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Friday 8 April 2016 | Actualizada : 2016-04-01

Inicio > Patrología > Patrología - 18.2 escritos: misericordia Nacianceno compasión
Buscar Título conmiseración

Patrístico, ca.(Del lat. patres, padres).1. adj. Perteneciente o relativo a la


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patrística.2. f. Ciencia que tiene por objeto el conocimiento de la doctrina, obras y
vidas de los Santos Padres.

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Presentación
Artigos 'JESUCRISTO PADECIÓ BAJO
EL PODER DE PONCIO
Aborto
PILATO,
FUE CRUCIFICADO,
Apologética
MUERTO Y SEPULTADO'
Apologética - 2º Evangelio según San Lucas,
Biblia Cap.3, vers.1º: El año

Ciencia y Fe decimoquinto del reinado del


emperador Tiberio, cuando
Demonio
Poncio Pilato gobernaba la
Dolor Judea, siendo Herodes tetrarca
Eucaristia de Galilea, su hermano Felipe

Familia tetrarca de Iturea y Traconítide,


y Lisanias tetrarca de Abilene…
Filosofía
Filosofía - 2º
Islam Todo está delante de él y nada se escapa a su providencia.
Islam - 2º
Leyendas Negras San Patricio (hacia 400) monje misionero, obispo de la Iglesia Católica
Lorica: “ La coraza” (Ef 6,14)
Leyendas Negras - 2
Links católicos “Afianzado sobre roca” (cf Mt 7,24) - Hoy me ciño con la fuerza poderosa de la
Magisterio invocación a la Trinidad, de la fe en Dios, uno y trino, Creador del universo.
María Hoy me ciño de la fuerza de la encarnación de Cristo y de su bautismo, de la fuerza de
Mujer su cruz y de su sepultura, de la fuerza de su resurrección y de su ascensión, de la
fuerza de su venida gloriosa en el día del juicio.
Patrología
Hoy me ciño de la fuerza del amor de los serafines, de la obediencia de los ángeles,
Revista del servicio de los arcángeles, de la esperanza de la resurrección en vistas a la
Revista - 2º recompensa, de las oraciones de los patriarcas, de las profecías de los profetas, de la
Temas Católicos predicación de los apóstoles, de la fidelidad de los confesores, de la inocencia de las
Crucifixión de San Pedro: fue
vírgenes santas, de las acciones de todos los justos.
Temas Católicos - 2º crucificado al revés cabeza
Hoy me ciño de la fuerza de los cielos, de la luz del sol, de la claridad de la luna, del
abajo - Pergamino con San
Valores esplendor del fuego, del resplandor de los relámpagos, de la rapidez del viento, de la
Pedro en cruz invertida, de
Valores - 2º profundidad del mar, de la estabilidad de la tierra, de la solidez de las piedras.
Maguncia- Alemania; entre el
Hoy me ciño de la fuerza de Dios para guiarme, del poder de Dios para sostenerme,
900 y el 1000ca. - Museo
de la sabiduría de Dios para instruirme, del ojo de Dios para guardarme, del oído de
Diocesano de la Catedral
Dios para escucharme, de la palabra de Dios para hablarme, de la mano de Dios para
Maguncia (Mainz) Alemania
guiarme, del camino de Dios para precederme, del yelmo de Dios para protegerme, de
- Pedro en su cruz,
las armas de Dios para salvarme de las trampas de los demonios, de la seducción de
invertida. ¿Qué significa todo
los vicios, de los abismos de la naturaleza, y de todos aquellos que me persiguen...
esto? Es lo que Jesús había
Cristo conmigo, Cristo delante de mí, Cristo detrás de mí, Cristo en mí, Cristo por
predicho a este Apóstol suyo:
encima de mí, Cristo por debajo de mí, Cristo a mi derecha, Cristo a mi izquierda,
"Cuando seas viejo, otro te
Cristo cuando me levanto, Cristo cuando me acuesto, Cristo en cada corazón que
llevará a donde tú no quieras"; y
piensa en mí, Cristo en cada boca que me habla, Cristo en cada ojo que me mira,
el Señor había añadido:
Cristo en cada oído que me escucha.
"Sígueme" (Jn 21, 18-19).
Hoy me ciño de la fuerza poderosa de la invocación a la Trinidad, de la fe en Dios, uno
Precisamente ahora se realiza el
y trino, Creador del universo.
culmen del seguimiento: el
+++ discípulo no es más que el
Maestro, y ahora experimenta
Santa Catalina de Siena (1347-1380) terciaria dominica, doctora de la toda la amargura de la cruz, de
Iglesia Católica, co-patrona de Europa las consecuencias del pecado
que separa de Dios, toda la
Diálogo 37 - El desespero de Judas. - “Judas fue presa de remordimientos; absurdidad de la violencia y de
devolvió las treinta monedas a los dirigentes de los sacerdotes y ancianos, la mentira. No se puede huir del
diciendo: -He pecado entregando a este hombre inocente.- Ellos le replicaron: radicalismo del interrogante
“A nosotros, qué nos importa. Tú verás.” El se fue y se ahorcó. (cf Mt 27,3-5) planteado por la cruz: la cruz de
Dios decía a Santa Catalina: -El pecado imperdonable, en este mundo y en Cristo, Cabeza de la Iglesia, y la
el otro, es aquel que despreciando mi misericordia no quiere ser perdonado. Por cruz de Pedro, su Vicario en la
esto lo tengo por el más grave, porque el desespero de Judas me entristeció tierra. Dos actos de un único
más a mí mismo y fue más doloroso para mi hijo que su misma traición. Los drama: el drama del misterio
hombres serán condenados por este falso juicio que les hace creer que su pascual: cruz y resurrección,
pecado es más grande que mi misericordia... Serán condenados por su injusticia muerte y vida, pecado y gracia.
cuando se lamentan de su suerte más que de la ofensa que me hacen a mí.
Porque esta es su injusticia: no me devuelven lo que me pertenece ni se
conceden a ellos mismos lo que les pertenece. A mí me deben amor, el
arrepentimiento de su falta y la contrición; me los han de ofrecer a causa de sus
faltas, pero hacen justo lo contrario. No tiene amor y compasión más que por
ellos mismos ya que no saben más que lamentarse sobre los castigos que les
esperan. Ya ves, cometen una injusticia y por esto se descubren doblemente
castigados por haber menospreciado mi misericordia.

