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208 DE LOS LENGUAJES A LAS ESTlmCAS

5 J I

Panofsky, Erwin (1955), El significado en las artes visuales. (Trad. Nicanor An­ SOSPECHA HERMENÉUTICA
cochea, Barcelona, Alianza).
Peirce, Charles (1935), The Col/ected Papers (Vol. 1­6). Ed. por Charles Harts­
Y PROYECTO SEMIOLÓGICO
chone y Paul Weiss, Harvard University Press. ·
­­ (1974), La ciencia de la semiótica. (Trad. Beatriz Bugni, ed. Armando Ser­ SIGNO, LENGUAJE, COMUNICACIÓN*
covich, Buenos Aires, Nueva Visión).
Propp, Vladimlr (1922), Morfología del cuento, Madrid, Fundamentos. Émile Benveniste
Proust, Marce! (1919­1927), A la recherche du temps perdu: du cote de Clrez
Swann (Trad. esp. Madrid, Alianza). NATURALEZA DEL SIGNO LINGÜIST!Cd
Restany, Pierre (1978), Le 11011veau réalism. París, Union générale d'Éditions.
Ricoeur, Paul (1964), Fre11d, una interpretación de la cultura. (Trad. Armando Es de F. de Saussure de quien procede la teoría del signo lingüístico
Suárez, Colombia: Siglo XXI, 1985). · actualmente afirmada o implicada en la mayoría de los trabajos de
Saussure, Ferdinand de (1916), Cours de linguistique généraíe, París, Payot lingüística general. Y es como una verdad evidente, no explícita to­
(trad. esp., Buenos Aires, Losada). davía, pero no obstante incontestada de hecho, que Saussure enseñó
Serle J. R. (1969), Speeclt Acts, Londres: Cambridge University Press.
que la naturaleza del signo es arbitraria. La fórmula se impuso en
Todorov, Di Tzvetan (comp.) (1968), Iformalisti russi, Torino, Enaud.i.
seguida. Toda discusión sobre la esencia del lenguaje o sobre las mo­
Van Dijk, Teun (1972), Some Aspects of Text Grammars, La Haya: Mouton.
dalidades del discurso comienza por enunciar el carácter arbitrario
del signo lingüístico. El principio es de alcance tal, que cualquier re­
flexión relativa a cualquier parte de la lingüística tropieza con él por
necesidad. Que sea invocado por doquier y siempre tenido por evi­
dente son dos razones para tratar, cuando menos, de comprender en
qué sentido Saussure lo consideró y la naturaleza de las pruebas que
lo manifiesten. ..
Esta definición, en el Cours de linguistique générale3, es motivada
por enunciados muy sencillos. Se llama signo "al total resultante de
la asociación de un significante[= imagen acústica] y de un signifi­
cado[= concepto] ... " "Así la idea de 'sceur' [= hermana] no está vincu­
lada por ninguna relación interior a la sucesión de sonidos s­ó­r que le
sirve de significante; podría ser representada igual de bien por no im­
porta cuál otra: lo prueban las diferencias entre las lenguas y la exis­
t�ncia misma de lenguas diferentes: el significado 'bceuf' [= buey]
tiene por significante b-ii1 a un lado de la frontera y o-k-s (Ochs) al
otro" (p. 102). Esto debe establecer que "el nexo que une el signifi­

Tomio de Problemas de li11gilfstica general, caps. IV. pp. 49­55, y VII, pp. 75­90;
(trad. de Juan Almela, México, Siglo XXl Editores, 1971). Publicado original­
mente Problemes de li11g11istiq11e générnle, París, Gallimard, 1966.
Acta lingilfstica, I (1939), Copenhague.
Citaremos siguiendo la primera edición, Lausana­París, 1916.
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210 DE LOS LllNGUA)BS A LAS BSTBTICAS SOSPECHA HBRMEN�UTICA Y PROYECTO SEMIOLÓGICO 211

c_ant� ,al _significa�o es. ª;,bitrario", o más sencillamente que el signo


II
Parecida anomalía en el razonamiento tan apretado de Saussure
�mgm.stico es arbitrario . Por "arbitrario" el autor entiende que "es no me parece imputable a un relajamiento de su atención crítica. Más
inmotivado, es decir arbitrario en relación con el significado, con el bien vería yo un rasgo distintivo del pensamiento histórico y relati­
cual no tiene nexo ninguno natural en la realidad" (p. 103). Este ca­ vista de fines del siglo XIX, un recorrido habitual en esa suerte de
rácter debe pues explicar el hecho mismo por el que se verifica: saber reflexión filosófica que es la inteligencia comparativa. Se observan en
que, para una noción, las expresiones varían en el tiempo y en el diferentes pueblos las reacciones que suscita un mismo fenómeno: la
espacio, y en consecuencia no tienen con aquélla ninguna relación infinita diversidad de las actitudes y de los juicios lleva a considerar
necesaria. , que aparentemente nada es necesario. De la universal desemejanza
No nos proponemos discutir esta conclusión en nombre de otros se concluye la universal contingencia. La concepción saussuriana es
principios o partiendo de definiciones diferentes. Se trata de saber si aún solidaria, en cierta medida, de este sistema de pensamiento. De­
es coherente y si, admitida la bipartición del signo (y la admitimos), cidir que el signo lingüístico es arbitrario porque el mismo animal se
se sigue que deba caracterizarse el signo como arbitrario. Acabamos llama bceuf en un país, Ochs en otras partes, equivale a decir que la
de ver que Saussure toma al signo lingüístico como constituido por noción del duelo es arbitraria por tener como símbolo el negro en
un significante y un significado. Ahora bien ­esto es lo esencial+, Europa, el blanco en China. Arbitraria, sí, pero sólo bajo la mirada
entiende por "significado" el concepto. Declara en términos propios impasible de Sirio o para quien se limite a verificar desde fuera el
(p. 100) que "el signo lingüístico no une una cosa y un nombre, sino vínculo establecido entre una realidad objetiva y un comportamiento
un concepto y una imagen acústica". Pero asegura acto seguido que humano y se condene así a no ver en él más que contingencia. Cierto,
la naturaleza del signo es arbitraria porque no tiene con el significa· en relación con una misma realidad, todas las denominaciones tie­
do "nexo ninguno natural en la realidad". Es claro que el razonamiento nen igual valor; el que existan es, pues, prueba de que ninguna de
está falseado por el recurso inconsciente y subrepticio a un tercer ellas puede pretender al absoluto de la denominación en sí. Esto es
término, que no estaba comprendido en la definición inicial. Este ter· verdad. Demasiado cierto ­y así poco instructivo. El verdadero pro­
cer término es la cosa misma, la realidad. Ya puede decir Saussure blema es profundo por otro lado. Consiste en dar con la estructura
que la idea de "sceur" no está ligada al significante s-o-r¡ no por ello íntima del fenómeno del que sólo es percibida la apariencia exterior
deja de pensar en la realidad de la noción. Cuando habla de la dife· Y describir su relación con el conjunto de manifestaciones de que
renda entre b-ii-] y o-k-s, se refiere a pesar suyo al hecho de que estos depende.
dos términos se aplican a la misma realidad. He aquí pues la cosa, . Así con el signo lingüístico. Uno de los componentes del signo, la
expresamente excluida por principio de cuentas de la definición del :�a��n acústica, cons.tit��e su significante; otro, el concepto, es el
signo, entrando por un rodeo e instalando permanentemente la con· �1f1cado. Entre el significante y el significado el nexo no es arbi­
tradicción. Pues si se plantea en principio ­y con razón­ que la trario; al contrario, es necesario. El concepto ("significado") "bceuf"
lengua es forma, no sustancia (p. 163), hay que admitir ­y Saussure es por fuerza idéntico en mi conciencia al conjunto fónico ("signifi­
lo ha afirmado rotundamente­­ que la lingüística es ciencia de I�s �ante") bof ¿Cómo iba a ser de otra manera? Los dos juntos han sido
1rnpresos en mi ' · tu; jun
· tos se evocan en toda circunstancia.
formas exclusivamente. Tanto más imperiosa es entonces la necesi· espin Hay
dad de dejar la "sustancia" sceur o bceuf fuera de la comprensión d�I entre ellos simbiosis tan estrecha que el concepto "bceuf" es como el
signo. Ahora, sólo si se piensa en el animal "bceuf" en su particular'.· alll'\a de la imagen acústica bof El espíritu no contiene formas vacías
dad concreta y "sustancial" se tiene fundamento para juzgar "arbl· conceptos innominados. El propio Saussure dice: '
traria" la relación entre bofpor una parte, oks por la otra, y una núsII1.ª P. 16 .
sico �,camente, prescindtendo de su expresión por las palabras, nuestro
realidad. Hay así contradicción entre la manera como Saussure deÍJ· P_ensanuento no es sino una masa amorfa e indistinta. Filósofos y
ne el signo lingüístico y la naturaleza fundamental que le atribuye, lingüistas
siempre han estado acordes en reconocer que, sin el auxilio de los signos,

