que el primero de
los puntos de corte, es decir, menor en este caso que 0,08. Se evaluaron co-
mo ―bastante adecuados‖ los aspectos que tengan valores V tales que 0,08 < V
P resulte tal que 1,11 <V ≤ 2,17; y como ―poco adecuado‖ los que presenten
un valor V en su columna N-P tal que 2,17 < V ≤ 3,50; mientras que si apare-
ciera algún valor mayor que 3,50, punto de corte extremo derecho, implicaría
0,08
0,08 y 1,11
2,17
por los distintos expertos para cada uno, con los puntos de corte calculados.
de lo cual pudiera introducirse una nueva ronda de consultas, debido a que son
los puntos consultados que han recibido menor evaluación, mientras que los
restantes deben dejarse como están. Aunque algunos autores introducen otros
cálculos para analizar cuáles aspectos son los que han recibido valoraciones
detenerse aquí los cálculos y pasar al comentario de los resultados. Este méto-
se han usado para organizar y presentar información de manera clara, sin pre-
tender ninguna generalización ni pronosticar algo. Sin embargo, las tablas 5 y 6
Normal Standard Inversa para obtener los puntos a los que corresponden las
verso. Cuando a partir del estudio de una muestra se dan criterios sobre la po-
to que viaje a 80 km por hora demorará media hora en pasar por dos puntos
tancia. Otras variables son llamadas probabilísticas. Si se afirma que ―Pinar del
Río tiene probabilidad de ser afectada por más huracanes, en un año, que
número de años, pero pudiera ocurrir un año donde la afirmación resultara fal-
cia práctica, aunque jamás puede considerarse infalible. Muchas veces con-
se ofrecen intervalos cuantitativos del tipo siguiente: grados escolares del pri-
mero al sexto; del séptimo al noveno; del décimo al duodécimo. En el ejemplo
adecuado‖. Una tabla que muestre el número de veces que ocurren distintas
aquellos más vinculados con él, pueden ser considerados expertos, debido al
han recibido para enfrentar situaciones del proceso educativo, como la mencio-
usual tomar como experto a cualquier persona de alta calificación y amplia ex-
periencia, sin tener en cuenta que lo esencial es el vínculo directo que tenga
tes.
Grupo de discusión.
vista. Es, sobre todo, un espacio construido por el investigador, al cual se con-
curso. El grupo de discusión, en tanto técnica, tiene muy en cuenta que la prác-
cursos, pero, por otra parte, la producción de ellos puede formar parte impor-
tante, y así ocurre muy a menudo, del proceso de las prácticas culturales. Co-
472
Manuel Canales y Anselmo Peinado: ―Grupos de discusión‖, en: Juan Manuel Delgado y Juan Gutié-
rrez, comp.: ob. cit., p. 289.
por completo de las prácticas comunes de interlocución grupal, tan importantes
ésta, con sólo dos interlocutores en la mayor parte de los casos, los roles están
constriñe su participación, pues debe más bien estimular la del otro. En el gru-
cambiantes entre los participantes: hay, pues, un respeto esencial a lo que Mi-
del área temática —establecida por el investigador en contrato previo con los
sobre los interlocutores: ―El sujeto —cada sujeto e, incluso, cada grupo social—
«elige» los significantes de que hará uso, dispondrá de sus propios repertorios
efecto [...] de sentido‖.473 Dicho de otro modo, cada interlocutor es dueño de las
bién entre sí, al sentido temático que se les ha solicitado. Es por ello que el
473
Ibíd., p. 291.
grupo de discusión, en cierto modo, ―opera en el terreno del consenso‖.474 Así
factores, tienen un único escucha, que utilizará las interlocuciones que capture,
iguales‖, es decir, entre personas que no se encuentren ligadas por una estruc-
474
Ibíd.
475
Se sigue aquí, en lo esencial y con mínimas variantes, el criterio de Manuel Canales y Anselmo Pein a-
do.
viamente constituidas. Es necesario también que exista, lo más posible, una
sensación de placer por expresarse para otros, por intercomunicarse: ―Es esto
lo que explica que ciertos grupos tengan mayor tendencia que otros a «diva-
gar», esto es, a dejar que la palabra vague por espacios (que son espacios de
encuentro grupal) que se alejan del tema (de la tarea) que los reúne‖. 476 El gru-
una tarea que aportará datos para una investigación. Por una parte, se requiere
delimitar tanto los límites de la comunicación, puesto que no habrá aquí con-
signas que orienten los enunciados de los interlocutores. Los participantes de-
ben saber para qué se les reúne, qué se investiga, y qué se hará con el registro
orientación hacia el tema. El grupo ha de funcionar como tensión entre dos po-
toridad socializada que examina opiniones acerca de un tema, las valora libre-
bros del grupo opinan, y sus criterios son regulados en el mismo intercambio
476
Ibíd, p. 292.