+++

La maternidad divina de
María – Catecismo de la
Iglesia
495 Llamada en los Evangelios
'la Madre de Jesús'(Jn 2, 1; 19,
25; cf. Mt 13, 55, etc.), María es
aclamada bajo el impulso del
Espíritu como 'la madre de mi
Señor' desde antes del
nacimiento de su hijo (cf Lc 1,
43). En efecto, aquél que ella
concibió como hombre, por obra
del Espíritu Santo, y que se ha
hecho verdaderamente su Hijo
según la carne, no es otro que el
Hijo eterno del Padre, la
segunda persona de la Santísima
Trinidad. La Iglesia confiesa que
María es verdaderamente Madre
de Dios [Theotokos] (cf. Concilio
Bienaventurado Guerric d’Igny (hacia 1080) monje cisterciense de Éfeso, año 649: DS, 251).
Sermón 1 para el Domingo de Ramos; SC 202, pag. 165ss La virginidad de María
496 Desde las primeras
“Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo.” (Jn 13,1) - “Tened formulaciones de la fe (cf. DS
los sentimientos de Cristo”... “El, que era de condición divina”, igual a Dios por 10-64), la Iglesia ha confesado
naturaleza, porque participa de su poder, de su eternidad y de su mismo ser..., que Jesús fue concebido en el
asumió el oficio de servidor, “abajándose a si mismo, siendo obediente al Padre seno de la Virgen María
hasta la muerte, y la muerte de cruz.” (cf Fl 2,5-8) Se podría pasar por alto que, únicamente por el poder del
siendo el Hijo e igual que el Padre, haya servido al Padre como un servidor; Espíritu Santo, afirmando
mejor aún, ha servido a su propio servidor más que cualquier otro. Porque el también el aspecto corporal de
hombre había sido creado para servir a su creador; ¿qué hay de más justo que este suceso: Jesús fue concebido
servirle a quien te ha creado, sin el cual no existirías? ¿Y qué hay de más absque semine ex Spiritu Sancto
dichoso que servirle, ya que servir es reinar? Pero el hombro dijo a su creador: (Concilio de Letrán, año 649;
“No serviré.” (Jr 2,20) DS, 503), esto es, sin semilla de
“Ahora bien, soy yo quien te serviré a ti” dice el creador a su criatura. varón, por obra del Espíritu
Ponte a la mesa; yo te serviré, te lavaré los pies. Descansa, tomaré sobre mi Santo. Los Padres ven en la
tus dolores; llevaré todas tus cargas y debilidades... Si estás cansado o concepción virginal el signo de
cargado, te llevaré sobre mis hombros, a ti y a tu carga, para ser el primero en que es verdaderamente el Hijo
cumplir mi ley: “Llevad las cargas los unos de los otros.” (Gal 6,2)...Si tienes de Dios el que ha venido en una
hambre o sed....aquí estoy a punto para ser inmolado para que tú puedas humanidad como la nuestra:
comer mi carne y beber mi sangre... Si te llevan a la cautividad o si te venden Así, san Ignacio de Antioquía
como esclavo, aquí estoy...; rescátate pagando el precio que sacarás por mí; me (comienzos del siglo II): «Estáis
entrego yo mismo como precio... Si estás enfermo, si temes la muerte, moriré firmemente convencidos acerca
en tu lugar, para que mi sangre sea un remedio para tu vida...” de que nuestro Señor es
¡Oh, Señor mío, a qué precio has rescatado a tu siervo inútil!... ¡con qué verdaderamente de la raza de
arte de amor, de dulzura y de benignidad has recuperado a tu siervo rebelde, David según la carne (cf. Rm 1,
triunfando del mal por el bien, confundiendo mi orgullo por tu humildad, 3), Hijo de Dios según la
colmando al ingrato con tus beneficios! Así triunfó tu sabiduría.
voluntad y el poder de Dios (cf.
+++ Jn 1, 13), nacido
verdaderamente de una virgen
[...] Fue verdaderamente
clavado por nosotros en su carne
bajo Poncio Pilato [...] padeció
verdaderamente, como también
resucitó verdaderamente»
(Epistula ad Smyrnaeos, 1-2).

El acontecimiento histórico y
transcendente – Catecismo
San Agustín (354-430) obispo de Hipona, doctor de la Iglesia Católica; de la Iglesia
Explicación del Sermón de la Montaña“, 19 639 El misterio de la
resurrección de Cristo es un
“La mota y la viga” (cf Mt 7,3) - “¿Cómo dices a tu hermano: Deja que te acontecimiento real que tuvo
saque la mota del ojo, si tienes una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la manifestaciones históricamente
viga de tu ojo y entonces podrás ver para sacar la mota del ojo de tu hermano.” comprobadas como lo atestigua
(Mt 7,3ss) Es decir: Sacúdete de encima el odio. Entonces podrás corregir a el Nuevo Testamento. Ya san
aquel que amas. El evangelio dice con razón “hipócrita”. Reprender los vicios es Pablo, hacia el año 56, puede
propio de los hombres justos y buenos. Cuando lo hacen los malvados usurpan escribir a los Corintios: "Porque
el papel de los buenos. Hacen pensar en los comediantes que esconden su os transmití, en primer lugar, lo
identidad detrás de una máscara... que a mi vez recibí: que Cristo
Cuando estamos obligados a corregir o a reprender, prestemos atención murió por nuestros pecados,
escrupulosa a la siguiente pregunta: ¿No hemos caído nunca en esta falta? ¿Nos según las Escrituras; que fue
hemos curado de ella? Aún si nunca la hubiésemos cometido, acordémonos de sepultado y que resucitó al
que somos humanos y que hubiéramos podido caer en ella. Si, por el contrario, tercer día, según las Escrituras;
la hemos cometido en el pasado, acordémonos de nuestra fragilidad para que la que se apareció a Cefas y luego
benevolencia nos guíe en la corrección o la reprensión y no el odio. a los Doce: "(1 Co 15, 3-4). El
Independientemente de que el culpable se enmiende o no, -el resultado siempre apóstol habla aquí de la tradición
es incierto,- por lo menos podremos estar seguros de que nuestra mirada sobre viva de la Resurrección que
él se ha mantenido pura. Pero, si en nuestra introspección descubrimos el recibió después de su conversión
mismo defecto que pretendemos reprender en el otro, en lugar de corregirlo, a las puertas de Damasco (cf.
lloremos con el culpable. No le pidamos que nos obedezca, sino invitémosle a Hch 9, 3-18).
que nos acompañe en nuestro esfuerzo de corregirnos. El sepulcro vacío
640 "¿Por qué buscar entre los
+++ muertos al que vive? No está
aquí, ha resucitado" (Lc 24, 5-
6). En el marco de los
acontecimientos de Pascua, el
primer elemento que se
encuentra es el sepulcro vacío.
No es en sí una prueba directa.
La ausencia del cuerpo de Cristo
en el sepulcro podría explicarse
de otro modo (cf. Jn 20,13; Mt
28, 11-15). A pesar de eso, el
sepulcro vacío ha constituido
para todos un signo esencial. Su
descubrimiento por los discípulos
fue el primer paso para el
reconocimiento del hecho de la
Resurrección. Es el caso, en
primer lugar, de las santas
mujeres (cf. Lc 24, 3. 22- 23),
después de Pedro (cf. Lc 24,
12). "El discípulo que Jesús
amaba" (Jn 20, 2) afirma que, al

San Clemente, Obispo de Roma, Papa de 90 a 100 ca. Pontífice de la Iglesia entrar en el sepulcro vacío y al

Católica - Carta a los corintios 24-29 - descubrir "las vendas en el


suelo"(Jn 20, 6) "vio y creyó"
“La niña no está muerte, duerme.”(Lc 8,72) - Prestemos atención, carísimos, (Jn 20, 8). Eso supone que
cómo el Señor no cesa de mostrarnos la resurrección futura de la que nos ha dado las constató en el estado del
primicias resucitando a Nuestro Señor Jesucristo. Consideremos, queridos hermanos, sepulcro vacío (cf. Jn 20, 5-7)
las resurrecciones que se realizan periódicamente. El día y la noche nos presentan una que la ausencia del cuerpo de
resurrección. La noche cae, el día se levanta. El día desaparece y llega la noche. Jesús no había podido ser obra
Miremos los frutos: cómo se forman las semillas, ¿qué pasa? El que siembra sale a humana y que Jesús no había
sembrar, echa las diferentes semillas en la tierra. Estas caen, secas y desnudas sobre vuelto simplemente a una vida
la tierra y se desintegran. Luego, a partir de esta descomposición misma, la magnífica terrenal como había sido el caso
providencia del Maestro las hace resurgir y un solo grano se multiplica y da fruto... de Lázaro (cf. Jn 11, 44).
¿Nos extrañaremos, pues, que el Creador del universo haga revivir a aquellos que le
han servido fielmente y con la confianza de una fe perfecta?...
En esta esperanza, unámonos a aquel que es fiel y sus promesas son verdad y justos
sus juicios. El que nos manda no mentir, no puede mentir. Para Dios nada es
imposible, salvo el mentir. Reanimemos, pues, nuestra fe en él y consideremos que
todo esto le es posible.
De una palabra de su boca ha formado el universo y con una palabra suya lo puede
anihilar... Hace todo lo que quiere. Nada de lo que ha decidido perecerá jamás. Todo
está delante de él y nada se escapa a su providencia.

