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e pronto, Jesús salió nitario y servidores públicos al que esta situación sea (o bien,
a su encuentro y las sentirse exhaustos y desborda- fuese) menos dolorosa. Vimos
saludó, diciendo: ‘Alé- dos… esa pesantez que parece la unción derramada por mé-
grense’” (Mt 28, 9). Es la primera tener la última palabra. dicos, enfermeros y enferme-
palabra del Resucitado después Sin embargo, resulta conmo- ras, reponedores de góndolas,
de que María Magdalena y la vedor destacar la actitud de las limpiadores, cuidadores, trans-
otra María descubrieran el se- mujeres del Evangelio. Frente portistas, fuerzas de seguridad,
pulcro vacío y se toparan con a las dudas, el sufrimiento, la voluntarios, sacerdotes, reli-
el ángel. El Señor sale a su en- perplejidad ante la situación giosas, abuelos y educadores y
cuentro para transformar su e incluso el miedo a la perse- tantos otros que se animaron
duelo en alegría y consolarlas cución y a todo lo que les po- a entregar todo lo que poseían
en medio de la aflicción (cfr. dría pasar, fueron capaces de para aportar un poco de cura,
Jr 31, 10). Es el Resucitado que ponerse en movimiento y no de calma y alma a la situación.
quiere resucitar a una vida dejarse paralizar por lo que es- Y aunque la pregunta seguía
nueva a las mujeres y, con taba aconteciendo. Por amor al siendo la misma: “¿Quién nos
ellas, a la humanidad entera. Maestro, y con ese típico, insus- correrá la piedra del sepulcro?”
Quiere hacernos empezar ya tituible y bendito genio femeni- (Mc 16, 3), todos ellos no deja-
a participar de la condición de no, fueron capaces de asumir ron de hacer lo que sentían que
resucitados que nos espera. la vida como venía, sortear podían y tenían que dar.
Invitar a la alegría pudiera astutamente los obstáculos Y fue precisamente ahí, en
parecer una provocación, e in- para estar cerca de su Señor. medio de sus ocupaciones
cluso, una broma de mal gusto A diferencia de muchos de los y preocupaciones, donde las
ante las graves consecuencias Apóstoles que huyeron presos discípulas fueron sorprendidas
que estamos sufriendo por el del miedo y la insegu-
COVID-19. No son pocos los ridad, que negaron al
que podrían pensarlo, al igual Señor y escaparon (cfr.
que los discípulos de Emaús, Jn 18, 25-27), ellas, sin
como un gesto de ignorancia evadirse ni ignorar lo Dios jamás abandona a su
o de irresponsabilidad (cfr. Lc que sucedía, sin huir
24, 17-19). Como las primeras ni escapar…, supieron
pueblo, especialmente cuando
discípulas que iban al sepul- simplemente estar y el dolor se hace más presente
cro, vivimos rodeados por una acompañar. Como las
atmósfera de dolor e incerti- primeras discípulas,
dumbre que nos hace pregun- que, en medio de la
tarnos: “¿Quién nos correrá la oscuridad y el desconsuelo, car- por un anuncio desbordante:
piedra del sepulcro?” (Mc 16, garon sus bolsas con perfumes “No está aquí, ha resucitado”.
3). ¿Cómo haremos para llevar y se pusieron en camino para Su unción no era una unción
adelante esta situación que nos ungir al Maestro sepultado (cfr. para la muerte, sino para la
sobrepasó completamente? El Mc 16, 1), nosotros pudimos, en vida. Su velar y acompañar al
impacto de todo lo que sucede, este tiempo, ver a muchos que Señor, incluso en la muerte y
las graves consecuencias que buscaron aportar la unción de en la mayor desesperanza, no
ya se reportan y vislumbran, la corresponsabilidad para cui- era vana, sino que les permitió
el dolor y el luto por nuestros dar y no poner en riesgo la vida ser ungidas por la Resurrección:
seres queridos nos desorientan, de los demás. A diferencia de no estaban solas, Él estaba vivo
acongojan y paralizan. Es la pe- los que huyeron con la ilusión y las precedía en su caminar.
santez de la piedra del sepulcro de salvarse a sí mismos, fuimos Solo una noticia desbordante
que se impone ante el futuro y testigos de cómo vecinos y fa- era capaz de romper el círcu-
que amenaza, con su realismo, miliares se pusieron en marcha lo que les impedía ver que la
sepultar toda esperanza. Es la con esfuerzo y sacrificio para piedra ya había sido corrida,
pesantez de la angustia de per- permanecer en sus casas y así y el perfume derramado tenía
sonas vulnerables y ancianas frenar la difusión. Pudimos mayor capacidad de expansión
que atraviesan la cuarentena descubrir cómo muchas per- que aquello que las amenaza-
en la más absoluta soledad, es sonas que ya vivían y tenían ba. Esta es la fuente de nues-
la pesantez de las familias que que sufrir la pandemia de la tra alegría y esperanza, que
no saben ya como arrimar un exclusión y la indiferencia si- transforma nuestro accionar:
plato de comida a sus mesas, guieron esforzándose, acompa- nuestras unciones, entregas…
es la pesantez del personal sa- ñándose y sosteniéndose para nuestro velar y acompañar en