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seríamos incapaces de distinguir dos Ideas de manera clara y constante. mejor: es esta realidad (nomen amen, tabúes verbales, poder mágico
Tomado en sí mismo, el pensamiento es como una nebulosa en donde nada del verbo, etc.). A decir verdad, el punto de vista del sujeto y el del
está necesariamente delimitado. No hay ideas preestablecidas ni nada es
distinto antes de la aparición de la lengua (p. 161). lingüista son tan diferentes a este respecto que la afirmación del
lingüista en cuanto a lo arbitrario de las designaciones no refuta el
A la �nversa, el espíritu no acoge más forma, sonora que la que sentimiento contrario del sujeto hablante. Pero, sea como fuere, la
le sirve de soporte a una representación identificable para él; si no, la naturaleza del signo lingüístico no es rozada siquiera, si se le define
rechaza como desconocida o ajena. El significante y el significado, como lo hace Saussure, ya que lo propio de tal definición es preci­
la representación mental y la imagen acústica, son pues en realidad samente no considerar más que la relación del significante con el
las dos caras de una misma noción y se componen como incorporanle significado. El dominio de lo arbitrario es relegado así fuera de la
e incorporado. El significante es la traducción fónica de un concepto; comprensión del signo lingüístico.
el significado es el correlato mental del significante. Esta consustan· Es bastante vano entonces defender el principio de la "arbitrarie­
cialidad del significante y el significado asegura la unidad estructu­ dad del signo" contra la objeción que podría derivarse de las onomato­
ral del signo lingüístico. También aquí es al propio Saussure a quien peyas y palabras expresivas (Saussure, pp. 103­104), no sólo porque
apelamos cuando dice de la lengua: su esfera de empleo sea relativamente limitada y porque la expresi­
vidad sea un efecto esencialmente transitorio, subjetivo y a menudo
La lengua es también comparable a una hoja de papel: el pensamiento es el
anverso y el sonido el reverso; no se puede 'cortar el anverso sin cortar al
secundario, sino sobre todo porque, aquí también, sea la que sea la
mismo tiempo el reverso; igualmente, en la lengua no podría aislarse el realidad pintada por la onomatopeya o la palabra expresiva, la alu­
sonido del pensamiento, ni el pensamiento del sonido; habría que hacer sión a esta realidad en la mayoría de los casos no es inmediata y sólo
una abstracción cuyo resultado sería hacer psicología pura o fonología pura se admite por una convención simbólica análoga a la que acredita los
(p. 163). signos ordinarios del sistema. Volvemos a encontrar, así, la definición
Y los caracteres válidos para todo signo. La arbitrariedad no existe
Lo que Saussure dice aquí de la lengua vale ante todo para el tampoco aquí sino en relación con el fenómeno o el objeto material y
signo lingüístico en el cual se afirman indiscutiblemente los caracte no interviene en la constitución propia del signo.
res primeros de la lengua. Ahora hay que considerar brevemente algunas de las consecuen­
Se ve ahora y se puede deslindar la zona de lo "arbitrario". Loq11e c_ias que Saussure ha extraído del principio discutido aquí, y que
es arbitrario es que tal signo, y no tal otro, sea aplicado a tal elemento de In tienen extensas repercusiones. Por ejemplo, muestra admirablemen­
realidad, y no a tal otro. En este sentido, y sólo en éste, es permisible te que puede hablarse a la vez de la inmutabilidad y de la mutabili­
hablar de contingencia, y será menos para dar una solución al pro: dad del signo: inmutabilidad porque, siendo arbitrario, no puede ser
blema que para señalarlo y dejarlo por el momento. Pues se trata, ni �uesto en tela de juicio en nombre de una norma razonable; mutabi­
más ni menos, que del famoso¿ cpúcret o 0foet ?, y sólo puede decidir· )'.dad porque, siendo arbitrario, siempre es susceptible de alterarse.
se por decreto. Es, en efecto, traspuesto a términos lingüísticos, el Una lengua es radicalmente impotente para defenderse contra los
problema metafísico del acuerdo entre el espíritu y el mundo, pro· factores que mueven, instante tras instante, la relación entre signifi­
blema que acaso el lingüista esté un día en condiciones de abor�a; cado y significante. Es una de las consecuencias de la arbitrariedad
con fruto, pero que por ahora valdrá más que deje. Sentar la relac16 del signo" (p. 112). El mérito de este análisis no disminuye en nada,
como arbitraria es para el lingüista una manera de defenderse contra antes aumenta, si se especifica mejor la relación a que se aplica. No es
esta cuestión y también contra la solución que el sujeto parlante Je entre significante y significado donde la relación al mismo tiempo se
aporta instintivamente. Para el sujeto �arlante, hay e�tre la len�ua � tnodifica y permanece inmutable, sino entre signo y objeto; es, en otros
la realidad adecuación completa: el signo cubre y nge la realidad, términos, la motivación objetiva de la designación, sometida, como

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tal, a la a�ción .de div�rsos factores histórico . Lo que Saussure de­ de la lengua con la intensidad de Saussure. Quien dice sistema dice
muestra sigue siendo cierto, pero acerca de la significación, no del signo. ajuste y adecuación de las partes en una estruct_ura que trascie��e y
Otro problema, no menos importante, que es afectado directamen· explica sus elementos. Allí todo es tan necesario, que las modifica­
te por la definición. del s!gno, es el del valor, donde Saussure piensa ciones del conjunto y del detalle se condicionan recíprocamente. La
encontrar una confirmación de sus puntos de vista: relatividad de los valores es la mejor prueba de que dependen es­
trechamente uno del otro en la sincronía de un sistema siempre
... la clecci?n q.ue �urrc a tal segmento acústico para tal idea es perfecta­ amenazado, siempre restaurado. Es que todos los valores son de oposi­
mente arbitraria. Si no fuera éste el caso, la noción de valor perderla algo
ción y no se definen más que por su diferencia. Opuestos, se mantie­
de su carácter, puesto que contendría un elemento impuesto desde fuera.
Pero de hecho los valores permanecen enteramente relativos, y he aquí por nen en mutua relación de necesidad. Una oposición está, por fuerza
qué el vínculo entre la idea y el sonido es radicalmente arbitrario (p. 163). de las cosas, subtenida de necesidad, como la necesidad da cuerpo a la
oposición. Si la lengua es otra cosa que un conglomerado fortuito de
Vale la pena repasar sucesivamente las partes de este razona­ nociones erráticas y de sonidos emitidos al azar, es por cierto que hay
miento. La elección que recurre a tal segmento acústico para tal idea una necesidad inmanente a su estructura como a toda estructura.
no es arbitraria en manera alguna; este segmento acústico no existiría Parece, pues, que la parte de contingencia inherente a la lengua
sin la idea correspondiente y viceversa. En realidad Saussure piensa afecta a la denominación en tanto que símbolo fónico de la realidad
si�mpre, por mucho que hable de "idea", en la representación del y en su relación con ella. Pero el signo, elemento primordial del sistema
objeto real y en el carácter evidentemente no necesario, inmotivado, lingüístico, encierra un significante y un significado cuyo nexo debe
del nexo que une el signo a la cosa significada. La prueba de esta ser 'reconocido como necesario, por ser estos dos componentes con­
confusión yace en la frase siguiente, en la cual subrayo el miembro sustanciales uno de otro. El carácter absoluto del signo lingüístico así
característico: "Si no fuera éste el caso, la noción de valor perderla entendido rige a su vez la necesidad dialéctica de los valores en cons­
algo de su carácter, puesto que contendría un elemento impuesto desde tante oposición, y forma el principio estructural de la lengua. Es tal
fuera". Es por cierto "un elemento impuesto desde fuera", o sea la vez el mejor testimonio de la fecundidad de una doctrina el que en­
realidad objetiva, lo que este razonamiento toma como eje de refe· gendre la contradicción que la promueve. Restaurando la verdadera
rencia. Pero si se considera el signo en sí mismo y en tanto que por· naturaleza del signo en el condicionamiento del sistema, se afianza,
tador de un valor, la arbitrariedad queda necesariamente eliminada. más allá de Saussure, el rigor del pensamiento sausuriano.
Ya que ­la úJ tima proposición es la que encierra con mayor claridad
su propia refutación­ es harto cierto que los valores permanecen ÜBSERVACIONES SOBRE LA FUNCIÓN DEL LENGUAJE
enteramente "relativos", pero se trata de saber cómo y en relación EN EL DESCUBRJMIENTO FREUDIAN04
con qué. Planteemos ahora mismo esto: el valor es un elemento del
signo; si el signo tomado en sí mismo no es arbitrario como se cree E_n la medida en que el psicoanálisis aspira a plantearse como cien­
haber demostrado, se sigue que el carácter "relativo" del valor no cia, hay razón para pedirle cuentas de su método, de sus pasos, de
puede depender de la naturaleza "arbitraria" del signo. Como hay
que prescindir de la conveniencia del signo a la realidad, con mayor
razón no debe considerarse el valor más que como un atributo de la lntrod11cci611 al psicoanálisis, I (1968). Las referencias a los textos de Freud se harán
forma, no de la sustancia. Desde ese punto y hora, decir que los valo· con las abreviaturas siguientes: G. W. con el número del volumen para los
Gesammelte Werke, edición cronológica de los textos alemanes, publicada en
res son "relativos" significa que son relativos los unos con respecto a Londres, !mago Publishing; S. E. para el texto inglés de la Standard Edition, en
los otros. Ahora bien, ¿no es ésta justamente la prueba de su necesidad? curso de publicación por Hogarth Press; C. P. para el texto inglés de los Collected
Ya no se trata aquí del signo aislado, sino de la lengua como sisteroa Papers, Hogarth Press, Londres. (La edición española citada es la de Biblioteca
de signos, y nadie ha concebido y descrito la economía sistemática Nueva, Madrid, 3 tomos, 1967­1968).

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su �royecto, y compararlos con los de las "cien . " .


Quien desee discernir 1 . . eras reconocidas. científico de su disciplina, en su particularidad propia, así como el

:;;�c:
métod::�:��i:�1
que descansa el de razonamie�!º s�bre los carácter específico de su método, quedarán mejor establecidos.
guiar, Del_ ti:astomo registrado hasta la cur ��:ó: �;d:v:1f1cac1ón sin: Hay una señal neta de que la motivación carga aquí con la fun­
no mterviruese nada de material ' . urre como s1 ción de "causa". Es sabido que el camino seguido por el analista es
una verificación . Nada se _practica que se preste a enteramente regresivo, y que aspira a provocar la emergencia, en el
. . objetíva. N'o se va estableciendo, de una
1 inducción recuerdo y en el discurso del paciente, del dato fáctico a cuyo alrededor
a a srguíents, esa relación de causalidad visible
raz · . • . que b uscamos en un se ordenará en adelante la exégesis analítica del proceso mórbido. De
o�a�ento_ científico, Cuando ­a diferencia del psicoanalista­ suerte que el analista va en pos de un dato "histórico" escondido,
el psiquiam, mtenta remitir el trastorno a una lesión al m desconocido, en la memoria del sujeto, consienta o no éste en "reco­
'ti · · . , enos su
'., nera�10 tiene el aire clásico de una búsqueda que se remonta a la nocerlo" e identificarse con él. Se nos podría objetar entonces que
causa para trata�!�. Nada parecido en la técnica analítica, Para quien este resurgimiento de un hecho vivido, de una experiencia biográfi­
no conoce el análisis más que en las relaciones que Freud ofrece (es ca, equivale precisamente al descubrimiento de una "causa". Pero se
el _cas? del a�tor de estas páginas) y para quien considera menos la ve en el acto que el hecho biográfico no puede cargar él solo con el
eficacia práctica, que aquí no está en tela de juicio, que la naturaleza peso de una conexión causal. Primero, porque el analista no puede
de los fe�ó�en�s y los nexos en que son planteados, el psicoanálisis conocerlo sin ayuda del paciente, único que sabe "lo que ocurrió".
parece _distinguirse de toda otra disciplina. Principalmente en esto: Aunque pudiera, no sabría qué valor atribuir al hecho. Supongamos
el analista opera sobre lo que el sujeto le dice. Lo considera en los incluso que, en un universo utópico, el analista consiguiera descu­
discursos de éste, lo examina en su comportamiento locutorio, "fa· brir, en testimonios objetivos, el rastro de todos los acontecimientos
bulador", y a través de estos discursos se configura lentamente para que componen la biografía del paciente: seguiría sin sacar en claro
gran cosa, y no, salvo por feliz accidente, lo esencial. Pues si le es
él otro discurso que le tocará explicitar, el del complejo sepultado en
preciso que el paciente le cuente todo y aun que hable al azar y sin
el inconsciente. De sacar a luz tal complejo depende el éxito de la
propósito definido, no es para encontrar un hecho empírico que no
cura, lo cual atestigua a su vez que la inducción era correcta. Así del
haya quedado registrado en ninguna parte sino en la memoria del
paciente al analista y del analista al paciente, el proceso entero es paciente: es que los acontecimientos empíricos no tienen realidad
operado por mediación del lenguaje. para el analista más que en y por el "discurso" que les confiere la
Es esta relación la que merece atención y distingue propiamente autenticidad de la experiencia, sin importar su realidad histórica, y
este tipo de análisis. Enseña, nos parece, que el conjunto de los sín­ aun (más valiera decir: sobre todo) si el discurso elude, traspone o
tomas de naturaleza diversa que el analista encuentra y escruta su· inventa la biografía que el sujeto se atribuye. Precisamente porque el
cesivamente son el producto de una motivación inicial en el paciente, analista desea revelar las motivaciones más que reconocer los acon­
inconsciente al principio, a menudo traspuesta a otras motivaciones, tecimientos. La dimensión constitutiva de esta biografía es que es
conscientes éstas y generalmente falaces. A partir de esta motivació�, verbalizada y así asumida por quien la narra como suya; su expre­
que se trata de descubrir, todas las conductas del paciente se ilurru· sión es la del lenguaje; la relación del analista con el sujeto, la del
nan y encadenan hasta el trastorno que, a ojos del analista, es a la vez diálogo.
conclusión y sustituto simbólico. Discernimos aquí, pues, un rango Todo anuncia aquí el advenimiento de una técnica que hace del
esencial del método analítico: los "fenómenos" son gobernados por lenguaje su campo de acción y el instrumento privilegiado de su efi­
una relaci6n de motivadón, que ocupa aquí el lugar de lo que las cien· ciencia. Pero surge entonces una cuestión fundamental: ¿cuál es pues
das de la naturaleza definen como una relación de causalidad. Nos este "lenguaje" que actúa tanto como expresa? ¿Es idéntico al que se
parece que si los analistas admiten este punto de vista, el estatuto emplea fuera del análisis? ¿Es solamente el mismo para las dos par­