+++

Orígenes (hacia 200) presbítero y teólogo de la Iglesia Católica


Comentario de San Juan, 32,4; PL14, 741-752) -

“Este es mi siervo” - En el transcurso de una comida, Jesús se levanta, se quita el


manto y adopta la actitud de esclavo, tal como lo describen las palabras siguientes:
“...tomó una toalla y se la ciñó a la cintura” para no estar del todo desnudo y para
enjugar los pies de sus discípulos con su propio manto. (cf Jn 13,2-5) Mirad hasta qué
punto se abaja la grandeza y la gloria del Verbo hecho carne, hasta lavar los pies a
sus discípulos. “Echó agua en una palangana”.
“Abrahán alzó los ojos y vio tres hombres que estaban de pie delante de él. En cuanto
los vio, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda y postrándose en tierra,
dijo: Mi Señor, por favor, te ruego que no pases de detenerte con tu siervo.” (Gn 18,2-
3) Pero no es Abrahán que toma agua ni dice que él mismo va a lavar los pies de los
forasteros que han venido hasta él, sino que dice: “Haré que os traigan agua para
lavaros los pies.” Tampoco José trajo él mismo agua para lavar los pies a sus once
hermanos, sino su mayordomo “los introdujo en la casa, les puso agua para que se
lavaran los pies.” (Gn 43,24)
Pero aquel que declaró: “Yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lc 22,27) dijo
con toda verdad: “Aprended de mí que soy sencillo y humilde de corazón.” (Mt 11,29)
El Señor vierte, él mismo, el agua en la jofaina. Sabía que nadie, salvo él mismo,
podía lavar los pies a sus discípulos para que esta purificación les conceda tener parte
con él. El agua, pienso, era una palabra capaz de lavar los pies de los discípulos que
se acercaban a la jofaina preparada por Jesús.

+++

La evangelización del mundo contemporáneo se verificará sólo a partir del


redescubrimiento de la identidad personal, social y cultural de los cristianos. ¡Esto
significa sobre todo el redescubrimiento de Jesucristo, Verbo encarnado, único
Salvador de los hombres! De este convencimiento se desprende la exigencia de la
misión, que urge de modo muy particular el corazón de todo sacerdote y, a través de
él, debe caracterizar a toda parroquia y comunidad dirigida pastoralmente por él.
«Pues, como ya enseñó mucho antes que nosotros Gregorio Nacianceno (...) no es
conveniente una misma exhortación para todos, puesto que no todos están sujetos al
mismo modo de vida (...). Por tanto, cualquier maestro, a fin de edificar a todos en
una misma virtud de caridad, debe tocar los corazones de sus oyentes con la misma
doctrina, pero no con la misma y única exhortación»
+++

A la luz de la contemplación como comunión de amor con Dios, la pureza del corazón
tiene su máxima expresión en la virginidad del espíritu, porque exige la integridad de
un corazón no sólo purificado del pecado, sino unificado en la tensión hacia Dios y
que, por consiguiente, ama totalmente y sin división, a imagen del amor purísimo de
la Santísima Trinidad, que ha sido llamada por los Padres « la primera Virgen ». S.
Gregorio Nacianceno, Poemas, I, 2, 1, v. 20: PG 37, 523.

+++

El presbitero, en el tiempo de crecimiento de la koinonía con Cristo.


«La nueva evangelización tiene necesidad de nuevos evangelizadores, y éstos son los
sacerdotes que se comprometen a vivir su sacerdocio como camino específico hacia la
santidad» (Exhort. Ap. Post-Sinodal PdV, n. 82).
Es por lo tanto indispensable una vida de oración y de penitencia, una sincera
dirección espiritual, un recurso al sacramento de la Penitencia vivido periódicamente y
toda la existencia radicada, centrada y unificada en el Sacrificio eucarístico, con una
devoción mariana fuerte y delicada al mismo tiempo.
«Hay que empezar purificándose uno mismo antes de purificar a los otros, -afirma
San Gregorio Nacianceno-, hay que ser instruidos para poder instruir, hay que
convertirse en luz para poder iluminar, acercarse a Dios para acercar los otros a Él, ser
santificados para santificar» (cf. Orationes, 2, 71: PG 35, 480). Es esta la
reconciliación que nos pide el Gran Jubileo: un reconciliarnos para reconciliar,
haciéndonos notar una vez más como nuestro mismo ministerio se convierte en
exigencia y fuente de santificación. Debemos mirar a esta unidad de vida con
perseverancia.
¡Cristo vive en el sacerdote! (cf. Ga 2, 20). Esta es la gran verdad que llena de
significado nuestra existencia, definiendo su identidad, formación, estilo de vida,
ascetismo, la disciplina misma de la comunión. Esta verdad es esperanza para el
mundo, es motivo de fascinación perenne para las vocaciones. ¡Debemos gritar al
mundo esta verdad, con el testimonio humilde, ardiente y santamente orgulloso de
nuestra vida!

+++

No podemos ser un obstáculo a la acción sacramental de Cristo, como una máscara


que hiciera difícil a los hombres reconocer en nosotros el rostro amable y
misericordioso de Jesús, como un muro que obstaculizara a nuestros fieles el acceso a
la Puerta Santa que es el Verbo encarnado.
odríamos repetir con mayor generosidad los gestos de perdón y de ofrecimiento de
salvación, sobre todo dispensando con renovada fe y un mayor sentido de la
responsabilidad los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía.
¡Convertirnos para convertir! (cfr. San Gregorio Nacianceno, Orationes 2,71),
siguiendo el ejemplo elocuente de san Pablo, vencido por la sorpresa de un encuentro
sin precedentes con Cristo en el camino hacia Damasco.
Convertirnos, ante todo acercándonos, nosotros mismos, con regularidad al
sacramento del Perdón: nuestra unión con Cristo, Sacerdote y Hostia, nos llevará a
ser, como decía san Ignacio de Antioquía, "trigo de Dios para ser hecho pan mundo de
Cristo" (cfr. Epistola ad Romanos 4,1), por el bien de los hermanos.

+++
"Ven, Espíritu Santo"
"Nadie puede decir: ´¡Jesús es Señor!´ sino por influjo del Espíritu Santo" (1 Co 12,
3). Cada vez que en la oración nos dirigimos a Jesús, es el Espíritu Santo quien, con
su gracia preveniente, nos atrae al Camino de la oración. Puesto que él nos enseña a
orar recordándonos a Cristo, ¿cómo no dirigirnos también a él orando? Por eso, la
Iglesia nos invita a implorar todos los días al Espíritu Santo, especialmente al
comenzar y al terminar cualquier acción importante.
Si el Espíritu no debe ser adorado, ¿cómo me diviniza él por el bautismo? Y si debe ser
adorado, ¿no debe ser objeto de un culto particular? (San Gregorio Nacianceno, or.
theol. 5, 28).
La forma tradicional para pedir el Espíritu es invocar al Padre por medio de Cristo
nuestro Señor para que nos dé el Espíritu Consolador (cf Lc 11, 13). Jesús insiste en
esta petición en su Nombre en el momento mismo en que promete el don del Espíritu
de Verdad (cf Jn 14, 17; 15, 26; 16, 13). Pero la oración más sencilla y la más directa
es también la más tradicional: "Ven, Espíritu Santo", y cada tradición litúrgica la ha
desarrollado en antífonas e himnos:
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu
amor (cf secuencia de Pentecostés).
Rey celeste, Espíritu Consolador, Espíritu de Verdad, que estás presente en todas
partes y lo llenas todo, tesoro de todo bien y fuente de la vida, ven, habita en
nosotros, purifícanos y sálvanos. ¡Tú que eres bueno! (Liturgia bizantina. Tropario de
vísperas de Pentecostés).
El Espíritu Santo, cuya unción impregna todo nuestro ser, es el Maestro interior de la
oración cristiana. Es el artífice de la tradición viva de la oración. Ciertamente hay
tantos caminos en la oración como orantes, pero es el mismo Espíritu el que actúa en
todos y con todos. En la comunión en el Espíritu Santo la oración cristiana es oración
en la Iglesia.