oral que realizan. El ajuste grupal de opiniones se realiza por la propia dinámi-
todos los miembros saben que están realizando una tarea para alguien, para
El grupo de discusión debe ser considerado por el investigador como una to-
grupal responsable. Incluso, es necesario tener en cuenta que cada uno de los
mente, algo del yo no coincide con los límites corporales de cada individuo‖. 477
Por otra parte, este departir entre personas que no forman parte de un grupo
real, conduce, como tendencia general, a una igualación de las formas de ha-
sucede así, porque el grupo de discusión es, sobre todo, un espacio de con-
entrevista, un diseño previo. Ante todo, por supuesto, se trata de para qué es la
investigación, qué propósitos tiene, quién la solicita y por qué lo hace. Esto de-
fine el resto del diseño, y tiene que ser atendido como primer paso. Asimi smo
477
Ibíd., p. 294.
es necesario definir qué tipo de persona se requiere como interlocutores. Por
sino con varios. En tal caso, es necesario también definir el número de grupos
con los que se considera adecuado trabajar, lo cual depende de cada investi-
gación. Asimismo, puede resultar útil que esos grupos de discusión se confor-
men de acuerdo con áreas geográficas específicas, para poder analizar crite-
rios colectivos de distintas zonas (de una ciudad, de una región rural o costera,
tral, pero esta muestra no responde a un punto de vista estadístico, sino a una
reflexionar sobre qué patrones sociales deben cumplir los participantes que se
ción, nivel educacional, grupos etarios, pues ello permite entonces conformar
de que en cada caso se trate (que consuman tal o cual producto, o que
478
Ibíd., p. 298.
de pensar la composición de los grupos de manera concreta, partimos
de todas las demás (la relación es de tipo aditivo) con lo que pudiera
realidad social.479
temano. Ahora bien, parece aconsejable que, como en el Arca de Noé, haya
dable que en una investigación se trabaje, como mínimo, con dos grupos de
479
Ibíd., p. 298.
480
Ibíd., p. 299.
discusión: esto permite captar un discurso (general) más rico, matizado y con-
fiable. Por lo demás, tampoco es bueno trabajar con muchos grupos de discu-
sión, pues eso dificulta mucho el trabajo del investigador, que deberá analizar y
discusión es, igualmente, variable, pero ―se sitúa entre los cinco y los diez ac-
tores, por lo demás, resultan un límite máximo: once interlocutores son difíci l-
más difícil de prever. En todo caso, hay que tratar a toda costa de indagar si los
entre sí, para excluir toda posible desviación en la estructura del grupo. Por
otra parte, es necesario lograr que la realización del grupo no constituya una
esté marcado, en tanto espacio, en relación con el tema que se abordará; por
tanto, es conveniente que se realice en un local que no tenga que ver directa-
481
Ibíd., p. 300.
mente con las prácticas culturales o artísticas que se investigan. En la realiza-
ción del grupo, por razones muy conocidas, es preferible que se disponga a los
que sea menos de una hora, ni más extenso de dos horas. Podría, desde lue-
ción que se realiza, enuncia los temas que se trabajarán en el grupo, concede
las preguntas que se le hagan, debe devolverlas al grupo mismo. Manuel Ca-
durante la discusión.482 Es un motor del grupo, y, por tanto, debe fomentar que
482
Ibíd., pp. 310-311.
un líder contrario al grupo, el investigador contribuirá a callarlo... durante un
rato. El investigador es testigo del encuadre técnico, vale decir, que impide que
dicciones que surjan; y para incitar a que se aborden temas conexos. El grupo
de la cultura y el arte.
Método sistémico.