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DE LOS LENGUAJES A LAS ESTlIT!CAs
5oSPBCHA HERMENÉUTICA Y PROYECTO SEMlOLóGICO 219

tes? En su brillante memoria sobre la f .


bra y del lenguaje en sico T . unción y el campo de la pala. busca, a través de este contenido, uno nuevo, el de la motivación
analítico (p 103)· "Susp d�a ists, el doctor Lacan dice del método inconsciente que procede del complejo sepultado. Más allá del sim­
· · me ros son los de l al b
confiere a las funciones del . dí id ª P � raen tanto que ésta bolismo inherente al lenguaje, percibirá un simbolismo específico que
.
del discurso concreto en tanto in 1v1 uo un sentido· s d · ·
que realid d . ' .u. orruruo es el se constituirá, a despecho del sujeto, tanto a partir de lo que omite
to; sus operaciones son las de la historiaª e:rtan�md1v1dual �el suje­ como de lo que denuncia. Y en la historia en que el sujeto se coloca,
emergencia de la verdad en lo real" A dan o q�e constituye la el analista provocará la emergencia de otra historia, que explicará la
ti
nes, y ante todo de la disti '6 . . pdar � e estas justas definido· motivación. Tomará así el discurso como trujamán de otro "lengua­
do . . . . nci n mtro ucida entre los medios el je", que tiene sus reglas, sus símbolos y su "sintaxis" propios, y que
mimo, es �os1ble intentar delimitar las variedades del "lengu:¡'e" remite a las estructuras profundas del psiquismo.
que están en juego.
Al señalar estas distinciones, que requerirían abundantes desen­
En primera instancia, encontramos el universo de la palabra ue
volvimientos, pero que sólo el analista podría precisar y matizar,
es el de. la subjetividad. A lo largo de los análisis freuc:lianos en;e�os quisiéramos sobre todo aclarar ciertas confusiones que se correría el
�e percibe que,,el suj�to se sirve de la palabra y del discurso para riesgo de establecer en un dominio en donde ya es difícil saber de
,, repr:;sentai:s� él rrusmo, tal como quiere verse, tal como llama al qué se habla cuando se estudia el lenguaje "ingenuo" y en donde las
otro a verificarlo. Su discurso es llamado y recurso, solicitación a preocupaciones del análisis introducen una dificultad nueva. Freud
veces vehemente del otro a través del discurso en que se plantea de­ ha alumbrado decisivamente la actividad verbal tal como se revela
sesperedamenre, recurso a menudo mentiroso al otro para indivi­ en sus desfallecimientos, en sus aspectos de juego, en su libre diva­
dualizarse ante sus propios ojos. Por el mero hecho de la alocución, gación cuando queda suspendido el poder de censura. Toda la fuerza
el �u� habla de sí mismo instala al otro en sí y de esta suerte se capta anárquica que refrena o sublima el lenguaje normalizado tiene su
a SI rrusmo, se confronta, se instaura tal corno aspira a ser, y finalmen· origen en el inconsciente. Freud ha observado también la afinidad
te se historiza en esta historia incompleta o falsificada. De modo que profunda entre estas formas del lenguaje y la naturaleza de las aso­
aquí el lenguaje es utilizado como palabra, convertido en esta expre· ciaciones que se establecen en el sueño, otra expresión de las moti­
sión de la subjetividad apremiante y elusiva que forma la condición vaciones inconscientes. Se vio conducido así a reflexionar sobre el
del diálogo. La lengua suministra el instrumento de un disbúrso en funcionamiento del lenguaje en sus relaciones con las estructuras in­
donde la personalidad del sujeto se libera y se crea, alcanza al otro y fraconscientes del psiquismo, y a preguntarse si los conflictos que
se hace reconocer por él. Ahora, la lengua es estructura socializada, definen tal psiquismo no habrían impreso su huella en las formas
que la palabra somete a fines individuales e intersubjetivos, añadién· mismas del lenguaje.
dole así un perfil nuevo y estrictamente personal. La lengua es siste· Planteó el problema en un artículo publicado en 1910 y titulado
ma común a todos; el discurso es a la vez portador de un mensaje El doble sentido antitético de las palabras primitivas. En el punto de
e instrumento de acción. En este sentido, las configuraciones de la arranque hay una observación esencial de su Traumdeuiung acerca
de la insensibilidad a la contradicción que caracteriza a la lógica del
palabra son cada vez únicas, pese a realizarse en el interior y por sueño:
mediación del lenguaje. O sea que hay antinomia en el sujeto entre el
discurso y la lengua. La conducta del sueño con respecto a la antítesis y a la conlradicción es
Pero para el analista la antinomia se establece en un plano m�Y altamente singular. De la contradicción prescinde en absoluto, como si para
diverso y adquiere otro sentido. Ha de atender al contenido del dis: él no existiera el "no", y reúne en una unidad las antítesis o las representa
con ella. Asimismo se toma la libertad de representar un elemento cualquie­
curso, mas no menos, y sobre todo, a los desgarrones del discurso. Si ra por el deseo contrario al mismo, resultando que al enfrentarnos con un
el contenido lo informa acerca de la representación que el sujeto se elemento capaz de contrario no podemos saber nunca al principio si se ha·
da de la situación y acerca de la posición que en ella se atribuye, lla contenido positiva o negativamente en las ideas latentes.

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06 LOS LENGUAJIJS A LAS ESTllTICAS sosrnCHA H8RM6N6UTJCA Y PROYECTO Sl!MIOLÓCICO 221

uue� b'ten, F�eu? c�eyó hallar en un estudio de K. Abe! la prueba


p
que es el de someter las comparaciones entre lenguas a correspon­
de
q e la. pr_áchca md1cada de la elaboración del sueño coincide con dencias regulares. K. Abe! opera sin cuidarse de estas reglas y junta

ªu:'ª
pecul:andad de las lenguas más antiguas". Luego de todo lo que se parece. De una semejanza entre una palabra alemana y
reproduce
gunos e¡emplos, pudo concluir: otra inglesa o latina de sentido diferente o contrario, concluye una
relación original por "sentidos opuestos", desdeñando todas las
En la coincidencia entre la peculiariadd de la elaboración de los sueños
:_�uesta al princ_ipio del presente trabajo, y la práctica de las lenguas má� etapas intermedias que justificarían la divergencia, de haber paren­
guas, descubierta por los filélogos, debemos ver una confirmación de tesco efectivo, o echarían por tierra la posibilidad de dicho parentes­
n�estra tesis del caracter regresivo y arcaico de la expresión de los pensa­ co demostrando que tienen diferente origen. Es fácil demostrar que
:ientos e� el sueño. Ya nosotros, los psiquiatras, se nos impone, como una ninguna de las pruebas alegadas por Abel puede conservarse. Para
1�6t�s.1s irrechazable, la de que comprenderíamos mejor y traduciríamos
no alargar esta discusión, nos limitaremos a los ejemplos tomados
mas fácilmente el len�ua¡e de los sueños si conociéramos mejor la evolución
del lenguaje hablado . de lenguas occidentales, que pudieran confundir a lectores no lin­
güistas.
Exis�e el riesgo de que la autoridad de Freud haga que esta de­ Abe! da una serie de correspondencias entre el inglés y el alemán,
mostración pase por cosa establecida, o en todo caso acredite la idea que Freud recoge como muestra de los sentidos opuestos, entre una
de q�e habría_ aquí una sugestión de investigaciones fecundas. Se lengua y otra, y entre los cuales se apreciaría una "trasformación
habn� descubierto una analogía entre el proceso del sueño y la se­ fonética con vistas a la separación de los contrarios". Sin insistir por
mántica de las lenguas "primitivas", en las que un mismo término el momento en el grave error de razonamiento disimulado tras esta
enunciaría una cosa y también su contrario. Parecería abierto el ca· sencilla observación, conformémonos con rectificar las confrontacio­
mino a una investigación que buscase las estructuras comunes al len· nes. El antiguo adverbio alemán bass, "bien", está emparentado con
guaje colectivo y al psiquismo individual. Ante semejante panorama, besser, pero no tiene nada que ver con bos, "malo", al igual que en
no está de más indicar que hay razones de hecho que quitan todo antiguo inglés bat, "bueno, mejor", carece de relación con badde (hoy
créctito a las especulaciones etimológicas de Karl Abe! que sedujeron bad), "malo". El inglés cleave, "hender", no responde en alemán a k/e-
a Freud. No es cosa aquí ya de manifestaciones psicopatológicas del �e11, "pegar", como dice Abe!, sino a klieben, "hender" (cf. Kluft). El
lenguaje, sino de los datos concretos, generales, verificables, propor­ mglés lock, "cerrar", no se opone al alemán Lücke, Loch, sino que, por
cionados por lenguas históricas. el contrario, hace juego, pues el sentido antiguo de Loch es "retiro,
No es azar que ningún lingüista preparado, ni en la época en que lugar cerrado y oculto". El alemán stumm significa propiamente "pa­
Abe! escribía (ya los había en 1884), ni luego, haya aceptado este ralizado (de la lengua)", se vincula a stammeln, stemmen, y no tiene
Gege11si1111 der Urworle en su método ni en sus conclusiones. Es que si nada en común con Stimme, que ya significa "voz" en su forma más
se pretende remontar el curso de la historia semántica de las palabras antigua, gótico stibna. Asimismo, el latín c/am, "secretamente", se liga
y restituir su prehistoria, el primer principio de método es considerar a celare, "ocultar", de ningún modo a clamare, etc. Otra serie de prue­
los datos de forma y de sentido sucesivamente atestiguados en cada bas igual de erróneas extrae Abe! de ciertas expresiones que se toman
época de la historia, hasta la fecha más antigua, y no considerar una en sentidos opuestos en una misma lengua. Tal sería el doble sentido
restitución sino a partir del punto último que nuestra indagación logre d_cl latín sacer, "sagrado" y "maldito". Aquí la ambivalencia de la no­
alcanzar. Este principio rige otro, relativo a la técnica comparativa, ción no debiera sorprendernos ya, luego de que tantos estudios sobre
la fenomenología de lo sagrado han trivializado su radical dualidad:
�'.' la Edad Media, un rey y un leproso eran ambos, al pie de la letra,
5 Psicoanélisis aplicado, pp. 1056­7; Collectcd Papers, 1v, pp. 184­191; G. W., viii, PP· intocables", pero no se sigue que sacer encierre dos sentidos contra­
214­221. dictorios; son las condiciones de la cultura las que han determinado