+++

Dónde comienza y dónde termina el conocimiento de Dios


"Dios siempre ha sido, siempre es y siempre será o más exactamente, siempre es.
Porque «fue» y «será» significan fragmentos de tiempo, propios sólo de nuestra
naturaleza fluyente, en tanto que Dios siempre es y, precisamente, El mismo se
otorga este nombre cuando contesta a Moisés en el monte (Cf Ex. 3, 14).
Pues todo cuanto existe lo abarca El, que no tuvo principio ni tendrá final, como un
mar ilimitado e infinito que excede todo pensamiento sobre el tiempo y la naturaleza,
por grande que sea. En nuestro entendimiento nos representamos a Dios, bastante
oscura y limitadamente, no concibiendo los atributos que le son propios, sino
valiéndonos de los seres que hacen referencia a El. Mas si la imagen de algo se
alcanza a partir de otra cosa, se llega solamente a una figura de la verdades que
escapa antes de poder retenerla, huye antes de que la comprendamos. Tal figura de
Dios ilumina lo mejor de nosotros mismos —con tal de que lo hayamos purificado—, al
modo como un fugaz relámpago da luz a los ojos.
Sucede esto, según mi parecer para que, por una parte, por aquello por lo cual El
puede ser comprendido por nosotros, nos atraiga a Si, pues nadie espera ni pretende
conseguir lo que no le es dado conocer en modo alguno. Por otra, por cuanto nos es
inasequible, se constituye en objeto de nuestra admiración, para que siendo admirado,
sea deseado; deseándolo, nos purifique y purificados, nos haga divinos a fin de tener
relación con quienes han sido hechos semejantes a El."
San Gregorio Nacianceno, Homilía 38, 7
+++

la dignidad de toda persona pertenece a la dignidad como hijos de Dios

La dignidad regia del hombre


"A la manera que, en las cosas humanas, los artífices dan a los instrumentos que
fabrican aquella forma que parece ser la más idónea al uso a que se destinan, así el
Artífice sumo fabricó nuestra naturaleza como una especie de instrumento, apto para
el ejercicio de la realeza; y para que el hombre fuera completamente idóneo para ello,
le dotó no sólo de excelencias en cuanto al alma, sino en la misma figura del cuerpo. Y
es así que el alma pone de manifiesto su excelsa dignidad regia, muy ajena a la
bajeza privada, por el hecho de no reconocer a nadie por señor y hacerlo todo por su
propio arbitrio. Ella, por su propio querer, como dueña de sí, se gobierna a sí misma. .
¿Y de quién otro, fuera del rey, es propio semejante atributo?
Según la costumbre humana, los que labran las imágenes de los emperadores tratan
primeramente de reproducir su figura y, revistiéndola de púrpura, expresan
juntamente la dignidad imperial. Es ya uso y costumbre que a la estatua del
emperador se le llame emperador; así, la naturaleza humana, creada para ser señora
de todas las otras criaturas, por la semejanza que en sí lleva del Rey del universo, fue
levantada como una estatua viviente y participa de la dignidad y del nombre del
original primero. No se viste de púrpura, ni ostenta su dignidad por el cetro y la
diadema, pues tampoco el original lleva esos signos. En vez de púrpura se reviste de
virtud, que es la más regia de las vestiduras; en lugar de cetro se apoya y estriba
sobre la bienaventuranza de la inmortalidad; y en el puesto de la diadema se ciñe la
corona de la justicia; de suerte que, reproduciendo puntualmente la belleza del
original, el alma ostenta en todo la dignidad regia."
San Gregorio de Nisa, La creación del hombre, 4

+++

El Bautismo es el más bello y magnífico de los dones de Dios...lo llamamos don,


gracia, unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de regeneración, sello
y todo lo más precioso que hay. Don, porque es conferido a los que no aportan nada;
gracia, porque, es dado incluso a culpables; bautismo, porque el pecado es sepultado
en el agua; unción, porque es sagrado y real (tales son los que son ungidos);
iluminación, porque es luz resplandeciente; vestidura, porque cubre nuestra
vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos guarda y es el signo de la soberanía
de Dios (S. Gregorio Nacianceno, Or. 40,3-4).

+++

La oración es la vida del corazón nuevo. Debe animarnos en todo momento. Nosotros,
sin embargo, olvidamos al que es nuestra Vida y nuestro Todo. Por eso, los Padres
espirituales, en la tradición del Deuteronomio y de los profetas, insisten en la oración
como un "recuerdo de Dios", un frecuente despertar la "memoria del corazón": "Es
necesario acordarse de Dios más a menudo que de respirar" (San Gregorio
Nacianceno, or. theol. 1, 4). Pero no se puede orar "en todo tiempo" si no se ora, con
particular dedicación, en algunos momentos: son los tiempos fuertes de la oración
cristiana, en intensidad y en duración.

+++
Miniatura de un manuscrito, del siglo XII,
que muestra a san Gregorio, obispo de Nacianzo.
Monasterio de Santa Catalina, del Sinaí

San Gregorio Nacianceno en un hermoso texto explica el hilo conductor de la acción


progresiva de Dios en la historia de la salvación, en relación con el misterio de la
Trinidad de las divinas Personas en la unidad de la divina sustancia. “En efecto ―dice
aquel gran Padre de la Iglesia―, el Antiguo Testamento predicaba manifiestamente al
Padre y más oscuramente al Hijo. El Nuevo Testamento manifestó al Hijo y sugirió la
divinidad del Espíritu Santo. En la actualidad, el Espíritu habita en nosotros y se
manifiesta más claramente. Pues, cuando la divinidad del Padre no se confesaba
claramente, no era prudente predicar de forma abierta al Hijo, y tampoco era
prudente, antes de que la divinidad del Hijo fuese reconocida, imponernos además ―y
lo digo con demasiada audacia― al Espíritu Santo” (Orat XXXI, Theol. V, 26: PG 36,
161). Por ello, según el Nacianceno, al hombre le resultaba difícil aceptar la revelación
de Dios como uno en la naturaleza y trino en las personas, porque se trataba de algo
demasiado elevado para los conceptos del entendimiento humano, tomados en su
significado común; y, en efecto, ha resultado siempre difícil para muchísimos
hombres, incluso sinceramente religiosos, como lo atestigua la historia del Judaísmo
y del Islam.
El Espíritu Santo con su gracia es el "primero" que nos despierta en la fe y nos inicia
en la vida nueva que es: "que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu
enviado, Jesucristo" (Jn 17, 3). No obstante, es el "último" en la revelación de las
personas de la Santísima Trinidad . San Gregorio Nacianceno, "el Teólogo", explica
esta progresión por medio de la pedagogía de la "condescendencia" divina:
El Antiguo Testamento proclamaba muy claramente al Padre, y más obscuramente al
Hijo. El Nuevo Testamento revela al Hijo y hace entrever la divinidad del Espíritu.
Ahora el Espíritu tiene derecho de ciudadanía entre nosotros y nos da una visión más
clara de sí mismo. En efecto, no era prudente, cuando todavía no se confesaba la
divinidad del Padre, proclamar abiertamente la del Hijo y, cuando la divinidad del Hijo
no era aún admitida, añadir el Espíritu Santo como un fardo suplementario si
empleamos una expresión un poco atrevida ... Así por avances y progresos "de gloria
en gloria", es como la luz de la Trinidad estalla en resplandores cada vez más
espléndidos (San Gregorio Nacianceno, or. theol. 5, 26).

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San Gregorio Nacianceno, que narra un episodio importante de esta lucha (poderes
públicos contra la Iglesia), hace notar atinadamente que el secreto de la fuerza de
Basilio residía únicamente en la misma sencillez de su predicación en la claridad de su
testimonio, en la inerme majestad de su dignidad sacerdotal.

