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Unidad : Democracia
DEMOCRACIA
El Ciudadano en la Democracia
Desde el punto de vista político, la Democracia es una forma de gobierno en que la propia
sociedad, orienta y dirige el Poder del Estado. Abraham Lincoln en 1863 la definió como " el gobierno
del pueblo, por el pueblo y para el pueblo".
El gobierno democrático parte del supuesto de que todos los miembros de la Nación están
llamados a intervenir en su dirección. Da la posibilidad de participar en el destino de la sociedad, para
el interés común general.
La Democracia como hecho histórico tiene su origen en el siglo V antes de Cristo, para
designar la forma de organización política que adopta la polis de Atenas. Este régimen fue instaurado
después de un largo proceso de reformas y cruentas revoluciones.
Concepto:
El vocablo democracia deriva del griego DEMOS: pueblo y KRATOS: gobierno o autoridad, y
significa gobierno o autoridad del pueblo.
De allí que se defina a la democracia como "la doctrina política favorable a la intervención del
pueblo en el gobierno y también al mejoramiento de la condición del pueblo".
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Origen de la democracia.
Clases de democracia.
Voto.
Referendum. Otorga a los ciudadanos el derecho de ratificar o rechazar las decisiones de los
cuerpos legislativos.
Plebiscito. La ciudadanía responde mediante el voto a una consulta efectuada por el gobierno
sobre asuntos del estado que son de interés fundamental. Pueden ser cuestiones internas (por
ejemplo, cambio de forma política) o de orden internacional (problemas limítrofes).
Iniciativa popular. Es la proposición al parlamento de proyectos de leyes presentados
directamente por ciudadanos.
Recall o revocatoria. Derecho de deponer funcionarios o anular sus decisiones por medio
del voto popular.
Jurados. Los ciudadanos integran jurados populares, que es una forma de colaborar con el
poder judicial.
Leyes de la democracia.
Soberanía popular: soberano deriva del latín y etimológicamente quiere decir "el que está
sobre todos". La democracia es autogobierno del pueblo. reconoce que el hombre, ser
inteligente y libre, puede regirse por sí mismo mediante los órganos por él instituidos.
Igualdad: se trata de una igualdad jurídica. Todos los hombres tienen las mismas
oportunidades ante la ley. es decir, la igualdad de deberes
Pueblo: en su acepción actual, llamamos pueblo a la totalidad de hombres y mujeres de una nación
o estado. En ese sentido, pueblo es sinónimo de población. en un sentido institucional, pueblo es el
depositario concreto de la soberanía; la totalidad de los ciudadanos del estado que ejercen sus
derechos políticos y cumplen con sus deberes cívicos.
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Inercia: la masa no se mueve ni decide por sí, se deja arrastrar e influenciar por otro: el
caudillo.
Despersonalización: los hombres masificados pierden su personalidad. Piensan y quieren los
que les hace pensar el caudillo.
Irresponsabilidad: los hombres en masa adquieren el sentimiento de fuerza y de
irresponsabilidad que les da el anonimato.
Hombre - Masa:
Inerte
Sin convicciones
Sin iniciativas
Adaptable
Hombre conducible
Nación: la nación es un grupo social cuyos integrantes sintiéndose ligados por el pasado y el
presente, tienen conciencia de colectividad y conciben el futuro como una empresa a realizar en
común.
Los individuos que la componen pueden pertenecer a distintas razas o tener diferentes
religiones o idiomas, factores muy importantes para unir a los hombres, pero que no son
imprescindibles para construir una nacionalidad. Un territorio propio tampoco es indispensable para la
existencia de una nación. La conciencia colectiva es la que une a todos los hombres en una acción
común. La nación es siempre el producto de una lenta evolución histórica. Un estado, en cambio,
puede crearse en un solo día. También se diferencia de un estado porque carece de organización
política y de una estructura institucionalizada.
Territorio: es la base física del estado, determina la jurisdicción de las autoridades, porque las
personas y las cosas que se encuentren en él son alcanzadas por el poder político.
Gobierno: elemento ordenador y coactivo, ya que está dotado de un poder soberano a fin de
que haga posible el cumplimiento de sus fines.
Soberanía.
Es el poder supremo e independiente que tiene el estado. Por ser supremo no hay poder que
esté sobre el estado; por ser independiente, no está subordinado a ninguna autoridad de ninguna
esfera. En virtud de ese poder supremo, el estado se organiza internamente sin indiferencias
extranjeras, dicta disposiciones a los ciudadanos y establece las relaciones que mantendrá con los
demás estados.
