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La conducta está relacionada a la modalidad que tiene una persona para comportarse en diversos

ámbitos de su vida. Esto quiere decir que el término puede emplearse como sinónimo
de comportamiento, ya que se refiere a las acciones que desarrolla un sujeto frente a los
estímulos que recibe y a los vínculos que establece con su entorno.

A la hora de hablar de conducta y del ser humano es muy frecuente que dentro de lo que es la
inteligencia emocional se establezcan tres diferentes tipos del término que nos ocupa. Así, por
ejemplo, en primer lugar, se habla de lo que se da en llamar conducta agresiva que es la que
tienen aquellas personas que se caracterizan por tratar de satisfacer sus necesidades, que
disfrutan del sentimiento de poder, que les gusta tener la razón, que tienen la capacidad de
humillar a los demás y que suelen ser enérgicas.

El segundo tipo de conducta establecida es el pasivo. En este caso concreto, quienes se


caracterizan por tenerla son personas tímidas, que ocultan sus sentimientos, que tienen sensación
de inseguridad y de inferioridad, que no saben aceptar cumplidos, que no cuentan con mucha
energía para hacer nada y que los demás se aprovechan de ellos con mucha facilidad.

El conductismo es una corriente de la Psicología que se centra en el estudio de las leyes comunes
que determinan el comportamiento humano y animal. En su origen, el conductismo tradicional
deja de lado lo intrapsíquico para focalizarse en la conducta observable, es decir, prioriza lo
objetivo por encima de lo subjetivo. Esto opone el conductismo a planteamientos previos como los
psicodinámicos y los fenomenológicos. De hecho, desde la perspectiva conductista aquello que
solemos entender como "mente" o "vida mental" es tan solo una abstracción de lo que realmente
debería estudiar la psicología: los vínculos entre estímulos y respuesta en contextos determinados.

Los conductistas tienden a concebir a los seres vivos como “tabulas rasas” cuya conducta está
determinada por los refuerzos y castigos que reciban más que por predisposiciones internas. El
comportamiento, por tanto, no depende principalmente de fenómenos internos, como los
instintos o los pensamientos (que no dejan de ser, por otra parte, conductas encubiertas) sino más
bien del entorno, y no podemos separar ni la conducta ni el aprendizaje del contexto en que
tienen lugar.

De hecho, aquellos procesos que ocurren en el sistema nervioso y que para muchos otros
psicólogos son la causa de cómo actuamos, para los conductistas no son más que otro tipo de
reacciones generadas a través de nuestra interacción con el entorno.

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