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SOSPECHA HllRMBNtllJTJCA Y PROYECTO SEMIOLÓGICO 223
222 DB LOS LENGUAJllS A LAS llSraTJCAS
1, 1

ante el objeto "sagrado" dos actitudes opuestas. La doble significa­ este carácter sistemático. Es que la lengua es instrumento para orde­
ción que se atribuye al latín a/tus, como "alto" y "profundo", se debe nar el mundo y la sociedad, se aplica a un mundo considerado "real"
a la ilusión que nos hace tomar por necesarias y universales las cate­ y refleja un mundo "real". Pero aquí cada lengua es específica y con­
gorías de nuestra propia lengua. Incluso en francés (o en español) figura el mundo a su manera propia. Las distinciones que cada len­
hablamos de la "profundidad" del cielo o de la "profundidad" del gua manifiesta deben referirse a la lógica particular que las sostiene,
mar. Más precisamente, la noción de a/tus se evalúa en latín en direc­ y no ser sometidas de buenas a primeras a una evaluación universal.
ción de abajo arriba, es decir subiendo desde el fondo del pozo, o A este respecto, las lenguas antiguas o arcaicas no son ni más ni me­
árbol arriba, desde el pie, sin considerar la posición del observador, nos singulares que las que hablamos nosotros; únicamente tienen la
en tanto que "profundo" en francés (o español) se define en direccio­ singularidad que prestamos a los objetos poco familiares. Sus cate­
nes opuestas a partir del observador hacia el fondo, ya sea el fondo gorías, orientadas de modo distinto que las nuestras, no por ello de­
de un pozo o el del cielo. Nada hay de "original" en estas variadas jan de tener coherencia. De manera que es a priori improbable -y el
maneras de construir lingüísticamente nuestras representaciones. examen atento lo confirma­ que tales lenguas, por arcaicas que se
i tampoco es en "los orígenes del lenguaje" donde hay que buscar las suponga, escapen del "principio de contradicción" afectando la
la explicación del inglés tuith-out, sino bien modestamente en los orí· misma expresión a dos nociones mutuamente exclusivas o siquiera
genes del inglés. Al contrario de lo que Abel creyó ­y hay quien contrarias. De hecho, seguimos esperando que salgan a luz ejemplos
sigue creyendo­­, unth-out no encierra las expresiones contradicto· serios. Si se supone que exista una lengua en la que se diga lo mismo
rias "con sin"; el sentido propio de with es aquí "contra" (cf. witli· "grande" y "pequeño", será que en tal lengua la distinción entre
stand) y señala pulsión o esfuerzo en una dirección cualquiera. De ahí "grande" y "pequeño" carece literalmente de sentido y no existe la
ioith-in, "hacia el interior", y toith-out, "hacia el exterior", de donde categoría de la dimensión, no que se trate de una lengua que admita
"afuera, sin". Para comprender que el alemán wider signifique "con· una expresión contradictoria de la dimensión. La pretensión de reali­
tra" y wieder (con una sencilla variación de grafía) signifique "de re· zar semejante búsqueda de distinción sin hallarla realizada demos­
greso", basta con pensar en el mismo contraste aparente de re- en �aría la insensibilidad a la contradicción no en la lengua, sino en el
francés entre re-pousser y re-venir (o en español re-peler y re-tomar). investigador, pues es por cierto un propósito contradictorio imputar
No hay en todo esto ningún misterio y la aplicacién de reglas elementales al mismo tiempo a una lengua el conocimiento de dos nociones en
disipa tales espejismos. tanto que contrarias, y la expresión de ellas en tantoque idénticas.
Mas con esto se desvanece la posibilidad de una homología entre Otro tanto ocurre con la lógica particular del sueño. Si caracteri­
las vías del sueño y los procedimientos de las "lenguas primitivas". zamos el desenvolvimiento del sueño mediante su total libertad en
Aquí la cuestión tiene dos aspectos. Uno concierne a la "lógica" del las asociaciones y la imposibilidad de admitir una imposibilidad, es
lenguaje. En tanto que institución colectiva y tradicional, toda lengua ante todo porque seguimos su itinerario y lo analizamos en los mar­
tiene sus anomalías, sus faltas de lógica, que traducen una disimetría cos del lenguaje, y que lo propio del lenguaje es no expresar sino lo
inherente a la naturaleza del signo lingüístico. Pero no deja por ello que es posible expresar. No se trata de una tautología. Un lenguaje
la lengua de ser sistema, de obedecer a un plan específico, y de estar es ante todo una categorización, una creación de objetos y de relacio­
articulada por un conjunto de relaciones susceptibles de cierta f?r­ n�s e�tre estos objetos. Imaginar una etapa del lenguaje, tan "ori­
malización. El traba] o lento pero incesante que se opera en el interior ginal como se quiera, pero no obstante real e "histórico" en que
. es
de una lengua no procede al azar, afecta a aquellas de las re 1 acion determinado objeto fuera denominado como siendo él mismo 'y al mis­
o de las oposiciones que son o no son necesarias, de suerte que se ll\o ti .
te�po no 1mport� c�,ál otro, y en que la relación expresada fuera
renueven o multipliquen las distinciones útiles a todos los niveles de 1� relación de contradicción permanente, la relación no relacionante
la expresión. La organización semántica de la lengua no escapa de donde to d o sena ' e11 o mismo
· · ·
y otro, es imaginar una pura quimera.'

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224
DE LOS LENGUAJES A LAS l!SJtnCAS SOSPECHA HERMENÉUTICA Y PROYECTO SEMlOLóG!CO 225

En la medida en que podemos auxiliarnos con el testimonio de las que nuclear en el psiquismo humano es justamente el conflicto. Pero
l:ng_ua�_':p�imitivas" para remontarnos a los orígenes de la
experien­ entonces la noción de "original" no tiene ya el menor sentido.
cía linguistica, debemos enfrentarnos por el contrario a una extrema En cuanto se pone el lenguaje organizado en correspondencia con
complejidad de la clasificación y multiplicidad de categorías. Todo el psiquismo elemental, se introduce en el razonamiento un dato
parece apartarnos de una correlación "vivida" entre la lógica onírica nuevo que rompe la simetría que se pensaba establecer. El propio
y la lógica de una lengua real. Notemos también de paso que justa­ Freud ha probado esto, a despecho suyo, en su ingenioso ensayo so­
mente en las sociedades "primitivas", lejos de que la lengua repro· bre la negación7• Reduce la polaridad de la afirmación y de la nega­
duzca el tren del sueño, es el sueño el que es reducido a las categorías ción lingüísticas al mecanismo biopsíquico de la admisión en sí o del
de la lengua, en vista de que es interpretado en relación con situacio­ rechazo fuera de sí, ligado a la apreciación de lo bueno y de lo malo.
nes actuales y por mediación de un juego de equivalencias que lo Pero también el animal es capaz de esta evaluación que conduce a
someten a una verdadera racionalización lingilistica6• admitir en sí o a rechazar fuera de sí. La característica de la negación
Lo que Freud pidió en vano al lenguaje "histórico", hubiera lingüística es que no puede anular sino lo que es enunciado, que debe
podido pedírselo, en cierta medida, al mito o a la poesía. Ciertas for­ plantear explícitamente para suprimir, que un juicio de no existencia
mas de poesía pueden emparentarse con el sueño y sugerir el mismo tiene necesariamente también el estatuto formal de un juicio de exis­
modo de estructuración, introducir en las formas normales del len­ tencia. Así la negación es primero admisión. Muy otro es el rechazo
guaje esa suspensión del sentido que el sueño proyecta en nue.stras de admisión previa que se llama represión. Freud mismo enunció
actividades. Pero entonces sería, paradójicamente, en el surrealismo harto bien lo que la negación manifiesta:
poético ­que Freud, al decir de Breton, no comprendía­ donde hu­
biese podido hallar algo de lo que erradamente buscaba en el lengua­ Una representación o un pensamiento reprimidos pueden, pues, abrirse

s��:�
paso hasta la conciencia, bajo la condición de ser negados. La negación es
je organizado. una forma de percatación de lo reprimido: en realidad supone ya un al­
En Freud, semejantes confusiones parecen nacer de su consta�te zamiento de la represión, aunque no, desde luego, una aceptación de lo
recurso a los "orígenes": orígenes del arte, de la religi�n, ?e.l� reprimido ... Conseguimos vencer también la negación e imponer una plena
dad, del lenguaje ... Traspone sin cesar lo quele parece . primitivo .. aceptación intelectual de lo reprimido, pero sin que ello traiga consigo la
el hombre a un primitivismo de origen, pues es por cierto en la his anulación del proceso represivo mismo.
toria de este mundo donde proyecta lo que podría denominarse uníl ¿No se ve aquí que el factor lingüístico es decisivo en este proceso
cronología del psiquismo humano. ¿Es legítimo :s�o? Lo que la�;� complejo, y que la negación es en alguna forma co�stitutiva del �on­
togenia permite al analista plantear como arquetípico no es tal s. 'n lenido negado, y así de la emergencia de tal contenido en la.concien­
res ecto a lo que Jo deforma o reprime. Pero .si de esta rep�esiod cia y de la supresión de la represión? Entonces lo que subsiste de la
���ace�na cosa socie�:t�
que sea genéticamente coextens1".a con l� represión no es ya sino una repugnancia a identificarse con este con­
, 'ble imaginar una situación de sociedad sin con

%;�aj�
��;��:;nªJi��;}uera lenido, pero el sujeto no tiene ya poder sobre la existencia de éste.
de!ª
socieda�. �6h�i��:;�s���!;;t�
0
También aquí su discurso puede prodigar las denegaciones, mas no
piejo de Edípo en las sociedades m s pn°,'1 o libre de casar con su abolir la propiedad fundamental del lenguaje: implicar que alguna
t :n��1�
es inherente a la soci:d�dó co�o �� en tal caso, lo quehaY cosa corresponde a lo que es enunciado, alguna cosa� no "�ada":
madre es una contrad1cc1 nen os r . ' Llegamos aquí al problema esencial, cuya urge�ci� testimoru��
todas estas discusiones y el conjunto de los procedimientos analíti­
... os'
• 6 n. 1: " ... los 'libros de los suen e
Cf. La inlerprttnc,611 de los suenos, cap: 11, p. 30t ''6 guiándose por la analogíad
6
orientales .. efectúan casi siempre la mtcrpre
I aspa l a b r as .. G · W­, 11­111, P·
,, s.
103; E., IX, p. ·
;�1
n 7 G. w., XIV, PP· 11­15; C. P., V, PP· 181­185; B.N., U, pp.1134­1136.