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Pero la soberanía del estado es política y, por consiguiente, abarca al hombre sólo en su
aspecto político. Si pretendiera someterlo en todos los aspectos de su vida, sería totalitarismo.
Poder público.
Siempre que exista un fin legítimo que cumplir, debe contarse con la capacidad necesaria para
ejecutarlo. Por ello decimos que poder público es la capacidad o fuerza legítima que tiene el estado
para hacer cumplir sus decisiones y realizar sus fines.
Límites de poder:
Bien público: la autoridad política es limitada por su finalidad y no puede hacer nada que no
conduzca al bien público.
Derechos naturales: el hombre es anterior al estado y tiene derechos por su propia naturaleza.
Ley moral: la autoridad no puede realizar actos contrarios a ella.
Orden religioso: la autoridad política no tiene poder espiritual, de manera que no puede
intervenir en asuntos religiosos. La intromisión del poder temporal en lo espiritual se llama
CESAROPAPISMO.
Ejemplo:
Elección de 5 diputados.
Cantidad de votantes: 100.000
Votos obtenidos por partido:
Partido A: 42.000
Partido B: 32.000
Partido C: 18.000
Partido D: 8.000
Obtención de cocientes: se divide el total de votos obtenidos por cada partido por el número
de cargos a cubrir:
A B C D
1 42.000 32.000 18.000 8.000
2 21.000 16.000 9.000 4.000
3 14.000 10.666 6.000 2.666
4 10.500 8.000 4.500 2.000
5 8.400 6.400 3.600 1.600
1 A 42.000
2 B 32.000
3 A 21.000
4 C 18.000
5 B 16.000
Obtención de resultados: se divide el total de votos obtenidos por cada partido por el divisor
común:
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LA DIVISIÓN DE PODERES O FUNCIONES
La acción de gobernar comprende tres funciones, que se corresponden con los tres poderes
establecidos:
Poder legislativo: su función específica es la sanción de las leyes.
Poder ejecutivo: es el poder administrador, el que ejecuta o pone en vigencia las leyes y
controla su cumplimiento.
Poder judicial: es el encargado de la administración de justicia. Está desempeñado por la Corte
Suprema de Justicia y por los tribunales inferiores (cámaras de apelaciones y tribunales de
primera instancia).
Funciones ejecutivas:
Cuando aprueba o rechaza los tratados concluidos con las demás naciones y los concordatos.
Cuando autoriza al poder ejecutivo a declarar la guerra o hacer la paz.
Cuando presta acuerdo para el nombramiento por el poder ejecutivo de jueces, embajadores y jefes
militares.
Funciones judiciales:
Cuando una de sus cámaras interviene como acusadora del presidente, vicepresidente,
ministros y miembros del poder judicial (juicio político).
El poder ejecutivo participa en:
Funciones legislativas:
Funciones judiciales:
Funciones legislativas:
Cuando declara la inconstitucionalidad de alguna ley del Congreso o decreto del poder
ejecutivo.
Funciones ejecutivas:
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EL SIGNIFICADO DE LA DEMOCRACIA
Es muy importante entender que la forma como se transmita la educación para la democracia
influirá directamente sobre el entendimiento que tenga la gente de dicho concepto. La enseñanza
debe hacerse de manera democrática valorando la interacción, la participación y las contribuciones
individuales para debatir y descubrir su significado.
Hay información básica que ofrece buenos fundamentos para desarrollar una comprensión y
apreciación de la democracia.
Definiendo a la democracia
El término Democracia proviene de vocablos griegos demos que significa gente y kratos que
significa autoridad o poder.
El Inicio de la Democracia
La palabra democracia proviene de los antiguos griegos, quienes establecieron una forma
directa de gobierno en Atenas. Todos los hombres adultos se reunían para discutir diferentes temas y
votaban levantando las manos. Los esclavos y las mujeres no tenían derecho al voto. Sin embargo,
esta forma de gobierno requiere mucho tiempo y resulta prácticamente imposible reunir a todo el
mundo cada vez que se tiene que tomar una decisión.
