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Historia de la microbiología

Tras la Edad de Oro de la Bacteriología, inaugurada por las grandes figuras de Pasteur y Koch, la
Microbiología quedó durante cierto tiempo como una disciplina descriptiva, aplicada, estrechamente
implicada con la Medicina, además de un desarrollo paralelo al de la Química, que le aportaría varios
avances metodológicos fundamentales. Sin embargo, una corriente, al inicio minoritaria, dedicada a los
estudios básicos centrados con ciertas bacterias del suelo poseedoras de capacidades metabólicas
especiales, incluyendo el descubrimiento de las que afectan a la nutrición de las plantas, logró hacer ver
la omnipresencia ecológica, la potencial diversidad fisiológica de los microorganismos. De esta forma, se
abría una especie de puente entre la Microbiología y otras ciencias biológicas, que llegó a su momento
decisivo cuando se comprobó la unidad química de todo ser vivo, se demostró, con material, técnicas
microbiológicas que la molécula de la herencia era el ADN.

Con ello se asiste a un íntimo, relacionado a un fértil intercambio entre la Microbiología, la Genética y la
Bioquímica, que se plasma en el nacimiento de la Biología Molecular, base del espectacular auge de la
Biología desde mediados de este siglo. La tuberculosis, rabia, peste bubónica, cólera, tétanos, difteria,
entre otras. Eran las enfermedades a finales del siglo XIX más comunes en causar la muerte. Antes de los
descubrimientos de Pasteur y Koch, se planteaban las mismas hipótesis del origen de las enfermedades,
se creía que era debido a herencias, insalubridad o castigo divino. Se puede apreciar entre la rivalidad
que existe entre ambos como esto revolucionó la medicina moderna. Podemos analizar en el video
cómo estos hombres entendieron el papel que representaban las bacterias en la transmisión de
enfermedades y el nacimiento de algunas vacunas (por ejemplo: la vacuna de la rabia).
Los Fermentos

Un segundo factor contribuyente al nacimiento de la ciencia microbiológica fue el establecimiento de la


relación que une ciertas transformaciones químicas que se dan en las infusiones con el crecimiento de
los gérmenes en ellas existentes. Cagniard-Latour en 1836, y Schwann y Kützing en 1837 habían sugerido
que las levaduras eran las causantes de la fermentación alcohólica por la que el azúcar pasa a alcohol
etílico y dióxido de carbono, pero se encontraron con la crítica adversa de los grandes químicos de la
época (Berzelius, Wohler y Liebig). Liebig, hacia 1840, había realizado importantes confirmaciones a la
“teoría mineral” sobre la nutrición de las plantas, enfrentándose a la “teoría del humus” sostenida por
Thaer, asestando un golpe a las ideas vitalistas heredadas de Leibniz. Puesto que se consideraba a las
levaduras como plantas microscópicas, se suponía que los procesos de fermentación y putrefacción se
debían a fenómenos químicos de descomposición y muerte encuadrables en el marco de la teoría
mineral de la fisiología vegetal. Su convencimiento de que toda actividad vital se podía explicar en
términos de química y física retrasó por algún tiempo la adscripción de estos fenómenos a células vivas.

Fue Pasteur (que, desde sus primeros estudios sobre las propiedades ópticas de los cristales de
tartrato, venía suponiendo que estos compuestos tenían un orígen orgánico) quien de nuevo intervino
en el debate de forma decisiva. En 1857 demostró que los agentes de la fermentación láctica eran
microorganismos, trabajando sobre un problema que había surgido entre los destiladores de Lille
cuando en sus cubas la fermentación alcohólica se vio sustituida por una indeseable fermentación
láctica.

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