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226 DE LOS LENGUAJES A LAS IJSTl'rrICAS SOSPECHA HI!RMBNflUTICA Y PROYECTO SI!MlOLÓGICO 227

cos: el del simbolismo. Todo el psicoanálisis se funda en una teoría Estamos pues en presencia de un "lenguaje" tan particular que
del símbolo. Ahora, el lenguaje no es más que simbolismo. Pero las resulta de la mayor importancia distinguirlo de lo que llamamos así.
diferencias entre los dos simbolismos ilustran y resumen todas las que Es subrayando estas discordancias corno mejor puede situárselo en
indicamos sucesivamente. Los análisis profundos que Freud hizo el registro de las expresiones lingüísticas.
del simbolismo del inconsciente iluminan también las vías diferentes Esta simbólica ­dice Freud­ no es especial del sueño, reaparece en toda
por las que se realiza el simb�lismo del lenguaje. Al decir del lengua· la imaginería inconsciente, en todas' las representaciones colectivas, popu·
je que es simbólico, no se enuncia aún sino su propiedad más mani­ lares en especial; en el folklore, los mitos, las leyendas, los proverbios, los
fiesta. Hay que añadir que el lenguaje se realiza necesariamente en dichos, los juegos de palabras ordinarios; ahí hasta es más completa que en
una lengua, y entonces aparece una diferencia, que define para el el sueño.
hombre el simbolismo lingüístico: es aprendido, es coextensivo con la Queda así bien planteado el nivel del fenómeno. En el área en que
adquisición que el hombre hace del mundo y de la inteligencia, con se revela esta simbólica inconsciente, podría decirse que es a la vez
los que acaba por unificarse. Se sigue que los principales de estos infra y supralingüística. Infralingüística, tiene su fuente en una región
símbolos y su sintaxis no se separan para él de las cosas y de la expe­ más profunda que aquella en que la educación instala el mecanismo
riencia de ellas; debe apropiárselos a medida que las descubre como lingüístico. Utiliza signos que no se descomponen y que comprenden
realidades. A quien abarca en su diversidad estos símbolos actualiza· numerosas variantes individuales, susceptibles a su vez de acrecen­
dos en los términos de las lenguas, bien pronto le aparece que la re· tarse por recurso al dominio común de la cultura o a la experiencia
ladón de estos símbolos con las cosas que parecen cubrir sólo se deja personal. Es supralingüística por el hecho de utilizar signos extre­
verificar, no justificar. Con respecto a este simbolismo que se realiza madamente condensados que, en el lenguaje organizado, corres­
en signos infinitamente diversos, combinados en sistemas formales ponderían más bien a grandes unidades del discurso que a unidades
tan numerosos y distintos como lenguas hay, el simbolismo del in· mínimas. Y entre estos signos se establece una relación dinámica de
consciente descubierto por Freud ofrece caracteres absolutamente intencionalidad que se reduce a una motivación constante (la "reali­
específicos y diferentes. Hay que subrayar algunos. Ante todo, su zación de un deseo reprimido") y que echa mano de los rodeos más
universalidad. Parece, según los estudios realizados sobre los sueños singulares. ;
o las neurosis, que los símbolos que los traducen constituyen un "vo· Retomamos así al" discurso". Prolongando esta comparación, to­
cabulario" común a todos los pueblos sin acepción de lengua, por el maríamos un camino de comparaciones fecundas entre la simbólica
hecho, evidentemente, de que no son ni aprendidos ni reconocidos del inconsciente y ciertos procedimientos típicos de la subjetividad
como tales por quienes los producen. Por añadidura, la relación en· manifestada en el discurso. Al nivel del lenguaje es posible precisar:
tre estos símbolos y lo que relatan puede definirse mediante la rique· se trata de los procedimientos estilísticos del discurso. Pues es en el
esti.lo, antes que en la lengua, donde veríamos un término de compa­
za de los significantes y la unicidad del significado, en virtud de que
ración con las propiedades que Freud descubrió como señaladoras
el contenido está reprimido y no se libera sino so capa de las i�á· del "lenguaje · " onmco.
, · Ll aman 1a atención · las
genes. En compensación, a diferencia del signo lingüístico, estos sig· analogías que se esbo­
zan a�uí. El inconsciente emplea una verdadera "retórica" que, como
nificantes múltiples y este significado único están constantemente
el estilo, tiene sus "figuras", y el viejo catálogo de los tropos brinda­
vinculados por una relación de "motivación". Se observará finalmente ría un inventario apropiado para los dos registros de la expresión.
que la "sintaxis" que encadena estos símbolos inconscientes no obe­ P.or una y otra parte aparecen todos los procedimientos de sustitu­
dece a ninguna exigencia lógica, o más bien no conoce sino una. sola �16n engendrados por el tabú: el eufemismo, la alusión, la antífrasis,
dimensión, la de la sucesión que, como Freud vio, significa asimismo a preterición, la lítote. La naturaleza del contenido hará aparecer
causalidad. todas las variedades de la metáfora, pues es de una conversión me­

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228 ÜI! LOS LENGUAJES A LAS ESTID1CAS I
tafórica de la que los símbolos del inconsciente extraen su sentido y
EL ARTE COMO TOTALIDAD*
su dificultad a la vez. Emplean también lo que la vieja retórica llama
metonimia (continente por contenido) y sinécdoque (parte por el
todo), y si la "sintaxis" de los encadenamientos simbólicos recuerda
algún procedimiento de estilo entre todos, será la elipsis. En una pa­ Jan Mukarovsky
labra, conforme se establezca un inventario de las imágenes simbólicas
en el mito, el sueño, etc., se verá probablemente con mayor claridad La conferencia de hoy8 tiene un carácter expresamente circunstan­
en las estructuras dinámicas del estilo y en sus componentes afecti­ cial: se hace eco de un tema que se ha tomado objeto de discusión en
vos. Lo que hay de intencional en la motivación gobierna oscura­ el Círculo Lingüístico de Praga a raíz de las conferencias dictadas por
mente la manera como el inventor de un estilo conforma la materia el profesor Jan Belehrádek9. En una de las discusiones señalé que un
común y, a su modo, se libera de ella. Pues lo que se llama incons­ tema tan fructífero, a saber, el concepto de totalidad, debería ilustrar­
ciente es responsable de cómo el individuo construye su persona, de se en diversos materiales concretos a fin de averiguar hasta qué pun­
lo que afirma y de lo que rechaza o desconoce, y esto motiva aquello. to puede variar bajo el influjo de diferentes materiales. Dije también
que la aplicación del concepto de totalidad sobre determinados ma­
teriales y, por ende, en determinadas disciplinas científicas, podría
tener cierto alcance para la concepción de la totalidad en otras disci­
plinas, ya que cada material puede revelar determinados aspectos
del concepto de totalidad que serán más evidentes en ese material
que en otros, pero una vez descubiertos, pueden mostrarse impor­
tantes también en aquellas otras áreas donde no se disciernen a pri­
mera vista. Personalmente asumí ese apunte como un compromiso:
en tanto que el profesor Belehrádek tenía en mente los fenómenos
biológicos como material primario aun cuando se refería al concepto
de totalidad en general, me pareció que sería útil confrontar el con­
cepto de totalidad de las ciencias naturales con la visión a la cual nos
conduce ­e incluso obliga­ el material de las ciencias humanas.

' Tomado de Cestnmi estctiky n poetiloj [Por los caminos de In estética y In poética}
(Praga: Ceskoslovensky spisovatel, 1971), pp. 85­96. Título original: "Pojem cel­
ku v teorii uméní" ["El concepto de totalidad en la teoría del arte"]. Traducción
directa del checo por Jarmila Jandová, Universidad Nacional de Colombia. La
modifícación del título obedece a razones editoriales.
"El concepto de totalidad en la teoría del arte" fue originalmente una conferen­
cia dictada por Mukarovsky en el Círculo Lingüístico de Praga el 10 de diciem­
bre de 1945 (N. de la T.).
Mukarovsky se refiere a las conferencias "Estructura y holismo" y "Holismo y
lingüística" dictadas por el biólogo Jan Bélehrádek en el Círculo Lingüístico de
Praga el 9 y el 15 de septiembre de 1945 (N. de la T.).
229
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6
ENUNCIACIÓN Y ARTE EN LOS OCHENTA ')

LA SEMIÓTICA Y LA COMUNICACIÓN SOCIAL*

Algirdas Julien Greimas

Curioso es, en efecto, el nombre que se aplica a la disciplina alrede­


dor de la cual nos hemos reunido hoy, nombre difícil de trasponer de
un idioma a otro: comunicaciones de masas, comunicaciones sociales,
mass-media, pero también es una denominación que sólo con dificul­
tad entra en una clasificación tradicional de las ciencias humanas.
Confesemos que el s�ótico queda un tanto desconcertado ante una
disciplina que experimenta dificultad para designarse a sí misma.
Creo que, al hablar de una ciencia particular, hay que distinguir
dos cosas: por un lado, el objeto muy general que se propone una
I disciplina, y por el otro, los métodos y los procedimientos de descu­
I brimiento que ésta practica o que trata de practicar. Parece, a primera
vista, que el objeto al que apunta la disciplina que nos preocupa
aquí debería ser la inteligibilidad de lo que cabe denominar cultura
de masas, aunque el término "cultura" permanezca oculto, ausente de
aquella denominación y que, al contrario, ésta, al utilizar los térmi­
nos de "comunicaciones" o de media, quisiera poner en evidencia los
medios de la manifestación de la cultura en perjuicio de sus con­
tenidos. 1
El empleo del término masa implica, por su parte, la oposición de
la cultura de masas con respecto a la cultura de élites. Los peligros
de semejante oposición son evidentes; incluso si se evita darle un
matiz ideológico, la distinción de dos tipos de cultura sigue siendo,
sin embargo, como un a priori que un enfoque científico de la cultura
debe esclarecer, Asimismo, nos veremos obligados a ocuparnos de

Tomado del libro Sociología de la comunicaci6n de masas, pp.137­148, editado por


Miguel de Moragas, Gustavo Gili, Barcelona. A su vez corresponde a la confe­
rencia dictada por Greimas en el Istituto Gemmelli (perlo Studio Sperimentale
di Problemi dell' Informazione Visiva) de Milano y publicada en su Annuario
Gemmelli, 1970, con el titulo "La semiotique et la communication".
285