Las ideas sistémicas son muy antiguas, y puede rastrearse hasta Aristóteles;
su embrión básico es la idea de que el todo es más que la simple suma de sus
del siglo XX, y se extienden rápidamente a partir de los trabajos de Ludwig von
Bertalanffy en las ciencias biológicas, sin que esto niegue su presencia más o
menos clara en trabajos de diversos autores menos afortunados. Son muy nu-
sis, puede afirmarse que el sistema es una totalidad dada, en la cual pueden
tre esas partes; c) relaciones de cada una de las partes con la totalidad; y, por
go, el término ha sido y es adoptado también sinr elación con este signi-
gan un principio único y, más bien, sus principios, o sea los axiomas,
tivas.483
esos límites se extiende el medio ambiente o contexto, que incluye todos los
del sistema. Los objetos o procesos mencionados son los elementos y subsis-
483
Nicolás Abbagnano: Diccionario de filosofía, ed. cit., p. 1083.
En el conjunto diverso de las distintas artes, es posible, desde luego, el enfo-
nente en otro tipo de obra, mientras que aquí resulta más relevante analizar las
estructura, identificada por muchos con la organización, incluye tanto los ele-
mentos y subsistemas como los vínculos entre ellos, que son aquellas relacio-
car este método en sistemas donde la coherencia es tan pobre, que apenas
puede establecerse algo más que sus elementos integrantes, como sería el
caso de un grupo de peatones tomado al azar en una calle, a cierta hora, caso
Los niveles estructurales son aquellos que se expresan por ―[…] cualidades,
ser considerado como parte de otro más amplio. Cuando se habla de totalidad
484
Esta es una posición generalmente aceptada desde hace mucho. Incluso un opúsculo tan limitado en
todos los sentidos —y en particular en el de las perspectivas estética e investigativa— como el de Marat
Nurbievich Afasizhev, El arte como objeto de investigación integral. Aspectos metodológicos y científico
de la investigación sistemática. Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1986, lo suscribe igualmente.
485
Homero Fuentes González, Eneida Matos Hernández y Jorge Montoya Rivera: ob. cit., pp. 117-118.
externo, como un todo, y que muestra de qué manera un estímulo que produz-
tables, deben recibir energía del ambiente, al que exportan entropía para reor-
ganizarse como sistemas todavía más complejos, y por tanto más inestables.
486
Ibíd., p. 122.
487
Cfr. Miguel Martínez: El paradigma emergente. Ed. Trillas. México, 2000, pp.129-130.
sa como equilibrio dinámico mediante el cual el sistema se adapta ante las i n-
sis tiende a proteger la integridad del sistema ante las influencias externas. Los
continuos reajustes derivados de esta lucha, hacen que el desarrollo del siste-
ma, sobre todo en casos sociales, diste de ser lineal. La producción de las con-
de manera que permita que los unos y los otros se fortalezcan y se obtengan
ocurrir lo opuesto, es decir, que las interacciones dieran lugar a resultados des-
surgen del trabajo en conjunto de las partes, diferentes —para bien o para
mal— de las que se darían si cada parte actuara por separado. Un sistema
puede ser estudiado como subsistema, o como elemento de otro que lo incluye;
que reúne todos los niveles, desde el primario hasta el universitario. La tenden-
una asignatura como entidad educativa inconexa, separada de las demás, su-
enfoque educacional donde las asignaturas son menos numerosas, tienen ma-
les (internos del año académico) y verticales (de todo el plan de estudios); lan-
za vectores que enlazan cada actividad educativa con clases y estudios prece-
dentes, así como con actividades educativas futuras, así como con el trabajo
texto social que lo incluye y subordina, entre otros factores, influye en que el
plan de estudios muestre allí una síntesis no idéntica a la que puede verse en
que es la auto-poiesis.
cambiar las relaciones jerárquicas, con ellas, surge otra recursividad. En una
están obedeciendo al objetivo del sistema, a sus leyes generales. Según sean
más fuertes los vínculos internos que se establecen entre elementos y subsis-
temas, y que se cumplan en ellos los propósitos u objetivos del sistema, mayor
trabajo del conjunto. Esto hace que los elementos y subsistemas, como partes,
zos sistémicos cabales entre ella y, por solo mencionar otras dos asignaturas,
resultados, como demostración de que el todo resulta más que la simple suma
borar una serie de evidencias acerca de las modificaciones que vayan lográn-
correcta y deliberada elección de diferentes vías para obtener una visión más
veraz del proceso. En los orígenes del pensamiento cubano, Félix Varela en-
filosofía más libre, en que cada uno buscaba la verdad, sin jurar en la palabra
que entiende Varela por eclecticismo no es, en manera alguna, unión más o
menos mecánica de ideas y conceptos diversos, sino una mayor libertad para
que el hombre juzgue por sí mismo, un modo de ―[…] elegir libremente, lo que
estima útil para llegar a la verdad‖.489 También destaca este autor que el P. Jo-
teórico cubano, y que esta es una mejor definición de la filosofía vareliana. Una
ción social, y lleva mucho más lejos que los estériles debates sobre supuestas
ción.
