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Contemos los sucesos importantes, los cambios tecnológicos y los inventos que han
tenido lugar en nuestro entorno desde que nacimos, y comparémoslos con lo que se
esperaba antes de su aparición. Fijémonos en nuestra propia vida, en la elección de una
profesión, por ejemplo, o en cuando conocimos a nuestra pareja, o en el enriquecimiento
o el empobrecimiento súbitos. Tengamos en cuenta que muchos Cisnes Negros pueden
estar causados y exacerbados por el hecho de ser inesperados. Dado que los Cisnes
Negros son impredecibles, tenemos que amoldarnos a su existencia.
De Mediocristán a Extremistán
Existen dos tipos de incertidumbre o dos variantes del azar. El primero lo podríamos
llamar la provincia utópica de Mediocristán, donde los sucesos individuales no aportan
mucho individualmente, sino solo de forma colectiva. Supongamos que su patrimonio
sea de unos 80 000 millones de dólares, siendo el capital de todos los demás unos
cuantos millones. Dicho patrimonio representará el 99,9 % de la riqueza total.
Extremistán puede producir Cisnes Negros, y de hecho lo hace, como en el caso de
sucesos raros que han influido colosalmente en la historia.
Cómo aprender del pavo
El error de la confirmación
Durante mil días, el pavo observa que su «cuidador» es una excelente persona. Pero
nosotros sabemos que el pavo confunde la «ausencia de pruebas» de instinto asesino por
parte de su cuidador con tener realmente una «prueba de la ausencia» de ese instinto. El
error de la confirmación, que nos deja ciegos ante los Cisnes Negros, no es exclusivo de
nuestros queridos pavos. Tomamos ejemplos pasados que corroboran nuestras teorías y
los tratamos como pruebas.
La falacia narrativa
Muchos estudios sobre millonarios o gente de éxito destinados a entender las destrezas
que se requieren para convertirse en una celebridad toman una población de
personajes, gente de grandes títulos y fantásticas ocupaciones, y estudian sus
cualidades. De forma parecida a como ocurre con la falacia narrativa, las pruebas
silenciosas pueden ocultarnos los Cisnes Negros. Una persona de éxito intentará
convencernos de que sus logros no pueden ser algo accidental, al igual que el jugador
que gana en la ruleta siete veces seguidas nos dirá que las probabilidades de que tal cosa
ocurra son de una entre varios millones, de modo que tendremos que pensar que hay en
juego alguna intervención trascendental, o aceptar la destreza y perspicacia del
jugador. El olvido de las pruebas silenciosas es endémico en la forma en que estudiamos
el talento comparativo, particularmente en las actividades que están plagadas de
atributos del estilo «el ganador se lo lleva todo».
Una vez que damos con la idea de las pruebas silenciosas, muchas de las cosas que nos
rodean y que previamente estaban ocultas empiezan a manifestarse. Una ramificación de
la idea de las pruebas silenciosas sitúa nuestra toma de decisiones bajo una nube de
posibilidades. Vemos las consecuencias obvias y visibles, no las invisibles y menos
obvias. De hecho, se dedican a lo que podría denominarse una falsa «filantropía», la
actividad de ayudar a las personas de forma visible y sensacionalista, sin tener en cuenta
el oculto cementerio de las consecuencias invisibles.
El grupo de Bin Laden acabó con la vida de unas dos mil quinientas personas en las
Torres Gemelas del World Trade Center. Pero, según dicen los investigadores, durante
los tres meses que restaban de aquel año, unas mil personas fueron víctimas silenciosas
de los terroristas. Quienes tenían miedo al avión y se pasaron al coche corrieron un
riesgo mayor de muerte. Tengamos las agallas de reconocer las consecuencias
silenciosas cuando nos encontremos frente al próximo vendedor humanitario de
ungüentos milagrosos.
Todo esto nos lleva a la manifestación más grave de las pruebas silenciosas, la ilusión
de la estabilidad. El sesgo disminuye nuestra percepción de los riesgos en que
incurrimos en el pasado, particularmente en aquellos que tuvimos la suerte de haber
sobrevivido a ellos. Cuanto menos familiarizado está uno con la disparatada
aleatoriedad generadora de Cisnes Negros, más cree en el funcionamiento óptimo de la
evolución. En sus teorías no están presentes las pruebas silenciosas.
Sin embargo, a corto plazo no está claro qué rasgos son realmente buenos para
nosotros, sobre todo si estamos en el entorno generador de Cisnes Negros de
Extremistán.