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San Juan Crisóstomo (hacia 400) obispo de Antioquia y Constantinopla,
doctor de la Iglesia - Homilía sobre Lázaro, 2

“El que tenga oídos, que oiga.” (Mt 11,15) - Un sembrador se fue a echar la
semilla y una parte cayó al borde del camino, pero vinieron las aves y se la comieron,
otra parte cayó en tierra buena. Tres partes se perdieron, una sola fructificó. Pero el
sembrador no cesó de cultivar el campo. Le basta que una parte se conserve para no
dejar su trabajo. En este momento es imposible que el grano que yo echo en medio
de un auditorio tan numeroso deje de germinar. Si no todos escuchan, una tercera
parte sí que escucha. Si no es una tercera parte será una décima. Si incluso no llega a
una décima parte, si hay uno sólo que escucha en esta asamblea numerosa, no dejaré
de hablar.
No es pequeña cosa la salvación de una sola oveja. El Buen Pastor dejó las noventa y
nueve para correr tras la oveja descarriada. (Lc 15,4) No podría despreciar a ninguna.
Incluso si no hubiera más que uno que escucha, siempre sería un ser humano, un ser
tan querido por Dios. Aunque fuera un esclavo, no lo despreciaría, porque busco el
valor personal y no la condición social, busco al hombre. Aunque no hubiera más que
uno, siempre sería el hombre, aquel por quien fueron creados el sol, el aire, los
manantiales y el mar, enviados los profetas, dada la Ley. Por el ser humano, el Hijo
único de Dios se hizo hombre. Mi Señor se inmoló, su sangre ha sido derramada por el
hombre y yo ¿sería capaz de menospreciar a quien fuera?...
No, no dejaré de sembrar la palabra aunque nadie escuchara. Soy médico, ofrezco mis
remedios. Tengo que enseñar, tengo que instruir porque está escrito: “Te he
constituido centinela de Israel.” (Ez 3,17)

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El peor de los silencios es el que se guarda ante la mentira, pues tiene un enorme
poder de disolver la estructura social. Un cristiano no puede callar ante
manipulaciones manifiestas. La cesión permanente ante la mentira comporta la
deformación progresiva de las conciencias.

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San Hilario (hacia 315-367) obispo de Poitiers, doctor de la Iglesia Católica- -
La Trinidad 2, 6-7

“Nadie conoce al Padre sino el Hijo y al que el Hijo se lo quiere revelar” - El


Padre es aquel de quien procede todo, en quien existe todo. El mismo, por Cristo y en
Cristo, es el origen de todo. Además, tiene su ser en si mismo, no lo recibe de otro...
Es infinito porque no está en algún lugar sino en todas partes y todo está en él...
Existiendo antes del tiempo, éste procede de él. Que tu pensamiento se dirija a él si
piensas tocar a sus límites...Lo encontrarás siempre porque cuando tu avanzas sin
cesar hacia él, la meta a la que te diriges se aleja cada vez más... Esta es la verdad
del misterio de Dios, ésta es la expresión de la naturaleza impenetrable del Padre...
Para expresarlo, la palabra tiene que cesar, el pensamiento quedar quieto, y para
aprehenderlo, la inteligencia se encuentra limitada.
Y no obstante, el nombre de Padre designa su naturaleza. Dios no es sino Padre. Pero
no recibe desde fuera, a la manera de los hombres, el ser de Padre. Es el eternamente
engendrado... Es conocido sólo por el Hijo porque “Nadie conoce al Padre sino el Hijo y
aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.” Y “nadie conoce al Hijo fuera del Padre.” Los
dos se conocen el una al otro y este conocimiento mutuo es perfecto. También porque
“nadie conoce al Padre sino el Hijo”. No pensemos del Padre más que lo que el Hijo
nos ha revelado ya que él es el testigo fiel. (cf Ap 1,5)
Es mejor pensar sobre quien es el Padre que no hablar de ello. Porque toda palabra es
impotente para expresar sus perfecciones... No podremos más que reconocer de
alguna manera su gloria, teniendo de ella cierta idea e intentar precisarla con nuestra
imaginación. Pero el lenguaje humano es impotente y las palabras no explican la
realidad tal cual es... Así, aunque se reconozca a Dios, hay que renunciar a
nombrarlo: sean cuales sean las palabras empleadas, no sabrán expresar el ser de
Dios, su grandeza... Hay creer en él, intentar comprenderlo y adorarlo. Haciendo esto,
hablaremos de él.

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San Agustín (354-430) obispo de Hipona, africano, doctor de la Iglesia


Católica - Tratado sobre la virginidad, 35-36; PL 40, 416

“...aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón” (Mt 11,29)

Te veo, buen Jesús, con los ojos que tú has abierto en mi interior, te veo gritando y
llamando a todo el género humano: “Venid a mí, aprended de mí” ¿Cuál es la
lección?...tú, por quien todo ha sido creado...¡cuál es la lección que venimos a
aprender en tu escuela? “...Que soy sencillo y humilde de corazón”. (Mt 11,29) Aquí
están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia (cf Col,23): aprender
esta lección capital: ser sencillos y humildes de corazón...
Que escuchen, que vengan a ti, que aprendan de ti a ser sencillos y humildes de
corazón los que buscan tu misericordia y tu verdad, viviendo para ti y no para ellos
mismos. Que lo escuche aquel que sufre, que está cargado con un fardo que le hace
desfallecer, hasta tal punto de no atreverse a levantar los ojos hacia el cielo, el
pecador que golpea su pecho y se queda a distancia. (cf Lc 18,13) Que lo oiga el
centurión que no se sentía digno que tú entraras en su casa (Lc 7,6) Que lo oiga
Zaqueo, el jefe de los publicanos cuando devuelve cuatro veces el fruto de su pecado
(Lc 19,8) Que lo oiga la mujer que había sido pecadora en la ciudad y que derramaba
tantas lágrimas a tus pies por haber estado tan alejado de tus pasos. (Lc 7,37) Que lo
escuchen, las mujeres de la vida y los publicanos que en el Reino de los cielos
preceden a los escribas y fariseos. Que lo oigan los enfermos de toda clase con
quienes compartías la mesa y te acusaron de ello...
Todos estos, cuando se vuelven hacia ti, se convierten fácilmente en gente sencilla y
humilde ante ti, acordándose de su vida llena de pecado y de tu misericordia llena de
perdón, porque “cuanto más se multiplicó el pecado, más abundó la gracia.” (Rm
5,20)

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Sermón 88 de San Agustín (siglo V).

Cuando salían de Jericó, le siguió una gran muchedumbre.


En esto, dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al enterarse que
Jesús pasaba, se pusieron a gritar: «¡Señor, ten compasión de nosotros,
Hijo de David!»
La gente les increpó para que se callaran, pero ellos gritaron más fuerte:
«¡Señor, ten compasión de nosotros, Hijo de David!»
Entonces Jesús se detuvo, los llamó y dijo: «¿Qué queréis que os haga?»
Dícenle: «¡Señor, que se abran nuestros ojos!»
Movido a compasión Jesús tocó sus ojos, y al instante recobraron la vista; y le
siguieron. (*)

¿Qué es, hermanos, gritar a Cristo, sino adecuarse a la gracia del Señor con las
buenas obras? Digo esto, hermanos, porque no sea que levantemos mucho la
voz, mientras enmudecen nuestras costumbres.
¿Quién es el que gritaba a Cristo, para que expulsase su ceguera interior al
pasar Él, es decir, al dispensarnos los sacramentos temporales, con los que se
nos induce a adquirir los eternos?
¿Quién es el que grita a Cristo? Quien desprecia el mundo, ése llama a Cristo.
Quien desdeña los placeres del siglo, ése clama a Cristo.
Quien dice -no con la lengua sino con la vida- "el mundo está crucificado para
mí, y yo para el mundo" (Gal 6, 14), ése es el que grita a Cristo.
Llama a Cristo quien reparte y da a los pobres, para que su justicia permanezca
por los siglos de los siglos (cfr. Sal 101, 9).

El que escucha y no se hace el sordo (vended vuestras bienes y dad limosna;


haceos bolsas que no envejecen, un tesoro que no se agota en el Cielo ; Lc 12,
33), como si oyese el sonido de los pasos de Cristo que pasa, clame al igual que
el ciego por estas cosas; es decir, hágalas realidad.
Su voz esté en sus hechos. Comience a despreciar el mundo, a distribuir sus
posesiones al necesitado, a tener en nada lo que los hombres aman. Deteste las
injurias, no apetezca la venganza, ponga la mejilla al que le hiere, ore por los
enemigos; si alguien le quitare lo suyo, no lo exija; si, al contrario, hubiera
quitado algo a alguien, devuélvale el cuádruplo.