Estudio de casos.
488
Ápud Eduardo Torres Cuevas: En busca de la cubanidad. Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 2006,
p.19.
489
Ibíd., 19.
cial. El método se enriquece más tarde, con los trabajos de Kart Lewin acerca
cess [El método de caso en las relaciones humanas: el proceso del incidente]—
de aplicación de este método, la cual se conoce como técnica del incidente crí-
tico. Estos hitos revelan que dicho método ha venido perfilándose con el tiempo
desde sus primeras aplicaciones, con un papel relevante dentro de los proce-
lución, en la que hay dos fases principales —sin que esto haya alcanzado to-
conocerse que el estudio de casos puede resultar útil con diferentes fines,
método cualitativo de investigación que toma a una persona, un grupo, una en-
puede referirse a una persona, institución, fenómeno o evento; esto implica que
nexos con otras instituciones del mismo o diferente tipo, las funciones sociales
priori. Lleva a cabo un proceso heurístico que permite una interpretación nueva,
o más rica, que puede incorporar otros conocimientos, comprobar los existen-
profesor se guía por el objetivo que sus estudiantes deben alcanzar para reali-
zar una exploración —previa— acerca de aquel caso que utilizará como conte-
nido con el que ellos interactuarán después de haber realizado un estudio caso.
tura y el arte, de Arnold Hauser—, para establecer así una documentación so-
mediante una síntesis con un soporte específico: cuadro sinóptico, mapa con-
ceptual, u otro; al mismo tiempo que esta tarea de documentación, se les en-
carga que lean dos obras típicas del teatro romántico —pueden ser Hernani, de
Víctor Hugo, y Don Álvaro o la fuerza del sino, del Duque de Rivas—, para es-
nario debate que se realice en el grupo. Como se ve, esta parte del método de
con bibliografía con mayor diversificación de puntos de vista y alto nivel científi-
co.
tigación.
der a la presentación del caso. Esta tiene dos momentos: uno es —según se
ejemplificó antes— documental y el otro es expositivo —de manera oral es lo
más frecuente—, y ambos pueden tener apoyos y modos muy diversos para la
jar en el planteamiento del problema, así como el enunciado del objeto de es-
sólidos. Este segundo paso tiene múltiples variantes, que incluyen, entre otras,
cipa en la exposición debe tomar parte para precisar o resolver alguna situa-
490
Este método se ha concebido y desarrollado para trabajo en colectivo. Es posible la utilización de
algunos de sus elementos por un investigador aislado.
zarse un seminario, cuya tipología —preguntas y respuestas, ponencias, deba-
sos se realiza de modo grupal—, o bien puede participar todo el equipo de es-
espera que produzca como efectos una relación estrecha con la práctica, gran
ciones problémicas.
tadísticas.
Resultan evidentes los ricos vínculos posibles del estudio de casos con
dad de la suposición inicial. Los procesos para la prueba de hipótesis son tan
Ha recibido diversos nombres, entre ellos son más frecuentes los de investi-
intento para superar las limitaciones del positivismo en las ciencias sociales, y
no faltan los que lamentan encontrar ecos de ese positivismo dentro del mismo
de Columbia, 1953, que define el método como proceso mediante el que los
prácticos intentan estudiar y mejorar sus trabajos por vía científica. Durante la
ción popular y de adultos, en las décadas de los 70 y los 80, con énfasis en lo
surgen trabajos de Kemmis y Carr a fines de los 80 del pasado siglo, orienta-
Cambridge, con autores como Elliot y Stenhouse en la década de los 80, cen-
sis, en este ámbito, ha sido la educación popular, sobre todo en sectores mar-
tórica de dicha educación exigió, en la segunda mitad del siglo XX, un cambio
del arte. Los métodos cualitativos se hicieron populares como medio para
evaluar las actividades y los logros educativos, y sus fines eran nominalmen-
te parecidos a los que defendían aquellos que basaban sus métodos de eva-
tir de fragmentos. Otros investigadores educativos fueron más allá del intento
491
Arthur D. Efland: Una historia de la educación del arte. Tendencias intelectuales y sociales en la
enseñanza de las artes visuales. Ed. Paidós Ibérica, S.A. Madrid, 2002, pp. 368-369.