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Por ende, el paso de la democracia directa (en donde la gente vota directamente por
determinados temas) a la democracia representativa (donde la gente vota por representantes o
políticos para tomar decisiones en su nombre) resultó inevitable en la medida en que se fueron
estableciendo democracias en las sociedades más grandes y más complejas. Hoy día, siguen
existiendo formas de democracia directa, tales como el referendo, la petición, el plebiscito y las
propuestas, aunque aparecen más a menudo en las democracias más añejas y con más recursos
tecnológicos.
La democracia existe para otorgarle a la gente una forma de vivir en comunidad de manera
que resulte beneficiosa para todos. A pesar de que muchas de las democracias modernas no existían
antes de la Segunda Guerra Mundial, en la mayoría de las sociedades tradicionales existen
precedentes de formas de gobierno en que los ideales en que creían la mayoría de las personas eran
los que guiaban a los gobernantes y comunidades en el proceso de toma de decisiones y en la
construcción de las reglas, al igual que en la forma en que los miembros de la sociedad eran tratados
y vivían en comunidad.
Los educadores que aleccionan a los ciudadanos sobre la democracia deben alentar a la gente
a expresar sus ideas sobre los valores que ya existen en la forma como interactuan cotidianamente
dentro de sus comunidades. De esta colección de valores, el educador podrá integrar un conjunto de
aspiraciones comunes acerca de los valores que componen la democracia. Este ejercicio resultara útil
para explorar el tipo de gobierno que existe en el país y hasta qué grado puede ser definido como
democrático.
Democracia Representativa
Todo el mundo tiene derecho a formar parte del gobierno de su país, directamente o a través
de representantes libremente elegidos. La voluntad del pueblo debe ser la base de la autoridad del
gobierno; la cual debe expresarse a través de elecciones periódicas y legítimas basadas en el sufragio
universal mediante voto secreto y libre.
La votación es uno de los mecanismos que guía a un Estado democrático, ayuda a mantener a
sus líderes en el camino adecuado y permite conocer que conozcan la forma en que se han
desempeñado. Durante las elecciones, los ciudadanos votan por los candidatos de su preferencia. Los
candidatos o representantes elegidos se convierten en el gobierno del país. Los líderes electos
representan "al pueblo" y gobiernan durante un periodo determinado. Los representantes son
elegidos a través de elecciones basadas en los sistemas de "mayoría" o "representación proporcional",
o en una combinación de ambos.
Los educadores cívicos de un determinado país decidirán hacer énfasis e ilustrar con más
profundidad el tipo de democracia representativa que ha sido elegida. Adicionalmente, querrán
explicar las diferencias entre los distintos sistemas, así como sus beneficios y costos.
Democracias Constitucionales
La mayoría de las democracias, aunque no todas ellas, se basan en una constitución escrita o
una ley suprema que sirve de guía para los legisladores y las leyes que aprueba. Las constituciones
escritas también sirven como una garantía para los ciudadanos de que el gobierno está obligado a
actuar de una forma determinada y a reconocer ciertos derechos.
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La fortaleza de una democracia real depende de ciertos derechos y libertades fundamentales.
Estos derechos y libertades deben ser protegidos para que la democracia tenga éxito. En muchos
países son consagrados y protegidos por la constitución. La constitución también fija las estructuras y
funciones del gobierno y ofrece los parámetros para construir una ley. La constitución esta protegida
contra los cambios que pueden ser causados por los caprichos de un gobernante mediante la
exigencia de una mayoría absoluta para transformar cualquier cláusula, o a través de un referendo
para someter cualquier cambio al juicio de los ciudadanos.
Los requerimientos mínimos para que un país pueda ser considerado democrático
El control sobre las decisiones políticas del gobierno es otorgado constitucionalmente a los
representantes elegidos de manera legítima.
Críticas al gobierno
Educar a los ciudadanos acerca de la democracia en la que viven, significa que los educadores
están otorgándoles algunas herramientas para analizar sus circunstancias. En algunos casos, esto
puede provocar muchas criticas en relación al gobierno, a los poderes que detenta, a la forma en que
funciona y sobre sí esta o no cumpliendo con las promesas que hizo en tiempo de elecciones. Los
educadores tendrán que prepararse para manejar las criticas de una forma constructiva para que los
ciudadanos puedan aprender a manejar sus criticas de una forma democrática y pacífica.
