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IK

Publicación de género

IK Publicación mensual sobre temas de la mujer

Tejer redes, seguir aprendiendo, dar y recibir.


Ik en el sincronario maya es el sello numero dos representado en el viento, que es el sonido de
la comunicación, del espíritu, el aliento, de la raza blanca. Más información: www.tortuga.com

Pies, para que los quiero, si tengo alas para volar. Frida Kahlo

No se nace mujer: llega una a serlo. Ningún destino biológico, físico o económico define la figura que

reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; la civilización es quien elabora ese producto intermedio

entre el macho y el castrado al que se califica como femenino.

Simone De Beauvoir

Estoy intentando encontrarme a mí como persona, a veces eso no es fácil de hacer. Millones de personas viven toda su
vida sin encontrarse.

Marilyn Monroe

Escribir es como hacer el amor. No te preocupes por el orgasmo, preocúpate del proceso.

Isabel Allende
A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota.

Madre Teresa de Calcuta

Vive de tal modo, que nada de lo que hagas deba merecer el reproche o la condena de quienes te rodean.
Simone Weil

Para abrir nuevos caminos, hay que inventar; experimentar; crecer, correr riesgos, romper las reglas,
equivocarse… y divertirse.

Mary Lou Cook

Nada puede forzarnos a no esperar nada de la fuerza de las palabras, a reconocer nuestra fe en el hombre y también

en el arte. No renunciaremos nunca. Ariane Mnouchkine

Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos. Indira Gandhi

Para amar, hay que ser no solo fuerte sino también sabio. Clarissa Pinkola Estes.

El pueblo que no conoce su pasado está condenado a repetirlo. Juana Azurduy


No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente. Virginia Woolf

Es la mente que nos piensa, nosotras somos los pensamientos que ella piensa. Clarissa Pinkola Estes.

Los hombres pelean, solo dios da la victoria. Juana de Arco

AGUA una problemática del SXXI-Una problemática de todos (Parte


IV)
El agua potable es uno de los índices con los que se mide las necesidades básicas de los
pueblos.

Si los niveles de contaminación de agua son altos tarde o temprano, aunque sea lentamente, se desarrollan
problemas cardio-vasculares, cutáneos o neoplásicos.

Aunque el HACRE fue descripto hace 86 años, y sus efectos graves (hasta mortales) han sido y son bien
conocidos por las diferentes autoridades sanitarias, el hidroarsenicismo crónico es una enfermedad
olvidada, quizás porque afecta a zonas alejadas de las populosas ciudades, quizás porque muchas de las
personas expuestas al consumo de agua contaminada son pobres. Una lógica perversa que se repite en un
mundo que hace como si no existiera lo que no se ve.

La solución es la realización de obras de ingeniería, es decir, de plantas potabilizadoras.

Pero existen otras alternativas posibles de menor costo que, según señala un especialista, podrían encarar
los diferentes municipios. Se trata de fábricas de agua mineral al costo y plantas de potabilización
familiares, que ya se han puesto en marcha en algunos distritos y han logrado bajar los índices de
contaminación. Sin embargo, Besuschio señala: "Hoy en día, en el estado de pobreza en que se
encuentran las provincias, la gente se preocupa por comer todos los días; es utópico pensar que se van a
preocupar por comprar una planta despotabilzadora, aunque no son muy costosas, la gente no tiene ni
recursos mínimos". Y como siempre, y sobre todo cuando de salud se habla, aparece la figura del Estado
que debería hacerse cargo de que la población consuma agua en condiciones óptimas, agua que no
enferme. Y las plantas familiares potabilizadoras, parecen ser una solución de bajo costo y eficaz.
Además, deberían realizarse exploraciones de las distintas napas en búsqueda de aguas menos
contaminadas.

"Los plazos no cumplidos en la concreción de obras preventivas de la contaminación arsenical significan


el sufrimiento injustificado de las poblaciones actualmente expuestas", concluye el Dr. Besuschio.

El Dr. Santiago Besuschio, profesor titular del departamento de Patología de la Universidad de Buenos
Aires y ex jefe de Patología de los hospitales Fernández y Penna, señala: "La acción del arsénico
introducido en el organismo, en muy pequeñas cantidades, durante años alcanza a todo el organismo,
principalmente a la piel, donde ha sido posible la identificación histoquímica de arsénico. Una vez
desencadenado no se detiene, es decir, cuando el arsénico está realizando sus trastornos y efectos tóxicos
la progresión de la enfermedad no se detiene. Los efectos del arsénico se dan en los aparatos y sistemas
donde se elimina: piel, aparatos urinario y pulmonar. La búsqueda del tóxico puede realizarse en sangre,
orina o cabellos".