El investigador, cuando emplea el método de investigación-acción, no estudia
la situación problémica desde fuera, sino, en efecto, desde el interior mismo del
nes relacionadas con el arte, por ejemplo, una galería de arte, una biblioteca,
puede realizarse una investigación acción por un solo individuo, lo más común
una situación dada, de modo que aquella induce a considerar que se puede
etapas se realizan, pues, desde una constante perspectiva crítica. Este compo-
Existen, por lo tanto, algunos elementos básicos que deben ser tenidos en
necesariamente tiene que ser un especialista que labore en una institución in-
ciones, etc.—. En general, quien realiza una investigación acción, lo hace para
dor. Otro aspecto importante es el contexto, que debe ser profundamente inter-
vestigado. Por último, en esta síntesis apretada, hay que referirse a la acción
los implicados, para aplicarla a la situación objeto de estudio y que dicha acción
transformadora cumpla sus fines prácticos. Dicha acción, por otra parte, exige
dida para un cambio positivo fue suficiente o no, y, además, para identificar
investigación acción.
cual tiene que comenzar por comprenderlo mejor y capacitarse lo más que
texto si no vive dentro de él, y se gana un lugar que le permita conocerlo a tra-
vés de los mejores expertos, que son quienes allí desarrollan sus vidas, quie-
al hacerlo, cambian las interpretaciones que hace de lo que ve, son otros los
algo objetivo, desde afuera, sino como un sistema del cual él mismo forma par-
te, aunque para comprenderlo mejor debe redescubrirlo con ayuda de otras
texto y sus códigos. Las personas relacionadas con ellos, son parte activa del
do, etc.—, de preferencia por varios de los participantes, aunque puede elabo-
rarse uno solo de manera colectiva. Aunque distintos autores tienen aprecia-
sobre el cual recae su participación. Sobre esto debe basarse la idea general, y
económicos, donde ha sido preciso tener muy en cuenta una serie diversa de
aspectos. Ante todo, el cómo debe centrarse en un proceso profundamente
cuidadoso y sistemático respeto de los criterios los participantes. Hay que evi-
tar dudas acerca de para qué se realiza el proceso, en la medida en que los
ción de que se trate, y a través de ello, la calidad de la vida de todos, hay más
de que el investigador los necesita para poder comprender el lenguaje, las re-
que solamente ellos pueden satisfacer esa necesidad. Esto debe ir fuertemente
apreciar cómo y cuándo ocurren cambios. También es evidente que esa rique-
za de datos tiene que construirse alrededor del objetivo, y con ayuda de los
objetivos específicos o tareas, para que se concentren alrededor de lo que re-
sulta más relevante. Esos objetivos, por otra parte, no pueden ser rígidos, inal-
que este tipo de investigación funcione con más eficacia dentro de los paráme-
para progresar en una interpretación cada vez más profunda y esencial lo que
va ocurriendo, cuyo carácter, ante todo social y cultural, no permite con facili-
acción es un proceso infinito, ya que cada ciclo da origen a otro, por lo que el
bajo, sus relaciones con sus educandos, y una situación problémica que jamás
niega que ese investigador —o varios investigadores que operen con distintos
bio multilateral con los individuos con los cuales, y recibe, a la vez, asesorías
lidad de buscar vías para incrementar la integración entre las diferentes asigna-
iniciales de trabajo en grupo, cada una de una hora de duración, con técnicas
mentos como positivos, otros como rechazables o negativos, y los terceras co-
lla en el centro; y luego se aplica una tormenta de ideas para analizar posibles
interrogantes. Considere que luego acuerdan una nueva sesión donde reflexio-
narán sobre los resultados obtenidos a través del trabajo en grupo, y en ella se
independientes entre sí, lo que refleja que los docentes consideran posible va-
Como esto evidencia que los docentes imparten y valoran la docencia de ma-
nera fraccionada, se supone que constituye una barrera para que los estudian-
celación debe ser evitada en el proceso educativo, y que una primera aproxi-
sistémica —y no tan solo en su forma de evaluación final, pues esto sería con-
seleccionan un año o nivel de estudio, sea este X. Se reparten tareas para pre-
y las posibles vías de acción. Deciden que el taller tendrá como características
con ese fin exclusivamente. En el taller, docentes designados por el equipo ex-