La democracia consiste en hacer, por ende, los educadores tienen que hacer énfasis en la
necesidad que los ciudadanos sean proactivos. Los ciudadanos deben saber que una democracia
perfecta es imposible de lograr. Basándose en su experiencia y en una reflexión de los requerimientos
mínimos, los educadores deben pedir a los ciudadanos que identifiquen las amenazas que ellos
perciben para la democracia. Después de obtener esta información, se debe pedir a los ciudadanos
que piensen en los retos que presentan las amenazas, y en la forma en que ellos pueden manejarlos
a nivel de la comunidad. Es muy importante que los ciudadanos tengan la oportunidad de reflexionar
sobre sus tareas personales como agentes de cambio con el objetivo de mejor continuamente su
democracia.
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LA DEMOCRACIA EN CHILE
La opinión mayoritaria de los chilenos considera que el país tiene una democracia imperfecta
porque conserva rasgos del régimen autoritario que gobernó a Chile por cerca de 17 años. Las
imperfecciones de la democracia se encuentran fundamentalmente en lo que la mayoría ha
denominado enclaves autoritarios, es decir: la existencia de senadores designados, la inmovilidad de
los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y de Orden, el Consejo de Seguridad Nacional, la
mitad de cuyos miembros con derecho a voz y voto son militares, el sistema electoral denominado
binominal y otros. Estos enclaves rompen con lo que había sido tradicional en la cultura político-
democrática chilena y con la cultura político-democrática occidental. No obstante, en Chile tales
enclaves tienen defensores en los partidos políticos de la centro-derecha.
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La familia es otro recurso de socialización de los valores democráticos de los jóvenes. Sin
embargo, los estudios que se han realizado demuestran que en los núcleos familiares escasamente se
abordan los temas políticos. Junto con los establecimientos educacionales, corresponde a la familia
apoyar el desarrollo de convicciones democráticas en la juventud.
Otro instrumento que influye en la cultura democrática son los medios de comunicación de
masas. Particularmente la televisión, el más influyente de los medios, tiene a menudo programas
triviales, neutros y, en ocasiones, quienes cumplen funciones directivas recurren a la autocensura
para eludir el debate sobre temas que pueden tener connotación política o molestar a los poderes
fácticos. Por otra parte, la práctica de la censura a través de los canales de televisión es un resabio de
autoritarismo que concibe a jóvenes y adultos como incapaces de discernir o de tener juicio crítico,
por lo tanto hay que resolver por ellos.
Introducción
Por su parte, el Congreso Nacional, que lleva funcionando 9 años desde la llegada de la
democracia, por cierto que forma parte de las instituciones públicas sujetas a evaluación técnica y
también ciudadana. Esto ha proporcionado importante información respecto a las funciones que los
parlamentarios llevan a cabo, su relación con los otros poderes del Estado, las atribuciones
constitucionales que pueden ejercer, la relevancia de la legislación que producen, la relación con la
ciudadanía, el papel de los medios de comunicación, etc. Y esto no es privativo del parlamento
chileno. A nivel internacional, es reiterativo el diagnóstico crítico acerca de la situación de los
congresos y la necesidad de modernizarlos, en áreas técnicas, así como político institucionales.
Los Parlamentarios
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Al respecto, Joan Prats Catala señala:
"En la historia de los países iberoamericanos se encuentran las raíces de la debilidad de sus
Parlamentos. La Constitución y las leyes formales son las de los regímenes demoliberales, pero las
instituciones informales no lo son. El sistema económico tiende todavía a verse como un sistema de
intercambio con el poder político, no como un juego u orden abstracto interiorizado y respetado por
agentes económicos autónomos; la estructura social sigue siendo en gran parte corporativa: la ley
determina quien está dentro del sistema y cómo, pero no dirime los conflictos entre intereses
corporativos; éstos exigen de un poder arbitral máximo y centralizado: el Presidente, garante de una
solidaridad orgánica, heredero de la legitimidad patrimonialista de los antiguos emperadores y reyes;
el Presidente y su burocracia centralizada son los que van a superar la dispersión caudillista y
territorial del poder y a garantizar con ello la unidad nacional. En este sistema el espacio dejado a los
Legislativos no puede ser sino complementario y de acompañamiento."
Por otro lado, se percibe una menor importancia objetiva de la actividad legislativa, de la faena
legal y su producto final: la ley. Una explicación a dicho fenómeno puede esbozarse en la
desdramatización de la política y del actuar de sus protagonistas. Algunos años atrás, la política tenía
ribetes épicos, masivos, convocantes, en que la discusión legal tenía trascendencia en los rumbos de
los países, y una ley podía transformar, por ejemplo, la estructura económica, adquiriendo por tanto
los políticos y el proceso legislativo connotaciones determinantes.