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2 6 287
DB LOS LBNCUA}llS A LAS ESTIITICAS ENUNCIACIÓN y ARTB BN LOS OCHBNTA

e ta dicotomía, preguntándonos si exist n unos criterios objetivos, lntroducir · la coherencia en las búsquedas efectuadas o por comen­
id d b · l ·
d caráct r estructural, qu p mutan definir la cultura de masas. No zar, con unOs métodos cuya homogeneí a a nr a e camino para
í

ob tante, esta puesta en cuestión metodológica no significa que las eventuales síntesis.
preocupaciones propias d las sociedades Industriales que tratan de Es cierto que algunos semióticos han tr�tado de aproximar los
compre�d runa cierta dimensión de su cultura y, eventualmente, dos conceptos de comunicación y de cultura: Pienso, sobre todo, en los
de marupular a ésta en el plano pedagógico o sociológico, no sean traba¡os · de J . M . Lotman, semiótico soviético . que trata de elaborar la
·
real s, ni que se les escape el objeto de la disciplina alrededor de la típo¡og ar de las culturas y que, en una primera etapa, propone con­
·
cual nos hemos reunido. bi l ltura como la totalidad de los mensajes recribid1 os por una
re rr acu . , b 'd ¡
El término comunicación implica, finalmente, la previa elección del sociedad, como un texto infinito; la ínforrnaci6n as, o tem a por e
modelo interpretativo de la cultura; en su primera juventud, los es­ de la comunicación social equivaldría a la cultura de la so­
ronjunto
tudios de las comunicaciones de masas se refirieron a la teoría de la ciedad determinada. Por desgracia, este punto de partí'da tan prome­
información y encontraron en ella el esquema de organización de su tedor no puede llevar muy lejos, ya que, al igual que en lingüística,
disciplina. Este esquema, como ha demostrado perfectamente mico­ la descomposición de un texto infinito como es una lengua �atura!
lega Edgar Morin, consiste en dividir el campo de investigación en no puede hacerse más que si se reconocen de entrada unas �mdades
tres componentes y esto según la estructura canónica de la comuni­ · acabadas, estructuralmente definidas ­­como la frase, por e¡emplo­
cación, que comprende dos polos ­el del emisor y el del receptor­ que proporcionan los criterios de la descomposición. Así, la tipología
entre los cuales se sitúan los canales de la trasmisión y los códigos cultural de Lotman no se desarrolla en el cuadro de la teoría de la
que los hacen posibles. información; �labora, por el contrario, en el interior de una semió­
A primera vista, este esquema parece de una extrema simplici­ tica general en la que las culturas se hallan definidas por la especifi­
dad, e incluso de una simplicidad desalentadora, si se piensa que hay dad de los signos semióticos que las caracterizan.
que permitirse abordar inmensos problemas propios de las culturas El hecho de que el esquema de la comunicación permita situar, a
superdesarrolladas. Incluso si, a nivel práctico, este reparto de las veces correctamente, unos problemas sin que ello llegue a ofrecer un
tareas ­­estudios de la emisión, estudios de la recepción­ ha podido modus operandi eficaz, puede ser ilustrado por otro ejemplo. Así, cabe
dar lugar a unas investigacion�s sociológicas o psicosociológicas in· servirse de él para plantear el problema tan actual de la pedagogía;
teresantes, no por ello los fundamentos metodológicos de la díscípli­ dicho de otro modo, de la trasformación de la cultura en el interior
na parecen suficientemente sólidos. Considerar unas veces al emisor de una sociedad dada. Cabe imaginar a la sociedad corno constituida
y otras veces al receptor corno una clase de variables es metodológi­ por varios sujetos colectivos, entre los cuales unos tienen la tarea de
camente legítimo, pero ello presupone que se conocen los elementos trasmitir la cultura y los otros la de recibirla. En las sociedades arcai­
variables que constituyen las clases denominadas emisor o receptor. ' cas, la tarea de la trasmisión incumbe generalmente a la tercera gene­
Es toda una morfología social la que se encuentra así subentendida: ración, la de los abuelos. Con ocasión de un encuentro pedagógico,
el emisor y el receptor, durante el proceso de la comunicación social, traté de proponer ­sin el menor éxito­ que la misión de enseñanza
no son individuos, sino grupos sociales o, según nuestra terminolo· fuese confiada a los "antiguos'.', a las personas que, cumplidos ya los
gía, unos sujetos colectivos cuyo estatuto estructural trata de definir, sesenta, aparte de la sabiduría de la que son depositarios, podrían
desde hace algún tiempo, la semiótica. ser fácilmente extraídas del proceso de la producción de los valores
La cuestión consiste en saber si, al cabo de diez años de exis· Y utilizadas para su trasmisión. Lo qµe ocurre en realidad es que una
tencia, período que ha permitido la expansión y la diversificación de clase social cuantitativa y cualitativamente muy importante ­la del
las investigaciones, no ha llegado el momento de pasar a una nueva personal docente­es utilizada como mass-media, como "medios" im­
fase que sería la de interrogación sobre los principios que permitirían productivos de la trasmisión de la cultura. Dado el aumento conti­

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DB LOS LENGUAJES A LAS ESTITT'ICAS ENUNCIACIÓN Y ARTE EN LOS OCHENTA 289

nuo de nuestros conocimientos y la necesidad de la educación per­ la importancia de la palabra importancia­ en las ciencias humanas
manente, las cosas no pueden hacer sino empeorar. me molesta muchísimo, puesto que calificar de importante a un fenó­
Por estas mismas razones no comparto el entusiasmo de Edgar meno humano es reconocer la incapacidad de atribuirle una cualidad
Morin por el modelo cibernético de A. A. Moles, que sólo me parece precisa, incapacidad también de someterlo a la medida cuantitativa.
una complicación, más ingeniosa, del modelo aportado por la teoría Entonces, ¿qué pensar acerca de la aserción de McLuhan sobre la
de la inform�ción. Hay que evitar una confusión: la que se comete importancia de la imprenta en los mass-media] Sin negar la importan­
con frecuencia entre la esquematización y la estructuración. El hecho cia de la imprenta ­una verdad que debemos a M. de La Palice­
de dibujar un esquema con cuadrados para el receptor y el emisor, cabe decir, no obstante, que existen igualmente otros criterios de im­
utilizando unas flechas para indicar los canales de trasmisión y unos portancia y que, al adjudicar importancia a la manera según la cual
circuitos complejos, no constituye la estructuración ni de la cultura se asume la información recibida, la comunicación olfativa sería la
ni de la comunicación. Se trata de un esquema en el mejor de los más importante, pues basta con pensar en el hermoso libro de N. de
casos operacional, que puede ser útil o no serlo en "absoluto, pero Certeau sobre Les Possédés de Loudun para darse cuenta de que es ante
cuyos elementos no están vinculados de una manera coherente entre todo el canal olfativo el que afronta la más agresiva de las comunica­
sí, y, por consiguiente, pueden ser sustituidos por otra cosa según la ciones, es decir la posesión diabólica.
práctica que se desea representar espacialmente con la ayuda de un Poco importan, sin embargo, estos juegos de importancia. Lo que
esquema. Por el contrario, el modelo estructural es coherente y todos se opone a este enfoque de la comunicación a través de los medios
los elementos que lo constituyen son necesarios. que ésta utiliza es la constatación de que los objetos significantes que
Debemos detenernos ahora en el tercer término que comporta la
I
producen los sistemas semióticos son objetos culturales complejos y
denominación de la disciplina de la que nos ocupamos, y que es el 1 heterogéneos. Un cuadro o una película dependen de varios códigos
de la mediacián o de los medios de comunicación. La noción en cues­ I
a la vez, ponen en juegos diversos canales de comunicación, y no por
tión nos remite evidentemente al conductismo, que, por otra parte,
ha contribuido a fundar los estudios de comunicaciones sociales Y I
ello dejan de ser objetos semióticos poseedores de un significado
global único. Yo diría que hay aquí una distinción fundamental que
cuya gestión consiste en tener en cuenta los medios de comunicación, conviene hacer entre dos enfoques posibles, entre el análisis de los
es decir, los códigos, los significantes, y nunca las significaciones que contenidos que son objeto de la comunicación, por una parte, y los
son trasmitidas con la ayuda de tales medios. Así, la zoo­semiótica códigos o lenguajes de manifestación con ayuda de los cuales son
se preocupa de la descripción de los códigos de la comunicación ani­ trasmitidos estos contenidos, por la otra; dos enfoques que, lejos de
mal: un zoo­semiótico especializado en el lenguaje porcino trata de ser contradictorios, son complementarios.
saber cómo se comunican los cerdos, y no lo que dicen éstos. No obstante, vemos que, en la medida en que el estudio de las
La adopción de la actitud conductista, de la. qu_e se. alimenta !ª
comunicaciones de masas se propone, en tanto que disciplina, des­
teoría de la información, tiene como resultado adjudicar importancia cribir la significación, este estudio de la significación conduce a un
a los canales de trasmisión, y servirse incluso de este criterio para ! "análisis del contenido" al modo de Lazarsfeld y se encuentra inme­
una clasificación de los lenguajes. Es evidente que la significación se diatamente abocado al fracaso por razones que ustedes conocen: pri­
manifiesta, que se nos hace presente con la ayuda de códigos, ya sean mero, porque el análisis del contenido de tipo psicosociológico _sól�
éstos visuales, auditivos u olfativos. Ahora bien, una de las aporta· puede alcanzar el nivel de superficie de la significación y no la sigru­
clones mejor explotada de MacLuhan consiste precisam�nte, al ex�­ ficación profunda, pero también por, el hecho de la insuficiencia de
minar los medios de trasmisión, en tratar de establecer la importancia los conocimientos de los códigos de trasmisión y, en primer lugar, del
mlatlva de unos canales con relación a otros. Confieso que su empleo código lingüístico. Cabe decir, de modo general, que la razó� más
vo--ei hemos de creer a J. P. Boons, autor de un estudio sobre profunda de este fracaso reside en el hecho de que los medios de