La falacia lúdica
Los atributos de la incertidumbre a los que nos enfrentamos en la vida real guardan poca
relación con los rasgos «esterilizados» que vemos en los «modelos» teóricos de gestión
del riesgo. En la vida real, el Cisne Negro se puede definir como lo «desconocido
desconocido». Pero en los modelos teóricos, el Cisne Negro se ve como lo
«desconocido conocido», lo cual es una falacia. En un casino uno conoce las
reglas, puede calcular las probabilidades, y el tipo de incertidumbre que tiene ante sí es
de grado suave .
El escándalo de la predicción
Los investigadores Albert y Raiffa estaban buscando cómo calculan los seres humanos
las probabilidades en su toma de decisiones cuando interviene la incertidumbre. La
primera conclusión de este experimento es que sobreestimamos lo que sabemos e
infravaloramos la incertidumbre, comprimiendo así la variedad de posibles estados
inciertos . El género humano padece de una infravaloración crónica de la posibilidad de
que el futuro se salga del camino inicialmente previsto. Para poner un ejemplo
obvio, pensemos en cuántas personas se divorcian.
No existe una diferencia efectiva entre que yo adivine una variable que no es
aleatoria, pero para la que mi información es parcial o deficiente y predecir una variable
aleatoria, como el índice de paro de mañana o el mercado de valores del año que
viene. En este sentido, adivinar y predecir son lo mismo. La mayoría de los
profesionales que hacen predicciones también padecen este impedimento mental del que
estamos hablando. Es más, a las personas que hacen previsiones profesionalmente a
menudo les afectan más estos impedimentos que al resto de la gente.
Las profesiones que se ocupan del futuro y basan sus estudios en el pasado no repetible
tienen un problema de expertos . No estoy diciendo que quien se ocupa del futuro no
ofrece nunca información valiosa , sino que aquellos que no ofrecen un valor añadido
tangible generalmente se ocupan del futuro. Otra forma de enfocar esta cuestión es que
las cosas que se mueven son a menudo proclives al Cisne Negro. Los expertos son
personas cuyo centro de atención es muy limitado y que necesitan «tunelar», es
decir, ignorar las fuentes de incertidumbre que les son ajenas.
Tal vez la facilidad con que uno puede proyectar en el futuro arrastrando celdas en esas
hojas de cálculo sea la responsable de que los ejércitos de previsores se sientan
confiados al elaborar previsiones a más largo plazo . Lamentablemente, todos esos
conocimientos no ayudarían al lector a predecir lo que va a ocurrir mañana. Si somos un
pensador histórico de la Edad de Piedra al que se le pide que prediga el futuro en un
informe exhaustivo para el planificador jefe tribal, debemos proyectar el invento de la
rueda, de lo contrario nos perderemos prácticamente toda la acción. Introdujo las no
linealidades, pequeños efectos que pueden conducir a graves consecuencias, una idea
que después se hizo popular como teoría del caos.
Si en un sistema solar solo tenemos dos planetas, sin nada más que afecte a su
curso, entonces se puede predecir indefinidamente el comportamiento de ambos
planetas sin ningún problema. Pequeñas diferencias en la situación de ese diminuto
cuerpo al final determinarán el futuro de los grandes y poderosos planetas. La explosiva
dificultad de la predicción se debe a que los mecanismos se complican, aunque sea un
poco. Tenemos una tendencia natural a escuchar al experto, incluso en campos en los
que es posible que estos no existan.
Los negocios de mayor éxito son precisamente aquellos en que se sabe trabajar con la
impredecibilidad inherente, e incluso explotarla. Debemos aprender a distinguir entre
aquellos empeños humanos en los que la carencia de predictibilidad puede ser
extremadamente beneficiosa, y aquellos en los que la incapacidad de entender el futuro
fue perjudicial. Hay Cisnes Negros tanto positivos como negativos. William Goldman
estaba en el negocio del cine, un negocio de Cisne Negro positivo.
El gran descubridor que fue Pasteur, quien dio con la idea de que la suerte favorece a los
preparados, comprendió que uno no busca algo concreto cada mañana, sino que trabaja
con ahínco para permitir que la contingencia entre en su vida profesional. Muchas
personas no se dan cuenta de que han tenido un golpe de suerte cuando lo
experimentan. Pensemos en las situaciones donde las consecuencias favorables sean
mucho mayores que las desfavorables. Desconozco las probabilidades de que se
produzca un terremoto, pero puedo imaginar cómo afectaría a San Francisco si se
produjera.
Esta idea según la cual para tomar una decisión tenemos que centrarnos en las
consecuencias más que en la probabilidad es la idea fundamental de la
incertidumbre. Sobre esta idea se puede construir toda una teoría general de la toma de
decisiones. Todo lo que hay que hacer es mitigar las consecuencias.