vías de acción. Luego del trabajo en grupo, se aprecia que hay consenso en
que los estudiantes prefieren, entre las diferentes evaluaciones, los trabajos de
curso centrados en sus especialidades artísticas, y que les agradaría que todas
reas al final del período docente valorado. Se acuerda considerar como tal,
dose que el trabajo se hará por especialidades artísticas, pero que represen-
evaluativo integrador que será presentado para que estudiantes, padres y do-
cambios en el sistema evaluativo tendrán lugar a partir del inicio del próximo
los proyectos integradores para cada especialidad, del año X. Otro acuerdo es
que en cada especialidad se llevará un diario por los estudiantes, que se repar-
tirán esta tarea, y por sus docentes que harán otro tanto, con las observaciones
acerca del funcionamiento del nuevo sistema de evaluación integradora. Se
que por cuestiones urgentes proceda convocar, antes, a una reunión del equi-
del estudiante como sujeto activo, sin renuncia alguna a la exigencia en el nivel
ras? ¿Los valora como positivos, como negativos o como interesantes o inte-
flexivo, que, desde luego, puede enriquecerse sobre la marcha. Los diarios
mientras que los documentos elaborados en los talleres, y al final, deben reco-
luación, sin dañas el rigor del mismo ni las necesidades particulares de las di s-
que tiene que ver con la necesaria transformación del curriculum. La propia
492
Una caracterización pormenorizada sobre investigación acción puede encontrarse, entre otros textos,
en: Agustín de La Herrán, coord., Ernesto Hashimoto y Evelio Machado: ob. cit.
do sistema. Ahora bien, la tendencia al progreso implica la reorganización de
los sistemas que se hacen inestables, en otras formas todavía más complejas,
diseño curricular —al menos en las últimas décadas— tiende a realizar sola-
que se otorga mayor atención a las fases de análisis y diseño curricular, por
493
Cfr. J. Gimeno Sacristán: El curriculum: una reflexión sobre la práctica. Ed. Morata, S. L. Madrid,
1998, en particular las pp. 43-65 (―Las teorías sobre el curriculum. Elaboraciones parciales sobre una
práctica compleja‖) y pp. 119-127 (―El curriculum como concurrencia de prácticas‖).
identificó que pocas investigaciones estudian las condiciones que garantizan la
ciones integrales sobre la totalidad del proceso en las fases de análisis, diseño,
aplicación y evaluación.494
Consideración final.
Como actividad humana que es, la investigación del arte ha estado y seguirá
ración inflexibles, el cual llegó incluso a amenazar la calidad misma de las in-
ticas de enfoque metodológico, actitud que entrañaba uno de los peores dog-
una tendencia que, en apariencia opuesta, estaba sujeta al mismo error dog-
494
Cfr. Frida Díaz-Barriga et al.: Metodología de diseño curricular para educación superior. Ed. Trillas.
México, 1999, p. 23.
terminados para siempre, y que sería substituida, en tanto dogma absoluto, por
el enfoque cualitativo. Se incurrió así —pero por muy breve lapso— en un nue-
ciencias particulares en una zona de interés común —el dominio científico y las
malismos banales. Esto no es una cuestión sencilla, pues, como alertara Ro-
land Barthes,
495
Roland Barthes: ―De la obra al texto‖, en: Brian Wallis, ed.: Arte después de la modernidad. Nuevos
planteamientos en torno a la representación, ed. cit. , p.170.
Por lo demás, la calidad de una investigación no depende de la declaración
tico determinado.
fundos cambios que este ha venido experimentando desde las vanguardias del
siglo pasado, un estudio de los fenómenos artísticos que se realice con la ma-
sentido amplio, y, también, a una reflexión estética interesada por trabajar so-
bre todo con la realidad misma de los fenómenos artísticos. Por eso ya Theo-
Estas ideas hay que dejarlas fuera de acción y exigir una comprensión de las
acumulan. Hay que dejar claro desde ahora que en estética, si en algún sitio,
esencial a las obras de arte. Tanto ellas como una legítima relación con
ca.497
496
Theodor W. Adorno: Teoría estética, ed. cit., pp. 447-448.
497
Ibíd., p. 449.
La necesidad de una investigación sobre el arte y la cultura, caracterizada
nunca en el día de hoy, el cual —distando mucho de ser virginal, vivaz y bello—
exige con urgencia que se asuma la investigación del arte desde una postura a
tífica.498
orgánica que es característica relevante del arte y del estudio científico sobre él
498
Gregorio Rodríguez Gómez, Javier Gil Flores y Eduardo García Jiménez: ob. cit., p. 65.