"El tema del presupuesto general de gastos de la nación, el parlamento chileno carece de
competencia real para superar las enormes complejidades técnicas que supone el tema
presupuestario. Como dijo uno de los informantes, las comisiones mixtas que estudian el
presupuesto, ‘es muy poco lo que pueden entender’.
En rigor, la discusión especializada sobre el presupuesto y su análisis detallado, no puede
darse en el Parlamento. Al igual que en la Argentina y el Uruguay, el tema en cuestión es un
virtual monopolio técnico del Ejecutivo.
La complejidad técnica del tema y el hecho de que los parlamento no dispongan de expertos
adecuados impide realizar la fiscalización del Ejecutivo en este tema esencial.
En la práctica, esto se traduce en que las respectivas Comisiones de Hacienda de los
parlamentos del Cono Sur hacen un virtual acto de fe en la disposición del Ejecutivo".
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Década atrás, el contacto entre el congresista y el electorado era mucho más directo y
personal, en parte por lo señalado antes, en el sentido que la actividad político-legislativa constituía
un eje trascendental que convocaba al ciudadano a involucrarse decididamente. Por lo demás, y no es
poco relevante, la sede del Parlamento, en el caso de Chile, se encontraba en Santiago, lo cual
implicaba una inserción directa en el quehacer político, económico y social, y, consecuentemente, una
relación estrecha con las organizaciones ciudadanas. Resulta coincidente el perfil técnico del
Parlamento actual con su ubicación geográfica. Sin embargo ello ha repercutido en el contacto con el
ciudadano, el cual como integrante de un conglomerado social, a su vez, se encuentra aislado y
volcado a lo particular. Antes, era frecuente informarse directamente en el Congreso de lo que ocurría
y escuchar discursos parlamentarios elocuentes y convocantes, situación que hoy en día no ocurre,
pues tanto el emisor (parlamentario) como el receptor (ciudadano) emplean otros medios para
comunicarse. El modelo de parlamentario, carismático y motivador ha cedido paso al parlamentario
-mediático y especializado, pues está determinado por el tiempo, condicionante ineludible en los
medios de comunicación.
A esto debe añadirse que el formato televisivo -el cual es, según las encuestas, el medio
elegido por la mayoría de la ciudadanía para informarse- reduce la cobertura a la coyuntura y a la
polémica, no a los proyectos legislativos en curso pues no constituyen noticia, y que la estructura
informativa tiende a reducirse a un grupo pequeño de "hablantes" que determinan la agenda
temática, la cual se vuelve altamente homogénea. Es decir, lo noticiable es similar en los distintos
medios y es muy reducido el grupo de personas que aparece día a día opinando sobre temas políticos.
Por tanto, los discursos necesariamente aparecen descontextualizados, desapareciendo la óptica
procesal, y, convirtiéndose el parlamentario en portador de temáticas cerradas sobre sí mismas,
aisladas y fragmentadas. Ello conlleva, entonces, a generar distancia del ciudadano-receptor, al recibir
información segmentada y parcelada.
"El político, y fundamentalmente el legislador, que estaba en contacto casi diario con conjuntos de
ciudadanos, recorría barrios, visitaba familias, recibía a mucha gente. Hoy eso, prácticamente, no
existe; el legislador se comunica a través de medios que no lo ponen delante del ciudadano sino
delante de un micrófono o de filmador. Y esto representa desde todos los puntos de vista -sociales,
psicológicos y todo lo que tiene que ver con la función de un político- un cambio sustancial".
Los Ciudadanos.
Hasta los años 60 y comienzo de los 70, la política se desarrollaba en distintos ámbitos: la
calle, la prensa (escrita), los sindicatos, las universidades, el Parlamento. La motivación ideológica, los
discursos globalizantes, la importancia decisiva de todos los eventos electorales, la participación
directa de los ciudadanos, junto al papel de interlocutores directos y movilizadores de los congresitas,
significaron un fortalecimiento del rol histórico del ciudadano, como agente colectivo de demandas
hacia los otros actores del poder, Gobierno y Parlamento.