Como la de chocolate esta salsa sirve para vestir de fiesta algún postre en un apuro.

CREMA DE MOCCA:

INGREDIENTES: Preparación:

¼ Taza de café bien concentrado. Bata la yema con el azúcar y el café. Cocine

1 yema de huevo hasta que espese en una olla de doble fondo,

1 cucharada de azúcar sobre agua hirviendo. Retire del fuego y agregue

1 cuchara de chocolate rallado el chocolate, revuelva para disolverlo bien y

½ taza de crema fresca añada la crema. Puede servirse frio o Caliente.

Libro: Afrodita cuentos, recetas y otros afrodisíacos. Isabel Allende

UN CUENTO PARA COMPARTIR

Piel de foca, piel del alma


En toda época pasada que ya ahora desapareció para siempre y que muy pronto regresará, día tras día se
suceden el blanco cielo, la blanca nieve y todas las minúsculas manchas que se ven en la distancia son
personas, perros u osos.

Aquí nada prospera gratis. Los vientos soplan con tal fuerza que ahora la gente se pone deliberadamente
al revés las parkas y las mamleks, las botas. Aquí las palabras se congelan en el aire y las frases se tienen
que romper en los labios del que habla y fundir a la vera del fuego para que la gente comprenda lo que ha
dicho.

Aquí la gente vive en el blanco y espeso cabello de la anciana Annuluk, la vieja abuela, la vieja bruja que
es la mismísima Tierra.

Y fue precisamente en esta tierra donde una vez vivió un hombre, un hombre tan solitario que, con el paso
de los años, las lágrimas habían labrado unos profundos surcos en sus mejillas.

Un día estuvo cazando hasta después del anochecer pero no encontró nada. Cuando la luna apareció en el
cielo y los témpanos de hielo brillaron, llegó a una roca moteada que sobresalía en el mar y su aguda
mirada creyó ver en la parte superior de aquella roca un movimiento extremadamente delicado. Se acercó
remando muy despacio a ella y observó que en lo alto de la impresionante roca danzaban unas mujeres
tan desnudas como sus madres las trajeron al mundo. Pues bien, puesto que era un hombre solitario y no
tenía amigos humanos más que en su recuerdo, se quedó a mirar. Las mujeres parecían seres hechos de
leche de luna, en su piel brillaban unos puntitos plateados como los que tiene el salmón en primavera y
sus manos y sus pies eran alargados y hermosos.

Eran tan bellas que el hombre permaneció embobado en su embarcación acariciada por el agua que lo iba
a cercando cada vez mas a la roca. Oía las risas de las soberbias mujeres, o eso le parecía; ¿o acaso era el
agua la que se reía alrededor de la roca?

El hombre estaba confundido y aturdido, pero, aún así, la soledad que pesaba sobre su pecho como un
pellejo mojado se disipó, y casi sin pensar, como si fuera lo que tuviera que hacer, el hombre saltó a la
roca y se robó una de las pieles de foca que allí había. Se ocultó detrás de una formación rocosa y
escondió la piel de foca en su qutnuq, su parka.

Muy pronto una de las mujeres llamó con una voz que era casi lo mas bello que el hombre jamás en su
vida hubiera escuchado, como los gritos de las ballenas al amanecer, no quizás como los lobeznos recién
nacidos que bajaban rodando por la pendiente en primavera no, pero no, era algo mucho mejor que todo
eso, aunque, en realidad, daba igual porque, ¿Qué estaban haciendo ahora las mujeres?

Pues ni más ni menos que cubrirse con sus pieles de focas y deslizarse una a una hacia el mar entre
alegres gritos de felicidad.

Todas menos una. La más alta de ellas buscaba por todas partes su piel de foca, pero no había manera de
encontrarla. El hombre se armó de valor sin saber porque. Salio detrás de la roca y llamó a la mujer.

- Mujer, sé mi esposa. Soy un hombre solitario.

- No puedo ser tu mujer - le contestó ella - yo soy de las que viven temeqvanek, debajo del mar.

- Sé mi esposa - insistió el hombre-. Dentro de siete veranos te devolveré tu piel de foca y podrás irte o
quedarte, como tú prefieras.