Una vez que haya comenzado a obrar así, todos sus parientes, compañeros y
amigos se alborotarán. Quienes aman el mundo se le pondrán en contra:
«¿Qué haces, loco? ¡No te excedas!: ¿acaso los demás no son
cristianos? Eso es idiotez, locura».
Cosas como ésta grita la turba para que los ciegos no clamen. La turba
reprendía a los que clamaban, pero no tapaba sus clamores.

Comprendan cómo han de obrar quienes desean ser sanados.


También ahora pasa Jesús: los que están al costado del camino, griten. Al
costado del camino están aquellos de corazón contrito a quienes dio órdenes el
Señor.
En efecto, siempre que se nos leen las obras temporales del Señor, se nos
muestra a Jesús que pasa. Porque hasta el fin de los siglos no faltarán
ciegos sentados al costado del camino. Es necesario que levanten su voz.
La muchedumbre que acompañaba al Señor reprendía el clamor de los que
buscaban la salud.

Hermanos, ¿os dais cuenta de lo que digo? No sé de que modo decirlo, pero
tampoco cómo callar. Esto es lo que digo, y abiertamente -temo a Jesús que
pasa y se queda, y no puedo callarlo-: los cristianos malos y tibios obstaculizan
a los buenos cristianos, a los verdaderamente llenos de celo y deseosos de
cumplir los mandamientos de Dios, escritos en el Evangelio. La misma turba que
está con el Señor, hace callar a los que claman; es decir, obstaculiza a los que
obran el bien, no sea que con su perseverancia sean curados.

Mas clamen ellos, no se cansen ni se dejen arrastrar por la masa. No imiten


siquiera a los que, cristianos desde antiguo, viven mal y sienten envidia de las
buenas obras. No digan: «¡Vivamos como la gran multitud!». ¿Y por qué no
como ordena el Evangelio? ¿Por qué quieres vivir conforme a la reprensión de la
turba que impide gritar, y no según las huellas de Cristo que pasa?
Te insultarán, te vituperarán, te llamarán para que vuelvas atrás. Tú clama
hasta que tu grito llegue a oídos de Jesús. Pues quienes perseveraren en obrar
lo que ordenó Cristo, sin hacer caso de la muchedumbre que lo prohíbe, y no se
ensoberbecieren por el hecho de que parecen seguir a Cristo—esto es, por
llamarse cristianos—, sino que tuvieren más amor a la luz que Cristo les ha de
restituir que temor al estrépito de los que les prohíben; éstos en modo alguno
se verán separados: Cristo se detendrá y los sanará...

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San Macario (hacia 405) monje de Egipto - Homilía 35

“El Hijo del hombre es señor del sábado” (Mt 12,8)

En la ley, dada por Moisés, que no era más que una sombra, Dios ordenaba a todos el
reposo y de no efectuar ningún trabajo en sábado. Pero este sábado no era más que
una imagen y una sombra del auténtico sábado que concede el Señor al alma. En
efecto, el alma que ha sido hallada digna del auténtico sábado deja de entregarse a
sus preocupaciones vergonzosas y feas y descansa. Celebra el verdadero sábado y
goza del auténtico reposo, liberada de todas las obras de las tinieblas... Saborea el
reposo eterno y el gozo del Señor.
Antiguamente estaba prescrito que incluso los animales, privados de razón tenían que
reposar el día del sábado. El buey no tenía que llevar el yugo ni el asno cargarse con
peso, porque incluso los animales debían de reposar de sus trabajos pesados.
Viviendo entre nosotros, el Señor nos trajo el reposo del alma que estaba oprimida
bajo el peso del pecado y que realizaba obras de injusticia por causa del pecado,
sometida a amos crueles. El Señor la descargó del peso insoportable de las ideas
vanas y viles, la libera del yugo amargo de las obras de injusticia y le concede el
reposo.

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San Juan Cristóstomo (hacia 345-407) obispo de Antioquia y Constantinopla,
doctor de la Iglesia Católica - Homilía 64,3 -

“Cada uno a su hora”. - “Id también vosotros a mi viña.” (Mt 20,4) Hermanos, os
preguntáis, tal vez, por qué no se llama a todos los obreros a la misma hora para ir a
trabajar a la viña del Señor. Os respondo que el designio primero de Dios fue de
llamarlos a todos a la misma hora. Pero ellos no quisieron ir en el momento de ser
llamados. Por esto, Dios en persona viene a llamarlos más tarde, cada uno en
particular...a la hora en que él piensa que le responderán a su invitación.
Esto es lo que San Pablo advierte refiriéndose a si mismo: “Cuando Dios, que me
eligió desde el seno de mi madre...” (Gal 1,15) ¿Cuándo fue esto, sino en el momento
en que Dios sabía que Pablo iba a responder a su llamada? Dios quería llamarlo,
ciertamente, desde el comienzo de su vida, pero como Pablo no hubiera seguido el
llamamiento, Dios decidió llamarlo cuando sabía que respondería a su voz. Del mismo
modo, Dios llamó al buen ladrón sólo en la última hora, aunque hubiera podido
hacerlo antes si hubiese visto que este hombre habría escuchado su llamada.
Así, pues, si los obreros de la parábola dicen que nadie los ha contratado, es para
acordarnos de la paciencia de Dios... El demuestra claramente que ha hecho todo lo
que estaba en su mano para que todos pudieran ir a la primera hora del día. Así, la
parábola de Jesús nos da a entender que las personas se entregan a Dios a edades
muy diversas. Y Dios quiere a toda costa impedir que los primeros desprecien a los
últimos.

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San Juan de la Cruz (1542-1591) carmelita descalzo, poeta, doctor de la


Iglesia Católica - Subida del Monte Carmelo, Libro 3, cap. 27,3-4

“Las jóvenes previsoras y las descuidadas.” (cf Mt, 25,1-13)

Las virtudes merecen ser amadas y estimadas..., bien se puede el hombre gozar de
tenerlas en sí y ejercitarlas por lo que en sí son y por lo que de bien humana y
temporalmente importan al hombre...Pero aunque en esta primera manera se deba
gozar el cristiano sobre los bienes morales y buenas obras que temporalmente
hace,...no debe para su gozo en esta primera manera...sino que sólo y principalmente
debe gozarse en la posesión y ejercicio de estos bienes morales en la segunda
manera, que es en cuanto haciendo las obras por amor de Dios le adquieren vida
eterna...Y así sólo debe poner los ojos en el gozo en servir y honrar a Dios con sus
buenas costumbres y virtudes, pues que sin este respecto no valen delante de Dios
nada las virtudes; como se ve en las diez vírgenes del evangelio, que todas habían
guardado virginidad y hecho buenas obras,... las cinco no habían puesto su gozo en la
segunda manera, -que es enderezándole en ellas a Dios-, sino antes le pusieron
vanamente en la primera manera, gozándose en la posesión de ellas (las virtudes)....
Debe, pues, gozarse el cristiano, no en si hace buenas obras y sigue buenas
costumbres, sino en si las hace por amor de Dios sólo, sin otro respecto alguno.

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Concluyamos nuestra reflexión con una oración de alabanza y de acción de


gracias por la redención que Cristo ha obrado en nosotros. Lo hacemos con
las palabras de un texto conservado en un antiguo papiro del siglo IV.

"Nosotros te invocamos, Señor Dios. Tú lo sabes todo, nada se te escapa,


Maestro de verdad. Has creado el universo y velas sobre cada ser. Tú guías por
el camino de la verdad a aquellos que estaban en tinieblas y en sombras de
muerte. Tú quieres salvar a todos los hombres y darles a conocer la verdad.
Todos juntos te ofrecemos alabanzas e himnos de acción de gracias". El orante
prosigue: "Nos has redimido, con la sangre preciosa e inmaculada de tu único
Hijo, de todo extravío y de la esclavitud. Nos has liberado del demonio y nos
has concedido gloria y libertad.
Estábamos muertos y nos has hecho renacer, alma y cuerpo, en el Espíritu.
Estábamos manchados y nos has purificado. Te pedimos, pues, Padre de las
misericordias y Dios de todo consuelo: confírmanos en nuestra vocación, en la
adoración y en la fidelidad". La oración concluye con la invocación: ”Oh Señor
benévolo, fortalécenos, con tu fuerza. Ilumina nuestra alma con tu consuelo...
Concédenos mirar, buscar y contemplar los bienes del cielo y no los de la tierra.
Así, por la fuerza de tu gracia, se dará gloria a la potestad omnipotente,
santísima y digna de toda alabanza, en Cristo Jesús, el Hijo predilecto, con el
Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén" (A. Hamman, Preghiere dei
primi cristiani, Milán 1955, pp. 92-94).