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En este contexto, los medios de comunicación no tenían la connotación y relevancia de hoy en
día, por distintas razones, entre ellas, la estructura de propiedad, la cobertura, la tecnología, pero
fundamentalmente por una cuestión de cultura política de los actores. El ciudadano de esos años se
informaba a través de la prensa escrita, generalmente vinculando sus ideas con los del medio que lo
representaba, así como las radioemisoras exponían en su estructura de propiedad el arco político en
su amplio espectro. La televisión, incipiente por aquellos años, no jugaba un papel decisorio en la
agenda temática ni determinaba la forma y contenidos de los discursos políticos, porque la política
sobrepasaba los soportes mediales.
Hoy en día, sin embargo, aquél ciudadano politizado e ideologizado, ha dado paso a lo que
algunos llaman el "ciudadano crediticio", el ciudadano usuario de servicios y esencialmente
consumidor.
Lo político dejó de ser el eje ordenador de las demandas y expectativas de los ciudadanos y lo
público-colectivo ya no convoca, por ello las demandas son de problemas concretos y cercanos. Por su
parte, los partidos políticos ya no movilizan, en ocasiones, ni a sus militantes. En consecuencia, los
referentes de lo colectivo, de lo que otorga organicidad social, el escenario de integración o de
percepción de un colectivo-país se encuentra ahora en los medios de comunicación. Ese es el nuevo
escenario con participantes individuales, distanciados entre sí y de los actores políticos, ciudadanos-
espectadores de lo que se les entrega y, generalmente, conformes con ello.
De acuerdo a estudios cualitativos de opinión pública en Chile, las personas plantean que:
"No existen canales de comunicación regulares y directos entre los ciudadanos y los
parlamentarios. Los medios de comunicación se reconocen como el único canal existente
desde el Parlamento hacia los ciudadanos, que les permite a éstos últimos obtener
información de este cuerpo legislativo".
"Los espacios de contacto actuales, encuentran una critica muy negativa de parte de la
mayoría de los grupos evaluados, considerando que los parlamentarios establecen vínculos
con la gente para ganar votos: sólo se disponen a escuchar los problemas, no a resolverlos".
Y además:
Y también:
"Canales de comunicación que deben ser establecidos mediante una red de intercambio, que
vaya desde los espacios más locales, tales como unidades vecinales, foros municipales, hasta
la Cámara de Diputados y el Senado. Esta red debiera representar los intereses de la
comunidad".
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Se pueden apreciar en las conclusiones de dicho estudio, que los ciudadanos se informan de lo
político-parlamentario a través de los medios, especialmente la televisión. Además, la demanda por el
contacto personal es generalizada, reconociéndose la pasividad de parte de los ciudadanos por
potenciar ese contacto, así como la necesidad de contar con una red social de interacción con las
autoridades para fomentar dicha comunicación.
Los Medios.
Sin embargo, ningún estudio ha probado nunca una dependencia directa entre los contenidos
de los medios y el comportamiento del público. Éste posee una serie de filtros -la familia, el entorno
social, el nivel educativo- que relativizan la supuesta influencia de los medios. A pesar de ello, la
mediación que ellos realizan entre la esfera de lo público y el ciudadano, no es gratuita ni
desinteresada. Los medios de comunicación son empresas privadas con intereses económicos, con
postura política, con un eje editorial reconocido y por lo tanto, adquieren estatuto social. Por su parte,
los actores políticos han advertido el potencial medial y trabajan en función de él. "Si no está en los
medios, no existe", señalaba el director de un periódico norteamericano, en relación a la permanencia
de un determinado discurso o un personaje público en la discusión de la opinión pública. Esta relación
puede volverse perversa, pues puede derivar en una dependencia interesada, recompensada, y nociva
para los efectos de la transparencia de la gestión pública y la credibilidad del ciudadano-lector-
televidente.
Hoy en día son muy pocos los programas netamente políticos y, éstos por lo general, aparecen
en períodos preeleccionarios. Y sólo interesan a espectadores específicos, interesados en el tema, es
decir, un público segmentado. La tendencia en los medios actualmente es a seleccionar el público
objetivo al cual se van a dirigir, diversificando su producción. Este fenómeno atraviesa a todos los
medios, incluso a la televisión generalista o abierta. Además, el objetivo primordial es entretener, y en
lugar secundario se pretende informar. Señalamos anteriormente como los programas noticiosos
tienden a ser homogéneos, similares, cubriendo los mismos temas y entrevistando a los mismos
actores. No existe interés en investigar, ni buscar nuevas ópticas o dimensiones a la información. Ante
esta situación se encuentran los actores políticos-parlamentarios, en un juego de discurso breves y
descontextualizados, dialogando unos con otros en forma fragmentada. Mientras al otro lado, se
encuentra un ciudadano desinteresado, mal informado y distante.