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:l':IU I
291
DEWSLENGUA)l!SALASESTIITICAS ENUNCIACIÓN Y AITTEENWSOCHENTA

comunicación más eficaces, así como las significaciones que están la lengua común a toda la sociedad respecto � este ca�po semánti�o
subyacentes en la comunicación de masas, están unos y otros ocultos tan complejo son términos tales como bombilla, corriente, cortocir­
Y son imperceptibles a simple vista aunque constituyan la dimensión cuito, enchufe, toma, y tal vez algunas palabras más, pero el núcleo
cultural fundamental de la sociedad industrial compleja. central de este dominio de significación se nos escapa por completo.
Esta interrogación pública, un tanto exagerada quizás incluso Y, al contrario, una encuesta sobre el significado de la electricidad,
caricaturesca; respecto al valor metodológico de los �nfoqu�s utiliza� sobre lo que la gente piensa sin saberlo y sin decirlo acerca de la
dos en el estudio de las comunicaciones sociales, permite darse cuen­ electricidad, encontraría ­estoy persuadido de ello­ en pleno siglo
ta de que lo esencial, el núcleo que resiste a todo ataque, radica en el XX las representaciones de la electricidad considerada como una
carácter a la vez abierto y humano de esta disciplina que aparece, en fuerza, como una potencia mágica y nada más. Al nivel de la cultura
su radio de acción, como un dominio particular, dirigido hacia la de masas, un dominio de sentido procedente de la cultura de élites
exploración de la problemática propia de las sociedades industriales
provoca la aparición de un agujero que sólo pueden llenar unos
complejas, de la antropología cultural. Su deseo de comprender los sistemas míticos nuestras
y concepciones mágicas sobrevivientes o
medios de comunicación social con el fin de captar sus significacio­
vueltas a aparecer.
nes culturales fundamentales le concede un lugar propio entre las
Vemos que, al plantear un problema de la cultura de masas en
demás ciencias de la significación.
términos de difusión, se llega a un callejón sin salida: la difusión de la
Para tratar de comprender el fenómeno mal estudiado de la cul­
cultura se efectúa a expensas de las estructuras de significación, y
tura de masas, cabe servirse, para empezar, de modelos analógicos.
poco importa que éstas desaparezcan o se vean sustituidas por unas
Si pensamos, por ejemplo, en la manera como funcionan las lenguas
significaciones extrañas a la cultura difundida. Lo mismo cabe decir
naturales, se constata que, en las comunidades lingüísticas, sólo las
· acerca del fenómeno de la banalización. Los estudios relativos a los
gramáticas son coextensivas de las sociedades, mientras que los
léxicos, lejos de ser comunes en la sociedad, la dividen o se articulan problemas de la banalización realizados en el campo del psicoanáli­
en confirmaciones autónomas, y se organizan en sistemas de signifi· sis han demostrado que aquélla se manifiesta por la desaparición,
caclón tales como el derecho, la moral, la religión, las ciencias, etc. por la pérdida de finas articulaciones y dejando subsistir, en el mejor
Llevando esta analogía hasta su extremo, cabría decir que sólo las de los casos, sólo las relaciones más groseras o incluso triviales. Si se
formas son sociales, en tanto que los contenidos culturales poseen acepta, con F. de Saussure, que el sentido consiste en la articulación
unas organizaciones particulares autónomas. de las diferencias, vemos entonces que la banalización es una pér­
El estatuto social de los vocabularios ha sido estudiado, por otra dida de sentido. Estas observaciones críticas sobre la difusión de la
parte, por W. von Wartburg, cuando éste se dedicó al �roble�a del cultura de élite que t�atan de llegar a la cultura de masas, incluso
aprendizaje del latín por parte de los pueblos de la Galia. E! filólogo teniendo en cuenta la exageración que comporta todo discurso per­
ha observado que cada vocabulario se desdoblaba, con la instaura· suasivo, son demoledoras.
ción del bilingüismo, en un vocabulario de uso interno y un vocabw Cabe preguntarse entonces si el enfoque ensayado es pertinente,
lario de uso externo; que sólo las palabras galas pertenecientes a la si es al nivel de la cultura de élites, banalizada y ampliamente difun­
vida familiar, interior en el grupo, se mantuvieron, en tanto que los dida, donde hay que buscar, verdaderamente, la especificidad de los
elementos externos no tardaron en ser latinizados. Es posible traspo· contenidos de lo que cabe denominar cultura de masas. ¿No sería
ner, modificándolo un poco, este razonamiento y aplicarlo a las s?" mejor tratar de oponer el nivel abstracto, el de los conocimientos for­
ciedades modernas. Cuando se trata, por ejemplo, de un vocabulario ll_lulados y conceptualizados, al nivel figurativo, el de la manifesta­
técnico tan rico como el de la electricidad, ¿qué parte del mismo po­ ción de los sistemas de valores, y decir que, contrariamente a la
see y utiliza un profano como ustedes o como yo? Lo que conserva cultura de élites, la cultura de masas está caracterizada esencíalmen­

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292
Da LOS LBNGUAJl!S A LAS ESTfrrlCAS ENIJNCTACIÓN Y ARTE EN LOS OCHENTA 293

t� �orla expl.otación,del nivel figurativo nútico gracias al cual se ma­ les numerosas. Así, al dirigirnos a una mujer, utilizamos inconscien­
nifiestan las ideologías y las axiologías? temente, para decir la misma cosa, un vocabulario diferente, otras
�tr.a manera de abordar el problema consistiría en explorar los formas lingüísticas que cuando nos dirigimos a un hombre. El mis­
donum�s en los que ambos tipos de cultura pueden encontrarse. Tal mo fenómeno de connotación se produce en las relaciones de supe­
es, por ejemplo, el caso de la distinción que se intenta establecer entre rior e inferior, en las relaciones entre extraños y entre familiares, etc.
l� literat�a· llamada oral y1la literatura escrita, la gran literatura. Si Existen unas connotaciones lingüísticas diferentes, propias de unas
bien es cierto que resulta muy difícil encontrar criterios estructurales categorías sociales a las que ellas determinan así, en cierto modo. Si
pertinentes, que establezcan una franca oposición entre las dos for­ se busca comparar las sociedades llamadas arcaicas con nuestras so­
mas, �in embargo cabe tener en cuenta ciertos criterios operaciona­ ciedades superdesarrolladas, se constata que las primeras, desde el
les, eficaces en el plano práctico. Así se observa que la literatura oral, punto de vista que es el nuestro, poseen una morfología social muy
que pertenece al orden de la comunicación social, se caracteriza por rígida, caracterizada por la existencia de unos lenguajes a menudo
la no injerencia del sujeto de la narración en el relato propiamente separados entre sí, tales como el lenguaje sagrado y el lenguaje pro­
dicho. Aquí, corno en la música, pero contrariamente a lo que ocurre fano, el lenguaje exterior para la comunicación con los extrafíos y el
en el caso de la pintura, la ejecución está netamente separada de la lenguaje de uso interno, el lenguaje de las mujeres y el lenguaje de
confección de los objetos culturales. Generalizando, se puede decir los hombres; cuando se produce el paso de las sociedades arcaicas a
que la cultura de masas funciona en las modalidades óptimas cuan­ las sociedades industriales, esta rígida morfología se trasforma en
do el productor de la misma es invisible, cuando es el "filtro cultu­ una sintaxis muy flexible, e incluso cabría decir en una estilística de
ral" el que ha seleccionado tal o cual manifestación figurativa de un la comunicación. No por ello deja de existir el fenómeno de connota­
sistema cualquiera de los valores. ción social, pero, en vez de reflejar la pertenencia del individuo a tal
Cabría considerar otro criterio, el de la ausencia o, como decimos o cual categoría social, el uso de las connotaciones sociales da cuenta
a veces, de la presencia implícita de los sistemas de valores en las de la pretensión socio­estilística de este individuo.
orales, por oposición a la presencia explícita de los valores en las Esta flexibilidad de la coherencia social y esta diversificación so­
formas literarias comparables; así, la novela, por ejemplo, expone y cial van acompañadas por una expansión y una trasformación de
explica, bajo la forma de lo que llamarnos atmósfera o bajo la de la hablas ·sociales. Lo que era el lenguaje sagrado en las sociedades ar­
psicología de los personajes, los sistemas de valores que le son inhe­ caicas, da lugar, por el mismo hecho de esta expansión, a unos len­
rentes. En la literatura oral, al contrario, el código semántico está se· guajes, a unos sistemas de conocimientos muy diversificados. Lo que
parado de la obra y resulta ser el bien cultural del conjunto de la pertenecía al lenguaje sagrado para las sociedades arcaicas se deriva,
sociedad: los "textos" orales ­pero cabría decir lo mismo acerca de para nosotros y a la vez, de la filosofía, de la poesía y de la literatura,
ciertos filmes populares, los westerns por ejemplo o las tiras de comics-: pero también de las ciencias en su conjunto. Se produce, pues, un
no son más que pretextos de lecturas, son legibles gracias a los retí· fenómeno de crecimiento hacia afuera que puede explicar, en cierto
culos culturales que son propiedad de cada uno. . modo, la cultura de élites. Así, en el campo científico, por ejemplo, es
Someto a su apreciación estos dos criterios, extrapolados a parttr posible observar un cierto acotamiento de la comunicación social y
de problemas literarios, sin pretender en verdad que sean suficientes la constitución de lo que a veces se denominan "clubes de sabios" Y
para definir )a cultura de masas en su especifidad. Se puede int�n!ar donde se pronuncian unos discursos científicos de uso purame�tc
una aproximación diferente a partir de las ensefíanzas de la sociolirr interno. Pero hay que señalar que el mismo fenómeno caracte�1za
güfstica o, más generalmente, de la sociosemiótica. Es sabido, �or igualmente a la vida literaria, pues la literatura de hoy no va dedica­
ejemplo, que )as lenguas naturales comportan, aparte los rnensa!es da a un consumidor cualquiera, sino que se hace por "escritores" Y
denotativos que ellas permiten producir, unas connotaciones socia· para "escritores" y los "clubes de escritores" son, igualmente, la ex­

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294 8NUNOACIÓN y ARTH HN LOS OCHHNTA
DE LOS LENGUAJES A LAS ESTIITICAS

el desarrollo en apariencia anárquico de las


pre�i�� de la cultura de élites. Vemos que no puede tratarse aquí de trasrormar. vemos que
t "