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San Ambrosio (340-397) obispo de Milán, doctor de la Iglesia Católica


Tratado sobre el evangelio de San Lucas

Las tres parábolas de la misericordia

No carece de significado que Lucas nos haya presentado tres parábolas


seguidas: La oveja perdida se había descarriado y fue recobrada, la dracma
perdida fue hallada; el hijo pródigo que daban por muerto lo recobraron con
vida, para que, solicitados por este triple remedio, nosotros curásemos nuestras
heridas. ¿Quién es este padre, este pastor, esta mujer? ¿No es Dios Padre,
Cristo, la Iglesia? Cristo que ha cargado con tus pecados te lleva en su cuerpo;
la Iglesia te busca; el Padre te acoge. Como un pastor, te conduce; como una
madre, te busca; como un padre te viste de gala. Primero la misericordia,
después la solicitud, luego la reconciliación.
Cada detalle conviene a cada uno: el Redentor viene en ayuda, la Iglesia asiste,
el Padre se reconcilia. La misericordia de la obra divina es la misma, pero la
gracia varía según nuestros méritos. La oveja cansada es conducida por el
pastor, la dracma perdida es hallada, el hijo vuelve donde su padre y vuelve
plenamente arrepentido de su mala vida...
Alegrémonos, pues, que esta oveja que había perecido en Adán sea recogida en
Cristo. Los hombros de Cristo son los brazos de la cruz; aquí he clavado mis
pecados, aquí, en el abrazo de este patíbulo he descansado.

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San Agustín (354-430) obispo de Hipona, doctor de la Iglesia Católica


La Ciudad de Dios 14,28

“Al ver la ciudad, lloró por ella.” (Lc 19,42)

Dos amores construyeron dos ciudades: el amor propio hasta el desprecio a


Dios hizo la ciudad terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de si mismo, la
ciudad del cielo. La una se glorifica a sí misma, la otra se glorifica en el Señor.
Una busca la gloria que viene de los hombres (Jn 5,444), la otra tiene su gloria
en Dios, testigo de su conciencia. Una, hinchada de vana gloria, levanta la
cabeza, la otra dice a su Dios: “Tú eres mi gloria, me haces salir vencedor...” (cf
Sal 3,4) En una, los príncipes son dominados por la pasión de dominar sobre los
hombres y sobre las naciones conquistadas, en la otra todos son servidores del
prójimo en la caridad, los jefes velando por el bien de sus subordinados y éstos
obedeciéndoles. La primera, en la persona de los poderosos, se admira de su
propia fuerza, la otra dice a su Dios: “Te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.” (Sal
17,2)
En la primera, los sabios llevan una vida mundana, no buscando más que
las satisfacciones del cuerpo o del espíritu o las dos a la vez: “...habiendo
conocido a Dios, no lo han glorificado, ni le han dado gracias, sino que han
puesto sus pensamientos en cosas sin valor y se ha oscurecido su insensato
corazón...han cambiado la verdad de Dios por la mentira.” (cf Rm 1,21-25) En la
ciudad de Dios, en cambio, toda la sabiduría del hombre se encuentra en la
piedad que da culto al verdadero Dios, un culto legítimo y que espera como
recompensa, en la comunión de los santos, no solamente de los hombres sino
también de los ángeles, “que Dios sea todo en todos.” (1Cor 15,28)

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San Juan Crisóstomo (hacia 345-407), obispo de Antioquia, después de


Constantinopla, doctor de la Iglesia Católica

Homilía sobre Mateo, nº 65


Beber de su cáliz para sentarse a su derecha

Por mediación de su madre, los hijos del Zebedeo, en presencia de sus


compañeros apremian a Cristo, diciéndole: «Ordena que se sienten uno a tu
derecha y el otro a tu izquierda» )cf Mt 10, 35)... Cristo se apresura a hacerles
dar cuenta de sus ilusiones, y les dice que deben estar prestos a sufrir injurias,
persecuciones e incluso la misma muerte: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois
capaces de beber el cáliz que yo voy a beber?» Que nadie se sorprenda de ver a
los apóstoles en unas disposiciones tan imperfectas. Espera que se cumpla el
misterio de la cruz, que la fuerza del Espíritu les haya sido comunicada. Si
quieres ver la fuerza de su alma, mírales más tarde, y les verás superiores a
todas las debilidades humanas. Cristo no esconde sus pequeñeces, para que
percibas mejor qué llegaran a ser ya que la fuerza de la gracia les va a
transformar...
«No sabéis lo que pedís». !No sabéis cuan grande es este honor y cuan
prodigioso!. ¿Sentaros a mi derecha? Esto sobrepasa incluso a las potestades
angélicas. «¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?» Me estáis
hablando de tronos y diademas insignificantes; yo os hablo de luchas y
sufrimientos. No es ahora que voy a recibir mi realeza; no ha llegado todavía la
hora de la gloria. Para mí y los míos es el momento de la violencia, del combate,
del peligro.
Fíjate bien y verás como no les pregunta directamente: «¿Estáis a punto
para derramar vuestra sangre?» Para animarlos les propone de compartir su
mismo cáliz, de vivir en comunión con él... Más tarde verás a este mismo san
Juan, que de momento busca el primer puesto, ceder siempre el primer puesto
a san Pedro... En lo que se refiere a Jaime, su apostolado ha sido corto.
Ardiente de fervor, menospreciando completamente los intereses puramente
humanos, por su celo ha merecido ser, de entre los apóstoles, el primero en
sufrir el martirio (Hech 12, 2).

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(Sermón 25, 1-3) CESAREO DE ARLES 470 +543 ca.


MDA/NECESARIA

Bienaventurados los misericordiosos porque alcanzarán misericordia (Mt 5, 7).


Dulce es el nombre de la misericordia, hermanos; y si lo es el nombre, ¡cuánto
más lo será la realidad!
Aunque todos los hombres quieren tenerla, por desgracia no todos obran de
manera que merezcan recibirla: todos quieren recibir misericordia, pero pocos
son los que quieren darla.
¿Cómo te atreves tú a pedir lo que no das? Debe dar misericordia en este
mundo quien desea recibirla en el Cielo. Por eso, hermanos, ya que todos
queremos misericordia, adoptémosla como protectora en esta vida, para que
nos libre del mal en el futuro. En efecto, la misericordia está en el Cielo y a
ella se llega ejerciendo la misericordia en la tierra. Así lo dice la Escritura: tu
misericordia, Señor, está en el Cielo (/Sal/035/036/06).
Por tanto, la misericordia es terrena y celestial, es decir, humana y divina. ¿Cuál
es la misericordia humana? Aquella por la que atiendes a la miseria de los
pobres. ¿Y cuál es la misericordia divina? Sin duda, la que otorga el perdón de
los pecados. Todo lo que la misericordia humana da en el camino, la
misericordia divina lo devuelve en la definitiva Patria.
Dios tiene frío y hambre en todos los pobres de este mundo, como Él mismo
afirma: cuantas veces lo hicisteis con el más pequeño de mis hermanos,
conmigo lo hicisteis (/Mt/25/40). Dios, que se digna dar desde el Cielo, quiere
recibir en la tierra.
¿Qué clase de hombres somos que, cuando Dios da, queremos recibir y, cuando
pide, no queremos dar? Cuando un pobre tiene hambre, Cristo padece
necesidad. Él lo dice: tuve hambre y no me disteis de comer (Ibid. 42). No
desprecies, pues, la miseria de los pobres, si quieres tener la firme esperanza
de que tus pecados te serán perdonados; Cristo, en todos los pobres, se digna
tener hambre y sed, y lo que recibe en la tierra lo devuelve en el Cielo.
Os pregunto, hermanos, ¿qué queréis o qué buscáis cuando venís a la iglesia?
¿Qué otra cosa sino la misericordia? Dad por lo tanto la terrena y recibiréis la
celestial. A ti te pide el pobre, y tú pides a Dios; aquél pide un bocado, tú la
vida eterna. Da al mendigo lo que esperas recibir de Cristo; óyele cuando te
dice: dad y se os dará (Lc 6, 38). No sé cómo te atreves a recibir lo que no
quieres dar. Por eso, cuando venís a la iglesia, dad limosna a los pobres según
vuestras posibilidades. El que pueda, déles dinero; el que no, ofrézcales un poco
de vino. Y si ni esto tuviere, siempre podrá darles un bocado de pan: si no
entero, al menos un trozo, para que se cumpla lo que el Señor nos
amonesta por boca del profeta: parte tu pan con el que tiene hambre (Is 58, 7).
No dijo que dieras todo, no sea que tú mismo seas pobre y te quedes sin nada.
Si actuamos con generosidad, hermanos, Cristo nos dará aquello de lo que
carece en los pobres. Por esto Dios permite que haya pobres en el mundo, para
que todo hombre tenga un modo de pagar por sus pecados. Si no hubiese
pobres no podríamos dar limosna y, por tanto, no recibiríamos el perdón.
Pudo Dios hacer ricos a todos los hombres, pero quiso acercarse a nosotros en
la miseria de los pobres: así el pobre con la paciencia, y el rico por la limosna,
pueden recibir la gracia de Dios. Por nuestro bien existe la carencia de los
pobres.