Esta situación se encuentra estrechamente ligada al financiamiento de los medios, los cuales
deben vender espacios publicitarios para financiarse. Ello implica una lógica estricta vinculada al nivel
de audiencia y lectura. Este factor determina contenidos y programaciones, privilegiando entretener
que destinar tiempo a informar.
Puede concluirse, que los medios de comunicación resuelven la dinámica de generar recursos
simbólicos provenientes del mundo político -especialmente identificado con la función parlamentaria-
por la vía de la segmentación y fragmentación de los discursos, los cuales son también construcciones
parceladas, técnicas y personalistas. A su vez, el receptor de estos mensajes es un ciudadano
atomizado, reticente a preocupaciones colectivas, preocupado de lo inmediato y lo cercano a su
mundo referencial, la familia y el trabajo.
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Sobre estos temas, José Joaquín Brunner reflexiona:
"Los políticos juegan un rol y están expuestos frente al público en un escenario que consume
su tiempo y pasiones; los comunicadores, a su turno, proporcionan el escenario y alimentan
con sus guiones el espectáculo de la política. Ambos, sin embargo, reclaman del otro
acercarse a la realidad y expresar, en sus respectivas esferas, el país real.
En la medida que la comunicación de masas ha penetrado toda la sociedad, hasta sus más
apartados sectores de actividad, el personal político se ve llevado a concebir la realidad como
un juego de signos, mensajes y símbolos. ‘Estar en escena’ se transforma para el político en
una necesaria obsesión. En cambio, ‘no aparecer en la foto’, según dicen por ahí, es como
estar muerto políticamente.
Los medios, por su lado, terminan hechizados por la realidad imaginaria que ellos mismos
crean con su constante producción de mensajes. Llegan a concebir que sólo existe lo que se
publica o trasmite y que en eso, nada más, consiste lo real.
De allí la posibilidad de que se establezca entre ambos grupos -políticos y comunicadores- una
suerte de ‘pacto del espectáculo’ para mantener andando la representación y el interés del
público, la realidad se reconstruye continuamente en términos dramáticos alimentándola cada
día con pequeños conflictos, batalla de palabras y un flujo constante de trascendidos y
rumores".
Como reflexión final, se puede concluir que existe una tendencia que cruza transversalmente a
los actores involucrados en este diagnóstico de la relación parlamento-ciudadanía: la fragmentación
de los discursos.
Por distintas razones, tanto el emisor parlamentario, como los medios de comunicación y los
receptores ciudadanos, perciben la realidad en forma parcelada y acotada, lo cual impide una óptica
procesal, un análisis coherente y un procesamiento de información eficiente para tomar decisiones,
para comunicarlas o para demandarlas.
Desde el punto de vista del actor parlamentario, señalamos que por la evolución y cambio del
escenario y del rol del profesional político, su quehacer ha dejado de ser un eje aglutinador de
expectativas y movilizador de cambios relevantes, debido a que la desideologización de las reflexiones
políticas y el énfasis en la praxis, en lo concreto y en lo técnico, enfatizan la administración de la
gestión pública, por sobre cualquier cuestionamiento de la misma o de sus supuestos.
Desde los medios, la fragmentación de la realidad y de los discursos que dan cuenta de ella, se
encuentra en el epicentro de la fórmula medial actual. Ello debido a la administración del tiempo y del
espacio que los medios deben realizar por necesidades financieras, y a la simultaneidad de noticias,
eventos, opiniones y declaraciones que impiden reflexión, análisis y distancia. A ello debe agregarse la
vertiginosa dinámica provocada por la globalización de las comunicaciones y la información, lo cual
implica seleccionar lo relevante, lo diferente, por sobre la normalidad o la regularidad, características
actuales de la actividad político-legislativa.
Por último, desde el ciudadano, la fragmentación se expresa, como se señaló, en una opción
por lo individual y un rechazo por lo colectivo, produciéndose un distanciamiento de lo político y de los
actores políticos, los cuales, además, constituyen un grupo reducido que aparece frecuentemente en
los medios, dando la impresión que no hay más interlocutores o discursos alternativos.
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