La joven foca lo miró largo rato a la cara con unos ojos que, de no haber sido por sus verdaderos orígenes,
hubieran podido parecer humanos, y le dijo a regañadientes:

- Iré contigo. Pasados los siete veranos, tomaré una decisión.

Así pues a su debido tiempo tuvieron un hijo al que llamaron Ooruk. El niño era ágil y gordo. En invierno
su madre le contaba a Ooruk cuentos acerca de las criaturas que vivían debajo del mar mientras su padre
cortaba en pedazos un oso o un lobo con su largo cuchillo.

Cuando la madre llevaba al niño Ooruk a la cama le mostraba las nubes del cielo y todas sus formas a
través de la abertura para la salida del humo. Solo que, en lugar de hablarle de las formas del cuervo, el
oso y el lobo, le contaba historias de la morsa, la ballena, la oca y el salmón. Pues eran las criaturas que
ella conocía.

Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, la carne de la madre comenzó a secarse. Primero se le
formaron escamas y después grietas. Los cabellos de la cabeza se le empezaron a hacer al suelo. Se volvió
naluak, de un blanco palidísimo. Su gordura empezó a marchitarse. Trató de disimular su cojera. Cada
día, y sin que ella lo quisiera, sus ojos se iban apagando. Empezó a extender la mano para buscar a tientas
el camino, pues se le estaba nublando la vista.

Y llegó una noche en que unos gritos despertaron al niño Ooruk y este se incorporó en la cama envuelto
en sus pieles de dormir. Oyó un rugido como el de un oso, pero era su padre regañando a su madre. Oyó
un llanto como de plata restregada contra la piedra, pero era su madre.

- Me escondiste la piel de foca hace siete largos años y ahora se acerca el octavo invierno. Quiero que
me devuelvas aquello de lo que estoy hecha - gritó la mujer foca.

- Pero tu me abandonarías si te la diera, mujer - tronó el marido.

- No se lo que haría. Solo sé que necesito lo que me corresponde.

- Me dejarías sin esposa y dejarías huérfano de madre al niño. Eres mala.

Dicho lo cual, el marido apartó el faldón de cuero de la entrada y se perdió en la noche.

El niño quería mucho a su madre. Temía pederla y se durmió llorando hasta que el viento lo despertó. Era
un viento muy raro. Parecía llamarlo “Ooruk, Ooruuuuk”.

Saltó de la cama tan precipitadamente que se puso la parka al revés y se subió las botas de piel de foca
solo hasta media pierna. Al oír su nombre una y otra vez, salió a toda prisa a la noche estrellada.

- Ooruuuuuuuuuuuk.

El niño se dirigió corriendo al acantilado que miraba al agua y allí, en medio del mar agitado por el
viento, vio una enorme y peluda foca plateada, la cabeza era muy grande, los bigotes le caían hasta el
pecho y los ojos eran de un inmenso color amarillo.

- Ooooruuuuuuuuk

El niño bajo del acantilado, y al llegar abajo, tropezó con una piedra - mejor dicho un bulto - que había
caído rodando desde una hendidura de la roca. Los cabellos de la cabeza le azotaban el rostro cual si
fueran mil riendas de hielo.

- Oooooruuuuk.

El niño rascó el bulto para abrirlo y lo sacudió. Era la piel de foca de su madre. Percibió el olor de su
madre. Mientras se acercaba la piel de foca al rostro y aspiraba el perfume, el alma de su madre le
traspasó.

- Ooh - exclamó con una mezcla de pena y alegría, acercando de nuevo la piel a su rostro. Una vez más el
alma de su madre le traspasó.

- Oooh - volvió a exclamar, rebosante de infinito amor por su madre.

Y, a lo lejos, la foca plateada se hundió lentamente bajo el agua.

El niño saltó de la roca y regresó a toda risa a casa con la piel de foca volando a su espalda y cayó al suelo
al entrar. Su madre lo levantó junto con la piel de foca y cerró los ojos agradecida por haberlos
recuperado a los dos sanos y salvos. Después, se puso la piel de foca.
- ¡Oh madre no lo hagas! - le suplicó el niño.

Ella lo levantó del suelo, se lo colocó bajo el brazo y se fue medio corriendo y medio tropezando hacia el
rugiente mar.

- ¡Oh madre!, no, ¡no me dejes! - gritó Ooruk.

Y de repente pareció que la madre quería quedarse junto a su hijo, pero algo la llamaba, algo más viejo
que ella, más viejo que él, más viejo que el tiempo.

- Oh madre, no, no, no - gritó el niño.