un J�1c10 de valor o de una toma de posición ideológica, pues son rt'litologías colectivas, que cabe interpretar com� un fenómeno .de coi:n·
'6 d b 'do al debilitamiento de la antigua coherencia. social
precisamente los escritores más revolucionarios los que más practí­ parac1 n e 1 .
en 1 as ·
socie d a des 1n
' dustriales ' se manifiesta igualmente
. . mediante la
c.an la cultura de élites, y el término "élite", axiológicamente neutra·
· de nuevas formas como por la aparición de nuevos conte­
Iizado, se une al término de "vanguardia". apanciió n . . .
�ste crecimiento hacia el'exterior y esta diversificación de los len­ nidos. Así, por ejemplo, los lenguajes pubhcitanos � parecen, en su
· el sustituto de los museos destinados· a las cla­
guajes sólo pueden tener como resultado el debilitamiento de la co­ aspee to visua1, como
o cubista es el museo al aire lib
i re, y
herencia social en su conjunto. A partir de aquí es muy fácil imaginar ses eultas. El cartel impresionista did · ·1
los procedimientos de compensación que constituye la aparición de es también la escuela en la que se encuentran, apren I os y asni:u a­
nuevas mitologías colectivas, diferentes de aquellas de las socieda­ dos los nuevos estilos y las nuevas formas del arte. Cabe decir lo
des arcaicas, pero destinadas a responder a las preguntas que son mismo acerca de las carreras ciclistas y los partidos de fútbol, que son
resueltas, o pretendídamente resueltas, unas veces por las ciencias y epopeyas y dramas modernos; unos estilo.s de vida nuevos, como
otras por la filosofía o por la poesía, pero inaccesibles a la comunica· esas aglomeraciones de gente en los campings o en las pl�yas, son
ción social en el más amplio sentido de esta palabra. también nuevas formas de semiótica proxémica de una sociedad en
Asurrúendo por nuestra cuenta la antigua fórmula según la cual busca del calor humano perdido ..
la cultura es lo que queda cuando todo ha sido olvidado, tal vez se Sería fácil ampliar el inventario de las formas sociales de cornu­
pueda decir que toda enseñanza considerada como trasmisión de la ' nicación abriéndolo, por ejemplo, al mundo de los objetos culturales
cultura y, finalmente, la misma cultura de masas se reducen a cuen· que irradian unas significaciones que nos imponen su presencia y
tos infantiles. Cabe afirmar sin paradoja que, desde el punto de vista nos rodean por todas partes sin que nosotros nos demos cuenta. Se
de la formación cultural, las aventuras de Pinocho desempeñan en me señala, entre otras cosas, una encuesta interesante realizada en
Italia y otros lugares un papel mucho más importante que decenas Milán por Umberto Eco sobre el automóvil considerado como objeto
de miles de profesores, ya que estas aventuras ­y lo ha demostrado semiótico polisémico; y he llegado a leer páginas apasionantes, re­
admirablemente mi joven colega Paolo Fabbri1- son un medio, un sultado de encuestas antropológicas, sobre los significados sexuales
medio excelente para el aprendizaje de las estructuras sociales. Incons· del cuchillo y del tenedor y el ambiguo papel de la cuchara ... Es aquí,
cientemente, al ver actuar a Pinocho, el niño aprende el mecanismo en efecto, donde nuestra empobrecida sociedad busca las significa­
y el funcionamiento de las estructuras sociales e integra, aceptándo· ciones que la cultura de élite le niega en otras partes.
los, los sistemas de valores subyacentes, en forma de ideología, en La introducción de estas nuevas formas y de estos nuevos objetos
tales relatos. semióticos va acompañada, por otra parte, por la universalización de
Parece, pues, como si la descripción de las mitologías colectivas la cultura de masas, ya que al ser las estructuras semióticas, como
constituyera el objeto esencial de la investigación, en la medida en sabemos, metalingüísticas y transculturales, no se ven obstaculizadas
que ésta quiera comprender en qué consiste la cultura llamada de por las fronteras que puedan oponerse a su difusión. Así, sabemos
masas o incluso para actuar en el sentido de su trasformación, hasta que los partidos de fútbol han adquirido hoy tal carácter internacio­
tal punto es cierto que ante todo hay que conocer lo que se quiere
nal, que se han convertido en luchas heroicas y ejemplares llevadas
a escala de la humanidad entera. Lo mismo ocurre con los westerns,
que se han convertido en objetos de, comunicación universal y han
Por tratarse de una aportación complementaria al texto de Greimas que aquí
rebasado las fronteras de una comunidad cultural particular. Es posi­
publicamos, debe citarse el importante artículo de este autor, "La comunicazio·
ni di massa in Italia: sguardo semiotico e mallhochio della sociologia", 1973 ble que la universalización de la cultura vaya a la par con su empobre­
(N. del E.). cimiento, y no menos posible nos resulta.redescubrir, gracias a estas

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1

I
296 DE LOS LENGUAJES A LAS ESTlmCAS ENUNCIACIÓN Y ARTB EN LOS OCHENTA 297

formas �on voca�ón de univers.alid_ad, lo que hay de más general y


de má� humano en las comurucac10nes sociales, aunque tendamos
Muy a menudo se dice que es preciso apartar a los niños de las esce­
nas de violencia. Tengo la impresión de que nuestra actitud con res­
)
a considerarlas, a primera vista, como unas formas particularmente pecto a la violencia se apoya con frecuencia en un malentendido,
sugerentes de la alienación humana. I

ya que ciertas violencias son, en efecto, insoportables para los adul­
Lejos de ser bases de una teoría de las comunicaciones sociales tos"civilizados", pero no lo son en absoluto para los niños y para los
estas poc�s refle:<lones dispersas de un semiótico podrían tal vez ayu'. llamados salvajes, ya que la violencia, para estas "almas inocentes",
dar a los investigadores a precisar sus tareas y a circunscribir el do­ no es más que la marca semiótica de un fracaso o, más simplemente,
minio de sus investigadores. de una disyunción. Lo que se ha dado en llamar la insensibilidad del
Se tiene la impresión de que, en este aspecto, los investigadores niño no es más que la manera propia, diferente de la del adulto, de
se ven obstaculizados muy a menudo por la confusión de papeles de asumir las informaciones recibidas, y la ausencia de una tipología de
observador objetivo y de educador social que les son atribuidos. La la recepción de los mensajes pone en precario equilibrio una institu­
descripción y la evidencia de los contenidos de una cultura, es decir, ción tan seria como la censura.
de unos sistemas ideológicos recubiertos por formas mitológicas, que Si, por consiguiente, la primera tarea de los investigadores en el
constituyen el aspecto científico de su tarea, van acompañadas con campo de las comunicaciones sociales consiste en conocer, es decir,
frecuencia por la elaboración y la ubicación de los procedimientos de en describir y analizar los contenidos de la cultura de masas, dicha
comunicación ­pedagógicos, educativos, promocionales­ que las tarea va a la par con el conocimiento de los códigos de comunicación,
hacen participar en la función ideológica asignada por la sociedad. es decir, con los lenguajes de manifestación y las técnicas de produc­
Naturalmente, sería preferible que los dos papeles ­el del sabio y el ción del sentido. Estos dos tipos de investigación son complementa­
del ideólogo­ no se vieran sincretizados en una misma persona, que rios pero distintos, ya que la significación y los significantes no se
la descripción de los sistemas culturales dependiera del hombre de encuentran en el mismo género de relaciones que el fondo y la forma:
ciencia y la manipulación de estos sistemas del hombre político. una película y un relato novelesco, manifestados en dos lenguajes
En el momento actual, la disyunción entre los dos personajes re­ diferentes, pueden tener el mismo significado o un significado equi­
posa sobre su carácter complementario diacrónico. A una pregunta valente; un cuadro o una película son, por otra parte, objetos semió­
tan sencilla como la de, por ejemplo, qué cuentos se deben explicar a ticos producidos por la convergencia de varios códigos o de varios
los niños, el educador se ve incapaz de darle una respuesta. Es al lenguajes manifiestos. Esta doble tarea, distinta en cuanto a los pro­
semiótico al que le corresponde en primer lugar explicitar las signi· cedimientos de análisis, pero unida en cuanto a su alcance, podría
ficaciones latentes en tal o cual corpus de cuentos, antes de poder constituir el objeto del estudio de la comunicación social.
decir algo en cuanto a la elección del libro de cuentos que hay que Un análisis sistemático que condujera a la revelación de las técni­
dar al niño. Es entonces, tan sólo, cuando se ofrecen al educador cas de la producción del sentido y las constituyera en conjunto de
las opciones ideológicas. Es sabido, por ejemplo, que existen cuentos procedimientos trasmisibles y generalizables implica un doble peligro.
cuya ideología es la de la conservación social, que consideran a la Un peligro que puede reconocerse en la actividad negativa de cier­
sociedad existente como un bien que es forzoso conservar, pero hay tos medios publicitarios, los cuales, en el momento actual, utilizan
también, paralelamente, cuentos de trasformación social; correspon· un quehacer artesanal e intuitivo en muy diversas actividades de mi­
deria, pues, a las más altas instancias políticas el elegir los cuentos Y tificación. Pero también otro peligro, de naturaleza diferente, que se
constituir con ellos recopilaciones para los niños. perfila en el porvenir: el día en que las técnicas de la manipulación
Cabe plantear otros problemas, igualmente prácticos ­es decir, del sentido social fuesen formalizadas y adquiriesen un carácter

I
que reclaman una solución apropiada­; el nivel de censura, por científico, es decir, que fuesen trasrnisibles y utilizables por cualquie­
ejemplo, cuando se trata de prohibir la difusión de tal o cual filme, ra, caerían dentro del dominio público y se forjaría un instrumento

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298
DB LOS Ll!NGUA)BS A LAS ESTénCAS

de un poderío imprevisible, comparable, en las ciencias humanas IMÁGENES Y LENGUAJE*


con las manipulaciones de la energía nuclear en las ciencias de l�
natur�eza. Los procedimientos de la producción del sentido son, como
I
es sabido, formales, es �ecir, indiferentes respecto a los contenidos Christian Metz
q.ue �llos rms��s trasmiten o trasforman: las mismas técnicas publi­
c1tan�s son .uttltz.adas por los comerciantes para vender jabones y
también por las dictaduras. No obstante, ¿no resulta demasiado fácil En primer lugar, quiero precisar que no voy a presentar "l� semi�­
acusar, como hacen algunos, a la ciencia, cuando es nuestra concien­ Jogía del cine", sino mis investigaciones. Mantengo esta diferencia
cia, confundida, la que no logra establecer las distinciones entre el porque aquel que pretenda presentar la semiología del cine puede
bien Y �l mal? Finalmente, al investigador le corresponde constituir dar la impresión de que esta disciplina es ya una ciencia constituida.
el archivo más completo que sea posible con el fin de situar al hom­ Nada más lejos de la verdad. La semiología del cine, tal como yo la
bre político ante las responsabilidades.y las opciones explícitas. entiendo, es un esfuerzo en búsqueda del rigor, pero no es una cien­
' cia consolidada.
Por otra parte, existen numerosos semiólogos del cine. Al princi­
pio, hace una quincena de años, eran menos numerosos. Con ocasión
del I Congreso Mundial de Semiótica, que se celebró en Milán en
1974, intenté hacer un cómputo aproximativo del número de inves­
tigadores que trabajaban parcial o totalmente en una dirección que
se pudiera subsumir en la semiología del cine. Llegué a contabilizar
un total aproximado de un centenar repartidos alrededor de quince
·¡ países. Este hecho, por sí mismo, me impide hablar en nombre de la

. "semiología del cine".


Así pues, me contentaré con presentar mi trabajo. En él ha existi­
do una evolución, un cambio importante, que se produjo hace cuatro
o cinco años. Este cambio de orientación consistió en que añadí a la
perspectiva lingüística, que había guiado el principio de mis inves­
tigaciones, una preocupación surgida del psicoanálisis freudiano. Con­
tr�riamente a lo que algunos han creído, este segundo período de
rru �abajo no contradice al primero. Pero éste es otro tema y no es
posible tratar todo a la vez. Por consiguiente, presentaré las grandes
líneas de la parte de mi trabajo que se inspira en la lingüística; la cual
está �eflejad� en mis tres primeros libros y en el quinto que acabo de
pubhcar. De¡o de lado el aspecto psicoanalítico a fin de poderhablar

Tomado del cap. 5, pp. 193­224, del libr� colectivo Imagen y lenguajes, Barcelona:
Fontanella, 1981 (Trad. Pilar Franco). Originalmente proviene del Curso sobre
Análisis de la Imagen. Fundación oco de Barcelona.

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