POBRES / LIMOSMA: Atiende y contempla:


el dinero y el reino. ¿Pueden compararse? Tú das dinero a los pobres y recibes
el reino de Cristo; das alimento, y recibes de Cristo la vida eterna; das vestidos
y de Cristo recibes el perdón de los pecados. No despreciemos, pues, a los
pobres, hermanos, sino que cuidemos de ellos, y alegrémonos de su bien;
porque la miseria de los pobres es medicamento para las riquezas, según
lo que dijo el Señor: dad limosna, y quedaréis limpios (/Lc/11/41); y también:
vended lo que poseéis y dad limosna (/Lc/12/33). Y por el profeta clama el
Espíritu Santo: como el agua extingue el fuego, igualmente la limosna extingue
el pecado (/Si/03/30/Cesareo). También, en otra ocasión, repite: da limosna al
pobre y éste rogará para que no te suceda ningún mal (Sir 29, 15).
Practiquemos, pues, la misericordia, hermanos, y la ayuda de Cristo no nos
faltará para que vivamos con la atadura de su prudencia (...).
Como muchas veces os he amonestado, hay dos tipos de limosna: una buena y
otra mejor. Una es proporcionar alimento a los pobres; la otra que perdones
pronto a tu hermano cuando te ofenda. Las dos limosnas hemos de darnos prisa
en practicar, con la ayuda de Dios, para que podamos alcanzar de Cristo
la eterna indulgencia y la verdadera misericordia. Así dice: si perdonareis,
también vuestro Padre os perdonará vuestros pecados; si no perdonareis,
tampoco vuestro Padre perdonará vuestros pecados (Mt 6, 14-15). Y el Espíritu
Santo clama en otro lugar: el hombre se comporta con ira con el otro hombre,
¿pide comprensión por parte de Dios? ¿No tiene misericordia con su semejante
y pide misericordia a Dios? (/Si/28/01-05/Cesareo).
Añade San Juan: quien odia a su hermano es homicida (1 Jn 3, 15), y también:
quien odia a su hermano está en tinieblas, y en ellas anda, y no sabe a dónde
va: porque las tinieblas cegaron sus ojos (1 Jn 2, 1 1).
Así pues, hermanos, para evitar los males eternos, y alcanzar los bienes
imperecederos, hemos de vivir los dos tipos de limosna de los que he hablado,
todo lo que podamos y mientras vivamos. De esta forma, podremos decir el día
del juicio: da, Señor, porque nosotros dimos; nosotros hicimos lo que
mandaste, cumple lo que prometiste. Y Él lo hará, que vive y reina con el Padre
y con el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

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San Gregorio de Nacianzo (330-390) obispo, doctor de la Iglesia Católica -


Del amor a los pobres, 27, 28, 39-40; PG 35, 891-894, 910

“...conmigo lo hicisteis.” (Mt 25, 40) - ¿Te imaginas que la caridad no es


obligatoria sino libre, que no fuera una ley sino simplemente un consejo? También lo
quisiera yo y lo pensaría con gusto. Pero la mano izquierda de Dios me espanta, allí
donde ha colocado los cabritos para dirigirles sus reproches, no porque hayan robado,
extorsionado, cometido adulterio o perpetrado otros delitos de este orden, sino porque
no han honrado a Cristo en la persona de sus pobres.
Si me queréis creer, vosotros, siervos de Cristo, hermanos suyos y coherederos
con él, mientras no sea tarde, ¡visitemos a Cristo, sirvamos a Cristo, alimentemos a
Cristo, honremos a Cristo, no tanto ofreciéndole una comida como hacen algunos, o el
perfume como María Magdalena, o una sepultura como José de Arimatea, o Nicodemo,
u oro, incienso y mirra, como los Magos.
“Misericordia quiero y no sacrificios.” (Mt 9,13) Esto es lo que quiere el Señor del
universo, la compasión antes que miles de corderos cebados. Presentémosle la
misericordia por manos de los abatidos por la miseria, y el día de nuestra muerte nos
“recibirán en las moradas eternas” (Lc 16,9), en Cristo mismo, Nuestro Señor, a quien
sea dada la gloria por los siglos de los siglos.

+++

‘Donde no hay Dios, despunta el infierno, y el infierno persiste sencillamente a través


de la ausencia de Dios’. Cardenal Ratzinger.

+++

“Nunca se puede matar a una persona para que otra pueda vivir mejor”.
Crear vida para después matarla es una “aberración”

+++

El Señor no es indiferente, como un emperador impasible y aislado, a las vicisitudes


humanas”.“Es más, su mirada es fuente de acción, porque interviene y derriba los
imperios arrogantes y opresivos, abate a los orgullosos que le desafían, juzga a los
que perpetran el mal”.Dios se hace presente en la historia, poniéndose de la parte de
los justos y de las víctimas. S. S. JUAN PABLO II – Magno - 2003-12-10

+++

La gran pasión de nuestro tiempo es la utilidad. Todo vale si es útil. He ahí la máxima
moral dominante. La utilidad ha situado su trono en medio de la cultura europea y la
ha empapado de afán codicioso. 2003.

+++

Permite, Dios mío, que mis sentidos se dilaten sin fin, en una salutación a Ti, y toquen
este mundo a tus pies. Como una nube baja de julio, cargada de chubascos, permite
que mi entendimiento se postre a tu puerta, en una salutación a Ti.
Que todas mis canciones unan su acento diverso en una sola corriente, y se derramen
en el mar del silencio, en una salutación a Ti. Como una bandada de cigüeñas que
vuelan, día y noche, nostálgicas de sus nidos de la montaña, permite, Dios mío, que
toda mi vida emprenda su vuelo a su hogar eterno, en una salutación a Ti –

-.-

Y sabiendo que morir es la ley fatal para todos, que las riquezas, unas veces te plazca
ganarlas y otras te plazca perderlas.

la creación es riqueza para el hombre,


y el hombre riqueza al corazón de Dios
gracias de vuestra visita.

Compendio del Catecismo de la Iglesia católica


La fe de los sencillos - Una síntesis fiel y segura del Catecismo de la Iglesia católica. Contiene, de modo conciso,
todos los elementos esenciales y fundamentales de la fe de la Iglesia. 2005. ¡No falte en el bolsillo de cada
cristiano para aprenderlo!
Creer, celebrar, vivir y orar, esta y no más es la fe cristiana desde hace 2000 años, enseñada por la Iglesia
Católica sin error porque Cristo la ilumina y sólo Él la guía.

Sólo quien se conoce a sí mismo puede reconocer a Dios y sólo quien ama a su prójimo puede columbrar a Dios.

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