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El error de tipo

Es el que tiene lugar sobre alguno de los elementos configuradores del tipo penal; en
consecuencia, puede afectar tanto a la acción como al resultado o al curso causal del
ilícito. Acostumbra a situarse en la antijuricidad o en la tipicidad, para algún sector
jurisprudencial.

Tendrá trascendencia en cuanto al elemento subjetivo -el dolo- y excluirá la punibilidad


según éste sea vencible o invencible.

En cuanto a las manifestaciones en la que puede apreciarse, tanto doctrina como


jurisprudencia convienen en señalar ejemplo tales como:

a. El error in obiecto. Concurrente cuando se dirige el acto ilícito sobre un objeto distinto
del que realmente se quería actuar. Ejemplo habitual lo constituye el que Cayo dispara a
Ticio en la oscuridad, pero le confunde y acaba por matar a Sempronio.

b. La aberratio ictus o error en el golpe. Se aprecia cuando la acción se dirige contra el
objeto deseado, pero realmente recae sobre otro objeto distinto. Por ejemplo, Cayo
quiere disparar a Ticio, pero por error en la manipulación del arma, dispara a Sempronio.

c. Error sobre el proceso causal. Sucede cuando se pretendía causar el resultado final,


pero por otro medio distinto. Cayo pretende que caiga sobre Ticio una cornisa, pero esta
no cede y sí lo hace un tablón situado sobre aquella, que igualmente acaba por causarle
las lesiones deseadas.

El error de prohibición

El error de prohibición surge, a diferencia del anterior, ante el desconocimiento de que la


acción acometida está prohibida por el ordenamiento. Se sitúa en la imputación
personal del autor.

Manifestaciones del error de prohibición vienen dadas por:

a. Error sobre la  ilicitud  de la conducta. Supone el despliegue de la conducta por


parte del sujeto activo en su creencia de que la conducta no está prohibida. Por
ejemplo, Lucrecia aborta en la creencia de que la conducta no resulta prohibida, al
no serlo en su país de origen.
b. Error sobre la concurrencia de causas de justificación. Comprende los supuestos en los
que el sujeto activo actúa en el error de que su conducta se encuentra justificada por el
ordenamiento jurídico. Por ejemplo, Ticio roba a Cayo para saldarse con ello una deuda
que el segundo mantenía con el primero.

A su vez, suele distinguirse dos subtipos de error de prohibición operante sobre causas de
justificación, consistente en:

1. Error sobre los fundamentos fácticos de una causa de justificación; por ejemplo, al
esgrimir la legítima defensa de quien creía que iba a ser agredido erróneamente.
2. Error sobre la propia existencia de una causa de justificación; por ejemplo,
entiendo que el consentimiento de la víctima siempre justifica.

Cualquier modalidad de error conllevará un problema de prueba que supondrá, a efectos


prácticos, una inversión de la carga de la prueba, comportando por tanto que deba ser
probado por quien lo alega. Este es el parecer de nuestro Tribunal Supremo (en adelante
TS) en sentencias tales como 340/03 de 28 de marzo o 163/03, de 10 de febrero. Tan es
así que, incluso en supuestos de error de prohibición nuestra Jurisprudencia ha invocado
la máxima que reza “el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimento”, porque
una mera sospecha sobre la ilicitud no dará lugar a su apreciación, así como tampoco
invocar el error de prohibición en aquellas conductas en las que su ilicitud se hace más
que evidente.

Es en este sentido, y para que la alegación por parte del imputado no quede únicamente
al albur de criterios de corte subjetivo, el legislador incluye las menciones de “vencible” o
“invencible“, que sin perjuicio de deber subsumirse en la persona que lo invoca, aportará
criterios de orden objetivo.

En este sentido, el error resultará vencible cuando hubiera podido evitarse aplicando las
más elementales normas de cuidado. Por su lado, resultará error invencible cuando, ni en
aplicación de las más elementales normas de la diligencia exigible hubiera podido evitarse
el resultado.

Resulta así que, en sede del error de prohibición, la mera alegación del error deba ser
complementada con los criterios de la vencibilidad o invencibilidad, teniendo por presente
que:

a. Deba rechazarse el error cuando los autores del hecho resultan profesionales (STS
1177/05 de 19 de octubre), y que

b. La situación deliberada del autor en posición de ignorancia comportará que no sea de


aplicación el error (STS 22/07, de 22 de enero).

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