Ella se volvió para mirarle con los ojos rebosantes de inmenso amor. Tomó el rostro del niño entre sus
manos e infundió su dulce aliento en sus pulmones una, dos, tres veces. Después, llevándolo bajo el brazo
como si fuera un valioso fardo, se zambulló en el mar y se hundió cada vez más en él. La mujer foca y su
hijo respiraban sin ninguna dificultad bajo el agua.

Ambos siguieron nadando cada vez más hondo hasta entrar en la ensenada submarina de las focas, en la
que toda suerte de criaturas comían, cantaban, bailaban y hablaban. La gran foca macho plateada que
había llamado a Ooruk desde el mar nocturno lo abrazó y lo llamó nieto.

- ¿Cómo te fue allá arriba hija mía? - preguntó la gran foca plateada. La mujer foca apartó la mirada y
contestó:

- Hice daño a un ser humano, a un hombre que lo dio todo por tenerme.

Pero no puedo regresar junto a él, pues me convertiría en prisionera si lo hiciera.

- ¿Y el niño? - preguntó la vieja foca - ¿y mi nieto? - continuó la vieja foca macho.

Lo dijo con tanto orgullo que le tembló la voz.

- Tiene que regresar, padre. No puede quedarse aquí. Aún no ha llegado el momento en que se quede con
nosotros.

Y se echó a llorar y juntos lloraron los dos.

Transcurrieron unos cuantos días y unas cuantas noches, siete para ser más exacto, durante los cuales el
cabello y los ojos de la mujer foca recuperaron el brillo. Adquirió un precioso olor oscuro, recobró la
vista y las redondeces del cuerpo y pudo nadar sin ninguna dificultad. Pero llegó día del regreso del niño
a la Tierra.

Aquella noche el viejo abuelo foca y la hermosa madre del niño nadaron flanqueando al niño. Regresaron
subiendo cada vez más alto hasta llegar al mundo de arriba. Allí depositaron suavemente a Ooruk en la
pedregosa orilla bajo la luna.

Su madre le aseguró:

- Yo estoy siempre contigo. Te bastará con tocar lo que yo haya tocado, mis palillos de encender el
fuego, mi ulu, cuchillo, mis nutrias y mis focas labradas en piedra para que yo infunda en tus pulmones
un aliento que te permita cantar tus canciones.
La vieja foca macho y la hija besaron varias veces al niño. Al final, se apartaron de él y se adentraron
nadando en el mar. Tras mirar por última vez al niño, desaparecieron bajo el agua. Y Ooruk se quedó
porque todavía no había llegado su hora.

Con el tiempo el niño se convirtió en un gran cantor e inventor de cuentos que además, tocaba muy bien
el tambor y decía la gente que todo se debía a que de pequeño había sobrevivido a la experiencia de ser
transportado al mar por los grandes espíritus de las focas.

Ahora, en medio de las grandes brumas matinales, se le puede ver algunas veces con su kyat amarrado,
arrodillado en cierta roca del mar, hablando al parecer con cierta foca que a menudo se acerca a la orilla.

Aunque muchos han intentado cazarla, han fracasado una y otra vez. La llaman Tanquigcaq, la
resplandeciente. La sagrada, y dicen que, a pesar de ser una foca, sus ojos son capaces de reproducir las
miradas humanas, aquellas sabias, salvajes y amorosas miradas.

LO QUE SE VIENE…

Taller de energía femenina


Primer encuentro 9 de enero

Saga de talleres donde trabajaremos la energía femenina:


Desde el movimiento corporal y sus cualidades. La Cuaternidad Femenina a través
del ciclo menstrual-lunar, los siete centros de energía, los arquetipos internos, la
relajación y las visiones ancestrales femeninas.
Vacantes limitadas-Zona Chacharita-Capital Federal

Comunícate con nosotras:


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ADIVINA – ADIVINADOR

El cielo y la tierra se van a juntar; la ola y la nube se van a enredar. Vayas donde vayas siempre lo
verás, por mucho que andes nunca llegarás.

ETNOZIROH LE

Felicidades – Bendiciones para este ciclo que comienza y para el que se va. Mujeres con lobos

Para mandar ideas, palabras, sugerencias, cariños y demás: colocar en el asunto cofre
Para mandar auspicios, publicidades y demases: colocar en el asunto ventanilla

Todo a: info.unencuentro@gmail.com *** www.mujeresconlobos.blogspot.com

Cecilia Albirzu Luciana Bash Adriana Arias

Porque creemos en el cambio…esta es nuestra semilla.

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